Tierra crepuscular -- Fuentes

Textos primarios de los libros de Jozef Rulof correspondientes al artículo ‘Tierra crepuscular’.
Según los libros de Jozef Rulof.
Estas fuentes presuponen la lectura previa del artículo ‘Tierra crepuscular’.

Comienzo del despertar

Cuando el habitante del país de odio se ha liberado de su esfera tenebrosa llega a la tierra crepuscular.
Esta es una esfera del despertar:
Aquí nos encontramos en la esfera del despertar.
El ser humano que vive aquí ha recorrido su largo camino desde las tinieblas y ha despertado.
Ya es otra sintonización, aunque todavía no se pueda comparar con la primera esfera espiritual.
El calor entra en su vida, lo que es necesario para el desarrollo.
Sin embargo, aquí todavía no crece nada, no hay verde, no hay árboles, aquí no se puede percibir nada de una vida que florece.
Eso no lo vemos hasta en la esfera de aquí arriba.
El ser humano que vive aquí sigue teniendo sintonización con las esferas oscuras y por lo tanto se puede volver a hundir, si no se opone a eso con todas sus fuerzas.
Por eso muchos vuelven a caer en su estado anterior.
Una mirada en el más allá, 1936
En la tierra crepuscular entra un poco de luz en las tinieblas de los sentimientos, y esa escasa luz queda reflejada en la luz crepuscular exterior de esta esfera del más allá:
Pero allí aún todavía no se puede ver ninguna brizna, ninguna vida, y esa tierra linda con... es cuando se llama tierra crepuscular, allí ya hay un crepúsculo —acabo de decírselo—, allí abajo hay tinieblas, pero empieza a clarear y el ser humano va despertando poco a poco.
Preguntas y respuestas 3, 1952
La personalidad se ha desprendido de los deseos animales del país de odio y pasión y violencia:
Poco a poco vamos al país de las tinieblas, y allí el ser humano ya se ha liberado de sus deseos animales, está sintonizado en una vida más elevada y quiere alcanzar esa vida y conciencia.
La cosmología de Jozef Rulof 5, 1944
André (Jozef Rulof) llega a saber durante un desdoblamiento corporal de su líder espiritual Alcar que a la gente de la tierra crepuscular se le enseña cómo pueden seguir evolucionado dando amor:
Debajo suyo veía un país primitivo; las casas que se habían construido aquí eran como las barracas en la tierra.
Estaban dispersas por todas partes y en ellas vivían personas que habían llegado allí desde las esferas oscuras.
Sabía todo esto por su viaje anterior; Alcar se lo había aclarado.
Allí recibían sus primeras enseñanzas espirituales; se les enseñaba cómo dar amor.
Desde allí empezaba su viaje hacia las esferas de luz, que eran difícilmente accesibles.
Para eso hacía falta lucha y sacrificio.
Pero estaban dispuestas a empezar otra vida.
Allí también había mujeres y hombres, aunque todavía no había calor en ellos ni en la naturaleza; todavía estaban muy alejados de poseer esa luz sagrada.
Muchos de ellos recaían en su estado anterior y tendrían que volver a empezar.
Una mirada en el más allá, 1936
Junto a los espíritus de luz que se han liberado del país de odio, a la tierra crepuscular también llegan personas de la tierra:
—Sí, Alcar, le entiendo en todo.
En el lugar a donde vamos ahora, ¿los seres provienen todos de las esferas oscuras?
—Sí y no, André, es decir: ambas cosas.
Muchos llegan aquí desde la tierra, otros recorrieron el largo camino desde las tinieblas hasta la luz.
Los que han venido de la tierra viven en un estado inconsciente y por lo tanto son muertos en vida, porque piensan que siguen viviendo en la tierra; así que desde aquí empieza su desarrollo.
Una mirada en el más allá, 1936

