Noche del martes 7 de octubre de 1952

—Buenas noches, hermanas mías y hermanos míos.
(Gente en la sala):

—Buenas noches, maestro Zelanus.
—¿Quién de ustedes tiene preparada la pregunta?
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, el suicidio ¿puede ser karma todavía?
—¿Puede ser el suicidio karma?
(Señora en la sala):

—Sí, si se hace bajo la influencia de lo astral...
—¿O sea, por los diablos?
—No.
El ser humano comete diversos asesinatos en la tierra.
Incluso hay personas...
Seguramente que habrán oído alguna vez que durante la intervención del juez el hombre o la mujer diga: “¡Es que no lo sé!”.
Eso tampoco se cree.
Pero en estos tiempos...
Ahora los psiquiatras, los psicólogos, tienen en cuenta lo que es influenciar.
Aunque no se conozca eso que es influenciar, aun así hay que aceptar que este ser humano no es responsable, según se dice ahora, del crimen.
¿Ha quedado claro?
(Señora en la sala):

—Sí.
—Y así es como se les ha quitado la vida a millones de personas, porque el ser humano está abierto al asesinato.
De modo que sí que tienen que asumir responsabilidades por ello.
¿Ha quedado claro?
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, si un magnetizador trata a un paciente y después de un breve tiempo adopta esa enfermedad de ese paciente y empieza a tener los mismos síntomas, ¿tiene que seguir entonces el tratamiento o detenerlo?
—Cuando André tenía que hacer el diagnóstico por medio del maestro Alcar, adoptaba ese enfermedad, irremediablemente.
A eso lo llaman psicometría, pero es el ser uno con el enfermo, para el sanador.
Pero si uno no es capaz de eliminar en solo cinco minutos esa enfermedad que uno está adoptando, no será apto, no será consciente para ayudar al ser humano.
Si a partir de una tarjeta... de una tarjeta postal suya...
Usted escribió... escribe esa tarjeta y dice —eso lo hemos vivido, lo ha vivido André—: “Por favor, ¿puede venir a Ginebra?
He leído sus libros en Indonesia.
Usted me puede ayudar”.
Y esa pregunta figura en esa tarjeta.
Y esta pasó por centenares de manos y fue influida por todas esas otras cartas, ¿verdad?
Pero el médium, el sanador, empieza a tener aquí, es infalible, directamente, en cosa de segundos, un tumor tal que infla el organismo; de forma visible, puede verse inmediatamente.
Y entonces el maestro Alcar dice a André: “Ahora que ya vivimos el diagnóstico, ¿tendrías todavía la bondad de ir a Ginebra?”.
Porque André podría haber tomado el avión.
Podría haberse llevado a su mujer.
Podría haberse hospedado allí dos semanas.
Dice: “Escribe a esa señora que tiene que ser operada sin falta”.
Pudieron leerlo ustedes en uno de los libros; la prueba.
Así, centenares.
No fuimos.
Pero ese tumor de ella se había densificado en nosotros en un segundo.
Estas son las leyes del espacio.
Esa sensibilidad del ser humano llega hasta el punto de que uno también puede vivir a Dios, y a Cristo, en ese instante.
¿Lo creen?
Verdad inamovible.
Pero si un magnetizador tiene esa sensibilidad y el pensamiento...
Cuando uno se pone a sanar, es una escuela de cinco años, solo para saber: ¿cómo hay que pensar para eso?
Pero en un solo minuto, en un solo segundo, el tumor había vuelto a desaparecer cuando se volvió a interrumpir este contacto del maestro sobre el instrumento y el enfermo.
¿Entienden?
Si no pueden vivir esto, tienen que detenerse irremediablemente, un instante, porque poco a poco uno llega a vivir... uno llega a vivir, por la absorción de esa aura, una desgracia tras otra.
Y no hace falta que ocurra ahora mismo, sino luego, cuando se va debilitando el organismo.
Y entonces se pregunta uno: ¿de dónde me vienen estas enfermedades?
Y entonces es verdad, entonces uno tiene que ver con las enfermedades del ser humano.
Basta con que lean ‘Dones espirituales’.
Y cuando eso conecta a un magnetizador y lo puede vivir, verán ustedes la realidad de nuestros libros.
Escribí: un perro, un gato, tienen esa sensibilidad.
¿Por qué el ser humano no?
Cada persona, cada ser humano puede sanar.
Pero mejor no lo intenten, porque no conocen esas leyes: ni para el cuerpo ni para el espíritu ni tampoco para el espacio.
Porque si de verdad sanan, estarán conectados espacialmente.
¿Cómo sanaba Cristo?
¿Entienden?
(Dirigiéndose a la gente en la sala):

¿Quién de ustedes?
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, en ‘Las máscaras y los seres humanos’ pone que un maestro, cuando Vincent van Gogh, durante su intento de suicidio...
¿Vive ahora ese proceso... como artista, por ese cinco por ciento...?
—Me pregunta usted, Vincent van Gogh...
(Señor en la sala):

—Se suicidó...
—Se suicidó.
¿Al cinco por ciento?
(Señor en la sala):

—Como artista.
(Señor en la sala):

—¿Para el arte?
(Señor en la sala):

—Sí, como artista.
—¿Lo ve?
Puede uno suicidarse.
Si Vincent van Gogh...
Se lo he explicado aquí alguna vez y entonces... por lo que podemos poner nuevos fundamentos.
Me preguntaba usted, por ‘El ciclo del alma’...
Y eso es lo que escribo: uno solo se suicida una sola vez.
No añadí: para otros sistemas filosóficos, una tarea.
Es usted un pintor y va a comenzar a ser Beethoven, Bach o Mozart en una vida, y ahora no lo consigue...
Claro que no, porque para eso necesita usted treinta vidas, cuarenta, para alcanzar a Bach, a Beethoven, a Mozart, a Tiziano, a Rembrandt, a Van Dyck, etcétera.
Esas almas, esos seres, esas personalidades, se han construido ellas mismas para eso.
¿Ha quedado claro?
Así que uno se suicida para una tarea.
Quiere alcanzar algo y no lo alcanza.
Se queda decepcionado y dice...
Se va a Montecarlo, se pone a jugar en algún sitio; ya se está suicidando por su dinero, por la desgracia que va a venir.
Y ahora para los estudios.
Se suicida usted porque ni siquiera quiere vivir la maternidad.
Ustedes se suicidan para centenares de miles de tareas, de sentimientos, porque cualquier otro pensamiento tiene un significado divino universal.
Y, naturalmente, en ese camino cósmico se disuelve usted, se desvanece, y vuelve a tomar una vez más su revólver.
Aunque sí que permanece algo de sus sentimientos.
Porque eso de ir hundiéndose e ir cayéndose y eso de ser arrancado de golpe fuera del organismo, eso les da sentimientos.
Pero ¿les queda algo de eso, de esos sentimientos, de lo que dije hace unos instantes?
Porque dije: de algo sí que les sirve, sí que aprenden algo por eso.
¿Aprenden de esa manera?
(El señor en la sala dice algo inaudible).
Ha tenido usted centenares de miles de vidas como madre; ¿puede vivirlas todavía, ahora, en ese organismo?
Así que con la maternidad pueden sintonizar conscientemente.
Portan su criatura.
El hombre, ¿es capaz de eso?
Y aun así tiene que ser posible, ¿verdad?
Así que lo del suicidio se hunde tan profundamente —les pongo ante esa pregunta— ... tan profundamente hacia su subconsciente, a ese caos, y se disuelve.
Y tiene que regresar al cien por cien, con todas sus fuerzas, y entonces lo que hay es vivir pena y lo que hay es sufrir tormentos en sus espíritus, para sus sentimientos, por los que, naturalmente, volverán a sucumbir.
Y entonces vuelve a aparecer esa pistolita.
Así que puede usted...
De ‘El ciclo del alma’ tendría que haber analizado todas las vidas de ustedes, y entonces llegarían a ver el suicidio universal.
Esto no era más que... no es más que un solo estado, de mí mismo.
Pero ahora quiero...
Quiero ser catedrático, quiero ser teólogo, y quiero ser esto y lo otro, todo lo que posea la tierra, y uno continúa con eso sin fallar...
Lo vieron ustedes con Vincent van Gogh, y así fueron muchos más: al artista honesto no le queda más remedio que sucumbir, tiene que sucumbir irrevocablemente.
Y entonces se encuentra...
¿Ante qué?
Ante el propio detenimiento de sus sentimientos, de su vida interior, y no puede seguir.
Si quieren seguir, sucumbirán irremediablemente, porque ustedes...
Así que agotan por completo sus sentimientos, su personalidad, por las artes y las ciencias, su tarea, al cien por cien, y solo entonces aparece —eso lo pueden leer en ‘Dones espirituales’, por eso son libros tan poderosos— la inspiración divina o espacial, espiritual, otra persona de esa vida, de ese espacio, que los pueda inspirar, y que entonces los ayudará; y solo entonces llegarán a tener arte y ciencias.
Pero cuando ya no tienen ustedes sentimientos eso significa para quien inspira, ¿verdad?, para el sentimiento espiritual: hasta aquí y no más.
Si yo les hiciera esta noche a todos cósmicamente conscientes, de pronto, y les gustaría vivir eso...
Ustedes han seguido un hermoso estudio, poderoso; si no hubiera estado con ustedes, seguirían en ese manicomio.
Yo los volví a sacar.
Yo.
Pero la doctrina, vivida y recibida por eso, es el sentimiento; es ahora cuando comprendo a André-Dectar.
Es ahora cuando comprendo todo lo que hace falta para procesar todo esto.
Solo tienen que tomar entre las manos ‘Jeus III’.
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

