La comunicación con la cruz y el tablero, y con la plancheta

La cruz y el tablero y la plancheta son posibilidades de entrar en contacto con el otro lado.
Este método de llevar a cabo sesiones espirituales en realidad te lo dieron los egipcios, y es una reminiscencia de todas las cosas imponentes que conocieron los egipcios para hablar con nuestro mundo.
Al principio del desarrollo egipcio este contacto fue la primerísima vivencia con el otro lado, pero este medio sencillo tuvo que ceder su lugar a los médiums bien desarrollados.
Aunque la forma de la madera cruzada haya sido ligeramente distinta, su significado no se ha perdido a lo largo de los siglos pasados.
En tus propios tiempos prácticamente nadie sabe lo que ocurre cuando sostienes la madera cruzada y el otro lado habla.
La mayoría de las veces estas sesiones no llevan a ninguna parte, pues los participantes no saben nada de las leyes ocultas para llevar a cabo una sesión, por más sencillo que parezca.
Porque no hay que hacer más que sentarse, colocarse la madera cruzada sobre los dedos, esperar un poco y mira: la madera ya está girando y habla el otro lado.
Pero ¿tan sencillo es?
Lo llegarás a conocer ahora.
No, tan sencillo no es.
Las comunicaciones con la cruz y el tablero, y con la plancheta —la tablilla sobre tres rodamientos con un lápiz atravesado— son increíblemente difíciles.
Tus muertos tienen que conocer y dominar muchas leyes astrales mientras hacen la sesión, o no vivirás más que miseria, problemas, mentiras y engaños, porque se manifiestan los espíritus burlones.
En la tierra viven muchísimas personas que poseen el deseo de enriquecerse espiritualmente.
Sus iglesias ya no los seducen, de lo que es culpable la doctrina de la condenación eterna, y esto los llevó a probar suerte en el sendero del ocultismo.
La iglesia perdió estas almas, pues para ellos Dios era un Padre de Amor.
Cristo trajo el Evangelio Sagrado.
Mostró el camino a la vida después de la muerte, y quisieron saberlo todo sobre esa eternidad.
Quienes se atrevían a liarse la manta a la cabeza emprendían el camino, seguían sesiones o participaban ellos mismos, pero solían resultar engañados.
Entonces muchos le dieron la espalda también a las sesiones; resultaba que sus amigos, padres y familiares que habían hecho la transición decían disparates o estaban poseídos por el diablo.
¡El espiritismo los había lanzado a la miseria y eran líos diabólicos!
¡La unión con satanás!
Estas almas no deberían haber tocado la cruz y el tablero, porque no estaban preparados.
Y aun así Cristo dijo: “Examínenlo (Examinadlo) todo y retengan (retened) lo bueno”.
Sin embargo, el bien que ellos aprendieron resultó no ser otra cosa que sinsentidos puros y duros, mentiras y engaño.
Decepcionados, perdieron los ánimos o volvieron a sus iglesias, donde se les acogió como a hijos e hijas pródigos.
Estos frutos prohibidos sabían verdaderamente amargos, ácidos como el vinagre, y sin embargo otros a su vez contaron que habían probado su sabor dulce como la miel.
Sí, ¡era celestial!
Era increíble lo que se obtenía, vivían en un cielo.
¿No les estaba reservado, entonces, a los otros?
Muchos buscaban, querían llegar a conocer esa cosa celestial y probar esa miel espiritual, pero los espíritus burlones los lanzaban fuera de este paraíso.
Otros seguían buscando, aunque les costara entregar la propia personalidad; no perdían las esperanzas, seguían siendo atraídos por las sesiones y lo volvían a intentar una y otra vez.
Miles de personas tuvieron que pagar su peaje oculto e inclinar la cabeza ante las leyes astrales.
Se preguntaban si estas dificultades podían ser vencidas, pero nadie podía darles la respuesta.
Pero su sentimiento de la eternidad ya no podía dormirse; despiertos y conscientes seguían buscando la realidad en este campo.
Querían llegar a conocer lo que vivía detrás del velo, tanto más porque habían perdido a sus seres queridos.
No hacían sesiones por el sensacionalismo, para ellos era seriedad sagrada, pero sus vidas y sus sesiones se malograban.
El mundo astral seguía envuelto en una densa emanación.
Si el otro lado daba algo, eran mentiras y engaño.
Padres, madres, hermanas y hermanos, familiares y conocidos contaban las bobadas más disparatadas.
Ya no reconocían a sus seres queridos y se preguntaban si habían dormido todo este tiempo.
Vivían en el espacio divino, ¿verdad?
¿Estaban sus vidas detenidas?
¿No se habían elevado más?
¿Cómo era posible que pudieran decir tamañas tonterías?
¿Por qué no hablaban sobre esa nueva vida?
A través de la madera cruzada podían volver a hablar con ellos.
Y ¿por qué ellos no y otros sí?
Había personas que vivían veladas deliciosas de reunión sagrada; eran horas de felicidad bellas y espirituales.
Se sentían entonces en tierra sagrada, elevados por encima de la miseria terrenal.
¿No era alcanzable para ellos?
Se me ha concedido seguir varias sesiones desde este lado.
Quiero analizarte una de estas reuniones, así podrás constatar cómo tienes que llevar las sesiones y por medio de qué puedes entrar en contacto con tus familiares, tus seres queridos que partieron antes que tú.
En ocasiones estos participantes recibían sabiduría espiritual y se había construido un contacto espiritual; no obstante, la mayoría de las veces se recibían bobadas.
Entonces había interferencias, decía el otro lado, había espíritus burlones que se divertían.
¿No tenían esos espíritus nada mejor que hacer?
Y por qué llegaban los espíritus burlones, se preguntaban los participantes, ellos querían el bien, ¿no?
Todas estas personas pedían a gritos ser engañadas.
De este lado me era posible seguir sus sesiones.
Sus vidas no estaban en armonía con este mundo, pues de esto no comprendían nada.
Nunca habían oído una sola palabra sobre esto, nadie podía aconsejarlos.
Hacían sesiones sin estar preparados y ahora tenían que aceptar que el otro lado les contaba bobadas.
Su propio deseo dominaba la cruz y el tablero.
Y sin embargo esas sesiones parecen de lo más sencillas.
Uno no hace más que sentarse, colocarse la madera cruzada en los dedos, y ya va girando.
Apenas se deletrean las letras del alfabeto y el otro lado ha tomado la palabra.
Antes de eso ha habido rezos, música hermosa, se ha quemado incienso y a pesar de todo llegaron los espíritus burlones, se dijeron disparates.
El otro lado podía empezar.
No es así de sencillo.
Para hacer sesiones con la cruz y el tablero, o con planchetas, hace falta mucho más.
Seguiremos todos estos fenómenos.
Participan cuatro personas —dos hombres y dos mujeres—, se han tomado las medidas preventivas, ahora hay que esperar lo que vendrá.
Llevan ya algún rato sentándose juntos, con resultados diversos; según ellos se han vivido bellas veladas, pero de pronto vuelve a ser horroroso y aparecen espíritus burlones.
Esos espíritus burlones echaban a perder sus hermosas veladas.
Recibían incoherencias y engaños, y no podían liberarse de esos espíritus burlones.
No obstante, no perdían las esperanzas y seguían haciendo sesiones.
Los primeros errores ya se cometieron, pero no pudieron constatarlos ellos mismos.
Cuando entré donde estaban, se estaba deletreando:
“Soy yo, tu padre”.
Este espíritu los conocía, tenía que ser su padre.
Contestaba sus preguntas, pero por las fluctuaciones de bien y mal desconfiaban de él, y su hijo preguntó:
—¿De verdad es usted, papá?
“Sí, hijos, soy yo, su (vuestro) padre.
¿Acaso no me reconocen (reconocéis)?
Ahora le creyeron y esperaron.
Un momento después se deletreaba:
“Sí, hijos, de verdad, soy yo.
Me llamo Johan”.
—Fabuloso —es la respuesta—, eso es cierto.
Pero ¿puede contarnos un poco más de su vida, papá?
Nos gustaría tanto saber cómo es ahora su vida.
Como prueba, ¿comprende?
“Sí”, deletreó la cruz de inmediato, “es posible.
Mi cumpleaños es el día quince.
El de tu madre, exactamente dos meses más tarde.
Y los dos tenemos la misma edad”.
—Eso es cierto, papá, todo está bien.
¿Puede contarnos más cosas, papá? Es que nos han engañado tanto.
“Tienes que tener mucho cuidado, hijo, y ya no subirte al tranvía de un salto, es muy peligroso”.
También eso resultó ser cierto.
“Los espíritus lo saben todo”, dice uno de ellos, y lo creen, porque ha hablado el padre.
Ya no hacen falta más pruebas, todo esto es correcto.
Es muy hermoso, pero un poco después, aparecen otros espíritus.
Su padre se ha ido.
¿Son espíritus burlones?
Se dice:
“¿Qué es lo que quieren (queréis) en realidad?
¡Tontos!
¿Qué hacen (hacéis) en el frío?
Ocúpense (Ocupaos) de su (vuestra) propia porquería”.
Soltaron la madera cruzada, pero después de un breve instante les pareció que lo mejor sería seguir.
Vuelve papá.
Tiene que decirles algo.
Continué siguiéndolos.
Ninguno de ellos me vio.
Aunque hubiera habido un clarividente, de todos modos no habría podido percibirme.
Seguí la sesión y su contacto con nuestro mundo desde mi propio grado de vida.
Observé que el espíritu que se llamaba Johan ni siquiera estaba presente.
Esa persona vivía de este lado y aun así no había llegado a ellos.
Pero estas personas volverían a llamar a Johan; ahora se manifestaban leyes de las que los participantes no comprendían nada.
Se volvían a hacer preguntas que contestaba Johan, según ellos pensaban, aunque eran sus propios pensamientos los que aparecían en el tablero.
¡Hacían preguntas y se contestaban ellos mismos!
—Papá, ¿todavía está allí?
“Sí, hijo mío, aquí estoy”.
—¿Por qué nos llegan una y otra vez espíritus burlones?
La madera cruzada reposa encima de los dedos, pero no dice nada; hay que esperar la respuesta.
Pero no llega y el hijo que está presente vuelve a preguntar:
—¿Sigue allí?
“Sí, aquí estoy, pero primero tengo que hacer un control”.
—Eso es estupendo, papá.

Son felices con esta respuesta.
Papá los va a ayudar.
Comprenden también que no es sencillo; es un problema del que pocos espiritistas saben algo.
Ahora se enterarán, porque allí está papá, y papá era una buena persona, que será feliz en su cielo.
“Soy feliz”, aparece en el tablero.
El hijo, que quiere saber más de los espíritus burlones, pregunta:
—¿Anda mal algo, papá?
No tarda en llegar con fuerza: “¡Que te calles, hombre!”.
Posan la madera cruzada y paran.
No se puede luchar contra esto.
Una semana después se vuelven a reunir, yo también estoy allí, y conmigo está el Johan verdadero.
Este espíritu no me ve, vivo en otra sintonización, y no puede percibirme.
Quiero mantenerme oculto para él y para todos, pues para mí se trata de estas sesiones, de seguir lo correcto y lo equivocado.
Johan comprende de inmediato cuál es el peligro e intenta conectarse con ellos; conoce el gran deseo de su hijo y de los demás de entrar en contacto con el otro lado.
Sigue sus vidas, puede constatar cómo es su personalidad, ve su irradiación y sabe ahora que no puede alcanzarlos.
Los espíritus burlones lo suplantarán y de verdad están presentes.
¡No puede hacer nada!
No obstante, la madera cruzada deletrea:
“Dios es Amor.
¿Cómo hemos de mostrar Su misericordia?”.

La cruz no llega más allá.
Uno de la tierra dice:
—¡Tonterías!
—¿Por qué? —pregunta otro—.
Puedes leerlo tú mismo.
Aquí dice: “¿Cómo hemos de mostrar Su misericordia?”.
Eso es y quiere decir: “¿Cómo hemos de ser misericordiosos?”.
—No tienes que ser tan tajante en tus juicios —dice el hijo del padre Johan—, pueden llegar errores.
Justo cuando iba tan bien.
—¡Disparates!
Todos deletreaban sus propios pensamientos.
Entonces llegó:
“Hay que rezar, recemos”.
Todos rezaron y un poco después siguieron.
Pero de este lado nadie les había dicho que rezaran.
Eran sus propios pensamientos; el padre Johan no podía alcanzarlos.
Tampoco esta velada recibieron alimento espiritual.
Les habló el inconsciente, eran bobadas.

—Sería mejor que lo dejáramos —opinó uno de ellos—, de todos modos no llegará nada.

Pero los demás no quieren saber nada de eso.
Tal vez sí que se logre algo, después de todo.
Continuarán con estas sesiones.
Se le pregunta al médium —al hijo— lo que piensa al respecto.
Pero no lo sabe.

—Y sin embargo —dice después de haber reflexionado un momento—, era mi padre.
—Claro, como mi madre —se hace oír una mujer—, más engaño.
—No servimos para esto —dice ahora un tercero—, para esto necesitas fuerza y ninguno de nosotros la tiene.
Este hombre dice la verdad.
Ninguno de ellos la poseen, pues no están preparados, no entienden nada de estas sencillas sesiones.
—Y aun así —dice el hijo—, yo sentí algo.
—¿Qué era, pues?
—Vamos, eso no lo sé, no puedo decirlo, pero sí que sentí algo; estoy seguro de que papá está aquí.
Lo que es comprender, todavía no lo comprendo.
Y ahora los otros comprenden incluso mucho menos que hace un momento, se va haciendo cada vez más complicado.
—Ah —dice el hijo de pronto—, ahora lo sé.
Sentí miedo.
Era miedo, miedo, pero ¿de qué?
—Vaya, qué cosas, ¿a qué tendrías que tenerle miedo?
No lo comprendo —le hace saber su mujer.
—Sentía como si algo hablara —dice el hijo—, pero ¿para qué tendría que hablar yo?
¿Puedes comprenderlo?

