Gratitud

Buenos días, hermanas y hermanos míos:
Vamos a empezar haciendo preguntas sobre los libros y los problemas espirituales.
Pero esta mañana habría querido darles algo diferente, por ser la primera después de todo ese tiempo que han estado solos, aunque yo los haya acompañado cada noche; tal vez lo hayan podido percibir, de tarde en tarde.
Quisiera pedirles: denme una sola palabra esta mañana y tendrán su conferencia.
¿De qué hablaremos?
Esta mañana pongo la conferencia en sus manos.
(Uno de los presentes pronuncia palabras de agradecimiento).
Le doy las gracias, y entonces comenzamos...
La gratitud del ser humano —esta va a ser su conferencia— de cara a la cosmología, a Cristo, a Dios, a la paternidad y maternidad.
La gratitud del ser humano que empieza a saber, a sentir, que toma conciencia de la vida detrás del ataúd.
La gratitud del padre que empieza a sentir para qué vive de cara a su propia personalidad.
La gratitud de los apóstoles cuando empezaron a comprender al Mesías.
La gratitud de la criatura que empieza a aprender a ver que Dios no puede ser más que un Padre de Amor, y que siempre lo ha sido.
Cuando empecemos a percibir las leyes para la vida y la muerte, hermanas y hermanos míos, y ustedes accedan al espacio astral en el que viven ya ahora mismo, entrará en nuestro corazón la gratitud universal.
Empezamos a comprender cómo fue nuestra vida en la tierra.
Las incontables conferencias que les di, las impresiones que planteé para poder estimular su personalidad en cierta medida, para poder abrir su personalidad: solo fue para mostrarles esa gratitud universal, divina, espacial, pero en segundo lugar para hacer que ustedes despertaran esos sentimientos.
Ustedes mismos tienen que empezar a hacerlo si aquella quiere despertar para el espacio la personalidad para aquí, para la sociedad, pero sobre todo para la vida detrás del ataúd, si quieren tener y recibir la elocuencia para pronto ser capaces de entregarse al maestro que entonces tendrán delante.
¿Qué es la gratitud exactamente?
Cuando un ser humano da algo a la otra vida, entonces esa gratitud está veteada, animada, de un acto, un acto que les revela la vida, un acto de un padre y una madre que les dan a sus hijos una cosa alegre, por la que la criatura aprende.
Las gracias por una flor hermosa, las gracias por la sabiduría que los sistemas sociales dan a ustedes.
Bueno: ¿tienen importancia? ¿Han vivido el cien por ciento para el sistema filosófico?
Porque cada palabra por la que han dado sus vidas Sócrates, Platón y Aristóteles es un sistema filosófico.
Pero yo los conduciré hacia la vida detrás del ataúd, pues es allí donde despertarán para poder sentir la gratitud de que se brindara la “palabra” a sus vidas.
Hemos descrito el Templo de los Médicos, pero sobre todo el Templo a la Madre, el Templo de la Sabiduría.
Cuando el artista deje enseguida esta vida, tendrá que ser capaz de mostrar su gratitud por poder representar la elocuencia y la inspiración del Mesías con sabiduría y con su arte.
¿Qué han hecho los maestros?
Les hemos demostrado cómo pronto morarán detrás del ataúd en esa gratitud y en ese despertar, pero ya aquí mismo viven en el respeto infinito que no puede ser más que el espacio.
Pues bien: la gratitud es una ley, la gratitud que sienten porque los maestros les han dado sabiduría.
Eso se ha vivido en el templo de Ra, Ré e Isis, en China y en Japón, en la India colonial, en el Tíbet.
Sí, la sociedad llegó a ver y sentir, a vivir, la gratitud de Nuestro Señor, cuando los maestros empezaron a darle la fe a la humanidad, de darle a la humanidad la sabiduría de cómo habrán de vivir, de cómo habrán de despertar.
Comprendan bien de qué se trata: significa que ya ahora mismo viven en la infinidad de su deidad.
Ya no están en la tierra, ya no viven en la materia, porque detrás del ataúd ha venido a ustedes el despertar, y dirán y tendrán que asentir interiormente: sí, ya estoy, mi despertar ha alcanzado tal y cual grado.
La gratitud en mi vida es la aceptación, es la inclinación de la cabeza por todo lo que he recibido.
Cuando nosotros entremos, cuando ustedes entren en la primera esfera y se les acerque un maestro y le vayan a hacer la pregunta: “¿Cuál y cómo será mi tarea aquí en esta infinidad?”, les preguntaremos: “¿Ya albergan la gratitud por el espacio?”.
En primer lugar, tendremos que demostrarles que toda palabra es ley.
Ahora bien: la gratitud, el sentimiento que se les concede para infundir animación, que se les concede para hablar, esa será la seriedad sagrada de la personalidad.
Es el paso, el fundamento para entrar en la madre del espacio, como Ramakrishna lo vivió y lo transmitió a sus apóstoles.
Los libros que ya aquí tienen en sus manos... cuando lean precisamente esos libros, es imposible que surja en ustedes: sí, esta obra es un cuentito, y no puede ser que tal y cual libro no se hubiera escrito.
La fuente de la justicia, la fuente de animación que únicamente está sintonizada con el Mesías, que únicamente representa la autoridad divina, resulta ahora que todo eso representa los sentimientos interiores del ser humano, de todo animal, toda vida, embrionaria, sin importar donde vivan ustedes.
Todo lo que vive anda, está animado por la justicia divina; después la gratitud de ustedes interpretará la vida hablando, y empezarán con la primera palabra.
Y ahora empiezan a pensar: ‘¿Qué tengo que hacer?’.
Pues... aunque les sea imposible pisar ese peldaño, aunque todavía les haya sido imposible echar los fundamentos, el maestro los invita a ir hacia arriba y entrar entonces al Templo a la Madre.
Si entonces nos ponemos a hacer la comparación con la vida terrenal, la personalidad terrenal, estamos enseguida ante una infinidad divina, unos sentimientos imponentes, porque es lo que es la madre cuando percibe en su interior la justicia, la gratitud, y cuando ha aceptado inclinar la cabeza.
No hay ninguna, ni una sola palabra equivocada que salga de la boca de ustedes; dentro, dentro de ustedes todo está en orden, porque ustedes se han convertido en orden.
¿Qué importancia tiene si hoy, aquí en la tierra, llevan a cabo algo hermoso, y mañana se vuelven a perder por una sola palabra?
Les he aclarado que cada palabra es una infinidad universal, pues cada palabra tiene significado divino, empieza con la gratitud.
Pero ¿a dónde los lleva la gratitud?
A los sistemas de Sócrates, a un templo, a un fundamento, a un sistema planetario universal.
Es la gratitud de su Padre, su Cristo, ¡su Gólgota!
Cuando viva en ustedes la gratitud, cuando posean de verdad el cien por ciento de fuerza de los sentimientos y de animación, hermanas y hermanos míos, ya no serán turistas en Jerusalén, sino que irán hacia arriba.
Vivirán cada peldaño, cada paso penetrará hasta su personalidad y recibirá el habla espacial.
