Ay, Crisje, pasaron por encima de tu Bernard y se quedó sin piernas

En ocasiones el humano es un ser sensible y delicado, si está abierto a la vida elevada.
Al enfrentarse a sentimientos espirituales y sociales impuestos por la vida, pero que a veces causan un caos por el actuar y pensar propios, entonces siempre vuelve a ser, a pesar de todo, la personalidad que, antes o un poco después, percibió algo de eso, conforme a cómo sienta y posea la suficiente sensibilidad para poder captar esos pensamientos y sentimientos, y analizarlos para sí mismo.
No son tantísimas las personas en este gran mundo las que son capaces de controlar y aceptar el curso de las ideas interiores de manera infalible.
La mayor parte de los millones de hijos de Nuestro Señor no hacen caso a lo que el interior le tiene que contar a la conciencia diurna.
Pero bien es cierto que esa psicología está abierta a miles de mundos sensitivos, para los que vive y de los que forma parte, ¡y que sin querer son su espacio!
Por otra parte, es seguro que a pesar de todo cada persona encuentra sintonización con esas fuerzas y poderes, porque lo quiso así el Dios de todo lo que vive.
La intelectualidad más fuerte, más consciente vive de manera más material y social, eso está comprobado científicamente, aunque se haya dividido ahora para las características naturales y también para las vivencias interiores, y vive ahora fuera de esos contactos o sentimientos universales.
Ahora está inalcanzable.
¡El mismo ser humano se blinda por completo ante el interior espiritual!
Es por la tarea social con todo su ajetreo que la vida se tuvo que dividir a sí misma y eso trajo la falta de esa sensibilidad, a través de la que suele hablar la vida interior a la conciencia diurna.
Es cierto, al ser humano que vive en la ciudad le faltan ahora esos sentimientos, sufre de anemia espiritual y eso lo pone frente a muchos sucesos de los que no sintió nada, absolutamente nada, pero que de pronto pueden asaltarlo y abatirlo.
Y entonces se oye: “No debí haber hecho eso”.
Si a fin de cuentas lo supe, pero no me di cuenta suficientemente.
Entonces me habría comportado de otra forma.
Así que lo sabía, pero algo me faltaba.
Y esa es la sensibilidad espiritual para cada persona, para miles de problemas y sucesos, por los que uno tiene que actuar.
Pero ¡Crisje no es así!
Se siente feliz y no es ella.
Hay algo que la succiona hasta dejarla vacía.
Cuando esos sentimientos empiezan a hablar a su vida y ella los sigue, la llevan en línea recta adonde Jan Kniep, y ambos están frente La Parca.
Crisje siente que ahora lo más milagroso de todo es que ese poder o esos sentimientos, o lo que sea, dicen que cuando Jan muera, ¡allí seguirán!
Es raro y extraño, pero está en sus cabales y tiene unos sentimientos extraordinariamente delicados, por lo que puede seguir y vivir su propio interior.
Crisje sabe sin dudarlo que si no los tuviera, podría decir: mi vida es perfecta.
Entonces ni siquiera podría con su felicidad.
Pero ahora forman parte de ella, y es una pena.
Y esos sentimientos perturban la paz y la tranquilidad por dentro, también su gloriosa existencia científica y si Crisje desciende un poco más, estará ante algo muy distinto: el amor humano hablará a su ser y su vida, con los que entonces ella tendrá que ver.
Y un poco después, ya vuelve a ser otra cosa, ahora es... ¡miedo!
Miedo que habla a su conciencia diurna y que ella tiene que asimilar como persona.
Johan y Bernard ya trabajan en Emmerik.
Jeus se hizo cargo de la entrega de los periódicos y él también llegó a casa varias veces con las piernas ensangrentadas.
El mismo perro que agarró a Johan y Bernard también a él le arrancó un pedazo de la pantorrilla.
Solo entonces esa gente entendió que no se puede vivir con perros salvajes y ahorcaron al animal.
A buenas horas, mangas verdes; solo entonces lo humano llegó a una buena conclusión, aunque el acto fuera a su vez inhumano, pero de eso nadie hablaba.
Y también todo eso a su vez por el periódico “Niederländische Zeitung”, el auge del Largo, para los chicos el primer principio de fundamento para la personalidad propia, por lo que se puede decir sin dudarlo: esas vidas ya empezaron.
A los chicos les enseñó cosas, hizo mayor a Jeus y el Largo y Crisje pueden estar contentos.
Crisje pudo aceptar que para Bernard también eso era un deporte, y por eso se olvidaba de lo demás.
Hace algún tiempo, los chicos volvieron a casa con un pan dulce de nueve kilos.
Todo el vecindario comió de él.
Y lo habían ganado honestamente.
Cantando.
El Largo estaba orgulloso.
Los chicos ya estaban en el escenario, el éxito era enorme.
Bernard estuvo primero un tiempo en la fábrica de escobas, pero cuando vio que allí no tendría futuro, fue a Breitenstein, una fábrica de máquinas, para traer dinero a casa para él mismo y para Crisje.
El Largo ya diseñó sus planes; las cosas van muy bien como pintan ahora.
