Frederik, ¡el Pablo de este siglo vive entre nosotros!

Los días que transcurren son de alegría y felicidad, son horas de una hermosura increíble, en medio de seres queridos, una unión que ya no es de este mundo.
Ya casi nos desborda esta felicidad, así de poderosa es.
Nos vemos los unos a los otros del todo diferentes.
Nuestras vidas están abiertas a lo que sea y disfrutamos de todo lo que hacemos.
Salimos juntos: el teatro y otras artes nos agradan más que antes.
Un buen concierto habla a tu vida entera.
Ahora puedes llorar de felicidad y aun así no eres infantil en nada.
La gente te lo nota, buscan algo en ti y no saben lo que es.
Cuando se te abre el corazón y muestras un instante tus pensamientos, entonces lo suelen saber.
Ahora están ante un ser humano que lleva pequeñas sandalias.
Sí, sí, con lo que me encontré allí es algo que no encuentras todos los días.
¡He conocido a un ser humano!
Tu amor por todo lo que vive se abalanza sobre toda la demás vida.
Qué hermoso sería este mundo si millones de personas se pusieran con esto.
Solo ahora la vida merece la pena ser vivida.
¡Ahora disponemos nosotros mismos de esa felicidad, y eso gracias a nuestro loco!
Ya no nos atrevemos a pronunciar esa palabra.
La gente que conoció a René ya no se cree lo que ven.
Lo que entonces nació con él, lo que era sano, lo que como si dijéramos le iba muy delante, años por delante, ahora ya no es conciencia.
René los adelanta a todos a pasos agigantados y las chicas ya lo buscan, pero no toma ninguna.
Semejante talento joven bien quiere decir algo.
A veces Erica lo comenta todavía.
Entonces oyes:

—Frederik, ¿no podría ser Marja una de ellas?
Estaría dispuesta a morir por ese milagro.
Daría lo que fuera por que se me concediera conocer a esa criatura.
Te aseguro, Frederik, que mantendré los ojos bien abiertos.
No le tienen que dar gato por liebre.
Pero ¿por qué me preocupo tanto?
Todo se andará, porque él aguarda, ¿no es así? (—pregunta).
¡Desde luego que el chico aguarda!
No aguarda en vano, si quieres saber lo que pienso, eso ya está allí desde hace mucho.
Ahora estoy más tranquilo.
Puedo procesar todo asombrosamente bien y Karel también lo absorbe.
¡Anna es ahora un gran milagro, parece tener treinta años!
Así es como esa animación más elevada incide en tu vida.
El matrimonio se convierte en una revelación.
Karel y Erica son como enamorados jóvenes y cada día se hace más hermoso para esos dos.
Erica se ha convertido en una belleza.
Mira ese semblante tan encantador.
Parece ahora incluso algo más grande que antes, así es como se eleva por encima de ella misma.
Tendrías que verla ahora, cómo lleva su ropa.
Tendrías que ver a Karel.
Karel, que solo andaba detrás de sí mismo, que era incapaz de quitarse de encima lo paleto, ahora se ha hecho un aristócrata.
Un gentleman hasta los tuétanos, un caballero de pies a cabeza.
¡Un verdadero médico!
Un buen ser humano, un médico con sentimientos refinados.
Y yo me conozco.
A mí esto tampoco me ha perjudicado.
¡Ahora calzo pequeñas sandalias de color blanco plateado!
Ya no pienso en fantasmas; ya no ha habido fantasmas para ninguno de nosotros en los últimos meses.
Los cielos han descendido hasta nuestra vida, y eso es algo que está en manos de cualquiera.
¿No es imponente?
A Karel ya no le apetece estar tratando con los caballos.
Dice que entonces faltaría a sus enfermos.
¿Ves? ¡Ese es Karel!
Es Karel, el campesino.
¡Lo que esperábamos llegó!
Nos encontramos en el séptimo cielo.
El ser humano es milagrosamente hermoso.
Fíjate ahora en un beso de esos de Karel y Erica.
Mira lo que pasa cuando se va.
Lo levanta y lo besa.
‘¿Ves?’, pensé, ‘eso es’.
¡Y todo eso por su propio hijo, por nuestro loco de René!
¡Esto se produjo por la doctrina de Bartjes (también conocido como Bartjens, 1569-1638, con cuyo librito ‘Cijfferinge’ los niños holandeses aprendieron durante dos siglos a hacer cálculos).
Ya lo oyes, aún no nos desvanecemos.
Seguimos siendo personas de carne y hueso.
No tenemos ninguna gana de hacer el pirado.
Entonces ya nos llamará la atención René.
Las sábanas blancas, dice, no significan nada.
Hay que seguir siendo realistas, ¡o perderemos tornillos!
Mantén los pies en la tierra, no te pierdas, ¡por culpa de eso ya hay bastante gente majareta!
Y ¡así tiene que ser!
Esos días pasaron volando.
Ahora ya no tenía nada que preguntarle, ahora lo recibo todo directamente de Rachi-Hadju, y también los demás lo están viviendo.
La gente ya ha enviado flores para Rachi-Hadju, los artículos son apabullantes.
Karel también lo está disfrutando.
No saben quién es, pero las flores llegan a casa.
Se piensa que soy yo.
Pero no soy yo ni lo seré en esta vida.
Lo que sí sé es que aquí ya no volveremos, seguiremos allá.
Ay, muerte mía, hay que ver el compañero nuestro que te has hecho.
Pero ¡qué tipa tan estupenda eres!
Cómo te masacra la gente.
Cómo insultan tu ser poderosamente hermoso.
Pero cuánta tristeza tiene toda esa gente en vano.
Ya es ridículo ahora.
Cuando ves pasar todos esos carruajes negros tienes que contener el aliento, sellar los labios para evitar estallar en risas.
Mira, observa a esa gente en los cementerios.
Me vi concederme el honor de haber espantado una decena de ellos de esos cementerios.
Esa gente coloca sus flores en casa, junto a sus seres queridos.
Esas bobadas del Día de Difuntos las veo ahora de otra manera.
No digo nada sobre las iglesias, me parece algo tremendamente bello, pero hace poco fui a echar un vistazo a qué habían logrado los espiritistas.
Antes no comprendía a esa gente, entonces esos videntes nos engañaban que daba gusto.
No quiero ni pensarlo.
Pensaba así: voy a ver un poco lo que esa gente tiene que contar.
Ahora sé que ese contacto es posible.
Pero hay que ver las cosas que hacen esas almas, esos hombres y mujeres; lo que tenemos nosotros es entonces el contacto verdadero, divino.
Esos hombres y mujeres despilfarran dones espirituales para los cuales hay que recurrir a miles de vidas.
Pues yo prefiero la teosofía.
Cómo ha avanzado esa secta.
Ahora soy capaz de evaluar cada secta, me he hecho un verdadero experto en cuestiones y leyes sobrenaturales.
Creo que la teosofía ha llegado ahora a un punto muerto.
René me contó que intentará explicarles más adelante las leyes.
Esperan un nuevo maestro.
Pero aún no ha llegado.
Con Blavatsky se fue su último profesor.
René dice que ¡es él!
¿Que si lo quieren aceptar?
Pero ¡eso ya vendrá!
Así que vivimos milagros.
Sobre eso tengo que hacerle muchas preguntas todavía, y lo haré lo antes posible.
Los espiritistas viven una cantidad ingente de sensacionalismo.
Así lo he constatado y eso lo puede hacer cualquiera que sepa algo de estas leyes.
Es maravilloso tener contacto con tus familiares, pero esto se está convirtiendo en una tomadura de pelo con quienes partieron.
Si dependiera de esta gente, ¡pararían por completo la vida para el alma!
Entonces la vida en ese otro mundo ya no tendría nada que decir.
Ahora vuelven a vivir juntos, pero según sus propios pensamientos.
Si tomas eso en serio ya no es que quede mucho de ese otro mundo, tan poderoso sin embargo.
Hay un hecho que hemos de aceptar: el contacto es posible.
René dice que escribirá los libros también para esa gente, pero entonces despojará a muchos de sus dones imaginarios, esas personas no poseen nada.
Quieren poseerlos y lo único que hacen es apropiárselos.
Así ¡tan panchos!
Constaté que esas almas no sirven esta causa sagrada, sino que la desintegran.
Lo convierten en una charleta.
Si sigues esas charletas, si sientes los disparates, sales corriendo.
No diré nada de algunos buenos, pero si les pides una respuesta, tampoco te la dan.
René dice que no son más que pensamientos propios.
Se entiende que esa gente se aferre a sus amores, pero entonces el ser espiritual se detiene por completo.
Van pisando los talones de esos seres materiales día y noche.
De esta forma no avanzan ni un paso.
¿Es posible eso?
No, ¡es imposible!
¡No puede ser!
¡Es que esto son majaderías!
No digo nada de los buenos.
Pero si esas personas no se ponen en guardia, les juro que ya no quedará nada de su contacto, ¡se convertirá en un gran caos desastroso!
René ya no quiere que vaya allí.
“Te mancilla el alma”, dice.
Y es cierto.
Las personas que habían obtenido un asidero lo vieron pisoteado y embarrado por muchos de esos tipos.
Ellos mismos muerden el anzuelo por mentiras y engaños.
¡Son tipos peligrosos!
Pero ¡nosotros seguimos viviendo!
Esto es más claro que el agua.
De eso ya no es necesario que dudemos.
Ahora sé lo que los teósofos saben al respecto.
Soy capaz de seguir la mentalidad de todas esas sectas.
Cuando lo comenté con nuestro maestro, respondió:
—Sí, Frederik, eso lo has intuido bien.
¡Todo está en punto muerto!
¡Todo!
¡También las iglesias!
¡Es una lástima!
Cuando luego esté mi Universidad entonces avanzaremos de nuevo miles de siglos.
Esto es lo más elevado de todo lo que recibirá la humanidad.
Naturalmente, luego los propios maestros vendrán a la tierra.
Entonces tendrán instrumentos, milagros técnicos por los que podrán hablar.
Y ¡solo entonces será conectada la humanidad con las fuentes de la vida!
Entonces en todas las facultades se enseñará directamente desde los cielos.
En la tierra todo está en un punto muerto.
No hay maestros.
Míralo tú mismo.
Oriente tiene que venir a Occidente para sacarlo de esa miseria.
Yo ahora sigo, porque ¡mi contacto está conectado con el universo divino!
Voy más allá que Buda, Blavatsky, Mahoma, Krishna y Rama, más allá y más profundamente que Ramakrishna, ya lo conoces, y a muchos otros.
Y no lo soy yo mismo, Frederik, es la orden para la que todos vivimos y trabajamos.
En fin, eso ya lo oirás en las sesiones (—dice).

Y así es, él lo traspasa todo.
Tiene la maestría más elevada que haya vivido después de Cristo.
Ya lo tendremos que aceptar más adelante.
Para René las leyes están abiertas.
Y así volvimos a estar ante nuestra noche.
René ya está abajo, los médicos han llegado.
Hablan un poco, pero entonces René me da la señal de que podemos comenzar.
