Textos primarios de los libros de Jozef Rulof correspondientes al artículo ‘Incinerar o enterrar’.
Estas fuentes presuponen la lectura previa del artículo ‘Incinerar o enterrar’.
Los siguientes dos vídeos se hicieron partiendo de la información recogida en ‘Una mirada en el más allá’.
Objetivo del testimonio ocular
Jozef Rulof ha asistido durante un desdoblamiento corporal a una incineración.
Lo acompañó durante ese desdoblamiento su líder espiritual Alcar.
Alcar entró en 1641 en el más allá después de su última vida en la tierra.
Desde allí estudió la vida terrenal de forma prolongada y exhaustiva, por lo que alcanzó el grado de maestro.
Hace que Jozef se desdoble y asista a una incineración para traer por medio de él estos nuevos conocimientos a la tierra.
El objetivo del maestro Alcar es hacernos ver las consecuencias espirituales desconocidas de la incineración, por lo que podremos decidir con conocimiento de causa si nos dejamos incinerar o enterrar.
Porque al ser humano terrenal no le es posible adquirir estos conocimientos con sus propias fuerzas, dado que nuestros sentidos corporales no perciben las consecuencias espirituales.
Por eso hay gente que opta por la incineración, sin saber qué eligen.
En el primer libro de Jozef Rulof, ‘Una mirada en el más allá’, se reproduce el testimonio ocular de la incineración.
En este libro Jozef recibe el nombre de André.
El maestro Alcar se lo lleva durante el desdoblamiento a la incineración de un director de orquesta.
Cuando en la habitación en que falleció el director ven a muchas personas a su alrededor, Alcar dice a André:
—Son sus amigos, que al rato cantarán y le darán el último adiós.
Escucha, ya están empezando.
Cantaban con mucha fuerza, a pleno pulmón, queriendo mostrar así cuánto querían al difunto y cuánto les pesaba este adiós.
—Era su director de coro, y ahora, André, cantan una de sus canciones.
André vio que había muchas coronas y arreglos florales de varias asociaciones de música y canto alrededor del féretro.
—Acércate, André, y en seguida, cuando hayan concluido sus cantos de lamentación, que aumentan aún más su sufrimiento, podrás oír cuál es la auténtica verdad.
Sus cánticos habían terminado y todos fueron pasando uno por uno al lado del féretro, para despedirse de su conductor y amigo.
Una mirada en el más allá, 1936
El maestro Alcar dice que las lamentaciones no hacen más que agravar el sufrimiento del director.
O sea, aunque el director haya fallecido, según Alcar todavía puede sufrir.
El maestro Alcar explica que después de morir el difunto sigue estando conectado con su cuerpo terrenal por una conexión de los sentimientos.
Alcar llama esa conexión de los sentimientos el cordón fluido, para señalar que esta conexión etérea es de una sustancia espiritual, que los ojos terrenales no perciben, igual que con el cuerpo espiritual.
Por esa conexión de los sentimientos el fallecido aún siente lo que pasa con su cuerpo.
La conexión va disminuyendo a medida que el cuerpo se descompone y a medida que el ser humano fallecido puede retirar su sentimiento de la vida terrenal.
Para el alma del ser humano es necesario que esta retirada del sentimiento pueda tener lugar de forma armoniosa, en la serenidad que el difunto precise, sin que se incinere su cuerpo.
Por eso la incineración ya es analizada en el primer libro de Jozef Rulof (André):
Por eso, mi hermano André, hemos analizado la incineración ya en nuestro primer libro, y urge mucho para el alma como ser humano, porque ahora se aleja de las leyes armoniosas para la muerte material.
La cosmología de Jozef Rulof 1, 1944
Las leyes armoniosas para la muerte material se tratan en el artículo ‘Morir como transición’.
En el artículo ‘Espíritu y cuerpo espiritual’ se describe la naturaleza del cuerpo espiritual, que es el vehículo del alma después de la muerte.
Jozef Rulof puede verlo como clarividente o en estado de desdoblamiento.
Pero para la mayor parte de la gente en la tierra no es perceptible este cuerpo espiritual, por lo que muchas personas no creen en la existencia de semejante cuerpo.
Aun así, numerosas personas ya lo percibieron.
Entonces la gente en la tierra habla de ‘espíritus’ o de ‘fantasmas’.
El ser humano creyente a veces también ve ‘apariciones’ o ‘santos’.
Muchos moribundos ven el cuerpo espiritual de sus seres queridos fallecidos junto a su lecho de muerte.
Y miles de personas experimentan durante una experiencia cercana a la muerte que pueden percibir y pensar al margen de su cuerpo espiritual.
La vivencia de algunas es que lo hacen con otro cuerpo, más etéreo, que las personas terrenales no perciben.
Conexión con el cuerpo
Desde el mundo espiritual André no solo es capaz de percibir durante el desdoblamiento las circunstancias terrenales, sino también la realidad espiritual del fallecido:
—¿No oyes algo, André?
—Sí, Alcar, pero no sé de dónde viene.
Oigo un suave lamento; ¿es de los que se quedan atrás?
—En parte, hijo mío.
Acércate.
Ahora se ubicaron justo al lado del ataúd y André vio que dentro yacía un hombre de unos sesenta años.
—¿Oyes algo ahora?
El lamento le llegaba con mucha más fuerza que antes.
—Sí, Alcar, es terrible, y ahora también veo el cuerpo espiritual que se está retorciendo.
Quiere salir, Alcar, ¿lo ve?
—Sí, hijo.
Quiere irse, pero no puede.
Lo están sujetando.
Allí, frente a ti, hijo mío, se está sufriendo un enorme dolor y este infeliz se lo ha procurado él solo.
Ese hombre, que está adherido a su cuerpo material, será quemado, André.
—Ay, Alcar, ¡qué terrible!
¿Tendrá que pasar por eso estando vivo?
—Ese es precisamente el asunto, hijo, y luego tendrá que sufrir aún mucho más.
Su cuerpo material será quemado, al tiempo que tendrá que aguantarlo espiritualmente.
Ahora puedes ver lo inhumanamente crueles que son sus hermanos, aunque actúen por ignorancia.
Este hombre era estimado y famoso, pero el don que Dios le dio de poder transmitir sus sentimientos con música, como el pintor lo hace con colores, ha sido echado a perder, espiritualmente echado a perder.
Él tampoco pensaba en un Dios y ahora que hay muchas personas rezando alrededor suyo, siente la verdadera y gran falta del amor divino, que nunca dio ni nunca quiso ver.
Una mirada en el más allá, 1936
Alcar describe el carácter del director de orquesta para dejar claro por qué este ser humano que odia está atado a su cuerpo:
No solo le hacía falta el amor de Dios, sino que también se burlaba de todo lo relacionado con lo espiritual.
También en su caso la gente solo conocía su exterior, su vestidura material.
No veían en él a la persona que odiaba todo, que maldecía todo.
Las pruebas de veneración que recibía continuamente lo llevaron a un estado de ensalzamiento y sobreestimación de sí mismo.
Su nombre estaba en boca de todos, pero los triunfos que conseguía le hicieron olvidar que recibió su don de Dios.
Hay que tener piernas fuertes para poder cargar con una abundancia semejante.
Y una vez que llegó a ese punto, también él se convirtió fácilmente en un instrumento del mal.
Fue el inicio de su perdición.
Desde su altura intentaba aplastar a sus colegas y arruinó a más de un músico por medio de críticas injustas.
Olvidaba por completo que también a él le llegaría su día, aunque ya no fuera en esta tierra, sino en ultratumba.
Sin embargo, sigue habiendo quienes lo consideran su hermano y amigo.
Personas que no supieron mirar a través de la máscara ni lo conocían como es espiritualmente.
Ay, si tan solo supieran lo que le pasa ahora, estarían horrorizados.
Una mirada en el más allá, 1936
Este fallecido está “muerto” para la tierra:
El “difunto” se encuentra ahora en un estado relativamente sedado, pero después, cuando estemos en el crematorio, querrá vengarse furiosamente.
Una mirada en el más allá, 1936
André espera poder ayudar aún a este hombre:
—¿No hay nada que se pueda hacer, Alcar?
¿No podemos liberar a este pobre hombre?
Una mirada en el más allá, 1936
Pero Alcar tiene que quitarle esta esperanza:
Ni los espíritus ni los seres humanos pueden cambiar nada, porque él mismo se ha colocado en este estado.
Se le dijo que viviera de otro modo.
Una mirada en el más allá, 1936
Un día se cayó y se pensaba que iba a morir, pero un tiempo después, cuando hubo recuperado su salud, la vida anterior volvió a comenzar y odiaba a la gente y a Dios, que le había dado su cruz a cargar.
Por segunda vez fue derribado y estuvo postrado en la cama.
Y después de haberse recuperado de nuevo, su odio incrementó aún más y desde nuestro lado no se lo podía liberar, porque no quería escucharnos.
Su padre está en el mundo de los espíritus desde hace mucho tiempo, pero tampoco él lo podía alcanzar.
Intentó de todo para hacerle ver su estado, pero no se le concedió lograrlo.
Intentó muchas veces darle pruebas de nuestra pervivencia por medio del espiritismo, pero a él le daba risa y se burlaba de todo.
Se había materializado por completo y espiritualmente se había hundido tanto que no se podía aferrar a esta verdad.
Una mirada en el más allá, 1936
En ese instante André y Alcar ya no pueden ayudar a este director de orquesta.
La ayuda solo puede consistir en evitar este tipo de situaciones:
Desde este momento, juntos intentaremos ayudar a la humanidad, André, señalándole con énfasis los peligros que conlleva la incineración de cadáveres, un aviso que, desde luego, en primer lugar va destinado a aquellos que no han vivido según los mandamientos de Dios.
Lo sabrán conociéndose a ellos mismos.
Qué duro castigo tienen que padecer esas personas, cuando se han hundido tanto que tienen que soportar la incineración de su cuerpo mientras siguen unidos a él por medio del cordón vital.
Qué terrible suplicio tienen que padecer durante el proceso de incineración, mientras que el cordón fluido los mantiene presos y no pueden moverse de lugar, a menos que cargaran con su envoltura material.
No obstante, eso queda excluido, pues la materia es el vehículo del espíritu y no al revés; claro que esto solo vale para este acontecimiento.
