Noche del martes 24 de octubre de 1950

—Buenas noches, hermanas mías y hermanos míos.
—Buenas noches, maestro Zelanus.
—Voy a comenzar con una pregunta que se nos ha enviado y a la que no hemos respondido, porque no podemos reaccionar a las preguntas a domicilio, porque entonces nos escribirían centenares de personas, y ya no podríamos hacer nada.
Es una hermana.
¿Cuál es el nombre?
¿Vos?
¿Puede ser?
Ha escrito usted, pero ¿le importaría hacerme las preguntas ahora?
Y no escriba.
Vamos a tratar todos esos problemas aquí.
Escribir...
Necesitamos cada segundo.
Y si se pusiera a escribir la gente de La Haya y de todas partes, que lee los libros, es posible, pero es aquí donde vamos a tratar sus propias preguntas.
¿Cuáles eran sus preguntas?
(Señora en la sala):

—Mi pregunta era si Cristo no había llegado a la tierra en la época equivocada.
Porque... tenía doce apóstoles y antes de eso se habían encarnado, aquí en la tierra, y tuvieron que difundir Su doctrina.
Y yo lo que pienso es que Él no trajo un nueva doctrina aquí, porque ya la tenían, aquí arriba.
¿Qué es lo que venía a hacer aquí en realidad?
¿Y cuál era el objetivo de todo eso?
—¿De Cristo?
(Señora en la sala):

—También de que haya sufrido tanto, porque no estaba aquí para Su karma.
—Así es, Cristo no.
(Señora en la sala):

—Él no estaba aquí para Su karma.
Y yo pienso que tampoco es que viniera a traer una nueva doctrina, porque ya tenían los diez mandamientos.
Y esos apóstoles en el fondo eran todavía... eran mucho más inconscientes, francamente, que la gente de este tiempo.
—Es lo que eran.
(Señora en la sala):

—Y ahora... no entiendo cómo los doce juntos hayan podido malinterpretar todo eso.
Han dicho cosas tan asombrosas sobre Cristo.
—¿Han dicho cosas tan asombrosas...?
(Señora en la sala):

—... cosas asombrosas sobre Cristo, que habría dicho tal y cual cosa, lo que realmente no puede ser verdad, ¿no?
—Es una pregunta que han hecho miles de personas y sobre todo en este tiempo.
El ser humano ha vuelto a tener miedo, el ser humano ha vuelto a tener miedo por una conflagración mundial.
Y ahora en el fondo pueden hacer ustedes la pregunta: ¿no nació Cristo demasiado pronto si volvieran a recibir ahora otra conflagración mundial?
Los apóstoles de Cristo —¿puede aceptarlo usted para usted misma?— no eran personas espiritualmente conscientes.
Pablo vivió inspiraciones; eso, en esta época, también lo vive la madre, el ser humano —acéptelo—, e incluso de una forma más aguda que lo que pudo ver Pablo para el espacio.
¿Es así?
¿Pueden hacer ese salto?
¿Se atreven a hacer comparaciones con su Biblia, y su vida, el espacio, Cristo, el Mesías, el sol, la luna y las estrellas, el alma, el espíritu y la vida?
¿Se atreven a hacer esas preguntas?
¿Se atreven a pensar?
¿O siguen aferrándose a la Biblia?
Pueden hacerlo.
Pero entonces también tienen que aceptar que la Biblia la escribieron seres humanos, ¿verdad?
¿Lo aceptan?
Gracias.
Pero hay millones de personas que dicen —eso lo hemos tratado muchas veces—: “Esa es la palabra de Dios”.
O sea, Dios mismo ha infundido alma a la Biblia, por la inspiración.
¿O la ha escrito Dios mismo?
¿Es el teólogo el que piensa ahora? ¿Está convencido de eso?
Llegamos a estar separados de la Biblia y entonces vivimos en el espacio, porque allí se pueden vivir esas leyes.
Cristo no nació ni un segundo demasiado pronto ni demasiado tarde, y a la humanidad no le servían de nada los diez mandamientos.
Trajo Su conciencia divina.
¿Ha quedado claro?
Trajo el divino Evangelio.
Y eso no pretende significar otra cosa que: trajo amor divino.
No matarás y amarás al prójimo.
Al ser humano no le bastaban los diez mandamientos.
No basta un solo libro que explique infiernos y cielos, leyes para el espacio, el alma, el espíritu, la paternidad y la maternidad.
Les hacen falta centenares de libros, por los que llegarán a conocer todas las leyes.
Y Cristo lo trajo por Su conciencia divina, Su Omnigrado.
No significa nada el modo en que se asesinó a Cristo en la cruz.
Pero el modo en que la Biblia destruyó a Cristo, eso sí que lo dice todo.
Pusieron palabras en boca Suya, por ejemplo en el jardín de Getsemaní, hemos hablado de eso muchas veces: “Padre, Padre, aparta de mí este cáliz”, ¿verdad?
Pero ¿quién estaba allí cuando Él dijo estas palabras?
El ser humano se hace esta pregunta una y otra vez.
Y merece la pena hacérsela, porque este ser humano piensa.
Allí están los apóstoles y se han quedado dormidos; allí, lejos.
Eso de Getsemaní es profundo y allí está Cristo y dice: “Dios mío, Dios mío, aparta de mí este cáliz”.
Nadie en el espacio, en la tierra, ha oído estas palabras.
Pero vienen en la Biblia.
Eso lo han cocinado los autores de la Biblia en tal y cual tiempo, han debilitado a Cristo, lo han convertido en un ser humano.
Y en estos momentos ocurren cosas mucho peores.
El ser humano que viola al Mesías, a Cristo, porque se acepta la condena.
El ser humano escribe libros, por lo que se viola a Cristo.
En breve les contaré algo sobre una obra nueva.
Los apóstoles eran niños, inconscientes para la cosmología.
Del alma, del espíritu y de los cielos no sabían nada.
Bueno, Cristo decía algo de vez en cuando, pero no eran capaces de comprenderlo.
Cristo les podría haber explicado el cosmos, la conciencia divina: llevársela, dársela.
Esas criaturas habían nacido para ello.
Había algunos de esos seres humanos en la tierra que estaban abiertos en esa época, que se atrevían a pensar.
Su sociedad no se atreve a pensar.
¿Ven?
El ser humano está abatido, la Biblia ha colocado cepos y grilletes para la conciencia divina, para el alma, el espíritu, la personalidad astral.
Pero ningún Cristo ni ningún Dios ni ningún maestro.
Los maestros, esto pueden leerlo en ‘Los pueblos de la tierra’...
Pongan a prueba esa obra que tienen allí.
Trajeron una fe a la tierra, antes de que comenzara la Biblia.
Trajeron una Casa a la tierra, un núcleo, un padre y una madre, con eso comenzó la humanidad.
Esa gente empezó a pensar, porque el ser humano, los millones de personas en la tierra todavía eran incapaces de pensar, solo se trataba de posesiones.
Egipto, y donde vivía el ser humano, se trataba del más fuerte.
El más fuerte lo tenía todo, los débiles vivían en la selva, eran torturados y masacrados.
Entonces empezaron a pensar.
‘Los pueblos de la tierra’ les ofrecen una poderosa imagen, de que también ese caos vivía en la tierra.
El ser humano no era de otra manera.
No tenía nada.
Se han hecho preguntas por las que el ser humano plantea: a los niños de la era prehistórica, ¿no les resultaba todo sencillo y más fácil que al ser humano de esta época, con todos sus milagros técnicos?
Lo tenían más fácil.
A ustedes se les han complicado las cosas por su luz, por su vida y su deidad.
¿Por qué?
Porque llegó la Biblia, el ser humano se puso a pensar.
¿Saben cómo surgió la Biblia?
Por los cuentos de unos a otros.
Cuéntenle algo a su hermana, a su hermano, y esperen a que esa palabra, sus pensamientos, regresen cuatro años después; verán cómo a ustedes los habrán mutilado, no quedará nada de ellas.
A Cristo se le ha hecho decir: “Dios mío, Padre Mío, ¿me has abandonado?”, cuando lo clavaron en la cruz.
¿De verdad que piensan que para Cristo la muerte en la cruz lo fue todo, que tenía miedo a morir en la cruz, de que lo iban a destruir?
A una criatura de la época de guerra de ustedes se le pegó y torturó y se mantuvo firme, no le contó nada a los enemigos de ustedes.
Ojalá lo hubiera hecho, porque de todas formas luchan por la desintegración, no les da felicidad espacial.
Cuando luchan por algo y se entregan, tienen que saber para qué, tienen que tener realidad, de lo contrario todo será para nada.
Habrán entregado sus vidas para el diablo, para el desmantelamiento, para la destrucción.
Esas heroínas y esos héroes que llegaron a conocer durante su guerra, ¿qué clase de conscientes eran?
Abatían a tiros todo con lo que se topaban.
¿Y es eso conciencia divina, espiritual? ¿Es eso amor espacial?
¿A quién, a quién entregan ustedes sus vidas?
¿Ven?
Pregúntenselo.
¿Qué hacemos nosotros?
El pastor protestante habla de condena; es al llegar detrás del ataúd cuando está ante esa condena.
Y la criatura católica dice: “Y sucederá al Juicio Final”.
El Juicio Final sucede cuando uno dice: hasta aquí y no más.
Y llegarán a tener nuevo espacio; el nuevo despertar los conducirá a una conciencia, sentimientos y pensamientos más elevados.
Cristo llegó con un Evangelio divino, con la conciencia espacial.
Pues, no haberlo matado —hicieron picadillo de Él, se lo he explicado hace poco, estuve ocupado con eso la noche entera—, Cristo se habría quedado siete millones de años en la tierra.
Lo ha demostrado.
Llegó a la tierra de forma desmaterializada.
Una criatura oriental también es capaz de eso, un yogui, un maestro de Oriente.
Claro, esas leyes las pueden aprender en el Antiguo Egipto, ahora todavía en el Tíbet.
Ustedes entregarán vida tras vida, para experimentar entonces esas leyes, la desmaterialización, la materialización, la levitación; al sintonizar ustedes en la vida del alma, del espíritu, mediante la concentración, esas leyes pueden ser vencidas.
¿Qué hizo Cristo cuando volvió a los apóstoles y caminó a través de la pared?
Era Su personalidad espiritual.
Podía haberse quedado así millones de años en la tierra.
Pero sabía: el ser humano tiene que hacer que despierte su divinidad.
Y esas pobres criaturas, esos apóstoles...
Allí Pablo tenía una cierta medida de conciencia, de sensibilidad, pero era una conciencia humana.
Pablo veía, sentía, se le elevaba, era un médium, una persona sensible, se le transmitían mensajes hermosos, ponía en ellos el grado espiritual, el fundamento.
Pero miró unos instantes en los cielos, sí, sí, tenía el don de esa clarividencia, pero Pablo sabía muy poco del sol, de la luna y de las estrellas y del renacer.
Juan, Pedro.
¿Quién fue cuando Cristo...?
El ser humano vivía al lado de Cristo, caminaba con Él por la tierra.
Decía cosas poderosas, daba la vida a todo.
Y Pedro está allí y dice: “Ese hombre jamás lo he conocido”.
Dios mío, Dios mío... el ser humano se metió por Cristo en la fosa de los leones, ¿ya no se acuerdan?
¿Cuántas personas no entregaron realmente sus vidas por el Mesías, realmente, por querer morir por Cristo, por lo más elevado, por la conciencia divina?
Hubo millones de personas en la tierra, y sigue habiéndolas.
Y Pedro, que vivía al lado del Mesías: era débil.
Pero Cristo también se encargaba de los débiles, y de los conscientes, porque los pequeñitos aprenderían de los conscientes.
Y luego resultó que el pequeño, el débil, tenía más sentimientos.
Miren, los caracteres de este mundo.
Cristo tomó todos los rasgos de carácter, los siete grados diferentes para el pensamiento y el sentimiento.
Unos tenían más conciencia que otros.
Cuando perciban ustedes la imagen de Jerusalén: siguen viviendo en esos tiempos.
Llevan casi dos mil años ofreciendo eso al ser humano, todavía.
La Biblia no recibió conciencia.
Pero la podría haber dado Cristo.
Dijo: “Habrá quienes digan más que Yo”.
Sí, eran los maestros, son los maestros.
Eso lo harán ustedes en breve, cuando posean la luz y conozcan esas leyes, cuando sepan algo del nacimiento, del renacer, de las leyes del karma, de la causa y el efecto, de la locura, de la psicopatía.
¿Cómo es que nacieron el sol, la luna y las estrellas?
¿Por qué está muerta la luna?
El erudito no lo sabe.
Y cuando ustedes conozcan todo eso, les entrará el alma y conducirán a otra persona a ese despertar, a la felicidad de ustedes, a su espacio.
Entonces ya nada del mundo tendrá significado, solo su espíritu, su alma, su personalidad, su amor.
Eso aún no lo tenían esas criaturas.
Si ahora llegara una conflagración mundial, pueden leerlo en ‘Los pueblos de la tierra’, si ahora llegara otra conflagración mundial, Cristo habría nacido demasiado pronto.
Porque cuando Rusia —la conciencia animal para este mundo— venga de verdad, ya entenderán que no quedará nada de Cristo, de Dios, de su sociedad, nada, nada de la iglesia.
¿Lo creen?
Entonces Cristo sí que llegó demasiado pronto.
Entonces también habremos llegado demasiado pronto con esos libros.
Y entonces ya pueden destruir todo, porque no quedará nada en el mundo.
Solo seguirá existiendo la selva.
Pero el pensamiento, la intelectualidad, desaparecerá del mundo, porque lo que vivirán ustedes será el animal.
¿Entienden?
Pero cuando ocurra eso ya podrán enterrar el Gólgota y la Biblia, y todo, entonces ya nada significará nada y entonces Cristo tendría que haber ido a la selva, y no a Jerusalén.
Entienden, ¿verdad?
Entonces, cuando eso suceda, se desplomará el espacio.
Tampoco ya no quedará nada de su sociedad.
Pero Cristo no llegó ni un segundo demasiado pronto o tarde.
Y cuando quieran vivir eso...
Pueden recibir ustedes poderosas experiencias a partir de su Biblia, pueden acogerlas si las comparan con la palabra de los maestros, del espacio.
Y entonces sí que intuirán de inmediato: aquello está bien, esto está mal, eso otro lo han puesto en boca Suya.
Esas palabras no las puede haber dicho Él.
Nosotros luchamos de otra manera, nosotros vivimos al Mesías de otra manera que ustedes aquí en la tierra, que lo que ha vivido la Biblia.
Pronto estarán libres de la Biblia, de la fe, de la religión, de las ciencias.
Solo los sentimientos seguirán existiendo.
¿Qué quieren con su sociedad, con la vida detrás del ataúd, si existe la pervivencia?
Y existe.
¿Qué quieren hacer allí con su cine, con su teatro, con todo lo que poseen aquí, qué quieren hacer con eso?
Solo seguirá existiendo su vida, y eso es un grado de vida.
Ustedes han adquirido conciencia para tal y cual espacio, para su alma, para su espíritu.
Sus artes y ciencias están colgadas por aquí, se quedarán aquí, y eso es lo que harán.
Ahora una vida está metiendo hachazos a la otra por un Rembrandt.
Sí, sí, es poderoso, respeten ese arte.
Pero la tierra morirá, esos Rembrandt están aquí, no podrán llevárselos detrás del ataúd, ni los necesitarán allí, no son más que posesiones temporales.
¿Qué dice de eso la Biblia?
¿Qué dice la Biblia del renacer?
Dice todo sobre el renacer, pero el ser humano no lo ha comprendido.
Y así es como el ser humano lo ha cambiado y dividido todo, lo ha conducido a las tinieblas.
¿Están satisfechos?
Compárenlo con la Biblia, y deberían ver lo que todavía está bien y mal, para estos tiempos, para Cristo, para el catolicismo, el protestantismo, la condena, el reencuentro eterno, la paternidad y la maternidad.
Cristo de todas formas no podía hablar sobre la conciencia cósmica; el ser humano no se comprendía a sí mismo.
“Eres padre y madre”, entonces se habrían reído de Él en Su cara.
Pero cómo Cristo...
Quienes más lo violan son los místicos, el ser humano en la sociedad, más que lo que pudo la Biblia.
En la Biblia...
Nosotros no desmantelamos nada, sino que en su lugar ponemos la vida eterna.
No somos diabólicos cuando la Biblia habla de condena.
Dios no condena nada.
Son ustedes dioses.
Cada insecto ha de regresar a la Omnifuente.
¿Entienden?
¿Conocen ese libro de Oriente: ‘Hablan los maestros’?
¿Quién se lo dio por allá a André?
Aquí ustedes le mostraron algo.
Ese libro nosotros también lo tenemos.
¿Lo conocen?
¿Lo han leído?
(Señor en la sala):