Los demás no lo comprenden.
Y al mismo hijo del padre Johan le parece increíble.
¿Qué será lo que significa todo esto?
Para las sesiones con la cruz y el tablero hacen falta fuerzas, ¡sensibilidad mediúmnica!
Y ninguno de ellos tiene nada de eso.
Y aun así: por medio de esto se realizan estas sesiones.
De los siete grados de los sentimientos que ya has conocido y cuyas leyes te he aclarado en cierta medida hace falta uno, o estas sesiones quedarán en agua de borrajas.
Fue por su propia voluntad, por el deseo de ellos que la madera cruzada entró en comunicación, que empezó a girar y deletrear, que dio la repuesta a las preguntas.
Y ¡ni un solo espíritu tiene la culpa de eso!
La madera cruzada entra en movimiento por tus propios pensamientos y sentimientos.
Entonces tú mismo contestas tus pensamientos, pronunciados en palabras, porque el otro lado no puede alcanzarte.
Te has sintonizado con la sesión, no con ser pasivo.
Y eso, pues, es lo equivocado, con eso te blindas a ti mismo contra nuestro lado, contra este contacto.
Un espíritu de la luz no puede alcanzarte ahora, los espíritus burlones, ¡sí!
Desde mi propio mundo vi que el padre intentaba de todo para entrar en contacto con su hijo.
Quería llegar a esta unión de sentimiento a sentimiento, pero los espíritus burlones lo interrumpieron .
Lo intentó de varias maneras, quería dejarles claro que tenían que dejarlo.
Puso miedo en su hijo.
Ese miedo fue percibido vagamente, pero a pesar de que la personalidad terrenal adoptó esos sentimientos de él, no la llevaron a actuar.
El padre se estrellaba contra sus deseos y su ignorancia, contra su falta de sensibilidad.
Por más que se esforzara, los participantes no podían ser alzados hasta su vida.
Los hijos querían este contacto, deseaban hablar con el otro lado, sentir un momento la vida después de la muerte.
Después de un desarrollo meticuloso podría alzar hasta su vida a su hijo, que era un poco sensible, pero ahora no le servía de nada, los sentimientos de este hijo se negaban.
Este padre repasó cada posibilidad, porque acechaba el peligro.
Yo tampoco podía hacer nada por él, también para mí todos eran inalcanzables.
Había espíritus tenebrosos que querían apoderarse de los sentimientos de los participantes.
Esperaban así volver a vivir la vida material, la buscaban, buscaban el calor del cuerpo y muchas cosas más, el amor terrenal.
Por las sesiones esperaban hacerse con este sentimiento, porque los seres humanos terrenales les abrían las moradas de sus almas.
Estos espíritus ni siquiera se habían hundido mucho, o habrían sabido dónde en la tierra habrían podido desfogarse, y ni habrían visitado estas sesiones.
Ahora querían divertirse, y lo lograban con estas sesiones.
Los seres humanos terrenales habían abierto de par en par las puertas de su alma, de modo que ellos podían entrar con toda tranquilidad.
Este contacto espiritual se establecía por el deseo de los participantes, lo que el padre quería evitar, puesto que veía que ellos mismos contestaban las preguntas que hacían.
El lenguaje de los espíritus burlones les recordaba la cruda realidad, aunque esos no fueran asesinos.
Los de ese tipo, a su vez, prueban suerte en otra parte; sabe que en estas sesiones no se puede vivir nada.
Estos infelices querían disfrutar la unión material y, si era posible, comer y beber bien.
Los atraía el organismo madre, el contacto corporal de la tierra.
Es alcanzable para estas almas, millones de almas de este lado se buscan la vida en la esfera de la tierra, con los seres humanos, y logran lo que les gusta vivir.
Conectándose con el hombre y la mujer llegan a esta unión, si los sentimientos están abiertos a ellos, o esas vidas les impondrán el alto espiritual.
Por estas sesiones entran a hurtadillas al aura de los participantes, ¿y ahora?
¿Qué hacen?
Esto solo se siente, no se dice una palabra al respecto, este juego se desarrolla —en perfecto silencio y al margen de tu conciencia— en tu vida.
Muchos participantes han sido contagiados por ello, ¡fueron vividos en poco tiempo!
Pensarás tal vez que esto no es posible y que no estás abierto a ello.
¿Piensas que estás libre de este contagio?
¿Que te has liberado de estos deseos?
Es posible, incluso en la tierra puedes vivir tu tercera esfera, pero entonces tu vida es como la hemos conocido nosotros, ¡santificante!
Ya no hay deseo en ti, eres espiritualmente libre de toda pasión material.
Ya no tienes deseos de comida rica, ya no te vistes de manera vistosa y no recuerdas cómo es tu propio organismo; has vencido todas sus leyes.
¡Eres espiritualmente inmaculado!
Eso es posible, pero la mayoría de los que participan en las sesiones aman, buscan calor espiritual, y quien ame y quiera vivir un poco de felicidad está abierto al mundo astral, y también a los espíritus burlones.
De verdad, las sesiones con la cruz y el tablero son lo más difícil que hay, por lo menos en este terreno, claro.
Ahora bien, tú eres un santo espiritual, tienes sintonización con las esferas luminosas y posees los sentimientos para estas sesiones.
Pero... otros todavía no han llegado a ese punto y haces sesiones con ellos.
Esa gente todavía tiene que asimilar el sentimiento.
Y es por eso que hay solo pocas personas en la tierra que estén completamente libres de sentimientos materiales, porque puedes poseerlos consciente e inconscientemente, queriéndolo o no.
Todavía tienes que llegar a conocer eso, pero eso solo es posible en nuestra vida.
Los espíritus burlones vivían estas sesiones solo por el contacto material.
Al juntarse dos mundos encuentran pronto los sentimientos con los que están sintonizados.
Se ha alcanzado entonces el fin propuesto, y se establece la conexión.
Estas almas comen y beben a través de ti, como ya te dije hace un momento, por medio de este contacto yacen a tu lado y dentro de ti para dormir, para descansar y disfrutar de tu calor corporal, viven, como lo vivió tu propio hijo, arrimadas a tu pecho.
Se acurrucan en la morada de tu alma y ni se les ocurre irse de allí.
No sientes que esta vida astral está en tu vida, tu sensibilidad para eso vive en el consciente elevado, es otro mundo que el tuyo, todavía tienes que despertar a eso.
¡Esta vida es como te sientes a ti mismo!
En estas sesiones había contacto, aunque todavía estaba por ocurrir la unión verdadera.
Mientras tanto, los espíritus burlones lo intentaban y querían llegar a ese punto, solo entonces podrían disfrutar de tu vida.
Y ya te lo dije: estas personas no son tan malas como personalidades astrales, pues un demonio actúa de otra manera.
Te enseña la cruz luminosa, si hace falta, o te muestra una figura sagrada cuya radiación te ciega, de modo que piensas haberte conectado con un espíritu de la luz.
Por medio de la oración, esos seres te llevan a tu hoguera espiritual y te hacen quemar vivo, es decir: te echan flores, te dan todo lo que anhelas tener, pero te acercas irremediablemente a tu propia perdición.
Estos demonios rezan contigo, llegan a la unión total con tus sentimientos, pero mientras tanto te succionan hasta dejarte vacío, y eso en lo corporal y en lo espiritual.
Después continúan o terminas poseído por ellos, y no te podrás deshacer de ellos ya en lo que te resta de vida terrenal.
Continué siguiendo a estas personas, porque vi lo que el padre Johan sentía y quería evitar.
Cuando en su siguiente sesión aparecí en su seno —mientras tanto había también vivido sesiones de otros, y había podido constatar el bien y el mal— el padre Johan ya estaba presente.
Este espíritu ya no se alejaba de sus hijos ni por un segundo, continuaba siguiéndolos.
Tal vez tendría una oportunidad de intervenir.
Ya no encontraba sosiego y quería evitar una gran desgracia.
Uno de los participantes leyó un poco de la Biblia.
Pensaban poder eliminar así a los espíritus tenebrosos, y, a ser posible, convertirlos.
Después de eso se tocó música sacra y el ‘Ave María’ resonó en la pequeña habitación, elevándose hacia el espacio.
Me hizo bien cuando capté esos sonidos inmaculados, y también al padre Johan le pareció delicioso.
Entonces creyeron estar listos para empezar; se pusieron la madera cruzada encima de los dedos y se sintonizaron con el otro lado.
E inmediatamente giró la madera, hizo movimientos bruscos, para decir, por lo visto, que aquello que lo había puesto en movimiento se sentía feliz, que estaba contento de que estuvieran allí de nuevo.
Fue enorme la fuerza de la cruz cuando se deletreó:
—Buenas noches.
Aquí estoy de nuevo, tu padre.
Papá volvió a estar allí, pero estos pensamientos eran de ellos mismos.
Este “Buenas noches” pertenecía al pasado, es algo que ya conocían, que les parecía de lo más normal y que formaba parte de esta noche, pero cuyo significado de cualquier manera no habrían comprendido si su padre hubiera llegado de verdad a ellos y les hubiera contado algo de eso.
Para los primeros Eva y Adán, este “Buenas noches” fue la traición del diablo, fue saborear el árbol prohibido, las deliciosas golosinas para el niño que la madre ha puesto bajo llave y que el hijo sin embargo quiere poseer.
¡Este inicio estuvo mal!
El “Buenas noches” y el “Aquí estoy de nuevo, tu padre” lo extrajeron ellos mismos de la cruz y del tablero, conocían estas palabras.
Y por conocerlas —y en realidad ya contar con ellas— hacían ahora sus sesiones ellos mismos.
¡Al mismo tiempo se cerraban por completo a su padre!
Este “Buenas noches”, que hace que muchos participantes desciendan al engaño y la fantasía, y luego a los espíritus burlones, es un gran obstáculo para las sesiones con la cruz y el tablero, con la plancheta o con las ya famosas mesitas parlantes que contestan a tus preguntas golpeando el abecedario.
Por su deseo crearon un estado para poder empezar.
Pues bien, ¡el inicio estaba allí!
¿Y ahora?
¿Qué diría papá?
La madera cruzada deletreaba como un relámpago, había fuerzas presentes que les prometían una noche extraordinaria.
Papá estaba allí, pero no podía contestar.
E inmediatamente después, la cruz se queda quieta sobre sus manos y duda.
Entonces —de pronto— dice:

“Dios es Amor”.

A esperar otra vez.
Ahora sigue:
“Dios cuida a todos Sus hijos”.
La madera cruzada ha comenzado a dudar.
Esa cosa de madera, que puede dar muestras de un temperamento fuerte, que puede ser sensible como a uno como ser humano le gustaría serlo, que representa muchas, a veces muchísimas personalidades, que te puede hablar de felicidad y de muchos problemas, esa misma madera cruzada calla ahora como un muerto.
La cosa famosa no tiene nada que decir, la bendita madera cruzada sigue callando.
Pero entonces vuelve en sí de golpe, como si una mano firme la hubiera sacudido para despertarla, como si alguien le hubiera dado la orden de empezar a trabajar, porque el tiempo es valioso, y la cosa asombrosa deletrea:
“¡Quien crea en Dios está en casa!”.
¿No dan ganas de caerse de rodillas y dar las gracias a Dios?
No obstante, no puedo constatar estos sentimientos en todos los participantes, al parecer no sienten necesidad de agradecer a Dios estas palabras que sin embargo son muy claras.
Están en casa con sus amigos, el hijo y la mujer de este, pero ahora se sienten cerca de Dios.
—Me gustaría —dice por lo tanto el hijo querido—, que nos contara alguna cosa diferente.
Santo cielo, esto es un sacrilegio.
La madera cruzada no entra al trapo.
Esperan; ¿tal vez...?
Una cosa lleva a otra, una palabra atrae a otras y entonces podrían continuar.
Se hizo la pregunta:
—¿Se nos concede saber, papá, qué interfiere aquí en nosotros?
No hubo respuesta; se pensó, por lo menos, que tardaba demasiado, así que el hijo volvió a preguntar:
—¿Se nos concede hacer preguntas, papá?
Y ahora sigue de inmediato: “Ya te estoy esperando, hijo mío”.
Todos ellos saben que esto es sospechoso.
Aun así, en apariencia entran al asunto, y después de haberse controlado interiormente, el hijo dice:
—Qué bien, papá.
¿Quiere decirnos entonces, aclararnos, por qué siempre hay interferencias?
¿Por qué siempre hay espíritus burlones aquí?
¿Está contagiada la casa?
¿Por qué es tan desesperantemente malo?
¿No puede evitarlo, papá?
No recibieron respuesta a las preguntas.
Tampoco la habrían recibido si su sesión hubiera sido completamente cerrada.
Hacer más de una pregunta crea inquietud, desarmonía.
No hay espíritu que pueda contestar todas estas preguntas a la vez.
Sin embargo todavía llegó:
“No siempre”.
No comprenden la respuesta.
¿Qué quiere decir papá con estas palabras?
No es una respuesta a sus preguntas.
El hijo pregunta ahora:
—¿Qué quiere decir, papá?
Hay que ver, no se puede contestar a estas preguntas.
Las sesiones buenas se malogran haciendo las preguntas equivocadas.
“Haz una sola pregunta”, me habría gustado decirles, alto y claro, pero de cualquier manera no me oían.
Pero el padre Johan dijo:
“Haré lo que pueda”.

