Nuestro siguiente universo
Después de la séptima esfera de luz en el más allá, el alma humana reencarna en el primer planeta del cuarto grado de vida cósmico.
La transición consciente al cuarto grado
El artículo ‘Grados de vida cósmicos’ comenta que para nuestra alma la tierra es el último planeta del tercer grado de vida cósmico.
Después de la tierra, el alma irá al más allá para prepararse como personalidad para la armonía del siguiente grado cósmico.
En el más allá se desprende de todos sus sentimientos terrenales y asimila un amor y una conciencia más elevados.
Así empieza a irradiar su luz interior como luz espiritual y participa en la edificación de siete esferas de luz consecutivas.
Recupera la armonía con su alma gemela y desde ese momento las almas gemelas continúan tomadas de la mano; cargarán con la conciencia elevada y la representarán juntas.
Cuando las almas gemelas hayan puesto a funcionar plenamente la séptima esfera de luz en su interior, harán la transición a las regiones mentales.
Esas regiones se distinguen del mundo de lo inconsciente porque ahora las almas se mantienen conscientes.
Han evolucionado suficientemente como personalidades para ir conscientemente a la siguiente fase en su evolución cósmica.
Un universo más etéreo
El cuarto grado de vida cósmico es un nuevo universo imperceptible desde la tierra.
Es más etéreo que nuestro universo, en que se encuentran los tres primeros grados de vida cósmicos.
El alma humana no puede vivir el cuarto grado cósmico antes de haber alcanzado ese grado etéreo como grado de los sentimientos y conciencia.
Para el ser humano en la tierra, el nuevo universo es igual de invisible que las esferas de luz.
Aunque el cuarto grado de vida cósmico contiene a su vez planetas y soles materiales, el grado de densificación de esa materia material es demasiado etéreo para que lo perciban nuestros sentidos materiales o los instrumentos terrenales.
El universo del cuarto grado contiene siete planetas consecutivos en que el alma humana continúa su evolución cósmica.
Esos planetas ya no están dispersos en el universo como en el segundo y tercer grado de vida cósmico.
En el cuarto grado, los siete planetas, junto con los siete soles que los iluminan, forman un solo gran sistema de armonía cósmica.
Hay un planeta madre central donde el sol central; alrededor de él se encuentran los seis planetas de transición para ir evolucionando hacia el planeta madre.
Grados de vida materiales
Antes de que las primeras almas hicieran la transición al cuarto grado de vida cósmico, su irradiación espiritual ya había preparado el primer planeta del cuarto grado para su llegada.
Esto permitió que las primeras almas pudieran usar el plasma espiritual de este planeta para formar su primera célula.
Al igual que en el caso de los planetas anteriores las primeras almas tuvieron que empezar su primera vida como una pequeña célula, porque todavía no se había construido ningún cuerpo humano más grande.
La diferencia con los anteriores grados de vida cósmicos era que ahora se mantenían conscientes durante todas las transiciones.
Podían reencarnar al siguiente estado conscientemente para ir construyendo todos los grados de vida materiales en este nuevo universo.
También aquí volvían a vivir la edificación material del cuerpo en el agua y en la tierra.
Sin embargo, ya no tenían que atravesar los estadios prehistóricos debido a que podían infundir alma a la evolución material desde una conciencia más elevada.
Sin duda las primeras almas recordaban estos grados de vida prehistóricos de su evolución terrenal, porque allí habían vivido durante la prehistoria.
En la tierra no habían conocido las ciudades ni habían hablado ninguna lengua, porque entonces la vida material todavía no había avanzado tanto.
En el cuarto grado cósmico ya no les hacía falta ningún idioma, porque se comunican de sentimiento en sentimiento.
Gracias a su conexión de los sentimientos están en contacto con toda la vida que pertenece a su grado.
Un mundo material espiritual
Cuando en el cuarto grado de vida cósmico las primeras almas habían hecho que sus cuerpos adoptaran la forma humana adulta, ese cuerpo también llevaba ropa.
Su vestidura se puede comparar un poco con la vestimenta de los antiguos griegos y romanos, y también con lo que Cristo llevaba en la tierra.
No obstante, el ser humano en el cuarto grado cósmico ya no tiene que volver a lavar esta vestidura nunca, porque no se ensucia.
Ya ni siquiera le hace falta vestirse, porque su irradiación espiritual forma la vestidura.
Toda la materia en este planeta es una forma densificada de irradiación espiritual, y la materia sigue reaccionando directamente a esa irradiación.
De esta manera, cualquier pensamiento de la personalidad se puede ver de inmediato en la vestidura humana.
La vestidura irradia luz, al igual que en las esferas de luz.
El alma como personalidad da a luz y crea su vestidura a cada segundo, como una irradiación colorida.
Y ahora también el peinado recibe la radiación de todos los colores del espacio.
