Rappings (sonidos de golpes)
Los rappings (sonidos de golpes) son fenómenos físicos que se establecen por un espíritu y por medio de los que puede manifestarse.
Un tic fuerte en un mueble ha protegido a más de uno del desastre.
Podemos hacer que oigas esos sonidos de golpes en las paredes y los muebles.
Pero ¿qué es un sonido de golpe?
¿Qué valor puede tener semejante sonido de golpe?
¿Qué significa un tic de estos, por lo menos para ti?
Para un espiritista significa a veces: “Buenas noches”, o “Buenos días”.
Pero también hay personas que perciben por medio de él su amor, personas que aman este sencillo tic, pues para ellos es un milagro imponente, un lazo, una persona que ha llegado a ellos y dice: “Tic, tic, tic, soy yo, mamá”.
Ahora mismo un tic es profundo y verdadero, envidiable, ahora un tic de estos común y corriente suena inmortal y por medio de los golpes el ser humano está conectado con el espacio.
¿Cómo es posible eso?, te preguntarás, y sin embargo: estas pruebas han sido dadas a muchas personas.
Pero también estas manifestaciones espirituales han sido reducidas a nada por charlatanes, y espiritistas demasiado crédulos.
Para los espiritistas crédulos todo golpea.
El crujido de un mueble seco es el golpeteo del otro lado y por supuesto que esto da risa a los demás.
Por tanto, es culpa de los propios espiritistas que la gente se ría de ellos, pues se lo buscan, sus golpecitos ya no tienen nada humano.
Si tienes que aceptar y creer a todas estas personas, entonces en su casa hay golpes día y noche, y esos espíritus son rebajados así a trabajos forzosos, sus golpecitos de verdad son lastimosos.
Si tuvieras que aceptar todo esto, entonces tu vida se detendría o se te abriría el manicomio.
No hay espíritu que se libre de aquello de los golpecitos, ellos los reclaman, quieren poseer el contacto de toques, esto hace vivir a estas almas, para ellos es la respuesta espiritual a sus preguntas.
El otro lado no hace tic cada segundo o nuestra vida estaría detenida y nosotros iríamos atados a una correa.
Aun así, miles de personas han recibido sabiduría vital por medio de este golpecito sencillo, en ocasiones incluso de una imponente hondura, de modo que se elevaba por encima de sus propios pensamientos y sentimientos.
A través de la consabida mesita el otro lado les dio lecciones sabias y pruebas acertadas de la pervivencia, de las que ellos mismos no podían saber nada.
¡Entonces un tic es un gran milagro!
Si el otro lado quiere llevar a cabo sonidos de golpes, entonces ocurrirá lo siguiente.
Lo hacemos por medio de la concentración, liberamos tu silla o mesa de la vida interior y eso es muy sencillo.
Para eso ni siquiera nos hace falta aura, la vida del objeto mismo nos sirve.
También tu perro y tu gato pueden servir, pero te digo: ni siquiera hace falta.
Cuando oigas un tic, nos conectamos con la vida de una mesa y elevamos esa vida en nosotros.
Por la concentración esta vida entra en un estado tenso, vuela de regreso y ahora la mesa vive una sacudida interior, por la que también la madera de la mesa vive una sacudida interior, de modo que la madera hace tic o cruje.
Más no hace falta para eso.
Aun así harás que abran por eso los oídos y escuchen o pregunten:
—¿Pasa algo?
¿Puede volver a hacer tic?
Si sigue entonces un tic así, pueden seguir haciendo preguntas y el tic astral, que ha sido materializado, puede contestarles.
Ahora estas personas tienen que poder distinguir su propio crujido material del tic astral consciente, pero la mayoría de las veces no es el caso, y entonces las cosas se complican muchísimo.
Estas personas acuden como lobos a un festín y hacen sus preguntas predilectas, se saben protegidas por sus golpecitos, la mayoría de las veces son sus seres queridos los que dan los tics.
Cuando de verdad es así, se encuentran en tierra sagrada por un golpecito, pues entonces les ha llegado el contacto espiritual y puede llevar a cabo este trabajo consagrante.
Entonces el tic astral puede dar calor a la vida suya y tuya de manera profundamente emotiva, es consagrante si a través de esto se manifiesta un espíritu de la luz, pero con esto se divierten también las tinieblas.