Hacia la luz

Cuando el alma se libera de los sentimientos de odio, pasión y violencia, empieza a sintonizar con la tierra crepuscular grisácea que linda con el país de odio.
Cuando sigue evolucionando en amor alcanza una sintonización más elevada, que también se llama tierra crepuscular, pero en la que hay más luz:
Ya ves, se va haciendo más y más oscuro; nos hemos acercado a la tierra crepuscular.
Este cielo de un azul pardo es la esfera que colinda con las regiones oscuras.
Pero tenemos otra tierra crepuscular más; esta colinda, no obstante, con las esferas de luz, donde empiezan las regiones elevadas, aunque esta se usa como esfera de purificación.
Una mirada en el más allá, 1936
La tierra crepuscular más elevada es un estado brumoso con más luz que la tierra crepuscular parduzca, que es limítrofe con el país de odio:
Y entonces hay un reino de las esferas sintonizado con el país de odio, o sea, es cuando estamos justo fuera de ese odio, de esa pasión, y cuando después nos vamos elevando, aparecerá un mundo de las esferas, un estado nebuloso, que nos conducirá, a su vez, a pensamientos y sentimientos más elevados.
Porque aquellos junto a ese país de odio..., es un mundo con un color como de café (marrón), es una esfera de una luz parduzca, tenebrosa, negra no es, no existe la luz negra, sino que es un estado oscuro, donde ya no hay ninguna lucecita, nada, ni una brizna de hierba, una llanura árida, árida, vacía, pelada, con montañas y valles.
Preguntas y respuestas 3, 1952
En la tierra crepuscular más elevada aparecen las primeras briznas de hierba:
Pero llegará usted a ese país de las esferas: donde linda con la primera esfera, allí volverá a ver de esos brotes minúsculos de hierba.
Pero no hay primavera, no hay verano, no hay pajaritos, no se oye su trino, señora.
No llegará a ver allí el sentimiento de esa gente —la cordialidad— que la conduce directamente hacia arriba, y que da algo de calor; allá todavía gruñen y dan patadas y pegan.
Preguntas y respuestas 3, 1952
En la tierra crepuscular el ser humano tiene una sintonización de los sentimientos basta material:
—¿A dónde vamos ahora, Alcar?
—A la esfera de purificación, un estado basto material.
Colinda con la primera esfera existencial en el espíritu.
Allí vemos luz, aunque en un ambiente gris de otoño, en comparación con la tierra.
Todo vive en una sintonización material basta, igual que el ser humano que vive allí.
Murieron en la tierra, aunque no lo sepan.
Una mirada en el más allá, 1936
La naturaleza fría y desapacible es el vivo retrato de la fuerza interior de los sentimientos:
Allí también hace un frío crudo.
Es como el ambiente de otoño en la tierra, cuando en la naturaleza todo se va extinguiendo.
Es la viva imagen de la fuerza de sus sentimientos interiores.
Ellos tampoco sienten el calor que siente un espíritu feliz.
Sus sentimientos basto materiales residen en todo.
Una mirada en el más allá, 1936
También aquí conviven todos los que tienen el mismo grado de amor:
—¿Allí también convive todo?
—Ese ser uno es para cada estado de este lado.
Donde sea que entres conviven todos los rangos y posiciones.
Los que poseen una sola sintonización, que es el amor, serán uno.
No tiene nada que ver con ser sabio ni con títulos de la tierra.
Aquí solo tiene valor el amor, el sentimiento que encuentra sintonización en el espíritu.
Si su amor no es espiritual, todo carece de valor.
Una mirada en el más allá, 1936
En el libro ‘Aquellos que volvieron de la muerte’, el cochero Gerhard ofrece una detallada descripción de esta tierra crepuscular a la que ha ido a parar:
Seguí a mi preceptor hacia afuera.
¡Qué extraño me pareció todo!
Vi que el edificio en el que ahora me encontraba era muy grande; también que había sido construido de manera terrenal.
Podría alojar fácilmente a mil personas.
En todos lados veía gente y muchos llevaban ropa terrenal.
Algunos llevaban túnicas que eran muy diferentes a todas las demás.
¿Eran preceptores, como el hermano que me enseñaba cómo poder hacer la transición a esta vida?
Llevaban la misma túnica que la de mi hermano, por la que me parecía reconocerlo.
Luego vi a personas que se habían ataviado con joyas terrenales y que llevaban ropa magnífica, pero también vi a otras que iban en andrajos.
Había personas viejas y jóvenes; los jóvenes habían llegado a la edad de veinte, pero no vi niños.
La naturaleza era más o menos como el otoño en la tierra.
¿Ya empezaba a hacerse de invierno aquí?
Realmente, ¿en qué mes del año vivía?
No tenía idea y me pareció aquí frío y húmedo, además de aburrido.
No era una naturaleza para quedarse a vivir y sobre todo no para recuperarse.
El otoño en la tierra se veía verde y amarillo, pero ni siquiera eso vi aquí.
Esta naturaleza era tan extraña, tan antinatural.
Pareciera que todo estuviera desteñido y los cultivos todavía no hubieran madurado.
No podía imaginarme otra cosa (—dijo).
Aquellos que volvieron de la muerte, 1937
Aunque su guía y hermano espiritual le había explicado cómo se iba edificando su esfera por el sentimiento de los habitantes, Gerhard no fue capaz de retener esa explicación cuando hizo su primer paseo por esta esfera:
El hermano caminaba delante de mí y yo lo seguía.
Todo con lo que me encontraba era extraño.
¿Dónde estaba?
No pensaba en todas esas explicaciones, ni en lo que me había aclarado el hermano.
No podría hacer comparaciones, porque todo lo que veía era nuevo para mí.
‘Ya lo sé’, pensé de repente.
Esta atmósfera es como si fuera a llover pronto, hay niebla.
Íbamos por un camino que serpenteaba a través del paisaje.
A pesar de la niebla, podía observar los alrededores hasta bastante lejos.
Me sentía frío y tenía escalofríos; un poco de sol me sentaría bien.
Si tan solo no tuviera que quedarme aquí mucho.
Como ya dije, vi a muchas mujeres y a muchos hombres.
Nadie reparaba en mí y eso me extrañó mucho; no se dignaban mirarme.
Pero ¿es que no veían que acababa de llegar aquí?
¿O no querían tener nada que ver conmigo?
¿Tenían un rango superior y eran de orígenes más altos?
No lo entendía y me sorprendía mucho.
¿Carecía yo de valor como para no dedicarme un momento?
Ni uno parecía sorprendido de que yo estuviera aquí; todos hacían como que no era asunto suyo.
Parecía que estuvieran afligidos, tan silenciosos e introvertidos estaban.
Pero ¿en qué estarían pensando todas estas personas?
No podía averiguarlo y, entretanto, el hermano iba muy por delante de mí; ya se lo preguntaría más tarde.
Por lo visto, él también estaba absorto en sus pensamientos, así que no quería molestarlo.
Pero me parecía que la mayoría de todas estas personas estaban enfermas; estaban tan pálidas.
‘Pues bien’, pensé, ‘entonces aquí no se repondrán pronto; este no es un clima sano’.
Pero debe de ser posible encontrar otras regiones además de esta, ¿no?
Todo lo que veía era tan terrenal.
Aquellos que volvieron de la muerte, 1937
El hermano le había enseñado que tenía que deponer sus pensamientos terrenales para evolucionar espiritualmente:
El hermano me había dicho que me tenía que concentrar, pero ¿en qué?
También que pensara, así que no hacía otra cosa que eso; incluso pensaba demasiado y ya me estaba cansando.
Ahora sí que estaba ocupado en deponer los pensamientos terrenales.
Le parecería glorioso que me esforzara tanto.
Nunca en mi vida había reflexionado tanto como ahora.
Pero no veía más que caras largas y personas enfermas.
Otros, lo percibía claramente, estaban afligidos; no se me escapaba nada.
Todo recibía mi plena atención, pero en lo que realmente debería fijarla, en eso no pensaba.
Vivía en la eternidad, y aun así pensaba de manera terrenal.
No veía flores, pero las flores mueren en otoño; ‘Debe de ser por eso’, pensé, ‘que no las veo’.
Una acequia bordeaba la avenida y también el agua en ella era gris; todo estaba cubierto por los tonos pardos del paisaje.
No me faltaba curiosidad por saber a dónde me llevaría el hermano.
Ya había avanzado mucho más que yo.
También vi a personas diferentes de las que ya había observado y no entendí por qué tenían ese aspecto.
Estas no estaban tan pálidas y noté en ellas más salud y vida, porque su color de tez era distinto.
¿No eran como aquellas otras?
No encontraba en ellas lo pardo que veía en la naturaleza.
Las miraba con pleno interés, pero también ellas actuaban como si no existiera.
¿No era yo un ser humano como ellas?
¿No era hermano en el espíritu?
¿Eran más que yo?
Aquí no se hacían distinciones, y ellas, ¿qué hacían?
¿Eran los ricos de la tierra?
Esas personas, ¿no querían tener que ver nada conmigo?
‘Son todas unos pobres diablos’, pensé.
¿Qué se creían?
Algunas pasaban casi rozándome y, aun así, por lo visto no era nada para ellas.
Aquellos que volvieron de la muerte, 1937
Y entonces Gerhard recibe respuesta a sus muchas preguntas:
Por fin el hermano me esperó y me dijo que me sentara.
A las faldas de una colina encontré un lugar hermoso y me senté allí.
¿Me hablaría el hermano de esas personas?
Lo había sentido bien, porque dijo: “Ya empezó usted a adoptar pensamientos; eran en realidad los míos”.
“¿Los suyos?”, pregunté.
“Sí”, los míos.
Me pareció asombroso, a pesar de no haberme percatado, ya que se me habían ocurrido como todos los demás.
“Escuche”, dijo el hermano, “lo que voy a decir.
Le había pedido que reflexionara acerca de todo lo que hablamos; si no, no avanzaremos”.
Ya me alegraba, ¿así que me había esforzado?
Pero continuó.
“Todas estas personas con las que se encontró han llegado aquí como usted, así que ellos también han muerto en la tierra.
Llevan su ropa terrenal y no conocen otra, porque no logran concentrarse, ni poseen el amor necesario para ello.
Cuando lleguen a la primera esfera la depondrán, antes no.
Así que llevan esa ropa como usted, porque no conocen otra vida.
Nuestra vida, ya se lo he aclarado varias veces, es una vida de pensamientos y, según el ser humano posea y sienta amor, encontrará su sintonización en esta existencia espiritual.
Su vida, como la suya, no fue mala; de eso también hablamos ya.
Seguí el curso de sus pensamientos.
Las personas que ha visto con ese color de tez diferente pronto se irán de aquí.
Por lo tanto, los que viven aquí no han asimilado nada en la tierra.
El amor de usted por los demás lo salvó de una perdición total; si no, habría entrado en otra esfera.
