Noche del martes 10 de octubre de 1950

—Buenas noches, hermanas mías y hermanos míos.
(Gente en la sala):

—Buenas noches, maestro Zelanus.
—Espero que quieran prepararse para las preguntas, porque voy a volver a empezar con preguntas y respuestas.
Claro, estarán deseando la cosmología, ¿verdad?
Pero ¿están preparados para ella?
Aun así pueden vivir el espacio por las preguntas, todo, la tierra, el arte, da igual qué; estamos abiertos al alma, al espíritu, a la vida y al espacio.
Prepárense.
Responderé las preguntas, si es necesario, espiritualmente, espacialmente... y si es necesario, las responderé con sintonización divina.
¿Quién de ustedes está preparado para hacer la primera pregunta?
(Señor en la sala):

—Maestro, cuando el ser humano hace la transición hacia el lado de usted y la hace como persona inconsciente, ¿también se disuelve su aura?
—Cuando el ser humano hace la transición —o sea, cuando muere— hacia el mundo de lo inconsciente, eso quiere decir —lo han leído en ‘El ciclo del alma’, en ‘El origen del universo’ y en ‘Los pueblos de la tierra’— que el ser humano, el alma, regresa como personalidad espiritual, para volver a nacer.
Y ahora pregunta usted: esa aura, ¿se disuelve?
(Señor en la sala):

—Sí, maestro.
—Pero esa aura ¿qué tiene que...?
¿Qué aura?
¿A qué aura se refiere?
¿Al aura espacial?
(Señor en la sala):

—No, el aura humano.
—El aura... se puede... ¿hay algo que se pueda quitar de su personalidad?
(Señor en la sala):

—No.
—Mire, allí estamos.
El ser humano en el mundo... el ser humano... el otro ser humano, el animal, todo lo que vive allí en el espacio, ¿puede quitarle algo?
Si piensan un poco más allá y leen esos libros...
Eso no es posible, es su posesión.
Bien o mal, es su posesión.
Así que la personalidad posee esa aura vital.
Uno regresa, lo atraen su padre y madre, uno regresa —eso lo saben, lo han leído— como embrión, no como ser humano consciente.
(Señor en la sala):

—Sí.

—Porque la criatura que nace solo vive el nuevo nacimiento.
Pero esas vidas anteriores forman parte entonces del subconsciente.
Pero no hay nada para disolver, no les quitan nada; no es posible aquí en la tierra, así que entonces ¿dónde sí sería posible?
¿Ha quedado claro?
(Señor en la sala):

—Gracias, maestro Zelanus.
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, siguiendo con esto, aquello que durante nuestras vidas anteriores queda encerrado en nuestro subconsciente... en los libros aprendemos que tenemos que llegar a conocernos a nosotros mismos...
—Sí.
(Señora en la sala):

—... ¿es que entonces podemos hacerlo por completo... allí donde el subconsciente no puede llegar a lo que es de la conciencia diurna?
—¿Quiere decir usted... que si podríamos conocer, vivir, el pasado, sus vidas pasadas?
¿Puede usted llegar a conocerse en esta vida?
(Señora en la sala):

—Hasta cierta altura, quizá.
—Hasta cierta altura, hasta la sociedad; puede usted conocerse, sin duda alguna.
Se conoce usted, sin duda alguna, porque sabe con exactitud, pertinentemente, lo que hace.
Cada pensamiento que usted materialice...
Puede usted pensar... puede hacerlo por dentro, pero le cruzará los labios y entonces ese pensamiento se materializará, y eso es lo que le permitirá conocerse.
Sabe usted lo que desea.
Pero el ser humano puede llegar a conocerse por todos esos sentimientos, por esos miles de pensamientos.
Eso lo quiso Sócrates.
Mire, usted pregunta por ello, y el mundo, la sociedad todavía no es consciente para esos sistemas.
Pero acepte esto: en la tierra hay millones de personas que aceptan la reencarnación y que han llegado a verla demostrada.
Eso no se da tanto aquí en Occidente, pero en Oriente los niños de cuatro, cinco años ya son conscientes para los templos y dicen: “Yo soy el maestro allí y allí, volveré”.
Los maestros han dicho de antemano: “Ahora voy, pero en cuarenta y tres años y equis días habré vuelto, y mi nacimiento tendrá lugar allí”.
Y esas pruebas se han recibido.
Así que solo quiero decir... la sociedad se ríe... la sociedad se encoge de hombros, porque el psicólogo todavía tiene que colocar los fundamentos para el alma, el espíritu y la vida, el espacio, Dios, y para todo.
Pero puede usted ser su propio psicólogo si siente lo que piensa, lo que se imagina, lo que quiere sentir a fondo.
¿Y qué hace usted? ¿Cómo es usted?
Eso es usted.
Eso también lo es para el pasado, no es nada más.
¿Qué le gustaría volver consciente todavía en la profundidad de su interior, ahora que todo eso es consciente?
Quiere elevarse, ¿verdad?
Quiere subir más.
Cuando la ciencia dice, cuando el ser humano dice: el subconsciente...
Bueno, eso decimos, lo escribimos, porque...
Queremos decir: cuando tiene que analizar allí centenares de miles de vidas, ha vivido usted en Egipto, en Francia, estaba usted en Inglaterra, allí...
Allí era hombre y allá era madre, daba a luz, vuelve a ser madre, pero es usted... en cuatro, cinco siglos llegará a la tierra y entonces será usted creador, será hombre, poseerá el organismo.
¿Para dar a luz?
No.
Entonces ese sentimiento... desaparecerá.
Pero sus vidas, sus actos, sus pensamientos, sus formas de actuar, eso todavía lo tiene en su conciencia diurna, es lo que es por el pasado.
Porque eso no puede ser de otra manera.
En fin, ese subconsciente tampoco es que sea tan profundo como para no poder contemplar sus fenómenos en la conciencia diurna.
Bien, puede decir usted: me he dedicado al arte.
Por ejemplo, allí en Egipto, era usted un poeta, ha sido posible; y ahora, en esta vida, no tiene esos sentimientos.
Es cuando llegamos a la cosmología.
¿Para qué es lo que vive en este momento?
¿Para qué está usted ahora en la tierra?
En primer lugar de todos para ser madre, de lo contrario no tendría este organismo para dar un alma a una vida.
La maternidad nos hace atravesar las leyes, los siete grados para los sistemas orgánicos, para la vida orgánica... los siete grados nos llevan a un nuevo fundamento.
Cada nacimiento que da usted a un alma es para la madre un nuevo fundamento para un desarrollo más elevado, sentimiento.
El hombre vive algo.
¿Entienden?
No vivimos nada, porque usted solo crea.
Como madre tiene usted contacto con Dios, con el espacio, con todas las poderosas fuerzas y leyes que uno percibe en el espacio, por las que este se ha manifestado a sí mismo.
¿Entienden?
Y ahora sí que llegan a ver ese arte.
Ineludiblemente, se han dedicado todos al arte.
Habrá habido una vida en que usted misma habrá jugado a ser yogui, en que haya estado en templos.
¿Será que nunca, en centenares de miles de vidas, habrá pensado en ese espacio?
¿No habrá sido capaz nunca de pensar alguna vez una hora en el despertar, en el infundir alma, en la mística, de acoger todo eso?
Ahora atención: ¿para qué vive usted en este mismo instante?
¿Para una ley del karma?
¿Ha cometido asesinatos?
¿Ha destruido usted su vida?
¿Ha violado a alguna persona?
Entonces tendrá que enmendar esa vida.
Y eso es lo que domina todos esos rasgos de carácter.
Eso, pues, es la personalidad en un setenta y cinco, ochenta por ciento, y es lo que hace que baje lo otro.
¿Entiende?
Y eso es lo que verá en diferentes personas, en Mozart, los artistas... si sigue usted el mundo del arte, verá que esas vidas llegaron para el arte, para que la tierra recibiera arte.
Sócrates...
En Egipto, en el Tíbet llegaron los sacerdotes, nacidos para la sabiduría, no tenían otra cosa que hacer que traer sabiduría, mirar, acogerla y transmitirla, nada más.
No para la paternidad ni la maternidad; llegaron para la sabiduría.
Y ahora esa sabiduría es consciente, es su sentimiento y pensamiento personal, su voluntad.
Y entonces puede convertir su vida exactamente en lo que quiera.
En un solo año... se lo he explicado... en un solo año pueden hacerse cósmicamente conscientes, si a cada pensamiento le dan el despertar armonioso, mediante la materialización de una palabra.
Solo deberían escuchar alguna vez a esas personas.
¿Qué es lo que ustedes devuelven?
Cuando el ser humano... no se lo creerán... veo que...
Llevo hablando aquí a la gente desde hace tres años, la he seguido y la he vuelto a acoger, y veo que en esos tres años, después de haber leído veinte libros, después de trescientas conferencias, no han llegado a tener ni dos gramos de ampliación, ni uno.
¿Es que esto de aquí es por amor al arte?
Yo ya no tenía ganas algunas de volver a ustedes; eso lo hemos puesto en manos de André.
Si empiezan, entonces estaremos presentes.
Ni siquiera empiezan a pensar todavía.
Cuando decimos...
Esta vida, que ahora poseen, esa personalidad, también la tendrán detrás del ataúd.
Y ya pueden decir: yo tengo el protestantismo, para mí el catolicismo, yo soy budista, yo soy del islam; en el otro lado ya no hay religión, se lo puedo demostrar, y entonces no me hace falta quitársela, en su lugar llegarán a tener el desarrollo universal, el despertar.
Porque Dios no creó religiones, ninguna fe.
El ser humano recibió una fe por medio de Moisés.
Sí, desde el primer pensamiento y sentimiento, para vincular al ser humano a Dios; pueden leerlo en ‘Los pueblos de la tierra’.
¿Cómo conseguimos... cómo consiguen los maestros... cómo consigue la divinidad de ustedes quitarles esa fe de encima; porque esa ley ustedes la vivirán.
De eso la iglesia no tiene nada.
Buda dijo: haz el bien y vete.
¿Y qué dijo Cristo?
Advierto: no solo la personalidad, sino la vida interior pone para ello esos fundamentos.
Sean amplios, háganse amplios.
Si ustedes poseen la sociedad, los medios, si aman su organismo, no tienen más que un pequeño circulito, un pequeño circulito, tendrán ese cuerpo, tendrán ese organismo, y nada más.
Ese alma, esa personalidad, esos sentimientos tienen que ampliarse y eso pueden hacerlo pensando y sintiendo, y dando amor a sus palabras, armonía; así pondrán cada segundo nuevos fundamentos para esa personalidad espiritual.
Ustedes... el ser humano todavía no está listo aquí en la sociedad para ponerse a luchar contra sí mismo.
Eso no lo hacen ustedes para Dios ni para Cristo, ni para su padre y madre, sino que es su conciencia universal.
Eso es algo que machacan los maestros, eso en el otro lado lo tendrán ante ustedes.
No podrán mover un pie si no sienten esa vida, si no la aman.
Pero el comienzo es: ¿me conoce usted?
¿Conoce esa vida?, ¿conoce esa flor?, ¿conoce esa mujer?, ¿conoce ese hombre?, ¿conoce esa criatura?, ¿conoce esa sociedad?
¿Está usted en condiciones de enojarse todavía, de sentir ira?
¿Es susceptible de sentir odio, envidia —ya me entienden—, las propiedades tenebrosas en el ser humano? Entonces verá también ese mundo tenebroso, porque carece usted de luz.
¿Qué decimos nosotros?
¿Por qué dejó Cristo que lo golpearan?
¿Por qué dejó que lo clavaran en la cruz y lo destruyeran?
De haber sido eso lo que hizo, habría perdido Su personalidad divina.
¿Así? ¿Enojado con Caifás, con Pilato?
Mejor asesínennos, porque no es posible asesinar al ser humano, ¿no?
¿Más cosas?
(Señor en la sala):

