El ser más bajo en el cosmos
Hitler causó más sufrimiento que nadie a lo largo de la historia, por eso es el ser más bajo de todas las almas en el espacio.
Los libros de Jozef Rulof ahondan en el ser de Adolf Hitler.
Explican cómo pudo llegar al poder y cómo los maestros de la luz se encargaron de que perdiera la Segunda Guerra Mundial.
País de odio y poder
A Hitler lo empujaba el odio y el ansia de poder.
Odiaba lo que se le había hecho a su pueblo con el Tratado de Versalles, que al final de la Primera Guerra Mundial impuso un pesado yugo a Alemania.
Quería deshacerse de esa carga y devolver a su país un papel importante en los sucesos mundiales.
Consideraba que era su tarea guiar al pueblo alemán hacia ese gran papel.
Llegó al poder manipulando los sentimientos del pueblo, que se correspondían con su propio interior.
Los maestros constataron que después de la Primera Guerra Mundial, el veinticinco por ciento del pueblo alemán tenía la misma sintonización de los sentimientos que Hitler.
Llaman a eso el “grado de los sentimientos” animal, porque en esta esfera el más fuerte impone su voluntad al más débil.
Llaman a la esfera en el más allá que se corresponde con eso y que se va edificando por medio de estos sentimientos el “país de odio y pasión y violencia”.
Junto con este grupo de seres humanos, Hitler llegó a controlar a la masa influenciable, que por entonces comprendía el cuarenta por cien del pueblo alemán.
Hitler prometió a esta masa un coche propio y una casa, un viaje alrededor el mundo, insignias y fama ilimitada si lo elegían canciller.
Con la mirada puesta en esas hermosas promesas, dejaron que Hitler llegara al poder y eran los primeros en levantar la mano cuando hablaba del gran imperio alemán.
Cuando comenzó a hablar de la guerra, el treinta y cinco por ciento restante del pueblo alemán entendió que era un hombre muy peligroso.
Este grupo representaba el sentimiento más elevado, la voluntad de vivir en paz con todo el mundo.
Pero su número no bastaba para detener el poder de Hitler.
Ningún genio
Durante la vida de Hitler había seres humanos en la tierra que se preguntaban si era un genio porque lograba muchas cosas.
Mucha gente de su propio pueblo lo aceptaba como una deidad, que haría que Alemania resurgiera de entre los escombros de la Primera Guerra Mundial.
Pero también en Holanda, por ejemplo, había gente que creía en su grandeza, como se explica en el artículo ‘NSB y el nacionalsocialismo’.
En el libro ‘Los pueblos de la tierra contemplados por el otro lado’, los maestros dicen a esta gente que Hitler no es ningún genio, ya solamente porque no pudo prever su propia ruina.
O habría que hablar de “genios en el mal”, que conducen la vida en la tierra al abismo.
Esos dictadores sacrifican la sangre de millones de seres humanos sin que piensen en el sufrimiento de estos.
Son hienas humanas, que succionan a millones de seres humanos hasta vaciarlos por mera ansia de poder.
Beben la sangre derramada como vampiros, para satisfacer sus propios deseos.
Y ocultan su verdadera naturaleza en hipocresía.
Así, por ejemplo, Hitler mimaba a los niños, para privar al pueblo alemán de cualquier crítica con su ingenio satánico.
El ser más bajo en el espacio
En los libros de Jozef Rulof, el juicio acerca de Hitler queda más que claro:
Adolf Hitler causa un sufrimiento más profundo que lo que jamás ningún autócrata ha hecho antes que él.
Para el espacio es el único ser que hace y puede hacer más mal que nadie.
Los pueblos de la tierra contemplados por el otro lado, 1941
Por eso Adolf Hitler es el ser más bajo en el espacio, ¡Cristo, el más elevado!
Los pueblos de la tierra contemplados por el otro lado, 1941
Por sus actos, Hitler descendió hasta el grado preanimal de los sentimientos.
Así, los maestros indican que llegó a estar más bajo que el animal que puede matar por hambre.
Hitler mandó torturar y destruir a millones de seres humanos por ansia de poder, lo que en sentimiento es mucho más bajo que cualquier animal.
Es por eso que Jozef Rulof lo llamó un satanás:
¿Lo oyes, Adolf?
Yo represento el grado de vida espiritual para la conciencia humana, ¡tú el preanimal!
Y eso hace que ahora seas un satanás.
La cosmología de Jozef Rulof 2, 1944
En el artículo ‘Genocidio’ se ha incluido una larga cita que describe cómo fue que Hitler pudo hundirse tan profundamente.
Cuando comenzó como dictador, lo consumían el odio y el ansia de poder.
Era su propia sintonización de los sentimientos, el grado de los sentimientos animal.
Pero al cometer actos de atrocidad durante su gobierno se fue hundiendo cada vez más, hasta que se disolvió por completo en el mal que él mismo había invocado.
