Cuentos eclesiásticos

Oxidados hasta formar dogmas

Fuego eterno en el infierno, el Juicio Final, el pecado, perdón, confesión, nacimiento virginal de un Cristo débil, Adán y Eva, y otros.
Según los libros de Jozef Rulof.
Foto: ‘El dogma del Juicio Final con la resurrección de los muertos’, pintado por Luca Signorelli (1450 - 1523)

Cuentos de las iglesias y los autores de la Biblia

La cantidad de cosas que pueda comprender en la tierra la suele determinar el espíritu de los tiempos en que vive.
El artículo ‘Universidad de Cristo’ aclara que bajo la dirección de Cristo, los maestros han adaptado siempre sus inspiraciones al receptor.
Por eso, Moisés y los profetas recibieron un Dios enérgico capaz de proteger el grupo de Moisés de tribus enemigas.
El artículo ‘Autores de la Biblia’ explica que los autores humanos de la Biblia han deformado los cuentos transmitidos hasta convertirlos en algo que ellos mismos pudieran comprender.
Además, ellos mismos fueron añadiendo cuentos para agrandar la omnipotencia de Dios.
Durante su vida como Jesús, Cristo no pudo compartir su sabiduría cósmica, así que usó el universal lenguaje figurado.
Pero sus apóstoles y las iglesias que explicaron sus palabras y su vida carecían de la diferencia entre la verdad divina y sus propios pensamientos terrenales.
Las iglesias han hecho mucho bien trayendo a Dios y a Cristo a muchos seres humanos en la tierra.
No obstante, al convertir los cuentos transmitidos en dogmas aprisionados, también fijaron a muchas personas en falsedades.
Esas falsedades se pueden analizar ahora en el Siglo de Cristo, por medio de los libros de la Universidad de Cristo.
Así, los dogmas eclesiásticos se reconducen a su origen: cuentos “de oídas”.

Un fuego ardiendo eternamente en el infierno

El dogma más grande de todos los tiempos es la doctrina de que uno puede arder eternamente en el infierno.
En los libros que llegaron a la tierra por medio de Jozef Rulof se refiere a esta doctrina con los términos “condena eterna” y “condenación”.
Los maestros han alentado a Moisés y los profetas a no ejecutar actos que los pusieran en disarmonía con la vida.
El ser humano de entonces solo iba a dejar atrás esos actos si para eso lo castigara gravemente un Dios que lo veía todo.
Solamente por medio de un miedo penetrante algunos seres humanos empezaron a controlar sus pasiones.
Los maestros no tenían otra opción, el ser humano no permitía otro enfoque.
Al principio, este enfoque funcionó, los seguidores de Moisés empezaron a mirar críticamente sus propios actos y a contenerse.
De esta manera se dio el primer impulso para una concienciación espiritual.
Un pequeño grupo de personas empezó a convivir en paz, de esta manera se le impuso un alto a los asesinatos dentro de este grupo.
No obstante, cuando se transmitió este “aviso de Dios”, se empezaron a hinchar las cosas.
Cada vez que se transmitía el cuento, el castigo de Dios se hacía más grande para dar más fuerza y expresividad al cuento.
El ser humano lo convirtió en un fuego eterno que tortura de manera atroz al pecador, pero que no lo destruye por completo, por lo que la tortura puede seguir produciéndose siempre.
El ser humano no pudo imaginar más, pues era sin duda lo peor que se pudiera imaginar.
Los cuentacuentos fantasiosos no entendieron que así a la vez se había convertido a Dios en un monstruo horroroso.
Cuando Cristo comenzó su vida como Jesús, este dogma más grande de todos ya se había petrificado y grabado.
Se había hecho tan duro que Él ya no pudo quitarlo ni con diez mil palabras.
Solo podía ofrecer un contrapeso introduciendo el amor universal.
Por eso habló muchas veces de su Padre de Amor, pero sus oyentes todavía no podían sacar de eso la conclusión de que el Dios de condena no existía ni había existido nunca.
Tampoco después de su muerte hubo la más mínima mejora en esto.
Al contrario, más de un apóstol y funcionario eclesiástico atizó todavía más las llamas del fuego que arde eternamente.
Las iglesias encontraron en ello su medio para mantener agarrotados a los creyentes y hacerlos pagar mucho dinero para eludir la condena.
Millones de creyentes sentían cómo iba aumentando el peso.
Si mostraban debilidad un momento, ya podía ser demasiado tarde: ¡tal vez había sido suficiente para el eterno fuego infernal!
Le quitaba al ser humano el valor de hacer las cosas lo mejor que se pudiera, de volver a comenzar después de una crisis.
Muchos creyentes empezaron a entregar todo lo que tenían para eludir el fuego infernal y hacerse con un sitio en el cielo, y haciéndolo excedían sus fuerzas humanas.
Leían la Biblia día y noche, murmuraban constantemente sus oraciones, no paraban de pedirle a Dios perdón y renegaron de sentimientos humanos correspondientes a su grado de los sentimientos.
A muchos los llevó al delirio religioso, la peor forma de demencia, porque la personalidad se puede disolver por completo en la nada, en un dogma irreal.
Esto puede invadir por completo los otros rasgos de carácter y oprimirlos hasta la muerte, por lo que ya no se siente nada de la vida.
Y cuando entonces estos creyentes llegaban en el más allá, ¡todavía no habían perdido su dogma!
También allí les privaba de la fuerza para alcanzar el progreso interior.
Además, se blindaban contra los maestros de la luz que querían explicarles que su fe consistía en sinsentidos eclesiásticos.
Ni siquiera creían que habían muerto en la tierra, porque su iglesia y su Biblia no les habían dicho nada sobre la verdadera vida en esta esfera astral.
El sufrimiento de todos estos seres humanos en la tierra y en el más allá también afecta a los habitantes de las esferas de luz.
Mientras haya seres humanos cargando con el Dios más horroroso de todos los tiempos, que castiga más severamente a pecadores que lo que podría hacer cualquier ser humano de la tierra, ni siquiera Cristo y los suyos en el Omnigrado van a ser felices.
Cuanto más etéreo y amoroso se vuelva uno, tanto más se percibe lo que oprime al prójimo.

