El Antiguo Egipto -- Fuentes

Textos primarios de los libros de Jozef Rulof correspondientes al artículo ‘El Antiguo Egipto’.
Según los libros de Jozef Rulof.
Estas fuentes presuponen la lectura previa del artículo ‘El Antiguo Egipto’.

El camino metafísico junto a la fe en Dios

Los maestros construyeron en el Antiguo Egipto un camino alrededor del dogma de la fe:
¿Por qué surgió el Antiguo Egipto?
¿Por qué esquivaron los maestros un dogma?
Conferencias 2, 1951
Cuando trajeron la fe, los maestros sabían que mucha gente se aferraría a una iglesia.
Para hacer florecer el examen metafísico de la vida, inspiraron a otras personas:
¿Por qué hemos comenzado en China para analizar las leyes vitales desde ese mundo?
¿Por qué surgió la India colonial, el Tíbet?
¿Por qué nacieron curas?
Para vivir estas leyes fuera de las sectas.
Sabíamos con mucha seguridad que alguien se levantaría y que se aferraría a su propia iglesia para construirse algo grande y poderoso.
Conferencias 2, 1951
No todo el mundo está encadenado por los dogmas de la fe:
Sí, hay quienes —gracias a Dios— se han liberado de la quema y la condena eterna.
Recibimos la doctrina metafísica.
Recibimos las Biblias, las Biblias, digo... recibimos los templos del Tíbet, de China, de Japón —ay, gracias a los dioses— recibimos el Antiguo Egipto, porque el ser humano continuó.
El ser humano planeaba, patinaba por la tierra y por encima de este planeta dando vueltas alrededor de esa Biblia, de esas tesis dogmáticas, y buscaba las leyes metafísicas, buscaba la verdad, buscaba los sentimientos: ¿Quién soy yo?
Soy humano.
Ahora unos pocos —que tenían que venir, otra vez recibían animación del otro lado—ahora unos pocos empezaban a preguntarse: ¿Qué es lo que soy como ser humano? ¿Por qué soy madre? ¿Por qué soy diferente de él?
¿Por qué yo soy esto y él aquello?
¿Por qué tengo que recibirlo a él y él tiene que darme a mí?
¿Por qué tengo que dormir, por qué tengo que dormir?, se preguntaba el ser humano en esos tiempos.
Esquivando al Señor, ¿entienden?
Conferencias 1, 1950
Los maestros trajeron a “Dios” y además también la metafísica para elevar la conciencia y el grado de los sentimientos de la humanidad:
Vemos ahora que nacen “Abraham”,
“Isaac”,
“Jacob” y después “Moisés”.
La cosmología de Jozef Rulof 5, 1944
Es el suceso, el inicio de la humanidad, los primeros contactos del otro lado, pero que han surgido por medio de la “Omnisciencia” y la “Omnifuente” como ser humano.
¡Y será “Cristo”!
¿Qué vemos que ocurre ahora?
El mundo material y el espiritual alcanzan la unión.
¿Había recibido el ser humano por sus propias fuerzas esa concienciación?
Para nada, no es posible.
Para eso el ser humano recibió ayuda desde el mundo astral.
El otro lado elevará al alma en la tierra hasta la conciencia adquirida.
¡Y también esos milagros tenemos que aceptarlos!
La madre tierra ha alcanzado ese punto, su vida como ser humano está lista para ello.
La luz vital del espacio, el sol, le dio esa concienciación y el ser humano tiene que aceptarlo.
La madre tierra llevó a su vida hasta ese punto.
Y ahora llega a haber nombres en la tierra.
El ser humano empieza a pensar y empieza a sentir.
Cada fenómeno adquiere relevancia para el ser humano.
Y se convierte en:
“Dios”.
“¡El Señor!”.
Todavía no se puede hablar de una “Madre” divina.
Pero muchas criaturas de las esferas de luz inciden en el ser humano por sus propias fuerzas, por lo que surgen las leyes “metafísicas”.
¿También esto lo comprenden?
Así el ser humano llega a conocer las leyes “ocultas” para el alma, el espíritu y la materia.
O sea, no solamente que el ser humano reciba una fe en la tierra, que los maestros conduzcan la vida en la tierra a Dios, que haya millones de almas trabajando en el despertar, en la directa concienciación espiritual, y ahora vemos también en la tierra cómo despiertan los templos.
Por tanto, ahora el ser humano en el otro lado está al servicio de las artes y de las ciencias espirituales, y lo alcanzará.
El ser humano está materializando las verdades espirituales del otro lado, y es capaz de hacerlo.
En la tierra, la gente ya recibe una fe, pero a otras criaturas de Dios les toca vivir las leyes ocultas.
¡Despiertan los magos y los faquires, los yoguis y los sacerdotes!
La cosmología de Jozef Rulof 5, 1944

Entre la vida y la muerte

Hace 3800 años, Jozef Rulof vivió en el Antiguo Egipto como el maestro Dectar:
Y entre eso y hoy median la friolera de 3800 años.
Preguntas y respuestas 3, 1952
Dectar enseñó a su discípulo Venry a controlar sentimientos y pensamientos:
Así transcurren los primeros años, ese tiempo lo necesitas para poder sentir y pensar con claridad, si quieres conseguir lo que acabo de hacer.
Si veo bien y nítido, Venry, me superarás y nos darás una sabiduría de la que ahora no sabemos nada todavía.
A pesar de todos tus sentimientos, querido amigo, tendrás que ser muy cauto con muchas fuerzas.
De modo que cuando estés solo, te verás sorprendido por pensamientos y poderes y sentimientos que carecen de razón de ser, que te entran de improviso, porque el aire está grávido de los mismos, pero que nada tienen que ver, nada, con tu propia vida y que pertenecen a otras vidas fuera de este Templo.
Somete todos estos sentimientos sintonizando en ellos tu severa e inflexible voluntad, y oblígate entonces a sintonizar tu concentración de tal forma que seas dueño y señor de tu propia vida.
Niégales el acceso a estos vacuos pensamientos, que pueden destruirnos, como sacerdotes.
No des rienda suelta a tus pensamientos, querido Venry, si no quieres ser lanzado a través del espacio como un vendaval, solo piensa porque quieres pensar.
Lo que entonces te entre y esté en ti estará bajo control de tu vigorosa y fuerte voluntad.
No permitas, Venry, quedarte a merced de fuerzas y pensamientos ni que así oscurezca la luz en la que vives.
Haz que siempre estés preparado, no solo en la conciencia diurna, o sea, tal como eres ahora y me estás escuchando, sino también en el sueño.
Entre la vida y la muerte, 1940
Venry notó que Dectar estaba conectado con un líder espiritual desde hace ya muchísimo tiempo:
—¿Así que estás conectado con él desde hace mucho, Dectar?
—Tiene que esperar, Venry, y prepararse para todo, por eso es que somos uno.
Entre la vida y la muerte, 1940
Dectar era consciente de que su líder espiritual del más allá lo ayudó a sanar enfermos.
No obstante, lo mantuvo oculto de los sumos sacerdotes, porque estos no querían ninguna dependencia:
Pero eso no está permitido, tengo que poder justificar todo yo mismo, y cada enfermedad se anota.
Si la fuerza vive en ese otro mundo entonces no nos pertenece.
¿Sientes, Venry, por qué lo quieren?
No quieren depender de nada.
Entre la vida y la muerte, 1940

