En el templo de los médicos

En la primera esfera se levanta un edificio majestuoso, erigido en mármol níveo y es allí donde los eruditos completan sus poderosos milagros para los pueblos de la tierra.
Puede llegarse a él desde el este y el oeste, desde el sur y el norte, muchos caminos los conducirán al templo.
Fue voluntad de Dios que se erigiera esta poderosa construcción.
La finalidad para la que serviría el templo se recibió desde el Omnigrado y la primera esfera llegó a conectarse así con la madre tierra.
No hará falta que la humanidad piense jamás que está sola; todos los cielos, cada alma contribuye a construir el despertar espiritual de ustedes.
El templo está completamente abierto, porque en las esferas no hay nada que esté cerrado para la vida de Dios.
Esta, como ser humano, no tiene nada que ocultar en este lado.
En la primera esfera cada persona es consciente y cualquiera puede intuir la otra vida.
Esa unión se ha alcanzado sirviendo.
El ser humano sabe que Dios es amor y cómo se alcanzan las esferas más elevadas.
Aquí se siente la sintonización en sí y se desciende en la otra vida, porque el alma ha construido el ser uno más sagrado de todos.
Todos los edificios aquí nos reclaman entrar y conocer su sabiduría y asimilarla.
Sobre una plataforma elevada, muy por encima de todo, como símbolo del amor servicial y del sacrificio, está el Templo de los Médicos.
Allí entraremos.
Delante de la entrada vemos una fuente, que irradia sabiduría, fuerza y amor y que nos pregunta si también nosotros tenemos esos rasgos.
De lo contrario no es posible acercarse a esto que es inmaculado, nuestra propia vida nos para los pies de forma espiritual.
Este producto espiritual dice a nuestra conciencia que ama toda la vida de Dios y que entrega todo lo del propio yo.
Es una seña silenciosa; una seria advertencia, sin embargo, para nuestra personalidad.
Partiendo de ella podemos poner a prueba nuestra vida, esta fuente habla a la vida interior.
Tenemos que despertar para estos rasgos.
Quien quiera saber más de este edificio y quiera entrar en comunicación con los maestros, tiene que inclinar la cabeza y tomarse a pecho el mensaje que encarna la fuente.
Este mensaje espiritual es como una oración de las esferas, está sintonizada con todas los gradas en el espacio que hemos llegado a conocer desde nuestra vida.
La fuente habla a la vida nuestra y la de su vida, Cristo vive para esta fuente, porque es la sabiduría, la fuerza y el amor por el que se ha glorificado la madre tierra.
Ahora vivimos en los alrededores inmediatos de los maestros.
Luego nos encontraremos con ellos y entonces estaremos ante los futuros eruditos de la tierra.
En este templo viviremos milagros.
Poderosas columnas sustentan el edificio y tienen, como todo aquí, un significado espiritual.
Son columnas con ingeniosas esculturas, igual que las que se pueden ver en los templos egipcios.
Aquí cada una de ellas representa a un maestro que ha dado sus fuerzas al templo y con las que este se levantó.
Si saben leer la escritura pictográfica, comprenderán la vida del maestro.
Estos columnas representan la sabiduría superior, las esferas en las que viven estos maestros y con las que están sintonizados.
Estas almas conscientes cargan el templo, este edificio se levantó por su irradiación.
Otros templos, donde los artistas viven su sabiduría, han sido levantados por estos, a su vez, así que forman parte de su concienciación.
Así es como cada templo en nuestra vida tiene un significado propio.
Para nosotros cada columna vive, y puede hablar a nuestra conciencia.
Si somos capaces de entregarnos, entonces el maestro nos eleva en su propia vida y recibimos su sabiduría vital.
Esta gracia la comprendemos por el amor, la fuerza habla a nuestra vida de diferentes formas, lo que cambiará nuestra conciencia.
Si llegamos a ser uno con un maestro, entonces esta esfera más elevada hablará sobre toda la vida de Dios y del modo en que él alcanzó esa esfera.
Es elevarse de forma espiritual a un estado superior que rige a toda la vida en la primera esfera que quiera asimilar lo inmaculado.
Es cuando el maestro habla del propio despertar, de las ciencias por las que se ha entregado y de cómo se puede vivir esa sabiduría.
Es el ir de la mano de forma pura a través del espacio de Dios, lo cual nos llega a través de la meditación.
Es por eso que vemos a mucha gente postrada, meditando; están viviendo el estado de elevación y se disuelven por completo.
No se les molestará en nada, esta conexión es sagrada.
El ser humano yace en plena entrega para recibir, miremos donde miremos.
Eso en la tierra no se puede vivir, sus edificios son materialmente conscientes, ¡Dios nos habla en este lado por medio de Sus propias criaturas!
Cada respuesta nos es respondida ahora, cada palabra que se dice a nuestra conciencia la entendemos con claridad, nosotros mismos y el maestro nos encargamos de este contacto.
Miles de almas pueden vivir ahora un solo estado, el maestro nos habla a todos y ahora cada persona recibe respuestas a sus propias preguntas.
Es sorprendente este ser uno con un maestro más elevado, lo cual no se puede vivir antes de la primera esfera.
Cuando hemos llegado a conocer las leyes en el espacio, se nos concede prepararnos para ello y visitar los Templos.
Descendemos en la profundidad del maestro y entonces vemos despertar esa esfera ante nosotros.
Ahora recibimos sabiduría desde una fuente más elevada, una esfera que aún está alejada de la nuestra, pero en la que sin embargo nos vemos.
Eso es lo que Dios dio a todas Sus criaturas, la conexión de un grado de vida con otro, de una esfera con otra, todo a favor de nuestro despertar espiritual.
Así es como la vida de Dios tiene conexión con la demás.
Es cuando es posible hablar desde la séptima esfera con el Omnigrado divino y llegar a la unión divina.
Entre ustedes en la tierra hay quienes fueron elevados en este mundo como instrumento de los maestros y a quienes se les concedió acompañarlos en la vivencia del ser uno espiritual, lo que para ellos fue una tremenda revelación.
Por este ser uno con un maestros empezamos a trabajar en nosotros mismos, esta alma infundida nos da la fuerza y el despertar.
Cada paso adelante significará en lo sucesivo sabiduría para nuestra vida.
Caminamos por el corazón de estos maestros, así sirven toda la vida que se les acerca.
Es la recepción espiritual para las esferas de luz y además el ser uno con Dios.
Este grado espera de nosotros que respetemos esa santidad.
Nuestra felicidad ya no conoce límites cuando el maestro se abre, cuando atrae hacia él nuestro sentimiento y pensamiento interior.