La joven lo anota todo.
Él se echa y se queda dormido.
Vuelvo a preguntar:
—¿Me oye usted?
Después de unos instantes llega:

—Lo oigo.
Estoy preparado.
—¿Quiere escuchar?
¿Podría descender quince años en su propia vida?
Llega:

—Ya estoy.
¿Conoce usted esa vida?
Menciona fenómenos que vivió a esa edad, en qué mes vivimos, cómo son Erica, Anna, demasiado bien lo sabemos.
Pregunto:
—¿Quiere regresar a su nacimiento?
Pero no pierda la conciencia.
Oímos:

—Ahora tengo unas horas de edad.

Y lo vemos, es como si el cuerpo fuera menguando ante nuestros ojos.
Todos lo ven.
Hasta Hans mira con interés.
Este es el organismo de un niño.
Cómo es posible, el rostro ha rejuvenecido quince años.
Pregunto:
—¿Puede volver usted al interior de la madre?
—Regreso.

Un poco después llega:
—¡Estoy en la madre!
—Vuelva entonces al instante en que comienza la creación.
¿Sabe lo que quiero decir?
—Lo sé.
Lo que ve usted allí es el regreso de mi alma, la retirada de la personalidad a este mundo.
No tenga miedo, me voy al sueño epiléptico.
Vemos cómo tiene lugar.
El cuerpo está pálido como un muerto.
Karel se preocupa, le tomamos el pulso.
El ritmo cardiaco es tranquilo, pero débil.
Pero esa debilidad no es un fenómeno anormal, dice Karel, sientes lo otro, esto, esta ley, también este desprenderse.
Es sorprendente.
Ahora llega:
—Antes me dejaba enterrar en este estado.
Asimilé esas leyes ocultas, ahora sintonizo con la sabiduría.
Soy uno con esta vida.
Ahora puedo contarle cómo desciende el alma en el cuerpo maternal.
Así es como constatamos que el alma es una personalidad espiritual antes de que nazca.
Soy yo mismo, puedo pensar, conservo en un equis por ciento mi conciencia.
Vivo en la madre.
Puedo ver todo con claridad.
Ahora podría mirar en vidas anteriores.
Por medio de la conciencia de la vida, en la que vivo ahora, conozco las leyes.
Si hubiera estado en alguna parte, entonces ahora se me revelaría esa vida.
¿Pueden aceptarlo los caballeros?
Así que no es posible reconducir el cuerpo material a la nada.
Pero ustedes pueden ver ese cambio, no es posible ir a una mayor profundidad, entonces surgen los trastornos materiales y ¡eso no debe ser!
Así que estoy pendiente de mí mismo, pero no toquen mi cuerpo.
¿Tienen alguna pregunta los caballeros?
Entiéndanme bien: si en lo material regresara a una mayor profundidad, lo cual es posible, ya no sería capaz de decir ni una sola palabra y las cuerdas vocales desistirían.
Yo mismo ya no tengo la fuerza de penetrar hasta la materia.
Lo comprendemos.
Lent pregunta:
—¿Sabe usted sintonizar con la psicopatía?
—Estoy conectado con ella.
—¿Qué siente?
—Estoy en armonía con la vida material.
Tengo mi propia conciencia.
Pero si desciendo en la violencia de este mundo, mi personalidad deformaría la materia.
Soy uno con muchas leyes.
Puedo asegurarle que existe la herencia material.
Pero ¡no para el alma!
—¿Qué significa eso?
—Que el alma no recibe pensamientos o fuerza de los sentimientos para su vida en la tierra.
El organismo posee genética.
Se pueden vivir enfermedades para todos los grados.
¿Sabe lo que quiero decir?
—Lo comprendemos, siga.
—O sea, eso quiere decir que los sistemas orgánicos han sido contagiados con patógenos por nuestros antepasados.
De ese modo, surge el cáncer en el tercer grado y la siguiente generación se encuentra ante enfermedades.
Ese contagio es posible, pero no para el alma.
Significa que el alma ha tenido que asimilar sus talentos en las vidas ya vividas.
Así que la locura es inconsciencia.
Aun le falta a esa alma.
¡Ha transgredido las leyes divinas!
—¿Cómo es posible eso?
—Viviendo una vida animal.
Las pasiones y las experiencias violentas los conducen a esas leyes.
Ahora ven que el alma ha transgredido las leyes armoniosas.
Todo pensamiento erróneo se dibuja en el rostro.
Cuanto más desatienda el alma la vida inconsciente, predominante, destructora para las leyes divinas para la armonía, tantas más veces vivirá que comienza una nueva vida material.
Así es como ven ustedes todas esas horripilantes máscaras.
Si el alma está en armonía, entonces el ser la irradia y la verán en el rostro.
Pero en este punto —presten ahora mucha atención— la materia puede dominar al alma.
Es decir, padres hermosos pueden dar a luz a un hijo hermoso.
Entonces el tejido material domina al alma.
¿Lo siente?
—Está claro.
—¿Lo veo bien? ¿Es usted, doctor Lent, quien habla?
—En efecto, maestro.
—Bueno, doctor, todos sus chicos se destruyeron ellos mismos en vidas anteriores.
Ahora son inconscientes.
Cuando el alma llega a estar algún día ante su vida material consciente, dibuja en detalle su morada material, el cuerpo, completamente acorde a la fuerza de su personalidad.
¡Sus chicos también lo son!
Pero esto ya es progreso.
Ahora viene la paternidad y la maternidad, y ven ustedes miles de pensamientos como leyes cósmicas ante las que está el alma y que tiene que aceptar.
Porque desde los sentimientos paternos avanza hacia los maternos.
¡Entonces nos adentramos en la homosexualidad!
Esas vidas son atacadas detrás de esto por los oscuros mundos astrales.
Es natural que esos seres llenos de conciencia busquen a personas que estén abiertas a bajezas.
¿Ve usted a sus muchachos como grados de conciencia más bajos y más elevados?
Así es como tiene que verlos.
Verá a sus enfermos según su conciencia.
Ahora predominan la paternidad y la maternidad.
En tres grados el alma no es ni madre ni padre.
¡Son leyes naturales!
Es imposible cambiar algo en esto.
Hay miles de posibilidades que lo conducen a esta deformación consciente de los sistemas materiales.
Esto es descomposición, doctor, inconsciencia, ignorancia; Dios no tiene nada que ver con esa miseria.
Cuando empezó la creación divina fuimos disponiendo de las leyes divinas.
Hemos mancillado nuestro yo por todas esas vidas.
Esto, mi ayuda y mi vida, es la personalidad de esta humanidad.
Leuvens pregunta:

—¿Hay planetas en los que haya vida y en los que se nos concedió a nosotros, como seres humanos, vencer a esas leyes disarmónicas?
—Detrás de este universo se encuentra otra conciencia, y más elevada, como espacio.
El alma como ser humano que ha alcanzado las esferas de luz está libre de pecados y errores.
Solo entonces puede acceder al “reino de Dios” del que tanto se ha hablado y escrito.
¡Entonces continúa!
Pero en el reino de Dios, en el primer cielo para el alma como mundo, en el que vive y se prepara para la siguiente existencia material, ya no siente trastornos terrenales.
Así que el sistema de los planetas ha llegado a la conciencia más elevada para la vida espacial y humana, la animal, igual que la naturaleza.
Allí ya no tenemos leyes materiales, porque regresamos a Dios.
—¿Conoce usted las leyes de eso?
—¡Me son dadas y las vivo!
Lent continúa y pregunta:

—¿Tiene usted medios para hacer algo por los enfermos?
—Es posible elevar espiritualmente varios grados de conciencia por medio de la hipnosis.
Si no es posible alcanzar la conciencia diurna —ya lo sentirá usted, probablemente— entonces uno tiene que aceptar su impotencia.
Hay algunos grados que se pueden alcanzar.
Los inferiores necesitan muchas vidas para llegar a esa altura.
Esto para sus enfermos psicopáticos.
El ser humano adulto vive otras leyes.
A medida que la vida es consciente, vive las leyes orgánicas por las que se desarrolla la personalidad.
—¿Cómo surgió esa personalidad?
—Es muy sencillo, doctor.
Porque los rasgos del carácter se formaron por los millones de vidas, y aquellos representan la personalidad.
En la luna hemos comenzado a construir nuestra vida.
Para ello tuvimos que recorrer un camino cósmico.
El alma llegó a ver su ser por esta conciencia espacial.
—¿Posee el alma una voluntad propia?
—La voluntad propia, doctor, es la personalidad.
¡La voluntad y la personalidad son sinónimos!
¡Y esa es la vida!
Esa vida es consciente por medio de la personalidad.
Cuando comprenda esto sabrá que el alma lo ha recibido todo de Dios.
Lo que hace es materializar su mundo.
Hace más densa su sintonización divina como ser humano.
Eso es así para todo lo que vive en este espacio y para los mundos siguientes.
—¿También para el animal?
—¡Desde luego!
—¿Dónde nació el animal?
—¿Puede aceptarme si le digo que en la luna?
¡La luna es por tanto la madre para este espacio!
Si la conoce, ¡la creación divina está abierta para su propia vida!
Leuvens pregunta:

—¿Qué significa eso?
—Amigo mío, cuando empezamos nuestra primera vida en la luna, cuando recibimos la luz material desde el estadio embrionario, cuando estábamos ante la primera muerte como ley material, ¡surgió a partir de eso el animal!
—¿Llegó tan lejos la teosofía?
—No, pero sí los maestros que construyeron esta doctrina universal, a la que pertenezco yo también; ahora continúan los maestros que controlan esta orden.
Penetran hasta los primeros estadios de todos y entonces sigue la explicación divina.
Cuando como embrión vivimos la paternidad y la maternidad en la luna, cuando se desprendieron nuestras almas para prepararse para el siguiente nacimiento, este primer embrión pereció.
Y ¡ahora están ante la Omnisciencia divina!
Les pregunto algo para ver si comprenden todo esto.
¿Cree usted que puede acceder al Omnigrado divino por una sola breve vida aquí?
—No.
—¿Cree usted que podemos vivir como seres humanos la profundidad divina en una sola vida, como espacio, como paternidad y maternidad, luz, vida, amor, alma, espíritu?
—¡No!
—Pues bien, ¡también la muerte tiene profundidad!
Esa primera célula material estuvo sometida a las leyes vitales por medio de la muerte.
¿Siente usted esto?
—Lo comprendo.
—Gracias.
No es posible, ¡no!
¡Por una sola vida no alcanza usted ningún Omnigrado divino!
Pero ¡en una sola célula se encuentra la Omnisciencia divina!
¿Lo cree?
—También eso.
—¿También cree que esa misma célula humana tiene profundidad divina?
—Eso también me queda claro.
—¿Lo siente?
—Intento comprenderlo.
—¿Así que me sigue en este análisis?
—Desde luego.
—Pues bien, amigo mío, esta célula, nimia como una gota de agua, pero aún millones de veces más etérea, ¡posee todo lo que es Dios!
¿Lo comprende?
—Sí, lo comprendo.
