La educación para la vida espiritual

André sentía ahora que empezaría para él la nueva vida.
A fin de cuentas, era lo que se le había dicho.
Siempre iba incrementándose su deseo por tener más contacto con su líder espiritual.
Sentía predilección por la soledad, y por las noches solía estar en su habitación.
Así llevaba ya algunos días esperando las cosas que por alguna razón no llegaban.
Una sensación interior le decía que no podía tardar ya mucho más.
La noche siguiente se había quedado dormido plácidamente después de haberse acostado.
Sin embargo, de repente estaba de nuevo completamente despierto y pensó que había oído que alguien lo había llamado.

—André —escuchó de nuevo que le decían, y al mismo tiempo entendió quién lo llamaba.
‘Ah’, pensó, ‘la dulce voz de Alcar, a la que he esperado tanto tiempo’.
Le sorprendió que no tuviera miedo en absoluto.
Oía claramente la voz, pero no veía a nadie.
—Escucha, hijo mío.
Después de esas palabras, André oyó de inmediato una gloriosa música de órgano, que le hizo vibrar todo el cuerpo.
Primero pensó que venía desde fuera, pero pronto abandonó esa idea, porque oyó que Alcar le preguntó:

—¿Lo oyes, André?
Justo después escuchó que los tonos ganaban en volumen para luego hacerse poco a poco más suaves, como si el viento se los llevara, para finalmente desaparecer del todo.
Le pareció muy hermoso.
Luego oyó que alguien cantaba con una voz tan clara como el cristal.
También eso cesó de pronto y le pareció que habían sido las últimas notas de un aria.
Todo esto lo había conmovido profundamente, porque nunca había oído algo parecido.
Luego le preguntó Alcar si había oído todo.
No se atrevió a contestarle y después de un instante escuchó un susurro:

—Háblame en pensamientos, André.
Así podemos hacernos inteligibles entre nosotros.
Yo oigo esa suave voz, así como tú oyes la mía.
La música de hace rato venía desde las esferas; quería que la oyeras.
No solo su (vuestra) tierra tiene música, también nosotros en el más allá la tenemos, y mucho más bella y en armonía con el Infinito.
Todos los que tocan instrumentos entre nosotros son animados por sus sentimientos refinados y su fuerza espiritual.
Transmiten esos sentimientos interiores a sus instrumentos.
Es posible porque no les obstruye su cuerpo material al hacerlo.
Esa voz que cantaba era la mía; la música que oías venía desde la segunda esfera; y conforme más alta la esfera, más perfecta será la música.
Gracias a mí te hiciste uno con esta esfera; más adelante podrás entenderlo mejor.
Así es como se ve que en las regiones elevadas el ser humano se vuelve cada vez más espiritual y etéreo, lo que permite que pueda elevarse cada vez más.
Cuando te lleve más adelante en nuestros viajes al más allá, podrás verlo y escucharlo todo y por ende también podrás comprenderlo todo mejor.
Sabes ahora que hablamos, cantamos, tocamos música y que podemos hacer incluso muchas más cosas; aunque para conceptos terrenales debamos estar muertos, es decir, que ya no podemos hacer nada.
Todo te llegó por medio de la clariaudiencia.
Son tus oídos espirituales, que captan todo.
Nuestro sonido es demasiado débil para oídos terrenales, así como los ojos terrenales son demasiado burdos para poder vernos.
Ahora bien, cuando quiero aparecer ante ti, quiero decir: hablar contigo, o sea, conectarnos, lo que significa hacernos uno espiritualmente, interrumpo la materia; son los sentidos materiales.
En este estado de clariaudiencia puedes hablarme; ese es nuestro contacto que podemos establecer fácilmente desde aquí una vez que hayamos encontrado un instrumento apto, con sensibilidad para ello.
Buscar una conexión desde el lado de ustedes no es fácil porque sus ojos no nos ven, por lo menos la mayoría de las personas de su tierra no nos ven.
Podemos establecer esta conexión fácilmente porque nuestros ojos ven a través de la materia.
Entonces vemos el hilo sensitivo, con el que nos conectamos.
Entonces verás con tus ojos espirituales lo que queramos mostrarte, y únicamente lo que yo te muestre, con lo que yo te conecte.