Puede ser un sonido desde las esferas de luz, por el que se abre la vida en la tierra, pero también el sonido de pasión y violencia ruda, por la que entra miedo en tu vida.
Los crédulos a su vez van demasiado lejos en esto y convierten sus golpecitos en un caso psicopático.
Sus golpecitos dan miedo al oído y a los sentimientos humanos, que son conscientes y siguen siendo ellos mismos.
Esas personas siempre oyen los tics y entonces hablan a estos.
Para ellos es la madre, para otros son a su vez otros seres queridos que han llegado a ellos y que dan golpecitos.
Por medio del tic sus vidas llegan a unión espiritual, y entonces sigue la conversación.
Es de una belleza imponente cuando hay verdadero contacto espiritual, pero se convierte en un lío demente cuando se depone el aspecto humano normal.
Cuando te encuentres con esas personas, ¡mejor sálvate!
En poco tiempo estarás cargado de sus golpecitos y su tic ocupará tu vida.
¡Entonces te has ganado un toque astral!
No te rías de esto, pues estos toques son muy peligrosos, muchos perecían por eso.
Tus neurólogos y psiquiatras saben de esto, un gran número de sus enfermos oyen los golpecitos y han terminado poseídos por ellos.
¡Ese tic se les ha metido en la cabeza!
¿Es necesario?
Es duro tener que dejarte sin todo esto, pero en su lugar te daré los verdaderos toquecitos de este lado, no quiero quitarte nada cuando en su lugar no te llega algo bueno y mejor.
El tic verdadero te lleva hacia arriba; el inconsciente, en cambio, hacia la pena y el dolor, hacia la miseria material y espiritual.
Y eso no debe ser, hay que evitarlo y está en tus propias manos.
Hay personas reunidas y se oye un tic.
Los otros cuatro alzan la mirada, pero uno lo sabe y percibe el tic y dice:
—¡Hola, hijo mío!
¿Has vuelto para estar conmigo un momento?
¿Vienes a visitar un poco a tu vieja madre?
Qué hermoso eres, muy hermoso, me hace tanto bien.
Los demás ven lágrimas.
Unos miran a otros, en pensamientos se señalan la cabeza.
¿Quién de ellos tiene razón?
¿Las personas que la declaran loca?
Porque es lo que hicieron, capté sus pensamientos interiores, pude seguirlos desde mi mundo, vi una mano astral, generada por fuerza de pensamientos, que ellos se ponían en la frente, nosotros vemos eso con claridad.
Un poco después vuelven a oír:
“Tic, tic, tic”.
—Ese es Rudolf, señoras, mi hijo difunto.
—¿Qué dice?
—Rudolf; saben (sabéis) que mi hijo y mi marido han muerto, ¿no?
—¿Y?
—Pues, de cuando en cuando vienen a visitarme.
Este es el tic de Rudolf, mi marido lo hace de otra manera.
Su tic es más pesado y firme, como también era su carácter, en realidad un poco rígido, pero aun así era cariñoso conmigo, muy cariñoso.
Rudolf golpea como un niño, pone todo su amor en su tic y está tan cerca de mí.
Pero eso es porque en la tierra nos comprendíamos tan bien.
Desde que era un niño pequeño ya nos intuíamos.
Mi marido era más rígido, ya lo dije, pero ese es su carácter; a pesar de eso fue una persona muy querida e hizo muchísimas cosas por los demás.
—¿Lo oye desde hace mucho ya?
—Esto lo recibí en mi lecho de enferma.
Hace algunos años, poco después de que Rudolf muriera.
Me dolía tanto, entonces de pronto oía cómo daba golpecitos.
Supe de pronto: ese es Rudolf, solo él puede hacerlo así.
Por supuesto que tomó un buen tiempo antes de que me quedaran claros los golpecitos; ahora puedo contarte cada palabra de ellos, siento enseguida lo que quiere decirme.
Sí, sí, señoras, ríanse o no, me da igual, nadie me quita mi contacto, he recibido el regalo de Dios.
Estoy muy agradecida por ello e ilumina el atardecer de mi vida.
¡Hay que creerlo, no estoy...!