No puede ni debe esperar más, no se desvían a la izquierda ni a la derecha, sino que siguen una sola dirección: ¡conscientemente más allá y más arriba!
Y eso sí que se le puede confiar al Largo, sabe hacer cálculos; ¡piensa!
¿Quién quiere detenerlo?
¡Nadie puede!
Tampoco la vida, según el Largo, ¡él mismo toma sus decisiones y eso se sabe bien!
Ahora que los chicos de Peter Smadel están listos, las cosas pintan bien para el cuarteto del Largo.
Habría que oírlas ahora esas cuatro voces.
Con su cuarteto arrasa donde sea.
Ernst y Willy Smadel, Johan y Bernard recibieron de Nuestro Señor unas voces hermosas.
Bernard es el elegido, su voz es enorme y se vuelve aguda; cuando Bernard le da espacio a su voz en su cabeza, se oye un ruiseñor, como de niño mezclado con un deje del soprano de una dulce niña, y eso sí que significa algo.
Entonces, gracias a su bello cantar, les cargaron en los hombros ese pan de nueve kilos.
Para Crisje fue algo hermoso, una vivencia de la que ve y siente el espacio, ¡es futuro!
Y debajo de todo esto se siente fatal, hay miedo viviendo en ella.
El Largo no ahonda en el asunto, no puede entender que Crisje quiera aceptar esas cosas ahora.
Y es que ¿no van de maravilla las cosas?
¿Tenemos de qué quejarnos, Cris?
Nada está mal.
Los niños están sanos, llegó también Teuntje, ahora han recibido seis niños fuertes y una niña, ¿qué más quiere Crisje?
Crisje no quiere nada más, nada, pero por dentro se siente triste, siempre está ese miedo.
¡Algo pasará por lo que perderá esta enorme felicidad!
Lo mejor es arrojarlo lejos, pero ¿será tan sencillo?
¿Puedes arrojarte a ti misma?
Está por dentro, Hendrik.
¡Y eso por dentro me habla y ahora va sacando la vil y dominante cabeza!
El domingo pasado, el Largo cantó con el cuarteto en la Plantación.
Habían llegado unos alemanes para escucharlo y ver si era apto para el escenario, ya han llegado a ese punto.
Terminada la función, Crisje se lanzó a los brazos de su Largo por tanta felicidad, besándolo en presencia de toda esa gente, lo que sin duda no es algo normal para ella.
Pero habían cantado tan hermosamente.
Había sido tan imponentemente bello; el eco en la Plantación mandaba las voces por encima de la gente, incluso casi podían oírlos hasta en Montferland.
Después de esta fiesta, el Largo obtuvo nuevos contratos y eso también significaba que iba a entrar dinero.
Pero Crisje siguió sintiéndose triste, siguió manteniendo esos sentimientos incómodos, ni siquiera un licor de hierbas borraba de su vida ese impulso o esa fuerza, ¡allí seguía!
De modo que Crisje no está preocupada por lo social.
Mira a esa vida directamente a los ojos, ambos son ahorradores y saben meditar las cosas, aquí no se gastan ni cincuenta centavos a la ligera.
Ya están reuniendo una buena porción de tierra y ¡basta con mirar detrás de la casa, en la pocilga!
Pronto será la matanza otra vez. Los niños crecen como la espuma.
La vida está llena de asombros, solo habría que quitar esta única cosa y habríamos llegado.
¿Será que es un aviso obtenido de la vida?
¿Puede la vida hablarle a tu “yo” de la conciencia diurna?
Resulta que así es.
¡Crisje lo vive!
Los niños tienen buen aspecto, llevan camisas finas, zapatitos también, y el Largo un bello traje negro, ella sus cosas bellas, pero ¿entonces qué será lo que pasa, Crisje?
Llegó el momento en que se sintió preparada para pensar en aquella cosa interior.
No podía escaparse de ella, así que mejor empezó, de lo contrario más adelante no podría mirarla a los ojos.
Jeus está en el último grupo, algo aprende, aunque no demasiado.
No hay que pedirle que haga un cálculo; no es capaz.
Sin embargo, fue pasando de un grupo a otro con regularidad, pero absorbía el conocimiento de los maestros con su vida interior, que entonces le permitía dar las respuestas.
Crisje dice:

—Ya no tendremos hijos después de Teun, Hendrik.

Sabe que es el último.
Hendrik también piensa eso, pero esperará con calma.
Cuando por las noches están juntos, hablando de todo, sí que siempre está también ese miedo.
Y entonces el Largo oye:
—Qué te diré, Hendrik.
Allí está y no está.
Y eso quiere decir: lo tienes y no puedes hacer nada, ¡nada!
No te lo puedes quitar.
Aunque me resista a ello, no sirve.
Es más fuerte que yo, Hendrik.
Te va persiguiendo, cuando estás plácidamente dormida te despierta y entonces está por debajo y dentro de tu corazón.
Luego te deja un nudo en la garganta, de modo que piensas que tal vez te asfixiarás, así de malo es, pero además tan consciente.
No puedes liberarte de eso.