No lo olvides nunca, hijo mío, porque garantiza nuestro buen contacto.
Así que cuando, más adelante, veas varias inteligencias, no olvides nunca que yo te conectaré, de este lado, con ellas y no hables antes de que me oigas o me veas a mí, pues si no, podría ser que se te den mensajes equivocados.
Hace tanta falta establecer una buena conexión entre el espíritu y el ser humano, basada en una firme confianza que acepte lo que se dé de nuestro lado y aporte pruebas para aquellos que lleguen a tocar tu puerta para pedir consejos y apoyo.
Gracias a todas estas pruebas también ganarás a tu vez confianza y transmitirás siempre todo, por más extraño que te pueda parecer a veces.
Así te convertirás poco a poco en un buen instrumento, un buen médium, que nos escuchará.
Recuérdalo bien.
Escúchanos siempre, porque de lo contrario todo irá mal y estarás solo de nuevo, como antes, cuando todavía no existía para ti.
Piensa siempre en eso y no olvides que nosotros vemos a través de la materia.
Te diré entonces lo que observe de este lado y lo que descubra en el ser humano material, cuando llegue a ti para restablecer su salud.
Gracias a un íntimo lazo de amor podemos lograr muchas cosas y gracias a ese mismo lazo de amor nos fortalecerá Dios para que hagamos bien nuestro trabajo, porque queremos actuar según Su voluntad.
Así que ábrete siempre, hijo mío, para poder recibir lo bello que nosotros queramos darte.
Entonces podremos darles a las personas pruebas convincentes de la vida después de la muerte; de que después de deponer la vestidura material, la vida tiene una pervivencia.
Llevaremos a las personas a este bello camino, con el fin de que puedan desarrollarse para ver la luz en el más allá, cuando más tarde mueran en la tierra.
Ese es nuestro trabajo, hijo mío, que consideramos sagrado.
Queremos contarles a las personas que sus seres queridos siguen vivos y que quieren conectarse con ellas, porque lo quiere Dios, y porque todo esto proviene de Dios; también este saber.
Queremos salvar el abismo entre nuestro mundo y el de ustedes y queremos levantar el velo que forma la división entre la tierra y el más allá.
Y cuando entonces mostremos la verdad de todo esto, te pediremos que nos sigas.
Te pondremos en el buen camino, que sube, y que te llevará al templo del saber puro.
Yo seré tu líder espiritual y tú serás el instrumento a través del cual daremos a conocer la verdad.
Yo te desarrollaré para que puedas hacerlo bien.
Por eso, André, me conectaré contigo y juntos nos conectaremos con Dios, para darles a las personas esa verdad, con Su ayuda.
Queremos aportarles felicidad, y darles aquello que las edifique espiritualmente, por lo que ya desde ahora, cuando todavía están en la tierra, estarán conectadas con la vida eterna, lo que les apoyará y fortalecerá.
La vida no será entonces ya tan difícil, sino que las elevará.
También se les harán más llevaderas todas sus preocupaciones diarias.
Así, las personas se harán conscientes de que cuando a ellas también les llegue el final, serán felices, y de que les espera algo bello después de su muerte material, en una pervivencia hasta la eternidad, si recorrieron el difícil camino a través de la vida terrenal como Dios quiso que lo hicieran.
Entonces se atreverán a emprender la lucha, y la vida tampoco será tan falta de propósito.
Entonces verán en esto la luz de Dios, y lo bueno en todo lo que Él nos da; sobre todo el amor, la creación más grande de Dios.
Entonces apreciarán todo, sea lo que sea, y aceptarán tanto la felicidad como la pena y el dolor, porque sentirán que todo esto beneficiará su nivel espiritual.
Queremos educarlas para la vida en las esferas mientras estén todavía en la tierra, pero entonces queremos sencillez y obediencia de tu parte y amor por el trabajo de Dios, quien es el Omnipoder en amor.
A Él, para Él se elevará todo, porque es Él quien nos lo obsequia.
Ahora nos detendremos, André, pero piensa con calma en todo esto y pregúntamelo si quieres saber algo.
Entonces llámame con mucha fuerza en pensamientos y vendré.
