La fotografía de espíritus
Gracias a la fotografía de espíritus el otro lado ha dado a la humanidad pruebas verdaderamente bellas de la pervivencia.
Sin embargo, tus charlatanes han arrastrado también este don por el lodo y el fango, nada ha escapado a su instinto de chacal, hasta que el seguidor de Cristo ha podido desenmascararlos.
También este regalo divino solo se ha dado a pocos médiums.
Cae por su propio peso que también nosotros hemos tenido en nuestras manos este don, porque el maestro de este lado tiene que realizar los fenómenos.
Para este fenómeno el médium cede sus poderes, cede el aura vital, que se vuelve más densa, por lo que es posible dejar constancia de una aparición espiritual en tu placa fotográfica.
Ahora el organismo humano sirve principalmente al fluido vital material.
Aunque también la vida del alma tiene que ceder el aura propia, el aura del cuerpo es sin embargo dominante para el fenómeno, porque ahora tienen lugar densificaciones.
La vitalidad física sirve ahora de ectoplasma, lo que posibilita densificar la aparición astral y dejar constancia de ella en la placa fotográfica.
El médium sanador es apto para este don, porque el magnetismo vital se puede densificar y posee ese empuje.
Para la fotografía de espíritus hace falta conocimiento del organismo humano y de la vida del alma, y el conjunto no es tan sencillo.
Si el médium tiene que fotografiar, no se pueden desarrollar otros dones, aunque este médium haya sido desarrollado para muchos otros dones.
Una toma exige un esfuerzo tremendo que sería capaz de dejar el organismo completamente exhausto, algo por lo que tiene que velar el otro lado.
El engaño cometido por este don es horroroso, una y otra vez son los charlatanes espiritistas quienes violan los regalos de Dios.
Estos ladrones espirituales no se detienen ante nada, y es que ya no queda ningún don que no hayan mancillado.
En la tierra ya no queda nada sagrado para estas personas.
Pronto te quedará claro cuántos estragos han causado.
Por la fotografía de espíritus podemos manifestarnos ante ti.
Este gran milagro fue dado a la humanidad para apoyar a todos los que se quedan atrás, en su pena y dolor, en la pérdida de los seres queridos.
Únicamente para eso desarrollaron los maestros de este lado este bello don.
Pero también este don tiene sintonización con tus sentimientos.
Es forzoso que el médium viva en el cuarto grado o no será posible hacer una toma, solo un médium así puede ceder fuerzas para este fenómeno, los grados inferiores no tienen nada que dar, por más que les gustaría.
Aun así pude ser desarrollado el tercer grado, porque el don sanador está en manos de ellos.
Cuando mandas hacer una toma, te sientas al lado del médium y cada uno sostiene un momento la placa en sus manos.
Ahora tu irradiación se transmite a la placa, la tuya y la del médium se mezclan por sí solas y es necesario para el primer contacto.
El médium te ha informado de antemano, pues no todo el mundo es capaz de recibir una toma, las leyes astrales están atadas a eso.
Por lo tanto, tú y el médium están (estáis) atados a leyes que percibe el maestro de este lado, el maestro decide si es posible, pues estas leyes te imponen el alto.
Pronto te quedará claro qué leyes son las que te privan de este milagro.
Si esta irradiación ha terminado —toma solo unos minutos— la placa entra al aparato y te toca esperar, ahora el médium hace lo que resta.
Cómo has de colocarte suele ser, en cambio, otra ley, que tiene que ver con tu propia vida y que es visto por el otro lado.
Es posible ahora que tengas que sentarte solo delante del aparato, pero también puede ser que el médium se siente a tu lado, y eso es entonces porque así las auras vitales pueden ser conectadas más rápidamente.
Algunas personas irradian más fuerzas que otras y el maestro tiene que tomarlo en cuenta.
Transmite esta sabiduría al médium.
Si el médium se sienta delante del aparato, el maestro regula el aura que se irradia, de tal manera que sea posible la conexión armoniosa entre el médium y el participante.
Ahora el médium te hace una toma, después el aparato se sintoniza con la radiación débil, la luz roja.
Eso lleva aproximadamente un cuarto de hora, en ocasiones también un poco más, de nuevo dependiendo de tu propia sensibilidad; después el médium recibe la señal de parar.
Si el médium está en trance, lo que ocurre en varias ocasiones, cuando despierte la placa habrá sido influenciada y la sesión habrá terminado, y la placa podrá ser revelada.
También es posible que el médium reciba el final de manera clarividente o clariaudiente, pues este médium posee estos dones.
El trance atrae la clarividencia y la clariaudiencia.
El médium tiene que poder ver y oír a su maestro o esta toma será un fracaso y habrá un abismo entre ambos mundos.
Fotografiar al tuntún no tiene significado, para esto hace falta orden espiritual.
Y de eso se encarga el maestro espiritual.
Y es que detrás del velo un doctor en la física se encarga del trabajo espiritual, el médium no puede lograr nada por su cuenta.
No todos son aptos para poder recibir un extra (una foto en la que se puede ver una aparición de espíritu).
El médium es capaz de hacer una toma, pero se trata de fijar a tus seres queridos en la placa.
Y los seres astrales tienen que tener contacto contigo, tu aura y la suya tiene que llegar a unión o habrá interferencias.
Entonces no es posible que puedan hacerse más densos.
De modo que muchísimas personas se preguntan cómo el médium se entera de si es posible o no, pues a algunos se los recibe y otros no son aptos y tienen que aceptar que no hay armonía espiritual.
Ahora el maestro ya ha sido advertido, y por lo tanto sabe que no es posible hacer un extra.
Y eso ocurre de este lado, pues los seres queridos han acogido tus deseos y se ponen en conexión con el maestro del médium.
Tus seres queridos saben de antemano que no es posible y nuevamente recibirás del médium el mensaje que la toma no puede hacerse.
Para muchos esto suena improbable, pero aun así tiene que ver con las leyes de tu propia vida.
