Nuestra identidad eterna
El mundo único de nuestros propios sentimientos nos hace diferentes de cualquier otro ser humano, antes, ahora y luego.
Experiencia
¿Cómo surgió nuestro sentimiento?
¿Cómo hemos construido la totalidad de nuestros sentimientos?
Todos conocemos sentimientos surgidos por una experiencia concreta que aún recordamos.
Si casi nos muerde un perro grande, ese incidente lo recordaremos muy vivamente años después.
Esa experiencia se encargará de que empecemos a tener la sensación de que es mejor no acercarse a perros grandes.
Si esa experiencia se remonta a tiempos lejanos, puede que el recuerdo se haya borrado, pero puede que permanezca el sentimiento.
Si, por ejemplo, ese incidente tuvo lugar cuando teníamos diez años, puede ser que a los ochenta años ya no nos acordemos de lo que pasó.
Aun así, es posible conservar el sentimiento de que hay que esquivar los perros grandes.
Pero ¿y qué pasa con la repulsión hacia las arañas, serpientes o ratas, sin que de niños hayamos tenido jamás una experiencia negativa con estos animales?
Y ¿qué pasa con pronunciadas fobias y miedos?
¿O con una predisposición, un talento o don?
¿Cómo construyó un niño prodigio sus sentimientos?
Sentimientos únicos
La respuesta a todas estas preguntas puede encontrarse en el pasado.
Hemos tenido muchas experiencias no solo en esta vida, sino también en nuestras anteriores vidas, que nos proporcionaron todo tipo de sentimientos.
Al sumergirse todas esas experiencias en la profundidad de nuestros sentimientos, ya no guardamos recuerdos concretos de los incidentes que fueron conformando los primeros.
Todas esas experiencias contribuyeron a nuestros sentimientos, nos convirtieron en lo que somos ahora por dentro.
Debido a que todos hemos vivido vidas diferentes, nuestros sentimientos son diferentes a los de cualquier otra persona.
Eso nos hace únicos, antes, ahora y luego.
Interiormente, nunca llegaremos a ser igual a otra persona, aunque sea nuestro gemelo univitelino.
Profundidades de los sentimientos
Nuestros sentimientos conocen siete profundidades distintas.
A la capa superior de nuestros sentimientos podemos llamarla nuestra conciencia o nuestra “conciencia diurna”.
Los seis niveles de sentimientos que hay por debajo y de los que no solemos ser conscientes los podemos llamar el subconsciente.
Allí guardamos como alma no solo las experiencias de esta vida, sino también las de todas nuestras vidas anteriores.
Las experiencias de hace miles de años se pueden haber hundido muy profundamente, mientras que otras más recientes se encuentran más cerca de la superficie de nuestra conciencia.
Todas estas experiencias han contribuido a construir nuestros sentimientos, que nos impulsan hacia adelante, que infunden alma a nuestros actos, que nos protegen de peligros y que nos conducen a las personas por las que sentimos atracción.
Autoconocimiento
No necesitamos recuerdos de vidas anteriores concretos para saber lo que hemos experimentado en ellas, porque estas están presentes en nosotros como sentimientos.
Es en ese sentido que vivimos a la vez en el ahora y en nuestro pasado.
Si examinamos nuestros sentimientos, si analizamos nuestros motivos y estudiamos nuestro comportamiento, llegamos automáticamente a todas las experiencias que hemos de haber conocido para haber construido esos sentimientos.
Sobra contarle a alguien con una fuerte claustrofobia que lo suyo no son más que imaginaciones: para esa persona el miedo atroz a los espacios pequeños es una realidad que siente y en la que vive.
Pero también en el caso de sentimientos menos pronunciados podemos decir que vivimos en nuestro propio pasado.
Nuestras vidas pasadas están presentes como sentimiento, cada segundo de nuestra vida consciente, como impulso y como algo que sentimos.
Aunque nunca nos hayamos preguntado todavía por qué tenemos las preferencias y desaprobaciones que tenemos, estas tampoco salen de la nada.
¿Por qué una persona tiene preferencia por un lugar determinado para irse de vacaciones, por un determinado estilo de vestir, por un tipo de música, por un tipo especial de comida, y otra persona rechaza un idioma en concreto?
¿Por qué alguien quiere saberlo todo sobre un periodo determinado de la historia?
“Conócete a ti mismo” es el estudio más grande para el ser humano.
Para eso no necesitamos instrumentos de investigación o catedráticos: todo el material necesario siempre está presente en nosotros mismos y lo llamamos “nuestros sentimientos”.