Luego también dibujaremos y pintaremos, pero por ahora ten paciencia; eso ya vendrá.
¿Me entendiste?
Te daré todo de la manera más clara y sencilla posible, para que no solo los que hayan estudiado sino también los no cultivados puedan entendernos.
Porque tenemos que indicarles a todos la existencia elevada, para que algún día adquieran la convicción de que vivimos aquí en perfección hasta en la eternidad de las eternidades.
Dios te bendiga.
Alcar había dejado de hablar y André se sintió solo de nuevo.
Este buen espíritu, que irradiaba amor, se había ido.
El amor se percibía en todas sus palabras y André susurró en silencio:
—Alcar, mi líder espiritual, le agradezco todo.
De inmediato alcanzó a oír:
—Gracias, hijo mío, ofrécete en amor por Dios, con y en todo para Él.
Luego se hizo el silencio y ahora le pareció como si algo bello se hubiera alejado de él.
Por este espíritu haría cualquier cosa, por el hombre que había conocido hace tan poco tiempo y que ya le había dado tanto amor.
¡Qué felicidad le causaba ahora esta revelación!
Se propuso muy seriamente hacer su mayor esfuerzo, tal lo deseaba su líder espiritual.
Alcar le había asegurado que también dibujaría, pero le parecía un nuevo misterio cómo sería eso.
Le empezaba a superar, su cabeza estaba repleta con todo este nuevo saber.
Tenía que convencer a las personas, curarlas y llevarlas a este camino, le había dicho Alcar, y lo quería hacer de buena gana, una y otra vez.
Ya tenía amor por todo lo que tenía que ver con quien era ahora su líder espiritual y su amigo; y le dio las gracias a Dios desde lo más profundo de su corazón por todo este amor y por esta gran revelación.
Poco después, se quedó profundamente dormido.
La mañana siguiente, les contó todo a su padre y madre, porque Alcar había dicho que sus padres tenían que saberlo.
Ellos también estaban felices, aunque no entendieron lo que significaba todo esto.
André les habló con convicción de la vida después de la muerte.
—Entiéndame bien, papá, no digo mentiras, de verdad, créame: Alcar habló conmigo y yo lo vi.
Oh, si tan solo hubiera podido escuchar esa bella música, le habría impresionado al igual que hizo conmigo.
Alcar me cantó.
Esa es sin duda una prueba de que pervive.
¿Cómo lo explicaría usted si no?
Yo estaba completamente despierto y por lo tanto no estaba soñando.
Oh, ¡fue maravilloso!
¿Y no le parece glorioso saber que sus padres también siguen vivos?
Mejor tenga un poco más de paciencia, porque cuando algún día vengan a la tierra y se me conceda verlos, se lo contaré a usted (—dijo).
Siempre que fuera mínimamente posible, hablaba también con otras personas sobre sus asombrosas experiencias.
Su madre también les contaba a todos lo que les había ocurrido.
Muchos se burlaban de André, pero eso no le molestaba; ni siguiera llegaba a afectarlo.
Entonces optaba por pensar en Alcar, que ya lo ayudaría.
Sin embargo, no se atrevían a enfrentarlo abiertamente, porque les entraba miedo cuando hablaba de los “espíritus”.
Un par de días después del último contacto con Alcar, de improviso empezó a dibujar.
Fue curioso cómo con esto se marcó un inicio.
Desde hace algo más de un día había tenido un dolor molesto en el brazo derecho, y pensaba que era reuma.
Pero una mañana oyó que su líder espiritual le decía:

—André, quiero dibujar, ve por papel y lápiz; te hace falta un lápiz de dibujar.
No sabía qué hacer.
¿Cómo tendría que dibujar?
Nunca lo había hecho.
Aun así se fue, buscó las cosas que necesitaba, dispuso todo frente a él y esperó qué vendría.
Poco a poco fue desapareciendo el dolor en el brazo.
En un momento dado, y sin que él lo quisiera, su mano agarró el lápiz, haciendo movimientos giratorios.
Luego una sensación extraña lo atravesó, mientras que el brazo giraba con velocidad cada vez mayor.
