Milagros espirituales y materiales en el universo

Todo con lo que nos encontraremos y que percibiremos ahora son milagros materiales y espirituales.
La primera esfera nos pide que lleguemos a conocer las leyes de Dios.
Si queremos ascender y comprender nuestra nueva vida, tendremos que seguir ese camino; solo entonces nos haremos uno con la vida de la primera esfera.
Esta nos obliga a pensar y a llegar a la unión espiritual.
Es tomar posesión de la esfera.
También es el ser uno de alma a alma y el despertar en el espíritu, solo entonces llegaremos a conocer el milagro de Dios y nos hablará a nuestras propias vidas.
Quiero conectarlos con numerosos milagros espirituales y materiales.
Más tarde regresaremos entonces a la tierra y veremos lo que ha sucedido allí mientras tanto.
Ahora primero queremos vivir ese hacerse uno.
Porque acabamos de ver las moradas espirituales y no comprendimos cómo se forman en realidad.
Y es algo que tenemos muchas ganas de conocer, porque es un milagro espiritual.
Queremos vivir las leyes de este paraíso espiritual, queremos llegar a conocerlo todo, porque forma parte de nuestra conciencia.
Ya les dije que existen siete esferas, cielos en el espíritu.
La primera esfera es una esfera existencial.
Al acceder a ella pisamos suelo astral y hemos depuesto la vida material.
Pero todavía albergamos sentimientos y pensamientos terrenales y tenemos que intentar liberarnos de ellos.
Y ¿cómo sucede esa liberación en la tierra?
Por ejemplo, aquí pueden pensar en sus amigos y seres queridos terrenales, en su vida de allí, nadie se lo prohibirá, siempre que tengan en cuenta su propio estado.
Y eso es algo que primer se tiene que aprender.
La primera esfera existencial les dice cómo tienen que pensar, de lo contrario ya estarán rebelándose contra su nueva vida.
Si queremos ascender más, tenemos que conocer estas leyes, porque eso es regresar a Dios.
Igual que en la tierra, en esta vida no podemos saltar ninguna parte.
Esta y las siguientes esferas están para prepararnos para el cuarto grado de vida cósmico.
Este también es un planeta material, un mundo donde viven quienes una vez completaron su ciclo en la tierra y que luego recorrieron los siete cielos para vivir entonces las leyes de Dios en el cuarto grado cósmico, igual que una vez en la tierra, pero ahora de forma espiritual.
Todos estos grados de vida representan a Dios y tenemos que llegar a conocerlos y asimilarlos.
Si en la primera esfera pensaran en su vida terrenal, podrían vivir que la primera esfera se les hundiría bajo los pies.
Entonces habrían depuesto la concentración espiritual.
Es posible, pues, que despierten en la esfera de la tierra, aunque no quieran estar allí, es más: aunque ni siquiera hayan pensado en ello claramente.
Entonces vivirán una ley astral que tendrán que llegar a conocer y asimilar.
Asimilarla vendrá por sí solo si siguen y quieren servir la vida astral.
Es cuando hay que cambiar los pensamientos volando, desprenderse de la tierra, aceptar la primera esfera en sentimiento y darse cuenta de lo que hicieron en realidad, porque de lo contrario la primera esfera se desvanecerá ante sus ojos.
Muchos pensaban que en ese instante ¡Dios les había quitado todo y que eran desterrados de su cielo!
La primera esfera les paró los pies de forma espiritual.
El reino de Dios exige de toda la vida seguir en armonía con las leyes de Dios, porque de lo contrario crearía trastornos propios.
Esas personas pensaban de forma terrenal y mientras forman parte del mundo espiritual, la tierra atrajo esa vida y se desvaneció la primera esfera.
Así que tienen que aprender a pensar de otra manera.
Tienen que pensar en todo lo que han conocido en la tierra, pero no deponer su personalidad espiritual, porque así volverían a conectarse con el mundo material.
Así aprendimos nosotros a dividirnos.
Es la vivencia de dos mundos.
Así podemos hacer comparaciones con la tierra y con nuestra nueva vida.
Si el pensamiento y el sentimiento son los equivocados en este lado, se pondrán a funcionar de inmediato las leyes y veremos más tarde cómo hemos pensado.
Si albergamos pensamientos basto materiales, nos blindamos para esta esfera, porque esos pensamientos forman parte del mundo material.
Las flores plegarán rápidamente sus cálices y es como si se sintieran mancilladas por nosotros.
Y en realidad así es, porque nosotros, almas, hemos entrado en colisión con las leyes astrales.
El primer susto ha hecho arrodillarse a muchos para pedir perdón a Dios.
Pero fueron lecciones de las que aprendieron, y así hasta que llegaron a tener en sus manos esta esfera existencial.
Solo entonces pueden profundizar sus aptitudes para un estudio, porque entonces se han aprendido las leyes para nuestras vidas.
Toda esta gente despertó las leyes por sus pensamientos y sentimientos.
Llegaron a entender la gran diferencia con su pensamiento en la tierra y el suceso les pareció un gran milagro.
¡Esto no puede vivirse en la tierra!
Para vivir esto y asimilarlo mucha gente se aísla en la naturaleza y llega a meditar espiritualmente.
En ese estado siguen las leyes astrales y empiezan a hacer comparaciones con la vida material.
En este silencio nadie los molesta.
Pueden ayudarlos sus maestros, que inciden en ellos.
Si se han desprendido de la tierra, puede empezar el estudio espiritual.
Ahora están listas hermanas y hermanos para acogerlos.
Tal como son desarrollados en la tierra crepuscular así siguen ahora un estudio en las leyes astrales.
Una y otra vez pensamos y repensamos nuestra vida, porque lo que tenemos que conocer se revela a nuestra vida y conciencia y ahora forma parte de nuestra existencia espiritual.
Aquello que las primeras personas astrales se han construido lo tenemos que seguir.
Lo que vivieron también lo tenemos que asimilar nosotros.
Ahora nos queda claro hasta dónde ha llegado un ángel en las esferas más elevadas y qué ha llegado a conocer esta alma.
Sí que se nos concedió acceder aquí, pero no sabemos nada de todas estas leyes divinas.
Aun así hemos vivido tres grados de vida cósmicos.
Nos explicarán aquí los milagros materiales y espirituales; cualquiera que entre aquí recibirá esta sabiduría y entonces podrá seguir.
