Las apariciones de fantasmas
¿Quién no ha oído hablar de fantasmas?
Nadie, pero ¿quién puede aclararte esas leyes de fantasmas?
Los parapsicólogos las buscan, querrían analizar el fantasma, pero hasta ahora los ha abandonado la razón.
Científicamente no llegan nunca a ningún resultado, pues el análisis vive de este lado.
Cada fantasma es un espíritu.
Es también lo único que en realidad se sabe de ellos en la tierra, aunque gran número de personas ha intentado representar al fantasma.
Había parapsicólogos que se habían encerrado con el fantasma, pero cuando este empezaba sus andanzas se hartaban y salían corriendo de la casa embrujada, tanto temblaban y se estremecían con toda la historia de fantasmas.
Cuando el fantasma se manifestaba les parecía mejor desaparecer lo antes posible y en esto tenían mucha razón estos eruditos, pues los fantasmas pueden ser peligrosos.
El fantasma los dejaba muertos de miedo, se portaba de manera horrenda, para colmo lanzaba piedras y traqueteaba con cadenas.
¡La de cosas que puede hacer un fantasma!
Traquetear con cadenas, subir y bajar escaleras, ponerse verdaderamente fantasmal por la noche, cuando han sonado las doce campanadas.
Porque por la noche el ser humano ya no es tan seguro de sí mismo, y es justo entonces cuando empiezan los fantasmas, es el momento de pensar en su tarea.
La especie más ruda de fantasmas —el grado para el fenómeno, para más claridad— la suelen representar los suicidas.
Un suicida experimenta que aparece como fantasma y es la vivencia de su propia miseria, a la que él mismo se ha lanzado, pues nadie le dijo que pusiera fin a su vida.
También hubo gente a la que se le obligó a matarse, pero esas almas no salen como fantasmas.
¿No te parece peculiar?
Aun así digo la verdad, pues así son las cosas.
El ser humano que pone fin a su vida por voluntad propia se convierte en fantasma porque ha pisoteado las leyes de Dios, y esas mismas le imponen el alto espiritual.
El suicida está atado a su lugar, este lo mantiene preso hasta que se hayan vivido las leyes.
Solo entonces el alma puede ir hacia donde ella misma quiera.
Para darte una imagen clara de lo que es en realidad la aparición de fantasmas, te doy ahora mi propia historia fantasmal.
Si has leído mi libro anterior, ‘El ciclo del alma’, no hace falta que te diga nada más.
Conoces entonces mis fantasmas, aunque en esa obra no haya contado todo al respecto.
En una de mis miles de vidas puse fin a mi existencia colgándome.
Pendía al lado de mi cuerpo material en las rejas de la celda en la que estaba encerrado.
Cuando empezó a serme demasiado duro y entré en contacto con otro mundo que me atraía, cuando oí voces de personas que me prometían de todo, puse fin a mi vida, pero me engañaron deplorablemente.
Colgando de las rejas viví otro mundo, pues no estaba muerto.
Había roto el cordón fluido que conecta ambos organismos, pero vivía y entonces empecé a aparecer como fantasma.
Todavía no formaba parte de esa vida después de la muerte y sin embargo estaba allí, y eso hizo que me rebelara.
Me había estrangulado, pero el estrangulamiento verdadero solo empezó en la otra vida.
Entonces me estrangulé de nuevo, porque mi soga me atormentaba y no podía desprenderme de ella.
Después de mi muerte escarbé en mí mismo y los guardias oyeron ese hurgamiento.
Tiré de mi cuerpo, pues tenía conciencia de todo, por lo que el cadáver se balanceó suspendido de las rejas.
Eso también lo vieron mis celadores y salieron corriendo de mi celda.
Entonces había empezado a aparecer como fantasma.
Sin embargo, quería desprenderme de ese cadáver, no quería más.
Entonces todavía no podía comprender si lo hacía con demasiada seriedad; a pesar de eso el cadáver se sacudía de un lado a otro y yo mismo me convertí en una historia de fantasmas.
Ahora puedo hablar de eso con un poco más de facilidad; entonces, no obstante, vivía toda esa horrenda miseria, que me rompió por completo.
Estaba atado al organismo y no podía liberarme.
¿Qué ocurriría?