—No lo llevo a un disparate; deme su personalidad franca, atáqueme cuando quiera, doctor, pero no diga “sí” en caso de que no lo pueda aceptar.
Estos son asuntos divinos y con esto no se hacen bromas.
De modo que esta célula es millones de veces más etérea.
¿Me permite que le haga una rápida comparación con el actual estadio como sintonización con Dios? ¿Siente y sabe usted que el esperma humano se ha hecho millones de veces más denso? ¿Y que para las leyes de la revelación divinas, para la paternidad y maternidad, posee una conciencia sin precedentes?
¿Está claro también?
—Lo comprendo.
—Entonces estoy listo.
Esta célula material como ser humano tuvo que aceptar allí la primera muerte espacial.
Después de que se hubiera completado la división —los seres humanos también nos dividiríamos, ¿verdad?— el alma de esta vida salió del embrión material y, naturalmente, abandonó la parte material.
Ahora vuelvo a preguntarle: ¿Cree que esta vida ha terminado de vivir si usted sigue su propia creación para el ser humano, para el animal y la naturaleza?
—No, eso no es posible.
—Le doy las gracias por su buen pensamiento y sentimiento.
Efectivamente, eso no es así, porque Dios es de una profundidad infinita.
De esto surgió un proceso de putrefacción.
Y de este proceso de putrefacción surgió nueva vida.
O sea, nueva vida de la primera fuente vital de todas, del primer grado de vida, de la primera evolución.
¿Está claro?
—Continúe.
—Eso se convirtió en el mundo animal, amigo mío.
De ese proceso de putrefacción salió nueva vida.
Usted aún conoce esas leyes, pero ahora por lo existente, lo actual, lo definitivo: ¡la creación está terminada!
O sea, eso significa que se vivió la fase vital definitiva.
Visto por medio de todas las leyes vitales materiales como cuerpos para los hombres, animales y la naturaleza.
La profundidad de la vida divina se materializó como fuentes vitales, hasta que se vivió el correspondiente final.
¿Sabe usted donde vive ese final para su mundo?
Toma un poco de tiempo.
Yo tampoco lo sé.
René me pregunta:

—Y ¿usted, Frederik?
¿Tampoco lo sabe mi padre?
Piense un poco, piensa más allá, la respuesta vive en su corazón, está usted encima, puede verlo y vivirlo.
No quiero decir que esté usted debajo, para eso usted se hizo humanamente consciente y humanamente puro, se dedica a la belleza.
Se lo diré.
El grado de vida más bajo y más profundo de todos que, sin embargo, ya ahora ha dejado de pertenecer a la creación propiamente dicha, lo que nosotros llamamos postcreaciones, lo ve usted representado por sus piojos y otra vida.
Ahora regrese.
Observe los millones de grados de vida animal y estará usted de vuelta en la luna, donde a partir de nuestra primera existencia material como célula surgió nueva vida, la animal.
¿Siente usted lo cerca que estuvo Darwin de su nacimiento?
¿Siente usted también lo pobre que es su comparación?
El mono, amigo mío, ese ser animal, fue la primera vida que apareció de la corteza material humana.
¡Por eso el animal tiene tanto del ser humano!
¿No es milagroso?
A partir de esa primera célula material surgió nueva vida, y esta era la vida animal.
Cuando empezó la creación, el alma tuvo que vivir profundidades, espacios, personalidades, y materializarlos.
Y ahora lo siguiente.
Cuando Dios se manifestó a sí mismo, o como Omnifuente, eso no sucedió de golpe.
¿Lo cree?
—¡Lo acepto!
—Gracias, doctor Leuvens.
Para eso hacían falta revelaciones divinas, vistas como leyes para una mayor densidad material.
Porque desde esa “nada”, en la que estaba la fuente primigenia, apareció el primer empuje.
Y esa fuerza, vista como protoplasma, se hizo más densa, lo cual tomó millones de siglos.
Si siguen esto, señores sabios, entonces verán los estadios de transición.
Dios también lo tuvo que aceptar.
El universo no se hizo denso de golpe, en unos segundos.
¿Está claro?
—Continúe.
—Esos estadios previos los hemos conocido como grados y leyes vitales para las eras en que las cosas se densifican.
Y los volvemos a ver en todo lo que vive.
Esas leyes relativas al proceso en que las cosas se densifican son idénticas para el hombre, los animales y las plantas.
Por tanto, doctor, eso significa que a partir de la primera muerte corporal humana, que también surgiría de allí, no se podía vivir el grado definitivo, el divino.
El mono se asemeja a nuestro ser material humano, porque la primera capa aún tenía esa semejanza.
¡Es como si el mono fuera la sombra del ser humano!
Darwin pensaba por eso que los seres humanos habíamos sido monos.
Pero desconocía los primeros fenómenos para las revelaciones divinas.
No vivía en ellas, porque esas leyes no se pueden constatar desde la tierra.
Así que el mono también tuvo que recorrer un camino universal.
¡Todo lo que vive!
Y ahora sigue la segunda muerte material.
Así que a mayor profundidad que alcanzamos, más inhumana se hace la vida animal como ser.
Surgieron siete grados para el mundo animal.
Todos esos mundos animales, vistos como entidades —cada grado adquirió una entidad propia, también sus piojos poseen ese mundo— creó nueva vida y se dividió.
Pero en ese primer estadio cada grado siguió densificándose y continuó dividiéndose.
Nosotros, como seres humanos, permanecimos siendo nosotros mismos, el mono también.
Cuanto más bajo llegamos ahora, más espaciosa se hace esta división.
De cada grado surgen ahora muchas vidas corporales.
Llegan a desarrollarse materialmente millones de deformaciones.
Hasta que la primera célula humana haya dejado de crecer, de vivir, y ya no haya animación.
Esa vida, doctor, llegó en la luna hasta esa entidad propia.
Y esa vida regresaría con nosotros hasta Dios.
Y eso fue posible, pero ¿cómo?, pregunto a mi padre.
¿Cómo?
—No lo sé.
—Escuche bien entonces.
Le dije que continuamos existiendo y que se habían gestado planetas de transición.
En nosotros existe una profundidad divina.
Lo más elevado de todo que pudimos vivir en la luna es el estadio humano de pez.
Su conciencia branquial aún se puede constatar en su cabeza.
Nosotros seguimos, ¡también el animal era capaz de ello!
También el animal fue atraído por ese siguiente planeta astral, espiritual.
¡El animal siguió esa evolución propia!
El animal se adhiere a esa mentalidad más elevada succionándola.
La vida de las plantas y de las flores también puede seguir, porque la luna envió sus fuerzas al espacio.
Creó para ella misma, o sea, para su vida, una nueva continuación.
El alma animal nace en el siguiente cuerpo macrocósmico, igual que los seres humanos hemos recibido esa vida.
El alma desciende en el primer proceso de putrefacción.
Cuando los seres humanos comenzamos una nueva vida, nos vemos ante la vida embrionaria.
Eso aún vive en la madre, ¿verdad?, usted posee todavía esas leyes divinas, el niño no puede nacer de otra manera, la naturaleza y la vida animal enteras le muestran el camino hacia allá, no hay otra posibilidad de recibir nueva vida, y así la ley divina también permaneció para el animal, aunque el alma viviera el siguiente estadio.
Eso, pues, significa que la luna creó el alma para todo lo que vive.
Desde el Omnigrado divino podría calcularse el número de almas humanas nacidas por Dios.
¿Es increíble esto?
Y aun así, imagínese por un instante el cuerpo materno: la luna.
¡Se dividió para Dios!
¡No tenía otra cosa que hacer!
Esa es y era su tarea.
El alma humana y el animal, la naturaleza también, han adquirido la propia entidad por medio del cuerpo materno de la luna.
¡Así que para este espacio la luna es la “madre”!
¡El sol, “el padre”!
Ahora ya mira usted a través de la creación divina.
Pero ¡de todo esto Buda no sabía nada!
Ni Blavatsky, Mahoma, Rama, Krishna o Ramakrishna, su santo oriental al que conozco personalmente, porque ahora vive en mi entorno y porque tendré que continuar con su sabiduría, porque tendré que representar su vida: ninguno de ellos alcanzó esa altura y profundidad.
No me llame creído o presumido.
¡Doy esas pruebas! ¡Todos somos uno!
¡Hacemos un solo trabajo!
Hay una sola tarea que tenemos que cumplir.
¡Me dicen que soy el Pablo para este siglo!
Quieren que yo les diga esto.
¡Quieren que ustedes sientan que hay otros que continúan nuestra labor!
¡Que otras almas se preparen para hacer que adquiera conciencia el trabajo de los maestros!
¿Acaso le impone una figura como Buda?
¡A mí también!
Pero ¡he de continuar!
Doy personalidad y consistencia a su vida.
No estoy imaginándome nada, usted también puede vivir estas leyes.
¡Usted también puede prepararse para esta tarea sagrada!
Doctor, ¿sabe que he recorrido su escuela?
¿Que estudié astronomía en Francia?
¿Y que también se me concedió conocer las leyes de la astrología?
Y ¿sabía usted que tuve que aceptar mi derrota?
Regresamos a Dios por medio de las religiones, la fe, el estudio, la ciencia.
Si yo hubiera podido vivir un estudio, este mismo me habría asesinado.
¿Lo siente usted?
—No.
La ciencia lo necesitaba a usted.
—Eso lo dice usted.
Porque mi vida tenía que despertar.
Ya padecía interferencias por la luz material, por tener que comer y beber, por tener que dormir.
Sufría interferencias por hablar y por todo aquello que los seres humanos integramos en nosotros por medio de nuestra existencia y vida materiales.
De modo que adquirí conciencia material e iba a quedarme completamente vacío.
—Comprendo.
—Gracias.
Porque se dice que los estudios destrozan el talento natural.
Pues bien, a mi vida se le había dado conciencia material y así quedó blindada para lo que es del interior.
Pero yo mismo me encargué de ello y me rebelé, ¿no?
No, no, yo libré una batalla entre mí mismo y la conciencia material.
Mi vida quería recibir conciencia, pertenecía a esta vida y mi alma se blindó a sí misma para esta conciencia material.
Cuanto más me blindaba para el mundo material, tanto más rápidamente empezaban a funcionar mi vida y conciencia anteriores.
Esas leyes las ha vivido mi madre durante su ser uno conmigo.
Pero de eso no estamos hablando ahora.
Quería dejarle claro que Darwin estaba muy próximo al entorno de la realidad divina, pero que aun así no pudo vivir sus leyes porque no pudo liberarse de este espacio, de la tierra.
Darwin no pensó en la luna.
Pensó poder resolver el enigma desde su propia conciencia, pero eso es imposible.
Hay que despedirse de la tierra, de la conciencia propia, querer aceptar un espacio, que es la primera vida y a la que la luna infundió animación y evolución.
Así que Darwin se estrelló.
Y con él, muchos eruditos.
Si llegamos a las leyes dimensionales, entonces lo llevo a usted desde su existencia material hasta el mundo para el alma y pierde usted su propio yo, ¡que aún no pinta nada!