Y no obstante estás de maravilla y sana como un roble.
¡Rezar no sirve!
Rezo día y noche, lo sabes, tampoco el señor párroco se da cuenta de esto.
¿Crees que la vida es así, Hendrik?
¿Qué es en realidad la vida?
La vida es bella, pero también te puede destrozar y entonces estarás ante La Parca, ¿no es así?
¿Será que es eso?
Cuando Crisje mira a Jan, es como si los sentimientos por dentro dijeran: tiene que ver con eso y obtuvo una sintonización propia con esa vida.
Pero Jan está vivito y coleando, tiene buen aspecto y su cuello no da motivos para preocuparse.
¿Qué quieres, Crisje?
¿Qué significa todo esto?
¿Acaso trabajaste demasiado, Crisje?

—No —oye el Largo—, ese no es el punto ahora, Hendrik, ¡eso es algo muy distinto!

‘¿Será entonces que nacimos para preocuparnos?’, se pregunta el Largo.
Pero tampoco es eso, Nuestro Señor no tiene nada que ver con esto, por lo menos eso piensa Crisje, ¡es la vida!
Y en realidad eso está fuera de Nuestro Señor.
Aunque a la vez, no, pero entonces ¿qué es?
Y así, una mañana, Jan sintió que su cuello estaba tenso.
Se frotó la venda en el cuello...
Crisje lo vio y entonces algo de ese miedo se disolvió; ahora ya sabía algo de esto.
Ahora La Parca lleva a Jan de la correa, como un perro amarrado con una cuerda.
¡Porque eso es!
No tiene vuelta de hoja.
Jan está atado a La Parca y esa dice, “Adelante, Jan, ¡ven!
Voy a la izquierda, ¡desde este momento debes seguirme!”.
¿No es así?
¿O es de otra manera?
Una semana después, esa apretada cinta alrededor de la garganta de Jan ya estaba un poco más hinchada.
Hendrik, ¿miras un momento?
Estamos perdiendo a Jan, han aparecido los primeros síntomas.
También entonces el Largo pudo aceptar el miedo interior de Crisje.
La lucha con La Parca les está tocando la puerta, ahora está conscientemente delante de la estufa.
No hay cosa capaz de echarla de casa, ¡no suelta a Jan por nada del mundo!
El vecindario ve que Jan otra vez trae una pequeña venda en el cuello.
Ay, mi buen Señor Nuestro, lo veo.
Ahora ¡no me hace falta rezar!
Se le acabó el tiempo al bueno de Jan, puede irse preparando.
Ahora, Jan anda conscientemente de la correa de La Parca.
Los chicos también lo saben.
Ahora no tienen que ir por estiércol de vaca adonde los Hosman, ahora la pinta ya no tiene poder, las fuerzas de voluntad universales de La Parca dominan.
Ahora todos lo oyen muy bien: está silbando su melodía.
Pero qué sarcástica es esa mujer, pero no pueden quejarse ni refunfuñar, el tiempo se repartió de manera justa.
¡Jan está preparado!
No es necesario que Jan ladre, para eso es humano, pero sí que le falta poco para eso.
Ya mana la sangre.
No hace falta que venga a ver el médico.
¡Ahora no lo necesitan!
¡Aquí todo ya es inútil!
¡Lo saben!
Nadie puede quitarles eso, ni hay quien pueda hacérselo creer: para Jan, este es el final.

—Jan está por escuchar su marcha fúnebre —dijo Bernard, y Jeus lo sentía.
Y Jan es capaz de hacerlo, lo sabe, él mismo lo dice:

—Estoy contento y ahora me rindo.

’Vaya con ese gran Jan Kniep’, piensan los chicos, y solo Hendrik y Crisje lo saben, nadie entre todas esas personas se ha percatado; recibieron este espacio como regalo porque Crisje y el Largo... aceptaron a su amigo.
Mana mucha sangre.
¿Cuánta sangre no ha de tener una persona?
Litros vienen saliendo de ese agujero en el cuello de Jan.
Y mana que mana, día tras día, y apesta tanto que se puede oler hasta cruzando la frontera.
Por lo tanto, Crisje venda a Jan en el ático.
Cuando Jan baja, envuelto en un espeso vendaje, enfila directamente hacia su silla cerca de la estufa y empieza la conversación sobrenatural y espacial con Crisje.
Ahora hablan todo el día sobre La Parca, que está allí con ellos y que a veces se va un momento porque tiene que recoger algo por aquí y por allá.
Jan ya no puede escaparse de ella.
Está atado a su correa, es una cadena de carne y hueso, y como la carne y el hueso se van pudriendo, se ha convertido en un cordón de esos muertos.
Y hay que reconocerlo, ahora La Parca no se anda con medias tintas, ¡sabe lo que quiere!
‘Cómo es posible’, piensa Crisje, pero Jan se va pudriendo, ya no tiene carne, toda esa carne, que le da a uno su calidad de humano, aquello que significa tanto porque puede ser tan gloriosamente cálido y con lo que se disfruta un placer verdadero pero exterior, y que no tiene nada que ver con el interior, se va pudriendo a ojos vistas y ya ahora apesta como un cadáver que se ha empezado a descomponer.
