Jeus, algo le pasa a Deut, ¿puedes ir a verlo?

Deut lleva ya dos días en su piedra y al parecer las cosas no pintan bien para él.
Los adultos están impotentes frente a esta situación y no lo pueden ayudar.
Es miserable verlo allí sentado así.
El gigante se desplomó como una ruina y su vida, su alma y su espíritu están rotos.
Ni Duumke puede alejarlo de su piedra.
Se cuenta por allí que el viejo Messing le propinó una terrible paliza a su hijo.
Duumke anda de aquí para allá cerca de su amigo, pero ya tampoco sabe qué hacer.
Si se le pregunta: “¿De verdad no hay nada que puedas hacer por Deut?”, contesta:
“Ya tengo conmigo mismo”.
El estado de Deut puede durar semanas, tan hecho polvo se le ve.
Es insoportable verlo, así en la Grintweg.
Día y noche hay gente pasando por aquí, ni un purito ni un resto de salchicha traen alivio; su vida se niega con determinación, ¡está muerta!
El interior de Deut tiene un aspecto triste, en aquel interior ya no se puede ver ni una pequeña luz.
Hace frío allí, es antipático e inhumano.
Hay profundas tinieblas dentro del simplón.
¿Que dentro de qué vive Deut?
La gente habla de esto, claro.
Pero nadie es capaz de sacar al simplón de su estado angustioso; ningún médico sabe cómo tratar a este deshecho humano para darle unas pocas fuerzas nuevas y diferentes; para volver a encarrilar a Deut en su vida diaria.
También el Largo le habla a Crisje sobre Deut, tampoco ellos lo entienden.
No se logra nada con violencia, porque entonces la vida interior de Deut reacciona de inmediato, y pega y patea a su alrededor como un animal salvaje.
Entonces empeora todavía más.
Por eso Deut tiene que quedarse tranquilamente sentado allí, y no hay quien pueda alejarlo de su piedra.
El Largo dijo:
—Es que hay cosas, Cris, que nosotros como humanos no podemos entender y en las que no tenemos que meter la mano, ¿cierto o no?

Al decir esto, el Largo admitía sin rodeos que él tampoco sabía cómo resolverlo.
Crisje dijo:
—Hay ayuda para todo, Hendrik.
¡Para todo!
Si la gente solo quisiera rezar.
—Bien, ¿por qué no empiezas a rezar entonces, tan buena que eres para eso? —replicó el Largo luego.
Con sarcasmo y un poco de burla tampoco se logrará, bien que lo siente el Largo, pero entonces que se las arregle solo ese loco.
A Hendrik todo el asunto le parecía una cosa pobre.
Crisje todavía oyó:
—Si el de allí arriba sabe hacer lo que sea, Cris, entonces ¿por qué no ayuda a quitar a Deut de su piedra?

Crisje contestó indignada:
—Vamos, Hendrik, espero que no quieras burlarte, ¿no?
—¿Acaso eso es burlarse, Cris?
¿Será que ya no puedo tener mis propios pensamientos?
‘Aunque sigas y sigas’, pensó Crisje, ‘de todos modos no vas a avanzar’, pero aun así, una cosa la sabe con seguridad: la gente no debe tocar las cosas que tengan que ver con Nuestro Señor.
Aun así, el Largo todavía no se rinde, y Crisje oyó todavía muchas más cosas, pero tampoco ella supo las respuestas.
A pesar de todo Crisje siguió rezando por Deut, al igual que el señor párroco rezaba por el simplón.
Muchos avemarías fueron ascendiendo, pero ¿ayudaría?
El Largo y mucha gente se preguntan: ¿Por qué “Él” no manda más que locos a la tierra?
Porque de esos hay de sobra en este mundo.
Más que los conscientes, incluso, si es que a cada persona normal se la puede llamar consciente.
Otra cosa más de la que no tienen ni el más remoto fundamento.
¿Por qué Nuestro Señor manda a tantos enfermos a la tierra?
A fin de cuentas, Deut tiene una porquería de vida.
¿No es increíblemente injusto, Crisje?
¿Por qué “Él” manda a este mundo personas con la cabeza enferma?
Pero entonces el Largo oye que no tiene que tocar los asuntos de Nuestro Señor, y que todas esas cosas no son asunto suyo; Nuestro Señor sabe muy bien por qué todo esto es así.
La repuesta que le da Crisje sí que le parece muy barata.
Así se puede justificar cualquier cosa, pero no se avanza.
¿Puede uno como ser humano aceptar eso?
¡No, es imposible!
Todo ese palabrerío solo lo marea a uno.
Aun así, intentaron quitar a Deut de su piedra con violencia, pero ¡por todos los santos, cómo se puso!
Ahora había enloquecido de verdad.
El médico dijo que más valía dejarlo tranquilo, a fin de cuentas todo ese asunto tendría que sufrir algún cambio, siempre estaba la Madre Naturaleza también.
Claro que sí, el señor médico puede decir lo que quiera, pero mira ahora.
Deut no hacía caso de nada, siguió con problemas durante semanas y aun así, una buena mañana había desaparecido.
Nadie supo si a Deut lo habían metido en un manicomio, pero había desaparecido, para volver después de unos meses.
Al igual que antes, Deut era como un niño, y ¿qué hacer con niños en un manicomio de verdad?
Nada, ¿verdad?
Se dice que había vuelto con un papelito que decía: “Déjenlo en paz; si se vuelve a colapsar, entonces déjenlo en paz, ¡su interior se restablecerá solo!”.
Pero puede durar mucho tiempo y miren por ustedes mismos: menudo espectáculo; hace que los extranjeros salgan corriendo del pueblo —o de la pequeña ciudad, si se prefiere—, temiendo que este niño alto y fuerte los vaya a contagiar, eso sí que da risa.
¿Así es, entonces, la gente de la ciudad?
Uno pensaría que esta gente no teme a los locos.
A algunas damas se las veía simplemente temblando cuando miraban un momento a Deut; ya no se alejaban de (la región de) Montferland.
Allí en ‘s-Heerenberg se juraba en plena calle, era una vergüenza.
¿A quién se le ocurría dejar allí a una persona así, babeando?
¿No había nada, entonces, para volver a encarrilar en la sociedad a esa vida?
No, señora, no hay nada, lo sabemos muy bien, pero ¿qué quiere?
¡Quite las manos de Deut, señora!
Cuando esta gente está tranquila hay que dejarla que haga sus cosas, y cuando está alterada, dejarla en paz con todavía más razón, dejarla aún más que se las arreglen sola, hay que pretender que ya no es una persona.