¿Cómo dice?
(Alguien en la sala):

—Poderoso.
—¿Poderoso?
Es para vivir, la lucha, el dar, el servir; ese amor macrocósmico universal de Jeus.
Ese es su sentimiento.
¿No han recibido ustedes una hermosa escuela de aprendizaje?
Ya me gustaría que a ustedes pudiera...
En una sola noche puedo llevarlos al grado consciente espiritual.
Y entonces primero los volveré dementes.
Entonces todos actuarán como completos locos.
Pero entonces descenderemos y perderemos esto, esto.
Porque su pensamiento de la conciencia diurna —han recibido mucho— no significa nada para la sociedad, si no conocen las leyes espirituales, nada, nada.
Han recibido ustedes fundamentos; así que ya ni siquiera puedo volverlos locos, porque ustedes mismos dicen: ¡eso es imposible!
No se volverán locos por pena porque luego tengan que perder a sus seres queridos, porque la muerte es el reencuentro en el otro lado.
Pero el otro ser humano se va a un centro psiquiátrico, por el dolor y la pena, porque el querido marido y la querida mujer se han ido.
Ustedes no se volverán a quebrar.
Es imposible que vuelvan a ser quebrados.
Ya no se derrumbarán.
Porque sus personalidades colocaron fundamentos para la dilatación.
De modo que ya no me es posible hacerles vivir el grado de vida psicopático, porque yo mismo he colocado esos centenares de fundamentos —además de los libros que han leído—, para la dilatación, el pensamiento, el sentimiento, el actuar, ¿verdad?
Y esto es una posesión universal.
Pero si se quieren poner a jugar a ser Frederik, ¿verdad?, entonces llegaremos a las leyes espaciales.
Esas son las que tienen que vivir.
Ahora tienen que poder vivir la muerte.
Quedarse dormidos y mantenerse despiertos.
Eso es todo aquí.
Nosotros estamos despiertos, hablamos, los ojos están abiertos, y aun así André está dormido.
¿Quién del mundo, quién de los eruditos podrá aceptar esto para Occidente?
Miren a través de este fenómeno, miren a través de Jeus, y estarán conscientemente detrás de su ataúd.
¿Satisfecho?
¿Quién de ustedes?
No miren a los demás para ver quién quiere hacer una pregunta.
Háganlas ustedes mismos.
(Señor en la sala):

—Sí, maestro Zelanus.
¿Dónde y cómo llegó a disponer el ser humano de los sentidos?
—¿Dónde y cómo llegó a disponer el ser humano de los sentidos?
Entre ustedes hay quienes ya lo saben.
Deberían preguntárselo a su catedrático, al físico, a su psicólogo, a su filósofo, a su astrónomo, a su biólogo, a su geólogo, a su teólogo.
¿Dónde, gente, ha recibido el ser humano sus sentidos?
¿Dónde?
¿Mis consejeros parroquiales?
(Señora en la sala):

—En las aguas.
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—En las aguas.
—En las aguas.
(Señora en la sala):

—En la luna.
—En la primera existencia celular de todas, en la luna.
No en la tierra.
Porque la tierra ya había recibido conciencia por el sol y la luna y los demás sistemas universales.
Pero en esas aguas, en el séptimo grado —en el séptimo grado, o sea, el séptimo nacimiento— comenzó con la dilatación la vida embrionaria como célula, como alma, como espíritu de Dios.
¿De qué?
(Señor en la sala):

—De la materia.
—Cierto, eso vino después.
¿De qué?
Ya les ayudaré un poco, pero todavía les falta.
Cuando ustedes luego...
Esta noche les daré un regalo divino.
Si piensan de forma hermosa y de verdad pueden ... (inaudible) para su prójimo, y el ser humano empieza a decir: “Qué persona tan buena, me encanta hablar con este hombre y esa mujer”, si empiezan a amar todo, luego podremos llevarlos con nosotros, y entonces volveremos a vivir esos primeros grados en la luna.
Pero también en la tierra.
Para todos los planetas que hayan generado vida, vidas, organismos.
Pero, a ver, ¿dónde nació eso?
En los primeros grados de todos.
Primero surgió un contacto para la maternidad, maternidad, maternidad.
Pero esa es la cosmología.
Los libros se han vivido y escrito.
Solo después, cuando la maternidad se hubo densificado y continuaron esas divisiones para la vida celular, la existencia embrionaria, descendimos, el maestro Alcar, André y yo, en el nuevo milagro.
Y llegarán a conocer su alma.
Llegamos a la unión en una célula embrionaria y seguimos siendo conscientes, y el maestro Alcar dijo: “André, recibirá la palabra.
Usted nos responderá”.
Y el sentimiento y la palabra llegaron desde el espacio, desde la Omniconsciencia, y dijo: “¿Me sienten?”.
Y entonces ocurrió algo.
¿Por qué?
¿Qué es el ojo humano, pues?
Los sentidos, el olfato, el gusto...
¿Qué significa su gusto?
¿Su órgano olfativo?
Son antenas de Dios.
Dios posee todas esas propiedades, densificadas u espiritualizadas y materializadas por el macrocosmos.
Pero la Omnifuente, la Omnifuerza en esa célula, se manifestó por fin hacia fuera, y el interior de ustedes... eso ya lo hemos vivido, cada ley, cada horita, cada segundo.
Nos mantuvimos uno con esa célula hasta que sucedió, construyendo de nuevo poco a poco, nueva vida, más allá, más allá, más allá.
Y después, ente el sexto y el séptimo grado, llega la dilatación.
Entonces habrá madurado ese fruto para la naturaleza.
Entonces nace la criatura dentro de la madre, esa es la madurez, el estadio adulto, el proceso de crecimiento, la densificación, tiene lugar la espiritualización, y hubo algo aquí en esta densificación externa que quedó desgarrado.
No, nuestra vida interior empezó a infundir alma a lo exterior, hubo algo que salió por la fuerza.
Y vimos, por ese tejido, el brillo exterior, la vida exterior, y obtuvimos, o sea, a partir de la Omnifuente como alma, la luz en nuestros ojos.
Porque ustedes ven...
Y es la verdad.
Es un libro.
Son cincuenta páginas en la cosmología.
Es decir, y es muy sencillo, porque las pruebas existen...
Igual dirán ustedes: hay que ver las cosas que esta noche está diciendo este hombre.
Menudas tonterías y menudo galimatías.
Pero al instante los dejo en jaque mate, porque: ¿cómo ven ustedes?
No por esos ojos, eso no es más que algo accesorio.
No, ustedes ven interiormente.
Cuando salen del cuerpo el ojo muere de inmediato, ¿verdad?
De modo que su sentimiento, el espíritu, el alma... el alma ve.
Ese Omniestadio vive en ustedes y mira al margen del organismo.
El alma es el Omnialma en el ser humano, la Omnivida, y el empuje lo tienen por la vida.
Tienen una expresión por el sentimiento.
Los sentimientos son el empuje exterior del ser humano interior.
Actúan ustedes por su sentimiento.
Pero ustedes miran por medio de su Omnialma, como sintonización directa, y eso, pues, es —el mundo lo reconoce generosamente— un don divino, ¿verdad?
Pero es la Omnisintonización, para su vida, para mirar, para ver.
Pero ese mismo empuje, de cómo ha surgido eso, lo podemos seguir y analizar de grado en grado, de hora en hora.
¿Quién es capaz de hacer eso aquí?
¿Lo ven?
Y todo eso lo pueden vivir luego si aman la vida.
Ahora no aman.
Duermen, dan patadas.
Así al menos aprenden algo.
Analizar la cosmología, analizar los planetas, está muy bien, pero ¿qué aprenden de ese modo?
Si no tienen sentimientos ni amor con todo este saber y tanto leer y todas estas conferencias —eso lo dijo Cristo, ¿verdad?—, si son duros, si pegan, patean, gruñen, bufan, mienten y engañan, no les servirá nada toda esta sabiduría y no podremos conectarlos.
¿Y por qué no?
¿Por qué no ahora?
(Varias personas reaccionan).
Porque no tienen ustedes esa sensibilidad.
Sí que estaban cerca, pero no es eso.
¿Ven?
Hay que pensar y pensar y pensar.
¿Quién lo sabe ahora?
(La gente habla a la vez).
No todos a la vez.
(Señora en la sala):