Este sentimiento y pensamiento están por encima de cualquier pensamiento propio, en la tierra no se puede vivir.
Aceptamos al maestro como un padre y una madre, él también ha vivido todas estas leyes y nos muestra dónde se han vivido sus últimas vidas.
Ahora nos vemos recolocados en la tierra, vivimos con ellos todos los grados de vida en el espacio, principalmente aquellas vidas en las que nuestro ser uno con él haya sido relevante.
Nosotros ya sabíamos que miles de nuestras madres y padres han alcanzado las esferas de luz.
Todos ellos se abren a nosotros y el maestro nos muestra cómo fue entonces nuestro lazo con él en la tierra.
Ahora somos hermanas y hermanos unos de otros y hemos empezado a amar todo lo que ha sido creado por Dios.
Todos llegamos a ser como criaturas de un solo Padre, no hay nada de la tierra que pueda igualar nuestro ser uno.
El corazón dedicado se abre para nosotros y así aprendemos a entregar todo lo propio.
En la primera esfera todo habla a nuestra conciencia si queremos seguir esa vida.
¿Quien no quiere eso?
Cada uno desea estar abierto a toda la vida de Dios, un estadio que solo se alcanza, sin embargo, si llegamos a conocer la creación de forma consciente y hemos asimilado las leyes de Dios para el grado de vida más elevado.
Eso es tomar posesión de nuestra conciencia espiritual y el llegar a estar listos para el ascenso sucesivo en el espíritu.
También ustedes en la tierra pueden pensar y trabajar en el espíritu, porque cada pensamiento crea esferas de luz y contribuye a ellas o a las de las tinieblas.
Porque ya les dije que un solo acto bueno ayuda a densificar las esferas de luz.
Ustedes van construyendo su morada espiritual por sus actos buenos.
Mucha gente en la tierra ve en este lado la altura que ha alcanzado.
Aquí se premió su anhelo, ¡aquí se realizó su propia posesión!
Mi propio maestro ha participado en la construcción del templo y porta con otros el gran milagro, por el que despertarán millones de almas.
Los maestros anteriores se retiraron y fueron elevándose.
Estos nuevos maestros asumieron el control del conjunto, asegurando así su pervivencia.
El mármol se parece al de ustedes en la tierra, el nuestro irradia, sin embargo, la sintonización vital propia y vive conscientemente.
El de ustedes en la tierra tiene el grado de vida material, esta materia espiritual ha sido sustraído al cosmos y significa algo muy diferente.
Este mármol es elástico, y aun así se ha densificado materialmente.
También la materia en la tierra vive, o se disolvería.
La nuestra está viva, pero irradia esa vida consciente porque todo lo que vive en esta esfera ha alcanzado un grado superior de concienciación.
Incluso esa materia puede decirnos cómo surgió el conjunto.
A nosotros nos basta con sintonizar con ella para percibir su nacimiento.
Esta sustancia nos cuenta cómo ha tenido lugar la densificación y entonces cruzamos el espacio divino.
Pero su sintonización espiritual la conserva esta esfera y nos dice que el sustrato fundamental afecta a esta vida, de lo contrario el edificio desaparecería ante nuestros ojos.
Esa es la sintonización de la primera esfera, también el edificio ha alcanzado esta altura, ¡en el fondo es un trozo de nosotros mismos!
Lo que percibimos en el templo nos lo dieron, como ya dije, los maestros.
El suelo sobre el que nos encontramos surgió por los pensamientos, los sentimientos y las fuerzas vitales de ellos.
Ahora permanecemos en sus propias vidas y accedemos al ventrículo.
Nos sentimos atravesados por el flujo de una enorme fuerza y así seguimos conscientes, mientras que sin ella nos hundiríamos en su profundidad.
Ahora hemos aprendido a inclinar la cabeza, lo que más deseamos es entregarnos, somos conscientes de lo grande que es la gracia que nos ha sido dada.
En este edificio vive el amor: quien entra aquí sirve.
Vive entonces en todos los grados cósmicos.
Comprendemos lo poderosa que es la vida del espíritu.
El universo entero vive en el templo.
Muy por encima de nosotros vive el universo, está el destello de las estrellas y los planetas y vemos el cosmos material.
Por debajo de nosotros experimentamos la realidad de la primera esfera, sabemos que en el templo viven miles de maestros y que nos conectarán de forma cósmica.
Esta vida imponente nos conmueve, sentimos el mundo superior de los sentimientos del maestro.
Todas las facultades de la tierra que están sintonizadas espiritualmente las vemos también en el templo.
Quien quiera seguirlas y estudiarse a sí mismo está listo para servir y puede desarrollar aquí sus aptitudes.
Estas almas reciben la sabiduría que se precise, la fuerza y el amor despertarán.
Lo que contemplamos ahora raya lo increíble, pero es la realidad de Dios.
¡Todo esto lo regaló Él a Sus criaturas!
Hacen falta centenares de años si queremos llegar a saberlo todo del templo.
Lo que vive en el universo y ha nacido allí también lo vemos en el templo.
Podemos conectarnos con esa vida y hablar con ella, de sentimiento a sentimiento.
Todo estudio es infinito para este lado, porque así llegamos a conocer las leyes materiales y astrales.
En el templo se puede seguir cada grado de vida y este nos conduce a todos los grados de vida que existen en el universo divino.
Si queremos vivir algo de la tierra, alguna sabiduría, nos disolvemos temporalmente para la primera esfera y entonces llegamos a unirnos con la tierra, de sentimiento a sentimiento.
Así podremos seguir las enfermedades allí y calarlas desde este mundo.
Ahora experimentamos conscientemente todas esas desgracias y en la tierra nos sentimos verdaderamente materiales, así de intensa es la conexión.
Desde la primera esfera podemos percibir en la tierra y fundirnos con aquellos que se quedaron atrás, desde aquí los seguimos y envolvemos estas vidas con nuestra radiación por nuestro amor santificante.
Las leyes de Dios son santificantes si las asimilamos y si su amor entra en nuestras vidas.
Es cuando el propio Dios habla a nuestras vidas y comprendemos las almas que se han entregado por el Templo de los Médicos.
¿No haríamos cualquier cosa para asimilar esta santidad?
Esta conciencia también la queremos llevar a la tierra y entonces puede producirse el despertar en el espíritu.
Para estos tesoros espirituales entregamos lo que poseemos.
Las flores en el templo nos mandan sus fragancias y nos dejan disfrutar de su belleza.
Todo vive y habla a nuestras vidas a partir de la propia concienciación.
Miles de tipos de flores de un solo grado interpretan lo que significa ser verdaderamente la personalidad, es increíble lo que se nos concede percibir.