Una vez que nos hayamos despedido, se acaba nuestro poder sobre nuestra vestidura material y por regla general se hace con ella lo que nosotros mismos hayamos dispuesto.
Una mirada en el más allá, 1936
Si al director se le enterrara, tendría el tiempo necesario para retirar de forma natural de su cuerpo su sentimiento y aura vital.
El director necesita mucho tiempo para ello, por estar tan apegado a la materia:
Si a este infeliz se le enterrara de la manera convencional, permanecería unido a su cuerpo material hasta que este se hubiera descompuesto.
Ningún doctor espiritual puede ahora romper el cordón fluido que lo une con la materia, porque llegó a este terrible estado por su propia culpa.
Una mirada en el más allá, 1936
En las fuentes del artículo ‘Morir como transición’ se describe cómo un médico espiritual puede romper el cordón fluido en personas que ya no tienen una unión fuerte con su cuerpo.
En el caso del director eso no es posible, porque por su propia culpa está muy atado a su cuerpo.
Con este trasfondo, el maestro Alcar también ha descrito el carácter y el modo de vida del director.
Este se ha enganchado a sí mismo a su propio cuerpo y a la materia, por no haber desarrollado ni un solo sentimiento espiritual o amoroso durante su vida terrenal.
Se ha centrado al cien por cien en la materia por su modo de vida, con la voluntad de conservar esa materia y ese cuerpo.
Esta actitud interior no la puede deponer de pronto después de su muerte.
Sigue estando centrado con todo su ser en lo material, en la materia, en lo corporal.
De modo que mantiene a toda máquina —por aquello en lo que se centra— la conexión de los sentimientos con su cuerpo.
Cuando se da cuenta de que quemarán su cuerpo mientras todavía está conectado con él por medio del cordón fluido, le entran muchas ganas de alejarse del mismo, pero es incapaz de conseguirlo, porque en unos pocos días no puede cambiar todos sus sentimientos que ha estado construyendo durante toda su vida.
No le es posible empezar a pensar de repente espiritualmente, porque jamás edificó un solo pensamiento espiritual, no sabe cómo hacer eso, y le resulta imposible conseguirlo en esos pocos días tras su muerte.
Su sentir y pensar materiales es la ‘sintonización’ de sus sentimientos.
Más tarde, Jozef Rulof dice en una velada de preguntas y respuestas que todo el mundo con esa sintonización está atado a su organismo:
Y eso lo ve cualquier persona a la que incineren viva, o muerta, porque el ser humano está atado a su organismo si tiene esa sintonización.
Preguntas y respuestas 3, 1952
Es la sintonización de ser basto y bruto en todo, la sintonización “basta material” de los sentimientos:
Si es usted rudo, bruto, y pega y arrastra al ser humano por la vida cogido por los pelos, y lo viola, y todas esas cosas más, entonces se queda atado a ese cuerpo de nada, porque entonces carecerá usted de luz.
Preguntas y respuestas 3, 1952
Este ser humano aún no está sintonizado con una esfera de luz en el más allá.
Cuando este ser humano hace la transición sigue conectado con su cuerpo.
Así es como sufre un proceso similar al ser humano que comete suicidio.
Es como si viviera la sombra del suicidio:
Y no estará desprendido así, sin más, de ese organismo, eso va poco a poco.
Es como se viviera la experiencia de la sombra de un verdadera proceso de putrefacción para el suicidio.
Preguntas y respuestas 3, 1952
Podrá encontrar una descripción completa de las consecuencias espirituales del suicidio en el artículo ‘eutanasia y suicidio’.
Caminos materiales
Alcar se lleva a André al crematorio donde se incinerará al director.
El maestro Alcar dice que el crematorio es un potro de tormento, una casa de penas:
—Mira, André, ese bello edificio encima de esa colina es el potro donde el espíritu padece sus suplicios.
Para los que se hayan portado mal en la tierra, la vida después de la muerte empieza allí de manera cruel.
Se supone que es una casa de la paz, pero en realidad es la casa del dolor.
Ay, ser humano, entiende en tu ignorancia que te pones a ti mismo y a otros en ese potro y que así no solo fallas en honrar a los que parten de tu lado, sino que los torturas de la manera más terrible que existe.
Cree en nosotros y toma a pecho este aviso, porque en tu ignorancia te burlas de las leyes de Dios.
Nosotros, que vivimos en el país de ultratumba, queremos enseñarte el camino correcto, que lleva a la verdad.
No tenemos deseos egoístas; solo anhelamos ayudarte.
Queremos traerte la verdad, porque sabemos cuánto se sufre aquí, aquí, en esta casa del dolor.
De nuevo te decimos en voz alta: mantente en los caminos de Dios.
No vayas a construir por tu cuenta caminos que sean solo materiales y oscuros, porque pasan por las tinieblas y los constructores estaban ciegos y por tanto no podían ver la luz espiritual.
Te decimos alto y claro: pon fin a estos terribles estados y vuelve a la naturaleza, que dejaste hace ya tanto tiempo.
Una mirada en el más allá, 1936
El maestro Alcar habla de caminos materiales.
Con lo material quiere decir que el ser humano, con las incineraciones, no piensa en la pervivencia espiritual del alma.
La incineración solo está pensada desde la materia, el cuerpo material.
Además de eso, estos caminos materiales también dan la espalda a la naturaleza.
El camino natural es claro: confiar el cuerpo terrenal al regazo de la madre tierra.
El tremendo calor del horno de incineración consumirá el cuerpo material con una violencia que atenta contra las leyes de la naturaleza y está completamente en contra de la intención de Dios.
Que este acto de violencia pronto desaparezca del todo, por tanto, por el bien de la humanidad, a favor de la inhumación convencional.
Una mirada en el más allá, 1936
Quemado vivo
Alcar sabe lo que André tendrá que procesar en el crematorio cuando vea por sus propios ojos espirituales lo que para la persona fallecida significa la incineración:
No nos quedaremos hasta el final, André.
Quiero decir, hasta que el cuerpo se haya incinerado por completo, pues te superaría y sería demasiado horrible presenciarlo.
Una mirada en el más allá, 1936
La cinta transportadora traslada el ataúd a la incineradora:
Es música fúnebre, André, y por todos lados están entrando ahora las personas que quieren presenciar la solemne incineración y que después contarán qué bella fue.
Mira, André, ya están colocando al pobre sobre el catafalco que lo llevará abajo.
Es lo que llamamos la cinta transportadora de los muertos (—dijo).
Los presentes le dirigieron un último adiós y la cinta se puso en marcha mientras sonaba el solemne órgano.
—Lo seguiremos, hijo mío.
Sé fuerte, porque ahora empezará el suplicio.
¿Lo ves y lo oyes gritar?
—Sí, Alcar.
—Ya ve y siente lo que le pasará en breve.
André se aferraba de Alcar con mucha tensión.
—Ponte aquí, cerca de mí, hijo mío.
Algo terrible estaba por ocurrir.
Oyeron los gritos del pobre: —Verdugos, asesinos, ¿a esto le llaman honrar a alguien?
Pero estas injurias no conmovieron a los que estaban arriba: todos tenían la cara rígida, estaban colmados de compasión, sin saber lo atroz de la suerte de esta pobre persona.
—Ya está sintiendo los dolores infernales, André, que su cuerpo espiritual tendrá que aguantar (—explicó).
Mientras tanto, el ascensor había descendido al espacio de combustión.
Una mirada en el más allá, 1936
El cordón fluido no puede romperse porque el director ama la materia en exceso:
—Morir no es grave, hijo mío, porque la muerte es un redentor poderoso, pero pasar por una tortura parecida, que no conoce su igual en la tierra, es espantoso.
El espíritu siente, oye y ve todo, aunque haya dejado su cuerpo, pues sigue unido a él a través del cordón fluido.
Solo en el caso de quienes estén adheridos a sus cuerpos, quienes se hayan olvidado en la vida terrenal.
También hay otros estados, pero solo en quienes estén separados de su cuerpo material.
En cambio, él seguirá atado a su cuerpo hasta que el lazo se rompa.
Una mirada en el más allá, 1936
Y entonces se produce el horror:
André miró y con sus ojos espirituales podía percibir claramente el cuerpo en el horno de incineración.
El ardor que reinaba allí no les suponía un obstáculo, pues era ardor material.
El órgano seguía sonando, pero la gente que le había rendido el último homenaje al “difunto” se había ido.
André vio entonces que el cuerpo se contraía, se revolcaba y retorcía como un ser humano vivo, mientras que al mismo tiempo oía unos gritos, alaridos y gemidos que hicieron que temblara de horror.
No había quien pudiera ver y oír eso.
¡Aquí se estaba sufriendo de manera atroz!
Allí, delante de él, había dos cuerpos: el material y el espiritual.
De repente estaban de pie, después caían para enredarse de nuevo, retorciéndose.
—Ay, Alcar, no puedo más; vámonos de aquí.
Alcar puso su brazo en los hombros de André, brindándole apoyo de esta manera, y así se fueron.
Le seguían resonando en los oídos las palabras “Hipócritas, canallas”, y muchas más.
—Es terrible, Alcar, horripilante.
—Así es.
Ven, hijo mío, te ayudo, si no, no pasarás por esto.
—Ay, Alcar, ¡qué espantoso!
Nunca quiero volver a ver algo así.
No hay ser humano que lo soporte.
Ay, ¡cómo está sufriendo ese hombre!
Una mirada en el más allá, 1936
Debido a que el director está entrelazado con cada una de las fibras de su cuerpo material, el cordón fluido solo puede romperse cuando la materia terrenal se haya destruido por completo:
—Así, pues, es la incineración, hijo mío, para los que siguen unidos al cuerpo material.
El cuerpo espiritual solo se desprenderá cuando la materia haya sido destruida por completo.
Ahora entenderás lo necesario que es que se les abran los ojos a las personas también en este sentido, para que de aquí en adelante prefieran el cementerio por encima del crematorio.
Una mirada en el más allá, 1936
¿Es esto así para todo ser humano?
Después de morir el ser humano es atraído por el mundo espiritual con el que está sintonizado en sentimiento.
Las cosas iguales se atraen, y así el ser humano se ha preparado el más allá que encaje con su estado interior.