Aquí todo es pelado y gris, ¿no es cierto?, pero nosotros conocemos otras tierras, que son más bellas y donde el hombre no encuentra más que felicidad.
Allí también hay flores y vegetación y la gente lleva túnicas espirituales.
Aquellos que volvieron de la muerte, 1937
Luego le llega a Gerhard la gran sorpresa: ¡él mismo es como la naturaleza en la que mora!
Me sorprende cómo piensa de la naturaleza y cómo forma sus comparaciones.
Sin embargo, describió esta naturaleza bastante bien, pero no se le olvide de que describía su propia imagen.
Usted es como la naturaleza”.
“¿Cómo dice, que soy como la naturaleza?”.
‘Si eso era cierto’, pensé, ‘entonces es que llevo el otoño y la niebla dentro’.
Me dio risa.
Sin embargo, el hermano se mantuvo serio y dijo: “No se ría, amigo querido, espere un poco, tengo más cosas que contarle.
Sus pensamientos acerca de la vida y la naturaleza de este lado son graciosos.
Aun así, le aconsejo que empiece a pensar de otra manera.
Así no llegará usted.
Le repito, describió su propia imagen, así que piense un poco sobre eso.
La naturaleza es el fiel reflejo de su sintonización interior.
Cuanta más belleza haya en su pensar y cuanto más puros sean sus pensamientos, así cambiará su entorno y se hará más bello.
La naturaleza es como usted mismo se sienta.
Hay vida, pero no hay amor espiritual ni conciencia.
Por eso todo está gris y con niebla, y por eso está usted, como ellos, enfermo en su interior”.
Me estremecí; el hermano continuó hablando: “No lloverá aquí, como pensaba, sino que seguirá estando así durante miles de años más, hasta que esta esfera se disuelva en una esfera de luz.
No hay luz aquí, ni la hay en usted.
Poseer luz de este lado, mi estimado amigo, es saber.
Poseer luz es felicidad, mera felicidad y eso significa amar la vida que se encuentra en todo.
Aquellos que volvieron de la muerte, 1937
En el amor no hay pobres diablos:
Significa sentir amor por los demás y entender la seriedad de la vida.
Entonces no se habla de pobres diablos; entonces se respeta la vida, siempre y en todas partes”.
Pensé que la tierra me tragaría; él sabía en qué había pensado yo.
“Entonces esos otros pensamientos están lejos de usted”, prosiguió el hermano tranquilamente mientras me miraba en la profundidad del alma.
“Entonces inclinamos la cabeza y rezamos desde lo más profundo de nuestra alma y le rogamos a Dios que nos perdone.
Entonces siempre seguimos reflexionando y no nos hace falta que el otro nos repita las cosas diez o veinte veces.
Entonces el ser humano se llena de respeto.
Entonces no se juega con la vida, sino que se siente veneración por la de los demás y se hace la transición en amor.
Espero que usted vaya ganando en seriedad, porque sigue sin darse cuenta de lo terrible de su propio estado.
Pensaba usted: pero ¿cómo es su pensamiento?”.
Me asusté mucho.
“Por lo tanto, la vida en la naturaleza”, siguió el hermano, “no podrá madurar hasta que otra fuente de calor la irradie.
Aquí no hay sol, no hay luz, así que todo sigue triste y desgraciado.
Seguirá siendo así en quienes vio, y también en usted, por ahora.
Tendrá que permanecer aquí por un tiempo y eso depende de usted mismo.
Eso está en sus propias manos, igual que con las personas que se encontró.
No me mire con tanto miedo; hacía falta mostrarle la seriedad de la vida.
Tampoco le tenga miedo a su estado, porque ya hay fuerzas en usted y no se ha perdido todo lo que le he dicho.
Pero reflexionará cada vez más profundamente y recorrerá paso a paso el sendero que hemos cubierto.
Aquellos que volvieron de la muerte, 1937
En el amor sí hay respeto:
Los que caminan por aquí piensan en su vida en la tierra y en la vida en la que se encuentran ahora.
Piensan y reflexionan acerca de todas las experiencias que han adquirido en esta vida.
Van a comparar las dos situaciones vitales e intentan asimilar los tesoros espirituales de ambas.
Por lo tanto, meditan, reflexionan acerca de todo e intentan alcanzar un estado diferente pero más elevado.
Sienten profundamente lo que los hermanos y las hermanas les aclararon y mostraron.
Lo que viven de este lado se convierte en su posesión.
Así que poco a poco empiezan a pensar espiritualmente y de esa manera hacen la transición a esta vida.
No hacen otra cosa que liberarse de su vida terrenal y en eso nadie los molestará.
Sienten y saben que usted pasó a su lado, pero están demasiado absortos en sí mismos para prestarle atención.
No quieren que se les moleste y aquí también se respeta al ser humano que se busca a sí mismo.
Pero aquí también viven miles que siguen sin buscarse a sí mismos y ya llevan años aquí.
Luego se los mostraré; a algunos ya los ha observado.
Los que se buscan a sí mismos, sopesan los pros y los contras, separan los buenos rasgos de los malos, hasta que hayan depuesto sus sentimientos materiales y los hayan convertido en los espirituales.
¿Siente cuál es el sentido de esta vida?”.
Sentí remordimientos y ya me estaba entristeciendo haber pensado con tanta indiferencia sobre estas personas.
Aquellos que volvieron de la muerte, 1937
Podrá encontrar más información sobre Gerhard y su vida en la tierra crepuscular en la tercera parte del libro ‘Aquellos que volvieron de la muerte’.