¡Todas esas flores irradian luz, poseen una luz propia que otros perciben de ellas!
Abrumados por la santa fuerza nos echamos y nos acostamos sobre un lecho de lirios blancos, y nos viene un flujo de fuerza y energía nuevas y nos colman de felicidad.
Nos viene un inmaculado silencio.
Se eleva alma con alma, las almas gemelas se sienten abrazadas por Dios.
El ser humano y el animal de la tierra se sienten uno solo Dios, las aves cantan, la emoción interior hace enmudecer al ser humano.
¿Sienten nuestra felicidad?
¿Comprenden lo que puede ofrecerles la vida después de la muerte?
Nosotros emitimos estos pensamientos a la tierra, a quienes aún tienen que despertar.
Todo esto les espera después de la muerte, si pueden abrir lo mejor de ustedes para la vida de Dios, si quieren servir; entonces también accederán al reino de Dios.
Nadie nos puede molestar, todo el mundo nos ama, el amor predomina en el Templo de los Médicos.
Nosotros seguimos aquí a todas las personas y sabemos que ellas mismas han hecho suya esta felicidad.
¿Cómo fueron sus vidas en la tierra?
Vean sus túnicas espirituales.
Vean la increíble irradiación, representa su personalidad y carácter, esta luz espiritual crea y sirve, ama verdaderamente y está eternamente en esta vida, con todas sus fuerzas, siempre está abierta, y para todos.
Nosotros estamos ahora ante el espacio donde viven los maestros que se darán en la tierra por la humanidad sufriente.
Los seguiremos brevemente para ofrecerles una idea de cómo hacen este estudio de las enfermedades terrenales de ustedes.
Al entrar no tardamos en percibir que estamos ante un cierre y que se nos detiene.
¿Cómo tenemos que entrar?
Solo es posible para aquellos que siguen un estudio y que están listos para ello.
Quien no está listo para ello tiene que aceptar que este santuario todavía le sigue estando vedado.
Nosotros, en cambio, podemos atravesar este cierre, porque la tierra tiene que recibir esta sabiduría espiritual.
Les digo ahora lo que me dio mi maestro.
Entré por medio de él.
Ustedes me seguirán y entrarán conmigo porque la vida suya sí que está sintonizada con esta inmaculada posesión.
Este cierre astral es como la densificación material con el que se ha erigido el edificio entero.
No hay puertas; quien vive aquí las traspasa caminando.
Esta aura es elástica y el erudito ha vencido estas leyes.
Para quienes quieran vivir estas leyes no hay cierre, a no ser que surjan trastornos.
Eso está excluido ahora.
En las esferas se puede vivir todo, pero esa experiencia tiene que ocurrir entonces con toda fuerza y tener sentido, porque aquí no se consiente la curiosidad.
Entremos en una sala y vemos dentro de un laboratorio espiritual que, sin embargo, se diferencia en poco de uno terrenal.
Aquí se guardan y examinan las auras patógenas de la tierra, en concreto las del cáncer.
Ahora conoceremos una de las enfermedades más horribles que minan y destruyen a fondo el organismo humano.
Ustedes mismos saben los estragos que causa esta enfermedad en el mundo sin que la ciencia pueda hacer nada contra ella.
Y aun así, esta enfermedad se ha llegado a conocer en las esferas de luz, ¡incluso más!
¡En el Siglo de Cristo se traerá a la tierra el sorprendente instrumento que combatirá con éxito esta terrible enfermedad y que la hará disolver!
Nosotros estamos viendo a los maestros trabajando en ello.
Alrededor de nosotros constatamos las auras enfermas, irradian una luz propia, pero variable, cuyo significado llegaremos a conocer.
Cada ser humano tiene su propia irradiación, su aura, que representa su personalidad.
Debido a que la personalidad y el mundo de cada ser humano varían, tampoco hay una sola aura igual a otra.
Toda la vida de Dios irradia el propio fluido vital.
Hasta el cadáver despide luz.
Esas partes materiales siguen emitiendo el aura vital hasta en el último segundo, pero ahora esta irradiación no tiene alma infundida, dado que esta parte del organismo, de la personalidad.
La sintonización de un ser humano puede constatarse a partir del aura de este; al menos, puede hacerlo un maestro de este lado.
Por medio de él puede verse a qué grado de vida y a qué esfera pertenece un ser humano, si su vida interior está sintonizada con uno de los siete infiernos, que ustedes ya conocieron, o, en su caso, con las esferas de luz.
El aura apunta a todo, en ella puede verse cada rasgo del carácter.
La vestidura masculina o femenina también está vinculada al aura.
No solo la vida interior del ser humano terrenal tiene su propia irradiación vital, sino también el organismo, porque es la vida del alma la que, a su vez, infunde alma al cuerpo.
Ahora nuestros eruditos pueden constatar también las enfermedades del ser humano.
De esta forma el aura también es tremendamente profunda, en lo material y espiritual.
¡La cabeza les daría mil vueltas si supieran ustedes todo de ella!
El aura en el que vive la enfermedad puede conectarlos a ustedes con diversos mundos y contarles muchas cosas sobre su propio origen, al menos si tienen la sabiduría astral para ver detrás de la vida enferma.
En realidad, ¿qué sabe el erudito de ustedes de una enfermedad?
Es que ni siquiera es posible que sepa nada de ella, ni siquiera se conoce a sí mismo, le es imposible ver lo que hay detrás de las cosas.
Esto sí es posible en las esferas, allí se ha experimentado que una enfermedad es insondable para un erudito vinculado a la materia, y por tanto limitado, y que solo la pueden calar los maestros astrales que para ello recibieron todos los medios desde el Omnigrado.
Ahora se cala cualquier enfermedad, debido a que nosotros seguimos las leyes materiales y astrales, que nos reconducen al estadio inicial de la enfermedad.
Cualquier enfermedad es cósmicamente profunda y tiene grados materiales y espirituales que todavía no se conocen en la tierra.
El erudito astral es consciente, no hay nada que le pueda parar los pies, ha vencido las leyes y es un milagro espiritual.
Muchos médicos terrenales, que sucumbieron ellos mismos al cáncer, llegaron en este lado a conocerse a sí mismos y su mal.
Aquí pudieron proseguir su estudio y familiarizarse con las leyes más sorprendentes: todo eso es lo que la vida eterna puede dar al alma que quiera ver y experimentar cosas.
Ayudarán al erudito terrenal en su lucha o bien conseguirán la gracia de Dios para ir ellos mismos a la tierra para trabajar allí para el bienestar de la humanidad.