Aquí lo saben: a pesar de todo, aquello dentro de ti sigue radiante, a pesar de toda esta miseria venidera y, lo quieras o no, te hace llorar.
¡Tan querido es eso y se llama Jan Kniep!
Eso recibió un nombre, por la gente; la gente todavía no conoce aquello de dentro y, por lo que se ve aquí, es lo más significativo, eso seguirá perviviendo eternamente para Crisje, Jan y Jeus, ¡porque se les concedió conocer esas leyes!
Las cosas como son.
Ahora no se le puede atacar a La Parca, no se le puede deformar ni tomar el pelo.
Esto fue decidido de antemano, ¡y por Nuestro Señor, encima!
Ahora reza día y noche por Jan Kniep y luego tendrás que aceptar que tus oraciones no puedan remediar todo y que además, por lo tanto, no sean escuchadas por ningún Dios, por ningún Señor Nuestro.
¡Este es el final material y terrenal!
Ahora se preguntan: ¿cuándo se debe y se puede rezar por tus seres queridos?
Jan y Crisje están conversando, y Crisje, que es sin duda como una santa y una católica de sangre pura —lo cual sabe el señor párroco y por lo cual este apostaría su propia vida—, ¿crees que ahora todavía sería capaz de convencer a Nuestro Señor para que le regalara otros cinco mesecitos a Jan y poder conservar la vida material otro breve tiempo...? ¿Que sería capaz de dedicar una misa a Jan?
Ni esa misa ni las oraciones sirven ya.
Jan tiene que morir, Jan morirá para lo que es aquí, pero ¡vivirá allá, para la eternidad, donde José, el “Largo” de Jeus y los muchos que ya oyeron su propia marcha fúnebre!
‘¿No es sencillo’, llega desde Jan hasta Crisje, ‘si sabes todo de antemano y si te puedes entregar a La Parca?’.
Aquí se habla de “Ciencia Espiritual”; aquí se vive la realidad, aunque la iglesia católica esté en su seno, esta ahora adquiere “Espacio Universal” y veracidad gracias a Jan y Crisje.
Si tan solo la gente pudiera aceptar esto y si el señor párroco algún día pudiera sentir esto como Jan y Crisje, y convencer a “Roma”, entonces esta fe sería...
profundidad y espacio divinos y la iglesia católica representaría a Dios y a Cristo,
Nuestro Señor para el reencuentro eterno, en el que casi cada ser humano quiere creer y al que es capaz de aceptar, porque de esta manera es real y natural, porque ¡forma parte de un “Padre” de “Amor”!
¿Podría una santa como Crisje sentir y pensar de otra manera?
¡¡¡No!!!
No puede hacerlo, ¡¡¡porque se trata de esto!!!
¡Jan tampoco llora!
No puede llorar.
¡Sabe!
Y porque ahora lo sabe decidido, la fe en Dios se volvió sobrenatural.
Santo cielo, gente, ¿no se trata de esto?
¡¡De esto se trata!!
Jan el grande le confía a Crisje:
—Estoy preparado, Crisje.
Y doy gracias a Dios de que hayas querido cuidarme así.
Lo apreciaré, Crisje, y no lo olvidaré nunca, nunca.
Ya que sabes que jamás fui un ingrato.

Eso lo dice un cierto Jan, el colono.
Y este colono es fuerte y consciente como un maestro en lo que concierne aceptar a La Parca.
No te preocupes, deja que me desangre... Parca preciosa... ¡Yo sé quién eres!
No eres una aniquiladora, no eres una destructora, sino una tipa simpática.
Una cosa la sabemos, a pesar de todo: más adelante te quitaremos tu corona podrida a golpes, porque detrás de lo interior, no, no quería decir eso, “Parca”..., quiero decir, detrás de esta máscara dolorosa e inhumana que llevas veo la vida, y por eso no siento ira hacia ti.
Pero ¡hay que quitar esta corona de tu cabeza!
Les pegas a las personas por su ignorancia.
Claro, Parca verdadera, no es tu culpa, pues la gente no quiere otra cosa, ¿no?
Así que mejor perdónamelo.
Jan acepta la justicia de La Parca.
Dividieron la vida de manera justa.
Jan cree que aquella es benévola y amorosa.
Más adelante Jan obtendrá alas espaciales, porque fue una buena persona.
Jan no arrancó piernas a la gente.
Pero para quien sí lo haya hecho, pues sí, para ellos será más difícil, porque les has tomado el pelo a ese espacio y esa eternidad.
Y La Parca está para llevarte allí.
Es por eso, aunque su correa todavía no te ciña el cuello.
Pero La Parca tiene correas para brazos y piernas a montones.
Incluso las tiene tan insignificantes como alfilerazos y aun así: también por una cosita tan insignificante y venenosa tú mismo te tocas tu marcha fúnebre, ante La Parca y ante Nuestro Señor.
Pero esa marcha es desafinada como un gato en celo... ¡El auditorio busca bronca!
¡Y ahora tú mismo también lo estás!
