El ser humano y su mundo astral

Buenos días, hermanas y hermanos míos.
Esta mañana les daré su última conferencia, ‘El ser humano y su mundo astral’.
Espero de verdad que gracias a las conferencias de esta temporada hayan comprendido un poquito de su divinidad y espacio.
Cuando miro a mi alrededor y veo a sus hermosas hijas (el maestro Zelanus habla de las flores que han traído los oyentes), puedo aceptar, creo —y los maestros— que el agradecimiento de sus vidas se ha vuelto constructivo —respecto de todos los sistemas, los espacios—, que ha tomado vuelo para el alma, el espíritu y la materia, por lo que al fin ustedes empiezan a ver sus grandes alas.
Mi intención con estas conferencias ha sido hacerles una idea de su propio espacio, de su divinidad.
Los libros de los que hemos hablado y que el maestro Alcar ha dado a sus vidas les han ofrecido una idea de cómo vivirán detrás del ataúd.
Me han visto en diferentes estados, bajo inspiración humana, social, material, espiritual y espacial.
Antes hemos podido preguntarles: “¿Cómo quieren vernos?”.
Compréndanlo bien: he hecho que dieran un paseo por Getsemaní, a Pilato, a Caifás.
No lo he llevado a la última consecuencia, no había tiempo para hacerlo, para eso hacen falta cuatro, cinco horas.
No fue posible hacerles vivir el problema, la demolición, la destrucción del Mesías, de modo que despertáramos el Gólgota en nosotros mismos.
Pero de esta manera por lo menos les he dado a ver una imagen, un espacio, de lo que va a ocurrir detrás del ataúd.
He construido estas conferencias para pronto conectarlos a ustedes —si lo quieren los maestros— con la cosmología de sus vidas.
Ya lo comprenden: no es tan sencillo simplemente identificarse con este espacio, para eso les hace falta tiempo.
Para eso han de pensar y renunciar a todo pensamiento equivocado.
No cabe duda de que no es tan sencillo ver el primer fundamento para la personalidad espiritual astral, pero sobre todo no lo es para el espacio en que ustedes viven.
Y ese espacio es infinito.
Infinito durante un tiempo, porque conocemos los siete grados para el espacio.
Hemos visto esos grados como leyes vitales y problemas vitales.
Sabemos ahora que padre y madre son almas gemelas.
Tenemos el alma gemela animal, la preanimal, basta material y material.
Naturalmente, se trata para ustedes y para el mundo, para el Reino de Dios —para el que nació y murió Cristo— de acoger en ustedes el alma gemela espiritual para espacio y tiempo y Dios, y de hacer que esta se desarrolle.
¿Quién posee esta sacralidad?
Esta mañana tengo que mostrarles por última vez que solo como hombre y solo como mujer no se puede vivir ni cargar las esferas de luz, porque la felicidad de ese espacio, de esa esfera, de ese mundo es demasiado poderosa para procesarla solos, debajo de sus corazones, como seres humanos.
Han recibido por medio de ‘Hacia la vida eterna a través de la Línea Grebbe’.
Lo han visto —han vivido a Theo, a su padre... y le está reservado a todo ser humano—, eso ha nacido en la luna.
Por medio de la primera división —se la hice vislumbrar, lo pueden leer en ‘El origen del universo’ y en ‘Los pueblos de la tierra’— han visto el núcleo vital de ustedes mismos.
He realizado esa división una mañana y he aceptado el espacio, he seguido la vida en la tierra; después hemos podido ver dónde el ser humano se ha dividido a sí mismo.
Ahora bien, ¿qué significa todo esto para la vida detrás del ataúd, para su mundo astral?
No tuve la intención de machacarles su personalidad, eso no tienta al espacio para nada.
Cuando hemos ahondado en esas cosas, en esos problemas con una vehemente animación, solo era para sacudirlos y despertarlos.
Ustedes tienen el control de todo eso.
Y cuando se toman esa molestia, cuando quieren luchar por ello, todos esos pensamientos equivocados para la sociedad vuelven a recaer lejos de ustedes, otra vez en la nada.
Y son reemplazados por pensamiento inmaculado, puro, científico espiritual.
Están libres de dogmas, están libres de la iglesia.
Les he mostrado la iglesia, el protestantismo, Buda, han visto a Sócrates.
Hemos estado en el Antiguo Egipto, ¿verdad?
Hemos vivido ese espacio.
Y ahora es cuando han podido decidir por ustedes mismos lo que los maestros han puesto en manos de ustedes.
Bajamos del Gólgota y no vimos más que pantanos.
Tuvimos que aceptar que el ser humano que nos acompañaba de pronto se disolvió ante nuestros ojos.
Y ahora ni siquiera pueden ayudar al ser humano —ni a su padre ni a su madre.
¿No es horroroso?
¿No es el dolor del ser humano que pronto se liberará y que estará en ese espacio?
Están en un espacio, pero cada pensamiento equivocado los priva de esa luz espacial, oscurece ese sol que son ustedes mismos.
Y ahora tienen que aceptar si son verdaderamente seres humanos como los ha creado el Dios de todo lo que vive, para representarlo a Él ante esos espacios.
Les he mostrado las ideas, los fundamentos, por medio de los que pueden a comenzar una vida imponentemente hermosa.
Les he dado las imágenes para que las acojan, para reforzarlas y después espiritualizarlas.
Depende de ustedes mismos lo que hagan.
Cuando han pensado que estábamos demasiado cerca de la tierra —es muy sencillo contárselo y aclarárselo—, lo hacíamos por la fuerza y la voluntad de los maestros, porque desde esta sociedad de todos modos ustedes no pueden vivir ni aceptar la felicidad de las esferas, porque sabemos lo difícil que es eso.
Les enseñé este pantano para que sintonizaran con él.
¿Para qué?
Para que decidieran por ustedes mismos, pues, lo malo que es participar en esa sociedad.
He tenido que aclararles que la tarea que hacen los conecta en línea recta con el otro lado, su mundo astral.
Y les he aclarado y analizado, he construido de modo espacialmente fundamental un templo, que son ustedes mismos, que pronto verán cuando abandonen la vida en la tierra y lo vivan, cuando hagan que se desarrolle, como Dios, a Su vez, quiso que ocurriera en todo.
Y entonces se trata de escuchar y se trata de pensar.
Ahora empiezan a pensar en la armonía para ese espacio.
Es decir: un pensamiento empieza a evolucionar, ese pensamiento empieza a cargar, se hace luminoso, se convierte en animación y finalmente en amor, de lo que se trata a fin de cuentas.
Un maestro de allí no tiene la intención —ni tampoco puede tenerla— de colocarlos por la fuerza en esa esfera, porque no es posible.
Está en sus propias manos.
Tampoco es sencillo hablar desde ese mundo, permanecer en él, vivir uno mismo en él y acercarse, llegar desde un pedestal a la conciencia humana de ustedes, vivir la unión para la paternidad y la maternidad; no es sencillo.
Y sin embargo a la vez muy sencillo si uno está abierto a la palabra, a esa ley, a ese nuevo pensamiento espiritual, espacial.
Y todos nosotros hemos tenido que aceptarlo.
Cuando hayan intuido ‘El ciclo del alma’, podrán vivir una lucha a vida o muerte.
También espero de verdad que el miércoles aún...
Yo estaré allí, habrá más personas de las esferas de luz, incluso millones, para nuevamente, otra vez, ver mi vida, interpretada por uno de ustedes, un adepto. (El 14 de mayo 1950, el señor A. van Otterloo pronunció una conferencia sobre la base de un guión escrito por él y partiendo del libro ‘El ciclo del alma’. Según una lista escrita a mano, la primera representación fue el domingo 14 de mayo en lugar de la conferencia habitual de Jozef Rulof. La segunda representación estaba prevista para el martes 20 de junio, pero este texto indica que se cambió al miércoles 14 de junio de 1950).
Para demostrarles que pueden aprender en la sociedad por su lucha, su demolición, su destrucción si es que abren los ojos, si es que siempre tienen el corazón abierto para ver el bien en todo.
Y entonces nunca estarán en rebelión.
Si ustedes poseen el amor, nos encontramos en las esferas de luz, en que nos encontramos ahora —hemos hecho ese recorrido.
Supongo en este momento que todos poseemos ese amor.
Pueden averiguar por ustedes mismos si han llegado.
Si queremos entrar en ese mundo, solo hay armonía en nosotros.
Somos alegres, andamos allí, tenemos la hierba bajo nuestros pies.
Hemos visto allí que el ser humano vive en el pantano, en grietas, que estiran los brazos y gritan: “¡Ayúdenme, ayúdenme!”, sin que nosotros podamos hacer nada.
Tenemos que abandonar a esas personas allí en esas grietas.
Parece una selva.
Es mucho peor, se les desfigura y quiebra y viola.
Los demonios... ¿qué es un demonio?
Ni siquiera lo saben todavía.
¿Qué es un diablo? ¿Qué es un satanás?
La animalización vive allí debajo de la tierra, porque el ser humano ha perdido los “andares” conscientes, terrenales, materiales.
El ser humano ya no tiene nada.
El ser humano se ha disuelto en la demolición.
¿Qué tenemos que hacer?
Vamos a continuar para mostrarles la imagen de cómo es por fin su primera esfera, su mundo astral.
Aunque lo hayan vivido en los libros, aunque el maestro Alcar les haya dado esas imágenes con André, allí están ahora ante la claridad inmaculada de un espacio, que es el mundo de ustedes.
Cuando hayan intuido los libros ‘Una mirada en el más allá’, en los que André visita a su hija, y que el maestro no puede decir sin más: “Venga, vamos allí un momento y puede tomar a esa criatura de allí en las manos, esa niña es suya”, entonces André ya tiene que aceptar que esa ya no es su hija.
Es una entidad, una personalidad, una conciencia con la que no tiene nada que ver.
Porque sabe: yo mismo he tenido millones de vidas como padre y madre.
Pero ¿qué ha tenido que hacer André allí?
Perderse a sí mismo.
Está echado allí.