—¿‘Los Maestros del Lejano Oriente’? (Baird T. Spalding, ‘Los maestros del Lejano Oriente’, 1894).
—Sí.
¿Qué ha aprendido usted de ese trabajo?
(Señor en la sala):

—Que en principio dice exactamente lo mismo que usted.
—Y nosotros maldecimos esa obra.
(Señor en la sala):

—Creo que quiere decir usted otra obra.
—No, no.
Usted tiene ese libro, que le mostró a André, yo a él... a él le he encargado en nombre del maestro Alcar: “Míralo”.
¿No siente usted que allí se mancilla otra vez a Cristo, en esa obra?
(Señor en la sala):

—No, no me ha parecido así.
—Lástima.
—¿Lo ha acabado?
(Señor en la sala):

—No, no, más de treinta y cinco páginas...
—Hay un norteamericano —en Estados Unidos hay otra obra de esas—, hay un norteamericano que dice...
Estuvo donde los maestros en Oriente.
Pero ¿es que no ha sentido usted... no ha vivido que allí se analizan los maestros de modo dogmático?
¿No ha sentido que en Oriente poseen más conciencia de la Biblia que la criatura de Occidente?
¿Y vive la Biblia en el Himalaya?
Aquí hay un ser humano escribiendo sobre Cristo.
¿No ha llegado usted al punto de que Cristo está sentado en la mesa y que parte el pan de nuevo, y donde se manifiesta en las montañas?
(Señor en la sala):

—Sí.
—¿Lo ve?
Ese no volverá con usted.
No así.
Nunca.
Lo dio una vez y no lo hará una segunda, y por eso es pensamiento y sentimiento propios.
Puede usted leerlo.
Pero si tengo la posibilidad de convencerlos de eso... usen entonces su dinero para otra cosa.
Este es un libro que ha surgido por el cerebro que conoce Broadway y Long Island.
Este es un erudito que ve las leyes.
Cristo vuelve a andar allí, el ser humano, el gran maestro.
Sí, primero viene el gran maestro, y entonces el minúsculo yo humano irá reptando por encima de ese gran maestro y estaremos con él sentados en la mesa, comiendo y bebiendo.
(El señor en la sala dice algo).
Eso viene de Estados Unidos.
Basta con que le envíen a esa criatura una obra holandesa nuestra, así podrá ver que está ofendiendo de nuevo a Cristo.
Si nosotros violáramos un solo sentimiento, un solo grado de Cristo, nos aplastaría y estaríamos detenidos.
Compárenlo con la obra ‘Los pueblos de la tierra’ y ‘El origen del universo’.
Ese Mesías vuelve a hablar, otra vez, como la Biblia ha dado a conocer a Cristo.
Y así han surgido más libros que violan de nuevo esa vida del Mesías, el divinamente consciente.
Sin duda.
Cuando el oriental... cuando se pongan a vivir las leyes orientales y digan: “La vida lo es todo y la vida procede de la Omnifuente”, entonces es verdad.
Pero después empieza; y entonces harán que les vaya de mal en peor.
Entonces se quiebra la conciencia más elevada, que volverá a ser torturada otra vez, y entonces beberán ustedes Su sangre.
Y así la Biblia estará mil veces más alta.
Los relatos de Juan, los relatos que se recibieron aquí en Europa, no viven en las montañas del Himalaya y el oriental no los puede vivir.
¿Por qué?
Porque esto no forma parte de su conciencia.
Pero ahora la conciencia oriental está siendo violada por el pensamiento y sentimiento bíblico.
Así es como tienen que leer ese libro.
¿Tenían algo más?
¿Quién de ustedes?
(Señor en la sala):

—Me había usted prometido, hace dos semanas...
—Exacto.
Puede empezar, adelante.
(Señor en la sala):

—¿Cómo dice?
—Comience, adelante.
(Señor en la sala):

—Fue cuando estuvimos hablando de la oración, del padrenuestro, y allí había una determinada frase: “No nos dejes caer en la tentación...”.
—Sí.
(Señor en la sala):

—Entonces dijo usted: “Dios es amor, Él no nos deja caer en la tentación...”.
—Imposible.
(Señor en la sala):

—Claro, yo diría lo mismo.
Pero en la Biblia sí dice que el propio Jesús rezó esa oración, eso es lo que le quería preguntarle...
—Es imposible que Cristo haya rezado eso.
(Señor en la sala):