No dudaron de estas palabras; sin embargo otro preguntó:
—¿Es usted mismo, papá?
“Sí, hijos”, sigue ahora enseguida, y la madera cruzada vuela por encima del tablero.
Esa cosa incomprensible ha vuelto a verse animada de fuerza, y recibirán las pruebas de ello.
El padre vuelve a decir:
“Sí, hijos, soy yo”, y aceptan a esta personalidad.
Entonces el padre les hablaría de su vida eterna.
Recibieron una verdadera lección de vida.
El padre habló del amor.
Tenían que amar a sus prójimos.
Después todavía dijo unas palabras sobre la justicia.
De pronto todo iba bien, casi por sí solo.
Pero vi y concluí que esto venía de ellos mismos, principalmente del hijo.
Ya representaría él a su padre.
Hacían preguntas y ellos mismos se contestaban.
Mientras tanto, el padre intentaba incidir en su hijo, pero de repente volvió a haber interferencias.
Las pudo ver y seguir claramente.
Otra vez eran espíritus burlones.
Pero también estos estaban impotentes, porque ahora no se podía alcanzar a estas personas, se habían blindado contra todo lo de este lado, y encima todavía buscaban la vida elevada.
No había cuestión de un contacto material, esta posibilidad no existía ahora.
Al padre le gustaría contar muchísimas cosas de su propia vida, pero ¡tenía que aceptar que sus hijos no podían ser alcanzados!
Que las cosas fueran tan bien de pronto fue porque ellos mismos deletreaban.
Lo que se deletreaba pertenecía a su intelecto, a su propia conciencia.
Pero cuando empezaron a hacer preguntas, sus sentimientos se negaron de repente, pues habían desactivado su propia voluntad.
Mientras que todos esperaban la respuesta, la madera cruzada yacía como congelada en sus manos.
No había manera de hacer que la cosa reviviera, porque tampoco sus sentimientos avanzaban, esta máquina no recibía corriente espiritual de la personalidad.
Ahora no había presencia de fuerzas, su voluntad se negaba.
Esta espera cerró sus puertas del alma.
Pero es, pues, este estado de vacío total el que siempre deberían haber poseído, que una y otra vez deberían haber vivido y que no deberían olvidar nunca, porque entonces su padre habría podido lograr algo.
Ahora llegó:
“En nuestra vida hay amor.
No hay nadie que tenga que sentirse infeliz cuando el amor está en él.
Dios es Todopoderoso y nos cuida a todos.
En las esferas siempre hay luz y es tan hermoso donde estamos.
Oh, ojalá que mamá lo viera, no me echaría de menos ni un segundo, sabría entonces lo que le espera.
Y no hay condenación eterna”.
Pasó bastante tiempo antes de que todo esto se hubiera recibido, letra tras letra era recibida y enlazada hasta formar palabras.
Sin embargo, no había nadie de este lado que se las hubiera dado; también esto fueron sus propios pensamientos.
Todas estas palabras eran suyas.
Son respuestas que imagina y sienten los sentimientos humanos.
Estos pensamientos reciben ahora significado espiritual debido a que estas personas hacen sesiones, aun así son sus propios pensamientos.
Estos sentimientos se redactaban de tal manera que parecía que las anotara el otro lado.
Lo que se dice lo conocen, forma parte de su intelecto.
Ni una sola palabra que aclarare una ley espiritual puede llegar a través de la madera cruzada, todas estas palabras reciben su propia aureola, el valor de los sentimientos de la personalidad terrenal.
Estamos ahora ante los grados vitales, la sintonización vital de estas personas.
Una vez hechas sus preguntas, la madera cruzada se había negado, no había entonces animación.
Lo que se dijo eran sus propios conocimientos, tanto sabían de nuestra vida.
¿Qué dicen de eso las leyes ocultas?
¿Qué nos tienen que decir los grados de los sentimientos?
Tratamos de construir un contacto por medio de tu amor, de tus sentimientos mediúmnicos, esta sensibilidad espiritual y la fuerza de tu personalidad.
Pero aunque tengas mucho amor que dar, aunque te hayas construido y ganado tu propio “reino de Dios”, esto todavía no significa que estés listo para hacer sesiones o que seas un médium que pueda entrar en contacto con nuestro mundo.
De verdad, las sesiones con la cruz y el tablero son un acontecimiento cósmico, un problema grande.
No es tan sencillo, es lo más difícil en este terreno para ti como ser humano, ¡porque significa que despegas ambas piernas de la tierra, que pierdes el contacto con el suelo material!
Y solo cuando seas capaz de hacer eso nos es posible sacar esas fuerzas de tu vida, por las que podemos hacer más densa la nuestra.
Si no puedes darte por completo para eso y si además te falta la sensibilidad, nos estrellamos contra tus sentimientos, y tú a la vez contra las leyes ocultas, porque entonces no es posible ninguna conexión.
Así que te conviene más parar, ¡te entregas por nada!
Por lo tanto, este grado de los sentimientos no tiene significado para los dones espirituales.
Y esto de hacer sesiones es un don.
Cuando llegamos a ti por medio de la cruz y el tablero, puedes recibir sabiduría vital.
¡El don es ahora la palabra; la palabra, el don!
Esto se te da y en realidad tiene sintonización con la escritura o el dibujo mediúmnicos y el hablar bajo inspiración, con todos los dones psíquicos que llegan a su desarrollo por medio de la intuición espiritual.
Pero volvamos a los cuatro participantes que nos son inalcanzables.
Lo único que podemos hacer es intentar elevar a una de estas cuatro personas a nuestra vida.
Cuatro personas a la vez no se puede, y dos tampoco es posible, o por lo menos muy difícil cuando no hay fuerzas presentes.
Si hay suficiente fuerza, somos capaces de elevar a la vez a miles de personas a nuestra vida, pero entonces otras leyes socorren a tu vida, por lo que podemos lograr la unión en una masa de personas.
¡Ahora nos ayuda el espacio!
Cuando dos personas dominan para la cruz y el tablero, ya tenemos las manos atadas, incluso un solo pensamiento erróneo nos pone el alto.
Para la cruz y el tablero y para la plancheta eso es una sola ley.
Para algunas sesiones es más factible alcanzar a cuatro personas que a dos, porque podemos investigar entonces quién es apto.
Pero también allí nos vemos ante problemas, porque cuatro personas no pueden jamás darse por completo, porque uno interfiere con otro y lo derriba por sus propios deseos.
Puesto que de cualquier manera no podemos recibir lo deseado —lo que dos personas de un mismo color, de un mismo grado de vida pueden darnos— hay interferencias.
Y las creas tú mismo, porque no eres apto para estas sesiones.
Piensas demasiado y no has de pensar.
Te sientes y no puedes pensar en nada o nos impones el alto.
Si podemos blindar a cuatro personas, recibes milagros espirituales, pero es una gran rareza, ¡un gran milagro!
Casi nadie en Occidente posee el vacío completo para estas sesiones.
Vaciarse es lo más difícil para las sesiones; para ti es el milagro y para Occidente, un gran estudio muy profundo.
Si puedes hacerlo, eres un genio espiritual.
En un momento lo volveremos a encontrar, entonces te irá quedando claro.
Acechaba peligro en esta sesión, ya que después los participantes empezarían a hacer preguntas que los conectaban con la muerte.
Esas preguntas el padre las veía ya de antemano, veía que se acercaba el momento.
Las contestarían, como todas las demás, ellos mismos.
El padre veía sus dificultades, veía la miseria que resultaría de esto, pero de todos modos no podía hacer nada por ellos.
Yo tampoco podía hacer nada.
Su hijo era sensible, pero no estaba preparado para estas sesiones.
Justo se quedaba corta su sensibilidad para hacer posible que el padre pudiera hablar por medio de él de sentimiento a sentimiento.
Tampoco aquí le era posible hacer algo por ellos.
Su hijo no lo sentía con suficiente claridad.
Y era imposible ponerlo en trance, estaba completamente excluido.
Lo que recibían ahora no sobrepasaba su propia conciencia; hacían preguntas y se contestaban ellos mismos.
A todos les faltaba el sentimiento mediúmnico, la sensibilidad espiritual para nuestro mundo.
Desde hace ya algunos meses me dedicaba a seguir estas sesiones, pero no recibían ni una sola palabra al margen de su propia conciencia.
A veces todo iba de maravilla, recibían lo que sentían era una velada espléndida, hasta que ellos mismos se quedaban exhaustos y se volvían a entregar un momento a la cruz, que decía tonterías.
Se reponían al momento, su vida interior se rebelaba contra esto, el hijo y los otros dos acogían la madera cruzada y ahora se deletreaba de manera rápida y eficaz.
Esas veladas eran magníficas, cada una más hermosa que la anterior, ahora eran felices.
Pero no había ni una sola palabra que proviniera del otro lado.
Van pasando semanas, ya no se desprenden de lo que se ha alcanzado, ya no quieren perderlo, tienen que continuar a esta misma altura.
Todo va de manera tan fluida y la madera cruzada deletrea unas oraciones maravillosas.
¿Qué te parece?
“Buenas noches, hijos míos.
Aquí estoy de nuevo.
Adelante con las preguntas”.
—Déjenos darle las gracias, papá, por toda la belleza que nos ha dado.
Somos tan felices.

El padre dice:
“¿Por qué quieres darme las gracias?
¿No es Dios lo más elevado de todo?
¿No tenemos que pensar en Él?
No soy más que un hijo de Dios.
Soy un servidor.
¿No nos lo enseñó Cristo?
Recemos y demos las gracias a Dios”.
La madera cruzada reza:

“Oh, Dios de todo lo que vive.
Danos la fuerza para poder continuar con esta vida, danos el rostro, el verdadero saber, no nos dejes solos jamás.
Siente este deseo de ir a ti, danos la fuerza para poder mantenernos en pie.
Todos queremos servir.
Quiero ser un hijo, amén”.
¿No es esto cristiano?
¿Se puede decir algo de esto?
No, estimado lector, de verdad que no.
Es un rezo bueno y sencillo elevado a Dios, pero este es verdaderamente humano, verdaderamente terrenal, cargado de los sentimientos y pensamientos materiales, y no sobrepasa la conciencia del ser humano que lo ha mandado.
Y esa oración te la da la Biblia, es una posesión adquirida de tus propios sentimientos.
Un espíritu de la luz reza de otra manera.
Y es que es la oración de uno de los participantes, pero nadie la cala o puede constatar que esta se manifiesta desde el propio cerebro y los propios deseos.
Les parece maravillosa y como tal la oración es sencilla, pero te repito: un espíritu de la luz reza de otra manera, está completamente desvinculado de tu Biblia, conoce las leyes de vida y muerte.
Entonces “papá” dice:
“La vida en la tierra tiene que estar orientada a Dios.
Quien lo haga recibirá los cielos y encontrará su lugar al lado de Él, que conoce su vida.
Todos nosotros lo hemos vivido.
Sabemos que Dios es Amor.
Vivimos según las leyes de Dios, hemos vivido que Dios nos ama.
¿Quién de ustedes (vosotros) lo puede aceptar?
¿No es Dios digno de ser adorado?
¿No dijo Pablo que la vida eterna está en ti?”.
Ahora hay uno de los participantes que piensa un poco más allá, que desconecta sus sentimientos, pero los demás continúan y vuelven a elevarlo también a él en su éxtasis.
Pero lo recordará, más adelante todo será leído de todos modos.
El padre continúa, cuenta muchísimas cosas y a todos les parece espléndido.
Entonces se cierra la sesión.
Pueden empezar a comentar lo ocurrido.
—Para —dice uno—, ¿puedes volver a leer eso?

El hijo lee:
—”¿No dijo Pablo que la vida eterna está en ti?”.
—Alto, eso es.
¿No fue Cristo quien dijo eso?
¿No son esas palabras de Cristo?
—Vaya, qué crítico eres.
¡Es una vergüenza, después de una noche como esta!
No, esto es un sacrilegio.

A los otros también les parece, pero él ya lo revisará.
—Claro —dice el hijo—, te comprendo, hombre, lo que piensas está bien, pero ¿no habrá Pablo repetido las palabras de su maestro?
¿No contamos también a otros, exactamente como lo recibimos, lo que nos dice papá, lo que nos da?
Es una pena, se puede ser crítico, pero esto es destruir.