—Sí, quizá se aparte un poco de este asunto...
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Digo: quizá se aparte un poco del asunto suyo, de lo que está comentando esta noche, pero acaba de asegurar usted que lleva más o menos tres años hablando ante sus oyentes y que por desgracia ha tenido que constatar que hay algunos que muy probablemente no han comprendido, más o menos, lo que usted formula.
—Lo que es aceptar, materializar uno mismo.
(Señor en la sala):

—Pero ¿no es que uno... que en general la gente entiende, por ejemplo, algo muy diferente por la palabra “personalidad” y la palabra “Dios” que lo que quizá entienda usted?
—Claro, eso es.
(Señor en la sala):

—De modo que cabe la posibilidad de que cuando formule determinados conceptos... a mí me parece que usted... también, por ejemplo, con el concepto de “Dios”... que algunas personas tal vez se hagan la pregunta: ¿quién es Dios?
—Sí.
(Señor en la sala):

—¿No?
Yo... para mí... (inaudible)... Dios no es nadie y aun así es...
—Sí, pero ¿qué es ese “nadie”?
(Señor en la sala):

—En ninguna parte.
—No, es no es posible.
(Señora en la sala):

—En el Omnigrado.
—No, eso es imposible.
Ahora tenemos que empezar...
Es una pregunta muy hermosa, amigo mío.
¿Tiene algo más?
¿Qué es lo que le gustaría?
(Señor en la sala):

—No, por eso me parece necesario que entremos más a fondo en algunos conceptos que puedan conducir a malentendidos.
—Exacto.
Ahora deberían retener esto: todo ustedes, todos, retienen a Dios.
¿Qué es Dios?
¿Quién es Dios?
¿Dónde vive Dios?
(Señor en la sala):

—En nosotros mismos.
—Sí, en ustedes.
Pero ¿dónde nació Dios?
Les contaré otra cosa.
Esa palabra... mire, señor, esa palabra “Dios” ¿qué significado tiene?
(Señor en la sala):

—Eso también me parece importante.
—Esa palabra... ahora tiene que pensar bien.
Cuando el ser humano llegó a la tierra...
No nos hace falta ir a otros planetas, allí llegaremos enseguida.
Pero el ser humano, la historia humana empezó —¿querrán aceptarlo?— en la vida embrionaria.
El biólogo ya llegó a ese punto.
Puede aceptarlo, tienen que colocar un fundamento: el ser humano nació en las aguas, y eso empezó como un embrión.
Así que ese embrión ha recorrido millones y millones de vidas y entonces todavía no había Dios.
Después hubo un Dios, pero el Dios que conocemos ahora todavía no lo había.
Tampoco había ningún Cristo.
Vuelvo unos instantes a la era prehistórica.
Hay gente que ha vivido en la tierra —¿lo aceptan?— hace cien mil años.
En esta tierra vivían personas y eran prehistóricas.
Ustedes también han visto esas especies animales.
Todavía pueden admirar esos esqueletos.
En la tierra había reptiles gigantes, y el ser humano también era un gigante.
¿Pensaban ustedes... de verdad que pensaban que esas personas no tienen nada que ver con el siglo de ustedes, con Dios —ya me entienden—, con la Omnifuente, con nada?
¿Conocen eso? ¿Conocen eso también?
Que... esas personas han recorrido vida tras vida, han vivido su ciclo de la tierra, el final aquí.
¿Qué es el final para el planeta?
¿Cuándo ocurre eso?
¿Cuándo llegan ustedes a ese final?
Eso se lo cuentan los libros ‘El origen del universo’.
El ser humano viene desde la selva, en el planeta consciente, a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
El organismo oriental también pertenece al séptimo grado para el organismo humano que el erudito (en 1950) llama “los tipos de raza” (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Pero son grados de vida.
Quiero explicarles... y si ahora toman entre las manos el libro ‘Los pueblos de la tierra’, recibirán el comienzo y el final para el ciclo humano.
Y cuando esas personas llegaron al mundo astral, espiritual, eran conscientes.
Se preguntaron: ¿qué fue de la luz del sol?, ¿vivimos de noche?
Pero esa gente no conocía a Dios ni a Cristo.
Esa gente no recibió la Biblia.
Una noche pregunté aquí: esa gente ¿lo tenía más fácil, más difícil, que ustedes?
¿Pueden darme una respuesta a eso?
(Diversas personas en la sala):

—Más fácil.
—Más fácil.
¿Por qué?
Pero ¿por qué?
(Alguien en la sala dice algo).
¿Usted eso no lo acepta?
(La gente habla a la vez).
¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Digo: no es tan sencillo... (inaudible) que eso sea más fácil.
—Mire, es muy sencillo constatarlo, y hay mucha gente que así lo ha determinado para ella misma, porque esa gente no tenía la Biblia.
Pero la Biblia ha conducido al ser humano a las tinieblas, y en cierta medida a la luz.
Las religiones han soltado al ser humano de alguna manera del espacio inmaculado, eso es Dios.
Todo lo que vive en el espacio —da igual ahora si hay más detrás de ese espacio—, tenemos que ver con este universo, con este universo, con planetas, soles y estrellas, llegamos a los planetas, este es el planeta, vemos esa naturaleza, vemos al ser humano y vivimos el animal, y todo eso, todo, la noche, la luz, las tinieblas, todos esos órganos, eso es Dios.
Pero eso no tiene nada que ver con el Dios que nosotros hemos llegado a conocer.
(Alguien en la sala dice algo).
¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—... personificación.
—No, eso no es posible.
Porque esa palabra “Dios” la llamamos en el otra lado “Wayti”.
O denle otro nombre, porque los maestros —eso pueden leerlo en ‘Los pueblos de la tierra—, los maestros comenzaron por el comienzo, cuando llegó un ser humano que dijo: “Vivo.
Y nadie lo sabe, nadie sabe de dónde vine”, porque vio a su madre, a su padre.
Y era Moisés.
Abraham ya existía.
Pero entonces vino Moisés: “Quiero llevar a la tierra aquello que soy”.
Y entonces se manifestaron los maestros.
Dicen...
“¿Quién es usted?”.
“... Soy una deidad.
Yo soy Dios”.
Porque eso es lo que son ustedes, lo es todo lo que vive, esa vida representa a la Omnimadre, la Omnifuente, la Omniluz, la Omnivida, pero sobre todo, las leyes elementales y las de la densificación, pero sobre todo, por encima de todo, por encima de todo: la paternidad y la maternidad.
¿Entienden?
Eso es Dios.
¿Y cómo llegamos a conocer a ese Dios?
Experimentando esas leyes de vida como seres humanos; es para el animal y es para la madre naturaleza.
Ahora los maestros se ha preparado para captar todo esto en una palabra pequeña, en un solo pensamiento.
Es una concepción humana.
Pero esos pensamientos humanos... o sea, eso significa: vivan donde vivan, da igual, ese ser humano se ha puesto a pensar sobre Dios.
Eso no vino de la séptima esfera, de un más allá, sino que vino de la fuente humana, divinamente consciente.
De lo que el ser humano lo sabía todo.
¿Pueden aceptarlo?
¿Podrían aceptar que el Omnigrado está habitado en este momento?
Que allí vive gente que ha vivido aquí en la tierra, en las eras prehistóricas, que ha completado su ciclo, que ha continuado, que se ha desarrollado... que ahora ha despertado, que ha despertado espiritualmente; y el macrocosmos ha creado un nuevo espacio.
Porque Dios dijo... eso lo hemos llegado a conocer por las leyes de densificación: “Se reproducirán”.
Así que ahora —una breve explicación cosmológica—, así que ahora pueden aceptar, y eso además lo vivirán: cada célula es padre y madre, ¿verdad?
Cada célula alumbra y crea.
Así que miren a donde miren, da igual que sea a un árbol, una flor, una planta...
Metan una planta en la tierra... metan una flor, y verán que se desarrollará una nueva célula, todo llegará a tener espacio nuevo.
De modo que, naturalmente, este espacio, como masa etérea en la que viven esos planetas —¿pueden entenderlo?—, eso lo tuvo que crear otro espacio.
El sol y la luna han creado, los planetas han creado; las estrellas han creado nuevas estrellas para el pensamiento, el sentimiento más elevados, para la irradiación espiritual más elevada, más etérea.
Volvemos a la fuente divina.
Ese Dios, pues, solo puede vivirse... no ahora por la Biblia ni por las palabras de Buda, el templo en la India colonial, en el Tíbet, el Antiguo Egipto, sino por el hecho de ser hombre, de ser mujer, por la paternidad y la maternidad, que son las leyes esenciales para todo, y eso es ahora el Dios de todo lo que vive.
Pero no el Dios que ve usted en la Biblia.
¿Ha quedado claro eso?
(Señor en la sala):

—Sí.
—¿Pueden aceptar todo eso?
Entonces llegarán a ver su espacio divino.
Así que los maestros han abarcado esa Omnifuente y han dicho: ¿cómo tenemos que llamarle a eso, para ofrecerle una imagen al ser humano de lo que en realidad es todo esto?
Porque eso ha surgido del alumbramiento.
Ha surgido para Oriente; tomen, por ejemplo, a Ramakrishna, tomen los iniciados del Antiguo Egipto, para ellos el Dios de todo lo que vive era en primer lugar de todos la madre.
Occidente no conoce Dios, no conoce la Omnifuente como madre.
Al contrario, aquí se ve... en Occidente se ve al padre.
Pero Dios, la verdadera fuente “Dios” ha surgido a partir de la maternidad.
¿Pueden entenderlo?
Y eso, pues, es la madre.
La madre tiene esa Omnifuente como ser humano, un animal tiene esa Omnifuente como animal.
Si contemplan una flor, podrán ver la Omnifuente en la esencia.
¿Qué es el espacio de una flor? ¿Qué es la entidad de un ser humano, de un planeta, de un caballo, de otro animal en las aguas?
Entienden, ¿verdad?
El ser humano, la chispa de Dios llegó a tener entidad, la posesión, de sí mismo, y así —ahora los coloco ante una ley—... y así se manifestó la Omnimadre, la Omnifuente, la Omniluz, la Omnivida, ¿verdad?, la Omnipersonalidad.
Ahora pregunto: ¿qué son ustedes para la Omnifuente en la tierra? ¿Qué son ahora como seres humanos?
¿Seres humanos?
Son una parte de esa creación.
Pero, en realidad, ¿qué son?
(La gente habla a la vez).
¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—Una parte independiente.
—Es usted una parte independiente.
Pero eso todavía no es.
(Alguien en la sala dice algo).
¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—Una chispa.
—Es usted una deidad.
Es usted una deidad, sí.
Eso es usted.
Pero no quiero decir eso.
Miren, es a lo que vamos.
¿Cuántas conferencias han vivido ustedes?
(Un señor en la sala dice algo).
Sí.
Pero se lo explicaré y entonces además deberá escuchar bien, así conocerá el espacio de una vez por todas.
Todos tenemos que merecernos ese espacio.
Yo digo: sean cordiales, sean cariñosos.
(Señor en la sala):

—Espero que no me lo tome a mal, pero...
—Lo que está anotando, ¿es para usted mismo?
(Señor en la sala):

—¿Cómo dice?
—¿Es para usted mismo lo que está anotando?
(Señor en la sala):