El animal, amigo mío, nació en la luna, pero, por elevarse, recibía una y otra vez nuevos cuerpos que había creado él mismo.
A todos ustedes los coloco ahora ante una ley divina.
Alberga usted sentimientos de inferioridad.
¡Les demostraré que son dioses!
¿Qué cree? ¿Que Dios creó este universo para nosotros?
—Desde luego.
—Exactamente.
Pero ¿quién creó los planetas?
—¡Dios!
—Se lo pregunto a todos ustedes.
¿Karel?
—¡Dios!
—¿Frederik?
—¡Dios!
—¿Doctor Lent?
—¡Dios!
—¿Ten Hove?
—¡Dios!
—¿Profesor Groevers?
—No lo sé.
—¿Erica?
—¡Dios!
—¿Anna?
—¡Dios!
—¿Doctor Stein?
—¡Dios!
—¡Doctor Van Hoogten?
—¡Dios!
—Y ¿usted, señor pastor?
—¡Dios!
—¿Lo ven? Así, pues, es el pensamiento humano.
¡No saben!
Se han empobrecido.
No saben lo que Dios les ha dado.
Escuchen la respuesta divina.
¡Son ustedes! ¡Nosotros!
Somos nosotros quienes hemos infundido animación a los siguientes planetas.
Nosotros, como seres humanos, trajimos evolución, si no el primer planeta transitorio jamás habría recibido nueva vida humana.
Fue entonces cuando por fin nos encontramos ante el planeta tierra.
¿Cómo es la paternidad en el espacio?
El sol tiene una luz débil, violácea, todavía no hay más luz.
Este fue el instante en que la tierra iba a comenzar con su tarea.
Fue entonces cuando los seres humanos habíamos alcanzado la esfera de la tierra, su lugar ante el sol y la luna.
¡Marte y la tierra son los hijos del sol y la luna!
Llegamos a ese planeta y adquirimos conciencia.
¿Qué ocurre en la madre si no hay animación?
Ustedes desconocen esas leyes.
Y así es como piensan que el alma está por primera vez en la tierra.
Pero el alma vivió millones de años.
Resulta que esa alma no entra en el “óvulo” materno para comenzar una nueva vida por medio de la fecundación creadora.
¿Qué ocurre entonces?
¿Que no hay fecundación?
Pueden hacer lo que quieran, la fecundación no es posible, esa madre se ha expulsado a sí misma de la maternidad por vidas disarmónicas.
¡No hay otra ley ni posibilidad!
¿Qué podría haber hecho con sus propias fuerzas la tierra astral, o sea, la parte de Dios que planeaba por el espacio por la división divina?
¿Era posible evolucionar allí?
¡No, era imposible!
Debido a que los humanos le dimos su tarea para que la viviera.
Nosotros trajimos conciencia, así es como fue obligado el cuerpo macrocósmico a parir y a impulsar.
¡Nosotros creamos la tierra, y no la tierra a nosotros!
Nosotros creamos los planetas, ¡nosotros como vidas que infunden alma dimos conciencia a los planetas!
Nosotros, y así es como llegamos a adquirir el espacio y seremos más adelante divinamente conscientes.
—Pero ¿y la luna?
—¿No me sigue usted todavía, Karel?
¿No entiende usted que la luna realizaba directamente una labor divina y que gracias a ella se creó la siguiente vida?
Por eso el sol adquirió la conciencia material semidespierta.
A la luna se le asignó una maternidad directamente divina.
Lo que nacería de ella ¡es humano y animal!
¡La luna se dividió a sí misma!
¡Era esa precisamente su tarea y no podía vivir otra cosa, pero los siguientes planetas adquirieron empuje por medio de la vida de la luna!
Éramos nosotros, el animal: es la madre naturaleza.
Así es como el animal adquirió una conciencia más elevada.
Si no hubiéramos alcanzado o recibido esa altura, la tierra tampoco habría podido crear esta conciencia elevada.
¡Entonces podríamos haber vivido el estadio de los peces!
¿Se dan cuenta de ello?
El estadio de la tierra, ya habíamos hablado de ello antes, ¿verdad?
Pero ¡ahora profundicemos un poco!
Si la tierra no hubiera podido apartar de un giro su cuerpo del sol, nos habríamos quemado vivos.
Ahora bien, si la tierra hubiera empezado el proceso de densificación y si también ella, igual que la luna, hubiera tenido que dividir su cuerpo —lo que sucedió de todas formas, pero para su propia personalidad, nosotros poseíamos una entidad propia— nosotros no habríamos estado preparados para esas fuerzas y el sol habría ahogado nuestra conciencia.
¿Sienten esto?
No, este los supera, ¡aun así es la sagrada verdad!
Pero la tierra adquirió conciencia debido a que pudimos vivir el espacio desde la luna.
Cada grado va conectándose con otro grado.
Cuando el alma como ser humano, el animal y la naturaleza hubieron alcanzado el cuarto grado cósmico, la luna pudo decir: “¡Ya estoy casi disuelta, preparada!”.
¡Y así fue!
Pero fuimos nosotros los que llevamos la tierra hacia el empuje y la evolución.
Absorbimos tanto contenido vital macrocósmico que esto resultó ser suficiente para nuestra primera existencia en la tierra.
¡Así que la tierra vivió la propia división!
Pero ¡la vida de nuestra alma en la luna la adquirimos por la luna misma!
Esta es la respuesta divina, pero por la que nos hicimos con Sus mundos.
¡Así es como obtuvimos conciencia espacial!
Ustedes se sienten pobres, pero ¡en el espacio no hay pobreza!
¡No hay vida inconsciente!
¡Toda la vida es consciente!
Todo lo que vive es divino y posee la entidad divina!
¡El animal también!
También una flor, un árbol, una planta, incluso los piojos.
¿Sientes dónde se vive el límite divino?
¿Cuándo resulta que se está ante la creación existente y cuándo tiene uno que aceptar procesos de putrefacción que se extinguirán?
¡No lo saben!
¡Y es que no pueden saberlo, porque desconocen la relación cósmica, no la tienen!
¡Cada animal, cada insecto, que ha tenido que aceptar las postcreaciones, aunque vea usted sus hermosas maripositas, esa vida se extingue!
Esa vida no tiene sintonización divina, porque ha nacido de lo no existente.
Su ratón no obtendrá conciencia del cielo, su rata tampoco.
Y ¿dónde vive su león, su gatopardo?
¿En los cielos?
¿Qué es la concienciación de su serpiente?
¿Pensaba usted que esta vida tiene sintonización divina?
Todo lo que pertenece a la postcreación y que obtuvo la vida pertenece a la tierra y lo poseerá como el espacio vital propio, pero no tiene nada que ver con el nacimiento divino de este yo adquirido, ¡que solo es temporal!
Si les pregunto dónde viven los primeros seres humanos de este mundo, no lo saben.
¿Dónde se encuentran las personas prehistóricas?
¡No lo saben!
Y ¿si les digo que lo son ustedes?
¿Me creen entonces?
¿Si les digo que su tigre algún día vivirá la existencia del ruiseñor?
¿Me creen si les digo que toda esa vida evoluciona en otros cuerpos materiales?
¿Qué vamos a poder hacer con estos animales en la vida eterna?
También el animal continúa, pero ¡solo la especie más elevada, la alada, regresa a Dios!
El resto se disuelve y obtiene el organismo más elevado.
Eso llevaría al planeta tierra a la densificación y evolución.
Les pregunto:
¿Pueden vivir ustedes una animación más elevada al margen de su propio cuerpo?
¡Sí!
¡Pueden hacerlo!
Pero sustraer de golpe su propia conciencia y llevarla a lo más elevado para este mundo, ¿no son capaces de eso?
Entonces ¿por qué no lo hace el niño de la jungla?
¿Pueden soltarse ustedes de su propia conciencia?
¡No!
Para eso tienen que vivir leyes.
¡Evolucionarán para ello!
Necesitan vidas para alcanzar esa altura.
¿Entienden? Esa es la entidad obtenida.
Ascienden y avanzan poco a poco.
Y algún día tendrán la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Eso es lo más elevado para ustedes y accederán a la vida después de la muerte, ¡que no es muerte!
Continuarán.
¿Qué experimenta el animal?
¡Desciendan en sus especies animales y verán dónde termina la creación divina!
¡Y también de esa vida surgió nueva vida, pero son las alimañas!
Aunque vuele, aunque el animalito posea la riqueza universal y divina en cuanto a colores, permanecerá aquí y se extinguirá.
Toda la demás vida continúa y regresará a Dios.
¿Hay que darle conciencia divina a un piojo?
Esa vida apareció por contaminación.
Pero sigan un poco ese grado de vida consciente.
¿Cuál es la conciencia de un piojo?
Por ello pueden constatar que la irradiación de ustedes posee una personalidad.
¡Su irradiación humana animó a esta vida!
Por esa contaminación surgió una nueva existencia embrionaria, con animación y conciencia.
¡Son ustedes!
Ustedes dieron al piojo su apariencia.
¡Ustedes animaron esa vida!
¡Ahora es parte de ustedes mismos!
Y ¿qué pudo hacer, pues, la luna?
¿Cómo eran sus fuerzas cuando envió al espacio su energía vital adquirida?
¡Era creadora!
Y así es como los planetas de transición obtuvieron nueva animación.
¿Sienten la profundidad de su propia vida?
¿Aún tienen un complejo de inferioridad?
¡Entonces se lo quitaré!
Da igual donde ustedes vivan, aunque el ser pertenezca a las razas menos elevadas (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), ¡el alma tiene sintonización y es como Dios!
¿Y querrían ustedes ahora condenar esta vida?
Señor pastor, ¡investíguese a sí mismo!
¿Qué quiere?
¿Qué quisiera poder hacer?
¿Puede usted aceptar por más tiempo que Dios habló como ser humano a Moisés?
Todo es diferente, pero mucho más poderoso de lo que cree, ¡mucho más!
¡Dios dio a nuestra vida todo de sí mismo!
¡Todo lo que vive evoluciona!
El ser humano prehistórico ya vive en el Omnigrado divino.
Pero ¡qué profundidad en esa era prehistórica!
Tome, por ejemplo, la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), usted mismo.
¿Cuánta gente se encuentra en el grado de usted?
Observe ahora el suyo propio.
¿Cuántos millones de personas no tienen que vivir todavía ese grado más elevado de todos?
¡Son millones de seres humanos!
Y todos esos millones de almas tienen que alcanzar y vivir el grado de vida de usted.
Solo entonces ha vivido el alma lo más elevado para el cuerpo y también para la vida interior.
De modo que esos millones de personas tienen que venir a la conciencia de usted.
Unos viven en leyes del karma, el esquimal aún tiene que vivir su grado de vida como cuerpo.
Ahora se encuentra usted ante la profundidad de su propio organismo.
Y también ese cuerpo posee siete profundidades, siete grados para el desarrollo; solo entonces el alma se ha llevado a sí misma y al organismo a la armonía para la continuación.
¿No es cierto?
El mundo animal también lo tiene.
Su tigre y su animal doméstico el gato poseen un mismo grado de vida.
