El mundo espiritual para el ser humano

Buenos días, hermanas y hermanos míos.
Esta mañana les ofreceré la conferencia ‘El mundo espiritual para el ser humano’.
Pero antes de conectarnos con eso, en primer lugar una breve introducción de lo anterior, para que quienes estén aquí por primera vez entiendan y comprendan de qué se trata en realidad.
Hemos hablado de la Omnifuente, y desde esta, el Omnisaber, la Omniluz, la Omnivida, la Omnialma, el Omniespíritu, la Omnipaternidad y la Omnimaternidad se ha originado Dios.
La Omnifuente se manifestó en el espacio y eso empezó debido a que llegó el empuje, y este produjo nebulosas.
La ciencia puede decirles: “Así es, así fue que surgió la primera vida”.
De esta manera empezó la creación.
Fueron las primeras posibilidades para las revelaciones de Dios, que se ha manifestado materialmente.
Luego continuamos, se llenó ese espacio, cambiaron esas nebulosas, se manifestaron después como nubes.
Esas nubes se oscurecieron y después se hizo la luz.
Llegamos a conocer a Dios como la luz viva, aceptamos esas leyes.
Y esa luz se ha vuelto a dividir en este espacio.
Ahora Dios se dividió, ahora llegamos a ver a Dios como un Padre de luz en miríadas de partículas.
Esas miríadas de partículas son el macrocosmos, son los planetas y las estrellas que pronto viviremos, dentro de siglos, de eras, y entonces podremos seguirlas, por lo que llegaremos a controlar nuestra existencia humana.
Es lo que hemos seguido.
La Biblia no escribe sobre eso, pues esta empieza a escribir y pensar y sentir acerca de las revelaciones de Dios desde un sentir humano.
La Biblia se escribió en un momento en que la creación ya pertenecía al pasado desde hacía millones de años.
Si pueden aceptar esto continuarán, y si no pueden hacerlo, para esta vida y para el espacio se detendrán... ¡estarán en un punto muerto!
Cuando ocurrió la división para el espacio —esto lo saben—, volvió a haber tinieblas, pues cada partícula tomó de esa luz divina tanta conciencia como luz.
Esos planetas que ahora se manifiestan continuarán esa evolución.
Pues pronto tendremos que confirmar que toda vida, toda chispa posee la esencia divina y tiene que propiciar el proceso de reproducción, para que la vida evolucione y vuelva a Dios.
Pero por lo que constatamos y tenemos que aceptar que se manifestó esa vida que ha surgido por estas divisiones, que tiene la obligación de representar en el estadio más elevado al Dios de todo lo que vive, a la Omnifuente, al Omniamor, a la Omnivida... ¡al Omnigrado divino!
Y es a donde nos dirigiremos esta mañana.
Un viaje desde la tierra, espero —o continuaremos en la siguiente conferencia—, un viaje desde la tierra al Omnigrado divino, para que sepan que en ustedes vive la esencia divina.
Hemos establecido contacto con ese primer globo astral, que es la luna.
Pronto también sabrán por qué ha muerto la luna, por qué la luna ya no tiene vida, todo eso lo encontraremos.
Pero entonces entraremos al estadio actual, al que pertenecen ustedes.
Sin embargo, para el espacio, cuando empezó esa primera vida, vimos lo que había ocurrido en el espacio, que ese planeta, un cuerpo de madre —es la luna, es un cuerpo de madre, un proceso de parto— ha adquirido el control de esas leyes.
Y entonces les irá quedando claro y además podrán vivir y... (inaudible) aceptar, después, que ese macrocosmos, como hemos visto y se nos concedió aclarar, ha sido creado para el microcosmos, para ustedes como seres humanos, para el reino animal y la madre naturaleza.
Solo entonces comenzarán a ver y vivirán que son seres universales y que la sintonización divina, también esa reproducción y todos los rasgos de carácter originados desde esa Omnifuente se han puesto en manos de ustedes.
Les dije: entonces ya no habrá complejos de inferioridad, entonces poseerán espacio.
No... ustedes lo serán de hecho y empezarán a ver y comprender la vida de manera muy distinta.
Comienza la luna, surgen las nebulosas.
La luna vive ahora en la palma de la mano de ustedes.
Aparecen células embrionarias.
Después de esas separaciones aquellas células adquieren una existencia propia, una entidad propia, y ahora la creación ya ha empezado antes del ser humano.
Pero pronto el ser humano abrirá los ojos, tienen que nacer los sentidos.
A ustedes se les dará a ver el renacer.
Allí nos hemos detenido donde esa primera célula, donde ese primer roce.
Hemos vivido los estadios previos, es decir las transiciones antes de que esa célula estuviera lista para parir, para estimular esa reproducción.
Lo hemos vivido, lo hemos retenido.
Nos hicimos uno solo con esa célula y aceptamos la muerte, que no existe.
Hemos visto que esa célula se desgarró, que se dividió, que dio la vida a otra célula, que se originó una nueva vida, una nueva división, pero que esta primera vida tuvo que aceptar una muerte, una detención.
¿Lo recuerdan?
En ese momento la esencia, la esencia divina, salió de esta vida material, que ya era material, y accedió a un mundo nuevo.
Y ese mundo, pues, pertenece ahora... pertenece al ser humano, pero ese vuelve a pertenecer directamente a la esencia divina, ¡a la Omnifuente!
Por ese mundo... que llamamos el mundo de lo inconsciente, donde el alma, la esencia, vuelve a prepararse para vivir un nuevo nacimiento, pronto volveremos a verlo, pero entonces en estado consciente, y ese será el más allá para ustedes.
Enseguida continuaremos y veremos que durante todos esos siglos, todos esos millones de años que han pasado, la célula, el ser humano, atravesó las aguas, tuvo que aceptar la vida fuera del agua y después de esto... (inaudible) evolucionó materialmente, interiormente.
Cada vida aportó espacio.
Hemos constatado que allí vimos la primera vida y que pudimos seguirla como una célula, pero después de millones de años vimos que esa vida había crecido hasta convertirse en pez.
El ser humano vive en las aguas.
Todo se ha originado en las aguas.
La ciencia puede... puede confirmárselo, esas leyes ya se han aceptado y se han establecido, hemos visto esos fundamentos.
La ciencia sabe ahora: todo lo que vive recibió conciencia acuática.
Todavía pueden constatar su aparato, su sistema de branquias; el médico puede mostrarles y aclararles que esas posibilidades aún están presentes en la vida orgánica.
Son fundamentos, y sobre ellos seguiremos construyendo y lo haremos pronto, para el alma, para el espíritu, para Cristo, para Dios, para ustedes mismos, para su vida interior, su mundo astral, el mundo, el mundo espiritual para el ser humano, el ser humano detrás del ataúd.
¿Cómo ha nacido todo esto? ¿Cómo se ha originado?
Seguiremos esos caminos.
Hay un solo cordón divino que nos conecta con esas leyes divinas.
Hemos visto y vivido, cuando aquí pudimos separarnos en el estadio más elevado de todos, que el animal —allí, en esas aguas— empezó a tener la sensación de salir a la tierra y experimentar algo, recibir algo.
Hemos constatado y preguntado: ¿por qué este animal quiere salir de las aguas?
Porque lo sabemos sin duda y con seguridad: aquí habrá una muerte.
Esos órganos todavía no habían llegado, ese animal aún estaba sintonizado con las aguas y no con la tierra.
Esa vida orgánica todavía tenía que revelarse y se crearía a sí misma, por lo que el ser humano adquiriría conciencia terrenal, suelo firme bajo los pies.
Todo eso llegamos a conocerlo, pero aquí es donde reside la esencia —se lo he dicho— para el renacer, para la paternidad, para la maternidad... los universales fundamentos divinos para poder continuar, ¡para poder evolucionar!
Y es lo que hay aquí, en este lugar, donde nació esa primera celulita, donde surgió esa división.
O deberíamos haber aceptado, si esa alma o esta vida no hubieran conocido evolución, que aquí se habrían asfixiado las creaciones divinas.
Ese fue el final de la vida.
Pero ¡la vida continúa!