—Porque tienes una voluntad propia.
—¿Porque tenemos voluntad propia?
Pero eso tampoco es.
(La gente habla a la vez).
Y eso tampoco es.
¿Y ahora qué?
(Señora en la sala):

—El contacto, el alma ha desaparecido.
—El contacto, el alma, ha desaparecido.
(La gente habla a la vez).
(Alguien en la sala):

—Ha desaparecido la reflexión del alma.
—La reflexión.
No van a averiguarlo.
Tienen que empezar a pensar de forma universalmente espiritual.
Pero, a ver, ¿de qué estaba hablando?
¿Se acuerdan?
¿Lo ven? Todo ha desaparecido.

(Risas).
¿De qué estaba hablando?
¿Qué es lo que les quería explicar?
(Señor en la sala):

—Cómo vemos.
—¿Ven?
Todo ha desaparecido.
(La gente habla a la vez).
(Señor en la sala):

— ... pegando y pateando...
—¿Lo ven?
Ahora lo está recuperando.
Pero es imprescindible que lo retenga.
Todo eso hay que retenerlo interiormente.
Y cada palabra y cada explicación y cada mundo y cada espacio...
Si piensan un poco y no retienen más que a Cristo...
Si no están en armonía con su Omnialma, con la Omniluz en ustedes, se habrán oscurecido a sí mismos como personalidad para esa Omniluz, y no podremos llevarlos a la luz divina ni conectarlos con ella.
(Una señora en la sala dice algo).
Que no hay un puentecito, ¿dice usted?
(Señora en la sala):

—Entonces ya no hay una caja de resonancia.
Entonces no resuena lo que dice usted en mi alma.
—Que si no hay una caja de resonancia.
(Señora en la sala):

—No.
Lo que dice usted no resuena en mi alma ... (inaudible).
—No, no queremos decir eso.
O sea, cuando pega usted, cuando patea, odia, Jeus dirá si ustedes son descarados, insolentes, habrán desaparecido de la luz divina.
Porque en esa vida embrionaria tienen que estar en armonía con la luz del Omnidios, la luz, la vida del Omnidios.
Tienen que tener la armonía para Sus sentimientos, Su personalidad, Su paternidad y maternidad y todos los otros millones de rasgos de carácter Suyos; solo entonces podremos conectarlos a ustedes con la vida de las células y con el descenso en la madre, y vivirán la cosmología.
¿Siguen teniendo mentirijillas y pequeños engaños, pequeños odios, pequeñas envidias?
El ser humano aprende, el ser humano quiere ampliarse, pero comiencen, por favor, con los detallitos, y sean benevolentes, juiciosos, con sus palabras, con sus actos.
Por el amor de Dios, digan muy, muy poco, porque todo lo que digan lo tendrán que retirar después.
Porque ustedes desvarían, cotillean, hablan por los codos, no hacen más que decir lo de los demás.
El ser humano que habla mucho no está en condiciones de pensar.
¿No es así?
Pero ustedes hablan muy en exceso.
Hablan ustedes muy en exceso, porque todavía no han empezado a pensar de forma espiritualmente universal, espacial, divina.
¿Que es difícil?
¿Tan difícil es estar en armonía con su sociedad, no robar y no engañar?
¿Es difícil?
(Señora en la sala):

—No.
—“No”, dice usted.
Usted, ¿usted ya ha llegado?
¿Es difícil ser cordial de cara al ser humano?
El caballero hacia la dama, desde luego.
Porque nosotros fuimos así.
Vamos a volver a nuestra existencia animal.
Quizá se sorprenda usted de que estamos cerca de ustedes.
Puedo aproximarme mucho más a sus vidas, pero así, en cambio, hay demasiada confianza.
Y entonces el maestro Zelanus no tardará en sentarse delante del piano.
Aquí es donde se sentarán.
Pero, al fin y al cabo, éramos animales, preanimales.
Vivíamos en la jungla, todos, los ángeles, todo.
No hay maestro en el cosmos que no se haya dedicado al canibalismo.
Eso lo sabemos.
Nos hemos vendido, y por cuatro perras.
Todavía no había cárceles.
No, no, eso yo lo he vivido.
Nos encerraron allí en la isla de los muertos, con los pesos, con los relojes, atados a los pies.
Es cuando andábamos así.
¿Quieren ver ese drama que he descrito allí?
¿Ese drama en el que la sangre salía de nuestros huesos por los latigazos?
La paliza sobre nuestras espaldas, por negarnos a aceptar esa brutalidad, esa matanza.
Y que nos estrangulaban, nos ahorcábamos y se acabó.
Hemos asesinado, incendiado, robado.
No hay ni un solo ángel en los cielos que no haya sido de una maldad podrida en la tierra.
Si ustedes cometieran alguna vez un pequeño error...
Cuando Cristo llegó a la tierra y el criminal estuvo delante de Él, dijo: “No eres un criminal.
Todo lo que has hecho lo acojo dentro de mí”.
Y entonces dijeron: “Es Dios mismo”.
Cuando el ser humano de verdad quiere aprender algo —podemos explicarles esos problemas espiritualmente—, por el amor de Dios: empiecen a no mirar al ser humano que haga algo malo.
Porque son ustedes mismos.
Si ven eso todavía y se lo hacen a ustedes —sin duda, están ustedes en la sociedad— y sienten esa paliza y se lo vuelven a contar a los demás, estarán ustedes mismos oscureciendo sus hermosas vidas apaleadas, porque entonces se convierten ustedes en cotilleos.
Porque no llegarán a vivir ninguna paliza, si no ponen ustedes mismos para eso sus fundamentos.
No les tocarán un pelo de la cabeza si son libres de pecados y errores.
“A ver quién arroja ahora una piedra”, dijo Cristo.
“¿Quién de ustedes quiere tirarla?”.
Nadie.
Y entonces escribió en la arena: “Farsantes, embusteros, asesinos, incendiarios, fuera de aquí”.
Y Cristo continuó.
Ocurrió.
Eso ocurrió.
(Dirigiéndose a la gente en la sala):

