Frederik, oh, Frederik, ¡qué día!

El pastor Dicksma acaba de bendecir el enlace de Elsje con René.
Los sonidos del divino Bach en el órgano dan una felicidad celestial a estas dos almas, alas, para que puedan empezar una vida enorme.
Estas almas están unidas para siempre; el discípulo de René completó su tarea de un modo del que podría aprender el ser humano.
Así esta congregación protestante recibió animación, su oficiante conduce el alma humana lentamente hasta un Padre de amor.
Son horas benditas que ahora pueden vivirse por medio de este ser humano.
Tendrías que escuchar alguna vez sus sermones.
Están allí, postrados, estos dos hijos sobrenaturales de Nuestro Señor.
Lo que no era necesario, sí lo han hecho; ¡no quieren liberarse de esta sociedad, quieren ser un ejemplo de cómo tiene que ser y de cómo va a ser!
Por eso el pastor Dicksma bendijo este matrimonio; por la iglesia quieren alcanzar la luz... por aquello que recibieron los apóstoles de Cristo hacia el espacio, el universo de dos almas de un solo color, ¡encantadoras la una con la otra, como flores!
Nos vamos a casa.
Todo ha terminado, hoy tenemos fiesta.
Erica me susurra al oído:
—Frederik, oh, Frederik, qué día, ¿verdad?
—Menudo día, cariño.
Me agarra por el brazo, Anna va paseando junto a Karel.
Nos subimos en los vehículos y vamos al castillo de Hans, donde viven nuestros hijos.
¿Lo quiso así Elsje?
Hans lo quiso vivir así.
¡Hans mismo!
Estuvimos esperando cuatro años, esperando una respuesta, que nos sería dada por los cielos.
Y cuando llegó nos encontramos a Hans entre nosotros.
Entonces dijo lo que quería y partió, se fue de nosotros por mucho tiempo, como dijo, ¡para empezar a trabajar en él mismo!
Ese recado lo recibió René de sus maestros.
De sus maestros, de su orden, a la que sirve.
Hans se fue, pero dejó todo lo que tenía en manos de René y Elsje.
Aún se oyó:
—Ese día pensaré en ti.
Pero trabajaré, ¡te lo prometo!
Ese fue el instante en que pudimos aceptar que Hans estaba libre de desgracias.
La terrorífica tortura la tiene a las espaldas.
Por medio de René nos hizo saber que regresaría más tarde para que René también describiera sus datos.
Aunque René lo sabía mejor que él, aun así el ser humano de la tierra tendría que saber lo que le espera si se quita la vida, poniendo prematuramente fin a ella.
Iba a ser un libro por separado.
Entonces dimos exclamaciones de alegría.
Nos besamos de felicidad, ¡por nuestro Hans!
Le compramos flores por algunos centenares de florines, las pusimos delante de su retrato, pero cinco mil florines se destinaron a los pobres, más incluso.
Mil personas compartirán la felicidad con nosotros, ¡en honor a un alma que ha vencido!
Lo que esto fue para Hans te conduce a una tumba gélida que en el fondo ya no lo es.
¡Ahora es un cuarto de tortura para el alma como ser humano!
Después, René y Elsje fijaron su matrimonio.
Cuatro años de espera, cuatro años de gran felicidad.
Todos nuestros pensamientos se centraron en Hans, y ahora sabemos que nos sintió, allí, en esa terrible soledad, su horrorosa miseria.
Pero antes de eso vivimos cosas poderosas.
Se retomaron las sesiones.
René dejó pasar dos meses; después regresaron los sabios y les fueron explicadas las leyes.
Erica y Elsje seguían de viaje.
Una noche, René le dice a Karel:
—¿Cuándo puedes marchar, Karel?
—¿Marchar?
¿A dónde?
—Vamos a seguirles los pasos a Erica y Elsje.
Diez días después ya estábamos en el tren.
Anna, Karel y yo.
Íbamos a encontrarnos con las señoras en El Cairo.
¡Y así sucedió!
Mohamed, entretanto, se había presentado ante ellas.
Karel volvió a recibir una prueba sobrenatural, que no solo estaba en el aire sino que estaba calculada hasta el último detalle, que estaba siendo sentida y vivida a fondo, al menos las cosas que iban a venir: el contacto de René con él y con otras almas de este mundo.
Entonces vivíamos todos juntos al pie de la pirámide y la esfinge.
Aquí, en el Antiguo Egipto, despertó Marja para su amor.
Por el camino se sintió inclinada a seguir viajando hasta Egipto.
A Erica le pareció una revelación.
René envió los telegramas de que seguiríamos él y nosotros.
Mientras tanto, Elsje había abierto su vida para Erica.
Dijo literalmente:
—Sabía que si me casaba con Hans, vería a René.
Sabía que tenía que enmendar cosas ante Hans, por eso pedí esa paliza, y me la dieron.
Aún faltaba que me golpearan un poco.
Pero ¡ahora es una bendición!
Ojalá Hans pudiera darnos otra palizas de esas, entonces aún estaría con nosotros.
¡Ahora todo ha cambiado!
Erica, soy de René.
¿No lo sabías?
Yo misma me puse mi nombre.
Se me ocurrió así como así, cambié María por completo por Marja.
No sabía que me había llegado desde el pasado, pero estaba muy segura.
Y cuando vi a René por primera vez supe que era él.
Entonces me entregué por Hans, porque ya no quería cometer errores.
Hice esa ropa para René y Hans.
Una para hacerle ver mi presencia y la otra para abrirle a lo hermoso en la madre.
Hans ni lo vio ni lo sintió, pero a mí me dio satisfacción, porque yo lo veía a él, ¿no?
—¿Sabías todo eso? —preguntó Erica.
—Pues, pregúntaselo a René, él también lo sabía.
Por cierto: siempre lo vi.
Ya de niña, con siete años, dibujaba cómo era.
Lo buscaba y no lo encontraba.
Pero yo sabía que él existía.
Cuando conocí a Hans fue como si una voz interior me dijera: “Tómalo, suplícale que te tome y entrégate por completo a esta vida, él te llevará a la otra que nació para ti”.
Pero ¡Hans no quería!
¡Se tropezó!
Hans me amaba como si fuera una hija suya.
Pero yo lo era todo para él y al ser eso así, se manifestó su vida anterior.
Cuando René empezó con las sesiones, yo ya había visto el final.
Hice todo, hablé con Hans, pero no había quien lo ayudara, y ¡no tenemos nada que reprocharnos!
Fuimos paseando todos juntos por la orilla del Nilo.
René y Elsje, Erica y Karel, Anna y yo.
Lo que esas horas significaron para nosotros no es necesario que lo cuente y tampoco voy a entrar en ese asunto.
Me son demasiado sagradas.
Vimos que Elsje y René fueron a prepararse para recibir su bendición cósmica.
Cuando René sintió que estaban listos, partimos al palacio de Mohamed.
Allí es donde recibirían su bendición en el templo.
¡Acudieron muchos sacerdotes!
Y entonces vivimos cómo fueron bendecidas dos almas para el espacio.
Sucedió al modo en que lo conocieron los templos de Ra, Re e Isis.
Estos hijos recibieron allí lo más elevado de lo que puede vivir un ser humano.
Mohamed contó que en el Antiguo Egipto, cuando ambos yacían postrados a los pies de la diosa, esto era lo más elevado de todo que dos almas podían recibir de Dios.
¡Esto solo sucedía para el “gran alado”!
Este no era el sacerdote más alto de todos, sino que ¡para el templo era el contacto divino!
¡Era el alma que recibía la sabiduría entre la vida y la muerte, y que era aceptada como un dios!
Si un alma de esas, un Alado de esos, hubiera muerto y si el templo ya no estuviera en posesión de este contacto, entonces habrían pasado meses y meses de preparativos.
Se añadía entonces el alma a este milagro espiritual —una sacerdotisa— con lo que recibirían una nueva vida.
Entonces era cuestión de aguardar.
¿Cuál de los sacerdotes sería quien se entregaría por ese nuevo nacimiento?
¡Nadie lo sabía!
Eso lo daría la diosa, como imágenes visionarias, a los siete sumos sacerdotes.
Así es como los sumos sacerdotes recibían imágenes visionarias y las pegaban hasta formar un conjunto.
En eso no se podían cometer errores.
Si una sola imagen no era real, entonces la recepción no valía.
Uno, por ejemplo, recibía algo del carácter del sacerdote que había sido llamado como creador para la unión sagrada.
Otro llegaba a ver algo sobre la juventud del sacerdote; otros, a su vez, algo del pasado, con lo que tenía que demostrarse quién estaba listo para llevar a cabo la obligación universal, por lo que el templo atraería una nueva vida y recibiría al “gran alado”.
Después había una fiesta y preparativos sagrados que a veces podían tomar meses y meses, pero también años, porque no estaba listo ningún sacerdote.
Así es como se atraía a un alma inmaculada, para que el templo recibiera sabiduría.
Es imposible imaginar lo que era esto para las almas: ni un solo hombre o mujer más en la tierra vivió semejante preparativo para su matrimonio, no pudo vivirlo, ¡para eso no estaba abierta ni un alma!
Por muy casto y santo que seas, el alma no sabe nada de eso.
¡Eso solo era posible en semejante templo!
¡Y esas leyes se les puso a René y Marja, así, sin más, en las manos!
Mohamed se encargó del acabado sagrado.
De todas partes llegaron sacerdotes y sacerdotisas a estas vidas.