Si hay un contacto muy bueno, el otro lado puede hacer al segundo una toma en la que muchísimas leyes llegan a un solo estado, que se llevan repentinamente a funcionamiento y que el maestro tiene bajo su control.
Si la toma es perfecta, en ella también verás a tu amigo, padre o madre, hermana y hermano difuntos, que ahora han entrado en lo semimaterial y espiritual.
Su sintonización espiritual se hace densa de manera semimaterial, para lo que sirven tu aura y la del médium.
Llegan a ti desde su vida invisible y se vuelven visibles por la placa fotográfica, en nada hay diferencia con la semejanza de la tierra que conoces y que jamás olvidarás.
Para fotografiar así entras en las leyes astrales, tanto para la materia como para el alma.
Estas leyes hablan a tu vida y a la del médium, se te conecta con ellas.
Por esto la fotografía tiene profundidad cósmica, pues esta acción de lo más normal te conecta con el espacio.
En el estadio inicial el maestro desarrolla el trance, pues en su transcurso tiene que ser quitada el aura, te he hablado de eso.
El médium, que es consciente, no tiene nada que dar.
Para la cruz y el tablero vives las mismas leyes, aunque esta densificación sea a su vez algo muy diferente, la manifestación es también un retrato.
Durante las sesiones con la cruz y el tablero la madera cruzada es el fenómeno y también el medio para aparecer, ahora es tu placa fotográfica.
La sintonización del médium, sin embargo, tiene el mismo significado.
Debido al trance —te lo aclaré— podemos quitar el aura, el ser humano consciente se aferra a su propia irradiación, no tiene nada que darnos.
Por eso un médium fotográfico está en trance, pero más adelante, cuando el maestro llegue a ese punto, vivirá el trance consciente.
Ya lo ves: la sintonización del médium es una gran exigencia para todos los dones, también para los dones físicos es una ley espiritual.
La fotografía se establece gracias a los dones físicos y psíquicos, porque el trance psíquico tiene que suministrar los fenómenos físicos.
El trance psíquico es para la vida del alma el físico para poder quitar el aura vital que entrega el médium y gracias al que se hace más densa la aparición espiritual.
El maestro se lleva tu aura y la del médium y las conecta con la placa fotográfica.
La placa absorbe estas auras y cuando haya llegado a ese punto, se puede comenzar detrás del velo.
Tú en la tierra estás entonces conectado, pero de este lado es solo entonces cuando empieza el proceso.
Ahora has sido fotografiado, se acoge la aparición en nuestra vida, de lo que se encarga el maestro.
Ahora este atrae una fuerza del espacio, por lo que esas fuerzas vuelven a entrar en contacto con el espacio, pues solo el aura humana no es suficiente.
Entonces hablan las leyes elementales y también esas fuerzas residen en tu aura, pues por ello se originó el ser humano.
Por la densificación de los auras llegamos a la tierra en un estado semimaterial; por lo tanto, por medio de tu aura es posible esta densificación.
Ahora se envuelve la aparición espiritual, pues el médium despide cada vez más aura y por eso entra en contacto con las leyes materiales y con tu vida.
Ahora la aparición tiene que sintonizarse con ella misma durante la vida terrenal, un tiempo o un año en el que haya vivido esta vida, y ahora se fija ese momento.
La aparición astral piensa ahora en ese estado, ya ha llegado al aura gracias al estadio semimaterial, pero este acto de concentración se convierte ahora en la llegada a la unión de ambos mundos.
Por lo tanto, tu ser querido retrocede en el pasado, en algo que se ha vivido y por lo que has conocido a ella o a él.
Supongamos que se manifestará tu madre.
Ella sintoniza con tu vida y con ella misma.
Tiene que manifestarse de la manera en que la has conocido o para ti no tendría significado.
El aura del médium, en la que ella se ha envuelto, y la tuya resultan ahora en que ella se ha acercado más al aparato.
Ahora el maestro puede empezar con su tarea.
Conecta todas esas auras con la placa fotográfica, atrae el aura que está siendo creada por la luz roja y también a esta la conecta contigo y con el médium, y de esta manera conforma, por tanto, un solo conjunto.
Ahora todos han llegado a unión, y el maestro sintoniza su concentración infalible con el suceso material.
El maestro introduce los auras en el aparato, la placa acoge o absorbe estos materiales y se origina una densificación.
Este es, en realidad, el proceso completo, no implica nada más, pero cuando empiezas a seguir este desarrollo entras en una ley astral y material tras otra, de las que en la tierra no comprendes nada porque no te conoces a ti mismo.
Seguir este proceso imponente desde el otro lado hará que se te humedezcan las mejillas de lágrimas, así de imponentemente bello es este suceso para ti y para nosotros, pues hará que lleguen a la unión espiritual ambos mundos.
Verías entonces a tu madre profundamente conmovida, ahora que está en tu presencia inmediata, que siente tu vida, que tu amor la rodea de sus rayos santificadores y que ella puede volver a vivir a su hijo.
Porque es lo que ocurrirá, te vive en este instante, llega a la unión corporal y espiritual contigo.
Si se te concediera percibir su vestidura espiritual, la irradiación de su vida llena de amor y de su personalidad, si se te concediera escuchar sus oraciones y súplicas para que a Dios le plazca darle esta gracia; si vieras qué inmaculada y aun así materialmente natural es ella, solo entonces sentirías lo que significa que se pueda recibir un extra por una fuerza terrenal, por un ser humano que sirve de médium.
En ese instante podrías hablar con tu madre.
Y es que son momentos milagrosos de este lado.
También en la tierra pueden serlo, por lo menos cuando el contacto espiritual es completo, pues entonces sentirán (sentiréis) la proximidad del otro.
Ahora un maestro de este lado ha librado el abismo entre tú y ella.
Tu madre lo sigue todo, ahora no tiene que pensar en nada más que en ti y en su propio contacto, su tiempo de vida que está siendo fijado.
En esto no debe haber trastornos o su aparición mostraría cierta falta de claridad en la placa, debida a los malos pensamientos.