El maestro Alcar no puede alcanzarlo, no puede ayudarlo.
Está mirando.
André sabe ahora —nosotros también se lo hemos enseñado a ustedes— cómo tiene que actuar.
Está sediento, quiere avanzar, quiere vencer el espacio.
Quiere servir, quiere materializar en la tierra esa tarea de cara a los maestros, su espacio, su esfera, su vida.
Así que ha querido darse él mismo para este trabajo.
Y el ser humano puede hacerlo para paternidad y maternidad, para la vida, la luz, el alma y el espíritu.
En su sociedad pueden materializar cada pensamiento y los conduce al grado espiritual, consciente; y ahora ustedes están en armonía.
Cuando esa criatura de allí, ese André, esté por fin listo, entonces no interferirá en nada.
El ser humano tiene que encargarse ahora de que no pueda molestar, porque cada pensamiento equivocado, sintonizado con la vida de Dios, es ahora un puñal en el tejido humano.
Compárenlo ahora, por favor, con la tierra.
Vuelvan un momento en pensamientos a su sociedad, de la que hemos hablado.
Y ya sentirán lo difícil que se va haciendo, ¿no?
No, lo sencillo que es en realidad inclinar la cabeza ante la verdad, ante la realidad, cuando eso empiece a hacer falta, porque la realidad les da inmediatamente esa ampliación.
Se lo he demostrado, lo he aclarado y analizado por medio de todas esas conferencias.
André hizo su parte para darles esas veladas, para proveerles de esa descarga, esa distracción espiritual.
Y para ello quiere darse ahora en cuerpo y alma, porque sabe: tengo que reconducir mi vida a Dios.
Tengo que conducir al ser humano al mundo astral, espiritual, donde seré feliz si mi hermano, mi hermana, mi padre y mi madre viven a mi lado.
Y créanselo... les he dado una idea de la dignidad real, de la dignidad imperial, les di una idea de ciencia, arte y todo... ¿qué son ustedes si representan a Rembrandt en arte sin tener el amor?
Cristo dijo: “Si hablan los idiomas del mundo y no tienen amor, ¿quiénes son?”.
Pues demuestren que la primera esfera no es más que amor, pero les he enseñado el diccionario, así que ese diccionario ha sido transformado por arte de magia, ha sido ampliado, espiritualizado.
Ahora cada palabra tiene armonía y es amor.
¡Amor, amor, amor, amor!
Es difícil, muy difícil.
Y sin embargo... el ser humano pide amor.
Los hice vivir el beso budista, la condenación, el Juicio Final.
Atravesamos la Biblia, vimos a Moisés.
Vimos el nacimiento de Cristo.
Cada escena tenía que poder decirles: “Sí, así son las cosas”.
Es la realidad para el espacio, para Dios, para la luz, la vida y el amor.
Es la luna, el sol, el sistema planetario, pero es también su mundo espiritual y además su felicidad, su camino, su ciencia, su ser padre y madre.
Y en ellos vivirán el milagro, dicen los maestros, viene a nosotros desde el espacio, desde el Omnigrado —y es Cristo—, y ustedes se encontrarán ante su alma gemela.
¿Qué es, pues, el alma gemela?
Cuando entremos en la primera esfera como espacio, no deberemos llevar lastre material.
Entonces estaremos libres de la sociedad.
Entonces tendremos solo un sentimiento: ese mundo en la tierra —se lo he contado— me pertenece.
Tengo que cargar el mundo en la tierra, la sociedad, la madre tierra, este planeta.
Entonces empezarán a comprender para qué murió Cristo.
El ser humano —según ya les aclaré— no yace allí entre sus hermosas flores, en su jardín, en su jardín vital.
No toca su arpa vital día y noche.
Cada sonido que surge, materializado y espiritualizado por las buenas obras —compréndanlo y acéptenlo—, es ahora un ornamento de su templo, una pintura, un espacio, un lecho de descanso, una flor, una planta.
Las aves se acercarán a ustedes y trinarán.
Ustedes vivirán allí como divinidades.
Cada pensamiento equivocado de la sociedad, las posesiones, todo se les habrá quitado de encima.
Habrán perdido su nombre, serán solo vida.
Representarán un grado de vida en un espacio, en un mundo que les pertenece.
Y entonces empezarán a saber, les entrará esa sed, ese fuego, esa pasión, y solo entonces sabrán para qué vino ese Cristo desde ese Omnigrado a la tierra y permitió allí que se le pegara.
Forman parte de Su personalidad, Su luz, Su vida, Su amor, Su paternidad y maternidad.
Lo comprenden y solo están en el límite de un mundo al que accederán y que tendrán que vencer.
¿Por medio de qué?
Les he aclarado: ahora que todavía están en la tierra, esta es la posibilidad de tomar una flor en las manos, lo que están haciendo ahora.
Por medio de cosas semejantes, si ven que un ser humano no se olvida a sí mismo, si no sirven la pereza, la demolición, entonces aquí en la tierra pueden tomar en las manos y materializar miles de posibilidades; después de eso, se echará un fundamento espiritual.
Tómenlo en cuenta y compréndanlo: cada ser humano tiene que cuidarse a sí mismo y cada ser humano tiene que velar por alcanzar ese grado espiritual.
Es el estudio de Sócrates.
Pero en la primer esfera, en este mundo en que viven, ustedes tienen esos pensamientos.
Pueden empezar con ese análisis.
Saben exactamente cuándo pueden hablar, actuar, y siempre, siempre tienen la palabra correcta para dar esa explicación.
Ustedes lo que hacen es cargar esa vida.
Ya no son ningún trastorno.
Son uno solo con esa infinitud, porque han completado el ciclo de la tierra.
Están en armonía en todo.
Son comprensivos en todo.
Saben que un maestro no puede apoyar lo inferior —se lo he aclarado— para demoler la otra vida.
Y saben ahora que el espiritualismo en la tierra se ha convertido en un estercolero.
Para eso los maestros escribieron ‘Dones espirituales’.
El maestro de las esferas más elevadas no puede dar protección a un ser humano, a una criatura, si esta destruye.
Si esa criatura tumba de un tiro la vida, la otra vida de la madre y del padre, de otro pueblo, entonces no hay espíritu, no hay conciencia que pueda volver para ayudarla.
Ustedes no lo aceptan porque es su hijo, pero esa madre también es hija de Dios y esa madre tiene amor.
¿Y por qué su hijo tiene que ser masacrado?
¿Para salvar al de ustedes?
No puede ser, ni tampoco existe, porque tenemos un Dios de justicia.
Ustedes tienen que aceptar ahora que piensan y sienten equivocadamente; esas no son las leyes que Dios ha creado para el ser humano y para su existencia, no ha creado todos los grados para el animal, la naturaleza, sobre todo no para todos los seres humanos.
Aquí en la primera esfera, aquí en este mundo astral ustedes son verdaderos.
Encima pueden pensar materialmente.
Pero han visto aquí a Gerhard el cochero: se les libera y desprende de la tierra.
Y entonces en primer lugar se oye: “¿Quiere ver su muerte?”.
Los reconduje a ustedes a un ataúd.
Los conecté con Frederik van Eeden.
Pude conectarlos con un papa.
A tres los he... a tres se me concedió elevarlos a las esferas, uno de ellos, Clemente.
Entre 13(00), 14(00) y 15(00) trasladé a tres hasta aquí, junto con el maestro Emschor y otros, para convencer a los sacerdotes de que así no es, no para masacrar esas vidas.
“Pero, señor, ¿en qué vive usted?”, nos preguntamos.
¿Le pareció duro a la sociedad?
La misma sociedad como religión y dogmas ya dice: “No puede ser verdad”.
También lo explica la Biblia.
Ahondamos intensamente en ello.
¿Para qué?
Para hacer temblar un poco ese pedestal, nada más.
Esas personas, esos dogmas, tienen que encargarse ellos mismos de adquirir ese espacio espiritual.
No entramos en él, es peligroso.
Que esas personas, que esos dogmas, que esas sectas se encarguen ellos mismos de alcanzar esa armonía espiritual.
No hace falta que nos acepten a nosotros ni a Cristo.
Aunque la gente lo mancille a Él —allá ellos—, llegará el día en que estén ante esa justicia espacial, espiritual, y lo habrán perdido todo.
He querido darles una idea de cómo vivirán en realidad en ese mundo astral, espiritual, de qué tienen que hacer para sintonizar con esa fuente vital.
Son padres y madres, y ahora para el ser humano el amor es la unión y el contacto, también es... también son las grandes alas.
Y ahora llega allí el padre, llega el hombre... no está la madre.
Por los diferentes libros hemos demostrado que el ser humano puede volver a la tierra y que allí será padre y madre.
Son como hombres y mujeres...
De verdad que no hace falta que estén celosos de la otra vida, porque les dije: tenemos el alma gemela animal, pero deseamos, estamos ante el alma gemela espiritual y es la vida que ustedes han alumbrado y creado, y esa vida volverá a ustedes.
Cuando en la tierra empezamos a pensar en lo equivocado, nosotros mismos nos hicimos jirones: la sintonización, la vida, pues, que en la luna —lo que les mostré— nació de nosotros, por la que llegó vida nueva, esa vida continuó en la luna.
Tal vez la reciban más adelante, y entonces seguiremos esas vidas.
Verán con una exactitud de segundos cuándo esas vidas se separan, porque se irán construyendo la causa y el efecto, porque se manifestarán las leyes del karma.
Porque allí hemos destruido inconscientemente —no viene a cuento— la vida.
Pero ahora, desde la tierra, volvemos a atravesar el ciclo de la tierra, las muchas vidas, la paternidad y la maternidad.
Hemos vivido todos los pueblos de la tierra: hemos estado donde los franceses, los ingleses, los estadounidenses, en todas partes.
Desde la selva atravesamos esas leyes de concienciación, y por fin hubimos alcanzado ese ciclo.
Y ahora estamos ante la primera esfera.
Ustedes son buenos, en todo son armonía.
Quieren lo mejor y el bien, están animados para servir; ustedes saben.