¿Cómo se sienten las almas que han alcanzado la séptima esfera?
Necesitamos mil años para llegar allí.
¿Qué asimilaremos nosotros en ese tiempo?
¿Qué es lo que no habrán vivido aquellos que accedieron al Omnigrado divino?
Pero hasta ese punto no tenemos que seguir pensando, y será mejor que nos limitemos a nuestra propia esfera y a las leyes materiales.
Porque de eso también lo queremos saber todo.
Las personas espirituales son milagros espirituales.
Como seres humanos somos el milagro más grande de todos en la creación.
Ustedes en la tierra y nosotros en este lado representamos este divino milagro de la creación.
Y aun así no se ha comprendido este milagro.
¿Cómo se piensa en la tierra sobre este milagro divino?
En los tiempos de ustedes se masacran millones de estos milagros.
El ser humano como milagro divino tortura, es diabólico y como veneno para los demás seres humanos.
En la primera esfera se exige de nosotros seguir ese milagro de Dios, amarlo y llegar a conocerlo, o no avanzaremos más en nuestras vidas y estaremos detenidos ante la concienciación espiritual.
Quiero mostrarles por medio del relato de mi propia vida lo que se puede hacer en esta vida.
Cuando me pregunté, salido de mi meditación que según cálculos terrenales había durado años: “¿Cómo alcanzo la conciencia superior?”, sucedió un milagro.
De pronto oí hablar en mi interior.
¿Estaría oyéndolo bien?
¿Realmente era una voz?
¿De dónde venía?
Oí:
—¿Me permites que responda a tus preguntas, hermano?

Respondí al instante, lo envié al espacio.
—Si quiere regalarme una posesión grande y santa, rezaré a Dios que me dé fuerza para acogerlo y asimilarlo.
¿Quién lo envía?
¿Ha venido Dios hasta mí?
¿Quiere Dios que despierte?
¿Dónde estás, tú, que me acabas de hablar?
¿Puedes captar mis palabras?
Y, escuchen, me llegaron las siguientes palabras:
—Si quieres conocer los milagros de nuestra vida, acéptame entonces como tu hermano.
Es voluntad de Dios que nos ayudemos.
Se me concedió seguir tus oraciones, cada palabra, y recé contigo.
Estoy cerca de ti, y aun así estoy lejos.
Somos uno solo en sentimiento.
Nuestras vidas se sienten y tienen algo que decirse.
Ven a mí, hermano, nos encontraremos en esta santidad.
Vete y camina por la naturaleza de Dios, pronto me verás.
‘Dios mío’, pensé, ‘¿qué leyes y milagros son estos?
¿Qué milagros has regalado a Tus criaturas?
¿Es posible que un ser humano reciba tanta felicidad?’.
Había conocido un milagro espiritual, que me habló.
Ahora lo vería.
Me adentré en la naturaleza, dejé atrás mi lugar solitario y pronto me vi trasladado a un estado completamente diferente.
La vida de Dios estaba a mí alrededor, radiante, los pájaros cantaban y absorbí hondamente los olores de las flores.
Mirara donde mirara veía a gente, a miles de seres que querían ser convencidos, como yo, de las leyes.
¿Cómo y dónde me encontraría con el milagro?
Cuando pensé en eso me vi de pronto ante un espíritu de la luz que me dijo:
—Aquí estoy, hermano mío.
Ya puedes hacerme preguntas.
Estoy listo para contestártelas todas.
Veía los ojos de un ser radiante.
Pensé: ‘¿Has estado en la tierra, como yo?
¿Fuiste ser humano allí?
No te conocí allí.
¿Quién eres?
¿Me permites que te haga estas preguntas?
¿Por qué vienes a verme?
¿Sabías de mi vida, de mis sentimientos y pensamientos?
¿Me estás siguiendo en este espacio inconmensurable?
Dios mío, ¿a qué debo esto?’.
Todas estas preguntas se me pasaban por la menta como un fogonazo.
Estábamos uno frente al otro, nuestras miradas se fundían.
Este maestro podía seguirme en todo, yo tenía que aceptar, pero esta personalidad se mantenía cerrada para mí.
Entonces este espíritu habló:
—Verás respondidas todas tus preguntas tácitas.
He venido a ti para convencerte de los milagros de Dios.
¡Estoy listo!
Pregúntame, hermano mío, todo mi saber te pertenece.
Hice mi primera pregunta al instante:
—Soy un ser humano como tú.
Pero ¿dónde hemos nacido?
Sé que estuve en la tierra, llegué a conocer muchas leyes, pero aun así no soy consciente todavía de toda la santidad que me rodea.
¿Cómo puedo vivir mi aparición, maestro?
El maestro no dudó ni un segundo en responder y dijo:

—Ven conmigo, te mostraré y explicaré los milagros de Dios.
Fuimos a la luna.
Allí vivimos juntos el origen de la creación.
Fuimos siguiendo no solo las leyes materiales como milagros divinos, sino también las espirituales.
Llegué a conocer todos los grados sucesivos de vida y vi dentro de esos tiempos.
Cuando hubimos seguido allí la vida de Dios nos atrajeron los planetas de transición, también allí fuimos siguiendo todos los estadios de vida.
Seguidamente fuimos a la tierra.
Allí vi todas mis vidas como hombre y madre.
Mi maestro explicó todos esos milagros, me condujo de una evolución a otra.
Así fuimos siguiendo millones de vidas y entonces accedimos al mundo astral.
Habíamos hecho un viaje que duró ciento cincuenta años.
Ahora entendía al ser humano y su origen y supe dónde había nacido yo y comprendí la creación de Dios.
Había conocido millones de milagros materiales y espirituales.
Aun así tenía que repensar todo esto y para eso me retiré.
Siguieron meses de meditación.
Volví a vivir todo de nuevo y entonces pude orientarme en todos esos millones de grados.
Cuando me pareció estar listo regresé a mi maestro y pregunté:
—He llegado a conocer el origen de mí mismo, maestro.
Ahora que he seguido todo eso de nuevo me surge la pregunta de cómo ha surgido esta naturaleza y toda la vida en ella.
No tengo ni idea por qué no he pensado en ello.
Los pájaros me cantan, las flores me envían sus aromas.
Pero ¿dónde surgió esta vida?
—Para eso tenemos que volver a la luna, amigo mío, es allí donde nació todo lo que vive en el espacio.
Te pido, sin embargo: arrodíllate ante un árbol, abraza esta vida y pregúntale qué tiene que decirte.