Se hundió así hasta el grado de los sentimientos preanimal, el más bajo y más tenebroso en el que un ser humano puede hundirse.
Caifás y el pueblo judío
Para comprender cómo se fue edificando el ansia de poder en los sentimientos de Hitler, los maestros siguieron sus vidas anteriores.
Vieron que había sido Caifás, el sumo sacerdote que mandó crucificar a Cristo.
Dos mil años antes ya era líder de un pueblo, y también entonces hizo lo que pudo para conservar su poder.
Porque a su modo de ver Cristo amenazaba ese poder, había que destruir al Mesías.
Fue más tarde que construyó su odio personal hacia el pueblo judío, en las vidas que vivió entre la vida de Caifás y la de Hitler.
Esto se describe en el artículo ‘Caifás’.
Cuando reencarnó como Hitler, la vida como Caifás era su impulso más fuerte para recuperar su poder y para ampliarlo.
Pero por medio de ese poder, su odio hacia el pueblo judío tuvo el camino libre y pudieron comenzar los actos horrorosos.
Esas horribles crueldades atrajeron a los demonios más bajos de las esferas tenebrosas, que de esta manera pudieron influenciar de manera todavía más fuerte en los sentimientos de Hitler.
Finalmente, ya no pudo liberarse de esto, porque los pocos sentimientos normales o más elevados que había albergado alguna vez se disolvieron en la tremenda violencia preanimal que mandó aplicar al pueblo judío y muchos otros.
Ya en tiempos de Cristo, Caifás representaba los sentimientos destructores que querían detener el amor universal de Cristo, y que querían destruirlo para conservar el poder propio.
También en la última guerra mundial, Caifás representó como Adolf Hitler lo demoníaco, los sentimientos destructores que querían someter al mundo a su propio poder.
Parar a Hitler
Por medio de la incidencia, los maestros pudieron reforzar algunos sentimientos de Hitler, pero no pudieron convertirlo de pronto en un ser humano cabal, como tampoco se pudo en el caso de Napoleón, como se explica en el artículo ‘Evolución de la humanidad’.
No obstante, al reforzar ciertos sentimientos, los maestros pudieron encargarse de que perdiera la Segunda Guerra Mundial.
Cuando Hitler hubo aplastado Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica y Francia, enseguida podría haber atacado y destruido Inglaterra.
Porque ya tenía listos sus cohetes V2 dos años antes de que se empezaran a usar.
Pero dudó en cuanto a abrirse paso directamente.
Los maestros reforzaron sus sentimientos de que esperar le daría la certeza de la victoria definitiva.
Él no sabía que este tiempo de espera le haría ir de mal en peor.
Gracias a este período de descanso, Inglaterra y Estados Unidos pudieron armarse para formar una fuerza contraria.
Además, los maestros reforzaron en Hitler el sentimiento de que Rusia era peligrosa.
Los maestros sabían que la lucha entre ambas grandes potencias hacía falta para agotar el ejército alemán.
También sabían que Rusia estaba preparada para esto, porque ellos mismos habían reforzado en los líderes rusos la sensación de que tenían que armarse contra un posible ataque.
Los maestros previeron este proceso porque conocían el grado de los sentimientos de los pueblos.
Conocían la preponderancia del grado de los sentimientos animal en Alemania y Rusia, que todavía querían someter el mundo a su propio dominio.
Si ambos gobernantes unían sus fuerzas, podrían dominar el mundo durante mucho tiempo.
Para evitar que esto ocurriera, en los momentos críticos de la guerra los maestros reforzaron ciertos sentimientos en los líderes de todas las partes involucradas.
Para las decisiones importantes que determinarían el desenlace de esta guerra mundial, los maestros ejercieron influencia en Churchill, Chamberlain, Roosevelt, Hitler, Stalin y en los otros líderes.
Así, los maestros se encargaron de que tanto Alemania como Rusia gastaran sus fuerzas sin llegar a obtener el dominio del mundo.
Si en 1941 estos dos países no hubieran empezado a combatirse, sino que en cambio hubieran dividido entre ellos dos el mundo conquistado, entonces en la cúspide de su poder de todos modos se habrían abalanzado el uno sobre el otro para decidir quién era el gobernante definitivo del mundo.
Uno no soportaba al otro, con la consecuencia de que a la larga de todos modos aspiraban a la mutua aniquilación.
Esta lucha tenía que librarse en la Segunda Guerra Mundial, para que después pudiera inaugurarse un tiempo estable de paz, sin que persistiera el peligro de una guerra mundial que precipitaría al mundo entero en la miseria.
Sin esta dirección consciente de los maestros, el sufrimiento para la humanidad se habría hecho mucho más grande, y habría tomado un tiempo increíblemente más largo.
Después de la última guerra mundial
Los artículos ‘El siglo de Cristo’, ‘Instrumento de sanación definitivo’, ‘Aparato de voz directa’ y ‘Futuro luminoso’ arrojan luz sobre el tiempo que ha empezado después de la Segunda Guerra Mundial.
