causan un sufrimiento insoportable
La eutanasia y el suicidio causan un nuevo sufrimiento que es mucho peor que los dolores que conocemos en la tierra.
La creencia general
La eutanasia y el suicidio comparten que una intervención del propio ser humano pone fin a la vida corporal.
En el caso del suicidio uno se mata por su propia mano; en el de la eutanasia puede ser otra persona quien lleva a cabo el acto que termina con la vida.
La eutanasia puede considerarse como una forma de suicidio “con la ayuda de otra persona”.
La creencia general es que la eutanasia o el suicidio ponen fin al sufrimiento corporal y espiritual.
Entonces se ve la muerte como el final de sentir dolor.
Lo que ocurre después de la muerte no se toma en consideración, porque de ello no se tiene conocimiento.
Pero se supone que en cualquier caso no puede ser peor que el sufrimiento en la tierra.
Es lo que también se esperaba Lantos Dumonché en el momento en que se suicidó.
Lantos era un escultor francés que vivió el momento álgido de su arte en Roma en el siglo XI después de Cristo.
En una pugna por su amada abatió en un arrebato a golpes a su rival, que falleció.
Lantos fue condenado a cadena perpetua por esos hechos.
Después de cuatro años y medio de encierro solitario en una celda de la muerte puso fin a su vida terrenal en un intento de escapar a su situación sin salida.
Estar atrapado y sentirlo
Lantos experimentó inmediatamente después de su suicidio que si bien había puesto fin al funcionamiento de su cuerpo terrenal, no lo había hecho con sus propios sentimientos ni pensamientos.
Cuando después de morir se despertó espiritualmente se dio cuenta de que continuaba su percepción consciente, como si simplemente hubiera dormido profundamente.
Seguía estando en su celda de la muerte, pero del mundo físico ya solo percibía su propio cuerpo.
Cuando intentaba alejarse de su cuerpo, le esperaba su primera decepción.
Por mucho que se esforzara, no podía liberarse de su cuerpo.
Sentía que estaba pegado a él.
La mayor diferencia con su vida terrenal era que ahora ya no podía poner su cuerpo en marcha, ya no obedecía a su voluntad, estaba “muerto”.
Pero él mismo, como personalidad, tenía una conciencia viva de todo lo que sucedía con él y su cuerpo.
Así, sentía que se llevaban su cuerpo para enterrarlo.
No podía gritar nada a su guardianes, porque no oían su voz espiritual.
La gente que llevaba su cuerpo no veía que él conservaba viva la conciencia.
Para ellos era invisible el mundo espiritual, igual que lo había sido para Lantos durante su vida en la tierra.
Lantos sentía como descendía su cuerpo, de lo que deducía que debía estar en una caja, bajo tierra.
Pero eso no era lo peor.
Se daba cuenta de que le esperaba algo terrible.
Había empezado paulatinamente, pero era cada vez peor.
En la tierra a eso lo llamaban la “descomposición” de su cuerpo.
Por estar aún conectado con cada fibra de su cuerpo, tenía que dejar que este padecimiento le sobreviniera, atado mientras sentía.
Este nuevo sufrimiento era incomparable con ningún otro dolor en la tierra.
Durante este horrible sufrimiento surgió la esperanza de que algún día le fuera concedido poder contarlo a la humanidad, para preservarla de este proceso horripilante.
Este conocimiento aún no estaba en la tierra, durante su vida, en cualquier caso, no había oído nada al respecto.
Y aunque lo hubiera investigado durante toda la vida, ni así habría podido hacerse con este conocimiento espiritual.
Porque el ser humano terrenal no veía estas consecuencias espirituales, y la ciencia aún no podía constatar este mundo espiritual.
Al fin liberado
A medida que se completaba el proceso de descomposición, Lantos sentía que se iba desprendiendo.
Cada célula física que se disolvía dejaba de anclarlo a su cuerpo.
Cuando su cuerpo se hubo consumido en gran medida ya podía alejarse algunos metros.
Pero seguía sintiendo la descomposición de su cuerpo hasta que ya solo quedaron los huesos.
Por fin liberado de su cuerpo esperaba, ilusionado, que en su nueva vida espiritual se encontrara con otra gente.
Porque había tenido que vivir demasiado tiempo con su propia miseria.
Se puso en marcha, lleno de optimismo, pero no veía a nadie.
Durante años estuvo deambulando en un mundo vacío.
No fue hasta el momento en que habría hecho la transición de no haberse suicidado que ese mundo vacío se disolvió e hizo la transición a la esfera en el más allá con la que estaba sintonizada en sentimiento.