Sanadores infalibles

También los egipcios han recibido una altura enorme como sanadores.
Los sacerdotes eran sanadores fabulosos, incluso llevaban a cabo operaciones, en poco tiempo extirpaban tumores de debajo del cráneo, como si poseyeran la ciencia y la sabiduría de tu siglo veinte.
Sus hierbas son famosas.
Los sacerdotes incidían infaliblemente en el cuerpo material y descendían en él espiritualmente para hacer el diagnóstico.
Dones espirituales, 1943
Dejaban que les mordiera una serpiente venenosa y ajustaban la circulación de la sangre para bien.
Para ellos no había problemas, conocían el organismo.
Las hierbas limpiaban la herida, y la concentración y el aura vital hacían el resto.
Dejaban los sistemas materiales temporalmente fuera de servicio para curarlos.
Su sanación era mágica e infalible, eran conscientes en todo y cósmicamente profundos.
Dones espirituales, 1943
Su estudio en el templo duraba treinta años, solo entonces eran sacerdotes completos.
El gran alado estaba por encima de todos ellos, pero todos los sacerdotes vivían los dones psíquicos y físicos.
Convocaban un pájaro en vuelo, el animal venía y se posaba en su mano extendida.
Al hacerlo llegaban a la división de la personalidad.
Durante el vuelo se conectaban con el animal y obligaban a la vida a obedecer.
Ahora el animal perdía los propios sentimientos y tenía que hacer caso; otra potencia que era más fuerte dominaba la vida del animal.
De esta manera se vencía a leones y otras especies de animales salvajes.
El animal cambiaba en el mismo instante y ya no tenía voluntad propia, vivían en el animal y habían vencido la personalidad animal.
Los animales obedecían su voluntad como perritos falderos, el animal no tenía nada que oponer bajo su concentración mágica.
Y por esto dominaban también las enfermedades, su voluntad estaba sintonizada con la parte enferma y tenía que participar en el funcionamiento del conjunto.
Lo quisiera o no la parte enferma, no era posible eludirlo.
Dones espirituales, 1943

Detrás de la diosa de piedra

Durante una noche informativa, el maestro Zelanus cuenta por qué los maestros se hacían pasar por diosas:
Cuando nos pusimos a vivir estas leyes en el otro lado, cuando hubimos completado ese estudio, quisimos saber todo lo que pasó en ese Antiguo Egipto —luego todo eso lo podrán hacer ustedes también— y entonces vimos que los maestros eran la diosa.
Y que llevaban a cabo esa materialización para edificar esa mística, esa santidad, porque se deseaba —eso ustedes lo saben con seguridad—, había que aclarar al ser humano que no existía la muerte.
Preguntas y respuestas 5, 1950
Esto permitió a los maestros poner fundamentos:
¿Y qué más ha aportado el Antiguo Egipto?, ¿qué más, verdad?
Han colocado fundamentos.
El Antiguo Egipto no recibió lo que viven ustedes ahora.
Y eso no es más que hace tres mil años, cuatro mil años.
Esas divinidades del Antiguo Egipto todavía eran inconscientes, no han vivido estas leyes.
Allí, con esas poderosas sesiones... cuando estaban reunidos, esos sacerdotes, los sumos sacerdotes...
Hubo una iniciación.
Se reunían por la noche o de madrugada.
Y entonces era...
El Gran Alado era poseído por el otro lado.
Ese instrumento ya era...
Fundamentos, colocados por los sacerdotes, por Isis, por Ra o por Ré, por Luxor.
Todos esos templos conocieron sus alados: un sacerdote con sentimiento de verdad.
Nada más.
Preguntas y respuestas 6, 1951
Pero también un trozo de piedra era una deidad:
Estaban en el espacio y sabían de la vida, que volverían, pero un trozo de piedra seguía siendo una divinidad, como siempre.
Estaban allí, ¿ven?, estaban encima de ese Dios de todo lo que vive.
Porque un trozo de piedra es una divinidad, sí, sí.
Pero ellos se quedaron enganchados a ese organismo y no eran capaces de ver esa piedra y ese árbol y esas aguas como algo separado del mundo astral espiritual.
Y por eso no avanzaron más.
Preguntas y respuestas 6, 1951
Jozef Rulof dice, como André-Dectar, que los grandes sacerdotes en el Antiguo Egipto se veneraban como deidades, pero aun así entonces se sabía todavía poco del más allá:
‘Un sacerdote de esos, seguro que usted ya lo sabe’, dice al espacio y a la humanidad, ‘eso era allí una deidad.
Pero era tan increíblemente grande.
No sabía nada de las leyes directas en el más allá.
Una piedra seguía siendo un Dios para él.
Sí que estaba cerca, porque esa piedra es una parte de Dios, pero no es un Dios consciente.
Una piedra sigue siendo de piedra.
La profundidad que recibo ahora’, dice, ‘este ser uno todavía no se tenía allí y no la pueden vivir, porque nosotros conocemos ‘Entre la vida y la muerte’, el libro de los maestros, mi vida como André-Dectar’.
Conferencias 3, 1952

