Resuelve todas las enfermedades
En el Siglo de Cristo, se traerá a la tierra un instrumento de sanación definitivo que resolverá para siempre todas las enfermedades interiores.
“El aparato de rayos X, por ejemplo, se desarrolló como preparación para el instrumento de sanación definitivo, y también formará parte de él”.
Sufrimiento y felicidad
La misión de la ‘Universidad de Cristo’ es quitar el sufrimiento en la tierra, y traer felicidad, paz y concienciación espiritual a la humanidad.
La felicidad no será completa hasta que todo el sufrimiento corporal pertenezca al pasado, y de que todas las almas en la tierra vuelvan a poder vivir un cuerpo sano y que funcione con vigor.
Por eso los maestros de esta universidad han elaborado un plan, bajo la dirección de Cristo, para borrar definitivamente de la faz de la tierra todas las enfermedades.
Ya llevan años con la ejecución de ese plan, y en el Siglo de Cristo se hará finalmente realidad.
El origen de las enfermedades
Para resolver el sufrimiento, los maestros ya llevan miles de siglos estudiando las enfermedades del cuerpo humano.
Para comprender la esencia de una enfermedad, fueron en busca del origen, del momento en la evolución humana en que surgió la enfermedad.
El artículo ’Grados de vida materiales’ explica la verdadera causa por la que pudieron surgir las enfermedades.
No son los llamados agentes patólogos, como las bacterias y los virus.
Los maestros miraron a mucha más profundidad, y examinaron por qué estos microorganismos habían tenido la oportunidad de vencer al sistema de defensa del cuerpo humano.
Los maestros vieron que la causa de eso residía en la debilitación de la fuerza primigenia del cuerpo.
Esa debilitación había surgido por la mezcla de los grados de vida que en origen estaban separados.
Ese proceso empezó hace ya mucho tiempo.
Y ahora que estamos millones de mezclas más allá, está debilitado cada cuerpo en la tierra.
Nutrido por el aura vital
Para poder remediar ese debilitamiento, los maestros primero se pusieron a estudiar cómo funciona el cuerpo material.
Vieron que el cuerpo está siendo constantemente nutrido por el aura vital del alma.
Cuando ese aura vital se haya agotado, el cuerpo deja de funcionar y empieza el proceso que el ser humano llama “morir”.
Mientras que el aura vital no se haya agotado, el alma sigue nutriendo el cuerpo y se mantiene conectado con él en sentimiento.
Esto resulta en los fenómenos que se comentaron en los artículos ‘Morir como transición’, ‘Incinerar o enterrar’, ‘Donación de órganos y trasplantes’ y ‘Eutanasia y suicidio’.
Los maestros empezaron a comprender que la solución para las enfermedades podía residir en el aura vital que alimenta el cuerpo.
Porque ya habían visto que una enfermedad puede curarse por el aura amorosa de un prójimo, como la propia madre o un magnetizador destacado.
Pero ese modo de curación no se puede aplicar a escala mundial, porque todavía no hay tanto amor en el mundo.
Inspiración y médicos
Por eso los maestros procedieron de varias maneras; donde podían, empezaron a inspirar a seres humanos para luchar contra enfermedades.
Inspiraron a los primeros curanderos y trajeron conocimiento del uso de hierbas para apoyar los procesos corporales.
A los médicos se les inspiró para desarrollar la ciencia médica.
Se trajo a la tierra la técnica para con ella poder elaborar remedios médicos.
Y el ser humano al que se pudiera alcanzar para eso empezaba a tener sensibilidad para los métodos de curación naturales, como los sacerdotes en el Antiguo Egipto.
Pero en el caso de todos estos distintos métodos de sanación que los maestros trajeron a la tierra, sabían que no podían dar una solución duradera.
Solo era la mejor ayuda posible para la humanidad que en esos tiempos sufría.
Extenso estudio
Mientras tanto, los maestros continuaban con su extenso estudio de todas las enfermedades de la tierra.
Tomaban una parte del aura de un cuerpo enfermo y la llevaban a las esferas de luz para poder estudiarla allí larga y extensamente.
Se encargaban de que esa aura no se resolviera, para que pudieran estudiar la enfermedad durante más tiempo que su forma de aparición durante una vida terrenal.
En las esferas se desarrolló con la ayuda de los maestros más elevados un instrumento para estudiar estas auras.