La sabiduría que se trajo hasta el momento a la tierra llegó hasta la altura que permitió el grado de sentimiento de esta.
Para las ciencias no es posible saltarse ningún paso.
En el Siglo de Cristo también se podrá ir mucho más allá en este aspecto, entonces ¡también el médico de ustedes vivirá el despertar espiritual!
Mientras sea posible para el ser humano astral descender en el organismo y seguir todo en él lo que le parezca necesario para su diagnóstico, el médico terrenal solo puede hacer uno que sea material.
Sí dispone del aparato de rayos X, que en muchos casos le ayuda a radiografiar los tejidos enfermos.
Aun así, se darán cuenta ustedes de que esto todavía no es más que un recurso incompleto, mientras que para el ojo astral consciente ¡no hay nada, pero es que nada, que se le quede oculto!
Observaré todavía que este aparato de rayos X fue traído a la tierra por nuestro lado y que este es el único instrumento que está sintonizado con los aparatos maravillosos, y que forma parte de ellos, que algún día recibirán en la tierra.
La sabiduría del erudito astral lleva una ventaja de miles de siglos sobre la tierra.
El que el erudito tenga que aceptar su impotencia es achacable a la falta de conocimiento de las leyes de la vida después de la muerte.
Así pueden constatar al mismo tiempo el nivel que la humanidad y la masa poseen todavía.
La ciencia está todavía ante el ataúd y piensa que la vida no tiene continuidad.
Cuando se haya superado esta concepción errónea cambiará el aspecto de la tierra y la masa accederá al estadio más elevado.
El Siglo de Cristo los conducirá a esta sabiduría, no habrá nada ni nadie que pueda impedírselo.
Una vez que en la tierra se pueda aceptar la vida interior de la personalidad astral, el médico tendrá que cambiar su estudio completamente, porque este se encontrará entonces ante la vida del alma.
Y esa vida piensa, siente, habla y domina las enfermedades.
Les espera un enorme estudio que quiere servir a la humanidad sufriente en el Siglo de Cristo.
¡Y para ellos viene ahora el despertar!
El erudito terrenal se encuentra ante el increíble sistema nervioso del ser humano y tiene que aceptar su impotencia porque no sabe sondar la vida interior como personalidad.
Duele lo poco que se sabe en la tierra de estos sistemas sorprendentes.
Eso se puede seguir y percibir en este lado, aquí pueden verse esos sistemas en funcionamiento y calcular su fuerza sobre otros órganos.
En este lado se ve cómo el cuerpo realiza el trabajo y cómo todas las partes forman un solo engranaje.
Nuestro erudito se ve ante el centro vital central y puede seguir ahora la razón de por qué ha sido socavada la vestidura terrenal.
Eso puede percibirse desde el plexo solar, dado que los sistemas son alimentados desde allí.
Tampoco de eso se sabe nada en la tierra.
El instrumento que recibirá el Siglo de Cristo tiene una sintonización cósmica.
Eso parece nuevo para la tierra, y aun así, ya hace muchos siglos, se curaba a los enfermos de forma natural.
Los egipcio eran muy avanzados en ello, pero también ellos recibían sus datos de este lado.
Allí se curaba con las hierbas y por medio de la luz de la luna llena.
La luna elevaba hacia sí misma la vida del alma, por lo que los órganos materiales enfermos recibían nuevo alimento para llegar a rendir plenamente.
¿Qué se sabe de esto en Occidente?
¿No es la luna lo misma para Occidente?
Sin embargo, solo adquirió importancia en Oriente.
Debido a la profunda intuición del sacerdote sanador y su entrega a los maestros astrales los órganos enfermos adquirieron la correcta alineación y pudo incidir la madre luna de manera sanadora.
Las hierbas estimulaban el funcionamiento de los órganos enfermos y la suave irradiación de la luna hacía el resto.
Así se sanaban los males de miles de enfermos para los que en apariencia no había cura, contra los que no había hierba que pudiera hacer algo.
En este lado vive todavía la sabiduría, pero cuando comenzó la decadencia de Egipto también se disolvió ese método de curación.
Si la luna ejerce sus fuerzas sobre los mares de ustedes, si puede causar el fenómeno de las mareas, ¿qué de grande no será entonces su incidencia sobre el organismo humano?
Justamente debido a que el alma naciera allí, es posible seguir atrayendo la fuerza primigenia maternal mediante la vida interior.
Los egipcio eran sabios y en muchos aspectos omnipoderosos; una fuerza todopoderosa que recibían de los maestros en este lado.
Recurrieron a toda la profundidad del corazón humano para sanar a sus enfermos.
Solo cuando Egipto fue entrando en decadencia se disolvió, como ya dije, también este gran método de curación.
La civilización occidental quiere explicarlo y comprobarlo todo de forma pragmática y científica, y esto es necesario, pero así transcurrirán siglos.
Eso no es agradable para los enfermos, mucho sufrir y mucho sufrimiento se disolvería antes si la comprensión occidental supiera algo de la conciencia del alma.
Sí deberá aceptarse en primer lugar que la muerte no existe y una vez llegados a esa comprensión seguir al modo de Egipto.
Entonces la ciencia sin duda habría avanzado miles de años, mientras que ahora se ha quedado atrás porque se desea ver demostrado todo, absolutamente todo, de forma material.
El otro lado, sin embargo, llegará a la tierra en el Siglo de Cristo con unas pruebas tan aplastantes que ¡también la ciencia las tendrá que aceptar!
El instrumento con el vendremos nosotros es de una profundidad cósmica, es lo que conectará al enfermo con el cosmos.
Los sacerdotes egipcios dieron la irradiación cósmica a los enfermos, mientras que nosotros los conectaremos luego con el espacio mediante un milagro técnico.
Si el ser humano científico se conociera a sí mismo y hubiera adquirido nuestra conciencia, ya se habrían superado muchas enfermedades por la fuerza de la naturaleza.
Debido a que siempre se han librado guerras y a que con ese fin se tirara el dinero a la basura, los pueblos tampoco estaban preparados para poder recibir los enfermos de los otros.
Entonces el occidental se habría mudado a Oriente, el oriental a Occidente, porque los estados climatológicos juegan un papel enorme en lo que se refiere a los órganos enfermos.
Pero en el futuro se llegará hasta ese punto en la tierra y se dará la posibilidad al enfermo de viajar al lugar que sea apto para su recuperación.
Los curanderos del Antiguo Egipto eran personas cósmicamente conscientes, mientras que el Occidente de hoy sigue siendo materialmente inconsciente.
Por eso esta personalidad también está impotente frente a estas leyes materiales y espirituales, y siente que estas le paran los pies.