—Pero ¿no dice así el Nuevo Testamento, según la Biblia?
—Ese Nuevo Testamento ha sido plasmado y analizado por seres humanos.
Y todavía ahora siguen aportando nuevas Biblias e introduciendo cambios, así es, para clarificarla.
Cada vez se alejan más de Su vida.
Es imposible que Cristo haya dicho y orado: “No nos dejes caer en la tentación”.
Y Él es la personalidad divina para Dios, para el espacio, para el Omniamor, la Omnivida, el Omniespíritu, la Omnipersonalidad.
¿Cómo puede Cristo lanzar oraciones así?
¿Hace usted eso?
Sí, como ser humano... puedo imaginármelo.
(Señor en la sala):

—Sí, pero no ha dicho usted... no estoy seguro, pero me parece que también dijo una vez: el Nuevo Testamento es la sagrada verdad...
—Claro, cuando de verdad estamos ante la verdad.
Cuando de verdad llegamos a estar ante la verdad.
Pero contiene cosas, contiene palabras, se han trazado senderos que cuando uno quiere recorrerlos se hunde.
A Cristo se le clavó en la cruz, como les digo, en el Nuevo Testamento —Getsemaní ¿no forma parte de Cristo?,
el Gólgota ¿no forma parte de “El siglo de Cristo”, de Su tiempo, de Su pensamiento y sentimiento?—, lo clavaron en la cruz y le dieron palabras, esa personalidad divina la convirtieron en un debilucho.
¿Es posible eso?
¿Creen ustedes en eso?
Que Cristo, cuando tuvo que entregarse, que se pusiera a suplicar allí: “Dios Mío, Dios mío, ¿me has abandonado?”, siendo un divino consciente.
¿Es posible eso?
¿Entienden?
Ahora tienen que ponerse a leer la Biblia, el Nuevo Testamento y el Antiguo Testamento.
Cuando Dios habla allí y le dice a Moisés: “Vete y destruye”, o “Eleva a esa gente” —un Dios de odio, de destrucción, ¿entienden?—, es imposible que lo imaginara, que lo sintiera un Dios de amor.
(Señor en la sala):

—Pero le hago esa pregunta porque ha dicho: el Nuevo Testamento sí que es veraz, pero el Antiguo Testamento no lo es del todo.
—Entonces no me escuchó.
He dicho: el Nuevo Testamento los conduce más cerca de lo inmaculado del espacio.
Pero en el Nuevo Testamento también hay mentiras, que Cristo no puede haber dicho.
Ya entenderán ustedes que así se le... que así le dan y brindan a Cristo la autoridad divina, cuando dicen: eso no lo puedes haber dicho, no puedes haberlo pensado, ¿no?
“No nos dejes caer en la tentación”.
Dios nos dio todo.
Dios es amor, Dios lo es todo, justicia, armonía.
¿Cómo va a poder hacerles caer en la tentación esa divinidad?
Eso ni siquiera lo hacen como padres y madres de una criatura.
La madre ¿es capaz de llevar a la criatura a la desintegración en la sociedad, de la que sabe: esa criatura se destruirá consciente e inconscientemente?
¿Lo hace la madre?
¿Es capaz de ello Dios?
¿Es capaz de eso Cristo?
¿Cuándo comenzaremos a pensar?
Esas leyes no las ven ustedes en el espacio.
Y ahora incluso resulta que hasta el padrenuestro está mancillado.
He dicho...
Y las leyes del espacio, las leyes de su alma y espíritu, espacio, espacio...
Sí, por ese espacio hemos...
Nosotros vivimos en el espacio, ustedes viven sempiternamente en el espacio, pero el ser humano se siente terrenal.
Siempre estamos planeando alrededor del sol.
Si pueden mirar ustedes debajo de la tierra, hay espacio y profundidad, infinitud.
Vivimos en el espacio.
Y ese espacio lo hemos vencido por haber podido vivir los planetas.
Esto es un planeta.
Y ustedes irán de cuerpo en cuerpo, siempre más arriba, y entonces vivirán los grados de vida para el organismo.
Entonces llegarán detrás del ataúd, verán, estarán en armonía con la infinitud, con su espíritu, con sus sentimientos, esa es su personalidad.
¿Cómo pueden seguir condenando un mundo, un espacio?
¿Entienden?
He dicho: el ser humano reza.
¿Cómo pueden rezar ustedes si al mismo tiempo...?
¿Cómo pueden estar suplicando: Dios mío, Dios mío...?
Las flores para María, las flores para Cristo.
La madre reza día y noche por la persona enferma.
Y esa persona enferma tiene que morir, tiene que evolucionar.
Esa muerte no existe, pero llegará, tiene que llegar.
Y ahora ustedes se ponen a rezar, rezan, y ¿quieren combatir esa muerte, esa evolución?
¿Esa evolución divina?
¿Para rezar con fuerza para que Dios deje aquí a sus madres, a sus padres, a sus hijos, a ustedes mismos, para siempre jamás en la tierra?
¿Qué quieren ustedes?
¿Qué están pidiendo?
¿Qué profundidad tienen sus oraciones y qué significado tienen?
Vayan a mirar algún día en la sociedad.
Vayan alguna vez a las iglesias y escuchen bien las cosas que les quieren contar un pastor protestante de esos, un cura de esos.
Y ya lo ven, piden que se les permita experimentar la materialidad eterna.
Ojalá la muerte no llegara nunca.
Pero la muerte es evolución.
Si no hubiera muerte, estarían aquí detenidos.
No pregunta usted: ¿cómo he recibido la vida, de dónde venimos?
Eso lo contamos ahora, se lo cuentan los maestros por medio de los libros.
Es sabiduría universal para su alma, para su espíritu, para su personalidad, su vida espiritual.
¿Qué dice la Biblia de eso?
(Señor en la sala):

—Solo que me parece una pena que ya no podamos recordar nuestras vidas anteriores.
—Son ustedes esto, lo son ahora.
¿Qué quieren vivir de su vida anterior?
¿De verdad que pensaban que si hubieran estado en un templo y hubieran alcanzado la maestría, de verdad que pensaban que podían ahogar eso?
¿Por qué están aquí?
¿Qué desean?
(Señor en la sala):

—Lo digo porque entonces estaría mucho más convencido de una vida después de la muerte.
—Son ahora.
Ahora que viven en esta vida quizá hayan asimilado una millonésima parte de sentimiento de conciencia, sensibilidad y de deseo en el tiempo que han estado aquí.
Una millonésima parte de un gramo para venir aquí y leer esos libros, señor, amigo mío.
Porque el resto aún no necesita esto.
Es una poderosa posesión.
Que el ser humano pueda liberarse de los sentimiento dogmáticos, eclesiásticos, es un poderoso mecanismo de relojería de sentimiento en el pensamiento.
Cuando el ser humano puede decirle al señor cura: señor cura, eso no cuadra.
¿Cómo puede Dios condenar al ser humano?
Dios...
Si es que no hay condena.
Porque cuando viven ustedes la iglesia católica —eso nosotros también lo hemos vivido— y se ven situados ante lo definitivo, llegarán a ver un camino sin salida que los conducirá directamente a la selva, de allí ya no saldrán nunca.
Ya no habrá luz.
Con que recen, recen y entreguen, crean...
Ya no hará falta creer, porque una creencia no tiene existencia; se convertirá en saber.
Si saben que en breve morirán, y que pueden aceptarlo de forma pertinente: sí, no conseguirán matarme, me iré al ataúd, pero enseguida estaré al lado, iré planeando por el espacio, daré un paseo a la primera, la segunda o la tercera esfera...
Si soy odio, si tengo engaño, si soy duro, si estoy mintiendo, engañando, también se adentrarán en esa mentira y en ese engaño.
¿Es posible que una mentira y el engaño, la dureza, la desintegración, les pueda dar felicidad, vida luminosa?
¿Es eso amor?
Conforme a sus sentimientos de acoger todo y de querer aceptarlo todo, también llegarán a tener ampliación de espíritu.
Es su vida para su alma como personalidad astral.
¿Dónde se quedará la Biblia cuando pronto el teólogo, el biólogo, el geólogo, las ciencias tengan que aceptar: sí, el alma de verdad no está por primera vez en la tierra, esa criatura que nace ya tiene una edad de millones de eras?
Entonces llegaremos a tener razón.
Llegaremos a tener la razón, irrevocablemente.
Estas leyes, esta sabiduría, con la que tienen que ver y por la que llegarán a conocer la vida y la muerte, se convertirán en la sabiduría universal, la nueva Biblia para la tierra, para esta humanidad, para la siguiente.
No hay otra cosa.
Llegarán a conocer la vida y la muerte.
He dicho: no recen por la mejoría.
Pueden rezar, pueden pedir: haz que se me infunda alma, para que tenga que despertar, pero si no se entregan al cien por cien por ella, no pasará nada.
Entonces podrán plegar sus manos de esta manera, eternamente, echarse y elevar su silencio, podrán vivir en silencio, en paz, en la gloria.
En la tierra anda gente santa, es verdaderamente santa, naturalmente armoniosa, y estos no hacen más que rezar.
Y nosotros pasamos de lado, los dejamos rezar.
Cuando el ser humano reza para eso: dame eso y dame esto, oh, Cristo mío, haré todo para ayudar a Tus hijos...
¿Por qué esa señora de allí no toma de su dinero, de sus propiedades, mil florines y los regala?
Entonces su Dios no tiene por qué que escuchar su fe, sus oraciones.
¿Entiende?
Pero eso cuesta algo.
Hay personas que tienen millones y también están arrodillados y son felices y sintonizan con Cristo, con la Biblia, con el espacio.
Pero cuando se llama, o cuando Dios envía Su vida y dice: aquí tienes una criatura, entonces están sordos como tapias.
Cuesta dinero, cuesta diez florines.
¿No es así?
Comercien y lleven su acto al sentimiento y pensamiento para su espíritu.
Conviertan todo en armonía.
Que el ser humano diga: sí, ciertamente, esta vida es verdad, es armoniosa, es amorosa.
Y ¿entonces qué dice el oro?, ¿qué dicen las posesiones si son ustedes reinas, reyes, emperadores, maharajás?
El dinero y todas esas posesiones no hacen más que destruirlos, porque los retienen a ustedes y tienen que cruzar ustedes el mundo, tiene que enriquecer la vida de Dios.
¿No es así?
¿Qué hace la iglesia?
Cuando ven a la gente vestida así, cuando ven al ser humano, al ser humano, el cardenal con su túnica blanca, que va arrastrando por detrás de él diez metros, veinte metros...
Dios mío, Dios mío, debería ver usted esa vida en la ley en sí, que entonces representa a Cristo, a Dios, el espacio, la Omnifuente, el Omniamor.
¿Qué pueden alcanzar con encajes, esmeraldas y diamantes, con pequeñas sandalias, con esas sandalias doradas?
Si de verdad tienen posesiones y quieren hacer algo por la humanidad, ¿por qué se blindan entonces y se dejan coronar con un cacharro dorado?
¿Por qué hablan desde lejos a las personas?
¿Y por qué no van de ciudad en ciudad?
¿Por qué se desloma la criatura espiritual detrás del ataúd? ¿Por qué su padre y madre, su hermana y hermano, esa gente, se desloman detrás del ataúd?
Porque están contentos de poder conducirlos a ustedes hasta el despertar.
Y esas no quieren gratitud, no quieren perifollos.
No van vestidos en terciopelo.
No se ponen mitras de San Nicolás.
Para eso no los necesitan a ustedes, ningún espacio, ningún Dios.
Van con los pies desnudos, si hace falta.
Y pueden llevar su calzado, mejor no se hagan falsas ilusiones, porque en el espacio, en esa vida eterna, tarde o temprano se encontrarán ustedes en esa infinitud con la inmaculada claridad.
¿O es que no es cierto?
Recen para poder conservar al ser humano si este entonces recibe la evolución para vivir el nuevo nacimiento.
Sí, ha contraído usted matrimonio, es cónyuge de su amor? ¿De qué, en realidad?
No quiere perder esa vida.
Pero también eso no es más que un bien prestado.
Cuando reciben ustedes la cordialidad, la benevolencia y el amor de su esposo y son ustedes madres, ya pueden darle las gracias a Dios de que ahora puedan vivir ese amor, porque hay millones de personas que reciben palizas.
Han llegado a ese punto.
Pero quizá esa vida pertenece detrás del ataúd a otra persona.
Todos viven... este mundo entero, todos esos millones de personas aquí en la tierra viven leyes del karma.
Todavía no tienen ustedes caminando a su lado a su yo divino eterno, todavía se lo tienen que merecer, de lo contrario ya no estarían aquí.
Estoy en el espacio, he vivido la primera esfera, la segunda, la tercera y la cuarta y la quinta y la sexta y la séptima esfera, el cuarto, el quinto, el sexto y el séptimo grado cósmico, el Omnigrado, y aún así estoy esperando todavía a mi amor.
Esa parte aún no me ha llegado.
Pero no soy pobre.
Hablaré, infundiré alma, daré amor a la gente, ese grado lo conseguiré para mí.
Y la otra vida que ahora posee ese amor dirá: vívela y también recibirás mi amor.
Pues, sí, ¿qué quieren?
¿A dónde quieren ir?
¿Quieren vivir esta leyes humana, maternal, paternal, espiritual, espacial, divinamente?
Soy capaz de darles la respuesta divina.
Y entonces estaremos ante la verdadera ley, y entonces también sentirán: sí, así es, y nada más.
Nada.
(Dirigiéndose a la sala):