René y Elsje vivían aislados de los demás; no llegamos a verlos en cuatro meses.
¡Estaban día y noche bajo control, ¡sus vidas estaban siendo veladas!
Iba a nacer Marja.
¡En esos meses Elsje tenía que morir!
¡Y de hecho murió!
¡René recibió ahora como el “gran alado” una nueva vida!
Mohamed veía las leyes; una noche regresó a nuestra propia vida y me dijo, de forma pura, lo que Karel, Erica y yo ya sabíamos: cómo habían sido nuestras vidas.
Por mucho que Karel lo revisara todo, pero era imposible encontrar fisura alguna.
¡Elsje por fin había muerto!
Entonces vivimos una consagración del templo.
‘Dios mío’, pensé, ‘qué pobre es todo donde nosotros cuando ves esos quehaceres orientales y te pones a hacer comparaciones’.
¡Las túnicas que llevaban eran de una belleza desconocida!
Elsje estaba muerta y enterrada.
René lo describirá todo, yo allí no voy a meter las narices, de cualquier manera no voy a ser capaz de representar sus sentimientos ni los de Marja.
Mohamed me dio las gracias por ello y dijo: “Mejor que eso lo haga Rachi-Hadju, ¿no crees, Frederik?”.
Y tenía razón; a mí me habría hecho sucumbir.
Cuando los sacerdotes —veintiuno en total— supieron y vieron, cuando hubieron recibido los mensajes desde el universo, que Elsje había muerto, Marja volvió a salir a la luz y la volvimos a ver por primera vez.
Karel era una revelación en esos días.
A mí me dice:
—Frederik, voy a morirme.
Quiero hacer las cosas una vez más.
¡Yo también me voy a encerrar!
Es algo tan imponente lo que vivo aquí que podría caerme de rodillas para volver a pedirte perdón por esto y aquello.
Hombre, lo que has tenido que sufrir cuando te echamos de casa y te enviamos a la granja para que mejorara tu vida.
¿De verdad que me puedes perdonar?
Ya dije que entonces vimos a Marja.
Más hermosa que nunca.
¿Qué clase de cosas habían hecho con esa vida?
¡Era como un ángel!
No podía creerme los ojos.
¡Erica y Anna agotaron sus lágrimas!
¡Yo igual!
¡Y Karel!
¡Nos postramos ante ella!
¡Los sacerdotes también!
Todos nosotros —muchas personas— estábamos a los pies de René y Marja.
La luz, dice Mohamed, para Occidente.
¡Marja es otro ser!
¡A Elsje ya no la conocemos, murió!
Es un gran milagro.
Y ahora la bendición.
El cielo y la tierra alcanzan la unión.
Se revelan el amor cósmico y la sabiduría celestial.
Allí están, sobre un trono de felicidad, ¡ciento treinta y cuatro hombres y mujeres están a sus pies!
Mohamed lee antiguas fórmulas.
La diosa de Isis vive entre nosotros, ¡bendice estas vidas!
Estas almas están en la tierra para dar sabiduría a la gente, son el contacto con muchos otros mundos cuyas leyes nosotros ya pudimos recibir.
Aspiramos un delicioso aire con aroma de hierbas, que acarician nuestro olfato humano.
Se les lee las leyes del espacio.
Aquí no solo han de decir sí y amén, sino también probar de lo que son capaces.
René tiene que ser capaz de responder las preguntas que son universales, de lo contrario ¡no sería un “Alado”!
Sabemos lo que puede hacer y lo profunda que es su vida.
Después siguen los regalos.
De Mohamed: un caballo blanco pura sangre; para Marja, otro espléndido animalito de esos de regalo.
Perlas y diamantes: todo lo imaginable, para estas vidas se abren los cielos.
Y ¡eso a cambio de nada!
Pero René tendrá que pagar todo esto con su sangre.
¡Para eso tendrán que entregarlo todo estos dos!
¡Es una película!
Nuestra cena fue un milagro tremendo, harían falta cien páginas para contarla entera.
Y luego los viajes que hicimos.
¡Ahora conocen a mi sultán!
También las damas del harén.
Karel dijo mil veces que daría un castillo por que Hans hubiera podido vivir esto.
Pero después se tropezaba con Elsje, que ahora se llama Marja y que ha empezado una nueva vida.
Allí nos quedamos tres meses y medio para descansar.
Ya solamente la cantidad de dignatarios que conocimos y que se hicieron amigos nuestros es un tesoro para esta vida.
Y toda esa gente quiere apoyar a esta humanidad.
No son marajás que quieran librar una guerra, ¡son sacerdotes de la antigua tribu!
Representan la vida del templo de la diosa Isis.
Les fueron explicadas las leyes, naturalmente.
René se desveló como Rachi-Hadju y a él correspondieron todos los honores.
Una vez más viajamos por todo el universo por medio de nuestro joven maestro, tan viejo por otra parte.
Mohamed disfruta ahora.
Le hacía preguntas jamás planteadas.
Dice textualmente: “Doy un millón de libras por esta vida.
Quiero postrarme toda mi vida a los pies de él.
Ojalá pudiera comprarlo”, suspira, “¡porque esto es pan celestial!”.
E hice una comparación con nuestro pragmático Occidente.
Le pregunté:

—Pero ¿no es posible eso desde aquí?

Y respondió:
—No podemos cambiar esas leyes, Oteb.
¡Tenemos que inclinarnos ante la diosa!
¡Es ella quien quiere que Occidente despierte!
Lo que Mohamed quería decir es para él mismo.
Allí nos encontramos con gente a la que le hubiera encantado dar sus fortunas por un poco de sabiduría.
Pero son ellos quienes hacen las preguntas.
Y en un segundo saben si lo eres o no.
Esta vida fue aceptada.
¡A Marja le pusieron la estrella de Oriente en el pecho izquierdo, y luego las “alas”, las grandes alas!
René les obsequió diez noches de una belleza divina.
El fuego que le dieron, las preguntas que se hicieron también halagaron sus sentimientos.
No tuvo que dudar ni un solo segundo.
Esa vida está de inmediato lista para responder.
Mohamed me dijo:
—¿No es un milagro, Oteb?
¿No es una gracia divina que se nos conceda poder escuchar esto?
Y ¿pensabas, Oteb, que no sabíamos si conoce las leyes?
En solo cinco minutos, con una sola pregunta, ya sabemos lo que puede vivir el alma para nuestra conciencia.
¿Cuántos hubo aquí y sucumbieron?
A esa gente le dimos una paliza, la pusimos en la hoguera con nuestras preguntas, y después les dimos un poco de pan y algo de beber para regresar a casa.
¡Esto es!
Esto es un “Alado” como no lo habíamos vivido nunca antes, pero sabíamos que regresaría a nosotros.
Es algo que uno mismo tiene que vivir para poder experimentar el poder y lo divino que tiene; de cualquier manera, no es algo para estar contando a los demás, nadie se lo creerá.
Estuvimos reunidos en nuestras sesiones hasta la mañana.
René regresó a su templo.
A Marja le explicó las leyes encima de las ruinas.
Nos mostró el lugar donde habíamos vivido.
Antiguos idiomas traspasaban sus labios, sin más.
¡A Karel eso le puso pálido!
El amor que sentimos y que tenemos por él es ilimitado.
¡Lo que poseemos para estas dos criaturas y que recibimos por medio de Dios roza lo increíble!
Karel y Erica cambiaron allí como jamás se lo imaginaron.
Ellos también recibieron su nota por buen comportamiento.
Entonces viví el momento álgido de mi vida.
A Anna y a mí nos ofrecieron obsequios, pero ¡al día siguiente también nosotros nos fundimos unos con otros para la eternidad!
Solo ahora Karel y Erica vieron cumplidos su deseo.
No puedo escribir ni una palabra sobre eso, ¡mi pluma se niega ahora!
¡Que lo hagan otros después de mi muerte!
¡Quizá yo mismo regrese entonces por un rato!
¡Eso también es posible, según sabemos!
¡Lo más sagrado de todo de cualquier manera nos lo guardamos!
Si haces todo por ello, esa santidad también la puedes vivir y recibir en Occidente; solo que uno tiene que estar dispuesto a morir medio centenar de veces por ello, o jamás llegará a tener contacto con tu corazón humano.
¡Fallecimos por ello!
¡Decenas de veces!
¡Queremos morir todos los días por ello!
¡Inclinaremos nuestras cabezas ante todo!
Eso nos llevó al despertar, al descenso en otra vida y a sentir por esta el bien.
No somos sentimentales, sabemos lo que hacemos, ¡es felicidad sobrenatural!
Y entonces llegó el final de este viaje.
Karel y Erica primero querían regresar al esfinge.
Hicimos nuestro recorrido por el desierto, todos juntos, Mohamed de guía, algo inolvidable.
Estuvimos echados a los pies de la esfinge y oímos la respuesta por la que Karel sucumbió.
Estábamos en la habitación de la torre, estábamos en el pasado y en el presente, ¡en cielos sobre la tierra!
¡Y se lo deseábamos a toda la gente, sin excepción!
Cuando llegamos a casa comenzamos con nuestro trabajo.
Las sesiones volvieron, René ya empezó con sus libros.
Naturalmente, Marja está día y noche entre nosotros, no queremos echarla en falta ni un solo segundo.
¡Me sentía extenuado!
He de reconocerlo: esto fue un aviso de que ya no soy quien era hace unos años.
