Mi nacimiento y muerte en la tierra

Después sentí que cobraba conciencia.
Era como si me despertaran.
Lo sentí claramente.
Estaba volviendo a la realidad desde la profundidad de la vida espiritual.
Me recorrió una sensación sagrada.
Sentía latir el corazón en mi interior, pero aun así, lejos de mí.
Oí que una voz suave dijo:

—¡Lantos!
¡Lantos!
‘Lantos’, pensé.

—¡Lantos!

La voz no dejaba de aproximarse.
¿Qué quería decir Lantos?
¿Quién era Lantos?
Sentí que estaba recuperando la conciencia y entonces entendí el significado de la palabra “Lantos”.
—Lantos —volví a oír y supe que me estaban llamando.
Era como si Dios mismo me hablara—.
¿Me oye?
Quería producir un sonido, pero me era imposible.
—Solo puede sentir —Me entró.
Entendí lo que se quería decir con eso y envié mis sentimientos hacia arriba.
Fueron captados y volví a oír:

—Lantos, ¿me oye?
—Sí —envié de vuelta—, lo oigo; ¿dónde estoy?
—Vive usted en la tierra, pero en el vientre de la madre.
Pero no por mucho tiempo, después morirá usted.
“Vive usted en la madre”, volví a oír.
“Ahora está despierto, pero son los maestros elevados quienes lo despiertan.
¿Me oye?
Entonces conteste”.
—Lo oigo, pero lejos, muy lejos.
—¿Siente quién le habla?
—Lo estoy sintiendo, ¿es usted, maestro Emschor?
—Sí, mi hermano, soy yo.
Ahora duerma, Lantos, más tarde volverá a las esferas.
Después me hundí en las profundidades espirituales.
Cuando desperté, me encontraba en mi lecho de reposo en mi propia vivienda.
Mi líder espiritual Emschor estaba parado a mi lado.
—Hermano mío Lantos, ¿se acuerda de algo?
—¿Qué quiere decir? —pregunté—.
No guardo recuerdos.
Solo sé que usted fue conmigo al mundo de lo inconsciente y que le oía hablarme y decirme adiós.
—¿No siente nada más?
—No, nada más, no soy consciente de nada más.
—¿Ni que estuvo en la tierra y que murió allí?
—No, no siento nada de eso.
—Entonces escuche.
Murió en la tierra.
Hizo la transición a la edad de casi nueve meses.
Murió antes de que naciera allí.
Sus padres se encuentran en un estado de pena y dolor, y están llorando su partida.
—¿Qué milagro me está contando?
—¿Siente el silencio del espíritu en usted?
—Siento un silencio diferente al que sentía primero, maestro.
—Ese silencio corresponde a su madre, a ese imponente proceso que usted ha vivido.
Usted aún no ha hecho por completo la transición a esta vida; dicho de otro modo: no aceptó, por tanto, su estado anterior antes de que descendiéramos al mundo de lo inconsciente.
Enseguida volverá a quedarse dormido y seguirá durmiendo mucho tiempo, para despertar de nuevo.
Solo después se sentirá como se sentía antes, antes de que fuera conectado.
Lo desperté y ahora retiraré mi concentración, por lo que se quedará dormido.
Duerma, hermano mío, se le concedió vivir este milagro.
Después ya no fui consciente de nada.
Volví a despertarme y me sentí como al entrar, cuando desperté de mi primer sueño.
Sabía dónde estaba y miré a Marianne.
‘Qué grande es Dios’, pensé.
En mí había amor y serenidad silenciosa, muy silenciosa.
Pensé en mi propia vida, después en Emschor.
Entró en el mismo instante.
—Mi hermano Lantos, ¿cómo se siente?
—En la gloria —contesté.
—Tengo que aclararle muchas cosas.
Después regresaremos a la tierra y verá a su padre, madre, hermana y a sus hermanos.
—¿A mi hermana y mis hermanos? ¿A mis padres? —repetí.
—Sí, ¿no se acuerda de lo que hemos comentado?
—Sí, eso lo sé, pero no consigo acordarme de nada.
Sé que dormí un tiempo considerable, solo eso.
¿Tengo que aceptarlo?
—Transcurrieron ochenta años, según el tiempo de la tierra.
—¿Cómo dice usted?
—Ochenta años, y eso es poco, porque muchos se pasan centenares de años en ese mundo antes de que sean atraídos por la tierra.
No podía decir palabra y balbuceé:

—¿Lo dice en serio todo esto?
—¿Cómo es posible que me haga semejante pregunta?
Pero sabemos que nadie puede aceptarlo; sin embargo, le demostraré que es verdad.
Así que acepte que volvió a la tierra.
¡Qué milagro el que había ocurrido!
Me lo habían dicho de antemano, y aun así era incapaz de aceptar.
Después pregunté al maestro:

—¿Cómo ocurre todo esto?
¿Cuándo es atraída el alma y cómo se produce esa conexión?
¿Sabe cómo nace el hombre en la tierra?
—Escuche.
Cuando el padre o la madre se ponen a pensar en este acontecimiento, ya se encuentran en la sintonización cósmica.
O sea que ese acontecimiento es un milagro cósmico, una fuerza que potencia esa conexión a la que ambos seres están incorporados.
Así que en el mismo instante en que el padre o la madre se sintonizan en eso, la vida, el alma, es atraída.
Este proceso comienza cuando se forma el embrión, y conforme crece la vida se hace consciente.
La concienciación directa la acepta el embrión entre el tercer y cuarto mes.
En el momento de la sintonización, los padres están conectados con el universo, o sea con este mundo, y esa conexión solo puede ser interrumpida con fuerza bruta y es un asesinato espiritual.
La vida que es repelida hasta este mundo resulta maldita y eso es algo que los padres o el ser humano tendrán que enmendar.
El hombre, espíritu y alma que crecen en ese joven cuerpo no tienen, como sabe, conciencia de nada.
Cuando el cuerpo material nació allí, usted mismo ya estaba de camino a las esferas.
En poco tiempo —o sea, durmiendo— usted volvió a su estado anterior, y eso es solo para quienes viven esta concienciación.
Si hubiera nacido en la tierra y hubiera muerto allí después, el tiempo de crecimiento lo habría vivido de este lado, aunque es más breve que en la tierra.
El crecimiento espiritual va a la par que las fuerzas interiores que posea el hombre, y sintoniza con ellas.
Los espíritus con una sintonización más elevada que regresarían a la tierra ya han aceptado, llegados al lugar de su sintonización, su estado anterior.
¿Le quedó claro?
—Sí —dije—, pero es tan milagroso.
—Volveremos a la tierra y allí le aclararé todo.
Alguna vez los maestros me concedieron conectarlo con el pasado, pero ahora con su nacer y morir y su regreso a este mundo.
Usted solo aceptará cuando haya vivido también esto.
¿Está preparado?
—Sí, maestro, le sigo.
Volvimos planeando a la tierra.
Qué milagroso era este problema.
Había nacido en la tierra y había vuelto a este mundo antes de mi nacimiento.
Milagrosas fuerzas del espíritu.
Pronto llegamos a la tierra.
Cuando me sintonicé, vi y sentí que estábamos en Oriente.
Por la vestimenta de la gente vi dónde estaba.
En China, me dije, así que estaba en otro continente.
Al preguntarle a mi líder espiritual si me había sintonizado claramente, este me lo confirmó.
Sentía que el maestro Emschor se concentraba continuamente y sabía que estaba conectado con poderes más elevados.
Le seguí en silencio, y percibía.
Se me iba a resolver un tremendo problema.
Si las personas pudieran aceptarlo, sabrían cómo y por qué consiguieron todos esos rasgos.
El arte y todos los rasgos del carácter habían sido asimilados en otra sintonización vital.
El idioma y el país no tenían nada que ver con esta fuerza.
La vida volvía y nacería en la tierra.
Era profundo.
Cuando yo naciera aquí, ya no sabría nada de mi vida anterior, pero estaba en mí, muy profundamente, allí estaba.
Sentía y contemplaba todo esto.
Paseamos por las calles de una ciudad y de nuevo vi al hombre astral y conocí su deseo.
En una de las calles entramos a una pequeña casa cómoda.
Ante mí vi a las personas terrenales: hombre, mujer e hijos, y sentí que estaban sumidos en una oración.
Aquí sentí el silencio.
—Sus padres, su hermana y sus hermanos —me dijo Emschor—.
Intuya que es ella quien lo portó todos esos meses y con quien estuvo usted conectado.
En el mismo instante en que me sintonicé sentí la conexión con mi madre.
En mí había amor maternal, sentí esos sentimientos claramente. (Cuando Lantos se conecta con su madre, siente que le entra el amor maternal de ella).
Este momento se me hizo sagrado.
Sin embargo, todas esas personas me resultaban ajenas, pero algo me cautivaba.
Era el amor que sentían todos por el ser que había nacido muerto.
Me enviaban pensamientos inmaculados de reencuentro y conexión.
Estaban convencidos de que yo vivía.
Entonces sentí que me fui hundiendo más y más.
La tierra bajo mis pies fue desapareciendo y el silencio que me entró fue asombroso.
Pero conservé la conciencia.
Ahora me sentía atraído hacia mi madre y también que estaba conectado con ella.
Me vi a mí mismo en mi madre.
Oh, Dios mío, qué asombroso era todo.
Aunque solo pudiera sentirlo, también lo entendía.
Cuando lo percibí oí decir a mi líder espiritual, a través del idioma de los sentimientos:

—Usted es uno con su madre, Lantos.
Ahora le envío mis sentimientos para aclararle este proceso.
Ahora ve lo que ha ocurrido, está usted conectado con el pasado.
¿Lo comprende?
Reenvié a mi líder:

—Sí, maestro, le comprendo en todo.
—Ya ve, Lantos, que el embrión está tomando forma.
Ya vive usted en esta vestidura material, y sin embargo es solo un fruto que se hace cada vez más grande.
A medida que crece, la vida se va haciendo consciente, y adquiere plena concienciación entre el tercer y cuarto mes.
De esto ya le hablé.
Así que la vida que vive en el cuerpo material es el alma, y esa alma, o sea, el hombre, ha vivido en diferentes estadios.
Durante esa gestación, la madre vive en una sintonización espiritual elevada por el ser que lleva dentro.
Al alma o a la vida le toca entonces seguir el proceso del crecimiento perfecto; después espera el nacimiento.
Un día antes de su nacimiento, usted cercenó su propia vida.
En usted estaba esa fuerza, cósmicamente determinada, o sea, una ley, que nadie puede modificar.
Esto no tiene nada que ver con el acontecimiento material.
El alma o la vida volvería a las esferas.
Cuando usted sintonice ahora este acontecimiento, podrá sentirlo claramente.
Así que el poder que posee el espíritu o la vida y que se manifiesta en una rotación es la conclusión de la vida y la vuelta a su verdadera sintonización.
Millones de seres vuelven de esta manera y han vivido la concienciación en la vida material.
Ya le dije: esto pertenece al ciclo del alma, el despedirse del tercer grado de la vida cósmica.
Usted volvió, pero nacerán otros.
Sabemos de esto, y el hombre regresa allí para un objetivo fijo, o bien para aprender, o bien para aportar algo hermoso a la tierra que esté cósmicamente determinado.
En la tierra se piensa que se ha producido un defecto material cuando nace un niño muerto.
Pero eso no es cierto, porque la vida iba a volver, y tenía que hacerlo.
Usted nació aquí, estos son sus padres y sus hermanos.
Ya sentirá que todos somos hermanas y hermanos, y que en la vida espiritual ya no es posible que exista el ser padre o madre, porque el amor paternal y maternal hace entonces la transición al amor universal.
Ahora le haré volver y le aclararé los demás mecanismos y acontecimientos.
Sentí que volvía mi vida consciente.
El proceso fue completándose paulatinamente y sentí la poderosa concentración que había en mi interior, que no iba a nacer en la tierra.
Después vi cómo cercené mi propia vida.
Este acontecimiento era asombroso y elevado.
Cuando volví en mí tenía la mano de mi líder espiritual en la mía.
Entendí por qué lo había hecho.
Vi este milagro de sentimiento a sentimiento, y lo que él percibía por fuerzas aún más elevadas yo lo sentía y hacía la transición a mí.
Se había completado un proceso del que el hombre en la tierra no sabía nada, del que ni tampoco podía entender ni aceptar nada.
El secreto residía en la vida después de la muerte, y este lo conocían y sentían los despiertos al cosmos, los Mentores que se me había concedido percibir.
De nuevo se me conectó con mi líder espiritual.
—Perciba —dijo—, pero ahora va a vivir el regreso y el despertar en el espíritu.
Vi claramente a mi madre y que estaba en ella, y seguí el empuje de la joven vida.
Entonces vi que hizo algunas rotaciones y que cercenó su propia vida.
El cuerpecito se asfixió en la madre y sus sentimientos regresaron ahora a mí.
Yo sentía lo que hacía: un solo impulso, una sola fuerza me llevaban a lo que hacía.
Entonces vi que la vida iba a liberarse y que del cuerpo de mi madre se desprendía un joven ser espiritual.
En el mismo instante en que lo percibí, vi a algunos seres, entre ellos a mi líder espiritual.
Ahora entendí este acontecimiento.
Cuando el cuerpo espiritual se hubo liberado del todo, el cordón espiritual se desgarró y se disolvió de manera milagrosa.
La joven vida había muerto en la tierra, pero había nacido en el espíritu.
Mi propio líder siguió a los seres que me portaron a las esferas.
Desde el momento de la partida de la tierra, vi que fue haciéndose mayor.
El proceso de crecimiento no dejó de avanzar.
El ser estaba rodeado de una densa emanación, dentro del cual estaba sumido en un profundo sueño.
