Noche del martes 20 de diciembre de 1949

(El comienzo de la velada falta en la cinta).
Una conferencia que les voy a ofrecer por medio de los libros y del maestro Alcar; Yongchi, el maestro Yongchi, la puede pintar, igual que otro pintor.
Tenemos, por ejemplo, el Antiguo Egipto, la diosa Isis.
Una conferencia así la representamos.
La creación, por ejemplo, la podemos representar por medio del arte.
Y así es como se produjeron esos primeros fenómenos.
Cuando esa célula consiguió contacto con la otra vida, fue el nuevo nacimiento.
Es cuando el alma, la vida interior, regresó a un mundo del que había venido, el mundo de lo inconsciente.
Ese mundo no ha cambiado en nada; es —tal como ya les he explicado— el mundo para el nacimiento, el mundo para la reencarnación, para la nueva vida.
Y da igual que uno proceda de la primera esfera o del estadio animal, ese mundo permanece igual.
En ese mundo no hay nada que se pueda cambiar, porque el nacimiento sigue siendo el nacimiento.
¿Ha quedado claro?
Entonces Cristo vino a la tierra desde lo divino, se disolvió en el Omnigrado; allí también existe el mundo de lo inconsciente.
Es el tercer grado cósmico; también tenemos el cuarto, quinto y sexto; el séptimo es el divino Omnigrado.
Así que el Omnigrado también está aquí.
Entienden, ¿verdad?
De modo que Cristo se disolvió en el Omnigrado, desapareció para su gente que había vivido con Él la conciencia universal macrocósmica y que había asimilado las correspondientes leyes.
Esas criaturas, esos millones de personas que accedieron con Cristo al primer viaje, en primer lugar al Omnigrado, la conciencia divina, vivieron con Él la disolución para el mundo de lo inconsciente, el nacimiento para la tarea en la tierra.
Resulta que ustedes pueden aplicárselo, a cada estado: cuando regresen y tengan que darle algo a la tierra, estén donde estén, ese mundo de lo inconsciente los acogerá.
Es el mundo para el renacer.
Y entonces tendrán que volver otra vez a la tierra —ya lo entienden—, es cuando vivirán como nacimiento, serán nacimiento, no habrá más que una sola ley, un solo mundo, un solo espacio: es el mundo para la maternidad.
¿Ha quedado claro?
Gracias.
¿Quién de ustedes?
Allí, atrás.
Enseguida estoy con usted.
(Señor en la sala):

—Maestro, quisiera preguntarle: ¿cómo piensan los maestros del otro lado sobre la personalidad de la criatura de Jehová?
—¿De quién?
(Señor en la sala):

—De la criatura de Jehová.
—Se lo conté hace poco.
¿Cómo piensan los maestros, cómo piensa el espacio, sobre la criatura de Jehová?
¿Qué piensa usted —es lo que me gustaría preguntarle— de un Dios de odio, de un Dios que condena?
(Señor en la sala):

—Pues que no existe, claro.
—No existe.
¿Quién ha escrito ese Antiguo Testamento?
Pero Moisés era un rebelde, un rebelde espiritual.
Adolf Hitler, Napoleón, eran rebeldes materiales con un trasfondo espiritual.
¿Qué quiso Napoleón?
Construir, unir.
¿Hitler?
Cada verdugo tiene su entidad.
Cada conciencia, cada sentimiento tiene algo para lo que vive el ser humano y por lo que se manifiesta su Dios.
Entienden, ¿verdad?
Pero la criatura de Jehová...
Una noche les ofrecí una impresión sobre la criatura de Jehová.
Les dije: ya me gustaría que a ustedes se les hubiera infundido el alma de la criatura a la que se llama “testigo de Jehová”.
Entregan sus vidas, aunque por desgracia a un Dios que odia y destruye.
“El mundo perecerá en cinco segundos.
¡Prepárense!”.
Solo existe la personalidad salvadora de Cristo.
Cuando uno se entrega a la criatura de Jehová —¿no lo sabían?— entonces uno es el salvado; el resto está condenado.
¿Luchan ustedes por eso?
¿Viven para eso?
¿Les han infundido alma para eso?
No es gran cosa.
Porque solo existe un Dios de amor.
Esa criatura de Jehová es muy fuerte, puede entregarse en un grado elevado, pero tenemos que privar al Antiguo Testamento de esta criatura: solo hay un Dios, un Padre de amor.
¿No pueden seguirlo?
(Señor en la sala):

—Sí, maestro Zelanus.
—¿Quién más de ustedes?
¿Algo más?
(Señor en la sala):

—Acaba de referirse al mundo de lo inconsciente.
Cuando ahora vayamos al cuarto grado cósmico, entonces entramos primero, desde la séptima esfera, en las regiones mentales, según los libros.

—Exacto.

—¿Es que entonces las regiones mentales se equiparan con el mundo de lo inconsciente para el nacimiento en la tierra?
—Exacto.
Mire, aquí tiene el mundo de lo inconsciente.
Porque los grados más elevados...
Pueden leerlo en ‘Una mirada en el más allá’.
Existen siete infiernos, siete grados de tinieblas.
No son infiernos, son mundos donde el ser humano se prepara, por los que se prepara para la conciencia más elevada; ya lo saben, han leído los libros.
Resulta que el mundo de lo inconsciente de aquí tiene que ver con la sintonización material, con las leyes vitales para la tierra, a las que usted pertenece.
Pero tenemos la cuarta, quinta, sexta y séptima esfera en la que vive el ser humano que se prepara para las regiones mentales; otra vez más el mundo de lo inconsciente.
Pero ese mundo ahora ya no es inconsciente; cuando uno se disuelve a partir de la séptima esfera en ese mundo, se lo he explicado hace poco, se lo... ¿no estuvo usted el domingo conmigo? Así seguirá siendo usted consciente, irá a la eterna conciencia divina.
Luego ya no estará dormido, ya no necesitará ni comer ni beber, irá a un grado de conciencia más elevado para la materia, el espíritu y el alma, su personalidad.
Así que seguirá estando eternamente despierto, eternamente consciente.
Por ejemplo, cuando... cuando lea todos esos libros y tenga la conciencia para este espacio...
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

No se preocupe, siéntese, criatura mía.
Tiene usted la conciencia...
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

Tranquilos, acérquense, no hay problema.
No me molestan.
Cuando tengan la conciencia para este espacio y la hayan acogido... cuando tengan la teosofía, la doctrina de los rosacruces y todo lo que la tierra les pueda dar, cuando conozcan todo esto, ya serán conscientes, aunque el organismo material los obligue a descansar y a dormir.
Pero vamos hacia Dios.
Vamos hacia lo infinito.
Vamos hacia la conciencia eterna.
Cae por su propio peso que enseguida también mantendrán despiertos en la madre el nacimiento, aquello que evoluciona, eso es lo que les quiero decir y explicar.
Entienden, ¿verdad?
Les ofrecí una imagen acerca de Jeus, Jeus el de madre Crisje, este instrumento del que estamos hablando; cuando vivió entre el cuarto y el quinto mes, el sexto, entre el sexto y el séptimo, el maestro Alcar lo despertó.
Lean, por ejemplo, en ‘El ciclo del alma’, en ‘Entre la vida y la muerte’...
En Oriente basta con que vayan a la India colonial, solo tienen que ir al Tíbet; allí hubo niños que fallecieron a los setenta, a los ochenta.
Un sumo sacerdote, viene y dice: “Volveré en tal y cual tiempo”.
Los sentimientos occidentales y la conciencia preguntan: ¿es posible eso?
La parapsicología, la psicología, la psicología está en un punto muerto.
El psicólogo —fíjense— no conoce ninguna alma, ningún espíritu, ninguna personalidad interior, y dice: “El ser humano está por primera vez en la tierra”.
Pero cuando uno llega a Oriente...
Y eso, a su vez, lo pueden leer en ‘Dones espirituales’...
Enseguida vuelvo sobre eso.
La mística viene de China, la doctrina metafísica viene de China, del Tíbet, de Oriente entero.
Más tarde llegó a Egipto.
Allí llegan a conocer ustedes... experimentan en un templo...
En el Tíbet también quedan algunas de esas personas que tienen esa conciencia.
Egipto está muerto, eso ya lo saben, está muerto en vida.
La cultura egipcia ha sido ahogada, lo blanco se hizo negro; eso, a su vez, lo podrán leer en ‘Entre la vida y la muerte’.
Pero cuando uno alcanzaba lo más elevado en ese templo como sumo sacerdote...
Porque ya entenderán: el otro lado, los maestros, el espacio, trabajan en este momento en la conciencia espiritual social.
Ustedes han estado todos en diversas vidas en Oriente, de lo contrario no tendrían el sentimiento de tomar asiento aquí, de tomar entre las manos un libro de esos y de leerlo; entonces eran, por ejemplo, católicos o protestantes, seguían la Biblia y aceptaban un Dios de odio.
Imposible que sigan haciendo eso.
¿Por qué?
Es algo que han asimilado.
Hay millones de personas que todavía no son capaces de eso.
Pero allí el sacerdote dice: “Volveré dentro de siete años.
Naceré en tal y cual sitio.
Y no hace falta que me busquen; yo iré a ustedes”.
¿Y qué ocurre de vez en cuando en Oriente?
Hace poco todavía pasó: una criatura de cinco años dice a los padres de ahora: “Voy a mi padre, voy a mi madre, voy a mi padre, voy a mi perro, voy a mi hermana, voy a mi hermano; ustedes no son ni mi padre ni mi madre; ellos donde viven es allá”.
Y la criatura fue, y reconoció al instante al padre y a la madre de siete años antes, como sacerdote; todo.
El niño había muerto allí en tal y cual grado...
Pasó numerosas veces, miles de veces, es decir que los maestros inciden en los sentimientos orientales para reforzar fundamentalmente la doctrina metafísica.
Entienden, ¿verdad?
Estas son las pruebas.
¿Por qué tiene Oriente la conciencia cósmica, los sentimientos naturales?
¿Y por qué están ustedes aquí en Occidente atados a las tesis dogmáticas?
Lo saben.
Es que ustedes también lo saben.
Cualquier facultad espiritual está en un punto muerto.
Las iglesias están perdidas.
Ahora verán que la doctrina metafísica, que es de lo que se trata, la conciencia del ser humano, entra directamente en contacto con el espacio, y desde allí...
Son personas... son personas... han vivido aquí, han alcanzado la primera esfera, la segunda, o la tercera, o la cuarta, y regresan a la tierra con el fin de poner ahora fundamentos para Occidente, eso es todo.
¿Quiere saber más sobre esto?
(Señor en la sala):