A veces se hace lo que sea por un perro sarnoso, entonces ¿por qué no por Deut?
Ahora bien, ¿Deut es realmente un loco?
Un pobre diablo, eso es lo que es, torturado por la vida, y eso es mucho peor que cualquier otra cosa.
Esto es muy malo, mucho peor que ser ciego, peor que alguna deformación.
Si eres como Deut, ya no tienes nada, ¡nada!
¿Qué enfermedad es?
No lo saben.
Pero salen cubetas llenas de baba por los labios de Deut y de su corazón humano, porque eso es lo que pasa, ¿no?
Ya no sirven tus pretextos.
Ni los puritos ricos, aunque costaran cincuenta centavos.
Su alma y su felicidad ya no reaccionan, ahora Deut está muerto o sordomudo, aunque podría vivir mil veces mejor lo primero, pero La Parca todavía no tiene ganas de sacarlo del juego de este mundo, porque para ella es un juego, ¿verdad?
Piensa, ‘revienta...
Deut, me sirve más uno sano.
Qué bien, un niño así, de siete años; un hombre así, de cuarenta o de treinta años, en la flor de la vida, quitarlo de golpe de allí, ¡me parece buena idea!
Pero ¿de qué me sirve un caso así de loco?’.
Eso es lo que dice o piensa La Parca, Crisje... ¿Verdad, Largo?
Así pintan las cosas.
Porque las cosas nunca cambian.
Deut seguirá vivo; los sanos en cuerpo y alma desaparecerán, como suele pasar.
Hay familias despedazadas por La Parca, pero ¡Deut se queda!
¿O será que Nuestro Señor no quiere saber nada de esto, y es que “ÉL” hizo en verdad un trato con La Parca?
Primero este y aquel.
Y entonces uno se pregunta automáticamente... ¿Para qué se vive entonces, en el fondo?
¿Qué es, pues, de Nuestro Señor mismo, y qué le pertenece a La Parca?
¿Le complace a “ÉL” dar ingenio humano a miserias de ese tipo?
Se nota a ojos vistas, hay allí un pequeño problema, hay algo en esto que en realidad no va con Nuestro Señor, pero Largo, Crisje, ¿quién lo sabe?
Nadie en el mundo conoce estas leyes, pero allí están, ¡por lo menos los fenómenos de los que Deut es solo uno!
¡Lo que hay dentro de Deut está muerto ahora!
Ya no hay vida ni sentimientos, no hay oído y no ve nada.
La vida se ha vuelto callada, hay algo en la máquina humana que se rompió por dentro.
Pero ¿qué?
Cuando uno está frente a Deut y siente algo de su alma, o la vida, como uno mismo quiera sentirlo, entonces a uno le viene encima algo desagradable que lo hace temblar y estremecerse.
Entonces de inmediato se ve uno ante todas sus preguntas, de las que la más inhumana es: ¿Por qué Nuestro Señor manda al mundo a ese tipo de personas?
Otro dice: por dentro, Deut ha cerrado sus puertas con clavos, pero ¿tiene un ser humano puertas?
Dicen que dentro de Deut está como boca de lobo, y pareciera que llorando se vaciara allí por completo como ser humano, y eso es lo más miserable de todo.
Entonces ¿uno ya no tiene sentimientos como ser humano?
¿Puedes tú mirarlo con los ojos secos?
O pensabas que todos estos hombres y mujeres, que sin excepción alguna van a la iglesia —ya sea a la protestante o a la católica, no importa—, no se preguntaban: ¿Cómo puede aprobarlo Nuestro Señor?
¿Pensabas que se tragaban cualquier cosa que dijera el párroco o el pastor?
Nada de eso. Piensan, al verse afectados, que bien podría tocarle algún día a sus propios hijos.
¿De verdad es satánico Nuestro Señor?
Dios mío, Crisje, ¿eso lo preguntó el Largo?
¿Y qué contestaste?
Ojalá Deut pudiera llorar bien alguna vez, dice la gente, eso trae alivio.
Sí llora, pero no hacia afuera.
Y si pudiera pasar, habríamos avanzado bastante.
Sería el relajamiento natural para Deut.
¿Quién es capaz de hacer llorar al loco?
¿No hay medicinas? ¿No se han inventado aún esas cosas por las que se puede hacer llorar de manera natural a una persona?
¡Piensan que es lo único para Deut!
Pero solo está babeando, eso es lo que pasa, nada más.
Y lo más raro es que no se puede morir a causa de eso, bien que lo vieron.
Eso es tan malo que ni siquiera lo hace reventar a uno.
¿Es duro?
¿Eso es duro?
Entonces está uno frente a La Parca y frente a Nuestro Señor, frente a estos dos poderes y fuerzas.
¿Cuál de estos dos tiene finalmente la razón o se complace quebrando y maltratando de esta manera esta pobre conciencia de Deut?
¿Quién es?
¿Acaso no es cierto, entonces, que la gente de buena voluntad recibe los golpes, una y otra vez, y es la que es despedazada?
De improviso, personas que hacen mucha falta reciben un golpe vil de esos, en el centro del corazón humano.
¡Entonces está La Parca frente a ellas!
¿Pensabas que tanto clamor por ayuda y tantas súplicas ayudaban en lo más mínimo?
Que ahora mujeres y niños intenten mantenerse en la vida.
Ves los estados más miserables, solo por esa maldita Parca y por Nuestro Señor, que no hace nada, que no mueve un dedo.
¡”ÉL” deja que sus hijos revienten!
Esas palabras son las que se oyen y dicen, no en la barra después de diez tragos, no, así, a la mitad del día, con plena conciencia, tras reflexión humana, no solo respecto de Deut, sino también ¡de ti mismo, tu amor, tus ingresos, tu mujer e hijos!
¿Qué dices?
¿Qué pensabas de esto?
¿Acaso son sinsentidos?
Y mira, el que se estaba riendo de repente se fue.
La Parca también lo había agarrado.
Adiós, ¡ahora que tu mujer y diez hijos se las arreglen!
¿También adiós a Nuestro Señor?
Te voy a decir una cosa.
La vida es un gran caos, una sucia porquería, pero aquí arriba ¡hay algo que no cuadra!
¿Están equivocados este hombre y todas esas mujeres?
¿No deben hacer estas preguntas?
Si fuera por Crisje, no, no metes la mano en lo que pertenece a Nuestro Señor, porque entonces ¡ya no quedaría nada del todo!
