Limitados por su propia conciencia
La Biblia fue escrita por seres humanos que querían consignar una fe en Dios, pero que no trascendían de su propio tiempo y conciencia.
Esta pintura, cuyo mensaje es: “¿Adán?, ¿Eva? ¿Dónde están (estáis)?”, Jozef Rulof la recibió de manera mediúmnica cuando estaba en Estados Unidos.
Los profetas
El artículo ‘Moisés y los profetas’ esboza el tiempo en que los profetas tenían que trabajar.
Los sentimientos de la humanidad de entonces podían describirse con la palabra “salvajes”.
El único derecho que se respetaba era la ley del más fuerte.
Se asesinaba por poder y posesiones, por odio y pasión.
Los profetas daban testimonio del Señor, que era más poderoso que todos los soberanos terrenales.
El Dios poderoso protegía a quienes hacían caso de su palabra y obedecían sus mandamientos.
A los demás, el Señor los condenaba y deformaba a causa de su vida libertina.
Y el Señor lo veía todo, nadie escapaba de su juicio.
Por lo tanto, era de una importancia tremenda saber qué era exactamente lo que Él había dicho.
Los autores de la Biblia
Por eso, hubo gente que empezaba a anotar las palabras de los profetas.
Las primeras historias transmitidas oralmente sobre las vivencias de los profetas se consignaron por escrito.
Los autores de la Biblia preguntaban a muchas personas lo que habían oído, y con eso iban construyendo sus historias.
Pero iban más allá que estas historias porque querían demostrar a sus prójimos lo grande que era el Señor.
También elaboraron, por ejemplo, historias de la creación para demostrar que el Todopoderoso se había encargado de todo.
Así, Dios creó luces para la noche y el día, como si no conociera su propia creación.
En realidad, los autores de la Biblia miraban la luz para la noche: la luna.
Todavía vivían en un tiempo en que no se sabía que la luna solamente refleja la luz del sol.
Se pensaba entonces que la luna misma irradiaba luz.
Hicieron que Dios introdujera una separación entre la luz y las tinieblas, porque todavía no se sabía que la tierra hace la noche al dar vueltas sobre su propio eje.
Los autores de la Biblia se sentían inspirados para describir la grandeza de Dios, pero no trascendían de los conocimientos terrenales de sus propios tiempos.
Hicieron que Dios creara todo en siete días, porque no sabían que el universo ya tenía millones de eras de edad y que la creación entera se había desarrollado gradualmente.
Según lo percibían ellos, representaban “la palabra de Dios”, pero la ciencia actual ha sacado en claro desde hace mucho que sus palabras contienen muchas falsedades.
Diseñaron a Adán y a Eva, porque no sabían cómo había comenzado toda la vida como célula en el agua.
Su Dios sopló en un montoncito de barro, y hala: allí estaba el hombre, con forma adulta, en la tierra.
Al parecer, la mujer era de importancia secundaria, para ella hacía falta una costilla masculina.
Y más adelante, su Señor empezó a arrepentirse de su creación, porque por comer de los frutos prohibidos, a Adán y Eva se les echó del paraíso.
Como se ilustra en el artículo ‘Armonía’, desconocían que el propio ser humano ha roto su armonía con la vida al asesinar a otro ser humano.
Tierra crepuscular
Aun así, los autores de la Biblia nacían para su tarea, como Moisés y los profetas.
Todos reencarnaban en la tierra desde la “tierra crepuscular”, un mundo espiritual en el más allá en que empieza a despertar la conciencia de los habitantes.
Todos habían experimentado que la muerte no era más que una transición, y esa ciencia espiritual querían llevarla a la tierra.
Durante esa misión, les inspiraron los maestros de la Universidad de Cristo, pero la transmisión de los conocimientos espirituales estaba limitada por la idea de mundo contemporáneo.
Los autores de la Biblia no eran clarividentes o clariaudientes, no podían ver u oír a quienes les inspiraban.
Los maestros podían trabajar únicamente de sentimiento a sentimiento.
Tenían que adaptarse a los sentimientos de los autores.
No podían transmitir la realidad verdadera como habían llegado a conocerla los maestros, porque en esos tiempos los autores no podían percibirla ni comprenderla.
Miedo necesario para el desarrollo del autocontrol
Los maestros conocían esta limitación, y sabían lo que podrían alcanzar dentro de ese marco.
Se habían enterado de lo que podían hacer desde el Omnigrado en que vivía Cristo.
El ser humano en la tierra tenía que recibir una fe en el Dios poderoso, para que supeditaran sus propios deseos a la voluntad del Señor.
El único sentimiento en el ser humano terrenal que se podía usar para esto era el miedo.
Solo por miedo al castigo plegarían sus actos a los diez mandamientos de Dios.
Si continuaban violando y asesinando a sus prójimos, el Señor los castigaría.
Y el grado de la pena era considerable: se les condenaría durante siglos.