Ha nacido vida nueva y ahora resulta, enseguida, cuando nos sintonicemos con el estadio actual al que pertenecen ustedes, resulta que en esas precisas leyes no ha cambiado absolutamente nada, que esas mismas esencias están todavía presentes en el actual estadio humano y que esto no es una muerte, sino que tiene que ser reproducción, que tiene que significar evolución y que ustedes como seres humanos en este momento están conduciendo su esencia divina a la revelación material y espiritual.
¿Lo comprenden?
Estos son los fundamentos divinos que echamos y ahora el universo está abierto para nosotros.
A esa primera célula la atrajo el niño, o sea que había nacido de esa fuerza.
Esa célula encontró sosiego en el mundo de lo inconsciente.
Es un mundo invisible, pero ¡en el que vive esa esencia!
Esa esencia desciende hasta en el primer estadio, empieza a haber tranquilidad, silencio...
Y en el tiempo en que nació la vida por medio de estas primeras células, en que está preparada para continuar la reproducción, para participar en las revelaciones divinas, para manifestarse ella misma, para espiritualizarse y materializarse —¿verdad?— fue posible atraer a esas dos almas y vemos que llegamos a conocer la primera muerte, que no es muerte, que tiene que ser la transición.
Aquí aprendemos a ver la paternidad y la maternidad.
Vemos la reproducción, el proceso evolutivo, y esto sigue eternamente hasta que el ser humano, hasta que esa esencia sea capaz de representar en todo a Dios, a la Omnifuente.
Ahora bien, ¿cómo vuelven estas células a Dios?
Están aquí sentados delante de mí como seres humanos, pero ¿cuándo es que son divinos?
Hemos visto que el animal ha abandonado la luna, que pudo aceptar la vida terrestre, un proceso de muerte, que experimentó una separación de la vida interior y la materia.
O sea, el alma, la vida interior de este organismo material, se liberó.
Nos hemos conectado con esa vida.
Nos atrajo otro cuerpo, nos preparó la luna como madre.
Porque cada célula, por más grande, por más insignificante que sea, desde luego que se multiplicará, lo que significa para la Omnifuente: fomentar el proceso de reproducción para ustedes mismos, hacer que se desarrolle para el espacio la evolución, la reencarnación, la paternidad y la maternidad, por lo que a todos esos sistemas los llegarán a controlar conscientemente como seres humanos, como vidas.
Y esa fue la intención de la Omnifuente, por la que ahora se ha originado Dios.
Les he aclarado, y es lo que les dice el libro ‘Los pueblos de la tierra’, que la palabra “Dios” solo tiene significado para la tierra.
Pero Dios es la vida en el espacio, ¡son ustedes mismos!
Son parte de Él, una parte de Ella, de la madre, la Omnimadre.
Porque el proceso de parto da al ser humano, dio a la vida, la posibilidad de echar fundamentos nuevos para una conciencia nueva, elevada, espacial.
Para la paternidad, para la maternidad, para la luz, la vida y el amor...
¡Ustedes se convertirán en amor!
Pronto llegaremos a conocer las leyes para Sócrates, para Platón, para Aristóteles, los sistemas filosóficos, cuando entremos a la conciencia para la tierra y estemos ante el: “¿Soy sincero? ¿Soy cariñoso? ¿Soy justo? ¿Cómo es mi sociedad? ¿Cómo siento y pienso?
¿Qué significa todo esto?”.
Entonces depondremos universidades a nuestros pies y estaremos encima de ellas, y después por fin podremos decir: todo esto me pertenece.
Hemos visto, hermanas y hermanos míos, que desde la luna fuimos a un planeta de transición.
A ese planeta de transición, la vida de transición, lo alimentó la irradiación de la luna —esa luna había alcanzado una irradiación consciente—, ese planeta la absorbió.
Les he mostrado rápidamente la diferencia.
¿Debía ese planeta de transición vivir en el aura de la madre, era así, o sea, en la atmósfera de la luna?
Era imposible, porque entonces esa vida no recibiría conciencia nueva.
Así que planea... ese planeta de transición planea en algún lugar del espacio, pero absorbe el aura viva, consciente, radiante de la luna.
¿Está claro?
Hemos visto que así se ha densificado la vida.
Se nos atrajo.
Hemos alcanzado la conciencia, hemos despertado.
Acogimos tanta sensibilidad de ese globo astral en nosotros y ahora lo hemos visto: se generó una nueva vida en una nueva fuente, en un nuevo espacio.
Teníamos autonomía, pero volveríamos al estadio embrionario, porque estas son las leyes divinas por las que una nueva vida recibe la posibilidad existencial para el espíritu y la materia.
Ustedes aún son madre y el niño aún tiene que empezar en el primer estadio de todos, desde la vida y el grado de vida embrionarios.
La vida nueva nace dentro de la madre.
¿Es así... o no es así?
Son leyes divinas fundamentales y son inamovibles, ¡esas leyes son revelaciones!
Un nacimiento como vida embrionaria es una revelación divina y una ley.
Y así veremos cómo volveremos ahora al Omnigrado por medio de esas revelaciones, por ese preciso nacimiento, por esa paternidad y esa maternidad.
Hemos ido y llegado tan lejos hasta que desde el espacio...
Hemos vivido Marte, hemos seguido los planetas de transición que entre Marte y la tierra —la madre tierra— han recibido un lugar en este espacio, para estas revelaciones, para esas creaciones divinas.
Hemos sentido suelo firme, hemos vuelto a aceptar la tierra y hemos constatado en ese momento que la tierra posee exactamente las mismas leyes que la luna.
Pero no que Júpiter, Saturno, Venus, Urano y otros planetas, ahora seguiremos eso, vamos a adentrarnos en la creación.
Hemos asistido a conferencias para analizar la paternidad y la maternidad para el espacio.
Porque así ponemos a nuestros pies, como seres humanos, los fundamentos para este mundo en la tierra, y entonces seguiremos construyendo para acceder al mundo espiritual para el ser humano.
¿Puede ser más claro?
Si retienen eso, puedo seguir, y entonces tienen, si vienen por primera vez, tienen que leer los libros —se lo he pedido y lo vuelvo a hacer— ‘El origen del universo’.
Y entonces seguirán exactamente cómo se han originado las leyes.
Tomen el libro ‘Los pueblos de la tierra’, allí verán el inicio —porque vamos encontrándonos con todas esas leyes— allí verán el inicio de las creaciones, el inicio de los infiernos, de los cielos... y sobre todo cuándo esta humanidad recibió una fe.
¿Dónde se originó ese protestantismo, el catolicismo, y a raíz de qué nacieron el budismo, el islam?
¿Qué significan todas esas sectas en la tierra para ustedes como seres humanos?
Veremos que la fuente esencial vive debajo de su propio corazón humano y que recibe animación de su vida y conciencia, del curso de sus pensamientos, de sus rasgos de carácter, y que esos son los que constituyen los fundamentos.
Y después podrán vivir que con cada uno de sus pensamientos toman el control destructor de las revelaciones divinas, pero que también pueden impulsarlas con animación, por lo que se manifiesta lo definitivo y les dice: miren, algo ha despertado dentro de ustedes.
Resulta entonces que por medio de nuestra vida terrenal, ustedes por su paternidad y maternidad, por su tarea en la sociedad —sin importar lo que sean— tenemos que fomentar, impulsar, animar la esencia divina y reconducirla al grado de vida divino y consciente.
Para allí representarlo a Él, para representarse ustedes mismos para todos esos millones de espacios, porque ¡entonces ustedes serán una deidad!
La primera conferencia les dio y les dijo: Son dioses, es lo que son, ¡y queremos demostrárselo ahora!
Aún no llegamos a la tierra, primero nos quedamos otro poco en el espacio y desde el espacio seguiremos y fijaremos algunos fundamentos, analizaremos problemas, pondremos piedras para dar una seguridad a este edificio divino, por lo que se manifestará esa autonomía divina para ustedes mismos, para su vida, para su paternidad y maternidad, ¿verdad?
Y eso significa: hemos visto que toda vida posee la autonomía divina, que cada célula, sin importar cómo sea ni dónde viva esta —basta con mirar la naturaleza, basta con mirar una flor, basta con mirar la vida del insecto, la vida animal—, que todo lo que vive está ocupado en su evolución; paternidad y maternidad.
¡Les he aclarado que el espacio quiere ser únicamente paternidad y maternidad!