Una vez que en la tierra haya entrado en armonía con todo lo que vive, llega en una esfera de luz donde toda esa vida le sonríe.
Cuando ya ha edificado en la tierra el amor universal para todo lo que vive, esa vida le da un mundo espiritual radiante en el que podrá continuar su eterno desarrollo.
Pero con las incineraciones incluso la persona sintonizada con una esfera de luz padece la violenta destrucción de su cuerpo depuesto.
Alcar indica que el sufrimiento no solo rige para un “espíritu infeliz”, como el director de ‘Una mirada en el más allá’ que en sentimiento está sintonizado con el País de odio y pasión y violencia en las esferas tenebrosas, sino también para la persona “feliz” que hace la transición a la primera o segunda esfera de luz.
En el artículo ‘Esferas en el más allá’ hay una descripción introductoria de todas estas esferas como mundos espirituales y sintonizaciones de los sentimientos.
Pero la incineración no solo es reprobable para los espíritus infelices, sino que también lo sufren de alguna manera los felices.
Esto depende por completo del grado de su fuerza interior; pero incluso cuando pertenecen a la primera o segunda esfera, la incineración es desaconsejable para ellos.
De modo que todo se reduce a cómo son interiormente y cómo están sintonizados con lo espiritual.
Por lo tanto, así como sea la luz que posean, así será su felicidad y su fuerza.
Y así su pena y dolor, así su sufrimiento.
Una mirada en el más allá, 1936
Incluso el ser humano que esté sintonizado interiormente con la primera esfera de luz o la segunda esfera de luz hasta cierto punto sigue estándolo materialmente.
Este ser humano ya alcanzó una armonía que irradia luz en el más allá, pero en las esferas de luz tendrá que crecer más todavía para desprenderse por completo de todos los sentimientos y pensamientos terrenales.
Por eso al grado del sentimiento de las primeras esferas de luz se le llama de materia fina, porque sigue siendo material.
Este grado del sentimiento sí está sintonizado más finamente que el grado del sentimiento basto material de la tierra crepuscular en las esferas tenebrosas.
Unos pocos, al hacer la transición, van directamente a la tercera esfera de luz o al límite con la cuarta esfera de luz, pero incluso estos seres humanos sufren con la incineración:
Un espíritu que de inmediato va de la tierra a la tercera o cuarta esfera no sentirá casi nada de la incineración, pero a pesar de que estos espíritus ya no estén sujetados a su cuerpo, sentirán al llegar a su esfera que algo les falta y sufrirán las molestias.
Una mirada en el más allá, 1936
El sufrimiento durante la incineración se produce por estar atado al cuerpo y a la vida material.
Durante una velada de preguntas y respuestas, Jozef Rulof lee en voz alta una pregunta de una de las personas asistentes sobre si por los coloretes en la cara de las personas podemos ver aquello de estar atados al cuerpo:
Aquí tengo: “‘Una mirada en el más allá’, parte 2, página 141”, allí se tratan las consecuencias de la incineración.
“Quienes fallecen pero que todavía tienen los pómulos rosados, lo cual se puede observar a menudo”, es cierto, sí, “se encuentran en este terrible estado.
La vida ha abandonado la materia”, o la vida está libre de materia, “el cuerpo espiritual se ha liberado de la vestidura material, y el aura vital mantiene en vida la vestidura depuesta”.
La pregunta es: “Mantener en vida esta vestidura depuesta durante tanto tiempo, ¿indica un cierto estado mental, por ejemplo, el hecho de estar atado a la tierra?”.
Preguntas y respuestas 4, 1952
Jozef confirma que después de morir de manera material el alma puede seguir alimentando el tejido corporal por medio de su aura vital:
Señora, esa gente, esa personalidad sigue atada a ese cuerpo.
Así que ese cuerpo todavía no puede morir de forma normal y aún es alimentado por la vida, el espíritu, porque todavía no se ha producido la separación.
Porque una muerte pertinente...
Pero eso usted también lo puede tener, no cada cuerpo hace directamente la transición a la muerte.
Por ejemplo, un enfermo muy grave, un cuerpo que ha sufrido mucho, pasa a podrirse de inmediato.
Y eso es la necrosis.
Y también se dan estados, personas, cuerpos, en que eso no se produce hasta dos días después, tres... cuatro días, el ataúd ya está en la tumba, y solo entonces en realidad se produce la necrosis.
Eso ya ni siquiera se ve.
Pero lo que sí se ve entonces es que...
Uno diría...
“Es como si estuvieran durmiendo”, es algo que se oye a veces.
Y eso es dormir, es el aura que todavía alimenta el tejido, porque todavía hay unión.
Porque el espíritu, los sentimientos, la personalidad todavía no está libre de la materia.
Preguntas y respuestas 4, 1952
Eso de estar atado al cuerpo y lo de alimentar los “coloretes” puede durar hasta cuatro semanas:
Sí, es... si uno ha tenido una vida dura, horrible —ni siquiera hace falta que haya sido tan terrible— pero uno entonces no se queda libre sin más.
Porque entonces retiene... miren, cuando nos liberamos...
No he hecho más que vivir a la buena de Dios, y he hecho todas esas cosas, he mentido y engañado y odiado, y todas esas cosas, eso ya son los sentimientos y la personalidad.
Pero si tocamos el cuerpo, si tocamos otras leyes, entonces no me quedo libre del cuerpo así a la primera.
Aunque tenga que volverme a la tierra, ese estado me retiene, ese proceso de morir, me retiene un poco más de tiempo.
Puede ser hasta dos, tres, cuatro semanas.
Y entonces ya estoy también en la tumba; aunque no viva la podredumbre, porque entonces uno está del todo metido.
Pero entonces ya estará fuera.
Se queda usted al lado, y podrá ir a donde le plazca.
Sí, ya entenderá que algo que le succiona hasta volver, que le atrae de vuelta.
Y eso todavía es el estado, el ser uno con ese cuerpo.
Y por eso verá usted que cuando alguien muere, entonces uno a veces ve todavía de esos colorcitos de color rosado.
Y entonces casi siempre es sospechoso.
Preguntas y respuestas 4, 1952
La personalidad vive el proceso de morir según la propia conciencia:
Hay miles de personas que tienen miedo a la muerte, y miles, digamos que casi, aquí en la ciudad...
Bueno, quien sepa algo de la vida, se entrega.
Pero aquí, frente al estrado, tengo todavía a gente —y andan por todas partes— que lee libros, y que tiene todavía miedo a la muerte.
Porque todavía no saben todo lo que sucede.
Y eso son puramente los sentimientos, la conciencia del ser humano que muere, que vive la muerte.
Uno no vive la muerte según el cuerpo.
¿No es divertido eso?
Pero usted vive el morir.
Ese cuerpo ya irá por sí solo.
Pero es usted quien muere, no el cuerpo.
Este tenía que... otra cosa más para el mundo.
Usted... “el ser humano muere”, se dice, sí.
Claro, entonces piensan en el cadáver.
Piensan en esa persona material, pero en realidad, la ciencia y la humanidad no saben todavía nada de ese proceso de muerte espiritual.
¿Qué se sabe aquí en Europa de la muerte espiritual?
¿Verdad?
Nada.
Preguntas y respuestas 4, 1952
Morir de forma espiritual recibe en la siguiente cita el nombre de “la segunda muerte”:
Es el desprenderse de la materia en sentimiento.
La “primera muerte” es, pues, cuando el cuerpo terrenal se queda detenido:
No es porque el cuerpo esté descomponiéndose que uno también se haya despedido del mismo en sentimiento.
Eso de despedirse y de dejar morir espiritualmente todo lo material puede tomar muchísimo más tiempo que la primera muerte:
Pero el cuerpo sí que muere.
Pero no se muere, señor.
Sí, la podredumbre, claro.
Pero de eso no estamos hablando.
El proceso de morir en sí lo somos nosotros mismos.
Y entonces uno se muere espiritualmente.
Y morirse espiritualmente, señor...
¡Se ríen de mí!
Y hay que ver lo sencillo que es.
El cuerpo va hacia abajo, se va a la tumba; de materia a materia.
Pero nosotros...
Allí viene esa señora con esa pregunta: ¿por qué esa gente, ese cadáver, tiene todavía colorcitos?
Eso es, digo yo, porque todavía hay unión con el espíritu.
Así que el espíritu está liberándose.
Liberarse es el proceso de morir para el espíritu, el desprenderse de la materia.
(Señor en la sala):—La segunda muerte.
—Y eso lo llaman La Parca.
(Señor en la sala):—La segunda muerte.
—La segunda muerte.
Preguntas y respuestas 4, 1952
Jozef compara la segunda muerte con la descomposición espiritual de los sentimientos hacia un ser querido que nos pega y patea de manera prolongada:
Pero también existe la necrosis espiritual en el otro lado.
También.
Un ser humano tiene amor.
Les explicaré de una vez lo poderoso y claro y natural que es eso.
Hay gente... una persona, por ejemplo —eso se oye en la sociedad— a la que usted ama muchísimo, que se pone a arrancarle una pierna, golpea y patea; entonces esos sentimientos se van a morir.
Eso es morir de forma pura.
Preguntas y respuestas 4, 1952
Entonces muere el amor por un ser humano y se retira el sentimiento:
Y todo eso lo sienten, y eso es... también lo puedo contar... cósmico, a su vez, es la muerte espiritual de algo.
De algo.
Y entonces también se produce la muerte espiritual de cara al cuerpo, señora, y entonces se van bajando esos colorcitos.
Es cuando se retira el espíritu.
Y entonces es morir puramente de forma material y espiritual; terminar.
Preguntas y respuestas 4, 1952
Solo después de morir espiritualmente, de que los sentimientos del alma se hayan desprendido de verdad del cuerpo terrenal, van desapareciendo los coloretes en el cadáver.
Pero a mucha gente le cuesta tiempo llegar a ese morir espiritual.
Aunque estén en la vida espiritual después de la muerte, siguen pensando que aún conservan su cuerpo terrenal, y allí siguen peinándose el cabello espiritual:
También los hay que se ponen delante de un espejo; todavía se peinan el pelo.
Y luego hay un hombre que pregunta: “¿Tienes algo de tabaco para mí?”.
También tenía todavía su pipa en el bolsillo.
Eso, claro, eso es un poco patético.