Amenhotep

Entre todos esos cientos de sacerdotes, en un período dado no había más que un solo sacerdote que hubiera adquirido suficiente sensibilidad en sus vidas anteriores para convertirse en un Gran Alado:
El Antiguo Egipto tenía un solo gran alado cada cien años.
Había cuatrocientos sacerdotes, quinientos; solo uno de ellos tenía sentimientos.
Preguntas y respuestas 6, 1951
De la sabiduría de este Gran Alado no se sabe nada en la sociedad actual:
El ser humano en su sociedad se siente imponentemente fuerte y consciente.
Pero ¿qué clase de conciencia es la que posee la sociedad?
¿Qué va a ser lo que puede darle la universidad?
¿Qué puede darles esa universidad para el alma, el espíritu y la materia?
Por supuesto, no es la intención reconducirlo todo hasta la nada.
Pero el mundo, la doctrina metafísica les ha dado esas pruebas cuando Amenhotep, el primer sacerdote poderoso que aún sigue teniendo significado para el mundo de ustedes, recibió su concienciación en el Antiguo Egipto y pudo aceptar sus grandes alas.
Cuando vivía detrás del ataúd y los maestros, esos maestros de allí, esos sumos sacerdotes pudieron pronunciar su primera palabra, pudieron formular su primera pregunta a la vida de él.
“¿Dónde está usted?
¿Está vivo?
¿Tiene el rostro?
¿Hay colores allí?
¿Sentimientos?
Cuéntenos la verdad, sin tapujos, irremediablemente, pues morirá para esta doctrina si la mentira lo asalta, si mancilla su vida”.
¡Los templos de Isis, Ra, Ré y Luxor han tenido que aceptar estas leyes!
Y entonces el sacerdote está detrás del ataúd, pero tiene conciencia viva.
Mira a su alrededor, ve su universo.
La cortesía, el respeto que lo asalta, que le llega desde ese espacio, ¡es impresionante!
Y luego le cruza los labios la palabra imponente, pero también él vuelve a estar inspirado.
Ve una luz, percibe la vida que lo rodea.
Y entonces dice el maestro —un ser humano que ha vivido en la tierra, que vive en el espacio y es consciente allí, que ha dado al Antiguo Egipto un fundamento del Dios de todo lo que vive y para Él, un alma, un espíritu, una personalidad que solo es amor, para aupar al ser humano, para desprenderlo de los sistemas materiales, porque esa personalidad verá que el alma es el infinito, que el espíritu tiene que representar la vida detrás del ataúd y que la personalidad podrá recibir una elocuencia universal—:

—¿Me ve?
—Sí —dice la criatura— ¿dónde está?
—No me pida que me haga visible, no quiera verme, pues mi imagen lo abatiría, la luz de mis ojos lo derribará.
No se aferre a mi personalidad, sino que limítese a escuchar esta palabra, mi sensibilidad, escuche solamente y transmita lo que le digo.
Somos uno solo de alma a alma, somos uno solo de espíritu a espíritu, nuestros sentimientos adquieren significado universal.
Sí, de verdad que ustedes viven en un universo, y ese universo es lo que poseen.
Conferencias 1, 1950
Entonces recibe la primera palabra Amenhotep —el sacerdote que se ha preparado para vivir una animación desde el espacio, para entregarse a sí mismo por Isis para poder servir al mundo, para que Dios pueda imponer Sus fundamentos— y dice, por medio de su cuerpo que yace allí: “Sí, hijos de la diosa, vivo, puedo ver, soy yo mismo”.
Es una sacudida para todos los que viven esto.
Los clarividentes perciben que esa personalidad es ella misma.
Los sanadores emiten sus fuerzas para animar a esta vida, para que el contacto no sea roto, pues va a hablar la diosa.
Sí, para el Antiguo Egipto era aún una diosa, ellos dieron una deidad a cada cosa.
Los maestros empezaron allí con la primera palabra, echaron el fundamento para convertir al ser humano en un yo universal.
Conferencias 1, 1950
Cuando el Gran Alado se hubo desdoblado corporalmente, el sumo sacerdote preguntó:
—¿Puede desplazarse?
—Sí— dice el discípulo, aquí el maestro, en la tierra el gran alado, pero entre la vida y la muerte el discípulo— puedo desplazarme.
—Entonces vaya —reza la petición— al espacio y cuéntenos, denos la verdad, solamente la verdad, pues ya sabe: el instinto animal lo destrozará si lo asalta la mentira, el engaño.
Y ahora esta personalidad planea por el espacio.
Hay una fuerza que constriñe, que es constringente y que se impone a la personalidad para continuar, para alejarse de la materia.
Y entonces el maestro dice:

—Estar desprendido de la tierra es el ser uno con este universo.
Estar completamente libre de la pirámide, de aquello que vive allí, esos sentimientos suyos, es la unión con Dios.
Claro: no se atrevió a decir “el Dios de todo lo que vive”, pues habría tomado desprevenida a esta criatura.
Y cuando entonces el sacerdote se observa a sí mismo desde el espacio, entre las estrellas y los planetas, y percibe que es una criatura que vive conscientemente, entonces su irradiación vuelve volando al Templo de Isis, entonces deposita las orquídeas de su corazón a los pies de la diosa.
Las deposita para el espacio, para la pirámide, para el faraón, para todos los sacerdotes y sacerdotisas, y dice:

—Estoy vivo, planeo por un espacio imponente y soy yo mismo.
La benevolencia de mi alma está diciéndole la verdad.
Doy todo lo que veo y siento, pues a mi lado vive el yo imponente.
Siento cómo entra en mí este silencio enorme.
Mi palabra adquiere alas.
Seré como este espacio.
Cada pensamiento de mi personalidad tiene animación portadora.
Los sacerdotes no se atreven a hacer más preguntas.
Ignoran de dónde proceden estas palabras, pero penetran hasta el yo humano, van sintiendo agarre en la personalidad.
Cuando el sacerdote sintoniza su yo deliberado con las nebulosas y con la luz, cuando ve que la tierra es como una hoz, cuando hay noche en la tierra y puede elevarse por encima de esa oscuridad y vive allí la palabra y la ve delante de sí, entonces las lágrimas le caen por las mejillas, el corazón le sangra de ardiente deseo, entonces solo se afana en poder acoger en sí esa poderosa animación.
Entonces allí se inclina y yace postrado a los pies de su Dios, la Omnifuente, la Omnivida, la Omnialma, el Omniespíritu, la Omnipaternidad y la Omnimaternidad.
Después de un breve tiempo los sumos sacerdotes llegan al punto en que formulan sus preguntas.
Y ahora todo es muy rápido, ahora cada palabra tiene animación.
Los escribanos están listos, tienen los corazones desbocados.
Cuando la animación es demasiado vigorosa y, mientras se concentra, se anima a sí mismo desde el espacio, la sangre brota de los labios del gran alado.
Los órganos humanos ya ni siquiera son capaces de procesar esa fuerza.
Se piensa en trastornos, pero han vivido cientos de sesiones, ¡conocen el peligro!
Saben también que hay un apoyo, que hay un medio que los portará, que puede acogerlo a él: ¡la diosa vela!
Lo hace siempre.
—Aquello en lo que vivo es luz, es vida, y me siento feliz.
Aquello en lo que vivo me pertenece —dice la voz del espacio—.
Aquello para lo que vivimos servirá para toda esta humanidad.
Aquello en lo que vivo es esta luz.
Me dicen mis sentimientos que formo parte de todo esto y que por mis pensamientos y sentimientos, mi trabajo, mi servir, podré ganarme todo esto por lo que ahora entregaré mi vida.
De esta manera, el Antiguo Egipto recibió las pruebas de que había vida después de la muerte.
Cientos de sacerdotes perecieron, únicamente porque ellos atravesaron las leyes para la paternidad y maternidad.
Pero conocieron el sueño, descendieron en su personalidad y fueron hacia ese ataúd, fueron hacia el alma, hacia el espíritu, y en estas tinieblas volvió a haber vida, pensamiento nuevo, sentimiento nuevo, entendimiento nuevo.
Todos se colocaron ante el primer fundamento.
Y también supieron que habían depuesto millones de vidas y que el alma posee una personalidad propia detrás de esta vida, con el espacio como un sentimiento en el que vive la criatura, con un espacio que se alimentaba de manera animadora con cada pensamiento.
Cada pensamiento —le pudo dar el Antiguo Egipto a la criatura occidental— es un universo.
Y esos millones de pensamientos tienen que aceptar el color del espacio y se colocan a sí mismos en la báscula para todos esos sistemas, para todos esos pensamientos, todas esas leyes, toda esa paternidad y maternidad, para la que vives y por la que hemos podido vencer esas leyes como seres humanos.
—El lugar en que vivo —dijo el gran alado— es un espacio para mí y para toda la vida, en el que están ustedes, con el que se encuentran.
Aquí está la verdad, estoy conectado con ella.
Pero con que, aunque sea solo un momento, piense de manera equivocada, o sea, materialmente, según las vivencias de usted, allí, empiezan a rodearme las tinieblas.
Eso significa, por tanto, que mis pensamientos pueden ser animadores cuando asciendo por ese espacio.
Avanzo paso a paso.
Veo allí un mundo que no es el nuestro.
Veo un mundo para el animal, para una flor, pero los seres humanos somos universales, llegamos antes que todo esto.
Pienso.
Conferencias 1, 1950
En el período de florecimiento del Antiguo Egipto, muchos se entregaron a la Universidad de Cristo:
Ocurrió en el Antiguo Egipto.
Echó los fundamentos para esta sociedad, para esta humanidad.
Lo que posee es verdad.
El Antiguo Egipto, los templos de Ré, Ra y Luxor, se han dado a sí mismos para la “Universidad de Cristo”, ¡para la sociedad de ustedes!
Y ¿qué entrega Occidente a cambio de eso?
Los templos de Ra, Ré e Isis han vivido la benevolencia de una personalidad divina, se han beneficiado de la justicia.
Estaban postrados, se hicieron uno solo con la madre agua.
Vivieron la paternidad y la maternidad no solo de manera humana, sino también con una profundidad espacial, pues sabían: por sus buenas acciones atraerían el bien.
Eran uno solo, siempre uno solo, con una sacralidad por la que vivían y morirían.
Por cada pensamiento había un sacerdote entregando su vida.
Por la amistad y la benevolencia iban hasta el infierno.
Se dejaban pegar y maltratar, aceptaban la lucha con una bestia salvaje, una serpiente, un tigre, un león.
No tenían miedo, a nada, porque querían llegar a conocer esa sabiduría, porque querían servir al Dios de todo lo que vive —sí, luego al Mesías.
Cientos de miles de sacerdotes fueron destruidos en esa época.
No tenían miedo de aceptar la demencia durante un tiempo —no la enfermiza, sino la consciente— para llegar a conocer una ley, para vivirla.
Se pegaban a sí mismos día y noche, se frenaban a sí mismos, se animaban, se guiaban.
Cada palabra era sentida plenamente y reflexionada a fondo antes de que viviera la materialización.
Han hecho frente a la vida y la muerte, podían hacerlo, porque habían despertado interiormente, porque sus vidas querían hablar.
Eso es lo que era el Antiguo Egipto.
¿Y sigue siéndolo?
No, ¡es lo que vive ahora en Occidente!
Han pasado tres mil ochocientos, tres mil novecientos años, y la sociedad sigue encontrándose ante el yo muerto en vida de la criatura occidental.
Occidente ha erigido una universidad, pero de este universo no se sabe nada.
Conferencias 1, 1950
Las universidades occidentales siguen creyendo que no existe la reencarnación:
El ser humano todavía está en la tierra por primera vez, la criatura que nace ahora aún no ha vivido nada.
Esta criatura cristalina e inmaculada llega a la tierra desde Dios, desde la Omnifuente, y cuando la vida tiene siete, ocho, nueve meses, ya empieza a maldecir, entonces ya empieza a insultar al padre y la madre, se ven embrollos y destrucción.
Y cuando el niño tiene dos, tres, cuatro años, ya posee la sociedad.
Entonces ya se les patea a la sociedad, al padre y la madre, a las hermanitas y los hermanitos.
Y ¿es divino ese niño? ¿Llega así desde la Omnifuente?
Esta vida, ¿no ha conocido nunca antes una vida (anterior)?
Después de tres mil ochocientos años la criatura occidental todavía vive en las tinieblas.
Al parapsicólogo se le despide de su universidad, sin que vea.
Conferencias 1, 1950
Se han escrito miles de libros sobre las leyes, sobre la vida del Antiguo Egipto, pero de la conexión y el ser uno solo, sobre esas cosas Occidente todavía no sabe nada.
Es ese imponente regalo que tienen ahora en sus manos y que se llama ‘Entre la vida y la muerte’.
El ser humano para Occidente que aún siente algo de ese viejo instinto —que hemos tenido que aceptar nosotros, usted, ustedes, cada uno en el Antiguo Egipto— llega ahora mismo al despertar espiritual, llega ahora hasta las esferas de luz o hasta las tinieblas.
Y ahora se abre un abismo entre el Antiguo Egipto y el estadio actual, al que pertenecen ustedes.
La sociedad de ahora aún no tiene nada de eso, aún no ha asimilado nada de lo que los sacerdotes han recibido allí —se lo dije hace un momento—, de lo que para ellos, para los cientos de miles de personas, era verdad.
Todavía no pueden aceptarlo la criatura psicológica, la universidad de ustedes.
Y no obstante: desde ese momento han pasado tantos cientos de años, la criatura occidental sigue estando todavía en un punto muerto; las ciencias espirituales no pueden avanzar.
Y todo esto es ciencia, es una ciencia espiritual, que se le da desde la “Universidad de Cristo”, que es su universo.
“Un ser humano no reencarna”, no lo sabemos.
“El ser humano solo ha llegado... solo ahora ha llegado a la tierra, no tenemos nada que ver con esa selva”.
“Moisés habló a Dios.
El Señor dijo: ‘Moisés, ve y destruye a esa persona’”.
Sabemos cómo vivió Moisés; pero antes de que comenzara todo esto —estas son las profecías para su vida, para su sociedad, para la conciencia occidental— ¡la creación ya tenía millones de años!
Conferencias 1, 1950