Les mostré cómo es que el médico, el teólogo tuvieron que perderse a sí mismos; tienen que deshacerse de todo eso, por eso es que les di a ustedes esas impresiones.
Tienen que llegar a conocer ahora la Biblia para representar la ciencia espiritual de Dios.
No, tienen que llegar a conocer a Cristo.
Y no lo conocen.
Les di a ustedes esa idea, esa conferencia.
En ellas enfaticé mucho en esto, toda la mañana me mantuve conectado con ello, para mostrarles qué es bueno y qué es equivocado.
En este mundo, en este espacio —el ser humano en su mundo espiritual, astral— no serán más que un grado de vida.
Según dije, habrán perdido su nombre.
Ya no tendrán nada que ver con la sociedad, serán libres, completamente libres.
Entonces podrán verse unos a otros.
Podrán representar la madre, su hermana, su hermano.
Ellos llegarán, y si ustedes los conocen, si conocen estas vidas, si las perciben bien, las acogerán en ustedes.
Pero ya estamos aquí.
Adelante, sondéenme.
Aquí está, entre nosotros y ustedes, entre madre y padre, entre hombre y mujer, en esos, allí se encuentra Dios, pero entre ellos está Cristo con el platillo de la balanza vital de ustedes, que pondera: ¿qué quieren ustedes?
Aquí ustedes son pesados, son pesados de manera espacial, cósmica, divina.
Y eso es, pues, la transición a la primera esfera, a un grado elevado.
Franquean el umbral de un jardín vital, un templo que son ustedes mismos.
Millones de seres humanos, de hombres y mujeres, han tenido que aceptar que no se han visto a sí mismos, que no se han podido encontrar a sí mismos.
“Sí”, dice el maestro, “entonces aún queda algo en usted, en ella, que la expulsa de esta esfera, de este espacio”.
“Pero ¿me pertenece ella?”.
Entonces el maestro puede mirar en la vida de ella y de él, y dice: “No, esa vida pertenece a otro.
Ese grado vive allí mismo.
Si quiere ir con ella, entonces volveremos a esa fuente, donde esas dos personas fueron creadas como células, como conciencia embrionaria para representar al Dios de todo lo que vive.
Entonces volveremos a la selva, entonces tenemos que volver a la luna para experimentar todas esas leyes vitales, a través de luz y tinieblas.
Para llegar finalmente a la tierra, para vivir el lugar por el que ustedes han sido desgarrados”
“Y bien: ¿dónde está mi alma?”.
Es curioso, cuando se encuentran ante esta felicidad enorme, universal, preguntan de inmediato: “¿Dónde vive mi amor?”.
¿Para qué creó Dios el ser humano, hombre y mujer?
¿Para qué sirve la vida? Se lo he aclarado y analizado.
¿Qué es amor?
¿Qué tiene significado en esta sociedad?
Les puse una corona en la cabeza.
Les he enseñado la sociedad.
Pero ¿qué es sociedad, qué son millonadas si ustedes no tienen sentimientos, no tienen amor?
Entonces son pobres.
No pueden comprarlo, tienen que ganárselo.
Las impresiones que les di los llevan a la justicia, la veracidad, la benevolencia y la autonomía del alma gemela, hombre y mujer.
No voy a aclararles ahora en cuántos mundos viven esas almas gemelas que juntas tienen que representar ese mundo astral, espiritual, puesto que ese amor, esa felicidad es demasiado para ustedes solos.
No pueden procesarlo, sucumbirían entonces en su felicidad.
“Porque tomados de las manos”, dice Cristo y dijo Dios, “atravesarán Mis mundos, que vivirán como templos.
Ustedes son ley y ley, porque si se ha creado paternidad y maternidad, si las han vivido, entonces tendrán que acceder a la paternidad y la maternidad juntos, porque por medio de hombre y mujer se han convertido en paternidad y maternidad”.
“¿Cómo puedo ser madre yo sola cuando el padre no está?”.
“¿Cómo puede golpearme, madre, si velo por usted, si vivo por usted, si quiero servirla?
¿Cómo puede ladrarme y gruñirme y rematarme?”.
Esa vida, ese ser no puede alcanzar la primera esfera, ese mundo astral, espiritual, no puede acceder a él; esa vida vuelva a sintonizarse allá.
Pues bien, si estas dos personas han de representar ese espacio juntos, ustedes ya sentirán el dolor, el vacío.
Pero en esta esfera no hay luz, aunque el hombre, la madre vea que él vive allí mismo; pues dentro de mil años llegará.
Y ahora ella sintoniza con esa vida.
Por supuesto, ella ve.
Él ve que allí la madre aún no quiere pensar.
La madre sigue siendo descuidada con su espacio, no lo conoce.
No sabe que pronto podrá hacer un viaje con él, a quien conectan millones de siglos y eras con Dios.
Va entrando y saliendo de los templos.
Las arpas de los cielos traducirán los sentimientos de ustedes en sonidos, y entonces podrán decir: “Ese soy yo”.
Sí, darán un paseo por la sagrada e inmaculada naturaleza.
Y allí habrá un maestro, una maestra, una criatura de Dios y toca el arpa vital y ustedes sentirán que son ustedes mismos: ese soy yo.
Y allí oirán que se representa allí su alma, la madre inmaculada.
Y lo serán ustedes juntos.
Y entonces verán que la vestidura, la sagrada irradiación los alcanzará y envolverá, y entonces su vida se habrá iluminado.
Solo habrá cordialidad y amor, comprensión.
Tomados de la mano empezarán a vivir estas leyes, empezarán a aceptarlas, el ser humano que entonces será uno solo como hombre y mujer, serán solo unos pocos.
Podrán aceptarlo sin problema: ya están aquí.
La sociedad, la vida terrenal no tiene nada más que un edificar fundamental; lo que hoy les pertenece —se lo he dicho— mañana lo habrán perdido.
Hemos mirado dentro de esas vidas, en las que el emperador representaba el alma mía y lo fue a ver el mendigo y este pudo decir, desde el Antiguo Egipto: “Hace un tiempo la cedí a ella, mi amor, a usted, pero entonces me pertenecerá a mí”.
Cada paliza que han recibido en la tierra es ahora una flor espiritual, es un fundamento, es un camino hacia su morada, su templo, si han aceptado esa paliza inclinándose y llenos de amor, y han sido capaces de preguntarse: “Sí, fue por mi bien”.
Ni siquiera hablamos de lo que han hecho para Cristo.
Si viven en amor —se lo demostraré—, si viven en amor y completan la vida en armonía, o sea, si llenos de amor, inclinados, quieren experimentar la vida con todos en la sociedad, si la palabra interpreta leyes y sonidos inmaculados, armoniosos, entonces aún no hace falta que ustedes hagan nada.
Es que Cristo no quiso que ustedes pelearan y lucharan, que tuvieran que ahorcarse y dejarse echar a la hoguera por Su vida.
Dios creó al ser humano a Su imagen, Dios dio al ser humano espacio y felicidad, un mundo de pensamientos y sí que es amor.
Dios no les dio a vivir desgracias, lucha, enfermedades; Dios solo les dio Su ciencia, Su alma, Su espíritu, Su luz.
¿Por qué iban a deslomarse aquí en la tierra?
“Pero cuando somos felices”, dice el maestro del otro lado, “y nos encontramos con un hermano y no sabe qué camino seguir, ¿me tendría que callar la boca entonces?”.
Por eso ustedes vuelven a encontrar al erudito, vuelven a encontrar al maestro en la tierra, empezó a cobrar conciencia Sócrates, empezaron a cobrar conciencia Platón, Aristóteles, Pitágoras y el Antiguo Egipto, nacieron los templos, para conducir esa paternidad y maternidad al amor armonioso espacial, y experimentarlo ahora.
El tiempo de preparación que pronto vivirán y experimentarán en las esferas de luz, en su mundo astral, no es otra cosa que el que tengan que esperar hasta que él o ella, hasta que ellos y ellas vengan y estén listos.
Quienes posean, pues, la felicidad —lo comprenden: esto es lo que importa—, quienes posean la felicidad en la tierra de poder vivir en armonía con dos seres, con una vida, y esa vida los sigue, está sentada a su lado y también quiere avanzar, está sedienta, esa vida tiene hambre de sabiduría, ese serecillo humano, esta precisa vida, este hombre y mujer, son los universalmente felices para la vida en el mundo astral.
Con miles de ejemplos puedo demostrarles que el alma gemela en la tierra, el hombre y la mujer que se han comprendido, aunque aún no estaban en esa sintonización, es decir, aunque no se pertenecían mutuamente —está claro que ella verá su alma allí, y él la suya allá.
Pero la rica amistad y edificación de esa personalidad ya los hizo armonizar, de modo que se manifestaron las leyes, tan nítidas y verdaderas que una vida tiró de otra para sacarla de la materia, que el hombre fue y la madre pudo decir: “Dentro de dos semanas estoy con usted”.
Por supuesto.
El ser humano recibirá su vida si posee amor.
Y el ser humano dirá: “Los dejaré morir, porque han ido demasiado lejos, han llegado demasiado alto en la veracidad, en el amor, en inclinarse y servir, por lo que esta terrible sociedad destructora ya no golpea a sus vidas”.
Hemos visto ahora que después de unas horas el padre elevó a la madre, y esta murió.
“Sí”, dice, “padre, allí voy”.
Eso es lo que la gente se ha ganado.
Ustedes pueden ganárselo.
¿Para que hablen las vidas de ustedes?
No, porque han aceptado las leyes de Dios armoniosamente y ese es, pues, el mundo astral.
Vuelvo a estar ante miles de mundos, de caminos para los seres humanos, senderos que puedo seguir.
Porque en realidad cada ser humano, hombre y mujer, esta unión, construye —a mi modo de ver— sobre un mundo, sobre un caos.
Porque cada sendero es una ley, es un grado de vida, es conciencia, es armonía, es amor, es paternidad y maternidad.
Algunos —digo yo— lo tienen, otros, no.
Ahora podemos volver a ponernos a escribir libros.
Hay madres que no tienen padre, no tienen maternidad, no están casadas, quieren ser madres.
