Apóstoles -- Fuentes

Textos primarios de los libros de Jozef Rulof correspondientes al artículo ‘Apóstoles’.
Según los libros de Jozef Rulof.
Estas fuentes presuponen la lectura previa del artículo ‘Apóstoles’.

Nacidos para su tarea

Durante sus conferencias, el maestro Zelanus explicó que los apóstoles habían renacido para su tarea:
También les dije, y ese ya es el primer contacto divino, cósmico, espiritual: los apóstoles de Cristo habían nacido para su tarea.
Eran personas que ya han vivido en el más allá, o en el camino lo habrían traicionado y vendido a Él.
Conferencias 1, 1950
Pedro, por ejemplo, vivía en el límite de la tierra crepuscular y la primera esfera de luz en el más allá, antes de que reencarnara para el apostolado:
¿Quién fue el Pablo tardío? ¿Quiénes fueron los demás que pusieron en práctica la palabra después de los apóstoles de Cristo?
La autoridad divina lo calculó todo.
Para esta tarea no se echaron fundamentos equivocados.
Pedro viene de la primera esfera, de la tierra crepuscular.
Todavía no ha alcanzado la primera esfera, pero volverá como lo hizo Moisés.
Los demás provienen de la tierra crepuscular y están listos para querer servir.
Han probado, han degustado cómo ese vino puede conmover el corazón humano desde el espacio, como puede reforzarlo, darle una inspiración, un regalo vital, para que esta vida despierte.
Porque esa vida se alimenta, se anima, se prepara para lo que vive allí, para el ser humano de la sociedad material.
Conferencias 1, 1950

Concienciación

Cristo explicó su Buena Nueva a sus apóstoles:
Ahora Él pasea por la tierra.
Continúa con los apóstoles, cada vez más.
Los va preparando.
Conferencias 1, 1950
En Jerusalén, los apóstoles empezaron a entender lo que Él quería:
Empiezan a sentirse a sí mismos, empiezan a ver lo que Él quiere.
Cuenta a estas personas terrenales cómo pasarán al lado del otro, cómo bordearán al otro como haría un hermano o una hermana.
Les aclara que a la mujer, a las madres...
“¡Sí, pero mi madre... mis hijos ya dicen...!”.
¿Pensaban que los apóstoles se habían entregado así como así?
¿Pensaban que allí en esos cuartos de estar no tenía nada que decir la otra vida, la autoridad materna?
“Aquí mismo te quedas”, dice una de ellas.
“¿Qué tienes que ver con ese loco?”.
El hombre dice —porque ha sido tocado—: “Me voy y lo seguiré a Él”.
¿Jamás se han preguntado, jamás se ha preguntado la humanidad de estos tiempos qué era lo que habían pensado esas madres?
¿Cómo se han hecho preguntas cuando habla la autoridad divina?
¿Quién dio de comer a estos hijos, a estas madres?
“Vengan conmigo”, dice la autoridad divina, “los haré pescadores de hombres”.
Y entonces estos hombres pequeños, estas criaturas pequeñas pensaron: ‘Pero Dios mío, pero cielo mío, pero mundo mío, ¿cómo va a recibir aquellos alimentos allí?’.
Empezamos a ver ahora que esas madres se han cuidado a sí mismas.
Empezamos a ver que la concienciación que los hombres recibían de Él pasaba a las madres.
Y ellas decían: “Ve, hijo mío.
Ve y vuelve y cuéntame lo que has visto, lo que has vivido, ¡porque Él es verdadero!
¡Él es verdad!
Quiero darme.
Anda, ve, Pedro, Juan, ve y síguelo, pero vuelve y mándame una nueva de vez en cuando.
Por medio de él viviré el espacio y el beso suyos”.
Tenemos que constatar y aceptar ahora que estas madres también ya estaban listas para servirlo a Él.
Sí, nacieron; en esto ya no había fundamentos destructores, ya no había respeto elemental que los lleva a las tinieblas.
Esas madres comprendían, aceptaban y se entregaban.
Incluso los hijos de Pedro y Juan decían: “Papá, vaya.