Período de florecimiento

El Gran Alado se desdobló de su cuerpo y los maestros lo acompañaban en el otro lado:
Del otro lado, un maestro astral aguardaba al sacerdote que se desdoblaba y le aclaraba las leyes en las que vivían ahora.
Y el sacerdote hablaba a los participantes de la sesión en la tierra desde el espacio, y les transmitía lo que se le mostraba y aclaraba en el mundo astral.
En la tierra, en su templo, se tomaba nota de esta sabiduría y se consignaba en jeroglíficos.
Egipto vivió entonces lo más elevado de todo que jamás haya sido recibido por médiums.
Ya entonces fue librado el abismo entre la vida y la muerte.
Cuando, en una hora determinada, se hubieran colocado alrededor del médium, oían de pronto cómo hablaba este; después podían empezar a hacer preguntas.
Los videntes seguían al desdoblado, los que hacían las preguntas —normalmente sumos sacerdotes— sondaban la palabra hablada, volvían a hacer su pregunta que aclaraba el problema que se estuviera tratando, y luego volvían a esperar la respuesta.
Estas sesiones se prolongaban hasta la mañana, hasta que el maestro astral consideraba que las fuerzas del médium se habían agotado.
El maestro de este lado fijaba el momento de la siguiente sesión y se analizaba la sabiduría recibida, se les daba las gracias a los dioses, se hacían las ofrendas necesarias, después de lo cual los sacerdotes podían empezar con su tarea del día.
Dones espirituales, 1943
El gran alado —el médium que pudiera desdoblarse— vivía durante el trance psíquico la unión corporal con la tierra.
De esta manera se anulaba lo que pertenecía a la vida material.
Una vez liberado del organismo como ser astral, la tierra se encargaba del contacto material y los sumos sacerdotes de la unión de la materia y el alma.
Entre espíritu y materia no podía haber presencia de trastornos, pues el médium vivía ya miles de peligros ocultos, que significaban leyes para ambos cuerpos, que pertenecían a la tierra y al mundo astral.
El sacerdote que se había desdoblado tenía que poder dominar estas leyes, pero recibía el apoyo de todos en su tarea.
Todos estos sacerdotes conocían las leyes astrales; habían podido prepararse gracias a su estudio de años en estas sesiones.
Eran conscientes, pero recibían la sabiduría cósmica por un maestro del otro lado.
Dones espirituales, 1943
A veces ocurría que oían hablar al margen del médium.
En ese momento vivían la voz directa.
Ahora los dones físicos se habían sintonizado y llegado a su funcionamiento.
El maestro de este lado podía establecer estos fenómenos, puesto que el gran médium poseía la sensibilidad necesaria.
Por el trance físico, todos los fenómenos ocultos estaban a su alcance.
Lo que se recibía en estas sesiones era imponente para ellos.
De esta manera llegaban a conocer la vida después de la muerte, los mundos astrales y los dones espirituales.
Dones espirituales, 1943
En estas famosas sesiones extraordinarias más de una vez estuvo presente el faraón con sus altos dignatarios, para darles color y dignidad y para dar gracias a los dioses y llevarles ofrendas.
Dones espirituales, 1943
Fue en ese tiempo que los sacerdotes esculpieron las columnas y cada metro cuadrado de piedra de sus templos.
La sabiduría era esculpida en jeroglíficos que luego se pintaban, sin desaprovechar ni una piedra, para conservar la doctrina recibida para la posteridad.
Pero esta sabiduría inmaculada, espiritual, natural, esta conciencia astral, fue primero simbolizada por ellos y despojada de su naturalidad, vuelta incomprensible para los no iniciados, para preservarla así de la profanación.
No faltaban estos artistas espirituales; cada sacerdote era un médium y la mayoría de las veces un médium dibujante o pintor.
Recibían todos los dones psíquicos y físicos por los dioses, y lo agradecían.
Dones espirituales, 1943
Junto con el faraón, los siete sumos sacerdotes estaban al mando del país:
Había siete: uno de ellos estaba a la cabeza y los demás tenían que completar su propia tarea.
Junto al faraón dirigían este país y eran los doctores, cirujanos y expertos en medicinas o hierbas, los profesores de religión y los conocedores del bien y del mal.
Entre la vida y la muerte, 1940