¿Por qué?
“¿Por qué no tuve la gracia de ser madre?
¿Por qué no he vivido ese amor?”.
Ya lo comprenderán: la madre, pues, que se queda sola, la mujer, la madre en la tierra que no ha recibido esa felicidad; “¿Hay alguien allí que me espera?”.
Queridos hijos míos, déjenme que les diga que puede haber millones de personas que entonces los estarán esperando, porque su alma misma puede estar allí.
Usted ha vuelto a la tierra para ser madre, problemas y leyes y grados vitales para el alma gemela.
Pronto llegará allí y entonces se demostrará que no vivirá maternidad, sino que solo llevará dentro de usted el organismo materno —lo llevará por dentro, no exterior, sino interiormente— para que él la reciba siendo madre.
Y allí vamos.
¿Por qué han recibido ustedes ‘La línea Grebbe’?
Si analizáramos todas esas impresiones para la paternidad y la maternidad y el amor gemelo y para el mundo astral, tendríamos que escribir cien libros para la conciencia de ustedes.
Solo podemos intervenir aquí y allá para darles una idea.
Y para que ustedes la acojan pensando: sí, así será que vendrá, cuando yo esté en armonía, cuando me esfuerce, cuando sea cordial y comprensivo, cuando no viole la vida, cuando solo quiera ser amor, entonces detrás del ataúd también estará abierto para mí ese amor, esa ley, ese mundo.
Y ese es, pues, el mundo astral, espiritual.
Ya lo ven: cuando vemos juntos a millones de personas como hombres y mujeres, entonces son millones de grados vitales diferentes para el ser humano, son millones de mundos diferentes.
¿Qué ser uno, quién como hombre y mujer puede ahora entrar y aceptar la primera esfera?
¿Está listo el templo de ustedes?
Ahora vamos a empezar.
La irradiación de la luz va a su encuentro desde el espacio; su morada está lista, pues son ustedes mismos.
Han leído los libros ‘Una mirada en el más allá’, ¿no?, en los que y por los que el maestro Alcar explica a André: “Mire, ¿cómo surge mi morada?
En solo unos segundos derribo mi casa.
En una millonésima de segundo me represento a mí mismo en las tinieblas.
No me hace falta entrar en las tinieblas en una túnica luminosa, así descendería en ese derribo y me convertiría en él, pero siguiendo siendo yo mismo”.
Ahora estamos aquí y lo ven: toman asiento, empiezan a pensar.
Se encuentran en la naturaleza, son uno solo con los hijos de Dios.
Ven al ser humano allí, y saben: cada uno de ellos los ama.
Pueden ir a su marido, a su madre, su padre, pero toda esta vida, esos millones de personas, esas criaturas les pertenecen.
Ustedes están sentados y poco a poco se va construyendo su casa, su templo.
¿Se han dedicado al arte?
Esta semana, André les dio una impresión de arte, y esa palabra fue en línea recta a la séptima esfera.
Y luego llegó destrucción.
Millones de personas en el espacio miraban.
¿Cómo es posible?
Pero así es como es el ser humano.
¿Acaso no han comprendido que al estropear el arte como realidad, también mancillan la personalidad de ustedes y la conciencia del espacio?
¿Es inmaculado y significativo su sentimiento expresionista de cara a la vida que ha sido creada por Dios?
¿Natural, justo, inmaculado como una figura limpia, animado por maternidad y paternidad animada, espacial, divina?
El ser humano se imagina creador de arte en la tierra y se sobrepasa con el producto natural, porque ahora se está violando a la criatura de Dios.
Esa fue la lección de André.
Y entonces el ser humano se enoja.
Hemos cerrado los ojos, las esferas se cerraron a estas personalidades.
Si no pueden comprenderlo: no somos capaces de revolver la cosa más mínima en sus vidas, de quitársela, si no podemos reemplazarla por algo más elevado.
Dios no pudo hacerlo, el Mesías no lo hizo, no lo hace la justicia, la armonía.
Si no lo comprenden: ven allí las esferas de luz y al lado las tinieblas, cada palabra equivocada, su rebelión, su destrucción.
Primero empezarán a pensar: ¿vamos en serio con todo esto?
¿Qué está bien y qué está mal?
Y si no pueden comprenderlo, ahora que estamos aquí en las esferas, el maestro dirá: “Esperen un poco”.
Ahora tienen que aprender a callar, solo el maestro hablará, el espacio se lo dirá.
Su inconmensurabilidad, el mundo astral es armonía y les pedirá: ábranse ustedes mismos, ahora es posible.
Si no se quedarán de brazos cruzados y estarán construyendo su casa.
A ver, ¡muestren lo que poseen!
Y entonces el ser humano —como les acabo de dar la imagen con la que voy a continuar—, entonces el ser humano se sienta, se queda dormido, se echa o está en posición de Buda y espera, pero está radiante.
Y ahora, miren las diferentes moradas como templos.
Hay personas en este mundo que poseen un templo.
Viven allí en las montañas.
Tienen montañas, tienen aguas, lo tienen todo.
La madre agua —pronto lo leerán en ‘La cosmología’— también tiene su representación en las esferas de luz.
Vive allí y es cristalina y pura.
Ha depuesto lo fangoso, lo tenebroso, el grado de la madre tierra.
En el Omnigrado es reflectante, pero también en la primera esfera.
Cuando aquella habla a André en ‘La cosmología’, y dice: “André, ¿me ves?”, y ustedes sienten su propio carácter, entonces es veracidad universal.
Seguro que comprenderán lo hermoso que se irá haciendo el ser humano en su pensar y sentir si quieren experimentar la veracidad espiritual y si pueden aceptar lo hermosa, lo imponentemente hermosa que es la madre, lo sagrado que es su curso vital, su recorrido, su paso.
Y si reciben una mano, un beso, entonces el de ella se representará aquí a sí mismo en su hermosa túnica, en su templo.
Y entonces verán como se acerca a ustedes la irradiación de esos muros como sustancia espiritual, espacial, y los llevará al instante sagrado para el despertar espacial: el beso universal maternal y paternal...
De esta manera...
Después, el sagrado respeto de ver al padre y a la madre postrados y arrodillados.
Ahora es cuando pueden rezar.
Y ahora Cristo dice desde el Omnigrado a su vida, a todos estos millones de criaturas: “No recen más.
Me han merecido.
No, son ustedes mismos”.
¿Lo ven?
Lo que son, lo que hacen, lo que representan: lo están viendo, todo lo que han hecho.
No hacen nada para los demás, son ustedes mismos, una y otra vez ustedes mismos.
Nadie puede quitarles nada, ahora lo están aprendiendo, lo contemplarán.
La irradiación de aquellos va al encuentro de ustedes, se lo han merecido.
Miren, empiezan a vivir, cada rasgo de carácter habla ahora y es un espacio, es una impresión, es una pintura, es un arpa, es una flor, es un pájaro, es un ser humano, es un rasgo de carácter, pero el beso es...
¿Cuándo accederán ustedes, pues, al amor universal para ustedes y su alma?
¿Quién les pertenece, y qué?
“¿Qué vida es mía?”.
¿Qué significará cuando vean y puedan aceptar su propio mundo y espacio, cuando puedan abrazarlos como padre y madre?
No hay injusticia.
Aquí en la tierra unos se poseen a otros solo temporalmente.
Porque ¿quieren contar al espacio, quieren contar a Cristo, quieren contar ahora a las esferas de luz que justamente esta vida es de ustedes?
Por supuesto, aquí entre ustedes hay quienes, hay personas que ya poseen la felicidad —aunque no la conozcan—: recorren un mismo camino.
Y quien pueda ahora pensar y sentir, quien pueda vivir un sueño, un espacio mientras duerme, el estar echados tomados de la mano, sentirá la suave presión del corazón humano.
Y es espaciosamente profundo, carga, siente, sirve conscientemente, es amoroso.
Y entonces ya no habrá “no”, entonces todo será “sí” y comprensión.
Entonces ya no habrá odio, ya no habrá pensamientos equivocados; se aceptará todo.
No existe la comprensión errónea, no hay comprender erróneamente; todo es armonía.
He machacado sus vidas, sus personalidades para hacerles sentir que con una sola palabra hacen oscurecer su día entero.
Y entonces el ser humano empieza a...
El ser humano hace preguntas, el ser humano quiere leer, el ser humano aprende a asimilar libros.
El ser humano puede contar, así como así, que la luna está muerta y que hemos nacido allí, pero ¿qué cosas son las que dicen esa sabiduría y ese espacio si hoy empezamos otra vez a quebrar la vida?
¿Si decimos “Váyanse”?
Con solo pensar desde las esferas hacia la tierra para hacerles sentir ese amor lloraría hasta quedarme sin lágrimas, y el espacio también, y no hacemos eso.
Pero es por esos sonidos lejanos, esa unión, esa comprensión, esa perseverancia en elevarse hacia su propia divinidad que ustedes darán forma detrás del ataúd.
Entonces estarán desnudos pero limpios, y llevarán de verdad una túnica que no tiene agujeritos.
No, tendrían que ver a la madre...
A la edad de ochenta años se convierte en una persona de veinticinco.
Cuando madre Crisje —pronto recibirán ‘Jeus de madre Crisje’, llévenlo cerca de sus corazones y dénselo a sus vidas—... cuando durante la guerra, antes de que la guerra terminara, madre Crisje pudo vivir su ascensión al cielo, el maestro Alcar hizo que él se desdoblara y se vio ante su propia madre, como hijo y como maestro.
Hendrik el Largo está por allá... por allá.
André está sentado en una mesa en esas horas de enero, y ve allá lejos a Hendrik el Largo.
Llega el maestro Alcar con Crisje.
Crisje está allí, André la mira a los ojos.
No pregunta: “¿Por qué has venido, madre mía?”.
¿Es consciente el momento de la concienciación, del rompimiento de uno mismo, y está bajo su control?
Está trabajando.
Yo soy uno solo con André.
Mira un momento a los ojos de su madre, de su Crisje inmaculada, y ahora que Crisje espere un poco.
