División cósmica

Necesaria para la evolución

Después del séptimo grado de densificación, la Omnialma ha dividido su cuerpo espiritual para alcanzar las formas de vida cósmicas.
Según los libros de Jozef Rulof.

División en miríadas de partículas

La Omnialma ha formado su cuerpo espiritual de nebulosas luminosas en siete grados de dilatación y densificación.
En el séptimo grado, estas nebulosas alcanzaron su máxima fuerza y densidad.
Fueron entonces como una vestidura increíblemente tersa.
El séptimo grado era el punto final de este proceso evolutivo, ya no era posible dilatarse ni densificarse más, se había alcanzado la densificación máxima bajo esta forma.
Para dejar que este cuerpo espiritual cósmico pudiera seguir evolucionando, la Omnialma tenía que empezar ahora con otro proceso.
Porque en esta forma no podía llegar a ser un universo con soles y planetas, porque todo seguía estando conectado mutuamente, todavía era un solo conjunto de nebulosas, aún no se habían creado formas de vida por separado.
¿Cómo logró la Omnialma la formación de formas de vida por separado?
¡Dividiéndose!
La Omnialma se dividió en miríadas de partículas y dio un pedacito de su alma y de su cuerpo espiritual densificado a cada partícula.
Al dividirse, todas esas innumerables partículas ya no estaban juntas y atadas a un solo cuerpo terso en el espacio, ahora cada partícula por su cuenta podía participar en un siguiente grado de evolución.
Al igual que la descarga de nubes de tormenta va de la mano con truenos y relámpagos, y las nubes se diluyen y se dividen en millones de gotas de lluvia, la Omnialma se dividió en billones de partículas.

Independización de las fuerzas básicas

Después del desgarre de la densa masa de luz volvieron a entrar tinieblas en este universo espiritual.
Era como si la luz de la llama de una vela se dividiera en innumerables partículas que eran tan pequeñas que ya no se podía percibir la luz individual.
No obstante, estas tinieblas en el universo fueron muy distintas de la nada de antes de la creación, porque en estas tinieblas posteriores a la división había mucha más energía espiritual.
Con esta energía densificada, la Omnialma podía empezar a crear formas de vida macrocósmicas separadas.
Para eso utilizó las dos fuerzas básicas que hay en ella: la dilatación y la densificación.
Ahora cada una de las fuerzas básicas de la Omnialma, independientemente de las demás, podía empezar a crear su fuerza esencial hasta que adquiriera una forma propia.
Antes solo había un cuerpo espiritual en que ambas fuerzas habían colaborado, pero ahora llegaron a la independencia por separado.
Por eso esta división cósmica también puede verse como la independización de las dos fuerzas básicas.
Así la dilatación podía empezar ahora a edificar un cuerpo macrocósmico que da forma por completo al sentimiento para dar a luz y para dilatarse.
A esta forma de vida macrocósmica el ser humano le llamó “planeta”, para la Omnialma es un cuerpo maternal que puede dar a luz.
Así mucho más adelante la madre tierra también representará la maternidad encargándose de circunstancias favorables por las que la vida microcósmica puede nacer en su cuerpo y puede dilatarse.
Además, ahora la fuerza de densificación podía también crear una forma que materializa la fuerza básica luminosa.
A esta forma de vida se le llama “sol” o “estrella”; a nivel del alma es el cuerpo creador que irradia luz y se encarga así de que la vida microcósmica pueda densificarse en un planeta madre hasta formar seres humanos, animales y plantas.

Succión

Ahora cada una de las fuerzas básicas ha construido un cuerpo macrocósmico distinto a partir de la energía espiritual dividida en el espacio.
Lo hicieron reuniendo esta energía y succionarla, por decirlo así, hacia un punto central, un proceso que se puede comparar con el empuje de un tornado en la tierra.
Así contrajeron la energía espiritual y la densificaron hasta formar una forma de vida compacta.
Gracias a este proceso, los maestros vieron como surgieron el primer planeta madre y el primer sol.
En el momento de surgir todavía seguían siendo espirituales, compuestos de energía espiritual densificada.
En esta fase del universo no había surgido más que un solo planeta, porque solo hacía falta una sola maternidad para dar a luz y permitir que se dilatara la vida microcósmica.
Entonces también era suficiente un solo sol para calentar esta vida con energía radiante.
Más adelante, la Omnialma creó más planetas y soles, para hacer posible una siguiente evolución de la vida microcósmica.
Desde el primer inicio de todos, la Omnialma estaba sintonizada para hacer que toda la vida evolucionara, pero para eso hicieron falta eras como grados de dilatación y densificación.

Fuentes y textos para profundizar en el conocimiento