Cuando llegamos a casa me tomé un descanso, me obligaron a hacerlo.
Me siguieron.
René vino a verme:
—Mira, Frederik, no vamos a contarnos ninguna cosa nueva, pero ¿sentiste la advertencia?
¿Sabes cuánto tiempo más te podemos tener aquí?
Descansa un poco, aunque trabajes día y noche, descansa mientras trabajes, tú sabes cómo —dijo.
Entonces supe que me seguía en todo.
Entretanto he comenzado con los libros.
Sé cuánto tiempo me queda, esa ciencia no solo la recibí de René, sino también de Mohamed, que podía verla en mi aura.
Estaré listo para abandonar esta hermosa vida; ¡esta existencia fue para mí un paraíso!
Puedo decir que la gente es capaz de alcanzar la felicidad con lo que aprendí, ¡a mí también me dio todo!
Ya sé que podría haber actuado de manera muy diferente, pero puedo estar satisfecho.
Y para el cuaderno de bitácora es igual.
He dejado las cosas tal como me hablaron.
Claro que podría haber cambiado palabras que sonaran algo duras, pero sabía —y así lo viví— que la materia se representa a sí misma.
Allí no es preciso que los seres humanos cambiemos nada, porque te conduce a la inspiración.
¡Va por sí solo!
Si al menos eres capaz de abrirte, vives esa santidad y la vida tendrá algo que decirle a tu conciencia.
Si las palabras te molestan, mira entonces bien de qué se trata.
Es una máscara que nos quiere mostrar cómo actuar.
Y a veces esta máscara era falsa; es decir, tenía que haber figurado otra palabra.
Lo dejo así, porque también eso lo quiero aprender, y espero asimilar las leyes correspondientes.
He trabajado duro estos cuatro años.
La primera y segunda parte están acabadas y ya he avanzado un buen tramo con la tercera.
Estuve trabajando día y noche; no tenía otra cosa que hacer.
Todos estábamos muy ocupados.
Karel, entretanto, ya tiene su propia clínica.
Un hospital propio: está al frente de muchas personas, a quienes las encanta trabajar con él.
¡Un obsequio de Mohamed para Karel!
¿Qué te parece?
Tendrías que haberlo visto, a nuestro Karel.
René ha organizado todo el edificio tal como lo quería papá Karel, pero sin saber nada de eso.
Así es como aquí van los sentimientos de ser humano a ser humano.
Y entonces sorprendimos a Karel.
¿Un hospital propio?
Imagínate, el sueño de su vida.
Se puede alojar a casi trescientos enfermos.
No llevaba ni diez días vacío cuando la gente vino de los cuatro puntos cardinales.
Los enfermos ya no quieren separarse de él, los que andan achacosos no quieren marcharse y ahora eso es posible, pueden quedarse el tiempo que quieran.
Karel ha recibido ayuda y puede hacer las cosas a su antojo.
René y Marja también le dieron un extra a su padre: como regalo de cumpleaños hubo un hospital de primera para Karel.
A la entrada ponía: “Para Karel, ¡de Nuestro Señor!”.
¡Tendrías que haberlo visto!
Mohamed estaba orgulloso de poder regalárselo.
Un gran honor para esa alma.
Karel lloraba, es que nos superaba, realmente, ¡estábamos desbordados de felicidad!
¡René trabaja duro!
Las sesiones con los astrólogos, con los psicólogos y médicos, no han podido vaciarlo.
Y recibió la palabra buena, y única, como reconocimiento.
Él es un milagro espiritual, según tuvieron que aceptar todos.
Pero René y yo sabemos demasiado bien que no podemos poner sus facultades patas arriba, ¡eso vendrá más tarde!
Sin embargo, ¡lo que ellos dicen al respecto es una ganancia!
No pueden con ello.
Naturalmente, René tiene que demostrar a la ciencia que tiene razón.
A pesar de eso, los eruditos dijeron: “No lo sabemos...
Esto es increíble, esto es sobrenatural, ¡para todos esos sistemas hay que darle el título de médico!”.
Lo machacaron con tanta dureza que pensé: ‘Hombre, a ver si hablas de algo de lo que sabes’.
Pero se fue con los sabios de grado en grado, no solo por el espacio hasta en el Omnigrado, sino que ¡regresó desde allí hasta el ser humano y aclaró las leyes para la vida espiritual y material!
Él mismo va a describir todas esas sesiones, no hace falta que lo haga yo; yo no haría más que disminuir la violencia que contiene.
Lo que le dieron ya es suficiente, porque cada sesión habla por sí misma.
También le satisfizo una exposición de sus obras de arte.
¡Recibió bonitas críticas!
Pintó un Cristo.
Ahora ya no se puede decir que haya errado el tiro, ¡ahora es una pieza de arte que cuelga en la casa de ellos, donde descansan, y donde experimentan la seriedad para el espacio!
También representó a Cristo paseando con sus apóstoles, y el retrato de Marja se ha convertido en un milagro.
La pequeña cruz le pende ahora del cuello.
Sabemos lo que esto significa para ambos.
Ya no dejo constancia de esas cosas, porque ¡ya no hace falta!
¡La ley habla por sí misma!
Y a eso se añade que en estos cuatro años he tenido tiempo para reflexionar.
En el cuaderno de bitácora escribí algo para cada uno.
Empecé con Karel, para que tengan algo mío cuando yo ya no esté aquí.
Dice:
“Sí, Karel, aunque tú y yo nos hablemos a diario, jamás te dije lo que me pareces, aunque encontrarás mucho en el cuaderno de bitácora.
Aquí hay muchas cosas que te pertenecen.
Si cometí errores, te pido perdón, no soy un maestro.
Hice lo que pude, porque sentía que podría servir a otros para aprender, no di más que eso.
Más bien destaqué las cosas malas y no las buenas, porque las primeras nos sirven de aprendizaje, lo demás no conforma más que un vacuo pedestal, que ¡ahora de todas formas no quieres!
Cuando vuelvo a pensar en nuestro viajecito a los fiordos tengo que sonreír.
Yo te hacía gracia, tú a mí me parecías un verdadero fanfarrón.
Erica me atraía, ¡el porqué lo sabemos ahora!
No eras tú, porque aún no estaba aquella conciencia.
No voy a poner paños calientes, ya te conoces ahora, tú sabes lo que es y lo que llegó a tu vida.
Eras un alborotador, no muy diferente del pajarraco que llegamos a conocer más tarde, aunque tu carácter tenía otros rasgos que hacían posible descender en ti; si no me habría largado.
Pero qué tiempo tan hermoso fue, hay tantas cosas que se pueden decir al respecto, pero no voy a entrar en ellas.
He dejado que hablen los hechos, lo sobrenatural.
Ya se han escrito tantas novelas, esto no tiene que convertirse en otra; tu vida, no obstante, ha hablado a todos.
Más adelante, Karel, te conocerán todos.
Pero no mencioné el número de tu casa, ni yo lo conozco.
Pero ¡todo está bien!
Está muy bien; mejor, imposible.
En el fondo ya no tengo nada, ¡la vida se me hace tan hermosa, estuve tan bien, a pesar de todo eras un amigo tan bueno para mí!
¡Cuántas cosas se me concedió aprender, Karel!
Aprendí un montón de cosas justamente por las cosas y tus acequias.
Vi cómo fuiste cambiando.
Una cosa: dile a quien quiera oírlo que cuando la personalidad se inclina, se te abre todo este poderoso universo.
Entonces puedes seguir avanzando siempre.
Esas leyes las aprendimos por medio de nuestro chico.
Inclinar la cabeza ante el derecho: eso sí que te reconduce a Dios.
¡Es algo que nadie puede eludir!
Y hemos visto —¿no es así, Karel?— que de hecho así es.
¡Hombre! ¡Qué hermoso te has hecho!
¡Qué vida tan maravillosa eres ahora!
¡Cómo te quiero, Karel!
Y luego saber que más adelante iremos de la mano para conocer el universo con los maestros, ¿verdad?
¿Puedes creerte que ya deseo poder ir?
¿Que es egoísta?
De verdad, ya me veo en el espacio.
En la luna, los planetas: en todas partes estoy ahora en casa.
Y una vez más sabemos que esto no son palabrerías.
Lo primero que haré allí será, naturalmente, visitar a Hans, pero quizá sea él quien venga a buscarnos a nosotros.
¡Ahora mismo ya te podría decir quién de nosotros dos partirá primero, Karel!
¿Quieres saberlo?
¡Seré yo!
En el fondo ya estoy sintiendo cómo voy soltándome de todo en este mundo.
Beso cada paso donde he caminado.
Luego iré a despedirme de todo.
No lo notarás, pero lo haré, porque ya no no regresaré aquí como ser humano material.
¿Sabes, Karel, lo que pone en la carta de René?
Que leerás los libros cuando yo haya partido, porque también esto hay que incorporarlo todavía.
Y no vas a ponerle una chaqueta de terciopelo a un nonato, aunque sea uno de la raza más elevada (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es); con eso se espera hasta que haya pasado todo.
¿Cierto o no?
¡Yo soy el primero de todos, Karel!
El resto, más adelante, ¿lo oyes?
¡El resto, más tarde, después de mi partida!
Erica, fuiste un tesoro conmigo.
¡Amo tu vida!
¡Te quiero!
¡He llegado a amarte tanto!
¡No hay más!
Todo parece tan nimio si ahora quiero decir otra cosa.
Repaso todo, todo.
Pero me niego a escribir.
