El alma como personalidad astral

Buenos días, hermanas y hermanos míos.
Esta mañana les ofreceré ‘El alma como personalidad astral’ respecto de su vida aquí y de su otro lado.
Las conferencias... las diez, doce que ya han vivido, los libros ‘Una mirada en el más allá’, ‘Los pueblos de la tierra’, ‘El origen del universo’, ‘El ciclo del alma’, les dieron una idea de lo que será el ser humano detrás del ataúd.
El Antiguo Egipto empezó a colocar fundamentos para el alma como personalidad astral.
La doctrina metafísica colocó fundamentos: China, Japón, la India colonial.
Su sociedad, el psicólogo, el parapsicólogo, no saben que el alma ha vivido en la tierra repetidas veces.
Gracias a esos libros, a esas conferencias, por fin se hicieron una idea que pueden aceptar.
Pues bien, por medio de las conferencias que hemos vivido juntos, les di una idea de que el ser humano provino, de que absolutamente todo provino del espacio por medio de la Omnifuente —que es vida, luz, paternidad y maternidad, alma y espíritu—, por la que nació todo.
Los astrónomos asumen que el principio se originó debido a que el aura en el espacio se ha densificado; pueden aceptarlo.
Cuando pronto los eruditos lleguen al punto en que también tengan que aceptar el alma detrás del ataúd como personalidad astral, entonces ustedes ya lo estarán comprendiendo: esta sociedad, la humanidad, estará ante una nueva concienciación.
Y esta se llamará entonces el Reino de Dios o el Reino milenario. (El maestro Zelanus ha explicado en su libro ‘Los pueblos de la tierra’ lo que quiere decir con “el Reino milenario”. Este término hace referencia a la era que sucederá al “Siglo de Cristo”).
No ahondaré esta mañana en el significado de todo esto, porque quiero darles una idea, quiero continuar con la conferencia anterior donde la dejamos, y fue que el ser humano —todos ustedes— se desprenderá detrás del ataúd, y que tendrán que aceptar entonces cómo son.
Y ¿qué es lo que han hecho en la tierra?
Quiero darles un panorama de que la sociedad en que viven no es más que conciencia temporal.
Todo lo que hagan en la tierra se quedará aquí, no es más que un préstamo.
No hay nada, y quiero decir absolutamente nada que podrán llevarse como materia.
Tengo que aclararles por medio de qué podrán despertar y por medio de qué el ser humano recibirá animación, inspiración, por medio de qué podrán colocar fundamentos para el alma, para su personalidad espiritual.
Cuando vivamos eso y cuando ustedes lo acojan y comprendan, habremos avanzado un paso.
Les he mostrado en repetidas ocasiones esos destellos, les he dado una idea, les he mostrado una escena y aquello que hablará entonces, por lo que seremos capaces de acoger a la gente detrás del ataúd.
La vez pasada hemos registrado...
André me pregunta: “¿Qué ha hecho usted a lo largo de esos nueve siglos, cuando estaba viviendo su concienciación en la tierra?”.
Lo han oído la vez pasada.
Le doy las gracias por esa hermosa conferencia, hijo mío, estaba usted verdaderamente inspirado. (El 14 de mayo de 1950, el señor A. van Otterloo ofreció una conferencia a partir de un guión elaborado por él, basado en el libro ‘El ciclo del alma’).
Han oído cómo pusimos fin a nuestras vidas.
El asesinato, el homicidio y la violencia se desarrollaban en nuestra propia conciencia.
Más adelante, cuando llegue la reencarnación, lo verán: estarán entonces ante los sentimientos y se negarán.
Se dejarán golpear.
Solo serán capaces de amar al ser humano, lo ha demostrado Cristo.
Desde la Omnifuente a través del espacio, de planeta en planeta, lejos de casa y a la vez cerca, así fue como los traje a la tierra.
Hemos empezado en la era prehistórica, y al principio... al principio, los primeros pasos que hemos tenido que dar en este largo camino, en este fundamento universal, macrocósmico.
Hemos colocado...
Hemos vivido este espacio por medio de los cuerpos, por medio de las vidas que hemos recibido.
Ustedes son el espacio.
El ser humano se siente inferior —¡el ser humano es espacio!
Pronto, cuando ustedes hayan completado su ciclo de la tierra, ya habrán vencido este universo.
¿Qué significa todo eso?
Si son capaces de soltar la sociedad a base de hablar, de animarla de tal manera...
La universidad... ¿Qué es la sociedad?
Es la capacidad de razonar, la fuerza de los sentimientos, la personalidad de sus universidades.
Las universidades —se lo he contado— ofrecen las ideas conforme a cómo piensa y siente ahora mismo esta humanidad.
La universidad habla de justicia, la universidad aún sigue siendo fe.
Han recibido médicos, tienen astrónomos, el conocimiento del ser humano está siendo sintonizado con el espacio.
El ser humano está empezando a conocer las creaciones de Dios, y eso se convertirá en la ciencia.
Por eso ustedes deben ser capaces de intuir que la sociedad, que su universidad siguen siendo materiales, propios de la sociedad... que son conscientes y eso significa que del alma, del espíritu y de la vida todavía no se sabe nada, nada, nada, nada, ¡nada!
La doctrina metafísica lo esquiva.
Han llegado a conocer el Antiguo Egipto.
Ustedes tienen los templos —en la tierra viven templos— en los que viven personas que se han hecho preguntas —esto, a su vez, lo han visto gracias a los libros ‘Dones espirituales’, ‘Entre la vida y la muerte’, sobre el Antiguo Egipto, sobre el Templo de Isis, de Ra, de Ré—, templos por los que el ser humano se ha abierto un camino alrededor de la ciencia, de la doctrina metafísica, ha edificado un fundamento, ha elevado un templo, conociéndose así a sí mismo.
Estos son los fundamentos pequeños, las imágenes pequeñas, los senderitos cortos que nos conducen justo hacia aquel que —como ya dije— atraviesa el espacio y pronto volverá a comenzar de nuevo detrás del ataúd, cuando el ser humano, cuando la vida, cuando la personalidad se desprendan de los sistemas materiales.
¿Qué va a comenzar ahora?
Hemos estado aquí en Getsemaní, hemos estado allí para meditar, hemos ido a Pilato.
Así que desde el espacio...
Una mañana estuvimos en el Omnigrado, los conduje al Omnigrado con un propósito consciente, porque ahora quiero aclararles quiénes son.
Ya saben en cierta medida lo que va a ocurrir, lo que va a suceder.
Veníamos de la Omnifuente, es decir, del Omnigrado consciente, divino y humano, en el que ahora viven personas que han alcanzado la Omniconsciencia.
De allí llegó Cristo a la tierra para traer Su conciencia divina, que ustedes llaman “Evangelio”.
También hemos llegado a la tierra desde el Omnigrado, hemos seguido al Mesías —Él es la primera Vida consciente de todas— y por supuesto que hemos tenido que aceptar Getsemaní.
¿Qué es, pues, Getsemaní para el alma como personalidad astral?
Para aclarárselo de manera científica, científica espiritual, me hacen falta diez libros, cien, porque entonces primero tenemos que seguir cada grado de vida —más adelante, es la cosmología— para ver cómo se han originado esas densificaciones, esas divisiones que hizo Dios, y cómo han comenzado esas creaciones.
Solo entonces recibiremos el viaje a través del espacio para el universo.
Recibiremos para el espacio vida y muerte, paternidad y maternidad para todo, luz, vida, concienciación.
Entonces atravesaremos los grados vitales, porque la Omnifuente como Omnimadre, porque la creación y el alumbramiento tenían animación materna.
Ese espacio se llenó gracias a que llegó una fuerza, un pensamiento, un sentimiento.
Esas fuerzas se han densificado como nieblas, y entonces se llenó esta inconmensurabilidad.
Esa fuerza se manifestó más adelante como nubes, llegó una irradiación dorada, es decir que de esas tinieblas llegó luz y entonces se desgarró esta imponente túnica que es el alma de Dios y se produjo la división.
Fue cuando empezaron los planetas, fue cuando empezaron la paternidad y la maternidad para el espacio, ¿entienden?
Para aclararles esto les he dicho: lean ‘El origen del universo’, entonces podré acogerlos, entonces podré elevarlos hacia esos primeros nacimientos para el macrocosmos.
Pero el macrocosmos ha creado el microcosmos, y este lo somos nosotros, es la flor, es la vida en la tierra.
La madre tierra como madre macrocósmica creó la existencia embrionaria: el ser humano, el animal, la naturaleza.
¡Y esas leyes tendrán que asimilarlas como seres humanos!
Ahora bien...
Viviendo... lo hemos vivido... viviendo en la naturaleza, cuando ustedes llegan a oriente y se encuentran allí a un iniciado... ese hombre, esa vida, esta alma, este espíritu, esta personalidad se ha liberado de la materia, se ha liberado de la sociedad.
Y entonces esa vida puede darse por completo.
En cuantas más cosas se convierten ustedes entonces en la sociedad, más difícil será, ¿no es así?
Porque Ramakrishna estaba sentado allí, Buda se desprendió de todo y dijo: “Ya no quiero poseerlo, porque no haría más que molestarme.
No es más que carencia”.
¿Por qué Buda, por qué esos grandes, esos conscientes, se han desprendido de las cosas materiales?
¿Por qué esas personas ya no serían capaces de jugar a ser jueces?
Ya no quieren tener que ver con el pensar, con el pensar y sentir terrenales.
Y lo han sentido bien, porque cada posesión de la tierra es un trastorno.
Cuantas más posesiones tengan ustedes, pues, en la sociedad —se lo demostraré, se lo aclararé, porque pronto daremos ese paseo— tanto más difícil se harán las cosas para ustedes mismos, pues entonces irán arrastrando todo eso.
Ahora ustedes salen de la sociedad.
Les he preguntado: ¿qué son? ¿Qué quieren?
¿Qué quieren alcanzar aquí?
¿Tienen dinero? ¿Tienen oro? ¿Tienen posesiones?
Si han alcanzado eso y lo pueden comprender de verdad: maravilloso.
Dios ha creado —también se lo he aclarado— un estado paradisíaco para cada ser humano.
Pero ¿dónde se encuentra ese pequeño paraíso?
La sociedad no lo tiene; pueden obtenerlo únicamente en la naturaleza.