Loca... habría querido decir, y así es.
Pero a los demás sus golpecitos les parecían sospechosos.
Para ellos sigue siendo improbable, inhumano y peligrosamente infantil.
“Aun así, la anciana no es psicopática, está tan convencida.
¿Qué piensas tú de esto?
Tonterías, su té estuvo rico, pero a mí me metió miedo.
Yo no vuelvo allí.
Qué mal, más vale seguir con los pies en la tierra.
¡Hay que ver qué gente!
Lista para el manicomio.
¿Es humano eso?
¿Crees en esos golpecitos?
Es de mal gusto.
¿Que Rudolf golpea así y el médico con rigidez?”, comenta uno de ellos después.
“Solo porque la conozco desde hace muchos años”, dice la otra amiga, “si no diría: está senil.
La conozco desde hace años y de verdad que sigue siendo ella misma.
Sé de lo que hablo, ella habla con su hijo y con su marido, nada le molesta y sostiene conversaciones enteras con ellos.
Es lo único que tiene, ya no le queda nada y es muy cariñosa.
Conozco a pocas personas que sienten por los demás lo que ella, lo regala todo.
No, ¡no está loca en absoluto!”.
A los demás les parece que ella también ya tiene un tic.
Aun así, ¡este es el tic espiritual consciente!
Este tic toca música, puede darte a oír sonidos espirituales de las esferas y es como puede ser un ángel en los cielos, profundamente conmovedor y lleno de amor.
Ahora la clariaudiencia material, desarrollada espiritualmente, es el único contacto que poseen las personas, porque la otra sensibilidad mediúmnica no está presente.
De verdad que esta gente no tiene la rabia, sigue sabiendo lo que hace, pero una sola persona entre millones posee el lazo espiritual, el tic astral, ¡los demás dan los golpes ellos mismos!
Todos esos otros dan los golpecitos en sus propios pensamientos o su habitación calentada recibe un tic de la estufa.
Ahora se convierte en la locura.
Estas personas han depuesto su propia conciencia, se perdieron en los golpecitos.
Debido a estos fenómenos de golpecitos se fueron haciendo muertos en vida, y ya no son humanos.
Hay madres y padres que golpetean después de su muerte cuando hay un buen contacto, pero cuando ven que los golpecitos se vuelven peligrosos para el estado del yo de la conciencia diurna tienen que detenerse, pues ocasionarían accidentes.
Aun así, el tic astral es un fenómeno milagroso y aceptable, puede transmitir de modo infalible lo que se piense de este lado y es elocuentemente consciente.
Pero el deterioro está en tus propias manos.
Si se olvida lo normal, desemboca en un lío demente.
Dio una reputación al espiritismo, tan hermosa que ya ni siquiera nos atrevemos a pronunciar la palabra.
¿Tienes certeza de que tu madre o padre dio los golpecitos?
¿Has ejercido control, de tal manera que lo puedas aceptar cuando se golpetea desde este lado?
Si es así, no pienses entonces que dan golpecitos a diario, tus espíritus, pues entonces se detendrá su propia vida.
Cuando —ya te lo dije— elevamos la mesa en nuestra vida, o cuando damos golpecitos por medio de otra cosa, sea cual sea el objeto, no importa, entonces anclamos nuestros propios sentimientos en el tic.
Estos sonidos de golpes son elásticos, se han vuelto conscientes por medio de nuestro amor por la vida en la tierra y esa conciencia es perceptible.
Este es tu mundo de los sentimientos material, y puedes sintonizar con eso desde tu propio grado de vida, se convierte en ser uno.
El ser uno con tus seres queridos y ese contacto son felicidad de las esferas, valen verdaderamente la pena de ser vividos.
Seguimos ahora la desmaterialización y creamos un tic al soltar de pronto la vida interior del objeto.
Es como si estiraras y soltaras un elástico, también ahora oyes un tic.
Pero el nuestro es más sensible, hay vida en él, el tic astral tiene algo que contarte.
Si lo sientes, por medio del tic en realidad estás viviendo en la clariaudiencia espiritual.
Cuando damos tics más pesados, tu mesa explota, pues también eso es posible.
Ahora quitamos toda la vida salvo un cinco por ciento de tu mesa y la soltamos.