Soy incapaz de desplazar la mano, señal de que está bien.
¡Déjalo así!
Ya sabes.
He crecido en tu corazón.
¡Vivo en tu corazón!
No solo eres mi madre, también eres mi hermana.
¡Yo lo soy todo para ti, y tú, todo para mí!
¡Más que eso incluso!
¡Es espacial!
Volveré a verte allí.
Creo que también allí viviremos juntos.
Lo que siempre se malogró entre la gente cuando iban a vivir juntos se hizo para nosotros un paraíso.
Y ¿eso ahora para el mundo?
¡Erica, era tan milagroso!
En todo ese tiempo no te vi ni te sentí, y aun así estábamos el uno cerca del otro.
A veces no te veía en meses, pero estabas conmigo en la mesa, estábamos cara a cara.
¿No es universal?
La gente aún no sabe cómo hay que hacer las cosas.
Rajan la vida del otro y la dejan hecha jirones.
Nosotros lo mantuvimos en orden, no hubo arrugas.
¿No fue algo maravilloso?
¡Así es como tiene que ser!
Si sientes algo por el otro y si das un poco de amor, otro ser humano será lo más elevado que puedas vivir en este mundo.
¿Qué poder tiene la amistad?
Y después ¿todo ese amor tan hermoso que recibes a cambio?
Pero ¡hay que fijarse en la letra pequeña!
Un solo pensamiento erróneo ya te arroja fuera de esa otra vida, y entonces te encuentras ante las migajas de tu propio carácter insignificante.
¡Esto va a ser con la humanidad entera!
¡Así será!
¡Así sucederá entonces!
¿Me crees?
De modo que sí, aún me quedaba algo por decir.
Luego todo lo demás.
¿Anna?
Solo ahora puedo decirte lo que fuiste para mí.
Pero escribiré otra cartita para ti sola.
Aquí vienen solo unos pocos pensamientos.
¿Te das cuenta ahora?
¿Te das cuenta?
Te veo sentada junto a la corriente..., el tramo que tanto nos gusta, ¡donde celebramos la luna de miel para después de esto!
Te veo paseando, te veo ir, veo y oigo como piensas.
¡Eres tú!
¡Tú eres mi final divino!
¡Todo!
¡Sin ti me quedo alicaído!
Oh, qué viajeros y trotamundos vamos a ser.
Allí se nos explicarán millones de leyes.
Pero yo soy el primero al que se le concede partir.
Me encargaré de que nuestra casa allí esté en orden.
Tú aún tienes unos años para prepararte para tu gran viaje.
¡Años de preparación, belleza egipcia mía!
Pero ¡llegarás!
Sabes lo que quieres.
Y allí nos prepararemos juntos para ir al cuarto espacio cósmico, donde por turnos seremos padre y madre.
¿No es milagroso?
Entonces te recibiré como jamás fuiste recibida.
Y eso lo sabremos entonces conscientemente, porque siempre seremos más espaciales, allí ya no hay sueño ni enfermedades ni miedo.
Esas leyes nos las explicó René.
En ese espacio de allí planeamos como seres humanos materiales.
Lo que aquí en la tierra es capaz de hacer un sacerdote, allí los ángeles lo saben hacer mejor y con más perfección.
Los tibetanos ya están levitando.
Eso lo vi con mis propios ojos.
¡Te podría contar todavía tantas cosas de mi propia vida!
¡Aprendí tanto en Oriente!
Anna, presencié cómo un sacerdote se desplazó miles de millas en solo una hora.
¿Te parecen tonterías?
¡Tú sabes muy bien que no hago bromas con nuestros asuntos sagrados!
Pude comprobarlo con mis propios amigos.
Para saberlo le di mil dólares a ese hombre.
En el fondo era una apuesta, pero la perdí.
Y luego pensar que algún día seremos seres humanos en una materia más etérea, ¿cómo seremos entonces?
¿Cómo viviremos y amaremos entonces?
No quiero ni pensarlo, porque la felicidad sería desgarradora.
Pero eso es lo que nos espera, y a cualquiera que empiece con ello.
¿Qué nos enseñaron las últimas sesiones?
Recibimos alas, conciencia divina.
Volamos de un planeta a otro.
Podemos regresar al comienzo absoluto de las creaciones divinas.
Y ¿eso como seres humanos?
¡Sí!
Pero, Anna, mi reina de este espacio, ¡siente, por favor, lo que nos espera!
En las esferas de luz nos prepararemos para alcanzar ese grado consciente.
Seremos uno con todas las leyes del espacio.
Sabemos cómo despertaremos y cómo podremos experimentar todo lo que vive.
¿No es así, Anna?
Penetramos hasta todos los grados vitales, nada nos detiene, nada, ¡porque somos dioses!
Hemos vencido toda la miseria del mundo material.
¡Vivimos sin distinción para la chispa divina!
Esto es para lo que Cristo vino a la tierra.
Anna, ¿no lo ves paseando a “Él”?
¡Yo a Él lo veo cada segundo!
A cada segundo Él me indica el camino, Dios mismo viene a mí y dice: Frederik, aquí hay todavía unas cartas, ¿me las repartes un momento?
¿La gente se cree esto?
Algún día estarán encima.
¡Ahora todavía lo pisotean a Él, luego lo conocerán, pero entonces Él no estará en un árbol para reírse de ellos, vive en el Universo, también en el insecto más pequeño..., en todo, si tan solo miras detrás de esa máscara!
Vamos a regiones más elevadas, mundos para el bien, ¡porque se nos concedió vencer lo erróneo!
¿Ves nuestro castillo allá, Anna?
¿Ves las violetas, las margaritas y los lirios del valle?
¿Todas esas preciosas flores de tu corazón?
¿Sientes que de corazón a corazón somos uno?
¿Sientes también lo profunda que es la vida?
Tienes derecho a saberlo todo de mí.
En el pasado estuve casado, Anna..., pero me engañaron horriblemente.
Así que yo ya recibí mi ración de preocupaciones y golpes.
Esa mujer me dio tres hijos, Anna.
Pero el cólera me quitó esa vida.
Y más tarde oí que también ella tuvo su escarmiento, pero que inclinó la cabeza.
¡Entonces lo vio como un castigo!
A mí ya no me engañan.
Los hijos le abrieron los ojos.
Entonces hubiera deseado regresar a mí de rodillas, pero aquella a quien yo tenía que enmendar cosas había muerto en mi vida.
¡Directamente desde el corazón y entonces una muerte así es universal!
¡Los últimos pensamientos de todos mueren!
Tenía yo dos niñas y un niño.
Tendrías que haberlos visto.
Pero incluyo los pequeños retratos en la carta que te dejo.
A ella también la conocerás.
Y otra cosa más:
Karel ya puede saber que fui médico.
Era pediatra, Anna.
Todo lo de los niños me interesaba, pero de repente me harté porque ya no podía procesar esa injusticia.
Pero completé mis estudios en Viena.
De verdad que no era un papanatas en mi oficio.
También me dedicaba a la psicología, Anna.
También en eso alcancé mi grado universitario.
Toda esa sabiduría la tiré por la borda.
Ya ni siquiera quería oír ni una palabra docta.
Me ponía malo.
Me puse a hablar como un palurdo, así es como aprendí un sinfín de dialectos.
Pero todos esos años estuve jugando al gato y al ratón con Karel.
¡Se lo puedes contar!
Eso será entonces un regalito aparte para su vida y personalidad.
¿Te parece extraño que eso siempre me lo callé?
Ahora tenía toda la fuerza, Anna.
Ya lo viste.
Ahora podía hacerle frente a diez sabios.
Quien piense que es algo ya ha perdido sus fuerzas.
Si piensas que sabes algo ¡no sabes nada!
Así es como traté a todos esos señores.
Cuando Erica tuvo sus primeros fenómenos, pensé: ‘¡Frederik, ahora vas a ver!’.
Di gracias a Dios por que se me enviara por el camino de ella, cuyas leyes se nos concedió conocer todas.
Ves, Anna, en la jungla se me concedió ofrecer la luz vital a miles de negritos.
Sentía compasión por todas esas madrecitas de allí.
Entonces se me concedió conocer a Dios, aunque no comprendiera las leyes.
Todos estos años me hice el necio, pero entonces aprendí.
He seguido siendo niño, las grandes personas lo dejan todo hecho trizas, como tú misma pudiste ver.
¡De modo que estaba un poco preparado!
Todas esas tesis las asimilé, viví, también las completé.
Cuando vi lo que me aportaría, que tendría que aceptar todo ese engaño, también de mi mujer, sucumbí.
Tardé años en volver a encontrarme.
Entonces me hacía el mensajero, Anna, y por el camino cuidaba los hijitos de mucha gente.
Allí donde se precisaba mi ayuda lo daba todo de mí mismo, ya no quería recibir dinero a cambio.
Jamás dejé sin responder ni una sola pregunta, jamás un ser humano me estuvo esperando en vano, pero ¡ya no dejaba que me engañaran!
¡Eso es lo que aprendí!
Y cuando vi lo que aun podía hacer por muchos, ¡empecé a pensar para esa masa!
Ahora sé, sabes tú, que ¡así tenía que ser!
¡Es nuestra vida!
Estuve viajando veinte años.
En el fondo viví todos los pueblos.
Cada nacionalidad me invitó a tomar el té.
Fui amigo de soberanos y pobres, eso, por cierto, lo sabes desde hace mucho.