En esto, sin embargo, ella recibe el apoyo del maestro, pues debido a sus pensamientos equivocados las auras se desgarran y ella retira sus propias fuerzas.
Esto hay que evitarlo en todo momento, a costa de lo que sea, incluso si ella estuviera conmovida; si tiene lugar la toma, solo debe pensar en esta.
Su (vuestro) lazo hermoso y amor forman la conexión.
Si ese amor no estuvo presente en la vida terrenal, no hace falta que participes, entonces no hay contacto.
Es debido a esto que algunos reciben una toma y otros no, nuevamente tu propia vida te está imponiendo el alto espiritual.
Y un maestro no puede cambiar esto en nada, aunque sea capaz de sí hacer una toma.
Pero ¡no tiene caso ahora!
La placa succiona todos estos auras.
La madre está presente en el aura, su rostro está siendo grabado debido a que piensa en la densificación material.
Mientras dura la toma es una contigo, con el médium y la placa, y el maestro los (os) socorre a todos.
Él refuerza las auras, los (os) conecta a todos con el espacio, de modo que la sensibilidad material de la placa pueda succionar las fuerzas elementales con las que está hecha la placa.
En realidad es la fuente que hace que pueda ser succionada el aura humana y astral, o ni siquiera sería posible.
Estas fuerzas elementales los (os) dominan a todos, es por ellas que el maestro puede concluir su trabajo.
Las fuerzas presentes se multiplican ahora por mil.
El maestro desciende en la vida de la placa y la conecta con el espacio.
En ese breve instante tiene que seguir las leyes elementales que están ancladas a la placa y que la cosa posee como vida.
Por lo tanto, la placa tira de nosotros hasta la tierra, el aura humana también ayuda a construir esta densificación, pero tiene que ser acogida por la vida de la placa.
Es decir que esto ya no es imprimir y grabar, ¡sino vivir!
Esta vivencia puede acoger la placa en sí, porque el maestro la ha conectado con el espacio, lo que solo se logra por el aura humana del médium.
Al igual que tú, los tejidos de la placa poseen un alma interior; esa vida succiona el aura común y esa imagen se fija a sí misma.
De modo que fotografiar así es de una profundidad tremenda y tiene, como ya comenté, significado cósmico.
El sistema nervioso de la placa acoge en sí el aura y puesto que cada cosa posee vida —si no se disolvería— y tiene un cierre propio —o nuevamente se disolvería—, el maestro tiene que interrumpir el cierre propio de esta placa fotográfica si quiere hacer una toma espiritual.
Por lo tanto, penetra hasta la vida verdadera de la placa, pues solo allí la placa es sensible para esta toma.
Debido a que la vida de la placa ha sido despertada bruscamente, esa vida succiona en sí la sustancia vital astral y material y semimaterial, y entonces se lleva a cabo la foto.
Qué fácil es hacer fotos, ¿no? Solo presionas el botón y listo...
No obstante, para una toma espiritual es algo muy distinto, ¡por medio de esta estás conectado cósmicamente!
Es decir que en el aparato se desarrolla un mundo milagroso.
La placa es conectada tanto con nuestra vida como con el espacio, nos acercamos más a la tierra y tú sueltas un momento la tierra material, lo que es necesario para hacer una fotografía.
Ahora puedes pensar tú mismo y desde luego sintonizar tus pensamientos con el suceso, no hace falta más ayuda tuya en la tierra.
Así como era tu madre en la tierra, así la ves en la placa.
Ella se ha sintonizado con ese pasado y ahora ha vuelto a serlo.
En su personalidad no ha cambiado nada, pues no es posible, ella vuelve a aceptar esa vida como fue, en esto no puede pensar en diez cosas a la vez, pues su persona en realidad lo es todo.
Todo ese tiempo el aura fluye hacia el aparato, pero pasa primero a través del maestro, es él quien tiene el control del proceso.
Si él considera que la placa ha succionado suficiente —y puede percibirlo—, entonces el médium recibe una señal o vuelve del trance y termina tu sesión.
Ahora sigue el revelado y, mira: al lado tuyo, en una nube nívea, ves a tu madre; te sonríe, está como si no hubiera muerto.
Tiene los ojos radiantes, su rostro es expresivo y parecido al que conoces.
Así era la mirada de mamá, y es que es ella, no puede mirar de otra manera, todas esas arruguitas, esos rasgos conocidos están presentes en su rostro.
Es para ti una señal de su vida eterna.
Y sin embargo este imponente milagro ha sido mancillado y enfangado inhumanamente por tus charlatanes, de modo que ha destrozado a miles de personas, las ha quebrado interiormente, ¡lo que no fue nunca la intención de Dios!
Muchos lloran de felicidad cuando sostienen un extra en las manos, y se puede comprender.
Saben ahora que no hay muerte.
Y es que por lo tanto esta prueba de la pervivencia después de la muerte es imponente, y ya no hace falta que dudes.
Es posible grabar varios extras a la vez.
El médium entra en un trance profundo y los participantes —no más de cuatro o cinco personas— despiden el aura que hace falta.
Es cosa tuya cómo debes sintonizar ahora, solo entonces el maestro puede actuar.
Pero ya te dije: algunos dan y otros no tienen nada que dar.
En otras palabras, aquí hay en juego disarmonía.
Si todo está en armonía, el maestro puede fijar cientos de extras durante una sola sesión.
Entonces se manifiestan todas a la vez, lo que ha ocurrido en varias ocasiones.
Esas pruebas el otro lado las ha dado a la tierra desde hace mucho.
Y a todos esos fallecidos se les pudo reconocer.
Otra posibilidad es a través del contacto directo.
Ahora el médium sostiene la placa contigo.
No ocurre nada más.
Solo sosteniéndola así se pueden hacer tomas.
Por tanto, esto es contacto directo con el maestro y la placa.
Si la placa no succionara el aura vital, no sería posible vivir también este contacto directo, pues la placa succiona, absorbe lo que tienes para dar.