Fuimos acercándonos a las esferas de luz y entramos a la segunda esfera.
Me colocaron sobre mi propio lecho de reposo.
Vi ocurrir todo esto.
Poco a poco fui recuperando mi estado anterior.
Qué normal era este acontecimiento, qué natural este milagro de Dios.
Vi que la densa emanación se fue disolviendo y que mi cuerpo espiritual se iba haciendo más grande.
Después recé en silencio y agradecí intensamente a mi Todopoderoso Padre que se me hubiera concedido vivir este sagrado acontecimiento.
El proceso de crecimiento era milagroso.
Pronto viví mi despertar en las esferas.
Todavía no había vuelto a mi propia vida.
Vi ocurrir todo esto.
Ahora se aproximaba el final y con él mi despertar en el espíritu.
Fue en el instante en que el líder espiritual me habló.
Todo esto yo lo sabía.
Volví a ver cómo me dormía y después de un tiempo también desperté de ese sueño, era como si hubiera vuelto a nacer.
Había conocido y vivido un problema imponente: el de cómo nace un ser humano en la tierra y cómo regresa al mundo espiritual.
Es sabiduría cósmica y algo sagrado.
Son la Sagrada Dirección de Dios y Su Omnipoder los que dirigen todo esto.
Me puse de rodillas y volví a dar las gracias a Dios por todo.
Cuando terminé de rezar alcé la vista hacia mi líder espiritual y también a él le agradecí este acontecimiento.
—Oh, si la gente solo quisiera aceptar esto —dije.
—Es posible, Lantos, y les da apoyo, porque vivirán la vida terrenal de otra manera que antes.
Ya no estarán tristes cuando parta una joven vida.
Todo es la voluntad de Dios.
Siga escuchando, Lantos.
Ahora que ha vivido todo esto, le habrá quedado claro que el hombre o el alma es atraído desde lo inconsciente y que el alma vuelve a la tierra para algunas tareas.
Entre ese mundo y la tierra, o sea, esa sintonización, se encuentra y vive el sagrado poder de Dios.
Ese poder y fuerza son leyes, de las que tampoco los maestros saben nada.
En ellas reside el secreto de lo que el alma vivirá y recibirá en la vida terrenal.
Desde allí llega a la tierra y entonces aparecen las leyes de Dios, y esas están donde vivirá el alma.
Usted vivió en China, en su vida anterior en Occidente, antes de eso en Egipto y en muchos otros continentes.
De eso ni el espíritu ni el hombre saben nada.
Así que antes de que el alma entre al mundo de lo inconsciente, los maestros saben conectarse con esa vida y sintonizarse con la tierra por medio de la concentración, lo que les permite seguir a aquella.
Si el alma va a poseer riqueza, entonces nadie podrá cambiar eso en nada.
Nacerá en la tierra en ese estado.
La profundidad de todos esos problemas solo puede determinarse a partir del cuarto grado cósmico.
Pero ni un solo ser que viva en el planeta —usted eso ya lo sabe— tiene conexión con la tierra, porque saben que son las leyes de Dios, y las respetarán.
Si el alma tendrá que enmendar algo en la tierra, esto ocurrirá.
Si muere a los cinco o diez años, o a una edad más avanzada, eso también está determinado que ocurra.
Ni un ser en la tierra posee la concentración, ni siquiera conociendo todas estas leyes y acontecimientos, para atraerse al ser espiritual elevado.
Esas son las leyes de Dios; ni el alma ni el espíritu, por muy alto que haya llegado, sabe algo de eso, ni puede modificarlas.
Con buenos padres, que sean espirituales, la vida animal entra en la vestimenta material.
Esto puede determinarse muy claramente en la vida en la tierra.
Las personas rezan y piden a Dios que dé dones espirituales a su hijo que va a nacer.
Pero nada puede cambiarse en ello rezando.
Cuando sucede es una ley.
Solo Dios conoce la profundidad de este poderoso proceso: es una ley sagrada, que es la Omnifuerza.
Sea en lo que se encuentre el alma, todo está destinado a asimilar amor espiritual a través de la vida material.
El hombre volverá una y otra vez hasta que lleve dentro el tercer grado cósmico, y entonces habrá acabado su ciclo de la tierra.
En esta vida el alma continúa, y todas esas otras esferas más elevadas las conoce usted.
También sabe que cuando el hombre entra de este lado en las tinieblas más oscuras ya se puede desarrollar aquí y alcanzar las esferas más elevadas.
La vida de usted mismo es un ejemplo de ello.
Pero aun así es posible regresar a la tierra desde las esferas más elevadas para cumplir allí una misión.