Y aquí estamos, ahora hemos venido para las clases universitarias, ustedes son eruditos, son astrónomos, y desde el espacio de regreso a la tierra, vamos a mirar qué aspecto tiene ese espacio para el pensar y sentir humanos de nosotros, de ustedes.
Y entonces hay muy poco y ahora las cosas se tornarán muy sencillas.
Tal vez se amedrentan ante la cosmología y dicen: me da vueltas la cabeza.
Ahora solo tienen que aceptarlo: el espacio es únicamente madre y padre... ¡no hay más!
Este imponente espacio, en el que millones de estrellas y planetas y soles han encontrado un lugar, es únicamente padre y madre, no hay más.
Y ¿dónde viven esa paternidad y maternidad?
Lo hemos visto: Dios es creador, Dios da a luz y gracias a que llegaron los planetas, gracias a que se manifestaron el sol, la fuerza creadora, los sentimientos animadores, y a que se han materializado, cristalizándose —se lo he dicho y aclarado—, el sol se manifestó como luz.
Y fue allí que llegó la maternidad, el planeta que acogió esa luz, y fue cuando volvió a haber densificaciones —se lo conté hace un momento—, volvieron las nebulosas, volvió a haber separación, y ahora ya vamos viendo cómo para el cosmos, ese cosmos infinito, se va originando una maternidad que pueden aceptar ustedes con los brazos abiertos.
La luna es madre y el sol, padre.
La luna es el proceso de parto para el cosmos y el sol es la fuerza creadora para dar lo más elevado de todo a la vida, para lo que han nacido estas cosas maravillosas.
Pero además y en primerísimo lugar vemos ahora que todo este conjunto se encuentra y vive debajo de su corazón humano.
Y que ustedes, al experimentar evoluciones, al poder vivir renaceres, han acogido en ustedes la esencia de su sociedad, la esencia para el arte, ese espacio.
Que, cuando viven en la tierra, cuando poseen conciencia espacial, pronto les quedará claro cuándo podremos tomar en nuestras manos ese grado definitivo como la autonomía espiritual.
¡Y verán y sentirán y aceptarán que son dioses!
El ser humano es una vida eterna.
El alma, que posee la esencia divina y que ha recibido esa sintonización como una autonomía, y sin que importe dónde se encuentren ustedes en el espacio, está esforzándose por vencer este espacio, este macrocosmos, este universo, cuya sabiduría asimilarán ustedes.
Si no pueden aceptar la reencarnación, el renacer, volverán a quedarse detenidos.
Nos fuimos de la luna...
En la luna —se lo dije— hemos tenido que aceptar, como seres humanos, millones de vidas.
Hemos vivido eras.
Porque si tuviera el deseo de conectarlos de inmediato con esas injusticias que les pegan al mismo tiempo para esta vida, para esta conciencia social respecto de la iglesia, de Dios, de Cristo y de la Biblia, de todos modos no podrían aceptar que la criatura de la selva tenga que quedarse allí y que ustedes aquí, en esta raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), lo posean absolutamente todo, todas esas cosas agradables.
Tienen luz, tienen vida, tienen alimentos y allí un hijo de Dios vive en un estadio de la selva debajo de la tierra.
¿Podrían aceptar desde su conciencia humana que Dios privilegie unas vidas y desfigure otras?
No lo creo.
En la tierra hay —gracias a Dios— millones y millones de personas que ya no quieren poseer estos sinsentidos.
Cada criatura teosófica, metafísica está lista para decir: “Ellos tienen que vivir grados”.
Esos grados se han originado desde el cosmos.
Pronto el ser humano en la selva vivirá la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) y relevará de ustedes y para ustedes su La Haya y su Ámsterdam —sea donde fuere que se encuentren ustedes— para prepararse para el siguiente paso, para el que ustedes se preparan y quieren estar preparados: acceder al mundo espiritual para su vida interior, con el que quiero conectarlos ahora, esta mañana.
En la siguiente conferencia, en el siguiente contacto como este, espero haber llegado al punto en que podamos volver a hablar de la conciencia terrenal, y entonces tendré que comenzar en la selva donde esta gente de tez oscura, donde esos negritos (véase el artículo ‘Anti racismo y discriminación’ en rulof.es), para conducirlos a ustedes hacia su propia sociedad a través de esos grados, de los grados materiales.
Y entonces estaremos ante los rasgos de carácter, las injusticias universales —pero que son verdades realmente divinas— que entonces recorreremos, viviremos, uno por uno, y cuya esencia espiritual constataremos después.
Para definir para nosotros mismos, para su deidad, los fundamentos legales y recibir las grandes alas para el espacio.
¿Qué más quieren?
Aquí en este espacio —ustedes viven en el universo— solo el sol y la luna tienen significado.
Los planetas de transición son órganos filiales, fraternales.
Ahora se comprueba que Marte y otro planeta y la tierra son hijos del sol y de la luna.
Y pronto ese hijo continuará la tarea —como ustedes lo han construido para su vida casera—, no para su sociedad, sino la vida.
La madre da la vida a su pequeña hija y esa hija se hace madre y también ella tendrá sus hijos.
Ella atrae; da a luz y crea.
Precisamente esos planetas, esa posesión, esa conciencia que el ser humano tiene en sus manos, los hemos recibido por esas transiciones, por esos planetas espaciales, por esas fuentes vitales, y por medio de eso existen y se echaron los fundamentos humanos.
Resulta ahora que Júpiter, Venus, Saturno y otros planetas... en este momento vamos a conectarnos brevemente con Saturno, aquí ven un planeta imponente y cuando... pudo hacerlo el maestro Alcar con André y conmigo, lo vivirán ustedes “detrás del ataúd”,
entonces irán a Saturno.
El astrónomo pregunta de inmediato cuándo...
Miles de astrónomos que habían completado su ciclo de la tierra han llegado ya detrás del ataúd.
Pronto viviremos que ponemos fin al ciclo para este espacio y ustedes ya están ocupados en eso... ¡el ciclo para el espacio!
No el ciclo de la tierra, un ciclo para un día, un ciclo para una hora, sino que es este ciclo espacial, macrocósmico el que completaremos.
Y el primer erudito que llegó dice: “¿Hay vida en Marte? ¿Hay vida en Saturno? ¿Qué se dice de Júpiter?
¿Pueden conectarme?”.
El erudito del cáncer dice: “¿Existe el cáncer? ¿Cómo puedo curarlo?”.
Llega el otro, el teósofo: “¿Cómo habló Dios a Moisés?
¿Estuvo Dios en la tierra donde Noé?
¿Dónde se originó la fe?
¿Ya se había completado millones de años antes cuando empezó la fe?
¿Qué hay de cierto en Egipto?”.
El sacerdote del templo anda como un demente en ese mundo y dice: “¿Dónde están los templos divinos?
¿Gracias a qué hemos adquirido una conciencia elevada?
Muéstreme cómo viven Ra, Ré, Isis, Luxor, la diosa de Isis.
¿Dónde está ella?”.
Llega otro, un cardenal de la iglesia católica: “¿Es verdad que María tuvo una concepción inmaculada?
¿Fue ese un nacimiento que Cristo... que Cristo dio a Jesús?
¿Pudo aceptar Cristo la deformidad de Jesús?”.
Vengan conmigo, adelante, les mostraremos cómo nació Cristo, dónde se originó Jesús, cómo se fecundó a María, eso vendrá enseguida.
Pero primero, señores, tienen que echar fundamentos, porque ¡todo eso son líos humanos!
Los pensamientos humanos han edificado un espacio.
La sociedad se originó por los pensamientos y sentimientos de ustedes, pero no por la Omnifuente.
¿Han dado un nombre al sol, a la fuerza creadora para el espacio, y para ustedes se llama “sol”? ¡Y es femenina!
Y el primer grado cósmico lo han bautizado “luna”, pero es el primer grado de la evolución para las revelaciones divinas que hemos recibido en nuestras manos como seres humanos.
Marte es el segundo grado cósmico y la tierra es el tercero para este universo, la conciencia más elevada de todas para el macrocosmos al que pertenecen ustedes.
Y ahora se llama: Júpiter, Saturno...
¿Qué clase de nombres son estos? ¿Qué significan?
¿Qué...? ¿Qué tiene, Saturno?
¿Júpiter?
Júpiter ¿qué?