Ahora no hace falta el aparato, pero en este caso el médium tiene que estar desarrollado o no desprende ningún aura.
Ocurre ahora por medio de la concentración del maestro, que acoge en sí todas las auras, las conecta con el espacio y las fija inmediatamente en la placa fotográfica.
Ahora le ayudan sus conocimientos de la física y puede llevar a cabo este milagro.
Densifica el aura y los (os) acoge a todos en su propia vida, los (os) conecta luego con la placa e imprime en ella la imagen.
También ahora la placa succiona las imágenes de manera infalible.
Todo ese tiempo, el maestro está en profunda meditación.
Es él quien irradia el aura por medio de su amor, y en realidad la bendice para poder darte esta felicidad espiritual.
La concentración infalible del maestro es el suceso entero, en solo poco tiempo han (habéis) vivido este proceso, tú y él.
Es posible alcanzar un revelado todavía más elevado, pero entonces todo ocurre al margen de tu propia vida, solo sirve el aura.
El médium solamente se mete la placa en el bolsillo y el resto viene por sí solo, el maestro puede alcanzar eso, porque es uno solo contigo y con el médium, aunque no hayas formado parte de aquello.
Esto ocurre al margen de tus propios sentimientos y pensamientos.
También ahora el rostro es visible y reconocible.
Estas tomas en ocasiones son más nítidas incluso que las del aparato, y eso se debe a que ahora el maestro lo tiene todo en sus propias manos.
No depende ahora de esa cosa material que tiene que hacer la toma.
Siempre hay rincones en la placa fotográfica que no son sensibles a estas tomas, y que por tanto funcionan como una interferencia, lo que se ha evitado ahora.
Si no poseyeras irradiación, no podríamos hacer una toma espiritual.
Pero entonces no existiría nada y no habría vida, todo se evaporaría y disolvería.
La naturaleza ha densificado la vida y se toman fotos por medio de esta densificación.
Toda esta vida vuelve a tener una sintonización y un cierre propios, o explotaría.
Ese cierre tiene que ser quebrado por el maestro o no podría hacer ninguna toma.
Esto es por tanto su conocimiento, tiene que conocer todas estas leyes y haberlas asimilado, de modo que —y de esto se trata ahora— no cada uno de este lado sea capaz de mostrarse a ti por este medio.
Aunque hayas alcanzado las esferas de la luz, aun así la posesión de la física es necesaria para acoger en ti el aura vital de la placa.
Esta es la unión natural con la otra vida, por la que tiene lugar el milagro espiritual.
El maestro quiebra esa protección propia y solo entonces puede comenzar la toma.
Ahora está ante otros problemas cuyas leyes tiene que conocer.
Si él quiebra el cierre de la placa, entonces es posible que en el mismo instante esta se rompa en pedazos entre tus manos.
Puede ir ahora hasta un límite determinado, no es posible ir más allá ni más hondo, o priva a la placa de la vida verdadera y entonces tendrás los pedazos en tus manos.
Si toca los primeros grados existenciales para la placa, entonces esta sustancia material se disuelve por completo, y además en el mismo instante.
Así que tiene que encargarse de que la placa mantenga el propio grado existencial.
Si analizáramos todo esto de manera pura y espiritual, la placa te llevaría al espacio.
Una placa fotográfica y todo, todo objeto, es por tanto de una profundidad cósmica.
Y eso es muy natural, pues esta vida se originó desde la fuente primigenia; esta sin embargo todavía está ligada al cacharro, a pesar de que esta placa claramente haya sido arrancada del verdadero grado de vida por un sinnúmero de otras materiales, lo que es el proceso químico.
El estadio original está ligado a la cosa misma, y es este estadio original con el que el maestro entra en conexión y que mantiene la placa con vida.
Hasta allí tiene que descender si quiere preparar la placa para esta sesión, y solo entonces esta succiona las auras y puede llevar a cabo su trabajo; antes eso ni siquiera es posible.
Por lo tanto, el maestro devuelve la placa al verdadero estadio astral, a nuestra vida y las leyes en que vivimos, y solo entonces se puede vivir la unión espiritual.
Es la placa fotográfica la que nos domina a todos, recibe y nosotros le damos nuestra propia vida, que el maestro conecta con la de ella.
Incluso se pueden hacer tomas en otros países.
Si el médium es desarrollado, el maestro puede hacer allí su impresión.
Digo imprimir, pero quiero decir: allí puede acoger en sí la imagen, después tiene que volver a tu propio país y solo entonces se completa el primer proceso.
La distancia no existe para nosotros.
Estas pruebas se dieron hace ya años.
Es el maestro quien lleva a cabo el trabajo, y la placa succiona también ahora su fuerza de pensamientos y deja constancia de ella.
También tus charlatanes han realizado este milagro y en esto engañan conscientemente.
Ahora que en realidad sabe fotografiar hasta un niño —esta toma no tiene nada que ver con arte— los charlatanes se desbocaron y fotografiaban, hacían tomas espirituales.
Una madre que ha perdido a la niña de sus ojos y que sabe que gracias a esto la recupera en alguna medida quiere poseer un extra.
Reza día y noche por ello.
Se siente una sola con su tesoro, pues la niña yace o planea por encima de la cabeza de ella como un ángel.
Eso le hace sentirse protegida y portada, hace que de pronto cambie su vida.
Se entrega por completo al milagro, no puede creer que haya engaño, es una sola con el suceso y con su hija.
Esta gracia —lo siente— disuelve su tristeza.
Pero el charlatán no piensa en su tristeza, en padres ni madres, ¡él quiere vivir!
Engaño o no, ¿quiere usted una foto espiritual, la imagen de su hija?
¡Cuesta solamente diez florines, señora!
Otros lo hacen por un poco menos, pero las placas son caras, y el trabajo, ¿comprende?
También él —suelen ser hombres los que hacen estafas en este ámbito— tiene que vivir y le requiere un enorme esfuerzo.
Una vez más es la culpa de tus espiritistas que semejantes horrores puedan tener lugar.
