La maternidad

¡El amor es lo más elevado, lo más sagrado y lo más sagrado de todo en la tierra y en este lado!
Quien posea amor es feliz y pertenece a las esferas de amor.
Los carentes de amor, los pobres de espíritu, entran, en cambio, en las tinieblas.
¿Qué es el amor?
¿Dónde nació el amor?
Se ha escrito una cantidad innombrable sobre el amor y aun así el ser humano no lo tiene claro todavía.
Quien quiera conocer el amor tiene que descender en la maternidad e intentar comprender este estado santificado.
El amor y la maternidad son un solo estado, también un mundo, un cielo o un infierno.
Al igual que hay personas que tienen amor o que están muertas en vida, así el mundo cuenta con madres conscientes de su estado bendito y madres que lo maldicen.
El ser humano tiene que representar a Dios como hombre y mujer.
En la inconmensurabilidad creada por Dios no se ha quedado vacío ningún mundo, el hombre y la mujer han tomado posesión del espacio divino.
Los espacios han surgido por el amor, pueden vivirse por la maternidad.
El alma despierta por el amor en todos los grados de vida cósmicos con que cuenta la creación de Dios y es por medio de la madre que la vida del alma adquiere la profundidad inconmensurable, necesaria para procesar el poder de esos grados.
La chispa de Dios, como ser humano, recibió el amor divino en la luna.
Allí es donde comenzamos la vida cósmica como hombre y mujer.
En nosotros está depositada la Omnividencia, el núcleo divino, pero Dios creó grados de cuerpos en los que conoceríamos las leyes que nos harían regresar a Él como dioses conscientes.
Él quiso que llegáramos a comprender y amar la maternidad, porque solo se pueden vivir estas leyes divinas por medio de la madre.
Nos dio la maternidad como lo más sagrado de todo en la creación.
Dios creó la conexión con Él mismo a través de la maternidad.
La madre crea niños, la vida nace de ella.
Ella hace lo que Dios hizo en el infinito.
Llegaremos a conocer a Dios por medio de la madre.
Ser madre, poder sentir y dar a luz en todos los grados de vida, es la evolución del matrimonio en la tierra.
Empezamos a amar por la maternidad.
En el creador crece el sentimiento de darse por completo a la madre.
A través de la madre le surge el deseo de elevar la vida de ella y de darle el milagro de la creación.
Sigue el proceso de crecimiento en ella, en el poderoso saber de que su vida vive en su interior, bajo su corazón.
Así crece en su interior el amor, y con este sentimiento santificador va a cuidar a la madre y a la joven vida.
Las leyes materiales y espirituales que creó Dios para la maternidad rigen para la mujer y además también para el hombre, porque el creador llegará a conocer, igualmente, la maternidad y se hará madre, ¡tal como Dios también es Padre y Madre!
El ser humano puede enmendarse por medio de la maternidad y puede disolver los errores del pasado, después de lo cual podremos acceder a las esferas de luz y a los grados cósmicos superiores, hasta que alcancemos el Omnigrado y hayamos vuelto otra vez a Dios.
¡La maternidad es santa, santa, santa!
Hasta el insecto más pequeño quiere ser madre, porque en este animalito yace el saber, el sentimiento de que la maternidad significa evolución y que es el regreso a Dios.
Por eso el animal desea vivir la creación, le espera un grado de vida superior y en él recibirá algo poderoso.
En este aspecto el animal es más consciente que nosotros los seres humanos que somos los seres más elevados en la creación.
¿Por qué ese gran deseo en el animal de poder parir?
¿Por qué ese enorme impulso?
El animal en la naturaleza tiene infundida un alma sagrada; el ser humano solo conoce el deseo de poseer el organismo materno.
¿Es eso amor?
¿Es la voluntad de Dios?
La maternidad nos quiere hacer pensar, pero ¿es que de verdad pensamos sobre su poder y significado?
En las esferas de luz hay un hermoso edificio que los maestros han dedicado a la madre.
El creador mantiene el poderoso conjunto en honor a la madre.
Todo hombre consciente en las esferas y de la tierra contribuyó a construir este templo y entrega sus fuerzas a él, y es por eso que esta posesión de las esferas está eternamente radiante.
El ser creador adquirió por la madre conexión con Dios y este templo es un testimonio de ello.
En este edificio podemos vivir la maternidad en todos sus santos grados y estadios.
Aquí llegamos a conocernos a nosotros mismos por la madre.
Semejante construcción surgirá luego también en la tierra, aunque donde ustedes adquirirá otro significado.
Aun así, ese edificio también hablará a la madre sobre las leyes de Dios y de su gran tarea para el espacio y nuestra vida.
Este templo les convencerá de la maternidad en sí.
Conocerán sus grados, lo cual propiciará el despertar espiritual de ustedes.
La madre espiritual sirve, da y crea.
¡Aporta armonía entre el cielo y la tierra!