Esta sacudida interior hace que la madera reviente, nada se resiste a esto.
Sin embargo, el tic verdadero se genera debido a que hemos roto el blindaje de una mesa.
Por lo tanto es el blindaje el que genera la violencia, o no se manifestaría tensión alguna.
Este golpe es atinado e infalible.
Si quitáramos el cien por ciento, entonces podríamos hacer que tu casa se derrumbara al instante, pero así perteneceríamos nosotros mismos a la violencia, y nuestros sentimientos destruirían nuestra conciencia.
El tic astral se genera al quitar un dos por ciento de vida, más no hace falta para hacerlo.
Pero para entender este tic hacen falta años, es la fundición de dos almas por medio del fenómeno.
Si dos enamorados se toman de los dedos el uno del otro, y la chica hace que su chico sienta un poco de presión de su meñique, ¿qué dice esto entonces?
El ser humano sensible recibe ahora una sensación gloriosa, vive en este momento su gran amor, esta señal insignificante es la vivencia de la otra conciencia, el amor.
Este contacto es consciente, es directo, pero el astral no es diferente, es incluso más sensible que la presión de tu dedo.
El tic astral tiene que ser construido, para esto hace falta amor, el lazo de una madre hacia su hijo, de padre y mujer, si quieres alcanzar esta altura por medio de rappings (sonidos de golpes).
¡Así que es posible!
Por medio del tic astral puedes vivir felicidad de las esferas, música de las esferas.
El tic espiritual participa en la creación de la unión astral, y se establece por medio del amor inmaculado, o no es posible.
El tic puede ser elocuente si la vida de este lado siente el lazo terrenal en ella y en la tierra ya había llegado a esta unión.
El otro lado habla ahora como el hijo de Cristo.
Se puede escribir un libro sobre ello, así de imponentemente hermoso puede ser el tic astral, y así de celestial puede bendecir tu vida en la tierra.
Suena: —Tic, tic, tic. —Y los oídos terrenales escuchan.
¿No llega la señal?
Ahora suena incluso en su almohada—.
Tic, tic, tic.
La madre sigue aún sin dar respuesta, se va del lugar en que se golpetea.
Ya ni siquiera quiere pensarlo.
Quiere servirse una taza de té, pero antes de que llegue a ese punto, oye en el platito:
—Tic, tic, tic.
Ahora dice:
—Pero hijo mío, ¿qué pasa?
—Tic, tic, tic.
—¿Pasa algo, Rudolf?
—Tic.
—Ya entiendo, ¿vienes a visitarme un momento?
¿Está todo bien con papá?
—Tic, tic, tic.
—¿Lo has visto todavía hace poco?
—Tic, tic, tic.
—Qué maravilla, Rudolf, me parece glorioso que se vean (os veáis) con frecuencia.
Seguramente que papá está trabajando con mucha seriedad y que continuará su estudio allí, si lo que los libros me cuentan sobre eso es verdad.
—Tic, —Suena ahora con fuerza.
—Qué gloria, Rudolf, me pones muy contenta.
Pero ¿lo estoy sintiendo bien?
¿Está papá aquí?
—Tic, tic, tic.
—Hola, querido.
Estuviste un momento conmigo anoche, ¿verdad?
Lo sabía.
Anteayer volvió a haber golpecitos, entonces no fuiste tú, bien que pude oírlo.
—Tic, tic, tic.
Los golpecitos son elocuentes.
La madre lo ha sentido bien.
—¿Vamos a deletrear un poco?
—Tic, tic, tic; me encantaría.
La madre ha colocado ante sí el abecedario, ahora va recitando el alfabeto, cuando llega a la letra oye tres toques en el tablero.
Va uniendo las palabras, ahora siguen oraciones y recibe:
—Pronto iré a por ti, querida.
Rudolf es un tesoro, trabaja mucho y quiere ser médico, quiere volver otra vez a la tierra.
—Qué pena, ¿no lo volveré a ver, pues?
—Solo se irá dentro de cincuenta años, querida.
—Qué amable, ¿así que lo veré cuando esté allí?
—Tic, tic, tic. Sí, querida.
—¿Dónde está el chico?