Ellos dejaban que estas personas hicieran tranquilamente de las suyas a sabiendas de que se estaba cometiendo un engaño.
Pero no se mezclaban en asuntos sucios, eso ya podían averiguarlo los propios estafadores.
Su respuesta no ayuda a nuestro mundo, esto es servir el mal y sin embargo, todas estas personas querían hacer algo por nuestra vida.
¿Por qué no acabaron primero con ese engaño?
¿No es esto apoyar la destrucción?
Los charlatanes podían continuar su terrible trabajo, es más, incluso los periódicos acogían sus extras y hacían publicidad para esos médiums.
¿Cómo pueden personas así recibir una tarea para nuestra vida, cuando cualquiera puede engañarlas?
Cuando todos esos cientos de personas oyeron que habían sido engañadas, invocaron la pericia y el conocimiento de los espiritistas y juzgaron que era una vergüenza que estos fueran tan poco cuidadosos.
¿Tienen que ver con el engaño?
“De verdad parece que haya sido engañado. ¡Le pido, señora...!”.
Sin embargo, las víctimas tienen razón.
Ya te lo demostré: quien piensa poseer conocimiento de tales milagros y leyes también tiene que encargarse de que todo vaya por buen camino y de combatir a los chapuceros y estafadores, o si no que no acepten este cargo, entonces ellos mismos hacen más mal que el engaño consciente.
¿Sientes que el engaño ha sido suscitado por tu propio comportamiento negligente?
Hay que actuar, para eso eres espiritista, tienes que poder representar nuestra vida con la tuya propia o si no que otros ocupen tu lugar, entonces no sirves para este trabajo.
Quita las manos de encima, no hay animación en ti.
La debilidad de espíritu te lleva a ti y a nosotros a las tinieblas.
Miles de personas han sido engañadas y los espiritistas destacados no sabían de ello.
A una madre, un padre, un hijo les rompe el corazón tener que aceptar que el médium haya cometido un engaño y que tienen que considerar sin valor su felicidad recibida.
Se han roto corazones, los charlatanes no se echaban para atrás ante nada, también ahora pasaban por encima de cadáveres, por encima del hijo de la madre, por encima de tu esposo y de tu padre.
Este engaño criminal roza lo increíble, estas personas no se pueden comparar con ninguno de tus criminales, así de profundo vemos su engaño escandaloso, así de imponente es, porque estos son los lazos más sagrados que Dios nos dio a ti y a nosotros.
De verdad que vale la pena luchar por esto y esa lucha tiene que partir de tu espiritualista.
Un conocido médium fotográfico tenía muchísimo trabajo, tanto que a lo largo de un año ya no podía aceptar ninguna toma más, tantas eran las personas que se habían quedado atrás que querían un extra suyo.
De ninguna manera era de extrañar, los periódicos publicaban sus extras y por tanto todo el mundo conocía al médium desde su propio círculo.
¡Era algo enorme!
Y los extras eran maravillosos, semejante médium vivía solo una vez cada cien años, también él era una estrella de primera categoría.
Quien supiera de las leyes pedía una sesión.
Uno por uno les tocaba su turno para oír que tenían que tener un poco de paciencia, él también era solo un ser humano con dos manos, y un día era un día.
Por fin la madre recibe un mensaje en su casa.
También ella tuvo que esperar la toma durante meses, ahora ha llegado el gran momento.
Desde ahora ya está extática, en realidad ni siquiera puede pensar bien ya, día y noche ve a su hija ante ella.
Es imponente; para que le sea concedido vivirlo quiere entregar su propia vida.
No puede olvidarla, la vida ya no tiene significado —aunque sea un error de ella—, pero es que no puede hacerlo de otra manera.
Sí que lo sabe, hay que entregarlo todo, pero ¿su única hija?
Para ti es fácil hablar, todavía te quedan cuatro, yo soy ahora más pobre que las ratas.
Esta madre piensa, no, incluso sabe: pisa ahora tierra sagrada.
Vive en una esfera cósmica, la esfera del instrumento dotado y en primer lugar también la de su maestro.
Siente —nuevamente— que lo sabe: esta dirección es verdadera, los periódicos hablan del médium, este instrumento está en manos espirituales.
Milagrosamente feliz entra donde el médium.
El hombre la mira y se pregunta cuántos entusiastas hubo, pero ¡esta mujer!
¿Puede el señor imaginarse su tristeza?
Pero claro, señora.
Va a empezar pronto, un momento, que hay que ir a traer las placas.
Ella mira a su alrededor, todo aquí le parece igual de sagrado.
Vale la pena vivir en esto, ser siempre una sola con su rubita, su cariño, poder hablar con ella y poder sentirla como antes es una felicidad que solo conocen las madres.
También ella lo siente.
Todo le parece radiante.
Algunas cosas son incluso más encantadoras que otras.
El hombre vuelve.
—¿Tiene hijos, señor?
—Sí, señora, dos niñas.
—Qué bendición la suya entonces, ¡la mía está...!
—Vamos, vamos, señora, está aquí, tranquila, por favor.
—¿Qué dice?
¿Ve a mi hija?
¿Dónde está? ¿Dónde está mi rubita?
Error, señora, no debería haber dicho esto, va a tener usted a su rubita.
Él ya sabe lo suficiente, lo único que ahora quiere saber se lo contará usted enseguida.
Si no, ¡óyelo tú mismo!
—¿Desde cuándo está usted sola ya, señora?
Ya estamos.
Tiene que contestar y lo hace, de tanta tristeza se le desborda la boca.
Y esta pregunta no tiene significado alguno, ¿no?
—Cinco años, señor, ¿puede imaginárselo?
Lo hago todo, hacemos sesiones y en ocasiones viene a mí.
Ay, era un cielo, esa querida pequeña mía, me quería tanto, sabe.
Tiene hijas usted mismo, así que puede saberlo.
¿Qué edad tienen las suyas?
—Tengo una de cinco y una de siete años, señora.
—Ay, qué delicia.
La mujer ya no tiene que decir nada más, ahora tendrá a su rubita.