Conferencias 1, 1950
Los apóstoles mandaban mensajes a sus mujeres:
Perciban, perciban, perciban hacia dónde van las cosas.
El mundo recibe amor divino, el mundo recibe una visión divina.
Él es el Mesías.
Conferencias 1, 1950
Y recen por mí, mándenme su sensación de que yo no sucumbiré, porque sentimos, sentimos de verdad que ocurrirán cosas imponentes”.
Conferencias 1, 1950
Sus mujeres apoyaban conscientemente el apostolado:
Las madres... las mujeres de Pedro, Juan y los demás, tienen hijos y se desprenden.
Madre e hijos, su padre está listo... están listos para seguir al Mesías, a la luz viva del espacio.
No conocen destrucción, no conocen duda.
Solo está presente la aceptación, la sensación: ¡esto es!
El mundo necesita esto.
¿Por qué la Biblia no cuenta nada de todas estas cosas?
¿O fueron personas con gracia divina?
No eran diferentes de cómo se sienten ustedes.
Han de prepararse como madres y padres para la sociedad, o no tendrán que comer.
¡Adelante, sigan ahora la autoridad divina y a ver si demuestran de lo que son capaces de cara a Cristo, Pedro, Juan, Andrés, su paternidad y maternidad!
Cuéntenle, por favor, a su marido, denle como madre la fuerza animadora y díganle: “Ve, cariño, represéntalo a Él, y no al mal, a la destrucción de este mundo...”, ustedes son una parte de María.
No tienen preocupaciones ni miedo, porque han recibido dos manos para cuidarse a ustedes mismas.
¿Dónde viven los grandes de la historia humana que estaban en la calle y que interpretaban la luz vital, los sentimientos del espacio por medio de un pequeño instrumento?
Cuando la madre sabía que al hombre lo ahorcarían, entonces ella hacía el trabajo de él y representaba la tarea de él.
En esto no hay abismos.
Aquí no hay demolición, no hay refunfuños, no hay reniegos.
En esto no hay lepra.
Madres y padres, el hombre como el apostolado representado está listo, y la madre para cargarlo y servirle, para acogerlo en amor.
Porque Cristo no construyó agujeros en un templo.
Su espalda trasera, Su pasado estaba listo; no podía aceptar puñales en la espalda.
Ponía una piedra encima de otra.
Por medio de hombres, mujeres y niños iba construyendo la universidad de Su vida.
Conferencias 1, 1950
La Biblia no consignó nada de esto:
En este momento les pregunto: ¿qué sabe la Biblia de esto?
¿Qué sabe la Biblia, qué sabe esta humanidad de los sentimientos que Pedro y Juan tuvieron que experimentar, procesar, representar y vencer de cara a su propia familia —antes de que tuviera lugar Jerusalén?
¡Nada, nada, nada, nada, nada!
Todavía no saben nada de las concienciaciones interiores que sufrieron los apóstoles y las mujeres y los niños, todo ese entorno, de eso ustedes aún no saben nada, porque todo esto se vivió interiormente.
Conferencias 1, 1950
Jozef Rulof contó durante una noche informativa que Pedro todavía tenía que aprender que con violencia dejaba hecho trizas el mensaje de Cristo:
Señor, ¿cómo puede dejarse arrastrar por la violencia?
¿Cómo puede seguir a un ser humano que quiere cambiar el mundo por medio de la violencia?
¿Qué hizo Cristo cuando Pedro tomó un trocito de la espada?
Dice: “Pedro, Pedro, para lo que he trabajado todos estos años lo estás haciendo añicos de un solo golpe”.
Preguntas y respuestas 2, 1951
Cuando los apóstoles llegaron a Jerusalén con Jesús, habían llegado a conocer a Cristo:
Él llega con Sus seguidores, que lo siguen en las buenas y en las malas, por la noche y las tinieblas, con lluvia y con viento —porque han llegado a conocerlo— así es como llega a Jerusalén.
Conferencias 1, 1950
Entonces podrían haberle hecho muchas preguntas:
Se encontraban en la naturaleza y podían hablar con Él.
Dice: “Échense.
Él allí a la izquierda, otros aquí, él allá.
Pregúntenme lo que quieran y así se harán... se harán fuertes.