—Tengo otra pregunta más.
—Adelante.
(Señor en la sala):

—La vez pasada usted también dijo que alguien de la cuarta esfera que vuelve a nacer puede hacerlo directamente después de morir en esa cuarta esfera (quiere decir: en el cuarto grado de vida cósmico).

—Ahí está.
—¿Demuestra eso que en la cuarta esfera también hay un mundo de lo inconsciente?
—No, bueno...
Claro, se lo acabo de explicar.
Pero ahora surge lo siguiente: cuanto más se eleve uno, cuanto más consciente se haga uno, más fácil será el nacimiento.
Cuando uno está vinculado a leyes del karma, por haber cometido asesinatos y haber provocado incendios, asesinatos de verdad, entonces uno tiene que enmendar esa vida, uno no se quita ese asesinato de encima.
Pero si a partir de un mundo armonioso uno...
Se está en armonía con las leyes de Dios, para la madre naturaleza, para el nacimiento, para la tierra, para la paternidad y maternidad, uno se hace madre además de padre...
Cuando personas nuevas, o amigos, personas, personas nuevas, que todavía no saben nada de esta doctrina...
Ahora es usted madre y enseguida será... descenderá en el organismo masculino.
Nuestra... la gente que está lista para esta doctrina, para estas leyes, y que ha leído los libros, es...
En este instante estamos hablando desde el espacio, se les está ofreciendo cosmología.
Cuando quieran vivir esto, tienen que empezar con los primeros libros de todos.
Pero si a partir de la primera, segunda, tercera... cuanto más alto lleguen, eso demuestra que tienen conciencia más elevada.
Entienden, ¿verdad?
Pueden ustedes —según ya les dije— volver a nacer en siete horas.
Pero la conciencia animal no es capaz de eso.
Entonces uno tiene que estar libre de asesinatos, de mentiras y engaños, haberse desprendido de cualquier pensamiento material, terrenal, desintegrador, disarmónico.
Si se es espiritual, podrá recibir un nuevo organismo en poco tiempo.
Pero si ha asesinado a este, a aquel y a ese otro, si uno se va a la guerra sin más, disparando así como así, entonces Dios exige, las leyes exigen que regrese para dar... se lo he contado miles de veces... para dar un nuevo cuerpo a esa vida.
Usted ha destruido esa vida en Dios quiso dar a esa vida sesenta o setenta años para que evolucionara.
Basta con cumplir el servicio militar y defender a su pueblo para que uno sea un asesino.
¿Qué es un asesino?
Para el espacio... Dios no lo conoce a usted como asesino, pero para el espacio es usted un ser humano que ha ahogado las leyes divinas armoniosas para el nacimiento, para la reencarnación.
¿Hay otra justicia más?
Es algo que no podrán eludir.
Basta con que se suiciden para también entrar en otra vida.
Basta con que lo hagan para que terminen en la tierra con su cuerpo —no tienen más que leer mi ‘El ciclo del alma’, es la vida mía— y vivan el proceso de podredumbre hasta que su cuerpo por fin haya desaparecido.
Presenciarán ese proceso de podredumbre, seguirán estando conscientes, estarán atados a ese cuerpo, y cuando este se haya consumido, quedarán libres y no tendrán ni vida ni luz; vivirán en un mundo que no existe, se habrán echado a ustedes mismos de esa vida, a patadas.
¿Hay alguna otra justicia?
Cuando llegue entonces el momento de morir de verdad, y haya pasado su tiempo, su vida terrenal, ese mundo se disolverá, se les caerán esos grilletes, y volverán a entrar en la realidad, en la armonía para su propia vida, para su propia evolución.
Si ahora se encuentran ante la maternidad, volverán a la tierra y tendrán que aceptar lo que da a luz, lo divino, lo materno.
Entienden, ¿no?
Pero si vienen desde la cuarta esfera, ya tendrán una tarea, es cuando aquí aportarán algo.
¿Por qué ha ido avanzando el mundo?
¿Por qué el mundo llegó a tener conciencia?
Solo por los sentimientos y pensamientos más elevados.
Los sentimientos dogmáticos ya llevan dos mil años en un punto muerto.
La doctrina metafísica solo puede conectarlos con las leyes —el origen del espacio— para los infiernos y los cielos, con Cristo, con Dios, debido a que uno va conociéndolas.
¿Qué es una ley?
Sus vidas son una ley.
Fuerza creadora, son ustedes hombres: es una ley.
La maternidad es una ley.
Las tinieblas son una ley.
La luz es una ley.
El nacimiento es una ley.
La reencarnación.
Leyes.
De modo que cualquier palabra —pueden leerlo en los libros— se convierte en ley.
Cuando se es veraz, se accede a fundamentos vivos para la existencia interior, y eso es eterno.
¿Satisfechos?
¿Quién de ustedes?
(Señor en la sala):

—Sí, maestro Zelanus, me gustaría que me dijera lo siguiente: la capacidad de pensar en el mundo astral, ¿es que es igual a la capacidad mental en la tierra? ¿Tiene otra sintonización?
—No.
La capacidad de pensar de aquí es allí exactamente igual.
¿Por qué?
¿A partir de dónde piensa usted?
(Señor en la sala):

—Bueno, eso es lo que me gustaría que me dijera usted.
—No piensa usted, siente.
No hay pensamiento.
Lo que menciona, lo que dice, lo que usted llama “pensar” no existe; lo único que hay es sentir.
Pero cuando llega usted aquí y se le abre la boca, aquello que piensa se convierte en ley material.
Se pone usted a imaginar algo a partir de sus sentimientos, a sentirlo a fondo, usted a eso lo llama pensar, pero es sentir a fondo, lo materializa —otra vida se pone a tocar el piano y pinta o escribe, hace algo, usted tiene una tarea terrenal—, y entonces el sentimiento material, los sentimientos interiores, se materializan.
No así el pensamiento.
Esa palabra, “pensar”, igual que las de “la muerte no existe”, que la de “la muerte” y que aquella de la “condena”, junto a otros miles de palabras, las puede dejar de lado, sin problema.
Hace poco les dije: cuando vivan sus vidas espirituales de verdad, se esfumará su diccionario.
Enseguida tendrán... tendremos... detrás del ataúd ya no tendrán nada que ver con su conciencia social de la tierra.
¿Qué es un cuadro?
¿Qué es la música?
¿Qué es esto lo que les cuento?
Explico las leyes del espacio por medio de mis sentimientos.
No lo hago pensando.
¿Creen que es difícil hablar con ustedes veinticinco horas?
Todo eso va por sí solo.
Lo que habla es el sentimiento.
El sentimiento dice.
Si solo conocen un par de palabras y las han asimilado, estas por sí solas se pondrán a buscar algo que les corresponda, y todo eso es sentimiento.
A eso se le llama inspiración.
Claro, lo que puede hacer con la inspiración es atraerla, pero es mejor serla.
Yo soy inspiración, no me hace falta esperar.
Soy consciente porque he asimilado la ley para el nacimiento, la reencarnación, la demencia, las enfermedades y todo, absolutamente todo, lo que conocen ustedes en la tierra.
Yo quería dormir metido en esa tierra.
Hace poco les conté que en el antiguo Egipto íbamos a la muerte de manera consciente.
La lucha con un tigre, la lucha con una serpiente.
Primero había que mirar: el animal se abre, nos metemos en el peligro, sin más: anda, muerde, ¿quieres destruirme?
Ya tengo ganas de saber lo que me pasará cuando me muera.
¿Qué es morirse? ¿Qué es fallecer?
¿Tienen miedo a la muerte?
Destrúyeme aquí y te daré un beso.
Cóseme a puñaladas y te daré las gracias.
A André, a Jozef Rulof, lo puedes arrojar debajo del tranvía sin problema.
Y entonces dirá él: “Gracias, gracias”.
Para nosotros no hay ninguna muerte, para nosotros no hay detenimiento: nos salimos aquí, simple y llanamente nos salimos.
Aquello se lo pueden quedar, eso lo pueden meter en la tierra.
Nosotros adquiriremos Grandes Alas y diremos: “Tomamos velocidad por estos espacios y ahora percibimos como sentimos”.
“Percibirás aquello que ames”, dijo Cristo, “y entonces me verás a mí”.
En dos semanas pueden... pueden ser plenamente conscientes, si están dispuestos a perderse a sí mismos.
¿Tienen amor?
¿Son amor?
Sí.
¿Quién de ustedes?
¿Quién de ustedes?
(Señor en la sala):