Pero sepan ustedes que la luna crea y da a luz.
Los maestros han llevado a cabo numerosas sanaciones en nuestro lado, sanaciones que ahora horrorizarían a Occidente.
Y aun así, quien haya sentido las fuerzas de la madre luna en su interior puede mover montañas, esta fuente primigenia sigue siendo inagotable, aunque la luna esté moribunda.
La vida del alma del ser humano sigue siendo una con su vida interior, y así es como ha surgido.
Esa es la conciencia primigenia del espacio, ¡es Dios!
Una madre con tumores interiores, una enfermedad a la que ahora se le podría llamar, en los tiempos de ustedes, cáncer de útero, fue sanada con una cura lunar.
Pero ¿qué es una cura lunar?
Al salir la luna, los sacerdotes indujeron un estado de sueño a la enferma.
¡Y la luna hizo después el resto!
Es como si la enferma se curara durmiendo.
Hicieron falta algunas hierbas para el metabolismo, pero la madre luna elevó esta vida y la sanó.
Por este enorme empuje los órganos recuperaron plenas fuerzas y se sanaron los tejidos enfermos.
Otros sacerdotes daban una cura de montaña.
Sus enfermos tenían que sanarse en el frío de la noche.
Muchos pueblos vivieron estas procesiones nocturnas, revelaciones nocturnas, en las que llegaron a conocer la mística viva, que desempeñaba un gran papel en la sanación.
Estas sanaciones las pueden comparar ustedes con las espontáneas cuando son oídas las oraciones.
En realidad no son diferentes.
Los peregrinos de ustedes viven algo parecido.
Pero Oriente trabajaba de forma consciente, no dejaba nada a la fe solamente.
Estas fiestas nocturnas también llevaban al alma al despertar espiritual y a otras numerosas cosas sagradas que surgieron por el contacto directo de los sacerdotes con este mundo.
También sanaban por la imposición de manos, aunque sí que era el “Dios nocturno” que sanaba el cuadro clínico propiamente dicho.
Otros, a su vez, sanaban mediante agua fría y así llevaban a cabo milagros.
O conducían a sus paciente por el calor al frío y solo entonces a la madre luna.
Incluso los ciegos eran sanados por la cura de la luna y recuperaban la luz en sus ojos si se habían constatado parálisis parciales.
Estos sanadores podían hacer diagnósticos infalibles mediante la sabiduría de sus maestros espirituales, astrales.
También aplicaban la cura solar, siempre seguida de la activación de la oscuridad nocturna en los enfermos, que producía una conexión cósmica.
Los egipcios ya entendían que los polos de la tierra tenían que tocarse, aunque en esos tiempos no tenían ninguna noción de eso.
Los sanadores sentían, sin embargo, que después del calor solar tenía que haber un enfriamiento, si se pretendía sanar.
Si en la tierra se trabajara en la buena dirección, con el calor, o sea, dejando que a la irradiación con calor siguiera un enfriamiento, los tejidos enfermos tendrían, precisamente, la reacción natural que necesitan.
En este marco, los egipcios tenían en cuenta la personalidad, esta hacía que se determinara cómo tendría que ser el tratamiento.
A los caracteres hoscos había que vencerlos mediante un sobrecarga de fuerza, de lo contrario estas personalidades abatirían las leyes de la naturaleza por completo y seguirían dominando el tratamiento.
Así que los egipcios determinaban primero la sintonización espiritual del enfermo y después podían comenzar.
Y entonces quedaba excluidos lo que les ocurre tantas veces a sus eruditos terrenales: que la personalidad les pare los pies de forma espiritual y anule totalmente el medicamento y la ciencia.
Pueden escribirse libros enteros sobre esto.
Quien conozca el espacio ¡es un sanador!
Quien sea inconsciente no se conoce a sí mismo y tiene que despertar primero en esto.
Los antiguos egipcios conocían la muerte; los eruditos de ustedes siguen preguntándose todavía qué ocurre con la vida interior.
Otros bien saben que el alma es eterna; pero solo lo saben por su fe, los egipcios recibieron las pruebas directas de sus maestros espirituales.
Los conocimientos de las personas inconscientes de ustedes es mínima respecto a todas estas leyes.
¿Qué significa su sabiduría?
¿Qué puede enseñar un erudito inconsciente a la humanidad?
La luna sanó todos los enfermos nerviosos, incluso a los dementes.
¿Qué se hace por ellos en la tierra?
Los conceptos y sentimientos occidentales siguen tropezándose sobre sí mismos, ¡todavía tienen que despertar para todas estas leyes de Dios y del espacio!
Pero se las dará el Siglo de Cristo, entonces sus eruditos sí que conseguirán ascender en el espíritu, pero sobre en lo que es inclinar la cabeza ante toda esta santidad astral que solo entonces podrá aplicarse en la tierra.
A Occidente, pragmático y práctico, la sabiduría del Antiguo Egipto les parece charlatanería, pero sepan entonces que esta charlatanería nos la dio el propio Dios.
En este lado llegamos a conocer las leyes correspondientes y también se nos concedió asimilarlas.
Por esta razón este lado aventaja en miles de siglos a los eruditos de ustedes y solo fue posible porque hemos llegado a conocer la vida del alma como la personalidad astral.
Al médico se le quedan los ojos como platos cuando accede al laboratorio y llega a conocer la sabiduría astral.
Para él todas las posibilidades son milagros que se han producido de forma espiritual, y entonces se siente portado por los maestros.
Aquí es un discípulo, aunque en la tierra fuera un genio.
La cabeza le da vueltas de lo que tiene que aprender.
El mentor de todos estos eruditos es un ángel de la quinta esfera y a su lado hay otros seis maestros que controlan las ciencias para la tierra.
Están al servicio de una humanidad sufriente, y lo que ustedes tienen ahora en la tierra ha sido traído aquí por ellos a lo largo de los siglos.
Estos eruditos tienen que conocer el aura vital a fondo si no quieren hundirse ellos mismos en este estudio, si no quieren perderse.
Tienen que saber por qué estas auras tienen una irradiación de luz tan diferente y por qué una luz domina a la otra.
¿Por qué es un aura de un verde claro y la otra de un color como de óxido, y de una nitidez estridente?
Otras, a su vez, irradian el duro amarillo o el negro carbón que indica la sintonización en la que se encuentra la enferma en cuestión.
Este es su estudio espiritual, tienen que conocer la sintonización del aura si quieren poder hacer un diagnóstico nítido.
Después están ante el estadio en el que hay que calcular las fuerzas del alma respecto al organismo enfermo.