El espacio dirá entonces: “¡Más profundamente, todavía más profundamente!”.
Tienen que ser capaces de vivir el dolor del universo, el dolor de una apertura, como una flor ha aceptado y vivirá el despertar para la madre naturaleza, la gratitud de una criatura, la gratitud de su sociedad, la amistad de una persona, sus padres y madres, sus hermanas y hermanos.
De verdad, esta es la palabra para echar los primeros fundamentos para la nueva personalidad, el nuevo despertar; en algún momento tendrán que empezar con ello.
Si el ser humano —como se me ha concedido demostrar muchas veces—, si el hijo de un pueblo en Oriente o proveniente de Occidente, del Sur o del Norte, entra en las esferas de luz, en el mundo astral, la personalidad que entonces es una figura, entonces llega el pregunteo: “Pues sí, ¿dónde vivo y qué podré recibir?”.
“¿Tiene usted algo que yo pueda hacer?”, dice quien es consciente.
Ustedes han sido bendecidos, pues pronto continuarán con esta doctrina.
Y quien sienta ahora la gratitud, quien acoja en sí el cien por ciento de la animación y ya quiera vivir el sentimiento que se va dilatando, quien lleve a la sociedad al despertar, ese ser humano sí que pronto poseerá luz, ese ser humano posee una personalidad espiritual.
La mayoría de la gente aquí en la tierra piensa de verdad que viven materialmente, pero ustedes solamente se desprenden del cuerpo, y pronto entrarán en el mundo para su alma, el mundo para su espíritu, y serán una personalidad astral.
Solo despertarán cuando les hable la vida maternal.
Solo entonces las leyes del espacio hablarán a su yo interior, a su alma interior, que ahora es la figura que aceptará espacialmente y para la que toda palabra es ley.
Cuando aquí veamos ante nosotros el Templo a la Madre, en él estará postrado el ser de la tierra, rezando, reflexionando; ustedes sentirán gratitud por una sonrisa.
Cuando lleguen a la esfera entre el país de odio y ese mundo brumoso, cuando vean ese mundo, que pronto los conectará con la primera esfera, no verán allí otra cosa que personas yacientes que se preparan para llegar a ese despertar.
El ser humano que todavía no esté listo para poder representar el cien por ciento de justicia, el ser humano que esté desprendido de la materia, que esté desprendido de los rasgos de carácter inferiores, los rasgos de carácter inferiores... ese ser humano sí que estará allí postrado y se preparará para acoger en sí esa unión con el Omnigrado, por el que se ha manifestado Dios, y para empezar solo luego con su tarea.
¿Qué tienen que hacer ustedes ahora?
Pasaremos esa gente de largo.
Cuando en sus labios se dibuje una sonrisa y esa alma viva en esa soledad los sistemas divinos, entonces el maestro estará feliz, entonces el maestro se alegrará.
¿Cómo era Cristo cuando andaba por la tierra y transmitía Su sabiduría divina, el Evangelio, a la gente?
Cuando un alma adquiría confianza de verdad y la gratitud tocaba Su personalidad sagrada, sí, entonces el Mesías lloraba, porque Él sabe: toda criatura, toda chispa creada por Dios les pertenece a ustedes, es la vida de ustedes, no existe un ser extraño en el espacio, ¡absolutamente todo lo que vive es de ustedes!
Ustedes son padres y madres, hijos de un solo Padre, de un solo espacio, y todas esas células las tienen que conducir al desarrollo.
¿Lo comprenden?
¿Qué significa?
¿Por qué habla Dios? ¿Por qué dice el sagrado Evangelio de Cristo que el ser humano es al final universalmente profundo y que vive y experimenta una unión —es decir que a través de cada célula absorbe el sentir y pensar universales, que los vive como padre y madre?
Fuimos de planeta en planeta, depusimos millones de vidas.
Hemos estado entre absolutamente todos los pueblos de la tierra; ustedes son negros, morenos, blancos.
Han estado en las selvas y viven ahora en sociedad y pronto entrarán en su conciencia espacial.
Esta puede ser animal, puede ser material, basta material, pero se volverá espiritual cuando ustedes empiecen a intuir que sea lo que sea que reciban aquí en la tierra, sea lo que sea que puedan vivir, les ha llegado en línea recta desde la autoridad divina y para la que vivió Cristo.
¿Quién comprende a Cristo, cuando ustedes acceden al Templo a la Madre, cuando ustedes viven el Templo para los médicos, las artes y las ciencias?
Primero empiezan a ser agradecidos y a absorber el espacio y a decir a Dios: “Sí, esa gratitud debe despertar en mí”.
Porque la gratitud, el sentimiento, el sentimiento benévolo de que ustedes son felices, los conduce a la animación nueva.
Es el primer paso, es el primer fundamento para vivir el amor, para experimentar entonces el amor.
Porque la sensación de poder impulsar, animar, inspirar, ofrecer algo a la gente: es lo que constituye la felicidad de ustedes.
Sí, cuando estemos postrados en las escaleras del Templo a la Madre...
En cada esfera encontrarán un edificio majestuoso, es una unión imponente, y en ese edificio mirarán y vivirán a la madre, a Dios mismo como madre.
Aquí para la primera esfera, y allí para la segunda, tercera, cuarta... y entonces ustedes se prepararán para el cuarto grado cósmico.
Cuando vean a esos hombres que yacen allí, a esos seres humanos, a esas personalidades...
Ahora todo lo de la tierra habrá desaparecido, su erudición ya no tendrá importancia alguna.
Y cuando esto lo sientan bien, también podrán aceptar lo siguiente: ya nada de lo que la tierra posee tiene significado si ustedes han perdido en ella su personalidad y si experimentaron los sistemas divinos mientras descendían, y significa: ¿cómo han efectuado su acto?
¿Amaban ustedes de verdad a esa madre? ¿Era esa madre amor? ¿Era una revelación? ¿Tenía el deseo, el deseo de dar amor, de experimentar la justicia?
¿Qué quiere ella? ¿Tiene sentimientos y pensamientos espaciales, para que la vida detrás del ataúd posea conciencia?
Todo eso está en sus manos, ¡vive en ustedes!
Tampoco es para tanto yacer a los pies de los maestros cuando el ser benévolo y consciente vela por su personalidad.
Pero yacer en soledad... porque nada se les regala, cada paso lo tienen que asimilar; tienen que pensar, aprender a pensar: ¿qué quiere ser benevolencia?
Y así alcanzamos esas creaciones imponentes, esas revelaciones que Dios dio a la criatura humana para la tierra por medio de Su personalidad espacial; y aprendemos a verlo a Él, aprendemos a sentirlo a Él; es cuando empezamos a conocerlo.
Entonces se hace el silencio dentro de ustedes, entonces ya no hay nada que decir, solo queremos experimentar.
Entonces estamos postrados a los pies de la madre.
Sí...
No esa figura, no, ¡el nacimiento!
¿Cómo fue que recibió ella la vida, cómo fue que se condujo ella hasta la revelación material?
¡Es el estar en contacto con el espacio!