¿Piensas que Crisje no tiene razón?
Crisje y el señor párroco rezan toda oración habida y por haber, pero ni así sirve de algo.
Pero a pesar de todo, dice Crisje, llegará ayuda, ¡solo tienes que perseverar!
¡Y Crisje persevera, Largo!
Cuando Hendrik llega a casa por la noche, subiendo a la Grintweg por el callejón, lo primero que hace es mirar si Deut sigue allí.
Es lo que más le interesa.
Y sí, allí sigue, Largo.
Es vergonzoso.
¡Y esa vergüenza se va derechito hacia Nuestro Señor!
¡Eso es fastidiar al ser humano!
Es torturar al ser humano, pegándole por todas partes, como si la vida no le pegara lo suficiente aún.
¿Qué dicen los ángeles, Crisje?
¿Nada?
¿Han perdido su espacio y su seguridad todas esos poderes y fuerzas?
Eso parece.
¿Cómo es que Nuestro Señor aprueba esto?
No se pueden encontrar palabras, ¡así de deplorable es!
¿O no es cierto?
Un ratero, un cazador furtivo, un maleante y un asesino, ellos se mantienen con vida y tienen salud.
Es duro, claro que sí, y no debería ser, pero a veces aquí hay gente que envía hacia arriba: ¡los “drudels”!
Y, fíjate, eso va dirigido a Nuestro Señor y Su equipo.
¡Los “drudels”!
¿Y pensabas que eso los hace reaccionar?
La cualidad de callar —porque así es, ¿no?— que se manda desde los cielos hacia la tierra dice: ¡Adelante, revienten!
Claro, eso no hay que decírselo ni a Crisje ni al señor párroco, entonces eres un hereje.
Pero ¿qué quieres?
Además no es sensato que uno se deje llevar tanto, porque significa maldecirse a uno mismo, y eso, a su vez, también es grave.
Una cosa te lleva a otra y de todos modos no llegará respuesta a todas estas preguntas.
Cuando el Largo le dio a conocer a Crisje su opinión de que arriba existía algo terrible, se le dio en respuesta:
—Vamos, Hendrik, eso es infame, ¿acaso no lo sabes?
—¿Qué es más infame, Cris?
¿Entonces Deut solo recibió media alma, Cris?
¿Qué contestar a esto, Crisje?
¿A pesar de todo sigues sosteniendo que algo tiene que pasar con Deut?
¿No sabes, Crisje, que todos los días La Parca masacra a niños sanos?
¿Para qué manda Nuestro Señor niños a la tierra si de todos modos “ÉL” los vuelve a llamar consigo unos días después?
¿No se puede preguntar eso, Crisje?
¡La gente lo hace de todas formas!
Y ya no se conforman con el pretexto: Nuestro Señor ya lo sabrá.
Esas lágrimas, la pena y el dolor de las madres, Crisje, de todos esos millones de madres, pues, que tuvieron que perder a sus hijos, debería haber oscurecido desde hace mucho la luz del espacio, allí donde vive Nuestro Señor, ¿no?
Pero allí no cambia nada.
Siguen viviendo allí como si nada, los domingos reciben sus pastelillos frescos, comen de fuentes de oro con cucharas de oro, los hombres fuman sus puros de un florín, pero nadie en absoluto piensa en estas madres, el dolor humano no significa nada, Crisje.
¡Nada!
¿No hay entonces ni un solo ángel, Crisje, al que se pueda llegar a través de las lágrimas y el dolor humanos?
Libertinos, rateros y viles maleantes siguen vivos y poseen todo, ignoran lo que es la enfermedad.
A los mejores se les pega y pisotea a muerte.
¿Es eso algo para Nuestro Señor, Crisje?
La gente puede decir sí y amén, pero está harta de eso, eso es viejo y se arruga; de vez en cuando no estaría mal que uno supiera algo más y dijera alguna vez su opinión, si no ¿para qué se es un ser humano?
Y luego se oye: haces bien en llorar, aunque no te sirva un comino.
Por más que vociferes, solo empeoras las cosas.
Da igual que mañana estés en la calle, ya puedes darte por satisfecho de que seas un ser humano.
Cómo puede ser, son gloriosos estos regalos de Nuestro Señor, pero ni siquiera los cerdos quieren recibirlos.
¡Somos personas!
¡A los ojos de Nuestro Señor no eres nada!
¿No lo sabías?
¿Rezar?
Te doblas de la risa por esa gente, han perdido la razón, no son personas con una voluntad propia.
Cuéntame lo que quieras, ¿pensabas que lograba olvidar a mi buen Nico?
Y ¿cómo era Nico?
¿Acaso no se confesaba cada semana?
¿No iba siempre a la iglesia?
¿Alguna vez te hizo una mala jugada?
No era capaz.
Y ¿qué pasó?
De golpe se fue al ataúd, mi Nico.
Parado en la tumba se oían risas.
Lloré hasta quedarme seco, pero había alguien que se burlaba de mí y de toda mi familia, ¡y era esa odiosa Parca maldita!
¿Nunca has oído cómo ríe esa desgraciada?
Entonces sigue algunos entierros y escucha bien, y también lo oirás.
¿Qué pasará dentro de Deut cuando está así?
Dicen que Deut volvió a llevarse otra vez al viejo en la carretilla por la Grintweg para propinarle un batacazo tirándolo ocho metros hacia abajo.
Allí se volvió a encontrar el viejo Messing.
Debió haberse desnucado, pero cuando lo sacaron de allí no le había pasado nada.
Deut, que se quedó de pie allí, llevaba a su terreno a su viejo padre en la carretilla cuando pasó.
Y eso también es raro, si quieres dedicarle un breve pensamiento humano.
Deut ya no tiene conciencia de nada.
El viejo Messing, en cambio, tiene un pedazo de madera en las manos y llama a Deut para que se le acerque.
Quién haría eso con sus hijos, siendo padre.
Pues bien, ¿qué hace tu hijo sano e inteligente, aunque solo tenga tres años?
Si son todavía mayores, claro que actúan de manera aún más consciente..., ese hijo tuyo siente lo que estás tramando y ahora está temeroso; tu hijo ve que recibirá una paliza y está reaccionando.
Cierto como eso.
Deut no.
Deut se acerca a su padre.
No ve que este tiene un garrote en las manos para darle una buena paliza, esta pobre ruina humana hace exactamente lo que el viejo quiere.
El viejo le dice:

—Agáchate, de rodillas, Deut. —Porque él es paralítico, y Deut obedece.