Cuando aún vivía en la tierra no creía en fantasmas.
Porque ¿quién puede aceptar todas esas historias espantosas?
Si me hubieran dicho de antemano que un año después yo mismo sería un fantasma, por supuesto que me habría reído a carcajadas.
¿Yo, un fantasma?
¡No me hagas reír!
Pero mi propia vida lo decidió de otro modo y me convertí en fantasma, ¡y de qué manera!
Me daba cuenta de todo.
Vi que los guardias salieron corriendo a toda velocidad, pues podía ver a través de las paredes de mi calabozo, todo era transparente.
‘Qué mezquindad’, pensé, ‘pues no les hago ningún daño, ¿o sí?’.
Que infantiles son los seres humanos inconscientes.
Si estas personas hubieran sabido cómo era mi estado allí, creo con certeza que incluso se habrían atrevido a hablar a mi cadáver, pues daba signos de vida.
Me porté de manera muy aterradora e incluso les pedí perdón.
No podía evitarlo, y es que vivía en esta miseria.
Menos de una hora antes todavía había sido un ser humano, y ahora era un fantasma.
¿Lo comprende?
¡Estaba viviendo esta ley!
Sin embargo, quien me oyera entonces pensaba: es un diablo.
Y sin embargo era un pobre escultor, un artista de lo más humilde que quería crear, pero creé mucha desgracia.
Ahora incluso puedo agradecer a Dios todo el sufrimiento padecido o no podría contar nada de las apariciones como fantasma, pero ya ves para qué es útil el sufrimiento que he pasado.
Y es por eso que puedo contarte que un suicida vive lo más horrendo de todos los grados de la aparición de fantasmas; este grado se entierra a sí mismo.
Este grado vive la putrefacción de la propia vestidura, del cuerpo muerto.
Y esa aparición de fantasmas ya no es eso, sino la miseria más inhumana en la que un ser humano pueda meterse a sí mismo.
Puedes ahora gritar y lamentarte todo lo que quieras, nadie puede ayudarte, ni de este lado ni en la tierra.
Estás ahorcado y seguirás así, o vivirás tu propia tumba y te quedarás en ella, primero el cadáver tiene que haberse consumido y estás atado a él, vives cómo son devorados tus propios huesos.
La locura es cosa de niños en comparación con este fenómeno de fantasmas.
Grita todo lo que quieras, de todos modos no te oirán, pero cuando tengas conexión con la tierra, tus lamentos se oirán a mil leguas.
Estos son los aullidos de tu chacal, pero ahora producidos por un ser humano, aunque en este caso el chacal solo emite un débil chillido.
Los guardias llegaron a por mí la mañana siguiente y me enterraron.
¡Tuve que meterme a la tumba con mi propio cadáver!
¡Esto es imposible!
¿No sabía la gente que estaba vivo?
¿Estaba obligado yo a seguir esa putrefacción?
En poco tiempo las alimañas se arrastraban por mi alma, vivía cómo se me roía el corazón, me mantenía uno solo con el organismo material.
¿Puedes imaginarte algo parecido?
Millones de animalitos vivían en mi vida.
No por nada sucumbí cientos de veces, recuperando aun así la conciencia y todavía no habían terminado con mi pobre cuerpo.
¿No iba a terminar nunca este horror?
Entonces empezó lo de los fantasmas.
Tiré de la cuerda astral que me mantenía atado al cuerpo y quería irme.
Mientras tiraba pegué unos gritos tan espantosos que incluso a mí me dieron miedo.
Vi ahora a otros presos que iban arrastrando tras ellos bloques de piedra, y también ellos aparecían como fantasmas.
Tanto arrastrar siempre se oía, y también mis maldiciones y gritos, de modo que solo algunos guardias podían procesarlo, el resto sucumbía y tenía que ser reemplazado una y otra vez.
El islote albergaba muchos fantasmas.
Aquí llegué a conocer los grados del fantasma, pues cada fantasma divagaba por su propio grado de vida y su propia conciencia para este mundo.
Todos nosotros sabíamos exactamente lo que hacíamos.
Cuando los huesos se me quedaron lisos de tanto ser roídos llegué a liberarme de ese sistema y dejé de hacer de fantasma.