Ahora no estamos solos, no llegan ustedes solos al corazón materno, están ahora delante de la paternidad y la maternidad, del contacto con un planeta y el espacio.
Porque si viven los rasgos de carácter inferiores como deseos y dejan que se dilaten, vuelven a retroceder con el nacimiento, con la psicopatía, con la demencia.
Para el espacio ser madre significa: vivir el contacto con una ley que es nacimiento.
Es el proceso de parir, es la capacidad creadora, es animación, es impulso e inspiración, es saber, ¡todo se convierte en saber!
Durante meses... no, años, la gente está postrada allí para reflexionar.
¿Cuándo llegarán ustedes a la meditación sagrada, social, espiritual, material?
Cada cosa de la vida puede darles esa unión.
Una flor puede contarles dónde nació y cómo recibió sus colores.
Se nos pregunta: ¿Cómo tengo que empezar a pensar?
Cuando esa criatura yace allí y el maestro despierta y envía sus pensamientos al adepto, entonces esta vida se siente rodeada de irradiación.
Entra en esta vida un deseo sagrado, es un suave roce.
Es la conversación que vive la madre con su hijo en el cuarto grado cósmico, y que más de una vez ocurre ya en la tierra, cuando esta unión sagrada llega al despertar.
Entonces ustedes viven algo de la telepatía divina...
No: viven el sagrado ser uno solo, antes del nacimiento, para el crecimiento, la eclosión, el despertar, la benevolencia de un alma, una personalidad que habla, y se encuentran ustedes ante verdades universales.
Es la imagen universal de antes que llega a la conciencia, lo que significa: empieza a hablarles su pasado, ahora ustedes pueden aceptar la paternidad y la maternidad.
Ya no son unos extraños en esta sociedad, porque cada vida les pertenece.
Algún día se lo dije: entre ustedes hay padres y madres, y estos los apartan lejos de ustedes.
También les aclaré que no tienen que regalar todo lo suyo, porque no es la intención.
Cada ser humano tiene que irse construyendo una conciencia social, han de cuidarse a ustedes mismos.
El ser humano que todavía no es capaz es el psicópata, es la demencia enfermiza, la personalidad enfermiza, que tiene que aceptar que otro, el que es muy consciente, quiere garantizar esta vida ayudando y cargando, es decir: que la educará.
Pero el ser humano consciente que percibe de qué se trata pone la imagen universal en manos del Mesías por medio de cada pensamiento, porque Él mismo —como también lo dice la Biblia, como el Evangelio les llega a ustedes y se lo ha pedido— siempre capta los pensamientos de ustedes y así se produce la unión natural.
No es tan sencillo desprenderse de la sociedad en que viven y aun así es posible cuando entra en ustedes la animación sagrada.
Ustedes hablan de gratitud, pero ¿qué es la verdadera gratitud?
¿Cómo reacciona esta?
Tienen contacto con absolutamente todo; cuando han echado esos fundamentos, ustedes serán madre y padre al cien por ciento... porque de eso es que se trata.
Es el ser uno solo con una ley divina, ahora cada pensamiento es una parte de Su creación.
La veracidad del macrocosmos, que no pueden cargar los seres humanos, ofrece sin embargo la idea que también está presente en su corazón, pues es la sensibilidad humana, es su pensamiento directo.
Ahora de nuevo todo pensamiento tiene que experimentar una unión macrocósmica, y esa los alimenta, esa los lleva al impulso, los lleva al despertar.
Pero es imperativo que ustedes vivan y retengan ese acto, no deben querer perder nada ya, tienen que perfeccionar el impulso.
Quedan tantas personas aquí en este mundo que dicen: “Quiero esto y quiero lo otro”, pero ¿dónde está el primer fundamento?
Cuando entren ustedes a las esferas, podrán decir de verdad: me lo he ganado todo.
Y hay personas, de verdad que hay personas que todavía tienen que empezar con su estudio espiritual, con su elocuencia.
¿Qué quieren hacer enseguida?
¿Aceptar allí una tarea para Dios, el espacio y Cristo?
¿Sentarse y escuchar?
Pero también es un estudio imponente sentarse al cien por ciento y ser capaz de entregarse.
Para eso perecieron cientos y miles de personas en el Antiguo Egipto, así adquirieron su personalidad los templos de Ra, Ré e Isis; aunque atravesaron la demencia, atravesaron la muerte, pero volvieron.
Poco a poco va emergiendo ese sentimiento, usted empieza a darse cuenta lentamente de que es más como ser humano, y eso la Biblia no puede dárselo.
Tampoco lo pueden aprender, se consigue construyendo las cosas en la sociedad, piedra a piedra, construyendo un templo, en el que pronto vivirán.
Y solo entonces la vida detrás del ataúd hablará a su personalidad.
¿De qué tenemos que hablar?
Tampoco es nada del otro mundo conectarse directamente con los sistemas planetarios que se les regalaron por los libros ‘El origen del universo’.
Pero es más significante analizar las leyes de tal manera que les sirvan de algo en la sociedad, porque de todos modos pronto se encontrarán ante esta verdad.
Y ahora el asunto es: ¿cómo me he de inclinar?
Tener el deseo de experimentar, el deseo de animar, el deseo de impulsar al cien por cien, día y noche.
De eso se trata: ¡terminar un pensamiento, encargarse de que siempre se hagan evidentes la verdad, la realidad, la revelación y la entrega!
Entonces llegarán detrás del ataúd, y la primera palabra vuelve a ser, y será siempre: ¿Dónde estoy?
¿Dónde vivo?
Ahora bien, miren, por favor, ese rostro humano.
¿Por qué hay aquí tanto alboroto? ¿Por qué se sienten tan fabulosos aquí en la tierra?
¡Pronto ya no tendrán nada que aportar!
¿Qué se es cuando se es un ministro, un gran artista? ¿Qué?
¿Qué es lo que les da el mundo y lo que hace que el mundo los acepte a ustedes?
Dese cuenta de lo que hace, de la de cosas que se venden en el mundo, entonces tendrá una idea; pronto usted no será más que un pensamiento, un sentimiento detrás del ataúd.
Pero ese sentimiento tiene respeto divino, ese sentimiento los sintoniza con la elocuencia del espacio.
Para mí se trata de sacudir al ser humano hasta despertarlo, de llevarlo a la revelación para sus propios sentimientos, sus propios pensamientos mediante todas estas conferencias, mediante todo lo que se puede vivir y tiene que experimentar en las esferas de luz, y también en las de tinieblas.
De encargarse siempre de que estén en armonía con absolutamente todo.
Adelante, empiecen con eso, sí que es sencillo, si pueden aprenderlo, si comienzan a pensar con seriedad.
Que no les importe la sociedad, que no les importe el ser humano que los destruye, él es el destructor.
Imagínense que les toque vivir eso...
Adelante, acérquense un momento a esa destrucción, al chismorreo en el que viven, a la mancilla, a la deformidad de un ser humano, ahora que sabemos que ustedes se encuentran ante la célula divina, ¡el núcleo divino!
¿Cómo pueden desfigurar y destruir el núcleo divino de esta manera? ¿Por qué deshace un núcleo si esa criatura no es consciente aún?