—¿Puede un árbol hablar a mi vida, maestro?
—Tu conciencia ha despertado para esta vida.
Hazte uno con toda la vida de Dios y escucha entonces lo que dirá esta vida.
Si puedes entregarte por completo, si puedes desprenderte de tu propia vida, esta vida de Dios hablará a tu propio grado de vida.
También un árbol representa la conciencia propia.
Y, miren, el árbol me acogió por completo en la vida propia.
Viví un gran milagro en el espíritu.
Me vi a mí mismo en el espacio.
Experimenté que todo lo que había llegado a conocer hasta el momento vivía en lo invisible.
Sentía el árbol como energía, como fuerza, como materia densificada, vi los grados materiales y espirituales.
El propio árbol me metió en todos sus estadios vividos.
Me vi ante todas esas cosas y viví milagro tras milagro, ley tras ley creada por Dios.
Por fin volví a alzar la mirada y miré en los ojos de mi maestro.
Enseguida me respondió a mis pensamientos y sentimientos no pronunciados y dijo:

—Regresamos a la luna.
Ven, hermano mío, es allí donde podemos seguir el origen de todo lo que vive en la naturaleza.
También esta vida tiene millones de años y ha emergido de lo invisible, toda esta vida adquirió significado por Dios.
Forma parte de tu conciencia, tienes que asimilar todas estas leyes.
Volví a vivir en la luna la densificación del planeta, ahora, sin embargo, solo para seguir el reino de las plantas y de los animales.
De nuevo vi cómo iban muriéndose todas las células materiales, después la densificación del planeta y el origen del primer verdor que surgió a partir de esa tierra densificada.
Percibí que el animal surgía a partir del ser humano después de que la primera célula humana viviera el proceso de morir.
Cuando todo esto se me hubo manifestado, continuamos, fuimos siguiendo de nuevo los planetas de transición y vivimos también allí cómo evolucionaba la naturaleza, cómo transmitía la vida a otros planetas.
Esta cosa tan increíble la había generado Dios.
Él se había dividido en miríadas de partículas y toda esa vida se dividía, a su vez, para participar en la creación.
Una cosa surgía a partir de otra, cada chispita de Dios volvía a entregarse a la otra, participaba en el plan de la creación y evolucionaba.
Después fuimos planeando de nuevo hacia la tierra.
Allí, como fogonazos, estuvimos siguiendo los grados de vida para los animales y las plantas, vivimos todos estos milagros de Dios en el espacio, para regresar después a las esferas de luz y volver a procesar todo esto.
En todos los estadios materiales y espirituales, conscientes e inconscientes, había llegado a familiarizarme con las revelaciones de Dios.
Ahora comprendía a los árboles, a las flores, a las plantas y a los animales.
Conocía el nacimiento de toda esta vida en todos esos miles de millones de grados.
Entonces me entendí mejor a mí mismo, así como los poderes y las fuerzas sorprendentes que había recibido como ser humano, y tuve que dar fe:
¡El milagro más poderoso en el espacio divino es el ser humano!
Pregunté a mi maestro:

—¿Qué puedo hacer ahora, maestro?
—Venga conmigo, hermano mío.
Daremos un paseo.
Primero llegue a conocer todo lo de su propia vida.
Ahora seguiremos la vida de la primera esfera, esto también lo tiene que conocer y asimilar.
Después podrá hacerme de nuevo preguntas sobre este problema y tal vez ya sabrá usted mismo lo que irá a hacer para esta vida.
Dimos un paseo por la primera esfera.
Fui haciendo preguntas por el camino que me respondía mi maestro.
Ahora veía de otra forma las moradas espirituales.
En realidad, ¿qué sabía yo de ellas?
Eran un reino en sí.
Y en ellas residía un ser humano.
¿Cuáles eran sus sentimientos?
Pensé en todas esas esferas de felicidad, pero no las entendía.
Pensaba en muchas cosas a la vez, pero no lograba entrar.
Y aun así quería saber todo al respecto, porque formaba parte de mi esfera y de mi conciencia.
En realidad, ¡cuántas cosas me quedaban por aprender y qué poco había hecho todavía por los demás!
Tenía que aceptar que todavía no estaba listo para los demás.
Dije a mi maestro:
—Maestro, siento que tengo que despertar en todo esto.
Conozco miles de milagros de Dios, pero aquí vuelvo a estar ante innumerables nuevos milagros.
También una morada espiritual es un milagro sagrado.
Quiero hacerme consciente en mi propio mundo.
¿Puede ayudarme?
—Eso es, hermano mío, hágase uno con su propio mundo.
Muestre voluntad de saberlo todo al respecto y recibirá el reino de Dios.
—¿Cómo surge una morada astral, espiritual, maestro?
—Le haré vivir este milagro.
El maestro se sentó.
Percibí que alrededor de él hubo algo que empezó a densificarse.
Vi la irradiación propia de mi maestro y esta se densificó ante mis ojos.
Su ser completo estaba casi blindado por este fluido y entonces mi maestro desapareció ante mis ojos.
Se había formado un firme blindaje, vi cómo la morada espiritual empezó a crecer y a formarse.
Me encontraba al lado de mi maestro y no dejé de seguir este milagro.
Entonces preguntó:
—¿Ha podido usted seguir la densificación de mi morada en esta esfera?
—Sí, maestro, pero ¿cómo surge este blindaje?
—Por mi propia voluntad, amigo mío.
Lo hago concentrándome.
Pero así no sabes nada todavía.
Cuando hayas alcanzado la primera esfera y quieras tener un lugar para descansar Dios te elevará en Su vida.
Debido a que voy a sintonizarme con el descanso, se me escapa como un flujo la fuerza vital que de otra manera seguiría formando parte de mi propia vida y personalidad.
Ahora quiero pensar, quiero desarrollar mis aptitudes en algo y meditar.
Y, mira, si me sintonizo con esto por completo, mi irradiación me blindará ante toda la demás vida de Dios.
Todo lo que vive en mí está formando y creando.
Cada rasgo en mí crea un blindaje propio.
Si me inclino por el arte, entonces esos rasgos decorarán mi morada espiritual.
Si mi oración está sintonizada por completo con el espacio y las leyes de Dios, construyo un templo.
La fe y el amor crean, lo mismo que la entrega; en resumidas cuentas: todos los rasgos que forman parte de su personalidad van construyendo su morada espiritual.