Las cosas, las leyes de Mi Padre les sobrevendrán a sus vidas”.
Llegará un tiempo —podría haber dicho Él— en que tendrán que demostrar lo que quieren.
Después llegará un tiempo, Pedro, en que habrán de jugarse el cien mil por cien de su conciencia corporal, de su alma y espíritu, para aceptarme y representarme a mí, a ese espacio, a Mi palabra, Mi vida y la de su Dios.
Ahora tendrán que poner las cartas sobre la mesa.
Llegan a los alrededores de Jerusalén, se sientan, allí en ese entorno hermoso.
Sí, yacen postrados en el Getsemaní.
Es allí un jardín imponentemente hermoso.
Pedro se siente feliz y dice a Juan: “Tal vez al final no ocurra.
¿No tiene miedo, no tienes miedo?
No sé lo que entra en mí, pero estoy, me siento triste.
¿Irá a ocurrir algo con Él?
¿Seremos fuertes?
Juan, ¿qué es lo que sientes?”.
Juan es el sensitivo, dice: “¿Qué quiere, Pedro?
¿Qué quieres ahora?
Ya que sabes ahora que de todos modos Él lo hace todo como Él lo siente, ¿quieres empezar a hacerte el maestro entonces?
Cuando entra en mí ese miedo, la sensación de que algo ocurre...
Sí, yo también lo siento.
He entrado en Él, empiezo a sentir lo que puede pasar, pero entonces algo dice a mi ser: es para Él.
Todavía no he llegado a ese punto.
No puedo empezar a hacerme el Cristo, el Mesías.
Pero tengo que seguirlo, tengo que cargar, empiezo a comprender cómo he de hacerlo”.
Y ahora los... y ahora los apóstoles, los hijos de Cristo, están echando ellos mismos los fundamentos para más adelante.
Empiezan a comprender: no deben poner las manos en lo que le pertenece a Él.
Pero lo que ellos mismos poseen y ya han asimilado, lo impulsan hacia el espacio y en cualquier momento pueden dárselo a la criatura de esta tierra, como un regalo divino.
Conferencias 1, 1950
Los apóstoles todavía no conocían su alma cósmica:
Los apóstoles eran niños, inconscientes para la cosmología.
Del alma, del espíritu y de los cielos no sabían nada.
Bueno, Cristo decía algo de vez en cuando, pero no eran capaces de comprenderlo.
Cristo les podría haber explicado el cosmos, la conciencia divina: llevársela, dársela.
Esas criaturas habían nacido para ello.
Había algunos de esos seres humanos en la tierra que estaban abiertos en esa época, que se atrevían a pensar.
Preguntas y respuestas 5, 1950
Pablo ya podía comprender más que los apóstoles:
Y esas pobres criaturas, esos apóstoles...
Allí Pablo tenía una cierta medida de conciencia, de sensibilidad, pero era una conciencia humana.
Pablo veía, sentía, se le elevaba, era un médium, una persona sensible, se le transmitían mensajes hermosos, ponía en ellos el grado espiritual, el fundamento.
Pero miró unos instantes en los cielos, sí, sí, tenía el don de esa clarividencia, pero Pablo sabía muy poco del sol, de la luna y de las estrellas y del renacer.
Juan, Pedro.
¿Quién fue cuando Cristo...?
El ser humano vivía al lado de Cristo, caminaba con Él por la tierra.
Decía cosas poderosas, daba la vida a todo.
Y Pedro está allí y dice: “Ese hombre jamás lo he conocido”.
Dios mío, Dios mío... el ser humano se metió por Cristo en la fosa de los leones, ¿ya no se acuerdan?
¿Cuántas personas no entregaron realmente sus vidas por el Mesías, realmente, por querer morir por Cristo, por lo más elevado, por la conciencia divina?
Hubo millones de personas en la tierra, y sigue habiéndolas.
Y Pedro, que vivía al lado del Mesías: era débil.
Pero Cristo también se encargaba de los débiles, y de los conscientes, porque los pequeñitos aprenderían de los conscientes.
Y luego resultó que el pequeño, el débil, tenía más sentimientos.
Miren, los caracteres de este mundo.