Juicio Final

Dos días después de morir Jesús, resultó al abrir la tumba que su cuerpo había desaparecido.
Más adelante apareció ante sus apóstoles con su cuerpo espiritual.
Su resurrección era espiritual, pero los pensamientos terrenales la han convertido en una resurrección corporal, al usar el cuerpo que hay en la tumba.
Según el dogma del Juicio Final, el día del Juicio Dios sacará físicamente a todos los fallecidos de sus tumbas y les asignará un lugar en el cielo o en el infierno.
Pero ¿cómo se tendrá que hacer entonces por ejemplo con los seres humanos prehistóricos y todos aquellos otros de los que ya no queda ningún hueso?
Los artículos ‘Causa y efecto’ y ‘Karma’ explican que no hay ningún Dios externo que juzgue sobre nosotros, pero sí uno interior, al que también podemos llamar “alma”.
Cuando nuestros actos no están en armonía con la vida, nuestra alma corregirá ese acto en esta vida o en una posterior.
Y si hacemos la transición al más allá, es nuestro propio grado de los sentimientos el que nos llevará a una esfera tenebrosa o a una esfera de luz, conforme al grado de amor que poseamos.

Un Cristo débil

El artículo ‘Jesucristo’ ofrece un esbozo de la vida y del mensaje de Cristo.
Es una cosa muy distinta que la imagen eclesiástica que se ha formado a partir de la Biblia.
Los autores del Nuevo Testamento han debilitado a Cristo porque han interpretado sus palabras y actos según sus propios pensamientos terrenales.
Además, le han puesto palabras en la boca a Cristo que Él jamás pronunció.
¿Cómo puede haber pedido Cristo en Getsemaní que el cáliz pudiera pasar de Él, si ya antes de nacer sabía cómo iba a terminar su reencarnación?
El artículo ‘Universidad de Cristo’ describe la Omniconsciencia con que reencarnó Cristo.
Los autores de la Biblia no conocían ningún Omnigrado, se proyectaban a sí mismos en Getsemaní y apuntaron lo que a ellos mismos les parecía normal.
Han convertido a un divinamente consciente en un ser humano débil de acuerdo a la propia imagen y comprensión de ellos.
Escribieron, por ejemplo, que Cristo habría dicho en la cruz que se sentía abandonado.
Pero Cristo ya había dejado esa sensación de abandono hace millones de años, percibía de manera ininterrumpida su conexión divina con todo lo que vive.
En las fuentes del artículo ‘Jesucristo’ se han incluido las palabras que Él sí pronunció durante su crucifixión.
Dijo: “Esa es la vida que soy Yo. Has surgido de Dios. Sufro por ti”.
Pero el ser humano no lo comprendió y lo convirtió en que Cristo ha sufrido en lugar de todos los seres humanos y que así a la vez les quitó sus pecados.
Los autores de la Biblia y las iglesias pensaban en términos de pecados, para lo que se inventó una caída, un Juicio Final y una condena eterna.
Y de esos pecados querían deshacerse, así que mejor que Cristo se los quitara y los limpiara.
Además, más fácil: entonces los seres humanos no tenían que enmendarlos ellos mismos.
Si acaso una rápida confesión, murmurar unas cuantas oraciones, pero entonces sí que pensaban haberse deshecho de verdad y para siempre de todos sus pecados.
Y así surgió el cuento de que Cristo ha muerto por nuestros pecados, de que nos dio su vida para liberarnos y se convirtió en el Cordero de Dios para dejar contento a este.
Sin embargo, los maestros dejaron claro que Cristo no dio su vida, sino que lo asesinaron conscientemente.
Cristo habría preferido por mucho seguir viviendo para traer a la tierra su universidad ya en aquel entonces, pero la gente destruyó su cuerpo, y así le quitó la posibilidad de hablar.
Y además, se quiso convertir esta matanza en una gracia.
Ahora ese cuerpo muerto de Cristo tenía que coronar, encima, a sus asesinos.
No solo lo privaron de su sangre y fuerza vital, ahora además tenía que haber muerto por los pecados de ellos y darles nueva vida al perdonar todos sus pecados.
Sin embargo, la palabra “perdonar” no figura en el diccionario espacial, al igual que tampoco “castigar”.