Después volvió a disminuir y sintió que su brazo derecho estaba siendo guiado.
Eso siguió así durante algún tiempo, todo esto sin que él lo quisiera.
Primero se dibujó una cruz, luego se añadieron flores alrededor de la cruz, mientras que a él le daba la sensación de que le iba ganando el sueño.
Su padre, que había entrado y que vio que André estaba dibujando, al ver algo tan extraño, se alejó a hurtadillas para avisar a su mujer.

—Ven rápido, Marie, es asombroso.
¿De dónde habrá sacado ahora esto el chico?
Nunca en la vida he visto algo así.
Está haciendo un dibujo que se ve muy extraño.
Yo nunca le enseñé nada por el estilo.
André seguía dibujando y no se dio cuenta alguna de que sus padres hubieran entrado y que ya llevaban un rato detrás de él.
A su madre aquello empezó a preocuparle y dijo:

—Mírale la cara, Willem, se le ha cambiado por completo.
Pareciera que se hizo mayor; hay rasgos extraños en ella.
¿Y ahora esto qué podría significar?
Su temor fue en aumento.

—¿Qué es lo que le pasa a nuestro hijo?
¿Qué significa todo esto, papá?
Ay, no vaya a terminar mal.
No vaya a estar enloqueciendo.
Llegó el momento en que su temor se hizo finalmente tan grande que habría querido abrazar a André, pero antes de que pudiera hacerlo, este se incorporó de un salto.

—Quédese donde está —dijo.
Miró firmemente a sus padres, levantó el brazo derecho y empezó a hablar, aunque no con su propia voz: era un sonido completamente distinto.
—Queridos padres, mantengan la calma.
Su hijo, al que quieren tanto, está en buenas manos y en verdad les digo: no tienen que temer nada.
No enloquecerá.
Por el momento lo he llevado a una situación de trance y no es él mismo quien les habla, sino que soy yo, Alcar, su líder espiritual, del que ya les ha hablado.
Tomé posesión de su cuerpo material para dibujar y para hablar con ustedes a través de él.
Como les decía, está en buenas manos y, por más extraño que les parezca y a pesar de que aún no lo puedan entender, piensen en todo momento que lo usamos para un cometido bello, que consiste en difundir el espiritualismo.
Y Dios mediante diremos claramente a la gente a través de él: “No estamos muertos; vivimos.
No teman nada, no teman nada”.
Su hijo tiene un bello don y ¡recibiremos la protección y la bendición de Dios para todo lo que queramos llevarle a la gente por medio de su hijo!
Ambos se habían arrodillado ahora ante Alcar.
—No les pediré mucho, tan solo esto: dejen hacer a su hijo.
Dejen que haga lo que quiera.
Quiero decir: déjenle la libertad de su opinión, porque tiene que hacer nuestro trabajo.
Queremos ayudarlos a ustedes también; créanme.
Y ahora les pido su apoyo y cooperación.
Entonces no solo me ayudan a mí, sino a muchos que están aquí de nuestro lado y que conmigo quieren convencer a las personas en la tierra.
André ahora está en trance, como lo llamamos, lo que quiere decir que su propio espíritu ha salido de su cuerpo y que yo, que hace mucho he muerto en la tierra, aunque vivo ahora en el más allá, he acaparado su espíritu.
Así pude dibujar en esta ocasión y más adelante también pintaremos a través de él.
Así hablaremos a través de él, así obrará milagros, porque seguiremos desarrollándolo.
Díganselo.
Lo convertiremos en un buen instrumento para servirnos.
Les traigo muchos saludos, también de sus padres, que están aquí.
Su padre y su abuelo dicen que no hacen falta herederos para mantener su negocio funcionando.
Su nieto tiene que hacer un trabajo más grande; es el trabajo de Dios.
Ustedes tendrán las manos llenas apoyándolo en todo su trabajo.
Vean y experimenten; hagan lo que les digo, y dejen que yo lleve las riendas para guiarlo.
Será mi instrumento y no querrá otra cosa más que trabajar para nosotros que estamos muertos, aunque estemos vivos.
Luego, en ciertos momentos, volverá a hablar en trance.
Pueden pasarle estos mensajes.