Los demás avanzaban a tropezones, hasta que también ellos se desprendían de su propia ley vital que los había arrojado a esta miseria.
Cuando estas almas pasaron delante de los guardias, oyeron cómo dijo el ser humano terrenal que ya ni siquiera tenía miedo: —Silencio, allí viene pasando una masa de miseria.
¿Lo oyes?
¿Oyes los bloques de piedra?
Son presos que se han suicidado, podría darte sus nombres.
Los conozco, a todos los que han vivido aquí.
Pobres tipos.
Este hombre se ha ganado el cielo por todo lo que daba en ese momento a estos pobres fantasmas.
Captábamos sus pensamientos, cada una de sus palabras.
Ese “Pobres tipos” significaba comida y bebida para nosotros, nos tendía sobre un cojín de plumón, me devolvía a mi casa paterna, a nuestro castillo, y volvía a vivir los mimos de mi cuidadora.
Continuábamos dando tropezones, yo quería estar con ellos pero me cansaba muchísimo; el cordón al que estaba atado se tensaba cada vez más, hasta que tuve que renunciar a seguir y volví como un rayo a mi tumba.
—¿Todavía puedes? —preguntaron los demás.
—¡No! —Fue mi respuesta—. ¡Estoy...!
Entonces nuevamente me encontré entre mis propios huesos.
A diario dábamos nuestros paseos, solo se nos oía por la noche.
En el día no se oyen fantasmas, la luz no permite la densificación.
¿Te lo habías imaginado?
¿No te conté que la luz obstruye la densificación?
Por la luz de día las auras humanas no llegan a la densificación.
Y nosotros no vivíamos en el mundo astral, sino en la conciencia semidespierta, entre la vida y la muerte, en el mundo en que mostramos nuestros fenómenos.
Y debido a que nadie de nosotros podía entrar en ese otro mundo, aparecíamos como fantasmas.
Pero al caer la noche ya nos acercábamos más a la tierra y una vez llegada la medianoche se lleva a cabo esta densificación.
Uno de los celadores dice:
—¿No los ves?
Escucha, se van acercando.
Están cerca.
Allí están.
Y lo oía muy claramente.
Nosotros éramos fantasmas tranquilos, otros lo hacen de manera diferente y hacen bulla, cada fantasma es diferente, cada especie de fantasma tiene un carácter propio.
Cómo iba a ser si no, pues son seres humanos.
Los presos a los que metían en mi celda querían volver a salir, pues aún se aparecían fantasmas allí.
Esta es, pues, una sombra de mí mismo.
Debido a que todavía no estaba desprendido de mi organismo, aún seguía como fantasma en mi celda.
Y sin embargo ya ni siquiera vivía allí, esa imagen fantasmal ya pertenecía al pasado.
Es la separación de la personalidad para la aparición de fantasmas, pues el verdadero fantasma era yo mismo y esto vivía en la tumba y estaba atado al propio cadáver.
Aun así les sacaba unos sustos tremendos a esos pobres.
Pero ese fenómeno no podía detenerse antes de que hubiera encontrado mi sosiego, aunque eso lo llegué a conocer y comprender solo mucho después, entonces pude asimilar estas leyes, pues entonces por supuesto que quería saberlo todo al respecto.
Pero ¿puedes aceptar que lo que hemos despertado de golpe como seres humanos continúa hasta que nosotros mismos hayamos alcanzado ese sosiego?
Lo que significa: ay del que haga algo malo y que otros adoptan ese mismo mal.
Ese ser humano no se podrá deshacer nunca de esas otras almas, porque esas otras personas lo mantienen con vida, aunque el primero haya empezado a buscar el bien.
Una y otra vez, esas almas los patean hasta meterlos a la miseria.
Un escritor de libros malos regalaba sus productos a la humanidad, no tenía conciencia de lo que hacía.
Los libros eran devorados.
Desde hacía mucho, el hombre ya había olvidado sus productos, había querido olvidarlos, pero no lo lograba.
Ahora la gente lo detenía en su desarrollo.
El dolor y la miseria que sentía en nuestra vida, descritos en sus libros por las pasiones, lo convertían en un fantasma astral.
Podría maldecir a las personas que todavía seguían leyendo sus libros.
Eso no le servía de nada, se mantenía en su propia miseria creada.