Dios pensó —lo dijo Cristo—, Dios pensó y Cristo lo sintió: el paraíso está dentro de ustedes, y eso, pues, ¡es cierto!
Lo han sentido... lo ha sentido Ramakrishna, lo ha sentido Buda, lo han sentido los grandes de los templos, porque no querían tener que ver con esa sociedad ni con nada de lo que vive en la tierra.
¿Y qué hace, pues, el ser humano en la sociedad?
¿Qué son ustedes ahora aquí, ahora mismo, en lo que viven ustedes, con respecto a su personalidad espiritual como alma?
Una y otra vez, André les va dando las imágenes con las que dice: “Miren, el ser humano es la chispa de Dios”.
Pero ¿qué es una chispa?
Son ustedes, como cuerpo, han recibido brazos y piernas y ojos, una boca para hablar.
No tienen más que... solo tienen que...
Dios no les dio esa boca para hablar.
Eso también lo han sentido Buda y los demás.
Ramakrishna dijo: “Si digo muy pocas cosas, digo más, y digo más que cuando materializo mi palabra.
Callar... cuando callo llego a la unión para los sentimientos espaciales, con todo lo que ha creado el Dios de todo lo que vive.
Resulta ahora que mi silencio es elocuente, incluso más que la palabra que ustedes reciben”.
Pero la sociedad lo ha difuminado todo.
Cristo solo vino para abrirlos a ustedes.
Si Él se hubiera sentado en la tierra y si se hubiera quedado allí durante Sus treinta y tres, treinta y cuatro o sesenta años, según su tiempo, y si hubiera callado y en cambio hubiera emitido Sus fuerzas, entonces habría logrado más que ahora...
¿Es cierto?
¿Pueden ustedes analizar el espacio en silencio y sin decir nada?
Dios les dio una boca para respirar, pero no para decir cosas feas, odiosas, destructoras, demoledoras, injustas sobre Su vida.
El ser humano usa los pequeños labios para decir algo, y lo que oyen ahora en la sociedad no es más que odio, destrucción y demolición.
Casi no oyen el pensar elevado, el pensar y sentir universales, basta con que presten atención.
“La quinta palabra que llegue siempre vuelve a ser destructora, o es un tiro muy errado”, diría André, siendo Jeus.
Para aprender justo eso y demostrarlo —según les dije—, absolutamente todo lo que la sociedad ha construido es materia.
Y esa materia, aunque ustedes sean unos eruditos, se queda aquí.
Serán... “detrás del ataúd” no serán más que una chispa de vida, nada más.
Pero son todo, porque Dios se ha materializado.
No voy a volver ahora sobre eso, si no, lean mejor los libros ‘El origen del universo’, ‘Una mirada en el más allá’, ‘Los pueblos de la tierra’, ‘El ciclo del alma’.
Dios como Omnifuente tuvo que vivir las leyes de dilación.
Son los grados vitales para cada rasgo de carácter, para cada pensamiento, todo pensamiento.
Cuando Dios se manifestó —es la madre naturaleza, lo ven ahora, se ha convertido en materia, en flores, en seres humanos y en animales, espacios, planetas, estrellas y soles— todo eso finalmente sigue siendo sentimiento, ¡solo sentimiento!
La ciencia —como les demostré— a ese planeta de allí, que allí está muriendo, lo ha... se le llama luna, pero no es realmente una luna.
¿Esa palabra quién la ha... fue Dios quien ha creado esa palabra?
El ser humano dice aquí en la tierra: “Estarán condenados si hacen tal y cual cosa”.
¿Creó Dios la palabra “condena”?
¡Imposible!
Sí, la Biblia dice —es ahora ‘Los pueblos de la tierra’, allí podrán leerlo—: “Sí, haremos seres humanos.
Dios ha comenzado”.
Pero ¿quién era Dios? ¿Quién es Dios?
Dios es sentimiento, Dios es espíritu.
¡Y cuando el ser humano, el hijo católico se encuentre ante Dios como espíritu, volverá a ver otra vez a una persona con una barba de veinticinco metros, cincuenta metros, dos mil metros de largo!
Entonces allí habrá nuevamente un ser humano que hable, el Señor, pero Dios nunca ha hablado.
Dios es vida, Dios es... se ha espiritualizado y materializado por medio de los grados vitales y las leyes de dilación.
Ustedes son una deidad.
Cada chispa lo representa a Él, a Ella, como padre y madre.
Los planetas son las chispas macrocósmicas, o sea con leyes, con luz, con vida, con alma, con espíritu, con paternidad, sobre todo, y maternidad.
Así que la chispa más pequeña tiene sintonización con la Omnifuente, es la Omnimadre.
Por eso Ramakrishna dijo: “Madre, Madre, ¡infúndeme animación!”.
Ramakrishna y los santos absolutos —es decir el ser humano, los conscientes— se arrodillan, no ven maldad.
Para un iniciado no existe la destrucción, la maldad.
¿Los pecados...?
¡Es evolución!
A la criatura en la selva que quiebra y asesina y come a otro ser humano allí, ¿a esta criatura acaso la tienen ustedes que asesinar, porque da por hecho que esto es el alimento?
Es conciencia animal, preanimal, pero es una chispa divina, es una divinidad.
Cuando entonces ustedes pronto intuyan y puedan aceptar la cosmología de su vida, de su pensar y sentir, entonces los convertiré en deidades.
Y entonces vayan y digan a su madre y padre: “Váyanse al carajo, no quiero tener que ver con ustedes.
Haber hecho las cosas de esta otra manera”, así desperdician y pisotean su núcleo divino, ¡su sintonización divina!
A ver, averígüenlo dentro de ustedes, ahora que todavía pasaremos un rato aquí: ¿Quiénes son ahora? ¿Qué quieren?
Conviértanse en juez, en médico, en erudito, en rey, en emperador, reina...
Cuánto más asciendan el escalafón social —resulta ahora—, tanto más peligroso se hace para su personalidad, porque se conectan con algo que no tiene sintonización espiritual.
Ahora los filósofos están extrayendo el grado espiritual de un pensamiento, por lo que y para lo que fue envenenado Sócrates.
Tuvo que tomar una copa de cicuta por decir cosas hermosas.
A Galileo se le encerró, la iglesia lo encerró.
Y ese papa dijo: “No”, y entonces maldijo, Dios por aquí y por allá, se enojó: “El sol gira alrededor de la tierra y no la tierra alrededor del sol.
Hasta allí... ¡y encierren a ese hombre!”.
Y allí estaba Galileo en el calabozo del Vaticano.
¿Que eso está bien?
La iglesia puso a miles de almas en la hoguera, cada vez que esa criatura de Dios quería revelarse y recitaba un hermoso poema, un poema espiritual.
Entonces esa criatura tenía que ir a la hoguera, porque rodeó el orden, y entonces se la destruía.
“Sí, solo fueron diez”.
La iglesia católica dice: “Solo fueron diez personas, y encima solo dos simplones”.
Pero ¡fueron diez millones, iglesia!
Esas cosas les dan la idea de que así es como no hay que hacerlo, que eso no puede ser verdad.
Santo cielo, ¿cómo podría Dios dejar que Su Yo, Su propio Yo —ustedes son Dios— se condenara y ardiera?
No hay fuego, se lo dicen ahora los libros ‘Una mirada en el más allá’.
¿Qué clase de libros son esos que los despegan con violencia de ese egoísmo, de esos complejos de inferioridad, que les ofrecen una mirada espacial a sus propias vidas?
Sí, cuando no quieran aceptar su núcleo divino, entonces pueden convertirse en unos viva la Virgen.
Ya llegarán; dentro de diez mil años, dentro de cien mil años de todos modos tendrán que comenzar.
Todavía pueden esperar otro poco, todavía pueden decir un momento: "Ya lo veré pronto.
Ay, a mí qué me importa, ¿por qué ya me preocuparía ahora por ese tipo de cosas?
¿Qué tengo que ver yo con ese espacio y con esos planetas?".
Pero ¡ustedes son un planeta y son un sol!
"Sí, pero solo soy un ser humano común, aún no puedo pensar".
No, ¡todavía no hay sentimiento!
Y así vemos, pues, que hay personas que anhelan y anhelan y no se llegan a saciar.
¿Por qué?
Porque su núcleo divino despierta para el grado de vida humano.
Esas personas empiezan a anhelar y ahora ven: si hago el mal, soy pobre.
Eso se lo dice, otra vez, 'Los pueblos de la tierra'.
El primer ser humano que hubo completado el ciclo de la tierra estaba de pie allí, se desfogaba nuevamente, descendía en el ser humano; por supuesto, el sol se había ido, estaban vivos, pegaban voces, gritaban por ayuda.
Fue entonces que el ser humano empezó a pensar.
Se me concedió ofrecerles un panorama claro en 'Los pueblos de la tierra' de cómo esas personas podían conectarse por medio del propio grado de vida, que seguía viviendo en la tierra, y entonces descendieron en esos seres humanos.
El padre en la madre, y la madre en la madre, la mujer en la mujer.
Llegaron a la unión, se convirtieron en sentimiento, eran sentimiento... vida.
Y esa vida como una personalidad astral entró en comunicación y entonces esos ojitos empezaron... esa conciencia diurna, son los ojitos humanos, eso es la conciencia diurna... gracias a ellos podían mirar y entonces esas rejas empezaron... esa oscuridad se disolvió y volvieron a ver en la materia.
Se lo conté entonces y es muy sencillo: el psicólogo... ahora otra vez tenemos que hacerlo, enseguida el psicólogo se acercará a ustedes, pasará por aquí y seguirá su camino sin más, pero sin ver ni oír nada.
Le dice a su amigo: "¿De qué hablaba esa gente de hace un momento?
¿De la demencia?
Pfff, ¡no existe!
Sí, sí que está allí, pero ¿qué es en realidad?".
Entonces toda la humanidad, en la medida en que al ser humano se lo podía alcanzar, estaba poseída.
Hubo un tiempo en la tierra —se lo conté y aclaré por 'Los pueblos de la tierra'—, cuando los tres... el tercer y cuarto grado, es decir, como organismos, ya lo comprenden, el tercer y cuarto grado van a la sociedad.
Ya era la conciencia más elevada, ya vivía en Egipto y allí había reyes y emperadores, faraones.