Nosotros terminamos la frase.
A Crisje se le concede ver cómo escribimos, cómo interpretamos el espacio, cómo analizamos las leyes de Dios, para nosotros mismos, para el ser humano, para la sociedad, que dentro de un cierto tiempo será el Reino de Dios.
Y cuando entonces terminamos, el maestro Alcar dice: “Libérenlo y permítanle que viva su Crisje, su vida”.
Lo que André hace de inmediato es: da un paso y desciende en Jeus y habla con ella en el dialecto inmaculado, imponente, hermoso.
Él es André-Dectar, espacialmente consciente, ha recibido las grandes alas y desciende en su madre y le da la personalidad espacial suya, y le pone en las manos un mundo de flores, que Crisje ni siquiera puede cargar.
¿Qué irá a ocurrir ahora?
Pronto podrán aceptarlo y vivirlo si ustedes lo quieren.
El Largo está allá, aún no tiene el derecho, aún no tiene esa personalidad para entrar aquí entre esas dos vidas, para acceder, para inclinarse y alegrarse: “Oh, Jeus, también estoy aquí”.
El Largo todavía no lo ha merecido.
Jeus ve que ahora estamos aquí, porque el Largo...
Ya lo leen: en la primera parte les aclaro que el Largo piensa otra vez equivocadamente, y destroza bajo sus pies la sonaja (el sonajero).
“¿Es todo de lo que es usted capaz?”, pregunto al Largo.
“¿Por qué no ha podido aceptar un poco los sentimientos de Crisje?
Vuelve usted a pensar: ay, esas tonterías.
No quiero tener que ver con ellas.
Soy... mi cuarteto, mi violín, eso es lo que soy”.
Y Crisje, que ha vivido el atrio, que ha vivido el atrio de Cristo, que se desdobló con Jeus, tiene que blindarse porque el Largo no la acepta.
No es capaz de ser niño un momento, y en las esferas de luz somos niños.
“No”, dice el Largo, “no me hagas reír”.
Pero el propio ir durante ese instante, cuando pronto lo lean... entonces se les dará a ver después la segunda parte, y luego vivirán la tercera.
Y entonces se conducirán a sí mismos por medio del padre de Jeus, Hendrik el Largo, hacia su cosmología.
En la tierra: “¿Cómo?, ¿que me ibas a hablar a mí?
Fuera de aquí, con tu cara larga”.
Por supuesto, echen al ser humano y peguen a la criatura.

No por esta criatura, sino que la gran personalidad adulta no quiere tener que ver con estas ínfulas engreídas, y dice: “Largo de aquí con tu matraca, ¿yo qué tengo que ver?” —pero aquí se estaba viviendo el Gólgota...
El Largo no ve más que rabia, destrucción, le molesta por la mañana.
Y entonces, que Jeus se vaya.
Pero Crisje siente cómo sufre esta criatura.
Y pronto, en este instante yo podría haberle contado al Largo, podría haber exclamado a gritos: “Largo, dentro de cincuenta años” —¿qué son cincuenta años?— “estará usted en el umbral de este templo y no logrará entrar”.
Y allí está ahora el Largo en 1945, en enero.
Lleva a Crisje hasta Jeus, André-Dectar, tiene que estar allí mendigando a Jeus que lo acepte, porque sabe: su hijo es ahora un maestro.
Y el hijo, la paternidad y maternidad, se convierte en maestro.
Ustedes se elevan por encima de la destrucción.
Ustedes representan esa maestría si anclan en ella el amor.
Allí está Hendrik el Largo.
Jeus no lo mira, como André-Dectar no lo hace.
El Largo sentirá verdaderamente de qué se trata.
Ahora cada palabra es un espacio, una ley, representa un fundamento del mundo astral en que viven, porque pronto se desdoblará para experimentar con Crisje esa ascensión al cielo.
El Largo no puede experimentarla ahora, no es para él, no ha pensado para eso.
Sí, en esas esferas... ni en treinta años recibirán ustedes ese espacio.
Para lo que pueden asimilar aquí en tan solo un segundo, en el mundo astral les harán falta miles de siglos de lucha y sufrimiento.
Aquí pueden hacerlo con una tarea, con una palabra.
Allá no tendrán la palabra.
Allá no tendrán absolutamente nada.
Primero tendrán que asimilar ese sentimiento.
Crisje pide una crucecita, pero al Largo... ni siquiera se le pasa por la cabeza dársela.
Porque una crucecita es amor de verdad.
Vivan y experimenten esta obra, entonces verán al Largo delante de ustedes.
Pero entonces pronto se verán en las esferas de luz, en su mundo astral, y podrán decir: “Sí, así es”.
“Padre, ¿por qué como niño usted me ha...?
No soy un niño, el ser humano tiene millones de vidas a sus espaldas cuando en la tierra el alma nace en la madre.
¿Por qué no ha querido aceptarme espacialmente, con amor, de manera espiritual?
Entonces habría estado al lado de Crisje y habríamos podido vivir los tres ese viaje, esa felicidad cósmica.
Porque vamos a volver hasta la muerte de mi madre”.
Pero el Largo no puede ir con ellos; André lo deja allí.
Va con Crisje y la toma de la mano.
Y al lado de él, sí, allá a lo lejos, está el maestro, están el maestro Alcar y los superiores, que ni siquiera quieren conectarse con estas vidas, porque quieren darles la felicidad espacial, esa unión.
Es de Jeus y de Crisje.
Y ese es su amor como hombre y mujer, como almas gemelas de un solo color.
¿Están ustedes sedientos?
¿También anhelan el desarrollo espiritual?
¿O todavía no les hace falta? Es lo que les he preguntado.
“Ya lo veré más tarde”.
Y entonces se quedarán con la boca abierta, en tal y cual tiempo detrás del ataúd, detrás de ese velo.
Es un muro grueso.
No podrán atravesarlo, porque tendrán que volver a desmontar ese edificio, esa cerca inmensa, terrible, universal.
Ustedes mismos.
Y el Largo no ha comenzado aún a hacer eso.
Seguro que sienten de qué se trata, qué les di en las mañanas que fuimos uno solo.
Y que unos volvían a casa agachados y machacados, pero un poco después: “Bueno, ¿qué más me da?
Aún estoy aquí, menos mal”.
Pero después estarán allí con los platos rotos, con esa destrucción, con ese no querer, y entonces no podrán seguir.
Jeus toma a Crisje de la mano —como André— sin decir nada, pero se liberan de la tierra.
Puede decir a Crisje: “Mire, mamá, allí vive la tierra, y pronto iremos a (la localidad de) ‘s-Heerenberg.
Quiero vivir la muerte de usted, su fallecimiento.
Yo lo viví.
Pero ahora seremos uno solo, porque me tengo que desprender de su personalidad”
Y entonces Crisje no se atreve a decir nada, porque ve a su maestro.
“Hable dialecto”, dice Jeus, “porque soy otra vez su hijo”.
Y entonces madre e hijo —como pronto leerán en ‘Jeus de madre Crisje’— ambos van de nuevo a hacer un vuelo —poseen las grandes alas, las esferas de luz están abiertas— directamente a la tercera esfera.
Y si Crisje quisiera, podría vivir el sexto y el séptimo cielo, tan profundo y tan inmaculado era su amor... siempre de forma tan espacial, llena y consciente podía acoger al ser humano, cada pensamiento.
¿Qué hacen ustedes?
André la lleva directamente a la primera esfera y allí van a pasear.
Crisje se va haciendo más y más joven, y finalmente lleva esas hermosas sandalias, esa hermosa túnica azul, y en su pecho irradia el Mesías, interpretado en una luz inmaculada.
Él mira...
“Mamá, qué bella estás”.
Crisje llora.
Él llora de felicidad.
“Mamá, qué bella estás.
Qué alegría me da que hayas sido tan buena, tan inmaculada, tan pura.
Cómo agradezco a Dios poder recibirte.
Somos uno eternamente, tenemos ese amor eternamente.
Pero terminaré mi trabajo, le demostraré que soy André-Dectar y a la vez su hijo.
Porque después usted será mi hija y yo su padre y madre.
Mire en este espacio”.
Él va rápidamente a la primera esfera, guiado por los sentimientos del maestro Alcar.
Toma el sendero y sigue el camino que ha vivido con el maestro Alcar.
Se le acercan los pájaros.
Pone las flores de su sabiduría, su vida, su personalidad en las manos de ella.
Puede decir: “Mire, Crisje, mire, mamá, miré, vida: todo lo que ve aquí me pertenece, lo he merecido para la vida de usted, porque la amo inmaculadamente”.
Sí, entonces todo estará radiante.
Entonces esa criatura puede elevar la mirada, y entonces Cristo dice: “Vivo dentro de usted”.
Allí anda Crisje, con una hermosa cabellera rubia, parece tener veinticinco años, lleva una vestidura que se porta e interpreta a sí misma.
Su bella túnica es radiante como pudo serlo el universo, por lo que fue creado el ser humano.
Porque cada pensamiento de Crisje es un espacio, es un universo, es un planeta, es un sol, es una flor, es una planta, es un animal; es luz, vida y amor.
Y cuando entonces entran en la primera esfera, en el lugar donde Crisje descansará —ya ha descansado allí— y ella vive un instante el contacto con esa esfera, con su mundo astral, André ve que puede vivir la segunda esfera y la tercera... pero debido a que ella primero se va a desprender de la tierra, su maestro, su hijo, dice entonces: “Venga, mamá, volveremos al momento de su muerte, de su liberación en la tierra”.
Y cuando pronto lo lean en ‘La cosmología’, tendrán la imagen: de verdad, allí van paseando.
Crisje mira a su alrededor, agarrada a su Jeus.
Y es para ustedes como hombre y mujer, es la paternidad y la maternidad; ahora mismo, madre e hijo.
Pero ella agarra la mano de su hijo y maestro con unión universal, y entonces se van, van subiendo en línea recta por la calle Grintweg y descienden en la casita 318.
Entran en la cocina, con pensar y sentir espaciales, están libres de materia.