¿Quién dio a un cuerpo inconsciente en el espacio un nombre con autoridad paterna divina?
¿Qué queda de su astrología cuando se los ubica ante los fundamentos divinos y tienen que aceptar, ver, vivir revelaciones?
¿Qué?
¡Nada, nada, nada!
Algún día dije aquí: “¿Tiene importancia la astrología para el ser humano, para la vida en la tierra de cara a Dios?”.
Entonces ya no queda nada, porque vemos ahora que Saturno no es un cuerpo materno, sino que tiene justo otros órganos, que quiere ser un globo de gas y que eso tiene que significar; todos esos planetas surgieron por las fuerzas radiantes de la paternidad y la maternidad para proveer a ese universo de respiración.
Ahora resulta que Saturno irradia un aura que alimenta, que el cuerpo materno absorbe; también la autoridad paterna, el sol.
Júpiter y todos esos planetas han alcanzado ahora una personalidad consciente e inconsciente.
Lo vemos ahora: cuanto más se han acercado esos planetas al sistema solar para el estadio actual —y este es, pues, la tierra, el sol y la luna— vemos que esos planetas también han adquirido otro funcionamiento por dentro; esos órganos son diferentes.
Si detrás de este universo o en sus profundidades contemplan un lugar, si viven un planeta, verán que ese cuerpo a su vez posee más inconsciencia que la tierra o que otras estrellas y planetas en el entorno de la fuerza creadora, el sol.
¿Por qué existe todo esto? ¿Por qué —lo viviremos pronto— recibió la tierra un lugar entre el sol y la luna?
¿Por qué vive la tierra tan cerca del sol? ¿Por qué están todos esos otros planetas en el universo?
Porque este lugar tiene que ser la absorción directa.
Ese grado es el tercer grado; por tanto la tierra embellecería el ser humano y el reino animal y la madre naturaleza para Dios, para esa Omnifuente.
La tierra es ahora un cuerpo, un cuerpo macrocósmico que tiene las posibilidades para completar ese cuerpo, por lo que llegamos a conocer el mundo espiritual para el ser humano.
Marte y todos esos otros planetas, esos no tienen ningún más allá.
Ahora ya queda determinado que la tierra tiene que poseer un más allá consciente y que detrás del ataúd, solo ahora, ahora que abandonan la tierra, ustedes entrarán a un mundo nuevo.
Pero nosotros... aún no vamos... aún no entramos en consideración para la autonomía del ser humano ni para esa esfera.
Primero tenemos que seguir un momento más esa... ese proceso de evolución espacial, si queremos vivir un universo nuevo, o no podremos desprendernos de este universo, de este tercer grado cósmico.
Porque ¿quieren aceptar —no lo creerán— que este ya es el estadio divino?
¿Pensaban que podrían... que existe otro universo donde ya no hace falta la lluvia?
¿Donde la materia ha alcanzado el grado espiritual?
¿Pueden aceptarlo?
¿Pueden aceptar que hubo una era prehistórica, aquí, antes de la tierra?
¿Y que a una planta, una flor, por ejemplo —en tal y cual época del tamaño de esta casa—, pero que a esa planta podrían, por así decirlo, pfffff... con su fuerza humana actual, con su respiración, con su conciencia, que podrían tumbarla soplándole?
Todo era agua, vapor.
Luego llegaron las solidificaciones, el proceso de crecimiento y florecimiento, el enfriamiento, el calentamiento, y miren: la madre tierra va construyendo su vida, la madre tierra trae... cristaliza su cuerpo.
Ustedes recibieron los pequeños diamantes, las perlas y el oro.
Eso no lo conocieron otro cuerpo, Marte u otro planeta.
Porque la tierra recibiría ese proceso de crecimiento y florecimiento, porque la tierra ha recibido este lugar en el universo para esta concienciación.
¿Se va haciendo difícil o todavía pueden aceptarlo todo?
Ahora tenemos que... ahora podemos ver que Saturno y Júpiter y todos esos planetas de transición son semiconscientes.
Que esos viven entre la paternidad y la maternidad.
No son madres ni padres, tienen que llevar a cabo una tarea y ahora son —llegamos al punto ahora—, ahora son partículas de ese cuerpo.
El universo es como un ser humano.
Son los sistemas pulmonares para este cuerpo macrocósmico.
Existe el proceso de parto, existe la luz, existen los sentimientos; existen los fundamentos para el renacer.
¡Esos cuerpos no se extinguen!
Si no se creara nuevo soplo vital, ahora, en este momento, para el espacio, entonces este universo se sofocaría, entonces llegaría un proceso de asfixia, no llegaría nueva luz ni nueva vida, una muerte por asfixia será la consecuencia para cada organismo.
Por más fuerte, por más poderoso, por más animador que fuera, llegaría un irrevocable punto muerto.
Pero no existe, ¡esa cosa no existe!
Esos planetas no tienen nada más que hacer que se desarrollen sus cuerpos, y es lo que hace Saturno, es lo que hace Venus, para eso esos planetas han absorbido el aura de la paternidad y la maternidad —¿lo comprenden?—, pero no son esa vida.
A su mono pueden... se lo he aclarado hace un tiempo y es por lo que el mundo se altera tanto, por lo menos las universidades... lo que defendía Darwin...
¿Descendemos los seres humanos del mono?
O —decimos nosotros— es justo al revés: ¿desciende el mono del ser humano?
Y entonces decimos: sí, su león marino, su foca todavía son fenómenos de la vida de ustedes, de sus grados conscientes, cuando como seres humanos vivíamos en las aguas.
Porque recibimos en la tierra... recibimos un cuerpo terrestre —¿no es así?—, pero ustedes también tenían una vida acuática, un organismo acuático, y entonces eran, entonces éramos como su león marino, su foca, que tiene la sensibilidad de jugar con cualquier cosa que ustedes quieran.
El animal de las aguas casi toca la conciencia humana.
Y su mono es la sombra luminosa de los ojos de ustedes, es la sombra emocional de ustedes mismos, tiene manos y pies humanos, pero sigue siendo animal.
Ustedes a ese animal, nosotros a ese animal le llevamos justo un paso de ventaja.
Y ¡nunca jamás podrá adelantarnos, Darwin!
Eso, por cierto, Darwin lo sabe ya desde ahora, ya se lo han aclarado los maestros.
Él dice: “¿Cómo vuelvo a deshacer esos sinsentidos?”.
Pero todo son fundamentos, ya lo verán otra vez.
Los maestros siguen construyendo, Dios quiere que sigamos construyendo.
Lo que hoy todavía no posee ningún fundamento, lo recibirá mañana.
Ustedes lo hacen, dentro de cinco siglos hará alguna que otra cosa por nosotros.
Pero esto, en este instante están recibiendo —acéptenlo— la palabra divina, los fundamentos divinos para reforzar su deidad, para recibir las grandes alas, para vivirlas y contemplarlas, para que ya ahora accedan a lo divino.
Darwin dijo: “Ese animalito era igual que el ser humano, tenía una irradiación, tenía un organismo, ya ven esas manos, ya ven esas garras”.
Sí... manos, pero con su origen en el primer ego humano, ¿lo comprenden?
Darwin estaba encima, pero ¡justo un poco al lado!
Como ese “Cristo” que ahora otra vez anda por la tierra; llega usted justo diez minutos tarde, ¡porque Él ya se fue!
¡Ya no volverá!
Mejor no se imaginen que son Cristo, nunca lo serán y tampoco va a volver ya jamás; todo eso lo constataremos en breve.
¡Recibirán sabiduría divina gracias a que ven ante ustedes su conciencia espacial, que les han regalado las estrellas y los planetas!
Por ejemplo, Saturno.
Comprendemos ahora que Saturno no posee vida humana, que no puede contenerla, pues Saturno, Júpiter, Venus y Urano son partes del cuerpo de este organismo macrocósmico.
Y ¿qué ocurre ahora?
Este universo empezó a irradiar ya al principio.
Las primeras irradiaciones de la luna y de la paternidad —luna y sol— las captaron otros cuerpos.
Primero para este espacio y cuando... y cuando ese cuerpo estuvo listo, cuando adquirió una forma ¿verdad?—, ¿qué ocurrió entonces?
Ese cuerpo volvió a emanar fuerzas nuevas.