—Sí, es para...
—Me gustan las preguntas concretas y de andar buscando.
¿Qué es, pues...?
Recuerden esto: ¿qué es, pues...? ¿Qué son, pues, ustedes mismos?
Ayer mismo se lo explicó André.
Miren, casualmente, yo también estaba con ustedes.
Estaba a su lado, dirigía, saben?
¿Qué son, pues, para...?
(La gente habla a la vez).
Sí, eso también lo son.
También lo son, ¿entienden?
A ver, vamos, vengan, vengan.
(Señor en la sala):

—Representamos el Omnigrado.
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Representamos el Omnigrado.
—Representan el Omnigrado, representan la luz, la Omniluz, la Omnivida, la Omnialma, el Omniespíritu, la Omnipaternidad, la Omnimaternidad, las leyes de densificación elementales, leyes de endurecimiento, la armonía, lo que representan es la divina armonía.
Pero ¿qué tenemos de eso?
Y entonces ¿qué más somos?
¿Por medio de qué... qué es lo que Dios ha creado en realidad para representar al ser humano?
A usted, ¿quién le ha dado el nombre de “ser humano”?
¿Quién fue?
Sigamos un poco más, vayamos más allá, más profundamente para acceder a la fuente de ese problema, de esa esencia.
¿Quién les dio el nombre de “ser humano”?
¿Quién fue?
Bueno, ¿quién fue?
¿Quién llevó el nombre de “ser humano” a la tierra?
¿Dios mismo?
Dios nunca ha hablado como ser humano.
(Gente en la sala):

—No.
—¿Lo ven?
Reténganlo.
Ahora...
Mis adeptos que tienen cinco años.
¿Ven?
¿Para qué estamos hablando?
¿Qué aprenden...?
Ah, se habla día tras día alrededor de la esencia en sí.
(Señora en la sala):

—El propio ser humano.
—Lo he dicho.
(Señora en la sala):

—... tampoco ha penetrado suficientemente el concepto de “ser humano”.
—¿Cómo dice?
(Un señor en la sala dice algo).
Pero querido amigo mío, así lo dije, me hubiera gustado ver más concienciación, después de tantas clases universitarias.
Entiende, ¿verdad?
Los libros...
Queremos hablar hasta morirnos, pero queremos ver despertares.
Una brizna de hierba, una célula, una flor, lo que sea, un ser animal vive más cosas, piensa más que el ser humano.
Y eso, ¿por qué será? ¿Entiende?
(Señor en la sala):

—Porque en general el ser humano promedio no se lleva demasiado bien con el pensamiento.
—Cierto, sí.
(Señor en la sala):

—Se queda atrapado en la superficie y no se piensa el asunto hasta el fondo, y se conforma con un conocimiento muy considerable y muy superficial.
—Eso es.
El ser humano es que no piensa.
El ser humano lo que no quiere es pensar.
Dice: no puedo.
¿No es sencillo?
¿No es sencillo?
¿Cómo surgió esa flor?
¿Qué ocurre, pues, cuando regresamos a la tierra?
¿Cómo se hornea su pan, verdad?
¿De qué está hecha la tela que lleva usted?
¿Por medio de qué?
Y entonces llegamos al estadio inicial, y el estadio final es el aura vital.
Llegan ustedes... por todo lo de la materia en la tierra regresan ustedes a la fuente de la vida.
Entonces no había nada, solo había vida, estaba la Omnimadre, la Omniluz todavía tenía que nacer.
Hubo un alumbramiento en el espacio, solo vida, plasma, protoplasma.
Pero entonces, ¿qué son ustedes como ser humano?
(Señora en la sala):

—Empuje.
—¿Qué significa usted como ser humano?
Se llaman hombre y mujer a sí mismos.
Pero el espacio no conoce ni hombre ni mujer.
Ahora viene.
(La gente habla a la vez).
(Señor en la sala):

—Paternidad y maternidad.

—La paternidad y la maternidad: eso es lo que conoce el espacio.
Pero eso todavía no es.
Así que para la esencia... si quiere aprender a pensar, entonces tenemos que poseer esa palabra precisa, ese fundamento preciso, de lo contrario no podemos seguir para la cosmología, para su vida.
Si...
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

Enseguida estoy con usted.
Si completa una ley, un pensamiento, un acto semiconscientemente y no lo ha terminado, ¿qué dice su amiga, su hermana, su hermano?
“Mejor haber dado eso a los cerdos”.
¿Cierto o no?
¿No reconoce al ser humano, a esa vida —yo los llevo allí—, no reconoce esa vida cuando esta vida les regala algo, les da algo?
¿Qué es lo que les llega, pues, cuando el ser humano se da según las leyes divinas?
(Desde varios puntos):

—Sentimiento.
—Amor, sentimiento.
Sentimiento.
Ahora, ahora ya comprenderán, que para eso, para analizar la Biblia, necesitaremos dos, tres, cinco años.
Pueden conocer la Biblia en una sola semana, en dos horas, pero luego siguen ustedes mismos.
Porque ¿quién habló por primera vez del ser humano?
¿Quién fue?
Eso es... para todo este mundo entero, amigo mío, para la iglesia católica, para el protestantismo, o sea, y para todas esas sectas que están sintonizados de forma directamente occidental con la Biblia, ¿verdad?, es Dios.
Es Dios.
Porque la Biblia es aceptada como la palabra divina, es aceptada irrevocablemente.
Y resulta que la Biblia comienza... no se asusten, es muy sencillo: con una mentira.
Porque —sí, un momento— ¿siguen ustedes creyendo todavía en el barro y un poco de aliento vital?
(Señor en la sala):

—No.
—¿Que Dios hiciera al ser humano con un poco de barro y que le insuflara a este un poco de aliento vital?
La cosmología pregunta, un insecto pregunta, no, un insecto no: ¿por qué los autores de la Biblia no han dicho nada sobre la madre luna, sobre el espacio?
Comenzó aquí en la tierra.
Los autores de la Biblia no lograron liberarse de la tierra.
Comenzó con un cuento: se hizo la noche y se hizo la luz.
Ahora estamos con ¿qué es verdad?
La criatura humana, la vida en la tierra a la que se llama “ser humano”, desea sabiduría vital?
¿Qué es verdad y qué es mentira y qué es engaño?
En realidad, ¿en qué siglo viven ustedes?
¿En que grado de sentimiento viven?
¿Entienden?
¿Quién habló por primera vez sobre el ser humano?
Es lo que yo les pregunto, porque ustedes siempre viven el placer de tratar con André.
Él se lo ha explicado cien mil veces.
Allí tienen.
¿Ven?
¿Margaritas para los cerdos?
No.
Pero ¿se dan cuenta de lo que reciben a diario?
Sí, pero nosotros lo sabemos.
¿Todavía no lo saben?
Lo retengo para que aprendan a pensar.
Si aprenden a pensar, llegarán a tener espacio.
Creen felicidad, acojan a su mujer, a su madre, a su hijo, con amor, y recibirán el beso divino, espacial, espiritual.
Hace poco hablé aquí sobre el catolicismo.
Pero si yo pudiera venir...
Fue Jozef Rulof.
Basta con que lean ‘Jeus de madre Crisje’.
Y cuando pronto lean la segunda parte, su mujer les dará, si son ustedes un buen católico, al cien por cien, recibirán de su mujer un amor católico.
Nada más.
Porque no hay espacio.
El beso, el amor que recibirán de su mujer o de su marido atraviesa —y eso es infalible— atraviesa la personalidad.
Y si resulta que esa personalidad acepta la condena, ¿cómo podrán vivir entonces el amor espacial?
¿Es así, amigo mío?
Pero eso el ser humano no lo quiere, el ser humano no piensa en estas cosas.
¿Quien habló por primera vez del “ser humano”?
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

Tengo que tenerlo a usted esta noche.
(Señor en la sala):

—Sí.
(Risas).
(Alguien en la sala dice algo).
—Sí.
¿Cómo dice? ¿Adolf Hitler?
(Señora en la sala):

—¿El ángel Gabriel?
—Nunca lo hemos llegado a conocer.
Nunca vivió en el espacio, ese ángel Gabriel.
(Señora en la sala):

—Adán y...
—Adán y su serpiente.
O la serpiente.
La serpiente la soy yo, yo soy la serpiente.
Siga, por favor.
(Un señor en la sala dice algo).
No se avergüence de nada.
Pero seguiremos siendo amigos.
(Señor en la sala):

—Sí, eso espero.
—Estamos abiertos a una lucha a vida o muerte.
Aquí nunca se sentirán estimulados, de lo contrario no hay nada, entonces carece de significado.
Dicho libremente: investigamos.
(Señor en la sala):

—Se trata de la verdad. ¿no?
—De eso se trata.
Y pónganma a prueba todo lo que quieran.
Siempre me dará la respuesta y aquí nunca se marchará enojado, porque regresará.
Quiero tomarme mil años para hacerlo, tenemos que tomarnos mil años, miles de conferencias —un momento— para hacer que despierte el ser humano, y entonces aprenderán algo.
Entonces estarán detrás del ataúd, estarán listos para usar las “alas”.
¿Qué pasa?
(Señor en la sala):

—Por eso puede ser importante, si usted, por ejemplo, al señor ... (inaudible) ... entre los oyentes hay pocos que puedan responder al concepto de “ser humano”, que usted también responda a eso... (inaudible), para estimularlos a pensar, porque es tremendamente fácil dárselo rumiado.
Con eso se cultiva...
—Eso es.
Quiero estimularlos.
Les contaré algo, enseguida todo el mundo lo sabrá.
Entonces dirán: oye, pues, sí, ¿quién lo diría?
Eso también lo oirán solo en sus últimos tiempos, “¿quién lo diría?”.
Pero todo existe, todo es posible, no hay milagros, etcétera.
(Señor en la sala):

—También habla, por ejemplo, de la Biblia, que la Biblia... (inaudible) con mentira...
—Sí.
(Señor en la sala):

—Ahora tengo que... (inaudible) poder concluir, que tiene usted una sintonización bastante oriental...
—Sí, continúe.
(Señor en la sala):

—... pero imagino que usted sabrá que la Biblia, por ejemplo, es un libro oriental, y el oriental piensa de forma pura...
—Sí.
(Señor en la sala):

—... no concreta.
(Señor en la sala):

—No, no.
(Señor en la sala):

—... y de ahí también que podamos y tengamos que aceptar la Biblia como un libro puramente oriental.
—Sí, pero oriental u occidental, ¿entiende?, tibetano o chino o japonés, da igual, uno se atiene allí a esa palabra.
Y entonces eso tenemos que empezar a —volveré sobre ello, piense— entonces tenemos que comenzar...
¿Con qué empieza la Biblia?
En primer lugar: que se haga la noche y que se haga la luz.
Bien.
Pero en el espacio no hay nunca noche.
Ya desde hace billones de siglos que no ha habido noche en el espacio.
Cuando empezó la creación, la autoridad paternal, es decir, el sol, la irradiación, venía e infundía alma a la luna.
A partir de ese instante, hace billones de siglos y de eras, nunca más ha habido noche en el espacio.
Dios, que decía eso en la Biblia, ¿no conocía Su creación por decir: tenemos que hacer una luz para la noche y una luz para el día?
Sí, dice el pastor protestante.
¿Sí?
Dios dijo: primero haremos una luz para la noche y una luz para el día.
Y la tierra hace la noche, es la tierra, ni siquiera es la luna.
El Dios que habla allí en la Biblia, ¿es un inconsciente?
¿No conoce Sus creaciones?
Es cuando comienzan los errores.
Y así pueden seguir.
“Dijo: Y el espíritu de Dios planeaba por encima de las aguas”.
El espíritu para nada tenía que planear por encima de las aguas, porque el espíritu del agua vive dentro de las aguas, y ese es el espacio para el pez.
¿Quién habló por primera vez del “ser humano”?
(Hay varias personas en la sala que reaccionan).
¿Cómo dice?
(Alguien en la sala dice algo).
No, hija, no.
Estamos hablando sobre la Biblia, ya podría saberlo.
¿Quién habló por primera vez sobre el ser humano?
(Gente en la sala):