¿No tienen (tenéis) otra cosa que hacer más que desperdiciar los dos juntos el tiempo por mí?
—Tic, tic, tic.
—Es débil, aun así audible, significa para ella—: ¿Cómo puedes decir eso?
Entonces Rudolf dice:
—Mi propia vida.
El viento susurra, madrecita, hace frío fuera, pero por dentro estamos calientes por nuestro amor.
En la tierra es invierno, pero de este lado ya no, aquí irradia toda la vida de Dios.
¿Se fue de la lengua papá?
Ya se enterará.
Tiene que ocuparse de sus propios asuntos.
Aun así es verdad, madrecita, se me concede convertirme en aquello que ya en la tierra deseaba, Dios me da esta gracia.
Me lo dijo mi maestro, pero primero nos veremos todavía de este lado.
¿Te contó tu amor que pronto llegará el momento?
¿Puedes esperar un poco más, madre querida?
Pronto te quedarás dormida, prepara tus asuntos y no olvides a mi pequeñita.
¿Todavía no puedes alcanzarla?
Aquí primero se arrepentirá muchísimo, después lo sabrá y luego verá que sí que soy yo.
A pesar de ello quiero merecer la felicidad de las esferas, mamá, ella tendrá que esperarme otro poco, pero después me apoyará desde aquí.
—Eres un ángel, hijo mío.
—¿No se originó mi vida, la que poseo ahora, gracias a tu amor, madrecita?
Cuánto agradezco a Dios tu amor bendito.
—Tic, tic, tic.
—¿Eres tú, marido querido?
¿Partió el chico?
Tan bueno que es.
Son (Sois) unos tesoros.
Dale un beso de mi parte, hazlo, los (os) quiero y estoy tan agradecida a Dios.
—Lo haré, cariño.
¿Sabes que aquí somos siempre uno solo?
¿Que nuestra unión jamás tendrá final?
¿Que perviviremos, siempre más, y que luego volveremos a Dios?
Siempre seguiremos siendo uno solo.
—Qué felicidad la que me das, marido querido.
Oh, te estoy tan agradecida.
Cuánto te amo.
¿Sabes que siempre te amaré?
¿Que nunca puedo olvidarte aunque sea un segundo?
Estoy aquí sola, tú tuviste que irte, siempre de caza para hacer a los demás más felices y mejores, luego llegó el final.
Primero para nuestro hijo, pero ahora hemos vuelto a ser uno solo.
Te amo, Robert.
Te amo, todo mi amor es para ti, te amo tanto, con tanta intimidad puedo comprenderte, cada segundo del día sigo lo que hemos conocido juntos.
Si pudiera ayudar a la gente, cuánto me gustaría, Robert, pero ríen, piensan que estoy...
—Basta con que sepas, tesoro mío, santidad de mi vida.
¿Lo recuerdas?
¿Lo sabes ahora?
¿Quieres despedirte un momento de tu pillo?
—Con gusto, Robert, con gusto, pero espera un poco más.
—¿Querida viejita mía?
¿Querida pequeña viejita mía?
Me voy, tengo que trabajar.
—¿Qué haces ahora, Rudolf?
—¿Que qué hago, mami?
Viajo.
Hago largos vuelos con mi maestro, que está aquí.
¡Me...!
—¿Quién es, Rudolf?
—Su nombre es maestro Zelanus.
—¿Puedes dar muchísimo amor a tu ángel guardián de parte mía?
—¿Sabes, mamá, lo que dice el maestro?
—Házmelo saber, chico querido.
—Escucha ahora... ¡tic, tic, tic!
—Es usted un maestro, lo deduzco de cómo suenan sus tics.
—Si en mí está la sensación de haber conocido alguna vez a una madre, créame, entonces ahora recibo esa convicción entre la vida y la muerte.
La sabiduría de Dios me da el amor que recibo de su chico en nuestros viajes a través del espacio de Dios.
Estoy convencido de que lo volverás a ver de una manera que únicamente puede desear una madre que ama.
Quiero decirle que aportaré lo mío para convertirlo en un consciente cósmico, verá ante usted su juventud radiante, pero madurada por las leyes de Dios.
Él será como su amor sagrado.