Aquellos otros grados vivían todavía en la selva.
Ahora pueden... esa gente que volvió allí, buscaba su propio grado de vida, el vecindario en que habían vivido, porque el sentimiento, el pensamiento, adquiría ahora esa unión por la materia.
Y se convirtió en demencia, en estar poseído.
El ser humano vivía su unión.
Incluso escribí, les conté: nacían criaturas por medio de la voluntad humana astral.
¿Que no puede ser?
Sí, me... en la cosmología y un poco después —lo rocé un momento— decíamos: es imposible, porque esa alma nace, pero veamos, por medio del ser humano terrenal, ¿verdad?
Tiene el derecho, porque la madre tiene que dar a luz; esa vida tendrá que ampliarse y densificarse dentro de la madre.
Pero la personalidad astral vivía dentro de esa madre y experimentaba ese proceso.
Y es lo más imponente para el nacimiento, llegar a conocer eso, entonces lo saben de golpe.
Y fue por eso que esos cuatro grados, esos millones de seres humanos estaban completamente poseídos en ese tiempo.
Vivían, se sentían fuertes, pero en estas auras —¿quién de ustedes dice que son completamente libres?—, en estas vidas, en esta aura vivía la personalidad astral.
Ya lo comprenden: es inconsciencia, porque para las leyes divinas y la armonía espiritual se llama ahora y es ahora: mantenerse en armonía.
¡Es una entidad y a esa entidad no la pueden tocar!
Así que ya estarán equivocados cuando ya... cuando se conecten con un ser humano.
Una personalidad espiritual consciente de la primera esfera ya tampoco lo hace.
Solamente para servir, para traer ahora algo hermoso, el saber, la animación del espacio, de su propia vida, de la esfera en que vive él.
Es el ser humano, es el hombre, es la mujer.
Debido a eso fue que... fue que se originó el Antiguo Egipto, que nacieron los templos, porque nosotros, los maestros rodeábamos —aún no había fe—, rodeábamos al ser humano directamente al alma, la vida y el espíritu, y así nació esa cultura para el Antiguo Egipto.
Desgraciadamente, tengo que sacar a relucir estas imágenes si es que ustedes quieren tener pronto una idea clara de lo que les ocurrirá cuando abandonemos ese pantano en el que hace poco vivíamos aquí.
Y ahora estamos ante las particularidades humanas que hemos de vencer.
Ahora bien: tal vez se rían, tal vez se encojan de hombros si son eruditos y llegan allí.
Tienen a Dios, rezan, no han hecho más que estudiar, han dado sus vidas, han entregado sus personalidades para, por ejemplo: conviértanse en pastor protestante, conviértanse en clérigo, conviértanse en obispo, conviértanse en cardenal, conviértanse en papa.
¿Qué son ahora?
Entonces llegarán al otro lado —se lo he aclarado, les he dado esas imágenes— y se las tendremos que quitar, porque la creación es de otro modo.
Dios no ha creado seres humanos con un poco de barro y soplo vital.
No ha quitado una costilla de Adán ni de Eva —no importa, es un cuento chino— para crear una nueva vida; éramos embrionarios.
Por fin los eruditos ya han llegado a ese punto, los biólogos ya han llegado a ese punto en que dicen: “Sí, la vida comienza en las aguas”.
Y sin embargo no están tan seguros de si también el propio ser humano ha vivido en las aguas.
Y, a ver, supongan ahora que es cierto eso, y que pronto el biólogo, la universidad puedan enseñarles: “Sí, hijo mío, adepto, estudiante, les doy las primeras clases universitarias de esta mañana.
Tenemos que volver”.
Pronto, dentro de diez mil años vendrán a la universidad.
Entonces se convertirán en astrónomos, no, entonces serán astrónomos, serán pastores protestantes, serán catedráticos, serán... médicos no, esos van aparte, el médico, el internista seguirá recorriendo su propio camino.
Pero serán doctores, serán astrónomos.
El astrólogo no tiene interés alguno, a él jamás lo conocerán en la tierra.
Adelante, vuelvan a enojarse, aquí también ha ocurrido ya...
El astrónomo, ustedes son clérigos, pastores protestantes, obispos, pueden aprender lo que sea, pero ese de allí se convierte en psicólogo, en parapsicólogo.
Llegarán a tener en una sola mano todas las órdenes religiosas, todas las facultades.
Es lo que el erudito será dentro de diez mil años.
Y ahora comienza el catedrático: “Sí, hace diez mil años, hace veinte mil años —qué significa eso, son veinte minutos, veinte segundos— todavía aprendíamos que Dios podía condenar a la humanidad.
Pero cómo semejante inconsciencia nos podía...
Ya lo comprenden: hay evolución, estudiantes, cómo hemos vivido en esa evolución, en esas tinieblas.
Continuamos y por fin llegamos al punto en que tuvimos que aceptar —eso y sobre todo ahora mismo, ahora que tenemos el contacto con los maestros— que comenzamos en la vida embrionaria y que esta era la luna.
No era la ‘luna’, público mío, sino que era el primer grado de vida cósmico para el espacio.
Empezamos desde el primero y hasta donde lleguemos”.
¿Ven?
Ahora, en este tiempo, el erudito llega hasta el punto en que dice: “Sí...”.
Un catedrático... ¿qué es un catedrático? ¿Qué es un doctor? ¿Cuándo son ustedes...? ¿Qué son cuando son pastores protestantes?
Ahora tienen...
Se lo voy a demostrar: no quebramos esas vidas.
Ese ser humano, ese pastor protestante que estudia, tiene que estudiar mucho para aprenderse la Biblia.
Estudia una historia humana, lo sabe todo de Jacob, de Moisés y de Isaac.
Pero no de cuando Moisés empezó a soñar ni de la bofetada que Isaac le dio a Jacob en plena cara, de eso el pastor protestante no sabía... el pastor protestante de hoy en día no sabe.
No sabe cómo soñó Moisés, no lo sabe.
Pero sigo esas vidas, porque así mismo es cómo empezó.
“Sí”, dice, y ahora se aferra a ella.
Tiene que retroceder otra vez; por más que empiece con Moisés, tiene que volver, porque la Biblia empieza con esto y aquello y lo otro.
“Hagamos luz, hagamos vida, hagamos seres humanos”.
El pastor protestante lo acepta, piensa: es verdad divina.
Y ahora resulta, cuando mira detrás del ataúd... resulta que las creaciones ya estaban listas, que la fuente divina se había materializado, que ya estaban listos los seres humanos, los animales, la naturaleza desde hace millones, billones de siglos, de eras, desde hace billones de eras, y fue entonces que empezó la Biblia.
Entonces la Biblia empieza a hablar de un Dios, de una creación, de todo.
Es el pastor protestante que con todo esto de su universidad viene al otro lado, también el teólogo de la iglesia católica, y ahora resuenan las palabras: “Les doy las gracias por todo”.
Pastor, siéntese y en un abrir y cerrar de ojos le mostramos el espacio.
¿Puede usted...?
Vamos, vamos, ya está bien con esa condena suya, porque ¡la condena no existe!
Usted ha reconducido a la gente hasta Dios, ha rezado, ciertamente.
Miremos ahora un poco qué es lo que ha alcanzado con esos rezos.
Ha estado postrado, ha hablado hermosamente, ha hecho que la gente cantara con dulzura.
Una y otra vez esos hermosos cánticos, pero ¿ve usted que no sobresalían de la esfera de su tierra?
Porque estos cánticos, ¿dónde podemos encontrarlos?
¿Con qué tienen que ver y dónde vive esa sintonización?
¿Canta el espacio?
¿Puede usted vivir algo por medio de Dios? ¿Puede atraer algo por medio de sus cánticos?
Lo ve, pastor protestante, lo ve, cura: ustedes han creado esfera, están extasiados... no es la palabra, han entrado en meditación para sintonizarse con el plan de la creación elevado, y entonces han empezado a cantar.
Ha traído un hermoso organillo de esos para acompañarse, gruñen que da gusto.
Sabe gruñir que da gusto, sabe... ha cantado tan fuerte que incluso oídos sordos lo oirían.
Oh, allí también cantaban.
Y esos sentimientos y esos cánticos se elevaban cada vez más, pero no asomaban por encima del tejado de su casa, porque ciertamente no tenían importancia alguna.
Pastor, ha hablado de la condena.
"Pues, no haber pecado".
Pero, lo ve: fuego aquí no hay.
Acéptelo, por favor, porque no hay fuego.
El ser humano, Hitler y Goebbels y todos esos demonios que ustedes han conocido en la tierra viven ahora en la séptima esfera y están ahora en el Omnigrado. (El maestro Zelanus se refiere aquí a que la gente que ha vivido de manera demoniaca en la prehistoria ha evolucionado ahora hasta la séptima esfera de luz, e incluso hasta el Omnigrado divino. Para dejarle claro al lector qué grado de conciencia preanimal tenían esas personas entonces, el maestro Zelanus usa a Hitler y Goebbels como ejemplos de un pasado reciente. En otra parte los maestros describen que Hitler yace ahora en la esfera tenebrosa más baja del otro lado, en el valle de dolor, y que solo dentro de miles de años se reencarnará en la tierra para enmendar su karma. Por medio de esta comparación, el maestro Zelanus enfatiza que al final cada alma alcanzará el Omnigrado divino y que la condena no existe).
El animal prehistórico que vivió en ese lugar y en ese tiempo representa ahora el Omnigrado divino, pastor.
Y de la Biblia no sabía... no conocía a Dios ni conocía a Cristo, ¡no tenía nada!
No tenía sociedad, no tenía una lucecita.
Esa bestia animal, como ser humano, estaba y vivía en las selvas, era una criatura del pantano, no tenía nada.
Y esa cosa vive ahora, esa vida vive ahora en el Omnigrado divino y es Cristo.
Qué bien.
¿Que no lo acepta?
Aquí está usted detrás del ataúd, ¡aquí es nuestra palabra la que manda!
¿No me escucha?
Vaya, pastor, ya se ha esfumado de mi vista... ¡fuera pastor!
Y el pastor que dice: “Pero si eso es imposible, porque la Biblia dice...”.
La Biblia no existe aquí, pastor.
Esa Biblia, eso es para la tierra.
Aquí usted vive la ley divina y es el alma como la personalidad astral espiritual.