—Ay —dice—, he sufrido tanto.
Seguro que puede imaginárselo, está usted tan cerca de la vida, y dentro de ella.
El médium está de acuerdo, asiente con la cabeza y actúa con nerviosismo.
—Veo que ya está bajo influencia.
—Sí, señora, ya tengo contacto.
Tengo que sintonizar con el suceso.
—Le requiere muchísimo esfuerzo, eso lo siento, pero es que, claro, es una labor tan grandiosa.
Qué dones los suyos, qué imponente poder hacer felices a tantas personas.
Sin duda que ha de ponerlo contento.
—Así es, señora, por supuesto, es muy hermoso, es una bendición.
Están sentados juntos en plena confianza, la placa descansa en sus manos.
Tomados de la mano, y mientras tanto la señora se llena de su gloriosa irradiación.
‘Qué hermosas manos tiene’, piensa, de ellas tiene que provenir, ya le gustaría ver todas esas fuerzas.
Se aprieta fuerte, muy fuerte contra él, siente que llegan a la unión como dos flores de un mismo color.
Es imponente lo que siente ahora, la felicidad que está en ella es indescriptible.
Cuando Dios ha oído su oración, su hija está con ella, no puede ser de otra manera.
No quiere perder ni un segundo de esta felicidad.
Preferiría quedarse conectada día y noche, es abrumadora la felicidad que le entra.
No puede aguantar más y dice:
—¿No es sumamente feliz su esposa querida con usted como marido?
—Así es, señora.
—Qué vida tan maravillosa tiene usted.
—Sí, señora.
—Y ¿cómo percibe su esposa todos estos dones?
—Es muy feliz, señora.
—Imagino.
Santo cielo, qué gracia.
Siempre algo nuevo, todas esas personas alegres, toda la felicidad que debe de brotar de ellas hacia usted, ¿no?
—No tiene que hablar tanto, señora.
—Ay, perdone.
Es que...
Aun así dice todavía:
—Me comprende, ¿no es así?
El médium asiente con la cabeza, lo comprende todo.
Entonces llega el gran momento, el médium está entretenido con el aparato, mete la placa, se hace su toma.
—¿Ya ve a mi tesoro?
—Sí, señora, ya tiene un rato, pero el líder espiritual dice que solo he de sintonizar con él.
Ella está aquí, cerca de usted.
La madre llora y revuelve con las manos la nada vacía en que vive su hija.
—¿Dónde está, señor?
—Aquí, señora, está poniendo la cabecita en sus rodillas.
Un momento conmovedor, el médium ya ni siquiera lo mira, ya se lo sabe.
—Ay, mi tesoro querido, ¿estás otra vez junto a tu mamita?
¿Cómo estás?
¿Vendrás conmigo y a la placa?
¿Qué dice, señor?
—Dice que el maestro se encargará de eso.
No puede controlar las lágrimas.
—¿Dónde está ahora, señor?
—Donde el maestro y su hermana de aquel lado, por supuesto que ha sido traída aquí.
Tenemos que empezar, sabe.
La madre deja que le fluyan las lágrimas, este hombre lo comprende todo.
Le cuenta que la pequeña es feliz, baila de diversión.
El maestro está listo y la toma puede empezar.
Tiene que quedarse sentada sin moverse delante del aparato, su toma siempre es buena, ahora va encendiendo la luz roja.
El médium se sienta delante del aparato y ahora es cuestión de esperar.
Hay incienso encendido, el ambiente es hermosamente tranquilo, todo es de una belleza milagrosa.
Ella se siente como en el cielo.
En un rincón está Nuestro Señor, a su alrededor flores que ha traído la gente que ya ha vivido la felicidad.
Sigo todo esto, y conmigo otros que ya han conocido este engaño, ahora desde la vida después de la muerte.
El médium cierra los ojos, primero ronca un poco, luego respira hondo, estira las piernas y está en trance.
¡La madre reza!
—Dios mío, dame esta gracia.
Dame esta gracia, oh, Padre mío.
Dame esta gracia, oh, Dios, devuélveme a mi hija.
Ahora puedes hacer que se cumpla mi oración.
Estoy tan sola, Padre.
No me quejo, Dios mío, quiero cargar, pero concédeme esta gracia.
Destrúyeme, Dios, quítame todas las fuerzas que hay en mí, quiero morir por mi hija.
Quítamelo todo, para que vea a mi hija.
Ay, Dios mío, dame esta gracia.
Pero siente que al médium se le van quitando las fuerzas, oye que gime, eso la perturba y vuelve a empezar.
Una vez, diez veces, veinte veces oigo:—Ay, Dios, quítamelo todo, deja que viva esta gracia.
Su oración tendría un efecto trastornador si se estuviera dando el extra verdadero, pero ahora su oración da igual.
Ya no es ella misma.
Por dentro solloza, pero se asusta.
¿Qué es eso?
El médium despierta.
Se suena la nariz.
Ella vuelve a asustarse y sin embargo es algo necesario, pero ahora le molesta.
Pero ¿cómo es posible?
La toma está lista, duró un cuarto de hora.
Él irá un momento a revelar la placa, pronto podrá decirle si su hija fue tomada.
¿Que si puede ir con él?
No, eso no puede ser.
En otra habitación, el hombre deja la placa a su lado, no hace falta que la mire, de todos modos no hay nada en ella.
Enciende su cigarrito y fuma con gusto.
—¿Quién es? —pregunta su media naranja.
Él estira un poco los labios y dice:—Mira tú misma.
Pero no lo hace, no quiere que la vean.
Él no tiene nada que hacer en su laboratorio y se ha consumido el cigarro.
—La toma fue exitosa, señora.
—¿Qué dice?
Dios mío, qué agradecida estoy.
¿Cuándo puedo venir a buscar la toma?
¿No durará demasiado?
—Una semana, señora.
—Ay, señor, ¿no puede ser un poco antes?, es que tuve que esperar tanto tiempo, no aguanto, comprende.