No es una gran conciencia, porque están atados al tabaco, y están atados a lo otro, a esto, y a eso, y el mundo entero, señora.
Y si uno asiste a eso en la tierra y esas personas se van a morir, y todos esos miles de deseos, señora, por los que todavía están atados a la tierra, a ese cuerpo y vida materiales, eso es lo que provoca todos esos colorcitos.
Preguntas y respuestas 4, 1952
Hay miles de deseos que unen al ser humano a la materia.
Esto se llama el sentir y pensar materiales.
Cada pensamiento que esté sintonizado con el cuerpo es material.
Incluso la lectura de este artículo es estar ocupado de manera material, porque estas palabras son materiales.
El habitante de la cuarta esfera de luz, que está completamente libre de la materia, ya no piensa en palabras y ya no se sirve del lenguaje, porque eso no haría más que retirarlo o retirarla hacia la tierra, hacia la materia.
Los maestros han percibido que ningún ser humano de la tierra hace la transición directamente a las esferas de luz más elevadas donde se ha desprendido de toda la materia.
Eso significa que ningún ser humano de la tierra puede vivir una incineración sin tener que sufrirla.
Para nuestra evolución espiritual tenemos que desprendernos de la voluntad de amasar mucha materia.
Esa voluntad de enriquecerse materialmente y de retener la materia hay que transformarla en la de enriquecerse espiritualmente.
Por eso el maestro Alcar puede decir que tenemos que perder la voluntad centrada en la materia:
De verdad, pierde tu deseo por la materia y alza la mirada.
Una mirada en el más allá, 1936
Procesar
André tiene que procesar lo que ha visto:
André estaba triste.
Era un suplicio atroz.
Había visto que el pobre no se pudo desprender cuando quiso alejarse.
Primero tenía que quedar quemado su cuerpo; solo entonces se rompería el cordón fluido.
Había visto ambos cuerpos, uno insensible, el otro tanto más sensitivo, y había visto que estos cuerpos se rodeaban retorciéndose, la materia y el espíritu, allí en ese terrible horno.
—Tiene razón, Alcar.
No es una casa de paz, sino una casa de dolor.
—De todas formas, no se piensa en esto en la tierra, André.
El cuerpo espiritual no solo tiene que presenciar cómo es quemado su vehículo material, sino que también tiene que aguantar el dolor y la pena causados por la combustión de este.
No es una sugestión, sino la triste realidad, una que se debe enteramente a la falta de sensibilidad espiritual.
Una mirada en el más allá, 1936
Aun así siguió sintiéndose triste, y pensaba sin cesar en Alcar, porque seguía sin poder superar las impresiones de su último viaje.
Alcar le dijo que tuviera un poco más de paciencia, porque pronto quería volver a ir con él a las regiones elevadas si su melancolía no quería disminuir.
Y no disminuía de manera alguna, porque no era fácil procesar el sufrimiento de todos esos infelices.
De vez en cuando revivía un poco y pensaba entonces que lo había superado, pero luego seguía la reacción y se volvía a hundir en un estado de ánimo incluso más sombrío.
Todo le pesaba mucho.
En esto estaba solo y nadie podía ayudarlo.
Una mirada en el más allá, 1936
Para André no es fácil procesar sus intensas experiencias:
Por la mañana, antes de irse con Alcar, había andado por la casa cantando, pero más tarde, cuando había bajado, era como si trajera unas pesadas nubes de tormenta encima de la cabeza.
Aun así quería ser fuerte y no darle tanto trabajo a Alcar.
Entonces le rezaba con fervor a Dios para que lo ayudara.
Eso lo aliviaba.
¡Ay, ese pobre hombre!
No podía olvidarlo.
A cada instante volvía a ver ese cuerpo muerto, que parecía revivir por ese terrible calor.
No, algo así no quería volver a ver nunca.
Las primeras noches le había impedido dormir y sin duda necesitaba descanso para poder hacer su trabajo de día.
Cuando la fuerza de sus pensamientos dominaba todo y no podía conciliar el sueño, Alcar intervenía, poniéndolo en un estado de semitrance.
Eso lo sentía muy claramente.
Después, Alcar se retiraba lentamente y él se quedaba dormido.
No era entonces un sueño normal; lo notaba por la mañana en la cabeza.
Así habían pasado muchos días.
Se daba ánimos a sí mismo, porque tenía que pasar por esto.
Sentía sin duda que significaría un gran desarrollo para él si su espíritu pudiera aguantar todo esto.
Y lo sabía: nada es gratis, tampoco la sabiduría.
Todo cuesta fuerza de voluntad.
Una mirada en el más allá, 1936
Y a André ni siquiera le toca vivir todo de golpe:
Una tarde, Alcar dijo que por la noche volverían a ir a las esferas elevadas.
—Tendremos que adelantar nuestro viaje, André, porque no puedes desprenderte de todo lo que has visto.
Y es que fue un viaje pesado para ti.
Aun así, tienes la suficiente fuerza como para poder cargarlo.
Ahora mantente listo; por la noche estamos nuevamente en las esferas.
Alcar le había contado que iría a ver con él el gran tráfico entre la tierra y la Tierra Estival, y tenía curiosidad por saber cómo sería allí.
Todavía de humor sombrío, se fue a su habitación temprano.
Primero se entretuvo un poco por allí y se asombró de que en ese momento no tuviera todavía ningún deseo de desdoblarse.
Su habitación estaba ahora tapizada de piezas espirituales que había recibido de Alcar y de los demás pintores.
Le había costado bastante lucha y fuerza de voluntad llegar a ese punto.
Hay que persistir y saber aguantar mucho si se quiere lograr algo.
La gente veía solo el resultado, pero no la lucha y el sufrimiento que todo esto le había implicado.
Cómo había sido al principio objeto de burla y mofa, y también cuando ya llevaba recorrido un gran tramo de este camino seguían guaseándose de él.
Aun así había adornado muchas paredes con piezas de Alcar.
Poco a poco iba sintiendo ahora cómo lo invadía la sagrada incidencia del “otro lado”.
La cabeza le empezó a pesar y por eso se desvistió deprisa.
Alcar le había dicho que, si quería desdoblarse por la noche, tenía que acostarse a dormir boca arriba, entonces podía liberarlo más fácilmente.
Así que eso hizo.
Eran solo las nueve y media.
No obstante, apagó la luz y después de unos diez minutos ya estaba profundamente dormido.
—Bueno, hijo mío. Fueron las primeras palabras que oyó e inmediatamente después vio a su líder espiritual, al que abrazó con un grito de alegría.
—Sé valiente, André, ahora somos de nuevo uno.
Los últimos días te han sido pesados, porque tenías mucho por procesar.
Ahora, conmigo, pronto te tranquilizarás.
Nosotros, de nuestro lado, podemos soportar mejor ese tipo de sufrimiento; para un espíritu terrenal es difícil.
Ya ves cuánta precaución debemos tener.
Y si te diera a la vez todo lo que hay que vivir durante un viaje así, ¡cómo te sentirías entonces!
No lo soportarías.
Ven, mírame, hijo mío.
André miró a su líder espiritual con lágrimas en los ojos, sonriendo.
Sintió su gran fuerza y volvió a ver a su alrededor esa gran luz blanca.
—No deseabas desdoblarte, pero todo eso es obra mía, André.
Bien, ahora podemos irnos tranquilamente.
Qué glorioso que Dios nos haya dejado formar este lazo.
Ya ves que para cada trabajo pesado hay apoyo y alimento en las esferas.
Quien quiera seriamente y se atreva a luchar, se hace más sabio y puede aprender todo lo que quiera.
Eso es cierto para todo ser humano en la tierra.
Pronto estarás ahora libre de tu melancolía.
Una mirada en el más allá, 1936
Alcar recomienda elegir la seguridad de dejarse enterrar:
Pregúntales a todos los que viven aquí cómo es la incineración y todos te dirán que se debería desaconsejar.
No es más que un suplicio.
Una tortura en el espíritu.
Por eso les aconsejo a los que quieren que se les incinere que no lo hagan.
Reflexiona acerca de este acontecimiento y no dejes lugar a las dudas, haz que te entierren.
Los que son sabios en la tierra y piensan que la incineración es hermosa y limpia serán oscuros en su alma, porque estas cosas hermosas y bellas significan tinieblas materiales de este lado.
Le digo claramente al ser humano en la tierra: Si han seguido todo, pónganle fin a su imprudencia e intenten desarrollarse en el espíritu.
Todavía hay tiempo.
Pronto harán la transición y entonces solo tendrá valor lo que llevan interiormente.
Desarrollen sus sentimientos y remedien lo que hayan hecho mal.
Nosotros, que vivimos de este lado, todos nosotros que hemos dejado la tierra y llevamos ya algunos cientos de años aquí, tuvimos que aceptar esta verdad.
Hemos aprendido que el amor es lo más elevado y sagrado, y que trae luz y felicidad en la vida después de la muerte.
Aquí, amigos, no se pueden esconder.
Aquí solo el amor tiene valor.
Desarrollen esa fuerza, su vida, aprendan a amar.
Aprendan nuestro idioma, el del amor, que tendrán que entender cuando lleguen aquí, de lo contrario, las tinieblas serán sus posesión.
Una mirada en el más allá, 1936
Consecuencias duraderas de la incineración
Durante un desdoblamiento posterior, Alcar muestra a André a qué estado ha ido a parar el director de orquesta por su elección de la incineración:
—Tengo mucha curiosidad, Alcar, dónde se encontrará.
¿Vive en la tierra del odio?
—Lo veremos enseguida, ven, tenemos que ir por aquí.
Ya lo veo, vive en una esfera de transición, fuera de la masa.
Lo encontraremos en un estado inconsciente, causado por la quema de su vestidura material.
André vio que su líder espiritual seguía una meta fija.
Le parecía maravilloso cómo se orientaba el espíritu.
No había lugar por donde Alcar no conociera el camino.
Entraban en alguna parte, al parecer una cueva.
Eran galerías subterráneas, en las que a pesar de eso podía ver.
Se encontró con muchos seres.
Pasaron por muchas galerías y grutas.
En las tinieblas veía a otros que se habían quedado dormidos; yacían atontados.
En todos lados veía a esos seres: dormían el sueño de la muerte y vivían, vivían en la eternidad.