¿Lo sientes?
Tú mismo tocas la primera trompeta, aunque de manera desafinada, fingida y fea, nadie quiere escucharte.
Suena bestialmente fastidioso, pero ahora la vida propia te está mirando de soslayo y te habla.
¿Ni siquiera quieres escuchar esas dulces vocecitas?
¡Adonde vayas estarás solo, solo con tu hipocresía y tu propia alma podrida!
¿Te parece duro?
De cualquier manera no hay cómo escaparse, porque ahora ¡los ángeles saben cómo te llamas allí y quién eres!
¿O pensabas poder engañar todavía incluso a Nuestro Señor?
Ya quisieran, ¿verdad, Largo?
Entonces los ricos comprarían estómagos nuevos y cerebros nuevos, diferentes, mejores, y cada quien jugaría a ser Rembrandt, Beethoven y Bach, pero ¡esas cosas no están en venta!
Jan apesta kilómetros a la redonda, pero ¿qué importa?
Y eso se llama cáncer sangrante.
Para millones de personas la manera de buscar una salida decente, y, Crisje lo sabe, todavía sanable en el “tercer grado”.
Pero pobre del que padece el cuarto, quinto, sexto y séptimo grado: son insanables con el estiércol de vaca, y más adelante, querida, queridísima Crisje, Jeus aclarará sus leyes y mundos propios, porque eso también formará parte de su tarea.
Qué cosas, ¿verdad, Crisje?
Parca, aquí no se te manda a los “drudels”..., sabes lo que esto significa y ahora no se puede comentar para tu vida.

—Claro, Jan, allá nos volveremos a ver.
¿Lo oyes?
Así hablan Jan y Crisje.
Se volverán a ver después.
La condena eterna no existe para estas vidas naturales.
Ni el purgatorio: tus pocos pecados, aunque hayas matado, se pueden enmendar ante el Señor Nuestro de Jan y Crisje, y para eso también se te da la oportunidad “Divina”.
Oye, ¿te gusta este sonido para tu alma y tu gracia?
¿No te gusta esta musiquita para tus orejitas humanas?
Sí, mejor acéptalo, que el Dios de toda la vida, que es “AMOR” y siempre lo ha sido, no te mete en un purgatorio ni en un infierno eterno, ¡tu vida no puede faltarle a “ÉL”!
¡Tú, “ser humano”, tienes que volver adonde “ÉL” para allí representarlo en todo, ante todo, —y eso es “Luz, Vida y Amor”...—, y también ante la paternidad y la maternidad!
Puedes rodearlo de diez millones de signos de exclamación, y sentir agradecimiento ante el Dios de toda la vida, y exclamar: “¡ÉL es Amor!”.
Y Él no excluye ni una sola chispita de sí mismo ni se cierra a sus cielos, porque cada chispa de vida, y sobre todo el ser humano... ¡ha recibido autonomía divina!
Cuando Crisje y Jan palpaban todo esto y tomaban nota de ello, este estaba en los huesos, su vida apestaba tanto que las palomas en el techo pensaban, ‘en qué mundo tan podrido estaremos viviendo, pareciera que está abierto el estercolero espacial’.
¡Tan terrible era!
Lo vivieron en el ático, las palomas zureaban menos cuando todavía estaba Jan, ellas también sabían y comprendían: pronto Jan ya no nos dará nada, ¡se va a largar!
¡Esas pobres palomas!
Cuatro meses después, había una lápida encima de la tumba material de Jan Kniep, en la que se podía leer:
“Aquí descansa en paz Jan Kniep, hermano de Gerrit, Anneke, Greida y Willem, que Dios lo guíe”.
Y algo más..., pero eso pertenecía a Indonesia...
¡Jan el Colono estaba muerto, y bien muerto!
¿Todavía quedan cosas de Jan?
Aquí está todo.
¿De verdad es todo?
Sí, no hay más.
Verá, nos gustaría tener un recuerdo de Jan, lo entenderán, ¿verdad?
¡Claro!
Llévenselo todo, no hay problema, Jan vive en nuestro corazón.
Para ustedes los bártulos, y eso significa algo, ¿no?
Jan se fue corroyendo.
La Parca le fue devorando el sistema, y lo hizo de manera infaliblemente consciente y segura...
¿Repítelo, Crisje?
¿Repítelo, Bernard?
¿No estuvieron en ese entierro?
¿Viste cómo lloraban los chicos de Crisje?
¿No viste a Bernard?
Lloraba a gritos, como si hubiera perdido a Crisje.
¿Viste a Johan?
¿No viste a Jeus, Hendrik, Gerrit, Miets y Teun?
¿No viste al Largo y a Crisje entre la familia de Jan?
No, entonces de castigo vivirás la agonía de Jan, mañana a las seis de la tarde, ¡para que aprendas a pensar para esta vida y la siguiente!
Sal de mi vista, ser humano.
No soporto verte.
Es una pena, pero ¡es la verdad!
¿Te quiero?
¡No lo creas!
¡Habladurías!
¿Sin ti ya no puedo vivir?
Mañana, o dentro de solo tres añitos, ¡te apuñalarán en el corazón!