Ya no pegan con espadas, ya no disparan si viven verdaderamente el Gólgota.
Por cada pensamiento erróneo —acéptenlo, por favor, han de aceptarlo— vuelven a clavar la corona de espinas en la cabeza del Mesías.
Por cada gruñido y bufido hacen que fluya Su sangre, y tenemos que deshacernos de eso.
Deben tener el deseo de ya no infligirle nada a nadie, deben empezar a sentir miedo por ustedes mismos.
¿Por qué dice entonces el ser humano que posee la cordialidad: “Pero ¡mira qué sensación más deliciosa!”?
¿Cuándo empiezan ustedes a construir la tranquilidad universal, espiritual?
¡No tiene tanto misterio leer libros!
¡No tiene misterio vivir ‘Las máscaras y los seres humanos’, experimentarlo, y a continuación ya no aguantar más!
No... mantenerse erguido en la sociedad, aceptarlo absolutamente todo... las enfermedades, la lepra, todo, aunque se le destruya: ¡es imposible destruirlo a usted!
Están vivos y tienen una conciencia radiante, siempre seguirán siendo ustedes así, la alegría de su carácter atrae sistemas solares.
Ustedes son un sistema solar, son luz viviente, verdad animadora, justicia divina, y entonces no hay cuestión de demonismo.
Cuando descienden en los infiernos, en las tinieblas, tienen que ser capaces de amar a esas personas, tienen que poder aupar a esa gente en su corazón.
¿Cuándo se siente usted ofendido?
Dios y a Cristo jamás se sienten ofendidos, ningún maestro se ha sentido ofendido allí, aunque un maestro puede ser severo... pero él los hace esperar a ustedes.
Allí yacen, postrados ante los templos, millones de personas se pueden encontrar allí.
Son tontos, claro que sí: tontos.
¿Malgastan su tiempo?
Para algunos este indulto divino está verdaderamente fundamentado, porque sabemos que experimentan el silencio, el ser uno solo con la madre.
¿Qué es aquí en la tierra...?
¿Cómo es entonces la madre aquí en la tierra?
El respeto sagrado del ser humano detrás del ataúd, cuando debajo del corazón de usted llegan a revelarse estos sentimientos maternales, creadores, que dan a luz...
Sí, hermanas y hermanos míos, entonces yacen allí y son como una criatura pequeña.
Entonces llegan hasta nosotros el catedrático y el hijo del rey del planeta tierra, y se nos concede acompañar conscientemente a estas criaturas, estas células de Dios, hacia el primer paso.
Cuanto más se eleven ustedes en la tierra —se lo he aclarado, se lo decimos—, cuanto más asciendan ustedes en el escalafón social, tanto más dura, tanto más difícil será su vida.
¿Cuánto lastre traerán ustedes?
No se trata de que simplemente lo tiren todo por la borda, pero ¿qué es lo que piden las leyes divinas?
Ahora pregunta Dios, y Cristo —la luz del espacio los obliga ahora a ustedes a inclinarse—, y llega la palabra: “¿Qué has hecho con esos medios?
¿Has trabajado por la construcción o por la destrucción?
¿Solo te serviste a ti mismo?”.
Cuando uno se ama a sí mismo y el servir no va más allá de su propia casita, el umbral de su casa, entonces tampoco en la vida detrás del ataúd poseerá más que un pequeño círculo, ustedes no serán más que esto, pues todo se abalanza sobre ustedes.
Cada palabra es un fundamento... no, es un muro, otra vida no puede atravesarlo, ustedes apartan todo lo de su vida, pues no la conocen.
¿Quieren hablar entonces de gratitud? ¿Es ese el sacrificio para su existencia?
Entre ustedes ya hay quienes se esfuerzan a muerte para poder erigir ahora mismo el Templo “La Universidad de Cristo”.
Conocemos a estas criaturas.
Pero cuando haya cientos de ustedes y todos empiecen a entrar a esa realidad y a realizarla, ocurrirán milagros divinos.
Pero entonces no buscarán durante meses y meses, ¡entonces lo harán en ese preciso instante!
Entonces los pasos que den quedarán asegurados.
Ustedes ya ni siquiera forman parte de la sociedad; son unos niños, vitales y amplios, divinamente conscientes.
Han llegado a la unión con la luz, la vida y el amor, con la justicia.
Ahora la gratitud vive y habla debajo de sus corazones y dentro de ellos.
Ojalá que pudieran sentir y vivir verdaderamente la felicidad, ya aquí en la tierra, de que Cristo anda a su lado... porque eso es lo que hace.
Ustedes buscan Su personalidad, yacen postrados y rezan; tanto rezar no les sirve cuando sus actos los conducen al precipicio y llega el desplome.
Pero en cualquier momento el Mesías puede andar a su lado, y puede escucharlo a Él, está en todas partes, porque ha vivido la vida de usted.
Él es la luz, Él es el habla, Él es los sentimientos, Él es todo, porque ¡podemos demostrárselo y señalárselo a la criatura detrás del ataúd!
Hay un hermano mío —podría darles el nombre— que hace poco se fue de la tierra, un ser humano que ha hecho mucho por la sociedad, pues nosotros acogemos todas estas vidas.
¿Quién es, entonces, “nosotros”?
Es la orden del Mesías, es la “Universidad de Cristo”.
A quien la “Universidad de Cristo” acepte de verdad, ese es gratitud, es benevolencia y justicia, y ese ser humano, esa alma, esa personalidad, ama a costa de todo.
No está cansado, no está enfermo.
No necesitan estar enfermos cuando su voluntad quiere recibir con verdadera animación las palabras y los sentimientos de otra vida, entonces ya no hay enfermedad.
Por eso Cristo dice: “Que el ciego cure al ciego”.
En cualquier momento sabemos que se pueden realizar estos milagros, pueden producirse cuando sea.
Es lo que había vivido esta criatura, este catedrático, este astrónomo, esta criatura teóloga, y entonces llegó él...
En su vida había tenido que aceptar que condenaba al Dios de todo lo que vive, pues todavía estaba allí la condena, y sin embargo...
Y sin embargo... en una esfera libre de odio... no es que esta criatura odiara, sino que no avanzaba.
Si hubiera podido deponer esta condena, si en su interior hubiera podido llevar la gratitud de Dios a la animación espacial durante su vida en la tierra, entonces habría intuido esa condena.
Y ahora la palabra es inconsciente.
Y si sale de ustedes la palabra y la comentan, la materializan —no pueden aceptarla, aunque ni siquiera quieran materializar esa palabra y por dentro todavía no hayan avanzado tanto que esto no lo quieran aceptar, que no sean capaces de aceptarlo— entonces su personalidad todavía seguirá siendo inconsciente.
Porque la luz del espacio, cuando luego empiecen con su vida espiritual, dice: “¡Alto, espera un momento!”.
No pasarán, se darán contra esa luz, es un muro, es la alambrada de ustedes, es una protección que dice: “Hasta aquí y no más.
¿Está usted en armonía con mi luz?”.
Soy gratitud, soy benevolencia, soy amor, soy justo, en mí no hay nada.