—¿Algo más?
(Un señor en la sala quiere decir algo).
Enseguida estoy con usted.
(Señora en la sala):

—Quería preguntar, ¿mantiene usted que no tendremos guerra?
—Desde luego.
(Señor en la sala):

—¿Me permite que se lo vuelva a preguntar?
—Sí.
Pues, asesíneme si viene esa guerra.
¿Está contento ahora?
Pero no está usted seguro.
Sigue sin estarlo.
No, nadie lo está.
(Señor en la sala):

—Pues, sí, no voy a ocultárselo.
—Porque usted no tiene el sentimiento y pensamiento al cien por cien, el saber de verdad no vive bajo su corazón.
Puede usted... y sigue así...
¿Pensaba usted que de verdad soy feliz, que podía regalarles algo?
No puedo.
Imposible, no puedo.
Es el dolor del Mesías.
Por eso se dejó clavar en la cruz, dice el oriental.
Cristo eligió la muerte en la cruz, dice ese hombre en aquel libro, ese norteamericano.
Cristo pasó por la muerte en la cruz, y ¿fue esa la única posibilidad de desprenderse de este mundo?
Para nada, allí lo clavaron a conciencia.
Y eso es un error cósmico, es mentira y engaño lo que leen allí.
A Cristo solo le quedaba la muerte en la cruz.
No, no, este mundo, esta humanidad, el judaísmo, no, los romanos y cualquiera, todo lo que vive en la tierra lo ha clavado a Él en la cruz, a conciencia.
Ustedes y yo somos Sus asesinos.
Y entonces un oriental dice, y lo dice un maestro oriental: “Cristo...”.
Por allí viene un oriental...
Ese libro lo arrojamos a la hoguera, es aún más podrido —lo diré con toda crudeza— que las peores novelas que hayan leído ustedes, llenas de pasión y animalización.
Clama al cielo que se viole a un maestro de Oriente y que lo lleven a... que lo dejen hablar por medio de Cristo.
Eso es veneno.
Les prevengo contra ese libro.
Pueden... si quieren leerlo, se lo compran y lo comparan con nuestro doctrina.
Soberbia, una mesa que se pone por arte de magia.
Ahí va el erudito en Oriente y dice... y llegamos allí, hay una mesa basta, nos sentamos, y de pronto la mesa está puesta, los platos están allí y viene un maestro de esos elevados, levanta la tapa del puchero y aparece comida, va saliendo por sí sola.
¿Lo ven?
Imitar a Cristo.
La vivencia del Mesías, la vivencia de Su vida, y construir con eso la podredumbre, ¿para darle algo a un sacerdote en Oriente?
No, es el alma, el anhelo del ser humano de ser algo, de llevar algo.
Y entonces Cristo se va otra vez a la cruz.
Mejor no violen los libros.
Con que nosotros demos una sola palabra mal, Jozef Rulof arrojará esos libros en sus canales, a la calle, o a donde sea.
Nos echaría a patadas, si no le dejáramos ver dónde vive la verdad.
Y entonces pueden hacerlo.
Ya llevamos hablando aquí cuatro años, ya hemos ofrecido seiscientas cincuenta conferencias y todavía no hemos empezado.
No pueden agotarse ustedes para Cristo.
Pero cuando la verdad está allí, sí, entonces se les infundirá alma espacial.
Y si no sienten eso, los conducirán de nuevo a esas tinieblas, a esa desintegración, esa mancilla.
Luchamos por el Mesías, porque conocemos Su vida, porque sabemos que Él ha vivido sobre la tierra, porque sabemos: Su camino...
No pueden dar un paso sobre la tierra o echarán de la luna a patadas Su vida, Su alma, Su espíritu, Su amor divino, Su yo, a través de este espacio.
¿Entienden?
Cuando el ser humano... cuando hablamos de planetas y estrellas, el ser humano se encoge de hombros.
Y ustedes viven debajo de las estrellas y los planetas.
La Omnifuente divina les dio pedestal tras pedestal mediante el sistema planetario, así es como se construyó el organismo humano.
¿Que es mentira?
¿Que son tonterías?
A ver si se atreven a pensar alguna vez hacia su yo espacial.
(Dirigiéndose a la sala):

¿Más cosas?
(Señor en la sala):

—Maestro, ¿por qué será que esa gente protestante y católica que manda construir una iglesia siempre pone un pararrayos encima de la iglesia?
¿Es que no se fían de Dios?
—¿Que qué?
(Señor en la sala):

—... que tienen un pararrayos encima de esa iglesia.
¿Es que no se fían de Dios?
—Ya estamos.
Muy bien, amigo mío.
¿Por qué se coloca todavía encima de la iglesia y al lado de la cruz un pararrayos material?
Tiene que vivir en sus corazones, ¿entienden?
Muy bien.
No le daría diez florines, sino que, si llevara el dinero encima, le daría mil florines.

(Risas).