Sale usted de su casa o regresa a su mascota desde la jungla.
¿Ve usted? También su cuerpo humano tiene para el propio grado, para la propia especie, siete profundidades como leyes vitales, que son materiales y espirituales.
¡Las encontramos en todos los cuerpos materiales y sintonizaciones interiores, en todos los grados de conciencia!
¡Pueden constatarlas en todas partes!
¡Vivirlas!
¡Abarcarlas con la vista!
¿Por qué se ha adelantado usted a la otra vida?
Porque nació antes.
Quizá una décima o millonésima de segundo en la luna antes de que su grado adquiriera la vida.
Ahora que está en la tierra han cambiado esos segundos por vidas.
Usted se ha adelantado unas vidas a esas vidas.
No hay más.
Junto a usted hay millones de personas en un solo grado.
¡Ese es su grado de vida como entidad humana propia!
¡También es su sintonización para esta sociedad!
¿Por qué puede estudiar usted y otra vida no lo puede hacer?
¡A esa vida aún le falta!
Pero ¡lo conseguirá!
¡Esa vida tendrá que alcanzar su altura si quiere regresar a Dios y después dejar la tierra!
En su propio grado se encuentran siete leyes de transición que pueden verse como personalidades.
¿Por qué hay genios?
¿Por qué no puede ser usted una persona famosa?
Porque le falta sentimiento.
Pero ¿posee su propio grado esa genialidad?
Así ve que cada rasgo del carácter, cada facultad, crea lo más elevado como ser humano.
Y de eso solo es capaz el ser humano que se haya creado lo más elevado para el propio grado.
Ahora tienen que volver a aceptar grados para su estudio.
Así sigue avanzando.
Le digo: cada grado, aunque se haga humano.
Conozco bien esos espacios.
¡Los conozco a todos ustedes!
¡Sé quiénes son! Es más: ¡constato su conciencia a partir de su pregunta!
¡Para mí usted está del todo perdido cuando hace su pregunta!
Vea: ¡cuando usted posea la conciencia cósmica, nosotros constataremos los grados de conciencia menos elevados!
Y ¡ahora está usted desnudo ante mí!
¡Así lo quiso Dios!
¡Represento lo más elevado de todo para la personalidad!
¡Ya no me puede dejar atrás! ¡Esto es lo más elevado!
Y se encontrará usted esos grados en todos los rasgos de carácter.
Ahora siga sus antiguos maestros.
Todos esos pintores, ¿son Rembrandt?
¿Son Van Dyck?
¿Rubens?
¡No!
Pero representan el grado más elevado para su arte.
La música, sabiduría, los estudios: allí es donde se encuentran los grados humanos para la personalidad.
Alturas y bajuras.
Beethoven y Mozart: pertenecen al grado más alto.
Los profesores de ustedes no se encuentran todos en el grado más elevado, los genios no andan por la calle, solo algunas de estas almas viven en la tierra.
¿Se imagina usted su propio grado?
El organismo humano representa por tanto también alturas y bajuras.
¡Es algo que se vuelve a ver en todo!
¡Su propio grado se encarga ahora de la extinción!
¡Unas madres no quieren tener hijos y los matan, otras vidas del propio grado de usted no los consigue!
¿Es obra de Dios?
¡Es la propia inconsciencia!
Pero si unas madres no cuidaran de las otras, de las inconscientes, entonces tendría que aceptar usted que su propio grado se extinguiría.
Pero eso ahora se evita.
¿Qué es lo que hace un ser humano sagrado?
¿Qué hace la iglesia?
Dé gracias a Dios, señor pastor, que no se haya hecho usted sacerdote.
¡Esas almas viven como parásitos!
¿Quieren estas regresar a la tierra?
Sí, ¡es que tienen que regresar!
Ahora no solo crean disarmonía para ellas mismas, sino también para el propio grado de vida.
El ser humano crea hijos para regresar a la tierra.
Si no se hace eso, entonces está en rebelión.
¡Entonces viven disarmonía!
¡Uno mismo se elimina para la creación divina!
Entonces se crea desevolución, se vive por medio de las leyes y las fuerzas de otra persona!
Hay que crear una sola vida según las leyes armoniosas para el nacimiento, para usted mismo y además para su madre.
Esas vidas, ¿lo sienten, continúan nuestras vidas?
Ni siquiera hicieron falta más vidas.
Esa es la ley divina para el nacimiento.
Pero ¿qué hace usted?
¡Masacra esas vidas!
¡Hace la guerra!
¡Los seres humanos no importan!
Pero ¿cómo tiene que seguir usted su propio grado de vida si lo extermina?
¿Lo siente?
Dios no tiene nada que ver con la santidad que adquirió un significado humano.
Solo se está en armonía con Sus leyes si se engendran, si se dan a luz, si se crean hijos para uno mismo y para esta evolución divina.
¡Ahora tienen que crear y dar a la luz por usted otra madre, otro padre!
¡Y él se ríe!
¿Y los llama usted cerdos?
Mire ahora la vida disarmónica de usted.
Quien viva como madre en la tierra y no pueda dar a luz vive, o bien en una ley disarmónica, o vivirá por ello su final en este mundo.
Pero no se aferre usted a eso.
Un solo ser humano, una sola madre entre millones vive el camino definitivo de vuelta a Dios y podrá decir: “Yo ya no regreso a la tierra”.
Esos otros millones de personas tienen que regresar porque ¡aún no han asimilado las leyes de la madre tierra ni el grado de vida propio!
¿Son cerdas las madres si dan a luz a quince hijos?
¡Son bobadas!
Esas madres mantienen en pie la creación, la vida de usted.
¡Ellas crean y dan a luz para ustedes!
¡Ustedes matan la vida, ellas cuidan de la armonía divina para el grado de conciencia de ustedes!
¿Sienten lo sencillo que se hace todo, pero también lo justo que es todo?
¿Entienden ahora que cuando matan una vida darán a esa vida del alma un nuevo cuerpo?
Doctores, ¡están ante abortos espontáneos!
¡Es algo que tienen que aceptar!
Pero ¡sepan que cada asesinato será enseguida un aborto espontáneo!
¡Los derribo a todos de un golpe, porque las leyes divinas hablan a mi vida!
Pueden aceptar esto, ¡el Pablo de este siglo les ha hablado!
¡Buda les impone, igual que los demás!
¡Les digo que yo voy más allá y más profundamente!
¡Todo esto es para su siglo, para su conciencia!
Y ¿qué decir ahora de sus enfermos?
¿De sus dementes?
¿Aún no sienten su propia torpeza?
¿Para qué les han dado lo más elevado?
¿Qué es elevado para su conciencia?
¿Qué son una vez que se han hecho catedráticos?
¡Miran al espacio y no lo conocen!
¡Miran a sus locos y no conocen esos grados vitales!
¡Están ante enfermedades y están impotentes, porque ustedes mismos ahogaron esa sintonización vital!
Hablan de un Dios de amor y condenan su vida.
Todos ustedes están ante la inconsciencia y no se conocen a sí mismos.
¿Qué quieren?
¿Qué quieren saber?
¡Puedo explicarles las leyes de Dios!
Nosotros, como seres humanos, ¡hemos dado a la tierra mayor densidad, empuje, evolución!
Así es como llegamos a tener en nuestras manos el espacio, el de ella.
Pero ¡seguimos!
¡Inclinen las cabezas ante el Omnipoder divino, pero sepan también que llegarán a tenerlo en sus manos y que lo llevarán bajo sus corazones como una posesión humana!
¡Y toda esa vida es amor!
¡Lo más elevado para Dios!
¿Cómo actúan ahora según su amor?
Si ahora me vienen con su conciencia científica jurídica se la destrozo delante de sus narices.
¿Quieren dictar justicia y condenar la vida de Dios?
¿Quieren hacer arder, en este siglo, eternamente la vida de Dios?
¿Siguen creyendo que Dios condena?
¿Siguen creyendo que fuimos creados a partir de barro y un poco de aliento?
¿Creen en Adán y Eva?
¿Lo creen eso como seres humanos del siglo veinte?
¡Deberían avergonzarse!
Y usted, mi amigo y hermano, doctor Leuvens... ¡continúe!
Le explicaré todas las leyes cósmicas.
¡Si usted quiere!
Lo reconduzco a Dios a través de los sistemas universales.
Al pastor a través de los infiernos y los cielos, de los primeros seres humanos hasta el último, al instante en que también la tierra vivirá su muerte.
O ¿cree usted que Jehová tiene razón?
¿Cree en la locura de que la tierra perecerá en cualquier momento con sus hijos?
Desde el nacimiento de la primera célula material de todas no se ha echado a perder ni una sola célula y ¿lo considerarían posible, ahora que han recibido como seres humanos sus leyes de la justicia, que pueden vivirlas, que las tienen en sus manos?
No son ratas, son seres humanos.
No tienen ustedes un instinto de piojos, sino ¡sintonización divina!
¡Sea feliz, señor pastor, con su alma creó usted tres hijos!
Perdió a uno.
¿Por qué?
¡Eso lo veo en su aura vital!
No, no, nadie me dijo nada, me avergonzaría ante Dios.
No quiero saber gracias a otro, ¡esa escuela jamás la seguí!
Partí de mi sentimiento.
¡Es usted como Dios y por eso despertará!
Siga las leyes.
Yo seguí esas leyes, fui de una vida a la otra.
Lo veo en su aura.
¡Su pequeña María aun vive!
¡Se deshace usted llorando, pero no hace falta!
Volverá a ver a su pequeña y la reconocerá.
Puede regresar a la tierra, pero ¡entonces pertenecerá a otros padres!
Entonces estamos ante el amor universal, ¡ante nuestra unión divina!
Pero ¡su pequeña María es consciente!
¡Yo la veo!
¡Vivo en ella!
Me muestra —voy a tratarlo un momento, pero ya no lo haré— ¡la pequeña cruz de ustedes!
¡Es azul!
¡Es azul! ¡La pequeña cruz de la bisabuela de ella!
¿Está usted llorando?
¡Está temblando!
¿Tan pronto está perdiendo ya su personalidad?
Soy un omnisciente en este espacio, señor pastor.
Su hija vive.
Pero ya no es una niña pequeña.
Tiene dieciocho años.
Dice: “¡Mi nacimiento se produce el día en que todo este mundo reza, se arrodilla, abre el corazón humano!
Todo este mundo”.
Me muestra un uno y un siete.
¡Junto quiere decir siete minutos después de la una!
¡Su nacimiento, el día de Navidad!
Lo saluda y saluda a su madre y sus hermanas y hermanos.
¿Tengo que explicarle también lo siguiente?
¡Salude también a su madre de mi parte!
Dice: “¡Fue mi final para la tierra!
¡Tuve que seguir!
¡Crean al maestro!
¡Crean a este ser humano, está iluminado por Dios!
¡Dios lo envió a sus vidas!
Papá, mamá, hermana, hermano: ¡vivo!
¡Estoy en un cielo!
¡Se lo juro: así es!”.
Pero les digo: ya no lo haré más.