Y ahora estamos aquí, espacialmente conscientes, llegados a una unión que nos lleva directamente al Gólgota.
Que nos conecta directamente con el Mesías, que nos lleva en línea recta a la figura espiritual, el fundamento que ustedes han vivido al cien por cien y cuya concienciación asimilaron.
Piedra a piedra ven cómo va surgiendo ese templo.
Y ese hombre que dice: “He construido un templo, he querido darlo todo de mi vida para la humanidad y ahora sigo sin tener luz”.
No, primero tienen que liberarse de la fe.
Tienen que saber experimentar las cosas, tienen que saber intuir las cosas, tienen que saber verlas, y solo entonces su personalidad dirá a la otra vida: “No lo creas más, ¡no lo aceptes más!
No existe la condena, solo hay amor, solo evolución”.
Si se quedan con la mirada perdida en la palabra que el ser humano les ofrece...
Hace falta que me comprendan también a mí, que me acepten también a mí, tienen que poder creer en todo.
Les dije antes: ¡yo soy la ley misma!
Estoy conectado con la Omnisciencia de este espacio, el suyo, ¡mi palabra es verdad!
¿Por qué no lo aceptan? ¿Por qué no se adentran al cien por cien?
¿Por qué no se pierden? ¿Por qué no se dan por completo?
Allí yace el catedrático, allí yace el teólogo: “¿Qué debo hacer?”.
En la tierra aceptaba las cositas de la sociedad.
¡Arránquense esas medallas!
Primero tienen que concienciarse de que la sociedad es un mundo para despertar.
Todo lo que han hecho es maravilloso, han reconducido a la gente a Dios, pero de mal en peor; ustedes los han lanzado allí de una patada, ¿y ahora quieren que Dios los acoja y que bendiga su vida?
A nosotros no se nos bendice, ustedes mismos son bendición, porque estar bendecido significa: vivir una unión de todo lo que perciben en el espacio.
Eso ocurre de inmediato.
Ahora podemos educar a este ser humano.
Ha alcanzado una posición poderosa.
Las personas, la sociedad, el mundo hablan de este genio, de este milagro espiritual y por ahora mismo en la vida detrás del ataúd todavía carece de sentido, porque —y aquí viene— ¿qué han hecho ustedes con esto?
Dieron allí una animación imponente a su gente, la elevaron hacia Dios, hasta el espacio, tenían la palabra, una elocuencia que podía animar a la criatura de la tierra.
Pero ¿por qué volvieron a poner el alto delante de sus propios pies al condenar al Dios de todo lo que vive?
¿Lo sienten? Llegan a estar delante de la veracidad de la palabra, de lo que se dilata para la palabra, hasta que la palabra haya sido animada espiritualmente, hasta que reciba veracidad espiritual.
Y ahora pueden tratar con las personas, están ahora postradas a sus pies.
Ahora son cariñosas, ahora hablan, están dispuestas a hacer algo por ustedes.
Reciben espacio, son aceptados, siempre hay sosiego, siempre hay felicidad.
Son felices como unos niños, no puede haber nada en absoluto que los moleste, vivan donde vivan.
Aunque desciendan en las tinieblas, aunque vayan donde los demonios, ustedes son felicidad y siguen siendo felicidad, son omnisciente, pues saben: ¡están conectados con la verdad!
Lo hemos convencido: “Ande, acompáñenos.
Primero ‘el ataúd’... allí ha muerto usted.
Encima lo han incinerado, y puede darse por contento y feliz: es el incendio en su interior el que pronto despertará”.
Ahora la incineración tiene que disolverse.
¿Cómo?
Solamente por medio de la palabra.
Debido a que empieza a comprender ahora, debido a que ahora lo elevamos en la veracidad universal para el espacio, para cada cosa, para una esfera, para la paternidad y la maternidad, se disuelve ese incendio, él adquiere ampliación.
Debido a que es estrecho de espíritu, debido a que acepta esa condena, también está atado a ese proceso de incineración.
Y cuando hayamos llegado a ese punto, empezaremos con los sistemas espirituales.
Entonces lo llevaremos al Templo de la madre, al Templo del espacio.
Porque el espacio es madre y dice: “Puede tenderse aquí, enseguida vuelvo con usted”.
Pasan semanas, meses, para otros años y años, hasta que la vida se mueve, hasta que la vida vuelve a relajarse, hasta que el pensamiento experimenta un acto, pensando... pensando: ‘¿Quién soy?
Vivo en el espacio, estoy ahora detrás del ataúd’.
Ese cuerpo ya no dice nada, lo han perdido.
Todo lo que han hecho allí les pertenece, porque ¡es lo que ustedes son!
Cada acto es ahora un paso, es un fundamento, es la base.
¡Ustedes han densificado ese suelo!
Porque el ser humano que se olvida, el ser humano que vive a la buena de Dios, no tiene suelo en nuestro mundo.
Ese suelo, esa base, lo tienen que densificar ustedes mismos por los actos.
Entonces andarán por plasma astral hasta que se adentren en lo divino, y entonces vivirán el plasma divino.
Y entonces su templo será divino, sus pensamientos serán divinos.
Su vida será universalmente inconmensurable.
Por medio del amor, por medio de una palabra buena ustedes captan todo, absolutamente todo lo que se les acerque.
Ahora hay sabiduría.
Esta mañana me han regalado estas flores imponentes, hermosas... allí mi palabra misma es una flor.
Cada palabra —se lo dije mediante las conferencias anteriores— es una orquídea.
Conviertan una palabra en una orquídea, conviertan su amistad en una animación espacial, ¡viviendo la luz, la verdad, la gratitud, la justicia!
¿Difícil...?
Allí yace la criatura, reflexionando.
¿Cómo logran deshacerse de ustedes mismos?
No es posible.
Ahora ustedes no son deseo, no están sedientos.
Ahora la criatura despierta y pide: “Oh, Dios mío, dame una vida nueva, que pueda repetirla otra vez”.
Sí, ahora hay millones de personas que nos han precedido.
En las esferas viven billones de almas que con gusto vivirían el lugar de ustedes como seres humanos materiales, porque aún no comprenden esas leyes.
Para volver a experimentarlo una vez más, debajo del corazón material y dentro de él, palpando, viviendo, animando la circulación de la sangre material, el cerebro, el pensamiento, los tejidos materiales, y despertando después lo divino que hay en ustedes en la materia, en el arte, por la palabra, por un sentimiento, por la sociedad, por la amistad, pero sobre todo por su imponente ser uno solo: ¡su matrimonio!
Ahora cruza los labios de esta criatura la palabra: “¿Qué he sido para mi mujer?” y “¿Cómo fui para mi marido?”.
No es su marido y no es su mujer; no era su madre ni tampoco su esposo.
Es fuerza creadora, es el proceso de parir, es ser madre del espacio, ¡y ustedes lo ha descuidado!
El ser humano pega, el ser humano patea, el ser humano dice: “¡Sal de mi vida!”.