Prevención contra el suicidio y estudios
Pero pronto volvió a la tierra, porque se sentía atraído hacia la gente allí que también andaba pensando en suicidarse.
Fue a ayudar a esas personas desde su mundo espiritual para luchar contra estos pensamientos y centrarse en actos edificantes.
Durante cientos de años ayudó a mucha gente en la tierra y en el más allá por la vía de la inspiración, y mientras tanto llevó a cabo un exhaustivo estudio de todo que tuviera que ver con el suicidio.
Así fue como llegó a conocer la “ley” acerca del suicidio.
Vio que casi todas las personas se veían abocadas a un sufrimiento insoportable después de suicidarse.
Pero en la tierra también siguió a una niña que se metió a propósito en un canal para ahogarse, y que después de morir aun así no estaba atada a su cuerpo y que no fue a parar a ese mundo vacío.
Vivió una transición normal al más allá.
‘¿Cómo es posible esto?
¿Sería que al final sí intervenía un poder invisible que en la tierra llamaban Dios, y que arrojaba a su antojo a unos en la miseria y que dejaba libres a otros?’.
Tiempo de vida natural
Lantos siguió al ser humano en la tierra, desde la fecundación del óvulo, para resolver este problema.
Al poder percibir espiritualmente, vio que desde la concepción cada ser humano tenía una cantidad de energía vital bien determinada, que variaba según cada persona.
Lantos lo llamó el aura vital.
Constató que el ser humano que moría por haberse consumido su aura vital, podía hacer al instante la transición al más allá.
Pero en los casos de suicidio o eutanasia veía que se detenía la vida corporal antes de que se hubiera terminado de vivir el aura vital.
Por el aura vital no consumida se seguía estando conectado con el cuerpo material, porque aquella servía para proveer a este de fuerza vital.
Incluso cuando ese cuerpo se había quedado reducido a huesos, se seguía estando conectado con él hasta que se hubiera usado toda el aura vital.
Es algo que puede compararse con la fuerza que hemos reunido gracias a un buen descanso por la noche.
Cuando entonces nos despertamos y comenzamos el día tenemos suficiente fuerza para trabajar toda una jornada.
Cuando nos volvemos a echar después de apenas dos horas, el sueño no llegará, porque nuestra fuerza vital para ese día aún no se ha consumido.
Seguiremos entonces despiertos de todas formas y viviremos las horas de forma consciente, queramos o no.
Lantos había vivido de ese mismo modo los años de tiempo vital que después de su suicidio todavía no se habían consumido.
El aura vital puede traducirse corporalmente como ‘tiempo vital natural’, y este acaba, con una precisión al segundo, cuando el aura vital se ha consumido.
En ese instante ya no sirve ningún tipo de operación u otra intervención médica, entonces el ser humano morirá.
Entonces ha llegado “su hora”.
Lantos aún no sabía si había un Dios que regulaba todo esto, pero a través de su estudio pudo constatar que la ley acerca del suicidio era de aplicación a cualquiera, indistintamente, y que esa ley tenía que ver con el tiempo vital natural de cada ser humano.
Por eso comprendió aquella excepción: esa niña que no iba a parar al mundo vacío después de suicidarse.
Exactamente en ese instante, su aura vital se había acabado del todo.
Pero esto quizá era extremadamente raro.
Lantos concluyó que el intenso sufrimiento que había padecido no era un castigo que se le hubiera impuesto, sino una ley natural que él había quebrantado sin saberlo.
Igual que las leyes naturales físicas en la tierra había descubierto que esta ley espiritual acerca del suicidio era imparcial y siempre válida.
A fin de cuentas, en la tierra no era necesario creer en la ley de la gravedad para estar sometido a ella, ni en una estufa ardiente para quemarse las manos con ella.
De ese mismo modo “justo” daba igual si uno creía en la vida después de la muerte, él veía que el ser humano iba a parar al nuevo sufrimiento después de haberse suicidado.
Todo el mundo sin distinción estaba sujeto a esta ley.
Cada ser humano vivía su aura vital hasta el último gramo, en la tierra o en su propio mundo espiritual vacío.
Imposibilitada la analgesia
Lantos se ha encontrado durante su estudio en la vida después de la muerte con mucha otra gente que se centra por completo en reducir los dolores que se padecen en la tierra.
Se han unido en una orden espiritual para ayudar juntos de la manera más eficaz posible al ser humano terrenal.
La denominan ‘La Universidad de Cristo’.