No creas lo que la gente tenga que decirte, solo mira sus actos, y pesa y sopesa, porque dentro de cincuenta años de todos modos van a ceder.
¡Solo entonces estarás frente a esa tomadura de pelo humana!
Ya nunca te alejarás de nosotros.
¡Mañana saldrán corriendo ellos mismos!
¿Me quieres?
¡Te doy todo!
A la hora de la verdad, créelo, te sacan por la puerta, te tiran a la calle con todo lo que diste antes y se te concedió dar, por amor, claro, o ¿será que las cosas materiales ya no tienen significado alguno?
No, claro que no..., solo viven si contienen tu corazón, y entonces lo material se convierte automáticamente en eterno.
Si no Bach —y también tu Beethoven, que Dios me lo perdone, además de tu Tiziano— y todos esos grandes de alma y espíritu habrían muerto antes y les habrían roto su valiosa nuca; como si esas cosas no hubieran pasado.
Por eso el mundo sabe que en realidad la carne y la sangre no recibieron todo, Crisje lo llegó a saber.
No importa que te arregles... ¡lo que importa es lo interior!
Le da color y forma a lo material y lo lleva a la animación.
Solo ahora el alma y la personalidad hablan a través de la materia, y una persona es bella e imponentemente grande.
Uno pensaría ahora, pues, que de esta manera esos sentimientos interiores fueron vividos hasta consumirse por completo.
Pero Crisje siente que todavía no está libre.
Al contrario, siguen allí, aunque, y eso también se percibe muy claramente... ya no tengan nada que ver con la correa de La Parca.
Piensa que es cierto, que mientras vivía todo ese malestar por Jan, esto se había atenuado un poco, ahora vuelve con toda intensidad.
Ahora sus sentimientos van hacia Bernard.
El chico desconoce el peligro.
Aunque el Largo sea severo y Bernard también ahora esté a veces abajo en la oscuridad, aquel no se lo saca a golpes.
Bernard recibe su dinero para el pasaje para el tranvía, pero le divierte vender esa seguridad y subirse al tranvía de Zutphen-Emmerik de un salto.
Jan el Narices va pasando por todos los vagones, desde el primero hasta el último; Bernard y sus amigos se bajan y se suben saltando, pasan corriendo el Zutphen-Emmerik con gran velocidad y ahora usan el tranvía sin pagar nada.
Pero eso Crisje ni siquiera lo sabía hasta que el Largo se percató, le leyó la cartilla, lo que de todos modos no funcionó.
A fin de cuentas no puede uno matarlo a golpes.
Jan el Narices trabaja en el Zutphen-Emmerik a su manera.
Sabe que tarde o temprano esos jovenzuelos estarán molidos y que sus padres tendrán los problemas.
Pica los pasajes y mira, Jan no es lo suficientemente estricto, se puede vivir de todo.
—Bernard, no vayas a causarle pesar a mamá, ¿te parece?
—No, mamá, no te preocupes.
Cada mañana Crisje se queda con el alma en un hilo.
Una no puede hacer nada.
Ya no tiene nada que decir como adulta ni como madre.
Una noche, Jeus soñó que Bernard caminaba con dos muletas.
Estaba debajo del tranvía, iba a un hospital y caminaba con esas dos muletas.
Cuando despertó por la mañana todavía se acordaba, pero no le comentó a Crisje, mamá ya tiene preocupaciones de sobra.
¡Fue un sueño feo!
Una tarde, Crisje está delante de la estufa, dormitando un poco.
De pronto camina por el Zutphen-Emmerik.
¿No está Hendrik?
Allí está el Largo y aquí está Johan.
¿Dónde está Bernard?
No está.
Cuatro veces pasa volando por el tranvía y no puede encontrar a Bernard.
Grita pero ella no lo oye.
Miets se despierta de un sobresalto.
‘Es peligroso soñar de día’, piensa, y se queda con un mal sabor de boca.
¿Qué será lo que está haciendo Bernard?
Ojalá estuvieran los hombres.
Una hora más tarde están en casa.
Habla con Bernard, el chico le dice que sí y amén, pero todavía sigue sin atenuarse el sentimiento de terror por dentro, le carcome el corazón.
Esta mañana, el sentimiento es tremendo.
Preparó el pan que se llevarán.
Anoche heló muy poco.
Uno por uno salen volando de casa.
Ahora tiene el corazón desbocado, pero ¿qué está pasando?
Bernard, ay Bernard, mejor le hubiera dicho que se quedara en casa esta mañana, ojalá estuviera enfermo.
Pero ¿qué hace una persona si está sana?
¿Puede una tomar una decisión contraria para la propia vida?
No, no está en manos de una.
Como de costumbre, Bernard salió corriendo.
Media hora después se abre la puerta.
Hay una mujer frente a Crisje y es el monstruo humano más feo que se conoce por aquí.
Cuando llega a visitarla a una, viene cargada de un montón de líos y cantan los demonios en el infierno.
Crisje, ahora tu temor ha desaparecido, ahora puedes saberlo.