Es lo que usted es ahora.
Ha recibido ojos y una boquita, sus manitas, pero no sabe cómo moverse.
Venga, vamos, le enseñaremos a andar.
Y así no es...
No sabe qué hacer con esas piernas.
Sí, andar en la tierra, allí tenía un apoyo.
Pero no tenemos apoyo, no hay concienciación, no hay fundamentos.
El pastor: andar, nada, no sabe ni cómo comenzar, porque el pastor no tenía sabiduría vital.
Solo tenía las Escrituras.
Cómo es posible...
Sí, pastor, ahora ha hecho cosas buenas allí, ha conducido al ser humano a Dios.
Pero la metió en su casa, a esa pobre mujer que estaba sentada delante de su puerta, pastor, que estaba de noche echada delante de su puerta y simplemente se quedaba tirada, esa noche en el frío, bajo la lluvia, la metió en su casa y le dio una cama caliente, pastor, y ¡eso sí que es ahora su pequeño fundamento!
Le dio a esa criatura quince céntimos, pastor, para comprarse un poco de pan.
Eso cuenta ahora aquí mismo, de lo contrario no habría tenido suelo bajo los pies.
Conocemos a pastores protestantes que viven en la tierra de odio, pastor, que se han mancillado no solo a sí mismos, sino a la vez el mundo y el espacio.
Y es allí donde viven, a esos ni siquiera los visitamos.
Pero usted todavía tiene posesiones por las poquísimas cosas verdaderas que ha contado —o sea, al margen de la religión, pastor, ¡al margen de la Biblia!
No tiene nada de la Biblia, pero los pensamientos y sentimientos humanos a los que usted ha infundido animación con sentimiento inmaculado, y que por tanto ahora representan la justicia, la benevolencia, la confianza, el amor fraterno, pastor, esos son ahora mismo los pequeños fundamentos.
Es materia, es sustancia viva que tiene debajo de los pies, de lo contrario usted viviría allá.
Venga, señor catedrático, ahora le toca a usted.
“¡Tengo tal y cual grado!”.
Sí, sus medallas ya están en la tierra, no tienen importancia aquí.
Cuando llega alguno con la cruz de honor; “¿Dónde están mis medallas?”.
Lo primero que pregunta el catedrático: “¿Dónde se ha quedado mi título y mi sombrero de copa?”.
Sí, ya no están, aquí usted está desnudo.
Lo que lleva puesto es una vestidura.
Esa vestidura y esa túnica...
No está desnudo, señor catedrático, cardenal, juez, ser humano común de la tierra, no están desnudos, sino que sus vestiduras tienen agujeros, son oscuras, no se les puede ver ni una sola manchita de luz.
Sí, empieza a haber un leve crepúsculo, señor catedrático.
Y ¿no es curioso, señor erudito? Esta vestidura se sintoniza exactamente con la esfera debajo de esta, debajo de la primera esfera, allí está la tierra crepuscular.
Su vestidura empieza a clarear, pero luz no hay.
Los ojos de ustedes no tienen luz, sus manos están retorcidas, gordas, azuladas, verdes, no un color normal.
Su rostro tiene un aspecto azulado, verduzco radiante, tiene usted la mirada salvaje, los labios gruesos, abultados.
Es usted torpe, retorcido.
Tiene pies de dos metros, no puede pararse ni delante ni detrás.
Ya no tiene cómo andar, porque tiene... ¡no tiene ni idea del empuje divino!
Si usted es empuje divino, entonces tiene los andares para ir.
Dios le dio piernas y pies para apoyarse en ellos y manos para servir, para rezar.
Pero no manos para asfixiar, para desfigurar Su vida, ¡esas Dios no se las dio!
Dios le dio una boca, Dios les dio los órganos respiratorios, pero ¡no para condenar y maldecir la vida, señor catedrático, papa, pastor protestante!
Ahora bien, todo lo de su universidad —pronto lo tendrá que aceptar, vamos, conviértase en erudito y en catedrático para la teología— se lo tendrán que quitar, porque ya no tiene existencia, usted solo copia las palabras de otra persona, pero usted mismo no tiene nada, nada, nada.
“Dios es amor y llegó el Cristo.
Este dice: ‘Y Yo perdonaré sus pecados’”.
Sí, ¡ya le gustaría!
¿Qué se le ha perdonado?
¡Se lo habrán ganado!
¿Cómo quiere representar este espacio?
Si quiere ser una vida desnuda, como una flor radiante en la tierra, como es la vida aquí, como se ha creado el espacio, primero tenemos que privarlo de esa Biblia, de esas actitudes, sintonizaciones, esos fundamentos dogmáticos.
¿Qué es su personalidad espiritual?
Usted es tinieblas, no tiene nada, es retorcido.
Es cierto, el ser humano que llega al otro lado, el ser humano que llega al otro lado tiene movimiento, es empuje.
Usted ve cómo andan esas personalidades, están vivas, es hermoso, es una conciencia viva.
Todo en este ser humano vive.
Los ojos irradian luz, labios hermosos, manos bellas, finas, conciencia espiritual, ¡son esculturas!
Mire estos organismos...
Sí, porque seremos como el Mesías, seremos como Dios, y Dios ha creado al ser humano a Su imagen.
El ser humano lo representa por todos estos mundos y espacios, paternidad y maternidad, animal, vida, flor, planta.
Él solo tiene la Biblia, solo tiene una historia de Moisés, Isaac y Jacob, de la Casa de Israel.
“Y entonces el Señor dijo...”.
Sí, entonces Noé se rebeló contra Dios, y este tuvo que meterse por tres barricas de coñac.
Eso ocurrió, el ser humano lo deja apuntado en la Biblia: Noé tuvo que hacer esto y aquello y lo otro.
Noé tuvo que recoger sus animales, tuvo que ir a ese preciso lugar, porque el mundo iba a perecer.
Dios se destruyó a sí mismo, porque nosotros como seres humanos, la vida en la naturaleza, el espacio, sol, la luna y las estrellas, somos chispas de Dios, es Dios mismo, Él mismo.
Eso es lo que es Él.
¡Es Su luz, Su vida, Su amor, Su estado inmaculado, Su armonía, Su paternidad, Su maternidad, Su personalidad!
¡Es el alma de Dios como la personalidad espiritual y ahora aquí en la tierra como materia, como ser humano, como animal, como flor!
¿Como Biblia?
Como Dios... ¿como un teólogo?
Dios no conoce teólogo, porque si el ser humano no puede vivir esa vida, ni una flor ni un ser humano, si el ser humano pasa por alto Sus leyes divinas —por ejemplo la conciencia de sacerdote de ustedes: los clérigos—... ¡como madre basta con convertirse en monja y santa y casta para andar al margen de la creación!
Ya no tendrá nada en absoluto, nada, nada, nada de nada, ¡entonces usted está completamente fuera!
Estará al margen, se habrá desprendido de la armonía divina, espiritual y materializada.
Entonces solo será “santo” como ser humano en la tierra, pero ya no tendrá nada, se estará necrotizando.
Eso es, pues, la iglesia católica entera.
Sí, lo único adicional que hay y que se añade ahora es: ¡pórtese bien, haga esto, haga lo mejor, incline la cabeza!
Sí, pero ¿lo hace usted mismo?
Pues bien, le llegan las palabras: inclínese, y tiene que amar.
Fantástico, es ahora lo único que puede ser un fundamento para su avance universal, lo hemos tenido que aceptar nosotros y millones de hijos de Dios, como divinidades, como chispas de Su vida.
Y ahora está del otro lado.
Es usted un pintor, un artista, muy grande y poderoso.
Pero ¿acaso no sienten, como seres dotados, Beethoven, Bach, Mozart, Tiziano, Van Dyck...?
“Acaso no siente”, dice el maestro Alcar a André...
Cuando tuvo que vivir el universo y cuando él, André, ya no aguantaba más, cuando dijo: “Me disuelvo, exploto en la tierra, ¿cómo puedo procesar eso?
¿Usted cómo vivió?”, dice al maestro Alcar. Entonces este dice: “Fui un pintor, pero no un apóstol.
Y lo que traje a la tierra no tiene nada que ver con el espacio.
¡Si convenzo a un solo ser humano de la vida eterna y del Dios, el Padre de Amor que no condena, habré logrado más que todos mis lienzos ‘embardurnados’!”.
Es cierto, pues eso seguirá en la tierra.
El maestro Alcar dice: “Mira, ahora las venden por una millonada y al ser humano... he llevado al ser humano al punto de robar esas cosas.
Y existen, hay personas que están encerradas debido a mi arte.
Pero hemos de... Dios creó todo lo que vive, Dios llevó todo a la espiritualización y materialización... ahora tenemos que vivir en Su armonía y entonces usted ya no pintará, porque entonces sabrá: todavía hay un inconsciente al que le encantaría poseer arte y que de esta manera se aísla durante años en una cárcel, así que traigo trastorno.
Por medio de mi arte he aportado trastorno”.
“Gracias a Dios”, dijeron Bach, Beethoven y Mozart, “que ese arte nuestro solo se puede interpretar y luego vuela de regreso al espacio”.
Pero, a ver, materialice los sentimientos divinos aquí en la tierra y cuélguelos en una pared, al ser humano le gustarán y los robará para llevárselos —y usted habrá creado disarmonía.
Por eso un maestro de la primera, segunda y séptima esfera dice: “Ya ni siquiera pintamos para la tierra, porque la tierra, el ser humano allí, no comprende nuestro arte”.
Sí que pueden mirarlo, es una posesión, es una bella forma de arte, de sensibilidad, de alma, de espíritu.
Pero eso no es lo que es.
En mi tiempo, cuando estaba en la tierra, pisoteé a personas, las mancillé y desfiguré.
Y cuando vi que podía enmendarlo y que no había sido condenado, me eché rodeado de silencio y pensé: ‘Gracias a Dios, estoy vivo’.
Ni siquiera se me ha condenado, puedo empezar.
Pero no me dedicaré nunca más al arte, porque la sociedad no solo me ha mancillado, malbaratado y desfigurado a mí, sino también a Cristo y a Dios, y todo lo que cuelga allí de las paredes.
Y no solo el arte, una simple y sencilla pintura —aunque usted dé una millonada por ella—, no solo un diamante que saca de la tierra y que refleja la irradiación del espacio, el oro...