No sabe qué está por suceder.
Si el viejo Messing no le hubiera soltado ese bufido a Deut —pues este por lo visto no soporta los bufidos ni los gritos—, entonces Deut tampoco lo habría tirado desde la Grintweg.
Cuando Deut se agacha y está de rodillas, el viejo Messing le pega a esta vida donde la alcance, hasta que a fuerza de golpes despierta algo por dentro a lo que finalmente reacciona Deut, y sale huyendo.
Es todo, pero por eso Deut ya lleva días sentado en su piedra.
¿Qué hacen con el viejo?
¿Qué tienen que hacer?
No lo saben.
O sea que dentro de Deut sigue habiendo algo, a pesar de todo, que puede ser llevado hacia una decisión propia.
Tenemos que aceptar irremediablemente que esta vida no posee ni conoce la maldad.
Esta vida no es consciente del peligro.
Y aun así, si le das una buena paliza, llega a reaccionar por su propia cuenta.
El viejo despertó a golpes al niño sordomudo dentro de Deut.
¿Cuánta profundidad tienen la vida y la conciencia de Deut?
¿Qué te puede decir un psicólogo sobre esto?
¡Nada!
Hace ya mucho se desligaron de Deut; ¡no lo saben!
Claro, lo mejor para Deut era alejarlo de ese entorno, pero entonces bien podrían llenar todas las casas para este tipo de enfermos, ¡toda la sociedad está enferma!
¡Toda esta sociedad está loca de remate!
En otras palabras: uno se queda impotente.
Deut debe de haber estado tirado frente a su padre como un mosquito frente a las patas de un elefante.
Otros saben que el viejo primero le pidió que le buscara un palo, y que el mismo Deut le puso en las manos a su padre el objeto para apalearlo.
Más decente y dócil, ¡imposible!
Pero ¿qué quieres?
Ahora Jeus tiene que ir allí.
¿No le parece raro a la gente?
Jeus sabe que su amigo está metido en problemas y aun así deja a Deut allí.
Eso no es propio de Jeus, Crisje lo sabe.
Así que cuando Crisje le preguntó:
“¿No sería bueno que fueras a echarle un vistazo a Deut...?”, oyó en respuesta:
“Primero lo tengo que pensar, mamá”.
Sonó bastante sabio, ¿no, Largo?
Después de unas horas, Jeus oye de nuevo que Crisje le dice:
“Jeus, ve a ver a Deut, está muy afectado...”. Entonces empezó a pensar, pero no pasó nada, se fue a dormir bien a gusto y dejó solo a su amigo con su horrendo problema.
Crisje no lo entiende, pero sigue rezando y confiando: ¡Deut se va a curar!
Aunque el Largo casi se deshaga de la risa, porque es un trabajo imposible.
Crisje sigue poseyendo la confianza.
Reza y piensa lo suyo al respecto.
Hace un momento, Jeus salió por la puerta con Fanny para ir a ver a Deut.
Contempla desde la distancia el engendro allí en esa piedra, del que sabe todo.
Aunque no lo creas, Crisje, aunque tú puedes entenderlo, en Jeus entró el sentimiento, el sentimiento puramente humano y bien reflexionado de que solo ahora puede ayudar a Deut.
Ayer todavía no era posible, solo hoy ha llegado el momento.
Ahora es capaz de hacer algo por su amigo grande.
Otra vez algo de niños, dirás seguramente, Largo, pero esto tiene un significado profundamente humano, incluso sobrenatural, y ya lo conocerá Jeus más adelante, y entonces lo describirá en sus libros.
¿No te reirías también un poco por eso, Largo?
No pronunciaré jamás estas palabras en tu presencia, entonces se convertirán en margaritas para los puercos.
Ay, Largo, eso ya está muy visto, es viejo, eso de las margaritas para los puercos ahora ya no significa nada, lo intuyo con mucha más sencillez y también es mucho más humano si dices: ahora te diriges a sordomudos, y ¡es cierto, además!
Jeus va directamente hacia Deut, y es increíblemente peligroso, pero no quiere saber nada de peligro.
Hablar no ayuda, lo hace de manera muy distinta.
Los adultos ya se han vaciado hablando.
Jeus toca a Deut brevemente, luego se da la vuelta, se apoya en la cerca de la señora Peters y se queda ensimismado, y llega ahora a reflexionar profundamente.
Lo primero que piensas ahora y que surge en ti es: se nos ha mandado otro psicópata.
Pero eso no lo sabe Jeus, esos son entonces tus propios pensamientos.
Este niño hace algo de lo que tú como persona vieja no sabes nada; así que mejor cállate la boca otro poco.
Por suerte el Largo no está cerca, Crisje, porque entonces ¿qué habría pasado?
El Largo habría agarrado a Jeus por el cogote para alejarlo de donde está Deut.
Pero entonces, dentro de quince días, Deut todavía habría seguido allí.
Ahora Jeus saca a su amigo de los apuros en que está.
Ve que dentro de Deut las ventanas se han cerrado de golpe.
Por más que grites, “Deut, sal, por favor”, ahora mismo Deut no sabe encontrar una salida.
El rostro de Jeus se queda impasible.
Los niños lo miran.
Los hay que piensan que también está afectado.
Ya lo ves, Deut puede contagiarte, mamá.
Ahora que Jeus está allí llega la ayuda para él, Fanny ya está meneando la cola, ¡ve a José!
Ahora Jeus empieza una conversación universal.
El otro Largo también está allí y le dice:
—Primero tienes que observarlo por dentro, Jeus.
—Sí —recibe ese otro Largo como respuesta suya—, ya empecé a hacerlo.
Jeus desciende en Deut.
Lo hace en pensamientos y pasa solo si te sabes el camino, de lo contrario te pierdes allí.
Y es que un laberinto así no lo conoces.
El mundo humano por dentro es un mundo de profundidad desconocida, si quieres saberlo.
Tal vez entonces cambies de parecer acerca del caso de Deut y el descenso en su casita, o sea, en su personalidad.
Jeus lo hace como está acostumbrado a hacerlo con Crisje, y de lo que ella siempre sabe captar los sentimientos.
Ahora también llega a la unión con Deut.
Deut ya no vive solo en su propia casa.
Deut ha recibido la visita de Jeus y es él quien abrirá ahora las puertas de su alma, de modo que al rato aquel podrá volver a ver que la gran puerta está abierta.
Y si Jeus puede lograrlo ahora, Deut empezará a llorar de felicidad y de plena alegría humana.
Cuando eso pase, será su curación.
