Desmaterialización

En la primera parte de esta obra se pudo leer cómo Alcar, el Líder espiritual de André, fue desarrollando poco a poco los dones mediúmnicos de este.
André deseaba desde hacía mucho tiempo que se le concediera organizar sesiones de espiritismo a oscuras.
Sin embargo, tenía que tener paciencia y primero estar mejor informado sobre las ciencias ocultas.
Así que esperó con calma hasta que hubiera llegado el momento en que Alcar lo avisaría.
Y cuando después de algún tiempo recibió el permiso de empezar con las sesiones a oscuras y de ver por su propia fuerza cómo se presentaban fenómenos importantes, estaba colmado de alegría.
Desde hacía bastante tiempo sabía que, estando presente un médium de voz directa, los espíritus pueden hablar a través de un megáfono —un tipo de trompeta— que les amplía la voz, y que a veces este gran acontecimiento puede tener lugar incluso sin este instrumento, cuando las fuerzas mediúmnicas presentes tienen suficiente fuerza para ello.
Alcar le comunicó que en él estaban presentes las fuerzas para voz directa, materialización y desmaterialización.
Aun así había que desarrollarlas, lo que tomaría mucho tiempo.
¡Qué revelación fue para él!
Y cuánta gratitud sentía porque le sería concedido convencer a la gente incluso de esta manera, y por fuerza propia, de que existe una pervivencia del otro lado de la tumba.
Pronto formó un círculo con unos amigos y Alcar dijo que todos debían tener paciencia y aguardar con calma, plenamente entregados, lo que ocurriría.
Solo después de haber participado varias veces empezaron a presentarse los primeros fenómenos.
Consistían en golpes, que se oían a veces en muebles y paredes, pero la mayoría de las veces contra el megáfono que estaba en el centro de la habitación en una mesita.
Después de los golpes se consiguieron fenómenos de aporte.
Hubo flores que fueron sacadas de un florero y que fueron depositadas en el regazo de los participantes.
Y en un piano cerrado fueron pulsadas las teclas.
Así se presentaron varios fenómenos, en ciertas noches más que en otras.
No obstante, André no oía ni veía nada de todo esto, pues en cuanto se ponía música de gramófono, necesaria para obtener voces directas, caía de inmediato en trance, para despertar solo terminada la sesión.
Pero también en ese sentido era paciente y ya se sentía feliz con que los demás le dijeran que habían pasado una hermosa noche.
Aunque por fin le llegó también a él el momento en que se le concedió percibir lo que pasaba.
Una noche, cuando la “trompeta” planeaba de nuevo por el aire, se le pidió a Alcar si a “él” (su nombre no se podía pronunciar mientras estaba en trance) se le concedería ver esto.
Y como respuesta a esta petición, Alcar lo hizo despertar del trance.
Luego vio que en una esquina de la habitación, muy por encima de él, planeaba la “trompeta”, provista de dos franjas luminosas.
¡Qué impresión!
De pronto la “trompeta” dio un pronunciado giro por la habitación, para descender a su lado al suelo en un movimiento circular.
Le dio un escalofrío.
Luego vio que volvió a bajar y de nuevo cayó en trance.
Estos importantes fenómenos solían manifestarse durante las sesiones semanales, hasta que una noche tuvo lugar algo diferente y muy particular.
Alcar se había dirigido a los presentes a través del megáfono, lo que pasaba frecuentemente, también lo hacían otras inteligencias, y les había pedido prender o apagar la luz cuando lo dijera y seguir sus indicaciones también por lo demás.
Sin embargo, el que prendería la luz no podía demorarse, porque conllevaría peligro para el médium.
Así que cuando Alcar daba sus órdenes, había que actuar enseguida.
En un momento dado hubo que prender la luz y los presentes vieron para su enorme sorpresa que André se había deslizado entre los barrotes de la mesita sobre la que estaba el megáfono, mientras que la distancia entre su silla y la mesita era de metro y medio.
Yacía en el piso, pálido como un muerto.
Era un misterio para todos cómo exactamente había llegado allí.
De repente sonó la segunda orden de Alcar:

—¡Apagar! —Y unos segundos después—: ¡Encender!
Cuál fue la sorpresa de todos cuando vieron que André estaba de nuevo en su silla, plácidamente dormido, como si no le hubiera pasado nada.
Seguía en trance.
Cuando, terminada la sesión, le dijeron lo que le había ocurrido, intentó pasar por debajo de la mesa pero no lo logró, pues el espacio entre los barrotes y el piso era demasiado reducido.
Le preguntó entonces a Alcar lo que le había pasado, y se le contestó que lo habían levitado y desmaterializado parcialmente.
Nadie había visto que este proceso ocurriera, a pesar de que André llevara franjas luminosas en brazos y piernas, pero estas, según decía Alcar, no podían observarse por la velocidad de lo ocurrido.
Otra cosa muy asombrosa le sucedió de manera inesperada, fuera de las sesiones, tal como se transmiten espontáneamente todas las pruebas contundentes.
Una noche, ya tarde, estaba hablando un poco con un amigo frente a su casa cuando se le acercaron dos señoras pidiéndole ayuda para abrir la puerta de su casa, pues una bicicleta que se había caído en el pasillo estaba obstruyendo el acceso a la vivienda.
La puerta no se podía abrir más que unos centímetros y no había nadie en casa.
Tal vez podría levantar y desplazar la bicicleta con un palo largo o de escoba.
De inmediato André estuvo dispuesto a ayudar a las señoras.
Se despidió de su amigo y entró para buscar algún palo.
Pronto reapareció, armado de un pedazo de tubo de gas y una escoba con los que quería intentar levantar la bici por el resquicio de la puerta y se fue con las señoras a su vivienda, donde se puso manos a la obra de inmediato.
Pero por más que intentara forzar el palo de escoba o el tubo de gas para que pasara por el estrecho resquicio, el experimento fracasaba, pues ambos objetos eran demasiado gruesos.
Finalmente, la puerta empezó a crujir de manera ominosa, por lo que a las señoras les dio temor de que fuera a partirse.
Tanto alboroto hizo que se asomaran los vecinos para ver qué ocurría, y entonces André les preguntó si podría llegar a través de su casa a la parte trasera de la vivienda de las señoras, lo que resultó imposible.
Aun así había que encontrar una forma de entrar.
De repente —André mismo no sabía por qué— deslizó la mano izquierda lo más que pudo entre la puerta y el quicio, mientras que con la derecha sujetaba el picaporte.
En el mismo instante —agarrar la puerta fue, por así decirlo, un contacto— lo traspasó una corriente tan fuerte que se sintió mareado y cansado, y que hizo que casi se cayera.
Lo embargó el mismo sentimiento que al desdoblarse o cuando se le hacía entrar en trance.
Cuando despertó como de un profundo sueño, ya no podía acordarse de las demás cosas que le habían ocurrido.
Se frotó los ojos para poder ver mejor, mientras no dejaba de bostezar, miró a su alrededor y se percató de que estaba al lado de la bicicleta caída en el pasillo.
Como aturdido levantó la bicicleta, apoyándola en las escaleras, abrió la puerta por dentro, se despidió maquinalmente de las señoras y de los demás presentes y salió disparado a la calle, dejándolos a todos muertos de susto.
Una vez fuera de nuevo tomó conciencia hasta cierto punto de lo que le había ocurrido.
De repente, como si alguien lo empujara, empezó a correr rápidamente, mientras al mismo tiempo oía que le decían:

—Corre, André, corre; hace falta, hijo mío.
—De inmediato se dio cuenta de que era Alcar, que quería tranquilizarlo—.
A correr, hijo —sonó nuevamente su voz.
Por cómo corría, atravesando una calle tras otra, casi parecía como si participara en una carrera.
Sentía que aunque quisiera quedarse quieto no podría, porque era impulsado a la fuerza.
Finalmente, después de haber entrado y salido corriendo de algunas calles, se encontró de nuevo frente a su casa y allí se le detuvo.
¡Qué extraño era todo!
Parecía como si fuera un reloj al que una fuerza desconocida daba cuerda para detenerlo después.
De cualquier manera, entendió que tenía que ser entonces la fuerza y la voluntad de uno de sus ayudantes espirituales la que dirigía este proceso, aunque no viera a nadie, ni a Alcar ni a ningún otro espíritu.
De ningún modo era Alcar, pues sabía distinguir e intuir su influencia entre todas las demás inteligencias.
Después de tanto trotar y correr sintió que le estaba dando mucha hambre y de nuevo oyó la voz de Alcar, que dijo:

—Come, André, come hasta que te sientas satisfecho.
Entonces se apresuró a la cocina para cortarse unas rebanadas de pan, porque no quería molestar a su madre despertándola, puesto que ya eran más de las once y media.
Así que hacía ya alrededor de media hora que se encontraba en un estado que le resultaba incomprensible.
Ya no pensaba nada mas que en comer; enseguida se llevó el susto de darse cuenta de que había empezado a comerse su octava rebanada de pan.
Pero ¿qué era lo que le había pasado?
¡Si tan solo todo terminara bien!
¿Qué tenía que hacer si se enfermaba?
¿Qué sentido tenía todo esto?
¿Seguro que eran Alcar y los suyos quienes lo estaban usando para estas extrañas cosas?
Le empezaba a entrar miedo.
De nuevo oyó la voz de Alcar:

—André, tampoco le des vueltas a eso.
Estás en mis manos.

Se le desbordó el corazón.
¡Este era su Alcar!
Alcar, el espíritu del amor, contestaba sus pensamientos no pronunciados.
Se le había concedido vivirlo ya tantas veces.
Alcar lo conocía, sabía todo de él y podía alcanzarlo de diferentes maneras.
Y lo más bello, en lo que podía sentir con más fuerza el amor de Alcar, era sin duda la respuesta a sus pensamientos no pronunciados.
Cada vez le volvía a parecer glorioso, una y otra vez volvía a sorprenderse.
Sonó el timbre.
Tal vez lo buscaban para un enfermo.
Grande fue su sorpresa cuando vio a las dos señoras frente a él, de las que se había olvidado por completo, otra prueba para él de que se tenía que concentrar únicamente en lo que hiciera en un momento dado, que seguía siendo el instrumento de sus líderes espirituales y que no podía retener sus propios asuntos por la fuerza de pensamientos.
—Señor —empezó una de las señoras—, ¡qué susto nos dio y cuánto miedo nos hizo sentir!
¿Pero qué es lo que pasó en realidad?
No se deshará de nosotras así como así.
Queremos saber qué milagro fue el que ocurrió.
¿Estamos tratando con el diablo?
A André le dio risa.
Él, un diablo; ¡lo que le faltaba!

—¿Y encima le da risa? —preguntó la otra visitante—.
Gritamos tanto que en todos lados se abrieron las ventanas.
Sin duda la gente pensaba que alguien estaba siendo asesinado.
Vamos, cuéntenos lo que significa todo esto.
De lo contrario no dormiremos tranquilamente ni un minuto esta noche.
De repente desaparece de nuestra vista, abre la puerta desde el interior, sin mirarnos corre a la calle como si lo persiguiera el diablo y como si le hubiera entrado miedo de nosotras.
—Calma, señoras —contestó André—, e intentaré aclararles que hace un momento debe haber tenido lugar una desmaterialización, es decir un fenómeno oculto que a mi parecer solo puede darse con la ayuda de un médium y a través de la intervención de espíritus, quienes disuelven por así decirlo el cuerpo del médium, aún no sé cómo, para luego volver a construirlo.
Yo era el médium en este caso y de ninguna manera el diablo, como temían.
Lo que sucedió fue una sorpresa inesperada para mí también, pues fenómenos así no se dan precisamente todos los días.
Dios me regaló fuerzas mediúmnicas, que me son sagradas, y me siento como un instrumento en Su mano; en primer lugar, en lo que concierne al don de la curación por medio de la fuerza magnética.
—Dirigiéndose a continuación a una de las señoras, siguió—: Le duele la espalda, señora, le molesta desde hace mucho tiempo y veo a un señor a su lado que dice ser su padre.
Describió la inteligencia, que, según él, tenía un gran parecido con ella, nombró la enfermedad que le causó la transición, pero sintió de inmediato que a ella esto le causaba miedo.
Lo miró como si él mismo fuera un espectro y dijo:

—Que me duele la espalda es cierto, señor, pero que tendría a mi difunto padre aquí a mi lado, no lo creo para nada.
Es usted una persona extraña, porque todo lo que nos cuenta se hace cada vez más incomprensible.