Si puede ridiculizar usted eso y dice: ah, ¿encima hay que proteger a mi iglesia...?
Son...
La iglesia, único camino para la salvación, ha recibido la paliza más tremenda en los cuatro, cinco años transcurridos en la tierra, más incluso que el ser humano.
Se ha querido quebrar a la criatura judía.
En ‘Los pueblos de la tierra’ pueden leer ustedes: la criatura judía —para eso vino el Mesías— tiene que aceptar al Mesías.
Entonces ya no habrá ningún pueblo judío.
Todos ustedes han nacido a partir de los judíos, no había más que una sola raza (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), todos venimos de (la Casa de) Israel.
Y si aceptan ustedes eso, aparece (la Casa de) Israel cristiana.
Y además de esto, traemos ahora Israel espacial.
Un ser humano, André...
Nosotros decimos: “André, envía ‘Los pueblos de la tierra’ en inglés a Inglaterra”.
La tribu de Israel vive en Inglaterra, es Inglaterra.
Ja ja, dice el pastor protestante, ja ja.
¿Por qué?
Él lo es aquí.
Pero esa es la verdadera tribu de Moisés.
Y recibe la respuesta: “Ese hombre se ha vuelto loco”.
¿Loco?
No tanto.
“Un fantasma de los peores”.
Ese Israel material, ortodoxo no quiere ir al espacio.
No quiere convertirse a sí mismo en conciencia espiritual.
Seguirá siendo bíblico.
Pero conserva el Dios del odio, ¿cierto o no?
Vamos, piensen, y llegarán a tener sentimiento espacial.
La iglesia católica recibió una paliza.
Si eso es lo más sagrado de todo para la tierra, para el espacio, ¿cómo es posible entonces que el ser humano destruya semejante producto divino?
Miles de iglesias han sido ahogadas.
No son más que edificios de piedra.
¿Y es que allí vive la divina beatitud, en esa iglesia?
¿Son ustedes católicos?
¿Fueron protestantes?
¿No se atreven a pensar?
Eso a André, a este ser humano por medio del que yo hablo, ya se lo hicimos vivir a la edad de ocho años.
Y entonces dijo al cura: “Eso es imposible.
Dios no puede condenar”.
Y cuando tenía catorce años, entre los trece y catorce, le hicimos morder a trozos la hostia, así, entre los dientes.
Y entonces Jeus dijo, eso lo podrán leer luego en la segunda parte: “Ahora me van a dar una paliza.
Ahora la iglesia dice...
La iglesia y el cielo se van a venir abajo”.
Y Crisje dice: “Maldito canalla, has mordido a Nuestro Señor”.
Y Nuestro Señor aparece aquí en la iglesia y lo saca de detrás de la columna en un segundo.
Pero media hora después Jeus dice: “Todavía no ocurrió nada”.
Y se fue a casa.
Pero medio año después todavía estaba ocupado con Nuestro Señor.
“Bah”, dice Jeus, eso lo podrán leer en breve, he dejado constancia de ello, “a ese hombre de allí, a Nuestro Señor, sí, lo clavaron en la cruz en el Gólgota, ni siquiera siente este dolor.
Esos mordiscos míos, claro, no son nada al lado de lo que Él vivió allí; Él allí ni siquiera lloró”.
Año y medio después esta criatura aún sigue atada a eso de hacer preguntas, al miedo: ¿no me echará Cristo al infierno a patadas?
No pasó nada.
“No”, dice Jeus más tarde, “no es más que harina.
Lo han hecho de harina, pueden hornearlo.
Eso no es Nuestro Señor, Crisje, eso lo puedes hacer tú misma”.
Pueden leerlo en la segunda parte.
Pero ahora están desprendiendo a Cristo de la imagen de piedra.
“El que está allí no es Cristo”, dice Jeus, porque un domingo por la mañana los hijos de Crisje hicieron un momento picadillo de la sagrada familia.
“Ese no es Cristo.
No son más que cachos y trozos, es piedra.
El Verdadero vive allí, arriba, y es allí a donde voy”.
Pero usted se queda allí en su Biblia y en su iglesia.
Al Verdadero no se atreverán a mirarlo al rostro.
¿Entienden?
Y eso se lo que queremos dar.
A esa iglesia tampoco la necesitan ya.
Porque la iglesia sigue condenando.
Ni la vida en la naturaleza, en el espacio, ni ningún planeta, sol o estrella ha vivido un solo pensamiento equivocado.
No lo hay en el espacio, solo vive en el ser humano.
Pueden encontrarlo en la Biblia, pueden encontrarlo en su iglesia.
Si no dan ustedes dinero, ya pueden irse, o se pueden quedar de pie; no les dan un asiento aquí delante.
Solo futilidades.
Pero dice mucho cuando uno quiere acercarse a Dios y quiere llegar a conocer el espacio, cuando se pone a hablar su alma, su espíritu.
Entonces no les hace falta ese pararrayos, amigo mío.
Miedo.
Falta de entrega.
¿Qué empezaría?,
dice este siglo, esta era.
¿Ha tenido usted miedo por Adolf Hitler, por Stalin?
¿Qué están haciendo ahora?
Allí va su dinero otra vez, sus millones, y compran cañones con ellos.
¿Qué nos enseñó Cristo?, ¿qué nos enseñó Dios?
¿Qué trajo Cristo?
¡Saber!
“Dios me lo ha dado todo.
Dios bendijo a este pueblo”.
¿Cómo es posible que Dios los bendiga si quieren protegerse a sí mismos por la destrucción, por los cañones?
Y además, esos cañones... la criatura, el cura, los obispos, los cardenales... encima los bendicen.
¿No tienen ustedes otra cosa que hacer?
¿Quiere usted mancillar Mi vida?, dice Cristo ahora desde Su espacio, ¿quiere mancillar Mi vida con lo que ocurre allí?
¿Va a seguir manteniendo a Mis hijos inconscientes y siguen llevándolos al Juicio Final y su condena, a sus hogueras, madre?
Madre: es la iglesia católica, es la conciencia del único camino para la salvación y se llama “madre”.
Pero ese animal..., según clama el espacio, según claman los cielos, nosotros no somos tan malos, tan deformados como usted.
Usted coloca allí conscientemente la criatura de Dios encima de la hoguera y disfruta.
¿Es eso amor, es eso ser uno, es eso entrega, es eso armonioso?
Estupendo, estupendo, ese pararrayos.
¿Entiende?
Tiene que aprender a pensar.
Y entonces... Sin duda, era necesario, era necesario; el ser humano recibiría una fe.
Con eso empezaron los maestros.
Nosotros hemos ofrecido conferencias.
Cuando Cristo vino de la tierra, se desdobló corporalmente, el cuerpo estaba colgado allí en el Gólgota...
Primero se encargó de... eso lo hicieron los maestros, lo quitaron rápidamente.
Y entonces Él llegó a la cuarta y quinta esfera y convocó a los maestros y dijo. “¿Han visto cómo me recibieron allí?
¿Volver otra vez?
¿He de volver otra vez para partir el pan, cuando me han mentido, engañado, flagelado y pegado por todos lados, por delante y por detrás?”.
¿Ustedes también lo harían?
“Yo he dado Mi vida”, dice el maestro, “y ahora ustedes.
Yo estoy en el Omnigrado.
Intenten alcanzar el Omnigrado entregándose ustedes mismos”.
Pero no hay ni un solo maestro de la cuarta y la quinta esfera que se deje clavar en una cruz por este ser humano animal inconsciente, que se deje echar en la cárcel a patadas y que lo encierren.
Podemos conseguir más cosas si vivimos alrededor de ustedes, si caminamos alrededor de ustedes, para vivir ahora conscientemente, para hacer algo allí.
¿Entienden?
No tiene ningún misterio morir, hermano mío, sino querer seguir viviendo, y aprender ahora: ¿qué tengo que hacer, qué puedo hacer, qué puedo conseguir?
Si no hacen nada...
No hace falta que hagan nada en este mundo, siempre que se encarguen que tienen algo de comer y de beber.
¿Entienden?
Vayan, adelante, ganen quince o veinte florines, adelante, y caminen y disfruten de la naturaleza divina, dejen que les hable la naturaleza, y serán personas naturalmente, espiritualmente conscientes.
Cada insecto, cada pensamiento, cada rasgo de carácter los llevará al espacio, para su personalidad espiritual.
Cada pensamiento y sentimiento llegará a tener alas, se le llegará a infundir alma espiritual.
¿Cuándo llegará la iglesia, cuándo llegará el protestantismo, protestantes reformados, Lutero? ¿Cuándo llegarán todas esas sectas, esos dogmas hasta el pensamiento y sentimiento alados, hasta el ser uno espiritual?
¿Cuándo?
¿Entienden?
¿Quiénes son ahora?
¿Tenían algo más?
Usted, allá.
(Señora en la sala):

—Sí, quiero preguntar algo, señor Rulof.
Claro, usted está en contra de las iglesias, ¿verdad?
—No.
(Señora en la sala):

—Ah.
—No lo estamos.
¿Ha leído usted los libros?
(Señora en la sala):

—Pues, estoy en ello.
—Pues, lea, entonces ya sentirá que no lo estamos.
(Señora en la sala):

—... puede oírse en su discurso.
—Nosotros solo sacamos aquellos errores de esa iglesia.
(Señora en la sala):

—Ah.
—El ser humano —si es que lo estoy diciendo, el ser humano necesita un dogma, una fe.
¿Quién ha empezado con eso?
La Casa de Israel.
Abraham, Isaac, Jacob.
Pero en la era prehistórica también vivía gente y no hubo ningún Isaac ni Jacob, ningún Cristo ni Dios ni Biblia ni vida ahora en el Omnigrado.
¿Entienden?
No estamos hablando de la fe.
Pero esa condena tiene que salir, porque es imposible que Dios condene Su vida.
¿Le parece mal eso?
(Señora en la sala):

—No, eso no me parece mal.
—El ser humano necesita un asidero.
Cristo, los maestros han dado una fe a la gente.
Y entonces supieron...
Entonces vino Moisés.
Moisés recibió verdaderamente la vida eterna, el amor.
Eso era mucho en su época.
Pero también era un rebelde, porque el ser humano es que no era de otra manera.
Pero cuando uno se atreve... por eso digo, cuando uno se atreve a pensar y quiere enriquecerse a sí mismo respecto a su espíritu, su vida interior, su más allá —tiene que seguir usted, esto no es el todo—, entonces uno lega a ver el “sí” y el “no”, lo que no y lo que sí es cierto, y entonces uno despierta.
El ser humano que sigue aferrándose a esa condena y al Juicio Final y a tantos miles de pensamientos y sentimientos, jamás llegará a tener el sentimiento y pensamiento espiritual.
Nosotros luchamos por eso.
¿Está mal eso?
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

—Por allá.
(Señora en la sala):

—¿Cree usted que Cristo no está en la iglesia?
—Cristo está en la iglesia; pueden vivir ustedes a Cristo por la oración y el pensamiento.
(Señora en la sala):

—Pero en la iglesia también nos dejan que pensemos nosotros mismos.
—En la iglesia...
(Señora en la sala):

—... sintonizar también con la vida eterna.
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—También podemos sintonizarnos con la vida eterna.
—Es posible.
(Señora en la sala):

—No se prohíbe.
Y creo que un buen católico, un buen protestante y también un protestante reformado, o lo que se quiera ser, puede llegar igualmente al cielo, que si nos quedamos con usted, eso quiero decir.
¿Por qué no?
Si es que todo eso es una misma cosa, ¿no?
Y luego la Biblia, ¿no la habrán escrito también los maestros?
Ya había, antes de que Cristo viniera del cielo, ya había maestros en el Omnigrado, ¿no?
—Mire...
(Señora en la sala):

—Igual que los libros de usted, es exactamente lo mismo.
—Mire, cuando se lee la Biblia y no viene más que una sola palabra de un Dios que en realidad odia, entonces usted ya no está conectada con Él.
¿No lo entiende?
(Señora en la sala):

—¿Cómo dice?
—Cuando vive usted el Antiguo Testamento, en el que no se puede aceptar otra cosa que odio y destrucción, no estará en conexión con ningún Padre de amor, eso es obra de los seres humanos.
Son pensamientos humanos.
Los autores de la Biblia, ¿eran maestros?
(Señora en la sala):

—Moisés también vivió en esa época.
—¿Qué tuvo que hacer Moisés entonces además de su trabajo espiritual?
Poner fundamentos para su siglo, su pensamiento y sentimiento.
(Señora en la sala):

—Una preciosa tarea...
—Preciosa...
Cada ser humano que ha trabajado en la Universidad, para esa Universidad, o sea, la Universidad de Cristo, cada ser humano, las artes y las ciencias, Galileo, y cualquier ser humano, ha colocado fundamentos para este despertar.
Pero si no quieren perder eso y siguen siendo eclesiásticos, siguen pensando de forma eclesiástica...
(Señora en la sala):

—¿Le parece mal eso?
—De eso no estamos hablando, que allí está la iglesia y otra iglesia y otra iglesia.
Hace falta un lugar para ser uno, ¿verdad?
Por eso no es todo.
Y ahora llevamos las leyes, los espacios para su vida detrás del ataúd, ¿entiende?, para el renacer, para la maternidad y paternidad.
¿Recibe eso? ¿Lo recibe en la Biblia, en la iglesia?
¿Habla el cura sobe regresar a la tierra?
No, no es así.
Eso no lo ha podido explicar ni un solo teólogo entre ustedes, en este mundo.
Hasta allí...
(La señora quiere decir algo).
Espere un poco, enseguida le doy la palabra.
Hasta allí no se va todavía, hasta allí no se atreve a pensar nadie todavía.
(Señora en la sala):

—¿Tiene alguna importancia para la eternidad?
—¿Que si sabe usted si vive detrás del ataúd?
(Señora en la sala):

—Si yo me muero en Cristo...
Es de esperar que yo sea capaz de eso, por eso estoy ahora.
—Si usted muere en Cristo...
(Señora en la sala):