Todo era miseria, nada más que pena y dolor.
Eran vidas echadas a perder.
Del lado izquierdo y derecho había huecos donde se los había dejado reposando.
De la tierra a estas tinieblas.
Ay, lo entendía todo.
No obstante, no se habían hundido tanto como los que estaban en el valle de dolor.
Entendía cada sintonización y conocía los estados de sentimientos de todos estos seres diferentes.
Una mirada en el más allá, 1936
Ahora, su líder espiritual se detuvo.
¿Lo habría encontrado?
Sentía mucha curiosidad.
—Mira, André, allí yace nuestro hombre, lo hemos encontrado.
André vio a un ser que yacía encogido, separado de todos los demás.
—¿Lo reconoces, André?
Sí, era al que había visto en la tierra siendo quemado.
—Se encuentra en estado inconsciente.
Una mirada en el más allá, 1936
Mediante su concentración, Alcar saca al director un instante de su profundo sueño para mostrar a André en qué estado aquel despertará más tarde:
André vio que su líder espiritual se concentraba.
Sintió que se conectó para hacer volver al infeliz en su concienciación.
Después de un momento dio alguna señal de vida.
¿Lo oía bien?
Era como si lo oyera llorar.
Sí, gemía.
Pobre hombre.
Alcar apartó sus fuerzas de él y el gemido se detuvo de inmediato.
—Supongo que todo te queda claro, ¿no, André?
Le devolví la conciencia, por lo que empezó a intuir su estado.
Su sueño sigue siendo profundo.
Su vida de este lado no empezará hasta que despierte y en ese momento sentirá los dolores que le infligió la incineración.
Así que además de las torturas de frío y tinieblas, sentirá los agudos dolores que le impuso la incineración.
Su cuerpo se ha quemado en un estado de sentimientos o en una sintonización material.
En lo espiritual se ha olvidado durante la vida en la tierra.
En la tierra no se quiere aceptar eso.
El cuerpo de sus sentimientos estaba o se encontraba en una sintonización material.
Por eso vivirá todo también en el espíritu, porque no había sido liberado de su cuerpo.
La incineración lo llevó a este estado, porque el golpe fue demasiado grande para su sintonización espiritual.
Una mirada en el más allá, 1936
En la tierra no se conoce el choque de la incineración.
La posibilidad de que la persona fallecida esté anclada en su cuerpo terrenal sí lo han adoptado ya algunas culturas.
Así, existe la idea hindú de que la incineración libera al alma de estar atada al cuerpo.
Es por eso que la mayoría de las personas en India se hacen incinerar.
Creen que entonces su alma quedará libre para ir al más allá.
Y así es, el alma queda libre del cuerpo, pero la sacudida de ser quemado es tremenda:
La incineración, en cambio, es demasiado rápida.
Seguramente que ya lo sentirás: las almas están pegadas al cuerpo humano y se queman.
¡Ese choque es tremebundo!
Están sueltos, naturalmente, el proceso de incineración desgarra el alma del cuerpo.
Pero el alma no es consciente.
Siente de forma material, terrenal.
Así que va deambulando con ese choque, vaya adonde vaya, solo se liberará de ese estado cuando posea otra vida o tenga tal altura espiritual que se haya vencido a sí misma.
¡Millones de personas, Karel, sufren hasta el punto de gritar debido a las leyes astrales!
Las máscaras y los seres humanos, 1948
Durante una velada de preguntas y respuestas, Jozef Rulof explica cómo se produce esa sacudida.
Por quemar el cuerpo se libera con rapidez el aura corporal.
Cuando el cuerpo no es quemado, sino enterrado, ese aura vital se libera lentamente a medida que se descompone aquel y que se disuelven las células materiales.
Este proceso puede tomar muchos meses, por lo que la personalidad tiene tiempo de absorber el aura vital como fuerza del sentimiento para edificar con ella la conciencia espiritual.
Pero cuando se quema al cuerpo terrenal en una incineración, no hay suficiente tiempo para la personalidad, que de ese modo sufre un choque espiritual.
Un proceso parecido tiene lugar en el caso de un accidente mortal en el que se quema el cuerpo, por ejemplo en un coche en llamas.
La diferencia con una incineración es que en el caso de un accidente mortal el ser humano no quiso que se quemara su cuerpo, y que por eso no está espiritualmente atado a la misma.
Pero al quemarse su cuerpo, la personalidad sí sufre el choque espiritual de la liberación repentina del aura corporal:
El ser humano que sufra un accidente mortal, experimenta una sacudida espiritual.
Entonces se produce para el aura vital un proceso, que es la adopción del aura corporal en cosa de pocos minutos, lo cual de otra manera tomaría meses, y significa la sacudida para los sentimientos y la personalidad, y ¡eso es lo que esta tendrá que procesar!
Preguntas y respuestas 1, 1950
Cuando se entierra el cuerpo terrenal, una personalidad material como el director de orquesta de ‘Una mirada en el más allá’ vive la retirada del aura vital a medida que se consume el cuerpo material.
La descomposición de la materia deja que se libere el aura corporal por lo que la personalidad puede absorberla.
Debido a que el director por su propia cuenta no es capaz de retirar su sentimiento de la materia, sino que sigue sintonizado con todos sus sentimientos en ella, seguirá dependiendo del proceso de descomposición natural del cuerpo terrenal para recuperar su aura vital.
Las personas que sin embargo desarrollan ellas mismas sentimientos y pensamientos espirituales ya piensan de modo más independiente del cuerpo, y por eso no dependen tanto del proceso de descomposición corporal.
Cuanto más piensen y sientan libres de la materia, menos tiempo necesitarán para retirar todo su sentimiento de la vida terrenal y comenzar su nueva vida espiritual.
Así que el director estaba atado al transcurso temporal del proceso de descomposición, pero este estado es muy preferible respecto a la incineración:
Si se le hubiera enterrado de manera normal, viviría la descomposición de su vestidura material.
Pero este estado es muy preferible a la incineración, y es por esto: al ser humano al que se le incinere, se le quitan fuerzas que llamamos el aura vital.
Debe servir al espíritu cuando llega aquí, por el primer tiempo de su vida.
Esto es válido para todos los seres, aunque se encuentren en una sintonización más elevada.
El espíritu que se separa le quita al cuerpo material el aura vital, después de entre cinco y siete días, cuando la materia hace la transición a la primera etapa de descomposición.
También puede tomar más tiempo, dependiendo de la sintonización de la persona que hace la transición.
Así que el aura sirve de concienciación de este lado.
Una mirada en el más allá, 1936
Si la personalidad terrenal tiene una sintonización menos elevada, la atadura con el cuerpo terrenal puede durar mucho tiempo:
Y luego esto: en la tierra se piensa ahora que ser quemado durante hora y media es mejor que tener que soportar años de tortura (véase el artículo sobre incineración en rulof.es).
Dicen: el espíritu ha sido liberado, ¿no?
Pero muchos no pueden desprenderse y para ellos ser quemados es una sacudida espiritual.
El que ahora yace allí como un muerto en vida experimentó esa sacudida.
El error de ellos es que intuyen estados espirituales de manera material, lo que naturalmente está mal.
Los que hacen la transición y siguen teniendo las mejillas rosadas, lo que se puede percibir tantas veces, se encuentran en ese terrible estado.
La materia ha sido abandonada por la vida, o el cuerpo espiritual depuso la vestidura material y el aura vital mantiene con vida la vestidura depuesta.
Solo cuando comienza la primera etapa de decadencia, la materia adopta el color cadavérico.
Entonces todo ha pasado, y el espíritu vive en su nueva existencia.
Así que el aura vital mantiene intacto el cuerpo y cuando se quema la materia, esto ocasionará una sacudida tremenda.
Una mirada en el más allá, 1936
El aura vital solo llega a liberarse del todo en el séptimo grado de descomposición del cuerpo material:
En realidad, ¿qué es lo que destruye la incineración?
¿De qué jugos vitales se despoja al espíritu?
O ¿creen ustedes que cuando los metan en la tierra —o sea, cuando hayan muerto aquí— que el espíritu ya no tendrá nada que ver con el organismo?
Escuchen, les explicaré estas leyes y así podrán aceptarlas.
Es la divina verdad, yo he visto a esa gente y se me concedió vivir las leyes.
Nosotros, como seres humanos, absorbemos el aura vital basta material del organismo, y esa es la materia que en el otro lado sirve para proporcionarnos la tierra que pisamos, de lo contrario nos iríamos hundiendo y dejaríamos de existir.
Esa materia solo la recibimos por completo —o sea, es un aura— cuando el organismo ha entrado en el séptimo grado de putrefacción; entonces absorbemos esa aura, y eso ya empieza cuando hemos abandonado el organismo.
¿Serían todavía capaces de hacerlo con la incineración?
No, por una sola ley —es decir, la incineración— el ser humano se priva de su continuación, el ser humano la destruye, la fuente de su vida y existencia, destruye fundamentos espirituales que ahora le faltan y que le hacen revolotear como una burbuja de jabón, ya no tiene dónde pisar.
Y ¡esto sucede por la incineración!
Así es como cada ser humano tiene que vivir sus propias leyes, pero para su evolución, su sintonización divina.
¿Qué es lo que sabe el erudito, el ser humano, del otro lado, del alma, de sus propios sentimientos?
¡Nada!
Pero entonces ¿por qué quiere hacer algo por esa alma, si de todas formas no entiende, si deforma, desguaza, pulveriza, arde vivo?
Porque eso es, ¿verdad?”.
Preguntas y respuestas 1, 1950
El aura vital espiritual no se destruye por la combustión material, pero el aura se libera con mucha más rapidez que aquella con la que la personalidad puede absorberla y procesarla:
(Señor en la sala):—Maestro Zelanus, me gustaría volver un momento sobre el asunto de la incineración, por la que se destruye el aura... (inaudible). ¿Qué ocurre con esos pueblos donde se incinera a toda la gente sin excepción?
—El aura no se destruye.
(Señor en la sala):—Vaya, pensé que había dicho eso la vez pasada.
(Señor en la sala):—Sí, el aura corporal se disuelve, pero no es destruida.
Es el golpe que uno vive.
(Señor en la sala):—Así que todos esos pueblos, donde se incinera a todo el mundo por su religión...