Puedo construir mi morada donde yo quiera.
Hay muchas moradas en el paraíso de Dios, hay lugar para cada una de Sus criaturas.
Eso Dios lo puso en nuestras manos.
¡De esta forma creó el universo!
Nosotros hemos traído nuestra vida a este grado de vida, a este estadio espiritual, pero ¡todavía tenemos que seguir!
Millones de almas en este lado todavía no tienen tiempo para descansar, toda esa vida quiere seguir, quiere elevarse más para alcanzar la cuarta esfera.
Muchas se preparan para servir en la tierra la vida de Dios; otras meditan en su propia morada y después comenzarán con una tarea que les encomendarán los maestros de la esfera.
—Así que, maestro, cuando el ser humano descansa se anula por completo, ¿verdad?
—¿Piensa usted sobre la vida, sobre ese ser humano cuya vivienda ve allí delante de usted?
—Sí, maestro.
Mi mirada se había posado sobre una morada astral, también vi a su propietario y pensé en él.
¿Qué hacía ese hombre allí?
¿Aprendía algo?
Me surgían muchas preguntas.
Tenía ganas de verlas todas respondidas, porque comprendía que no podía estar en mi propio estado de forma consciente antes de saber todo lo de mi esfera.
Pregunté:
—Me están entrando sentimientos, maestro, que me dicen por qué esta alma ha construido aquí una morada propia.
¿Puedo aceptar estos sentimientos?
—Siempre tienes que aceptar lo que te entre.
En esta esfera la mentira ya no puede mancillarte.
Eso en la tierra y en otros espacios sí es posible; en la primera esfera estarás libre de mentiras y engaños.
Si quieres saberlo todo sobre tu propia esfera, puedes sintonizar con ello y te hablará la vida, te contará cómo surgió ella y en qué estado te encuentras.
Lo que sientes es muy claro y veraz.
Ahora estás hablando con la vida de Dios, como lo hice yo.
Asimilarás este espacio.
Toda esta vida quiere que uno se le acerque con amor inmaculado.
Y este amor lo puedes vivir y recibir.
Tu propia vida quiere saber ahora.
Tú, como la personalidad, pregunta, quiere saber cómo surgió esta vida.
Ahora no tienes tiempo para descansar, pero otras almas sí.
Viven sus propios deseos y a veces son leyes, las revelaciones de Dios.
Esta alma, aquí delante de ti, está esperando.
Esta alma piensa y se prepara para un estado que recibirá luego.
Tu vida pregunta y quiere asimilar el espacio de Dios.
Esta alma vivirá la santidad del amor, el ser uno espiritual en esta esfera, el reino de Dios.
Estás de viaje y millones de personas contigo, todas quieren despertar.
Esta alma está despertando en la propia existencia y se entrega por completo a Dios.
Quieres saber cómo ha nacido toda esta vida y lo que hará luego esa alma también.
Ni un solo ser humano es en el fondo igual en nuestra vida, todos nosotros tenemos otros deseos y solo podremos vivir esos en particular.
Aun así vivimos las leyes de Dios tal como Él lo quiere.
La primera esfera, pues, te dice que tú mismo tienes que llegar a conocerte y solo después toda la demás vida en tu propio entorno.
Ya ves qué estudios tienes que seguir.
Esta alma espera la vida que luego entrará aquí.
Esta vida espera el alma gemela.
Esa felicidad se puede recibir en la primera esfera.
Esa vida ha erigido por eso la morada y quiere recibir allí su amor inmaculado.
Ambos trabajan en esta posesión divina, él en este lado y ella en la tierra.
Juntos se han ganado su santidad.
Tu camino, sin embargo, es diferente, ahora sigues todas las leyes de Dios, y en ellas despertarás.
Este ser humano vivirá luego con su alma gemela el espacio y entonces la convencerá, tal como lo hago yo, del Omnipoder de Dios.
Entonces ambos irán de viaje, uno de centenares de años según cálculos terrenales, ayudan durante el camino donde donde pueden ayudar y así toman posesión de los primeros tres grados de vida de este universo.
Lo que esto quiere decir y significa es algo que no se puede contar, lo tienes que poder vivir.
Tú lo has vivido, pero vivir aquello es aún más profundo cuando lo hacen almas gemelas.
Juntas siguen todos los grados de vida cuyas leyes te expliqué, tanto tiempo hasta que hayan adquirido esta conciencia.
Ahora están abiertas a toda la vida de Dios en su propio mundo.
Están listas para empezar un estudio y lo completarán.
Así es como alcanzarán la cuarta esfera.
Lo que aprenden ustedes ellas también lo asimilan.
Pero lo hacen juntas.
Solo ustedes, por no estar listas para este amor, porque sus vidas están llenas de estudio.
No se erigirán ninguna morada espiritual, porque todavía quieren estar en todas partes para aprender.
Esta alma espera ahora y pronto se irá para ir a recoger en la tierra la que es su alma gemela.
Dos almas representan el espacio de Dios.
Dos seres humanos, hermano mío, como hombre y mujer, ¡cargan la creación entera!
Dios ha creado el universo para estas dos almas.
Todo esto lo llegarás a conocer, las leyes de tu propia vida lo convencerán.
Y además seguirá aquello de lo que su vida es consciente; todo lo demás todavía no puede hablarle a su grado de conciencia.
Lo que está llegando a conocer en estos momento es la percepción en sí de su grado de vida.
Y de eso tiene que saber todo y hacerlo suyo; antes de eso no podrá considerarse listo para una tarea espiritual.
Esas son las leyes de Dios que tiene que asimilar todo lo que vive en el espacio, porque por medio de ellas ¡regresamos a Dios!
Cuando esté listo con eso, hermano mío, vendrá lo otro, lo más elevado y sagrado que Dios le puede dar como ser humano.
Entonces vivirá usted el milagro cósmico, el amor más elevado e inmaculado, la vivencia de su propio grado de vida; entonces llegará a estar, como una persona consciente, frente a su alma gemela.
Ver eso, poder vivir lo más sagrado en el espacio, poder descender en esa vida como madre es para esta vida como tener las “grandes alas” para esta vida, y ¡significa que se ha depositado en sus manos el espacio de Dios!
De modo que solo quienes quieran meditar o descansar de verdad erigirán una morada espiritual; la demás vida de Dios vive millones de grados de vida en el espacio de Dios y los asimila para recibir después lo más sagrado de todo para nuestra vida, que es ¡el amor entre almas gemelas!