Vi que había suficientes sabios en este mundo, ¡para mí se trataba de una elevada posesión!
No te pareceré demasiado débil, ¿verdad?, que por eso haya abandonado mi trabajito, porque sé que así tenía que ser, ¿no?
Se me concedió ayudar a miles de personas, Anna, a diestro y siniestro se acercaban a mi vida.
Y siempre lo convertía en algo hermoso que me hacía avanzar por este camino.
Vi que estaba bien lo que hacía.
Ya de niño conocí la vida y la muerte, pero entonces la muerte me dijo que ella era la vida.
Aún no la entendía, pero desde ese instante he ido caminando en su dirección.
Solo ahora, desde hace unos años, ¡sentí que caería su máscara!
Y ¿cómo cayó su máscara?
Aunque yo no fuera un genio en mi oficio, sí que vi nacer la vida tal como Dios la creó.
Karel seguramente que se quedará sorprendido, pero eso me hizo ser fuerte, ¡yo sabía!
¡Esos golpes fueron certeros!
A fin de cuentas, siempre podía encajarlos.
Para mí de lo que se trataba era ver sus pequeñas personalidades.
Aprendí la sencillez, ¡en todo!
Quizá fui demasiado sencillo, pero entonces no podría podido abrir esos corazones.
Si Karel hubiera sabido que yo era médico jamás lo habría recibido, jamás podría haberlo abierto.
¿Tú también lo sientes ahora así?
Y ¿tú, Karel?
¿Te habría alcanzado si hubieras sabido lo que sabía yo y lo que vivía en mí?
Nos habríamos amargado nuestras vidas.
¡Me incliné ante ti!
Te esquivaba, siempre decía yo: “¡Te cedo el honor!”.
¡Tú siempre eras el primero, pero te seguía como mejor podía!
Pero en todo te precedía.
La ciencia es poder, pero si eso hace que te pierdas, eres más pobre que una rata bajo tierra.
¿No es así?
Nuestras vidas decidieron, las leyes del karma me obligaron a abandonar la jungla.
Ahora he conseguido más, infinitamente más, porque aprendí a pensar.
¡Aprendí como precisamente no tenía que ser!
Ahora, en el fondo, lo sabes todo de mí.
Yo sé de dónde viniste tú.
También sé cómo viviste tus golpes, aunque todavía no haya oído ni una sola palabra al respecto, ¡lo sé!
Ya lo ves, también en esto somos exactamente iguales: callamos, nos guardamos las cosas para el momento en que puedan nacer.
Ahora es poder, posesión, antes nos habría atravesado la cabeza volando, entrando por un oído y saliendo por el otro, sin que lo hubiéramos meditado.
Ahora es un golpe para Karel: si yo hubiera puesto las cartas encima de la mesa, me habría convertido en un sujeto perdido y él se habría limpiado los pies conmigo.
Si le hubiera contado todo de esto, no me habría aceptado jamás.
Ahora se ha convertido en una fuente de la que nos nutrimos todos.
Ahora es ciencia, espacio, amor, felicidad, hice algo con eso por los demás, pero en el instante adecuado.
Me propuse enterrar esa sabiduría y lo he conseguido enteramente.
Ves, así es como comprendí a René.
Cuando me quedé vacío, cuando ya no era nada, se me abalanzaron las verdades universales y me despertaron.
Abandoné mi trono y descendí a la nada, pero a cambio ¡recibí tesoros!
No quiero decir que cualquiera tenga que actuar así, ya sentirás que sería un sinsentido.
Cada vida es diferente.
Pero algún día darás ese honor a los demás e irás cuesta abajo, de regreso a los países más bajos, pero ¡donde te hablarán Dios y Sus creaciones!
Y entonces fui recibiendo una felicidad tras otra.
Materialmente me había ido muy bien, porque lo tenía todo; heredé de papá y mamá muchas propiedades, con las que supe qué hacer.
Cuando haya partido sabrás cómo actuar con ellas.
En primer lugar, harás imprimir miles de libros de “Las máscaras y los seres humanos”, y los repartirás entre la gente.
Será un trocito de nueva vida.
Y quien quiera ayudar podrá repartirlos igual que nosotros, la gente aprenderá a pensar con ellos, a inclinarse, recibirán amor y sentimientos por medio de nuestras vidas.
Este es mi regalo para millones de almas de este mundo.
Eso lo sabe René, ese fue el honor que recibí.
¿No te sientes feliz, Anna, que no convertí tu vida en un circo?
Qué fácil habría sido que hubiéramos despilfarrado nuestra felicidad.
Porque lo sabes todo, ¿no?
¿No vivía debajo y dentro de tu corazón?
Así lo vemos: los cielos han despertado en nuestra vida.
Si esta la haces material, también estarás en la materia y habrás de aceptar esos sentimientos.
Porque no era yo un santurrón, ningún santo, y ¡aun así recibí tantas cosas!
No quiero que llegues a verme jamás como un hombre bueno, ¡porque tengo defectos!
¡Todavía tengo tantas cosas que cambiar en mí, Anna!
¡Y haré todo lo posible para darte eso!
¡Estoy trabajando en mí mismo!
¡Te doy las gracias desde el fondo de mi corazón por las revelaciones que me diste!
¡Te vi y al instante te conocí!
¡Ahora sí que todo está bien!
No hemos concedido espacio a ni un solo pensamiento erróneo y ¡así tiene que ser!
¡Vivo en ti!
¡Vivo debajo de tu corazón y allí me quedo!
¡El resto ya vendrá!”.
Cuando más o menos hube arreglado todos esos asuntos, pude entregarme del todo al cuaderno de bitácora y en esos años viví una felicidad desconocida.
Hasta que llegó el momento en que René me contó que Hans estaba libre y que podían empezar a pensar en su matrimonio.
Que se abriera a Dicksma es debido a que quiere conciliar su vida con la felicidad terrenal, para que también más tarde la gente vea que no hay que tirar por la borda todo lo que Dios y los ángeles trajeron a la tierra.
Dicksma lo comprendió a él muy bien y consideró que este matrimonio era el primer enlace verdadero que había bendecido.
Estas dos almas saben lo que les espera.
Y René sabía que Elsje no podía dar a luz a niños por la otra vida.
Pero si hubiera habido cinco o diez hijos, entonces aun así Marja se habría revelado a su vida, porque ¡las leyes universales llevaron estas vidas al altar secular!
¡Y también ahora hubo comprensión y felicidad!
Así vemos: ¡lo que ya no puede ser tampoco ya es posible!
Pero, de todas formas, ¡René sabe que atraerá almas!
¡Marja también lo sabe!
¿No es un milagro?
¡Ese honor será de ellos!
¡Esas leyes las pueden vivir ellos!
Hans no, ¡no era capaz!
Tenía que vivir otras leyes, ¡primero a sí mismo!
Lo que esos dos atraerán está libre de tinieblas.
Las vidas que nacerán por medio de estas almas se encuentran en la riqueza divina, ¡llegarán a tener que aceptar una tarea que, naturalmente, estará sintonizada con este desarrollo!
¡Y así continúa esa orden!
¡Esa orden trae concienciación! ¡También la Casa de Israel empezó con ello!
¡Este es un siglo nuevo!
¡La concienciación más elevada para todos los niños de este mundo!
¡El comienzo del reino de Dios!
¡Eso es!
René quería que conectaran sus vidas a las de otros.
Y ahora ya hemos vivido la gran suerte de que un sinfín de pastores estén abiertos a las leyes y digan sin tapujos que la Biblia tiene que ser reescrita.
Ya saben que el Antiguo Testamento comienza con una mentira, que cuenta majaderías.
También saben que esos autores de la Biblia estaban ante una increíble tarea y que no eran capaces de ver más allá de sus narices respecto a este sistema solar.
No hay que empezar a insultar a esa gente, aunque tengan que aceptar, igual que nosotros, sus errores.
¡Algún día regresarán para corregir esos errores!
Y solo entonces recibiremos una vida nueva y consciente en la tierra.
Ya lo ves: cuando la gente se sabe todo de la iglesia, se salen.
¡No creen en un Dios que odie, que libre guerras, que sea injusto!
¡Es imposible!
¡Y así sigue avanzando la ciencia a trompicones!
Jamás llega a un verdadero poder sobre la humanidad, porque hay agujeros que nadie puede tapar.
Y ¡aun así ha de suceder!
René ya está recibiendo ayuda de todo esos pastores, y eso es algo enorme, todos se muestran abiertos a él.
Ya dan la cara, ya no se andan con rodeos.
Ya no son capaces de dejarse escapar ni una palabra como si estuvieran jugando, se asfixian en ella, porque ¡saben que no es la verdad!
¡Saben que de ese modo empequeñecen y mancillan a su Dios!
¡Ves! ¡Esos pastores ya existen!
¡Y uno de ellos es Dicksma!
¡Es un tipo magnífico!
Ya está pasando malos tragos, ya tiene que librar sus combates, pero su sentimiento dice: “¡Así es!”.
Y ¿no es para alegrarse?
El doctor Lent ya está dando conferencias sobre las leyes universales.
¡Él mira detrás de la demencia!
E innumerables sabios se preguntan de dónde le vienen ese ruido, cómo ha adquirido sus conocimientos, de tan claro que es todo.
Los velos del espacio vienen cayéndose ahora por Freud y otros.
¡Las máscaras ya no significan nada, miran detrás!
Qué bueno, ¿verdad?
Así es como adquirimos nueva conciencia.