—La Biblia.
—La Biblia.
¿Ven?
La Biblia, fue la Biblia la que empezó a hablar de un “ser humano”.
¿Por qué?
Porque era un ser humano.
Pero Dios no ha creado a seres humanos.
Miren, o sea, la Biblia comienza —eso puede verse y analizarse cósmicamente, podemos seguir, y eso es lo que hacemos, puede verse—, la Biblia comienza contando la segunda mentira.
Y entonces ya estamos.
La luz para el espacio...
No hay noche, eso lo hizo la tierra, la tierra dio una vuelta.
Por encima de la tierra siempre hay luz.
¿Conoce esa divinidad, esa personalidad divina, conoce...?
¿Ustedes lo escribirían para este siglo si saben que en el espacio no hay noche?
O sea, ¿quién escribió la Biblia?
Los autores de la Biblia —eran seres humanos— ¿recibieron la palabra divina?
¿Habló Dios allí como la Omnifuente por medio del ser humano?
¿Qué es lo que hablamos ahora? ¿Qué es lo que contamos ahora, qué es lo que los aportamos ahora, para este siglo?
Este siglo se llama el “Siglo de Cristo”.
Es decir, Cristo trae en estos momentos, por los maestros, por Su vida, el grado consciente más elevado, una nueva concienciación, un nuevo sentimiento, un pensamiento más elevado.
¿Está claro?
¿Pensaban que el mundo puede seguir, que la sociedad puede vivir, que los pueblos de la tierra se tienen que quedar parados con la Biblia, junto a la Biblia, encima de la Biblia?
¿Entienden?
Este siglo llegará a recibir un nuevo despertar.
Para eso están esos libros.
Esos libros que tiene André, los pueden comparar con toda la sabiduría del Tíbet, de China, de la India.
Nadie en el mundo tiene esa esencia, esa profundidad.
Solo tienen que comprobarlo.
Así que ya pueden aceptar, verdaderamente, compárenlos con la teosofía, con Blavatsky...
¿Ven?
Y entonces llegarán a la esencia espacial, en ese instante adquieren conciencia espacial, ya no será humana.
¿Ya está planeando?
(Señora en la sala):

—No, qué va.
—De modo que ¿quién habló del ser humano?
Fueron los autores de la Biblia, fueron seres humanos.
Pero el autor de la Biblia no dio una personalidad espacial al ser humano ni luz ni vida; al contrario, los autores de la Biblia van a condenar al ser humano.
Que salga alguno del espacio hacia André y que diga: “Pronto estarás condenado”.
“¡Tú lárgate de aquí!”.
Ese es el Satanás, señora.
Es el trabajo de Satanás.
Pero ¿qué es usted como ser humano?
Otra vez un fundamento nuevo.
¿Qué es usted ahora como ser humano?
¿Lo sabe?
(La señora en la sala dice algo).
¿Lo sabe?
¿Lee usted cosmología?
Entonces no dice nada, entonces ya no tiene arte alguno.
Pero ha asistido a conferencias, lee los libros.
¿Qué es ahora como ser humano?
Se lo dice ‘Los pueblos de la tierra’.
Se lo dice ‘El origen de universo’.
Mire, ahora es cuando aprende a pensar.
Debería leerse ‘Dones espirituales’.
A André se le pregunta: “¿Va a haber guerra?”.
“Sí”, dice André, “porque Nuestro Señor se lo ha pensado mejor”.
Mejor mire usted misma, basta con observar la sociedad, el ser humano está volviendo a dormirse, temeroso de la muerte; y la muerte, la destrucción de este organismo es la evolución para su espíritu.
Esta tarde hemos dejado constancia de la astrología.
¿Qué es la astrología?
Les atengo a ese fundamento, a todos ustedes...
¿Qué son como seres humanos?
Sigan pensando, yo hablo...
(Señora en la sala):

—Empuje.
(Señora en la sala):

—Empuje, maestro Zelanus.
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—Empuje.
—Empuje.
(Señora en la sala):

—O sentimiento consciente.
—Sí, miren...
(Señor en la sala):

—Inconmensurable.
—Es usted inconmensurable, natural.
¿Sentimiento inconsciente?
(Señora en la sala):

—No, sentimiento consciente, porque esos autores de la Biblia eran inconscientes.
—O sea, ¿ya es usted consciente?
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Un grado de vida.
—Un grado de vida, señor, amigo mío.
El ser humano es un grado de vida para Dios, y en ese grado de vida somos o bien padre o bien madre.
Así que somos un grado de vida como alma, como esencia divina, como potencial de la Omnifuente, como espíritu, como vida, somos una ley de densificación, porque ¿no se ha densificado su materia, su castillo, su templo?
El ser humano de aquí, no son personas, son grados de vida divinos.
A Dios mismo le hablo ahora, a Dios mismo.
Porque ese es Dios.
Más tarde, el biólogo, el psicólogo, el astrónomo tiene que aceptar —pero sobre todo el psicólogo— que en la tierra no vive gente, sino que aquí hay grados de vida para el sentimiento y pensamiento humanos, para el organismo humano, creados por el planeta como madre.
Y entonces llegamos...
Porque André les habló, ¿no?
Lean ‘Dones espirituales’.
Lean ‘Dones espirituales, porque entonces llegarán desde la sintonización de la selva a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), al séptimo grado de vida para el organismo humano, y entonces nos pondremos a vivir todos juntos las preguntas, nos pondremos a seguir los análisis; queremos ver lo que está bien y mal en nosotros.
Esa es la Biblia espacial, es la nueva Biblia, porque es ahora cuando el ser humano llega a conocer a Dios.
Y entonces Dios no es un ser humano con barba, nunca ha hablado; Dios habla por medio de ustedes, por esta paternidad y maternidad.
Esa es la fuente esencial, son los fundamentos esenciales, colocados por la Omnimadre para ella misma, para ella misma.
El ser humano dice: es usted ser humano y es usted cura, es usted un erudito, y es esto y es aquello y es lo otro.
Para nada: estamos ante un grado de vida como un grado para la Omnifuente.
Representan ustedes aquí en este mundo su Omnifuente como una sintonización física y espiritual.
¿Ha quedado claro?
¿Están empezando a tener otra impresión de lo que realmente está pasando con ustedes aquí en la tierra y de a dónde van?
Les preguntaré otra cosa: ¿tienen odio hacia alguien?, ¿a quién odian?
Engañen a un ser humano, pero ¿a quién estarán engañando?
A ustedes mismos, a ustedes mismos, a ustedes mismos, sempiternamente.
Deformarán su evolución divina, llevarán tinieblas hacia donde deberán llevar luz.
A su vida social le dan... la vida en la tierra santifica.
Son ustedes espacialmente profundos.
Deberían empezar esta noche, hoy, a ser verdaderamente felices y contentos, aunque no tengan qué comer, aunque arrastren un cáncer.
Porque han de decir: gracias a Dios, pronto voy a morir, porque voy a tener una nueva vida.
Ahora están aquí, forman parte de este pueblo, quizá regresen pronto a Estados Unidos o Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y se hacen príncipe o princesa.
¿Qué desean?
¿Quiénes son ahora, en qué grado, en qué grado de vida viven ahora?
El ser humano tiene siete grados corporales; aquí hay siete grados diferentes para un solo organismo.
O sea, cuando alcancen la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), todavía tendrán que vivir siete transiciones, antes de que posean la verdadera concienciación natural para este sistema, su circulación sanguínea.
U cuando se haya purificado esa circulación sanguínea, porque todos ustedes están enfermos, todos están deformados...
¿Dónde vive la esencia sana, señor, amigo mío?
Me hicieron la pregunta: ¿qué piensa usted de la transfusión sanguínea?
Pues, sí, ¿qué pensarían ustedes de ella?
Ya entenderán: ahora llegan a la sintonización cósmica para la transfusión sanguínea.
En la sangre está todo.
El médico no constata la profundidad de una enfermedad.
Pueden controlarme ahora sobre la locura.
A ver, díganme.
En esa sangre reside el cáncer, la tuberculosis, la lepra, en la sangre.
En el esperma humano vive la enfermedad, pero también lo espiritualmente inconsciente.
Pues, sí, ¿a dónde nos dirigimos esta noche?
¿Entienden? Ahora se le da sangre al ser humano de otro y sin saberlo ni quererlo recibe —porque el médico no puede sondar la profundidad de la sangre, ni del plasma— este enfermo cáncer, se lo inyectan.
¿No es posible?
Hemos explicado... de todas formas no lo pueden vivir, porque hace falta, pues, que alcancen una edad de al menos ciento cincuenta años, pero es cuando se manifestará la enfermedad.
Ahora sus vidas son demasiado breves, alcanzan los sesenta, setenta años, y pueden tener que vivir setenta u ochenta o cien, ciento veine años para que esa sangre pueda manifestarse en la superficie de los sentimientos y del espacio.
Y ¿qué es lo que empieza ahora?
Ahora nos movemos por el ámbito médico.
¿Y qué es lo que pasa, por esa sangre, cuando habla esa enfermedad?
¿Qué es lo que vemos entonces?
No son máquinas, ¿verdad?
(Señor en la sala):

—No, no son.
—Pero reside en la misma fuente.
Entonces aparece la putrefacción.
Se revela el estar enfermo, se manifiesta.
¿Ven?
Aquí verán que la ciencia aún tiene que colocar los primeros fundamentos para el alma, el organismo, el espíritu y la vida.
Pero aténganse ahora a la Biblia.
Puedo ir tan lejos como quieran y lo pueden escuchar.
Ya lo pueden constatar científicamente: sí, la criatura nace en la madre por la vida embrionaria, así que eso no es ninguna locura.
El cáncer está dentro del ser humano.
La transfusión de sangre, sin duda, da nueva fuerza al ser humano.
Nosotros decimos: no, no quiero sangre de usted, porque me gustaría morir, porque la muerte me brinda evolución, me brinda espacio, enseguida volveré.
Por tanto, si usted... recibirá... podrá...
Sí, les digo esto... ahora otra cosa, ya entenderán: cada palabra, cada cosa que tocamos ya es universalmente profunda.
Porque allí...
Reciben sangre de otra persona, así que pueden conservar su vida por esa transfusión, o se morirán.
¿Es capaz el ser humano de ampliar su propia vida al aceptar una transfusión sanguínea de otra vida? ¿Es posible eso?
(Gente en la sala):

—No.
—¿Por qué no es posible?
(La gente habla a la vez).
(Señora en la sala):

—... quizá sirve un determinado tiempo.
—Sí.
Pero entonces lo que ocurre es... está usted en la cama, enferma, y la mantienen en vida por una transfusión.
¿Es así?
¿Es así?
(Señora en la sala):

—Eso pasó hace poco, un caso.
—No, eso ocurre a diario.
Pero ¿es eso posible para el cosmos, para el espacio, es posible para su ciclo? ¿Es posible?
(Gente en la sala):

—No.
—Pero ¿qué significa esto?
¿Qué significan, pues...?
Eso no lo tuvo la gente en la era prehistórica, ninguna transfusión, ninguna aspirina, no podían operarse, porque morirían por ese tumor, por aquella deformación.
¿Estuvo esa gente mejor que ustedes en estos tiempos?
(Señora en la sala):