Deut ya está empezando a pensar por dentro y siente que alguien está allí.
Ya no está solo.
Ahora Jeus dice, para llamar la atención de Deut de que él sin duda está allí:
—¿Deut, es que no sabes que estoy aquí?
¿Pensabas que me había olvidado de ti, Deut?
Lo ves, eso pasa desde allí, pues, desde ese pequeño punto de sosiego, allí desde la cerca de la señora Peters hasta la vida interior de Deut.
Enseguida hace falta para eso la escoba material, y solo entonces Jeus abre con violencia las puertas a golpes y patadas, y Deut recupera sus lucecitas en los ojos.
¿Hay algo más?
—Claro que sí, Deut, ¡aquí estoy...! —Y otra vez más...—, ¡Aquí estoy, Deut!
Y luego todavía se oye:

—Estamos aquí en el mundo, Deut, para ayudarnos.
Lo sabes, ¿no, Deut?
Los niños están allí, abucheando a Jeus porque no hace nada por Deut; Jeus oye que según ellos esta es una amistad de poca monta, pero los deja que sigan echando pestes.
Está, por así decirlo, masajeando el alma de Deut, y cuando siente que puede intentarlo ahora a la luz del día, es decir, que debe seguir ahora el contacto material, se va de allí, vuelve en línea recta adonde Deut y con decisión toma su garra entra las manitas, y soba esa humanidad petrificada y encallecida.
La charla de hace un rato ocurrió en la oscuridad, fue para el alma y la vida, ahora ocurre para los sistemas materiales.
La vida ha despertado por dentro.
Los niños ya sienten que esto es de una seriedad sagrada.
Jeus oye que dicen:
—¡Demonios, es incluso peligroso lo que hace!
Pero el peligro no lo detiene.
No hace caso de todos esos mocosos, hay entre ellos quienes tienen quince o veinte años.
El Largo y José lo ayudan.
Jeus tampoco podría lograr nada sin ese Largo y su José.
Todos esos mocosos allí todavía se mojan los pantalones.
Se quedan con los ojos cuadrados, hoy sí que están pasando cosas.
Jeus continúa:
—Deut, ¿me oyes?
¿Me oyes, Deut?

¡Ese preguntar se va haciendo más serio y más apremiante!
Se vuelve exigente para Deut.
Jeus sigue acariciando las garras de Deut.
Fanny también lo ayuda.
Fanny le da un buen lamido a Deut y ahora es de enorme ayuda.
Deut siente que le va entrando un delicioso calor.
La vida vuelve, va corriendo detrás de ella.
Ya casi no se le puede frenar a Deut, tan potente es la fuerza que toca su vida interior y material desde Jeus.
Los niños piensan, ‘esto es algo, parece un milagro’.

—Ven, Deut, no nos quedemos aquí de pelagatos.
No puede ser. —Oye Deut.
—Deut, ¿quieres que te regale una canica de vidrio?
¡Mira!
¿No es perfecta para ti?
¿No lo oye Deut?
Luego Jeus recibirá las pruebas y entonces toda esta humanidad entenderá que Deut piensa, ¡aunque parezca que no es así!
Pero su vida todavía no puede actuar, la voluntad humana todavía se resiste.
Jeus sigue acariciándole las manos, y se quita cubos y cubos de baba de las manitas.
Siente que dentro de Deut algo revienta, estalla, se desgarra.
Y cómo es posible, de pronto Deut empieza a llorar.
Los niños ya gritan:
—Vamos, Jeus, dale duro, se está despertando.
Jeus sigue.

—Vamos, Deut, mira esto.
Allí está Graatje, la de Dien Meadas en la Cuneta.
¿No la conoces?
Siempre mea donde le entran ganas.
Pero ahora sale corriendo, Deut.
La de allí es Anneke Knies, ya sabes, Deut, la hermana de Mathie, Pukky y Hendrik, los que juegan tan bien al fútbol.
La de allí es Hanne Caca, ¿todavía no te da risa, Deut?
Son todos unos miedicas.
Quieren que les hagas cosquillas, Deut..., pero no les vale ni un centavo.
¿Cierto o no, Deut?
Y la de allí es una hermana del Chiflado, viven detrás del hoyo, allí te puedes ahogar si no te sabes el camino, lo sabes, ¿verdad, Deut?
Deut todavía no dice nada, pero ahora ya no falta mucho.
La cabeza todavía le cuelga entre los hombros fuertes, pero pronto se erguirá y entonces, Deut volverá a estar con la gente.
—Mira a aquel, Deut, compraron fiado por más de mil florines... Pero Theet Egging no está tan loco, ya se lo hará pagar.
Al propio Theet ese dinero le supone demasiado trabajo, Deut, lo entenderás, ¿no?
Y el padre de aquella de allí, Deut, ya estuvo cuatro veces donde los gendarmes por robar conejos.
¿De veras no te da risa eso, Deut?
Y en efecto, Deut hace una leve mueca, se le mueven los labios, quiere decir algo.
Y otra vez viene de donde están los niños:
—Vamos, Jeus, ¡ya lo encontraste!
Deut está llorando.
Los niños corren a sus madres para decirles que Deut está llorando.
Lo saben: Jeus sacará a Deut de su estado angustioso.
Los niños lo incitan, hoy le dan todo lo que vale.
Solo ahora de verdad empiezan a correrle las lágrimas por las mejillas y es la curación natural para Deut.
Ahora Jeus lo agarra por el cogote y tira de él hacia arriba.
Pero cuando resulta que Deut no quiere, oye:
—Si no quieres conmigo, Deut, entonces ¡púdrete!
Ven, vamos a ver mis palomas, Deut.
Fanny tira de Deut mordiéndole el pantalón y sí señor, logran alejarlo de su pedazo de piedra.
Los adultos miran y sienten respeto ante un pedazo de trabajo tan imponente.
Deut se levanta, hace palanca para estirar sus rodillas débiles, ahora está de pie y al mismo tiempo Jeus entra a la (callejuela) Dassenstraatje, directamente hacia sus palomas.
Fanny ya corre hacia Crisje.
Cuando Crisje ve que es su Jeus el que viene acercándose con Deut, de inmediato salen volando diez padrenuestros hacia Nuestro Señor para darle las gracias porque “ÉL” haya escuchado las oraciones.
Bien sabía que llegaría la ayuda.
Pero que fuera a ser su Jeus, en eso ni a Crisje se le ocurrió pensar.
Pero ahora lo ve, ¡siempre queda Nuestro Señor “Largo”!