Crisje ve que ella es espíritu, que interpreta alma y vida.
El Largo no está, él no puede experimentar esto.
No está aquí, todavía se lo tiene que ganar.
Ellos han construido esto.
Sí, algún día Jeus le demostrará que él lleva la cosmología debajo del corazón, pero que la ha construido para ella, y ella a su vez para él, y madrecita Crisje a su vez para miles de otras vidas, porque ella ama.
Allí van...
Ahora la muerte del Largo ni siquiera les interesa.
Pueden volver la mirada hacia ello, pero André dice: “Eso ya pasó, eso no es.
Cada pensamiento que vivimos ahora le pertenece a usted, madre mía, y en él seremos uno solo”.
Y ahora André ve que dos días antes de la transición de ella, de su desprendimiento y liberación, de la terminación del ciclo del alma, Crisje ya ha sido elevada y liberada universal y espiritualmente de su pensar y sentir materiales.
Esta es una muerte hermosa.
Crisje va a la gente y habla con ella: “Sí”, dice, “pueden pasar tantas cosas.
Hoy todavía estamos vivos.
Lo ven: vivimos en guerra”.
Ella habla de esta manera desde el espacio, pues entiende: algo está ocurriendo.
‘Me voy’, piensa, ‘así que por lo menos quiero despedirme un momento de mis amigos’.
Y ahora Jeus ve, como André, que va por aquí y por allá, y que en todas partes, dos días antes de morir, visita a gente y dice: “Adiós, hasta luego”.
Tiene el rostro radiante, la gente se pregunta...
Sí, todos andan como esqueletos en la tierra, pero ella lleva en el rostro su vida interior, su espacio, su gran corazón; tiene aspecto de belleza espiritual.
La gente se despide y entonces se acuesta, ve Jeus.
Está allí, al lado de su Crisje.
Mira, se ha puesto firme.
Lo vive allí y mira, ve cómo su madrecita se despide de la tierra.
El hombre que vive allí pregunta: “¿Qué pasa?
¿Estás cansada?”.
“No, no estoy cansada”.
“¿Te hace falta algo?”.
“No, solo déjame que esté tranquilamente acostada.
No me hace falta nada”.
¿La comprendió esa vida en su dolor?
¿Nunca han oído ustedes que alguien murió cuando la madre salió corriendo de casa, un momento, para llamar al médico?
Los sonidos hermosos, la posesión inmaculada, el amor, la armonía para el espacio no querían ser molestados para esta conciencia y mandaban a esa madre o a ese padre fuera, fuera de casa para llamar a un médico, para buscar ayuda, para que el ser humano —el marido o la madre—, esta armonía, esta alma muriera de manera natural e inmaculada y tranquila.
Porque esa armonía dijo: “Ahora ya no nos hacen falta sus crujidos, su destrucción, sus llantos, sus lloros, sus temblores, sus estremecimientos ni... ni su olvido.
Nos vamos a escondidas.
En esta lucha estoy sola”.
Y ahora Jeus ve allí a esa otra criatura que vive allí y que anda dando vueltas por esa casa, porque —puede prepararse un cafecito— ese ser humano se ha perdido a sí mismo y ya no puede comer.
La gloriosa, inmaculada ayuda está echada allí y ya no necesita nada.
“¿Hay algo que pueda hacer?”.
“No”.
“¿No podemos hablar?”.
¿Cómo debería hablar Crisje con un ser humano que no la ha comprendido, con un ser humano que no la siente?
Un ser humano que sí ha comprendido a Dios y Cristo —porque claro, esta vida iba a la iglesia—, pero nada de la sacralidad mística, la inmaculada unión con todo, la cordialidad para con la vida.
Destrucción, una y otra vez.
Ahora ella no necesita a esta vida, el ser humano consciente no necesita a nadie.
Solo los inconscientes, los pobres, los gritones, los necesitados exclaman: “¡Socorro, socorro, socorro!
Creo que ha llegado La Parca”.
“Ja, ja, ja, ja”, dice La Parca, “allí hay otro de esos que vociferan, que no me conoce”.
A golpes, Jeus de madre Crisje despoja a La Parca de su corona.
Quita las perlas de su corona y de su abrigo, de su collar, para hacer con ellas una fina guirnalda, una trencita para su hermana Miets, para toda la vida de Dios, para Crisje.
Dice: “Madre Crisje, mamá, le he quitado todas sus perlas a La Parca para darte una crucecita espiritual en el corazón.
Eso lo he ganado yo, Crisje”.
Y ve ahora allí cómo podía y cómo debía ser la vida, pero cómo no llegó a ser.
Allí anda un ser humano, de un lado a otro: y, sí: ¿quién puede cocinar ahora?
Se piensa en comer y beber.
Cuando todo está bien, cuando el ser humano vive allí y está siendo cuidado, entonces no tiene felicidad; entonces tiran las cosas de la mesa y las lanzan por la cocina, se dedican a la demolición y la mancilla y van a una iglesia y rezan.
Pero no conocen a Dios ni a Cristo.
Pues bien, llegará un momento en que el ser humano estará solo.
Y Dios en los cielos, Cristo, que conoce a Su Crisje, que una y otra vez hablaba a esta vida, dijo: “Y ahora podrás morir tranquilamente, hija Mía.
Estarás sola.
No meteré miedo a esta vida.
No la pondré en la calle, sino que podrás morir tranquilamente”.
Y va pasando el día.
Crisje está allí acostada, ve Jeus.
Llega la noche, no dice nada, pues sabe: va a ocurrir.
Manda sus hermosos pensamientos a La Haya, a él, a Jeus; los demás no pueden sentirla.
Sí, hay... hay algunos que piensan: ‘¿Qué le pasa a mamá? ¿Qué le pasa a mamá?
Algo está ocurriendo allí’.
Es el pequeño Teun quien siente que Crisje está muriéndose.
¿Lo sintieron los demás? ¿Lo supieron?
¿Fueron uno solo con esta vida, tanto que pudieron experimentar que surgiría un vuelo espacial?
Crisje yace allí.
El día, llega la noche, ahora falta el día.
Y en la mañana, en esta noche, cuando baje el sol, se liberará de su cuerpo.
Yace, piensa, sabe que pronto se irá y reza...
También están el Largo y Miets.
Miets se conecta con la madre.
Esta ve a Miets.
“Mamá, pronto estarás con nosotros”, dice en dialecto, y Crisje lo entiende.
No hace falta que le den francés, alemán e inglés para interpretar estas palabras, porque este corazón ya no lo acogerá.
Es el imponente, hermoso, sagrado dialecto, es la vida de los sentimientos que se materializa en un idioma de este mundo, que se comprende y entiende literalmente, para después ser aceptado.
Sí, están allí, nosotros también, está allí el maestro, estoy yo.
Se me concedió acompañar a mi maestro Alcar para experimentar la sacralidad de Crisje, este hermoso lecho de muerte, como solo pocas veces se me ha concedido vivir.
Ahora estamos con Jeus, escribiendo, él escribe.
Estamos trabajando en ‘La cosmología’.
No hay interferencia, porque ya hace algunos meses ha...
Seguro que lo entienden: vivió esta muerte allí y ahora la ha vivido desde el otro lado.
Allí ha sentido y se ha despedido de ella.
“Más adelante llegarán las tinieblas y la luz, y entonces estaremos blindados, mi Crisje.
Y entonces ya no volveremos a vernos, ya no habrá nada más que pueda hacer por ti.
Te vales ahora por ti misma”.
Esta muerte de aquí es la liberación, es la terminación del ciclo de la tierra, para entrar en el mundo astral, espiritual.
Pero ¿quién ve esta belleza de pensamientos y sentimientos?
¿Tenía esta criatura...?
¿Estaba esta criatura ahora abierta a hablar?
Y millones de seres humanos yacen en la tierra, enfermos.
Saben que pronto habrán de morir, pero no me hables de un más allá, no me hables de una muerte.
Dios mío, líbrame.
No se les puede contar la sagrada verdad.
El cáncer, la tuberculosis, la lepra tienen que ser callados, porque el ser humano no está abierto a ellos.
Ustedes tienen que defender al ser humano.
No tienen que decir nada a papá o mamá, porque entonces tal vez podrían asustarse.
Sí, qué más da, si su sangre brotaba por sus labios y llenaba las calles de la ciudad, si por saber eso podía experimentar su vuelo eterno, ¿qué más da?
Aquí no se puede hablar.
Pero qué poderoso, qué imponente se vuelve este suceso cuando el hombre y la mujer, el padre y la madre pueden estar juntos y decir: “Pronto yo también llegaré.
¿Todavía estás allí, hijo mío?”.
¡La de cosas que puede contar este hijo!
Ni el segundo padre de Jeus ni Hendrik el Largo lo sintieron.
Cuando se fue, dijo: “Pronto estaré mejor y entonces comenzaremos con el cuarteto”.
Sin duda, Largo.
La Parca ya estaba sentada en el borde de su cama, mirándolo directamente a la cara, y el Largo no veía ni sentía nada.
Teun dijo: “Ya mejor vete al ataúd”, un niño de dos años —pero el Largo no sintió nada.
Crisje ya lo sabía desde cuatro meses, cinco meses, seis meses, un año antes.
Cinco minutos antes de morir él aún no sabía nada; él no, claro que no.
¿Por qué no?
Pues, por haber pensado: ‘Ya veré lo que va a ocurrir enseguida.
No me hace falta esa vida después de la muerte.
Vivo aquí, soy feliz aquí’.
Como quiera, pero entonces esto no es para usted.
Entonces no verá “claridades inmaculadas”, las flores no le enviarán su sonrisa.
Las flores espirituales están en el lecho de vida, a los pies.
Crisje vive en un olor que solo puede representar al otro lado.
“Un aromita”, dice Frederik, “tan limpio y tan inmaculado es lo que te da un buen carácter”.
Un rasgo de carácter conectado directamente con la armonía divina y las leyes vitales irradia hacia ustedes algo parecido a un perfume y ustedes lo acogen por sus sentidos, por su gusto y su olfato.