¿Por qué ese oro tiene tanta importancia para usted?
Solo podemos demostrarle que será un diamante cuando su carácter humano hable según los grados vitales, las leyes de dilación para el espacio, la Omnifuente, la Omnimadre, la Omniluz, la Omnivida, la Omnialma, el Omniamor.
¿Lo ve?
Entonces irradiará como un diamante, eso es paternidad.
Para el espacio, el arte es materializar y espiritualizar la vida, dar a cada rasgo de carácter justo esa armonía por la que han surgido esas leyes y significa: si una semillita se mete a la tierra, déjela allí mismo, porque se encargará la naturaleza, la Omnifuente, pero no esté tocándola, toqueteándola.
Y ahora el ser humano ha toqueteado estos tesoros sagrados, una madre, por ejemplo.
Ha vuelto a lanzar al espacio así como así esa luz, esa partícula de allí, esa chispita, ese embrión, y ¡fue asesinato!
¿Por qué lo hace usted?
Pero es mucho peor: justo allí una madre que vive en las preocupaciones y que no puede dar a luz a su hijo y que dice: “Dios mío, ¿qué dice esa sociedad?”.
¿Lo ve? ¡Pudor fingido, inconsciencia!
¿Qué le importa esa sociedad cuando usted es Dios, ahora como madre?
“No, tengo que deshacerme de esa criatura.
¿Qué no dirá la gente? ¿Qué no me impondrá la sociedad?”.
Hija, madre, eso no importa tanto.
Hubo niños que llegaron a las esferas de luz: “¡Ay, maestro, he mancillado!”.
“Tú no has mancillado, hijo mío, porque debido a este empuje te has elevado más, no lo dudes.
Una vez asesiné en la tierra a mi amigo, lo derribé de un golpe.
Por mi golpe él iba a vivir una nueva evolución, si no debería haberme regresado para dar a ese cuerpo... para dar un nuevo cuerpo a esa alma.
Esa criatura fue, esta criatura fue adentro de ti, fue la evolución, fue la reencarnación.
Así que se salvó el pellejo, como se dice allí”.
Pero allí mismo alguien dice: “¡Fuego!”, y ¡se matan a tiros, esos dioses!
Unos católicos —se lo he contado— matan a tiros la vida de Francia, Italia y Japón; la de Japón no es católica, pero bueno...
El occidente consciente dice: “Vayan y defiéndanse ustedes mismos”.
Ahora tienen un pueblo, tienen un pequeño país, tienen una sociedad, tienen un rey, tienen un emperador, sirvan entonces a eso ahora y vayan a donde le digan esos seres.
Ahora tiene que empezar a pensar.
¿Entiende ya en este momento lo consciente que es la sociedad, esta humanidad?
Y ahora nos acompañan.
Sí, tienen la sensación: defenderé mi pueblo, mi país —y de su Dios y de su Cristo no tienen nada, ya ni siquiera los recuerdan.
Ahora llega ese pastor protestante del otro lado, y también ese teólogo: “Sí, defienda su país y su reino”.
La iglesia católica también dice: “Vayan y defiendan estas posesiones”.
Cómo puede aprobar eso... cómo puede aprobar eso como mentor, mientras que la llegada de Cristo trajo: “¡No matarán, porque se matan a sí mismos!”.
¿Asesina usted la vida?
No, a la vida no se la puede asesinar, pero usted frena esta evolución.
Y ahora el señor papa dice: “Vaya y defienda su iglesia, su fe, su país, su pueblo”.
¡Qué bien, mire!
¿Y ese tipo pretende ir a la primera esfera, a la que nos dirigimos ahora?
¿Ese tipo quiere ser luz en la primera esfera, recuperar las formas de la mano divina que usted recibió?
¿Quiere usted poseer la luz inmaculada, armoniosa en su vida?
Porque cuando uno está en armonía con el espacio, con todo, con la vida, con la paternidad y la maternidad, con la amistad, con su hermana y hermano, también tiene los ojos radiantes de ese amor inmaculado.
¿Cierto o no?
Porque ande, vaya al odio, mire dentro del odio, mire dentro de la destrucción, mire dentro de sus risas flojas humanas.
“Ji, ji, ji, ji...”.
Sí, ¿qué es?
Cuando le dice al ser humano: “Vamos, empiece a ser pensante y no se ría por todo a lo tonto”.
En las esferas usted se ahuyenta, porque allí ya no tendremos esa risa boba.
¡Aquí empezará a pensar, pastor!
El ser humano que se vaya haciendo consciente... ande, vaya a mirar a la gente, mírese usted mismo, mire su paternidad y su maternidad, mire su ser hombre, su ser mujer.
“Allí viene, es ella la que se acerca”.
Pero en las esferas usted ya no será ninguna “ella”, sino que allí será una ley vital.
“Ya viene mamá”, “allí está papá”, cuando vive de esta manera la paternidad y el ser madre.
Aquí en las esferas ya no queremos que nos asuste su palabrerío, sus sentimientos.
En la primera esfera, como alma, como personalidad astral, estamos en armonía y entonces somos empuje; toda esa vida es mía, suya, es su sangre, es su luz, es su sentimiento, es su vida.
Benedicto, Celofato, Pio XIV, el decimosexto y el vigésimo y el milésimo, ¿dónde viven ustedes?
¿Dónde están?
Si han tomado el control de la cátedra, de la jurisdicción para la tierra, también tendrán que aceptar y tendrán que poder representar la vida de Dios en amor.
Anden, pregúntenle a un maestro: “¿Tengo que ir a la guerra? ¿Tengo que hacerlo, maestro?”.
Entonces él dirá: “No, no asesinen, no mancillen, no violen, no se desfiguren.
No violen la vida divina”.
Y esta “divinidad” dice: “Tienen que ir”.
¿Cómo va a ser sagrado esto? ¿Qué clase de sacralidad es esta?
Y esto es, pues, un dogma; no tengo nada en contra de esta gente.
¿Quiere ir esta vida directamente a los cielos?
¿Qué es un cielo?
Cuando puedan decirle al ser humano: “No saque las manos, no convierta sus manos, sus hermosas manos, en garras, en una conciencia animal.
No deje que esos clavos... no deje que fluya esa sangre; mantenga su color normal, blanco, inmaculado, radiante, humano”.
¿No tienen más?
Con una sola palabra, con un solo pensamiento equivocado desfiguran esa personalidad hermosa, imponente, espacial, espiritual, animadora.
Ya no son madres, porque no tienen nada de eso.
¿Han ustedes violado la vida?
No me atrevo a decirlo, pero allí es donde están las leyes.
Lo vemos por su pequeña túnica.
“Usted tiene... ¿Cómo se ha hecho con esa hermosa túnica?
Tiene una túnica”.
Sí, madre, ella y él tienen una túnica.
Allí hay alguien gritando, se lo conté: “Hendrik, Hendrik, pero ¿dónde te has metido?
¡Ahora que las cosas van en serio no te veo!”.
“No”, dice Hendrik, “estoy ahora en mi mundo, en mi armonía.
Ya no tengo que aceptar que eche pestes de mí aquí; he acabado mi tarea.
No me importa dónde estás.
¡Ahora tendrás que empezar tú mismo!”.
¡Muy bien, Hendrik!
¡Cristo le pone un diez a Hendrik, y las leyes del espacio le ponen setenta y siete!
Y Dios dice: “Bien hecho.
Muestre ahora quién es usted, porque ¡tendrá que luchar y pelear por su divinidad!”.
Y ¿qué es entonces la vida?
Ahora pueden empezar.
Les he dicho: mejor tengan listo el diccionario.
¿Soy bueno, soy tierno, soy armonioso?
¿Soy amoroso, soy inmaculadamente consciente en todo, soy armonioso en todo... (inaudible)?
¿Estoy vivo, soy radiante?
¿Es esa vida lo que me pertenece, y es mía? ¿Es mi sangre, mi luz, mi vida, es eso lo que amo?
Si uno deja al otro solo durante cinco minutos y regresa se encuentra allí con la vida.
Mejor vuelvan a la tierra ahora.
No conocemos eso en las esferas.
Cuando a mi madre...
Viví cientos de madres.
Se me concedió después volver a parir a madres que me habían dado a luz en Italia, Francia, Japón, Rusia, Holanda, Bélgica, Alemania.
Mejor no se imaginen que ustedes son madres de esa criatura, aquí hay mil más que a su vez las han parido a ustedes.
Ustedes no tienen más que maternidad terrenal.
Por supuesto, porque cuando la criatura... cuando el hijo se vuelva consciente y se vuelva masculino, y maternal, entonces lo habrán perdido, entonces se convertirá en una entidad.
En las esferas de luz habrán de decir: “Todo esto es mío.
¿Ven ustedes estas esferas?”.
No será presunción, pero tampoco un complejo de inferioridad, ¡porque nosotros somos dioses!
Somos vida de Su vida; lo de luz de Su luz vendrá solo después.
Somos empuje de Su empuje; porque vivimos, estamos aquí.
Somos sentimiento de Su sentimiento.
No tenemos nada que ver con conocimiento material.
Mejor conviértanse en eruditos, mejor conviértanse en directores de esto y aquello y lo otro, ¿a qué estarán ustedes sirviendo?
Solo el sentimiento más insignificante, cuando salgan de allí y lo hayan perdido y hablen con su amigo, con su nieto de allí, con el hombre que ha escalado el primer escalón: “Vaya, hermano, ¿qué tal todo en casa?”.
“Sí, señor, mi mujer...
Sí, tengo preocupaciones”.
Pues, ¿quién no las tiene?
Señor, por favor, haga el bien.
Ande, ¡dele algo a esa criatura, si es que está lista para eso!
Ahora tiene que saber o lo echará todo a perder.
Sí, eso es la universidad de Sócrates: puedo darle algo a esa criatura, si no volverá a ir cuesta abajo.
De todos modos tiene que esforzarse al cien por cien para trabajar; quiere convertirse en empuje divino, ¿no?
Así que trabaje, piérdase, desplómese.
Porque ¡ni siquiera son capaces de hacer eso!
Conviértanse en empuje, pero háganse serviciales, háganse vivos, háganse conscientes.
Y todo eso es ahora un rasgo de carácter para su personalidad espiritual.