La mujer tenía mas ganas de llorar que de reír.
Después de que se hubieran ido las señoras, André oyó que Alcar dijo que tenía que acostarse pronto y entendió que hacía mucha falta, porque le parecía que le iba a estallar la cabeza.
Y ya acostado en la cama, sintió durante por lo menos media hora cómo una corriente estimulante le recorría el cuerpo.
Después le dio mucho calor y empezó a transpirar terriblemente, mientras que el corazón le latía con fuerza.
Pero después de un cuarto de hora volvió a estar completamente seco, lo que le pareció un fenómeno extraño e innatural, visto que en caso de una enfermedad no habría sido así.
No entendía nada.
Luego sintió frío y se estremeció, pero finalmente le entró un agradable sentimiento de suave y glorioso calor.
Este proceso duró dos horas.
Después su líder espiritual dijo:

—Ahora vete a dormir tranquilo, hijo mío, porque estás muy cansado.
Pero después de una buena noche de descanso, el cansancio habrá desaparecido.
Mañana te pondré al tanto de todo lo que te ha pasado y te daré la explicación de esta exitosa desmaterialización.
André sentía que se hundía cada vez más, pero antes de quedarse dormido, sintió que se le posó delicadamente una mano en la cabeza, la mano de su Alcar cuya corriente magnética incidió tan gloriosamente en él, que a la mañana siguiente despertó fresco y animado.
Entonces, sus primeros pensamientos fueron para ambas señoras, recordando de inmediato lo que le había pasado en la noche y obviamente les contó todo a sus padres.
Ya habían vivido muchas cosas asombrosas con su chico, pero nunca antes se habían enterado de algo así.
Las señoras volvieron en el transcurso de la mañana; se habían tranquilizado algo y querían saber un poco más sobre “el milagro”.
André sentía bien que veían en él a un mago más que a un médium, pero aun así les volvió a contar que un fenómeno sobrenatural semejante solo se puede llevar a cabo con ayuda espiritual y les aconsejó empezar a leer mucho sobre el espiritismo y el ocultismo si tenían interés por estas cosas.
Entonces podrían entenderlo todo mejor.
Luego sintió que no debía ahondar más en el tema, porque de todos modos no le entenderían ni creerían, porque el espiritismo y la vida después de la muerte seguían siendo enigmas para sus visitantes y no querían saber nada en absoluto de espíritus.
Adoptó estos pensamientos de ellas y Alcar le hizo intuir que las sondearía.
Pero en estos pobres seres humanos no había la más mínima profundidad.
Dormían su sueño profundo y podía tomar mucho tiempo para que despertaran espiritualmente y se interesaran en lo que les pasaría después de su existencia terrenal.
Temían la muerte y por tanto no podrían aceptar que “los muertos” viven.
Pero el temor a la muerte es temor a la vida, porque “lo muerto, muerto está” es una enorme falsedad.
Los supuestos muertos viven y seguirán viviendo para toda, absolutamente toda la Eternidad.
Entonces qué ricos son, él y todos los que poseen esta convicción.
Qué feliz es él, que, como instrumento en las manos de Dios, puede ayudar a los “muertos” a apoyar psíquica y físicamente a las personas en la tierra.
Los “muertos” ayudan a las personas materiales y las curan.
Los “muertos” lo hicieron atravesar la sólida puerta de madera.
Solo ellos pueden hacer esto último; les es imposible a las personas de carne y hueso, por más sabias que sean para el mundo.
Los “muertos” pintan a través de él, hablan con él y hacen que obre milagros.
¡Pobres, pobres seres humanos!
¿Cuándo despertarán?
Ustedes, que han vivido semejante milagro, reflexionen al respecto.
Fue una lección para ustedes, que les dio Dios, para poder despertar.
Ya pueden dejar de ser como Tomás el incrédulo, pues han recibido sus evidencias.
“Despierten los que estén dormidos y levántense de la muerte”, les exclama el que es maestro de todos nosotros, pues dormir espiritualmente lleva a que en la tierra innumerables vidas humanas se pierdan, se vivan en vano.
Así que despierten y piensen en su felicidad eterna, en su salvación eterna.
La muerte material es la transición al mundo espiritual, el nacer en las esferas del Más Allá.
Abran los ojos y vean.
Su tiempo es valioso, pues pronto llegará su fin para esta tierra y entonces su mirada se agotará sin haber logrado ver, sin ver espiritualmente en la Eternidad, en la vida eterna.
 