—Sí.
—¿Será capaz de eso?
¿De verdad que será capaz?
(Señora en la sala):

—... plena entrega.
Eso depende de nosotros mismos.
¿Amamos a Cristo con nuestro corazón entero?
Y entonces orientamos nuestra vida de verdad hacia eso.
Eso es posible en la iglesia igual que en los libros de usted.
Sus libros me parecen hermosos.
Me han brindado mucha luz en asuntos que aún me resultaban oscuros.
He leído muchos.
Me parecen bonitos.
Pero no me parece bonito cuando la iglesia...
Tengo un poco la sensación de que está derribando la iglesia.
—No...
(Señora en la sala):

—... quizá haya algunos dogmas eclesiásticos...
—Bah, hija mía querida, ¿conoce usted la conciencia de su pueblo, de su nación?
(Señora en la sala):

—Dios es amor.
—Sí, Dios es amor.
Se trata de que nosotros llevemos las leyes.
Que el cura acepte, el biólogo, el psicólogo, que el alma como ser humano viva en ambos organismos y que tiene que aceptar el renacer.
¿Entiende?
Es el ciclo de esta tierra, infinito, y entonces continúa usted.
Eso también lo puede hacer en su iglesia.
(La señora dice algo).
—No tiene usted ninguna iglesia, no tiene usted libros, como les dije —por eso tomamos esa imagen—, la era prehistórica llegó al margen de Dios, al margen de la Biblia, al margen de todo y vive y puebla ahora las esferas de luz.
¿Es que no lo siente?
¿No ha quedado suficientemente claro que uno ve al ser humano, desnudo en la naturaleza, sin nada, solo tinieblas, solo la luz del espacio...?
Ese ser humano vivía en este mundo.
No había otra cosa.
Los maestros...
Moisés aún nacería, todavía no había nada...
Y esas personas viven ahora, luego las verá, cuando vaya allí, en la séptima esfera, cuando haya llegado usted a ese punto, al cuarto grado cósmico, el quinto, sexto, en el Omnigrado.
Donde usted no estará ni en billones de eras, allí vive ahora el animal prehistórico, sin Dios, sin Cristo, sin la Biblia.
¿No lo dice todo?
¿Es eso, pues, derribar su iglesia?
No.
Esa condena, la disarmonía, que Cristo haya muerto por ustedes, ¿todavía lo acepta?
(Señora en la sala):

—Sí.
—Entonces yerra el tiro.
Cristo no ha muerto por usted, Cristo vino aquí para traerles la conciencia divina.
¿Así que usted acepta todavía que Él murió en la cruz por usted?
(Señora en la sala):

—¿Y no me llevará eso al cielo si creo eso?
—Eso puede creer, pero no le ofrecerá nada.
Morirá usted su propia muerte.
¿Entiende?
Está usted en esa Biblia y acepta lo que pone allí: Cristo murió por nosotros.
Claro, ya le gustaría a usted eso.
Ya le gustaría al espacio.
Y, repito: porque dio Su vida, según dice la Biblia, dice el cura, usted recibirá —mejor créaselo y rece— ... recibirá la vida eterna, entonces la tendrá.
No, usted vivirá su muerte, su nuevo nacimiento.
Ahora es usted madre, pero enseguida volverá aquí y será usted padre.
Sus actos, sus pensamientos y sentimientos los tendrá que dirigir a Él.
Pero tendrá que ganárselo paso a paso.
¿Entiende?
Sin estar atada a Cristo, y sin embargo todo.
(Señora en la sala):

—Él dio allí Su vida.
—No escucha usted.
El no dio Su vida allí.
No murió para mí ni para usted ni para los millones de personas de este mundo, Él fue asesinado allí a conciencia.
Eso es algo muy distinto.
No es duro, hija mía.
(Señora en la sala):

—Lo complica usted demasiado.
Es tan sencillo, eso creo...
—Sí, si retiene eso de usted, es sencillo.
Pero aquello ya no.
Esto la coloca ante Su realidad.
¿Entiende lo que se hace sencillo?
La Biblia dice... el erudito dice: reza y acepta, entonces estarás en condiciones.
Pero para el espacio no lo estará, eso es algo que nosotros hemos tenido que aceptar.
Es tan sencillo si acepta a Cristo y dice: Sí, Él murió por mí.
No, Él tiene que vivir para nosotros: vivir.
¿Le da miedo?
No le hago nada.
Se trata de esa realidad, se trata de hacer disolver esas tinieblas.
(Señora en la sala):

—Cristo vive para mí...
—¿Para todo el mundo?
(Señora en la sala):

—Sí.
—Para todo el mundo.
Para el perro y el gato también, ¿no?
(Señora en la sala):

—Él vive.
—Vive, sí.
Pero Él no murió allí para mí.
Recibiré la vida eterna por medio de Él si vivo las leyes de manera armoniosa.
¿Entiende?
Él no ha podido contar todo de cómo había que hacerlo.
Porque antes de esto le privaron del habla.
Pero sigue usted pensando de forma bíblica.
Y eso es posible, pero no cuando coloque las manos vacías encima del sacrificio de sangre.
Ya le gustaría a este mundo.
Fácil, sencillo.
Ahora va a ser sencillo: mejor me entrego a Él.
De todas formas, todo se arreglará, porque llegará usted detrás del ataúd, en breve entrará en “el ataúd”, quizá vuelva —¿lo cree?—, quizá tendrá que volver a la tierra para recibir una nueva vida.
¿Cree en eso?
(Señora en la sala):

—La posibilidad existe, sin duda.
—No, esa no es la posibilidad, es...
Pero eso su pastor, la iglesia católica, todavía no lo acepta.
Esa conciencia todavía no existe.
¿Entiende?
Porque ahora solo para algunos hay...
En los ángeles caídos, ya lo conocen todos, allí no hace falta que descendamos.
Se trata de que verán a Cristo como una personalidad divina, sino de que ustedes y yo y todo el mundo, tendrán que ganárselo.
Por medio de la paternidad y maternidad.
No por mentiras y engaños, odio.
Miren, vamos a seguir, ya no creemos que Él haya orado, que haya rezado el padrenuestro para su Dios: “No me dejes caer en la tentación”.
¿Cómo puede llevarse la Omnifuente, ella misma, a esa desintegración?
¿Cree en eso?
¿Sí?
(Señora en la sala):

—Porque esa oración nunca me ha dicho nada, ese padrenuestro.
¿No es eso... (inaudible) ... hacerse conocido, no nos dejes caer en la tentación?
No he visto nunca nada malo en ello.
—No, es que son leyes.
Cada palabra es una ley.
Cuando habla usted sobre las buenas costumbres, las groserías... entonces se encuentra... entonces las buenas costumbres, el aceptar, el aprobar, la benevolencia, todo eso los conduce al amor.
Pero las malas costumbres los arrojan a las tinieblas.
Y eso es algo que tenemos que leer, tenemos que aceptarlo.
A eso se añade ahora su diccionario.
¿Qué tenemos nosotros del diccionario?
¿Estamos equivocados en eso?, nuestros rasgos de carácter ¿son equivocados?
¿Entienden?
Nosotros no nos cargamos a la iglesia, pero esa condena hay que sacarla, porque Dios no condena a ningún niño, ninguna vida.
Eso es todo.
(La señora dice algo).
¿Cómo dice?
(La señora dice algo).
Se condena a sí misma.
Y Dios a sí mismo y a Cristo.
¿Es posible eso?
¿Qué queda de eso?
¿Cuándo llegará a tener usted espacio?
¿Cuándo llegará a ver usted su espacio espiritual y su personalidad?
¿Cuándo?
No llega nunca.
Imposible.
Miren, la gente no conoce las leyes, no conoce ese espacio, ni ese sol y esa luna, ningún mundo de las esferas, nada, nada; tiene que despertar, es imprescindible que despierte todavía.
Por eso la Biblia es materialmente consciente.
(La señora dice algo).
No tiene que ponerse a hablar cuando lo hago yo.
Podrá hablar irrevocablemente si levanta la mano.
La Biblia es materialmente dogmática, todavía, en este siglo.
Pero la Biblia espiritual tiene otras cosas que contarle, habla de alma y espíritu.
Eso lo harán sus psicólogos.
Pero ningún pastor, ese jamás llegará.
¿Por qué no?
No puede cambiar esa palabra divina.
Y no la tiene.
Es algo que han escrito los seres humanos, igual que Sócrates que empezó con sus fundamentos para los sistemas filosóficos.
¿No es sencillo?
¿Qué más deseaba?
(Señora en la sala):

—Sí, sobre esa Biblia...
(Señora en la sala):

—No, sobre eso no acabaremos de hablar en mil años.
(Señora en la sala):

—... el espíritu de Cristo está en la Biblia, ¿no?
Esa Biblia no está muerta, ¿no?, vive para nosotros.
Cuando nos encontramos inmersos en problemas y dificultades —no somos más que seres humanos, ¿verdad?—, bien podemos vivir en las esferas más elevadas, pero no nos olvidemos: pisamos la tierra.
—Sí, usted la pisa, sí.
Y también vive encima de ella.
Pero ¿dónde vive...?
Su alma y su espíritu, ¿también caminan por la tierra?
(Señora en la sala):

—No, por lo mismo puede estar donde Dios.
Pero todavía tenemos que descubrir que... todavía somos... que somos personas de la tierra, que todavía vivimos semejantes cosas terrenales.
Con todos esos millones de personas que van a las iglesias y las pocas personas que ya no...
—Sí, a eso volvemos.
Lo que usted quiere saber es que aquí nosotros tenemos razón y las iglesias no.
Hija, en el mundo hay millones y millones de teósofos, rosacruces, millones de criaturas metafísicas.
De verdad que no estamos solos.
(Señora en la sala):

—No, eso lo sabe...
—Hay millones de espacios que ya son conscientes, solo la criatura de la Biblia sigue siendo inconsciente.
Y de eso se tiene que enterar usted misma.
No puedo estar hablando toda la noche sobre su Biblia.
Puede compararlo con los libros.
Y si no puede aceptarlo, criatura mía: entonces esperaremos.
Vamos a seguir.
No le quito nada.
Usted tampoco me puede dar nada.
Pero nosotros hemos llegado a conocer esas leyes.
Y si retiene eso y lo imagina y siente a fondo de forma dogmática, eclesiástica, como en la Biblia, no se lo quito, porque entonces sé: solo detrás del ataúd podré convencerla.
Aquí no, no es posible.
¿Por qué nos íbamos a hacer la vida imposible el uno al otro?
Pero yo eso ya no lo acepto, ni ningún espacio ni millones de personas: que Cristo haya muerto para nosotros allá, ni aquello de Getsemaní ni mil otras cosas de la Biblia.
Aquí llegamos a tener que ver con el pensamiento y sentimiento humano, y entonces hubo una pluma que se deslizaba por las primeras páginas que el ser humano llegó a vivir, los primeros capítulos: que se haga la luz y hubo luz.
Haré una luz para la noche y otra para el día.
¿No sabe usted, hermana mía, que la tierra hace la noche, y que en el universo no hay nunca oscuridad?
¿No lo sabía?
Mire, la Biblia empieza con una mentira.
Claro, ya sabemos... y hay teólogos que dicen: no, no son seis días, son eras.
Pero: que se haga la luz y que se haga una luz para la noche, y hay gente...
¿De verdad que todavía cree en esa costilla?
¿Que Dios haya hecho un ser humano de un poco de barro y aliento vital?
¿Eso también lo acepta?
(Señora en la sala):