¿Algo más?
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, usted, como consciente cósmico, y Jozef y el maestro Alcar... hemos leído en Jeus III que... que la luna vino como si dijéramos del cielo.
Pues bien, quisiera que me dijera... ¿es, pues, por la concentración...?
—Es ser uno con la madre naturaleza, con cada cosa.
Nosotros sacamos infaliblemente su aguja del mar vital.
Si dejan caer ustedes un aguja en medio del océano, nosotros podremos volver a encontrarla en ese mar, si tiene que ver con el ser humano.
Entienden, ¿verdad?
Si usted quisiera decir, por ejemplo...
En alguna parte de la tierra hay alguien... colocamos una ladilla del ser humano: a ver quién la saca de allí...
Bueno, otra cosa.
Queremos decir: si están sintonizados con Dios...
Todo, pues, que tenga que ver con Dios y que forme parte de Su vida, de Su espíritu, de Su alma, de Su luz, de Su paternidad y maternidad, lo volvemos a encontrar.
Pero no nos referimos a la aguja de ustedes.
Si es posible, si les clavan esa aguja en su organismo y les causa dolor, nosotros volveremos a encontrarla.
Pero ya habrán entendido: esa aguja... agarramos una cajita de agujas y la arrojamos al océano, y se hunde unos diez mil metros, veinte mil metros, entonces no tenemos contacto con esa caijta.
Pero se trata de la vida.
Si la han tenido en las manos y han influido sobre esas agujas, entonces sí es posible.
Pero siempre hay que seguirla y vivirla espiritualmente.
Siempre tienen que reconducirlo hasta el ser humano.
Miren, esa es la intención.
Habrán leído en ‘Jeus’, en ‘Una mirada en el más allá’, que André...
Alguien le envía una corbata, una pajarita.
Y esa hija de ese padre dice: “Bueno, pues, dígame qué ha pasado con eso.
Esa pajarita es de mi padre”.
Y eso lo hacíamos en esa época.
André toma la pajarita entre las manos —exactamente lo mismo que esa tarjeta, esa misiva de aquella madre de Ginebra—, toma la pajarita entre las manos y al instante entra en trance.
El maestro Alcar hace que se desdoble corporalmente.
No puede hacerlo con sus propias fuerzas, porque ese don sigue siendo algo de su maestro.
Si no hubiera acudido yo, les podría haber contado muchas cosas Jozef Rulof.
Ustedes también podrían hacerlo.
Pero cuando nosotros hablamos en este estado y lo haría él —o sea, hablamos desde la unión con el cosmos; se lo explicaré enseguida—, entonces se iría al suelo y se desplomaría antes sus ojos, inconsciente.
Por eso, aquí y en La Haya, tenemos que...
Tiene su propia noche, eso, a su vez, es otra cosa.
Pero en Diligentia y aquí hablamos, tenemos que vivir su organismo; tiene que salirse y nosotros hablamos por medio de estos sistemas.
Pero esa aura, en esa pajarita de ese hombre, está metida.
La ropa de ustedes está influida por su espíritu, por su sentimiento.
Y esa aura nos condujo, infaliblemente, al Rin.
“Ya ve”, dice el maestro Alcar, “el aura nos conduce... nos lleva al Rin”.
Y entonces André fue, y dijo también: “Tengo el mismo sentimiento que si anduviera conscientemente, como ser humano, en las aguas, en el mar”.
Entonces uno se muere por respirar.
Y ese mismo sentimiento no lo vivirán ustedes físicamente.
Si ahora se dan un baño en el frío, se asustarán.
¿Es un susto corporal el que sienten, o es espiritual?
Tienen que sentirlo y vivirlo espiritualmente.
Y André, por tanto, vive espiritualmente lo mismo, eso no tiene vuelta de hoja.
Dice...

(Respira con rapidez).

“Ya, vente aquí abajo’, dice el maestro Alcar, “ya no pasa nada”.
Y entonces el maestro Alcar pudo seguir esa aura por medio de su...
¿Qué dije hace un momento?
¿Por medio de qué?
Por medio de su luz.
No por medio de su sentimiento, sino por su luz, su aura, su capacidad de ver.
¿Ha quedado claro?
El sentimiento existe, es la fuente.
Pero esa fuente tiene conciencia.
Por tanto, ve debajo del agua, por medio de su sentimiento, de su luz, de su conciencia, porque esa agua es oscura.
Y entonces, de pronto...
Los peces nadarán entre las manos de ustedes.
André los atrapará, quiere agarrarlos, así, los sujeta, pero los atraviesa.
Ustedes los atravesarán.
Muy curioso, si tuvieran que vivirlo algún día como Frederik.
Si viven las leyes, estarán en la infinitud espiritual.
Este instrumento ha tenido que vivir millones, millones, millones, millones de cosas así, por medio de esos libros, de los maestros, y ha tenido que procesarlas aquí en la tierra.
¿Lo pasan mal aquí?
Todo eso todavía no nos dice nada.
Si no terminan espiritualmente quebrados, si no sucumben espiritualmente, la miseria terrenal no nos dice nada.
“Si todavía no desfallecen”, decía Jeus antes, “si todavía no se vacían llorando”, se dice en ‘Jeus’, “no dejarán de ser quienes son”.
¿Es así?
“El ser humano”, dice Jeus, “ni siquiera puede vaciarse llorando”.
“Y mamá me ha tomado el pelo.
Porque eso de verdad que no fue allí, cuando enterraron a Hendrik el Largo.
Porque de lo contrario tendría que haberse vaciado llorando.
Pero sigue viva”, dijo Jeus.
Y esa es la verdad.
Pero cuando nosotros...
Todo eso lo estuve siguiendo, aunque André todavía no me conociera.
Nosotros también lo acompañamos.
Estaba para velar por su organismo.
Yo soy aquel hermoso adonis.
¿Soy hermoso?
Pero el maestro Alcar dice; un adonis velaba su organismo.
No sé si soy hermoso.
Entonces el maestro Alcar pudo descender con él y vio, por fin, una imagen, una sombra, en las aguas, dentro de la luz del maestro, y allí planea, flota, el ser humano que se había matado.
¿Saben ustedes lo que...?
Nosotros no lo hemos consignado.
Pero ¿quieren saber esta noche la verdad, qué más había?
El maestro Alcar no lo hizo para las criaturas en la tierra.
O lo leyeron más tarde: papá se había tomado demasiadas copas y se metió al Rin.
Pero eso allí no viene.
¿Está mal?
Al haber ingerido más de la cuenta se metió en las aguas, caminando, y se ahogó.
Ustedes han vivido ese problema.
André dice: allí lo pueden... allí él... y ahora está aquí y una ola se lo llevó allá.
Así que tendríamos que haberlo sacado del agua.
Estamos pescando un ser humano.
“No”, dice el maestro Alcar, “mejor espere, porque luego aparecerá allá, a unos centenares de kilómetros más allá y entonces encontrará usted a su padre”.
Sucedió.
André recibió: “Sí, en el lugar que usted señaló han encontrado esta mañana a mi padre.
O sea, se ha ahogado”.
Nosotros, los maestros, determinamos por esa aura que ese padre se había accidentado.
¿Verdad?
“Pero”, dijo la hija, “usted sí que ve, porque se accidentó.
No obstante, a pesar de todo, optó por mejor no sacarlo del agua”.
Ese fue el agradecimiento, el saber.
Y entonces André lo supo de golpe.
Dice: “Ya no quiero volver a ver nunca más para estas cosas”
Y a partir de ese momento el maestro Alcar dijo: “Ahora los maestros le van a poner un diez”.
Y nosotros tampoco hemos empezado ya nunca con eso, margaritas para...
(Señora en la sala)

—... los cerdos.
—Gracias.
Pero ahora ese análisis.
Si ustedes de verdad llegan a estar ante estas cosas, ante estas leyes, ya entenderán que existe un contacto de la naturaleza, que se puede vivir una unión natural —ahora viene— y que vamos a los sistemas filosóficos.
Entonces todo... esta noche todo se convertirá en filosofía divina.
Lo conduciré al máximo, si eso les gusta, porque así es como aprenden, lo conduciré al máximo a la filosofía divina, para que aprendan.
Porque estos sentimientos, este contacto solo es posible si se conectan mediante su conciencia con el aura de otra vida, y eso, por sí solo, los atraerá hacia esa vida.
¿No es sencillo?
Y eso solo puede vivirse y obtenerse si quieren terminar sus vidas de forma adecuada, ordenada, armoniosa.
Es mucho mejor que los golpeen y pateen, que los deformen...
Si su marido los engaña mañana, mejor déjenlo, llegará un tiempo en que puedan decir: ahora esa vida ha muerto dentro de mí.
No devuelvan el golpe.
Sigan amando.
Un solo pensamiento equivocado sintonizado con esa vida, y por esos golpes y patadas vuelven a poner en juego todas sus posesiones espaciales espirituales y sagradas, y habrán vuelto a lo anterior.
¿No es sencillo?
Así que los sistemas filosóficos les exigen y obligan a dar lo que es amor.
¿Y tan improbable es eso si uno acepta a Cristo y lo sigue y lo quiere vivir?
¿No es sencillo?
¿Algo más?
Pensaremos en ustedes.
¿Quién de ustedes?
(Señor en la sala):