Hasta que no destrozaron los libros de tanto leerlos no pudo empezar con la vida elevada, pero ahora no debía haber ningún escritor a quien le pareciera hermosa su lectura o estaba de nuevo atado a sus propias ideas, que lo torturaban de manera astral.
¿Ves? Eso es crear, vivir la pena y el dolor por medio de voluntad propia, pero después de otros.
Despertó el alma humana de una sacudida y esa vida lo llevó cargando a su infierno.
De esto no pudo liberarse, el último pensamiento lo devolvió allí de una patada.
Aun así desde hace tiempo quería empezar una vida elevada.
Nosotros como seres humanos tenemos que saber lo que hacemos.
Si buscamos lo más bajo y otros lo adoptan de nosotros, entonces esos otros nos tienen esposados a nuestra propia sintonización vital.
Estas son las leyes astrales que no fueron creadas por Dios, ¡sino por nosotros mismos!
En nuestra vida nos imponen el alto espiritual.
Por tanto, más adelante volví a mi celda para matar lo engendrado, pues para otros era venenoso.
Hizo que contagiara a esos pobres, incluso aumenté así su miseria, pues se los dejaba tranquilamente allí.
Algunos movimientos con los brazos y entonces la perdición se disolvió.
Sintonicé con el ahorcamiento y rompí mi sombra.
Entonces esa fuerza ya no podía manifestarse como fantasma.
Cuando oigas un fantasma, ten la convicción de que te hablará miseria humana.
Se tienen que vivir las leyes de nuestra vida, y comienzan las apariciones de fantasmas.
Estas leyes mantienen preso al fantasma y sin embargo esa alma quiere desprenderse de esa miseria, quiere irse de esta existencia horrorosa.
En el lugar en que el alma ponía fin a la vida, aquella sigue apareciendo como fantasma hasta que se hayan vivido las leyes.
Esto de andar de aquí para allá, subiendo y bajando escaleras, es la búsqueda de una salida, que no existe.
El alma se encuentra en un laberinto y no puede salir de él, esta vida se estrella una y otra vez contra las leyes astrales.
Y ese estrellamiento se puede oír en la tierra, las maldiciones y los suspiros, y todo ese sufrimiento que ha de conmover tu corazón, ¿no?
Si oyes los pasos del fantasma a medianoche, si oyes que se azotan puertas, si oyes que se lanzan cosas y hay cadenas traqueteando, entonces el fantasma vive el grado de vida semimaterial y espiritual entre la vida y la muerte.
Ahora la vida del fantasma se ha hecho densa y es la ley de esta vida.
El alma lo ha querido ella misma.
Si sientes que un viento frío sopla a tu alrededor, es tu propio aliento vital, al que sin embargo ha entrado también el fantasma.
Estas son las leyes astrales para la aparición de fantasmas, pero cada uno de ellos tiene un carácter propio.
También el fantasma pega y patalea, esto ocasiona viento, todo el sentimiento generado del carácter verdadero que quiere desprenderse de esta miseria.
Ahora también es posible que esta alma ya se haya desprendido, como hace un momento declaré de mí mismo; ahora el que anda como fantasma es la sombra.
Ahora el fantasma aún no está desprendido, aún no es suficientemente consciente para hacer que se disuelva la sombra, pues para eso hace falta conciencia.
El fantasma todavía da alimento a este suceso y aquel sigue sus andanzas hasta que el alma haya adquirido la conciencia elevada.
Pero puede tomar cientos de años y esta es la explicación de por qué una casa embrujada se mantiene contagiada tanto tiempo.
Una vez que se hayan vivido las leyes astrales deja de aparecer el fantasma.
Ahora los familiares de esta alma suelen acudir en su ayuda.
Una madre no puede dejar solo a su hijo.
Quiere ayudarlo y es posible si hay manera de hacerlo.
Su amor la lleva hacia su propia vida que algún día crecía debajo de su corazón de madre.
Si esta alma ha estado atada de pies y manos como fantasma en la tierra, entonces no puede liberarse en esta vida de los lazos que la oprimen, y ahora también los viene arrastrando.
Solo es posible porque todavía piensa terrenalmente.