Ha comenzado una nueva vida, ¡este “siglo” trae el despertar de cada alma!
Y ahora estoy aquí, pensando.
La fiesta es impresionante.
Karel invitó innumerables sabios para experimentar esa santidad.
Todos hablan sobre Hans y han llegado a quererlo.
Es otra manera de ser que la de años atrás.
¡Los Ten Hove también están!
Como Van Stein, aunque él y Van Hoogten, igual que Ten Hove, tuvieron que despedirse de las sesiones.
¡Karel les desea la vida!
“Yo mismo vi y aprendí”, dice Karel, “lo difícil que es llegar a comprenderte a ti mismo”.
No es culpa de ellos, ¡les daremos otra oportunidad más para convertirse en seres humanos!
¡Tippy no es así!
La veo hablando allí con Erica.
Marja acaba de llegar y escucha a las mujeres.
Es una bonita pareja.
Tippy tiene otro aspecto, porque en sus ojos ha entrado un poco de vejez.
Y él, el gordinflón, se ha hecho un poco más jovial, ya no es tan fanfarrón.
Creo que estoy empezando a pensar de otra manera sobre esas almas.
Por cierto, se me está acercando Ten Hove.
—¿Qué, Frederik?
¿Eres feliz?
—Lo soy, amigo mío.
¿Tú?
—Sí, Frederik, voy a serlo.
Estoy haciéndome un poco más pequeño, algo más infantil, tú ya me entiendes.
Me había ido muy lejos, ¿verdad?
—¡Felicidades, Joke...!
¡Suerte! ¡Lo digo en serio!
Saludos también a Tippy.
—¿Ya te lo contó Karel?
—¿Qué?
—Voy a ir a su casa.
Voy a conectarme con su casa, vamos a entablillar todo junto.
¡Creo que es eso!
¡Ahora sí que puedes captar bastante más!
¡Tenemos que ser uno, tenemos que hacer todo lo posible por los enfermos, todos unidos somos más fuertes que nadie!
¿No es cierto, Frederik?
—Felicidades, Joke.
Verdaderamente, Karel lo sabe.
—¿Puedes perdonarme mi alboroto, Frederik?
—Felicidades, Joke.
Verdaderamente, te has hecho otra persona.
¿Aún sigues pensando en ropa de noche?
¿Te gusta dar saltitos en la pista de baile, Joke?
—Hombre, no me lo recuerdes.
Estoy en vías de matar ese milagro.
Pisoteaba a mis enfermos.
Unas semanas más y podría haberme ido a una fábrica.
Creo, Frederik, que el tiempo apremia.
¿No es Karel un hacha?
—He de felicitarte en todo, Joke.
Mira, allí está Tippy.
Hola, cariño.
—Hola, Frederik.
¿Me permites darte las gracias por todo?
¿Quieres aceptar mi agradecimiento?
—Te comprendo, cariño.
¡Me siento tan feliz!
Mira, allí también está Van Stein.
—¡Hola, Frederik!
—Qué tal, buen hombre.
¿Cómo estás?
—Pues, Frederik, ¿ya lo oíste?
Yo también me apunto.
Vamos a levantar un solo gran municipio, una sola ciudad, solo para nuestros enfermos.
Madre mía, lo bien que van a estar.
Frederik, espero que esto lo llegues a vivir.
¡Me siento tan feliz! ¡Qué burro que fui!
¡Karel es un milagro! (—dice).
Y allí también está Van Hoogten.

—Vaya, Evert..., felicidades, ya me enteré.
Cielos, qué avance.
Unión entre los sabios.
Todo junto, desde una sola mano hacia la perfección.
¡Qué agradecido les (os) estará Dios!
Y ¡qué bendición para los enfermos y esta humanidad!
Chicos, diez botellas de champán, invito yo (—dice).
Bebemos, ¡y cómo!
Nunca antes participé de esa manera.
Después de la imponente cena estamos sentados juntos, con las mujeres a nuestro alrededor.
Karel desvela sus planes.
Dinero no falta.
¡Hay millones!
Caballeros, muchachos, vamos a comenzar otra vida.
¡Vamos a servir!
¡Ahora sí que vamos a vivir la verdad!
Éramos bandidos, los buenos estaban fuera de juego.
¡Yo era un bandido, un veterinario para seres humanos!
¡Todavía me avergüenzo!
Si esta sociedad es incapaz, porque siempre hay peleas, ¡lo haremos nosotros!
Todas esas poderosas ideas se estrellaron contra los intereses propios.
Primero yo, ¡eso se acabó!
Primero los enfermos.
Ya lo sé: así es como continúa Karel, sobran las instituciones en el mundo que van por delante de nosotros, pero ¡aquí aún no ha llegado!
Uno en todo, pero consciente en vida para los enfermos.
¡Ya hay cuatro psicólogos, tres psiquiatras, siete médicos internistas, tres cirujanos, siete ginecólogos!
¿No te dice nada eso?
Incorporamos la clínica de Hans.
Hans va a disfrutar de su trabajo.
¡Muchachos! ¡Por la salud de todos los futuros enfermos!
¡Viva el amor!
¡Va estupendo así, más hermoso era imposible!
Esto son seres humanos, pensé, cuando todo volvió a ser cosa del pasado y dejamos solos a esos dos venturosos.
No era preciso que hicieran un viaje de novios; sabemos que se desdoblan espiritualmente de sus cuerpos y que ahora van rumbo al espacio.
René me dijo:
—¡Iremos juntos a la luna, Frederik!
Así de lejos se me concedió llegar.
¿Qué te parece?
¡Y allí celebraremos nuestro ser uno, uno con las leyes de Dios, tenemos las “grandes alas”!
Cuando me dormí y sintonicé brevemente con esas vidas, vi que partían:
¡Regresan directamente a Dios!
Veo esas túnicas.
René calza pequeñas sandalias en las que ves el universo.
¡Las de Marja son de un azul celeste!
Van tomados de la mano, nuestros hijos.
Ahora se disuelven ante mí.
Aún no he llegado hasta el punto en que pueda seguirlos, pero eso ya vendrá.
Pero una vez dormido yo también sentí el deseo de mirar un poco más allá de las fuerzas y el sentimiento que albergo.
¡Contaba más o menos con algo de... “gracia”!
Para eso uno es ser humano, ese deseo siempre está presente en nuestra vida.
Quien diga que no es así miente a conciencia y volvemos a estar ante una máscara de materia basta, con la que ya no quiero tener que ver nada.
Exclamé a los demás:
—¿Anna?
¿Recibiremos también nosotros una pequeña excursión?
Desde luego, veo que Karel y Erica también se están preparando para salir al escenario del Teatro Divino, para besar “SU” firmamento y depositar a “SUS” pies... la posesión humana adquirida.
Pero creo que esta cosa desconocida es algo que René nos da.
Oh, cielos... ¡he logrado salir!
Anna, estoy fuera, estoy fuera de mi castillo y vivo, ahora veo de forma consciente en la “inmaculada claridad!”.
¿Ves cómo brillo?
Anna abre los ojos, pregunta:
—¿Dónde estamos ahora, Frederik?
Mi Oteb, ¿dónde estamos?
—Estamos en la “luz” de todas las luces, cariño mío.
Ahora vamos a la pradera de Nuestro Señor, pero tenemos que tener cuidado.
Mira, allí también está Karel.
Mira, ¡Erica se libera!
¿Ves tus hermosas sandalias pequeñas?
¿Ves lo poderosa que es tu túnica, ángel mío?
Aquí también portamos la naturaleza en la que vivimos, nuestros pies reciben cuidados espirituales.
¡Estas son nuestras pequeñas sandalias!
¡Estas mismas!
Qué milagrosa eres, Anna.
Oh..., cómo podremos procesar esta cosa tan poderosa.
Pero ¡habrá que hacerlo!
Karel, Erica, vamos, les (os) precederé a la pradera divina, verán su (veréis vuestro) árbol de la vida.
Ahora están (estáis) en flor... todos sus (vuestros) rasgos de carácter están en flor, hijos míos.
Iremos hasta donde se me concedió ver por primera vez a René.
Planeamos tomados de la mano, abandonamos nuestro castillo material.
¡Sabemos que vivimos, somos conscientes!
Estamos remachados unos con otros.
¡Cuatro manos fundidas, felices como niños, no hay ciencia!
Y ¿sin embargo?
¿No es esto lo definitivo para todo lo “SUYO” que vive?
¿El gran deseo?
¡Son cuatro personas, auténticas, de carne y hueso... hijos de un solo Padre!
¡Sabemos!
También sabemos dónde está René con su milagro universal.
Habla a nuestras vidas:
—Así está bien, Karel, Erica, Anna y Frederik!
Este es el regalo de Nuestro Señor.
Continúen (continuad), ¡seguiremos estando despiertos! —dice.
¡Estamos en la “pradera”!
Es el lugar donde se prepara el alma humana para acceder a las esferas de luz, pero donde ves tu propio “árbol de la vida” tal como de verdad eres, ¡aquí estás ante el altar divino!
Vemos ahora millones de árboles, son seres humanos... hijos de Él, que vela por nosotros.
¡Ve por las flores cuánto has avanzado y cómo amamos los seres humanos “SU” vida!
Y ¿cómo iba a ser si no?
Caminamos por un paraíso, pero hay otros más de los que asimilaremos las leyes y además el amor.
¡Sabemos ante lo que estamos!
¡Ahora somos omniscientes en este espacio que es nuestro, vivimos para ello, portamos, comprendimos, hemos llegado a serlo!