Sea fuerte, madre, y no tema.
Los ayudamos a todos.
Ahora me voy a ir; les doy las gracias.
Que Dios los bendiga a ambos (—concluyó).
André suspiró profundamente y abrió los ojos.
Parecía que había estado dormido.
—Mamá, ¿qué significa esto, por qué se arrodilla ante mí, qué ha pasado?
Ambos le contaron lo que Alcar les había comunicado.
Ahora vio para su sorpresa el hermoso dibujo.
—Oh, qué bello, papá.
Hendriks asintió con la cabeza.
—Recuerdo haber estado dibujando, porque de repente ya no controlaba mi propio brazo.
También recuerdo que, cuando casi estaba terminada la cruz con las flores, me entró una sensación de sueño.
Luego ya no recuerdo nada.
¿Qué le parece, mamá?
—Es asombroso, hijo, y Dios está con nosotros; eso es seguro.
Primero me sentí un poco temerosa, pero cuando te levantaste de un salto y empezaste a hablar con nosotros, los dos a la vez nos alegramos.
¿No es así, papá?
Hendriks estaba feliz y le contó a André lo que Alcar deseaba de él.
—Ahora todo nos parece bien, hijo, tú haz tus cosas y entrégate por completo a ese trabajo.
Ahora los dos sentimos que es algo especial y te ayudaremos en lo que podamos.
André rebosaba de felicidad con su hermosa pieza, a cuyo pie decía “Amor”.
También estaba firmada con el nombre de Alcar y del otro lado estaba el suyo propio.
—¿No es asombroso, mamá?
Yo mismo haré un marco para la pieza que para nosotros es sagrada y le daremos un lugar especial en nuestra casa.
Allí sí que parece la prueba de que lo muerto no está muerto, y que los muertos, al contrario, viven.
Si no, ¿cómo explicarlo?
Nunca he dibujado algo parecido ni podría hacerlo.
Hizo rápidamente un marco y se apresuró a colgar el dibujo en un bonito lugar en la sala de estar.
Allí estaba como un símbolo de dos mundos y parecía que irradiaba una luz grande y fuerte.
Atrapaba la mirada.
André le escribió de inmediato al señor Waldorf y le contó en una larga carta lo que había sucedido.
Este le contestó que se alegraba mucho y que esperaba que sus dones se siguieran desarrollando.
Esta pieza no fue la única por mucho tiempo, porque pronto hubo más; todas ellas unos dibujos hermosos y simbólicos.
Luego tuvo que comprar pinturas al pastel y se hicieron piezas a color.
Varias fueron adquiridas por personas con ideas afines deseosas de poseer uno de estos dibujos.
Alcar había dicho:

—Recuerda, André: cada pieza, por nimia que parezca, tiene su propia irradiación espiritual, aunque las personas no puedan verla.
Así siguió por un tiempo.
Luego le llegó el mensaje de que podía empezar a pintar al óleo.
Una tarde iba a suceder por primera vez, después de que Alcar le comunicara que un pintor francés quería usar su cuerpo y que algunas personas podrían presenciarlo.
Entonces sus padres pusieron a su disposición una habitación grande, donde podía llevar a cabo sesiones de espiritismo pictóricas.
El señor y la señora Waldorf también llegaron para presenciar esta primera gran sesión de espiritismo.
A las dos estaban presentes todos los invitados, espiritualistas convencidos, y André tenía todo listo para poder empezar a la hora exacta.
Esperaban ansiosos lo que pasaría.
Así también el mismo André, porque hasta ahora solo había trabajado en su propia habitación.
Sentado frente al caballete, entró en trance un poco después de las dos.
El espíritu que quería pintar a través de él tomó de inmediato la paleta y los pinceles y empezó a trabajar con mano firme.
Hasta ese momento, André nunca había tenido una paleta en las manos, pero la inteligencia que había tomado posesión de él dio prueba de mucho oficio.
Todos los presentes vieron que de verdad era la obra de un artista.
Se fue untando pintura aquí y allá por todo el lienzo, y lo primero que terminó fue un hermoso cielo en colores nácar.
En medio de todo apareció un arco con forma de herradura.
Parecía una vista en perspectiva hacia algún lugar glorioso.