¿O es que no irradian vida ustedes ahora?
¿Están muertos en vida?
¿Irradia la criatura de la selva fuerza vital?
Pueden aceptarlo: cada vida irradia fluido, porque lo que son es vida.
Y ¿querrán aceptar también entonces que emanan una conciencia más elevada, una vitalidad más elevada que la criatura en la selva?
Si no pueden aceptarlo, entonces se lo demostraré, pues la luz de esos ojos en particular no es la luz de los sentimientos y pensamientos de ustedes.
¿Quieren hacerme creer a mí y quieren hacer creer a Dios, a Cristo, a su sintonización divina que la criatura de la era prehistórica entendía de cosas como “dos más dos son cuatro”?
¿Y que el proceso de parto y crecimiento de la criatura de ese espacio, de ese tiempo, podía representar una sociedad?
Cuando se encuentren con un psicópata, ¿no ven entonces que la luz ha desaparecido de esos ojos —que es la conciencia diurna en la que viven?
¿Lo comprenden? O sea, que también el espacio ha tenido que emanar esa aura consciente.
Y cuando ese espacio ya se había densificado, los planetas adoptaron la fuerza para parir para ellos mismos un nuevo espacio, una nueva vida.
Porque toda esa vida, absolutamente toda esa vida —¿lo oyen?— debe volver a Dios; un planeta, un insecto, una luz, tinieblas.
Cuando algo pertenece a la vida vuelve a la Omnifuente, ¿lo aceptan?
Muy sencillo, también lo dicen la iglesia católica y el protestantismo.
Eso mismo es lo que han intuido de alguna manera los evangelistas: claro que sí, volvemos a Dios, debemos volver a Dios.
Pero que si ustedes, que si el ser humano es una deidad, ahora mismo, para el tiempo de ustedes, eso todavía no se sabe.
Sí, la gente dice: “Sí”, pero ¡los fundamentos!
Ya lo entienden, en este momento reciben una doctrina que se eleva por encima de lo demás.
Pueden compararla con la teosofía, entonces lo verán: ya no tenemos puertas cerradas, todo está abierto ante ustedes y ante nosotros.
Ya no vivimos en las tinieblas, aquí habla el consciente universo divino a la personalidad humana terrenal.
Y ¿qué vemos ahora?
Aquí en este espacio se han originado tres grados.
Es la luna —la primera—, Marte, la tierra, tres grados de vida cósmicos, de los que la tierra representa la conciencia más elevada.
Y ahora continuamos para ese espacio.
Por lo tanto la tierra emana... y esos planetas y esas estrellas han alcanzado su vida y grado y conciencia definitivos, emanan nuevas fuerzas.
La estrella creará la luz para una nueva estrella, para el cuarto grado cósmico.
Una luna, la irradiación de la luna como cuerpo materno la volveremos a ver en una túnica nueva.
El universo como luz, al que ustedes dirigen su mirada, esta aura azul, esa vestidura, es una túnica, es una casa, es el cuerpo, ese cuerpo sí que emanará una irradiación elevada para continuar la vida para sí mismo.
Cuando en todo núcleo está presente el principio divino para el parto y la creación, entonces también este firmamento tiene que parir una vida nueva.
Y eso lo hemos podido constatar, hemos debido aceptarlo en nuestra vida, para absolutamente toda la vida que se ha originado por las revelaciones divinas.
Y entonces nos hemos postrado a los pies de los maestros; sí, una flor... de igual manera un maestro, esto lo entenderán, ¿verdad?
No hace falta que busque a los maestros; una flor, un insecto puede ser un maestro, pues esa vida puede conectarlo con Dios.
Nos postramos y dijimos: “Mi Omnifuente, mi vida, mi amor, le doy las gracias porque yo pertenezca a la vida”.
Porque ahora la vida va a ser hermosa, ahora la vida va a ser feliz.
Ahora se sienten agradecidos por poder respirar y por no gozar de la existencia del mono, y por no constituirse por el ego depuesto, pero ¡ustedes son seres humanos!
Y ahora empezarán a comprender y a animar con evolución su fuente divina.
Pronto nos veremos ante estas leyes, y entonces nos diremos: “Ya no deshagan, ya no suelten gruñidos y bufidos, porque matan, asfixian su conciencia divina”.
¿No es así?
¿Por qué no lo aprenden?
También la iglesia católica se lo enseñará.
Aprendemos a ver la mentira y el engaño, pero también la justicia, la justicia espiritual y social que en el otro lado, en el mundo para su vida interior, se manifiesta como un espacio radiante, al que ustedes pertenecen, y podrán decir: “Todo esto lo he asimilado, todo esto me pertenece”.
Y ¿qué ocurre ahora, hermanas y hermanos míos?
Cuando podemos, pues, desprendernos de este espacio, vemos —tenemos allí el primer estadio, el segundo estadio, el tercer grado—, entonces vemos que las primeras transiciones...
Hemos constatado que entre la luna y el sol, y también regresando a más profundidad...
Fuimos desde la Omnifuente.
Por lo tanto, el momento en que la Omnimadre comenzó con su proceso evolutivo, ese momento lo hemos seguido y vimos que esa creación, ese emitir desde esa Omnifuente, esa Omnimadre, esa aura viva no podía haberse manifestado de pronto.
Para eso también hicieron falta siete eras.
Y ahora volvemos.
Debido a que la Omnimadre necesitara siete eras, siete transiciones antes de que el universo hubiera aceptado la irradiación luminosa, tenemos que aceptar que esas leyes tenemos que volver a verlas de... en otro universo.
Porque esas fuentes nos muestran el camino, son los siete fundamentos que una y otra vez volvemos a ver en el... para el plan cósmico para ustedes, para los seres humanos, para los seres animales, la vida animal y la madre naturaleza.
Este es el cordoncito divino que nuevamente los conecta a ustedes con la fuente primigenia en un estadio más elevado.
¿Todavía no están aturdidos?
Ahora vivimos en el cuarto grado cósmico.
Pronto llegaremos... Pronto llegaremos...
Eso va a ser, por tanto, la siguiente conferencia.
Pronto llegaremos... durante el último cuarto de hora los voy a conectar con el mundo espiritual para su vida interior.
Pero ahora seguimos otro poco.
Venimos desde el espacio, todos hemos irradiado luz.
Los planetas y las estrellas y todo, las nebulosas y las nubes, todo irradia irradiación...
La manda más allá...
Llega un nuevo espacio, nueva vida, nueva conciencia, ¿cierto o no?
Y ahora se ha originado un espacio nuevo, una inconmensurabilidad, en una luz más elevada, más inmaculada, más pura.
El sol que veremos allí —¿cuántos soles hay?— será más etéreo, más flexible, más suave.
Y tiene que ocurrir, el cuerpo será diferente.
Pues bien, llegaremos a ver la fuente como es el ser humano detrás del ataúd.
¡Ese universo será radiante y espiritualmente consciente!
Ahora soltamos por un momento ese universo.
Volvemos de inmediato para mostrarles brevemente que esos procesos ocurrirán de verdad, que es forzoso que veamos esa revelación, porque conocemos las leyes de la tierra, ¿verdad?
¿No acabo de hablar de la era prehistórica?
¿Qué aspecto tenía la tierra después de un millón de años?
¡Una gran selva!
No había ninguna casa, no tenían ni un cuchillito ni unas pequeñas tijeras.
No teníamos sociedad ni luz, ¡nada!
Nada de lo que tenían de esta sociedad, pues vivíamos en una jungla.
Es lo que también asume la Biblia.
Vivían... vivíamos como seres humanos en una selva, todavía no había ciudades y casas.
Desconocían la luz, dimos unos cuantos golpes con piedras y obtuvimos una chispita.
Construíamos nuestros alimentos, sí, la sacábamos así como así de las acequias, de los ríos, y nos la comíamos.
Practicábamos el canibalismo.
Allí el ser humano era algo hermoso para nosotros, pues dábamos unos buenos bocados en esos brazos apetitosos, succionábamos esa sangre y es lo que éramos como seres humanos, ¿lo ven?
¿Cómo era la sociedad?
No la había.
¿Cómo era la vida en la naturaleza?
Un producto prehistórico, ruda, dura, animal, preanimal, no había más.
Y ahora son seres humanos.