—Sí.
Maestro, he leído un librito de Tsyu San Sen, un sumo sacerdote del Tíbet, en el que este asegura que hace treinta años se encontró con Cristo en su habitación, y que habló con Él, y que desde entonces se hecho intérprete de Cristo en el Tíbet.
¿Es posible eso?
—Desde luego.
Puede ver usted en este instante a Cristo.
Hay gente, hay más gente.
Puede usted percibir a Cristo en cualquier instante, cada minuto, cada día, cada instante.
¿Por qué?
No piense entonces que usted allí...
André vio —eso lo pueden leer en ‘Jeus’, luego recuperarán esos libros— cuando estaba entre el quinto y el sexto año que se oscureció el espacio y que todo se convirtió en tinieblas.
Los maestros que hablan y escriben y pintan ahora por medio de él, y que hacen todo por medio de este cuerpo... esa persona de hace un rato, con la que quizá haya hablado usted, ha desaparecido.
Nosotros somos esto, somos nosotros quienes le hablamos, quienes también escribimos los libros.
Pero esta criatura tuvo contacto con el espacio entre los cinco y seis años, y los maestros conectaron esta vida con el Gólgota.
El espacio se oscureció.
Después de eso...
Eso no lo han leído en ‘Jeus’.
¿Han leído ese libro?
Luego se lo daremos.
Después de eso —esa primera parte se ha escrito, pero ahora viene la nuevo, y allí es donde lo hemos consignado— medio año después de eso, cuatro meses después, cinco, entonces Jeus, o sea, Jozef Rulof, estaba esperando en la cuneta, y esperaba y esperaba.
Cristo se manifestaba allí cada noche.
Dice: “Allí no pasa nada, allí no llagará nada”.
Todavía nada.
Cuando la criatura se va a dormir por la noche, se queda esperando.
El espacio...
Las tejas desaparecen, los sentimiento van al espacio y desde aquí llega luz.
Dice: “Pronto, pronto, pronto tendrá que ocurrir”.
Y yo sé dónde.
Y aún tomará meses.
De modo que esa criatura está siendo preparada.
¿Entienden?
Y después de tres meses se sienta por la mañana junto a la carretera, porque: “Aquí, en este lugar, tendrá que ocurrir”.
Aparecen sus amiguitos —ya se lo conté, creo—, aparecen sus amiguitos y dicen: “¿Y tú qué haces aquí?”.
Y él que se larga.
De nueve a una, dos, tres, cuatro, cinco; sobre las cuatro, a las cuatro y veinte, hacia la cuatro y media, las cinco menos cuarto, aparece una luz... y allí aparece Cristo: “Anda, ven”.
Dice —tomado de la mano de Nuestro Señor—: “Allí vive mi madre, Crisje”.
Entonces dice Nuestro Señor: “Lo sé.
¿Dónde están Mis criaturas?”.
Esa criatura de aquí, que ahora les habla, sabía a los seis años...
Cristo dijo a esa criatura: “Tú, Jeus, volverás a traerme a las criaturas”.
Y así ha sido.
Cristo vino otro vez a los treinta y ocho años al estar librando aquel Jozef Rulof una batalla de cara a un enfermo, de un hombre, y de una madre, un matrimonio feliz.
Para eso quería morir: el hombre mejor y él morirse, enfermar.
¿Serían ustedes capaces de hacerlo aún mejor?
¿Oiría Cristo esa oración?
¿Si fueran médicos, o magnetizadores, o sanadores y dicen: “Yo moriré y esa criatura recibirá mi vida”?
Porque Cristo dijo: “Piérdete y me recibirás a mí”.
Entonces dejó de la lado al maestro Alcar, a las esferas, el maestro Alcar ya no podía captarlo.
Dice: “Esto va a seguir más y más”.
Y el espacio entero... había millones de personas mirando, seres humanos, padres y madres: ¿a dónde va esta oración?
Una criatura en la tierra lucha de cara a la vida y la muerte, al amor y la felicidad, a la justicia, a la palabra de Cristo.
¿Dijo Cristo eso? ¿Sí o no?
El maestro Alcar ya no podía hacer nada.
Esa lucha tuvo lugar en 1937.
Cuando llegó el ser humano, el doctor, dijo: “Usted tiene que tratar a ese paciente”; ese fue el mensaje.
“Esta vida morirá directamente en año y medio.
No se puede hacer nada.
Pero a ayudar”.
Ahora viene la lucha.
El maestro Alcar lo quiere.
André lo pierde.
Pero entre tanto libra la batalla con Cristo: “Estás, o no estás.
Que sí lo dijiste, o no lo dijiste.
Tengo que verte, o me detendré.
Y si mis maestros escriben miles de libros, ya no me dicen nada, ahora necesito tomar la palabra, porque Tú dijiste, por la Biblia, por miles de cosas: ‘Quien quiera perder su vida recibirá la Mía’”.
¿Ya han librado esa lucha alguna vez?
Comiencen algún día, entonces llegarán a ver a Cristo.
Y entonces vino Cristo.
De este modo se demostró en primer lugar esto: que André tenía —tiene— contacto.
Y si esto no fuera la Universidad de Cristo —que ustedes reciben por esos libros—, Cristo no habría venido.
Porque no es posible rezar a fondo a Cristo.
Adelante, recen.
Todos esos rezos suyos no significaban nada.
¿Verdad?
Pero Cristo vino.
Y si de verdad empiezan a servir y a luchar y si entregan su vida a la humanidad...
Porque todas estas personas son sus hijos.
¿Por qué miran a los seres humanos como extraños?
Ustedes son uno solo.
Jamás podrán ser felices si no están a su lado, en la luz, sus padres y madres, en la felicidad, en el amor.
¿Es así?
De modo que ... dicho de otro modo... cuando lleguen al otro lado y piensen estar viviendo y aceptando la primera esfera, ese cielo, entonces Cristo preguntará ... es como si les llegara como una silueta.
Pero ¿es Él?
Cristo es...
La conciencia de ustedes se representa en cualquier parte.
De modo que tendrán contacto con la justicia divina, con el amor, con la paternidad y maternidad, en cualquier grado, también para la sociedad, para su tarea en la tierra, cuando hablen al alma, al espíritu y la vida.
¿Es así?
Es obvio que cuando toquen aquí a Dios, podrán vivir también una visión, alma infundida, una verdad, una justicia, que les llegará desde la fuente divina.
Pero si ustedes mismos son mentira y engaño, y representan condena, desintegración, ¿quieren representar entonces a Cristo y recibirlo?
Miren.
¿No es sencillo?
Gracias.
¿Quién de ustedes?
Allí atrás.
(Señor en la sala):

—Maestro, permítame que le haga esta pregunta: la primera vida en el cuarto grado cósmico, ¿surgió exactamente de la misma manera que en el planeta tierra?

—Exacto.
Hace poco les dije: no hay ningún cambio en el nacimiento, hasta el último segundo.
Cuando, por ejemplo, accedan luego, en billones y billones y billones y billones de años, en millones de años, de vidas, al Omnigrado, tendrán que vivir allí una última vida, y entonces volverán a atravesar la paternidad y la maternidad.
Esas leyes ya nunca más cambiarán.
No hay más que un solo nacimiento, una sola paternidad y maternidad.
Saben cómo y gracias a qué reciben una nueva vida, ¿verdad?
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

Ya puede continuar.
(Señor en la sala):

—Sí, maestro Zelanus, me gustaría que me dijera lo siguiente: cuando el alma humana es atraída, por ejemplo del tercer al cuarto grado cósmico, que el ser humano, a su vez, convierte en un milagro mayúsculo...
Pero ¿cómo es eso con el animal?
—Exactamente igual.
(Señor en la sala):