Cuando un aura de enfermedad se conectaba con ese instrumento, se podía seguir el origen y la evolución de esa enfermedad.
Para eso se ponía a todas las fases evolutivas del cuerpo humano y del alma en una escala de tiempo, para que se pudiera mirar dentro de la evolución cósmica cómo la enfermedad se había desarrollado y podía afectar el cuerpo.
El instrumento también podía densificar de manera visual y astral todas las fases de desarrollo, por lo que se podía investigar cada paso extensamente.
Esa densificación se producía densificando la energía etérea de la Omnifuente, el protoplasma, hasta esa fase de desarrollo determinada.
Ese proceso era posible porque la vida en el cosmos también había recorrido este camino para alcanzar esa fase de desarrollo.
Solo que el instrumento podía llevarlo a cabo más rápidamente, y de manera técnica.
Rayos X y técnica
El siguiente paso era traer este instrumento a la tierra.
Por eso los maestros inspiraron a científicos terrenales para desarrollar medios técnicos que trazaban el camino hacia el instrumento.
Así, primero hubo que traer la electricidad a la tierra, para que el instrumento pudiera usarla.
Más adelante trajeron a la tierra el aparato de rayos X, que más adelante formará parte del instrumento de sanación definitivo.
Pero los maestros no podían avanzar más que lo que permitiera el grado de los sentimientos de la humanidad en la tierra.
Siempre tenían que tener en cuenta la tendencia hacia la guerra del grado animal de los sentimientos, que podría usar sus medios técnicos para hacer la guerra.
Cada paso se calculaba, e incluso se calculaba el abuso al hacerlo.
Así se trajo a la tierra la energía atómica, como parte del desarrollo técnico necesario para el instrumento de sanación definitivo.
Los maestros sabían que el ser humano ávido de guerra usaría este paso para sus fines bélicos, pero preveían que las consecuencias miserables de las primeras bombas atómicas iban a dar a la humanidad suficiente conciencia de que perseverar en su uso era un gran peligro para el mundo entero.
Aun así, los maestros tuvieron que esperar hasta que la humanidad terminara de librar la última guerra mundial, y tomar así conciencia de que a nivel mundial tenía que empezar a desarrollarse una colaboración para prevenir semejante sufrimiento horrendo en el futuro.
Por eso, los maestros solo pudieron empezar después de la Segunda Guerra Mundial en el Siglo de Cristo para dar los pasos definitivos en el camino hacia el instrumento de sanación definitivo en la tierra.
Ahora es cuestión de unos siglos y el dinero necesario para desarrollar todo lo que hace falta.
Cuando el dinero ya no se use para fines bélicos, sino para la paz, la colaboración, la ciencia y la técnica, todo podrá ir más deprisa.
Diatermia de protoplasma
Como ocurre con todos los grandes inventos, los próximos pasos camino del instrumento de sanación definitivo y su realización, finalmente, se lograrán por la inspiración y también el renacimiento de las almas conectadas con la Universidad de Cristo.
Los maestros trabajan tan prestamente como la humanidad lo permite.
En la tierra, el instrumento funcionará de alguna manera como la diatermia, cuando se manda corriente a través del cuerpo humano.
Pero el aparato generará una corriente mucho más etérea.
Cuando a un cuerpo humano se le conecte con el instrumento de sanación, se mandará a través de aquel una energía que tiene sintonización con la segunda esfera de luz.
Se densificará entonces el protoplasma de la Omnifuente de una manera técnica hasta formar un aura más elevada y etérea que el aura vital del ser humano en la tierra.
Esto hará que los órganos enfermos se alimenten con una fuerza purificadora que reconduce los tejidos al funcionamiento armonioso que tenía ese tejido en la prehistoria.
Al igual que Cristo sanaba dando su aura vital curadora al enfermo, el instrumento podrá ayudar a todos los enfermos, porque el protoplasma de la Omnifuente es inagotable.
Ya a partir de la niñez, el instrumento hará que el cuerpo cobre fuerza.
Durante generaciones, todos los cuerpos se purificarán de esta manera.
Hasta que vuelvan a disponer de su resistencia natural y nunca más enfermen.
Este será el regalo supremo de Cristo a la humanidad, además del aparato de voz directa que se encargará de la concienciación espiritual.
En el Siglo de Cristo, esto hará que la humanidad pueda crecer corporal y también espiritualmente hacia la felicidad eterna y el amor universal.