Entonces surgirá esta incidencia, que partirá entonces de ustedes mismos.
Todo pensamiento crea y forma.
Pero es usted como la personalidad quien predomina en su propio mundo existencial.
Esto puede producirse por la conciencia adquirida, puede vivirse en el propio grado y en la esfera en la que tiene sintonización.
Lo más pequeño de sus vidas llega a crear de forma espiritual.
En nuestra vida todos estos rasgos de carácter se han desarrollado de forma completamente espiritual.
Eso no podemos decirlo en nuestras vidas en la tierra, allí hay numerosos rasgos que requieren ser desmantelados; en su lugar llega a haber los grados espirituales para cada rasgo.
¡Es la concienciación de la personalidad y en este lado se entrega todo lo que se tiene por ella!
Cualquier acto bueno de quien es el alma gemela de aquel ser humano allá y que ahora todavía vive en la tierra, también crea y contribuye a construir esta morada.
Ambas entregan, por tanto, su personalidad entera para esta morada.
Que hayan alcanzado este despertar, hermano mío, es algo que han podido asimilar en muchas vidas.
Eso no se puede alcanzar en una sola vida terrenal.
—¿Y si esa mujer en la tierra perteneciera a otra persona, maestro?
—Querido hermano mío, en este lado no conocemos a otra persona, no puede cambiarse nada en las leyes de Dios.
Pertenece a quien es su alma.
El organismo terrenal no es una posesión para este mundo.
¡Es el alma!
El alma tiene su significado de eterna duración, ¡no el organismo!
El alma recibe y tiene que recibir lo que le pertenece.
Aquello que me pertenece y que Dios me dio en la luna no puede ser de otra persona; lo que Dios me dio regresará a mí en la primera esfera y juntos continuaremos.
Ahora espera todavía a quien sigue en la tierra y que pertenece allí a otra persona, pero su vida interior le pertenece a él y la suya a ella.
¡Es un solo mundo!
¡Representan el universo!
Han asimilado todos los grados de vida en este espacio.
En la tierra se ama el organismo; nosotros, en cambio, amamos la vida interior.
¡Es la voluntad de Dios!
Esa otra personalidad se preparará para este lado.
Además de la propia conciencia, Dios dio a todo lo que vive la otra; ambas son de un solo color, son completamente iguales en sentimiento y pensamiento, y santificadas en el amor.
Algún día se encontrarán en el espacio y entonces vivirán su felicidad espiritual, cósmica o divina.
Eso el ser humano lo recibirá después de la muerte y es un poderoso milagro.
—Pero cuando esa vida del alma esté lista y la otra en la tierra no, maestro, entonces ¿qué?
—Entonces no es posible ninguna conexión espiritual, amigo mío.
¿Cómo quiere sentirse esta vida lista si las leyes no hablan al interior y a la personalidad?
—¿Quiere decir usted que las leyes para este estado han llevado a ambas a este despertar?
—Justo, así es.
Él ya sabe que ella vendrá, ella en la tierra está deseando, aunque no sepa que su alma gemela la esté esperando.
No tienen un contacto espiritual, pero eso también es posible.
—Usted sabe eso de él, maestro?
—Esta sabiduría la leo en su aura, hermano; su morada espiritual, todo lo que posee aquí, me lo puede contar.
¡Veo en su vida!
Esta vida habla a la mía porque tengo otro grado de concienciación más elevado.
Pero para usted también es posible.
Esta alma reside muchas veces en la tierra y le ayuda a ella allí para llegar al despertar espiritual.
Está completamente listo para ayudarle.
Él era un médico durante su vida en la tierra.
—¿Puede usted percibir toda esa sabiduría vital, maestro?
—Si es que se lo acabo de decir: lo veo por su aura vital, hermano mío.
Esta sabiduría la irradia su personalidad.
Seguramente que habrá comprendido que en este lado ya no podemos ocultarnos nada.
—Que sorprendente, qué poderoso es todo, maestro.
Y ahora las personas, maestro, que no tienen este amor, ¿cómo son sus deseos en este lado?
—Esas almas todavía tienen que despertar entonces para el inmaculado amor espiritual.
—Una sola alma en el espacio pertenece por tanto a nuestra vida, maestro, y ella es lo más sagrado que recibimos en este lado.
—Ciertamente, hermano mío, quien ame de verdad espiritualmente ya no puede amar la vestidura material.
En este lado el alma recibe la propia vida; la otra alma con quien Dios nos ha conectado portará esta vida a través de todos los grados de vida de Dios y estará lista para comprenderla, amarla en todas estas fases de vida, para que pueda despertar el estadio elevado para ambas.
Pero quien ame todavía materialmente no se encuentra abierto ante esta felicidad divina y esto que es espiritualmente inmaculado.
Aun así el ser uno de dos seres humanos en la tierra es sagrado para la creación divina cuando sienten, aman y comprenden su propia vida y la del alma que es atraída; de lo contrario el ser uno sería basto material y no tendría nada que ver con esta santidad.
¡Todo ser humano tiene que despertar para estos grados de vida, para este amor espiritual, forma parte de nuestra vida y de la toma de posesión de la primera esfera!
—¿Dice usted que ella entrará aquí en breve?
—Ese ‘pronto’, hermano mío, será dentro de unas semanas según el cálculo corporal.
Entonces morirá allí, para que el alma pueda seguir en esta vida.
Esta alma será recogida por su alma gemela, Dios les dio esta gracia, pero la han asimilado en la tierra en muchas vidas.
Se han encontrado durante muchas vidas, para volver a separarse, pero después de esta vida seguirán en este lado y aquí se reconocerán.
¡Aquí tomarán posesión de su amor que durará eternamente!
—Es tan esperanzador, tan poderoso, maestro.
—Y sagrado para nosotros como seres humanos.
Si se nos concede recibir esta santidad significa que hemos alcanzado la conciencia de la primera esfera y que ya estamos sirviendo, que estamos abiertos para toda la vida de Dios, por lo que podremos despertar para el ascenso ulterior.
Así el alma podrá mover montañas y jamás estará desprovista de alma infundida.
Dios creó el cielo y la tierra para nosotros como hombres y mujeres; nosotros cargamos y representamos el cosmos, ¡como almas gemelas!