Medidas disciplinarias contra la fantasía

Sin embargo, solo vivían algunos médiums verdaderamente grandes en ese tiempo, que ayudaron a Egipto a alcanzar esta altura oculta, el resto de los sacerdotes no pudo alcanzarla jamás.
Muchos dejaban rienda suelta a su fantasía, aunque comprendieran que jugaban con su propia vida.
Podían reaccionar como un rayo, eran extremadamente sensibles y siempre estaban prestos para asimilar imágenes visionarias, lo que los sumos sacerdotes les habían prohibido.
El deseo de hacerse grandes, de que les fuera concedido poseer las grandes alas, los llevó a buscar por sí mismos, lo que solía terminar con su muerte.
Porque todos estaban siendo seguidos espiritual y astralmente por los sumos sacerdotes, de modo que estos podían constatar, a veces de manera infalible, en lo que pensaban sus alumnos.
Aunque estuvieran dormidos, los sumos sacerdotes constataban cualquier estado de ánimo.
Por esta unión espiritual comprobaban si las leyes de su templo estaban siendo rebasadas.
El sacerdote que aun así pensara poder hacer de las suyas infringía las leyes de la doctrina y recibía su castigo merecido.
En caso de infracciones serias ya no había perdón.
Dones espirituales, 1943

La decadencia de los templos

La disciplina estricta que se aplicaba en estos templos contribuyó a la construcción de los dones espirituales.
Pero también hizo que los sacerdotes que no estuvieran a la altura de la tensión de la vida del templo empezaran a oponerse a la disciplina astral y buscaran medios para aliviar un poco su vida.
Ellos mismos atraían la ayuda que hacía falta para eso, maestros que vivían en el mundo astral y que eran los representantes del mal.
Desde ese momento las cosas iban de mal en peor y las tinieblas entraron en contacto con la tierra, por lo que el bien se disolvería.
Los demonios del infierno lo habían esperado durante mucho tiempo; ahora estos seres humanos que habían dejado la tierra recibían la posibilidad de volver a desahogarse por completo por el ser humano material.
Estos demonios astrales solían ser sacerdotes caídos, es decir, personas que ya en la tierra habían llegado a conocer las leyes.
Al morir entraban a esas leyes y las representaban ahora como personalidad astral, como espíritu.
Lo que estas almas buscaban era únicamente pasión, la unión con la vida material, de la que no querían desprenderse.
El mal lograba el contacto, la mayoría de los sacerdotes se entregaba por completo a ellos y vivía los poderes y fuerzas tenebrosos, la magia negra.
Se desdoblaban de sus cuerpos, construían un segundo yo y vivían entonces lo que en realidad querían ellos mismos y sobre lo que se proyectaban sus sentimientos.
Los ayudaban los demonios, puesto que la vivencia de la pasión se compartía con ellos.
El monstruo astral quería su parte.
Por esto la personalidad terrenal se disolvía espiritualmente en el ser astral, lo que la mayoría de las veces terminaba en demencia total, si no habían sido sorprendidos antes por los sumos sacerdotes.
Dones espirituales, 1943
Sobre todo en los períodos en que no vivía ningún Gran Alado en el templo, las tinieblas tenían la oportunidad de crecer:
Cuando el gran médium psíquico intercambió lo terrenal con lo eterno, cuando Egipto perdió temporalmente el fantástico contacto con el otro lado, hubo que esperar al nuevo médium.
No obstante, seguían las sesiones mientras tanto, y les resultó fatal a los sacerdotes.
Amon-Ré ya se encargaría de los Grandes Alados, un sacerdote dotado por los dioses como la deidad misma; después podían continuar su estudio.
En esos tiempos, cuando todos estaban sintonizados con ese gran momento, cuando meditaban día y noche, se originó la decadencia espiritual, por la que el mundo astral para el mal llegó a predominar.
El sacerdote que poseía las grandes alas gozaba de un respeto sagrado y eso todos querían poseerlo.
Este deseo y muchos otros rasgos del carácter, que representaban al instinto inferior, requerían el contacto deseado y lo atraían, pero así pasaron a manos del mal.
Uno por uno eran aupados al espacio.
Los sacerdotes se abrían, pero deberían haber comprendido que esta apertura los llevaría al precipicio.
Negaban todo, en cambio; querían disfrutar ellos mismos esta sacralidad.
Los demonios del infierno los elevaban a sus vidas y todo se les puso muy fácil, porque la vida terrenal del alma conocía las leyes.
Los débiles perdieron el equilibrio y llegaron a manos de la personalidad astral.
Dones espirituales, 1943
Ocurría con frecuencia que los Grandes Alados nacían en el templo; a veces, en cambio, también fuera de él.
Entonces el otro lado avisaba de dónde nacería el niño.
Los padres cedían su hijo a Amon-Ré, lo que para ellos era un gran acontecimiento y un honor.
Egipto entero estaba entonces sintonizado con el milagro.
El niño recibía un desarrollo espiritual, como solo podía vivirse en el Antiguo Egipto, y se preparaba entonces para una grandiosa tarea.
Ya te lo dije: las sesiones nocturnas continuaban, aunque solo servían para preguntar a los dioses cuándo nacería el niño.
La mayoría de las veces, los sumos sacerdotes sabían ya con años de anticipación dónde nacería.