—Sí.
—Sí.
Mire, ¿es que no tienen ustedes en la tierra...?
¿Cómo funciona con los animales?
¿Cómo es el mundo de los animales?
¿Cómo es la paternidad y la maternidad para el animal, para el grado animal consciente?
Cuando llegan ustedes a las creaciones posteriores, por ejemplo al mundo de los insectos, aparece la maternidad y paternidad en un solo grado.
Hay insectos que tienen la paternidad y maternidad.
¿Entienden?
Pero es exactamente lo mismo para el mundo de los animales.
¿Por qué no?
Ustedes ya tienen el ejemplo humano.
Si la madre solo pudiera dar a luz a un solo niño, habría un abismo entre el animal y el ser humano; también el nacimiento.
Pero al crear y dar a luz el animal seis, siete, ocho animalitos, crías, vidas, es una manera de atraer; viene del mundo animal, el mundo de lo inconsciente para el animal.
También existe un mundo de lo inconsciente para la madre naturaleza, para las flores y todo.
Y eso, a su vez, es diferente.
¿Cómo cree usted que...?
Hace poco les pregunté: ¿por qué no hacen preguntas sobre el mundo animal?
¿Qué es, pues, el espacio de un pez?
¿Dónde vive el cielo astral de su lucio, de su foca, de su morsa?
¿Tienen esas criaturas —también criaturas de Dios— ... tienen un mundo espiritual?
En el otro lado, en el mundo astral, pueden ver nadar peces en las aguas de allí.
Y aquí también los hay, también los tenemos; son los que ustedes se comen, les hacen falta.
Alguien que se dedique al vegetarianismo dirá: “Es matar.
Tenemos que amar todo”.
Pero nosotros, en cambio, les explicamos —es algo que hemos tenido que aceptar— que la alimentación surgió por medio de los mares.
El ser humano nació en las aguas, no en la tierra.
Todo lo que vive adquirió conciencia en las aguas.
Entienden, ¿verdad?
De modo que también el ser humano.
Y entonces surge la conciencia terrestre, la conciencia acuática y la conciencia espacial.
La conciencia espacial se desprende del grado animal y esta es la especie animal alada.
Una noche les aseguré: llegarán a tener conciencia.
Y entonces podrán ver la manera tan sencilla, la manera tan poderosamente sencilla, y natural, en que reacciona el mundo animal, la criatura en la naturaleza —las llamamos criaturas, una ave es una criatura de Dios— ante los sentimientos adquiridos, y cómo acepta después la conciencia.
Llegan a tener ustedes espacio interior, empiezan a pensar, se ponen a hablar, son la conciencia más elevada, el ser humano es la más elevada, la primera de todas como ser, creado por Dios.
Pero un pájaro, ¿qué piensan ustedes de una serpiente, de su perro, de su gato?
Ese animal, ¿cuándo llegará a tener...?
¿Qué es para un gato y su perro la conciencia para Dios y el espacio?
Se lo he contado.
¿Se acuerdan?
Qué extraño, a nosotros eso no se nos va nunca y ustedes se vuelven a olvidar de todo.
Nosotros asimilamos algo y ya nunca más se irá, en lo que nos convertimos es ley.
¿Entienden?
Si aprenden a pensar, si yo pudiera darles clases universitarias, su yo pudiera aceptarlos como adeptos y estuvieran todos los días conmigo, iríamos a caminar.
¿Cómo lo hacía Sócrates con sus discípulos?
¿Cómo construyó el antiguo Egipto esa cultura, esa conciencia?
¿Cómo vive el Tíbet?
¿Qué clase de sentimientos tienen ustedes?
¿Qué piensan de la vida en el templo, de una existencia en el templo, en el Tíbet, en la India colonial, en la Indonesia colonial?
¿Que se les habla día y noche?
Allí callan durante años y años, y entonces a uno lo esperan, lo que uno sienta.
Y si vuelven a hablar de manera material, los harán esperar otros dos años.
Como la gente que tuvo que esperar catorce y veinte años antes de recibir la primera palabra.
Depende de ustedes mismos, está en sus...
Pero un animal...
Una madre ya es capaz, como ser humano, de dar a luz a tres, cuatro, cinco niños.
¿Y es que hay alguna diferencia con el mundo animal?
La madre es maternidad.
Ahora solo se ven los grados de conciencia: la maternidad animal y la maternidad humana.
Pero un pájaro tiene las Grandes Alas, tiene conciencia espacial.
En breve su perro cantará en la naturaleza y les lanza algo trinando como un ruiseñor.
¿O es que pensaban que su perrito seguía siendo un perro?
Pero una serpiente no.
Pero ¿por qué no una serpiente y por qué no un cocodrilo y por qué no un pulpo y por qué no sus hermosas mariposas que aquí se pueden percibir en numerosos colores y matices, en miles? ¿Por qué no se ven en el mundo astral?
Quizá alguno.
¿Entienden? Eso es creación posterior.
Una serpiente es creación posterior, un pulpo es creación posterior, las especies de peces...
El grado más elevado de todos para la conciencia son sus mariposas.
Y otra vez: ¿por qué existen los peces mariposa?
¿Por qué tienen ustedes alas?
¿Sus especies de mariposa?
Se elevan más.
Es la especie más elevada de todas para los estadios de pez.
Entonces aparece su pez riñón, su pez corazón, su pez de la médula espinal.
Cada sistema del ser humano en las aguas... porque toda la vida ha surgido a partir del primer ego, del ego humano.
¿Pueden retenerlo todavía?
Y de allí ha nacido toda su alimentación en las aguas.
¿A dónde va esto?
Es su vida, su conciencia.
Pero la maternidad animal también es para la maternidad humana.
Solo llegarán a ver ustedes grados, los grados para la conciencia.
Su tigre, su león, su lobo es exactamente una misma maternidad como su perro y su gato.
Ahora llegamos a tener la maternidad para la especie alada: su huevito.
Y allí: organismo vivo.
Allá: el huevito.
Allí: esa célula, eso sigue siendo célula.
Allí: vida animal.
¿Entienden?
Y ahora simplemente dan unas vueltas, siguen ese mundo un poco y llegarán a ver diferentes mundos.
¿Lo harán?
¿Hay preguntas nuevas?
Siempre son las mismas personas.
(Señor en la sala):

—Quería preguntarle un momento dónde empieza en esa vida animal lo que en cierta medida es personal.
—¿Que dónde empieza lo personal?
(Señor en la sala):

—Sí.
—¿Que dónde empieza?
(Señor en la sala):

—Dónde, en qué grado de la vida animal.
—Detrás de su paso, seré breve, detrás de su paso.
Solo si da el paso y camina, entonces el animal lo seguirá, pero el animal no puede dar el paso antes que usted.
¿No lo sabía?
¿Qué dice Darwin de la figura de mono?
Hace poco les expliqué: Darwin se encontraba encima del milagro mismo, su poderosos Darwin se encontraba encima del propio milagro.
¿Dónde está ahora?
Pueden verlo cada noche cuando hablamos aquí, a veces.
Pero Darwin dijo: “El ser humano desciende del mono”.
Ojalá hubiera dicho: “El mono desciende del ser humano”, entonces habría sido eternamente veraz.
Porque el ser humano ha surgido a partir del primer embrión, de la vida material.
Y entonces aparecieron siete mundos posteriores.
Les he explicado, y pueden leerlo en ‘El origen del universo’, y en breve en el vigésimo, el trigésimo, el cuadragésimo, el quincuagésimo libro, en los cien mil libros sobre la cosmología que todavía escribiríamos —claro, nos falta tiempo para eso—, que eso viene a partir del ataúd y desde detrás del mismo.
Cuando luego tengan siete, ocho, nueve, diez, tendrán suficientes.
Pero a partir de esa primera celulita de la que acabo de hablar cuando le respondí, cuando el alma volvió al mundo de lo inconsciente, entonces esa celulita material —¿verdad que sí, señor Wachter?

—, ese embrión, ese ego, siguió.
Viviría siete grados de la evolución.
Pero no hacia adelante, sino hacia atrás.
Es decir, no hacia atrás, tampoco es eso, sino hacia el grado animal.
De modo que vivió una putrefacción.
Y a partir de esa putrefacción surgió la primera vida, el primer grado surgió a partir de ese ego material a la conciencia vital, y eso se convirtió en el instinto del mono.
El reflejo de ustedes.
Pero el ser humano ¿cuándo adquirió...? Por eso les dije de pronto...
De modo que ahora tengo que supervisar de golpe todos esos mundos, esos millones de leyes y mundos, y entonces regresaré y les daré la respuesta y explicación, cuando podría ofrecerles veinte conferencias para seguir ese mono.
Entonces aparecerán cada mono, el animal, el orangután, monos pequeñitos... llegarán a ver ustedes siete tipos diferentes de monos, de conciencia animal.
Pero dije hace unos instantes: cuando haya dado usted su paso, el mundo animal dará el paso después de usted, porque ese paso lo ha recibido usted.
¿Lo comprende ahora? ¿Que cuando regresa usted a la luna y ve esa primera vida embrionaria, que el mono ha surgido a partir del ego material suyo, que el mundo animal ha surgido de su ego material?
Después de usted.
Ese animal piensa después del pensamiento suyo.
Tiene manos, pero no estas.
Tiene pies, tiene ojos.
“Se parece casi”, dice Darwin, “al ser humano”.
Pero sigue siendo un mono.
Siempre irán ustedes por delante de la conciencia del mono.
Seguirá siendo eternamente...
Eternamente, no, porque también se elevará, enseguida, más tarde, en un millón de años volará.
Pero es la sombra de su vida espiritual interior orgánica material.
Porque ese animal llegó a tener tanto de la conciencia de ustedes, pero por debajo de la misma, a partir de ese grado, debajo de ese grado, y tuvo que aceptar ese cuerpo, ese pensamiento y sentimiento.
El mono es casi ser humano, pero nunca llegará a serlo.
¿Ha quedado claro eso?
(Señora en la sala):

