Sueños profundos para reencarnarse
En el mundo de lo inconsciente el ser humano se sume en un profundo sueño para a continuación, sin recuerdos conscientes, poder infundirle alma a la delicada célula de la nueva vida.
El núcleo del espermatozoide y el del óvulo se funden durante la fecundación.
Dormir de forma saludable
Si hemos tenido una vida anterior, ¿por qué ya no sabemos nada de eso?
¿A dónde se fue la conciencia con la que abandonamos esa vida anterior?
¿Qué pasó entonces entre dos vidas para que no recordemos nada?
Como seres humanos conocemos el fenómeno de que muchos recuerdos se difuminan.
Cada vez que uno duerme bien hace que muchos detalles del día anterior se graben peor en nuestra memoria.
Cuantos más días y noches transcurran, menos nítidamente nos acordaremos de cada detalle de ese día.
Debido a que los detalles se van sumiendo en las profundidades se libera espacio para nuevas experiencias.
Si no durmiéramos durante una semana, estaríamos tan llenos de experiencias vividas que ya no podríamos pensar ni acoger nada nuevo.
Del recuerdo al sentimiento
Según Jozef Rulof, lo que acontece entre dos vidas puede compararse con un sueño muy profundo.
En la tierra, durante el proceso de morir y después, retiramos todos los sentimientos de esa vida, igual que nos desprendemos de nuestros sentimientos del día para quedarnos dormidos.
El sueño conoce diferentes profundidades durante nuestra vida.
Cuanto más profundamente nos sumamos en el sueño, más descansados podremos empezar el nuevo día y podremos procesar más impresiones.
El sueño entre dos vidas tiene diferentes profundidades en las que se sume progresivamente nuestra conciencia a medida que pasa el tiempo.
Durante este profundo sueño entre dos vidas ya no somos conscientes de la vida material en la tierra.
Por eso se llama “el mundo de lo inconsciente”.
Todas las experiencias se van sumiendo en la profundidad de nuestro interior, en nuestra alma.
Los sentimientos que hemos vivido entran a formar parte de nuestro poderoso subconsciente.
Todas las experiencias de la vida pasada se sumen después de años de sueño en semejantes profundidades de nuestra alma que ya no se recuerdan de forma consciente.
Pero no se pierden: empiezan a formar parte del núcleo de nuestro ser, de nuestra alma.
En nuestra siguiente vida nuestras experiencias de la vida anterior nos seguirán ayudando, pero en ese caso como sentimiento general.
Así podremos intuir cosas, comprenderlas o evitarlas, pero los recuerdos concretos de la situación en la que aprendimos eso ya no emergerán por este sueño, el más profundo de todos.
Un suave impulso
Cuando nuestra personalidad en el mundo de lo inconsciente se haya quedado suficientemente dormida podemos, como alma, infundir alma, de modo armonioso a un nuevo óvulo que haya sido fecundado.
Esa célula es muy vulnerable al comienzo de su existencia, aún no es capaz de soportar mucha presión.
Por eso es necesario que en ese momento el alma no ejerza demasiada fuerza.
Nuestra conciencia adulta de la vida anterior tendría una fuerza muy excesiva para infundir alma a esta delicada célula, ejercería demasiada presión sobre la célula material, por lo que esta no alcanzaría una división ni un crecimiento saludables.
Para estar en armonía con el comienzo de la nueva vida todos nuestros sentimientos conscientes tienen que haberse quedado dormidos hasta el nivel de un sentimiento de un suave impulso para continuar.
Nuestra conciencia humana se ha dormido, pero en ese momento nuestra alma sigue funcionando.
Si el alma no ejerce un suave impulso, si ni infunde alma con la fuerza adecuada, la célula no llegará a crecer y el fruto será evacuado, sin vida.
Como alma somos la vida para el óvulo fecundado, aquello que pone a funcionar la célula.
Gracias a que infundimos alma, el óvulo fecundado se desarrolla hasta convertirse en un bebé.
A medida que crezca el nuevo cuerpo también se despertarán los sentimientos que corresponden a cada fase vital en la tierra.
Así es como volvemos a ser conscientes en esa nueva vida y dejamos muy atrás el mundo de lo inconsciente, aunque cada vez que durmamos tenemos la posibilidad de dejar que las nuevas experiencias se vayan sumergiendo de nuevo en nuestro subconsciente, para que podamos empezar el nuevo día con energía y descansados.