Portamos el espacio espiritual y material, y toda la vida en la tierra como ser humano tiene que asimilar esta sintonización.
En la primera esfera podrán percibir qué felicidad le espera al ser humano después de la muerte material.
¡Y esto es así para la masa y para la humanidad entera!
—Qué grande es Dios por darnos toda esta santidad.
—Dios es amor, lo es en todo.
Para Dios no existe la disolución, todo lo que vive en el espacio regresará a Él.
¡Dios siempre fue amor!
Pero ¿cómo hemos entendido estas leyes de Dios en la tierra?
En nuestras vidas allí no fuimos conscientes.
¿Hemos tenido respeto por toda Su vida?
Por tanto, la vida del alma tiene que despertar para estos grados de vida, solo entonces sigue el ascenso consciente en el espíritu.
Es cuando el ser humano tiene que conocerse a sí mismo y dominar el “yo malo”, lo conducirá a las leyes visibles e invisibles en este espacio que nos fueron regaladas en la luna.
Si seguimos estas leyes de Dios, construiremos un templo, para nosotros mismos y los demás, en esta y otras esferas donde podremos recibir la vida.
¡Llegamos hasta ese punto por servir la vida de Dios!
Toda la vida en esta esfera, hermano mío, le ayudará en eso.
Así es como accederemos a los cielos superiores.
Comprendí a mi maestro; una morada espiritual me parecía un milagro sagrado.
Y esta cosa sorprendente formaba parte del ser humano.
Esto era su propia posesión, de modo que estas almas habían llegado hasta este punto, querían emprender el camino juntos.
Yo albergaba el gran deseo de que se me concediera conocer todo de esta vida.
No encontraría el descanso si me sentara esperando a que viniera mi alma.
¿Dónde vivía mi sintonización vital propia, mi alma gemela?
Tenía que estar presente en este espacio.
Pero ¿dónde?
Todavía no sentía ninguna necesidad de verla, pero sí sentía que luego esta santidad vendría a mí.
Quizá viviría todavía en la tierra y podría ayudarla desde este mundo.
“En la casa de Mi Padre hay muchas moradas”.
Aquí había llegado a conocer y a comprender la verdad de estas hermosas palabras.
En mi vida entró gratitud y la disposición de inclinar la cabeza ante Dios.
Pensé: ‘¿Qué se sabe de esto en la tierra?
¡Pobre humanidad!
Después continuamos.
Mirara donde mirara había templos y moradas espirituales.
Unos seres humanos habían avanzado más que otros.
¡Qué posesiones!
¡Qué poderoso me parecía todo!
Mi maestro me llevó al arte espiritual.
Vi muchos maestros reunidos, trabajando.
Entre ellos había quienes se preparaban para llevar arte a la tierra.
Cuando lo hubimos percibido viví cómo se erigía un templo en este lado.
Esta construcción era creación propia.
Existía por las fuerzas de maestros más elevados.
En esta vida se construían tempos del mismo modo en que se erigía una morada espiritual.
Sentí la infinita profundidad de todos estos edificios.
Aquí toda la vida de Dios adquiría la forma y el color por las leyes de este mundo, que el ser humano, sin embargo, había sabido asimilar antes.
La primera esfera y todos los cielos más elevados habían sido construidos así.
Se me concedió admirar una arquitectura sorprendente.
En las esferas todo era artístico, inmaculado y natural.
Eran milagros espirituales y formaban parte de esta vida.
Me arrodillé para dar gracias a Dios por ser parte de la vida.
Como chispa de Dios formaba parte de toda esta santidad.
Yo era el milagro más elevado, porque como ser humano ¡yo era como Dios!
¡Entre todos estos milagros viví mi despertar espiritual, mi sentimiento y pensamiento y la toma de posesión de toda esta santidad!
Pasaron años.
En ese tiempo llegué a conocer toda la vida en este lado.
Ahora comprendía el firmamento material y sabía cómo había surgido.
Ahora comprendía cómo todos estos millones de almas habían recibido sus hermosas túnicas que irradiaban luz, y cómo podía ser que todas estas túnicas representaran la posesión del ser humano.
De tiempo en tiempo también regresaba a la tierra para hacer diferentes comparaciones entre nuestro mundo y la vida terrenal, por lo que mi vida se fue ampliando.
En mi vida había entrado la posesión de la primera esfera, ahora toda esta santidad me pertenecía.
Y mi deseo fue creciendo; a medida en que me fui conociendo a mí mismo y toda la vida de Dios, quise empezar a hacer algo por las leyes de Dios y toda esta vida, quería entregarme por completo, ¡quería servir!
Todavía no sabía quién era mi maestro en realidad, pero también eso sería revelado a tiempo.
Pregunté a mi maestro:
—¿Qué puedo hacer ahora por la vida de Dios?
Quisiera entregar mi propia vida por todo lo que he recibido de Dios, aquí y en la tierra.
Mi gratitud por lo que se me concedió recibir y llegar a conocer rozó la profundidad de esta vida.
Ahora me gustaría recibir una tarea, maestro.
Mi maestro no me hizo esperar y respondió:

—Trabaja por el despertar de la humanidad.
—¿Cree usted que debo volver a la tierra?.
—¿No es la madre tierra, hermano mío, cuya vida fue mancillada por nosotros?
¿No tenemos que recurrir entonces a todas nuestras fuerzas para llevar la conciencia espiritual también allí?
Si usted quiere alcanzar las esferas más elevadas, trabaje entonces para la humanidad.
Regrese a la tierra y enciérrese en el ser humano, intente asimilar todas las leyes físicas y psíquicas para la vida en la tierra y esta vida, porque luego los maestros lo necesitarán a usted.
¡Entonces recibirá una tarea!

Prepárese para ese trabajo grandioso.
No se quede al margen, entre en las leyes de Dios, conozca los grados de vida materiales y los dones espirituales y asimile esos milagros.
Siga todo lo que esté sintonizado con esta evolución.
Mire en la tierra cómo la gente ha comprendido la vida en el espacio.
Siga allí todo lo que forma parte del despertar espiritual y siga a quienes se destruyen a ellos mismos, conozca todos los grados de vida inconscientes.
Parta desde el grado preanimal al espiritual, viva esos grados de forma material y además espiritual, pero en el ser humano, y compárelos con su propia conciencia.
El ser humano en la tierra se va a pique por las desgracias que ha creado él mismo.