—Es que no piensan más allá.
(Señor en la sala):—Y quienes son incinerados por un accidente...
—Sí, es todo igual.
Mire, el aura físico es algo que le falta en ese mundo, porque ocurre de golpe.
Recibirá... más tarde la succionará hasta recuperarla.
Pero el aura no se disuelve, en el sentido de que no se puede usar para el espíritu.
Pero ahora todo va demasiado rápido.
Entiende, ¿verdad?
Y entonces lo tiene que vivir usted detrás del ataúd.
¿Está leyendo ‘Una mirada en el más allá’?
Preguntas y respuestas 6, 1951
Debido a que la personalidad no puede absorber esa aura al liberarse, esta queda hecha jirones, pulverizada, arrojada por todas partes:
Y todo lo demás que va ocurriendo quizá no lo pueda saber, porque se le ha extraviado la materia cósmica, su plasma, para ese mundo, anda usted... de pronto deja usted todo tirado por todas partes, todo eso queda desgarrado, pulverizado, ya no tendrá dónde pisar el suelo, y todo eso está relacionado.
Preguntas y respuestas 4, 1952
El aura es necesaria para edificar el cuerpo espiritual:
Porque ustedes no conocen las leyes, detrás del ataúd, para su cuerpo.
¿Cuál es su estado?
¿Qué aura succionan ustedes?
Así que no es posible destruir esa aura, la recibirán lentamente, pero ese golpe lo vivirán espiritualmente, consciente o inconscientemente, es decir, la primera esfera, o un estado más bajo, lo vivirán.
Y esa aura del organismo la necesitan, porque así es como construyen ustedes el cuerpo espiritual.
Porque aquí tienen órganos más bajos para el organismo, ¿verdad?, y esa aura más baja, a su vez, sirve para un sentimiento, una fuerza, una energía fundamentales; ustedes los necesitan.
Preguntas y respuestas 6, 1951
Para comenzar de forma armoniosa la nueva vida espiritual hace falta mucha aura:
Esto, en cambio, es dilatarse, morir es dilatarse hacia una nueva vida.
Y entonces el espíritu, la personalidad, necesita el aura del cuerpo en el ataúd.
Muchísimas auras, siete auras diferentes.
Preguntas y respuestas 6, 1951
La personalidad no es capaz de absorber toda esa aura liberada de golpe porque esa aura vital ha de ser vivida plenamente como sentimiento.
Solo después de la “vivencia en evolución” de esa aura, la personalidad puede decir: esta aura es mía, se ha convertido en mi sentimiento consciente, con ella edificaré mi conciencia espiritual.
Vivir y procesar en sentimiento esa aura vital toma tiempo.
Eso para la personalidad no es posible hacerlo de golpe, igual que no es posible salir de la clase más elemental y jugar a ser catedrático:
Ahora la incineración, miles, millones de problemas.
El ser humano se deja incinerar, deberían mirar ustedes en las tinieblas, no en los infiernos, sí, sí, pero el ser humano que vive entre la tierra crepuscular de la primera esfera y los infiernos, el odio oscuro, profundo, el odio y la miseria profundos y conscientes... tienen ustedes que... allí verán andar a millones de seres humanos, todos incinerados.
¿Entienden?
Ya no tienen cuerpos.
Experimentan ustedes... por el proceso de putrefacción como cadáveres, por la desintegración normal, experimentan ustedes siete transiciones de aura, sobre la que estarán en breve en las esferas... ese es el firme que pisarán.
Si se dejan incinerar, no tendrán dónde pisar, ningún firme, nada, planearán, estarán suspendidos, no podrán estar de pie, ustedes...
Así es como están suspendidos en el espacio, ya no tienen ningún suelo, esa aura se ha quemado, disuelto, adiós, no han tenido tiempo para desarrollar eso.
¿Pueden ponerse a jugar de golpe a ser catedráticos desde la clase más baja?
Entonces primero tienen que llegar a tener el entendimiento, la sensación, como para ponerse a jugar a ser Paganini.
Eso es sentimiento, y este sentimiento lo tienen que edificar, lo vivirán, lo vivirán al tiempo que evolucionen.
Y solo entonces podrán decir: “Esa aura es mía”.
Eso son leyes.
Preguntas y respuestas 5, 1950
Un oyente en una velada de preguntas y respuestas quiere saber qué pasa cuando es incinerado un suicida.
Las consecuencias espirituales del suicidio sin incineración se aclaran en el artículo ‘Eutanasia y suicidio’.
Jozef explica por qué es mucho peor ser incinerado que ser enterrado después de un suicidio.
El ser humano que quiera ser incinerado está atado a la combustión de su organismo por su voluntad.
Jozef explica cómo puede entenderse ese estar atado en sentimiento:
Cuando se incinera a un suicida, lo cual puede suceder por medio de una ‘disposición de última voluntad’, ¿verdad?, se incinera el organismo, pero el espíritu queda entonces atado al fuego.
Si no lo comprendiera usted, es posible explicarlo, por ejemplo, siguiendo a un asesino, que sufre por su ‘remordimiento’ de una forma tan terrible que su espíritu no es capaz de procesar esas penas y que aun así sigue formando parte de la vida.
Ese hombre arrastra su miseria, es incapaz de liberarse de ella, ese ser humano lo experimenta.
Seguimos siendo detrás del ataúd, tal como somos aquí; dicho de otro modo: nada ha cambiado en nuestro interior.
El fuego, creado por la incineración, es horrible.
Uno está quemado espiritualmente, y eso no se puede curar, es algo que el propio ser humano tiene que curar empezando con una vida mejor y, desde luego, enmendando todos sus errores.
Preguntas y respuestas 1, 1950
Para un ser humano que está sintonizado con las tinieblas, la conflagración solo disminuye cuando ha entrado en la luz la personalidad entera:
No hay palabras para describir la miseria que te impusiste tú mismo por la incineración.
Tienes que poder ver tú mismo esta escena tétrica, solo entonces te darás cuenta de que te burlas del alma, el espíritu y la vida, y de que aún no conoces las leyes universales.
Solo cuando la incineración haya llevado a cabo su destrucción material el alma se libera de su organismo, pero va arrastrando esa combustión, es como una antorcha encendida y sigue viva.
Por ahora, este estado no conocerá fin, porque como ser humano tienes tu sintonización con las tinieblas; en tu vida no hay amor y por lo tanto tampoco luz, te sientes materialmente y también el mundo en el que vives posee esa misma sintonización, ¡que son tus sentimientos!
Solo cuando despiertes interiormente, y por lo tanto cambies, habrá un cambio en tu estado.
Pero ahora que sabemos lo difícil que es llevar un nimio rasgo del carácter a lo espiritual, ¿qué hace falta entonces para la personalidad completa?
Y tienes que vencerlo, solo entonces esos dolores irán menguando, se resolverá ese incendio, te resquebrajarás por dentro y por fuera, ya no estará tu sangre vital, mancillaste leyes, las dejaste deformes, ¡la dichosa incineración te lo quitó todo!
Jeus lo ve, es consciente, oye que el ser humano gime, que grita como si se le desollara vivo, podría llorar de lo espantoso que es.
Por supuesto que hacemos lo que sea para ayudar a estos hijos, pero estamos impotentes, porque tienen que aceptar su sintonización tenebrosa y ahora no podemos mover un dedo.
Al maestro Alcar, por encargo de sus maestros, esto le pareció lo más necesario de todo para llevar a los millones de personas de la tierra hasta el análisis espacial, ¡para que tu espantosa incineración desaparezca!
Jeus de madre Crisje Parte tercera, 1952
La atadura en sentimiento a la combustión puede compararse con el estar atado en sentimiento a una enfermedad corporal.
Cuando el ser humano enfermo hace la transición al más allá, la enfermedad material permanece en la tierra.
El ser humano que piensa y siente espiritualmente, se desprende de esa enfermedad corporal al hacer la transición y ya no padece este estado terrenal en el mundo espiritual.
Aquel ser humano puede desprenderse de esa enfermedad en una millonésima de segundo, porque esa enfermedad terrenal ya no forma parte de su nuevo estado espiritual.
(Señora en la sala):—Esa gente que falleció por enfermedades graves, ¿pueden desprenderse en poco tiempo de eso?
—Allí llega usted en diez segundos, en una millonésima parte de un segundo, si tiene, claro, la conciencia...
Preguntas y respuestas 6, 1951
Pero mucha gente no es capaz de desprenderse así, sin más, de su enfermedad corporal cuando se muere, lo mismo que con todos sus demás sentimientos y pensamientos terrenales.
En el más allá sienten y piensan exactamente igual que como lo hacían en la tierra.
En la tierra se sentían enfermos y en el más allá suelen seguir sintiéndose en primera instancia enfermos.
Conservan su personalidad terrenal y por eso todavía no sienten plenamente que su nuevo mundo espiritual es muy diferente que la vida en la tierra.
Todavía no se dan cuenta de que son capaces de desprenderse en un segundo de su enfermedad terrenal, cuando puedan sentir que ya no tienen un cuerpo terrenal.
Pero en sentimiento siguen viviendo en parte en la tierra, aún no han aceptado del todo las esferas ni la realidad espirituales:
Si vive debajo de la esfera, debajo de la realidad, ¿entiende, verdad...?
Si alberga en su interior esa realidad, será libre; y si está debajo de esa realidad, seguirá dando vueltas durante otros miles de años con esa misma enfermedad, también en el otro lado.
Seguirá teniendo sus dolores.
Si ha tenido esta desgracia, y aquella otra, seguirá teniendo esos dolores.
¿Por qué?
Porque su personalidad no es diferente.
Entiende, ¿verdad?
Preguntas y respuestas 6, 1951
Con la incineración también puede tener lugar un proceso semejante.
El ser humano que aún no siente ni piensa del todo espiritualmente sigue andando con ese fuego en sentimiento, hasta que la personalidad entera vive en la realidad espiritual.
Esto no ocurre antes de la cuarta esfera de luz, que también se suele llamar la primera esfera divina, porque allí el ser humano se ha desprendido de todos los sentimientos y pensamientos materiales.
Mientras uno siga viviendo bajo la realidad espiritual de la cuarta esfera de luz al menos se sigue andando parcialmente en la irrealidad del fuego vivido:
Es exactamente lo mismo que la incineración, mejor déjense incinerar.