Muertos en vida

Los habitantes de la tierra crepuscular que llegaron de la tierra siguen pensando de modo terrenal.
Muchos no se dan cuenta de que ya no viven en la tierra:
Los que están allí a donde vamos ahora viven en la vida eterna, aunque sigan queriendo pagar con dinero terrenal lo que se hace por ellos y muchas otras cosas.
—¿Qué dice?
¿Con dinero?
—Sí, André, es que piensan que siguen viviendo en la tierra.
Sus sentimientos, la naturaleza, todo tiene sintonización con la tierra.
De otro modo, pues, no es posible.
Es una prueba de lo verdadera que es la vida de nuestro lado.
Una mirada en el más allá, 1936
Si tenían una fe en la tierra, se la llevan con ellos al más allá.
Los predicadores de esa fe siguen predicando su doctrina, porque conservan la sensación de que tienen que convertir y enseñar a otras personas.
Si en la tierra predicaban que Dios condena al fuego eterno en el infierno al hombre que comete grandes pecados, siguen proclamando esa doctrina de condena en la tierra crepuscular:
Hay muchos otros estados, que son más tristes que ese inocente pagar con dinero.
Conocemos otros.
Hay aquí clérigos de la tierra que en la vida después de la muerte siguen hablando del infierno y de condena, mostrándoselo a los demás.
Aquí, mientras ya están en la eternidad.
—Eso no puede ser, Alcar, ¿verdad?
—Te digo nada más y nada menos que la triste verdad.
Miles de personas los siguen.
Los conocerás cuando lleguemos allí.
Fundan sus parroquias y hablan de condena eterna.
—No lo puedo creer, Alcar.
—Desgraciadamente, es la verdad.
En la tierra se estancaron en sus dogmas y siguen a ciegas a sus predicadores en lo que les proclamen.
Detestan a los que profesen otra religión y si estos se atrevieran, los harían pedazos.
Todos son fríos y áridos, los clérigos con ellos.
Y ahora que sabemos que el ser humano siente conforme se manifieste, hace actuar y actuará, todos son seres infelices y fríos.
¿De qué otro modo podría ser?
Si conocen a un Dios de violencia, no quieren ver ni sentir a un Padre de amor.
Así tendrán, en la vida aquí, una misma sintonización como tenían en la tierra.
Así lo sienten y no lo quieren de otra manera.
Una mirada en el más allá, 1936
En el más allá a estas personas también se les llama “muertos en vida”:
¿Es amor?
¿Es Dios un Padre, podría Dios ser un padre, si condena a Sus hijos?
No, por suerte no, nosotros conocemos a otro Dios que el que ellos sienten y conocen.
Toda su vida en la tierra no han hecho otra cosa que predicar sobre la condena.
¿Le da al ser humano el calor que lo hace sentir tan feliz de este lado?
¿Cuáles son sus posesiones, si su Dios es un Dios de violencia?
Su fe y su saber es pobre en fuerza espiritual.
Así como sienten, todo es frío y árido, hijo mío, igual que la espiritualidad de la tierra.
Todos los que hablan de infierno y condena son fríos.
Rezan toda su vida, pero aun así no tiene fuerza.
Sus oraciones son frías y carecen de toda vida.
Todo está muerto, como lo están ellos mismos.
Por eso, aquí los llamamos los muertos en vida.
También están muertos, porque no sienten la vida, pues la vida no condena ni asesina, ni conoce violencia, porque la vida es Dios y significa Amor.
Una mirada en el más allá, 1936
Aún no han conocido un Dios de amor:
Tampoco sus sermones consoladores tienen valor.
Su canto desafinado es el lamento por calor y luz, que no significa más que debilidad.
Suena como una tormenta, es el bramido de un huracán, es destructor, porque es falso.
Interiormente sienten un Dios de venganza, por eso todo es falso, nada es real, como su propia vida.
Todo será como sienta el mismo ser humano y así encontrará sintonización aquí.
Sus oraciones solo serán fuertes cuando estén en armonía, cuando sean uno con la vida.
Son bellas palabras, aunque carentes de sentimientos y fuerza, las que calentarán al ser humano.
Son los sermones de aquellos que predican sobre un Dios de venganza, sobre el infierno y la condena.
Por eso su sintonización es un estado basto material.
Algún día sabrán que Dios es un Padre de amor.
Lo sentirán, André, algún día, en esta vida.
Una mirada en el más allá, 1936
Su cuerpo espiritual refleja su sentimiento como vejez, son viejos por dentro, están acabados:
Ahora estamos en otra esfera, allí donde viven los muertos en vida de la tierra.
André vio un país que se parecía al planeta tierra, como se lo había aclarado su líder espiritual.
Estaba envuelto en una emanación gris.
Aquí hacía un frío áspero.
Había más vida que en aquellas otras esferas, pero todo estaba todavía en un estado antinatural.
En la tierra todo era verde, aquí la naturaleza llevaba una túnica gris.
Veía a personas, muchas de ellas viejas, con las espaldas encorvadas.
Cargaban con el sufrimiento de la tierra.
Les oprimía los hombros.
Los hacía perecer.
No veía a personas jóvenes, vigorosas, no se las podía encontrar aquí.
Aquí solo vivían ancianos, interiormente estaban viejos y gastados.
Tampoco había niños.
Era extraño no ver más que ancianos.
Donde vivieran personas, vivía de todo, también niños, también jóvenes, ¿no?
Le parecía muy extraño.
¿Cómo explicarlo, cómo era posible?
¿Qué significaba?
Era terrible verlos así.
Ahora pensó en las explicaciones que Alcar hizo de todas las otras esferas.
Llevaban esta vejez interiormente.
Era su sintonización espiritual.
También vio muchas casas y edificios.
Además, iglesias y a lo lejos una pequeña ciudad.
Todo era pelado y frío.
En la tierra, todo era más bello, y eso que estaba en la eternidad.
Este estado era triste.
En la tierra estaban cien veces mejor que en la eternidad.
Una mirada en el más allá, 1936
Alcar quiere hablarles a los habitantes y pide también a André que muestre lo que ha aprendido en los años pasados por sus desdoblamientos:
—Tenemos suerte —dijo Alcar—, se están reuniendo.
También lo hacen en la tierra.
Ya ves lo natural que es su vida.
Nos quedaremos aquí, tal vez nos escuchen.
Quiero intentar dirigirme a ellas y tú, hijo mío, me ayudarás a hacerlo, ¿no es así?