Pero estas sesiones, que se organizaban con fuerzas inferiores, no aportaban sabiduría.
Una y otra vez, los sumos sacerdotes podían constatar los continuos inventos.
Si el sacerdote que servía de médium no podía defenderse u ofrecer pruebas de que verdaderamente podía ser considerado para poseer los dones más elevados, se encontraba ante la muerte.
Entonces lo echaban a las bestias.
Ahora podía dar pruebas.
Muchos pasaban a esta lucha impar, pero en poco tiempo habían sido devorados.
Sin embargo, los que podían vencer al animal por su concentración probaban que poseían dones y quedaban libres.
Así cada sacerdote que pensaba poder servir de médium para los grandes alados recibía su oportunidad, pero la mayoría sucumbía.
Ahora el otro lado decía grandes disparates por medio de su boca, se contradecía.
Por más que estos médiums se defendieran y argumentaran que nunca se había alcanzado la profundidad dada todavía, y que los maestros del otro lado querían dar otra sabiduría por medio de ellos, no les servía: aun así los sumos sacerdotes tenían otra opinión y colocaban a estos médiums ante los hechos.
Muchos sacerdotes perdieron la vida, hasta que, a pesar de todo, el mal en el mundo astral supo construirse, hasta una altura que hizo que los sumos sacerdotes perdieran su asidero y empezaran a dudar de ellos mismos.
Fue el momento para el Antiguo Egipto en que la magia negra venció a la blanca y empezó a ir en picada, acercándose a las tinieblas.
La terrible lucha entre bien y mal duró siglos, y la ganó el mal.
Por ella miles de sacerdotes perdieron la vida terrenal, se volvieron dementes o fueron consumidos por los demonios del infierno.
Los dones espirituales fueron mancillados.
Dones espirituales, 1943
Ningún sacerdote podía elevarse por encima de su propio grado de los sentimientos:
El médium no se desprendía de sí mismo, aunque todos lo intentaran, porque solo entonces eran aceptados como un Dios.
Pero quien se desdoblaba se vivía a sí mismo, ya no podía elevarse por encima de los propios sentimientos y conciencia, y no era apto para representar las grandes alas.
Quien iba demasiado lejos sabía de antemano que lo atacaría la demencia como una personalidad astral y ante eso muchos se echaban atrás.
Y los maestros de este lado no podían elevar a estos sacerdotes desarrollados hasta sus vidas, debido a que ni uno de ellos poseía el grado de los sentimientos para vivir las leyes astrales.
Todos estos sacerdotes sabían desdoblarse, sabían desprenderse por completo de su estado material, y sin embargo todavía no eran aptos para servir a lo más elevado de todo.
En este estudio, durante la imponente vivencia de la sabiduría cósmica, todos estos sacerdotes habrían sucumbido de cualquier manera.
Los maestros de este lado podían sondar sus vidas y calarlas, y por lo tanto no se ponían a trabajar con ellos, porque no les traería más que miseria.
Todo Egipto rezaba a los Dioses por un gran alado, pero ya no había nada que rezar: la magia negra reinaba ahora en todos los templos.
Por todo esto puedo demostrarte que también los egipcios tuvieron que aceptar su propio grado de vida, pero no podían elevarse por encima de eso, puesto que la sabiduría espiritual y los dones les impusieron el alto.
Quien quisiera ir más allá de la conciencia alcanzada sucumbía.
Y no obstante, todos esos sacerdotes se habían preparado, habían llegado a conocer las leyes astrales, pero no podían alcanzar la mediumnidad más elevada.
Esta sensibilidad, de la que he hablado, todavía la tenían que asimilar.
Sabían sanar y eran clarividentes, pero la sabiduría astral no se podía vivir por las propias fuerzas.
Para eso les hacía falta ayuda espiritual.
Dones espirituales, 1943
Los maestros no quisieron apoyar las tinieblas y se retiraron:
Una vez cada cien años vivía un gran alado, un médium espiritual, que poseía el trance psíquico por el que se podían vivir todos los dones.
Estos médiums eran vencedores en el terreno oculto, el universo les pertenecía, su vida era espacialmente profunda y preparada para la unión luminosa con nuestro mundo.
Cuando, como dijimos, el milagro tardó en llegar y se empezaron a hacer sesiones con médiums inferiores llegó la decadencia espiritual.
Los maestros de este lado se replegaban y no querían seguir la vida tenebrosa de los sacerdotes, y no estaban abiertos a la mentira y el engaño.
No conocían esa destrucción.
Su tarea espiritual había concluido.
Ahora el blanco se volvió negro.
Dones espirituales, 1943
Se violaba a las sacerdotisas; bajo el pretexto de sacralidad los sacerdotes se hacían completamente uno con estas vidas, pero se veían a sí mismos descender en pasión.
La pasión y la animalización dominaban todas estas vidas, y los demonios lo intensificaban aún más, de modo que todos estos “santos” se hundían en una ciénaga de miseria humana.
Algunos buenos todavía seguían su propio camino, pero se encontraban impotentes ante tanto mal y perdían los ánimos.
Cuando también ellos dejaron la vida terrenal, todos los templos hubieron pasado a manos del mal.
Dones espirituales, 1943