Y esta madre se hará consciente en ustedes por el Siglo de Cristo.
El templo de la madre nos enseñó que la maternidad es material, espiritual y cósmicamente profunda, el contacto directo entre Dios y el ser humano, y la experiencia más sagrada de todas en el espacio.
El alma entra en el orden superior por medio de la maternidad.
La madre, en su amor, regala a la vida de Dios un cuerpo para darle la posibilidad de seguir el ciclo de la tierra, de completarlo y de regresar a Él.
Está en manos de la madre.
Cuando el animal crea en la naturaleza, reza por medio de su acto y cumple con las leyes de Dios.
El animal sirve, da y crea.
Esto es rezar de forma cósmica.
El ser humano no reza en este sentido; mima sus deseos.
El animal sigue las leyes de Dios de manera inconsciente, pero el ser humano es como Dios y aun así todavía no se entiende a sí mismo ni la creación.
El animal sigue la evolución porque siente que esta tiene que continuar.
El ser humano como persona divinamente consciente puede negarse todavía a crear.
El Siglo de Cristo exige de cada individuo que se dé por completo y obliga a la madre entregarse por completa a favor del proceso de la creación y terminar su tarea, igual que lo hicieron la madre luna y la madre tierra.
El animal vive de forma natural, el ser humano que ha depuesto esa naturalidad.
La vida humana está dividida, el ser humano ha abandonado el instinto inmaculado, natural, mientras que el animal sigue viviendo en él.
Fíjense en cómo crea la naturaleza en la primavera, cómo da a luz y cómo sirve.
Miren cómo la vida animal sintoniza con la maternidad y la forma poderosa en que se despliegan el amor y el cuidado.
El animal construye, el ser humano desintegra, es más: asesina la otra vida de Dios.
Choca con todos los grados de vida y todas las leyes de Dios.
El ser humano no se conoce a sí mismo.
¡La madre todavía tiene que despertar!
En el templo de la madre fuimos conociendo todas estas leyes y todos estos estados.
Nos fuimos arrodillando e intentamos vaciarnos por completo.
Entonces nos entregamos a la madre, después de lo cual entra en nuestra vida su pensamiento y sentimiento y empieza a hablarnos.
Y entonces somos capaces, como creadores, de seguir por medio de esta meditación inmaculada todo lo creado por Dios pero que recibe la madre por medio de su organismo.
La madre nos introduce en la evolución divina y nos conecta con las esferas y leyes más elevadas.
El creador solo llega a conocer a la madre de manera consciente en este lado, y entonces regresa a la tierra para hacerse madre.
¿Entienden lo que quiere decir esto?
De este lado aprendió que la madre está conectada con Dios.
Ahora quiere vivir esa conexión de forma consciente y asimilarla, lo cual para él significa evolución.
Esta alma recibe esa gracia de su divino Creador, desciende en el organismo materno y da a luz.
Ahora experimenta de forma consciente que la maternidad significa el ser uno con la vida de Dios.
Así descienden también las mujeres a la tierra, en el templo de la madre llegaron a conocer el verdadero significado y ahora quieren vivir el estado pleno de gracia, tal como lo quiso Dios.
Eso las despierta, regresan a nuestro lado y siguen para vivir la maternidad más elevada, lo que ocurre en el cuarto grado de vida cósmico.
Dios nos dio la maternidad, pero así también se dio a sí mismo.
Dios vive en la maternidad.
Allí se puede sentir a Dios, porque Dios es Padre y Madre, ¡sobre todo Madre!
Domina la naturaleza por medio de la maternidad y así es como más cerca está de nosotros.
Como Creador permaneció en lo invisible, como Madre se hizo visible para toda Su vida.
Por la transición en la madre durante nuestra meditación en el templo entramos en el sagrado silencio de antes de la creación, cuando se manifiesta Dios.
Entonces vivimos a Dios como Madre.
Esta es la entrada en el reino de Dios, el espacio de la madre, es vivir el principio alumbrador, el ego que da y que sirve.
Ahora experimentamos las leyes de Dios, como estas han construido la vida de la madre, y la conciencia espacial envuelve nuestro yo entre sus rayos.
¡Esta santidad vendrá a la tierra!
En el Siglo de Cristo la humanidad recibirá el templo de la madre.
Si entonces luego la gente joven quiere casarse, tendrán que adiestrarse allí para esa sagrada unión.
La chica tiene que aprender cómo la naturaleza obedece las leyes de Dios, mientras que al joven se le enseña cómo tiene que servirle a ella.
Es necesario que los futuros cónyuges lo sepan todo acerca de las leyes nupciales.
Deben saber para qué están en la tierra y cuál es la finalidad de la creación.
¿Quiénes son sus hijos?
¿De dónde han venido estas almas?
¿Ya tenían que ver antes con estas vidas?
¿Por qué las atrajeron precisamente ellas?
Tienen que poder responder a miles de preguntas, conocer miles de leyes; solo entonces podrán servirse y amarse.
