Su amor universal
En el Gólgota, Cristo siguió amando a todos los seres humanos y aceptándolos incondicionalmente, a pesar de la violencia del mundo que quería destruirlo.
‘El Gólgota’, pintura recibida de manera mediúmnica por Jozef Rulof
Getsemaní
Cristo meditó en Getsemaní, un jardín al pie del Monte de los Olivos al este de Jerusalén.
Sabía lo que le esperaba y quería prepararse interiormente para el Gólgota, la última fase de su vida terrenal.
En Getsemaní se preparó para representar su Omniconsciencia en el momento en que la violencia del mundo se abalanzaría sobre Él.
En medio de esa demolición tenía que poder hacer y decir exactamente lo que podía dar fuerza a su mensaje de amor para la humanidad.
Sentía que podía lograrlo aceptando en todo y acogiendo en amor a todas las personas que se le acercaran.
Había asimilado esa actitud interior durante su evolución cósmica, alimentando cada vez más el regalo de amor a todo lo que vive, y poniéndolo en práctica.
Gracias a esto, esa actitud y ese amor universal pudieron guiarlo en todo lo que venía a su encuentro.
Porque se había hecho verdadero en todo cuando hablaba al ser humano y ofrecía ayuda donde hiciera falta.
En Getsemaní, hizo que también sus apóstoles tomaran conciencia de su papel.
Pues todavía se quedaban dormidos, porque sus sentimientos elevados y serviciales no estaban listos para velar con Él en estas horas decisivas.
¿Resistirían los sentimientos y comportamientos inferiores que iban a poner a prueba sus vidas, o perderían pronto su propia armonía participando en el salvajismo de mundo?
En sus conferencias, el maestro Zelanus explica lo que Getsemaní puede significar para quienes quieran recorrer el camino de Cristo.
Getsemaní es la preparación de la tarea que se quiera asumir en la vida.
Para esto hace falta crear un silencio en el interior, un lugar tranquilo para meditar.
Un espacio en que todos los sentimientos y pensamientos puedan sopesarse de cara al amor universal.
Si todos los sentimientos y pensamientos perezosos y destructores se expulsan del interior, estos ya no podrán acechar al ser humano a la hora de la verdad.
El Gólgota
El Gólgota es el lugar en que se crucificó a Cristo.
Se dejó clavar dócilmente en la cruz, después de haber subido a rastras la pesada cruz al monte.
En ese momento, los apóstoles no comprendían por qué su maestro no oponía ninguna resistencia.
El maestro Zelanus dice que se asfixiaron en la apatía de Cristo, y que entonces dudaron de si de verdad Él era el Mesías, porque se dejó asesinar como un criminal.
En sus conferencias, el maestro Zelanus analiza la razón por la que Cristo aceptó esta crucifixión.
Cristo sabía que sus actos se conocerían en el mundo entero y que le servirían de ejemplo a la humanidad.
Pero ¿de qué acto se trata entonces? ¿De la actitud no violenta que los apóstoles vieron como apatía?
El Omniamor
El maestro Zelanus plantea que precisamente requiere mucha voluntad dejarse pegar de este modo sin responder de ninguna manera.
Cristo habría podido liberarse de esta situación con un solo pensamiento, para eso ni siquiera le hacía falta usar las manos.
Con haber sintonizado aunque fuera brevemente su poderosa concentración, todos los que lo asediaban habrían sido borrados de la faz de la tierra.
Pero ¿qué habría logrado entonces?
El maestro Zelanus explica que entonces habría perdido todo su Omniamor.
Cristo había llegado hasta el Omnigrado amando cada vida, no maldiciéndolas ni deseando su desaparición.
El amor universal no solo es hacia los propios seres queridos, sino hacia todos los seres humanos, también los supuestos opositores y enemigos.
Cristo no conocía opositores, solo veía la vida de la Omnialma que nosotros hemos llamado “seres humanos”.