Pero ustedes echan a su deidad, sin importar cómo sea esa vida, porque sabemos —se lo hemos de demostrar— que la causa y el efecto los llevarán a ustedes a la célula de vida con la que tienen que ver por sus vidas anteriores.
Nada ocurre sin razón, para los sistemas divinos no existe la casualidad.
Entonces no habría sido necesario que Sócrates bebiera la copa de cicuta.
Y entonces no haría falta que el cristiano se avergonzara de que al Mesías se le crucificara.
¿Por la raza judía?
No, son ustedes mismos.
A esas cosas aún se las sigue crucificando, debido a que ustedes no quieren la verdad, señor catedrático, señor doctor, aún siguen deshaciendo.
Pues, tampoco es tan terrible para la sociedad, tampoco es tan peligroso, pero, veamos, por qué no acceden un momento a los mundos espirituales, a la vida de los sentimientos, su alma, su espíritu, su personalidad universal.
¿Qué luz irradia su ojo?
¿Qué es el silencio?
Adelante, hablen, hablen por fin... ¡por la verdad, por la gratitud!
Mejor siéntanse agradecidos cuando pueden hablar con un ser humano, porque pronto, detrás del ataúd, es posible que en miles de siglos ya no vean a nadie.
Adelante, ahuyenten a un ser humano, aléjenlo de una patada de su vida, y detrás del ataúd no tendrán a nadie.
¡Vivirán en un mundo donde no hay nadie!
Sí, claro que ahora pueden decir: amo esto y amo aquello.
No se trata de amar lo que poseen.
Eso es lo que en primer lugar tendrán que edificar si quiere entrar al Templo a la Madre, porque ¡ahora son un templo las madres de ustedes, los maridos de ustedes!
Claro que sí: también la fuerza creadora la puede vivir la madre.
Allí es donde está el Templo de la madre, y allí, del lado derecho, el Templo a la fuerza creadora, el organismo, ese hombre, ese padre, es para Dios... allí está la madre... y el Dios de todo lo que vive lo abarca.
Ustedes pueden vivir su irradiación dentro de la madre, pues ella y él son uno solo, es un sistema planetario y un sistema solar.
Es concienciación universal, gratitud, aceptación, felicidad, alegría de vivir, porque la justicia, interpretada como una flor, accede a las vidas de ustedes.
Y luego esta ríe y ustedes oyen música, y entonces pueden pronunciar la primera palabra, y es un poema.
¡Sí, entonces entra en ustedes la gratitud!
Deberían de ver a esos millones de personas allí, en las tinieblas, personas que se han entregado por Cristo, pero que andan al lado del cuerpo.
“Sí”, dicen los orientales, dice el espacio, “usted tenía materia, todo lo que dijo no era más que material, todo carecía de importancia, salvo para la sociedad, pero ¿cuándo habló su alma?”.
¿No es debido a eso que se originaron los libros que dieron concienciación a la humanidad?
¿No fue debido a esto que Beethoven y Mozart pudieron regalar a esta humanidad sus conocimientos radiantes, interpretados por los sonidos?
¿No interpretaron Rembrandt, Van Dyck y Tiziano con los pinceles su reino de colores?
¿No fue cada pincel conciencia sabedora, interpretada por colores?
Conviertan sus pensamientos en un reino de colores, dejen que ese espíritu sea tan radiante como la palabra, denle animación, porque es una parte de la personalidad de ustedes, ustedes mismos lo son.
Hay que hacer que la cosa más pequeña despierte, o en esa vida ustedes no significarán nada.
No serán nada allí.
Entrarán en una soledad en la que no se encuentra nadie, porque no hubo despertar, no hubo realidad, ustedes hacían las cosas de cualquier manera.
Y esta es, pues, la destrucción para ustedes mismos, esto nadie puede dárselo.
Resulta ahora que la genialidad no significa nada para la tierra si ustedes no aceptan la vida.
¿Qué es el arte? ¿Qué es un libro? ¿Qué es la sabiduría?
Todo lo que han construido en la sociedad se hundirá y se alejará de su personalidad si sus sentimientos, sus pensamientos no poseen ese amor universal.
Y para eso el Mesías fue al Gólgota.
Va a ser muy sencillo.
Póstrense, pueden hacerlo durante su paseo.
Si quieren saberlo: están postrados absolutamente siempre... es muy sencillo, todo es tan sencillo, es de una ingenuidad infantil.
Cada pensamiento que sintonizan con el grado espiritual es la postración ante la madre, la postración en el Gólgota.
Primero van a empezar con la madre.
¿Debido a qué han recibido la vida?
Es lo que empiezan a preguntarse.
Tienen la obligación de preguntárselo.
¿Por qué soy padre, por qué soy madre, por qué es esa la muerte, por qué hay demencia?
Llegan a conocer la disarmonía y más adelante a comprenderla, pero asimilan la armonía consciente por medio de la vida, por medio de la vida en la sociedad y por medio de cada uno de los pensamientos —es lo que espero darles esta mañana— por medio de absolutamente cada pensamiento yacen allí... se postran ustedes allí.
Se echan para meditar y para abrir sus vidas, y a la vez pasean por la sociedad.
Reciben su beso... reciben el amor.
Llegan a la madre, como hombres, y dicen: “Hija mía, que sepas que quiero aceptar absolutamente todo.
Hazme despertar”.
No hace falta que sean sentimentales, pueden ser alegres, deben albergar alegría, pero han de sentir y pensar conscientemente.
Llegan allí...
¿Con cuántas personas están en contacto, cada día, cada semana, en un año?
¿Qué han hecho con un día?
De verdad, los místicos decían: “Primero voy a meditar”.
Nacieron sectas, empezaban a rezar por la mañana, se aislaban.
Eso no hace falta para nada.
Es muy sencillo.
Cuando despiertan y miran por el espacio y dicen: “Vuelvo a estar vivo y esta vida no tiene fin y pronto voy a prepararme para la sociedad.
Estoy alegre”.
Y entonces deberían fijarse en lo que ocurre cuando también los demás empiezan.
Cuando empieza la madre, cuando empieza el hombre y ustedes pueden darles algo a sus hijos, entonces logran llevar los sistemas educativos hasta sus vidas, y cuando esa educación se vive de verdad y ustedes ya están agradecidos de que ese ser esté con ustedes y de que lo cuidan... ay, santo cielo, ¡lo profundo que se hace todo!
Aunque no tengan nada en la sociedad, jamás podrán vivir alguna cosa agradable, ¿qué supone...?
Poseen el espacio mismo.
Pronto tendrán las grandes alas.
Van construyendo las grandes alas por un pensamiento, por un acto.
No violan cosas espirituales.
Aman.
Si ven delante de ustedes las desgracias y la miseria, la destrucción, los horrores de un mundo inferior, entonces no suplicarán: “Denme una tarea”, sino que se convertirán en pasión y violencia; algo que André les dejará claro por medio de otras sesiones y uniones, y para lo que nosotros lo animamos; cada una de las palabras llega a nosotros.
Entonces ustedes se convertirán en animación, se convertirán en gratitud, serán benevolentes y en primer lugar justos.
Empezarán a analizar, empezarán a ser un pensamiento, ¡que tendrá animación viva!