Ya no dormiré ni una hora.
Es terrible.
—Venga dentro de tres días, señora, haré lo que pueda.
Primero tengo que revelar otras tomas, luego empezaré con esta.
O sea, dentro de tres días.
Si tengo un momento, tal vez, veré.
El médium bueno y verdadero puede mostrarlo todo, podrá tomar una impresión al momento, pues el otro lado conoce el profundo sufrimiento, la larga espera de estas almas.
Pero el estafador todavía tiene algo más que hacer.
Abre un álbum y busca una rubita adecuada.
Encuentra lo que necesita, ahora falta hacer una toma y listo queda el extra.
Sobre la cabeza pone un poco de algodón y encima, la rubita, ahora a iluminar un poco más y se hace la toma doble.
Ahora revelará la placa y, mira: el extra quedó hermoso.
Si quiere puede venir mañana ya, él está listo.
Imprime unas cuantas más y destruye la placa.
Todo va de maravilla, ambas tomas son casi iguales, la luz queda repartida.
¿Quién va a saberlo?
El algodón asemeja la irradiación del ser humano; cuando se fotografía el protoplasma ves una nube blanca por encima de la cabeza y manifestada en ella la aparición del espíritu.
El algodón funciona muy bien, a quien desconoce el misterio no se le ocurre esto y quien sí lo conoce no piensa en engaño.
Así de verdadero es todo.
Al siguiente día viene a echar un vistazo la madre, tal vez, nunca se sabe.
Ha traído flores para Cristo.
Pero tiene que esperar hasta el siguiente día.
Son días dolorosos para ella, desde la toma ya no ha podido dormir.
Pero entonces llega el momento.
Toca el timbre cuando aún es temprano.
El médium va por el extra.
Ella se abalanza sobre él.
¿Y?
La toma fue un éxito rotundo.
Sostiene a su hija en las manos.
Tiene que acostumbrarse un momento, pero luego llora y abraza a su tesoro con fuerza.
Sí que está un poco diferente, pero puede ser, entre esta imagen y su aparición de la tierra está la muerte.
No es cualquier cosa.
—Sí —dice, todavía está mirando y entornando los ojos—, es ella.
—Besa la cabecita infantil—.
Y qué luz, hay que ver, esa irradiación por encima de mi cabeza.
¿Tanta luz despido?
El médium asiente con la cabeza, así es, es muy sensible.
—Mi felicidad es ilimitada, señor.
Este es mi tesoro.
Paga sus diez florines y se va.
Si hubiera tenido que costar cien, con gusto, ningún problema.
Aun así vuelve un momento y pregunta:
—Puedo tener algunas tomas más, quiero decir, unas impresiones, quiero darle una a mi madre también.
—Oh, por supuesto, señora, valen cinco.
—Da igual.
El médium ya las tiene listas.
Deja que ella vea las tomas, le parecen maravillosas, todo es imponente.
—Puede mandar a mi hija a los periódicos sin ningún problema, ¿comprende?
—Muy bien, señora, no creo que por ahora los periódicos quieran incluirlas, pues ya les he dado algunas.
La madre lo comprende y se va nuevamente.
No hay lugar para dudar de su felicidad.
Este proceso continúa algunos años, siempre llegan personas nuevas.
Un buen día llega un hombre, él también ha oído que se hacen tomas.
El médium quiere intuirlo, tiene que saber qué quiere el hombre, pero su visitante ya lo está ayudando.
Juntos sostienen la placa y mantienen una conversación.
—Hermosos dones.
—Así es, señor.
—Mucho trabajo, ¿no?
—Eso también.
—¿Cuántas tomas puede hacer en una semana?
—Depende.
—¿De qué?
‘Vete al infierno’, refunfuña el médium por dentro, ‘¿A ti qué te importa, hombre?’, pero contesta:—De mi líder espiritual.
—Ah, ya veo.
Están allí otro rato, entonces el hombre le dice, para tranquilizarlo:—Lo mío, la zapatería, sí que es algo muy distinto, y qué raro, antes siempre quería fotografiar.
Este oficio me atrae.
El médium está tranquilo, ahora se le va el miedo.
Los zapateros no saben.
Prefiere fotografiar a mujeres.
A ellas se las puede callar con más facilidad.
Los hombres quieren saberlo todo y desconfían más.
Él conoce a su gente.
Se sientan, el hombre solo hace como si lo siguiera todo y se entregara por completo a él.
También lo dice:
—Usted solo dígame dónde quiere que me ponga.
Se le asigna su lugar detrás del aparato, se enciende la lámpara, la lente está abierta, se cierra enseguida y listo, sigue la luz roja.
Error, médium, para este visitante estás equivocado.
Demasiado poca iluminación, luz demasiado débil, jamás puede salir nada en eso.
Ahora el médium se sienta.
Todavía está sentado otro momento, quiere entrar en trance, pero el hombre lo interrumpe.
—¿Es posible que vea a mi padre?
Lo reconozco por su bigote y su cara estrecha, tiene que ser él.
El médium lo mira y percibe con clarividencia.
—¿Tiene la mirada un poco bizca, señor?
No me lo tome a mal, pero creí verlo.
—Es verdad, pero eso no se puede percibir en su foto, mire usted mismo.
El hombre le alarga la foto.
—No, es verdad, nada de eso se puede ver.
Sí, a esta persona la veo.
Correctamente descrita, unos sesenta años de edad.
¿Murió de cáncer?
—El hombre sufrió indeciblemente.
Durante cuatro años, comprende, un calvario.
Espero que ahora sea feliz.
—Veo su luz, es feliz.
—Pero ¿no lo interrumpo?
—No hemos de hablar ahora.
El médium se va hundiendo, el hombre entorna los ojos, de vez en cuando los abre, pero está inmóvil.
El cuarto de hora le parece una eternidad.
Finalmente, ha pasado.
El médium se tiene que ir.
El hombre dice:
—Mejor me voy, ya me dirá usted cuándo puedo venir.
—Espere un momento, señor, ¿acaso no quiere saber si la toma salió bien?