—¿Qué imagina usted que es el amor?
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—¿Qué se imagina usted que es el amor?
—Se lo dije hace unos momentos.
Cuando viven su amor en armonía conforme a las leyes vitales de Dios.
¿Ha quedado claro eso?
(Señor en la sala):

—Así que siempre seguirá siendo un sucedáneo.
—Un sucedáneo.
¿Qué quiere decir con eso?
(Señor en la sala):

—El ser humano.
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—El ser humano en la tierra.
—Para el ser humano es...
(El señor en la sala dice algo).
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Digo: eso es relativo, ¿no?
No todos los seres humanos son iguales.
—¿Por qué no?
(Señor en la sala):

—Los límites que se imponen.
—El límite, ¿es...?
(Señor en la sala):

—Lo que se impone, sí.
—¿A qué?
(El señor en la sala dice algo inaudible).
No, no tiene nada que ver.
Si ustedes... —si es que se lo estoy diciendo, ¿no?, es muy sencillo de comprender, humanamente—, si siguen a Cristo, es el ejemplo para la humanidad, estarán preparados, ¿no?
Eso ciertamente, no me cabe la menor duda, no es ningún sucedáneo.
Entonces tienen que aceptar, vivir, espiritualizar y materializar Su palabra, Su vida, Su espíritu, cualquier acto Suyo, es imprescindible que lo hagamos.
¿Cómo son, pues, los actos del ser humano?
¿Comprenden?
¿Hemos terminado?
Gracias.
Es algo que no pueden eludir.
Puede explicarse en unas pocas palabras, porque es Él, Él era, pero Él también lo es.
Por Sus leyes, Su Evangelio.
Han puesto tantas cosas en boca de Cristo que ahora contradice la realidad divina.
¿También sabían eso?
¿Ven?
Es entonces cuando estamos ante el sucedáneo humano, la imagen como una sombra del Mesías, que el teólogo ha convertido en oscuridad.
¿No ha quedado claro eso?
Se está ante la condena.
A Cristo se le dice: “Harás desparecer nuestros pecados”.
A Cristo lo asesinaron en Jerusalén, y ahora el ser humano encima quiere que Él justifique ese asesinato.
Eso Cristo también lo hace.
Dice: “Ustedes no me han golpeado, no me han deformado, no me han matado, sino a ustedes mismos”.
¿No es cierto eso?
Esa es la filosofía para Cristo, para ustedes mismos.
A Cristo lo han humanizado.
La administración de justicia del Mesías se puede vivir ahora por medio del juez de ustedes.
Y entonces ese ser humano pone su mano encima de la Biblia y dice: “Dicto justicia en nombre de Dios”.
Pero no se conoce a sí mismo.
Y la Biblia comienza con mentiras.
¿Ustedes eso también lo aceptan?
¿No lo aceptan?
¿Ven?
Claro, con esto bien podemos seguir un rato más, pero no se trata de eso.
Si leen ‘Los pueblos de la tierra’ y ‘El origen del universo’, pero ‘Los pueblos de la tierra’...
El teólogo sabe en este momento que el ser humano ha nacido en las aguas.
El biólogo, el astrónomo se lo puede explicar, esos fundamentos se han colocado ahora, solo hace poco, de forma científica.
Pero el teólogo no debe ni puede hablar ahora.
Tienen que seguir siendo tontos, dice el consciente de espíritu.
Y Cristo aportó sabiduría divina, pero esta se ha devuelto, reconducido, a la sociedad, al pensamiento y sentimiento humano, tal como lo han analizado los autores de la Biblia.
Y ahora estamos aquí.
Pero ¿qué hay de cierto en esto?
El paraíso...
El Dios que le sacó una costilla a Adán para crear a Eva, cuando el ser humano comenzó como vida embrionaria en las aguas.
¿Ven?
Ahora empezamos a pensar.
¿Qué más tiene que aprender el ser humano?
¿Qué recibirá en el futuro?
La realidad metafísica para Dios, y por Dios, para Su alma, Su espíritu, Su luz, Su vida, Su paternidad y maternidad.
Y eso es experimentar la realidad divina, el ser uno con Dios, dejar de lado lo malo por el pensamiento de cada uno, y estar en armonía con sus vidas cotidianas, para su paternidad, maternidad, para el ser hermana, el ser hermano.
Y nadie podrá alcanzarlos ya, porque ahora tendrán la seguridad de la verdad divina.
¿No es sencillo?
(Señor en la sala):

—Pero ¿es que entonces quiere apartar la Biblia, maestro Zelanus?
—No, para nada.
Nosotros ponemos el fundamento divino para aquello que hasta el momento el teólogo ha explicado mal.
Porque nosotros decimos: cuando comenzó la Biblia, la creación ya tenía millones de años, ¿verdad?
Así que para eso ponemos de inmediato un fundamento nuevo, espiritual, espacial, divino.
No le quitamos nada al ser humano.
Porque eso no sería posible, o uno llegaría a tener un caos.
Y ustedes pueden, si sienten un momento, seguir y analizar este hablar científicamente, para ustedes mismos, para su tarea, su sociedad, su amor.
Aquí ya no irán de mal en peor, al contrario, nosotros tendemos un puente para el siguiente paso.
No tienen más que escuchar.
Y si no tomen esos veinte libros que pueden leer ya.
Y cuando los hayan terminado, obtendrán ese camino.
Y entonces tendrán un pensamiento espacial, espiritual.
Y solo entonces estarán en condiciones de aceptar y acoger el análisis completo para la Biblia.
Es una historia humana que Cristo atraviesa caminando.
¿No es cierto?
No hay más.
Y así es como el ser humano vive sus milagros, su realidad, sus comparaciones, y después, y detrás, el amor divino.
Porque cada palabra suya era y es amor, armonía, justicia, cumplimiento del deber, honestidad, cariño, cortesía, etcétera.
¿No es así?
(Señor en la sala):

—Sí, por eso mi pregunta es... era: el camino hacia ese amor... no hay una respuesta muy sencilla que se pueda dar directamente.
—Es que no es tan sencillo.
(El señor dice algo inaudible).
Ya lo verá.
Pero es...
Aquí se trata de pregunta y respuesta.
Esta noche no puedo ponerme a escribir un libro para esa pregunta.
Pero de inmediato... si piensa usted un poco más allá tendrá... y nosotros se lo indicamos, tenemos que mostrarle de inmediato el Gólgota, el Mesías en el ser humano, para su luz, su vida, su paternidad, su maternidad, su renacer.
Entiende, ¿verdad?
Ahora ya está teniendo ampliación cósmica.
¿Ha quedado claro?
Gracias.
(Dirigiéndose a la gente en la sala):

¿Quién de ustedes?
(Señora en la sala):

—¿Maestro Zelanus?
—¿Qué pasa?
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, la psicopatía ¿solo forma parte de un alma joven?
—La psicopatía ¿solo forma parte de...?
(Señora en la sala):

—Una joven alma.
—Un alma joven.
(Señora en la sala):

—Sí, esta alma todavía es joven y carece de experiencia.
—Realmente joven.
(Señora en la sala):

—Sí, quiero decir...
—Quiere decir usted un alma ¿verdaderamente joven?
(Señora en la sala):