Si hubiera conciencia espiritual en esta vida, entonces esta alma se quitaría de golpe esos lazos de encima y continuaría, una vez que las leyes hayan sido vividas.
Por tanto la aparición de fantasmas tiene sintonización con la vida interior del alma.
El fantasma te muestra el carácter verdadero; por la misma aparición de fantasmas puedes constatar la conciencia de esta vida.
Si esta alma llega a la conciencia, entonces la aparición de fantasmas cambia.
De día —ya te lo dije— no oyes los fantasmas y aun así también entonces está presente el fantasma.
No obstante, de día esta vida no llega a lo semimaterial y no es posible la densificación.
La luz de día molesta al fantasma, en el día tampoco podemos mostrar la voz directa, el aura vital se disuelve.
Pero para el fantasma es el contacto terrenal y por medio de él se materializan las cadenas, solo ahora se oye el traqueteo.
Ahora oyes cómo se suben y bajan las escaleras, así que es muy sencillo.
Pero si no hubiera fantasmas, tampoco existiría la vida después de la muerte.
Un día todas estas personas fueron niños, cariñosos y felices, también el fantasma nació en la madre.
Son sus (vuestros) hermanas y hermanos.
El fantasma es como una materialización.
Si no hubiera nadie que anduviera como fantasma, tampoco podríamos construir ninguna materialización.
Pero si el fantasma puede densificarse, eso sin duda alguna es posible para un ángel de la luz.
Hay personas que oyen el traqueteo, otras, no.
¿Qué es eso?
Estas personas poseen la sensibilidad mediúmnica, el otro grado yace justo debajo de él y no oye nada.
El otro grado es demasiado material.
Los que lo oyen como ser humano sienten entre la vida y la muerte.
Cualquiera ve y oye el grado de vida directamente materializado.
La sensibilidad innata te obliga a ello.
No obstante, las personas que no oyen nada no tienen que intentar encerrarse junto al fantasma.
Ahora entran en esa sintonización y el fantasma llega a tener contacto con ellos.
Cada fantasma quiere ver y sentir a seres humanos y se abalanza encima de ese calor vital, de modo que nunca estás seguro de tu vida.
Si hay mucha fuerza en el entorno del fantasma, personas que poseen la sensibilidad mediúmnica, entonces el fantasma puede empezar con la violencia, es para él el contacto espiritual y material.
Para el fantasma sigue ahora la propia materialización, por medio de estas fuerzas esta alma se densifica con todo lo que pertenece a esta vida.
Qué claro queda ahora que sabes cómo llegan a producirse los fenómenos físicos.
Porque el fantasma es una manifestación física, que surge por la miseria propia.
El alma suele encontrar en los alrededores sus fuerzas para poder aparecer como fantasma, pero se produce por la búsqueda de la vida eterna.
Cada fantasma tiene una manera propia de aparecer.
Algunos siempre llegan a una hora fija.
Es la hora de la destrucción.
Esa hora mantiene consciente al alma.
Cuando se acerca esa hora, la vida ya no puede concentrarse en el silencio y la tranquilidad, y el alma va a la deriva.
Es por eso que puedes fijar un tiempo determinado en el que comienza la aparición de fantasmas, pero esta hora tiene entonces significado para la vida que ha perecido.
Ahora el alma vuelve a vivir la destrucción y eso vuelve una y otra vez, meses, no, cientos de años seguidos, mientras sube y baja las escaleras, arrastrando grilletes y pedazos de piedra.
¿Puedes intuir la miseria que se vive ahora?
Todo da miedo, pero el fantasma no puede hacerte mal cuando posees otro grado de vida y tienes sintonización con la primera esfera en nuestra vida.
Pero un rasgo de carácter material ya te sintoniza con esta vida y ya no puedes saber si vas a morir o no.
La fuerza mágica del fantasma te lleva entre la vida y la muerte, y esto es el final en la tierra.
Esta vida te succiona hasta dejarte completamente vacío, se te asesina espiritualmente, porque esta alma quiere dejar de estar sola.
¿Sabes, estimado lector, que la escritura de este libro también es la aparición de un fantasma?
Ahora tengo conciencia; no cabe duda de que este libro fue consignado por un consciente de este lado, ¿o pensabas —ya te lo pregunté, y ahora otra vez— que nuestro instrumento sabría hacerlo?