Aquí el cuerpo humano se ha convertido en una luz material de conciencia radiante.
Aquí la sangre ya no es roja, sino de un rosa transparente.
Toda la materia de este planeta es transparente; también se puede mirar a través del verdor de la naturaleza.
Aunque el agua tenga una profundidad de miles de metros, se puede ver el fondo, porque toda la materia ha alcanzado ese grado etéreo.
El suelo por el que se anda ya no es arcilla o arenoso, sino aura vital materializada.
Vida armoniosa
En las siete esferas de luz, el alma ha depuesto todo pensamiento material y terrenal.
Por eso en el cuarto grado de vida cósmico ya no existen las mentiras, el engaño o la desgracia.
Aquí cada alma como personalidad está completamente en armonía con todas las demás almas.
Todos son clarividentes y clariaudientes, y tienen conciencia de todas las vidas anteriores.
Aquí ya no hay reyes ni emperadores, ya no hay medallas, escándalos o verborrea terrenales, porque todas las almas gemelas viven su propio “libro vital”.
Ahora todos son ellos mismos arte, sabiduría y ciencia, la vida armoniosa puede convertirse en todo momento en una creación de forma material espiritual.
Ya no hace falta la luz artificial, el mismo ser humano es aquí luz.
Aquí se pueden formar templos pensando en ellos, ya no hace falta la edificación terrenal.
En este mundo ya no se dan las enfermedades materiales.
Aquello que en la tierra se llama morir ocurre aquí armónicamente y nunca a causa de enfermedad.
Cuando se hace la transición a la siguiente vida, el cuerpo anterior se disuelve.
Ya no se hace la transición prematuramente a causa de un accidente, mucho menos de un asesinato o un suicidio, esos sentimientos ya los han dejado miles de años atrás.
Aquí siempre se agota plenamente el tiempo vital natural.
Aquí se vive la muerte natural junto con el alma gemela; su aparición se va disolviendo mientras dan un paseo por la naturaleza, tomados de la mano.
Durante la transición mantienen la conciencia, y nadie tiene que esperar mucho tiempo para reencarnar, en este mundo no se ha construido karma.
Siete horas después de su disolución ya pueden infundir alma al óvulo fecundado de la nueva vida, la reencarnación ha alcanzado aquí la armonía con el espacio.
Amor universal
Aquí el alma como personalidad mantiene la conciencia, también en la matriz.
Sabe a qué otra madre le nacerá su alma gemela, y ya se lo puede comunicar a su propia madre.
La madre y la criatura tienen un contacto de los sentimientos constante, hablan espiritualmente la una con la otra.
Aquí el embarazo dura siete meses, son siete eras de crecimiento y evolución material.
Después del nacimiento, el ser humano crece muy rápidamente hasta alcanzar su cuerpo adulto, se ha alcanzado ya en veinte días, aquí ya no hay interferencias materiales ni inhibiciones.
Una vida en el primer planeta del cuarto grado de vida cósmico dura cientos de años, en el último planeta ya son miles de años.
Es cuando el alma vive su edad espacial que está en armonía con el grado de su conciencia.
La duración vital se amplía y en los grados de vida cósmicos evolucionará hasta ser eterna.
Aquí cada alma convive con su alma gemela, como madres y padres tienen dos hijos en cada vida, para que la vida siempre pueda continuar.
El alma como personalidad vive aquí para su amor, el amor universal para todo lo que vive.
Reflejo en la naturaleza
Y ¿qué le queda por hacer al alma como personalidad durante sus millones de reencarnaciones?
Lo que hace es vivir, y lleva su conciencia cósmica al despertar más elevado de todos.
Si echa un vistazo en la naturaleza, ve que todos sus rasgos se representan en millones de especies de flores.
Un tipo de flor distinto representa cada estadio de evolución y concienciación del alma, su personalidad y sus grados de vida corporales.
Así, por ejemplo, cada fase del embarazo tiene una flor propia.
También cada grado vital del espacio y de los sistemas solares recibe una flor vital propia.
Hay flores que representan todos los rasgos y pensamientos humanos, millones de flores representan los sentimientos.
Solo hace falta mirar la naturaleza para verse a sí mismo y todo lo que vive representado con colores y formas.
También hay flores representando los órganos corporales.
La flor del corazón, por ejemplo, enseña el corazón vivo del ser humano en un producto de la naturaleza.
La flor para la maternidad ya posee los órganos para el alumbramiento, como la orquídea terrenal ya representa la matriz.
Incluso hay flores que pueden mirar al ser humano, porque representan el ojo vivo de la Omnialma.
Gracias a la naturaleza, el alma como personalidad llega a conocerse y despierta para mundos incluso más elevados como materialización de su vida.
Así va al quinto y sexto grados de vida cósmicos, para finalmente alcanzar el Omnigrado, el séptimo grado de vida cósmico.