La profundidad del alma la tienen que poder intuir para poder sondar las leyes para esta vida de forma natural y nítida, con el fin de poder vivir el ser uno con la persona enferma.
¿Qué de profunda se ha hecho el alma durante su largo camino cósmico desde la luna?
Aun así, el erudito tiene que poder medir esta profundidad casi insondable y percibir el grado de vida y la sintonización, de lo contrario desparecerá en las profundidades de la enfermedad.
Después seguirán los grados materiales para la tierra, los siete grados corporales que creó la madre tierra para el organismo.
Y la enfermedad conoce estos mismos siete grados.
Los vemos, igualmente, en miles de estados.
El sueño se ha apoderado de ellos, al igual que el trance psíquico, y luego hay siete infiernos y cielos, etc.
Este erudito tiene que conocerlos todos.
Entonces tiene que saberlo todo de la madre y poder sondar su organismo; también tiene que saber que el cáncer para la madre es distinta al de las de la vestidura masculina.
Aquí juega un gran papel el alma, y llega a conocerlo.
Sobre la base de la dolencia podrá constatar entonces si la mujer ha tenido hijos, porque su aura estará influida por este acontecimiento.
Los tejidos enfermos irradian esa fuerza y podrá verlos con claridad.
Ahora que el erudito puede constatar lo masculino y femenino en la persona enferma, también le será posible seguir la historia de esta alma.
Sonda la irradiación y adopta todas esas fases vividas.
El erudito ve en esta vida.
Una visión sigue a la otra.
El aura habla al erudito de la propia existencia y del lugar donde ha vivido el enfermo.
El erudito ve escenas hermosas y terribles, porque incluso el pensamiento está vinculado al aura vital y no se echa a perder ni un solo grado.
El dolor y la pena, la pasión y la violencia, la personalidad entera la puede intuir y percibir, es más: se hace completamente uno con esta vida.
Pero en realidad, ¿qué es esta aura?
Nada más que una cantidad muy pequeñita de luz, e incluso a veces apagada.
Pero algunas personas tienen una irradiación luminosa y entonces el erudito ve una esfera de luz en el enfermo.
Es el aura de la primera esfera, de la segunda o tercera; es cuando el alma está sintonizada con estos mundos que son cielos espirituales, y ha muerto de cáncer en la tierra.
Si el alma todavía vive en la tierra el erudito también lo podrá percibir.
Su estudio tiene una profundidad cósmica, en la tierra todavía no sabía nada de estas leyes y ahora ve que el otro lado aventaja a la tierra en miles de siglos.
Aquí, en este laboratorio espiritual, se encuentran miles de auras patógenas para el cáncer, de las que los eruditos ya no conocen el estadio de la selva.
El erudito tiene que regresar lejos en el tiempo para determinar el origen del cáncer.
Aquí les es posible percibir cuáles son los estadios previos vividos por el cáncer antes de que entrara en el estadio actual.
El aura enferma le señala, sin embargo, el camino.
Ahora puede hacer las deducciones más increíbles, la enfermedad lo conduce dentro de todos los grados para el organismo material.
El erudito terrenal que entre aquí comprende que la sabiduría para la tierra planea entre el cielo y la tierra.
Y esta tiene que ser recibida en la tierra, no es posible sondearla, vivirla ni crearla por su propia fuerza.
Nuestro saber llega a la tierra por la inspiración espiritual, aunque el propio erudito no sepa allí que es un maestro de la luz quien está hablando a sus sentimientos.
El cáncer tiene siete grados, han podido constatarlos en este lado, en la tierra todavía nos los conocen.
Los últimos tres son mortales, no se puede hacer nada, el enfermo tiene que morir de eso.
Estas personas suelen venir a este lado antes de haber estado cuarenta años en la tierra, algunos incluso después de la treintena.
Esos organismos están contagiados por los grados más elevados del cáncer.
Entonces los cuerpos ya están socavados y completamente destruidos por el cáncer.
Es cuando los tejidos tiran la toalla, no hay nada que hacer frente a semejante fuerza primigenia, la enfermedad domina todos los sistemas.
En este lado los eruditos han podido seguir y constatar esa putrefacción, el gran instrumento los ha conectado con los siete grados.
Los enfermos que vivan entre el tercer y cuarto grado incluso pueden envejecer, otros, en cambio, sucumben, porque es su tiempo de transición.
Todos estos enfermos no conocen su propia sintonización espiritual y el médico terrenal tampoco es capaz de explicarles ese estado para la tierra y nuestra vida.
A los primeros tres grados se les puede ayudar e incluso pueden ser sanados.
Pero esa curación suele ser temporal.
Cuando llega la debilidad física también regresa el cáncer y entonces ya no se puede detener, es cuando el enfermo tiene que morir.
Los tejidos mueren por el cáncer y los nuevos no reciben alimentación por lo que este estado local no es otra cosa que un proceso de putrefacción.
En la tierra se consigue mucho mediante la radioterapia, pero muchos eruditos llegan a tener dudas, porque este poderoso milagro ¡suele matar los tejidos enfermos!
No son capaces de procesar esa enorme fuerza, por lo que inevitablemente sigue su incineración.
También se arruina aquello que todavía tiene vida, que es destruido por estos rayos, sencilla y naturalmente.
A veces el radio desintegra con tal intensidad que muchos médicos ya no se atreven a aplicar el milagro.
Si el enfermo quiere sanar en los primeros tres grados, su organismo tendrá que ser capaz de poder acoger continuamente fuerza, pero el radio evita ahora esta ley natural e incluso deja fuera de combate a los tejidos sanos.
Y mientras tanto el cáncer suele proliferar y desintegra todo lo que esté mínimamente debilitado.
Los primeros tres grados no son capaces de afectar al cuerpo entero, esto ha podido seguirse y determinar en este lado.
Es que los fenómenos de los primeros tres grados son completamente diferentes de los de los últimos grados.
La primavera y el otoño en la tierra son épocas terribles para la enfermedad y el enfermo.
En la primavera la madre naturaleza da un impulso a la vida y eclosiona.
El organismo humano vive lo mismo.
Es cuando los órganos tienen que funcionar como sea, se abren los poros, el organismo recibe impulso y siente una enorme fuerza.
Por eso los tejidos enfermos se dilatan y es cuando el cáncer domina mucho.
Este impulso no lo pueden procesar esos tejidos enfermos.
Esos lugares se hinchan mucho y esto para el enfermo es extremadamente doloroso, tan horrible que supera todos los límites de la propia resistencia.
El otoño funciona de otra manera: para los órganos es la contracción de toda la energía, por lo que reaccionan los puntos enfermos y se manifiestan dolores.