—Sí.
—¿Pueden aceptarlo?
¿Pueden ver y sentir ahora lo cerca que estuvo Darwin de la realidad?
Pero la vio mal.
Lo más elevado es el ser humano.
¿Por qué, por qué vio Darwin eso mal?
¿Tuvo Darwin una fe?
¿Tenía respeto por Dios?
El ser humano —según se dice— es el ser más elevado de todos en la creación.
¿Por qué empezó Darwin a mirar donde la conciencia del mono?
¿Por qué no de entrada en el ser humano?
Dice: “Dios mío, Dios mío, veo, siento, es mi hermano, es mi vida, es lo que tenía de ti para dárselo a él”.
¿No se hace sencillo?
Porque la doctrina la Darwin la barremos de un soplo cuando uno conoce el espacio, los nacimientos para los espacios.
¿No se hace sencillo?
La doctrina metafísica se hace tan sencilla, que uno llega a conocer a Cristo, a Dios y al espacio, sus nacimientos, su reencarnación y todo; lo colocan sobre sus manos y lo verán.
¿Tan difícil es eso?
¿Tan difícil es eso?
No.
Aquí están en un parvulario para el espacio.
(Señor en la sala):

—Pues sí que le quiero preguntar un momento sobre cómo hay que ver las distintas sucesiones e infusiones de alma hacia la especie animal más elevada.
—Infusión de alma.
Es muy sencillo, llega usted a tener la especie domesticada para la conciencia del mono.
El orangután, eso ya es más bajo, ya es el tercer grado.
Entonces aparece...
Por ejemplo, cuando hablamos de: “Dios se manifestó en el universo...”.
¿Por medio de qué?
“Dios se manifestó...”.
Eso el ser humano lo ha... el ser humano ha creado a “Dios”.
Miren la locura que ahora tienen que oír, lo que reciben.
Porque el ser humano inventó lo que es la palabra “Dios”.
Dieron ustedes el nombre a un planeta: “luna”.
Pero eso es el primer nacimiento cósmico.
Al sol lo llaman ustedes “sol”.
Pero es la fuerza creadora para el universo.
¿Entienden?
Y ¿qué es, pues, el animal?
¿Y qué es pues la conciencia?
Antes de que Dios pudiera manifestarse, esa creación, cuando Dios...
¿Por qué...?
La Biblia tiene cierta razón, la Biblia ya se acerca en cierta medida a los acontecimiento divinos cuando ese Dios dice: “Esto es un día.
Que así sea”.
Estaba bien, estaba de maravilla.
Otro día que pasó.
Fue una era.
Esos autores de la Biblia no estaban tan alejados de la verdad.
Pero esas criaturas, esos muchachos escriben exactamente... anotaron lo que hace usted cuando escribe una rima.
Tenemos un sagrado respeto por esas criaturas que escribieron la Biblia, pero recibieron una buena paliza cuando entraron al espacio.
Por medio de sus hermosos poemas que dieron a la Biblia hay ahora millones de personas atadas a una condena.
Y mientras esos millones de personas estén atadas a la Biblia, y que por eso les falta la luz, los autores de la Biblia están encontrando a gente a la que dicen: “Simplemente, tienes que contradecirla”.
“Mejor echa a ese cura”.
“Ponte como un energúmeno”.
“Basta con que ataques a ese pastor protestante con su condena, porque ya no tengo luz”.
Basta con que escriban una novela sexual y los perseguirá el diablo, las tinieblas.
Estarán atados a cada ser humano que lea su librito, ustedes no podrán avanzar.
Habrán sembrado pasión, habrán escrito un libro por su dinero, para la concienciación.
Dios no pide novelas sexuales.
Los maestros, el espacio, los ángeles, los grados cósmicos, Cristo y Dios no necesitan de ustedes y sus poemas sucios, asquerosos, terrenales, materiales.
Los autores de la Biblia están atados a su condena.
Pero a pesar de eso sí que completaron una poderosa obra para sus tiempos.
¿No es así?
Y eso se debe a que decían...
¿De dónde sacaron esa historia?
Ya existía, procede de la Casa de Israel.
Lo tenían fácil, ya se les daban fundamentos.
Empezaron a escribir: sí, Dios dijo esto.
Es Moisés.
Eso lo recibieron más tarde Abraham, Isaac y Jacob y Moisés, y entonces llegaron los profetas, ellos siguieron.
Tenían que consignar historietas de ustedes, de él, de ella.
¿Entienden?
Y con eso se dice...
Miren, las eras son para el espacio siete grados.
Seis grados...
Es el primer día, el segundo día, el tercer día, el cuarto día, el quinto día, el sexto día, ahora llega el séptimo día, y entonces la conciencia se completa, después llega el nacimiento y uno va a una nueva esfera.
Entonces Dios se manifestó en otra túnica.
Primero fueron nebulosas, después nubes.
Entonces llegó luz y después otra vez las tinieblas.
Porque esas nubes aún no eran una conciencia dorada, el séptimo grado aún tenía que llegar.
Eran cambios, eran eras.
Pues bien, una era es un día y un día es una era, es algo de lo que parten muchos teólogos.
Dicen: “Sí, pero nosotros no partimos de que fueron siete días”.
Ya entenderán ustedes que es algo que nadie puede eludir, uno se atasca.
El teólogo actual dice: “Fueron eras”.
Y ahora llegan a ver ustedes las diversas eras para la conciencia humana.
Y dado que Dios ha vivido eso, lo tenemos, los planetas lo tienen, una semana lo tiene, un mes lo tiene, el sueño lo tiene, el nacimiento lo tiene.
Siete eras, es la criatura despierta y consciente.
Siete meses, a su vez, son siete eras.
Se nos aparece el primer estadio, el segundo, el tercero; entre la tercera y cuarta esfera surge la conciencia, ¿verdad?
En la madre tenemos la conciencia para el niño entre el tercer y cuarto mes.
¿Son botaratadas?
Es algo universal.
Es una verdad universal.
Eso es.
Entonces surgen, cuando nace la criatura...
Eso mejor se lo preguntan a su médico.
Entonces se lo podremos explicar cósmicamente.
Les explicaremos desde las revelaciones divinas por qué la criatura se encuentra ante un peligro cuando nace a los ocho meses: entonces la criatura pasa por encima de una nueva conciencia, en lo que se ve trastornada.
¿Entienden?
Esos dos meses suyos no significan nada.
Esto son siete eras.
Ahora llegarán a ver —y al final se trata de eso, les ofrezco estas imágenes— ... llegarán a ver, naturalmente, que primero el animal llega a lo más elevado, ¿verdad?, a partir de lo animal.
Ese animal, a dónde, a qué sitio, tiene que ir ese, quiere ir...
El instinto de la selva: en él han vivido ustedes, nosotros, los seres humanos.
¿Sigue viviendo gente en la selva?
¿Es conciencia humana lo que esa gente, allí, bajo el suelo, esos papúas...?
A esos caníbales, ¿a eso lo llaman ustedes conciencia espiritual?
¿A dónde va esa gente?
¿Creen ustedes —se lo pregunté hace poco— que Dios deja a esa gente en la selva y que les dio a ustedes la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es)?
¿Imaginan eso?
Esas personas son criaturas de Dios, también vienen a esta sociedad.
¿Y ahora qué tiene que vivir esa gente?
Las eras divinas.
Y eso es: una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...
Sí, son tres en la selva, el esquimal (véase el artículo ‘Ser humano o alma’ en rulof.es), mongoles, tipos de raza orientales y por fin llega esa vida a la civilización occidental, la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es); lo más elevado que pueden vivir ustedes aquí en la tierra.
También la conciencia de los colores —eso también se lo he contado, y eso, por cierto, lo pueden leer en ‘El origen del universo’— porque la conciencia de los colores, la gente de color, también sus negritos (véase el artículo ‘Anti racismo y discriminación’ en rulof.es) no son criaturas de la selva, eso ya no es instinto de la selva, sino que es una raza de color (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Ustedes aún pueden...
Y entonces les aparecerá, desde la bajura a la altura, reteniendo esta imagen, de la selva a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), desde el tigre a su animal doméstico.
¿Entienden?
Poco a poco —¿no es sencillo?— lo animal se desprenderá para perseguir lo humano, para aceptarlo.
Eso es una ley, es evolución.
¿Lo ven ahora todo?
Si van a un halcón, a sus aves rapaces, entonces desembocarán en su palomita.
Y esa palomita les come de la mano, tiene sentimiento humano.
¿No es así?
Pueden enviar su paloma a Inglaterra, a Francia; volverá a donde esté usted.
Ustedes ni siquiera son capaces de eso, porque se golpearían la cabeza, se estrellarían en la oscuridad, se ahogarían.
Pero al animal lo pueden enviar lejos; volverá a su casa.
Conciencia más elevada, que para la paloma... ya en los sentimientos más elevados para las especies animales... las especies aladas, con sentimientos y pensamientos humanos... que el ser humano ni siquiera tiene.
Les digo: adelante, ya pueden soltarme en algún sitio, con los ojos vendados.
¿A dónde irán a parar?
¿Dónde volverán a encontrar ustedes su hogar divino?
Su paloma sí es capaz de eso, pero el ser humano aún no ha alcanzado ese sentimiento.
Es muy sencillo.
Si quieren contradecirme, les digo: inténtenlo con su halcón, adelante, con su águila, a ver, pongan ese animal encima de su piel: en cinco minutos estarán ustedes aniquilados.
Pero el animalito, la paloma, es el amor más elevado, el sentimiento más elevado, la conciencia más elevada para esa especie, ¿entienden?
Pero antes, antes de eso, ¿dónde vivía ese animal? ¿Dónde vivía su paloma? ¿Dónde vivía su águila antes de eso?
¿No han leído que en las eras prehistóricas... que entonces había pájaros que nadaban en las aguas, y ahora todavía, que ya eran peces?
Pero otro grado, a su vez, ¿entienden?
La creación está abierta ante nosotros.
Pero hubo especies animales aladas que salieron de las aguas y tomaron el espacio: conciencia terrestre y acuática.
Llegamos a los sentimientos terrenales, materiales, desde el agua.
Fuimos llegando desde el agua y sus pequeñas tiroides aquí, detrás de las orejas... su médico, el científico, les pueden indicar sus braquias... allí están todavía los fenómenos de las braquias.
Ciertamente, nacimos en las aguas.
Ustedes siguen siendo mamíferos.
¿Que si es duro?
¿No?
¿De qué quieren vivir cuando nazcan?
La madre sigue siendo un mamífero humano.
¿No es eso lo que dice la ciencia?
Miren, será mejor que nos inclinemos y que estemos contentos, y felices, de que por fin podamos decir: me haré madre como ser humano y me haré padre en mis sentimientos.
Es decir: daré a luz y crearé.
Y entonces perderán ustedes el Antiguo Testamento y se embarcarán directamente con “alas”, con Cristo, hacia el espacio.
Y ya tampoco necesitarán nada.
Mejor sean ahora buenos y cariñosos y sigan la vida de forma armoniosa, y así se elevarán por encima de la vida social; serán padres y madres, serán felicidad, vida y justicia.
¿No se está haciendo sencillo?
¿Tienen alguna cosa más?
(Una señora en la sala dice algo inaudible).
¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—Acaba de decir usted que nosotros hemos dado algo al mono, que el mono está un paso hacia atrás.
—Sí.
—Y ahora acaba de decir que somos un levantamiento, una resurrección, un crecimiento, de peces.
—Claro, claro, eso, mire...
(Señora en la sala):