Andará dando vueltas con ese fuego.
Y entonces el ser humano dirá: pero somos libres del organismo.
Pero lo que es su espíritu, este es inconsciente.
No conoce ni siente usted la realidad, así que vive esa irrealidad de forma consciente, usted es igual.
Preguntas y respuestas 6, 1951
Llevar la personalidad entera hacia la realidad y la luz de la cuarta esfera de luz puede tomar mucho tiempo:
Las cicatrices, recibidas por la incineración, van desapareciendo poco a poco, pero antes de librarse de ellas, habrán pasado por lo menos quinientos años y pasará aún más tiempo antes de que el ser humano haya vuelto a las leyes armoniosas de Dios.
¿Lo comprende?”.
Preguntas y respuestas 1, 1950
El incendio se disolverá finalmente cuando la personalidad sepa ampliarse:
Ahora la incineración tiene que disolverse.
¿Cómo?
Solamente por medio de la palabra.
Debido a que empieza a comprender ahora, debido a que ahora lo elevamos en la veracidad universal para el espacio, para cada cosa, para una esfera, para la paternidad y la maternidad, se disuelve ese incendio, él adquiere ampliación.
Debido a que es estrecho de espíritu, debido a que acepta esa condena, también está atado a ese proceso de incineración.
Y cuando hayamos llegado a ese punto, empezaremos con los sistemas espirituales.
Entonces lo llevaremos al Templo de la madre, al Templo del espacio.
Porque el espacio es madre y dice: “Puede tenderse aquí, enseguida vuelvo con usted”.
Pasan semanas, meses, para otros años y años, hasta que la vida se mueve, hasta que la vida vuelve a relajarse, hasta que el pensamiento experimenta un acto, pensando... pensando: ‘¿Quién soy?
Vivo en el espacio, estoy ahora detrás del ataúd’.
Ese cuerpo ya no dice nada, lo han perdido.
Todo lo que han hecho allí les pertenece, porque ¡es lo que ustedes son!
Cada acto es ahora un paso, es un fundamento, es la base.
¡Ustedes han densificado ese suelo!
Porque el ser humano que se olvida, el ser humano que vive a la buena de Dios, no tiene suelo en nuestro mundo.
Ese suelo, esa base, lo tienen que densificar ustedes mismos por los actos.
Conferencias 1, 1950
Debido a que después de la incineración el ser humano tiene menos sentimiento y conciencia para llevar a cabo actos luminosos y densificar así la tierra espiritual, la edificación espiritual toma mucho más tiempo que si se hubiera enterrado el cuerpo de ese ser humano de forma natural.
Por eso puede tomar cientos de años antes de que se haya vencido interiormente el fuego y de que se pueda proseguir la evolución espiritual.
Pero finalmente ese incendio se disuelve, queda procesado ese choque espiritual y el alma vuelve a controlar su pervivencia espiritual.
Nada puede detener la evolución del alma, las consecuencias de la incineración también son solo transitorias.
La vida del alma es universalmente inconmensurable.
Al final el alma se desarrolla hasta tal punto de que capta por amor y sabiduría todo que se le acerca:
Entonces andarán por plasma astral hasta que se adentren en lo divino, y entonces vivirán el plasma divino.
Y entonces su templo será divino, sus pensamientos serán divinos.
Su vida será universalmente inconmensurable.
Por medio del amor, por medio de una palabra buena ustedes captan todo, absolutamente todo lo que se les acerque.
Ahora hay sabiduría.
Conferencias 1, 1950
El ser humano que abandona la vida terrenal puede ir o bien al más allá, o bien reencarnarse en la tierra.
Antes de reencarnar va al mundo de lo inconsciente para procesar todo lo de la vida anterior y dejar que esto se sumerja en las profundidades de la vida del alma.
Durante una velada de preguntas y respuestas hay un oyente que le pregunta a Jozef si la reencarnación puede resolver las consecuencias de la incineración por el descenso del alma en el mundo de lo inconsciente:
Pregunta: “Pero la incineración lo resuelve todo, ¿no?
Y si el ser humano tiene que volver directamente a la tierra, entonces ¿qué?
¿Entonces el alma no queda libre de ese incendio?
Entonces el alma desciende en el mundo de lo inconsciente, ¿verdad?”.
Jozef dice: “Usted sí que sabe pensar, señor, lo felicito.
Pero tampoco es que sea exactamente así.
Usted ha leído, y de eso se trata para usted, que cuando ha de regresar a la tierra, el ser humano se disuelve en el mundo de lo inconsciente, es el renacer.
Y ¿entonces estaría libre de ese incendio?
Pero ¿ha leído el libro ‘El ciclo del alma’, señor?
¿No leyó que Lantos Dumonché estaba atado a su cadáver y que entonces primero tuvo que esperar hasta que hubiera terminado su vida terrenal normal?
¿Sí lo leyó?
Pues buen, el suicida, que queda libre de su organismo por el fuego de su incineración, sigue arrastrando sus quemaduras hasta que el tiempo, el tiempo normal, armonioso y divino de su evolución lo devuelva a la tierra, y entonces puede empezar una nueva vida”.
Thon añade otra pregunta: “Y ¿tanto tiempo toma eso?”.
Jozef responde: “No se confunda, señor: los seres humanos —de eso se trata ahora— nos hemos echado a patadas de las leyes armoniosas de Dios.
Eso lo hemos hecho nosotros mismos.
Ahora bien, el ser humano que esté en armonía nos precederá.
Esa gente obtiene antes un nuevo organismo, y es algo comprensible.
Por eso, el ser humano disarmónico debe esperar, y mucho.
Aun así, este recibirá algún día un organismo, y será atraído de nuevo, por un hombre y una mujer en la tierra, y entonces empezará una nueva vida”.
Preguntas y respuestas 1, 1950
En la biografía de Jozef Rulof ‘Jeus de madre Crisje’, el maestro Zelanus explica que nosotros mismos tenemos en nuestras manos estar atados o no a nuestro organismo:
El maestro Alcar le aclarará ahora leyes espirituales para la incineración, y después de esto los infiernos y los cielos.
¿Conoces su primer libro, ‘Una mirada en el más allá’?
También para Jeus fue de verdad una mirada en otros mundos; a saber, mundos espirituales.
Su maestro lo conecta ahora con la incineración, porque ¡esa maldita incineración ha de desaparecer de la tierra!
Jeus vive ese estado espantoso como André, el maestro Alcar sigue a un ser humano que durante su vida decidió hacer que lo incineraran, pero sin conocer las leyes de esto.
Jeus ve ahora que esta persona tiene una dolorosa conciencia de su miseria, porque esta personalidad está atada al organismo, por haberse olvidado durante la vida terrenal.
Y ahora ese conjunto se va a los hornos, la personalidad está consciente y lo vive, es lo más horripilante que conocemos.
Este suceso y el suicidio es lo más terrible que puede uno imponerse a sí mismo, y ¡venimos a advertirte de ello, por medio de Jeus de madre Crisje!
Por seguir la vida tenebrosa en la tierra, el alma está fijada al organismo como una personalidad espiritual, y esas son las leyes para tu y nuestra existencia espiritual.
¡Está en tus propias manos!
Puesto que un ser humano que busca el bien, que ama, posee otra sintonización y después de morir se siente libre del organismo, pero a pesar de esa felicidad, también para él la incineración es destrucción material y espiritual.
Todo esto Jeus lo va aprendiendo ahora, y más tarde lo pasará a tu vida.
Jeus de madre Crisje Parte tercera, 1952
Disposiciones de última voluntad
El maestro Alcar dice del director de orquesta en ‘Una mirada en el más allá’ que habría formulado su disposición de última voluntad de otra manera si durante su vida terrenal hubiera conocido las consecuencias espirituales de la incineración.
En el mundo occidental se suele examinar la disposición de última voluntad para determinar lo que va a pasar con el cuerpo material.
Si este ser humano hubiera estado informado de que hay una vida después de la terrenal, habría determinado en su disposición de última voluntad que sus despojos debían ser confiados, de acuerdo con las eternas leyes de Dios, al regazo de la Madre Tierra.
Estas eternas leyes dicen que el ser humano nace del polvo y que al polvo volverá, pero la intención no es que esto ocurra de manera violenta, sino lentamente, de modo paulatino, por la vía natural.
Más adelante verás por qué hace falta que la vestidura material se entierre de la manera convencional.
Este pobre infeliz quería ser incinerado después de muerto y ahora se cumplirá ese deseo.
Una mirada en el más allá, 1936
Cuando fue demasiado tarde, el director descubrió las consecuencias de su disposición de última voluntad.
Durante una velada de preguntas y respuestas una oyente observa que a fin de cuentas es lo que él mismo quiso:
Eso es la incineración.
(Señora en la sala):—... eso lo quisieron ellos mismos...
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):—... pues que lo quisieron ellos mismos, lo determinaron ellos mismos, ¿no?
—Sí, pero yo lo quise; aunque, claro, si usted luego no sabe cómo es esa ley...
Hubo uno que anhelaba convertirse en boxeador.
Y viene otro que le dice: “Bien, pues ven, te lo enseñaré”, y entonces comenzaron y lo pegaron y a la primera de cambio le ponen el ojo morado.
Y dice: “Pero no es eso lo que quería”.
Y dice el otro: “Pues no haberte puesto a hacer boxeo”.
Y así hay miles de ejemplos en la vida.
Otro que quería aprender idiomas, se metió con dieciséis.
Y dice la madre: “Ojalá hubiera sido panadero”.
Con el decimoséptimo terminó en Rosenburg (centro psiquiátrico en La Haya).
Y allí sigue.
Esa mujer vino a verme: “¿Puede hacer algo por él?”.
Digo: “No, señora”, ese de más le costó el cuello.
Dieciséis idiomas.
¿Qué quiere hacer alguien con dieciséis idiomas?
Es la locura de la soberbia.
Aprenda a amar, señora.
Aprenda a estar en armonía con lo infinito y con este lugar de aquí.
De eso hablamos en ese libro: ¿es usted vaga, es usted sucia, es usted comodona, es usted chapucera, una destripadora, una dilapidadora?