Echen un vistazo a la naturaleza ahora, era un gran lodazal.
Ahora tienen aguas puras, poseen... poseen conciencia cristalizada.
Tienen su agua vital, lo han cristalizado absolutamente todo, lo han ampliado, animado, evolucionado hasta un estado que es luz.
En todo ven la luz, en todo ven, sienten la conciencia.
En un estadio elevado —ahora que podemos constatar que este aún no es el universo divino— ¿no tenemos que aceptar, entonces, que se originará un nuevo universo?
Somos... cuando ahora lleguen detrás del ataúd, cuando llegue la muerte, cuando salgan de su cuerpo, ¿es ese ya el universo?
¿Es ese ya el universo divino?
Sí... sí que lo es para la iglesia católica.
Pronto podrán... si lo viven bien, el protestantismo, entonces pronto estarán sentados en la mesa de Cristo, de Nuestro Señor, con sus cucharas y sus gachas doradas.
Allí podrán comer y beber todo lo que quieran.
Pero a Él no lo verán, ¡eso son meras habladurías!
Obtendrán una conciencia muy diferente.
Ya no les harán falta alimentos.
No estarán sentados, no estarán de pie detrás del sillón de juez de su padre, de su papá, pues es lo que es Él.
Y ya no hacen las cosas por tres barricas de coñac para navegar por un mar vital, de eso se han desprendido, de eso se han liberado.
Tienen sentimientos espaciales, son vida, luz y amor.
Sí... ¿y siguen con miedo por “el ataúd”, y siguen con miedo de querer perderse?
¿De seguir negándose aún a aceptar los tesoros de Dios?
Por supuesto que en este espacio, en el que vivimos ahora, han entrado grados conscientes.
El universo es, pues, como esta comparación, esta imagen: ven aquí el sol, ven el cuerpo materno.
El cuerpo materno para la tierra —allí lo más elevado es el cuerpo materno—, es la luna.
Allí es que la luna se ha edificado como el cuerpo materno.
La luna planea por allí como una vida imponentemente grande con conciencia espiritual.
Usted mira a través del verdor, puede ver el alma de la flor, mira a través de las personas.
El agua, aunque tenga una profundidad de miles de metros y millas, alcanzan a ver el fondo, todo se ha materializado espiritualmente.
Allí ya no hay enfermedades, un abogado, su agente de policía; la mentira y el engaño se han disuelto.
Son verdaderos, viven ahora la justicia divina y espacial.
Ya no odian, no hay envidia, son conscientes en vida, han recibido amor, porque han vencido este espacio.
Y han vivido siete esferas, espiritualmente, han asimilado el mundo para su personalidad interior.
Se han desatado y liberado de todo pensamiento material.
¿O no creen en ángeles?
¿No creen que en el mundo astral haya gente que ha alcanzado la quinta, sexta, séptima esfera espiritual?
¿No creen que les hablará la vida, una flor, una planta?
¿Y que pronto llegarán a conocer las leyes, que tendrán que aceptarlas, y que querrán decir: “Sí, todo eso ha nacido de mí, amo esa vida, ¡es mía!”.
¡A ver si son capaces de destruir a un ser humano! No harían más que destruirse a sí mismos.
Desfiguren, aborrezcan, odien, mientan y engañen a un ser humano y se engañarán a sí mismos.
¡Son partes de su deidad, son chispas de su Omnigrado divino!
¡Es vida de su vida, luz de su luz!
Pronto tendremos que confirmarlo, tenemos que aceptarlo, pues el cuarto grado cósmico ya lo dice, la madre luna dice: “¡Miren, fuera ese nombre!
Madre... vuelvo a ser madre, madre, madre...
Soy lo primero y lo más elevado para recibir esta vida en este espacio”.
Y ahora vemos: aquí vive el cuerpo materno, un solo cuerpo, un solo planeta, y alrededor de ese planeta, alrededor de ese cuerpo materno, allí es donde está la primera transición.
Así que desde la luna una transición, allí mismo, ahora, como un planeta consciente de sí mismo.
¿Lo pueden sentir?
Allí es donde está la luna, emite fuerzas; allí está un planeta de transición, para nosotros la transición, el paso.
En el cuarto grado cósmico ven esa transición como un planeta consciente, como el primer grado cósmico, es decir: para el cuarto.
Para el cuarto grado cósmico, para ese preciso universo vuelve a vivir aquí la luna, es la madre, es la fuente Omnianimada que se ha creado una nueva vida.
Así que la luna como madre se ha densificado irradiando esa maternidad para el cuarto grado cósmico, ¿es sencillo eso?
Tiene que... tiene que ser así, y es así.
Ahora ven allí el primer planeta de transición que hemos seguido entre el sol, entre la luna y Marte y entre Marte y la tierra, es el que vemos ahora... allí solo hay seis.
Tenemos esas seis transiciones...
Por eso he aceptado esas cosas, por eso me he sintonizado con ellas y acabo de decirles: ¿Creen que de pronto se había terminado de hacer?
La Omnifuente, la Omnimadre necesitó seis, siete eras para cristalizarse, para materializarse, y entonces se manifestó la luz dorada como túnica, siete eras...
Y esas siete eras las volvemos a ver para este espacio como planetas y sistemas solares, también la luna, ahora en el cuarto grado cósmico, la primera transición, como un planeta consciente y materno.
Allí... allí el segundo, allí el tercero, allí el cuarto, allí el quinto, allí el sexto; aquí mismo la Omniconsciencia para ese grado.
Aquí, sobre la que me encuentro.
Así que ustedes vienen desde la séptima esfera.
Entran entonces en las regiones mentales.
Ese espacio que vive aquí no es más que un paso, entrarán allí con la misma facilidad que una brisa, porque su vida interior tiene sintonización con esa irradiación, con esa conciencia.
¿Está claro?
¡Se va a volver muy sencillo!
¡Muy sencillo!
También ustedes mismos podrán vivirlo pronto.
Ahora volvemos allí, se nos atrae.
Así que, cuando pronto lleguemos a la séptima esfera del otro lado —la más elevada, la última, la definitiva para su vida interior en el mundo astral— estaremos listos, ¿verdad?, para el cuarto grado cósmico.
Es decir que somos... esos planetas, la madre tierra y todo lo que vive en este espacio han creado vida nueva, conciencia nueva.
Ese sistema planetario, esas chispas, esos globos astrales están allí, nos están esperando.
En la séptima esfera llegamos a estar listos para las regiones mentales —lo llamamos “regiones mentales”, mundos invisibles— y nos atrae la irradiación de la luna, la irradiación de los siguientes grados conscientes que ahora hemos constatado en este universo —¿está claro?—, desde donde la tierra nos manda al grado de vida espiritual, al mundo para el espíritu, ¿verdad?
O no estaríamos aquí, o la tierra no tendría esta conciencia.
Y llegamos y nos preparamos para alcanzar esa séptima esfera.
Y ahora se nos atrae y vemos... vemos que... es lo que viviremos pronto... y constatamos que en la cuarta esfera, es la Tierra Estival y eso significa a su vez: conciencia.
Una mañana estival son unos sentimientos encantadores, de fuerza, de crecimiento, de florecimiento, de revelación.
Porque en ese tiempo, esa mañana estival les da la imagen, el proceso de parto de y para la madre naturaleza.
¡Es claro y sencillo!
Lo vivimos del otro lado.
Ahora vemos que la cuarta esfera es la definitiva para el ciclo como espíritu para la tierra.
Ahora tienen las esferas inferiores —nos encontraremos con ellas enseguida— pero continuamos hacia la luminosa, la primera —¿lo entienden de nuevo?—, la primera transición, la segunda transición, la tercera transición, la cuarta transición.
Ya había entonces luz en el espacio.
Cuando la madre divina, la Omnifuente, empezó en el cuarto grado, el universo ya se había densificado.
Pero volvió a desgarrarse una vez más, pues a este universo todavía le quedaban por vivir tres estadios antes de que esta luz divina, es decir, esa irradiación como luz, recibiera esa autonomía luminosa.
¡Y eso es lo que ahora volvemos a ver en este camino!
Allí tenemos... aquí está el cuerpo materno, planea por este espacio, allí el primer planeta de transición, el segundo, el tercero, el cuarto, quinto y sexto, séptimo.