—¿No es contradictorio con... que es el camino trillado de Darwin?
—No.
No, porque está el agua, está la tierra...
Está... mire, ahora tiene usted que...
Mire, no es tan sencillo para usted.
Porque lo que hay allí es conciencia animal, vida terrestre, conciencia animal.
Nosotros también hablamos de conciencia animal humana, eso es la selva.
Pero no tiene nada que ver con el grado animal, porque lo que tiene que hacer usted ahora es mantener esos mundos separados, esos dos mundos los tiene que...
Uno: allí está el ser humano y aquí está el grado animal.
Allí, más abajo aún, más, todavía más abajo, tiene usted, pero quizá con una conciencia más elevada...
Es cuando nos adentramos en las aguas desde la tierra.
Y entonces lo que tiene usted aquí...
El agua representa miles de mundos para las leyes vitales y los grados, son peces, ¿verdad?
Pero aquí tienen también la vida terrestre, también animal, también es animal.
Los seres humanos nos llamamos animales, entienden, ¿no?
Entonces empiezan ustedes a perderse.
No, salto, voy al pez, voy al animal, voy al ser humano, para darle una imagen, que por medio de...
Darwin, otra vez, por ejemplo, Darwin tenía el primer...
Lo tenía Blavatsky...
¿Conoce usted a madame Blavatsky, la doctrina de Blavatsky?
Es una teosofía que afirma... es la teosofía, que dice: primero éramos plantas, naturaleza, después animal, después ser humano.
¿Cómo es posible eso?
(Señora en la sala):

—Intuición.
—¿Entienden?
¿No?
Pero eso no es cierto.
Los maestros, y eso es cierto...
Lo hemos visto: a partir del ser humano, a partir del primer embrión humano...
Solo era agua.
Todavía no había hierba, todavía no había naturaleza, porque entonces la creación ya se había terminado.
La naturaleza, lo que ven, todo en el espacio es materia densificada.
Ustedes tienen que regresar, tenemos que regresar al comienzo, a cómo surgió todo; lo otro nació a partir de lo divino.
Cuando Dios se reveló y se manifestó, pudo comenzar una nueva vida; o sea, nosotros.
Pero hace unos instantes les dije: hubo eras.
Por eso tomo el día de la Biblia, se trataba de una era.
Pero para el cosmos eso es un grado; segundo grado, tercer grado, cuarto grado, quinto, sexto, hasta que vino el séptimo.
Por ejemplo, ahora sigo estando con ese ego humano, fue una celulita material con alma, con espíritu.
Porque llegamos a tenerlo de la luna.
La luna volvió a dividirse.
Por eso los sistemas filosóficos dicen —Sócrates estaba buscando, Platón, Blavatsky buscaba, Egipto buscó— ... decían: “Todo está en manos del ser humano.
Pero hemos nacido aquí y allí y allá, y nosotros hemos vivido esto y aquello, y fue entonces cuando nos convertimos en lo otro, y entonces llegamos a tener conciencia humana”.
Imposible, imposible, porque eso ya es viejo, y tiene que surgir a partir de la nada.
Una creación progresiva —es algo que siguen viendo en la naturaleza— es posible, pero no a partir de lo existente.
Es decir: ustedes no pueden regresar.
Sí que pueden avanzar, eso sí que es posible.
Pero es con eso que se se tropieza la ciencia.
El erudito que dice —sí, vivíamos en la tierra—: “En la tierra todavía no ha habido vida, porque la tierra primero fue enfriamiento, todo estaba frío, una era glacial.
Entonces tuvimos la era ardiente, todo estaba en llamas y echaba chispas”.
Pero eso lo hemos visto, las primeras personas lo percibieron: cuando allí había incendios entramos en esto, cuando allí empezó a enfriarse volvimos a avanzar.
Así es como el ser humano, la naturaleza, se ha protegido a sí mismo.
Y lo último de todo es: el macrocosmos creó el microcosmos.
Entienden, ¿no?
Nosotros, los seres humanos, fuimos recibiendo la propiedad, el hecho de ser humanos, por medio del sistema planetario.
Pero a partir de esa primera célula material —sigo un momento con usted— llegó un nuevo grado: la vida animal.
Nosotros vamos...
Otro grado más, porque llegó a haber siete eras.
Así que a partir de cada grado, de cada putrefacción —ese animal, ¿entienden?, también había llegado a tener una célula material— ... a partir de esa putrefacción llegó a haber vida material, murió también y entonces volvió a haber putrefacción, un proceso de morir.
De vuelta, siete veces.
Así que siete tipos de animales diferentes a partir de un solo grado: solo vida, sentimiento, materia, pero otra conciencia, otro tipo.
Así es como ustedes regresan ahora a las aguas desde... a partir de la tierra; es lo actual, y a partir del agua vuelven otra vez a la tierra.
Pero de lo que se trata para mí es: cuando ese mundo animal se hubo materializado, el ser humano llegó a tener su destino, ¿entienden?, y el animal también.
Así que eso está cerca de lo demás, vive aquí en una sola mano.
Ahora viene lo que dice la teosofía, Blavatsky: “Eso lo he visto”.
Nosotros decimos: “Eso no es cierto, porque entonces tendrían que haber visto ustedes cómo fue eso, cómo llegó a tener conciencia, evolución”.
Porque por esa putrefacción, en esas aguas, llegó a haber densificaciones, llegó a haber viscosidades.
Cuando uno va a Oriente, puede sacar una viscosidad verde de las aguas —se lo puede contar la gente de Oriente— sin problema alguno, y se le caerá a la primera de las manos.
Es el primer grado para el verde material.
Pero todavía es astral.
A eso se le llama una viscosidad, pero ya es verde.
Se lo podrán contar quienes hayan estado en la Indonesia colonial.
Eso aún es el primer grado para esa evolución.
Pero en esos tiempos todo era agua, ¿entienden?
Esa bola, esa tierra estaba rodeada de un aura, de la atmósfera, ya estaba cerrada.
Esa agua no podía salir y allí es donde vivían los seres: los seres humanos y los animales, los seres humanos y los animales.
Y después, después —pero para entonces ya llevábamos millones de años de camino, pero voy a volver un momento, voy a retener ese estadio— la viscosidad llegó por esas podredumbres, así es como volvió a haber secreción.
Ese empezó a densificarse, tenía que densificarse, vivió una evolución.
Y un buen día todo se había densificado tanto en esa agua, que emergieron de ella las briznas de hierba.
¿Entienden?
Eso se convirtió en la naturaleza.
Son los árboles de ustedes, sus flores.
Es allí donde vive el animal, también está, el animal acuático, el animal terrestre.
Pero el ser humano se eleva por encima de todo.
Madame Blavatsky, lo ve usted mal, lo ve exactamente igual que Darwin.
El mono surgió a partir del ego humano.
La vida animal, cada animal, ha nacido a partir del ser humano.
Porque Dios dijo: “Represéntame”.
Como vidas divinas conscientes, ¿verdad?
Es cierto, eso Cristo también lo dijo.
Pero a partir de ese ser humano...
Lo que hizo Dios en el infinito, eso lo hizo un planeta para el espacio, para este espacio.
Pero entonces aún no han vivido ustedes a Dios.
Eso nosotros todavía lo hacemos exactamente igual.
¿Qué hacen ustedes cuando viven la creación?
¿Qué es lo que llegan a tener?
¿Qué reciben?
¿Qué hacen?
Se dividen, ¿verdad?
Son conciencia alumbradora, la madre.
El hombre es el sol.
Nosotros damos, nos dividimos, continuamos lo que Dios completó en lo infinito.
¿No es sencillo?
Resulta que la teosofía... también está en sus manos, la atraviesan con la mirada.
Ahora todo adquiere velocidad y espacio, ya no hay un asidero, ahora pueden seguir eternamente, eso es lo que verán detrás del ataúd.
Y cuando... entienden... cuando esto... ahora pueden averiguar, ahora pueden sentir, ¿de dónde saca...?
Ahora los conecto con la persona que les habla, en la que vivimos, es la conciencia más elevada en el mundo.
En realidad, la teosofía es la secta más elevada que ha sondado y sentido a la mayor profundidad.
Bueno, en el Tíbet y en la India viven algunos sacerdotes que dicen a la teosofía: “A ver, un momento”.
Pero, miren, Oriente es teosófico, es metafísico.
Así que dice: “No, eso no lo acepto, porque no es posible, nos quedaríamos detenidos”.
Porque ya entenderán que por eso ha entregado su vida la gente... millones de personas para, como ya les dije hace unos momentos, morir, para ver: ¿qué ocurre cuando uno muere?
¿Qué es morir?
Sócrates dijo: “¿Qué ocurre si hago esto?”.
Cuando estaba en el mercado de Atenas, ese pastorcillo, dice: “¿Qué siente usted cuando es feliz?
¿Por qué da besos?
¿Por qué lo hace?”.
Sí, lo quería saber.
Dice: “No, yo no, sino que lo quiere saber el mundo.
Quiero saber por qué soy feliz, por qué hago así.
Si actúo así y les pego, me entra una sensación extraña, extraña.
¿Qué es?
Si actúo así, soy feliz, tengo espacio, tengo sentimiento.
Quién, sí, quién...”.
Cristo ya estaba, ya estaba.
Surgió el Antiguo Egipto.
En China...
¿Cuándo comenzó a pensar el ser humano?
¿Entienden?
¿Cuándo comenzó la creación a hacerse visible?
¿Fue Dios quien lo hizo?
¿Se peleó con Noé por tres barricas de coñac?
Se pelearon por recorrer el mundo.
Dice: “Noé, no, no te voy a dar más de tres barricas”.
Y entonces Dios blasfemó.
Pero hubo truenos en el universo.
¿No es divertido?
Qué sabiduría.
Pero, ¿lo entiende ahora, criatura?
Gracias.
¿Quién de ustedes?
(Señor en la sala):