Cristo tomó todos los rasgos de carácter, los siete grados diferentes para el pensamiento y el sentimiento.
Unos tenían más conciencia que otros.
Preguntas y respuestas 5, 1950
En comparación con los cristianos que más tarde entrarían a la fosa de los leones por su fe, los apóstoles todavía eran débiles:
¿Está el Mesías, la fuente divina a la merced de una panda de enclenques a los que pronto se les santificará porque le han quitado la vida?
¡Imposible!
Hay millones de personas que después terminaron en la fosa de los leones, que han tenido más logros que lo que pudieron hacer Pedro, Juan y Andrés, ni siquiera todos juntos.
Hubo personas en la tierra, enseguida lo vivirán, que tuvieron en sus manos al Dios de todo lo que vive, por supuesto que sí.
Pudieron entregar su sangre, su alma, su gloria sin dudar de esa infinitud.
Allí estaba, no, era lo que ellos verdaderamente veían.
Lo ven, lo oían, lo vivían y después empezaron a entregarse para ello.
Para eso no les hacía falta Biblia ni fe ni Dios ni Cristo; simplemente lo tenían.
Todavía hay miles de personas en la tierra que no quieren saber nada del saber ni del sentir de ustedes, de Cristo ni de nada, pero son inmaculadas como el oro.
¡Sin duda!
En ello pueden contemplar una radiante luz vital, en ese ojo humano.
Ya irradian con conciencia cósmica.
Pero Pedro no era capaz de eso y Juan no podía decirlo de sí mismo, porque estaban buscando.
Si ustedes hubieran visto a estos nenes, a estas criaturas allí al lado de esa figura imponente, el Mesías, Cristo, entonces los habrían echado de Su vida a sopapo limpio.
Cuando los maestros, los maestros, los maestros de la cuarta, la quinta, la sexta y la séptima esfera siguieron ese problema...
Dios mío, Dios mío, cómo gimieron estas personas cuando empezaron a ver que ya en Getsemaní el Mesías no solo había sido vendido y traicionado por delante, por la izquierda y por la derecha, sino también por arriba y por atrás, porque sabían: estas criaturas sucumbirán.
Conferencias 1, 1950

Dudar y renegar

Pedro dijo que nunca antes había visto a ese hombre:
Pero Cristo les hizo aparecer esos milagros por arte de magia, y aun así había uno que dijo: “Nunca he visto a ese hombre”.
Preguntas y respuestas 2, 1951
“Pedro, Pedro, que sepas que mañana es el día”.
“Jamás he conocido a ese hombre.
No tengo que ver con ese ser humano”.
Y Cristo dijo: “Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces”.
Preguntas y respuestas 6, 1951
Todos dudaron cuando Cristo se fue, porque esperaban que dijera al mundo: “Vamos, ¿quién se atreve conmigo?”.
Y entonces el Mesías se dejó golpear, flagelar, y lo clavaron en la cruz sin ningún problema, Él se echó.
Ya entonces los apóstoles pensaban: ya se nos fue el Mesías.
¿Eso..., eso el Mesías?
Anda ya.
No es más que un rabino común y corriente que se ha hecho pasar por Dios y Cristo.
Ahora lo ves, no es más que un tremendo desgraciado, porque allí está colgado, gimiendo.
Allí también había apóstoles, ellos contaron eso, el golpe los dejó del todo atontados, porque Cristo tendría que haber sacado revólveres.
¿Qué tendría que haber hecho?
Y entonces el gallo cantó para todos los apóstoles.
Hubo dos, que se excluyeron y dijeron: “Dios mío, Dios mío, respóndenos”.
Y la respuesta colgaba de la cruz.
Preguntas y respuestas 2, 1951
Jozef Rulof explicó durante una noche informativa que el gallo solo cantó por la duda que había en Pedro:
Los apóstoles solo lo oían todavía, Pedro solo lo oía para la duda.
Pero eso no implicaba que Pedro fuera enteramente inconsciente y dudara; solo por esa duda.
Solo dudaba, señor y señora, porque sabía que lo iban a arrojar al calabozo, quizá que lo maltrataran, igual que Cristo, porque a eso él le tenía miedo.