—Creo en la omnipotencia de Dios.
—¿Lo ve?
Todavía cree en el barro y el aliento vital.
Eso forma parte del pensamiento y sentimiento prehistóricos.
Hija mía, usted nació en las aguas.
Primero surgió usted millones de veces en las aguas como embrión...
El biólogo, el geólogo les convencerá enseguida de eso y entonces esta doctrina será aceptada para todo el mundo.
Dios no ha creado ningún ser humano por un poco de barro y aliento vital.
¿Lo ve?
Es un pensamiento, es un sentimiento y pensamiento, que contradice la realidad divina.
Lea detenidamente ‘Los pueblos de la tierra’, ese libro nuestro.
(Señora en la sala):

—Lo he leído.
—¿Pues?
Y ¿todavía sigue... todavía no piensa más allá?
¿No se atreve usted a darse esa gracia, ese hermoso sentimiento espacial?
Se infundirá a sí misma alma, dará su contacto divino por medio de las leyes.
¿No?
¿No se da eso?
(Señora en la sala):

—No, pero recibo mi espíritu... mi espíritu divino me guía por la vida.
—Vaya.
(Señora en la sala):

—Y rezar, rezo por las grandes fuerzas...
—Sí, el espíritu divino guía al ser humano.
¿Lo ve?
Sí...
(Señora en la sala):

—Sí, si nos dejamos guiar por el espíritu divino en la vida e intentamos asimilar algo de eso y sintonizarnos...
—Puede.
Claro.
(Señora en la sala):

—... entonces ya habremos dado un gran paso.
—No, entonces habrá llegado.
Esa es la fuente por la que comienza —no se ría, porque no sabe nada de todo eso—, entonces usted será la fuente por la que piensa y siente.
Hija mía, eso es, claro.
Pero ahora por las leyes de la realidad.
Ahora tiene que empezar a asimilar que esa Biblia comienza con algo que no es cierto.
(La señora dice algo).
Sí.
Sí, eso es difícil, ¿no le parece?
Pero el teólogo lo sabe, varios lo saben, centenares, que la Biblia comienza con una mentira.
Porque no es cierto.
El ser humano nació a partir de la Omnifuente, la Omnialma, el Omniespíritu, y eso se convirtió en una secreción.
La luna es la madre para el espacio, la Omnimadre para este espacio.
El sol es el padre.
En el espacio solo encontrarán paternidad y maternidad.
Y entonces se produjeron las divisiones.
Y hemos empezado en la vida embrionaria y hemos vivido el estadio de la luna, entonces éramos peces.
Todavía puede ver usted sus branquias detrás de las orejas.
Puede seguir los grados de vida humanos, en las aguas y en la tierra, y entonces estará ante Darwin, y entonces no descendemos de los monos, sino que el mono y todo lo que vive descendió del ser humano.
No, no estoy solo, ni usted está sola, ni esas cien personas aquí están sola, sino que millones de personas han llegado a ese punto.
Y de verdad, acéptenlo, su sociedad aún no puede prescindir de la Biblia.
No se le puede quitar ese asidero a esos millones de personas.
Pero poco a poco va calando.
¿Sabe usted que su ciencia, el astrónomo, el biólogo, el teólogo ya da un toque de atención y dice: comienza usted con una mentira?
Porque le puedo explicar que hemos nacido en las aguas y que Dios no creó una luz para la noche: la tierra tuvo que hacer la noche; de lo contrario, su vida se quemaría por la intensidad del sol.
Se lo puedo explicar por mi estudio, pues.
En él han trabajado los maestros, Galileo y los otros.
Y resulta que lo uno está frente a lo otro.
Y el Tribunal Supremo —se lo he contado a la gente, esa pregunta se formuló— dice en su sociedad: alto, un momento, hasta aquí y no más, o de lo contrario privaremos a millones de seres humanos del asidero divino.
¿Lo ve?
Pero poco a poco, por todas partes en el mundo, hay gente que trae la conciencia espacial.
¿No tiene que llegar a haber nunca conciencia espiritual?
Y eso es lo que quiso Cristo.
“A mí me asesinaron allí.
Vuelvan (volved) a la tierra”.
Claro, primero los apóstoles.
Más tarde, Pedro vivió y enmendó todo eso.
Y ahora usted y otros están trayendo la conciencia espiritual a la tierra.
¿Lo ve?
La Biblia es material.
Pero la Biblia se hará espiritual y espacial, y algún día divina, pero entonces comenzará con la descripción de la Omnimadre, la Omnialma, el Omniespíritu, la Omnivida, el Omniamor, la madre del espacio.
Y la creación comenzó a partir de allí y eso no tiene nada que ver con barro y aliento vital.
(Un señor en la sala dice algo).
Sí.
A mí eso no me disgusta.
(Señor en la sala):

—En el fondo se trata de esa hermana.
Cada sábado por la noche escuchamos a las ocho menos veinte al profesor doctor Van Beek, habla desde la ocho menos veinte hasta las ocho: ‘¿Conoce su Biblia?’.
Y él también dice en esas clases: “Adán y Eva nunca han existido”.
—Y hay más así.
Nosotros obligamos a André a escuchar eso, a todos esos pastores protestantes.
Y sí, ya lo hay, catedráticos: “Sí, tenemos que aceptar, el comienzo de la creación en la Biblia es ciertamente contradictorio con la realidad divina”.
¿Entiende?
Nosotros empezamos poco a poco.
El papa empieza ya: “Investiguen”, dice a sus eruditos, “si hemos nacido en las aguas, pero no toquen al primer Adán y Eva”.
No, eso todavía no es posible.
Pero están comenzando.
¿Creen ustedes que la iglesia católica no tiene eruditos que saben que la madre naturaleza se ha densificado a sí misma?
La iglesia católica es consciente para el cosmos...
(Dirigiéndose al técnico):

Ya lo veo.
... y eso ya no se acepta, hija mía.
Mire, escuche.
En Estados Unidos, en todas partes, los pueblos de (la Casa de) Israel reciben a partir de ahora nuevos pensamientos y sentimientos.
Es hermoso así, eso de hablar si uno nunca se enoja.
Yo tampoco lo hago nunca, tenemos que comprendernos los unos a los otros.
Aquí de lo único que se trata es de indicarnos el camino.
Y usted dice: “No, no lo acepto”.
Estupendo.
(Señora en la sala):

—¿Qué valor tiene la vida eterna si nos ponemos a echarnos la bronca?
La Biblia ya dice...
Empezamos con: la Biblia está mal.
¿Qué puede darnos entonces la Biblia todavía, si ya comienza de forma deshonesta...?
—Eso es lo que está averiguando usted ahora.
Eso puede hacerlo aquí.
Levántese, quien acepta eso lo proclamará a todo el mundo.
Usted lo oirá.
Pero no solo es esta gente.
Católicos, protestantes, hijos de Lutero: ya no lo aceptan.
Este siglo ya no puede aceptarlo.
Tienen que ampliar ustedes sus vidas.
Informen, porque esto es lo más hermoso, es lo más poderoso que puedan regalarse en esta vida.
Van a tener ampliación.
Esa luz la irradiarán sus ojos.
¿Hay algo más?
(Señora en la sala):

—... la lectura de los libros de Camille Flammarion (astrónomo francés, 1842-1925), ese astrónomo, era una persona cósmicamente consciente en esta vida?
—Era una persona universalmente consciente, para el espacio, también para el alma y el espíritu.
Flammarion aportó mucho, también para este nuevo tiempo.
¿Lo ve?
Galileo trajo...
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, ¿podría aclarar un momento a algunos ... (inaudible) de que es usted maestro Zelanus?
—No hace falta.
(Señora en la sala):

—Pues yo creo que sí.
Creo que ese señor no entiende todavía de quién recibimos esta sabiduría.
—Eso es insignificante.
Si aquí está Jozef Rulof...
¿Quiere usted vivir de golpe el cambio?
¿Quiere ver a André aquí?
(Señora en la sala):

—No, yo no, precisamente.
—¿Ver a otro?
Si ya ha leído todos los libros...
(La señora dice algo).
Sí, pero eso no dice nada, no dice nada.
Que si les guía el espacio, la naturaleza, su vida en la tierra...
Si ve usted la verdad, entonces aceptará todo.
No dice nada.
¿Hay algo más?
(Señora en la sala):

—Sí, maestro Zelanus, me siento...
—Enseguida estoy con usted.
(Señor en la sala):

—Sí, maestro Zelanus, quisiera preguntarle lo siguiente: la ciencia presupone que el universo sigue dilatándose...
—Ya no se dilata, porque esas dilataciones ya han tenido lugar.
¿Por qué?
(Señor en la sala):

—Porque la creación está terminada.
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Porque la creación está terminada.
—La creación está terminada.
Ya está el cuarto grado cósmico, el quinto, el sexto y el séptimo.
El Omnigrado está habitado.
Si no, Cristo habría...
Sí, enseguida podría volver a colocarlo ante algo, pero ya no lo haremos esta noche.
Espero que vuelva usted, que podamos descender más y más profundamente en estas cosas.
Porque, ¿de dónde vino Cristo?
(Gente en la sala):

—Del Omnigrado.
—Sí, mire, fue el Hijo de Dios, fue el Mesías.
Pero hemos aprendido: aquí no se dice nada.
“No vengo de este mundo”, dice Cristo, “vengo desde Mi conciencia”.
¿Puede usted aceptar que ahora estamos en contacto con el espacio y con los maestros que no son de este mundo?
Y ellos han vivido sus propias leyes.
Han tenido que aceptar: vuelvan a la luna.
“Soy el Hijo de Dios”, dice Cristo, ¿verdad?
“Yo y el Padre somos uno”.
Usted también.
Ahora es usted madre, pero es usted, y lo seguirá siendo, el hijo de Dios, porque es usted padre y madre.
¿Por qué no dice Él: “La niña de Dios”?
Porque también está la madre, ¿entienden?
Tenía usted algo más.
(Señor en la sala):