Y ahora vemos: allí está el sol.
La noche... ¡la noche, hijos míos, ya no hay!
Ahora tenemos... ¡el sol representa siete eras conscientes!
Cuando pronto tengamos que volver desde el universo, empezarán a sentir qué sabiduría recibirán, podremos constatarlo en este momento, como el erudito, como lo oyó André y les contó la semana pasada: ¿qué edad tiene la madre tierra? ¿Qué edad tiene este universo?
¡Podrán constatarlo por la luz de esa flor y la imagen en las aguas, la vida en la naturaleza y por su propio organismo!
Por el interior del cuerpo de ella pueden ver la luz de la madre tierra y el año, los números, cuántos años tiene.
Todo eso lo veremos y viviremos, y entonces tendrán una idea cósmica.
Se harán cósmicamente conscientes para cada uno de esos sistemas.
Pero ¿qué ocurre aquí?
Aquí ya no hay noche, porque ¡la noche fue para la tierra el enfriamiento para la vida embrionaria!
Cuando ahora todavía en el estadio de ustedes...
Ya lo comprenden: estamos volviendo una y otra vez a la ciencia, a la conciencia de sus facultades.
Porque la facultad, su físico, dice: “Si no hubiera noche, queridos hijos míos, entonces nos disolveríamos.
Entonces el sol nos abrasaría en solo unos días”.
La noche vuelve a traer el frescor, el rocío, el agua, el proceso de crecimiento y florecimiento.
En la tierra tiene que haber noche.
Pero porque tenemos un solo sol para esto... un solo sol, ¿lo comprenden?
Todo esto es padre y a la vez madre.
No hace falta más que un solo padre para favorecer esto; más paternidades, más ayuda como “hombres”, por así decirlo, no hacen falta.
Pero ¿qué vemos aquí en el cuarto grado cósmico?
Allí está el sol.
Vivimos por ejemplo...
Nos bajamos del cuerpo materno y vamos hacia la primera transición, vivimos allí.
Ese planeta que gira también hace una rotación.
Y allí mismo... ahora está allí el primer sol.
Ahora cada sol recibe...
¿No es así?
¿Pensarían que cada insecto es madre y que recibirá paternidad?
¿Saben, pueden aceptar ahora —porque los pongo ante un problema de belleza imponente, ante un milagro hermoso, poderoso—, están dispuestos a creer que cada maternidad atrae y posee paternidad?
¿Lo aceptan?
¿Les sale del fondo de su corazón?
Entonces sí que debe de ser sencillo que cada planeta madre posea ahora mismo paternidad para el cuarto grado cósmico.
Y ahora vemos que allí la maternidad y la paternidad son un solo mundo.
Y que ese preciso planeta, la primera transición, ha parido y creado un propio sistema solar.
Y ahora ese planeta llega al proceso de rotación, y ustedes dicen: se va, se blinda contra ese mismo sol, así que aquí habrá ahora tinieblas.
Pero ahora está allí el número dos, la segunda transición, y dice: “Ya les ayudo un momento”, y entonces recibe luz de este lado.
Y ahora resulta que solo diez segundos, siete segundos... vuelve a haber siete transiciones, siete eras, porque ahora ya lo comprenderán: allí encontrarán tres, cuatro, cinco, seis, y luego viene el cuerpo materno.
Así que cada planeta ha sido acogido en ¿qué?
Esa palabra quisiera vivirla de ustedes.
Cada planeta, cada insecto, cada animal, cada ser humano, todo en este espacio ha sido acogido en ¿qué?
En luz, en paternidad, en maternidad, en irradiación para evolución, un proceso de revelación que está presente para cada vida.
Así que ustedes poseen —es de lo que se trata ahora—, esa vida posee, por tanto, siete profundidades, siete posibilidades, siete posibles maneras de vivir y experimentar esa conciencia como fuerza viva radiante.
¿Está claro eso?
Ahora bien... así que naturalmente, ese sol de allí —como padre— no está solo, sino que esa vida ha asimilado siete grados espaciales para la conciencia.
Por lo tanto esa vida, ese primer planeta, esa transición ¿va orientada hacia...?
¡También hacia el segundo grado!
Porque esa vida pertenece al cuarto grado cósmico como unión, como autonomía.
Así que ahora —y eso también lo viven en la naturaleza— la vida sirve.
Esos soles están listos para poder acoger todas esas transiciones, para que desaparezca la noche.
Allí ya no hace falta enfriamiento, porque el enfriamiento no quiere ser otra cosa que vivir entre endurecimiento y renovación.
Sin embargo, ustedes adquieren autonomía, una estabilidad, una conciencia que perdura.
Y ahora resulta que aquí es la noche para la vida de ustedes, inconsciencia para este espacio.
¿O no es así?
¿Qué son ustedes cuando duermen?
Vamos, ¡díganme si no es así!
¡Los reto!
Pero quiero... los reconduzco a ustedes mismos, para que puedan constatar con los pies en la tierra: Sí, así es.
No obstante, nadie en este mundo puede aclarárselo, eso llega en este instante desde el Omnigrado divino.
No hay erudito, no hay Einstein capaz de analizar el cuarto grado cósmico, porque a este universo todavía no lo tiene en su posesión.
¿También eso lo aceptan?
Entonces podrán aceptar que echamos fundamentos divinos.
Y ahora resulta que ya no hay tinieblas y que solo llegamos a... cuando ese primer planeta se ha girado sobre su eje.
Es un fenómeno imponente.
Algún día tiene que poder meterse a fondo, es un problema poderoso.
Anduvimos allí; pueden declarar loco a Jozef Rulof, pero estuvo allí con el maestro Alcar y conmigo.
Anduvimos allí, tomados de la mano, en el cuarto grado cósmico.
Hemos seguido a la gente, la hemos mirado a los ojos, hemos hablado con ellos.
Y el ser humano dijo: “Conozco su idioma, conozco todos los idiomas del mundo”.
¿Qué dijo Cristo? ¿Qué dijo Dios?
“¡Hablan los sentimientos!”.
“¿Estuvo usted en la tierra?”.
“Claro que sí, ¿quiere saber mi nombre?”.
“Sí, adelante, cuénteme su nombre”.
“Ese nombre es ‘Buhwuhwuh’, porque entonces todavía vivía en la selva.
No había ciudades, no había sociedades.
Hemos necesitado millones de eras para alcanzar el cuarto grado cósmico.
¿Quieren darnos un nombre?
Yo soy, mi nombre es cuarto grado cósmico.
Soy el sol, la luna y las estrellas, no soy más que esto: padre y madre.
Pero es que me he convertido en vida, luz y amor en esta misma sintonización, aún no en lo divino.
Y ahora recibimos: no hay noche, porque ese... el planeta, el primero... la primera rotación, el primer grado, el primer planeta gira, el primer cuerpo gira alrededor de su eje.
También allí está el segundo grado, ¿entienden?
¿Lo comprenden?
Así que el sol, la autoridad paterna está justo en la tierra, en ese planeta, como aquí.
Por lo tanto, la autoridad paterna dice: “Si han estado allí, entonces ya habrá algo que adopten de mí”.
En el momento en que el planeta gira... allí giran alrededor del eje, ha vuelto a ser necesario al principio.
Al principio allí había...
Ya lo comprenden: hablaba de eso hace un momento.
Me contradiría.
De cualquier manera no lo retendrían.
Pero quiero... quiero demostrarles de manera fundamental que allí al principio...
Porque al principio había oscuridad allí, ¿verdad?, otra vez oscuridad; se hizo la luz y entonces esos planetas empezaron a funcionar.
Entonces hubo oscuridad, así que también, todavía, en el estadio inicial: enfriamiento universal.
Pero en el... si ahora quieren darme un tirón de orejas, les digo: sí, material aquí, espiritual allá.
Así que oscuridad no hay, ese “planeta” envía esa luz al planeta tierra sin que llegue a tocarlo.
Ya lo comprenden: este sol que irradia todo lo que vive en el espacio.
También pueden hacerlo esos “planetas”, es la autoridad paterna.
Y ahora habrá solo un momentito —calculado para su tierra como tiempo, no son más que siete segundos— y entonces verán cómo viene llegando una tenue sombra.
Entonces en ese instante cada uno de esos planetas está enfrentado respecto del espacio, del giro por su eje, del parto, de la paternidad.