Magia negra

Para los sacerdotes de la magia negra la vida terrenal carecía de significado, aunque vivieran la pasión material, la animalización de su propia conciencia.
Dones espirituales, 1943
Estos sacerdotes podían envenenar tu aliento vital, contagiar tu organismo por completo y hundirlo si lo querían; también podían construirlo y sanarlo, también poseían esas fuerzas.
Estos señores iniciados del mal vivían en templos o monasterios, vestían túnicas e insignias espléndidas, pero vivían una existencia tenebrosa.
Un sacerdote para el mal, consciente, venenoso y vil como era su vida, mataba a distancia, y para el ser humano que no sospechaba nada era un gran monstruo preanimal.
Su conciencia animal y horripilante, para la que había seguido un estudio enorme, penetraba cualquier otro sentimiento.
Estos servidores de las artes negras se fueron apoderando del Antiguo Egipto.
En ese momento se originó la lucha del bien contra el mal, una lucha a vida o muerte, de la luz contra las tinieblas.
En poco tiempo ya no quedaba casi nada de la gloria en la que Egipto había vivido durante siglos.
Los sacerdotes vivían ahora en el pantano fétido de la autodestrucción.
Los buenos, todavía dudando, observaron esta decadencia, hasta que también ellos dieron la espalda al bien y tuvieron que abandonar sus esperanzas para una recuperación de sus templos.
También ellos se precipitaron en esta miseria y vivieron entonces el ocaso de su propia personalidad.
Los faraones se defendieron a su propia manera, pero la magia negra invadió sus corazones, les quitó el yo de la conciencia diurna, de modo que se vieron ante la demencia.
Los sumos sacerdotes bajaron de sus pedestales espirituales y violaron la vida de otros.
Eran las hijas de altos dignatarios —sacerdotisas—; eran violadas en los templos, y esto tanto en lo material como en lo espiritual.
¡A estas niñas las dejaban vacías!
Dones espirituales, 1943
Entonces el Antiguo Egipto vivió la decadencia material y espiritual.
La magia blanca trajo sabiduría vital y felicidad; la negra, putrefacción animal.
Dones espirituales, 1943
Para los sacerdotes estaba tirado dejar a alguien completamente cegado desde una gran distancia.
A los enfermos todavía se los ayudaba un poco, pero otros cuerpos sanos eran contagiados y destruidos hasta la última fibra.
¡Y todo esto para poder dar rienda suelta a su odio!
Su concentración filosísima y mortal se forzaba un camino a través de todo, destruía todo tejido o paralizaba los órganos; ellos sabían descender en un ser humano, porque ahora nada los detenía: eran los soberanos en su propio terreno.
Cuando los poderes demoniacos hubieron vencido a los jefes de los templos, a los siete sumos sacerdotes como autoridad suprema, no quedó ni un solo sacerdote bueno, todos en el templo siguieron y sirvieron el mal.
Habían vivido su escuela y alcanzado el grado de sacerdote.
El otro lado seguía la decadencia desde las esferas de luz.
Aquello en que se había trabajado durante siglos desapareció de la tierra.
Dones espirituales, 1943
Para estos sacerdotes ya no existían las imposibilidades astrales, habían llegado a conocer las leyes mágicas.
El faraón está en su poder, los sacerdotes dominan Egipto.
Desde ese momento los fenómenos físicos adquieren protagonismo.
Un breve aire de cambio recorre todavía los Templos de Ra-Ré e Isis, debido a que en ellos se volvió a instaurar en cierta medida el orden, pero también esas fuerzas benévolas fueron vencidas y después el famoso Egipto se disuelve por completo en problemas y miseria astral.
Los templos llegan ahora a la decadencia absoluta, la última luz vital se extinguió a sí misma y a partir de ahora hay mesas y sillas planeando por el espacio.
Los sacerdotes conocieron entonces las leyes elementales; puede empezar el lanzamiento de piedras.
¡Un cielo espiritual se ha convertido en un infierno tenebroso!
Un gran ejército de tenebrosos seres astrales los ayuda a llevar a cabo estos fenómenos.
Esto es precisamente lo que se ha esperado durante siglos.
Hay magos colgando de cuerdas invisibles, un niño sube trepando y desaparece, ante los espectadores se disuelve en un cielo de Amon-Ré.
Se viven ahora las materializaciones y desmaterializaciones, que se realizan porque a estos sacerdotes se les puede elevar en su tenebrosa vida astral.
Dones espirituales, 1943

El alto del grado de los sentimientos

Los sacerdotes en el Antiguo Egipto reunían conocimientos, pero eso todavía no les daba entonces ninguna posesión espiritual:
Sabían mucho, eran capaces de pensar, sabían curar.
Pero ¿qué significa?
No era una posesión, no era una posesión espiritual.
Preguntas y respuestas 6, 1951
Y allí solo nos servíamos a nosotros mismos.
Así que ese estudio no estaba centrado en ampliar el espíritu, sino en ampliar el conocimiento, conocimiento.
Pero eso no es conciencia espiritual.
La conciencia espiritual significa: asimilar ese mundo y ese espacio de un pensamiento, un acto.
¿Qué hacíamos allí?
¿Cómo pudimos asimilar esas leyes?
Estudiábamos y aprendíamos para nosotros mismos.
Preguntas y respuestas 6, 1951
Todavía no estaban sintonizados con la primera esfera de luz:
Todavía no estaban en la primera esfera.
Preguntas y respuestas 6, 1951
En el Antiguo Egipto, la Omnifuente todavía no se conocía:
Y diferentes maestros, diferentes personas en la tierra ya han tanteado ahora esa Omnifuente, por ejemplo, Ramakrishna.
Ramakrishna se desdoblaba corporalmente, los egipcios se desdoblaban, vivían algo en el espacio.
Basta con que ustedes lean ‘Entre la vida y la muerte’, pero vayan a su facultad, vayan a su egiptólogo, tal vez pueda aclararles algo.
Y entonces se desdoblaban, se liberaban del organismo y entonces empezaban las sesiones.
No son sinsentidos, ¡ustedes todavía conservan esa cultura!
No hay erudito en la tierra que sea tan tonto y tan infeliz como para decir: ese Egipto no era nada, no es más que demencia.
Los egipcios se liberaban del organismo; los templos de Ra, Ré e Isis —les he dado esas conferencias— han vivido ese despertar, ese contacto, esa unión.
Y entonces yacía allí el sacerdote, se liberaba, el cuerpo yacía allí; el alma, el espíritu se desdoblaba de ese organismo y entonces los sumos sacerdotes podían hacer preguntas.
Y de inmediato empezaron: “¿Dónde vive usted?
¿Tiene ojos allí?
¿Puede hablar?
¿Tiene sentimientos?
Cuéntenoslo, dele esta gloriosa conciencia a la diosa de Isis”.
Y entonces se analizaban las leyes hasta tal distancia, hasta tal distancia y tal altura y tal profundidad como el gran alado poseyera en sentimientos; no se elevaba por encima de sí mismo.
Y ahora pueden volver a compararlo con este tiempo, porque en Egipto se hablaba de dioses.
Un pedazo de piedra, una flor, un espacio, la noche, el fuego, el sol, todo era una deidad.
Conferencias 1, 1950

La herencia de las vidas en el templo

En sus reencarnaciones posteriores, los grandes sacerdotes del Antiguo Egipto podían usar las fuerzas de los sentimientos que habían construido para traer arte y ciencias de la Universidad de Cristo a la tierra:
André-Dectar está ante reencarnaciones imponentes, ante los Amenhotep del Antiguo Egipto, que ahora se manifiestan como:
“Rudolf Steiner” y como
“Madame Blavatsky”... que se manifiestan como “Galileo”, “Sócrates”... “Platón”... como “Ramakrishna”... como “Mary Baker Eddy”, todos ellos han continuado su vida desde el Antiguo Egipto, durante su última vida en la tierra trajeron:
“sabiduría”,
“arte y ciencias”... a las que pertenecieron Bach, Beethoven, Mozart, Rembrandt y el maestro Alcar como Anthony van Dyck.
Criaturas de la Universidad de Cristo, para la que vivieron y han muerto.
¡Están vivos!
La cosmología de Jozef Rulof 2, 1944