—Su evolución era más rápida.
—Su evolución fue tan inmaculada como la inmaculada claridad del espacio.
No conocieron los trastornos espirituales.
Todos ustedes viven sujetos a una desintegración espiritual, porque los autores de la Biblia no conocieron al Dios de todo lo que vive.
Así que ahora reciben ustedes... van a la universidad, ¿verdad?, el niño se pone a aprender, se hace pastor protestante, teólogo.
André lo explicó la semana pasada por medio de mí, al...
¿Porque conocen ustedes el fuego?
André dio la explicación, esta.
Y eso lo quiere Dios, lo quiere Cristo.
El teólogo va a la universidad, para allí también hay un biólogo, un geólogo, un astrónomo.
¿Es cierto o no?
A ver, escuchen ahora, entonces verán su Tribunal Supremo para sus universidades.
Y entonces podrán ver que la universidad —no el papa que ahogó a Galileo en la cárcel del Vaticano por medio de la Inquisición— ... pero verán que la universidad de ustedes ahoga la luz vital de esta humanidad, cada segundo.
Porque ¿qué ocurre ahora?
¿Qué ocurre, qué tiene lugar en esta sociedad cuando uno mira al pastor protestante, al teólogo, al biólogo, al geólogo, al psicólogo, al astrónomo?
Son facultades, ¿verdad?
Pero ahora resulta que el astrónomo puede explicarle al teólogo que la Biblia empieza con un disparate, señor, porque detrás de la tierra hay luz.
“Sí, es cierto”.
Así que la Biblia sí que empieza con...
Y el teólogo, no tienen más que escuchar, en el espacio...
También el Vaticano ya está dando órdenes para decir: veamos, ciertamente, señores eruditos, si nacimos en las aguas.
Pero no toquen el primer Adán y Eva.
¿Ven?
Y eso es necesario.
(Señora en la sala):

—Mi pastor me dijo cuando yo iba a la catequesis, o sea, en 1915, en 1916, que era un poema, un poema oriental.
—Estupendo.
(Señora en la sala):

—Y que no se tiene que considerar como un acontecimiento verdadero.
—Estupendo.
Hay miles de pastores...
(Señora en la sala):

—Esos pastores ortodoxos...
—... mire, esa ortodoxia, los que ya no lo pueden aceptar, porque dicen: no, eso no es cierto.
Pero ahora, la universidad.
El astrónomo puede decir: mira, eso empieza con una falsedad.
Pero el Tribunal Supremo dice: ni tocarlo.
Puede ir usted hasta aquí y no más.
Y entonces el astrónomo, el biólogo, el geólogo, tiene que callarse, porque hace ya veinticinco años sabían aquí en la tierra, en Occidente, que la Biblia empieza con una mentira.
Pero ahora ¿qué ocurre?
No nos queda más remedio que hacer despertar al ser humano, pero no se le puede quitar, ni a los millones de personas en la tierra, así, de golpe, ese asidero, ese fundamento, y expulsarlos a golpes de la Biblia.
Porque ¿somos capaces de ofrecer en una semana una nueva conciencia al ser humano, de darle esa paz?
¿A millones de personas?
Es algo que va despacio.
Pero ya se está en su pueblo, entre su pueblo, sus universidades han adquirido la conciencia de que la Biblia comienza, ciertamente, con equis páginas de falsedades, y que después es una historia humana muy sencilla.
La de ustedes tiene mucha más importancia que la de la Biblia.
¿Pueden entenderlo?
¿Comprenden que no se desprenderán de la palabra divina?
Al contrario, a cambio les darán la palabra espacial.
¿Es cierto o no?
¿Es así, pues?
No dicen ustedes nada.
(Gente en la sala):

—Sí.
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, hace un momento estaba usted en un punto que no estaba del todo acabado...
—Lo retengo.
(Señora en la sala):

—Sobre la transfusión sanguínea.
Quiero decir, que si esa vida se veía prolongada.
—Eso se lo ofrecí.
¿Es posible prolongar esa vida?
Mire...
(Señor en la sala):

—No, ¿qué ocurre con una transfusión sanguínea? Entonces en el fondo le quitas algo a otra persona, ¿no?
—Se le quita algo a otra persona para prolongar la vida.
(Señor en la sala):

—Sí.
—Escuche bien.
Y eso ocurre a diario, eso, o el ser humano tiene que morir...
¿Puede usted, pues —porque de eso se trata—, puede usted volver la mirada hacia el pasado, donde iba a morir?
Pero en los siglos que transcurrieron ¿ha cambiado esa muerte, ese morir, esa hora?
Eso es.
¿Ha cambiado ese siglo?
¿Qué le darán dentro de poco?
Nosotros hablamos de leyes del karma, tienen que vivir ustedes leyes del karma, allí hay alguien que vive para el matrimonio, la sociedad, la posesión, ¿verdad?
Hay hombres y mujeres... tienen un infierno en la tierra, porque el uno no comprende al otro.
Y allá anda una criatura delante de él: cariñosa, hermosa y dulce, pero es en el otro lado donde está enclaustrado, atado a sus grilletes y cadenas.
Esa vida hay que completarla.
Que cada uno decida si lo hace o no es cosa suya.
Pero nosotros decimos, en ‘Los pueblos de la tierra’: enseguida estarán ante el paraíso en la tierra, el reino de Dios, y casi estarán.
El reino de Dios ya anda por las calles de su ciudad.
¿Pueden aceptar eso, ahora que todavía tienen guerra en Corea?
Mire, se les echan encima millones de preguntas.
Pero, comprenden —para acabar eso— que la transfusión de sangre tiene conciencia para resolver la agonía del ser humano?
¿Y que esa transfusión sanguínea ya pertenece a este siglo?
¿Entienden?
Pronto el ser humano, la ciencia, tendrá instrumentos por los que se resolverá cualquier enfermedad: la tuberculosis, el cáncer y todo, pueden leerlo en el libro ‘Los pueblos de la tierra’.
Así que el ser humano vivirá.
Entonces la sociedad, la facultad, la universidad, la personalidad “humanidad” se habrá llevado a un pensamiento y sentimiento más elevados, y tendrá esas leyes del karma en manos, eso es evolución.
¿Es esto —ahora volvemos a seguir, y eso vendrá— es esto injusto de cara a esa gente de allí, en la era prehistórica?
¿Es injusto eso?
Porque esa gente se moriría.
Por eso dije, les pregunté: ¿pueden prolongar ustedes sus propias vidas mediante una transfusión de sangre?
No, imposible.
Y ocurre, porque eso, pues, forma parte de su sociedad, forma parte de la conciencia para esta humanidad.
¿Entienden?
Así que todos los milagros técnicos que recibirán pronto harán que su vida sea feliz y que se sientan a gusto.
Todo es evolución.
Porque en centenares de años... ¿cómo será el mundo en cien mil años?
Entonces el ser humano vivirá, ciertamente, en el paraíso.
Eso es lo que pretendió Dios, esa es la divinidad, el Dios espiritual en la tierra, y entonces ya no hará falta que hagan nada más que respirar y viajar por el mundo.
Solo tienen que encargarse de la paternidad y maternidad, nada más.
¿Algo más?
(Señora en la sala):

—Esa aura, ¿qué pasará con eso entonces?
—¿Qué aura?
(Señora en la sala):

—De quien se moriría si no le dieran una transfusión.
—El aura vital del ser humano?
Mire, el aura vital del ser humano, ¿de dónde viene?
¿Quién da aura a la vida? ¿Quién?
(Gente en la sala):

—... mismo.
—¿Quién?
(Señor en la sala):

—El ser humano mismo.
(Alguien en la sala):

—La personalidad.
—La personalidad.
Así que tendrá usted... cuando esté enferma no vivirá ninguna desintegración espiritual, sino un derrumbe físico.
Su espíritu seguirá estando consciente, tal como son los sentimientos, ¿entiende?
(Señora en la sala):

—Recibes una cantidad determinada al nacer.
—No, eso usted lo es.
Que recibe aura vital, ¿dice usted?
(Señora en la sala):

—Sí.
—El espíritu, la personalidad, a medida que se es consciente...
Está usted aquí en la tierra, así que este espacio ya lo posee usted como conciencia en usted.
Tiene usted este espacio, aunque no sea consciente de esas leyes, lo que es el sentimiento lo tiene, lo es, de lo contrario no estaría usted aquí, así que es espacialmente profundo.
Tan profundo como este universo.
Porque vive usted en la tierra, pronto se irá.
Y si continúa, si no regresa, habrá vencido este espacio.
Así que está usted de forma inagotable en el aura vital.
Solo su cuerpo, como ese pedazo de mi brazo, corta usted su brazo de un hachazo, entonces aún queda el brazo espiritual, imposible destruirlo.
¿Está claro?
Pero ya entenderá que cada palabra, cada pregunta tiene profundidad vital, conciencia espacial, y eso se lo dejo sentir unos instantes, para que vuelva a pensar.
¿Qué deseaba?
(Señora en la sala):

—Quería preguntar todavía sobre la transfusión de sangre.
Si alguien se niega a prolongar su vida mediante una transfusión, ¿es grave eso?
—¿Si alguien se niega?
No, claro que no.
Si usted... esto, pues, es cosmología, es la psicología espacial...
Si está usted enfermo y puede conseguir una transfusión y dice: “No la quiero”, aun así hará la transición en su debido momento.
Aunque se vaya en cinco minutos y un médico diga: “Todavía puede vivir equis años”.
“No, doctor, eso no lo quiero, quiero irme”.
¿Entiende?
¿Quién decide aquí irse?
¿Qué conciencia es esa?
Lo es usted misma.
La sangre no tiene conciencia; mantiene vivo el cuerpo.
Pero sus sentimientos dirán: sí o no.
Y ese es el fin del cuerpo, ¿ve?
El cuerpo no se muere.
Qué locura, de qué locuras estamos diciendo, el cuerpo no muere.
Vuelvo con usted.
(Dirigiéndose a la gente en la sala):

El organismo, ¿se muere?
(Alguien en la sala):

—No.
—Pero ¿qué es lo que hace entonces?
(Gente en la sala):

—Disolverse.
—Sí, es un proceso de putrefacción.
No, pero ¿qué es morirse?
(Señora en la sala):

—La separación de...
—La separación.
El espíritu se despide.
Morir no existe.
Usted muere, y ahora esa palabra “morir” tiene que desaparecer de la tierra.
Morir no existe.
Usted, como personalidad espiritual, se libera de su cuerpo y se dirige a un nuevo nacimiento, o continúa directamente a las esferas de luz.
¿Sigue existiendo la muerte? ¿Sigue existiendo la desgracia? ¿Sigue existiendo la pérdida?
¿Habrá pedido su criatura, su madre, su amor?
¿De verdad que Dios creó la pérdida, la desgracia, la pena y el dolor?
¿Cuántos millones de personas no lloran todos los días: he perdido mi marido, mi criatura, mi madre?
No pueden ustedes perder nada para su divinidad, pero a esa personita a su lado están atados.
Solo aman esa criatura.
No toques a mi mujercita, no toques a mi marido.
¿Qué dice el espacio?
Mi amor, que me pertenece, ¿es capaz de pensar en otra cosa, de dejarme solo?
Pues entonces váyase, me alegro de que nos lo hayamos quitado de encima.
Porque para el espacio, para el sentimiento, para Dios, para su despertar divino es: no me voy de usted, porque es que no puedo irme de usted, porque tiene usted mi sangre y mi vida, son ustedes almas gemelas o no lo son nunca.
Si está usted enfadado y su mujer, su marido, ... mire...
“¿De dónde vienes tan tarde?”.
¿Qué es llegar tarde para Dios, para el espacio?
¿Qué tienen entre ustedes?
¿Por qué no se llevan en palmillas?
Claro, allí viene él: “Deja que te dé un beso”.
Es por medio de la palabra, del análisis, de la conversación, del pensamiento que portamos los unos a los otros.
¿Es cierto o no?
(Una señora en la sala dice algo).
¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—Sí, maestro Zelanus, siempre lo arrastraba, ese problema, ya se lo he dicho alguna vez antes, yo pienso que... eso siempre debería venir por ambas partes, porque si resulta que una sí quiere y la otra no...