El Estado quiere que los parapsicólogos y los expertos del alma asuman el control del matrimonio, porque gracias a estos eruditos, que entonces serán maestros conscientes, el lazo conyugal adquirirá lo que es un valor espiritual.
Los futuros cónyuges llegarán a estar bajo su control, es más: les dirán sí se pertenecen o no.
Si esto no fuera el caso, no podrá darse el matrimonio.
En el futuro cada especie se casará con la especie que le corresponda, cada grado de vida con su grado de vida; separarse ya no será posible.
Es el regalo más elevado de Dios a Sus criaturas.
En los siglos pasados el hombre y la mujer no estaban preparados el uno para el otro, los grados superiores y los inferiores estaban conectados entre ellos, con todas las horribles consecuencias.
Eso ya no será posible en el Siglo de Cristo, entonces podrá reinar solo la felicidad en la tierra.
Para eso el Omnipadre envió a Cristo a la tierra.
En el Gólgota se sufrió para la eterna felicidad de la humanidad!
El hombre y la mujer aprenderán a abrirse en el templo terrenal, se les enseñará cómo tienen que comprenderse y cómo tienen que encajarse bajo todas las circunstancias, sin excepción.
Será entonces cuando los hijos de (la Casa de) Israel conocerán la maternidad consciente para conocer así el amor verdadero.
La madre espiritual de esa era llegará a tener en sus manos la vida cósmica.
¿Para qué?
Entonces la madre espiritual estará lista para tomar ella misma las riendas de las leyes de la vida y la muerte.
En los tiempos de ustedes hay millones de almas entre la vida y la muerte que en el mundo de lo inconsciente esperan un solo organismo.
Fue el propio ser humano quien creó los trastornos cósmicos para el matrimonio y la creación de Dios, fue él quien introdujo disarmonía en las leyes de Dios.
El suicidio y las guerras causaron las desgracias astrales.
¡Millones de vidas partieron demasiado pronto de la tierra!
Tienen que volver para vivir las leyes de Dios, no concluyeron la vida y esto sí que tiene que ocurrir si el alma quiere acceder a los mundos espirituales.
En esto solo la madre puede introducir cambios, será ella quien dará un nuevo organismo a las almas en espera.
Los maestros del otro lado ayudarán a los psicólogos mediante los instrumentos técnicos para informar a la masa.
¡Así se disolverán los trastornos cósmicos!
El hombre y la mujer tienen que someterse a las nuevas leyes, el Estado lo exige.
Los enfermos no tienen permiso para casarse.
La enfermedad se atrajo y se construyó durante siglos y nacieron niños enfermos.
¡Ahora esto se prohibirá!
Los enfermos primero tendrán que curarse y para eso necesitarán lo que haga falta; los sanos, mientras tanto, trabajarán por ellos hasta cuando sean capaces de hacerlo ellos mismos.
Estar enfermo y contraer matrimonio y tener hijos es contrario a las leyes de Dios.
Esto crea nuevas desgracias, nuevos trastornos y el Siglo de Cristo quiere evitar cualquier desintegración.
Adolf Hitler quiso evitar eso también, pero él gaseaba a los enfermos.
Permanecía en el estadio de la selva, pero la humanidad ha dejado todo esto a las espaldas.
Su conciencia animal no sentía la injusticia de su modo de actuar.
Aun así él albergaba el servicio a la masa, pero para eso no lo necesitan los maestros.
La ciencia parará luego los pies a los enfermos.
¡Y Cristo lo exige!
No es duro, es muy natural.
En este lado también estamos ante las leyes naturales de Dios, ante estas teníamos que inclinar la cabeza, solo después podíamos entrar en los grados de conciencia superiores.
La ciencia no lo permitirá por más tiempo que unos seres contagien a otros, que se mancille la maternidad.
Cada organismo recibirá entonces un examen médico.
Los sistemas se verán reforzados en el futuro, pero solo para elevar la maternidad, no para servir fines bélicos, como es el caso ahora.
Muchas cosas cambiarán en la tierra.
Así la juventud hará viajes para adiestrarse en el matrimonio.
Entonces vivirán la tierra, los recibirán otros pueblos, serán más amplios y aprenderán.
Ahora la chica es un ideal elevado, dado que algún día será madre.
Todo se centra en desarrollar en ella esta conciencia.
Poco a poco el poder de la maternidad empezará a hablar en ella, el amor que puede dar es santificante y sus ojos expresan deseos y expectativas.
Será consciente y estará del todo preparada para la tarea que le espera, y cuando le llegue el milagro de la maternidad es seguro que vivirá las leyes de esto de forma inmaculada y espiritual.
¡Ahora los padres también saben para qué viven!
Entonces madre y creador cargarán ambos el espacio divino y poseerán el reino de Dios en la tierra por medio de su conciencia de las leyes divinas y por medio de su amor.
¡Así de sagrado es el matrimonio!