Esto es una nueva era porque no volverá a producirse ninguna guerra mundial nueva que pueda anular el proceso de construcción material y espiritual de la humanidad.
Ese proceso de construcción solo irá produciéndose paulatinamente, porque por la última guerra mundial, la humanidad apenas ha adquirido la conciencia de cómo no hay que hacer las cosas.
El artículo ‘Evolución de la humanidad’ comenta la influencia de las guerras en el surgimiento de esta conciencia.
En la humanidad total como personalidad, ahora las fuerzas constructivas llevan de manera definitiva la voz cantante, pero sí que se siguen librando guerras más pequeñas, porque no todos los seres humanos han adquirido esta conciencia todavía.
En cuanto la mayoría de los seres humanos estén sintonizados para amarse unos a otros de manera universal, como fue la intención de Cristo, también las guerras más pequeñas pertenecerán al pasado.
Las masas más grandes han alcanzado ahora esa conciencia, y en eso también Hitler jugó su papel.
Si no lo hubiera hecho, primero habría habido decenas de años de paz, pero después de todos modos habría llegado la insurrección del pueblo alemán, porque allí la mayoría todavía tenía que adquirir esta conciencia.
Después de haber adquirido esta conciencia, el pueblo alemán empezó precisamente a jugar un papel constructivo en los sucesos mundiales.
La Segunda Guerra Mundial trajo una cantidad tremenda de sufrimiento, pero a la vez evitó indeciblemente más sufrimiento, debido a que así se elevó la conciencia de la humanidad.
Para eso, los maestros han reforzado determinados sentimientos de los líderes mundiales.
Sabían que el sufrimiento era necesario para adquirir esta conciencia, no solamente por la humanidad como conjunto, sino también para muchas almas individuales.
Para muchas almas, los sucesos significaron evolución, incluso aunque en ese momento hubieran perdido su cuerpo.
Como lo explica el artículo ‘Explicación a nivel del alma’, los propios maestros miran de otra manera los sucesos que la mayoría de los seres humanos en la tierra.
Saben que se derramó mucha sangre, pero ni una sola alma ha perecido en combate.
Las almas implicadas pueden usar lo que han aprendido de esto en su siguiente reencarnación o en su vida posterior en el más allá.
A nivel mundial, la conciencia ha aumentado a tal grado por medio de la última guerra mundial que ahora los maestros pueden traer al mundo instrumentos técnicos que quitarán a todos los seres humanos el sufrimiento corporal.
El instrumento de sanación definitivo expulsará todas las enfermedades y hará sanos todos los cuerpos en la tierra.
El aparato de voz directa dará la certeza definitiva a la humanidad de que el alma sobrevive toda miseria y de que finalmente, todas las almas harán la transición a las esferas de luz.
La técnica que es la base de estos instrumentos se puede traer a la tierra solo ahora porque ya no se usarán para fines bélicos.
El karma que Hitler mismo se causó
El artículo ‘Karma’ explica cuáles son las consecuencias de un asesinato.
Cuando se destruye el cuerpo de un alma, se trastoca la armonía de la propia alma con todo lo que vive.
Esa armonía no se recupera antes de que a un alma se le vuelva a dar un cuerpo, para que esa alma pueda continuar la evolución interrumpida.
Hitler es responsable de haber destruido millones de cuerpos.
Así que tendrá que dar un nuevo cuerpo a millones de almas antes de que el alma suya vuelva a estar en armonía con todo lo que vive.
El artículo ‘Pueblo judío’ explica que debido a esto tendrá que reencarnar hasta el final de la tierra, ¡tendrá que quedarse hasta el final!
Antes de poder vivir su primera reencarnación, tendrá que esperar decenas de miles de años.
Tanto se ha alejado del nacimiento natural por sus actos preanimales en la tierra.
Sus pensamientos son sumamente asesinos, en ese estado no puede infundir alma a un óvulo fecundado, aplastaría a muerte a este delicado tejido si llegara a conectarse con él.
Hasta que no haya alcanzado por fin suficiente tranquilidad para poder nacer, no podrá comenzar su sufrimiento consciente.
Por su pasado, tendrá la sensación de haber nacido para algo grandioso, pero en cada vida tendrá que llevar a cabo la tarea más baja en la tierra que en esos tiempos todavía haga falta.
Contra esto se rebelará.
Entonces los maestros le aclararán sus vidas pasadas por medio del aparato de voz directa, y le mostrarán lo que le espera.
Como madre, tendrá que dar a luz millones de veces.
Cuando se dé cuenta del tamaño de su futuro, desfallecerá una y otra vez.
Ese dar a luz le es desconocido, porque sus sentimientos dominantes todavía le estorban.
Aun así, tendrá que vencer su yo inferior y a partir de ese momento servir a la vida en lugar de destruirla.
Porque no puede escaparse del funcionamiento corrector de su propia alma, y al igual que todos los demás tendrá que alcanzar el amor universal para poder hacer la transición a las esferas de luz.