—Ay, Crisje, pasaron por encima de tu Bernard y se quedó sin piernas (por las ruedas del tranvía).
Al mismo tiempo Crisje cae al suelo de golpe, ¡se desploma!
Jeus sale de la cama volando y agarra a la vieja de las greñas.
La agarra y, por más joven que sea, la arroja a la calle.
Ve que la mujer da dos vueltas de campana, pero eso es por andar de chismosa.
Deberían haber sido otros los que le dieran a Crisje este imponente mensaje.
Tratándose de disgustos, ella siempre es la primera.
Si se trata de chismes está siempre con su cotilleo, y ha mancillado y dejado deforme a más de una persona por su carácter demoniaco.
Jeus sale corriendo.
Va volando de nuevo por la Grintweg, casi se rompe la nuca pasando por una elevación donde Theet Hendriks, pierde un pedazo de la rótula, pero no lo siente.
Tiene que ir adonde Bernard.
Cuando llega allí ve que acaban de poner a Bernard encima de una escalera y que se lo llevan.
En casa de unos familiares del Largo acomodan a Bernard sobre una mesa, ya fueron (a) por el médico.
Bernard mira a Jeus directamente a los ojos.
Este le pregunta:
—¿Te duele mucho, Bernard?
—No —es la contestación tajante y consciente—, no quiero tener que ver con dolor.
Jeus siente que su hermano lo obliga a mirar detrás de sí.
Bernard está cubierto con una sábana, pero cuando se da la vuelta mira el pedazo de pierna de Bernard, todavía trae el zapato y un pedazo del pantalón; ¿santo cielo, eso es de Bernard?
Alguien levanta la sábana, ahora mira la pierna cortada por las ruedas y desfallece, pero se aferra a su conciencia diurna.
Ahora los adultos están conociendo a Bernard del Largo.
El chico ríe, hace como si solo se hubiera hecho un rasguño, no hay más.
Jeus cae en la cuenta de que está viendo que Bernard perdió un pedazo de una pierna, y no las dos, y eso tiene que saberlo mamá.
¿Qué pasó, Crisje?
Trui ha estado asistiéndola.
Trui hace todo para apoyarla.
Como siempre, Crisje, el Largo fue tranquilamente adonde Jan Hieltjes, la parada para Zutphen-Emmerik.
Justo cuando se iba acercando el tranvía —el Largo no vio a Johan ni a Bernard—, aquel estaba al pie de la Grintweg y pudo subirse enseguida.
Allí el tranvía avanza a paso de tortuga, y ese monstruo tiene que alcanzar la altura del cementerio, para lo que tiene que emplear todas sus fuerzas.
El Largo está en el tranvía, pero no siente que allí, justo frente al cementerio, Bernard se está desangrando en la calle, porque este se acercó un poco al Zutphen-Emmerik y saltó encima corriendo.
Los estribos están resbalosos, Crisje, porque anoche heló.
Bernard se escurre entre el estribo y una rueda, y el Zutphen-Emmerik lo arrastra.
Si el Largo hubiera mirado un momento hacia la izquierda, habría visto allí a Bernard, arrastrándose.
Se arrastra hacia el camposanto y empieza a gritar.
El Largo no oye sus lamentaciones, está bien a gusto en el calor y no sabe nada, nada, Crisje.
Aunque esté con las narices encima, ¡no siente nada!
El Largo está encima de lo que tú ya estás sintiendo y padeciendo debajo del corazón desde hace meses, y no se da cuenta de que ese mismo Zutphen-Emmerik le ha cortado la pierna a su hijo.
La sangre de Bernard salpicó las tablas inferiores, casi había alcanzado al Largo, pero ¡este no ve ni siente nada!
No es sensible para su propia sangre, Crisje.
Eso es a su vez algo muy distinto, tú sí que lo sabes, pero hay una diferencia muy grande entre los sentimientos interiores y el pensar.
Y eso lo tienes o precisamente no lo tienes.
No hay más.
Johan tomó el tranvía tranquilamente donde Hieltjes.
Pero ya están avisando a Hendrik.
Jeus le dice a Crisje qué aspecto tiene Bernard.
Y ahora le dice que no se va a morir.
Le cuenta de su sueño, que Bernard fue a un hospital y que llegó a casa con dos muletas y una sola pierna.
Crisje piensa en su propio sueño.
El temor se ha convertido en saber inmaculado y puro.
Ahora el corazón humano recibe la distensión natural, ya pasó.
Sabe que ahora Bernard está domado.
La misma vida se arregló con Bernard, ¡ahora seguirá quieto por el resto de su vida!
Y Jeus tenía que decirle a Crisje de parte de Bernard ¡que no tiene dolor!
Qué día está siendo.
Al parecer, el ímpetu sentido y vivido en ella se materializó infaliblemente.
Y aun así sigue quedando algo.
Todavía no ha desaparecido todo.
¿Qué es eso?
¿Será que Bernard sí se va a morir?
No, llega a casa con dos muletas y Crisje no tiene por qué dudar de las visiones de Jeus.
Y ahora hay que esperar a papá.
Ojalá llegara pronto el Largo.
Por fin, llegó.