Cada hora será una gracia, porque siempre yacerán a los pies de los maestros, y sin embargo... postrados ante el amor, porque el Templo de la madre es el amor universal.
Y, por favor, miren ahora cómo es un hombre, cómo puede ser una vida verdadera; y ahora pueden hacer feliz a una madre.
Cuando ella no quiere absolutamente nada, entonces avanzarán.
Cuando una criatura... les daré la prueba —cuando esta criatura esté aquí— de cómo vivo con usted, de cómo Dios es uno solo también con ustedes.
Cuando esta semana tuvieron la sesión y llegó una madre a André: “Mi marido quiere echarme de casa porque vivo estas cosas.
Mi vida está quedando deformada, me pegan porque quiero enriquecerme”.
¿Qué clase de individuo es ese?
Yo estaba al lado de André, lo oí.
Entonces André dice: “Puede irse, sin miedo... deje que visite a un abogado, tranquila”.
En el pasado llegó otra madre más... y entonces ese abogado dice: “Yo también leo esos libros, señor, de ese hombre.
¿Por eso quiere divorciarse?
¿Porque un ser humano quiere prepararse para Dios y Cristo?”.
Esas personas sin duda existen, algunas veces es el hombre que siente y quiere vivir la animación universal, y algunas otras es la madre.
Y cuando esas vidas no entran una en la otra, cuando uno dice: “No quiero nada de eso”...
Ni siquiera hace falta que lo diga, pero nosotros, el mundo, el espacio lo ve, lo siente: “No quiero nada de eso, no quiero ese sentimentalismo”.
Pero ¡ustedes están parados!
Algún día irán, irán unos con otros; se entregarán, no perderán nada, solo se convertirán en algo.
Llegarán a ver sus fundamentos.
Estense postrados entonces.
No quieren aprender, no quieren felicidad.
Piden y suplican amor, pero no lo reciben, es que no dan nada por él.
Primero tienen que querer echarse, por favor, háganlo por un ser humano.
Tienen a Cristo, tienen el Gólgota, ya no son turistas.
El turismo en Jerusalén se puede vivir en su corazón, en su sociedad, en sus cosas cotidianas, pues la verdad y la falsedad les dirán: “Sí, aquí todavía no hace falta que vengas”.
Imaginarse que quieren hacer algo sin que lo hacen, sin que sean capaces, eso la sociedad lo ve.
Deshacer algo de la criatura que les pertenece, eso es lo que Dios oye, eso es lo que las leyes sienten, ¡ustedes de inmediato quitan la luz del espacio y se oscurecen a sí mismos!
Ustedes no yacen allí; corren, vuelan, ¡día y noche pegan a la vida!
Ahora solo les queda aceptar y demostrar lo que saben hacer.
Cuando Cristo preguntó a los apóstoles: “¿Quieren (Queréis) seguirme?”, ellos lo hicieron por sus propios sentimientos, pero había millones de personas que ni siquiera querían hacer eso.
Cada palabra —se lo aclaré— es destrucción o bien construcción.
La ingratitud en la sociedad —eso pueden acogerlo a la primera— ya forma montañas.
Pero la gratitud los conduce a la benevolencia, la gratitud los lleva al yo bendecido, a la palabra verdadera, a la aceptación alegre, ese: “Yo soy uno solo con usted y yo soy de ella, y ella es de él, es mía”.
Ustedes tienen una figura propia, han adquirido una personalidad y esta tiene que ser llevada al despertar.
¿Cuándo empiezan a tenderse ante el Templo de la madre, como hombres? ¿Y la madre para su animación creadora, para su justicia, su amor, su Jerusalén?
Cristo...
¡Es Él para quien vivimos y morimos!
Es Él quien aseguró la luz del espacio por Su sangre; sí... pero por medio de sus actos será que la restituirán a Su vida, cada pensamiento es una gota.
¿Qué quieren? ¿Cuándo empezarán?
No se trata de darles una paliza.
Quiero vaciarme llorando por su vida, es lo que decimos, incluso quiero morir por ustedes, quiero hacer absolutamente todo, pero cuando ustedes dicen: “No quiero nada de eso”, entonces yo y ellos, Él, todos estamos sin poder hacer nada, y no podemos alcanzar nada.
Entonces por fin tiemblen debajo de su corazón, ¡sucumban por una buena acción!
Una y otra vez quieren sucumbir por injusticia, ingratitud, incomprensión.
¿Por qué no sucumben entonces por amor verdadero? Dios vendrá a ustedes.
Cristo está sentado a su lado en los escalones delante del Templo y dice: “¿No me han conocido?”.
Está cerca de ustedes, pero también está lejos.
Cuando crean y puedan aceptar... piensen entonces: han recibido una personalidad, empezarán a ver las cosas cuando sepan: Dios es Amor...
Acojan en ustedes los siete sistemas fundamentales... amor, justicia, luz, vida, amor, madre y padre...
Por ejemplo, la Trinidad: ¿qué es padre, qué es espíritu, qué es hijo?
Como madres ustedes también son hijas de Dios, como padres son criaturas divinas.
Conviértanse en hijo, conviértanse en madre, conviértanse en hermana y hermano.
Por favor, mírense por fin a los ojos con veracidad humana y para ustedes mismos irán construyendo felicidad de las esferas, felicidad infinita, ser uno solo.
Cuando una madre se desfigura ella misma, cuando gruñe y grita y destruye, ¿cómo pueden ustedes entonces inspirar animación a la fuerza creadora para el espacio?
Han recibido contacto espacial por su maternidad.
Viven en un paraíso, en un Edén, a diario se encuentran en el Jardín del Edén, pero... ¿les ha entrado el estar velando? ¿Ha llegado hasta ustedes?
¿Duermo o no si la inspiración sagrada habla a mi vida desde el espacio?
¿Están ustedes despiertos?
Despierten... ¡están dormidos!
Cuando el maestro empiece...
Llega una criatura, una madre, millones de problemas, hay personas, llega una madre detrás del ataúd y mira a un par de ojos.
“Conozco esos ojos”, dice.
“¿Dónde los he visto?
No será usted mi marido, ¿no?”.
El maestro la deja hablar.
“Ande, venga, hija mía...”.
Una de primera, una buena madre, una con vida, con animación, con la sensación suplicante de una criatura, una figura inmaculada, bella, imponente.
Ella mira los ojos que no son suyos, porque no los conoció.
Su marido vive en otra parte, allí en esas tinieblas, de pronto lo perdió...
¿Lo entienden? Después de lo erróneo viene de inmediato el bien, y este iba a empezar a hablar y dice: “Dame tu mano y te llevo otra vez a los templos de Ra, Ré e Isis.
Hemos conocido millones de vidas, criatura mía.
Íbamos por la vida juntos, como hombre y mujer.
Sentíamos el roce divino, cómo empezó a manifestarse Dios.
Nos hicimos sacerdote y sacerdotisa, y entonces empezamos a respetarnos.
Yo sentía veneración por usted... miraba a sus ojos, durante meses y meses.
Íbamos a andar por la naturaleza.