También el que hizo el comentario opina ahora que el hijo tiene razón; se propone no ser tan crítico.
Aunque después de tanto sinsentido debería serlo.
Se separan y dentro de ocho días, a la misma hora, volverán para seguir.
Los sigo y todo va de maravilla; ni un solo espíritu burlón puede acercárseles.
Ahora no hay peligro, porque ellos mismos hacen la sesión.
Todos estos pensamientos provienen de su yo mejor.
El hombre con su sentido crítico tiene razón; fue Cristo el que dijo: “¡La vida eterna está en ustedes (vosotros), gente!”.
Pero el hijo no conoce tan bien la Biblia, su amigo y los compañeros participantes sí.
Continúan, pero estas sesiones no tienen nada que ver con nuestro lado.
Han tomado las riendas de su propia vida, están sintonizados en el bien, pero uno tras otro sabe lo que se deletreará.
Pero de eso ya no se habla.
¡Hacen sus sesiones!
Aunque una noche en particular les será fatal, una sola pregunta puede conducirlos a la miseria.
El hijo tiene la palabra y pregunta, después de hablar el padre:
—¿También me puedes decir, papá, si Loes tendrá que operarse?
Esta vez, la espera dura tanto que es sorprendente.
Todos lo sienten.
Otra vez pasa algo.
En mucho tiempo no han sentido algo parecido.
¿Van a volver los espíritus burlones?
En veladas pasadas las cosas iban por sí solas, papá les contestaba de inmediato, ¡ahora tarda mucho!
¿Por qué, en realidad?
No hay manera de que haya vida en la madera cruzada.
¿Volverá a ir mal?
Empiezan a temerlo.
La madera cruzada pesa una tonelada, imposible levantarla.
Se sienten profundamente miserables.
Dura tanto que el hijo pregunta:
—¿Todavía estás allí, papá?
“Sí”, llega con bastante rapidez, “aquí estoy”.
—Entonces ¿por qué no contesta, papá?
“Tengo que examinarla primero, ¿no?”.
Allí está.
¡Que no hayan pensado en eso!
¡Pero claro!
Papá puede atravesarla con la mirada.
¡Si alguien lo sabe es él!
Tarda un poco más y luego la cruz deletrea vacilante, como si fuera puesta en movimiento por un perro apaleado:
“Sí, hijo mío, ahora lo sé: Loes no será operada”.
—Fenomenal, papá.

El hijo mira a su Loes, ella ríe y los demás la felicitan.
Eso sí que es el otro lado.
¡Ese es su padre!
—Gracias a Dios, papá, ¡te lo agradezco tanto!
Papá dice: “Mejor trátala tú, yo te ayudaré”.
Mejor todavía.
Es una opción.
No han pensado en eso.
El hijo pregunta rápidamente:

—¿Soy un médium?
Quiero decir, ¿soy un médium sanador?
“Si no fuera así, ¿habría cruzado mis labios una sola palabra?”.
—Perfecto, papá.
Ayudaré a Loes.
¿Qué tengo que hacer?
“Pon tus manos en el lugar dolorido, yo te ayudaré.
Dios es Amor”.
Los demás le desean esta felicidad, él es médium, y es su padre quien tiene la dirección.
Pero es muy imponente.
Loes puede estar tranquila.