Pecado

Los dogmas más graves están basados en el concepto “pecado”.
Los maestros son muy claros al respecto: los pecados no existen, ¡solo hay disarmonía temporal que finalmente conduce al despertar!
Porque la explicación a nivel del alma es otra cosa muy distinta que el pensamiento terrenal en términos de pecados.
Si por un acto nuestro nos ponemos en disarmonía con otro, también por eso estamos en disarmonía con nuestra propia alma, que en esencia es armonía.
En ese momento, nuestra alma empieza a impulsar para anular esa disarmonía.
Los artículos ‘Armonía’, ‘Karma’ y ‘Causa y efecto’ explican cómo recupera nuestra alma su armonía.
Esto no es posible por medio de una iglesia, un confesionario, un sacramento, una oración o un perdón.
Solo es posible cuando de verdad damos amor donde anteriormente hemos llevado tinieblas.
Por eso, tenemos que efectuar nuevos actos, vivir nuevas vidas, volver a reencarnar.
Eso requiere nuestra entrega completa, hasta el último gramo de fuerza que tenemos.
Y entonces alcanzamos una concienciación espiritual que finalmente se convertirá en el amor universal para todo lo que vive.
Porque no existen los pecados, de golpe se anulan un montón de cuentos.
La condena eterna ya no tiene fundamento, porque no hay pecados por los que se pueda castigar a alguien.
Un Juicio Final ya no tiene pecados para juzgar.
Cristo no ha muerto por nuestros pecados, el mundo lo ha asesinado salvajemente.
Cristo tampoco nos quitó nuestros pecados, porque nosotros mismos enderezaremos lo que hemos torcido.
¿Qué se puede ir a confesar si los pecados no existen?
Ya no hacen falta Adán y Eva para hacer que surja el pecado, y el manzano y la serpiente pueden mantener su propia naturalidad.
Ya no harán falta los sacerdotes para perdonar nuestros pecados.
A María no le hace falta pasar por la inmaculada concepción, porque no hay pecados maculados que conduzcan a esta maternidad y paternidad.
Los sacerdotes y las monjas pueden volver a casarse, porque ya no tienen que evitar pecados carnales.
Las hogueras eclesiásticas no solo eran horrorosas, sino también faltas de sentido, pues no hubo jamás un solo pecador a quien hubiera que castigar mortalmente.
No se le debería haber encerrado a Galileo en ese calabozo eclesiástico, porque sus experiencias que se desvían de la Biblia no son pecados.
Y entonces... el ser humano podrá por fin respirar sin aprietos, y en adelante, sin ese lastre del pecado mortal, podrá trabajar en su concienciación espiritual amando todo lo que vive, porque tampoco habrá ya pecados en él mismo ni en ningún otro.
Puede mirar ahora a su prójimo como un alma libre de pecado y como un compañero en el viaje cósmico al Omnigrado.

Adán y Eva

Los autores de la Biblia querían demostrar que Dios ha creado al ser humano, y por eso inventaron el cuento infantil de Adán y Eva.
Entonces de paso también incorporaron el origen de los pecados al hacer que se colara una serpiente taimada.
Puesto que su Dios todavía podía enojarse, también podía desterrar a sus hijos de su paraíso.
Las iglesias han usado este cuento ingenuo para mantener su poder sobre los creyentes, porque estos se podían liberar solo por medio de la iglesia del pecado original que pesa constantemente sobre la humanidad entera por culpa de Adán y Eva.
En el artículo ‘Grados de vida cósmicos’ se describen los grandes pasos evolutivos de nuestra alma y el artículo ‘Nuestras primeras vidas como células’ describe las verdaderas primeras vidas del alma humana en el primer planeta.
Cuando esta hubo evolucionado hasta el primer grado de los sentimientos, el ser humano se expulsó a sí mismo de su armonía paradisíaca al desfogarse al margen de la unión con su alma gemela.
De esta manera, el ser humano no se echó encima pecados, así que tampoco hay que lavarlos con el bautizo ni reconciliar a la gente por medio de un Mesías como Cordero de Dios.