¡Las oraciones sí sirven!
Quien no sepa rezar está perdido.
¡Refunfuñar y echar pestes no son la solución!
‘Qué gusto le dará al señor párroco’, piensa Crisje.
Para ella es una gran gracia.
Y así es, Crisje, pero con la ayuda del Largo de Jeus y de José, si no, ¡Deut todavía estaría allí!
Son ellos, Crisje, quienes sacaron a Deut de esas tinieblas.
Pero ¡por medio de Jeus!
Fíjate qué bien lo arreglaron los ángeles de Nuestro Señor, Crisje.
Y ahora también has de creer que Nuestro Señor no sabe nada del estado de Deut, si no ya no tendría nada más que hacer.
Entonces Nuestro Señor tendría que estar por lo menos en diez millones de lugares en este mismo instante, Crisje, y ¿eso se puede?
Para ti sí, lo sabemos, pero, Crisje, ¡esto también es verdad!
Por lo tanto, te puedo asegurar con la mano en el corazón: todos estos miserables asuntos humanos, todos esos porqués y para qués que preocupan a la gente y por los que se quejan a más no poder ¡no tienen nada que ver con Nuestro Señor!
¡Nada, Crisje!
Ellos mismos crearon esos problemas y esa miseria.
¡Y lo sabes!
No es nada nuevo para ti, pero ¡hacen sufrir a la gente y la destruyen!
Ahora se le echa la culpa a La Parca, pero ¿ella también tiene algo que ver?
No, te digo, ¡nada!
Un poco después, Jeus está con Deut donde las palomas.
—¿No son unos animales hermosos, Deut?
¿Te gustaría sostener una en la mano, Deut?
—Sí, por favor, Jeus.
—Cuando hayan crecido, Deut, voy a guardarte una.
Están charlando durante horas.
Deut ya tuvo diez palomas en las manos, ni una de ellas ha pulverizado.
Con cuidado carga los animalitos en sus garras, murmurando algo, el pobre diablo es como un niño pequeño.
Al verlo, es un momento para llorar hasta quedarte sin lágrimas, tan imponentemente bello y sobrenatural es.
El gigante con un niño, el gigante es un niño, pero el niño es viejo.
Adivina adivinador, ¿qué será?
Pero Crisje ve que todo va bien.
Ha preparado pan para Deut y cuando este lo ve, agarra con ambas manos las rebanadas de pan, a las que Crisje les ha puesto mucho fiambre, y come hasta saciarse.
Crisje no aguanta el ritmo, tanta es el hambre de Deut.
No ha comido nada en días.
Cuando ha pasado y por dentro posee una cierta base y Jeus se prepara para llevarlo a su casa, el simplón dice algo y pregunta:
—¿Dónde está mi canica, Jeus?
¿Pensabas que Deut está loco?
¿Pensabas que no había oído nada?
Deut no está tan loco como para no tener conciencia de que poseer semejante canica de vidrio es algo asombroso.
Se mete la canica al bolsillo.
Ahora baja las escaleras y se va a casa.
Al llegar a la puerta del viejo Messing, Jeus ve que esta se abre.
El viejo también ha cambiado, sin duda alguna.
Jeus empuja a Deut hacia adentro.
Escucha otro momento más y oye cómo suenan las tazas.
La comida y bebida están esperando a Deut.
Qué rara es la gente, qué seres tan extraños son, Jeus lo aprendió y no se le volverá a olvidar el resto de su vida.
Entonces se va.
Desde el espacio se le sonríe.
Ve que desaparecen su Largo y José.
Van a contárselo a Nuestro Señor.
Y tal vez, “Largo”, ahora que lo han vivido ellos mismos, que Nuestro Señor piense sobre esto y entonces tal vez pronto ya no vendrán locos a la tierra.
O bien “Él” sigue mandando más, porque ahora sabe cómo se los puede sanar.
Si lo sabe hacer incluso un niño, entonces ¿por qué los adultos no quieren poseer estas fuerzas?
Los adultos lo llaman: ¡disparates!
¿Lo ves, Largo?
Son disparates, ¿o no?
Pero ¡el amor cura, Largo!
¡Las fuerzas humanas pueden sanar!
Y es exactamente lo mismo que lo que hace Manus, la voluntad de vida y el aura vital de un ser humano pueden lograrlo.
Pero ya lo oirás más adelante, aunque entonces primero tendrá que pasarte algo, Largo.
¡Detrás de tu ataúd estarás frente a estos milagros!
Pero, por Dios, qué potente es la vida, qué bella que es.
Sí, Largo, ¡si la ves como es!
Deut cambió por los pensamientos de Jeus.
Volvió a la conciencia diurna porque Jeus lo ayudó a pensar.
¡No hay más, Largo!
¿No dijo Cristo: “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, entonces...”?
Y la fe de Crisje es tan fuerte y alta como tu (colina) Hunzeleberg, desde donde se alcanza a ver el “Stolzenfels am Rhein”, Largo, por lo que le pasan estos milagros a Deut.
Jeus mira a Crisje a los ojos y lo saben.
Si le dice ahora que lo hicieron su Largo y José, a Crisje se le desbordará el corazón y apretará a su gran Jeus contra el corazón.
Ya lo ves, es lo que saben hacer los ángeles, ¿no es así, Jeus?
—¡Sí, mamá!
El Largo mira: en efecto, Deut se levantó de su piedra.
Quién se la habrá jugado.
Y cuando ahora oye de Crisje lo que hizo su Jeus, entonces el Largo le echa a este una hermosa flor.
Hendrik irrumpe en la casa preguntando:
—¿Sabes, Cris, quién lo ha conseguido?
—Sí, Hendrik, lo sé.
—Bueno, pues, dímelo.
¿El médico?
—¿El médico, preguntas? ¿Acaso sabe de asuntos celestiales?
—¿Entonces volvió a ocurrir algo, Cris?
—Sí, Hendrik.
Crisje lo fastidia que da gusto, tampoco tiene que saber todo a la vez, así también penetrará mejor en su vida.
Pero el Largo todavía dice:
—Chapó al que haya hecho eso, Cris.
Y ahora viene algo que asustará al Largo.
Crisje ríe, el Largo lo ve y pregunta:
—¿Por qué te ríes por dentro, Cris?
—Qué cosas, Hendrik.
Entonces hoy tendrás que decirle chapó a tu Jeus.
—¿Qué dices, Cris?
—Sí, Hendrik, mejor dile chapó a Jeus, él fue quien curó a Deut y lo arrancó de su piedra.