Ahora soy otro fantasma.
¡Aun así andan fantasmas por aquí, estimada iglesia!
Ahora aparezco como fantasma ante la humanidad.
Aparezco como fantasma ante el ser humano de la tierra para convencer a todos esos hijos de Dios de la pervivencia eterna.
Allí está el fantasma, pero ahora no grito, estoy golpeteando la máquina de escribir y dejo constancia de todo esto al margen del médium.
Esta aparición de fantasmas es encantadora, pues te habla de paz y felicidad, de las esferas de luz y de la gloria de Cristo.
No es el traqueteo de cadenas, no son los suspiros y gemidos, sino el sentimiento anhelante de hacerlos (haceros) felices a todos.
¡Aun así también ahora ando de fantasma!
A una niña que vio a su madre como una aparición de espíritu, como un ángel, la iglesia la declaró santa.
Pero te pregunto: ¿quién es ahora la santa, la madre o la chica?
¿Ahora que sabes que no nos verás nunca si no nos dejamos ver?
Pero ahora otra chica ve a su madre que ha vivido mal y que pide ayuda a gritos, y la iglesia dice entonces: “Has visto un fantasma, una condenada, ¡estás contagiada!”.
Y sin embargo, santa iglesia, mi padre de la Iglesia me condenó.
No obstante, cuando el hombre entró en nuestra vida, cayó de rodillas para pedirme perdón.
—¿De verdad que Dios no es capaz de condenar? —preguntó el buen hombre—.
Entonces he de volver a la tierra y tengo que contar a esos inconscientes que ya no ven la luz propia.
La iglesia condena a todos, con que haya cometido un pecado, pero ¡para Dios no existe el mal!
A pesar de ello tenemos que enmendar nuestros propios errores.
Me condené a mí mismo, ¿y sin embargo?
Vivo ahora en la cuarta esfera, en un cielo de belleza increíble.
He tenido que enmendar muchísimas cosas, pero debido a esto he llegado a conocer las leyes de Dios.
Me tomó ocho siglos, otros pueden alcanzarlo en cien años y otros más en poco tiempo, pero entonces esas almas sirven día y noche.
De lo que se trata para mí es que Dios no condena, o todavía estaría en mi propia tumba para seguir apareciendo como fantasma.
¡Ahora estoy vivo y el espacio me pertenece!
Ahora he llegado a ti por medio de los maestros más elevados de este lado para aclararte en la tierra todas estas leyes.
Eso no se le podrá dar a ningún condenado, y menos aún a un fantasma consciente.
Ya lo ves: existimos, las iglesias pueden tomar nota.
Lo que más le gustaría a la iglesia sería condenarme eternamente, pero ¡eso no puede ser!
¡Dios es un Padre de Amor!
Y por eso es que el fantasma te entrega tu vida eterna.
El fantasma es la prueba viviente de la pervivencia después de la muerte.
Pero un fantasma es un ser humano y lo que oyes es miseria.
Aun así, tus parapsicólogos siguen buscando el gran misterio, la vida después de la muerte.
Tienen miles de pruebas, pero han perdido la luz astral de sus ojos.
¡Siguen buscando!
Sus pensamientos y sentimientos son inconscientes, son el fantasma de su personalidad inconsciente que busca la realidad, a la que quieren analizar científicamente.
No obstante, de esta manera no llegarán jamás al “Reino de Dios”, pues se enturbian ellos mismos debido a que no pueden distanciarse de lo aprendido.
Nosotros nos hemos encerrado junto a los fantasmas, nos dejamos enterrar con el fantasma para llegar a conocer las leyes.
¿Son capaces estas personas de hacer esto?
¡Quien tiene voluntad se libera a sí mismo del “yo” vacío y atraviesa las tinieblas hacia la luz!
Los fantasmas son seres humanos, aparecen como fantasmas consciente e inconscientemente, y así es como puedes conocer la vida del alma.
Entonces solo has de amar, pues no sabes cómo es que se le conceda a uno captar calor humano en estas tinieblas.
Santo cielo, cómo puede desearlo un fantasma.
Si Dios quisiera abrirte los ojos, veré en mi cielo las flores de tu despertar e inclinaré la cabeza ante toda esta bondad.