Preguntas y respuestas 2, 1951
Cuando los apóstoles se vieron ante la sociedad destructora, comprendieron que ahora sí las cosas iban de verdad en serio:
Cuando Él se vio ante el peligro con Pedro...
¿El peligro?
No: el chismorreo, la demolición, la sociedad; entonces las criaturas, los apóstoles empezaron a comprender: ahora las cosas van a adquirir una seriedad sagrada.
Cristo aún no había hecho nada, aún tenía que... aún estaba por pronunciar Su primera palabra sobre la verdadera fuente de la que provenía.
Entonces Pedro ya había sucumbido.
Conferencias 1, 1950
Pedro renegó de la verdad:
Si comprenden la imagen de Judas, que se ahorca y destruye allí... y el gran Pedro que entra aquí tranquilamente y dice: “A ese ser humano no lo conocí”.
“Pero si estaba con Él, ¿no?
Lo ha representado, ¿no es así?
¿No andaba con Él por la calle?
Los hemos visto”.
“No es cierto”, dice este hipócrita, y no solo reniega de Cristo —¿o acaso pensaban que habría podido renegar de Cristo?
¡Cristo es intocable!
Si tienen la verdad, pronto lo verán, son intocables.
Pero cuando en su vida se revelan la mentira y el engaño, la odiosidad, la desconfianza, la incredulidad, entonces ya no tendrán nada.
Entonces serán menos que este Pedro, entonces no tendrán nada de ese Judas que quiere estrangularse para enmendarlo.
Conferencias 1, 1950
Y, sí, Pedro.
“Jamás conocí a ese Ser humano”.
Entonces no solo renegaste de ti mismo, sino ¡del macrocosmos, de la Omnifuente, del Omniamor!
Puedes caerte, puedes sucumbir.
Y Cristo lo miró, y otra vez más cantó el gallo, y Pedro dijo: “Jamás conocí a ese Ser humano”.
Pedro va volando por Jerusalén, hecho una furia desesperada, está quebrantado como un ser humano borracho, borracho en alma y espíritu.
Ya no lo sabe: “Lo he perdido todo”.
Sí, hasta ese punto hemos llegado, hasta allí.
Así será la pugna interior para el ser humano si tiene que hablar su pequeña personalidad con respecto a la ética.
“Cuando sepas, cuando sientas que Yo soy verdad, tú te convertirás en verdad, y entonces a mí”, dijo Cristo, “me representarás como verdad.
Para lo cual entrego Mi vida, para lo cual me dilato, para lo cual vivo, para lo cual recibí amor”.
Pero de eso, Pedro, Juan, ya nunca y nunca más se podrá renegar.
Para eso tendrán que entregar su propio yo.
Eso es entregar su personalidad, infundir alma libremente, acoger concienciación divina, espacial.
Y es cuando todo irá por sí solo, porque será la vida la que hable por medio de ustedes: la chispa de Dios en las aguas, la chispa en la tierra, un árbol, una flor, una vida, un sol, una luna, una estrella, un planeta.
Todo eso irá por sí solo.
Porque entonces serán ustedes verdad.
¿Son lo que es infundir alma?
No, están representando en todo la inmaculada armonía de Dios, de la Omnimadre.
Esas cosas cuadradas las han arrancado ustedes de sus corazones.
Están listos para representar al Cristo definitivo en ustedes.
Ya no habrá mentiras para ustedes, nada de repudiar.
El ser humano en el espíritu no está ante nada, porque lo tiene todo.
¡Todo!
Aunque a ustedes los quebranten, aunque los claven en una cruz como Cristo, aunque los mancillen, deformen y difamen, el ser humano espiritual, verdadero, abierto, lo tiene todo porque ha hecho que tome, adquiera, consiga conciencia esa claridad inmaculada que posee, porque ha podido asimilarla.
Conferencias 2, 1951
Más tarde, Pedro venció su duda:
Después, tras tanto tiempo, meses y años, sí, entonces Pedro pudo decir: “Pueden destazarme como a su cerdo”.
Y es lo que hicieron, boca abajo en una escalera, por lo que la sangre corrió directamente por la calle.