—Oh, no dudo de eso, es usted famoso.
Debe de estar bien.
El médium lo espía, no está tan seguro, pero ahora que ve al hombre, se queda tranquilo.
Está allí sentado con las manos delante de los ojos, tranquilamente en su silla, ha de estar reflexionando sobre todo.
Mejor esperar un poco más, pero con los hombres hay que tener cuidado.
Viene a decirle que la toma fue exitosa.
—Ya me lo imaginaba, para mi hermana también hizo una toma espléndida así.
¿Cuándo puedo venir?
—Dentro de una semana.
—¿No puede ser un poco antes, en unos tres días, por ejemplo?
—Veré.
—¿Es mi padre el que vino a mí?
—Exactamente, el parecido es hermoso.
El hombre se va.
Tres días después vuelve y recibe el extra, mira y dice:—Fabuloso, en una palabra, precioso.
Es él, una obra de arte.
Aquí está su dinero.
Diez florines, ¿verdad?
El médium toma el monto, el hombre mira.
Ahora pregunta:
—¿Sería posible que volviera a hacer una toma de estas para mi hermana, ya sabe, la madre de la rubita?
Lo está pasando tan mal y me gustaría tanto verla feliz.
De verdad que la compadezco, está tan triste después de esta pérdida, y encima un hombre que te deja sola.
—No, no puede ser, tengo a muchas personas más.
—Vamos, hombre, hágalo, le pagaré el doble.
Justo estoy teniendo una buena semana, concédale esta felicidad.
—Primero tengo que preguntárselo a mi líder espiritual.
—Hágalo de inmediato entonces, su maestro está aquí, ¿no?
¿Lo pregunto yo?
El hombre pregunta al espacio si está bien, el médium escucha.
Lo hace.
—¿Está bien?
—A mi líder espiritual le parece bien, puede venir mañana a las tres, pero no antes, tengo que hacer siete tomas.
—Muchísimas gracias, hace un buen trabajo.
El hombre se va directamente a ver al redactor de un periódico y le muestra el extra.
—¿Qué te parece esta cosa?
—Maravillosa, pero ¿quién es?
—Mira bien, seguro que conoces a este hombre.
El otro mira y ríe, ríe más fuerte y ya no puede dejar de reírse.
Qué buena broma.
—¿Cómo has hecho esto? —pregunta.
—No cuesta nada hacer que a una persona viva la declaren muerta.
—A este lo tenemos agarrado.
Qué gloria, este engaño ha terminado.
—Mañana va a ir mi mujer, va a tener su oportunidad, tal vez entonces esté curada.
Ahora la convenceré.
Esta es una toma doble, y encima es mala.
¿Cuándo publicas esta foto?
—La próxima semana.
—Bien, entonces tal vez tengamos otra cosa más.
Tendrá que mantenerse entusiasmada un poco más, si no no se podrá.
En cualquier caso le daré algunas tomas para que las lleve, entonces él mismo puede escoger lo que quede mejor, lo que se parezca más, es mejor.
Ahora a la madre de la rubita le dan a ver a su abuela; como un ángel de la guarda le planea la anciana por encima de la cabeza.
Es parecida, pero la abuela todavía vive.
Ella sabe ahora que ha sido engañada y no puede olvidar este asunto tan horroroso.
Gran alboroto entre los espiritistas, se ha desenmascarado al gran milagro.
Todas esas personas engañadas maldicen, es tremendo.
“No existen los médiums”, vuelve a sonar por allí, “todo es engaño”.
Se hicieron cientos de extras, ni uno solo verdadero.
Cada país conoce esta especie, donde viven los espiritistas está presente el engaño.
El mundo espiritista lo olvida, pero vuelven otros hasta que también ellos son desenmascarados.
Este charlatán hacía tomas dobles, otros lo hacen de manera un poco más complicada, pero cuando los conoces, cuando percibes las leyes, puedes acusarlos enseguida de engaño.
Toma tus propias placas, al maestro de este lado le parece muy bien, no tenemos nada que esconderte.
Cada control tiene que ser aprobado por los médiums, a cuantas más personas se nos concede convencer, tanto más nos gusta.
No creas nada cuando no se te permite llevar a cabo controles, es irremediablemente un engaño.
Llévate las placas y revélalas tú mismo, o acompaña al médium al cuarto oscuro, al maestro eso le parece fabuloso, por lo menos si es para un examen honesto, y de lo contrario no tendrás oportunidad de hacerlo.
Si el otro lado ve que vas en serio, te permitirá lo que sea.
Una vez que entonces se te hayan dado las pruebas, ponte al lado de nuestro médium, necesita tu ayuda.
Como máximo se pueden hacer entre cinco y siete tomas a la semana, entonces el médium ya queda exhausto.
Diez al día, como hacen los charlatanes, es una locura.
Los médiums fotográficos son excepciones, a lo mucho uno entre miles de médiums lo es.
En este ámbito no damos guerra, ya te lo dije algunas veces, tienes que aceptarlo.
Pero el médium verdadero es un ser humano dotado.
Y tu extra es un regalo divino, un verdadero regalo espiritual.
Otros países han conocido sus médiums, se han hecho miles de tomas, se han dado el mismo número de pruebas y se ha consolado a igual cantidad de padres, se ha tendido un puente por encima del abismo entre la vida y la muerte.
Es imponente, te da la fuerza para cargar la vida, tus seres queridos que han hecho la transición están cerca de ti.
Con que sepas que las fuerzas buenas poseen todos estos dones, son clarividentes y clariaudientes, y el trance lleva a cabo el milagro.
Llegamos ahora a tu propia vida.
Mantén tus manos purificadas, no dejes que nada mancille el contacto, no des a estos charlatanes ninguna oportunidad de engañar, es la felicidad nuestra y tuya.
Ayúdanos y apoya nuestras fuerzas buenas, ayúdanos también a purificar esta región sagrada de todo el mal.
Que la luz del Gólgota te irradie a ti y a los tuyos.