Justicia

De innata a consciente

Algún día, todo ser humano sabrá cómo a lo largo de muchas vidas él mismo ha hecho que fuera más pesada la justicia innata de su alma, para después restablecerla.
Según los libros de Jozef Rulof.
“Daba igual lo que un ser humano hubiera hecho en el pasado, Jozef permitía hacer borrón y cuenta nueva”.

¿Por qué?

¿Por qué unos seres humanos reciben toda la felicidad en su vida en forma de salud, riqueza, padres cuidadosos y amor, y otros reciben un montón de mala suerte, como enfermedades, pobreza, hambre y guerra?
¿Por qué los primeros pueden disfrutar toda su felicidad durante noventa años y otros, como un niño de un año, muere de lepra?
¿Son combatibles estas diferencias con alguna forma de justicia?
¿O tenemos que sacar la conclusión de que la vida es injusta?
¿Existe una justicia más elevada en el universo que no se ve afectada por toda la desgracia?

Ser humano o alma

Si el ser humano surge con la concepción y termina con la muerte como ser material, y solo vive una vez, entonces no se puede percibir ninguna justicia elevada.
Entonces algunos seres humanos son dichosos y otros no, y el azar gobierna a todos los seres humanos.
Los maestros, autores de los libros de Jozef Rulof, llegaron a conocer otra realidad, con una justicia cósmica integrada.
Constataron de modo científico espiritual que el ser humano es un alma que experimenta muchas vidas en la tierra.
Cada alma recibe en sus muchas reencarnaciones aquello que el ser humano llama buena y mala suerte, como salud, enfermedad, riqueza, pobreza, amor y guerra.

Causa y efecto

A nivel del alma los maestros explican que como personalidad nosotros mismos podemos causar aquello que nos tocará en nuestras siguientes vidas.
Si recibimos desgracias, puede que en vidas pasadas nosotros mismos hayamos infligido desgracia a otros.
Los artículos ‘Karma’ y ‘Causa y efecto’ explican que eso no es un castigo de la vida o de Dios, sino que es una guía correctora de parte de nuestra propia alma.
El artículo ‘Armonía’ comenta que el alma posee una armonía innata.
Si como personalidades infligimos desgracia a otro ser humano, nuestra alma empezará a impulsar para restablecer la armonía perdida con todo lo que vive en vidas posteriores.
Nuestra propia alma nos sitúa con ese fin en circunstancias vitales que como personalidad encontraremos injustas, pero en que sí tenemos la posibilidad de terminar el “causa y efecto”, dando amor en lugar de causando desgracia.
La justicia de la vida consiste en que cada alma tiene la posibilidad de disolver todo el karma y la causa y el efecto que la propia personalidad haya generado.
Para eso, cada alma recibe suficientes vidas.
Gracias a la facultad de reencarnar, cada alma puede liberarse de esta disarmonía, por lo que vuelve a quedar libre el camino para seguir evolucionando espiritualmente.
Entonces vivirá el resto de su evolución cósmica en la justicia que ahora ella misma representa como personalidad consciente en todo acto.

¿Hasta qué punto somos ya justos?

Por medio de las experiencias adquiridas en millones de vidas aprendemos cómo siente vivir algo que le hemos hecho a otro en otra situación.
También experimentamos cómo se siente si nos acercamos a la vida en amor.
Por eso vivimos una evolución interior, que finalmente nos conducirá a un amor universal para todo lo que vive.
Hace falta para eso que nos volvamos justos en todo.
Como en el caso de todos los rasgos de la vida podemos hacernos la pregunta: ¿qué hemos asimilado ya de eso?
Nuestra alma tiene una justicia innata, pero como personalidades solo tomamos conciencia después de muchas vidas de lo que podemos hacer para aplicar esa justicia también en nuestra vida cotidiana.
Los maestros dan unos cuantos ejemplos para la vida en sociedad.
¿Determinamos un precio de venta justo, según esfuerzo y costo, o le sumamos una ganancia usuraria?
¿Vivimos a expensas y por la fuerza de otro en lugar de trabajar nosotros mismos, si es que somos capaces de hacerlo?
¿Mimamos nuestros hijos haciéndolos perezosos en lugar de darles la posibilidad de desarrollarse ellos mismos por medio del esfuerzo propio?
Para vivir la justicia todavía no podemos tomar la sociedad como ejemplo, puesto que la humanidad todavía no ha alcanzado la justicia espiritual.
Porque la mayoría de la gente todavía está sintonizada con las posesiones materiales.
Si nosotros mismos queremos alcanzar un grado de los sentimientos más elevado, siempre podemos preguntarnos: “¿Hay verdad y justicia en todo lo que pienso y hago?”.
Jozef Rulof se acercaba de forma justa a todo el mundo.
No importaba lo que alguien hubiera hecho en el pasado, Jozef permitía hacer borrón y cuenta nueva.
Solo cuando la gente misma se presentaba ante Jozef con injusticia, falta de disposición o mentiras, este retrocedía un paso y dejaba que esa persona se viviera a sí misma.

Justicia divina

Mucha gente se pregunta por qué Dios puede consentir que algunas personas lo reciban todo y otras nada.
Los artículos ‘Omnialma y Omnifuente’ y ‘División cósmica’ explican que Dios como Omnialma se ha dividido en billones de partículas, por lo que a cada alma se le dio la justicia divina como rasgo innato.
Por eso tenemos todos la misma posibilidad de asimilar una conciencia cósmica por medio de millones de vidas, después de haber transformado toda la injusticia, que nosotros mismos hemos creado, en amor y felicidad para las almas con quienes hayamos creado vínculos en nuestro camino vital.
Con esa conciencia cósmica, desde un inicio edificaremos y viviremos con justicia nuestras vidas en los siguientes planetas de los grados de vida cósmicos más elevados.
El artículo ‘Cuarto grado de vida cósmico’ explica cómo a causa de esto una sociedad entera es justa, por lo que nunca más puede surgir miseria.
Allí todo ser humano tiene conciencia de cómo ha recibido su justicia divina, cómo la ha despilfarrado, reparado y ahora interpretado eternamente en cada sentimiento, en cada pensamiento y en todos los actos.

Fuentes y textos para profundizar en el conocimiento