(Risas).
—Hay miles de madres y padres que están solos.
Aquí hay gente... eso lo vivo, en el espacio también... llega gente, hay hogares que se accidentan, de donde hace la transición el padre o la madre.
El padre está abierto, el hombre está abierto, la madre dice, dijo, en la tierra: “Yo no quiero tener que ver con esos líos”.
Y ahora puedo acoger al hombre.
“Venga, adelante, criatura mía”.
Sí, a ver, debería ver usted ese creador, voy a explicarle el espacio.
Si lleva usted lastre de la Biblia, primero hay que echar eso por la borda.
Los preparo, desnudos.
Se dice: estarán ustedes desnudos ante Dios.
Están allí, tienen que sentir, pensar, se despiertan, quieren decir algo y no se enteran de nada.
Les faltan palabras, no planean, están allí y comienzan a llorar, porque no pueden avanzar ni retroceder, ni ascender, ni a la izquierda ni a la derecha, primero tienen que poner sus fundamentos.
Pero aquí en la tierra es el suplicio más tremendo que hay.
Entonces lo que viven, sin embargo, es su karma.
Ahora no pueden vivir ese beso espacial.
Hay gente, yo he... gente mía, la vemos, por la noche se van juntos a casa, se ponen a hablar, se duermen, tomados de la mano, piensan y hablan de esto.
Ella está abierta como madre y él como padre, y entonces reciben el beso universal.
No voy a seguir más, porque entonces ustedes se ponen a llorar.
Pero no hay problema, echen sus lágrimas hasta quedarse secos.
Ustedes pueden...
¿Cómo somos?
¿Qué es la conciencia para el espacio?
¿Por qué sufren?
¿Es posible que se les pegue en la tierra?
Cuando el ser humano... cuando ustedes lleguen detrás del ataúd y se quejan: “Ah, cómo me han pegado”, entonces no los han pegado.
Porque el ser humano que es consciente...
El Dios que...
Miren, el Dios que despierta en ustedes quiere ser pegado, porque por esa pena y dolor ustedes aprenden a pensar y a sentir, aprenden a aceptar.
¿No reciben amor?
¿Tanto valor tiene ese amor, ese beso, ese acto de la otra personalidad?
¿Significa algo?
¿Están solos?
¿Están solos? ¿Está el ser humano solo en la sociedad?
Sí, está solo.
Porque no se conocen a ellos mismos, porque no conocen a Dios.
Eso empieza en el otro lado, en la primera esfera.
Allí reciben todo.
Pero recuperamos todo.
Un solo pensamiento equivocado los echa a golpes de esa esfera, de la armonía, de ese amor, de ese ser portado, de ese querer aceptar, de ese ser portado, desde luego.
Un solo pensamiento de su diccionario entero...
Apresúrense a arrojar en la cuneta el odio, la disarmonía, la injusticia, la mentira y el engaño, el ser descorteses, irreales, antinaturales, porque han de ser justos, naturales, armoniosos, amorosos, benevolentes.
Pues, sí, ¿quiénes son?
¿Qué quieren?
¿Qué es lo que están buscando?
No busquen en el otro ser humano; despierten lo que buscan en ustedes mismos, porque en ese momento vivirán su ley del karma.
Porque no pueden casarse con un hombre en la tierra o tendrán que ver con esa vida como madre, y él con ustedes.
Él o usted, uno de los dos enmendará las cosas.
El ser humano sensible, el hombre o la madre, el ser humano más sensible, esa es la personalidad sufriente.
¿Reciben golpes, reciben patadas, sufren incomprensión?
¿Saben de verdad que conocen y poseen la ley “comprender”?
Cuando son verdad-eros?
A veces ustedes dicen: “Sí, pero es que usted no me comprende”.
Pero ¿cuándo pueden demostrar a la otra vida estar de verdad abiertos a acoger, a analizar, a vivir y a amar lo que se dice?
En el espacio, y aquí en la tierra no existe el ser pegados, ¿entienden?, porque lo que están haciendo es evolucionar.
No solo materialmente, no: espiritualmente.
Son... sus personalidades aprenderán aquí.
A André le pueden hacer lo que quieran, ya no lo pueden pegar, ya no lo pueden odiar, pueden gruñir y bufar todo lo que quieran, a cambio recibirán siempre amor.
Porque si dice una sola palabra mal, habrá perdido lo que posee.
Si la otra vida los golpea, no devuelvan el golpe, porque entonces ustedes también empiezan a ser duros.
¿Qué hizo Cristo?
¿Cuándo son armonía en todo para su sociedad?
(Señora en la sala):

—Aceptar.
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—Cuando se acepta.
—Cuando uno lo acepta todo, pero es que todo, cada pensamiento.
Se trata de la fe, de la esperanza, se trata de algo que tiene importancia, se trata de la madre naturaleza, primero pensarlo todo a fondo, sentirlo y la vivencia final, de modo que uno pueda decir de verdad: tú tienes razón.
Pónganse alguna vez ante el ser humano en el otro lado y digan: “Ah, no, eso es imposible”, y se sienten cabezotas, ni siquiera son capaces de inclinar la cabeza; ¿qué ocurre?
Frenan su evolución, se ahogan a ustedes mismos, sus fundamentos desaparecen por un solo pensamiento equivocado.
¿No es cierto?
¿No fue eso lo que enseñó Cristo?
¿Y qué dice la iglesia? ¿Qué dice, a su vez, la Biblia, amigo mío?
El odio y el puterío y las palizas abundan que saltan chispas, al ser humano se le trata peor que el cadáver putrefacto que entierran.
Allí el ser humano es condenado y asesinado por un Dios que ama, el Dios del Antiguo Testamento.
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus...
(Un señor en la sala dice algo).
¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Pero ¿no es eso la unión de lo contrario?
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—¿No es eso la unión de lo contrario?
—¿Lo contrario?
(Señor en la sala):

—La unión de lo contrario.
—¿La unión de lo contrario?
(Señor en la sala):

—La unión de lo contrario, el concepto “puta”, el concepto “mal”...
—No, no, no, no, no, no, no; claro, sí que existe, es la fuente espiritual, es la esencia espiritual.
Pero usted se atiene a la Biblia, a lo que pone, porque eso lo aceptan millones de personas, lo tiene que proclamar el teólogo, tiene que aprenderlo usted si es dogmático de forma protestante, ortodoxa, reformada.
Esa es la ley: no puede usted, no debe usted cambiar ni una sola palabra de la Biblia, ¿verdad?
Esa es la ley, es la universidad, o no obtendrá usted su título.
Así que a usted lo envían entre la gente, entre las criaturas de Dios, con mentiras, odio y engaños.
Porque es cierto lo que ha pasado: Dios sabe golpear, Dios también puede hacer que lo quemen a usted.
Así es la Biblia.
Otra cosa horrorosa de esas.
¿Acepta usted, todavía en este siglo, que puede estar condenado y que de verdad lo enviarán allí?
Moisés era un rebelde, un rebelde, un rebelde espiritual.
Cuando los maestros... cuando llega Dios...
Digamos —¿quién es Dios?—, llega una inspiración, que es Dios, y dice a Jozef Rulof: “Usted tiene que... va a ir a ese pueblo y lo elevará hacia mí”.
Eso ha ocurrido, ¿no?
Entonces Jozef Rulof dice: “Los drudels”.
Eso, por cierto, lo leen en ‘Jeus’.
Entonces dice: “Hazlo Tú mismo.
¿Me estás predicando que yo mancille a Tu criatura, a Tu vida, y que las golpee para elevar a los inconscientes a Tu vida?”.
¿Entienden hacia dónde vamos?
¿Y que esto no son disparates?
¿Ya está preparada su sociedad para vivir ahora el amor?
Pero entonces nos tenemos que haber desprendido de la Biblia.
También se está escribiendo una nueva y la tierra recibirá la nueva Biblia, pero esta comienza donde el origen, cuando se manifestó la Omnimadre.
En el instante en que el protoplasma llenó este espacio como universo, allí es donde comienza todo.
Y esos tres tomos... siete tomos ya los tiene Jozef Rulof para la nueva Biblia.
El mundo no nos aceptará, pero puede escuchar, que no tenemos nada que ver con las tesis dogmáticas, de los creyentes, religiosas, porque la Biblia comienza con la palabra humana, con un poco de barro y algo de aliento vital.
Eso de “hagamos seres humanos a imagen y semejanza mía”: ¿cuál es la imagen de ustedes?
¿De dónde vienen ustedes?
La universidad, el psicólogo, no cree en la reencarnación.
La criatura que ahora nace en la madre tiene hoy apenas cinco segundos de edad.
La reencarnación no existe.
Los teósofos decían...
Sí, ahora, ahora lo sacan de los libros de André.
“Sí, primero fuimos naturaleza y después animales y después seres humanos”, dijo Blavatsky.
Pero ahora la teosofía le da la vuelta, desde que nuestros libros llegaron a la tierra hace cuatro, cinco, seis años, ahora dice...
“Sí, pero eso nosotros ya lo sabíamos”.
Bueno, pero entonces ¿por qué Blavatsky, como profeta de la teosofía suyo, no dijo nada de eso?
No lo sabía.
Blavatsky se desdobló corporalmente, pero nunca estuvo conscientemente detrás del ataúd, porque allí ya no viven los disparatas.
Si quieren el mal, llegarán a tener la vida animal, el ser de las esferas tenebrosas, no puedo decir de la luz, eso les asaltará si albergan odio.
(El técnico de sonido hace una pequeña señal).
Ya no están advirtiendo.
Tenemos que parar.
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, me gustaría preguntarle todavía rápidamente: pero ¿no le debemos muchísimo a la psicología?
—Todavía no le deben nada a la psicología, porque esta aún tiene que empezar.
No hace falta agradecerle todavía nada, porque Freud, Jung, Adler, Schopenhauer no conocen esto.
(El señor en la sala dice algo).
¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Dostoyevski.
—Dostoyevski era materialmente consciente, no sabía nada del otro lado.
Krishnamurti, Ramakrishna, desde luego.
Ramakrishna...
¿Lo creen?
Yo escribí ‘Dones espirituales’, yo, no Jozef Rulof; Jozef Rulof no es capaz de eso, ni nadie en la tierra es capaz de escribir esos libros, porque esa sabiduría aún no ha llegado.
¿Pueden aceptar eso?
(Gente en la sala):

—Sí.
—Deberían leer, a partir de ahora, si han seguido, vivido, las conferencias, y si hacen preguntas, pues, deberían leer en primer lugar ‘Dones espirituales’, ‘Los pueblos de la tierra’ y ‘El origen del universo’, si los tienen —si no los tienen, pueden tomarlos prestados, aquí tenemos la biblioteca— y así llegarán a ese espacio vital.
Ramakrishna se desdobló corporalmente.
Llegó a la tercera esfera.
Sondea la sintonización de su vida interior y dice: “Madre, madre, te siento”.
Entonces me miró a la cara, pero era mi adepto.
Si leen ‘Dones espirituales’...
Los iniciados, Egipto, China, Tíbet...
He tenido que seguir y vivir cada pensamiento de Sócrates, Platón, Aristóteles, Buda, y averiguar la sintonización de y para los sentimientos humanos, si quería poder determinar el punto final de estos sentimientos y pensamientos humanos, y poder decir: “Buda, tú no ves más que una atmósfera espiritual”.
“Ramakrishna, tú solo has llegado a ascender hasta este espacio, pero esto no es más que un pequeño mundo para la Omnifuente que eres como sentimiento, vida, espíritu, personalidad, luz, luz, luz”.
¿Ha quedado claro?
Krishnamurti, la criatura más hermosa del mundo de ustedes.
Díganselo, que el espacio dice: Krishnamurti es la criatura más hermosa, la más hermosa, la criatura más inmaculada como hombre en la tierra.
Pueden aceptarlo de los maestros, pueden aceptarlo de Cristo.
Pero él no tiene ninguna conciencia cósmica, espiritual, no la tiene.
Conoce al ser humano por su sentimiento y pensamiento, sobre el que comenzamos nosotros.
Pero cuéntanos a dónde van tus pensamientos, cuéntanos lo que deseas y... (inaudible) ... ahora aquí desnudo y entonces te verás a ti mismo.
Krishnamurti no era capaz de eso ni lo supo hacer, ni Sócrates ni Platón.
¿Qué sabía Platón, qué sabía Sócrates, qué sabía Aristóteles, qué sabía Buda de la Omnifuente, del Omniamor, de la Omniluz, de la Omnivida, del Omniespíritu?