Esos son verdaderos caracteres.
A ustedes no hace falta despiojarlos.
Cada rasgo de carácter es una flor, es sabiduría vital, es la radiación en el ojo humano.
No contiene odio, demolición, destrucción.
Crisje no lo tiene.
Está libre de estas cosas porque esto es verdadero.
Vivió según ellas, tuvo la intención, lo sintió así, lo dio.
Jeus está allí.
Un solo maullido, pensaba André-Dectar, si por lo menos hubiera dicho en voz alta: ... (inaudible) “Me voy”, no, entonces no habría existido esta grandeza.
Pero esta vida puede aceptar.
Yace allí sola, ya no habla.
¿Cómo puede uno alcanzar lo inconsciente?
Esta criatura corre de un lado a otro.
“Ande, váyase a trabajar tranquilamente, no me pasa nada.
Enseguida me vuelvo a levantar, estoy un poco cansada”.
Y él se va.
En esas horas está sola.
Jeus ve que diez minutos antes del final el hombre está de nuevo sentado allí.
“¿Hay algo más que necesite?”.
“No, Hendrik, no hay nada que necesite.
Le agradezco esos hermosos sentimientos, el sentimiento de preguntarme si necesito algo, pero ya no me falta nada”.
Crisje lo mira a los ojos.
Todavía quiere decir: “Me voy, me voy, me voy, ya vienen las ‘alas’”, pero ya no puede materializar el sentimiento, porque no es comprendido ni sentido.
Se libera, según ve Jeus, y la acogerá su hija Miets y el Largo y los muchos otros que han podido velar por su vida.
Este es el hermoso final.
Cuando esa criatura de allí vuelve para salir de la puerta, para llamar a un médico: “Cris, mi Cris, no tienes muy buen aspecto, no sé qué es eso”, el alma, la personalidad astral se ha liberado de los sistemas materiales y ha aceptado el viaje a la eternidad.
Allí está el Largo.
¿Lo ven?
Jeus, como André-Dectar, no dice nada.
Ahora toma a Crisje como una consciente personalidad viva en las manos y sigue el cargar de su personalidad a la primera esfera.
Cuando llegan en la primera esfera... él ve que la vida, que la personalidad interior de ella ya cambia.
Él ve —y Crisje lo ve y ahora lo sigue— que los zuecos de ella se convierten en unas pequeñas sandalias plateadas, doradas.
Que esa hermosa ropa ajada se convierte en una bella, imponente túnica azul plateado, y su cabello canoso se pone de un color rubio, azul, dorado.
Y la cruz que lleva en el pecho, para la que y por la que sirvió y amó a Cristo, dice resplandeciente al espacio: “Soy una hija de Cristo”.
Entonces él ya puede decir: “Mamá, madre mía, alma mía, vida mía, hemos abandonado la esfera de la tierra.
Volveremos a la primera esfera, donde usted se preparará para la segunda y tercera, para pronto tomar posesión de la tercera.
Pero por las que nos liberaremos unos de otros, pues he de traer ‘La cosmología’ a la tierra.
Sirvo a la Universidad de Cristo”.
Y ahora Crisje puede decir: “Sí”.
Ya pudo contarlo Hendrik el Largo: “Crisje, has dado a luz a un profeta”.
Pero cada pensamiento, cada rasgo de carácter —acéptenlo, y es lo que Crisje ve ahora— es el ser profeta, es representar esto ante un espacio que se llama Dios y Cristo.
Y entonces, cuando vuelven a abandonar la primera... cuando abandonan el universo material y él dice: “Mira, mi Crisje, ahora podemos empezar a hablar, ahora estás libre, ahora puedes acogerlo todo.
Éramos uno solo de sentimiento en sentimiento.
No soy tu alma gemela, porque allí es Hendrik el Largo quien se va a preparar, quien te va a merecer.
Porque por su violencia llegó a...
Por su tarea, por su cumplimiento del deber pisaba con firmeza el suelo terrenal, pero de todos modos volvieron (volvisteis) a llevarse (llevaros) bien, porque él es tu fuerza animadora, tu representación sagrada.
Una y otra vez él ha sabido recogerte de cara a la materia y la vida en la tierra.
Ustedes son (Vosotros sois) uno solo y estarán (estaréis) eternamente juntos, dos flores de un mismo color.
Él es la vida de los sentimientos enérgica que puede inclinar la cabeza y puede decir: ‘Sí, maestro, adelante, suélteme sus hachazos’.
Y tú lo cargarás por tu amor inmaculado, divino, cristiano”.
Ahora Crisje ve quién es Jeus.
“Mira”, dice, “mamá, allí vive la madre luna, es donde nacimos.
Este es el sol, la paternidad del universo.
Tenemos que materializar todos estos planetas y estrellas, los llevaremos a la densificación.
Hemos hecho un viaje a través de este universo y al final se nos concedió vencerlo.
Y encima hemos podido asimilar las leyes y los grados vitales como luz para el alma, el espíritu y la materia, para la paternidad y la maternidad.
Soy su maestro y el hijo de usted.
Debido a que llevo dentro de mí mi amor universal, mamá, sigo siendo su hijo Jeus, pero a su lado está André-Dectar, como el instrumento de los maestros.
Tengo que aceptarlo, porque el espacio me lo dice bien fuerte, pero usted ha de saber y aceptar: he servido por medio del amor que he recibido de usted.
Usted me dio los fundamentos durante mi juventud.
Me ha cargado, me ha besado.
Día y noche, contra viento y marea, con sosiego, en todo hemos sido uno solo.
¿Por qué los demás no?
Aún lo asimilarán, es para lo que tienen que vivir, velar, servir.
Y entonces Jeus, como André-Dectar, accede con su madre a la primera esfera.
Entonces llega el Largo, entonces el Largo puede...
Ya está en la primera esfera, se ha entregado en esos treinta años.
En poco tiempo puso toda la carne en el asador.
Dice: “Quiébrenme, rómpanme, quiero merecer mi Crisje”.
Y así papá y mamá podrán merecerse a sí mismos.
Así la madre podrá merecerse amar la paternidad y aceptarla y después representarla.
Jeus entra a la morada de ella.
Hay ahora miles de senderos.
Cada uno es una apertura, es el edificio de un templo, es: entra en mí, entra en mi gloria, en mi personalidad, en mi alma, en mi espíritu.
Crisje no ha cerrado ninguna puerta, según vemos ahora; todo está abierto.
Se desploma de felicidad y es el maestro, el maestro Alcar quien la acoge y la tiende en un lecho de flores y esplendores, y la dejamos sola.
Entonces André no está ante su cadáver de la tierra, sino que está allí al pie de la cama de un ángel, una madre, unos sentimientos universales, que ha aceptado su alma gemela, porque son vidas de un solo color y una sola ley, porque han representado la armonía, la justicia.
Será mejor despedirse de esta personalidad.
Es como si Crisje se sumiera en el sueño, en un estado de trance, en el segundo y tercer grado de ser uno solo para el espacio, en que ahora ella puede liberarlo a él, porque debe ser así.
Para que el amor maternal para madre e hijo, y el hijo y la madre se disuelvan en la veracidad universal, en el eterno ser uno solo, por lo que como seres humanos hemos llegado a tener en nuestras manos la autonomía.
Ahora Crisje puede aceptarlo como el maestro André-Dectar.
Puede decir: “Has vivido para mí, qué imponentes fuimos.
¡Qué imponentemente grande y profundo es el amor materno para la tierra y para el espacio!
Y sin embargo somos libres”.
A Crisje se le manda sempiternamente ese amor.
Ella sabe: es imposible romperlo, imposible desfigurarlo.
Pero es el espacio de él y el mundo de él, el espacio astral y la felicidad de él; esta es la mía.
Y entonces que venga el Largo, Hendrik el Largo.
Cuando lo llama el maestro André-Dectar y él ve primero a su Jeus y luego al maestro, y después el espacio, la conciencia, el sentir y pensar, la cordialidad y el amor, entonces el Largo tiene que inclinarse ante su hijo, y dice: “¿Puedo entrar en su corazón?
¿Puede usted aceptarme en todo?
Porque quiero servirle, hago todo lo que pueda.
Quiero ayudar a Dios a cargar.
Los maestros pueden mandarme a las tinieblas, estoy preparado.

Que me peguen los maestros, me inclinaré”.
Sí, allí hay ahora un hijo delante de su padre, y puede decir: “Gracias”.
No hay grande y pequeño.
En la tierra no existe la riqueza y la pobreza; solo hay evolución, solo hay realidad.
Una personalidad de la tierra que lleve dentro las leyes materiales no puede representar un espacio espiritual —es aquí el ser uno solo en la tierra—, pero la liberación y el ir hasta el amor universal, eso es lo que es espacial y es infinitamente profundo, eso lo dejó en nuestras manos humanas el Dios de todo lo que vive.
Y entonces despierta la madre.
¿Por qué despierta? ¿Por qué despierta Crisje?
¿Acaso no necesita tiempo para dormir?
No, la bondad no está cansada jamás.
El amor es indestructible.
El amor no conoce jamás destrucción ni cansancio material.
A ella solo la habían tendido, ella solo se había tendido para meditar, para pensar, para liberarse de su hijo, Jeus.
Crisje...
Crisje lo sacrificó todo por su ascensión al cielo.
No muestra preferencia por alguno de sus hijos para destruir a otro.
Renuncia a esta autonomía.
Ya sabe: esto es amor universal.
Por haber amado universalmente en la tierra —lo leen en ‘Jeus de madre Crisje’— pudo acoger en ella también este espacio.
Y ahora es cuando esto la coloca ante la nueva conciencia.
Esta vida despierta de inmediato.
Él la acepta.
Dice: “Adiós, papá, volveremos a vernos.