Todos nosotros estamos de camino para hacer que eso mejore, cualquiera que desee servir y sintonizar con las leyes de Dios ¡tiene que ayudar!
¡Hágalo por la madre tierra, ella le dio todo!”.
Me despedí de mi maestro.
En la tierra viví todo lo que conoce y posee el ser humano, y lo que todavía no conoce o siente.
Descendí en la ignorancia terrenal, en la ineptitud y las desgracias.
Ahora veía de otra forma miles de problemas de la tierra.
Desde esta vida pude seguir millones de estados humanos.
Llegué a conocer y comprender todo en torno al nacimiento, también sobre la atracción de la vida del alma y del proceso de morir.
Me atraía el sufrimiento humano.
Observaba cómo las enfermedades destruían todos esos preciosos organismos.
Así es como desperté espiritual y materialmente.
Unos siglos después regresé a mi maestro.
Me aceptó como antes y preguntó:
—¿Ha visto usted lo que necesita la madre tierra?
¿Ha visto cómo se pueden resolver todas esas desgracias?
—Sí, maestro.
—¿Ha podido constatar también de qué modo tiene que despertar la humanidad?
—Eso también lo he llegado a conocer en la esfera de la tierra, maestro.
—¿Ha comprendido que nosotros como seres humanos poseemos fuerzas y poderes de los que la tierra no sabe nada?
—Estoy convencido de ello, maestro.
—¿También sabe que esas desgracias han surgido por nosotros?
—Eso también lo he tenido que aceptar, maestro.
—¿Entiende, hermano mío, que el despertar espiritual brindará el paraíso a la humanidad?
—Sí, maestro, y eso es a lo que me quiero entregar completamente.
—Ayudaremos a la humanidad, millones de personas ya están de camino, junto a nosotros, y entregan todo lo que tienen para alcanzar esa meta.
Se traerán milagros a la tierra, milagros espirituales que nos fueron dados por los maestros más elevados en este lado.
Así es como despertará la humanidad.
La madre tierra necesita estos tesoros espirituales.
Nosotros, sin embargo, seguimos otro camino y servimos al ser humano interior.
Terminaremos nuestro trabajo con la ayuda de Dios.
Pasarán siglos, pero ¡el Siglo de Cristo está por venir y estaremos a su servicio!
—Quiero servir, maestro, deme esta gracia, le prometo que no perderé ni un segundo y que me prepararé para esta tarea.
He conocido a Dios; me despertaron los milagros materiales y espirituales.
¿Puede aceptar esto de mí?
Quiero seguirle en todo, maestro.
Quiero asimilar lo que estas dos almas ya poseen, porque me las encontré en la tierra.
Se me concedió intuir su felicidad y entonces incliné la cabeza profundamente ante este amor inmaculado, ante toda la santidad de sus vidas.
Ahora van viajando por el espacio divino y ayudan donde haga falta; mientras tanto profundizan en las leyes de Dios, sienten cómo despierta en ellos una sintonización tras otra, lo que se me ha concedido observar con mis propios ojos.
Su morada espiritual ha sido disuelta ahora, maestro, esas leyes también las he llegado a conocer por estas almas gemelas, pero ¡eso me despertó!
“Todo esto es envidiable, hermano mío, para quienes se comprendan a sí mismo, porque es por esto que en este lado ascendemos.
Ahora puedo convencerlo de las otras leyes de esta vida.
Después de esto comenzará con su tarea para los maestros, y entonces la humanidad entrará en el Siglo de Cristo.
Yo también sirvo a los maestros y a mi Padre en el cielo.
Todos nosotros convenceremos a la humanidad en la tierra de nuestra pervivencia espiritual y eterna.
Llegará a conocer lo que Dios y los ángeles quieren generar para la humanidad terrenal durante nuestra existencia.
El poderoso objetivo es elevar a la humanidad en nuestra propia vida.
En este instante voy a convencerlos del reino de Dios en la tierra y así aprenderán lo que estuvimos viviendo en las esferas de luz en cuanto a revelaciones.
Verá milagros, hermano mío, revelaciones técnicas que se llevan a la tierra.
¡Esos milagros son para el Siglo de Cristo!
Y usted no está esperando, ni tampoco ambas almas que se le concedió conocer; ellas también sirven toda la vida de Dios.
Pero él luego regresará a la tierra para volver a nacer, ambos han recibido una gran tarea.
Él despertará en la tierra como erudito y se entregará a sí mismo y su sagrada posesión a la humanidad sufriente.
Así que también ellos se preparan para su tarea, él como médico en la tierra; ella seguirá en este lado y desde aquí le infundirá alma.
¿Entiende, amigo mío, lo que hace falta para esto?
Se despedirán entonces por una sola vida, pero la unión espiritual vivirá en un lugar hondo de su interior, no habrá nada que pueda separarlos por la fuerza.
Él creará en la tierra, la tierra recibirá por él medicamentos para liberar a la humanidad sufriente de su dolor y pena, de sus sufrimientos.
Esa es su tarea vital y la de otros.
Después mi maestro me condujo al templo de los médicos.
Lo que viví allí son futuros milagros.
Los recibirá la madre tierra.
Forman parte del Siglo de Cristo y son para el reino de Dios en la tierra.
Los recibirá la humanidad sufriente, pero se elaboraron en este lado.
Estos milagros técnicos no solo son para la vida orgánica, sino, además, para el interior, para la concienciación espiritual.
¡Me vi ante el Siglo de Cristo, grandioso y vivo, fuerte y veraz, infalible y con alma infundida por Dios!
Si esto lo puede saber la humanidad —según sentí— ¡tiene que venir forzosamente el despertar espiritual!
Mi maestro me dijo:
—Hay que ayudar a los enfermos, ya comprenderá usted que hasta ahora no ha sido posible.
Pronto comenzaremos con eso en la tierra y allí usted lo contará.
Le ayudaré con eso, tenemos que prepararnos juntos para esos tiempos, para el Siglo de Cristo.
Estimado lector, estimada lectora:
en el Siglo de Cristo las enfermedades de la tierra tendrán que disolverse; de lo contrario nunca habrá felicidad en la tierra.
Así lo quiso Cristo y para eso murió.
Los maestros técnicos y otros eruditos ya viven en la tierra, esas almas han recibido la nueva vida terrenal para estos milagros espirituales.
Muchas ya comenzaron con su tarea, otras todavía se encuentran en el mundo de lo inconsciente y esperan el nacimiento.