Con una personalidad consciente fue recorriendo una calle tras otra, para que el mundo viera que Pedro había sido sacrificado como un cerdo.
Y él dijo: “Ahora soy feliz.
¿He enmendado?”.
Entonces hubo espiritualizado y ampliado su propia negación.
Había aceptado la paliza del Mesías.
Había dicho al mundo: “Hagan conmigo lo que quieran.
De todos modos no podrán destruir la vitalidad enérgica, el entusiasmo, esta imponente animación que me llega desde el espacio y desde Él”.
Ahora pudo decir: “Se pegan a sí mismos.
Se pegan a sí mismos si quieren dejarme las marcas del látigo de sus palabras”.
Con que hayan mandado una sola palabra dura al espacio se sintonizan con el lodo y el veneno, con el instinto de la selva, con la conciencia animal.
Pronto les quedará claro.
Conferencias 1, 1950

Dones espirituales

Después de la crucifixión, los apóstoles estaban delante de sí mismos:
Pero, veamos, trasládense por un momento al estado de Pedro, de Juan y de los demás.
Allí están... aquí están sentados... allí han caminado...
Durante meses, no, durante años recibieron la sabiduría de su maestro, de su rabino.
Él era un ser humano...
En los ojos de Él habrían podido ver la luz divina, y aun así sigue habiendo duda.
Cuando Él paseaba, tomado de la mano, por la tierra, eso no tenía misterio.
Es muy sencillo cuando el padre y la madre cargan a la criatura, pero cuando llegamos a la autonomía para la que vivimos, cuando nos convertimos en hombre, en madre, padre, hermana y hermano, cuando nos habla la autoridad divina, espacial... sí, entonces algún día tendremos que poner las cartas sobre la mesa para el espacio, para la Omnifuente, la Omnialma, la Omnimadre.
¡Entonces tendremos que demostrar de lo que somos capaces!
Conferencias 1, 1950
También entonces, Cristo ayudó a sus seguidores:
El pobre, bueno de Pedro, más tarde, cuando vio cómo se infundía alma y supo... porque él tuvo sus visiones, Cristo andaba a su lado, así, sin más.
Cuando regresó Cristo y estaba con él, dice: “Mira...”.
Atravesó sin problema la pared, allí estaban esperando.
Regresó.
Preguntas y respuestas 2, 1951
Él y los maestros ayudaron a los apóstoles con dones espirituales.
Pero no podían desarrollarlos hasta el cuarto grado de la mediumnidad, como se explica en el artículo ‘La mediumnidad de Jozef Rulof’:
Ya te conté alguna vez que nadie se eleva por encima del cuarto grado de los sentimientos sin la asistencia de alguien que es cósmicamente consciente.
Puedes aceptar que esto es extraordinario, ni siquiera los apóstoles pudieron alcanzar esa altura.
Cristo no arrastró a Sus discípulos hacia los dones espirituales, sino en Su propia vida.
Sabía que no podía darles lo que se tiene que adquirir por el yo cósmico, ninguno de los apóstoles poseía esa sensibilidad, aunque eran instrumentos sensibles.
Pablo y Juan fueron médiums directos y más tarde, después de la muerte de su maestro, en manos de ángeles, de maestros astrales que desde nuestra vida trajeron sabiduría que pudo ser dada por medio del trance psíquico de Pablo y la percepción clarividente de los demás.
(Nombro a Pablo junto a los apóstoles, los doce discípulos, aunque él haya vivido una época muy distinta).
Durante la reunión con su maestro no tenían que jugar a ser médiums.
Solo después de que Cristo hubiera partido se revelaron los dones espirituales a los apóstoles.
Los maestros de este lado los elevaron a todos en la conciencia espiritual, ni siquiera podían procesar la conciencia cósmica.
Aun así, recibían los mensajes desde la séptima esfera, pues los maestros eran capaces nuevamente de entrar en contacto con regiones más elevadas.
Pedro y los demás apóstoles aún tuvieron que desarrollar primero los dones mediúmnicos, ni siquiera se les podía alcanzar.
Pablo y Juan no se habrían olvidado, para ellos no cantó el gallo, eran espiritualmente conscientes.