He consultado el diccionario, ¿comprenden?
Tengo que poder hablar con ustedes durante mil años si quiero mostrarles su personalidad astral, espiritual.
También profundizaré en ello en esta última conferencia, si quieren comprender que cada pensamiento erróneo...
Ustedes se pudren, revientan: “Váyase, madre, no quiero tener que ver con usted, usted es precisamente...”.
Entonces no lo es esa madre, sino que lo son ustedes mismos.
Traicionan a su amigo, no solo traicionan su paternidad y maternidad, su sociedad.
No me hace falta ponerme a hablar con un ladrón, no me hace falta empezar a hablar al inframundo; nosotros lo sabemos: descendemos en un hoyo, en una conciencia fangosa y no es esa la intención, lo ven ustedes mismos.
Pero ahora los grados más etéreos para su pensar y sentir.
“Estamos a Tu lado, Cristo.
Servimos a Dios, experimentamos a los maestros, claro que sí!”.
Claro que sí; ¿acaso lo pueden demostrar?
Una noche conté aquí: ¿Quieren ascender el Gólgota con la espada en la mano izquierda y la cruz en la derecha, es decir: con estrellas en su guerrera?
¿Quieren hacer creer a Dios y a Cristo, a las esferas de luz, que a su hijo que asesina le están ayudando los maestros?, es lo que les dije.
Son cuentos diabólicos.
Entonces convierten a los maestros en demonios; eso es imposible, contra eso luchamos.
Y es la verdad vital de André-Dectar, que los conecta con la Universidad de Cristo.
Ahora, por favor, verifiquen un momento quiénes son ustedes, escuchen un poco sus propias palabras, sus propios sentimientos.
Si son madres y dan a luz y crean, hombre, entonces ¿por qué no dan a luz con cada pensamiento?
Entonces donde la madre no tienen que...
El hombre ya vuelve a pensar: ‘Bueno, eso es cosa de ella’.
No, ese es el trabajo de usted, el parto de usted, porque usted dará a luz a ella debido a que puede cargarla.
Pero ella no quiere ser cargada, dice: “Ejem... ya lo miraré más tarde”.
Pero ¡ustedes viven aquí en la eternidad!
Ahora el ser humano dice: “Más tarde miraré... pronto miraré detrás del ataúd y ¡entonces ya veré lo que me ocurrirá!”.
¿Nunca ha oído hablar de una peregrinación?
¿Nunca han oído hablar de quienes meditan? ¿De cómo vive esa gente?
¿Nunca han oído hablar de brahmanes y budistas, que se postran ante Buda y Mahoma: “¡Alá, Alá!”?
Sí, esas criaturas tienen la fuerza y el valor de caminar miles de millas, por una brizna de...
Seguramente que para ustedes son unos desfigurados y psicópatas, eso es psicopatía oriental.
Pero ¡tienen la fuerza —como la tienen sus testigos de Jehová— para pelear e infundir alma!
Sí, ahora tenemos que demostrarles a esas criaturas, a Mahoma... a los musulmanes, a las criaturas budista: esos son los perifollos.
Tenemos que demostrarle y aclararle al testigo de Jehová: ustedes no han luchado más que por la destrucción, entregando su alma y personalidad.
Vaya que si es una pena, ha transcurrido toda su vida.
“Fui de puerta en puerta y dije a la gente: prepárense, porque estamos ante el fin de la tierra, de la creación.
Y entonces se burlaron de mí y ahora resulta...
¿Y enfurecí?
No, no fue así, me vencí a mí mismo.
Ya no quería montar en cólera por los inconscientes en la tierra.
Estaba ante la gente con mi palabra que infundía animación.
Sí, tengo Dios, iglesia...
Primero fui católico, luego protestante y después recibí a Jehová.
Fui de puerta en puerta, aunque cayeran chuzos de punta, y ahora resulta que trabajé para nada.
Toda esta vida pasó, ¡para nada!".
Pastor protestante, si sigue hablando de la condena, la desfiguración y de poder beber la sangre de Cristo, hablará con un inconsciente, con las tinieblas.
Señor catedrático, si quiere ser teólogo, despréndase entonces de la condena y viva acorde con ella.
Ustedes no avanzan, señores cardenal, obispo, capellán, sacerdote, monjita.
Han recibido el cuerpo para dar a luz y resulta que se ponen a rezar, rezar, rezar, rezar, rezar.
Quieren casarse con Cristo.
Sirven a Cristo por hacer caso omiso del espacio, de la paternidad y la maternidad de su deidad, de su evolución, ¿no?
“Sí, pero ¿cómo podía yo saber eso?
Tenía el sentimiento de servir al Mesías, a Cristo, y entonces fue que mi...”.
Esa criatura llega al otro lado y es “santa” y no tiene túnica ni sentimiento ni luz.
La criatura ha sido “santa” todo ese tiempo, todos esos años, toda la vida.
Aceptaremos que esa criatura no ha sido mancillada por nada de nada, pero ¿qué es la mancilla?
¿Es mancilla la maternidad?
¿La paternidad?
Sí, ¡para ella!
Y ustedes mismos son la ley más sagrada de todas.
Entonces se les acerca allí la criatura de las esferas consciente y dice: “Las leyes más sagradas de todas las que creó Dios son ser padre y madre.
Por ellas se originaron ‘sol’ y ‘luna’, por ellas ustedes han recibido la vida”.
Dios, Dios mío, Dios mío, si pudieran ver cómo las criaturas están echadas allí.
Han completado su ciclo de la tierra, así que tenían un grado.
Hay miles de ellas que viven en el mundo de lo inconsciente, millones, miles, cientos de miles.
Todas esas hermosas criaturitas, esas madrecitas, esas vidas tienen que volver a la tierra para convertirse en madres, porque ¡han desperdiciado sus vidas!
Incluso peor, mucho peor que el que asesina, porque este por lo menos hace algo.
Aquellos no hacen más que rezar y pensar, ¿para qué?
Para algo vacío, para lo inexistente.
Ya no hay vivencia absoluta, ha desaparecido el altruismo.
Andan como ser humano en un mundo vacío que oscurece, ¡porque no participan en el plan de la creación!
¿Tonterías?
Ojalá pudiera llevarme a esas criaturas hasta estas leyes de justicia, mostrárselas, pero todavía no es posible.
Ya vendrá, por supuesto, pero estas vidas se van.
Háganse sagrados, vivan un dogma, pero cuando estén al lado de la creación, al lado de la armonía —¿lo ven?— y cuando conviertan la armonía en disarmonía.
Resulta, ahora que el alma como personalidad astral llega detrás del ataúd, que está con millones de pensamientos en un sitio determinado, sin tener existencia, sin tener dónde pisar firme, no puede mirar, es ciega, no tiene nada, los ojos están cerrados.
Ahora bien, si tienen ustedes odio, entonces esos ojos volverán a abrirse porque tienen odio.
Ese odio sale volando de ustedes, porque... el odio es equivocado o bueno, da igual, pero ese odio, ese sentimiento los despierta.
Si en la tierra han sido una bestia, es todavía menos malo que si se ponen a jugar al santo, porque entonces ya no tendrán nada.
Por eso Ramakrishna dice: “Amo a la puta de este mundo.
Madre, madre, ¡la veo a usted como una santidad!”.
“¿Qué es conciencia putesca?”, preguntó Vivekananda a su maestro.
“Maestro, ¿cómo puede amar a la zorra animal en el mundo?”.
“Vivekananda mío, desaparece de mi vista.
No veo maldad, no veo equivocación, no existen los pecados.
Que esta criatura quiera ser madre y aún no lo experimente conscientemente según las creaciones debe de ser la evolución inmaculada para acogerlo y vivirlo, ¿no?
Vivekananda, ¿cómo puede pensar así?
Desaparezca de mi vista por hoy, hoy ya no quiero verlo más”.
¿Qué dijo Cristo? ¿Qué fue lo que dijo Cristo?
¿Qué dicen los maestros?
Qué tienen que contarse a sí mismos, pronto, cuando aquí, con eso de ser director...
Ahora se van liberando, se han liberado de la tierra, pero son directores y son tan grandes y tienen... les encanta tanto, todas esas posesiones.
Y ahora llegan al otro lado y entonces están allí: “Sí, sí que he leído algún que otro libro.
He leído libros y he escuchado a los maestros.
Lo sé todo al respecto, pueden contarme de inmediato que he muerto”.
Pero ¿qué tienen ahora?
¿Qué han asimilado?
Hay quienes... hay quienes aquí incluso asfixian a los otros.
Cuando sigo sus auras reconozco enseguida a algunos que incluso ahora siguen pisoteando.
Quinientas conferencias no sirven de nada.
¿Qué aprende el ser humano?
Mañana oirán: “¡Jau!”.
O así: unos pasan junto a otros en silencio.
¿Cuándo serán amplios, cuándo podrán... —se lo he enseñado y preguntado, pues es lo que es, es cosa de ustedes mismos, está en sus manos, son sus posesiones—, cuándo amarán de verdad?
Eso no quiere decir —como les aclaré— que tengan que empezar a recostarse unos en el regazo, en los hombros de los otros.
“Pero ya no digan ninguna palabra equivocada”, dijo André, dicen los maestros, dicen las leyes, los grados vitales, dice la ley armoniosa para todo, el amor, dice la vida, dice un alma, dice la luz para el espacio, para su esfera, para el alma como la personalidad astral detrás del ataúd.
Estábamos desprendiéndonos del Gólgota.
Íbamos... íbamos.
Aquí estábamos.
No he hablado de eso, porque tuve que detenerme para analizar ahora a cada ser humano.
Resulta que cada ser humano es un espacio.
Puedo aclararles ahora, podré aclararles de inmediato...
Ni se me ocurriría abrirlos a ustedes aquí, ¿por qué iba a hacerlo?
De todos modos, eso les asusta demasiado.
Pero allí está, la irradiación de ustedes me lo dice.
Hacer preguntas a los maestros y una vez en casa pensar: ‘¡Que revienten!’.
Así no son las cosas.
No les tengo respeto a ustedes; somos corteses, los aceptamos.
¿Quieren que despierte el Mesías, su núcleo divino? ¿Quieren dar un paso, echar fundamentos, todavía aquí, durante su vida terrenal y su tarea de aquí?
Empiecen entonces a aceptar la vida.