Así es como el calor y el frío tienen un gran significado para el cáncer; los tejidos enfermos no pueden contrarrestar ese empuje que es y sigue siendo predominante en todo. Después sigue el derrumbe.
Los centros nerviosos contagiados por el cáncer producen en ese momento un dolor horrible.
Los grados más elevados para el cáncer suelen sucumbir por eso en la primavera y el otoño y entonces también sucumbe el sistema nervioso.
¡Así de horribles son estas fuerzas de la naturaleza!
El paciente de cáncer vive entonces un calvario hasta que el impulso natural se debilita y el cuerpo ha vuelto a recuperar la armonía natural propia, que solo el cuerpo vigoroso puede vivir.
Muchos otros enfermos no logran, sin embargo, desprenderse de este estado, por lo que continúa predominando el cáncer.
Ya hay eruditos en la tierra que trabajan en el medicamento contra esto.
Para eso han regresado a la tierra y luego serán inspirados por sus propios maestros.
El médico sigue sin poder hacer más que dar algunos narcóticos, porque los medicamentos que tienen que procurar la curación al enfermo todavía tienen que nacer para el cáncer.
Solo pueden ser ayudados, en cierta medida, los primeros tres grados.
Es diferente con los grados más elevados; aquí los narcóticos ya no sirven.
Los medicamentos tampoco sirven; lo más habitual es que encima desintegren lo que la naturaleza ha construido en silencio.
Si ahora todavía sigue un tratamiento radiológico, este matará los tejidos sanos y el enfermo decaerá aún más.
Los tejidos sanos y activos han quedado paralizados por los narcóticos y en ese estadio el tratamiento radiológico es funesto.
Por dentro ya no queda resistencia, los órganos se han quedado hechos polvo, mortalmente enfermos y debilitados, pero después de la anestesia volverán a funcionar de todas formas, después de lo cual volverán a manifestarse los dolores.
Que el otro lado no haya podido hacer nada contra esto en todos estos siglos transcurridos es porque no había dinero disponible.
Ahora el otro lado está dando a la tierra un recurso que tiene que servir hasta que más adelante haya llegado el instrumento a la tierra.
El erudito debería haber podido hacer pruebas, pero eso costaba dinero a raudales.
Y el Estado pensaba que servía mejor el bienestar de la propia masa mediante la destrucción.
Así era hasta el momento la conciencia de la humanidad, pero más adelante se habrá conquistado otra.
Es cuando el erudito podrá hacer pruebas a gran escala y se verá apoyado por la inspiración espiritual.
Es cuando podrán surgir los milagros del Siglo de Cristo.
Lo único que podemos hacer todavía desde este lado es irradiar lo magnético por medio de nuestro propio fluido vital.
Ahora podemos reforzar esas partes del cuerpo debilitadas, les damos fuerza para que vuelvan a funcionar y así se retiren los dolores.
Así que nosotros elevamos esos tejidos enfermos en un funcionamiento natural y armonioso.
Y eso a veces se puede alcanzar pronto, porque nuestra forma de curar es astral y el enfermo adopta esta aura.
Pero les digo: solo son los primeros tres grados los que pueden ser ayudados; los más elevados están demasiado alejados del estadio sano normal, han sufrido demasiado por esta desintegración.
Si pudiéramos evitar que siguiera muriendo tejido, se podrían ayudar también esos grados, pero lo que se ha formado hoy se volverá a desintegrar a sí mismo mañana.
Ni un solo espíritu de la luz puede vencer estos grados, ¡para el enfermo son mortales!
Que nuestro fluido es poderoso es algo que hemos podido seguir en la tierra.
Nosotros somos superiores incluso al radio.
Esto parece increíble, pero es la verdad.
Por enorme que sea el tratamiento radiológico, por muy penetrante que sea, aun así nosotros lo expulsamos del cuerpo enfermo por nuestra propia irradiación, por nuestra fuerza vital.
El radio quema todos los tejidos, ¡nuestra fuerza espiritual reanima!
La diferencia es tremenda, pero aun así ¡nadie acepta nuestros médiums sanadores!
Eso también será diferente en el futuro y se entenderán nuestras fuerzas.
Cuando mi maestro me envió a la tierra aprendí allí todas estas leyes.
Más tarde seguí con eso y admiré el radio de ustedes.
En los tiempos de ustedes mismos viví lo siguiente.
Se lo digo para mostrarles que no hay nada que esté por encima de nuestras fuerzas humanas si conocemos las leyes de la vida y la muerte.
También lo hago porque de todas formas tendré que conectarlos luego con el instrumento milagroso.
Mientras tanto llegarán a conocer estas leyes gigantescas de Dios y entonces, además, podremos sacar conclusiones.
Para saber cómo incide el radio sobre el cáncer me encerré en una paciente de cáncer y viví con ella esta horrible enfermedad.
Esta mujer sufría muchísimo y aun así vivía en el tercer grado de cáncer.
Su útero se había visto afectado.
Ya la habían operado, pero la enfermedad reapareció.
Ahora querían someterla durante un tiempo al radio.
La parte inferior de su cuerpo ya estaba medio muerta y esta madre ya no daba nada por su vida.
Seguí conectada con ella y quise vivir el proceso con ella para poder contarles ahora algo de eso.
Ya sabía de antemano lo que iba a suceder, porque podía seguirlo.
Durante la radiación constaté los síntomas que surgían.
El médico a cargo no pudo calcular, sin embargo, la fuerza de sus nervios y le atribuyó más resistencia de la que tenía.
Este fue su primer error, pronto se daría cuenta.
Incidí con rapidez sobre él, le di mi propio saber y bajo esta influencia el cambió la radiación.
Esto salvó la vida de ella.
Sí que se sintió algo refrescada después de las primeras radiaciones, pero un poco después se impuso el radio.
A la mujer le entró una sensación como si la hubieran quemado viva.
¡Y así fue!
Por fin la dieron de baja del hospital.
A todas partes arrastraba su incendio interior y ya no sabía qué hacer.
El médico lo consideró la resaca del radio.
Ella dijo: “Habría preferido morir, mejor la operación más grande que este incendio infernal.
Es insoportable”.
Resultó que el médico había sido incapaz de determinar la resistencia de su sistema nervioso frente al radio.
Y aun así, era necesario, de lo contrario no debería haber aplicado los rayos.
A unos les ayuda, a otros los mata.
El radio ya ha dado esas pruebas, esta fuerza primigenia es demasiado fuerte para los tejidos enfermos.
Ahora ¿qué?
¿Cómo puede usarse esta tremenda fuerza?
El erudito todavía no ha llegado al punto de saberlo.