En la tarde, mientras estaba tranquilamente reflexionando, lo alegró de nuevo la amorosa voz de Alcar.
—Escucha, hijo mío —dijo—, el propósito de nuestras sesiones de espiritismo oscuras era lograr la desmaterialización, y se pueden considerar como una exploración previa.
Estaban involucrados algunos de mis amigos, incluyendo la inteligencia que se hace llamar “Fysica”.
El espíritu “Fysica”, que en la tierra estudió matemáticas y física, y que se graduó, cum laude, de doctor en química, continúa sus investigaciones en las esferas.
Es uno de los nuestros desde hace más de 30 años y había asumido la dirección del fenómeno que tuvo lugar anoche y que merece toda la atención, puesto que él puede conectarse con el cosmos, del que extrajo las fuerzas necesarias para este acontecimiento.
Te explicaré ahora lo más destacado de lo que pasó con tu cuerpo.
Cuando no pudiste abrir la puerta más allá de un resquicio, te pusimos en un estado de semitrance.
Fue el momento en que, inconscientemente, atravesaste la puerta con la mano izquierda, sosteniendo con la derecha el picaporte.
Eso constituyó nuestro contacto, por el que se estableció la conexión.
En el caso de una sesión a oscuras, habríamos ejecutado todo de otra manera.
Estas solo deben realizarse con una tenue luz de color rojo profundo, pues de lo contrario, el ectoplasma que debe conectarnos con el médium se disolvería.
Entonces tuvimos que tomar en cuenta diferentes fuerzas obstructoras.
Pero “Fysica” había hecho sus cálculos de antemano, para que no pudieran presentarse fallos permanentes en tu cuerpo.
Después de consumida la desmaterialización, constatamos que tenías irregular la circulación de la sangre y, para volver a regularla, y gracias a nuestra fuerte voluntad y capacidad de concentración, te hicimos correr de aquí para allá la distancia de unas cuantas calles.
Durante nuestros viajes a la Tierra Estival y a las otras esferas has experimentado lo potentes que son estas fuerzas, porque en aquel entonces también podías hacer únicamente lo que queríamos de ti.
Después de tanto correr y trotar sentiste surgir en ti un hambre anormal.
Fue una prueba de que habíamos rebasado el consumo normal de tus fuerzas.
Estabas exhausto, aunque no afectara a tus fuerzas generales, sino solo a tu conciencia activa.
El ser humano lleva por dentro, inconscientemente, una gran fuerza, que emerge solamente en condiciones anormales.
Imagínate por ejemplo a alguien que conduce un coche en una vía muy transitada.
De repente se le acerca otro coche, pero logra evitar una colisión haciendo una maniobra a la derecha o izquierda.
Después de este esfuerzo, sin embargo, se siente agotado, porque en este breve instante usó más fuerza y energía que la que habría usado en otras condiciones en todo el día.
¿Siente mi hijo lo que quiero decir?
¿Le queda claro que sacó su energía del depósito de reservas que llamamos su capacidad inconsciente?
Así que usamos más fuerza que la que controla tu estado normal, a lo que tu cuerpo material reaccionó con ímpetu.
De ahí esa gran fatiga.
Pero comiendo bien y descansando lo necesario, pronto se recuperó la fuerza consumida.
Después llegó el momento en que, mientras estabas en la cama, pudimos tranquilizarte el sistema nervioso con rayos cósmicos, lo que era muy necesario, visto que cualquier fallo habría tenido consecuencias nocivas para tu cuerpo, sobre todo para el corazón que, como sentiste, latía con intensidad.
Por el tratamiento también tenía que volver a la normalidad la presión sanguínea, pues estaba muy alta en un momento y luego muy baja.
Como recordarás, primero te dio un calor espantoso y después frío, para finalmente volver a un estado normal.
Secarte tan de pronto, después de haber sudado tanto, fue el resultado del tratamiento con rayos cósmicos, con el que alimentamos tu cuerpo.
En su tierra, hasta ahora no se han sabido aprovechar estas fuerzas tan útiles.
Pero llegará el día en que la ciencia echará mano de la naturaleza para extraerle todas estas fuerzas sanadoras.
En el cosmos quedan ocultas tantas fuerzas que, como ya te conté, serán dadas a los humanos cuando la ciencia quiera por fin dirigirse al eterno reino de los espíritus.
La conciencia cósmica debe despertar, pero para poder abrir el depósito cósmico, primero hay que saber intuir y entender.
Solo entonces serán capaces de alimentar el cuerpo enfermo con rayos cósmicos, estas fuerzas benditas.
Solo entonces, cuando los sabios de la tierra se inclinen en humildad, los inspirarán Inteligencias de las regiones elevadas, estableciendo la conexión.
Solo entonces dejarán de existir el cáncer y la tuberculosis, porque solo la naturaleza puede ayudarlos a contener estas temidas enfermedades.
 