Yo no haré de contacto para sus vidas, háganlo ustedes mismos.
Busquen, ábranse, ahora es cuando aprenden, ¡si no se quedarán detenidos!
Si ustedes mismos pueden vivir este contacto ¡esa alma tiene suerte!
¡Ahora está viviendo pobreza!
¡Por eso no avanza ninguno de sus espiritistas!
No viven.
No les ocurre nada en sus vidas.
Buscan, buscan y tienen los ojos abiertos sin ver este contacto.
¡No anhelan la sabiduría!
¿Es por eso perfecta la teosofía?
No, tiene perifollos, la forma pura se ha difuminado.
¿Que si es una lástima?
¡Yo he venido a purificar esa doctrina!
Estoy aquí en medio de todos ustedes para conectarlos todos con el espacio y con su vida verdadera.
¡Soy yo!
El pastor pregunta:

—¿Da usted clases universitarias?
—Más adelante, amigo mío.
¡Entonces podrá recibir sus clases en la “Universidad de Cristo”!
—¡Voy a estar con usted!
—¿Está seguro de eso?
—Muy seguro.
—Piénselo bien.
Le di algunas pruebas.
También ahora podrán decir: ¡Es telepatía!
Lo extraje de sus vidas succionándolo.
Estupendo, entonces siga.
Pero ha de saber usted que miles de seres han seguido todo esto desde sus mundos, ¡también su hija!
Pero yo voy a edificar una Universidad.
De esto puede vivir usted lo más elevado.
La conciencia espacial.
Y entonces, señor pastor, ¡a través de la Biblia!
¡Entonces seguiremos la creación!
Cuando lleguemos a la vida de Moisés, explicaremos esas leyes.
Ahora el alma de Dios las puede aceptar.
Entonces todas esas eras vividas empezarán a significar algo.
¡Entonces ya no estaremos impotentes y sentirán que son dioses!
Le doy las gracias, es usted mi primer adepto.
Habrá más.
¡Esta doctrina procede del corazón de Cristo!
Pero ¡usted conocerá otro mundo!
Brindaré concienciación a todas las facultades espirituales de su universidad.
¡Están ustedes parados!
Tengo un mensaje para esta humanidad.
Y ya no me podrán parar.
¡Dios me bendijo y estoy tocado por el espacio de Sus mundos!
¿Me cree usted?
—Le creo, ¡lo acepto!
—Entonces podrá regresar pronto a casa y dar a la madre de la pequeña María la felicidad de las esferas de usted y mía.
El tiempo es escaso, pero recibo ayuda.
¿Alguna pregunta más? (—dice).
Ya no hay más preguntas.
Hans se ha quedado dormido.
Elsje está sacada de quicio, pero su amor es capaz de perdonarlo todo.
¡René regresa!
Hace una profunda reverencia ante la gente, vuelve a inclinarse y se va.
Erica dice:
—Frederik, el Pablo de este siglo vive entre nosotros.
No hay nadie entre los presentes que lo ponga en duda.
El doctor Leuvens dice:
—Para mí es una revelación.

Hans se pone el abrigo y se marcha, casi se asfixia.
Elsje tiene que venir.
Ten Hove no hace más que andar de un lado para otro, ya no sabe.
El doctor Lent es feliz.
Van Hoogten y Stein también están hechos un lío.
Dicen hermosas palabras sin sentimiento.
Sentimos que ellos jamás lo van a conseguir.
Esos quieren conservar su torpeza.
¡Quieren darse aires!
¡Quieren ser grandes o no son nada!
Aquí hay una conciencia sobrenatural que nos habla a los seres humanos.
Karel los ataca.
Dice:
—¿Quieren que les dé un consejo?
¡No vuelvan aquí nunca más!
Ya no quiero ver sus muertos.
Ante los cerdos, allí es donde saben hablar.
Pero ¡nosotros somos capaces de inclinar la testa!
Si no son capaces y no tienen nada de su propio yo que sea capaz de hacerlo, ¡no vuelvan nunca más!
¡Váyanse, ya no quiero verlos más!
Los señores se ponen el abrigo y dicen que no era su intención decir otra cosa.
Karel añade además:
—Maravilloso, pero tanta falta de agilidad ya no la voy a consentir más.
O se vienen con nosotros y escuchan, o se van.
¿Qué saben de esto?
¡Nada!
¡Están dormidos!
—Pero ¿qué pasa entonces con Groevers?
—Ese hombre está enfermo.
¿Quieres considerar a Hans consciente?
Ese hombre está enfermo, pero ustedes están muertos en vida.
Una palabra fuera de aquí y se van a enterar.
Si oigo que esto se convierte en una charla académica, señores míos, ajustaré cuentas con ustedes, uno por uno.
Pueden decir aquí lo que quieran, pero no fuera de mi casa.
Pongo la mano en el fuego por mi hijo.
También por lo que cruza aquellos labios.
Se van.
Leuvens se queda un rato.
Lent también.
Les parece una revelación.
Es increíble.
Antes: imposible de creer. Ahora: ¡vive aquí!
Es imponente.
Aunque todavía no podamos demostrar las leyes, inclino la cabeza ante esta conciencia.
¡Leuvens es así! ¡Lent es así!
¡Esas almas continúan!
Lent, Leuvens y el pastor reciben su sorpresa, porque René regresa.
Dice:
—¿Siente usted que esa gente interfiere?
Puedo sintonizar con ello, puedo blindarme ante ello, pero es tan cansado, mi cuerpo absorbe esa torpeza y no me queda otra que procesarlo después del contacto.
¡Luchas contra una mentalidad que se resiste, un muro, desintegración!
¿Por qué tendría que hacerlo?
Necesitamos hombres que posean verdadero sentimiento.
Personas que comprendan lo que nos falta aquí en Europa y lo que golpea tanto a esta humanidad.
Esos hombres tendrían que haber llevado a cabo otra tarea.
No son médicos.
¡El futuro exige el conocimiento de las almas!
Doctor Leuvens, y usted, señor pastor, compréndanme bien, no es mi intención destrozar su sabiduría, estoy como un profano delante de ella.
Pero no pueden desdibujar las leyes del Antiguo Egipto, ¿no?
Escuchen, síganlo, ahora tienen el contacto que se ha adelantado siglos a esta humanidad.
Créanme, me comunico con Ramakrishna y los demás.
Soy yo quien tiene que continuar su trabajo y doctrina, y después de mí habrá otros más, si eso fuera necesario.
Cuando oyen ustedes que soy un omnisciente, se asustan.
Para este espacio pueden asimilar ustedes mismos esas leyes.
¿Es que no entienden lo bella que será la vida si la gente supiera todo esto?
Cuando conozcan ustedes el espacio, sus vidas se abrirán al universo.
No idolatro a nadie, no soy ningún iluso, sé lo que digo y conozco mi vida y este contacto.
Todo lo que digo pueden contrastarlo con aquello que la humanidad ya recibió por esos hombres.
Ramakrishna, uno de los conocidos, no llegó más lejos que el mundo espiritual.
Y ¡allí vio y vivió a la “Madre”!
¿Conoce el libro, doctor Lent?
—Lo leí.
Sé que usted va más allá.
—Deje ese “usted” cuando esté yo, así nos acercaremos más.
Cuando hablan las leyes, estas exigen de mí que me aleje de las vidas de ustedes.
Ramakrishna vive ahora bajo mi corazón, igual que Buda.
Buda se manifestó ante algunos espiritualistas y ahora más o menos maneja esas almas a su antojo.
¿Lo cree?
¿Quieren aceptar que cuando partimos de aquí volvemos a estar en primero de primaria para nuestro desarrollo?
¿Realmente pensaban que esas almas apoyarían a un ser humano con el que no saben qué hacer?
Con esto quiero dejar claro... ya lo sienten ustedes, vuelven a hablar las leyes, ahora desde la conciencia, porque también eso es posible y es lo más elevado que puedo alcanzar para mí mismo... que desaparezcan todas esas chapuzas.
Con eso se mancilla a semejantes genios.
La humanidad no recibe el despertar.
Ramakrishna tuvo que poner esos cimientos para mí.
Yo no me hago el santo, pero he recibido otro desarrollo.
¡Él también continúa!
Y con él todos esos grandes.
Conozco a Pitágoras, y a Rudolf Steiner, a Sócrates, Platón y Aristóteles!
Cuando nos ponemos a tratar las leyes están a mi lado.
De modo que pueden ustedes preguntarme lo que quieran, es esa “orden” la que habla por medio de mí.
No es un farol, no son palabras vacuas, ¡lo demostraré!
¡Ahora estamos ante revelaciones!
¡Créanlo!
¡Acéptenlo!
—¿Me permite hacer algunas preguntas más?
¿Está usted en condiciones?
—Estoy preparado, doctor Leuvens.
—¿Qué es lo que hizo tener a Saturno su anillo?
¿Puede explicarlo?
René se sintoniza con las leyes.
Después de unos segundos llega:
—Usted está pensando que no va a recibir la respuesta.
Le pregunto: ¿Hay alguien entre ustedes que conoce el nacimiento de Saturno?
—Nadie.
—Pues bien, voy a retroceder, millones de años.
Es el lugar en el espacio que dio a Saturno su anillo.
Ya saben: todo cuerpo cósmico vive un ciclo, completa una órbita.
Cuando se produjo la mayor densidad para los primeros estadios del universo, cuando el planeta madre se hizo más denso, muchos miles de cuerpos tuvieron que aceptar ese resultado, esa irradiación.
Todo lo que vivía emitió las fuerzas adquiridas.
Los planetas que cumplirían una tarea para la maternidad absorben el aura vital consciente del sol y la luna, y reciben así la concienciación semidespierta.
La conciencia semidespierta significa vivir un grado de sentimiento que vive entre la paternidad y la maternidad.
Es lo que son los planetas de transición.
Lo son Saturno, Júpiter, Venus, Uranio y muchos otros.
Esos planetas se encuentran alrededor y dentro de la paternidad y maternidad.
Después sigue densificándose el universo.
Ahora los planetas absorben esa aura vital emitida y llegan a completar su órbita vital alrededor del sol.
La órbita, pues, que completa Saturno en esos tiempos no es más profunda que la estancia en la que vivimos.
Pero esa ampliación se acerca.
Saturno completa un ciclo durante miles de siglos y ese empuje se hace más denso, pero sigue siendo materia semiconsciente.
El ciclo, la órbita, que completa este cuerpo se adhiere como una ventosa a la vida interior.
A medida que el sol y la luna se hacen cada vez más conscientes y densos, se perfeccionan los órganos respiratorios para las vidas que tienen que representar esos planetas.
Así que Saturno hace más densa su propia órbita.
Fue posible por su lugar en este espacio.
Otros planetas, por ejemplo Júpiter, vivieron otra manera de desarrollarse y de densificarse, porque, influidos por las fuerzas y leyes centrífugas, pudieron iniciar un proceso de densificación y de concienciación propios.
Por la ubicación de esos planetas edificaron una vida propia para la paternidad y la maternidad.
Sirven y tienen que cumplir una tarea, igual que las algas en el acuario de usted.