Se lo hice sentir en la esfera de los suicidas, fue en el instante en que ambas posibilidades cobraron conciencia en usted.
Aquella posibilidad es una ley, la otra una gracia, una misión, una tarea.
Un Mentor como Cesarino, por ejemplo, puede volver a la tierra y vivir la concienciación, así como crecer hasta la edad deseada en la que el alma permanece en armonía con las leyes de la naturaleza.
El alma, o sea, ese ser de elevada sintonización, puede volver como un rayo a su propia esfera y hacer la transición a su sintonización anterior.
De modo que cuanto más alto haya llegado el hombre, más rápido se completa este proceso, que se produce según la fuerza interior, que es la fuerza de amor que posea el ser.
El espíritu, o el alma que entra al mundo de lo inconsciente —usted ya vivió este acontecimiento— desciende a una profunda sintonización y vuelve hasta una chispa de luz, de vida, se hace más y más pequeño, igual que vio crecer usted su propia vestimenta, o sea, su cuerpo espiritual.
Desde este lado desciende hasta ese estado inexplicable, y desde la unión material —la fecundación—, el alma y el cuerpo van creciendo de forma natural, y así es como nace el hombre en la tierra.
El milagro del género sexual también es una ley cósmica que solo conoce Dios y que vive el alma.
No es posible fijarlo de antemano en la tierra.
Pero sabemos —y lo que ahora voy a contarle es lo más increíble de este poderoso proceso sagrado— que el alma nacerá allí en ambos cuerpos.
Cuando una madre tiene más partos es un acontecer que guarda relación con los órganos materiales, que solo tiene que ver con eso.
De modo que en cuanto tiene lugar una fecundación, la vida desciende desde este lado en la materia y el fruto atrae, debido a que ha sido formado por el ser humano, a la vida.
Esto es así para animales y hombres.
Pero el hombre sintoniza con el ser divino, elevado y perfecto.
El animal, sin embargo, pertenece a su propia sintonización de la vida animal, aunque el empuje y la fecundación, el descenso de la vida y la toma de posesión del cuerpo material, son el mismo empuje.
Pero toda esa vida es la sagrada vida de Dios.
Así que el alma desciende en ambos cuerpos.
¿Siente el profundo significado de este milagro?
Le quedará claro entonces que el alma posee el cuerpo masculino en una vida y que en otra representa al ser femenino.
Es insondable la profundidad de este problema, poderoso y sagrado.
Pero los maestros lo saben, y todos nosotros que sabemos conectarnos con el hombre en la tierra sentimos y vemos que esto es verdad.
El amor maternal, entonces, es esa fuerza poderosa, la sagrada Creación de Dios, por la que el alma entra en una fase espiritual elevada, pudiendo asimilar así esa posesión.
De manera que todo lo que el alma vive en la tierra sirve para entrar desde lo animal a la materia basta, y a lo espiritual.
Y cuando el hombre en la tierra se pregunta: “¿Cómo he conseguido todos esos rasgos?”, entonces es que la vida los asimiló en vidas anteriores, y todo ello con el objeto de despertar espiritualmente.
Sabemos que uno tiene que asimilar todo viviéndolo y aprendiéndolo, y que uno, además, tiene que aceptar que no es posible hacerse con todos estos rasgos en una reducida y corta vida terrenal.
El alma requiere para ello miles de años, y ¿qué son mil años de este lado?
Dios da esta gracia a todos Sus hijos y toda la demás vida, para que el alma pueda enmendar lo que se destruyó en una vida anterior.
Es Dios quien da esta gracia al hombre en la tierra, para continuar de este lado su labor interrumpida.
Siempre es Nuestro Sagrado Padre quien nos guía a nosotros, los hijos, y quien nos señala lo que es lo mejor para nosotros.
Es Dios quien da la gracia al alma para vivir la maternidad y para asimilar ese amor, lo más sagrado que haya creado Dios.
Eso es la vida en la tierra, mi Lantos, y el ciclo del alma es lo material, la vida espiritual y la cósmica.
¿Le quedó claro todo lo que le comuniqué, mi hermano Lantos?
Entonces tomé a mi líder espiritual y maestro de las manos y dije:

—Le entiendo por completo, maestro, no sabría sentir de otro modo.
Vivir todo esto hace que uno acepte.
—Gracias. Entonces vamos a seguir.