Llegaron a nuestra vida las flores, empezaron a trinar los pájaros.
Una serpiente, una bestia salvaje nos reía, porque no éramos otra cosa que felicidad, alegría por vivir y benevolencia”.
Hijos de esta tierra, entre esta vida y aquella había miles de vidas, y la luz de esa vida en particular irrumpió y volvió a llegar al verdadero núcleo cuando se hubieran vivido la causa y el efecto.
Pues tendrían que sentir ese amor sagrado.
¿Una vida extraña?
No... no hay nadie en el mundo —pronto podremos desvelarlo a su vida— que no haya recibido ya esa vida; ustedes ya la han experimentado como hombre y como madre, como fuerza creadora y que da a luz.
Ustedes se conocen desde hace mucho tiempo, ¿por qué no acogen esa unión?
Es para el erudito: adelante, mejor pierdan su genialidad, porque ¿qué es lo que han hecho ustedes por la tierra?
Cañones.
No es necesario que vayamos a hablar con esa gente, y sin embargo a su vez se pueden ver en eso personalidades imponentes, hermosas.
Es lo único que saben hacer.
Dicen: “Sí, de todos modos el ser humano no quiere otra cosa, entonces mejor a través de la destrucción a la concienciación”.
Y es por eso —también se nos concedió dárselo, hemos tenido que dárselo, o les habría faltado un fundamento... por medio de ‘Los pueblos de la tierra’— que el ser humano quiere ir al desarrollo a través de la destrucción.
Pero ustedes son individualistas, pueden hacerlo ustedes mismos.
Tienen que suplicar para que tengan el deseo, tienen que empezar a reforzar esa voluntad, cada día un cierto número de gramos de sentimientos encima de esa voluntad para hablar una sola palabra.
No... no tanto, porque ustedes ya son un montón de incomprensión, ¡un montón de ingratitud!
¿Cuándo lo roerán hasta hacerlo bajar un poco?
Y tomen solamente un pensamiento pequeño, nimio, una palabrita: quiero ser verdadero, quiero comenzar.
¿Con qué comenzarán?
Una y otra vez, es tan sencillo pensar en el bien, ver el bien.
No hay nada malo, aunque vean allí al asesino, al ladrón, aunque allí vean y vivan la pasión, la destrucción.
Todo es bueno, solo que ustedes no tienen que ver con ello, ¡no lo hacen!
Así empieza cuando ustedes quieren animar y cuando entonces empiezan a hablar a su mujer, a su marido...
No tiene misterio auparlos mejor en el espacio y decir: “Sí... eh... eh..., la luna era madre y algún día estuvimos en la vida de las células.
Y las esferas de luz... puedo aclarárselas ahora mismo, hay una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete ¡y después vamos al cuarto grado cósmico!
¡Psss!
¿Qué pinta esa sociedad?”.
Pero ustedes son demasiado flojos para servir, olvidan su prosperidad material, dejan que su mujer e hijos se mueran de hambre, deforman esas vidas.
Entonces ese espacio tampoco significa nada, entonces los planetas no tienen nada que decirles, ni los templos ni la maternidad o paternidad.
Son unos inconscientes, ¡unos gritones!
Antes que nada, tienen que encargarse de que los pasos que den sean buenos, de que ustedes sean normales en la sociedad.
Cuando simulan una enfermedad, no puede haber mejora, ¡la voluntad tiene que entrar en ellos, a la fuerza!
No hace falta que descansen, días y meses, la enfermedad misma los obligará a hacerlo.
Respetarán la enfermedad verdadera, pero no las palabrerías.
Vamos, piensen en lo que dicen.
Despréndanse de todo lo que tiene la tierra.
No sigan el comunismo, pero vayan algún día al Getsemaní y palpen el silencio, el carácter que anima sus vidas con elocuencia, que las cuida, ¡que es para ustedes como un padre y una madre!
Pero no lo hacen.
Tienen miles de pensamientos, la gente se cansa de su palabrería, ustedes no oyen ni una sola palabra verdadera.
Vayan a escuchar, algún día, lo que dice la gente, vayan a sentir, algún día, lo que la gente tiene para darles, así aprenderán a callar.
¿Es que ustedes no tienen nada que decir?
Cuando la gente quiere venir aquí para convencer a la vida, para hablarle a la vida; ¿por qué vienen ustedes si sienten que todavía no tienen nada?
Inténtenlo por Dios, inténtenlo en el Getsemaní, ¡en el Gólgota!
¡La luz de la Santísima Trinidad los ahuyenta de Jerusalén!
Primero tienen que saber desprenderse de su sociedad.
¿Tienen que ser capaces de animarse ustedes mismos?
No, ¡a la otra vida!
Hablar y hablar y hablar no dice nada, lo he visto... no significa nada si no se ponen con ello.
Algún día tendrán que hacerlo.
¡Cuántas cosas no tienen que dar al hombre como madre!
Sí, como dijo André —y entonces saben que día y noche estoy con ustedes, lo están los maestros; que cada palabra suya, porque están aquí, llega a las esferas de luz—:
“No zurea suficiente, es certeza sagrada.
Nosotros zureamos día y noche, pues tenemos ‘las alas’.
Somos atentos, somos gratitud.
Tienen que vernos a nosotros para poder infundir animación a un ser humano, cuántas veces se nos infunde animación, y en qué medida, si la sensibilidad materna habla debajo de nuestro corazón.
Entonces las orquídeas salen volando de la vida de ustedes y de la mía, y esas sí las acepta el Mesías.
Entonces llega la gratitud, llega la luz eterna, entonces llega la reconciliación”.
Seres humanos, seres humanos, hijos de Dios, ¡comiencen!
¡Comiencen por fin y háganse conscientes, despierten!
Si no les gusta, tengan conciencia, comprendan: viven en la inconmensurabilidad.
Son universales, son macrocósmicos, tienen paternidad y maternidad.
¡Sean amor!
Comiencen a aprender a reflexionar... en nuestro mundo, lo hayan aprendido o no, reyes o reinas, príncipes o princesas.
Cuando se les acerque el maestro —tiene que hacerlos despertar—, entonces han de callar y están agradecidos.
Lo absorben todo.
Pasan siglos y siglos antes de que hablen la primera palabra... y esa primera palabra es una ley, es verdad, es gratitud, es benevolencia, justicia; es amor, vida, espíritu, alma, padre y madre, Dios, Cristo, Getsemaní...
Sí, la primera palabra es “Gólgota”.
Vaya manera de haber podido despertarlos en la primera mañana, ¿no?
¿Se me concedió darles algo?
Entonces llevo esa orquídea al Gólgota o la deposito a los pies de una madre, porque se me concede recibir su primer beso espiritual.
¡Y algún día tendrán que vivirlo!
El beso... cada palabra... cada palabra es ahora un beso, el beso de Cristo, ¡el amor de Dios!
El amor hacia todo y todo lo que se les dio por Sus revelaciones divinas, que es vida, luz, amor y espíritu, pero hacia todo —han de aceptarlo— verdad universal... ¡hacia todo!
Les deseo el silencio.
Muchas gracias.