Una elección de importancia vital
La incineración tiene graves consecuencias para el ser humano fallecido; el entierro, en cambio, ofrece justamente el tiempo necesario para desprenderse del cuerpo.
Recuperar los sentimientos del cuerpo
Las personas que se dejan incinerar parten de la suposición de que no sufrirán molestias por que se queme su cuerpo.
En el libro ‘Una mirada en el más allá’ de Jozef Rulof se describe de qué modo eso sí afecta a los fallecidos.
¿Cómo es posible?
En el libro se describe primero lo que pasa exactamente al morir.
En el instante en que se produce la muerte corporal, la mayoría de las personas aún no están inmediatamente desprendidas en sentimiento de su cuerpo.
Para eso adquirieron durante su vida en la tierra una unión demasiado íntima con sus experiencias corporales.
Esa unión varía de persona a persona.
Unas se unen más estrechamente que otras con sus sentimientos corporales.
Esto se manifiesta en la medida en que estamos sintonizados con comer y beber bien, el sexo, las comodidades, etcétera.
Algunas personas usan todos los medios cosméticos y médicos para modelar su cuerpo a su gusto.
Se identifican tanto con su cuerpo que su aspecto exterior llena cada minuto de su conciencia.
¿Cuánto tiempo necesitarán para desprenderse luego de su cuerpo?
La mayoría de las personas no empiezan hasta después de su muerte con el desprenderse de las vivencias corporales.
Entonces están ante la tarea de retirar todo el sentimiento de su cuerpo.
Ese sentimiento lo necesitan para edificar su pervivencia consciente en el más allá.
Debido a que la mayoría de las personas sintonizaron durante su vida terrenal mucho sentimiento en sus experiencias corporales, después de morir necesitan más de una semana para retirarlo.
Esto a mucha gente le toma incluso más de un mes.
No es un problema cuando se entierra el cuerpo: entonces reciben el tiempo que necesiten para despedirse de forma natural de su cuerpo.
Mientras no hayan podido recuperar todo su sentimiento, permanecen conectadas en sentimiento con su cuerpo.
Así es como siguen sintiendo, en cierta medida, lo que ocurre con su cuerpo.
Cuanto más sentimiento siga centrado en el cuerpo, más sienten lo que experimenta su cuerpo.
Cuando se incinera su cuerpo, sienten cómo arden en la medida en que aún están conectados con él en sentimiento.
¿Es esto así para todo ser humano?
En ‘Una mirada en el más allá’ se considera que estar centrado en la experiencia corporal es parte de todo el sentir y pensar centrados en la materia terrenal.
Cuanto más se centre uno en la acumulación de propiedades, de riqueza y poder, más se va entrelazando el sentimiento con la materia terrenal.
Por ese apego material hará falta mucho tiempo para desprenderse del cuerpo, porque ese cuerpo es la conexión con la propiedad terrenal.
Cuánto más estrechamente esté enmarañado el sentimiento con el cuerpo y la materia terrenal, más sentirá el fallecido cómo se quema su cuerpo.
¿Hay personas libres del apego a las posesiones terrenales y que no padecen ser incineradas?
En ‘Una mirada en el más allá’ se explica que se trata de todos nuestros sentimientos.
Para no experimentar molestia alguna ya no se puede destinar ni un solo sentimiento o pensamiento a la vivencia corporal ni a las posesiones terrenales.
Pero ¿qué es lo que sí se siente y piensa entonces?
Los sentimientos y pensamientos sintonizados con lo que podemos hacer por el prójimo para ayudarlo a avanzar trascienden la propia vivencia corporal.
Cuantos más sentimientos tengamos de amor desinteresado, más libres quedaremos de nuestro propio cuerpo, porque entonces empezamos a pensar al margen de lo material y el interés propio.
Cuanto más amor universal sintamos, tanto más grande será la parte de nuestros sentimientos que ya no está centrada en la materia y en nosotros mismos.
Cuando consigue imponerse esa parte de nuestros sentimientos y cuando la mayor parte de los sentimientos y pensamientos están imbuidos de amor por todo lo que vive, poco nos alterará lo que pase con nuestro cuerpo.
La gente que estuviera imbuida de amor desinteresado cada segundo de su vida solo tendría unas mínimas molestias de la incineración.
Pero según ‘Una mirada en el más allá’ no hay gente en la tierra que haya evolucionado espiritualmente hasta ese punto.
Ese grado de amor universal no lo alcanza el ser humano hasta en la cuarta esfera de luz del más allá.
Consecuencias duraderas de la incineración
En ‘Una mirada en el más allá’ se sigue a un famoso director de orquesta, del que todos los sentimientos estaban centrados en amasar aún más prestigio y posesiones.
Al no poder formar ni un solo pensamiento lleno de amor, su personalidad entera solo se centraba en el interés propio.
Se le incineró, dando cumplimiento a su disposición de última voluntad.
Por estar aún completamente sintonizado con su cuerpo y sus posesiones terrenales, vivió el ser quemado como ser quemado vivo.
Esta experiencia traumática lo dejó en un estado de choque espiritual.
Jozef Rulof compara ese estado con el remordimiento de un asesino al que le gustaría dar marcha atrás a su asesinato.
El ser humano que siente que actuó mal y que es consciente de que no podrá enmendar ese acto en su vida ulterior, puede ser consumido en un grado tan intenso que todos sus pensamientos sigan centrados en eso, como una obsesión.
Así es como el director de orquesta siguió pensando siempre en cómo se quemó su cuerpo, algo a lo que ya le habría gustado dar marcha atrás, lo cual, sin embargo, no podía hacer.
Al final, también este director superará esta sacudida espiritual, pero eso puede tomar decenas o centenares de años.
Cuando el director llegue a dejar de destinar pensamiento alguno a su existencia terrenal, quedará liberado de su experiencia traumática.
La seguridad de enterrar
Enterrando el cuerpo, cada fallecido recibe suficiente tiempo para despedirse en paz de la vida terrenal.
Después de haber podido recuperar todo su sentimiento del cuerpo puede centrarse en sentimiento en su pervivencia en el más allá.
Entonces se va al mundo espiritual que se corresponde con sus sentimientos.
El artículo ‘Esferas en el más allá’ ofrece una introducción a los mundos espirituales donde puede ir a parar el ser humano después de morir.