—¡A nosotros no nos pasará nada! —le dice a Loes.
Y su mujer mueve la cabeza en señal de asentimiento.
Les parece un recado fantástico.
Constatan que ya no les hace falta un médico, se sanan a ellos mismos.
Estos milagros se llevan a cabo por medio del otro lado.
Piensan que el otro lado es indispensable.
Y las cosas van bien, en realidad, por sí solas, ¡tan bien que da miedo!
Ahora la madera cruzada vuela por encima de la mesa.
El padre cuenta algo sobre la Biblia y dice que deben amarse; han visto ahora de lo que es capaz el amor.
Rezan juntos, el padre Johan los bendice y dan la vuelta a la madera cruzada.
También esta velada ha concluido.
Pero a Loes le duele el abdomen y enseguida se va a casa a dormir.
Está exhausta.
¿Qué nos enseñan estas sesiones?
El padre no podía alcanzarlos; sin embargo llegan mensajes muy serios a través de la madera cruzada.
¿Cómo actúa su propia conciencia, los verdaderos sentimientos de los participantes?
La madera cruzada gira por su propia voluntad, pero eso ya lo sabes.
Cuando se hizo la pregunta si hacía falta una operación, se quedó en la mesa inmóvil como un muerto.
En ese momento, se habían sintonizado con sus propias vidas.
Su voluntad había quedado anulada.
Estaban completamente vacíos.
Este es, pues, el momento en que podríamos empezar a construir, así es como tienen que sentarse a la mesa forzosamente, ser pasivos por completo y no pensar en nada, nada en absoluto.
El padre tiene que dar la respuesta, pero toma demasiado tiempo.
El hijo vuelve a pensar y también arrastra con él a los demás, y debido a que esos ven que otra vez le entra vida a la madera cruzada, también a ellos les regresan las fuerzas.
Su voluntad se arrastra, igual que la madera cruzada; el objeto de madera repta por el tablero como un perro apaleado y suspira bajo esta pesada carga que los participantes le han puesto encima.
¿Cuál será la respuesta?
Todavía se prolonga, no se atreven a pensar, es una pregunta seria.
Entonces llega, todavía vacilante, luego un poco más fuerte, los demás adoptan el sentimiento y... llega la palabra fatal.
Ahora ya no dudan, la madera cruzada vuela, todo vuelve a marchar por sí solo.
Cuando la madera cruzada tuvo que dar la respuesta, no recibió animación de ellos.
Estaba sin vida.
‘Pero qué curioso’, pensaron.
Ya que ellos mismos hacen la sesión y que entonces ni un solo espíritu es capaz de ayudarlos, ¿siguen tan incomprensibles para ti sus sentimientos?
¿No interpreta la madera cruzada todos sus pensamientos?
¿No recibió esta cosa de madera una personalidad?
Mira bien y lo verás, podrás seguir esa personalidad e incluso constatar a quién pertenece.
La cosa de madera recibe un carácter propio, una selección de palabras propia, deletrea para ti, pero... por medio de los otros que participan contigo.
Estas personas vivían al margen de la realidad.
Se construían un hermoso castillo en el aire, una quimera que tiene que ser su padre.
A esta mujer había que operarla.
Pero no podían recibir esta sabiduría, eran inalcanzables.
No podíamos dominar la voluntad propia.
Estas almas deseaban el otro lado con demasiado ímpetu, pero algo así lo hacen casi todos los seres humanos.
Fue fatal para estas almas.
No entienden de las dificultades que resultan de las sesiones y no conocen las leyes ni los sentimientos del otro.
El hijo no quiere complicaciones, no quiere ninguna operación y sabe que un espíritu puede mirar a través del cuerpo material.
¡Ellos aceptaron!
Y la madera cruzada comunica que Dios es Amor.
En esta sesión se desarrolló un pequeño drama del que estas almas no eran conscientes, pero que tendría consecuencias tremendas.
Este pequeño drama resultaría para el hijo en pena y dolor, y para los demás en mentira y engaño, en una gran decepción; es más, haría que maldijeran al otro lado.
El hijo podía hacer que sonara música muy hermosa y sabía rezar muy bien, sabía leerles de la Biblia, pero todos estos rasgos buenos no pudieron evitar que a Loes se le dieran a vivir muchísimas leyes que harían que pronto conocería la vida después de la muerte.
Estos grados de los sentimientos nos eran inalcanzables, estaban demasiado separados uno de otro y chocaban para las sesiones, Dios no los socorría, no podía hacerlo, porque las leyes ocultas se tienen que vivir y para eso no tenían sentimientos.
¡Solo rezar no sirve!
Por más intensa que sea tu oración, por más eficaz que sea, no dice nada, no te ayuda, porque tienes que llegar a conocer las leyes ocultas.
Tienes que ir a los dones espirituales por medio de estas leyes.
Para esto el padre tuvo que aceptar que sus hijos se engañaran a ellos mismos.
Lo que no habían esperado ocurrió de todos modos: la enfermedad se agravó.
El hijo la ayuda, pone las manos en el lugar enfermo, pero Loes ya está inconsciente en su cama.
Papá dijo que ayudará, y lo hace.
Por más imponente que sea ahora la confianza, ¡las leyes espirituales requieren ser vividas!
No hay alma que pueda escapar.
Papá..., ¡papá ayuda!
Debido a que al hijo ni se le ocurre que esto no tiene nada que ver con el otro lado, la fe es fuerte, pero por lo demás, infantilmente irreal.
El pragmático ser humano de la tierra, un cuñado suyo, que viene a casa de pasada y ve a Loes, sale corriendo sin preguntar nada y va a buscar a un médico.
El médico llega y ordena una operación de emergencia.
¿Por qué se esperó tanto?
El médico dice algo de peritonitis.
El hijo no sabe si es muy grave, sigue creyendo en un milagro.
De inmediato quitan a Loes de su lado, la llevan al quirófano y la operan.
Los demás también están allí.
No se atreven a mirarse.
Sienten culpa, pero no saben por qué.
Como niños pequeños se enfrentan estos adultos, se piden perdón unos a otros y se sienten resquebrajados.
Se les sube la sangre a la cabeza, algo anda mal.
Lo saben de sobra: papá estuvo diciendo tonterías.
Pero qué pena, justo cuando iba tan de maravilla.
El médico entra y pregunta:
—¿Es usted el señor B.?
—Sí, doctor.
—Pues mire, hemos hecho todo lo que podíamos, pero la enfermedad se ha mantenido durante demasiado tiempo; debería habernos avisado antes.
—¿Qué es?
—Le digo que debería haber avisado antes.
El estado es muy grave.
Pero ya veremos.
¡Cuando el médico vuelve a hablar es para contarles que Loes se ha dormido para siempre!
Solo del otro lado despertará, alguien está esperándola en la vida después de la muerte.
Vivirá ahora los milagros, volverá a la tierra con el padre Johan, vivirá cómo se hacen las sesiones y cómo ella conoció la muerte gracias a eso.
Aquí no importa nada si Loes murió en su momento propio, estas sesiones tuvieron la culpa de su desgracia, de su pronta transición.
Ahora empezaban las imprecaciones.
El otro lado está demente, no hay espíritus.
El padre es un pedazo de veneno y las sesiones son cosas del diablo.
Se quemó la madera cruzada y se rompió la amistad.
Sentían odio el uno por el otro.
Dicen que tuvieron suerte de librarse de esta.
También a ellos la muerte les hizo una mueca, pero ahora prefieren pedir la ayuda de un médico, están hartos de tantas bobadas.
Les lanzan lodo, sobre todo sus amigos y conocidos de otra fe.
Pero todo esto no dice nada, las leyes ocultas exigían su peaje espiritual y corporal.
Loes tuvo que pagar ese peaje con su propia vida.
Estas personas son culpables de su propia miseria.
Andaban por un camino antinatural, querían poseer fuerzas, poderes y una conciencia elevada, que no eran suyos.
¡Se entregaban a sí mismos sin estar preparados para ello!
Te dije en repetidas ocasiones que estas personas hacen las sesiones por sus propias fuerzas, pero en realidad lo hacen todos esos miles de personas; solo un círculo bueno y cerrado se formó entre ellas, y su dirección está en nuestras manos.
Uno entre miles de estos círculos es bueno, ¡los demás hacen las sesiones ellos mismos!
La cruz y el tablero es un medio sencillo para la comunicación espiritual, así se piensa en la tierra, así piensan todos tus espiritistas que todavía no entienden de ello, pero para nuestra vida es lo más difícil que hay, y es porque no podemos controlarlos (controlaros).
La cruz y el tablero adquiere ahora un significado cósmico, entra en conexión con leyes que pertenecen a nuestra vida, pero cuyas fuerzas, profundidad y severidad no se conocen en la tierra.
Si queremos hablarles (hablaros) como espíritus y fuera de su (vuestra) propia conciencia y sentimientos para poder desconectar así por completo su (vuestra) personalidad, tenemos que poder vencer todas estas dificultades esbozadas si queremos protegerlos (protegeros) de muchísimos problemas y miseria oculta.
Estamos ahora ante los siete grados de los sentimientos.
Tu vida tiene que estar en armonía con la nuestra, de sentimiento en sentimiento tenemos que llegar a la unión espiritual, o estarías llevando tú mismo la sesión.
Es forzoso que poseas esta sensibilidad, es el vaciamiento de tu vida interior, la necesidad de ser pasivo, el desprendimiento de tu propio yo, por lo que el otro lado te puede elevar en su sacralidad.
Hay un sinnúmero de posibilidades por las que puedo demostrarte lo difícil que es llevar una sesión así.
Entonces se manifiestan las leyes ocultas.
Estas tienen sintonización con tus sentimientos y eliminan tu grado de vida, por lo que no se te puede alcanzar.
Pero por medio de estas leyes tenemos que llevar a cabo la conexión con nosotros, para lo que hace falta mucho tiempo.
Si los participantes de los que te hablé hubieran podido darse por completo, si nunca se les hubiera olvidado el estar vacío por completo, entonces este padre habría podido construir un contacto.
Aunque tome años, de cualquier manera tienes que esperar y aguantar hasta que la madera cruzada deletree ella misma al margen de tus pensamientos y sentimientos, pues solo entonces podremos empezar con nuestro trabajo y transmitirte sabiduría espiritual.
Y esta sabiduría está muy por encima de tu propio intelecto, de tus propios conocimientos, sentimientos y pensamientos, porque entonces estás conectado con el espacio y la vida después de la muerte.
Pero vemos de antemano si nuestra participación vale la pena; de lo contrario sabemos que desperdiciamos nuestro tiempo y por lo tanto ni empezamos.
Solo cuando constatamos que merece la pena y que podemos alcanzar a muchas personas empezaremos con esta construcción.
Llegado el momento, sentirás el funcionamiento de la madera cruzada y te habremos blindado contra todas las interferencias.
Pronto sabrás si este blindaje por el que tienes tu contacto es tan sencillo.
Entonces podrás juzgar tú mismo si has de continuar con tus sesiones, o si te conviene más no empezar con ellas nunca.
Te habremos avisado entonces de todos los peligros y leyes, y te habremos desvelado las posibilidades para alcanzar algo.
Las sesiones con la cruz y el tablero pueden ser magníficas para ti, pero ¿sabías que seleccionamos nuestra gente si queremos transmitir algo a la humanidad desde este lado?
Solo aquellos a los que se les puede elevar al tercer grado de los sentimientos pueden servir para esto, puesto que tenemos que dominarlos en sentimientos.
Eso solo es posible si llegamos a ser uno de sentimiento en sentimiento, es como si en una velada así nos convirtiéramos en flores de un solo color, y nuestras almas se fundieran.
Si quiero hacer que estés fuera de tus sentimientos, hace falta que pierdas tus pensamientos y sentimientos propios, en lo que te tengo que ayudar.
De tu parte espero una entrega total, pasividad.
Vaciarse por completo no es tan sencillo.
Pronto comprenderás que ni siquiera sabes hacerlo, salvo si eres un genio en la concentración.
Yo mismo deposito en ti el sentimiento de ser pasivo, y lo sabes, pues quien vaya a participar en una sesión tiene que entregarse —no hay otra— y sin embargo casi nadie lo hace.
En realidad, tú me dominas y piensas y sientes intensamente, incluso tu concentración de la voluntad sigue sintonizada.
Quien vaya a hacer una sesión ya habrá oído hablar alguna vez sobre esta actitud pasiva y quiere cumplir con ella.
Los iniciados conocen todo esto, dan consejos a otros, pero nosotros sabemos que estas personas tampoco entienden nada ellas mismas.
Así que tengo que encargarme de que todos piensen en nada y se entreguen por completo.
Pero te recorren un montón de pensamientos que no puedes reprimir y que sin embargo tienen que ser vencidos para que salga bien nuestra sesión.
Este estar vacío ocupa un papel preponderante en las sesiones y en realidad es lo más necesario de todo lo que tú mismo tienes en tus manos.
Si puedes desprenderte de tu propia vida y encima tienes la sensibilidad mediúmnica, se te puede usar como médium.
No quiero privarte más tiempo de la verdad sagrada.
Si quieres saberlo: no puedes vaciarte, no puedes pensar que estás vacío, solo saben hacerlo un yogui o un iniciado eruditos de Oriente, los faquires y magos y otros ocultistas, porque han podido seguir un estudio.
Tú en Occidente no sabes nada de eso, ignoras por dónde empezar.
Tus pensamientos más bien harán que te llenes, no que te vacíes.
¿No deseas, pues, tener una hermosa velada?
Ya ahora te equivocas.
También ahora piensas.
Cuando tienes la madera cruzada en tus manos, empiezas a pensar en todo lo que vive en ti y a tu alrededor.
¡Piensas!
Ya ahora estás en una sesión, y esta es, encima, personal.
Pero también los demás tienen sus propios pensamientos acerca de toda esta belleza, se hacen ideas en pensamientos, y esos pensamientos me imponen el alto.
Creen ver y sienten de verdad que el líder espiritual se aproxima, ya ven fenómenos magníficos y se sienten felices porque les sea concedido percibirlo.
Este es entonces tu contacto, y el de ellos, pero ¡para nosotros es absolutamente erróneo!
O deberías poder darte después por completo, solo entonces puedo, o puede tu padre o madre o quien sea, empezar con la construcción de nuestro contacto.
Pero tu personalidad no se puede anular así como así, es increíblemente difícil.
Estos pensamientos en una bella velada y muchos otros no solo me causan interferencia, sino que me blindan irremediablemente.
Me encuentro ahora fuera de tu vida y sin embargo debo intentar llegar a ti por mis propias fuerzas.
Y eso ya no es posible ahora, no logramos nada.
Hay solo pocas personas en Occidente que pueden vaciarse pensando.
Uno entre miles en Oriente alcanza algo en esto.
Ahora que sabemos cuál es la sintonización de Oriente sentirás ya lo difícil que deberá ser esto entonces para ti.
Hace falta un estudio de treinta años, para otros este estudio dura toda su vida, otros más no pueden alcanzar ni un solo grado —porque también en este se encuentran a su vez siete grados—, para que te hayas vaciado completamente por medio de tus pensamientos.
Todos aquellos otros ni siquiera logran desprenderse de sí mismos.
Pero ¿te imaginas estar sintonizado con vaciarte, durante treinta años, todos los días por igual, cada segundo, para luego no alcanzar nada de todos modos?
Puedes preguntárselo a un yogui, a todo Oriente, te lo dirán, o sonreirán con desdén, porque Oriente sabe que Occidente no es apto para eso.
Te preguntarán lo que haces en la sociedad.
Continúa entonces en tu sociedad y no te metas en asuntos que representan un mundo por encima de tu propia vida, porque tu vida está dividida.
Tanto tiempo toma para Oriente llevar a cabo algo en las leyes ocultas.
¿Qué pasa entonces cuando tú te pones a hacer sesiones?
El oriental desarrolla su concentración en la buena dirección, tú ni siquiera sabes con qué debes empezar.
Algún individuo en Oriente alcanza algo, el resto de todos esos millones de almas sucumbe, tiene que aceptar que no podrán jamás vivirse a sí mismos, ¡porque así es!
También a esas personas les faltan los sentimientos, la sensibilidad; el grado de sus sentimientos carece de significado para los dones espirituales y las leyes ocultas.
Así que lo tienes o no lo tienes, y cuando lo tienes supondrías un milagro espiritual en Occidente.
Podemos entonces echar mano de tus sentimientos y manifestarnos a ti.
En este estado viven todos los médiums grandes, pero ahora un espíritu de la luz puede manipular la vida y pasar su propia conciencia como sabiduría.