Vemos ahora que... ¡así lo quiso Dios!
¡Esto es lo que creó para nosotros, los seres humanos!
Aquí recibí mi primer beso espiritual.
Karel y Erica también.
¡Anna vive en mi corazón!
¡Nos hemos hecho unidades eternas, somos luminosos y nuestra felicidad es imponente!
¿Y eso por nuestro René?
¡Sí, sí... es una revelación!
Vivimos aquí, caminos por nuestra propia felicidad adquirida, todo este espacio es amor inmaculado y lo absorbemos a fondo.
Vivimos en una sintonización vital propia, merecida, según sabemos, ¡debido a que lo que hicimos fue inclinar la cabeza ante “SUS” leyes!
¡Ahora ya no tenemos máscaras, todos nuestros pensamientos y sentimientos según las leyes materiales son conscientes, lo comprendemos todo!
La muerte se ríe..., posee una túnica de una belleza poderosa..., dice...: “Fui lanzando nomeolvides, lirios del valle y margaritas... porque sus (vuestros) rasgos de carácter quieren poseer una representación celestial.
Ahora absolutamente todo está bien... ahora sí que somos uno para la eternidad.
Exacto..., y ¿eso por mí?
¡Ahora sí que es posible pensar!
Soy sentimiento, luz, vida... pero ante todo... ¡amor!
¡Amor!
¡Amor!”.
¡Hay que ver qué muerte!
Tengo ahora veintitrés años y los demás aun así son algo mayores que yo... ¡solo Anna ha alcanzado mi juventud...!
Karel parece tener treinta y seis años, Erica algo más, pienso que tan solo unos minutos más, pero lo ves por su figura; es posible determinarlo sin ningún género de duda por su increíblemente hermosa irradiación.
Ya lo sabemos, el “alma humana” permanece joven y es eterna, y a medida que las floraciones representan el espacio te encuentras ahora de forma consciente en la primavera divina ante ti mismo y ante quienes te pertenecen.
¿Sientes como te arde en los labios un beso de esos?
Vamos, dime ahora que ese amor loco no lo quieres vivir.
¡No lo creo!
¡Cualquier ser humano espera vivir alguna vez la “inmaculada claridad” y poder conocer todo al respecto!
Nos conocemos y sabemos dónde hemos vivido para esta conciencia.
¿Lo sientes ahora? ¡No hay vejez en este mundo, ser joven es tenerlo todo!
Nos pertenecemos, o si no uno tras otro tendría que haber aceptado que esta gracia no está reservada para la vida de ahora.
De lo contrario no habríamos llegado tan lejos.
Y cada madre, cada hombre —no hay niños en la creación divina, el alma tiene, según vemos ahora, millones de años de antigüedad— ¡puede recibir esta imponente felicidad!
¡Nos inclinamos ante todo!
Entonces llegaron volando cuatro palomas de la paz con ramas de olivo en los picos, que depositaron este señal divina en nuestras manos; nos arrodillamos.
¡Estábamos tocados por el Dios de todo lo que vive!
¡Es un beso!
Acaricié Su mensaje, di las gracias, y además lloré como un niño feliz.
¡Karel también!
¡Y Erica!
¡Y Anna!
¡Éramos nosotros mismos!
Nunca antes habíamos estado tan cerca de “SU” vida.
Sentíamos Su respiración,
sentimos que nos entraron sus latidos.
Nuestra chispa divina iba madurando, estaba ante esta conciencia en una floración divina.
Pero aún hay miles de mundos que tenemos que vencer, según supimos de inmediato al segundo, y será lo siguiente a lo que serviremos.
Seguimos elevándonos, de forma consciente.
Siempre a más altura, ¡hasta que seamos como Él!
Millones de tipos de flores nos dieron la bienvenida, y pidieron amor a nuestro corazón humano.
Descendimos en estos mundos y nos hicimos uno con esta beatitud.
¡Comprendíamos!
Había flores que se disolvían en las nubes, señal de que ya eran una con esos otros mundos y que allí emitían sus antenas, que absorbían las sabias vitales, por lo que aquí ya recibían y experimentaban una espiritualización.
Y eso es igual para el ser humano de la tierra.
Oh, madre..., ¡qué poco saben sus hijos de su vida y amabilidades...!
Toda esta vida regresa a Dios.
Vemos millones de pájaros, vienen a nosotros.
Se posan en la mano que extiendas y hablan un idioma que entiendes.
Ahora lloras, no hay otra opción..., y tus lágrimas significan ahora algo..., ¡felicidad!
Ahora sabemos que toda esta vida tuvo que aceptar “SUS” leyes.
No vemos ni leones ni tigres..., este pájaro de una belleza maravillosa vivió una vez en la jungla y era silvestre..., era de otra especie..., vemos y tenemos que aceptar que todo lo que vive evoluciona, que cambia..., lo que vivía antes, en eras prehistóricas, florece aquí como paz y sosiego eternos, ¡ahora se ha hecho “amor”!
¡Tenemos que aceptar esto, sin duda!
¡Toda esta vida regresa a Dios!
Aquí no es necesario decir nada, porque nuestros corazones son uno, hablamos de sentimiento a sentimiento.
Pensé..., Dios mío, cómo regresaremos.
¿Cómo tendremos que continuar luego nuestras vidas allí?
Pero, ha de ser así..., todavía somos uno con nuestro pequeño castillo, y estamos unidos a él.
Veo mi propia túnica: es imposible reflejarla en palabras, no tengo ese poder... o tendría que llenar libros enteros, pero creo que ya no tengo tiempo para eso.
Soy “luz”..., vida, amor..., mi túnica y la de los demás surgieron por mi voluntad..., es el amor y la comprensión lo que me envuelve en sus irradiaciones, como una densa veladura material.
Mi túnica es más o menos así, irradia, vive, cada rasgo del carácter que forma parte de mi personalidad lo ves en ella, vive en ella, pero yo mismo soy quien ahora te sonríe, quien te da mi amor, ¡en todo!
¿Qué supone ahora la posesión terrenal, la belleza material?
Mi túnica y la de otros ¡es espacio!
Y ese espacio lo ves en mis ojos..., también en los de Erica, Anna y Karel.
Dios mío..., ah, ¿y si supieran esto Sus hijos?
Estamos conscientemente sobre el escenario divino... ¡es esto!
¡Es espacio y felicidad para lo que Dios creó a Sus hijos!
Si vuelvo a mirar ahora al teatro humano, veo llorar a toda esa otra gente.
¿Se esperaban este final?
No, pero ¡ahí está!
Los hombres abrazan con fuerza a las mujeres, a sus amores; estas madres están de repente radiantes como ángeles, de tan maravillosa que es esta revelación para el ser humano.
Esas vidas también se disolvieron por completo, y nosotros también sabemos a dónde irán ahora, y para lo que viven.
El teatro humano y lo divino son una sola vida; sea donde sea que se encuentre la vida, allí es donde actúa, donde vive, donde puede dar algo de sí misma a la otra vida... detrás de todo esto vive “ÉL”.
Va siguiendo nuestro juego... oye, escucha bien.
¡Está entre nosotros y ni siquiera lo vemos o sentimos!
Pero ¿viste eso?
Papá... ¿viste eso?
Lo vi, hijo mío..., lo he visto desde hace tanto tiempo.
¡Qué felicidad que ya lo puedas ver ahora!
“Eso sí que son noticias para alegrarse”, dice un padre a su propio hijo, dice la madre en voz alta a su felicidad en la tierra y susurra un joven encantador a su chica...
Y detrás de este acontecimiento se encuentra la fe, la iglesia para tu vida..., si no estuviera ella no tendrías felicidad, ella sí que es quien te dio las primeras pequeñas sandalias, ¡a pesar de todo!
¡Adiós, señor cura!
Más adelante se verá que tengo razón, ... yo, pero si de todas formas quieres tener razón, no verás tus propias flores... ¡ahora eres un inconsciente!
Adiós, estimado mío..., tendrás que volver muchas veces..., porque a mí y otros nos dejaste en las tinieblas.
En la sala veo a sacerdotes de la tierra, quieren encaramarse al escenario para dar gracias a los actores, pero no consiguen subirse a los tablones, de los que resbalan como materia resbaladiza, de vuelta a su propia existencia.
Ayuda a esta gente, échales una mano, Karel, elévalos en tu hermosa vida, ¡tú eres capaz!
Te digo...: hombres y mujeres lloran, ¡oigo su “beso”!
Pero ¡Dios dice que todo está bien!
Ahora comenzamos una nueva vida, ¡todos...!
Los últimos fenómenos aportaron una satisfacción aplastante o una sensación terrorífica, es un “saber”; la luz aquí mismo y en la sala va disminuyendo.
La luz en la que vivimos se disuelve, esta gracia divina se ha vivido, ¡ha llegado el final!
Y para eso tenemos que volver a inclinar la cabeza.
La gente todavía mira, rota, pero anhelante, abierta y consciente, las caras están radiantes, estos pequeños espacios humanos..., conocidos desde la infancia... ahora que han podido contemplar la luz vital radiante, bendecida de su Dios, ahora que saben que detrás de todo esto..., de nuestra bondadosa tierra, continúa la vida como si no hubiera cambiado nada.
Al contrario, todo es más hermoso, más encantador, más glorioso, aquí en lo que vivimos, y con nosotros todos los millones de personas que nos precedieron avanzando por medio del ataúd.