André miró a su líder espiritual, como si quisiera decir: ¿tengo que dirigirme a ellas?
—Sí, André, ¿no quisieras contarles lo que te he mostrado y lo que te mostraré?
Si lo lográramos, entonces ábrete, yo te ayudaré.
Quiero ver si en todos los años que hemos estado juntos has aprendido.
Una mirada en el más allá, 1936
Esto es nuevo para André:
André se sentía nervioso.
¿Qué se lograría con todo esto?
Alcar le dijo:

—Ahora, hijo mío, ya estás bajo su influencia.
Haz que piensen como quieran, dales un lugar en tu corazón, adóptalos en tus sentimientos, siente amor por ellos, el amor obra milagros.
Si dudas, tenemos que seguir, porque también ellos nos atacarán, pues nos consideran intrusos.
¿Por qué miedo, André?
¿Te pueden enseñar algo?
No te sobrestimes, pero sobre todo no te subestimes.
Significará tu perdición.
No hay nada que temer si sientes más amor que ellos.
Ahora me voy.
Una mirada en el más allá, 1936
Pero hay que pedir permiso para un discurso:
André se quedó solo.
Allí, frente a él, había cientos de seres y a lo lejos se venían acercando más hacia este lugar.
¿Se reunirían aquí?
Eran muertos en vida.
Él, como ser humano terrenal, sabía más de la eternidad que ellos.
En la Tierra Estival había visto a su tía, que había dejado la tierra como vieja para llegar allí rejuvenecida y bella.
Inmediatamente después de deponer su vestidura material había adoptado su estado espiritual.
Era bella y joven en esta vida, y ¿cómo eran ellos?
Estos seres tenían las espaldas encorvadas, eran viejos y todo esto por falta de amor.
Oh, ya deseaba que hubiera llegado el momento, que pudiera empezar.
Deseaba con fervor que le fuera concedido abrirles los ojos.
Sintió que se tranquilizaba, lo fue invadiendo un glorioso sosiego.
Allí ante él vio a una persona alta, vestida como un clérigo terrenal.
¿Era uno de esos seres que incluso aquí predicaban sobre el infierno y la condenación?
Se alejó de todos los demás y se ubicó en un pedestal elevado.
¿Hablaría él también?
¿Y dónde estaba Alcar?
No veía a su líder espiritual en ninguna parte.
El clérigo lo miró y André sintió que veía en él a un extraño, que no debía estar aquí.
Era como si le preguntara lo que buscaba aquí, tan solo.
No le quitaba ojo, como si quisiera perforarlo.
Resistió esa mirada cruel y sintió cuánto frío hacía en su interior.
Allí estaba Alcar, su líder espiritual apareció de entre ellos.
Alcar se acercó al clérigo e intercambió algunas palabras con él.
Claramente oyó que Alcar dijo:

—¿Podemos dirigirle la palabra a su congregación?