También en el Antiguo Egipto los sacerdotes seguían un aprendizaje, pero lo más elevado que podían alcanzar era vencerse a sí mismos, vaciarse para llegar a la vivencia y solo después se manifestaban las leyes ocultas.
Solo algunos sacerdotes se desprendían por completo de sí mismos, todos los demás estaban una y otra vez en pugna con su propio yo.
El sacerdote con las grandes alas venció todas estas leyes y por medio de él pudo trabajar el otro lado.
Ya solo gracias a este estar completamente vacío se podía elevar hasta una altura enorme el sacerdocio y la mediumnidad, de modo que este médium maravilloso podía entrar al mundo astral.
Si como occidental puedes alcanzar esta altura, cae por su propio peso que vivirás los milagros espirituales que ahora pueden suceder al margen de tu propia voluntad y de tus propios conocimientos.
El otro lado se manifiesta por medio de tu grado de los sentimientos; es necesario para la comunicación espiritual o tenemos que aceptar nuestra impotencia, ¡porque interfieres!
El oriental estudia muchos años, pero si en una sola vida no obtiene su grado y le llega la muerte, sabe de cualquier manera que vendrá una vida nueva para él y que tal vez en ella obtendrá la victoria.
Y si tampoco aquella vida genera el resultado deseado, tendrá que decidir la vida que le sigue a esta, pero él continúa hasta haber obtenido la victoria espiritual: para él, vencer todas las leyes materiales y espirituales que tengan sintonización con su vida, y por las que vive fenómenos ocultos.
Para Oriente se trata de sucumbir o alcanzar, pues aunque hagan falta muchas vidas para lograrlo, se sabe allí que hay que entregar todo lo de la personalidad.
Su caída suele ser la vivencia de la demencia, pagan su peaje oculto del que ni una sola alma puede escapar.
Se sabe también que se puede desarrollar la fuerza de su voluntad, y en caso de alcanzar lo más elevado, todo en este terreno queda a su alcance y son los vencedores de las leyes ocultas, según su propia sintonización vital.
¡Porque tampoco ellos superarán jamás su propio grado de vida!
Muchos son ahuyentados fuera de los templos o alcanzan su grado para el sacerdocio, otros recaen al ocultismo callejero y engañan y estafan a las masas, se las arreglan ahora con la poca capacidad de concentración con la que a pesar de todo hayan podido hacerse, y muestran sus artes en la calle.
Si quiero manifestarme por medio de ti, necesito el noventa por ciento del total de la fuerza de tus pensamientos, si quiero lograr algo por tu vida.
Las sesiones de cruz y tablero requieren y exigen tu entrega completa.
Las personas descritas anteriormente daban solo el cinco por ciento de la fuerza de los sentimientos; el noventa y cinco restante siguió dominando al cuádruple.
De modo que el padre se vio ante cuatro veces noventa y cinco por ciento de fuerza de voluntad, y él solo es el cien por ciento.
¿Cómo quiere vencer estas fuerzas y eliminarlas por completo?
Cuando los participantes no pueden hacerse pasivos, no hay cuestión de que nosotros aparezcamos.
¡Este porcentaje dominante sigue pensando y ahora lleva la sesión él mismo!
Por más que este padre lo quisiera, las leyes ocultas le pusieron el alto.
En estas sesiones, tus propios pensamientos son para nosotros el obstáculo vivo.
Pero pensarás, ‘¿Cómo puedo asimilar esta sensibilidad?’.
Ahora estamos ante un problema enorme.
Porque ¿qué es la sensibilidad?
¿Qué es la hipersensibilidad, sentir al margen de tu propia vida, en una vida que está encima de la tuya?
¿Qué es la hipersensibilidad?
El sondeo consciente de un grado de vida diferente, el sentimiento verdadero de poder seguir otra vida, después de lo cual se vive el descenso y la unión.
Esta sensibilidad parte de la personalidad.
Si esta personalidad no es espiritualmente sensible —ya lo sentirás— entonces no hay nada que se pueda sentir por nuestro mundo.
Y ese sentimiento solo puede ser asimilado por pena y dolor, miseria, experiencia.
Esto se convertirá en la sensibilidad; por tu experiencia de vida se tuerce y se rompe algo en tu vida que se adapta y se convierte en amor inmaculado y espiritual.
Esa experiencia se convierte en el conocimiento espiritual, ¡en sabiduría vital!
Y necesitas muchas vidas para alcanzarla, muchas vidas antes de que esta fuerza de los sentimientos, esta sensibilidad se revele a tu personalidad.
Pero ¿quién quiere miseria?
¿Quién quiere ir al saber espiritual a través de la miseria?
Aun así, la experiencia nos ha enseñado que solo viviendo la miseria nos elevábamos; cada gemido en la vida te da sabiduría vital, al menos si tu personalidad se ha hecho sensible, pues la mayoría de la gente está muerta en vida.
Todavía están dormidos.
La experiencia trabaja en la conciencia elevada.
Para tu sociedad, el sentimiento prima, aunque en la tierra haya muchísimas cosas que se puedan razonar.
La escritura sin sentimientos está muerta en vida, todo el arte originado al margen de este calor no es arte, son bobadas materiales.
El sentimiento es santificante, ¡es fuego que infunde alma!
El sentimiento es creación, es la perfección de Dios.
Quien posea mucho de este fuego sagrado está abierto a toda la vida creada por Dios y es apto para los dones mediúmnicos y todas las leyes ocultas.
Cuando un faquir se haya vencido a sí mismo, cuando su concentración se haya desarrollado y pueda aplicar el trance local a los órganos materiales, entonces puede atravesarse con un objeto filoso.
Por medio de su concentración despoja de la vida verdadera esa parte del cuerpo.
Este oriental está sintonizado con los fenómenos físicos, que a la vez llegan al funcionamiento espiritual de manera psíquica.
Por su concentración desarrollada, la fuerza de los pensamientos, el vaciado de sí mismo, puede vivir estas leyes materiales y llega a tener bajo su control esas leyes y fuerzas de su organismo.
Un yogui sigue el camino espiritual, quiere vencer su organismo, únicamente para desprenderse espiritualmente de la tierra material y hallarse en el espacio, donde quiere llegar a conocer la sabiduría divina.
Por medio de su concentración el faquir aúpa la vida de la parte local en sí mismo o lleva la vida a otra parte, en ocasiones fuera de su organismo y sintonización vital, para ir construyendo un segundo yo; después puede vivir sus artes.
El yogui sigue el desprendimiento total de su organismo y echa ahora un vistazo en la otra vida a la que llega, que es para él el mundo astral.
El yogui aborrece el método del faquir, las artes negras.
Él busca la vida elevada, quiere ver a Dios y vive ahora las leyes psíquicas.
Y esas pertenecen a nuestra vida, pero él es una sola partícula de esta infinidad.
Es su contacto, y el nuestro, tú también vives estas leyes, porque ¡hacer sesiones es el establecimiento de la conexión con el mundo astral!
Incluso bajo anestesia sigues sintiendo, aunque tu personalidad no tenga conciencia de ello.
Pero esto significa que hacen falta estas fuerzas para mantener tu cuerpo en la vida, o te quedarías en el quirófano.
La enfermera te da tanta anestesia que no puedes quedarte dormido pero sin embargo estás insensible al dolor.
Te encuentras ahora entre la vida y la muerte, pero tu sintonización es mitad material, mitad espiritual, y también ha quedado desconectada.
Desde tu yo diurno consciente has descendido a otra posibilidad existencial, la del espíritu.
El hundimiento de tu personalidad o de los sentimientos y pensamientos conscientes es el alejamiento de tu yo consciente de lo cotidiano, del ahora.
Esta fuerza que ha quedado regula la circulación sanguínea, hace que lata el corazón y te mantiene con vida.
Sin embargo, este porcentaje de tu propia personalidad sigue la operación, por lo menos en las personas susceptibles, las personas sensibles; el ser humano basto material se duerme por completo y no siente nada de la operación.
A veces, los sensibles gimen bajo el bisturí, y es cuando reacciona ese veinticinco por ciento de fuerza de los sentimientos.
No obstante, eso lo hace el sistema nervioso, los nervios te lo transmiten, o tú tampoco sentirías nada.
No sabrías entonces que el médico está usando el bisturí, el yo consciente se ha dormido demasiado para poder reaccionar todavía en la vida de la conciencia diurna.
¡De modo que tus sentimientos y pensamientos son semiconscientes!
Pero ¡piensas y sientes!
Y es eso lo que aun así te da una conciencia, con lo que quiero demostrarte que incluso dormido no estás vacío, no puedes ser pasivo.
Es decir que la anestesia desactiva el setenta y cinco por ciento de tu conciencia, y ahora estás dividido por la anestesia.
También en el sueño sigues pensando y sintiendo, y sin embargo no sabes nada de esos pensamientos y sentimientos si tu sueño vive los sueños naturales.
Vives ahora el tercer grado de tu sueño, porque también este último posee los siete grados, los estadios de transición para hacerte vivir lo definitivo para que te quedes dormido.
Todavía llegaremos a conocer este sueño.
Ahora bien, cuando haces sesiones estando completamente consciente de ti mismo, ¿cómo quieres descender a pesar de ello en esta anestesia espiritista oculta, que para mí como espíritu establece la conexión con la vida?
Tienes que desprenderte con más profundidad todavía de ti mismo que lo que ocasionaba la anestesia material, pues solo detrás de eso se encuentra la vida del espíritu y vive nuestra unión.
¿Cómo quieres poder vaciarte ahora?
¿Sientes que no es tan sencillo?
Sin embargo tiene que ocurrir si quieres que vengamos a ti desde este lado para hablarte y pasarte nuestra sabiduría.
Te lo digo: tus sesiones con la cruz y el tablero tienen sintonización con las leyes ocultas.
Hacer estas sesiones es un don.
Aun así, nosotros controlamos el don y tienes que poseer la sensibilidad necesaria, solo entonces llegaremos a la unión espiritual.
Las leyes ocultas nos llevan entre la vida y la muerte, para lo que tienes que poder desconectar tu vida material.
Debido a este vaciado, tu propia voluntad queda al margen de tu capacidad para pensar, y así es como se me hace posible quitarte el aura vital.
Si eso es posible, sigue la conexión espiritual y somos uno solo, cuando no atraes otras interferencias.
Cuando se haya establecido la conexión espiritual vivirás el trance consciente, pues entonces otras fuerzas te llevarán en un noventa y cinco por ciento a una conciencia elevada.
Pero estarás despierto y completamente consciente, aunque ya no serás tú mismo, puesto que el otro lado vivirá en ti y querrá empezar a hablar por medio de ti.
Ya lo debes de sentir: se va haciendo cada vez más difícil.
Pero si todo fuera tan sencillo, tu mundo también rebosaría de buenos médiums.
Sin embargo, solo hay muy pocos buenos médiums en la tierra, y también solo unos cuantos círculos buenos que están verdaderamente en conexión con nuestra vida.
La mayoría de los médiums y de los círculos de sesiones se dan respuestas a ellos mismos.
Cada don oculto es una ley cósmica, es espacialmente profundo, debido a que los dones espirituales representan las leyes ocultas y estas, a su vez, la creación divina.
Cuando nos hemos reunido y ustedes hacen (hacéis) una sesión, vivimos de manera pura el origen de la revelación divina, las leyes para la vida material y para la astral.
Si todo el mundo poseyera esta sensibilidad y podría ser elevado a nuestro mundo, vivirías ya desde hace siglos en un paraíso del que en tu caso sin embargo aún no hay cuestión.
Entonces todos esos millones de personas vivirían en el estadio espiritual consciente.
Pero la masa dominante de la humanidad ni siquiera sabe que la vida después de la muerte tiene un significado eterno.
Esa masa todavía tiene que despertar.
Si todos fueran espiritualmente conscientes, no tendríamos que volver a la tierra, entonces ya no necesitarías de nosotros.
Pero todavía no hemos llegado a ese punto.
Todo está muy claro, pero también es muy difícil, ¡dificilísimo!
Y aunque lograras algo en tus sesiones, incluso entonces tu velada carecería de significado para nuestra vida, porque ahora únicamente te servimos a ti.
La mayoría de estas sesiones blindan el otro lado, blindan a su líder espiritual contra él, contra la elevación en el espíritu, pues ¡esta vida no avanza!
Así que no alcanzamos nada solamente sirviendo tu personalidad y cumpliendo tus deseos.
Pero esta no es la intención.
Esto es para nosotros el recorrido de un camino que nos aleja de la luz vital; es sentarnos y entregarnos al yo inconsciente, que no puedes desear ni de un solo espíritu de la luz, pues nos hemos vuelto servidores, servidores para la humanidad.
Y todo eso de hacer sesiones no es servir, esto es un juego.
Para muchos, ¡el juego con la vida y la muerte!
Casi nunca podemos elevar en nuestra vida a cuatro personas a la vez para estas sesiones, o se van manifestando otras posibilidades que podemos aprovechar.
De cualquier manera, ¡estas cuatro personas no se dan!
Así que uno de tus miles de círculos está verdaderamente en manos espirituales; los demás hacen las sesiones ellos mismos.
En esas sesiones no aparecen mensajes espirituales.
Cuando logramos algo de este lado por medio de ti, entonces te lo debes a ti mismo, a nada, absolutamente a nada más.
También cuando no logras nada, puesto que tú tienes que proveer la fuerza para poder hacer la sesión.
El famoso Oriente oculto tuvo que inclinar la cabeza ante todas estas leyes, y, desde luego, también los sentimientos occidentales.
Y encima te has dividido, lo que Oriente no conoce y cuyas molestias no padece.
Y no obstante, Oriente alcanza tan poco.
¿Qué quiere, pues, realizar el hijo occidental?
Nada, o este hombre y esta mujer están en nuestras manos y poseen los sentimientos para ello.
Aunque para la plancheta sí que es algo diferente, un poco más sencillo, porque para eso participan dos personas.
Eso también es posible para la cruz; muchas veces hay personas que participan en pareja, para vivir, sin embargo, los mismos problemas que se han conocido y vivido con cuatro personas.
La plancheta te lleva a un estado de los sentimientos completamente diferente.
Con la cruz y el tablero puedes seguir todo lo que se deletrea, tienes las letras enfrente.
La plancheta hace que sea imposible mirar, los participantes no pueden ver debajo de ella para constatar cómo escribe el lápiz.
Eso piensan, por lo menos.
Ahora no ves nada, pero sientes con mucha más nitidez.
Y también ese sentir vuelve a ser mortalmente peligroso.
Los buenos médiums se desconectaban por completo también para esto.
Pero esto es igual de difícil que para la cruz y el tablero.
¡También ahora la mayoría de las personas escriben ellas mismas!
Como la cruz va marcando las letras, la plancheta siente la escritura.
Es manejada por la concentración humana.
Suele ser el forcejeo en el estado deseado, como tú juntas tu “l”, tu “o” y la subsiguiente “s” para obtener “los”.
Parece de lo más sencillo, pero estas personas están ante las mismas posibilidades del propio yo, el ser yo, que no ha sido desconectado.
No hace falta que digas “no”; conocemos tus pensamientos.
Porque te dije que se me concedió hacer un estudio sobre esto.
Los maestros querían que siguiera tus acciones y pensamientos, para darte las sesiones verdaderas.
Lo que más quiere nuestro mundo es entrar en contacto contigo, pues así llega a haber otra humanidad.
No destruimos nada, más bien construimos, en eso se ven comprometidos nuestro interés y el tuyo, pero es un trabajo que es mancillado una y otra vez por personas no iniciadas.
Los que escriben con la plancheta aprenden su escritura sin problema, los que participan con la cruz y el tablero no tienen que forcejear; las letras están a la vista.
Incluso si te vendaras los ojos, tus propios pensamientos y sentimientos no estarían desconectados, aunque tu capacidad para ayudar haya quedado algo fracturada, dividida.
A los que escriben con la plancheta no les molestan las tinieblas, escriben de todas formas.
Pero mira: sería mejor que no escribieran, pues solo entonces un espíritu puede tomar posesión de su vida.
Ambas posibilidades de comunicación se pueden recibir por las mismas fuerzas, no hay diferencia alguna en nada, la pasividad total es y sigue siendo lo que hay que lograr, o se nos impondrá el alto.