Así que esos planetas son los órganos vitales para este sistema, para este cuerpo, tal como también se nos concedió edificar nuestros sistemas renales y endocrinos.
¡No hay más!
—Gracias.
Es milagrosamente sencillo.
—En el universo todo es sencillo y natural cuando se conoce su génesis.
Dios no creó cosas complicadas.
Toda ley vital como grado de vida y conciencia se abre ante nosotros y puede ser analizada.
Si de este modo llegamos a la astrología, entonces seguramente que sentirán que no queda nada de esa seguridad.
Aunque lo comenzaran los egipcios, aunque naciera el zodiaco, es posible extraerlo de un juego de cartas.
¡Nadie de ellos conocía las creaciones!
Miran desde la tierra al espacio y no saben que la tierra recibió la conciencia más elevada de todas para el universo.
Si pueden aceptarlo, sabrán que como almas hemos de vencer este espacio.
Y así lo quiso Dios.
Puedo explicarle las leyes desde la génesis, doctor Leuvens, y aquello que en el espacio recibió una densificación, aquello que representa un grado de vida, lo volvemos a ver en nuestro propio cuerpo.
Puedo explicarle por qué hemos recibido dos ojos.
Si no hubiera llegado a haber paternidad y maternidad en el espacio, habríamos recibido como seres humanos un solo ojo.
Son leyes.
Esas divisiones pueden verse y vivirse, los maestros conocen estas leyes.
Me conectan con su saber y lo transmiten a este mundo.
¿Dónde nos hicimos padre y dónde por primera vez, madre?
¿Cómo recibimos nuestra primera muerte y la primera vivencia para el renacer?
¿Dónde se gestó la personalidad, el alma, el espíritu?
¿Dónde nos hicimos conscientes de nuestro primer roce con Dios?
¡Puedo explicarles esas leyes!
¡Toda la creación está abierta ante nosotros!
¿Cómo son los otros sistemas, los siguientes, de sintonización universal?
¿Qué saben los teósofos del grado cósmico cuarto, quinto, sexto y séptimo, de la Omniexistencia?
¡Nada!
¡Puedo conectarlos con los siguientes estadios de desarrollo!
¡Yo soy su preceptor!
Pero ¿me aceptarán?
La vida de usted ¿es capaz de recibir aquí clases universitarias?
¿Quiere esa gente cederme a mí sus caballos blancos?
Quienes ahora se las dan de maestros ¿serían capaces de inclinar la cabeza?
Puedo demostrárselo, pero ¿qué sale de sus bocas?
Soy hijo de nuestro pueblo, pero debería haber sido un oriental.
¿Podría haber alcanzado desde allí esta mentalidad?
Les digo: ¡algún día tendrán que aceptarme!
¡Soy yo!
Y a todos los conduzco a un saber más elevado.
Conozco este espacio.
—¿A qué se debe, si puede responder a esta pregunta, que la luna posee todos sus cráteres?
—¿No conoce usted ese nacimiento?
Jamás tuve en mis manos un libro sobre esas leyes.
Mi desarrollo me prohibía leer lo que traerían otros, porque me influiría.
De modo que ahora le respondo desde la fuente universal.
Los cráteres de la madre tierra, amigo mío, fueron sus últimas opciones de respirar antes de morir.
En eso puede verse su muerte, su regreso a Dios.
Así que en sus últimas horas, cuando se preparaba para su muerte, ese barro, esa putrefacción, emergió a borbotones de su interior.
En esos tiempos la luna no era más que un proceso de putrefacción.
Cuando se terminó su tarea pudo morir.
Ese barro se fue haciendo más denso, más duro.
Ese fango natural hervía.
Cuando se disolvió la atmósfera, esa masa se hizo más densa.
¿Sienten ustedes que de ese modo ella pudo comenzar con su proceso de morir?
Cuando aún había empuje en ella, eso mantenía intacta la atmósfera.
Cuando hubo materializado su última chispita de fluido vital, cuando sus hijos se hubieron marchado, eso fue el final para la luna.
Entonces la atmósfera se hizo más etérea y su vida se endureció, ese materia como tierra y minerales por la que surgió.
Los últimos instantes de su vida fueron emergiendo a borbotones.
A eso siguió una resucción, su corazón viviente succionó esa materia más densa de regreso a la conciencia interior, y así surgieron las montañas y los valles.
—¿Es todo el planeta como lo vemos desde la tierra?
—Sí, dado que la luna recibe su luz de soles.
Lo que se observa desde la tierra se ha hecho materialmente denso, como la otra parte.
La luna no ha podido vivir la rotación de la tierra, si no estaríamos congelados.
Ese ciclo se ha densificado y se ha materializado y ya no se puede cambiar, como tampoco se puede con el anillo de Saturno.
Este conserva ese anillo porque ya no puede vivir cómo se hace etéreo.
Ese es su nacimiento.
También la luna tiene que aceptar sus propias leyes, igual que todo la vida creada por Dios.
Cada vida posee ahora un cuerpo material, por el que sirve y por el que ha recibido un lugar en todo este conjunto.
El insecto más pequeño se lo puede demostrar.
La luna se ha densificado, pero lo que se ve es solo un lado de su contorno.
Pero también ese otro lado ha podido desarrollarse.
A medida que el sol fue ganando fuerza, los planetas fueron densificándose.
Y ahora sigue usted la ubicación de esos planetas.
Así es como se puede determinar la propia mentalidad adquirida.
Vemos esos planetas como leyes vitales inconscientes.
La astrología las convierte en leyes conscientes ¡y ahora da sentimientos humanos a planetas inconscientes!
¿Es posible eso?
Por tanto, ¡la astrología nunca será ciencia!
¡Jamás!
Es imposible.
A esos tipos les quito todo, ¡ya llevan engañando a la gente desde hace bastante tiempo!
Esa séptima casa de esta gente es importante para el alma, pero de otra manera de lo que piensan y no como hacen ahora.
Sobre eso escribiré una Trilogía y entonces seguiremos la aparición del ser humano hasta las esferas de luz.
Solo entonces conocerá esa gente sus infiernos.
¿Está claro?
—Le doy las gracias.
—¿Cómo surgieron esos infiernos? ¿Podría saberlo?
—Sin duda, amigo mío.
Cuando Dios se manifestó —ya se lo dije— empezó a haber empuje en el espacio.
Después de la división comenzó la vida material.
Y detrás de esa vida vive ahora el mundo astral, aunque inconsciente, ¡el espacio!
De modo que este se encuentra entre la vida material para el espacio y lo divino.
¿Se da cuenta?
—Lo comprendo.
—Gracias.
El ser humano va a representar entonces el mundo material.
Al soltarse el alma de la materia y vivir el proceso de morirse, accede a ese mundo para prepararse para volver a nacer.
De manera que detrás de eso vive el mundo divino.
El universo se fue haciendo más denso, el mundo para el alma ya estaba preparado.
Ese es el mundo para dormirse y volver a nacer.
Pero ahora seguimos millones de años y llegamos a la tierra.
Cuando las primeras personas hubieron completado el ciclo de la tierra, accedieron a un mundo consciente.
Un mundo para su personalidad.
Ese mundo era su sintonización.
Ese mundo era un espacio, pero reinaban las tinieblas.
Esa gente tenía que empezar todavía una vida más elevada.
No conocía el amor.
Las pasiones todavía no tenían una naturaleza por la que ya conocemos a los demonios, porque esta humanidad, el actual estadio al que pertenecemos hace más mal que el que pudo hacer aquella gente.
Quizá asesinarían a un ser humano, pero no más que eso.
Claro que eso ya es bastante horrible, y por ellos sus almas regresaban a la tierra.
No lo comprendió ni una sola alma, porque desconocían las leyes materiales y porque la conciencia anterior se disolvió por completo.
¡Pues eso son los infiernos!
Allí no hay fuego, allí solo se da el sentimiento de pasión y violencia, por el que esas almas tienen que aceptar un submundo, unas tinieblas.
Por hacer el bien y cuidar el ser material fueron adquiriendo una conciencia más elevada.
Allí surgieron siete infiernos.
Siete mundos diferentes.
Ya lo ve.
Lo que surgió en el espacio como mundos materiales, lo volvemos a ver ahora también para la vida del alma.
Esos siete infiernos representan mundos de transición.
Se pasa de un mundo a otro, pero ese mundo llega a manifestarse cuando uno vive una vida llena de amor.
Ya lo ve, fuimos recibiendo esos mundos, pero tuvimos que asimilar las leyes correspondientes.
En un solo espacio nacieron siete infiernos.
La sintonización de un mundo así lo mantiene a uno preso.
Allí vivían millones de personas; personas que habían completado sus vidas materiales.
Pero en ese espacio se encuentra por tanto también el mundo que es inconsciente.
El mundo para el alma que vuelve a nacer.
¡La tierra retiene el alma!
Si uno todavía no ha alcanzado aquí su existencia corporal más elevada, entonces ese grado de vida, material y por tanto humano, atrae a su alma de vuelta a la tierra.
La gente de la jungla, los esquimales y otros pueblos con una conciencia menos elevada (véase el artículo ‘Ser humano o alma’ en rulof.es) tienen que evolucionar todos primero al grado más elevado; solo después esas almas comienzan a enmendar.
Seguramente que sentirá usted que esos inconscientes hacen cosas malas en esas vidas materiales.
No saben que actúan mal, pero las leyes armoniosas de Dios los obligan a comenzar luego con la vida más elevada, porque el alma como personalidad divina tiene que regresar a Él.
¿Siente usted ahora lo sencillo que es todo?
Así que esos infiernos tienen un significado del todo diferente que el que la Biblia puede explicarnos.
Tanto castigar por la Biblia, esa destrucción de la vida del alma humana fue necesario.
Por eso las personas materiales comenzaron otra vida, mejor.
¡Ese fue el látigo divino!
Pero ¡eso no es sabiduría divina!
No es justicia divina.
Este siglo ya no puede aceptar eso más tiempo, y verá usted también que la gente ya no cree en eso.
Esto son los infiernos.
A medida que esa gente se elevaba más, irradiaba más amor y eso hizo su vida y su entorno más luminosos.
Por fin el alma humana se ha liberado de las tinieblas y surgieron siete cielos.
Otra vez leyes de transición como mundos, pero ahora para avanzar y acceder a otro espacio, que de nuevo es material y que ha surgido a partir de este universo.
En el instante en que las primeras almas como seres humanos, o sea, los ángeles, los maestros, alcanzaron la séptima esfera, se encontraron ante las regiones mentales.
Son los espacios que atraen al alma para acceder al cuarto grado cósmico y entrar ahora, como ser humano material, en una vida espiritual.
Libre de cualquier trastorno.
¿Comprende usted esto?
—¿Hay ángeles que nunca han vivido el mundo material?
—No, porque ¡eso es imposible!
¡Es que Dios no creó esas vidas!
¡Son invenciones!
¿Es Dios capaz de ser injusto?
¿Creó Dios cielos para ángeles humanos, al margen de nuestra vida?
Sería impresionante, pero ¡cierto no es!