(Un señor en la sala dice algo).
¿Lo ve?
¿Y esta noche qué oye?
(Señor en la sala):

—Pero eso es desarrollo, evolución, ¿no?
—Exacto, así llegamos a estar ante...
(Señor en la sala):

—Si hubiera empezado usted en los tiempos de Sócrates o de Platón, quizá no podría haber hablado tal como está hablando esta noche.
—No, entonces la humanidad tampoco podía comprenderlo, de ninguna manera era capaz de eso.
Cristo llegó con la conciencia divina.
Escribimos en el libro ‘Los pueblos de la tierra’ que Cristo alcanzó la edad de treinta y tres años, pero podría haber llegado a la de trescientos mil años.
No era necesario que volviera a morir físicamente, nunca más.
Porque, ¿por qué no?
Cristo podría... podría haber vivido en la tierra eternamente.
¿Por qué?
(Alguien en la sala dice algo).
¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—No tenía karma.
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Cristo no tenía karma.
—¿Porque...?
(Señor en la sala):

—... no tenía karma.
—No, sí, no, eso ya no es.
¿Y usted?
(Una señora en la sala dice algo).
Estoy a sus pies.
(La gente habla a la vez).
—Porque ya no era posible que enfermera de nada.
(Señor en la sala):

—Podía nutrirse del universo.
—No, no, no, no.
¿Algo más?
Enseguida volverán a decir: ¡cómo es posible!
Pero no piensan.
Leen libros, pero no hacen comparaciones.
Leen la Biblia; deberían leerla junto a ‘Los pueblos de la tierra’, y entonces podrán empezar.
Deberían tomar su gran Biblia, para que no se queden ciegos por no apartar la mirada, de lo contrario me gustaría decir: no lo hagan, no destruyan su luz, no debiliten sus nervios ópticos, porque eso la Biblia ni siquiera se lo merece.
(Señora en la sala):

—Porque era divinamente consciente.
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—Porque era divinamente consciente.
—Era divinamente consciente, pero eso no es.
Ha demostrado que Él podría haber permanecido eternamente en la tierra, si el ser humano no lo hubiera asesinado.
Había traído la sabiduría divina a la tierra y era eterno, esa fue la intención y la voluntad de Cristo, hasta el último suspiro del ser humano, del ser animal que abandonaría la tierra.
Eso lo pueden leer al final de ‘Los pueblos de la tierra’.
Entonces Cristo aún habría estado en la tierra y habría colocado a la criatura conforme a la sintonización de Él.
Pero ¿por qué?
Cristo ha demostrado que era capaz de ello, pero el ser humano lo destruyó a Él.
¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—Porque se encontró Su cuerpo.
—Pero ¿dónde lee eso en la Biblia?
A mí... a André nunca jamás se le permitió leer la Biblia.
¿Y por qué no?
Ahora al final sí que la llegarán a ver, porque nosotros conocemos la Biblia, de inmediato podemos separar cualquier palabra, podemos sintonizarla con la ley divina, verdadera.
A ver, digan cualquier palabra.
¿Qué significado tiene esa palabra?
A ver, digan cualquier palabra.
(Señor en la sala):

—Evangelio.
—Evangelio.
¿Qué es el Evangelio?
Entonces podrán ver la Biblia, verán la Biblia, pero ¿es eso el Evangelio?
Mencionen cualquier cosa de su diccionario.
¿Es así?
Hace cien millones de años usted y yo y todos vivíamos en la selva; formábamos parte del primer grado —el primero de todos— de vida y conciencia, la material y la espiritual.
Si uno penetra en las profundidades de la jungla, aparecen caníbales, o mucho peor aún, aparecen los papúas, ¿cómo quieren llamarlos?
A eso lo llamamos el primer grado para el sentimiento y pensamiento humano.
Otra vez ‘Dones espirituales’.
Ahora todavía no nos hace falta caminar por el espacio, seguimos en la tierra.
Pero llegamos... desde la tierra llegamos a la sociedad que tiene el organismo blanco.
Claro, eso no les dice gran cosa.
Porque, ¿qué quiere decir eso?
Allí anda uno que es negro y allá uno que es oscuro, y aquí una criatura, aquel de allí es un hombre mono (véase el artículo ‘Ser humano o alma’ en rulof.es), peor aun; pero ustedes están allí, ya están aquí en la sociedad.
Sus facultades universitarias no me dicen nada ni le dicen nada al espacio.
Pero ¿qué son como sentimiento?
Ustedes comprenden ese problema de aritmética, pueden hablar.
No, han llegado a tener sentimiento humano, ya han conocido a Cristo.
Y este dice: haz esto, haz esto, así vivirás las leyes de Mi padre en armonía, y entonces será amor.
Eso dije al comienzo de la noche.
Pero ¿qué piensan ustedes que significa esto? ¿Que se han liberado desde la jungla hacia la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es)?
Pero si eso es vivir el universo, porque todavía no había luz en el espacio cuando comenzaron las creaciones.
Eso ustedes lo aceptan.
(Señor en la sala):

—Sí.
—Bien.
¿Qué es, pues, la raza blanca de ustedes (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), este colorcito?
Lo que vive en el espacio, por tanto, es conciencia, el sol se ha hecho más fuerte, ¿verdad?
Al comienzo de la creación todavía no había luz.
¿Lo aceptan?
(Señor en la sala):

—Sí.
—Se fue densificando poco a poco, el sol se intensificó, y más, y más, y salió al exterior, al igual que aparecieron los ojos de ustedes, pero de eso no estamos hablando.
Así que esa densificación, esa ampliación, esa densificación de la luz universal en el espacio como paternidad, la recibieron como raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Así que la conciencia les da luz, una irradiación luminosa.
Así que esa conciencia de la jungla produce también esos tejidos, esos cuerpos oscuros; porque la conciencia es luz y una raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) representa la luz.
Ahora hay todavía: sur, norte, este y oeste.
¿Comprenden?
La criatura oriental, un colorcito oscuro, pero un cuerpo normal que ha alcanzado el sexto y séptimo grado.
Así que ese rotación la han hecho ustedes, cuerpo tras cuerpo.
O sea, quiere decir que en breve controlarán ese planeta.
Lo tienen ustedes aquí, es lo que son ustedes, casi han vencido a esta tierra y eso ha tomado millones de años, no, millones de vidas, han tenido que recorrer ustedes millones de vidas, pero llegar desde la jungla a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) ha tomado billones de años, impulsarse desde lo tenebroso a la luz.
(Señora en la sala):

—¿Maestro Zelanus?
—Espere un poco.
Así que ahora estamos en la sociedad, han llegado ustedes a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), y han recibido conciencia, interiormente, exteriormente, y eso es lo que representan.
No tienen más que caminar por aquí.
Si el mundo hubiera llegado hasta este punto...
En realidad, ¿qué son ustedes?, ¿qué hacen?. Permítanme que se lo pregunte.
Yo ya lo veo, pero...
Ustedes no hacen nada, o hacen algo, hacen algo en la sociedad; ¿por qué se ponen a trabajar tan duramente? ¿Por qué no atraviesan el mundo caminando?
No hace falta que se dejen pegar aquí para Dios y el espacio, ni que se pongan a jugar a ser esclavos.
Háganse perroflautas.
Porque de todas maneras, siempre que se pongan a hablar, representarán su propia deidad.
No hace falta que hagan nada, porque son ustedes, son el Dios de toda la vida que anda por aquí, sí, en el grado humano.
Siguen siendo seres humanos.
Y cuando ya no estén —atención ahora—, cuando se disuelvan de forma material, echaré algo de menos aquí en la tierra.
Y si se van cien millones y equis millones, de ese tipo de personas, ya no quedará nada, señor: estaremos detenidos y terminará la creación.
Pero siguen estando ustedes; son la vida en el otro lado, no solo son materia, son astrales, así que tienen espacio, llegarán a tener en sus manos esa infinitud, explicarán esos sistemas, no, viven bajo sus corazones, es su circulación de sangre, la luz en sus ojos.
Ustedes representan su aura divina.
Representan la fuente primigenia como seres humanos.
Bien, claro, podrían preguntarme: ¿por qué estoy aquí?
Son ustedes la divinidad representativa como seres humanos que se llaman Gerard, Hendrik, Piet o Klaas.
Pero para Dios son tal y cual, para la Omnifuente, para ustedes mismos son tal y cual grado de conciencia, vida, luz, creación, alumbramiento, nada más.
¿Sigue sin comprenderlo?
(Señor en la sala):

—No.
—Lo lamentaría.
(Señora en la sala):

—Gracias, maestro Zelanus.
—Gracias.
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, ¿podría explicarnos también...?
—Piénsenlo, háblenlo entre ustedes.
Es un camino hermoso, obtendrán mucho a cambio.
(Señor en la sala):

—¿Puede explicarnos lo que es astral?
—Esto.
(Señor en la sala):

—Pero conocemos una forma de luz, conocemos una forma de vida, conocemos una forma de amor, dice usted.
Y ahora también... sabemos de una célula de vida y también sabemos de un átomo, pero ¿cuál es la tercera forma, pues, de esta trinidad?
—Bueno, eso lo puede leer en los libros.
¿Quiere saber lo que es astral y lo que es espiritual?