Si estás contento con algo más, con la inspiración, por ejemplo, es posible escribir por medio de ti, e incluso podrás recibir unas clases espirituales magníficas.
Pero ahora no te es concedido hacer una sola pregunta, o ya estarás volviendo a alejarte.
En esta forma de comunicación sabes de antemano lo que te será dado, estos pensamientos atraviesan tus sentimientos.
No puedes decir nunca, “Esto es del otro lado”, pues nuestra vida y la tuya se funden, vivimos en ti y trabajamos ahora a través de tus sentimientos.
Y a esto se suma que nunca te elevas por encima de tu conciencia, puesto que tenemos que adaptarnos a tu vida y actuar por medio de estas fuerzas; sin embargo, elevarse más no se puede, pues tú mismo piensas y sientes.
Esa es precisamente la inspiración que aplicamos para la escritura.
Es posible elevarlos (elevaros) a todos en estos dones, pero para esto nuevamente hace falta, como para cualquier otro don, desarrollo.
Muchos de los que escriben con la plancheta reciben sus clases espirituales de esta manera.
Por más que les gustaría hacer sentir que no saben nada al respecto, te aseguro que dicen falsedades, porque si estuvieran desconectados de verdad, el otro lado podría realizar milagros por medio de ellos.
Te pregunto, ¿dónde viven estos seres sobrenaturales?
Pero conmigo les dirás: “Estén contentos con lo que Dios les ha dado.
No lo embellezcan más de lo que ya es, sientan alegría por haber llegado a este punto, pero acepten que aquello otro, lo elevado, no está a su alcance”.
Eso exige a su vez algo completamente distinto, para esto has de perderte por completo.
Y los que participan con la cruz y el tablero no hacen otra cosa, también deletrean ellos mismos, pero con la diferencia de que ni siquiera pueden vivir la inspiración espiritual.
¡Nos blindan por completo!
Por lo tanto, el número de participantes para las sesiones con la cruz y el tablero es muy significativo.
A veces es mejor que participen cuatro personas, a veces dos, lo que pronto te quedará claro.
Las sesiones nos ponen en conexión a nosotros, el otro lado, con el aura vital, con la irradiación espiritual que posees como ser humano.
Tenemos que elevar esta aura en nuestra vida, pero esto hace que nos volvamos más densos.
Además, por medio del aura construimos un muro espiritual, que tiene que protegerlos a ustedes (protegeros a vosotros) y a nosotros de los espíritus burlones.
Juntar estas auras es a su vez increíblemente difícil, pues estamos ante las leyes ocultas y los dones espirituales, y también ante los grados de tus sentimientos y otras leyes.
Todas estas dificultades las tenemos que vencer.
Si queremos manifestarnos claramente, tenemos que llevar las auras a la unión, pues así crecen y florecen las sesiones.
Solo después puede comenzar la elevación de los participantes.
Cuando está presente la sensibilidad por los dones mediúmnicos, es más fácil que aupemos a dos personas a nuestra vida que a cuatro.
Los sentimientos aceleran ahora el momento de llegar a la unión.
Si se puede desprender a estas dos personas del grupo de cuatro, las demás ya no tendrán que participar y será mejor que suelten la madera cruzada, porque entonces interferirán.
Ahora ya no significan nada para estas sesiones, de cualquier manera las desconectaremos, aunque crean sentir algo.
Precisamente podemos elevar más fácilmente a nuestra vida a quienes no son conscientes de su mediumnidad, pues ¡con que un ser humano crea poseer algo en este sentido ya está dando!
Por lo tanto, estos participantes se blindan ellos mismos para estas sesiones.
Muchísimas sesiones fracasan por esto, de tan dominados que estamos por ustedes (vosotros).
Con que tan solo una de las cuatro personas pueda ser alcanzada, podemos construir el contacto por medio de diferentes métodos y otros dones.
Pero es un gran milagro que cuatro personas posean una sola sintonización, que representen un solo grado de los sentimientos, que se hayan reunido para tener una sesión, aunque en la tierra se encuentren millones de almas de tu propio grado de vida.
Aun así, los rasgos de su (vuestro) carácter no tienen la misma fuerza y ¡también por eso volvemos a vivir interferencias espirituales!
Es más fácil conectar a dos participantes que a cuatro, pero entonces tienen que ser uno solo en materia y espíritu.
Como ya dije, podemos escoger entre cuatro participantes quién vive más cerca de nosotros y a esas personas las elevamos entonces en nuestra vida.
¡La mayoría de las veces no hay nadie que sea apto!
Oriente tuvo que aceptar estas leyes.
El faquir y el mago se tienen que entregar por completo o convendría más que abandonaran su estudio, de cualquier manera no lograrían nada.
Las leyes ocultas exigen de ellos la concentración sintonizada al cien por ciento en un solo punto.
En esto se pierden a sí mismos, pero gracias a ellos entran a la conciencia diferente y más elevada.
Si llegan a este punto, pueden vivir al margen de la vida orgánica lo que ellos mismos quieran, e incluso tomar posesión de otra vestidura material, aunque la otra personalidad esté despierta y consciente.
Si no encuentran a nadie de su propio tipo, entonces esa conciencia les impone el alto, lo que para ese ser humano es la propia protección espiritual.
Es la altura que ha alcanzado.
Esto es, sin embargo, con lo que se encuentra el mago, contra lo que se estrella.
Pero si está ante su propio tipo, puede hacer y deshacer lo que él mismo quiera, y puede tomar posesión completa de esa alma y ese cuerpo material.
Seguramente no hace falta que te diga que estas son las fuerzas negras por las que el Antiguo Egipto llegó a la decadencia.
Entonces su propia especie está en su poder y los succionan hasta dejarlos vacíos, suelen ser impulsados solamente por su pasión, por el deseo de poseer el organismo.
Han aprendido a dividirse, lo que fue posible porque pudieron vaciarse pensando.
Cuando quieren destruir un cuerpo, pueden hacerlo, pero lo repito: solo en caso de que se encuentren a su propia especie.
Basta un solo rasgo equivocado, deseoso de pasión, para echarte en sus brazos.
Estos asesinos espirituales y materiales no solo van en busca de la magia negra como fenómeno, tú también eres un fenómeno para ellos, te viven.
Mancillan tu vida interior y material, aunque estés completamente consciente y tengas la conciencia intacta.
De pronto sientes que se tocan las partes de tu cuerpo, entonces está allí el contacto.
En ese momento su concentración afiladísima está sintonizada con la vivencia y con el ser uno solo con tu cuerpo, y lo hacen sin más, aunque te encuentres rodeado de miles de personas; ¡estés donde estés, de pronto descienden en ti astralmente y mancillan lo más sagrado de ti mismo!
Si quieren poseer lo que te pertenece, tu mujer, por ejemplo, y ella es alcanzable, la violan delante de tus narices, no hay nada que los detenga.
Han asimilado estas leyes ocultas para la magia negra.
Gracias a Dios, Occidente no comprende lo que está en venta en este terreno increíble e ilimitado.
En caso contrario, nadie pensaría allí en hacer sesiones.
Y sin embargo tu falta de pericia vuelve a ser nuestro obstáculo, de modo que digo la verdad cada vez que repito que las leyes ocultas tienen que ser vividas, porque solo entonces entrarás en la vida del espíritu o te conducirás tú solo al abismo.
En solo unos segundos se hacen uno con tu vida, lo que ocurre por medio de concentración y una voluntad fuerte y desarrollada.
Si el mago quiere llegar incluso más profundo, su pensar lo llevará al trance inconsciente.
Ahora está acostado y duerme, pero está espiritualmente despierto, o no podría vivir nada.
Se puede llevar él mismo al sueño epiléptico, el sueño más profundo que posee el organismo, y dejar ahora que lo entierren vivo.
Pero eso en Oriente lo alcanzan a lo mucho dos de todos esos faquires y magos, el resto no logra desprenderse de sí mismo.
En este estado —la muerte aparente—, el pulso se debilita y el corazón deja de latir materialmente.
Sin embargo, el corazón debe funcionar o se producirá la muerte.
Pero este se encuentra ahora a intensidad astral, es decir, el latido astral.
Esa personalidad está dominando todos los sistemas materiales y se ha retirado entre la vida y la muerte.
Ahora puede hacer lo que quiera, puede vivir los fenómenos ocultos, dejar que lo entierren vivo si lo quisiera.
Para seguir estos fenómenos ni siquiera tiene que encontrarse en este sueño, los dos grados anteriores ya le ofrecen esta posibilidad.
Más adelante irás conociendo todas estas posibilidades, solo entonces comprenderás lo maravilloso que es tu propio sueño.
Si le pides a un mago desarrollado, aunque con sintonización animal, destruir a tu enemigo, solo tienes que poner dinero sobre la mesa y llevará a cabo tu encargo.
Destruye el organismo.
Si eso no se puede, entonces lo intentará de otras maneras y se hace uno con la vida del alma.
En este estado obliga a la personalidad poner fin a la vida.
Si todavía se encuentra ante dificultades y no se obedecen sus órdenes, seguirá encerrándose en esta vida y poco a poco empezará a destruir el cuerpo.
Este contacto se mantiene con vigor, pero la personalidad real del organismo está poseída por el mago.
Es capaz de esto por medio de la división de la personalidad, la construcción de un segundo yo.
Ahora un yogui puede volver a ayudarte.
Muchos recurren a su ayuda.
Entonces rompe este contacto y se abalanza espiritualmente encima del mago, en silencio va construyendo un antídoto astral, hasta que el mago sienta que tiene que soltar su presa.
El yogui gana irremediablemente en caso de que la sintonización espiritual del individuo poseído tenga sintonización alguna con su vida.
En caso contrario, te dice de antemano que no puede hacer nada por ti.
Ahora tu vida le impone el alto espiritual.
Esta es tu propia protección, tu conciencia adquirida, tu sintonización espiritual para nuestra vida.
Esas leyes llegamos a conocerlas en nuestra vida.
Un infierno inferior no puede influir en un cielo, las esferas elevadas están blindadas contra las inferiores y esos grados y leyes también los posees en la tierra.
Empiezan a funcionar durante las sesiones.
Las esferas elevadas están blindadas contra el yo inferior, y en la tierra tus rasgos inferiores nos imponen el alto durante las sesiones, para que veas cómo tienen que ser vividas las leyes ocultas.
Ahora tanto hacer sesiones es agua pasada, el agotamiento de tu organismo, pues los espíritus burlones te succionan hasta dejarte vacío.
Muchos quedan exhaustos después de las sesiones, que se originan a partir de la fuerza vital consumida.
¿Qué fuerza consciente, bendita recibiste a cambio?
No recibiste nada.
¡Solo problemas!
Aun así, el hijo occidental consciente busca a Dios y quiere contacto con los que han partido, un contacto que de verdad despunta entre todos tus placeres y vivencias terrenales, pues te lleva al reino de Dios.
Pero ¿quién puede decir de sí mismo: “Tengo sintonización con la primera esfera”?
“¿Ya no hay errores ni pasiones en mí”?
¿Quién está libre de causa y efecto propios, que determinan tu vida en una sola dirección y dicen: “Hasta aquí y no más”, libre de esa ley que es la causa de muchísima tristeza y preocupaciones terrenales?
Y esas preocupaciones y toda tu tristeza debes saber anularlas temporalmente o no podrás desprenderte de ti mismo.
¿No es difícil?
Y aun no hemos llegado al final, por estas sesiones se manifiestan muchas otras interferencias que tenemos que vencer, tú y nosotros, si queremos llegar a ti sin interferencias.
Para hacer una sesión hace falta una sintonización espiritual.
El hijo de hace rato tenía los sentimientos para hacerlo, era sensible.
Pero ahora las sesiones se convierten en inspiración.
Y eso es a su vez un don que está bajo nuestro control y del que hablé de pasada hace un rato.
Ya no hacen falta la cruz y el tablero, ahora el padre habría podido hablar de sentimiento en sentimiento.
Esta posibilidad, a su vez, tiene conexión con otros dones psíquicos, porque ahora creamos un contacto personal.
La clarividencia y la clariaudiencia se manifiestan ahora enseguida.
Pero a todos los demás dones les hace falta desarrollo, aunque sea posible vivirlo durante unos segundos por medio tuyo, si te abres.
No obstante, el hijo estaba sintonizado consigo mismo, lo que —lo volvemos a aprender— nos impone el alto.
Cuando el otro lado establece semejante contacto con la tierra, esta unión solo tiene importancia para el alma que puede vivirla.
Si esta persona sensible, pues, se ha sentado con otra gente, entonces estas fuerzas se fragmentan y la sesión interrumpe nuestro contacto.
Muchos de tus difuntos construyen un contacto para ti mismo, porque esos otros participantes no pueden ser elevados, de modo que recibes un mensaje de ellos, prohibiéndote dar acceso a otros a tu sesión.
Lo ves: siempre estamos ante el estado vacío completo.
Ya te conté que el don posee, a su vez, grados.
Solo en el tercer grado para los dones espirituales se puede alcanzar algo bello para el otro lado.
Cada don posee siete grados, y esos, a su vez, tienen sintonización con nuestra vida.
Lo más elevado que puedes vivir en la tierra es el tercer grado, pues ya no es posible vivir el cuarto, ese tiene sintonización con la cuarta esfera en nuestra vida.
Te hablé de esto y puedes constatar ahora que todos estos dones son leyes que tú y yo tenemos que vencer.
Por lo tanto, cada don tiene sintonización inmediata con las leyes astrales.
Pero más adelante tendré suficiente oportunidad para ahondar en esto, por ahora considero que es suficiente.
Pues bien, si participan cuatro personas que provienen de una sola sintonización, como la que poseía el hijo, podemos alzarlas y blindarlas a las cuatro, por lo que se hace posible transmitir alimento espiritual.
Por eso, el hijo supo de antemano lo que se deletrearía, y más de una vez también los otros.
Los más sensibles lo vivían una y otra vez, y así puedes ver quién es apto para las sesiones.
Este conocimiento anterior de lo que se deletrea te conecta con el don de la inspiración.
Ahora se pueden deletrear pensamientos propios, pero también puede que te hayan sido dados.
Si puedes alcanzar una altura en esto —ya te lo aclaré de alguna manera cuando hablé de la plancheta— entonces viven (vivís) el don de la inspiración todos juntos.
Este contacto puede ser construido, después de lo cual podrás recibir alimento espiritual, pero no te elevarás por encima de tus sentimientos y pensamientos.
Pero esto es lo que se vive en casi todas las sesiones.
De modo que intento iniciarte en diferentes posibilidades.
Si se aplica esta posibilidad, la mayoría de las sesiones viven la inspiración espiritual.
Ahora puedes recibir una lección de vida e incluso sabiduría de nuestra vida, lecciones magníficas que te da el ser astral que piensa y siente conscientemente.
Pero una sola pregunta de tu parte basta para ponerte fuera de este acto de recibir.
Sin embargo, cuando este contacto sea verdaderamente bueno, cuando se haya alcanzado un grado cósmico, también vuelve a ser posible hacer preguntas, porque te conectas y desconectas a ti mismo, y estás nuevamente listo para poder recibir.
Está totalmente en tus propias manos.
Ahora bien, es mejor que no se admita a nadie a la cruz; sí que puedes invitar a espectadores, por lo menos si sientes que tampoco ellos influyen en tu armonía.
En estas sesiones no entras nunca en las leyes astrales, y esto significa que no puedes recibir sabiduría que te transmitimos al margen de tus sentimientos, y que es sobrenatural.
Ahora tus sentimientos se niegan, no puedes dar un brinco demasiado grande; es imposible saltarse partes en este desarrollo.
Ahora tienes que estar contento con lo que recibes, como también tienen que aceptarlo los que participan con la plancheta.
Para poder recibir lo sobrenatural te hacen falta dones, y ahora no pueden ser vividos por ti; para esto, a su vez, es necesaria la sensibilidad mediúmnica.
También esta escuela puede durar años, hasta que todos funcionen de manera natural, hasta que tu máquina humana haya quedado sintonizada para poder recibir.