¡La gente de la tierra vuelve a casa, todos intentan planear ahora..., hombres y mujeres están postrados y rezan, dan las gracias, también ellos fueron tocados, fueron abiertos, empezaron una nueva vida y aprendieron a “pensar”!
Ellas también verán luego sus flores, ¡verán su propio árbol vital en flor...!
¡También se les cayeron las máscaras!
Pero quieren vivir este juego miles de veces, estos niños sintieron cómo fueron cambiando mientras jugaban, cómo mejoraron, y ninguno de ellos sintió nada brusco..., ¡así de amoroso es Nuestro Padre en “SUS” cielos!
¿Viste aquello?
¡Yo sí lo vi!
¡Todos nosotros sabemos!
Volvemos a nuestros pequeños castillos y tendremos que acabar nuestra vida material.
Había una masa de flores cuando regresamos.
¡Nuestros corazones han sido abiertos, la madre tierra continuará hasta que todos sus hijos vivan este contacto divino, sabrá entonces que sobre su cuerpo solo existe el “bien”..., “felicidad”..., “amor”... que ahora solo tiene que aceptar y admirar el último trocito de su vida... pero entonces su momento se habrá acercado a lo que “dura eternamente”!
¿Lo sientes?
Entonces es cuando también ella se disolverá, también estará ante su ataúd, igual que también lo vivió su madre, que mientras muere dará de todas formas todo lo que sabe a la “tierra”.
¡Madre luna..., soy vida de su vida, alma de su alma, espíritu de su espíritu..., pero por encima de nuestra vida vemos el “Omnigrado”!
¡Los seres humanos han visto su “yo” divino!
Oh, mi Cristo, ahora es cuando queremos morir y además vivir por ti.
¡Ahora sí que es posible!
Perdona nuestros errores... ¡enmendaremos!
¡Serviremos!
¡Es decir, por la posesión material de todos los mundos Tuyos!”.
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El cuaderno de bitácora está listo, ya está el fin, también el mío para este mundo.
He llevado a cabo mi tarea, ahora estoy ante mi ataúd.
Veo que Karel, Erica, Anna, Marja y René están al pie de mi cama; hace unos momentos me encontraba lejos de sus vidas, ya moraba en la “pradera”.
Aun así regresé, porque he de prepararme para el fin consciente que todos conocemos.
Ahora transfiero mis pensamientos a René..., él es capaz de captarlos y después de mi partida los materializará.
Si sientes esto, estamos seguros de estos dos mundos y tu vida también podrá aceptar esa gracia.
René me hace saber que todo está bien, ¡va tomando apuntes...!
Karel me puso hace un momento una de esas inyecciones suyas, porque quiere que me mantenga consciente hasta el último momento de todos.
Y le envié por medio de René que me parecía bien.
Ni un nervio está a pleno rendimiento, he consumido todas mis fuerzas materiales, de nada les sirve mi cuerpo a los gusanos..., y así tiene que ser, según veo ahora, los seres humanos tenemos que agitarnos hasta vaciarnos nosotros mismos, solo entonces vivimos alguna cosa y llegamos a crecer.
¡Di vida, luz y amor a todos los pensamientos!
Ya se está debilitando mi conciencia.
Ya no me hace falta dar la mano a nadie, ya lo hicimos, pero entonces todavía estaba más sano que un roble.
He de decirte que jamás estuve enfermo.
También ahora vivo una partida natural, poco a poco mi “yo” se separa del pequeño castillo y quedo exento de todas las trabas materiales.
¡Así es como tiene que ser!
“Ahora recibo mis alas espaciales... René; ¡se lo envío a su vida!
¿Anotaste todo?”.
Recibo: “Sí, mi querido Oteb, ... sí
¡Continúa, despreocúpate!”.
Yo le envié...: “¡Entonces mi vida te quiere dar las gracias!
¡Gracias!”.
Después... de pronto me llega y allí oyen que me cruza los labios...:
—Hijos, Hans está aquí..., Hans. —Y todos lloraron de felicidad.
—¡Me viene a buscar Hans!
¡Hans está aquí!
René cuenta mi mensaje a los demás.
¡Aquí está Hans!
¡Vive!
Se ha convertido en otra persona, aunque todavía tiene que hacerse más espacial; pero veo que ya ha empezado a hacerlo, lo cual me hace muy feliz.
¡Oh, mi Hans, qué feliz me siento!
Le agarro la mano, me abrazo a él y ¡volvemos a ser enteramente uno!
Hans me ayuda para experimentar la separación.
Le envío: “¿Ves...? Esta es nuestra ‘inmaculada claridad’, ¡la tuya ya está empezando a florecer!”.
Oh, Dios mío, ¡cuánto cariño nos das!
Karel está ahí, con el cuaderno de bitácora pegado al pecho, hace unos instantes se lo regalé, a él y a todos quienes quieran entregarse a lo “absoluto”, a aquello que está abierto.
¡El cuaderno está terminado, Karel!
Nuestros ojos siguen siendo uno, ¡me despido de Karel!
Ya no tenemos nada que decirnos.
Adiós, mi Karel.
Oigo...:
—¡Adiós, mi, Frederik!
—Gracias...
Me voy a Erica.

—Adiós, cariño mío.
—¡Adiós, Frederik!

Voy a Anna... nuestras vidas son una.
Le doy:

—Hasta luego, bueno, hasta enseguida, si quieres que te lo diga —¡También me llegó eso!

Anna susurra:

—Adiós, Oteb.

Se añade todavía:

—Adiós, Frederik, ¡mi todo!
Voy a Marja, solo unos segundos, sabemos.

—Adiós, hija mía.
—Adiós, cariño mío. —Me llega a mi yo en vías de alejamiento, y ahora veo que se aproxima el último momento de todos.
Llegó a René, ¡nos conocemos ya desde hace tanto tiempo!
Le envío:
—¿Lo tienes todo?
—Lo tengo todo, Oteb..., se lo transmitiré a esta humanidad.
Puedes decir que seguiré haciendo todo lo que pueda.
¡Adiós..., adiós...,
Frederik!
—¡Hasta más tarde, queridos míos!
¡Hasta luego!
Oigo cantar a los ángeles.
¡Ya no hay máscaras materiales!
Me quedo suelto y puedo ir a donde quiera.
Hans me hace saber que haremos un viaje universal.
¡Y juntos!
Juntos, Hans y yo nos vamos juntos, ¡porque nos elevamos más y porque queremos saber!
Lo que resta está... “muerto”, pero ¡la muerte no existe!
Veo mis pequeñas sandalias, las genuinamente espirituales, estoy envuelto en una preciosa túnica.
Mis ojos irradian luz y mi corazón está abierto a absolutamente todo.
¡Hace unos instantes vi que se acercaban a mí Dios y “SU” Hijo!
Todos los santos me sonríen, viven y una vez fueron como yo, ¡seres humanos!
Y por encima de todo esto veo el “Loto divino”...
Me veo a mí mismo, junto a Anna, ay, tan pequeños todavía, pero nos elevamos de esta vida por medio de “SU” voluntad porque “somos como es “ÉL”, vida, luz, pero en todo “amor”!
¡Eso es lo que recibí yo, este pequeño Frederik!
¡Era por René!
“Adiós, hijos míos, ¡hasta más tarde!”.
Allí alcancé la edad de noventa y siete años... ¡cómo es posible!
Y ahora unos veinte años y pico... ¡algo que también fue creado para tu propia vida!
Me quedo completamente libre, ¡veo en mi mundo y en el tuyo!
Estoy allí donde viven todos tus seres queridos, si también ellos quisieron el bien.
Construye, ya no derribes aquello por lo que corrió tanta sangre divina... ¡hay que amar!
Digo..., y estoy postrado, con Hans a mi lado...
—En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo... —Y ahora tampoco me sale todavía “Amén” por los labios... ¡porque aún no he llegado!
¡Eso solo vendrá más tarde, según veo, según sé ahora!
¡También esa “palabra” me la tendré que ganar!
Pero entonces ya estamos planeando a cada vez más altura, la madre tierra se nos va disolviendo..., somos uno con “ÉL” y “SUS” espacios creados para nosotros.
Padre...,
madre..., ¡ya vamos!
Me entra sosiego..., todavía sigo planeando, con Hans, ¡tomados de la mano!
Cuando toda la materia reciba sus pequeñas sandalias, cuando las túnicas vibren de felicidad y también de amor, sabré que estaré eternamente desprendido de la tierra y sus leyes...
Ahora veo que esta fue mi última vida allí, pero más tarde regresaré para darle a ella, a mi madre tierra, las flores de mi corazón.
Pero, vaya..., no vuelvas a lastimarla, deja de tronar de esa manera que le parte el corazón maternal, ¡ella es vida!
¡Tiene circulación sanguínea...!
¡Es algo que todos han de saber!
¡Ha comenzado una nueva vida de una belleza impresionante!
Todas las piedras las aporté yo mismo; ahora lo veo: con que una sola alma te hubiera ayudado, todo carecería de sentido aquí.
¡Y también vi que René me seguía en todo, por lo que esta verdad también te viene de manera pura desde la “inmaculada claridad”!
Ahora me desprendo, amigos míos, hermana y hermano míos..., me voy; ¡también el “hasta luego” para tu vida!
¡Su pequeño Frederik!
¡Que nadie se olvide de Hans!
A todos les deseo allí una vida llena de bendiciones...
¡Hasta aquí!
 
FIN