Desde su pedestal el clérigo miró a su líder espiritual de manera desafiante, con los brazos cruzados en el pecho, y tardó unos segundos en contestar.
Una mirada en el más allá, 1936
El “sacerdote” pronuncia su dictamen:
Finalmente habló, y su pregunta fue hosca.

—¿Quién es usted?

—Nosotros —oyó que decía Alcar—, somos sus hermanos, venimos a usted desde otra tierra, en amor, en el verdadero significado de la palabra.

El clérigo sonrió con sarcasmo.
Seguía allí, de pie, mirándolo con altanería, como en su momento Nerón mirara a Roma.
Su viejo rostro tenía profundas arrugas.
Finalmente habló.
Fue un momento de tensión.
Qué sencillo era Alcar, y en toda su sencillez esperaba cuál sería la decisión del clérigo.
André sintió una lección de vida en la acción de Alcar, solo se podría lograr algo en amor.
—¿Viene en nombre de Dios?

Estas palabras le latiguearon el alma, por ser pronunciadas tan fríamente.
Este infeliz le preguntaba a su líder espiritual si venía en nombre de Dios.
He aquí el ser humano.
Qué se creía.
Alcar lo miró con respeto y contestó:

—Venimos a ustedes en nombre de Dios, como ya le dije, en el verdadero sentido de la palabra.

—Le doy media hora —fue su respuesta.
Una mirada en el más allá, 1936
Alcar ofrece su discurso y después da la palabra a André:
Como en un fogonazo le llegó a André: “Habla de la naturaleza y conéctalos con la vida”.
Empezó de inmediato y sentía que se le estaba ayudando.
—¡Hermanas y hermanos!
Venimos de otra tierra para contarles lo bello que es donde nosotros y les pedimos que visiten nuestra tierra.
Nuestra tierra es hermosa, también la naturaleza es diferente que aquí.
El cielo es de color claro y en todas partes crecen y florecen flores, que no se marchitan nunca, sino que se mantienen frescas eternamente.
Construimos nuestras propias casas, como lo queramos nosotros mismos.
Ninguna de ellas tiene la misma arquitectura.
Es porque cada ser también es diferente, posee una personalidad propia.
Como nos imaginamos nuestra casa interiormente, así será.
Podemos construir nuestra casa según nuestros deseos, entre las montañas o en planicies, junto a agua y ríos.
Pero en ninguna otra tierra podemos conseguir lo necesario para ello.
Podemos recurrir a todo lo que crece y vive en nuestra tierra.
Al mismo tiempo sabemos que en otras tierras donde igualmente viven personas tampoco es posible comprar material de construcción de otras tierras.
Tenemos que obedecer leyes.
Esas leyes se corresponden con el estado interior del ser humano que viva allí.
Significa que no podemos ni debemos ir por encima de nuestras fuerzas.
No podemos incorporar los materiales de otras tierras por la sencilla razón de que en la nuestra reina otro clima, por lo que todo se derrumbaría.
Convivimos como hermanas y hermanos.
Vivimos en amor por los demás y nunca les mentiremos o engañaremos, ni siquiera en pensamientos.
Lo que les parecerá extraño es que lo sabríamos de inmediato, pues podemos seguir el curso de los pensamientos de otros.
Por eso, todos son honestos y un hermano o una hermana se abre, se abre por completo a todos los demás.
Cuando vemos a una hermana o a un hermano, nos vemos a nosotros mismos, porque poseemos un solo amor y estamos en un solo amor, por lo que nuestra vida no es más que felicidad.
Una mirada en el más allá, 1936
André cuenta en detalle sobre las esferas de luz y termina su discurso así:
Todos vivían en la tierra y murieron allí.
Viven en la eternidad, pero han echado a perder su vida terrenal, porque era material, por lo que han llegado a este estado; no saben nada de una vida espiritual, porque se han blindado contra esa vida.
Recen para que Dios les abra los ojos.
¿Dónde están sus hijos?
Ellos también viven aquí, de este lado, aunque en otras tierras.
Son más bellos e inmaculados, de modo que no pueden verlos, porque poseen esa sintonización más elevada.
Sientan su estado antinatural y comparen su vida con una más elevada, espiritual, donde algún día vivirán eternamente.
Ahora chocan con todo lo que hay en esa tierra, también con sus propios hijos.
Ni aquí ni nunca jamás volverán a ver a sus hijos (aquí).
Los encontrarán allí donde no hay más que amor, en belleza celestial.
Es la voluntad de Dios, amigos, que sigan Su camino.
Dios es amor, amigos, Dios es luz, felicidad y vida.
Una mirada en el más allá, 1936

Individuo y humanidad

A la tierra crepuscular también llegó el maestro Alcar después de su vida terrenal:
Mira, André, estamos en la tierra crepuscular, aquí viví.
Cuando hube muerto en la tierra, desperté en este planeta y fue mi sintonización.
La mayoría de la gente llega aquí desde la tierra y todos ellos no son ni buenos ni malos, sino que no llevan posesiones espirituales.