La Virgen María

Para hacer que Cristo se escapara del pecado original, la iglesia tiró cohetes con distintos cuentos.
Inventó dogmas como la “inmaculada concepción” y el “nacimiento virginal”, según los cuales Jesús habría sido concebido sin la intervención de un hombre.
Así que papá José no podía participar, estaba de turno el “Espíritu Santo”, que “echó su sombra” sobre María.
Además, se santificó a María y la Virgen santa “ascendió a los cielos”.
De esta manera, la iglesia deja de lado las fuerzas básicas de todo lo que vive, maternidad y paternidad, a favor de mentiras que no representan ninguna verdad espiritual.
Los maestros indican que va siendo hora de que la verdad espiritual dinamite estos sinsentidos católicos.
José y María copularon y Jesús vivió de manera completamente natural esta concepción y su nacimiento, como se dio a luz y se creó toda la vida en el cosmos por medio de la maternidad y también la paternidad.
Pero para la iglesia esto es inmoral, demasiado realmente humano, y peligroso porque sin esos dogmas probablemente incluso menos seres humanos se sentirán atados por los cuentos eclesiásticos.

Casarse con Dios o con Cristo

Hay seres humanos que piensan por medio de los cuentos eclesiásticos pueden casarse con Dios o con Cristo.
Escogen conscientemente la vida célibe y no quieren convertirse en madre y padre por razones religiosas.
De hecho, así apuestan su evolución posterior a una sola carta, a saber: con una sola vida.
Porque si todavía les hacen falta más vidas en la tierra para disolver su karma, se alejarán de ese avance que solamente la maternidad puede llevar a cabo.
El artículo ‘Libre albedrío’ aclara que el ser humano puede apostar su libre albedrío personal para convertirse, por ejemplo, en sacerdote o monja.
Puede perseverar en esto durante vidas enteras, e ir edificando cada vez más intensamente su sentimiento para esto, hasta que finalmente alcance lo más elevado para la santidad que ha imaginado: el papado.
Pero ¿también se corresponde eso con la voluntad de su alma?
Porque entonces está lo más alejado de las fuerzas básicas de su propia alma: la maternidad y la paternidad.
El camino de regreso es largo y difícil, porque cada pensamiento que vaya a contracorriente de esas fuerzas básicas conduce a la personalidad hacia el sentir y pensar antinatural de la fe célibe que está al margen de la realidad de la evolución cósmica de nuestra alma.
Porque cuando alguien todavía tiene que devolver un cuerpo a otra alma para disolver karma, todavía habrá que vivir la maternidad.
Pero puesto que uno se ha alejado de eso durante varias vidas, en sentimientos y pensamientos, también tomará muchas vidas volver a ser capaz de percibir y vivir el sentimiento ‘maternidad y paternidad’.
Además, por medio de todas esas vidas célibes, uno se ha puesto en disarmonía con la maternidad y la paternidad totales de la humanidad.
Así, otras madres tienen que dar a luz a más hijos, para que pueda tener lugar la evolución de todas las almas en la tierra.
También habrá que recuperar la armonía de esta disarmonía que se ha edificado con la paternidad mundial antes de que se pueda acceder a las esferas de luz en el más allá.

Fe

Los maestros de la Universidad de Cristo empezaron a traer una fe a la tierra por medio de Moisés.
Al ser humano le hacía falta para empezar a dominar sus pasiones, para dejar de matar a otros.
Mientras en aquellos tiempos la fe le ofreció un asidero al ser humano para ponerse de camino hacia los sentimientos más etéreos de su propia alma, en estos momentos para mucha gente la fe se ha convertido en un obstáculo.
Entonces la pregunta es: ¿cómo podrá su alma volver a alejarlos de esa fe?
Porque el verdadero avance espiritual solo ocurre al vivir una realidad, no creyendo en ella.
Y una iglesia que muchas veces usaba la fe del ser humano para edificar su propia riqueza y poder no alentaba precisamente palpar abiertamente y pensar con independencia.
Durante siglos vendió los cielos y puso a millones de incrédulos en la hoguera para mantener su poder.
El Vaticano callaba la boca a quienes trajeran pensamientos nuevos, como Galileo, porque su descubrimiento iba en contra de la sagrada Biblia.
Las falsedades en la Biblia y los cuentos eclesiásticos no desaparecerán por completo hasta que los maestros no puedan hablar a la humanidad por medio del aparato de voz directa.
Entonces también cada creyente oirá la realidad espiritual de nuestra alma eterna.

Fuentes y textos para profundizar en el conocimiento