En ellos vivía el fuego de su maestro, no podían caer.
¡En ellos vivía Cristo!
Pedro todavía tenía que asimilar esta sensibilidad y conciencia.
Cristo lo conocía y podía decir: “Antes que cante hoy el gallo me habrás negado tres veces”.
Esto no podía ocurrir a los demás.
Pedro primero viviría dificultades antes de que pudiera emprender la tarea que Cristo le había asignado.
Esa tarea se le encomendó y estaría en armonía con la propia conciencia.
Sin embargo, todos han entregado su propia vida por Cristo.
Uno veía, otro apóstol era clariaudiente, otros poseían el trance psíquico y se desdoblaban brevemente de su cuerpo.
Pero los apóstoles no sabían que les hablaba el ser humano que había muerto en la tierra y que ahora vivía como un ángel en las esferas de luz.
Pensaban todavía que Cristo estaba a su lado.
Solo mucho más tarde se dieron cuenta de que habían ido a ellos los emisarios de Dios para continuar el imponente trabajo de su maestro.
Algunos apóstoles eran grandes médiums y vivían en el cuarto grado de los sentimientos y podían experimentar los dones espirituales; los demás no estaban listos para eso.
Pero Cristo les dijo que no estarían solos.
Cuando estaban reunidos y tenían que tomar decisiones, oían voces.
Se hablaba al margen de su propia vida y se les manifestaba la voz directa.
Los ángeles de los cielos habían hecho más densas sus voces y por medio de ellas llegaban al contacto directo con los apóstoles, por lo que estos ya no tenían que dudar.
El gran trabajo que llevarían a cabo llevó a los apóstoles a este estado, pero en él no estaban solos.
La palabra espiritual que se hablaba y que ellos podían entender claramente se convirtió para ellos en la palabra sagrada y animadora a la que podían entregar su vida.
Ahora entraban a la muerte por su maestro.
Las voces del otro lado se habían hecho más densas de manera semimaterial.
Cuando más adelante sigamos los dones físicos, te aclararé todas estas leyes y posibilidades.
Por lo tanto, también los apóstoles han vivido los dones psíquicos y físicos, que aún ahora están siendo aplicados también por nuestro lado y por los que miles de personas en la tierra han quedado convencidas de una pervivencia eterna después de la muerte.
Pero tampoco ellos se elevaban por encima de sus propios sentimientos y tuvieron que aceptar lo que les fue dado desde este lado.
También ellos, como los discípulos de Cristo, estaban ante problemas grandes que eran vencidos por los maestros.
Dones espirituales, 1943
Los apóstoles todavía no conocían su alma cósmica como se nos concedió a nosotros conocer por medio de la Universidad de Cristo:
Pero en esos tiempos no sabían lo que uno recibe y lo que hemos recibido nosotros.
Eso era para ese siglo.
Somos personas que hemos recibido la gracia de que hayamos podido..., de que se nos haya concedido conocer todas esas cosas, esos libros, esas leyes, y de que ya ahora podamos integrar en nosotros esa sabiduría, porque nos lleva directamente, cada minuto, cada día, a Jerusalén.
Preguntas y respuestas 2, 1951

De regreso en el más allá

Cuando los apóstoles llegaron otra vez en el más allá, Cristo les habló:
La palabra que Cristo dijo a Sus apóstoles cuando entraron al otro lado.
Jeus de madre Crisje Parte tercera, 1952
Cristo volvió a ellos y solo ahora podían los apóstoles postrarse a los pies de su maestro.
Pedro pudo decir:
“Maestro, ¿puedes ahora perdonarme todo?
Ahora quisiera predicar Tu doctrina, quiero volver a entregar mi vida por Tu santidad”.
Juan y los otros dieron un paso al frente, pero no pudieron pronunciar palabra, después de lo cual Pedro dijo:
“Maestro, Tú eres el Mesías.
¿Puedes darme un cuerpo nuevo para que se me conceda representar Tu vida en la tierra?”.
A lo que Cristo respondió:

“¿Necesitas tú, Pedro, un nuevo organismo para llevar los tesoros del Padre tuyo y Mío a la tierra?
¿Quieres que allí se te torture nuevamente?