La desmaterialización se logró como se quería porque reduciendo esta fuerza habíamos anulado el proceso de gravedad.
Tu cuerpo fue disuelto para volver a ser construido en un fogonazo.
Esta disolución de tu cuerpo material y su reconstrucción ya constituye en sí toda una ciencia.
Así hay varias etapas en este acontecimiento para las que hace falta estar desarrollado cósmicamente, para poder intuirlo en todas sus formas existenciales.
Hasta que no seas uno de nosotros esto no te quedará claro; solo entonces tus sentimientos tendrán que ser desarrollados y sintonizados con todo.
En las esferas toda la teoría se convierte en vida.
“Fysica”, quien en la tierra fue un erudito y un trabajador discreto y aplicado, tuvo que reconocer después de su transición que su conocimiento ya tenía escaso significado, como pasa en el espíritu con toda la ciencia terrenal.
La erudición terrenal solo es sabiduría cuando se ha desarrollado en el espíritu.
“Física” continúa sus estudios de nuestro lado, tanto en el espíritu como en la materia.
Nuestros eruditos vienen a la tierra para conectar a sus habitantes con las leyes espirituales y si estos pudieran ver espiritualmente, les dejaría perplejos que el espíritu, el ser humano de las esferas, continúe sus investigaciones en la materia para llevarlos a un camino más elevado, el camino a la perfección, el camino a Dios.
Por eso el ser humano tiene que aprender a intuir y entender cómo es la vida del espíritu; entonces este lo hará vivir como debe vivirse la vida de todos, porque toda la vida viene de Dios.
La vida es aquella ciencia que es inagotable y que siempre seguirá siéndolo.
Ten por seguro, hijo mío, que toda ciencia es vida y que en todas sus formas significa Amor.
Y todo lo que vive se deberá vivir en armonía, pues en el espíritu las discordancias cósmicas son imposibles, puesto que Dios es Amor y Su Creación, perfecta.
 