No materializó ni un solo pensamiento negativo sobre ellos.
Apertura cósmica
Él indicó así lo que supone el amor universal.
Es en primer lugar una aceptación incondicional de todo lo que haga el otro.
Esa aceptación también es una apertura completa, es mantener abierta la conexión con el otro, estar dispuesto para acoger a ese otro en todo lo que haga, piense y sienta.
Cristo ya había edificado esa apertura antes, durante su propia evolución como alma cósmica.
Primero había adquirido una conexión de los sentimientos por la que podía percibir directamente el mundo interior de todos los seres humanos.
Después, esa conexión con los sentimientos de la vida se había hecho incluso más amplia, y Él percibía la vida de los animales, de la naturaleza y de la madre tierra.
Y, finalmente, había podido abrir la conexión de los sentimientos cósmica con toda la vida en el universo.
Si en el Gólgota se hubiera blindado aunque solo fuera un momento de sus verdugos, habría destruido su apertura cósmica.
Cristo se mantuvo abierto a todos los seres humanos, y por eso tuvo que sufrir durante su muerte en la cruz, pero no por la crucifixión de su cuerpo,
sino por percibir lo que esta traería a sus acosadores.
Eso le dolía, porque sabía que de esta manera ellos se colocaban en una esfera de violencia.
Cristo conocía esa esfera, el país de odio y pasión y violencia en el más allá, sabía con qué sintonizaban todas estas personas por sus actos.
Sabía que sus verdugos se pegaban a sí mismos, y que más tarde se hundirían en esta violencia.
Cuando algún día también ellos empiecen con su viaje a las esferas de luz, tendrán que encajar toda esta violencia y se arrepentirán indeciblemente de algún día haberle puesto la mano encima al Mesías.
Les costará muchos siglos de sufrimiento liberarse de ese remordimiento.
Mantenerse en armonía
Cristo sabía que no podían pegarle, porque interiormente era inalcanzable, siguió siendo Él mismo, siguió siendo amor.
Pero no podía explicarles cómo por medio de una palabra dura o un pensamiento destructor lastraban su propia alma.
No podía enseñarles a estas personas que su alma es armoniosa por naturaleza y que solo avanzarían en su evolución cósmica si empezaban a vivir la armonía de su alma dejando que el amor universal guiara sus sentimientos y actos.
Cristo sabía que no podía alcanzar a estos seres humanos por medio de palabras, por eso no dijo nada y dejó que se le crucificara.
Pero también sabía que sus discípulos astrales, los maestros de la Universidad de Cristo, podrían explicar algún día al mundo por qué Él se había dejado crucificar.
Y sabía que para eso pasarían dos mil años.
En esos momentos, sus apóstoles todavía no podían comprender una explicación a nivel del alma, todavía estaban demasiado limitados por el nivel de comprensión que tenía el mundo en aquel entonces.
La Omniluz
En el siglo XX, los maestros pudieron transmitir por medio de Jozef Rulof que el camino de Cristo es el camino de todas las almas en el espacio.
Algún día, el alma llegará a la aceptación completa para alcanzar así el amor universal.
Después de que cada pensamiento destructor haya sido crucificado y de que haya muerto toda la violencia interior, cada alma comenzará a percibir el Omniamor integrado en el núcleo de todo lo que vive, y que solamente amando de verdad llega a funcionar y se convierte en luz radiante.
Entonces despierta Cristo en los sentimientos, porque el propio Gólgota se acepta y vive hasta la profundidad.
Así comienza para toda alma que deja atrás todos los sentimientos y pensamientos tenebrosos la conexión de los sentimientos con toda la vida en el cosmos.
Entonces la personalidad se vuelve suave, benevolente, portante, dispuesta, cordial, abierta y universalmente amorosa.
Para esa alma ya nunca más habrá tinieblas en la tierra o en el más allá, porque la Omniluz iluminará para siempre sus caminos futuros.