—Sí, solo quería decir rápidamente, maestro Zelanus, que entonces me siento tan rica.
Tengo todos sus libros y nunca me siento sublevada por ello, solo llego a conocerme a mí misma.
Solo quería decir eso.
—No tiene que sublevarse, nunca, jamás.
Si viene alguien y quiere darle la fe judía, o la fe que sea, el budismo o lo que sea, no se irrite nunca.
Cada ser humano tiene su sintonización.
Les digo honestamente: no puedo enseñarles nada si no tienen el sentimiento de realmente ver ese espacio.
No puedo enseñarles nada, tienen que hacerlo ustedes mismos.
Tenemos libros, sin duda; ¿quién puede demostrarles que son ciertos?
‘Los pueblos de la tierra’ estaban listos en 1940 y ya decían en 1935 que Adolf empezaría una guerra y que tenía que perderla.
Centenares de miles de profecías.
Que los dominios (las partes autónomos de la Commonwealth) se liberen de Inglaterra, ¿quién habría sido capaz de creer eso?
No, el rey de Inglaterra no.
Nosotros lo hemos vaticinado.
Pero ¿qué importa?
¿Qué importa todavía?
Nada.
¿Qué importa una predicción?
Hemos hecho más predicciones en nuestra obra, a esta vida por la que hablamos ahora, que las que recibió Pablo por sus raquíticas cartas.
Nosotros trajimos pensamiento y comprensión cósmica, no, posesiones cósmicas.
Los llevamos directamente a su sintonización divina desde la tierra.
La Biblia no es capaz de eso.
De eso no es capaz ni el budismo ni el islam.
La teosofía es capaz de ello en cierta medida, aunque Blavatsky, su vez, cometió errores.
Ya dirán ustedes: peine usted todo, acábelo, adelante, pero no fuimos primero naturaleza, después animal y después seres humanos.
Eso se lo podemos demostrar ahora a Blavatsky y la teosofía ya está cambiando las leyes.
Ahora se está hablando de: el ser humano ha nacido a partir de todo, porque es una deidad.
Ustedes lo son.
¿Son ustedes capaces de darle al ser humano otra cosa que no sea lo que dicen los maestros, lo que dice el espacio: son ustedes la chispa divina, representan todas las leyes de Dios, porque son seres humanos?
¿Entienden?
En todo eso, la Biblia, las iglesias, los espacios, los planetas y las estrellas, la madre naturaleza, el reino animal... todo eso es Dios, es vida, es luz, es amor y se hará amor, cuando vivimos esas leyes, una y otra vez, por la paternidad y maternidad.
Sí, puedo seguir, pero...
¿Hay algo más, hermanos míos?
Allí todavía.
(Señor en la sala):

—Maestro, quería preguntarle si es posible que la madre, durante el embarazo de su criatura, haya podido influenciarla para después del nacimiento, si vive una sacudida o algo parecido.
—Sin duda.
La madre puede influenciar a la criatura, y esta mil veces más a la madre, de distintos modos, materialmente, espiritualmente, para su personalidad, para la paternidad y maternidad, para el arte.
Es posible conseguir infundirle alma a la sociedad entera por la criatura que todavía vive en la madre.
Sí.
Hay madres...
Deberían leer ‘Las máscaras y los seres humanos’, ‘Las enfermedades contemplados desde el otro lado’; están agotados, pero allí viven, en cierta medida, la demencia y la psicopatía.
¿Qué sabe el psicólogo del alma, del espíritu, de la vida eterna, mientras dice, cuando nace el niño, que esa es la primera vida?
La primera.
Mientras el ser humano para la tierra... para completar el ciclo de la tierra hacen falta millones de vidas como padre y madre.
No hay criaturas en el espacio, porque esa alma viene de la luna.
¿Por qué está muerta la luna?
Sí, el mundo, la sociedad todavía no lo dice.
Pero cuando en breve la universidad tenga que aceptar y comprender la muerte de la luna, ¿no entienden ustedes entonces que el ser humano tiene que retroceder millones de siglos y eras, antes de que se escribiera la Biblia?
Por eso tenemos que regresar.
Y entonces ya no habrá barro, ya no habrá aliento vital, ya no habrá condena ni un Juicio Final.
En los espacios solo habrá paternidad y maternidad, a los que el Yo divino, Cristo, habrá infundido alma.
¿Es tan extraño lo que digo?
(Señora en la sala):

—Lo complica demasiado.
(Suenan risas).
—Es posible.
Puedo...
Es posible.
(Señora en la sala):

—Todo eso los seres humanos no necesitamos saberlo, tenemos que creer.
—Ah, no, allí ya no estoy con usted.
(Señora en la sala):

—¿No?
—Entonces ya no me quedo más tiempo con usted.
Porque ya no quiero ver esas tinieblas, vamos hacia la luz.
(Señora en la sala):

—No, pero, oiga, yo estoy en la luz.
—Gracias.
La felicito sinceramente.
Y alégrese por ello.
(Señora en la sala):

—Si Cristo domina nuestra vida, no podemos vivir en las tinieblas.
—Sí, y entonces mejor me siento en una silla y pienso: pero de todas formas se arreglará.
(Señora en la sala):

—Sí, eso es fácil.
—No, se hace demasiado fácil, se hace sencillo; la vida es mucho más intensa, mucho más difícil.
(La señora dice algo).
Sí....
¿Lo ve?
Nos acercamos el uno al otro y usted vuelve a alejarse mucho.
Eso formaba parte... lo que está pensando ahora... eso era de antes de que llegara Moisés a la tierra.
Y entonces estas leyes también ya estaban.
¿Hay algo más?
¿Sí?
(Señor en la sala):

—Todavía quería preguntar lo siguiente: las esferas en el fondo están muy entrelazadas, quiero decir, todas las... (inaudible) están presentes en una sola...
¿Entiende lo que quiero decir?
—Vive usted aquí, ¿puede entenderlo?
¿Puede imaginarlo?
Ahora mismo viven en el Omnigrado, pero como seres humanos.
(Señor en la sala):

—Sí, lo sé.
—Viven aquí en el Omnigrado.
(Señor en la sala):

—Pero quería preguntar lo siguiente: déjeme que mencione una sola esfera, la primera, por ejemplo, y esa esfera es basta, ¿verdad?, como nosotros aquí, pero, claro, en un estado mucho más etéreo.
Y ese suelo, bueno, claro, ¿cómo llamarlo? Pero ese suelo, ¿continúa hasta la infinitud, hasta el infinito, quiero decir, quiero decir, o...?
Todavía no lo comprendo muy bien.
—Quiere saber usted: ¿cómo se ha construido en realidad un cielo?
(Señor en la sala):

—Sí.
—Ese cielo se ha...
Si quiere caminar en ese cielo, vuelve a andar por el fondo, es una sustancia espiritual.
Y esta es profunda y tiene fuerza a medida que usted tenga luz y amor y nada más.
Así que tenemos la mentira... ¿quiere conseguir usted que se produzcan esas densificaciones por los sentimientos y los pensamiento?
Si es usted buena persona...
Hay gente... que no quiere saber nada de Dios, de Cristo y de Biblia, de ninguna iglesia, y van directamente a la primera esfera, a los cielos.
¿Por qué?
Porque poseen amor.
¿Entiende?
No nos dirigimos a la iglesia, no nos dirigimos a la criatura dogmática.
La criatura en la naturaleza...
Hay más gente aquí en la tierra, vienen por las leyes de la madre naturaleza...
Se dice: un árbol es una deidad.
Sin duda.
Una flor es la vida de Dios.
El propio ser humano crea luz y tinieblas, cuando se ama u odia, desintegra.
Pero el suelo en el otro lado se habrá densificado y tendrá fuerza a medida de lo que usted posee en cuanto a sentimiento consciente y pensamiento para la armonía y el amor de Dios, para la paternidad y la maternidad, para Cristo.
Entonces seguirían andando y planeando.
¿Entienden?
Pero eso lo han vivido y vencido por la vida aquí en la tierra.
Hacen ustedes el bien.
Lo que harán es el bien.
Aman todo lo que vive.
Y están construyendo su mundo espiritual, astral, densificado.
¿Ha quedado claro?
Y está en ustedes.
Pero tenemos que ganárnoslo por la vida y la muerte, por nacer y morir.
Es decir: si pueden ser ustedes todo, si pueden aceptar todo y quieren entregarlo, sí, entonces el Omnigrado les puede infundir alma.
Claro, Cristo, los maestros, un ángel, su padre y su madre.
Pero vivir todo esto soñando, libres, liberados de la creación... entonces no llegarán nunca.
¿Ha estado en armonía con su madre?
¿Estuvo en armonía para el espacio y la leyes, padre?
¿No ha tenido y vivido usted nunca un pensamiento equivocado, no lo ha materializado respecto al alma, el espíritu, la vida, la Omnimadre, la Omnifuente, el Omnipadre?
Uh...
El ser humano es humano.
El ser humano todavía no es espiritualmente consciente, porque entonces es que ya no habría gente aquí.
Entonces ya vivirían ustedes en su sintonización espiritual.
Pero representan...
¿Aceptan que ustedes —mi última palabra para esta noche—, aceptan que representan la verdad?
¿Lo aceptan?
(Varias personas en la sala):

—Sí.
—Aceptan que representan aquí a Dios como ser humano?
(Varias personas en la sala):

—Sí.
—¿Lo aceptan, verdad?
(Varias personas en la sala):

—Sí.
—¿Lo ven?
Entonces están aquí representando la mentira y el engaño, porque en la tierra existe el bien y el mal conscientes.
En las esferas de luz, no.
Entonces es que ya no estarían aquí.
Así que todavía son ustedes disarmónicos, de lo contrario ya no estarían aquí; vivirían y poblarían el cielo.
Estarían donde esos billones y billones de ángeles.
Pero todavía viven en la tierra, todavía llevan un abrigo y un sombrero.
Todavía tienen que morir, todavía tienen que vencer esa muerte.
(Señora en la sala):

—... la conciencia...
—De eso no estamos hablando ahora.
Se trata de que representen armonía o verdad.
(Señora en la sala):

—Pero sí que lo intento.
—¿Puede usted para Dios... es posible que Dios le haya dado mentiras?
(Alguien en la sala):

—No.
—Entonces están caminando, entonces también tienen que aceptar que aquí en la tierra el bien y el mal son representados por ustedes.
Solo significa que de lo contrario no estarían aquí.
(Varias personas en la sala):

—Sí.
—Eso es todo.
Gracias por sus sentimientos benevolentes.
Y espero que no estén enojados conmigo.
(Varias personas en la sala dicen):

—Para nada, maestro Zelanus.
—No lo digan demasiado alto, porque... demasiadas de estas cosas...
(Dirigiéndose al técnico de sonido):

Tóquelo rápido.