(Señor en la sala):

—Desde luego.
—¿Quién acaba de hablar?
(Señora en la sala):

—El maestro Zelanus.
—No, no hablaba de mí mismo.
¿Quién me dijo algo?, ¿quién era?
(Señor en la sala):

—Fui yo.
—Sí, sí, pero lo que es aquí.
Es... me hablaba el universo, interpretado, materializado, esa conciencia se puso a pensar como ser humano, a eso lo llamamos un ser humano, pero ustedes son un grado de vida.
(Señor en la sala):

—¿A eso se le llama inspiración?
—No, no, no, no, no, no, no: usted sigue siéndola, sigue siéndola usted mismo.
Bien, ¿qué es la inspiración?
Entonces ya se encuentran en otro ámbito, en otra ley, en otro espacio.
Pero lo que hay aquí...
Pueden pensar con la boca cerrada, ¿no? Entonces pasarán más cosas que cuando hablen.
Hay personas con dones poderosos; no saben expresarse.
¿Por qué no?
Entonces tienen que ir a la escuela y ponerse a estudiar intensamente esa materia, porque es lo que pide la sociedad.
Pero todos ustedes son de una profundidad universal.
Y cuando no hablan...
Sí, dirán: ¿cómo ofrecerá luego sus conferencias allí?
Pero allí ya no hablamos.
Nos sentamos, con los ojos cerrados, como los yoguis, los iniciados en Oriente, Buda.
¿Tengo que sentarme?
No, mejor no lo hago.
¿Entienden?
¿Qué es esto?
Adelante, háganlo.
En una sola noche les quiero... conozco siete mil trucos para Buda, también soy budista, soy de Christian Science, soy un teósofo, soy mahometano, soy católico, soy protestante, soy judío.
Pero ¿esto qué es?
Háganlo, adelante.
Un amigo de André dice: les enseñaré los trucos de Buda —no son trucos, es sintonización con el espacio— y se quedarán dormidos al instante.
¿Quieren hipnotismo?
Sí...
Así no podía hacerlo.
Y la criatura estaba dormida al instante.
Solo esto.
Háganlo, adelante, así sentirán el espacio.
El punto divino, el universo.
Buda estaba sentado así; esto es su antena, para que lo sepan, en línea recta.
Es cuando la personalidad lo es de todo, ya no hay izquierda, ya no hay derecha, todo en él está blindado.
Y entonces cualquier apretón de manos... esto, aquello, eso, lo de allí, lo de allí carece de importancia.
Ahora me blindo por completo.
Entonces Buda lo va a...
No tienen más que probarlo, pues.
Bueno, mejor no se metan en esos berenjenales, porque entonces en la siguiente conferencia me... la gente dirá: ese señor está infantilizando a mi mujer.
(Risas en la sala).
Y entonces la esposa querida llega a casa y dice: “Esta noche he aprendido algo”.
Pero es cuando ese señor dice: “Pues voy a ir allí ya para sacar a ese hombre”.
“Porque ya no hace nada, señor”.
Ya no hace nada, se sienta, porque es un sentimiento sagrado, es un sentimiento sagrado.
Podemos hacer más cosas que solo hablar.
Es un sentimiento sagrado si tienen la sensibilidad, las antenas, son antenas.
Buda siempre sacaba sus antenas.
Y entonces tomaba...
Pero ahora el lado del corazón, el alma, el espíritu, la personalidad.
¿Dónde está, pues, esa personalidad? ¿Entienden?
Quisiera... hubiera querido mostrar esa alma, quería hacer sentir la vida, quería hacer sentir la personalidad.
Y entonces todavía recibirán con los dedos, la presión, qué grado de sentimiento...
Y entonces recibo las respuestas y la sabiduría exactamente desde la tercera esfera, la cuarta o la séptima.
Y si suelto esto... ese pulgar, lo recibo desde el tercero.
Sí, así era Buda.
¿Conocen a Buda?
Nadie en el mundo conoce a Buda.
Buda era universalmente profundo, como ser humano, era un yogui.
Conocía las fuerzas vitales de las manos... de la mano divina.
¿Entienden?
La mano humana es la antena para el sol, porque por... lo que tiene el sol, lo que irradia en cuanto a luz, eso ustedes lo pueden hacer con la presión de sus manos.
Si no las tuvieran, estarían impotentes.
¿Qué más quieren?
¿Qué quieren hacer todavía en la sociedad?
Han recibido esto para trabajar y servir, es irradiación, ¿entienden?
Todo lo que por fuera recibió espacio, es fuerza creadora.
¿Qué es una mano?
¿Cómo llaman eso?
¿Es neutral, la manita, o es...?
Solo conocemos el empuje de un cuerpo.
Un cuerpo tiene fuerza que impulsa, espacial, que habla, es una parte de la paternidad y maternidad.
¿Entienden? El ser humano empieza a cambiar.
¿Hemos hablado ya alguna vez de eso?
(Gente en la sala):

—No.
—No, todavía no he comenzado.
Sigo hablando a su alrededor, trescientas conferencias... ya he...
¿Cuántas conferencias han recibido aquí?
Trescientas cincuenta.
Él no hace más que dejarme hablar.
Trescientas cincuenta, y ni siquiera hemos empezado todavía con las clases universitarias.
¿Entienden?
Todavía tenemos que empezar con esos sistemas...
¿Qué es un brazo? ¿A qué se debe que hayan recibido un brazo? ¿Por qué una pierna?
Ciertamente, vivíamos en las aguas y la madre era una ninfa; sigue siéndolo.
¿Entienden?
Cuando nos ponemos a hacer un viaje por la tierra vivimos las aguas, nos sentamos encima de la madre como madre y nos lleva por las aguas, los océanos, nos muestra otro paraíso.
Ya les gustaría.
(Dirigiéndose al técnico de sonido):

¿Ya es la hora?
(Señora en la sala):

—¿Maestro Zelanus?
—Enseguida estoy con usted.
Allá.
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus...
—Piensen en el tiempo, ahora me guío por el tiempo.
(El técnico de sonido):

—Es casi la hora.
(Señor en la sala):

—En ‘El pequeño Juan’, de Frederik van Eeden, se describen varios desdoblamientos corporales suyos.
—Sí.
(Señor en la sala):

—¿Cuál es...?
—Conozco a Frederik van Eeden.
(Señor en la sala):

—¿Es algo solo puramente literario o lo vivió?
—Es...
No, no, no.
¿Quieren saber dónde...?
No, esta noche no ha podido verlo, no es usted muy clarividente.
Durante la conferencia anterior, no la anterior que recibieron solo ustedes, sino la de cuando estuvimos aquí hace poco, estuvo sentado aquí Frederik van Eeden, toda la noche, allí, en ese rincón, porque él construyó ‘Las máscaras y los seres humanos’.
¿Entienden?
Es un adepto mío, es mi discípulo, y me sigue a través de todo.
¿No lo creen?
Se lo mostraré en breve detrás del ataúd.
Vivía leyes ocultas.
Era un médium en el tercer grado, pero no se manifestaba.
¿Entienden?
Pero trabajaba, sentía, ya servía a la Universidad de Cristo.
El Frederik van Eeden de usted tenía la sensación de estar dando felicidad al mundo por medio de ‘El pequeño Juan’.
Y si quieren comparar este libro, pues, sigan; lo que describe allí de forma animal, también lo pueden ver en el manicomio.
Sí, dice, los pensamiento son de una profundidad universal, los pensamientos tienen espacio.
Luego podrán decirle a una tormenta: ¡para!
¿Qué hizo Cristo?
Pedro, ¿tienes miedo a las aguas?
Silencio.
Eso es lo que van a ser ustedes.
Lluvia, viento, fuerza, energía.
Han creado ustedes las aguas.
Ustedes, por medio de ustedes y por medio de todas esas otras chispas.
¿Entienden?
Y luego pasa que la gente llega a ver: el ser humano, ¿tiene la fuerza de gritar a los huracanes “¡Para!” y “¡Vuelve a la serenidad!”?
Claro que sí.
El espacio había pasado de pronto a la serenidad y la paz.
“Y pudimos seguir”, dice Frederik.
Sí, por dentro.
¿Entienden?
¿Por qué?
Lean ‘Las máscaras y los seres humanos’.
Cuando tienen miedo y no conocen la ley, tormenta, viento, lluvia: ¿qué importa eso al morir si usted abate el viento?
Pero cuando dicen: “A mí no me puede abatir nadie”, entonces es usted la personalidad espacial que dice: hasta aquí y no más.
¿Entienden?
Todo eso lo pueden extraer de esas oraciones de ‘Las máscaras y los seres humanos’, es Frederik van Ederik.
Frederik van... ¿Ederik?
Frederik van Eeden.
Bah, como si se fuera a enojar allá.
(Señora en la sala):

—Si Frederik van Eeden era consciente, ¿cómo es entonces que al final de su vida se convirtiera al catolicismo...?
—Ya lo dije: no era consciente, él era para el tercer grado.
Lo sabía y no lo sabía.
No tenía conciencia, tenía lo que es sentir.
¿Cuántos millones de personas no hay en el mundo a quienes les gustaría ayudar a la humanidad para que se dilatara, llegara a una nueva evolución? ¿Cuántos darían sus vidas por ello?
Puedo ofrecerles mi vida, la vida de André, la sangre, también.
Me gustaría que Cristo —¿de qué me sirve?— ... pero que nos dijera, a André, o a mí, al maestro Alcar: “Ahora a ver si ese instrumento es capaz de demostrar lo que sabe hacer”.
Entonces en nada les sacamos el corazón de esas costillas.
Mejor traigan el cuchillo, bien afilado, se lo sacamos con un giro de la mano.
Lo hacemos con gusto por el Mesías.
¿De dónde viene eso?
¿Que es una locura?
¿Querer morir por Cristo?
Dice: vive por mí, reza.
Pero cuando tenga que ser, nos iremos a la hoguera, nos ahorcarán.
Vaya, qué delicia así, un cordelito, una breve sacudida, un par de vibraciones... fffft y al espacio.
Hermanas mías y hermanos míos, creo que ya es la hora.
¿Tienen algo más?
(Señora en la sala):

—Sí, yo...
—Esta noche estoy eliminando con palabras el catarro de André, lo hago mediante la alegría, mediante el sentimiento, el estar animado, allí deposito nueva energía.
Estoy cerca de ustedes.
Frederik dice: ¿Qué es el estar cerca y morar lejos?
¿Verdad?
¿Qué es el estar cerca y el morar lejos?
Estoy cerca de ustedes y pueden encontrarme en el universo en miles y miles de personalidades, estén donde estén, allí me verán.
Eso es el estar cerca y aun así morar lejos, la conciencia cósmica.
Entonces tienen todo, ya no habrá nada que no conocen.
No hace falta que sepan todo, no tienen nada que ver con los pensamientos y los sentimientos, el pensamiento de su caos, de su sociedad.
Piensan, pero una persona cósmicamente consciente lo sabe todo.
¿Por qué se tiene que sintonizar una persona cósmicamente consciente con la desintegración de su sociedad?
Cristo dijo: “Golpéenme, adelante”.
Si Cristo hubiera hecho esto, toda la raza judía (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), Pilato y todo habrían sido destruidos, disueltos, con que Él solo hubiera llegado así, pero entonces es que se habría enojado.
Cristo vino desde la armonía divina, ya no sabía lo que era el enojo ni albergaba el sentimiento de “ya destruiré a esas criaturas”.
Vino con amor.
Conviértanse en amor y serán Cristo en tal y cual grado de sentimiento, pensamiento, conciencia y actuación.
¿Algo más?
¿Qué ofrecen por esta conciencia? Que me vendo a mí mismo.
La conciencia es sentimiento, la conciencia es vida, es ser madre, ser padre.
Consigan esta imagen.
Cuando dentro de poco estén en el espacio, detrás del ataúd, y tengan a su madre... esta es su mujer, aquel es su marido; bien, estarán juntos, se tendrán los unos a los otros, y entonces él irá por delante de ustedes, es él, mira, y recibirán lo que él vea, eso lo recibirán debajo del corazón.
Besa el espacio y ustedes sentirán el beso en los labios.
Pues, sí, ¿qué es lo que se dan en cuanto a amor humano?
Deberían darse amor espacial, vamos.
¿Cuándo hablan los sentimientos de la madre de manera espacial?
Un ser humano que dice: “Esto no lo quiero”, se queda con ambos pies sobre la tierra, con la personalidad entera.
Y ese amor es terrenal, ese beso es católico o protestante, ese beso es mahometano, o es un detallito de Alá.
Pero ahora un beso universal, espacial, cósmico del padre hacia la madre: eso sí que es la unión.
Y entonces, si se pierde en eso, madre, vivirá, ciertamente, ese paraíso en particular, pero verdadero, donde viven el verdadero Adán y Eva.
Y esos dos no tienen una serpiente entre ellos, porque tienen sabiduría vital.
Ya no creen; ellos saben.
Les doy las gracias.
(Gente en la sala):

—Gracias, maestro Zelanus.
—Voy a poner fin a esto de golpe.
Miren, esto, en cambio, fue demasiado duro.
Hasta la semana que viene.