¿Quieres que allí te vuelvan a masacrar los demonios del infierno?”.
Pedro calló un momento y preguntó un poco después:
“¿Es posible, maestro, que recibamos un cuerpo nuevo? ¿Que nazcamos allí como seres humanos?”.
Jeus de madre Crisje Parte tercera, 1952
Pedro todavía no sabía nada de la reencarnación, nada aún de lo que viviría Jozef Rulof (Jeus) en el Siglo de Cristo:
¿Qué sabían los apóstoles de la “reencarnación”?
¡Nada! ¿Qué sabían de lo que vivió Jeus?
Jeus de madre Crisje Parte tercera, 1952
Los apóstoles sentían amor, pero todavía no tenían conciencia cósmica:
—Lo oyes: los apóstoles, por imponentes que hayan sido sus vidas, eran inconscientes, ante su propia vida y ante Dios.
Todavía desconocen las leyes y las tienen que aprender.
Por supuesto: tienen luz, sienten amor, o no habrían podido terminar su tarea.
Han servido como pudieron hacerlo Moisés y muchos otros, pero no son espiritualmente conscientes.
Y también esas leyes las tienen que asimilar.
Jeus de madre Crisje Parte tercera, 1952
Entonces Cristo pudo contarles a los apóstoles lo que Él podría haber dado a la humanidad si esta no lo hubiera clavado en la cruz:
Este dijo a los apóstoles: “Habría querido conectar a la gente con las leyes para la vida y la muerte, y contarle que no existe una muerte.
No recibí esa gracia, pero ahora la pongo en vuestras manos.
Habría querido contar a los hijos de la Madre Tierra sobre la ‘Madre de Dios’, pero ¿se me dio allí esa oportunidad?
Quería convencer a la humanidad por medio de las leyes del espacio en que vivimos.
Habría querido decirle al ser humano de la tierra que se han formado más espacios y que como seres humanos representaremos el 'OMNIGRADO' divino, pero ¿me dio esa posibilidad la humanidad?
¿Se me aceptó allí?
Habría podido conectar la humanidad con el estadio divino, Pedro, Juan, pero me crucificaron y ¡hay que ver ahora en lo que convierten Mi vida allí!”.
Jeus de madre Crisje Parte tercera, 1952
Entonces los apóstoles pudieron hacer todas sus preguntas:
Queridos míos, hermanos míos y hermanas mías de este mundo, entonces los apóstoles pudieron hacer preguntas —y las hicieron— hasta en el infinito.
Cuando se quedaron satisfechos y Cristo les dio la última palabra se disolvió ante sus ojos.
“Estoy esperando”, oyeron todavía cuando delante de ellos se fue la aparición de Cristo.
“Estoy esperándolos (esperándoos) en las esferas del Omnigrado divino.
Volveremos a vernos donde Dos el Padre y Dios como Madre, pero digan (decid) a la humanidad que recibieron (recibisteis) la conciencia cósmica, que son (sois) capaces de elevarla, pero vayan (id) a ver o convénzanse (convenceos) de que es posible, y sabrán entonces por qué abracé la muerte en la cruz”.
Entonces los apóstoles se derrumbaron, no podían más de lo tremendo que era el poder de este acontecimiento.
Volvieron a la tierra y tuvieron que aceptar que esta humanidad aún no era alcanzable.
Regresaron al pasado de la humanidad y fueron pasado por un grado tras otro, por un paso tras otro, que la humanidad había recorrido en los siglos pasados.
Archives, 1945
Solo ahora comprendieron que no habían conocido a Cristo, que no habían comprendido al Mesías en la tierra y que no sabían nada de Su conciencia.
Pero volvieron a la tierra, allí se les conectó con su propio pasado, cuyas leyes les fueron aclaradas.
Vivieron la paternidad y la maternidad, época tras época, y solo entonces Pedro dijo a Juan:
“Lo ves, Juan, cuando yo vivía en la tierra miré a Dios a los ojos, pero no lo comprendía a Él.
El sol y la luna representan estas leyes.
Ven, hemos de seguir y asimilar las leyes de Dios”.
Jeus de madre Crisje Parte tercera, 1952