Señora, ponga entonces primero los correspondientes pequeños fundamentos y haga que entre en armonía con su casa, su marido, sus hijos; son, pues, los pequeños fundamentos espirituales para ir elevándose.
Preguntas y respuestas 3, 1952
Jozef señala lo importante que es nuestra decisión:
Solo entonces el ser humano vivirá sus leyes de forma consciente, cuando también la personalidad quiera vivirlas como ‘voluntad propia’, y entonces —no me digan que no es evidente— ya no podrá separarse de sí mismo, es su pensamiento y sentimiento, ¡su decisión!
Preguntas y respuestas 1, 1950
Para nosotros mismos y nuestros hijos:
Voy a seguir con la pregunta de L. van Ettingen-Bernhard: ‘Cuando después de su transición se incinera a los niños de cuatro a catorce años, ¿es una traba para su continuación en el otro lado?
Es una decisión tomada por los padres y los niños no pueden intervenir en ella, ¿no?
¿Podría darme una respuesta?’.
Jozef dice: “Escuche bien, en primer lugar esto: se incineran pocos niños, ¡y mejor!
No, el niño no sufre por la incineración.
Cuanta más conciencia tengamos para los pensamientos erróneos y la falta de amor, más significado tiene para la incineración.
Así que cuanto más representemos las tinieblas, más nos puede golpear la incineración y arrastramos esa ley; eso ya lo he explicado aquí completamente.
También pueden leer más al respecto en los libros ‘Una mirada en el más allá’.
Así que el niño no posee la conciencia del ser humano adulto con todo su mal.
Por eso —le habrá quedado claro, seguramente— la incineración no logra impactar sobre esa vida, porque los sentimientos se han desconectado para toda esa miseria.
Esto lo pueden comprender.
En los infiernos no viven niños de entre cuatro y catorce años, ¡no es posible!
También esto lo pueden leer en esos mismos libros, y allí conseguirán una poderosa impresión de sus propios sentimientos y conciencia, pero ¡igualmente de los del niño!
Hay padres locos incapaces de renunciar a sus hijos y que entonces quieren conservar la ‘ceniza’ de esa joven vida.
El otro lado y las leyes dicen: no sean tan lúgubres, devuelvan esa vida a Dios y a Sus leyes.
¿No dijo Cristo ‘En polvo te convertirás’?
O ¿queremos saberlo mejor que Él?
No, mil veces no, ser humano de la tierra.
No pueden destruir al niño por su amor propio, y mejor que así sea, o todos esos pequeños encima tendrían que aceptar y vivir el dolor y la pena por los padres y las madres, bueno, los necios, los miserables ¡que no pueden ni quieren renunciar a nada, que quieren conservar todo lo que es de Dios!
¿Que si es duro?
Lo oyen una y otra vez, así de pobre de espíritu sigue siendo el ser humano.
No, los pequeños no tienen nada que ver con la incineración, solo el ser adulto.
Pero por la incineración el niño sí que pierde algo, y eso, pues, lo hacen esos buenos padres amorosos”.
Preguntas y respuestas 1, 1950
“Decida usted por su cuenta dónde morará después de esta vida...”:
Jozef añade: “Así que quien posea amor, hombres y mujeres, no puede experimentar miseria, aunque se vean ustedes arrancados de cuajo de su cuerpo, su sintonización naturalmente que los acogerá, han colocado fundamentos para su vida interior, y ¡estos no se los puede quitar ni la ley ni el ser humano!
¡Esa es su posesión para la vida detrás del ataúd!
Pero estábamos hablando de infiernos y cielos, del bien y del mal, de pasión y violencia, y también del estar en armonía con las leyes de Dios, ¿verdad?
Ahora decidan por ustedes mismos qué vivirán, pueden hacerlo por medio de los libros de ‘Una mirada en el más allá’; allí es donde pueden vivir su propia sintonización.
Ahora, por esos libros, pueden determinar su esfera.
¿O es que no es cierto, señoras y señores?
¿Están libres de odio, engaño, mentiras, gruñidos y refunfuños?
¿No poseen fundamentos para su vida espiritual, por lo que volvemos a estar ante nuestro ‘diccionario’, y tenemos que poseer todo lo que tiene para el bien, para las leyes armoniosas de Dios?
Pues bien, ¿tiene nuestra amistad una justificación espiritual?
¿Albergamos amor?
¿Tenemos sintonización con las esferas de luz?
¿No hemos hablado de eso cuando juntos estuvimos tratando esas leyes?
Decidan ahora dónde estarán después de esta vida, con qué tendrán sintonización, y entonces sabrán a dónde irán y en qué hay que poner orden todavía para nuestro espíritu, para nuestros sentimientos y la personalidad.
Vamos, compréndanlo, tienen ustedes una profundidad universal, el ser humano es poderoso, porque ¡es una divinidad!
Si aún albergan ustedes complejos de inferioridad, entonces espero que ahora estén en condiciones de echarlos por la borda, de embellecerlos con este conocimiento.
¡Todos ustedes pueden avanzar ahora que saben que tienen que representar a Dios en todo!
Preguntas y respuestas 1, 1950
¿Por qué no se sabe esto?
¿Por qué se conocen tan poco en la tierra las consecuencias espirituales de la incineración?
Muchos de nuestros conocimientos proceden de las experiencias de nosotros mismos y los demás.
Este modo de adquisición de conocimientos no nos es de ayuda aquí.
Muchas personas confían en la ciencia terrenal como fuente de conocimiento.
Esa ciencia se centra en lo que se puede percibir con nuestros sentidos materiales o por medio de instrumentos técnicos.
Esta es una ciencia material que va trazando caminos materiales.
El maestro Alcar indica que no podemos esperar de esta fuente que ofrezca verdades espirituales:
La ciencia que servía de base ha sido despojada de toda fuerza espiritual.
La situación de la verdad espiritual en la tierra ha llegado hasta este punto.
Una mirada en el más allá, 1936
Otra fuente de conocimiento es aquello que nos dieron los clarividentes.
El maestro Alcar señala que también a los clarividentes que no se han desdoblado les cuesta mucho retener el momento de la incineración.
“Toda esta miseria queda oculta para el mundo”:
Solo uno entre muchos miles tiene el don de poder ver como tú y de poder vivir un hecho parecido.
Y los clarividentes que no se hayan desdoblado se tienen que concentrar con mucha fuerza para poder aferrarse al momento en que un ser humano es incinerado.
No obstante les es factible por la ayuda de sus líderes espirituales.
Entonces no solo podrán ver la incineración, sino que, en caso de ser además clariaudientes, también podrían oír los lamentos del torturado y sus chillidos de dolor y miedo.
Toda esta miseria queda oculta para el mundo.
Una mirada en el más allá, 1936
Debido a que muchos clarividentes no ven las consecuencias de la incineración podemos suponer que también hay muchos diferentes grados de clarividencia.
Estas diferencias se analizan en el libro ‘Dones espirituales’.
El maestro Zelanus distingue en ese libro siete grados de clarividencia y mediumnidad.
Explica hasta qué grado llegó Jozef Rulof, los grados en los que trabajan otros médiums y cómo se pueden diferenciar esos grados comparando las actuaciones de estos médiums y los conocimientos transmitidos.
En aquel libro el maestro Zelanus también analiza la gran diferencia entre las culturas occidentales y las orientales y sus conocimientos espirituales acumulados.
Explica por qué Oriente es espiritualmente más elevado que el Occidente materialista, pero que aun así el oriental no llega más allá en su búsqueda espiritual, porque está sintonizado sobre todo con su propia iluminación, no en la mediumnidad servicial.
Por eso no hay en Oriente contacto directo con los maestros de la luz:
En Oriente hay muchísimos filósofos, y se tiene contacto; es extraño que no se puedan recibir estas leyes.
Y ¿por qué no?
El ser humano no se abre.
Hay tantos filósofos, tanta gente oculta en Oriente, y estos mensajes no aparecen.
Al contrario, los filósofos dicen que es “higiénico”.
¿Qué?
¿Cómo es eso?
¿Ven?
Así que allí ni siquiera existe un contacto directo.
Hay centenares de miles que están abiertos, millones, a las leyes metafísicas, a las leyes ocultas, que hablan y ven, que se desdoblan del cuerpo; pero eso otro no lo saben.
Es lo primero que tiene que recibir el ser humano: no aceptes la incineración.
Preguntas y respuestas 6, 1951
Las leyes espirituales de la incineración, del suicidio y del embalsamamiento no pudieron ser traídas a la tierra hasta el siglo XX por los maestros de la luz, porque antes de Jozef Rulof no tuvieron un médium como instrumento que pudiera y quisiera recibir esta sabiduría.
Los maestros señalan que este hecho lo podemos constatar para nosotros mismos comparando la sabiduría que recibió Jeus (Jozef Rulof) con lo que trajeron otros grandes filósofos:
Miles de personas se hacen incinerar, pero sin conocer las leyes detrás del ataúd, las que rigen su alma y espíritu.
Piensan: esto es mejor que esta putrefacción debajo de la tierra, pero no saben que precisamente por medio de esa putrefacción la personalidad espiritual succiona auras vitales que le hacen falta para emprender la existencia espiritual, que sirven de fundamento.
Debido a que el ser humano desconoce su más allá, en nuestra vida llega a pensamientos anormales respecto a sí mismo, eso han tenido que aceptarlo millones de hijos de la tierra.
Ahora estás ante un suplicio aterrador que no se puede comparar con nada y que puedes vivir en la tierra por el mal, esto es tan horroroso y además tan inhumano que hacemos todo para quitar de en medio esa maldita incineración tuya, y ¡que esto es posible solo ahora!
Apenas ahora, estimado lector, porque poseemos un instrumento para esto.
¿Por qué no habló de esto Ramakrishna? ¿Por qué no hablaron de esto Dante, Buda, Pitágoras, los antiguos egipcios?
Porque no podían vivir este contacto.
Estás viendo ya por esto que Jeus recibirá una sabiduría que supera todo.
Jeus de madre Crisje Parte tercera, 1952
El hecho de que en el siglo XX Jozef Rulof pudiera recibir de los maestros los conocimientos sobre las consecuencias espirituales de la incineración, y traerlos a la tierra, demuestra la evolución espiritual de la humanidad.
Los maestros llaman a la era actual en la que vivimos ‘El Siglo de Cristo’.