—Sí.
—Sí.
Pero no existen.
Almas verdaderamente jóvenes no hay ahora en este universo, para el estadio actual.
Cuando vivimos la unión en la vida embrionaria el alma todavía era joven.
¿Verdad?
Para el ser humano.
Pero Dios ya estaba allí desde la eternidad.
Pero...
Si quiere verlo así.
Para el ser humano en la tierra, para la sociedad ya no hay vida joven.
Para el espacio no existe una criatura.
¿No es eso horrible?
No existen criaturas, ni las hay.
Aunque el maestro Alcar haya conducido a André a la esfera infantil.
Pero en solo cuestión de segundos, de minutos, de horas, semanas para la tierra, meses, la criatura va creciendo, eso, a su vez, se lo ofrecimos y hemos explicado en los otros libros, ‘Una mirada en el más allá’, ‘El ciclo del alma’, ‘Entre la vida y la muerte’, se disuelve el espíritu.
La personalidad vuelve a elevarse a la concienciación anterior.
Ya no podrán deponer ni perder su estadio adulto como seres humanos.
El niño en la madre, como vida embrionaria, tiene una edad de millones y millones de eras.
Eso lo ciencia lo tiene que...
Eso todavía lo tiene que aprender y aceptar el psicólogo.
Así que su pregunta: “Una joven alma ¿puede ser influenciada pronto?”
es una pregunta que no me conecta con nada.
Pero el alma como tal en el ser humano es influenciable, y entonces solo hablamos y estamos ante la sensibilidad del ser humano; ¿es influenciable el ser humano, sí o no?
¿Ha quedado claro?
¿Algo más?
Así que mejor dejen de lado esa joven vida de alma, o de lo contrario no tendrán dilatación.
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, en la conferencia anterior en La Haya nos dijo usted que André también se fue al Omnigrado...
Pero me parecía que una vez dijo que al final usted mismo al Omnigrado...
—¿Como André-Dectar, Jeus de madre Crisje?
(Señora en la sala):

—Sí.
—Más tarde se convirtió en André-Dectar.
¿Es así?
(Señora en la sala):

—Sí.
—Sí este no hubiera luchado para vivir ese Omnigrado, para comenzar con la cosmología, ni el maestro Alcar ni yo habríamos visto o podido vivir el Omnigrado.
No hay un solo maestro —escuchen bien, podemos explicárselo, es muy sencillo—, no hay un solo maestro en todas las esferas: hay millones que han visto el Omnigrado.
Sí que saben cómo está todo montado, pero ir allí... no, no han ido.
Porque ahora, en esto momentos, cuando llegan al otro lado, tienen que aceptar su conciencia divina.
Ahora sigue siendo humano.
Pero cuando uno tiene que completar una tarea, aquí...
Y ahora viene... lo que Jeus ya vio de niño, por lo que vio, y recurrió a todo lo que tenía, ayudado por su maestro, que esta tarea trasciende lo humano, que va más allá y a mayor profundidad que las esferas de luz, el macrocosmos.
Esta tarea...
Eso ya lo sabía en 1935, cuando le dijo a Adolf Hitler: “Usted es el mal y yo lucho por el bien.
Yo soy el único ser humano en este mundo que sabe que usted empezará luego una nueva guerra.
Sí, ese soy yo, porque yo represento el bien”.
¿No les parece descarado?
Pero se ha demostrado.
Se ha demostrado.
Nosotros hemos dado esas pruebas.
O sea, cuando llegue su tarea para el pensamiento y sentimiento humano —si escuchan bien— entonces en el fondo les tiene que...
Ya es un milagro que podamos materializar nuestro espíritu, que podamos encontrar palabras para hacérselo comprender.
Pero si sienten bien, somos divinamente uno durante estas noches.
Pueden obtener una respuesta divina de los maestros, por medio del instrumento André-Dectar y Jeus.
Y eso todavía no se ha vivido en la tierra.
Ciertamente, hay quienes son capaces de hablar y pensar cósmicamente, ciertamente, no somos los únicos.
Y ustedes ya recibirán ayuda.
Pero la esencia divina directa... esa todavía se la tendrán que merecer.
Y entonces el macrocosmos entero estará a su lado, dentro de ustedes, los guiará, los conducirá, los impulsará, les infundirá alma.
Eso lo ha construido Jeus para sí mismo y para ustedes mediante una tremenda lucha, sufrimiento, pena, dolor.
Y eso la humanidad lo tendrá que aceptar algún día.
¿Bueno?
¿Algo más?
(Alguien dice algo inaudible).
¿Ha terminado usted ‘Jeus III’?
¿Y a usted le gustan los rábanos?
Con pan seco...
¿Qué significan los rábanos y el pan seco si uno lucha por la sabiduría divina?
Porque Jeus era capaz.
En Egipto no quisimos comer durante meses y meses para dejar que nos alimentara el espacio espiritual y físicamente.
¿Qué significa eso?
Pero cuando Jeus ya no tenía nada...
Primero Jeus tenía... ganaba mucho y salía que daba gusto.
¿Por qué no?
El maestro Alcar pensaba: anda, tú desfógate, Jeus.
Y Jeus salía con Bernard.
Pero llegada la hora, a Jeus no le quedaba nada.
Y entonces Jeus era barro y cera en manos de los maestros.
Porque si Jeus hubiera dispuesto de centenares de miles de florines en tal y cual época, el maestro Alcar poco podría haber hecho con él, porque entonces la vida habría sido hermosa y veraz.
Pero Jeus iba a perder todo para la tierra, y así fue.
Pierdan todo, solo entonces obtendrán lo espiritual.
Eso no significa que tengan que regalar sus propiedades.
Eso también lo enseñamos.
Pueden ser plenamente ricos en la tierra.
Porque Dios creó un paraíso, un reino para Su vida.
Porque ustedes mismos son Dios.
Dios tuvo buenas intenciones para Él mismo.
Porque son ustedes dioses.
¿Quién lo cree?
Y todo eso se puede analizar y explicar.
Dios está sentado aquí y me está escuchando.
Porque ustedes son chispas divinas en un estado humano, consciente e inconsciente.
¿Ven?
Y la divinidad está despertando en ustedes.
Pueden ser ricos, eso les dije, pueden poseer un paraíso, un reino, si no sucumben ante sus propiedades.
Porque si poseen riqueza, también tendrán que hacer algo con esos medios.
¿O pensaban que no tienen un más allá?
Si no tienen demasiado y llegan de todas formas por medio de la lucha y pueden despertar así, mejor alégrense y sean felices.
Porque si en estos momentos llegaran a casa y tuvieran veinticinco millones de florines...
¿Quién de ustedes podría decir: yo no cometo errores?
Creo que estallarían de felicidad.
Y, claro, ahora me preguntarán qué se puede comprar por el mundo.
Un viaje a Estados Unidos o Indonesia.
Querrán disfrutar un poco de toda esa belleza que el Dios de todo lo que vive ha creado para las vidas y personalidades de ustedes, ¿no?
(Señora en la sala):

—A Jeus le daría la mitad.
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—A Jeus le...
(Otra señora en la sala):

—... daría todo.
—¿Darle todo a Jeus?
(Suenan risas).
—¿Y no quedarse nada usted?
(Señora en la sala):

—Dije “la mitad”, pero ella dijo...
—¿Así que ya hemos llegado hasta el punto en que usted se entregaría a Jeus con sus propiedades?
¿De verdad lo dice en serio?
(Señora en la sala):

—Desde luego.
(La gente habla a la vez).
No lo tienen.
(Suenan risotadas).
Todavía no hemos conocido a los millonarios materiales.
Cuando Mary Baker Eddy empezó en Estados Unidos y la gente le gritaba que era una zorra asquerosa, esa vida aun así no tiró la toalla.
Ella siguió.
Y ahora ven ustedes... en cada ciudad en la tierra ven una iglesia de esta criatura.
Ella recibió millones, miles de millones.
¿Para qué?
Para Biblias, pensamiento y sentimiento protestantes, directamente desde la tierra a Dios.
Pero no lo sabía.
Dice...
Así que la fe católica, la protestante y el sentimiento es para esa criatura, para ese ser humano, exactamente lo mismo que la Christian Science.
Pero ella dice: “Dios es capaz de cualquier cosa”.
Y nosotros tuvimos que... Jeus, André, tuvo que... entonces vino esa criatura desde las esferas de luz y preguntó a los maestros...
Por haber hecho ella realmente el bien, el maestro Alcar pudo captar sus pensamientos y decir: “André, ábrase un poco, porque aquí hay una criatura de la tierra, quiere dar una notita a sus seguidores”.
Y entonces Mary Baker Eddy, esa criatura, escribió una carta a sus seguidores desde Estados Unidos, desde el otro lado: “Vayan primero al médico si se rompen la mano, el brazo, la pierna.
Porque eso no se puede sanar mediante su oración, para eso necesitan un médico”.
Ella no pudo conseguirlo en Estados Unidos, según escribimos nosotros, y eso lo vio, a su vez, André, Jeus.
Y allí viven centenares de miles de médiums, pero no había ni uno solo abierto a ella, no pudo alcanzar a ni uno solo.
¿Y por qué no?
¿Ven?
Nosotros trascendemos ese pensamiento y sentimiento.
Pero ella recibió los miles de millones.
¿Qué haría André-Dectar con su millón de florines como el instrumento de los maestros?
(Señora en la sala):