Jeus tiene que venir a papá, el Largo quiere tocar el violín y cantar solo para él.
Entonces el Largo pregunta:
—¿Cómo te las arreglaste, Jeus?
Jeus reflexiona un momento.
Y quién sabe cómo, de repente lo supo, las palabras se le ponían simplemente en los labios, y el Largo oyó:
—Toqué un poco mi propio violín, papá, para Deut.
—Carajo... —se le escapa al Largo. Si un adulto se hubiera atrevido a contarle algo parecido, el Largo le habría dado a esa misma persona un bofetón en plena cara.
Lo deja boquiabierto.
Crisje se ríe por dentro, no dice nada, pero disfruta y sabe: ¡A Nuestro Señor también!
Pero el Largo, ¡qué buenazo!
Hay que ser justos: inmediatamente después del susto, el Largo casi se descose de la risa.
Y eso en cambio le pareció demasiado barato a Crisje, no hay que reírse de cosas serias.
Jeus habría querido decirle todavía más a su padre, pero para su Largo ya bastaba, ¡este no les habla a bromistas y sordomudos!
Jeus ya no dijo ni una palabra más, su vida se blindó contra su propio padre.
Qué pena, Largo.
Así seguimos, siempre estamos ante ese “qué pena”... Qué pena, qué pena, caray, pero no se te puede alcanzar, solo ríes.
¿Cuándo por fin serás serio para Crisje y tus chicos?
¿Se te olvidó lo que Chang dijo sobre Jeus?
Lo serás, pero lo que tienes en la cabeza, Largo, ¿es conocimiento verdadero?
Hay quienes ríen ahora, pero ni siquiera lo oyes.
Pero ¡algún día lo oirás!
No se logra nada rezando, Largo, pero rezando sí te sintonizas con regiones más elevadas, no es posible entonces sintonizarse con la soberbia, porque la oración te lleva a la sencillez humana.
Para poder aclararte todo esto, más adelante te escribiremos un grueso libro, Largo.
¡Y lo hará Jeus!
¿Algo más, Largo?
Y eso sucederá entonces a través de los mismos ángeles que ahora auparon a Deut hasta la conciencia diurna.
Pero es que tú no sabes lo que es la conciencia diurna.
¡Jeus sí que lo sabe!
Tiró de Deut hasta devolverlo a su propia conciencia y entonces Deut volvió a estar entre la gente.
Que Deut no lo tendrá, ¿eso es lo que crees?
Te digo, ha sido el mismo Deut quien ha atraído estos líos.
Pero eso fue en otra parte, Largo.
Y ahora está con su propio lío, pero también encontrará la salida.
Deut se está recuperando, Largo, y una sola vida humana no significa nada para estos asuntos.
¡Uno necesita vivir varias vidas!
¿Lo entiendes, Largo?
No, ¡claro que no!
Nuestro Señor trabaja a través de “SUS” ángeles, Largo.
Ahora es el “Largo” de Jeus y soy yo, y otros, que también son humanos, Largo, que vivieron todos en la tierra y ahora representan un reino celestial, porque ¡no hay muerte!
¿Todavía no sientes nada?
¿Todavía no te da risa?
¿Todavía no te revienta la barriga de la risa, como ocurre todos los días?
Que sepas que nos cerramos para tu vida; en ese instante podríamos haberte contado algo muy distinto.
Pero —por más bueno que seas, porque no tenemos quejas de ti, ni tampoco Nuestro Señor—, el que te rías de Sus cosas y asuntos, eso es decisión tuya.
Y es que algún día se elevará hasta ti la seriedad sagrada.
Y solo entonces serás capaz de escuchar, de seguir y aceptar a tu Crisje y a tu Jeus.
Ahora todo eso se pierde para tu vida; te repito, Largo: no eres malo, pero ¡para este y otros asuntos sagrados eres seco como lengua de loro, además de sordomudo!
Tú no sientes ni ves nada.
Al contrario, quieres tocar el violín.
Pero Jeus tenía razón.
Su Largo pensó, ‘Si dejo a Jeus que hable de cosas que interesen al Largo material, probablemente lo despierte de golpe’.
No, no se pudo, tú te reíste tranquilamente, y entonces le pareció mejor irse.
A ti como padre, Jeus te dio un bofetón doloroso, ¿no es así?
Su vida, Largo, es como un arpa, y ¡los ángeles de Nuestro Señor puntean en esa pequeña arpa!
¿No es divertido?
¿Tan incomprensible es?
Todavía no llegamos, seguimos.
Ya volverás a saber de nosotros.
¿Tu pobre violín de quince marcos vale lo mismo que el violín que es Jeus?
Por favor, no hagas reír a Nuestro Señor.
Zapatero, a tus zapatos.
Largo, eres capaz de muchas cosas, pero ahora admítelo: ¿cuánto tiempo más?
¿O cumplirás los ochenta años?
Entonces todavía te queda tiempo, alrededor de los sesenta la gente suele empezar a pensar en la dirección de Nuestro Señor.
Nosotros, Largo, hablamos ahora desde un mundo que tú crees irreal y en el que no puedes creer.
Le hablamos a tu vida y a tu ser, pero no te das cuenta.
Y tal como eres tú, Largo, hay millones de personas más.
Aun así, ¡toda esa gente tiene que volver donde Nuestro Señor!
¿No has pensado nunca en eso?
Pero la vida es bella, la vida está llena de milagros, ¿por qué le harías caso tú a La Parca?
Crisje y el Largo hablan hasta altas horas de la noche.
Hablan de Deut y de Jeus, y de las leyes desconocidas de Nuestro Señor.

—Qué difícil es la vida a veces —suspira el Largo.
Pero es extraño; lo que no saben hacer los médicos está al alcance de un niño.
Crisje le dijo al Largo que bien podría comprarle un purito a Deut, así Jeus le podría dar ese detalle a su amigo.
Pero al Largo le pareció infantil y tampoco entró en el asunto.
Aunque el Largo tampoco está loco.
No cava una tumba para otro, eso no llega hasta su vida.
Seguro que sabe cómo es su Crisje y le da todo.
Pero le falta muchísimo para tener el deseo de recorrer ese camino espiritual interior, todos juntos; para Hendrik eso tampoco ha despertado todavía y si pudiera escuchar un momento, ¡eso lo llevaría donde Deut!
Él, a pesar de estar bien de la cabeza, vive justo encima de la conciencia de Deut y así es la gran mayoría de este mundo, ¡lo saben Crisje y Jeus!