Tienen que llevar a cabo una tarea grandiosa para el Siglo de Cristo.
¡Para Dios todo es posible!
¡Esa gracia Él se la brindó!
Y todos esos milagros están listos en este lado.
Son instrumentos técnicos por los que se disolverán todas las sustancias maliciosas en el organismo humano.
Cuando el ser humano sea conectado con ellos tendrán que desaparecer todos esos horribles fenómenos.

Es el instrumento más poderoso que se pueda brindar jamás a la tierra.
Otros instrumentos, en cambio, tienen un significado espiritual, pero ¡todos son milagros para el Siglo de Cristo!
¡Así lo quiso Dios!
Cristo entregó Su vida por ello, pero ¡a ustedes se lo trajo esta guerra!
Solo ahora se pueden traer estos milagros espirituales a la tierra, porque ¡es ahora cuando la humanidad llegará a la unión espiritual!
Ya pueden percibir ustedes los fenómenos de eso en la tierra.
Conocen las enfermedades de la tierra.
Todas las enfermedades existentes están, sin embargo, en manos de los maestros astrales, es decir: en este lado se ha hecho un fantástico estudio de ellas.
Su estudio terrenal no es más que la sombra del espiritual, y eso se lo quiero explicar y demostrar más adelante.
Lo que ustedes poseen en la tierra ha sido obtenido por este mundo.
El otro lado lo trajo a la tierra, el otro lado creó la sociedad de ustedes, el lado vive y piensa para la humanidad, porque ¡Dios quiere que todo lo que vive le sirva a Él!
En la tierra llegué a conocer todas esas enfermedades, mi maestro me envió para ello de vuelta y yo me encerré en los enfermos de ustedes y ayudé donde pude.
En la tierra y en este lado he aprendido cómo los maestros llevaron estas enfermedades a las esferas de luz; también se me concedió estar presente en esos estudios espirituales, para que les pudiera hablar de ello.
Esto forma parte, como todo lo que se les ha dado, del Siglo de Cristo, de eso ha hablado la Biblia.
Les entrará el pensamiento de que no es posible hacer disolver todas las enfermedades de la tierra.
Nosotros les decimos: ¡Dios nos dio la gracia para ello!
Dios dio esa fuerza a los maestros.
Ahora es posible, es ahora cuando la humanidad ha llegado a ese punto, ¡se ha liberado del mal apabullante, asfixiante, horrible y del desmantelamiento preanimal!
Dios es Todopoderoso, Dios ama a todas Sus Criaturas por igual en el Omnigrado, esta sabiduría astral se ha experimentado donde vive Cristo y donde millones de almas han aceptado la vida divina.
Ha surgido a partir del principio divino y fue transmitida, mientras tanto, a los demás grados de vida cósmicos, a los que también pertenece la madre tierra.
Para eso murió Cristo.
Para eso entregó Su conciencia divina.
Creó estos milagros con otros.
Todas estas almas vivieron un día en la tierra.
Así que conocen las desgracias, el dolor y la pena del ser humano terrenal, saben hasta dónde han llegado la madre tierra y sus hijos para la concienciación espiritual.
Es más, conocen la vida en la tierra en todos los grados, porque ellos mismos contribuyeron a construir la sociedad de ustedes y esta poderosa felicidad; también ellos atravesaron las tinieblas hacia a la luz.
Estas almas que ahora han alcanzado el Omnigrado divino conectaron con los maestros más elevados de las esferas, y por este contacto estos pudieron empezar a construir los instrumentos.
Y ahora que todo está listo y espera el nacimiento terrenal llegamos nosotros como los enviados de Dios hasta ustedes para hablarles de ello y profetizarles esos milagros.
Una tarea celestial para la que mis hermanos y yo nos fuimos preparando y para la que hemos entregado nuestras vidas.
No hay enfermedad en la tierra que los maestros no conozcan de este lado.
Son muchas.
Dios nos dio Su propia vida y sabiduría; aun así, sabía que la vida en la tierra se olvidaría de sí misma.
También sabía, sin embargo, que Sus hijos entrarían a la luz conscientemente a través de las tinieblas.
Dios quiso que el Siglo de Cristo recibiera milagros que harían que se disolvieran las enfermedades convocadas por la evolución del ser humano hacia la conciencia espiritual.
La humanidad irá construyendo su yo mejor en el Siglo de Cristo y asimilará la vida y concienciación de Cristo.
Es cuando las vidas de ustedes en la tierra empezarán a significar algo.
Cristo dijo: “La humanidad vivirá milagros en Mi tiempo”.
Esos milagros vendrán luego a la tierra.
La criatura de la tierra que abandonó la vida material y que despertó en este lado regresa de nuevo allí para llevar allí los tesoros celestiales.
Esa criatura consciente sirve ahora a la masa y a la humanidad.
Esto se ha hecho posible debido a que a lo largo de los tiempos millones de almas entregaron sus vidas en las hogueras y en las fosas de los leones.
Dieron sus posesiones espirituales, lo más hermoso y lo más sagrado de ellos mismos, el amor que sentían por toda la vida de Dios en el espacio inconmensurable en el que vivían.
Todas estas almas son ahora ángeles en el espíritu, ellos dieron sus fuerzas por estos milagros de los que se me ha concedido hablarles.
Ustedes recibirán esos milagros por medio de ellos, para que adquieran la concienciación espiritual, que hablará de forma santificadora a sus vidas y que hará posible la resurrección de ustedes y los suyos.
Estamos completamente convencidos de que ustedes, con esta conciencia, se harán queridos entre quienes los rodean y que todos esos grados de vida los llevarán en palmitas.
Entonces las esferas de luz también estarán abiertas para ustedes y podrán entrar en la santidad que estableció Cristo y por la que Él también sangró en el Gólgota.
“Oh, Dios mío”, así rezo con ustedes, “permíteme que se me acoja en las leyes trascendentales de Tu vida, que se me conceda vivir Tu inconmensurabilidad.
Dame, como Tu criatura, el saber espiritual para que pueda servir y también se abra mi vida en todos los estadios creados por ti”.
Ahora aprenderán ustedes estos milagros espirituales.
Vengan con nosotros, dicen los maestros en este lado.
Les pido: vayan con quienes están preparados en dar calor a sus vidas.
Ellos quieren servirles, quieren elevarlos en su inconmensurabilidad y hacer que vean, para que algún día puedan decir: “¡Sé!”.