Nos das la oportunidad de hacerlo, nosotros incidimos en tu vida en silencio.
Para esto hace falta tiempo, perseverancia y entrega total, o todavía no alcanzarás nada.
Si vemos que se puede alcanzar algo, aunque tengamos que esperarlo durante años, entonces existe la posibilidad de que tus familiares que hayan hecho la transición empiecen a hacerlo.
Pero si vemos que sucumbirás y que a pesar de todo quieres disfrutar un tiempo de la unión espiritual, entonces te aseguro que ningún espíritu de la luz empezará a hacerlo, porque si no, verá echada a perder su propia vida.
Para las demás sesiones, es decir, para recibir en su transcurso sabiduría al margen de tu propia conciencia, al principio ni siquiera nos hacen falta todas tus fuerzas.
Entonces tu perro y tu gato pueden servir para poner en movimiento la madera cruzada.
Estos animales ceden entonces su aura vital.
Y esa aura es inconsciente; la tuya irradia tu conocimiento consciente y tu fuerza de los sentimientos, y es humanamente consciente.
Por lo tanto, el aura animal está libre de fuerza de pensamientos para hacer sesiones, y precisamente esta aura es la que queremos poseer, aunque después tengamos que usar tus propias fuerzas.
Así hacemos una construcción más densa para la madera cruzada, y echamos entonces los primeros fundamentos para nuestras sesiones.
Para poner en movimiento la madera cruzada podemos echar mano del aura animal.
Rara vez lo hacemos cuando estás listo para dar tus propias fuerzas, sino que solo cuando es necesario, si para ti queremos —desde este lado— dejar estas sesiones fuera de nuestra vida.
Cuando haya llegado a este punto, intento conectarme con los más sensibles entre ustedes (vosotros).
Vivo entonces en esta persona, el aura me conecta con esa vida.
Si empieza la manifestación, esta aura en estado más denso es apta para nosotros, y entonces entro a la vida semimaterial.
Es decir que estoy materializándome de manera pura, pero también intento elevar a todos a mi vida.
En esto nos acercamos el uno al otro; yo vengo a la tierra, tú te despides espiritualmente de ella.
Y esto, pues, es como son tus sesiones.
Si no hubiera que vencer tantas leyes, hasta un niño sabría hacerlo.
Si quito el aura, el médium no sabe nada de esto, sino que pronto podrá darse cuenta intuyéndose a sí mismo.
Ahora que he llegado a este punto tengo que intentar elevar también a los demás a mi vida, o por lo menos intentar dominarlos.
Estas personas no deben pensar en nada o ya me quedo impotente.
Pero supongamos que me encuentre en unión espiritual con uno de ustedes (vosotros).
Tendré que procurar ahora conectar mi aura y la del médium con la madera cruzada; después la levanto a mi vida, porque con esta cosa de madera enseguida tengo que ir marcando las palabras.
Cuando haya llegado a ese punto podría empezar con el deletreo, por lo menos si nadie de ustedes (vosotros) empieza a pensar y yo he tomado mis demás precauciones, o volvería a ser privado del aura vital.
Esa personalidad consciente atrae otra vez hacia sí el aura mediante el pensamiento, así que tengo que empezar desde cero.
Un momento más asumimos que el médium y la madera cruzada son uno con mi mundo, y ahora seguimos.
Los demás tienen que mantenerse pasivos.
Si todo está en orden, el médium empieza a sentirse cansado.
Al quitar el aura vital estimulo el sistema nervioso, y también eso tengo que evitarlo, o lo despierta y entonces la personalidad vuelve a pensar.
La voluntad empieza a dominarme, y tengo que evitarlo quitando la menor cantidad de fuerza posible.
Así que tengo que construir esta conexión y el aura con mucha precaución.
La madera cruzada vive en mi vida, la tengo agarrada por medio de la concentración, y ahora estoy ante las leyes ocultas, se manifiestan los dones.
Así que tengo que calcular cuántas fuerzas le puedo quitar al médium, o la madera cruzada y el médium volverán a imponerme el alto.
Tampoco debo despertar la madera cruzada, o entraré en contacto con las leyes elementales, y también eso tengo que evitarlo, o todo en tu entorno crujirá, lo que vuelven a ser interferencias.
Esos fenómenos de crujidos atraen a su vez otras fuerzas y te dominan, pues tus oídos escuchan y te vuelves a desconectar por completo.
Así que la madera cruzada conserva la propia independencia, pero pierde la fuerza de gravedad.
Y es que ahora tengo que poner en movimiento esa cosa de madera y deletrear a través de ella, pero yo soy astralmente etéreo y estoy desprendido de toda fuerza de los pensamientos material; la atravieso.
Pero al haberme hecho más denso recibí esta unión, me acerqué más a la tierra, y la madera cruzada se acercó a mi vida y sintonización.
Ahora una cosa causa la otra.
La madera cruzada se va desprendiendo de la tierra, y la fuerza de la gravedad está ahora a mi alcance.
El médium no siente nada, solo que está perezoso.
Vivimos ahora entre la vida y la muerte, en las leyes ocultas.
Ahora tengo que dividir mi concentración, tengo que pensar en esta conexión y además tengo que deletrear, tengo que transmitir mi sabiduría.
Pues bien, si no quiero atraer interferencias yo mismo, tengo que evitar deletrear una palabra que te interese sobremanera, con eso despertaría tu interés, de modo que se interrumpiría nuestro contacto.
Ahora una palabra de mi parte puede ser fatal, después de lo cual puedo empezar desde cero.
Si hay un Johan entre ustedes (vosotros), entonces no tengo que pronunciar su nombre o Johan me ayudará, y no quiero su ayuda.
Si te transmito aquello que toca tu vida, enseguida pensarás y me desconectarás.
Ahora intento penetrar hasta la verdad por medio de un rodeo; sorteo todos estos escollos peligrosos y continúo con calma.
El hecho de que deduzco mis medidas de tu personalidad es la causa de que mantengamos nuestro contacto.
Con que uno de ustedes (vosotros) piense en la palabra recibida, que haga la comparación con la propia vida, que si consideres una palabra o un problema que está siendo tratado, entonces en ese momento eso tira del médium hasta sacarlo de su estado, también se libera la madera cruzada y de golpe vuelves a excluirme de tu vida.
No puedo parar este caos, todos vuelven a pensar, me relevan en la madera cruzada y nuevamente puedo empezar desde cero.
Esta concentración de los pensamientos predominante contra la que tengo que luchar destruye la unión construida, y me habrás vencido con creces.
¡Qué fáciles son estas sesiones con la cruz y el tablero!
Lo único que puede seguirme a pesar de todo es la madera cruzada, pero tengo que retirar mi concentración y también esas fuerzas pasan a tus manos.
Si de todos modos esto ha quedado vencido, tengo que tomar en cuenta a tus intrusos, los espíritus burlones.
Si el médium es alcanzable por uno de los rasgos de su carácter, llegará a conectarse con estos espíritus burlones, de modo que destruirán nuestro muro espiritual que yo había edificado mientras tanto.
Nuestro círculo de sesiones está blindado por tu propia irradiación, en ella vivimos y trabajamos, pero cada rasgo inferior es una apertura, una interferencia, por la que pueden entrar.
Un solo rasgo de carácter es suficiente para romper este muro, y tampoco contra esto puedo hacer nada, estoy impotente, porque no puedo alcanzarte en esto.
Los espíritus burlones se hacen con la madera cruzada, están en su (vuestro) seno y por medio de esto llegan a la unión.
Entonces deletrean palabras rudas, nada les interesa, solo buscan su propia diversión.
Y vuelven a desaparecer igual de rápido.
Entonces vuelves a estar recuperado y el maestro puede empezar, si es que todavía ve entonces la utilidad de hacerlo.
Semejantes sesiones son mortalmente cansadas, es el vacío, es estar muerto en vida.
“¿Por qué llegan espíritus burlones, papá?”, preguntó el hijo de hace un rato.
Porque desconoces tu propia vida, es la respuesta.
Sigues teniendo sintonización con la vida de ellos, aunque estés elevándote.
Pero estos hechos hablan por sí solos.
Si eres libre de estos rasgos de carácter bajos, no habrá espíritu de las tinieblas capaz de llegar a ti, ahora te atraviesa caminando y no oye ni ve nada de todos ustedes (vosotros), para él no existen (existís).
Esto es, entonces, por su (vuestra) propia sintonización vital.
Así que rezar no te puede ayudar, solo rezar no es suficiente para Dios; Él quiere que como seres humanos lleguemos a conocer Sus leyes.
Tus actos tienen que demostrar lo que quieres.
La música bella es una maravilla, pero el verdadero estado de vacío domina la oración de ella y la tuya.
Lo mejor que puedes hacer es ignorar a los espíritus bajos, soltar la madera cruzada y esperar, y prepararte mientras tanto para el contacto espiritual.
Una vez que un espíritu tenebroso haya estado conectado contigo, llegan otros rasgos para socorrer a este rasgo único, y se origina una lucha del mal contra el bien.
Por eso no recibes en tus sesiones a un maestro, porque hemos comprendido que no logramos nada de esta manera.
Estas son, pues, las leyes ocultas que tienes que vencer, al igual que nosotros.
Y hay otras que ni siquiera he nombrado, pero pienso que estas bastan, para que puedas armarte contra todas las interferencias ya mencionadas.
¿Se las puede vencer?
¿Es posible para ti desconectar todos estos factores, que son leyes, y pensar, ‘Sí que se puede’?
Deberías intentarlo, pero tendrás que experimentar cómo te pondrán el alto.
Dominan tu vida y la nuestra, son para la cruz y el tablero y para tu mesita, para tu plancheta.
Te aconsejamos que mejor lo dejes.
No se puede luchar contra esto, para estas sesiones pedimos fuerzas grandes.
Pero ¿dónde viven esas personas?
¿Puedes encontrar a tu propia especie?
Nuestra vida está detenida y la tuya está echada a perder, por lo menos tus horas valiosas.
Si está presente una sola fuerza buena, podremos continuar otro poco.
Para llevar a cabo entonces este contacto, pondré al médium en semitrance.
Ahora desconecto por completo a los demás y doy mi sabiduría por medio del médium, domino a los demás, por lo menos si lo quieren, o también este método me impondrá el alto.
Una y otra vez me encuentro ante tus propios pensamientos; te digo: son los obstáculos vivos para tu sesión.
Los demás no tienen que hacer otra cosa que cargar la madera cruzada.
Sin embargo, la mayoría de las veces estos médiums tienen que llevar a cabo una tarea propia para nuestro mundo.
Y para ellos, tus sesiones son demasiado cansadas.
También ellos pueden aprovechar mejor su propio tiempo, sin embargo, es posible llegar a unión con todos ustedes (vosotros) por medio de esta fuerza.
Solo pocas personas logran algo, las demás hacen sesiones ellas mismas y no pueden vencer todas estas dificultades.
Pasan años y aun así no se logra nada.
Un buen médium te lo habría podido decir ya en la primera velada; ahora todos estos años has malgastado tu tiempo, pues no has avanzado nada, al contrario: ¡te ha demolido más de lo que te ha construido!
Uno entre miles de círculos alcanza algo, entonces este círculo lo posee todo, en realidad los participantes tienen una sola sintonización, representan un solo amor, tienen una sola voluntad de poder hacer algo por nuestro mundo, lo que en sí ya es un gran milagro.
Si no me crees, hazlo a tu manera y estréllate, adelante, ¡es imposible cambiar las leyes astrales!
Pero repito: si hay entrega fervorosa, te hablaremos y recibirás los milagros espirituales.
Pero has de recordarlo: si uno de ustedes (vosotros) detiene la madera cruzada con demasiada presión, no podremos franquear esa fuerza de la voluntad puesta en juego.
¡Y hacer preguntas es demoledor!
Así es como tiras de tu propia conciencia.
Porque cada pregunta vuelve a tu propia vida, pues parte de tus pensamientos y sentimientos.
Con una sola pregunta interrumpes el contacto más imponente.
Solo cuando juntos hayamos construido un lazo potente, cuando nuestra unión espiritual esté preparada, cuando ya no puedan llegar interrupciones, el otro lado te dirá si puedes hacer preguntas.
Y nunca pidas pruebas.
Si pensamos tener que darte pruebas y que tu vida ha hecho la transición a la nuestra, las recibirás sin más, entonces las habrás ganado.
Espera y reflexiona sobre lo que te ha sido dado, medita en tu vida y automáticamente nos llamarás de vuelta; tenemos un respeto sagrado por la meditación humana inmaculada y consciente.
Pero tú mismo tienes que llevarte a ese punto, solo volveremos a ti si tu amor está sintonizado con la vida de Dios.
Entonces tu propia vida nos da la fuerza y el amor de pedir la bendición de Dios para ti y los tuyos, y para nuestra reunión.
No ridiculices nuestro mundo, participa únicamente por la ganancia espiritual, de lo contrario vivirás de todos modos lo opuesto de tus propias esperanzas y deseos.
Has de saber y también aceptar que tu médico terrenal posee suficiente sabiduría, de modo que nuestro diagnóstico no hace falta y que tampoco lo transmitimos en tus sesiones.
Has de saber que Dios trabaja por medio de todos Sus hijos.
Recuerda que no damos consejos en asuntos terrenales, pues vuelves a meternos en tu miseria material; no nos dice nada si quieres mudarte o casarte, echas lodo a tu conexión con nosotros, conviertes la unión sagrada en el espíritu en un juego con la vida y la muerte.
De ninguna manera permitiremos que fragmentes nuestras fuerzas, pues somos deliberados en nuestros pensamientos y sentimientos, y sabemos cómo piensas sobre nuestra vida.
No has de olvidar nunca que vives en tierra sagrada, ante ti está la vida eterna, a la que te elevaremos.
Pon música hermosa, purifica tu propio entorno antes de nuestra llegada, pero no olvides tu sintonización, de la que depende tu éxito y el nuestro.
No hagas sesiones cuando en ti hay odio; atraerás las tinieblas.
El veneno que emites volverá a tu vida multiplicado por mil, y sabes que Cristo dijo: “Todo lo que siembres cosecharás”.
¡Las leyes ocultas solo exigen amor!
Si no puedes cumplir con todo esto, no pongas entonces un dedo en la madera cruzada, te dará noches de insomnio, ¡hará que se destruya tu sistema nervioso!
Las leyes ocultas no están para reírse de ellas.
¡Para nuestra vida tienes que estar preparado!
Miles de personas creen ser médiums y saber trabajar con la cruz y el tablero, con la plancheta y la mesita; pero ya te debe de haber quedado claro que las cosas no son tan sencillas como piensas.
Los errores debes buscarlos en ti mismo, nuestro mundo no tiene culpa de nada.
Se pueden usar las fuerzas humanas, pero tienen que ser desarrolladas para este contacto.
Solo entonces se manifiestan los dones.
Una última advertencia para tus sesiones.
Recuerda que durante tu participación se te conecta con el espacio; crees estar blindado por tus paredes, pero la personalidad astral camina a través de estas y vive en tu seno.
Así que intenta construir una separación propia para ti que sí pueda ser establecida por la oración y la música bella.
Pasa a la meditación espiritual para tus participaciones, ponte en armonía con nuestro mundo, no olvides nunca que durante nuestra unión vives en tierra sagrada.
Tienes que querer tomar distancia de todo tu ajetreo terrenal, o tu vida se hará jirones debido a esto.
Pocas personas se dan cuenta de lo consciente que es nuestra vida y no recuerdan que hemos depuesto la vida de ustedes (vuestra).
No nos arrastres a todos esos asuntos vacíos, déjanos fuera de tus leyes del karma, pero ten conciencia de que hacemos todo para ayudarte.
Así que sin duda alguna es posible llegar a la comunicación espiritual por medio de las leyes de Dios; puedes recibirlo todo de Dios, pero Él pide de ti que entregues tu propia vida para ello.
¡Quien todavía no haya llegado a ese punto tiene que aprenderlo!
¡Haz lo que te aconsejo y no pienses!
Si quieres saber si eres tú mismo quien lleva la sesión, intenta entonces vaciarte lo mejor que puedas y lo verás: la madera cruzada se quedará sobre tus dedos sin rastro de vida, está ahora sin tu animación.
Debes atreverte a aceptar que tú mismo estás haciéndolo, no te mientas ni te engañes.
El otro lado sabe que hay algunos círculos en la tierra que viven la unión armoniosa, el resto de todos esos círculos de sesiones se viven a sí mismos.
Y sin embargo, ¡Dios lo puede todo!