Después de que te hubiéramos alimentado el cuerpo con rayos cósmicos, sentiste que mis manos te magnetizaban.
Hacía falta mi fluido vital para proporcionarte un sueño tranquilo.
Entenderás que durante la desmaterialización tu espíritu dejó el cuerpo, con el que siguió conectado a través del cordón fluido o de plata, como pudiste ver ya anteriormente.
También fue el caso durante tus primeros desdoblamientos, como sabes (—concluyó).
André volvió a estar profundamente agradecido a su líder espiritual por todo lo que había hecho por él, aunque a la vez lamentara sobremanera que este importante acontecimiento se hubiera dado para nada.
¡Lo que no habían tenido que hacer Alcar, “Fysica” y otros espíritus para que se lograra este fenómeno!
¡Cuánta energía se había tenido que consumir!
—Basta de cavilar, hijo mío —oyó que dijo su querido amigo espiritual—, no es bueno.
Con todo, no era nuestro deseo que se realizaran manifestaciones físicas, pero el deseo de significar mucho te jugó una mala pasada.
Por eso hemos querido mostrarte lo que significa la mediumnidad física.
¿Le puede traer felicidad al ser humano?
¿La fuerza física es posesión eterna?
¿Puede el ser humano ser bello y radiar por esta fuerza?
¿Está así conectado con Dios?
¿Significa vida?
¿A través de ella se le puede salvar a la humanidad de la perdición?
Pues no, mil veces no.
Son las fuerzas psíquicas las que son posesión eterna y significan felicidad eterna, mientras que las físicas solo tienen una existencia temporal.
Pronto todo esto te quedará claro y te permitirá entender que el acontecimiento de anoche no fue inútil.
Sabes que hay fuerzas físicas y psíquicas latentes en ti.
Ahora, ¿cuáles son las esenciales, las que se tienen que desarrollar primero?
¿Cuáles los dones más grandes de Dios, los más sagrados que puedas recibir?
¿Con cuáles podemos ayudar más a la humanidad?
¿Cuáles se convierten en tu posesión eterna, durante una forma de existencia superior?
Las fuerzas físicas también son un don de Dios, sin duda, pero tienen que servir para convencer a aquellos que no se pueden convencer aún por las psíquicas, para abrirles los ojos.
Y cuando se les haya abierto los ojos, llegamos nosotros para apoyarlos espiritualmente, desarrollar sus sentimientos y enseñarles cómo deben dar amor.
Ten por seguro que sabemos por qué y para qué venimos a ti.
Te permití organizar sesiones de espiritismo oscuras.
Nuevamente: no para nosotros, sino para ti mismo.
¿Para aumentar tu poder?
No, para truncar de una vez por todas tus deseos.
Tú, hijo mío, tienes una tarea diferente, más bella.
Para ti tenemos otros propósitos que permitir que jueguen contigo aquellos que sientan la necesidad de hacerlo.
Es una tarea sumamente sagrada la que se te ha confiado.
Por eso debes tener humildad y guardar silencio, y dejar que el Espíritu Santo trabaje en ti.
Tu tarea es la del espíritu.
Por eso queremos aclararte qué es lo más bello y lo más sagrado de tus dones.
En verdad, la mediumnidad física no sobra en la tierra, pero ya se pueden encontrar suficientes médiums que poseen esta fuerza.
Hay miles; se les encuentra en cada ciudad, en cada pueblo.
Cuando queramos, podemos desarrollarlos de diferentes maneras.
Pero ¿eso nos haría avanzar?
Ya hay suficiente sensacionalismo en la tierra.
¿Pensabas que esto nos apoyaría?
Los primeros sonidos de golpes, estos sencillos fenómenos, eran incluso demasiado profundos para ser entendidos por la ciencia.
Aun así estos golpes siempre seguirán siendo el acontecimiento más grande en la historia de la humanidad.
Como voces directas, estos sencillos golpes eran claramente audibles para cualquiera que quisiera escuchar.
Y miles escucharon y fueron convencidos de que hay una pervivencia después de la muerte material.
Pero cuanto más grandes se vuelven las pruebas que la humanidad recibe de nuestro lado, menos se cree, porque estos fenómenos físicos ya no son humanos y por tanto incomprensibles.
De esta manera, en la tierra todo se vuelve sensacionalismo, pues todo es terrenal.
Por lo tanto, no es difícil encontrar médiums físicos, aunque psíquicos hay solo uno entre miles.
Desde nuestro lado siempre buscamos este tipo de instrumentos, prestos a servirnos para ayudar a la humanidad en lo espiritual, porque la tierra y sus habitantes únicamente podrán ser felices cuando estos últimos se eleven espiritualmente, lo que será posible solo a base de fuerza psíquica.
Por eso queremos desarrollar tus dones para todo lo espiritual, hacer crecer tu amor, conectar tus sentimientos con todo lo vivo.
Gracias al experimento de anoche te quedó claro que no podemos ayudar a las personas si no lo quieren y que seguirán siendo como Tomás el incrédulo, por más grandes que sean los milagros.
También he querido protegerte de esta mediumnidad que, aunque sea muy bella y útil, tampoco significa la luz eterna.
Tu camino es completamente distinto.
Visitarás conmigo las esferas y contemplarás allí lo que se puede contemplar solo espiritualmente.
Te desarrollaré en lo espiritual, lo que más adelante, aquí arriba, será tu felicidad, tu amor y tu luz eterna si le pides a Dios sabiduría, fuerza y amor (—dijo).
 
Conforme al deseo de Alcar, André mandó a algunos espiritistas destacados a ver a las dos señoras, para que se enteraran de boca de ellas del milagro que había ocurrido, y así se pudiera mencionar en alguna revista.
Tal vez esto podría entonces abrirles los ojos a otros.
Pero las señoras mismas se habían vuelto a dormir.
Y es que habían hablado con el pastor y este había dicho que no debían inmiscuirse en este tipo de artes del diablo.
Todo era obra de Satanás.
Luego André le preguntó a Alcar qué más debía hacer.
Y este contestó:

—Nada, nada, nada, hijo mío.
Ya ves que no se las puede convencer a las personas cuando aún no les toca.
De nuestro lado hay miles de pastores a los que les encantaría dar a conocer que allá todo es vida, lo que no habían entendido antes, y que el Espiritualismo no es cosa del diablo, sino de Dios.
Así que nuestra labor será ayudar a los humanos que quieran ser ayudados.
Estos recibirán entonces alimento para su alma, su cuerpo eterno.
 
Más adelante, André entró en contacto con la esposa del espíritu “Fysica”, que aún vive en la tierra, y es feliz de haber podido demostrarle que siempre está conectada con su esposo, que la esperará en las esferas cuando haya terminado su vida terrenal.