Hablen con la maternidad y paternidad, ábranse, hasta que la gente diga: “Usted es de verdad una personalidad amada”.
Tienen que dárselo a una sola persona, esta se lo pasará a otra.
Habrá cinco por mes, seis, siete, cien, mil.
Poco a poco la vida empezará a hablar de ustedes.
La sociedad es asquerosa, sucia, demoledora, desfiguradora, es un mancilladero, pero hay un solo ser humano en la tierra que sabe cómo soy, y es mi divinidad.
Y eso, pues, Dios lo puso en las manos de ustedes, como padres y madres.
Ahora bien, cuando no quieren, cuando ustedes no lo quieren, ¡entonces frenan a su divinidad de aquí!
Cuando el hombre dice: “Mujer, cállate”, no la asfixia a ella, ¡sino a sí mismo!
Cuando odian, cuando una y otra vez tienen que demoler —pronto se lo demostrarán las esferas— entonces frenan, entonces no le golpean solo a ella, sino también a ustedes mismos.
Cuando ella o él dice: “Más tarde sí que lo querré ver, no tengo que ver con eso”, es el mundo de él, ¡pero no el de ustedes!
Y cuando esa vida dice: “Acepten esto, me ahorco si van a las conferencias de los maestros”, digan sin dudarlo: “¿Con qué soga lo hará?
Para que yo se la compre.
La pondré en la mesa sin más, en lugar de alimentos le daré entonces una gruesa soga”.
¿Que si es odioso?
No, ustedes han crucificado a Cristo.
Dios quiere que vivan las leyes vitales inmaculadas, y cuando diga eso la palabra de ustedes, cuando interpreten eso los labios de ustedes, entonces no les quedará más remedio que experimentarlo y aceptarlo, puesto que lo mandarán al espacio, ¿no?
Eso ya no hay quien lo pare.
“Me mato, me suicido si no dejas de hacer esto y lo otro”.
Y cuando entonces el ser humano empieza a preguntarse: “¿Hago bien? ¿Soy verdadero?”, asesinen entonces a André, ¡y a mí de una vez!
Primero pueden atravesarnos de una puñalada, morimos con gusto por ustedes, para acoger su palabra y su fuerza.
Somos verdad, porque detrás del ataúd el alma es una personalidad astral, espacial, divina.
Es el beso del espacio.
“Entonces”, dice Cristo, “darán la verdad a esa vida, que atormenta y desfigura allí”.
Cuando la palabra “odio” es odio, quiere interpretar odio, demolición, entonces la otra palabra es ese pedazo de soga, la realidad y el altruismo del alma allí —la madre o el padre—, y lo depone ante su personalidad: “Aquí está...
¿O salta desde el tejado?
Tírese delante de un tranvía, así se quitará de en medio de una vez por todas, pero ya no me atormente más”.
En las esferas de luz, cuando ustedes hayan alcanzado la sabiduría vital espiritual...
Había un iniciado en la tierra, se casó y la criatura, la madre que vivía a su lado, solo dijo: “Lo amo a él, él me carga, él es el espacio”.
Por supuesto, ¿qué es personalidad? ¿Qué es conciencia? ¿Qué es amor? ¿Qué es vida? ¿Qué es luz?
Pero una mañana ella se levantó y por lo visto no había dormido bien —el espacio no tiene que ver con sueño, la chispa divina de ustedes no piensa en sueño—, no, quedaba algo más por dentro que no estaba en armonía con el estado de él, o con el espacio, o con esto en la tierra.
Él dice: “Hija, ahora que veo en usted las tinieblas por medio de un solo pensamiento pequeño, débil, será mejor que yo desaparezca y que vuelva a usted pronto”.
“Pero ¡no puede hacer eso, oiga!”.
“Sí, pero usted me ha picado.
Quiero ser luz, la verdad y la vida.
¿Cómo puedo vivir al lado de la falsedad, de la falta de disposición?
¡Me voy!”.
Y después de catorce años el iniciado volvió.
Durante catorce años ella estuvo allí arrodillándose y pensando y pidiendo.
“Prepárese para mí”, dice él.
“Estuve preparándome para usted.
¿O es que piensa que haber tenido que abandonarla me hizo feliz?”.
¡Y aquí ustedes se pegan, aquí ustedes se abandonan en cada momento!
Cuando el alma —la madre o el padre— tiene solo un momento, entonces dirá mañana: “Mejor ya no voy.
¿Qué más me da?
Si de todas formas no tengo que ver con esas personas, con Dios, con Cristo, con nada.
¿A mí qué me importa ese más allá? ¿A mí qué me importa ese espacio?
¿Quién lo demuestra?”.
Sí, quédense entonces con eso.
Pero la otra criatura que está sedienta, que dice: “Quiero morir.
¡Viviré, pero también moriré, Cristo, espacio!”, porque esa criatura empieza a sentir que esta es la verdad.
Una sola palabra equivocada... esa criatura simplemente ya no es capaz de pensar equivocadamente.
Ya no dice “revienta” ni “púdrete” y ya no odia, ya no desfigura, ya no mancilla, ya no reniega.
Trabaja, sirve, siempre hace las cosas en armonía.
Cuando usted llega a casa demasiado tarde, hombre, entonces usted mismo es la interferencia.
Ahora lo que importa es —lo ven, es la escuela terrenal—: ¿cómo entramos en armonía unos respecto de otros, unos ante otros? ¿Cómo llegamos a la unión?
Porque la unión es amor.
Y ahora miren aquí, empiecen ahora a preguntar, empiecen a palpar lo que ha quedado de ustedes.
Tenemos a sus espiritualistas, tenemos teósofos, tenemos... (inaudible) hijos practicantes, pero las criaturas metafísicas aún dicen: “Vamos, ¡maten!”.
“Mi hijo ha matado, sus tiros derribaron a setenta y cinco y ochenta que se estrellaron, pero los maestros lo sacaron del lodo, si no se habría asfixiado”.
Y ahora puede empezar a matar de nuevo, y entonces siguieron otros trece japoneses.
Y ¿alguien de esa calaña quiere entrar en la primera esfera?
¿Alguien así es una personalidad espiritual?
Si combatimos eso, ¿ya no valemos?
¿Soy el falso entonces?
¿André y yo, los maestros, Cristo, Dios, la Omnifuente?
¿Miente y engaña la Omnifuente?
Hemos dado el paseo cuatro mil, cinco mil, un millón de personas, la humanidad entera estaba preparada y se fue detrás del ataúd.
Allí estábamos, y digo: “Síganme, les muestro el camino”.
Y ahora me acompañan ustedes también.
Ustedes vienen conmigo, vienen con los maestros, de lo contrario no estarían aquí.
Y ahora, desde el Gólgota, vamos a andar.
No hace falta que les cuente cómo se originó el espacio y cómo llegamos más lejos, cómo han de pensar y andar.
Les he dado imágenes de todo esto, para colocarlos a ustedes otros cinco minutitos en la primera esfera, así lo sabrán de una vez.
Pero me hacen falta días y meses y años antes de poder enseñarles por medio de qué han surgido esas cosas.
Y entonces nos encontraremos ante las leyes vitales, los espacios vitales, los grados vitales, ante el amor, amor... ¿qué es, pues, amor?
Vamos a abandonar el Gólgota y allí lo han visto: allí ya se vive en el pantano.
Allí viven en el pantano.
“Eh, Hendrik”.
Sí, Hendrik, sí, Peter, sí, Johan, Abraham, o se llama usted Isaac, sí, ahora se tienen que valer por sí mismos, ahora son un espacio universal, ¿lo ven?
Otra persona no tiene más que este circulito y este está delimitado, y allí ustedes ven un bloque de hielo, se va derritiendo, llega el frío.
¿Qué pasa ahora?
Ese ser humano es frío, tienen al lado de ustedes el Polo Norte.
Sí, ustedes ven ese Polo Norte en la tierra, aquí, debajo de su corazón.
¿Amo?
Ahora ven lo que es amor.
Ni uno solo nos queda, tal vez me lleve a uno solo.
Continuamos, seguimos, primero a través de este espacio.
Nos desprendemos del espacio material, entramos al mundo astral.
Ahora es el alma que mira, que por lo tanto dio de verdad luz a esta personalidad, que a cada pensamiento dio luz, ¡luz!
Radiante como ese diamante de allí, radiante como el sol, radiante como lo dijo Cristo, y ahora cada rasgo de carácter es camaradería, amistad, paternidad y maternidad.
La paternidad y maternidad lo son ahora todo; ustedes son madres o son padres.
¿Una de las dos cosas?
¡Son las dos!
Y ¿qué han hecho por la paternidad y la maternidad?
¿Verdaderamente fueron madres?
Así continuamos.
¿Andando?
Ustedes andan por la fuerza de otra persona, recibirán esas antenas.
Llegan... llegamos a la tierra crepuscular, nos desprendemos de ese cosmos y estamos...
Ya hemos abandonado a trece, a catorce, a veinte, a cientos de ellos, ya viven allí en la tierra de odio, porque lo que tenían era odio, no tenían sentimientos.
Ya los hemos perdido, ya no volveremos a verlos ni en miles de años.
¿Es su madre, su padre, su hijo?
Ya no volverán a ver a ese hijo —ahora todavía como niño—, se ha convertido en una entidad, es una deidad, es el Dios de la vida de ustedes de allí, y llegará, tendrá que volver.
¿Dónde vive esta criatura?
Pronto, cuando tengamos la conciencia, iremos a mirar dónde es que vive ahora el padre de ustedes, dónde es que vive ahora su querida esposa y dónde es que vive ahora ese marido de la tierra.
Creciendo juntos pueden fundirse.
Ahora tienen que poseerlo absolutamente todo del espacio, el diccionario completo —¿lo comprenden?, una y otra vez ese diccionario— sobre la bondad, benevolencia, honestidad, armonía, el silencio, la dulzura, todo eso lo tienen que poseer, y entonces iremos a la primera esfera.
Ya vamos llegando a...
Todavía hay algunos entre nosotros, vamos tomados de la mano.
Ni siquiera pueden soportar la luz, porque en cuanto le dan algo hermoso en la tierra, el ser humano se desploma.
Pero esta sacralidad los ilumina, las flores empiezan a cantar, ya llegan las aves, llega la luz de la primera esfera, ustedes ya no tienen nada.