¡Dios no pudo crear otros mundos!
Porque Él es justo.
Toda Su vida ha tenido que recorrer un mismo camino.
Es la versión que dieron los autores de la Biblia.
Cometieron tantos errores, pero era lo único que sabían.
Tuvieron que cargar con la tarea más pesada que los seres humanos podemos recibir.
No se conocían a ellos mismos.
Y así, millones de personas más.
Esta humanidad avanza lentamente.
¿Se podría haber aceptado todo esto hace miles de siglos?
Cuando hablen los propios maestros —eso sucederá, pues, por medio de instrumentos técnicos, directamente desde los cielos astrales a la tierra— ¡todos esos errores se disolverán y se volverá a escribir el Antiguo Testamento!
¡La vida de Cristo no puede socavarse, todos nosotros luchamos por Él!
Pero el Antiguo Testamento: es por esto que las personas pierden sus sentimientos inmaculados.
Hay que dejar de asustar al ser humano con infiernos ardientes y una condena eterna, el alma como ser humano puede enmendar sus vidas fracasadas, puede reparar los errores cometidos.
Dios no tiene nada que perdonarles.
¡Dios dio todo lo que tenía!
Ya ven, ¡las leyes divinas hablan a las vidas de ustedes!
Ustedes siguen.
La paternidad y maternidad: son poderosas; pero el amor universal, llevado a la humanidad por Cristo, está en un nivel más elevado.
Hoy soy hijo de usted, dentro de siglos usted será hijo mío.
El estado infantil no existe para nuestro espacio.
¡El alma tiene millones de años de antigüedad!
Así que cuéntele a su gente, a sus creyentes, señor pastor, que ¡no es necesario que teman infiernos en llamas, sino que un acto equivocado castiga mucho más que un infierno ardiente!
Cada acto equivocado sintoniza su vida con las tinieblas.
Esa es la pérdida de su vida armoniosa para Dios.
¡Ahora empieza la miseria!
¡Y esa miseria la ha creado uno mismo!
—¿Y Cristo?
¿Cómo ve usted la Santísima Trinidad?
—Amigo mío, puedo explicarle esas leyes.
Pero no antes de que usted sea discípulo mío.
No se olvide de que no quiero lastrar su corazón.
Todavía no quiero que pierda su propio asidero.
Pero acepte lo siguiente.
La Santísima Trinidad es tal como la recibió usted.
Dios como Padre, Dios como Hijo y Dios como Espíritu Santo.
¡Nosotros, los maestros, los ángeles, decimos: ¡Ustedes también son el Hijo de Dios!
Todos nosotros alcanzaremos algún día la vida de Cristo.
¡Algún día accederemos al Omnigrado divino y seremos iguales que Cristo!
Cristo llegó desde el Omnigrado divino a la tierra.
Él es como Dios y puede decir: ¡Soy como Mi Padre!
Pero ¡ustedes también lo son!
Para explicarles esas leyes tenemos que regresar al instante en que Dios aún tenía empezar con sus revelaciones.
Ahora que tienen que experimentar ustedes que Dios como palabra y como ser humano no tiene significado para nuestra vida, pueden intuir quién es Cristo.
Y por qué Cristo vino a la tierra para traer el Evangelio divino.
Pero ¡en eso vive la realidad!
¡La recibirá usted, pero más adelante!
¡Solo entonces estará usted preparado para ese estadio de su desarrollo!
—¿Hay ángeles caídos?
—¡No!
El ser humano que hubiera accedido a las esferas de luz, no recaía hacia los cielos.
Caeremos miles de veces como seres humanos antes de que accedamos a las esferas de luz.
Una vez llegados allí mantendremos en pie nuestra vida.
Les pregunto: ¿Serían capaces todavía de matar a su prójimo?
—Diría que no.
Pero yo no sé hasta qué tentaciones puedo llegar, ¿no?
—Lo ve, ¡es usted todavía un asesino!
Esas leyes, esas incertidumbres, las vencimos hace ya mucho tiempo.
Sabemos que ya no podemos matar.
¡Preferimos matarnos nosotros mismos!
Pero ¡eso lo saben también las almas de los cielos!
No pueden caer para empezar vidas demoniacas, esas vidas fueron depuestas.
¡Eso también es una falsedad, ignorancia!
Esos errores se disolverán luego por completo.
No hay ángeles caídos, porque el alma alcanzó allí su estadio por medio de millones de vidas.
¡Ahora sabe lo que quiere!
—¿Sabe usted también cómo viviremos allí como ángeles?
—Nosotros intentamos allí hacer que despierte la otra vida de Dios, nuestras hermanas y nuestros hermanos.
¡De esa forma nosotros mismos nos alejamos cada vez más y avanzamos cada vez más!
En los cielos, no se olviden de eso, nació todo.
Los ángeles trajeron desde allí a la tierra la doctrina como sabiduría.
Todas las ciencias surgieron por animación espiritual y además por un renacer.
Todo pensamiento más elevado llegó desde ese mundo a la tierra.
¡Todo el arte, todas las ciencias!
¿Intuye usted ese ser uno?
Pero tengo que parar, luego seguiremos.
¡Los saludo! (—dice).
Vuelve a subir.
Todavía no hablamos, casi reventamos de felicidad.
Nuestros invitados se despiden.
Karel está pensando, todos estamos pensando.
¡Son milagros!
Revelaciones para nuestra vida.
Esos otros ya no tienen que venir aquí.
Aquí hay que encargarse de que haya almas abiertas, aquí solo puede aprender el niño grande.
Y ¡ese hijo de Dios recibe todo!
En verdad, ¡los demás se largan!
No hay nada que hacer con esa gente.
¡Interfiere!
¡Desintegra!
Hans tampoco tiene que venir.
Se lo dirá Karel.
¡Esto va a ser de una sagrada seriedad!
René regresa con nosotros cuando estamos solos.
Dice:
—¿Quiere decir a esos otros sabios, Karel, que ya no pueden aparecer más por aquí?
—Comparto tus sentimientos, hijo mío.
Ya me encargaré de eso.
—Esa gente interfiere, papá.
¿Por qué tendríamos que consentir eso?
El mundo ya ha sufrido bastante por estos indecisos.
Creer no creen, aunque estén encima de su propio cadáver espiritual.
Ya no quiero ver a esa gente.
Pero dígame, por favor, papá, ¿cómo estuvo?
—Me he abierto, René.
Solo puedo darte las gracias.
Te demostraré que he aprendido a lo largo de los años.
Agitaré a otros sabios hasta despertarlos, que escuchen.
—Un poco de paciencia todavía, papá.
Primero prepararé a estos.
Después compondremos un nuevo grupo.
O tendría que repetir una y otra vez.
Y además de eso, primero he de demostrar de lo que soy capaz.
Todavía no puede hablar de esto.
Ya avisaré.
Primero tengo que escribir unos libros.
Voy a describir estas sesiones y publicaré esos libros.
Solo entonces podremos convencer a otros.
¿Está bien así, papá?
—¡Fabuloso, René!
Karel besa a su chico.
Erica también.
Después vamos arriba y anoto todo.
Es milagroso.
Son revelaciones.
Esta vida lo traspasa todo.
Creo que puede recibir y vivir lo divino.
Anoto:
“René es más profundo que Buda, más profundo que Ramakrishna.
Conozco esa vida.
He leído el libro de su vida.
René dijo sobre este ser humano: ‘Lo que ese hombre santo vivió durante su éxtasis es para mí conciencia vital.
Lo que experimentó por sus desdoblamientos solo era el contacto con la vida después de la muerte.
Yo puedo vivir el espacio entero.
¡Yo soy capaz de recibir la respuesta divina!
Puedo explicar todas las leyes; ¡él no sabía nada de ella!’.
¡René prosigue esas vidas!
¡Él representa una orden universal!
Y es por eso que disfrutamos de una conciencia espacial.
¡Lo veo como un ‘Pablo’!
¡Es él!
¡Él supera a toda esa gente y conserva su sencillez!
¡No es nada más, pero tampoco nada menos!
¡Lucha como un león consciente por ‘Cristo’!
¿Puede ser malo esto?
¡Profundiza más que la teosofía!
Y más que cualquier otra secta, es un maestro nato.
¡Nuestro pequeño país puede considerarse feliz con este niño, esta vida, esta alma!
Ya no tengo nada más que añadir.
Lo que vino esta noche lo recibiré la semana que viene para consignarlo en el cuaderno de bitácora.
¡Hans está peligrosamente enfermo!
¡Le tengo miedo!
¡Pobre Elsje!
Van Stein, Van Hoogten y el pajarraco son almas torpes.
Da igual porque con ellos no se pierde nada.
Pero tienen espinas.
Y eso es un impedimento.
¡René los ha dejado en cueros!
¡Y eso no lo tragan!
Así es como te topas con la personalidad que no es capaz de inclinarse.
Y eso, para todas las leyes, es la propia muerte, el propio ocaso.
Yo comprendí, y eso hace mucho ya, que quien puede inclinar la cabeza siempre alcanza a ver nueva vida.
Quien no es capaz se estrella y no le queda más remedio que comenzar con ello algún día.
Somos personas felices.
Nunca imaginé que las cosas alcanzarían esta altura.
Ni lo pude soñar jamás.
¡Jamás!
Lo que ahora se me concede vivir es un gran milagro, una felicidad para esta humanidad.
Es una revelación, ¡un nuevo nacimiento!
¡Es bienaventuranza!
Amor sobrenatural.
Dios mío, ¡qué bueno eres para nosotros, Tus hijos!
Karel se ha convertido en un hacha.
Hay que verlo para creerlo.
¡Ahora es un hombre!
Erica es un milagro en sí y Elsje está más radiante que nunca.
Anna no dice nada, pero está construyendo templos.
Creo que está empezando a llevar las sandalias doradas.
¿Qué amor puede darte Anna?
¡Se está haciendo celestial!
No me conozco a mí mismo, pero ¡me pregunto a qué debo esto!”.
¡Me voy a dormir!
¡La tensión en la sala es enorme!
La gente no se esperaba que esto naciera de todo.
¡Cayeron máscaras y se explican!
Han enmudecido de la emoción, aunque te topes allí con gente que se llama Van Stein, Van Hoogten y Ten Hove.
¡Pobreza a espuertas!
Cuando estás en el escenario sientes cómo se te acerca el oleaje humano.
He llegado al punto en que ya no pueden interferir en mí.
Ya llevo tanto tiempo sobre el escenario, pero ¿los primeros?
¿Nuestros discípulos?
¡Esta noche hubo un aluvión de flores espirituales!
¡René duerme ahora sobre una cama de violetas, de margaritas y de nomeolvides!
¡Y se lo deseamos de todo corazón!
¿No es maravilloso todo esto?
Qué nimia es esta palabra ahora, ¿verdad?
También esa máscara material cayó.
¡Nos vamos directamente a nuestra de desnudez!
Ya la tengo desde hace mucho, y aun así: ¿No ves mi pequeña túnica, de una belleza que impresiona?
Para Dios siempre estás vestido.
¡No tienes más que inclinarte y ya estás!