Luego pintó encima de ese arco un gran pájaro elegante, que cubría con su hermosa y colorida cola una parte del firmamento.
Al quedar terminada la pieza después de alrededor de hora y media, André se giró hacia los presentes, quienes pensaron que estaba recuperándose del estado de trance.
Pero suspiró hondo, después de lo cual apareció Alcar, para explicar el significado de la pieza.
—Esta pieza, amigos míos, la hizo un francés, un amigo mío, de nombre Louis Clairmond, quien en su vida terrenal, hace mucho tiempo, fue pintor, al igual que yo.
La obra representa una esfera más elevada y el pájaro significa: un enviado de Dios.
Ven la pureza de color en su plena armonía, con la que está sintonizada con las esferas más elevadas.
Está dispuesto a pasar las órdenes de Dios a la tierra, a donde se le está mandando.
Todos somos emisarios de Dios; es lo que simboliza esta representación.
Tengo que transmitir los saludos de sus amigos que ya partieron; muchos están presentes aquí.
Esta sesión queda ahora terminada.
Los saludo a todos; que Dios los bendiga.
Luego André empezó a ver y vio muchas inteligencias alrededor de los presentes, que describió y que fueron reconocidas todas.
Así se recibieron muchos mensajes.
Uno de los presentes recibió una evidencia sin duda excepcionalmente hermosa.
De inmediato volvió a escuchar a Alcar, que dijo:
—Cuidado, André, te conectaré con él.
André describió ese espíritu, que un señor y una dama reconocieron de hecho al instante.
Era un amigo de estas personas, con quien habían tenido mucho trato en la tierra y cuya muerte había sido terrible.
Le contó todo a André; cómo había pasado, lo que había sido en su vida terrenal y también mencionó su nombre.
Esta era sin duda una de las pruebas más bellas y nadie podría dudar de su veracidad, porque el espíritu transmitió dos nombres de pila y le dijo a André que Johan significaba su nombre de pila y Bernard su apellido.
André les pasó estos mensajes a sus destinatarios, que estaban sumamente impresionados, porque aquellos habían llegado de manera tan inesperada.
Les brotaron las lágrimas y estaban convencidos, no solo por el acto de pintar, sino también por estas pruebas de que su querido amigo seguía estando cerca de ellos.
También recibieron el mensaje de que ya estaba progresando y que gracias a mucha lucha había podido ver la luz.
Así se les convenció a estas personas de que hay vida después de la muerte.
Los invitados se fueron muy impresionados por esta bella tarde.
Eran pruebas magníficas y André estaba feliz con su pintura que había recibido de esta manera.
El señor y la señora Waldorf se quedaron un poco más, ya que André tenía algunos asuntos que tratar con ellos y tenía que entregarles en nombre de Alcar un dibujo que su líder espiritual había hecho y provisto de una dedicatoria para ellos.
Debajo de la pieza decía: “Oración oída”.
—Ya ven —dijo André—, que las personas, allí, debajo de la cruz, están rezando.
Un rayo de luz atraviesa el cielo negro.
Esa es la luz de Dios, la prueba de que su oración queda satisfecha.
El dibujo va destinado a ustedes dos y Alcar dijo que sabrían cuál es el significado.
A Waldorf se le llenaron los ojos de lágrimas, porque para él fue una prueba muy potente.
—André, te diré por qué estoy conmovido.
Mi mujer y yo mandamos oraciones por ti a Dios, para que te protegiera y para que de tus dones pudiera resultar algo grandioso.
Ahora se nos da una prueba que sin duda es muy convincente de que nuestras oraciones fueron escuchadas, porque siempre rezábamos bajo la cruz que está en nuestro dormitorio.
Y ahora tu líder espiritual nos regala este dibujo.
Dos personas que rezan bajo la cruz.
También es una prueba de que los espíritus lo saben todo acerca de nosotros.
Le damos las gracias a tu líder espiritual por este gran regalo.
¿Le podrías decir que nos hace muy felices?
Después de ese día André estaba en boca de todos y llegaban a verlo desde los cuatro vientos.
Tuvo que ayudar a muchos enfermos y convencerlos de que la vida eterna existía de verdad.