Cuando pronto yo esté listo y atravesemos las esferas de luz, cuando hayamos vivido el espacio, cuando hayamos consignado la Cosmología para el cosmos, para este universo, cuando volvamos desde el Omnigrado a la tierra y empecemos entonces a vivir el organismo humano desde la luna y su estado embrionario, directamente de vuelta al Omnigrado consciente y divino, donde veremos a Cristo y después empezaremos a vivir el alma, y cuando desde la tierra hayamos completado el ciclo de la tierra y volvamos a desprendernos de esta tierra y sus leyes para vivir entonces la primera esfera, la segunda, la tercera, la cuarta, la quinta, la sexta y la séptima, entonces usted podrá verme y se le concederá acogerme en el límite de estos mundos, si los maestros lo aprueban.
Si recibo el poder y la benevolencia, la gracia de estos espacios para darle esto, entonces lo saludaré como mi padre.
Pero si he de servir, si he de servir, Hendrik el Largo, entonces usted se encontrará ante una entidad espacial, y tendrá que aceptarme como instrumento de la Universidad de Cristo.
Adiós, papa”.
El Largo dice: “Adiós, Jeus”.
Allí está Miets.
Allí hay más gente.
Y entonces levanta a Crisje, la toma en los brazos, es ahora una criatura joven, una chica de veinte, veintiún años.
Él se libera de la primera esfera, el mundo astral de ella.
Vuelven una vez más a la tierra, en línea recta a la habitación donde él escribe, y entonces se despiden.
Aún ni una sola palabra se ha interpretado ni pronunciado materialmente; eran uno solo de sentimiento en sentimiento, y pensar que esto no es más que un hijo y su madre.
Pero el amor universal —por los espacios de Dios, por las esferas de luz, por la paternidad y la maternidad, por el servir en la tierra, la vida en la materia— los hace a ustedes y los lleva a profundidades universales, los lleva a la veracidad divina, inmaculada, los lleva a la vida, la luz y el amor.
Si no, cómo va a ser posible que estas vidas depositen su espacio, su animación, sus personalidades en el Gólgota y digan: “Cristo, ¿podemos decirte: lo hemos conseguido?”.
Pero es que lo ven por su conciencia, pueden verlo por su tuniquita; lo saben de verdad por su sentir y pensar, porque André puede aclararle las leyes y Crisje ya dice: “Yo lo sé: esta es la casa de Dios y en ella solo una morada es mía”.
Pero ella ya vive en eso, en ese templo.
Las flores están esparcidas a su alrededor, las aves vienen a su encuentro.
Ella lleva su hermosa túnica, las sandalias plateadas y doradas.
Sobre su pecho descansa la cruz divina, la señal de que uno ama a Cristo; la de la tierra no es más que apariencia.
Pero podrán construirse esa cruz por el amor, por los actos, por su sentir y pensar, y lo harán, y entonces algún día lo llevarán sobre su corazón.
Igual que la criatura oriental representa a Buda por la estrella en la cabeza, igual que el hijo del Antiguo Egipto ha recibido la señal de concienciación divina, universal, espacial, y pudo aceptar las grandes alas.
Jeus vuelve, se despide de su madre.
Está delante de ella y allí está otra vez Hendrik el Largo, que dice: “Ven aquí y tómala, toma este amor de mí”.
Y entonces mira a los ojos de su padre: “Voy a trabajar.
Tal vez nos volvamos a ver más adelante”.
Ahora es cuando André sabe: ahora que Crisje está allí —ahora que ha visto su ascensión al cielo, que en la tierra está con ella en el mundo espiritual, astral, que sabe que serán eternamente uno solo—, ahora es cuando en la tierra ya no puede ocurrir nada, porque he desprendido de la entidad material la maternidad divina, espacial, consciente de la tierra, y la he conducido a la concienciación espiritual.
Son las orquídeas para Cristo.
Son las orquídeas que ustedes pueden espiritualizar por sus actos y que ahora pueden depositar —como les he dicho— en el Gólgota, por lo que ofrecen pruebas de que quieren servir de verdad, de que algún día vivirán de verdad ese amor inmaculado y que querrán aceptarlo.
Y entonces harán las cosas de una manera muy distinta.
Ahora viven en felicidad, en gloria, en concienciación, en paz.
Ahora lo tienen todo, porque su palabra es “sí” y una ley.
Siempre tienden a inclinarse y a comprender.
Este año he querido nuevamente enseñarles esto, he querido dárselo este año, tomen el ejemplo de aquí.
Pero miren ahora por todo el mundo, contemplen la gente, qué pobres, qué inconscientes son esos lechos de muerte ahora, qué inconsciente es la vida cotidiana si el ser humano no puede comentar su verdad.
Cuando al ser humano se le gruñe no se puede vivir verdad, no se puede experimentar armonía, cuando no está el inclinarse, la suave comprensión, el deseo de acoger.
Porque no es ningún mal, el ser humano no puede actuar mal; eso es conciencia, es concienciación, es evolución.
Si un ser humano se para de cabeza y roba o bebe, ¿por qué razón encima ibas a matarlo a golpes?
Usted solo dice: “¿Por qué hace eso? Pero ¿por qué?
Va a terminar en prisión, y estará solo allí”.
Pero si no quieren eso, entonces será mejor dejarlos un poco en esa prisión —las tinieblas del otro lado son mucho peores— hasta que por fin la persona empiece a comprender: ya no tengo que actuar así.
Hasta que por fin la persona empiece a sentir y comprender: ahora las cosas serán diferentes, me inclino y sello mis labios como una tumba.
Porque les dije antes: Dios no les dio boca para hablar, sino para respirar.
Vamos, lloren hasta quedarse sin lágrimas, si es por la realidad, vale la pena.
¿Ocurre por debilidad, o ha usted quedado afectado nuevamente, o ha sido sacado por la fuerza de su equilibrio?
¿Por qué?
¿Por quién?
Por el salvajismo de este mundo, que no existe.
¿Se ha enfrentado usted a la demolición y a la destrucción, al asesinato y al incendio?
Al tomar la cruz en la mano izquierda y la espada en la derecha, o en la izquierda la espada y en la derecha la cruz, ¿todavía quiere representar a su país y su pueblo y su reina, su sociedad?
¿Todavía quiere servir la falsificación de documentos?
¿Todavía quiere servir a la mentira y al engaño?
No pueden ser perfectos aquí para la cuarta esfera, la quinta, pero ¡son dioses!
Son seres humanos de un solo color.
Acéptense hoy unos a otros, acepten aquello con que se encuentren, se lo he dicho muchas veces.
Y tengan salud, tengan luz, vida y color, tengan amor.
Sirvan si quieren poseer esta gloria, si quieren poseer su túnica, esas hermosas sandalias inmaculadas.
Y sigan viviendo entonces como ‘Las máscaras y los seres humanos’ y pinten con caca.
“¿Cómo pueden hablar los maestros de caca?”, dice el ser humano.
¿Acaso no sienten que esta pobre, inhumana, desalmada, fangosa cosa humana de la tierra pertenece a la sociedad?
“¡Ja, ja, ja, ja!”, dice el ser humano.
“¿Cómo pueden hablar los maestros de caca?”.
Ustedes viven en ella, pero ustedes mismos provienen de ese estiércol, porque viven en ese fango como el loto inmaculado del Templo de Isis.
Frederik, los maestros, Cristo, Dios, el Espíritu Santo elevaron desde este fango el sagrado loto blanco como ser humano, y lo volvieron a plantar en la primera esfera espiritual.
¿No es el regalo de ustedes?
El arte y la sacralidad, la fuerza imponente que hace falta para descender en ese fango, en ese lodo y desde ese fango... a ustedes...
¿Cómo podemos mostrarles la primera esfera? ¿Cómo podemos mostrarles la divinidad si quieren evadir ese fango?
El ser humano se siente tan grande y tan inmaculado y dice: “Los maestros escriben con caca”.
Ja, ja, ja, ja, espacio, Cristo, ¿lo oyen?
El ser humano quiere ser más que Tú.
“No es de los maestros”, se dice en la tierra, “es Jozef Rulof mismo”.
Sí, y también ustedes, están rodeados de miseria, de demolición, de mancilla y destrucción, y en ellas volverán a encontrar su reino, con lo que podemos ayudarlos.
Les damos una lucecita, un empujoncito, una elevación, una reconfortación, y los miramos directamente a los ojos.
¿Sienten el amor que arde en ustedes?
¿Comprenden ahora hacia dónde vamos, cuando este invierno terminemos esta temporada y tenga que cederlos en libertad a su sociedad, a su propio carácter, a su conciencia?
¿Qué harían, luego, por sus propias fuerzas?
Entonces más vale que recorran un camino vital.
Váyanse de viaje y consideren las conferencias, las leyes que se nos concedió analizar para ustedes.
Sean felices, estén radiantes, vayan a la naturaleza.
Los seguimos, los cielos los siguen.
Sean optimistas y alegres.
Que el ser humano diga: “Miren, este es un carácter amable”.
Prepárense para la primera esfera, para que pronto su marido pueda acogerlos como madre.
Para que ella esté ante usted, creador; y no se calle más, aclárele los sistemas, dele hoy el inmaculado beso espiritual.
Por una vez sea un niño de verdad.
Claro que sí.
Si quieren mirar: aquí hay amor... y silencio.
Silencio...
Que Dios los bendiga.
Con el agradecimiento y el saludo de los maestros, a los que sirvo y por los que tuve que hablar.
Hasta aquí, hasta pronto.
Den gracias a Dios, den gracias a Cristo de que hayan podido vivir y recibir todo esto.
Difúndanlo.
Acepten pronto —todavía se lo imploro, se lo pido—, estrechen ‘Jeus de madre Crisje’ contra su corazón y conviértanse en Crisje, conviértanse en Jeus.
Hermanas y hermanos míos, les doy las gracias por sus sentimientos benevolentes, por su entrega y comprensión.
He dado mucho, el alma me infundió mucho.
Les digo: este invierno hemos terminado cinco libros.
Hicimos dos exposiciones por medio de André-Dectar y les dimos ciento veinte conferencias, ¡y no estamos cansados!
Somos jóvenes y alegres.
Somos capaces de seguir y hablarles durante cuatro semanas.
Quien ame no puede destruirse.
Quien ame posee unión espacial, el amor con todo lo que vive.
Gracias... gracias.