Cuando oyes hablar a una persona de sí misma y luego reírse con tanto gusto de los asuntos sobrenaturales, y cuando a veces tienes que vivir que una persona se ría de ti en tu cara, entonces te parecerá mejor no preocuparte de esa gente, porque esos son los locos, los locos de remate.
Deut y los de su género son los vivos en esta tierra y los conscientes en el alma por excelencia.
Alguna vez lo dijo alguien para quien esta humanidad ha construido una catedral, y ¡así es!
El loco de verdad llora para y a causa de la realidad.
Las personas normales no saben llorar, pues se consideran demasiado razonables, pero ¡hay que mirarles los zapatos!
¡Viven en su propia pobreza, dijo en alguna otra ocasión una gran persona!
Pero ¡no ven ni oyen nada!
Y ese pequeño mundo viene de visita esta noche.
Y entonces aquello entra corriendo a la habitación más bella que uno tenga, se sienta allí y ¡para colmo tiene comentarios!
Largo, podría matarte a golpes con palabras y pruebas, pero ¡no se te puede alcanzar!
¡Nos esperamos otro poco!
Pero ¿entonces?
¡Entonces tú destruyes un montón de violines!
¿Para qué y a causa de qué?
Eso averígualo tú mismo, a un niño se le ayuda en la escuela, pero todo el resto lo tienes que aprender por ti mismo, Largo, esa es la sagrada verdad.
Crisje le dio su opinión:
—La gente está en su propio lodo hasta los tobillos, Hendrik, y aun así tiene comentarios sobre los demás, no huele su propia mierda... —Eso era lo que ella sacaba de un mundo, Largo, del que yo hablaba, y significa: ábrete a eso...
Si ese amor está en ti, ¡hablas todos los idiomas del mundo!
El Largo lo sabe, no es capaz de quitarle su fe a Crisje.
¡Su fe es “a prueba de bomba”!
De hecho entran a un solo mundo, tienen una sola fe, pero el Largo lo hace de otro modo, y según su propia manera de pensar y sentir.
Los separa Nuestro Señor.
En efecto, y Crisje lo sabe: si hace falta, el Largo se tira sobre la tumba de Nuestro Señor como un perro fiel para velar por la vida, pero todavía no se le ha concedido.
¡Y Crisje también sabe que todo llega en su momento y en el instante correcto!
Por hoy ascienden una buena cantidad de padrenuestros desde Crisje.
Jeus también los ha elevado.
Los ha ganado por Deut.
Algunos lo hacen con unas flores y un poco de cordialidad, un poco de amor también, claro, todo eso se puede; otros observando la justicia y otros más con sus actos.
¡Por medio de los actos materiales y espirituales se cultivan verdaderas pequeñas “Orquídeas”!
Cuando es el amor el que las lleva hasta la vida de uno mismo —créelo, esas prueban existen—, uno podrá depositarlas en el Gólgota y Nuestro Señor las aceptará gustosamente, es lo que a “ÉL” más le gusta.
Esas también “ÉL” las ama de verdad y con sinceridad, y eso lo cambia todo.
Cultiva una por el alma, la vida y el espíritu, y podrás tener la seguridad de que las cosas te irán mejor y de que siempre te irá bien en la vida, y ten presente entonces que esas fuerzas te cargan.
En la cama empotrada, alguien está soñando en una profunda tranquilidad.
Ahora Jeus va caminando en un jardín donde solo crecen y florecen esas “Orquídeas”.
Y Crisje lo va siguiendo.
Sus corazones han sido abiertos y han alcanzado la unión universal.
Se ve allí una gran luz y allí es donde van, tomados de la mano.
Tienen el corazón colmado de felicidad.
El Largo no pudo acompañarlos por reírse demasiado.
En este mundo también vive la risa, pero solo cuando también llevas dentro de ti la seriedad sagrada de y para él, antes no tienes el derecho de reír.
Si ríes antes de tener esa seguridad, ¡eres un loco!
Y no quieren ver a los locos allí.
¡Los locos humanos perturban allí la tranquilidad y la paz!
Porque aquí, créelo, Largo, ¡Nuestro Señor es el que decide todo!
Aprende a pensar, Hendrik.
Ponemos una piedra encima de otra para Jeus, y ¡vamos construyendo una “Universidad”!
Y es una verdad como una catedral, Largo: ahora, a través de tu manera de actuar, el mundo verá cómo hay que hacer las cosas y cómo precisamente no hay que hacerlas, por lo que más adelante la obra vital adquirirá valor, y naturalmente la lee ahora esa gente que está abierta a la vida y la muerte, y que no le teme a La Parca; es decir: que la ha conocido.
¿Por qué tienes que morir, Largo?
Porque debes continuar.
¡En una sola vida no se puede lograr nada!
¿Qué es la locura?
Es la inconsciencia, Largo.
A fuerza de golpes, durante un momento tú mismo te pusiste fuera de lo Divino y Armonioso.
¿Cómo se cultivan las pequeñas “Orquídeas” Divinas, Largo?
¡Entregando todo tu amor por la vida de Dios!
Hazlo con alegría en el corazón, Largo, y tendrás el derecho de llamarte humano a ti mismo!
Pues hasta aquí llegamos hoy.
Mañana seguiremos nuevamente.
Y saluda a Fanny, Largo, porque Fanny también se ganó su pequeña orquídea hoy.
Cómo es posible, un perro tiene más razón que un ser humano de la tierra sano, fuerte, dotado de arte y animado.
Y aun así, un perro solo es un perro, ¡una persona es algo muy distinto..., Largo!
Pero el ser humano no puede mover un dedo.
El perro Fanny pensó, ‘Mi lengüita me la dio Nuestro Señor’, y daba su propio amor de manera insignificante pero deliberada.
¡A Deut!
Esto también es un beso de verdad, Largo.
Si sabes besar así, también cultivas de estas cosas vivas en blanco, morado y suave azul, todos esos colores celestiales, o ¿no te gustan esas flores, Largo?
Solo estoy empezando a aburrirte, tienes sueño.
Descansa, Largo.
A Crisje no hace falta que se lo desee.
Ella está allá, con su Jeus; Nuestro Señor dijo: “Esta noche sí que dormirán tranquilamente”.
Y entonces, Largo, les salieron alas.
¡Y algún día podrás gozar de eso también!
¡Ay, qué corazón el de ese perro!
¡Ese Fanny!
Ni siquiera quisiste comprarle un purito a Deut, y eso es, nuevamente, una pena.