Nuestros grandes pasos evolutivos
En la evolución de nuestra alma y del cosmos se pueden distinguir siete grandes pasos evolutivos: los siete grados de vida cósmicos.
“Este universo es un espacio de despertar...”.
Primer grado de vida cósmica
El primer grado de vida cósmico consta de un solo planeta y un solo sol.
En ese planeta, como almas, comenzamos con nuestra primera vida de todas.
Todas las almas en el espacio han empezado aquí, y entretanto han hecho la transición a un grado de vida cósmico más elevado para seguir evolucionando.
Después, el mismo planeta comenzó con su proceso de muerte.
Cuando su atmósfera empezó a disolverse, se evaporó toda el agua en que habíamos vivido nuestros millones de vidas en este planeta.
En nuestros tiempos actuales no ha quedado más que un cuerpo muerto de este planeta, al que el ser humano llama “luna”.
En los artículos ‘Nuestras primeras vidas como células’ y ‘Evolución en el agua’ se describe como hace muchísimo tiempo hemos vivido en este primer planeta.
Debido a que en ese tiempo el sol no irradiaba más que una luz tenue, no pudimos densificar nuestra forma corporal en este planeta con más fuerza que formando un cuerpo acuoso que se parecía al actual león marino.
Para poder seguir densificando nuestro cuerpo hasta alcanzar nuestra actual forma humana hacían falta otras condiciones atmosféricas.
Segundo grado de vida cósmico
Por eso abandonamos el primer planeta como almas, para hacer la transición al segundo grado de vida cósmico.
A partir del segundo grado, un grado de vida cósmico no solo contiene un sistema solar central con un planeta principal, sino también otros sistemas solares con planetas de transición.
Esos planetas de transición con sus diferentes condiciones atmosféricas son necesarios para el alma para poder dar pasos intermedios más pequeños en su edificación corporal.
Para crear estas distintas condiciones estos planetas de transición están dispersos en el universo en sistemas solares con otros soles que el nuestro.
Después de que como alma hubimos vivido seis estados de transición en estos planetas de transición para sintonizar nuestro cuerpo con la tierra, pudimos desarrollar por completo nuestra existencia terrenal en el segundo grado de vida cósmico.
El ser humano llama Marte a ese planeta principal.
Tercer grado de vida cósmico
Después de Marte volvimos a vivir seis estados de transición en planetas de transición, para preparar nuestro cuerpo para la vida en el planeta principal del tercer grado de vida cósmico: la madre tierra.
Allí, como en todos los demás planetas, las primeras almas tuvieron que edificar el cuerpo a partir de una célula etérea hasta formar un cuerpo adulto.
Para eso les hicieron falta millones de vidas, en que la forma corporal se ha desarrollado, en esta condición atmosférica específica, hasta alcanzar nuestra forma humana actual.
A cada alma le hacen falta millones de reencarnaciones para elevar sus sentimientos por medio de la vivencia de todo lo que se pueda experimentar en los planetas.
Así vamos construyendo nuestra personalidad, un paso a la vez.
Después de nuestras vidas en la madre tierra hacemos la transición al más allá, que pertenece al tercer grado de vida cósmico y sirve para prepararnos para el cuarto.
Espacio de despertar
Todos los planetas y soles de nuestro universo pertenecen a los tres primeros grados de vida cósmicos.
Este universo es un espacio de despertar, como personalidades vamos tomando conciencia de nuestra esencia y de qué fuerzas básicas propulsan nuestra alma.
Aprendemos a ver dónde hemos interrumpido nuestra armonía, y cómo la volvemos a restablecer.
Finalmente, volvemos a juntarnos con nuestra alma gemela y aprendemos cómo podemos seguir evolucionando sin causar más disarmonía.
Cuarto, quinto y sexto grado de vida cósmico
Entonces estaremos listos para reencarnar en los planetas del cuarto, quinto y sexto grado de vida cósmico.
Estos planetas no pertenecen a nuestro universo, porque se componen de una sustancia más etérea.
En estos planetas continuaremos nuestra evolución cósmica.
Llegamos a conocer y apreciar todo lo que vive en el cosmos, nuestra conciencia y nuestro amor crecen con cada encarnación.
También nuestro cuerpo se vuelve indescriptiblemente hermoso, porque irradiamos nuestro amor universal como un sol hacia toda la vida con que nos sentimos conectados.
Séptimo grado de vida cósmico
El punto final de nuestro camino evolutivo cósmico es el séptimo grado de vida cósmico o el Omnigrado.
Las primeras almas ya han alcanzado el Omniestadio de su evolución.
Desde allí apoyan todo lo que vive en el cosmos en su camino hacia el Omniamor.