Le suplico aceptar mis pensamientos inmaculados hacia usted y su felicidad; le suplico que deje descansar su mano en su corazón maternal y que entonces piense en mí un momento, es el regalo más grande y más hermoso que puede darme como madre, es para mí la fuerza para poder continuar mi tarea.
Que entren en su vida el cielo y la tierra, un hijo de Dios le desea fuerza y felicidad.
—¿Por esto no puedes contener tus lágrimas, madrecita querida?
Este es mi maestro, mi ángel, y sin embargo quiere ser un ser humano.
Me voy, viejita querida, mi maestro dice que visitaremos la luna y que conoceremos allí toda la vida de Dios.
También dice que como seres humanos hemos nacido en la luna, que fue allí que hemos comenzado nuestra vida cósmica como seres humanos.
¿Qué te parece?
Adiós, mi viejita, mi madrecita querida, tan querida.
Tu hijo, Rudolf.
—Tic, tic, tic.
Lo ves, cariño, así son los espíritus.
Descienden así como así en tu corazón y se sienten como si hubieras parido esa vida, como si fuera tu hijo.
Eso lo hacemos aquí, en la tierra la gente no lo cree, pero nosotros, ángel querido, amamos, amamos todo lo que ha sido creado por Dios.
En la tierra la posesión del ser humano es a la vez el ocaso propio.
¡Estamos abiertos!
—Querido Robert, siento lo lleno que está tu interior, que siga así.
Seguramente que Dios te bendecirá, pues aquí ya eras muy bueno.
¿No es glorioso, mamá, que te sea concedido saber esto ya durante tu vida?
Deja a los demás, déjalos y no te dejes sorprender por sus pensamientos y sentimientos.
Puede ser, querido, que estés demasiado sorprendido.
Imagínate lo desagradable que te podría resultar.
A pesar de ello sé que hay quienes pueden percibir nuestra unión y que siguen teniéndote cariño.
Tengo que ir, mi santidad, pon atención, ¿de acuerdo?, ahora daré cinco tics.
Solo entonces podrás aceptarme.
Adiós, ángel mío. Robert.
¡Tic, tic, tic, tic, tic!
Dos meses después esta alma entró en nuestra vida, la recogieron Robert y Rudolf.
¿Puede Dios descuidar el amor?
Los lazos no se pueden romper.
Los golpecitos que da nuestra vida tienen profundidad cósmica, pero para eso uno mismo tiene que poseer una profundidad, solo entonces Dios es omnipoderoso también para tu vida.
¡Antes de eso de todos modos no lo creerás!
Mi alumno vivió este contacto increíble, para él lo construimos, más tarde para su padre, esto se convirtió en lo más elevado que se me concedió vivir en este camino.
¡Estos golpecitos son celestiales!
Sin embargo, puede ser aumentado hasta golpes de hacha.
Ahora no golpeamos, elevamos en nuestra vida la de una puerta y esta se hace astillas.
El golpe es tremendo.
Nada puede detener este proceso, desde este lado la vida de todo objeto material puede elevarse y entonces el derrumbamiento material sigue por sí solo.
Sabemos dar golpecitos rápidos, incluso al compás de la música, completamente al mismo tempo, pero de ese modo también podemos lanzar piedras.
También eso es un fenómeno de aporte.
Pronto lo conocerás.
Tus charlatanes traquetean con puertas y armarios durante sus sesiones; si lo sientes cerca, entonces mejor enciende la luz, pues nuestro tic está cerca y a la vez es lejano.
Es imperativo que puedas oírlo, hasta tu perro y tu gato lo perciben.
Gracias al sonido de golpes el espiritualismo voló seriamente por encima de la tierra hace unos noventa años.
Un vendedor ambulante había sido asesinado y este espíritu empezó a dar golpes.
Hubo niños que lo oyeron y devolvieron los golpecitos, como lo vivió la madre de Rudolf.
Entonces se empezó a excavar y se encontró su esqueleto.
Para el espiritualismo fue el broche de oro y entonces el otro lado empezó para Occidente, y la humanidad recibió nuestra vida.
Más adelante volveremos y nuevamente daremos golpecitos, elevaremos entonces los dones espirituales hasta nuestra vida, de modo que los charlatanes ya no puedan dar golpecitos.
¡Es gentuza criminal!