Esta orden la componen millones de espíritus de la luz que cumplen su tarea llena de amor por todas partes en la tierra.
Sin que se les vea, dan su aura espiritual a los enfermos, para apoyarlos y ayudarlos a curarse.
Inspiran a médicos terrenales para remediar enfermedades y para desarrollar medios que puedan combatir el dolor corporal, como morfina.
Cuando entonces el dolor domina el final de la vida, puede recurrirse a estos analgésicos para ayudar al ser humano a que se desprenda de su cuerpo con la mayor serenidad posible.
Mientras el ser humano viva en la tierra, es posible paliar el sufrimiento hasta proporciones soportables mediante la reducción del dolor.
Pero cuando se procede a la eutanasia, también acaba la posibilidad de combatir el dolor.
Debido a que entonces el ser humano fallecido está atado en sentimiento al cuerpo, que seguidamente pasa a descomponerse, siente un dolor que ya no puede combatirse.
No existe la “morfina espiritual”.
La eutanasia no ha puesto fin a todo el dolor, pero sí a una analgesia eficaz.
Los libros de Lantos
La Universidad de Cristo es consciente de que no basta con inspirar a médicos.
Si es posible evitar el sufrimiento, eso tiene preferencia.
Para ello es necesario que en la tierra se conozcan las consecuencias espirituales del suicidio y la eutanasia.
La gente en la tierra que puede recibir estos conocimientos espirituales de forma pura sin embargo se cuenta con los dedos de la mano.
Lantos preguntó a la orden espiritual si conocían en la tierra a un ser humano de estos.
La orden le aconsejó que se preparara para llevar su conocimiento a la tierra, porque en el siglo XX llegaría a la tierra una persona que podría recibir sus libros.
Por eso Lantos se esforzó como nunca antes, para conocer todas las leyes espirituales sobre la vida después de la muerte.
Por haber estado ayudando al ser humano en la tierra durante cientos de años alcanzó la cuarta esfera de luz.
Entonces recibió la posibilidad de transmitir a la humanidad, por medio de Jozef Rulof, todos los conocimientos que había ido acumulando como investigador espiritual durante nueve siglos.
En el libro ‘El ciclo del alma’ Lantos describe su vida en la tierra, los efectos de su suicidio en la celda de la muerte y su estudio espiritual en la vida después de la muerte.
Además, trajo otros muchos libros a la tierra por medio de Jozef Rulof, como el libro ‘Dones espirituales’.
Allí analiza los diversos grados de la mediumnidad.
De esa forma hace ver al lector la gran diferencia en pureza entre todo tipo de personas en la tierra que se hacen pasar por “médium”.
El instrumento de curación
La Universidad de Cristo ha desarrollado un plan aún mucho más grande para combatir el sufrimiento del ser humano en la tierra, e incluso para erradicarlo de una vez para siempre.
El sufrimiento causado por la ignorancia, como optar por la eutanasia o el suicidio, puede evitarse todavía trayendo conocimiento espiritual a la tierra, si el hombre está abierto a ello.
Pero la mayor parte del sufrimiento corporal en la tierra no puede evitarse con conocimientos, porque es el resultado del debilitamiento genético del cuerpo.
Las enfermedades pueden proliferar y devastar muchas vidas por ese debilitamiento.
Para combatir este sufrimiento corporal hace falta un enfoque mucho más fundamental.
Para ello, la Universidad de Cristo traerá a la tierra un instrumento técnico que podrá curar todas las enfermedades con eficacia.
Este instrumento solo podrá construirse cuando la técnica en la tierra haya evolucionado mucho más.
Porque tendrá que poder limpiar el cuerpo de enfermedades, a un nivel mucho más profundo del que es capaz la ciencia médica actual.
Además, tendrá que contribuir a que ya no transmitamos las enfermedades a nuestros hijos, para al final poder ofrecer un cuerpo completamente vigoroso y sano a las siguientes generaciones.
En una serie posterior de artículos se describirá el funcionamiento del “instrumento de curación”.
Entonces se tratarán también los conocimientos que ha transmitido la Universidad de Cristo por medio de Jozef Rulof sobre el origen de las enfermedades y la evolución del cuerpo humano.
Esa serie informará sobre cómo a lo largo de todos los siglos la Universidad de Cristo ayuda e impulsa a la humanidad en la tierra en su evolución espiritual hacia un nivel más elevado de amor universal.
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Podrá leer más sobre la vida de Lantos en el artículo ‘Lantos’.
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A dónde puede ir el ser humano después de su tiempo de vida natural lo podrá leer en el artículo ‘Esferas en el más allá’.