En el más allá, se sentirían interiormente torturados por el fuego de su propia pasión.
Si en la tierra no aprendían a controlarse, después de su muerte no podrían entrar a ningún reino celestial luminoso de Dios.
Solo el miedo de un terrible castigo y siglos de sufrimiento era suficientemente fuerte para desarrollar el autocontrol en la tierra.
Los maestros querían disminuir el sufrimiento en la tierra, y solamente la idea de un Dios todopoderoso y castigador podía hacer que el ser humano en la tierra diera el primer paso necesario para dominar su propia violencia y reducir los asesinatos.
Con la representación de estos sentimientos, los maestros transmitían una realidad espiritual que el ser humano en la tierra contemporáneo pudiera comprender.
Porque los maestros habían vivido ellos mismos que por la violencia que habían infligido a otros durante sus vidas en la tierra terminaban en el más allá en unas tinieblas.
Allí habían tenido que soportar, según lo que les parecía, durante muchos siglos las consecuencias desagradables de sus actos tenebrosos en la tierra antes de haber adquirido una esfera de luz.
Añadir cosas a lo escrito es como cotillear
Pero la cuestión no se limitaba a esta realidad espiritual.
“Arder en sentimientos” era demasiado etéreo para los pensamientos terrenales, los autores de la Biblia querían hacerlo más expresivo.
Porque en la tierra se conocía solamente cómo arde el fuego, y así terminó el fuego también en el más allá.
Y los siglos eran muy largos para el ser humano que no miraba más allá de una corta vida terrenal, así que finalmente se convirtió en “durante siglos” y “para la eternidad”.
Las historias también fueron ganando en fuerza conforme iban siendo transmitidas.
Algunos añadían un fuego ardiente, otros aumentaban la duración del tiempo, y de esta manera la historia fue adquiriendo más fuerza de convicción terrenal.
Así surgió la idea de arder eternamente en el fuego infernal, a lo que cada incrédulo pecaminoso quedaba irremediablemente condenado por el Dios todopoderoso.
Los maestros vieron que el miedo se descarrilaba y construía ideas de fe irreales.
No podían parar este proceso, como tampoco todos los demás cotilleos en la tierra que puede convertir un pequeño traspiés humano en un horrendo crimen.
Cada vez que las historias se transmitían y copiaban, esto aumentaba la falsedad.
Finalmente, eso produjo una Biblia llena de falsedades.
Sí que cada vez más seres humanos en la tierra se apartaban de la violencia como consecuencia del miedo.
La imagen del Dios que castiga funcionaba, más seres humanos domaban su dureza y empezaban a trabajar en la paz entre ellos.
Así, algún día se podría alcanzar la paz mundial.
Los autores de la Biblia ahora
Los autores de la Biblia escribían para los seres humanos de su tiempo.
Que siga habiendo millones de personas que creen sus cuentos como “la verdad” demuestra el miedo que ha adoptado unas formas tan grotescas a lo largo de los siglos, y el hecho que muchas personas todavía no han llegado a un juicio autónomo.
Cuando después de su última vida en la tierra los autores de la Biblia hacían la transición al más allá, no terminaban en el paraíso que se les había prometido.
Todavía tenían que asimilar la verdad espiritual de la primera esfera de luz, porque seguían viviendo en las falsedades que describían y habían inflado.
Posteriormente, se daban cuenta de que su desarrollo en el más allá estaba siendo obstruido por lo que habían llevado a la tierra.
Debido a que cada vez más seres humanos en la tierra empezaban a creer en las falsedades que se habían colado en la Biblia, los autores de la Biblia estaban anclados en la tierra.
Podían trabajar para ir ascendiendo a la tercera y cuarta esfera de luz, pero no podían evolucionar más allá, mientras en la tierra o en el más allá siguiera habiendo gente que por culpa de la Biblia creyera en la falsedad y viviera en ella.
Aparato de voz directa
El artículo ‘Dios’ aclara que la condena eterna en un infierno ardiente y el Dios de odio del Antiguo Testamento pertenecen a las falsedades más graves de la Biblia.
El artículo ‘Cuentos eclesiásticos’ explica aún otros inventos.
La totalidad de las falsedades de la Biblia no desaparecerá de la tierra hasta que todos los seres humanos que todavía siguen aferrándose a la Biblia como la única verdad no acepten a los maestros.
Pero solo ocurrirá cuando la palabra de los maestros ya no se deforme.
La mayoría de los seres humanos en la tierra solo podrá aceptar el mensaje de los maestros cuando se transmita por medio de un aparato técnico, y no por un médium humano.
Por eso, no se les podrá liberar a los autores de la Biblia de su difícil situación hasta que los maestros puedan hablar directamente al ser humano terrenal por medio del aparato de voz directa.
Como lo explica el artículo ‘Aparato de voz directa’, este instrumento técnico acabará con toda sospecha de deformación, por lo que todo el mundo en la tierra podrá transformar la fe en el verdadero saber.