—Editar libros.
—Editar libros.
Editar libros, siempre.
Si esta noche le dijeran a André: “Aquí tiene usted cinco mil florines, o diez mil florines”, entonces diría quizá: “No”.
¿No les parece extraño?
Los maestros piensan: primero para ustedes mismos.
Y si aclaran para ustedes mismos y demuestran sin lugar a dudas lo que quieren y si ya han edificado su cuidado de forma material, entonces el otro lado dice, y los maestros dicen: “Ya, vengan, porque a fin de cuentas ustedes también tienen un más allá”.
Y tendrán que empezar exactamente de ese modo para agotarse, para dar aquella fuerza del espíritu a la vida de Dios, esa concienciación, ese proceso de evolución, y eso, ciertamente, no se puede pagar con su oro terrenal.
Pero encárguense primero de su bienestar social, su alimentación.
Y cuando de verdad hayan preparado eso de forma consciente para sus vidas, me gustaría decirles alto y claro: “Den a Cristo unas orquídeas de lo que les sobre.
No a nosotros, sino a Él”.
Si ven la sangre que hay allí (en una mesa con libros), si pueden comprender cuánta sangre hay en esa mesa, ustedes cada noche...
No quiero inspirarlos, para que luego Jozef y la vienesa puedan decir: mira por dónde que esta noche hemos vuelto a vender veinte libros.
Yo encantado de vender una noche los libros para ustedes.
¿Encendemos las luces y los vendemos todos ahora?
Entonces no lo hago para mí, no para los maestros, sino por el bienestar de ustedes.
¿Qué cuestan esas flores de allí que han comprado?
¿Qué creen?
¿Qué costaron las flores que me dieron aquí hace poco, que nos hemos ganado honestamente?
El domingo casi tuve que huir de tantas flores que me dieron.
André también.
Se las dieron a Crisje...
(Alguien en la sala dice algo inaudible).
¿Cómo dice?
(Alguien en la sala tose).
¿Quién está haciendo gárgaras por allí?
Pero por dentro pensé: ‘Me gustaría que el ser humano dijera: “Maestro Zelanus, ¿me permite que con ese dinero compre libros?
Y da igual, pero los saco de allí y los reparto”’.
Las flores habían desaparecido en pocos días.
Y los libros, por ese dinero los libros aún habrían vivido.
El ser humano sigue sintiendo su felicidad por esa flor universal: ‘El ciclo del alma’, ‘Entre la vida y la muerte’.
Estoy igual de feliz —y la felicidad en nosotros— si ponen allí especies, clavos, que si ponen rosas, sus orquídeas.
Hubo aquí alguien, hace años, que siempre me daba —es lo que me daba a mí— unas orquídeas así, de treinta y treinta y cinco y cuarenta florines.
Y entonces le dije a André: “¿No es una pena?”.
“Sí”, dice ese ser humano, “sí que hago algo al margen de todo esto”.
Pero hubiéramos preferido con mucho a Dios, a Cristo, a los maestros, a la humanidad, así que ¿quien no...?
¿Cuánta gente no hay que no puede comprar un libro?
Se lo hemos tenido que prohibir a André, si no habría regalado todos esos libros.
Y eso no es posible, ¿no?, porque la Universidad que poseen ustedes tiene que continuar como sea, ¿verdad?
Eso ya no debemos agotarlo.
Esos fundamentos se han colocado y eso sigue, también cuando se marchen André y la vienesa; será cuando el Círculo (la Fundación espiritual científica Círculo de “El siglo de Cristo”) adquirirá relevancia universal, porque eso ya está determinado en estos momentos.
Esa posesión tiene que permanecer.
Pero ¿pensaban que el maestro Alcar...?
Sí, ese vendedor de flores también tiene que vivir, ¿verdad?
Ya estamos otra vez.
Hasta allí vamos.
Si a todos quienes compran flores...
Vamos a ver, esta noche les voy a analizar un sistema filosófico que piensa de forma terrenal.
Vamos a comprar flores, solo donde el ser humano que de verdad posee amor y que lo valga.
Y entonces iremos de floristería en floristería, de ser humano en ser humano.
Y entonces quizá recorramos...
Viviremos cincuenta, cien, aquí, en esta zona de ustedes, y a ninguna compraríamos ni una flor.
Porque nosotros no apoyamos el engaño: ni el odio ni la envidia.
¿Cuál de estas vidas es pura de pensamiento y se merece que le quiten ustedes esas cosas, esos rasgos de carácter naturales, maternales, que los paguen y transmitan?
Dicho de otra manera, y esa es la intención y el análisis: si ustedes de verdad conocen y comprenden al ser humano, espiritual, real y verdaderamente —entonces, desde luego, también podrán decir: pues ahora ya tampoco a comprar pan, porque eso también es un ladrón; pero ahora se trata de esas flores— entonces pensamos: ¿qué puedo alcanzar con lo que poseo, qué más puedo hacer, cómo hacer que se dilate, qué puedo alcanzar con el dinero, porque son las posesiones de ustedes, verdad? Con eso, para el ser humano, ¿qué puedo...?
No para los maestros, no para Cristo.
Porque Cristo dice: “¿Lo que usted me quiere dar, dénselo a Mis hijos”.
Y ahora decimos, muchas veces: ojalá en su lugar hubieran comprado una orquídea, una orquídea espiritual, y habérsela dado a su hermana u hermano.
Es que deberían tener un poco más de cuidado, deberían intentar enriquecer a un ser humano mediante los sentimientos de ustedes, por sus actos, y así pondrían un fundamento universal.
Y eso jamás lo podrán hacer por medio de sus flores.
Esas flores...
Ese acto permanece.
Pero ustedes siguen siendo tontos, todavía no pueden pensar.
No dejan que sus pensamientos evolucionen, que se dilaten.
Eso lo hacemos nosotros siempre.
Nosotros ponemos allí una chispa, y ese ser humano...
Ustedes predican mediante su dinero, mediante sus propiedades.
Porque si ese ser humano hace que otros centenares adquieran concienciación espiritual, serán las flores vivas en su jardín vital, sus propias orquídeas y las tejas espirituales para su castillito espiritual.
Ustedes no piensan.
Piensan que Dios estará contento cuando colocan unas florecillas donde Cristo o María.
Pero la flor dada en la calle al ser humano verdaderamente muerto de hambre es la rosa, la orquídea, del Gólgota.
Y así es como tenemos que vivir y actuar, o nos reduciremos a la mentira, al engaño, a la desintegración humana.
¿Sí?
¿Le vendo rápidamente, en un dos por tres, un libro?
(Señora en la sala):

—Los tengo todos.
(A otra señora que dijo algo):

—¿Cómo dice?
(Señora en la sala dice algo inaudible).
Todavía me gustaría vender unos diez.
Todavía me gustaría vender unos mil, cien.
Claro, ustedes...
El ser humano que no nos conoce y que estaría aquí por primera vez, diría: “Hay que ver qué Cristo está hecho esto”.

(Risas).

¿No es así?
“Menudas perifolladas”.
Pero yo les doy a ustedes el ejemplo.
Luego, de todas formas, tendrán que aceptarlo.
Tenemos que aceptar tantas veces que ustedes no quieren... no pueden comprendernos.
Pero cuando esa concienciación despierta en ustedes, dirán: ¿cómo es posible que todavía puedan sintonizar con eso?
Y aun así es la verdad.
Y ahora dense prisas por conseguir ese millón de florines.
Entonces haremos algo por eso.
Estén contentos de que no los tienen.
(Dirigiéndose a la gente en la sala):

¿Quién de ustedes?
(Señora en la sala):

—... ha dicho que en ‘Los pueblos de la tierra’ los chinos se iban a unir a (la casa de) Israel, pero todavía no parece muy probable.
(Dirigiéndose a alguien en la sala)

No, usted tendrá que esperar todavía un poco.