Vamos, está bien, vengan, todavía quedan algunos.
Vengan conmigo.
Y los maestros nos dan la bienvenida y allí, al final de la primera esfera, en este espacio, en este grado de vida, allí hay millones de seres humanos, padres y madres, que nos están esperando.
Ahora se inclinan, ahora se inclinan ante ustedes.
Ustedes son reinas para la conciencia humana, espiritual.
El grado de vida espiritual en el espacio, en la primera esfera, está libre de todos los sentimientos demoledores, es un ser radiante.
Podemos ver: poco a poco empezaron a cambiar esas túnicas, el rostro se puso radiante, los ojos empezaron a hablar y esas manos gruesas, trabajadoras se convirtieron... recibieron posesiones espirituales, lo etéreo del hermoso cuerpo que Dios puso en nuestras manos.
Radiantes y felices, benevolentes, justos, armoniosos, ya no queda nada que interfiera en ustedes.
Ahora entran en el silencio, porque allí tienen su casa.
Este espacio es un reino, aquí están los templos.
Hay millones de personas que yacen a los pies de ustedes y quieren servirlos, los recuestan a ustedes entre las flores de las esferas, y las aves llegan para decir: “Les transmito saludos de su hermana, de su padre y madre.
Confíen en la pronta llegada de Cristo”.
¿Quién es?
En la tierra, el ser humano es alma, espíritu y materia.
El alma es el núcleo divino.
Así que absolutamente cada pensamiento —lo verán, basta con que lean ‘Una mirada en el más allá’, continúen ustedes mismos, reténganlo, por favor—, cada pensamiento que los pone en armonía con las leyes de densificación divinas —un pensamiento se densifica y se amplía; cuanto más etéreo, cuanto más amoroso se vuelva un pensamiento— es el espacio para un sentimiento, es un sentimiento como rasgo de carácter.
Así que cada pensamiento llega a tener conciencia de las esferas.
¿Cómo son ustedes entonces como padres? ¿Cómo son hoy como madres?
¿Son...? Dado que ellos saben hacerlo, ¿pueden ustedes comprender absolutamente todos los pensamientos que reciben en la tierra? ¿Pueden comprender absolutamente cada palabra que reciben?
¿Pueden constatar de inmediato la armonía espiritual de eso, acogerla en ustedes y emitir enseguida un juicio: “No, no es así, según las leyes del espacio, según Cristo...”?
Mejor tengan presente a Cristo, porque Él era amor en todo.
“¿Así es como se hace?
Pero ¿por qué hace usted eso?”.
Y ahora, desde luego, están en la tierra, donde algunos seres humanos no los aceptan a ustedes, algo que ustedes no quieren.
Pero han de seguir aguantando, ustedes.
Pero ¡ojalá que hagan eso!
No es cosa de ustedes lo que hagan esa mujer y ese hombre, lo que haga la sociedad, mientras ustedes sean así.
Porque la sabiduría no tiene significado, ustedes son solo vida.
Su cátedra de esto y de aquello y lo otro no importa nada.
Su arte no importa, solo el mundo de sus sentimientos, su personalidad, donde esté en armonía con el empuje, con las leyes de dilación y densificación de Dios, representadas por la paternidad y la maternidad.
¿Pueden comprenderlo?
Es decir que cada rasgo de ideas, hermanas y hermanos míos, tiene que dar a luz y crear, como Dios creó el espacio.
Una flor irradia Su reino de los colores.
Si como seres humanos encima hubiéramos podido destruir esto, entonces las habríamos pintado de negro.
Es lo que la gente ya está haciendo, cultivarlas sin parar hasta que estén negras.
¿Son felices ahora?
Porque eso es real y verdadero.
¿Dónde nació esta vida?
Conviertan cada rasgo de carácter en una orquídea —les digo— y deposítenla al pie del Gólgota.
El Cristo lo acoge al instante a él, la acoge al instante a ella, ese rasgo de carácter, esa personalidad.
Pero ¿ustedes...? ¿Se han convertido ustedes en un reino de flores, en un Reino de Dios, en un paraíso?
¿Cargan, representan el jardín del Edén?
Ahora no hay serpientes, porque esos lamentables rasgos de carácter son las serpientes: caras largas y labios tensos, codos.
Desfigurar, odiar, hablar mal: eso ha desparecido; ustedes se hacen hermosos, benevolentes, amorosos.
Nunca serán engañados cuando se encuentren ante semejante ser humano.
Sentirán de inmediato que esto es verdad.
¿Qué les importa el mundo?
Dejen que la sociedad guarde todo lo que tiene el mundo.
Vivan por medio de esto.
Por supuesto, aún les queda vivir, pero hagan su tarea al cien por cien y embellezcan cada vez más esa tarea, ese acto, de modo que el maestro que tienen por encima diga de ustedes, hijos míos: “Están avanzando”.
Avanzarán al instante.
El ser humano dice... el ser humano dice a André: “Sí, no comprendo a mi hermano ni a mi patrón”.
No se trata de ese hombre, ¡se trata de ustedes!
Dios dice y Cristo dice para el espacio: “¡Soy amor!”.
Y entonces no les queda más remedio que sacar todo el provecho del que sean capaces.
Les demostraré que soy amor.
Porque solo por el amor y por comprender, por la armonía, es que enseñarán de verdad a su padre y su madre y su hijo, pero no por golpear a esa vida.
¿Quieren ser madre y decir “a la porra” a la vida de Dios?
Vamos, golpeen, quítensela de encima, sean salvajes y feroces —eso no es amor.
¿No lo logran?
Sí que lo lograrán, solo que tomará unos cuantos cientos de miles de años.
“Porque quieren empezar, ¿no?
Pues, ¿qué hacen aquí en realidad?, se dice en las esferas de luz.
Por ahora... por ahora allí a ustedes todavía no los miramos.
¿Hay uno solo entre ustedes que de verdad está sediento al cien por cien?
¡Estar sediento no importa, sino demostrar ahora de lo que son capaces y lo que quieren ser!
Pero otra persona ni siquiera está sedienta.
Será cierto que vive y que lee, pero ¿qué es aquello de estar sediento?
Acaso es grandeza decir: “Los acompaño a usted y a los maestros a atravesar el fango de la sociedad”, y cuando estamos ante esa luz ya no la conocen.
“Yo... Padre mío, dame la fuerza, la animación sagrada, haremos lo que sea por ti”, y cuando aparece una nubecita, salen corriendo.
¿Y entonces van a por nosotros, van a por Cristo?
¿Ya no valemos?
Si les doy amor y ustedes no lo comprenden, ¿soy yo entonces el culpable, el que desfigura, el que mancilla?
Si la primera esfera de verdad la... ahora estamos en el límite.
Pronto, por medio de la siguiente conferencia, viviremos y veremos lo que tienen que entregar si pronto de verdad quieren ver luz.
Entonces continuaremos con esto.
Es la siguiente, se llamará ‘El alma y su conciencia universal’.
Escríbanlo en sus corazones, va a ser la siguiente conferencia, porque ahora vamos a comenzar a mirar si podemos darles esta conciencia universal, ¿verdad?
Lo tienen ahora a sus pies.
Conviertan su vida en un espacio.
Vayan dentro de ese espacio y acepten esa vida, como sentimiento, como ser humano.
Sírvanse unos a otros.
La madre ha de comprender su obligación y su tarea.
Como padre y madre, como hombre y mujer, ahora que tienen esa edad, pueden hablarse unos a otros y entonces han de escucharse, y si no pueden hacerlo, primero lo tienen que aprender.
Pero no le digan a la madre: “Váyase, porque de todos modos no lo comprende”.
¡Cada ser humano tiene que aprender a pensar!
Ustedes son dioses, nosotros somos ahora dioses espirituales.
Aquí todavía somos dioses materiales, pero pronto continuaremos, porque procedíamos del Omnigrado.
Los reconduciré desde la esfera espiritual a la séptima, de la séptima esfera al cuarto grado cósmico, al quinto, al sexto, y entonces entraremos en la Omniconsciencia divina, humana, como luz, vida, amor, paternidad y maternidad.
Criatura de esta sociedad, si quieres ser adepto, demuestra entonces que ya volverá a cruzarte los labios ninguna palabra equivocada.
He dicho que son adeptos, pero todavía tienen que ganárselo.
Los he aceptado, los maestros los han aceptado, pero ¿qué hacen ustedes ahora?
¿Golpear, porque son algo?
¿Son algo? ¿Tienen algo?
Entonces pueden demostrárselo a aquella que es madre, a su mujer, a su hija.
Y demuéstreselo usted, madre, al creador y cuéntele, demuéstrele las leyes, porque pusimos en sus manos los libros de la Universidad de Cristo.
Puede darle la verdad.
Y si como creador se niega a aceptar su palabra, retírese entonces con calma y sirva esos últimos años de vida que todavía estará aquí.
Pronto detrás del ataúd...
No digan una sola palabra equivocada, no echen a perder con esa única palabra su espacio, su personalidad, no mancillen su túnica.
Cierren esta túnica, conviertan sus harapos en satén y seda.
Conviértanlos en protoplasma, con todas las chispas y las leyes y grados vitales del espacio dentro de esto.
Hagan que sus ojos estén radiantes, dejen que sus andares sean fuerza trabajadora y servicial.
Dejen que sus labios solo interpreten el amor de Cristo y serán verdaderamente dignos de poder vivir esta vida.
Serán verdaderamente dignos de recibir la maternidad, para ustedes mismos, para su esposo, para sus hijos, el espacio, Cristo y la Omnifuente.
Ahora su beso es verdad y está bendito.
Gracias.
Gracias por esas hermosas lucecitas (flores) de aquí, qué gloria.
¿Dónde esta esa criatura que siempre estuvo enferma?
¿Está aquí esta mañana?
Esta va de parte mía...
Venga aquí, se la doy.
¿Puedo poner otra más para su hijo?
No soy ningún vendedor de esferas, soy... no participo en sesiones de flores, pero la conozco a usted...
Y gracias desde el espacio, vida mía, por sus hermosos sentimientos y pensamientos.
Así es usted y así es su criatura...
También de parte de André.
La amo, pero acepte —demuéstrelo— acépteme, que puedo entrar en su interior, que vivo ahora en sus manos.