Tiene que intuir el estado físico del enfermo y el estadio de su dolencia y en base a eso determinar hasta dónde puede ir con el tratamiento radiológico.
¡No todos los tejidos tienen la misma fuerza, hay que vencer miles de posibilidades antes de que el radio sane de verdad!
Envié a mi protegida a un sanador astral, a un magnetizador.
La ayudaban dos veces por semana.
El primer tratamiento le dio un frescor tenue pero aun así refrescante en la parte inferior del cuerpo.
La combinación de la fuerza sanadora astral del médium y la mía produjeron este frescor.
Vi y comprobé que nuestra fuerza era aún más grande que la del radio.
Y eso es muy sencillo si se piensa que el radio es una fuerza material y la nuestra, una espiritual.
Los rayos del radio no penetran en la vida del alma, ¡nuestra incidencia, sí!
El alma y la personalidad absorben nuestras fuerzas y las reparten entre los órganos.
Los tejidos enfermos las absorben hasta saturarse y entonces se produce un relajamiento.
El radio, sin embargo, quemaba los tejidos materiales; la fuerza espiritual de la persona enferma ya no podía funcionar y quedaba anulada.
Nuestra fuerza trajo frescura, el radio, calor asfixiante.
De modo que las fuerzas luchan una contra la otra.
¿Cuál es, pues, mejor?
Pronto fuimos recibiendo las pruebas.
La enferma se sentía mejor después de cuatro meses.
Pero durante este tratamiento la enferma llegó a conocer otra incidencia cuya causa era el radio absorbido.
Al acudir a la cita, sentía un intenso calor en la parte inferior del cuerpo.
Durante el tratamiento su cuerpo se quedaba helado.
El radio empezó a tener una fuerza muy diferente.
Estas leyes elementales pasaron a actuar de esta manera por el magnetismo vital.
A mí se me reveló el otro estadio del radio: era esta corriente gélida la que venció el calor.
Pero este enfriamiento del radio todavía no se conoce en la tierra.
Aquí yacen, por tanto, el calor y el frío en un solo estado, son las fuerzas vivas, elementales del radio.
De eso obtuvimos las pruebas.
Donde ustedes todavía tiene que ser descubierto el radio, todavía no se conoce su verdadera personalidad.
Me apresuré para ir a ver a los maestros y les mostré mis experiencias en la tierra.
Ellos, sin embargo, ya conocían desde hacía tiempo esta incidencia del radio.
Por este frío mejoró el estado material de la paciente, ese terrible calor ardiente se disolvió por completo; después se sintió curada.
El radio desde luego que puede sanar, pero entonces hay que aplicar otros medios.
Es por eso que más adelante el radio se descubrirá de nuevo, porque ¡tiene muchas posibilidades a su alcance!
Nosotros, como seres humanos, estuvimos dominando esta fuerza de millones durante el tratamiento.
Se lo cuento porque, como ya dije, más adelante los conectaré con el poderoso instrumento.
Entonces volveré a tratar esto.
Así que un tratamiento radiológico largo tiene que matar los tejidos enfermos y como consecuencia sucumbirá el organismo a nivel local.
Por eso el médico tiene que poder intuir el cuerpo enfermo para evitar esa incineración.
La irradiación durante años es mejor, a su vez, que la corta, porque esta desintegra, la primera construye.
Su futuro médico tiene que ser sensitivo, sintonizará con la vida del alma y entonces sabrá cómo aplicar el tratamiento.
Muchos eruditos ya han llegado a ese punto, sondean la enfermedad e intentan intuir lo que el organismo puede soportar.
Se ha demostrado lo dominante que puede ser el cáncer en la tierra.
Hubo un pequeño pueblo donde una vez todos los habitantes fueron contagiados por el cáncer, hasta los organismos más poderosos se vieron afectados.
Allí la irradiación de la tierra absorbió el alma; solo después los tejidos materiales se vieron influidos y se manifestó la enfermedad.
Las pruebas determinaron que todas estas personas estaban afectadas por el cáncer, grave o ligeramente, pero que los síntomas volvían a disolverse cuando se apartaban de ese lugar.
La vida interior reaccionaba ante esa irradiación, absorbía las malas influencias y se densificaba en el organismo, afectaba a los órganos débiles.
Cuando se manifestaron los dolores y se pidió la ayuda de un médico este solo pudo constatar que se trataba de cáncer.
Esa irradiación putrefacta local contagia, por tanto, al organismo, pero era el alma la que la absorbía, después de lo cual se vieron influidas las partes materiales.
La madre tierra contiene cáncer, pero ¿dónde vive esta enfermedad?
¿Cómo surgió esta enfermedad desgraciada?
El contagio vive en el aura humana, en el aliento vital, esta fuerza desintegradora se eleva desde la tierra y después es aceptada por el ser humano.
Los sistemas orgánicos débiles sucumben pronto, los órganos más fuertes tienen su propia protección y evitan el contagio.
Sí que es curioso que los órganos más contagiados son siempre aquellos que también hacen el mayor trabajo para el organismo.
Es exactamente igual para el cuerpo materno que para el organismo masculino.
Todas estas situaciones enfermizas terminarán cuando esté en la tierra el milagro técnico para el Siglo de Cristo.
Nuestro instrumento tiene todas las propiedades para dominar las horribles enfermedades terrenales.
Nuestro instrumento limpia y purifica, no hace más y es justo lo necesario.
¡Así es como habrá curación!
Este milagro para los pies a todas las enfermedades de la tierra de forma espiritual, porque la vida del alma y el organismo son conectados de forma cósmica.
Es cuando el espacio irradiará a través de los órganos materiales y de los tejidos, una fuerza primigenia que dominará en todos los grados.
Dios nos dio esta santidad y esta gracia forma parte del Siglo de Cristo.
¡La humanidad recibirá un milagro divino por Cristo!
El instrumento densifica el aura vital, el protoplasma.
Por esta aplicación surgieron, a su vez, otros milagros, instrumentos técnicos que todos se producirán en la tierra.
Servirán al ser humano del futuro.
¡Desde el Omnigrado divino llegó el mensaje de que el protoplasma se podía densificar y que allí estaban construyendo instrumentos que algún día serían transmitidos!
Todas las enfermedades terrenales fueron vencidas en el Templo de los Médicos, pero esa sabiduría todavía hay que traerla a la tierra.
Cristo volverá a la tierra por los futuros milagros espirituales y volverá a darlo todo de sí mismo a la humanidad.
¡Y Su Siglo les dice alto y claro que para eso tienen que inclinar la cabeza, porque así recibirán el despertar espiritual!