¿Cómo está Bernard, Hendrik?
Está bien, Crisje.
Los médicos dicen que nunca han visto a un niño tan fuerte.
De inmediato pidió un arenque en escabeche.
Se sentía débil y tenía un sabor raro en la boca.
Es un milagro.
No es tan grave, Crisje.
Una pierna menos.
Tres fracturas en el brazo derecho.
La pierna derecha también, el brazo derecho como si fuera sacacorchos, reventado por el Zutphen-Emmerik.
Por dentro no se lastimó nada, Crisje, estará en casa pronto, todo va bien, Bernard manda saludos.
Cómo es posible: Bernard todavía se pueda sanar.
Jeus lo vio llegando a casa con muletas.
Ahora el Largo se entera de su sueño, lo saben.
Lo peor es que el Largo siente que se le está obstaculizando a él.
Y para Crisje todo aún sigue igual por dentro, sus sentimientos siguen sin disolverse, siente que vendrán más contratiempos.
El Largo puede inclinar la cabezota, por ahora Bernard ya no cantará.
Jeus corre por allí con media rótula y la vida sigue, también ahora se reparten los periódicos, pero esto ya está tocando a su fin, al mismo Largo no le apetece para nada.
Es Crisje quien le da nueva vida al Largo.
Parece destrozado por dentro.
Su futuro quedó hecho añicos.
La vida lo apuñaló por la espalda.
El Largo es fuerte, pero esta vez dieron en el blanco, y Nuestro Señor le dio este toque para que reflexionara.
¿Es cierto, Largo?
El domingo, toda la familia está en Emmerik.

—Hola, mamá.
¿Estás enojada conmigo, mamá?
Ese Bernard.
Intentarán todo lo posible por conservar la rodilla.
Dos semanas después renuncian a eso y le hacen unas operaciones a Bernard; de la pierna izquierda solo queda un pequeño muñón.
Ahora la vida da un giro a la derecha... La de la semana pasada siempre iba por la izquierda, ahora por la derecha; Bernard no será técnico de maquinaria, sino sastre.
Nueve meses después llega a casa, sobre dos muletas.
Ahora empiezan las supuraciones internas, todavía hay astillas en la cadera y tienen que salir.
El niño sufre indeciblemente, pero también ahora descubren que es un carácter fuerte, quien lo vea se pone a llorar.
Pero Bernard ha dejado de ir a galope, está calmado y todo el vecindario tiene ganas de comérselo.
Santo cielo, hay que verlo.
¿No hay nada que mangar?
¿No se le antoja a Bernard una rica manzanita?
¿Quieres que vaya a ver si hay algo para ti, Bernard?
Ahora Jeus sale para ir a mangar para su hermanito y le trae unas lindas manzanas rojas, pero eso fue una vez y nunca más, ya le estaban pisando los talones.
¿Todavía tiene gracia la vida?
Sí, perder una pierna no significa que el tranvía también haya destruido el cerebro ni el interior.
Es algo diferente, las cosas se han serenado allí, el Bernard de antes ha sentado cabeza.
Jeus mete la mano al fuego por Bernard, está frente a su cama como un perro.
¿Y el Largo?
Se volvió más callado, algo se cuece en su interior, es como si estuviera afligido por algo.
Por dentro, papá está achacoso, todos los niños lo ven.
El fuego en los ojos, que la gente teme tanto, ha ido perdiendo algo de vida, pero no la vida entera.
Gerrit Noesthede vino a visitarlo y le dio una paliza al Largo.
No era su costumbre, pero el Largo tuvo que tragarlo.
—Pero Cris, ¿qué es lo que le pasa a Hendrik?
—Está cabizbajo, Gerrit.
Ni un licor de hierbas pudo obrar un cambio en el Largo.
Y a pesar de todo, al verlo uno ni siquiera llamaba la atención.
Para eso había que conocerlo desde hace un poco más de tiempo.
¿Sería que La Parca sí se sentaba con ellos en la mesa?
¿Aquí estaban demasiado sintonizados los clarividentes con el pobre Bernard?
Largo, despierta, ¡acéptalo!
Ahora Crisje y Bernard están creciendo y superándote.
¿No será que sí está allí La Parca?
No, pero dentro de Crisje vuelve a haber quejidos y gritos, no, eso no es, ojalá fuera cierto.
Es algo lánguido, es algo que crece lentamente y vuelve a asomar la propia cabeza.
También es algo que posee una fuerte personalidad y que ve la oportunidad de sacarte de quicio día tras día.
Es algo que poco a poco te va chupando la sangre, que te tiene una envidia mortal y muchas cosas más, que otra vez no te deja descansar, la sopa más sabrosa ya no te sabe rica.
¡Ya no tienes apetito!
Sientes ahora que tus oraciones no se elevan más allá del techo de la cocina.
Es grave.
Es terrible.
Es algo muy terrible.
Estás encima, pero no lo sientes, y aun así trepa hasta tu corazón humano como un reptil venenoso.
Allí vive y descansa, o está él mismo ocupado en asfixiarte conscientemente.
¡Ahora solo queda esperar cómo se revelará!