También a mí se me convenció de mi propia vida, aquí me sacaron del sueño a sacudidas y despertó mi interior.
El origen del universo, 1939
En cada esfera convive la gente que tiene el mismo grado de amor, pero además de eso siguen diferenciándose por los rasgos de carácter adquiridos:
Somos uno solo en el amor, no en el arte ni en los sentimientos, y lo que sepa hacer uno, no por eso también sabe hacerlo el otro, aunque viva en el mismo estado, en una sola esfera.
Algunos sienten algo por el arte, otros por la ciencia, y aun otros tienen otros sentimientos y no es solo así en la tierra, sino también de este lado.
El origen del universo, 1939
Jozef Rulof explica que cada esfera en el más allá tiene siete transiciones de sentimiento para poder alcanzar la siguiente esfera más elevada:
Sin embargo, ¿qué es y cómo es en realidad esta tierra crepuscular?
Pues bien, el ser humano con la sintonización más baja, de esta misma tierra crepuscular, vuelve a tener contacto y sintonización con la tierra que tiene sintonización directa con la esfera de odio; así de profunda es esa esfera, y ¡también allí vivimos esas siete transiciones!
Preguntas y respuestas 1, 1950
Harían falta muchos libros para describir todas las transiciones en todas las esferas.
Por eso solo se dan algunos ejemplos para obtener una idea global del grado de sentimiento:
Pero si los maestros quisieran analizar cada uno de los grados de vida de todas las esferas, tendrían que escribir libros para cada transición, siempre más libros.
Solo así sabríamos cuál es la estructura de una esfera de estas.
Pero si piensan un poco más allá, también lo sabrán, porque ejemplos no faltan.
¡Gerhard, el cochero del libro ‘Aquellos que volvieron de la muerte’, es uno de ellos!
Preguntas y respuestas 1, 1950
Lo principal es describir cómo se sale de una esfera, qué se puede hacer para evolucionar a mayor altura:
La cuestión principal es, pues, ¿cómo se sale de una esfera?
No me altero por las esferas de luz, señoras y señores, pero sí por la pregunta de cómo puedo abandonarlas.
Preguntas y respuestas 1, 1950
Cuando el ser humano está equivocado y no lo reconoce, ya se sitúa en un mundo crepuscular:
Despierten y admitan que se han equivocado, porque este escaso estar equivocado, este yo pequeñito y nimio como rasgo de carácter los coloca en la oscuridad, en un mundo tenebroso, y no quiere ser ni significar otra cosa que: la tierra crepuscular, el ser inconsciente, el no querer, el ser demasiado vago para aceptar ese despertar, el negarse en redondo a acoger esta concienciación, la soberbia, la locura, la fanfarronería del ser humano que se siente social y material... sí.
Conferencias 2, 1951
Para alcanzar la primera esfera de luz también hay que vencer las pequeñas mentiras:
Y sí, sí: una madre de ochenta años, un chico de dieciséis y una niña de ocho años han pasado de lo terrenal a lo eterno.
La viejita volverá a la tierra y han de aceptarlo sus familiares del otro lado, ahora no hace falta recoger a esa vida del alma, pero al chico y también a la niña los llevaron a dos esferas distintas: la primera para la niña y la tierra crepuscular para el chico, donde esta vida tendrá que vencer las mentiras blancas, los engaños y odios sin relevancia para entonces también prepararse para la felicidad, la primera esfera feliz detrás del ataúd, la vida después de la muerte.
La cosmología de Jozef Rulof 4, 1944
La tierra crepuscular no solo es la sintonización donde acceden al más allá Alcar y Gerhard, también es la de la humanidad entera.
Con ello quiere decirse que la mayor parte de la gente en la tierra está sintonizada en sentimiento con la tierra crepuscular:
Vamos a la tierra crepuscular, donde entró Gerhard cuando abandonó la tierra.
Conoces su vida, pero ¿también comprendes la vida y la sintonización espiritual de todos esos otros millones de seres, que viven allí y que tienen desprenderse de su personalidad?
En la tierra crepuscular no solo se puede determinar la personalidad de algunos, sino también la de la masa, incluso la de la humanidad entera.
Las enfermedades mentales contempladas desde el otro lado, 1945