—Sí, me gustaría preguntarle...
—Encantado de volver con usted, porque sé lo hermoso que es el sentimiento...
(Señor en la sala):

—Lo que acabo de oír sobre la conciencia del animal, ¿también afecta a la vida de las plantas, a la vegetación?
—Desde luego.
(Señor en la sala):

—¿Y más allá todavía, al mineral?
—Todo igual.
Claro, ahora entramos en mundos diferentes.
¿Cómo se originaron los minerales?
Endurecimiento a partir de lo anterior.
¿Por qué tenemos los diamantes?
¿Por qué tenemos las perlas y el oro?
¿Por que tenemos diamantes, las esmeraldas?
¿Por qué tenemos colores en las piedras?
¿Por qué da el ser humano tantos millones por una piedrecita radiante?
Entienden, ¿no?
Por el endurecimiento, por los procesos de crecimiento, surgidos por la tierra.
El ser humano ¿por qué no da millones por la palabra verdadera?
Ese es el brillante del espacio.
¿Puede refutarlo usted?
Todo eso lo volvemos a ver en la evolución.
Interiormente...
Una noche dijimos aquí: ¿por qué tenemos todavía un Vesubio?
¿Por qué tenemos todavía un Etna?
¿Por qué no mueren esos cráteres, esas montañas que escupen fuego?
¿Por que tiene el sol manchas negras?
Son órganos respiratorios para ese organismo, para el sol y la tierra.
Interiormente, está recalentándose...
La tierra tiene un organismo interior...
Cuando el maestro Alcar —voy a seguir por allí, la respuesta surgirá por sí sola— ... cuando el maestro Alcar...
Si usted dice luego: “Maestro...”, o “Señor Nuestro”, sea quien tome usted...
Usted me acepta y dice: “Sí, usted es un profesor, me enseña”.
Entonces yo le digo: “Mire, entonces nos soltamos todos, yo me voy al universo y usted me encontrará.
Esté donde esté usted, me volverá a encontrar, tiene que encontrarme en este universo”.
Y entonces me esconderé en alguna parte en la tierra, mire por dónde, en algún sitio donde haga mucho calor, en medio de la tierra, y usted, pues nada, a ver si me encuentra.
Pero me encontrará.
Volveremos a encontrar su aguja en el mar vital, porque esa cosa nos estará llamando.
Si usted dice: “Me escondo”, nosotros ya sabremos a dónde va, porque usted mismo lo estará diciendo.
Esa es la telepatía espacial.
Lo único que quiero decir es: todo ha surgido por crecimiento y florecimiento.
Podemos...
Ahora lo conectaré con el espacio, le preguntaré: “¿Es posible que esa doctrina...?
¿Ya ha oído hablar usted en la tierra de esta doctrina, de esta sabiduría?”.
¿Cuándo es su piedra masculina, y femenina?
Hay piedras maternales y las hay paternales.
Igual que unas personas son sopranos y otras altos maternales.
Un stradivarius, ¿es paternal o maternal?
¿Cuál es el sonido del stradivarius?
(Una señora en la sala dice algo inaudible).
¿Cómo dice?
(Señora en la cala):

—Creador.
—Si fuera creador, ¿podría ser entonces un stradivarius?
El stradivarius es el alto.
El alto es el timbre maternal, no el soprano, porque el alto da a luz.
Un soprano ya va hacia la conciencia.
¿Por qué el alto es maternal y la soprano en el fondo ya va hacia la fuerza creadora, hacia lo masculino?
Del alto ya no es posible volver nunca más hacia abajo.
¿No hemos hablado de eso hace unos instantes?
Todo vuelve a encajar, todo vuelve a adquirir comunicación.
Este es el alto, y el soprano tiene que pasar por allí, hacia arriba, una nueva conciencia.
¿Entiende?
Nueva conciencia para el timbre humano.
Pero no puede usted volver.
Por eso el mono no puede ir al ser humano, ni nosotros al mono.
Por eso la piedra es maternal, o la piedra es paternal.
Los órganos respiratorios de la tierra son las montañas que escupen fuego.
Y esas manchas oscuras también son órganos de respiración... —es posible entrar, en el sol— son los órganos respiratorios para esa bola de gas.
Pues bien, hay gente en el mundo que dice: “Hay personas viviendo en el sol”.
Pues, que vengan.
(Aquí parece faltar texto).

... la tierra más tarde —han nacido más planetas— ... pero más tarde vino la tierra, porque la luna y el sol son padre y madre, el hijo volvió entre la tierra y el sol, y por eso tendría una conciencia más elevada.
Y eso ha ocurrido.
Pero la luna tuvo que... no pudo blindarse ante la paternidad, el calor, o sea, la irradiación a partir del universo.
Pero la tierra tenía más conciencia —y más conciencia es más movimiento— y fue rotando, rotaría alrededor de su propio eje y describir otra órbita, más veloz, más rápida, porque hay más sentimiento, más fuerza, más...
¿Entienden?
Y esos son los milagros, se les llama los milagros del espacio.
El astrónomo no sabe todavía que se trata de esto, que el sol...
Sí, el sol es femenino.
Pero para el espacio —se lo he explicado más de una vez— solo hay paternidad y maternidad; y entonces todo el espacio está ante ustedes.
Ahora pueden ponerse a construir.
¿Qué son la maternidad consciente y la paternidad consciente?
¿Qué es un meteoro?
¿Y qué es otro planeta?
¿En qué planetas hay vida?
Si hay vida, ese planeta es madre.
Entienden, ¿verdad?
Y tienen ustedes...
Resulta que hay planetas —la luna y la tierra y los demás— donde el ser humano... por los que despertaría el ser humano; nacieron por medio del ser humano, para que venciéramos este universo.
Y, claro, por eso la tierra describe otra órbita, tiene más conciencia que la luna.
La luna está ahora moribunda y eso ya es una... la última vida... eso ya es hace diez mil años, entonces la luna ya estaba moribunda, entonces la luna empezó a morir, es cuando ya hubo completado su tarea.
Entonces la vida de la luna —la luna se dividió, se entregó; tienen ustedes esas conferencias, estamos con ello en La Haya— entonces el ser humano, como embrión, absorbió tanto de este cuerpo macrocósmico y el ser humano vivió el estadio de pez allí.
La luna pudo morir cuando eso quedó atrás; se densificó y más tarde se endureció, después apareció el último suspiro, y eso son esos cráteres.
El erudito se pregunta: “¿Qué son esos cráteres en la luna?”.
Eso lo viven ustedes a diario.
¿Son capaces de entender lo que es eso?
(Alguien en la sala dice algo inaudible).
¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