Y ¿qué vemos ahora?
Lo que también viven aquí en este universo es que la luna blinda a la tierra, y la tierra a la luna respecto de la paternidad.
¿Está claro?
Por lo tanto un eclipse planetario, también eso lo vivirán allí.
Pero eso ya no es allí ningún eclipse, ya no es noche.
Eso evolucionó, la noche tiene que evolucionar, ¿o no aceptan que cuando estén en lo divino, ya no dormirán jamás?
¿Pensaban que Dios todavía necesitaba sueño?
¡Estarán eternamente despiertos y conscientes!
Ya lo comprenderán: todo cuadra.
Una cosa se conecta con otra.
No puedo equivocarme en esto, pues se nos ha concedido hacer el viaje hasta el Omnigrado.
Seguimos por ese camino.
Y ahora ya no hay noche, siempre es de día, solo siete segundos de tenue proyección de sombra, y luego eso es aquella hermosa mañana de verano.
Como la luz en la tierra, así es la luz allí cuando sale el sol y pasa brevemente sus ojos por encima de la tierra.
Eso significa que entonces la tierra vuelve a entrar en su órbita y el sol vuelve a subir.
El sol describe una órbita, pero ahora pasamos por encima del sol.
Así fue como se bandeó.
Por eso se manifestó la noche.
¡Ya no existe allí!
Allí solo hay una leve transición antes de que la luz... antes de que el planeta, vuelva a aceptar la autoridad espacial, paterna, y esté con el corazón abierto y diga: “Irrádienme, inflúyanme”.
Y ojalá vieran ustedes entonces las flores allí, ojalá vieran las aves allí.
Sería maravilloso que vieran al ser humano allí, las túnicas humanas.
Ahora los conocemos a ustedes por las túnicas.
Anduvimos allí, no estamos detenidos.
Continuamos un poco, pronto volveremos allí, porque desde el Omnigrado divino —en las siguientes sesiones— seguiremos la vida actual en la tierra.
Y entonces podremos constatar: ¿Qué hacen ustedes si se equivocan?
¿Qué hacen, qué son, cuáles son sus intenciones cuando mienten y engañan?
Roben a una persona, ódienla, aniquílenla, mátenla... ¿qué ocurre entonces?
¿Lo entienden? Llegamos a vernos ante esos fundamentos divinos, verán a su deidad.
Y ahora miramos allí: la vida en la naturaleza es espiritual.
En la primera esfera del otro lado estamos libres de mentiras y engaño.
En la segunda y tercera esfera desde luego; en la cuarta, en la Tierra Estival, tenemos conciencia espiritual.
Y ahora la quinta, sexta y séptima esfera, que les toma diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, cien mil años para llegar hasta allí, para acoger en ustedes esos grados de conciencia.
Porque un grado de conciencia significa: ¿Qué han vivido de esas personas?
Ustedes dicen: “Con esa gente no tengo que ver, ¿qué me importan esos pueblos de la tierra?”.
¿Qué pensaban que vivirá en sus corazones, debajo de ellos, al entrar a la primera esfera?
¿Qué sintió Cristo?
Volveremos a eso.
Lo conoceremos.
¿Qué piensan que vivirán para sí mismos cuando estén al otro lado?
¿Solo pensar en ustedes mismos y para ustedes mismos?
¿Pensaban que habrían recibido su conciencia si nadie hubiera hecho algo, hubiera movido un dedo, hubiera empezado a pensar?
¿Pasan de largo así, sin más, la vida que fue puesta en la hoguera para Cristo?
¿Qué piensan que significaba esta cosa cuando a Sócrates le tendieron un cáliz de cicuta?
¿Qué pensaron cuando Cristo cerró los ojos en el Gólgota?
¿Aquello que le pasaba por la cabeza a Él?
¿Que ese mismo cuerpo sería destrozado?
No, Él murió y vivió.
Eso es lo que viola la iglesia católica.
No, esos niñitos no saben lo que dicen ni cómo lo sienten.
Cristo dijo: “Esa es la vida que soy.
Ustedes derivan de Dios.
Yo sufro por ustedes”.
Desde luego que sí, pronto, en la primera esfera, tendrán que absorber el dolor, la miseria, la pobreza, la destrucción de la madre tierra.
Porque ¡esa pena y ese dolor les pertenecen!
Al ser humano que vive en la selva lo traerán a la sociedad, a la felicidad de su conciencia.
Es la creación, es una revelación divina.
Vivirán y morirán por la vida que con ustedes recorre el camino, el camino divino y algún día entrarán a las esferas para la autoridad definitiva.
Lo vivimos ahora en el cuarto grado cósmico.
¿Comprenden lo que viviremos enseguida y cómo entraremos al Gólgota?
Sí, ¿cómo veremos el jardín de Getsemaní?
¿Cuándo quieren rezar, cuándo quieren decir: “Padre, Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”?
Ser golpeados por la sociedad es una flor para su reino de Dios en los cielos, para la tierra y los espacios que se han originado para su sociedad, para su personalidad espiritual.
A ver, ¿quién se atreve a encogerse todavía de hombros, ahora que saben que pronto animarán el espacio, el cuarto grado cósmico?
Pueden edificar primero eso, dentro de poco irán poniendo piedra a piedra, por sus pensamientos humanos, sus rasgos de carácter, sus actos.
Porque deberán y desearán servir divinamente, porque ¡aquí ya no existen la mentira ni el engaño!
Y ahora a seguir, seguimos un poco.
Aquí ven el cuarto grado cósmico.
Puedo continuar de una vez; el quinto no es diferente, el sexto no es diferente.
El sexto... todavía siguen siendo madres, llegan a la unión, todavía tienen que parir y crear; la vida embrionaria vive dentro de ustedes.
Todavía poseen la Omni...
La madre alberga la Omnifuente y se dilata, da... abre su templo y la fuerza creadora la anima por la autoridad paterna.
Continuamos hacia el sexto y accedemos al Omnigrado divino.
¡El séptimo grado, el grado cósmico, el Omnigrado está preparado, está listo para nosotros!
Y hay luz, todo posee la irradiación dorada que se nos concedió percibir para la Omnimadre al principio de estas revelaciones.
Ahora tenemos conciencia divina.
¿Qué se ha vivido ahora? ¿Qué hemos hecho?
Hemos seguido de ser humano en ser humano, de nacimiento en nacimiento.
Hemos visto que la vida lunar no tenía importancia, sino que eran las transiciones para el espacio para volver a Dios.
Todos esos planetas en el universo —pfffff— ¡con un soplo los tira de su mano!
La tierra le tiene el máximo respeto a este espacio.
Se originaron los mundos espirituales, porque por cada uno de sus actos fueron construyendo —según llegaremos a ver pronto—, por cada acto, por cada rasgo de carácter, amor, luz, vida, justicia, armonía, fueron construyendo su camino, su camino espiritual, para detrás del ataúd poder mover sus pequeños pies, que también allí poseerán.
¡Ustedes son amor!
¿Qué hacemos aquí en el Omnigrado divino?
Ustedes son espacio, son un planeta, son paternidad y maternidad.
Conocen las leyes de este espacio, pues ¡lo atravesaron!
Adquirieron ampliación por la paternidad y maternidad.
Iban paso... al dar un paso tras otro fueron entrando en los grados de vida para una nueva conciencia.
Iban de planeta en planeta.
Un planeta se lo echan al bolsillo, un universo no tiene importancia alguna, porque ¡llevan miles y miles y billones de siglos y de eras en camino!
¡Están ahora en el Omnigrado!
Son vida y viento, son parto y creación, luz, vida, ¡amor por absolutamente todo!
Llevan una imponente túnica cósmica, macrouniversal.
Hay estrellas y planetas que la atraviesan con su irradiación.
Los tejidos de esta túnica podrán volver a encontrarlos en la luz de su ojo humano.
Son seguros y conscientes, y pueden decirse a sí mismos, al espacio: “Estoy en todo, ¡debido a que Dios, a que la Omnifuente se ha manifestado, soy ante todo una divinidad!”.
Pongo las leyes, la sabiduría, la concienciación de mi vida a los pies de la otra vida que todavía tiene que aceptar este camino.
Vayan a sus casas con este universo y bésense.
Muchas gracias.