(Risas).
China, Japón...
Los chinos también vendrán, pero por el momento todavía no.
Si los chinos y los rusos estuvieran listos para venir a (la Casa de) Israel, la humanidad ya estaría caminando por el paraíso material.
¿No es cierto?
Pero todavía no es posible.
Todavía no hemos llegado a ese punto.
Pero lo que es venir, vendrá.
Ya hay chinos que sí que lo son.
¿Lo sabían?
(Señora en la sala):

—Pues no hace mucho, entonces.
—Todo eso ya era edificar.
Hace cuarenta mil años —hace nada— China era más hermosa que ahora, más espiritual.
Pero ese espiritualidad no era auténtica.
Porque esa espiritualidad se construyó con sangre y lágrimas, dolor y pena.
El Dios real, verdadero aún no había nacido ni surgido para esta criatura.
Así que dejamos atrás los dioses anteriores.
La criatura en la selva ya tiene también un espíritu y un dios supremos.
Pero ese no es el Dios que ustedes conocen y que conocerán más tarde con sintonización divina.
Así que los dioses tienen que desprenderse del Dios de hoy para llegar a conocer el Omnidios material, espiritual, espacial.
¿Es sencillo?
Y eso lo viven los pueblos de la tierra, eso lo viven ustedes.
Esa es la evolución de ustedes.
Así que el Dios que ustedes todavía no conocen y que aun así vive en ustedes tiene que despertar por ustedes mismos, por sus actos, sus pensamientos, sus sentimientos, su amor.
Aquí es donde se está haciendo la mayor parte de las preguntas...
(Señora en la sala):

—Los colores que tenemos aquí, también tienen un significado espiritual, ¿no?
—Los colores que tienen aquí, ¿tienen un significado espiritual?
Sin duda.
¿Quiere decir los colores de la tierra?
(Señora en la sala):

—No.
—¿Cuál es este color?
¿Qué significa este color: blanco, rojo?
Blanco, ¿qué es el blanco?
(Señora en la sala):

—Lo inmaculado.
—¿Lo inmaculado?
En el otro lado el blanco es la muerte.
Si solo son de color blanco —blanco— veremos detrás del ataúd un cadáver espiritual que andará por delante de nosotros.
“Vaya”, dicen allí, “vaya, muy mal”.
Ver y vivir un cadáver espiritual solo como una figura blanca, blanca y hermosa, inmaculada, es inconsciencia.
El blanco es hermoso para la tierra, pero no para su espíritu.
(Una señora en la sala dice algo inaudible).
Espero no verlo jamás.
No tengo nada blanco en mi aura, porque el blanco es estar muerto en vida.
El blanco ha empezado a significar algo para el ser humano en la tierra, pero... (inaudible) .... no.
El significado cósmico significa en el espíritu...
Porque Dios es infinito en su reino de colores, ¿verdad?, el reino de colores de Dios.
Todos los colores que solo ven aquí, por estas luces, son centenares de miles de colores, hasta...
También está el negro, pero no es luz blanca.
Es oro, azulado, plata, verde, amarillo, violeta, todo está en esta luz.
Entienden, ¿verdad?
El blanco tiene un significado espiritual y también significará algo en el otro lado, porque el blanco quiere ser el comienzo del despertar, la nada vacía, o el todo.
“Pero cuando el ser humano empieza a cambiar empieza a vivir colorcitos”, dice Jeus, André.
Esos poderosos colores en sus ojos, en sus manos, en su sentimiento y pensamiento.
Empieza a tener color y forma por todo lo que hace y deja de hacer.
A cada cosa... por cada acto da color, luz, vida, amor.
Cuanto más profundo sea su amor, más hermosos se hacen los colores.
Porque el amor significa...
¿Por qué, en el otro lado, tienen que... en la túnica espiritual de ustedes...?
Porque allí tendrán una túnica, ya la llevan ahora, la túnica universal espiritual ya la llevan todos ustedes.
A veces veo a gente vestida —ahora voy a decir una palabra terriblemente dura, porque André ya se lo explicó— como guiñapos.
Vemos personas —se lo aclararé— que ya no tienen manos, sino garras.
¿Me creen?
Gente que ya no tiene ojos normal, sino una irradiación animal, porque por dentro tienen una sintonización animal.
El reino de Dios en ustedes es representar el reino de los colores de Dios por medio de sus vidas, de su paternidad, maternidad, cordialidad, benevolencia, amor y felicidad.
¿No es así?
Arriba, a medida que ustedes...
Los colores materiales, solo son algunos, puestos como fundamentos, densificados por la madre tierra...
Pero el reino de colores de Dios se dilata hasta en el Omnigrado.
Y entonces los colores de ustedes serán divinamente inmaculados, puros y conscientes.
Y no aparecerá ni una sola túnica blanquita, ni tampoco donde los ángeles...
Los ángeles son hermosos en el otro lado.
Las madres de la tierra adquirirán lo inmaculado universal, espiritual, y una túnica transparente en la que ustedes podrán ver el todo el carácter.
El arte... su arte vive en su túnica.
La túnica se ha construido como tejido, por el amor.
Sus cabellos son rizados, tienen una forma determinada por la construcción que dan ustedes mismos a su propia figura.
André, durante sus noches, se lo explicó al ser humano, de forma gloriosamente terrenal, material, y dijo, lo oímos decir: ¿creían poder conservar sus ricitos en el otro lado?
¿Pensaban ir allí —de todas formas podremos seguirlos— con hermosos zapatos, con una hermosa vestidura?
Allí llegarán desnudos.
Esto seguirá estando en la tierra.
¿Qué aspecto tendrán ustedes allí?
¿Pues?
Ustedes dan forma a su vida espiritual interior mediante su pensamiento, sentimiento, sus actos, dije.
¿Y no fue eso lo que dijo el Mesías?
Tan extraño y profundo es que ni siquiera pueden comprender que cuando tratan a su gente, a sus amigos y conocidos con amor, que digan: “Gracias a Dios que hayas vuelto.
Entra, criatura.
Porque cuando vienes a vernos, aportas alegría, felicidad, prosperidad, amor, comprensión, cordialidad.
Entonces nos vuelve a llegar la irradiación de la vida, ¿verdad?
¿No es así?
Para André están abiertas en estos momentos centenares de miles de puertas.
Puede llegar a donde quiere y siempre aporta alegría y felicidad.
De inmediato toma las riendas de su día.
Y entonces, realmente, ustedes se tronchan de la risa.
Él les infunde alma.
Se pone a soltarles sus majaderías filosóficas.
No dice las cosas como las dirían e imaginarían ustedes; porque en eso el ser humano también es espacialmente profundo.
Y ustedes se lo pasan pipa y se divierten.
Los amigos de él lo saben.
Pero no tiene amigos.
No va a ninguna parte.
¿Por qué no?
¿Entienden?
Hermanas y hermanos míos, ya se ha vuelto a terminar la noche.
¿Les hemos enseñado algo?
Nuestras palabras y pensamientos, ¿les han servido, aunque sea algún detallito?
Lo transmitiré lenta y conscientemente, de forma constructiva, a sus vidas.
¿Cuál es el estilo de ustedes?
Deberían pensar en eso.
Si la próxima vez me quieren hacer preguntas, deberían preguntar cómo son sus ojitos, cómo son sus manos, su organismo, su corte de pelo, sus andares, su forma de caminar, su estado, como un organismo espiritual, como una personalidad espacial, espiritualmente astral.
Entonces les enseñaré algo.
Y así los liberaré de sus propias tinieblas.
Y entonces luego ya no se tratará de si en la tierra llevan brillantes, perlas o cosas hermosas; ya no tendrán ningún significado para su vida interior.
Porque convertirán sus pensamientos en perlas y diamantes espirituales.
Y con eso un pequeño collar y una pulserita para la madre, es la orquídea viviente para sus maridos y sus amores, debajo y dentro de su corazón, y será el beso para esta vida y luego, detrás de su propio ataúd.
Hermanas mías y hermanos míos, duerman bien esta noche y sueñen con su conciencia eterna.
Gracias por sus hermosos sentimientos.
(Gente en la sala):

—Gracias, maestro Zelanus.