— ... el último suspiro.
Cuando el ser humano suelta su último suspiro, esos labios también están...
Entonces también es un cráter.
¿Entiende?
Ese sentimiento, esa materia de la luna fue una masa fangosa.
Se fue haciendo más densa, y más y más, y al escapar el último suspiro vital, se abrió el séptimo grado de la atmósfera.
Siete, seis y cinco de la atmósfera de la luna, todas se disolvieron.
Así que la luna tiene ahora todavía diferentes grados para la atmósfera; de lo contrario, la tierra, por la luna...
O un pequeño planeta, millones de veces más pequeño que la luna, la arrancaría de su órbita, así, sin más.
Pero el blindaje, eso lo sigue siendo la atmósfera.
Y que se ha vuelto a disolver para ustedes.
Fíjense ahora en cómo se conectan entre ellas.
Cuando el erudito va a la luna...
“Allí no hay ninguna atmósfera”.
No, señor, no hay ninguna atmósfera.
“Pues entonces nos llevamos oxígeno”, dice.
Pero ese oxígeno, ¿qué sintonización tiene?
La luna no tenía ninguna atmósfera espiritual.
Cuando la luna empezó con su tarea y se hubo alcanzado el estadio de pez, esa atmósfera, la de la luna, era todavía espiritualmente material.
Y esta de su espacio es material; también espiritual, porque su aliento lo pueden...
Miren, a eso lo llamamos maternidad consciente semidespierta para la respiración, maternidad consciente semidespierta para la respiración.
También tenemos la conciencia semidespierta para la maternidad y la paternidad —ahora nos adentramos en la psicopatía— y habla a la personalidad, habla para un órgano suyo, habla para el cerebro, para los nervios, para el sueño, para su espíritu.
¿De qué quieren hablar ahora?
Esas leyes las vuelven a encontrar en el ser humano y están en el espacio.
La luna está ahora moribunda.
¿Qué erudito conoce ahora la luna?
La luna es la madre, es la Omnimadre de todo lo que vive en el espacio.
¿Cuándo empezará el astrónomo a aceptar esta sabiduría, estas leyes?
¿Cuándo se le podrá dar clases sobre esto?
No lo acepta.
Así que ya entenderán que esto tiene que venir de la esfera donde vive el ser humano que ha depuesto su materia.
Oiga...
¿Hay algo más?
¿Lo comprende?
¿Sí?
¿Seguro?
(Señor en la sala):

—Gracias.
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

—¿Ya está liando un cigarrillo?
(Señora en la sala):

—¿Cómo se trastorna el equilibrio en el universo?
Todos... el sol y la luna y la tierra tienen un cierto equilibrio entre ellos.
Pero si resulta que desaparece la luna, entonces...
—¿Qué ocurre, hija mía, cuando saca algo pesado del agua?
Y ahora que escuche el técnico.
Cuando sacamos algo del agua, con cuidado, ¿qué ocurre entonces?
(Alguien en la sala dice algo).
La atmósfera también se cierra.
Cuando uno pierde algo de su conciencia, ¿verdad...?
¿Qué es morir en la tierra?
Entonces se nos disuelve la atmósfera.
Porque el ser humano también tiene una atmósfera.
(Alguien en la sala dice algo inaudible).
¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—El aura.
—El aura.
Entonces se disuelve su atmósfera, el blindaje para ustedes mismos, el aura vital se habrá consumido.
Y de la misma manera...
Pero uno se retira de la vida, así, sin más.
¿Entienden?
Todo evoluciona.
También morir es evolución.
Si de pronto pudieran colocar la luna fuera de esa órbita, de ese espacio, aparecería un vacío que, lógicamente, sería rellenado por otros planetas.
Surgiría una sacudida.
Pero eso ahora es imposible.
Así que morir de manera suave es a la vez el llenado de la nueva conciencia.
Así que lo que la luna pierde en cuando a fuerza vital vuelve desde el espacio a la luna para ese espacio, para custodiar el organismo espacio.
¿Ha quedado claro?
¿Son capaces de sentirlo?
(Un señor en la sala dice algo inaudible).
¿Un poco sí?
(Un señor en la sala dice algo inaudible).
Es muy sencillo.
Si toma usted un cubo de agua, y agarra una pesa, deja que se hunda hasta el fondo, entonces el agua sube, ¿verdad?
Y esa fuerza de la gravedad, una pelota o lo que sea, hierro, da igual, un pedazo de piedra, lo van sacando poco a poco, entonces eso se va rellenando.
(Señor en la sala):

—Sí, ya ha quedado claro.
—Sí, eso es todo.
Así que cuando la luna...
Se va disolviendo poco a poco.
Pero después se va llenando la conciencia, un espacio; adquiere vida nueva, eso ya está, no hace más que llenarse.
La luna ocupa algo.
Y entonces ese cuerpo se va disolviendo poco a poco, tarda millones de años, millones de años, y entonces ese espacio se llena.
Pero aún habrá gente viviendo en la tierra —¿lo oyen?— que entonces ya no verá la luna.
¿Por qué?
¿Qué ocurre entonces?
Ahora la cosmología la vamos a...
(El técnico de sonido hace una señal).
Tengo que parar.
¿Qué es lo que les saldría?
(Señor en la sala):

—... se disuelve la luna.
—La luna se disuelve.
La luna desaparecerá, pero aún habrá gente que vea la luna.
Pero un poco después ya no será posible vivir la luna.
Porque el sol también empezará a hacerse más etéreo y también desaparecerá.
Hasta que el último ser humano haya alcanzado la vida espiritual.
Pero la luna solo desaparecerá cuando el espacio haya alcanzado el grado de vida espiritual.
¿Pueden entenderlo?
Porque el espacio no tiene más de siete años.
La tierra acaba de superar sus años de pubertad, la tierra como planeta.
Y llegará a tener millones de eras.
Así que esos trece años, esos trece, catorce años, son trece mil millones de años.
Y hay que añadir tantos millones de años si uno quiere vivir la tierra.
Porque, claro, la tierra, como cuerpo macrocósmico, puede llegar a tener millones de años para sí misma, y solo tiene trece, según el cálculo terrenal.
Y la criatura de Jehová dice: “Esta creación perecerá mañana y entonces todo se derrumbará y habrá que estar listos para nuestro Dios”.
¿Cuántas estrellas y planetas, planetas más pequeños, no vienen a la tierra?
¿Cuántas veces no se han desgarrado los órganos más pequeños?
Miren, la vida y la muerte siempre están activas, además del nacimiento.
Ahora todavía hay chispas astrales, chispas espirituales en el espacio que aún no se han percibido.
Pero más tarde todo se dilata y mengua, se desvanece.
Esa Gran Osa de ustedes será muy diferente en diez mil años, cien mil años; quizá ya haya medio desaparecido.
Lo que poseen hoy todavía mañana se disolverá y estará listo para vivir la muerte, la evolución, porque toda esa vida vuelve a Dios, a la Omnifuente.
Una pregunta más y paro.
(Señora en la sala):

—Sí, maestro Zelanus.
Acaba de decir usted que ese espacio es proporcionalmente más joven que la tierra.
Pero el espacio ya existía antes, ¿no?
—Sí, el espacio ya existía.
El espacio es más antiguo.
Yo también, lo calculo...
En realidad tengo que decirlo de otra manera, pero me agarro a la tierra.
El espacio tiene millones de años más que la tierra.
Pero yo me pongo a verlo de forma terrenal, o sea, a partir de los sentimientos humanos y no de cara al espacio.
Entonces tengo que decir: “Entonces la tierra es más joven, la criatura...
Si es que se lo acabo de decir: “La tierra tiene como padres al sol y la luna”.
Pero me pongo a verlo de forma humana y hago un cálculo humano para la edad de la tierra.
Por eso vuelvo a decir que la tierra tiene como mucho trece años.
Porque eso se puede ver en la naturaleza: yo me refería a la era prehistórica, esos animales siguen existiendo.
Ustedes... ustedes acaban de llegar a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Porque ¿qué significan miles de siglos para millones de años, eras de creaciones?
Nada.
¿Hay algo más?
Es difícil separarme de ustedes.
¿Están listos, satisfechos?
(Gente en la sala):

—No.
—Mis adeptos no tienen preguntas.
(Señor en la sala):

— ¿... preguntas sobre la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es)?
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—La raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) es la raza más elevada.
—Sí.
(Gente en la sala):

—Pero si viene usted un día a mi trabajo, pensará para sus adentros que en realidad seguimos estando en la selva.
—En pensamiento.
(Señor en la sala):

—Sí.
Pero en el sentimiento.
—¿En el sentimiento?
(Señor en la sala):

—Sí.
—Pero tiene que verlo físicamente.
Esto sí que es la raza blanca (véase el artículo el ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Pero todavía no existe su espíritu blanco.
Eso es así.
Hermanas mías y hermanos míos, les deseo que vivan la Navidad como tiene que ser: en paz, con felicidad, con serenidad.
Piensen en mí y yo pensaré en ustedes.
Piensen en el espacio y oirán voces, sonidos y timbres.
Donde haya sentimiento, donde se hagan preguntas, allí también estará la palabra y la infusión de alma.
(Alguien en la sala):

—Gracias, maestro Zelanus.