Noche del martes 25 de abril de 1950

—Buenas noches, hermanas mías y hermanos míos.
(Gente en la sala):

—Buenas noches, maestro Zelanus.
—Esta noche será la última de esta temporada.
Y quisiera preguntarles: ¿están preparados para...?
(Señor en la sala):

—Sí, sí.
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, en la última conferencia de La Haya dio una explicación extraordinaria sobre el arte de Bach.
¿Sería posible decir ahora también algo de la música de Beethoven o de Mozart?
—Sin duda.
Les he ofrecido una imagen en La Haya sobre el dramatismo que sintió Bach, porque su arte...
Espero que lleguen a poder escuchar esas conferencias en breve, durante la temporada.
Lo decepcionado que está ahora después de todas sus creaciones, ¿verdad?
Usted ha podido comprenderlo y aceptarlo.
Se cantó a Cristo, al ser humano Cristo, al Mesías, se le vivió, se le palpó a fondo, como un muerto.
Pero la personalidad divina —se lo he explicado— no se siente a partir de lo que Bach quiso aportar.
Eso es cósmico, es divino, es espacial.
Esa música la podrán aprender a escuchar en miles de años, tiene siete profundidades, si ustedes esos grados de la conciencia...
La música tiene conciencia, cada octava tiene paternidad y maternidad.
En el futuro recibirán... en un par de siglos recibirán la dilatación de cada sinfonía que se haya escrito...
(Dirigiéndose a la gente que está entrando):

Pasen, si es aquí donde tienen que estar.
... entonces llegarán a ver el espacio, el alma, el espíritu, la personalidad, y entonces irán a mayores profundidades, y más.
Eso es lo que quise explicarles.
Para Bach todo se convirtió en un caos.
No puedo adentrarme en eso en cinco minutos.
Para eso necesito dos noches.
Pero lo que aportaron Beethoven, Mozart y los demás tocó la conciencia material, los sentimientos como seres humanos; interpretados como noche, lluvia, viento, tinieblas.
Si Beethoven hubiera podido analizar para ustedes el nacimiento del ser humano —alumbramiento, creación— este habría venido también y ustedes habrían experimentado el proceso de alumbramiento de la madre por medio de los diferentes grados, por la música.
Los artistas ya están en ello; la naturaleza, la noche, la tormenta, ¿verdad?, la pasión, la violencia, el amor, la alegría, el estar alegres, la justicia, cada propiedad habla por medio de la música, por el arte.
Pero lo que aportó Bach estuvo directamente sintonizado con la vida del Mesías.
También con Su misión divina.
Y no es la que habla a partir de esto.
A una persona leprosa se le ha... se le canta cada año de nuevo.
Así que les he explicado: la Pasión según San Mateo, Juan, el arte de Bach no es entendido, porque se vive de forma humana.
El Mesías divino no lo viven ustedes por la Pasión según San Mateo.
¿Lo aceptan?
(Señor en la sala):

—Sin duda.
—Tenemos a Beethoven, Mozart, Wagner.
Wagner estaba conectado con el espacio.
Lo que Wagner aportó es de una profundidad espacial.
También tocó, analizó, transformó los sonidos, el timbre, del espacio, para el espacio.
Por eso esta música tiene tanto peso.
Pero en el espacio las cosas no pesan.
Para comprender esto solo hace falta el sentimiento, para intuirlo, procesarlo, y para ver de eso, a su vez, los grados, sentirlos a fondo, vivirlos.
Wagner profundiza más, es vigoroso, es más consciente para la creación.
¿Entienden?
(Señor en la sala):

—¿Más vigoroso que Beethoven?
—Mil veces más vigoroso, más consciente.
Wagner supera a Beethoven miles de veces.
Beethoven sigue tocando la conciencia humana.
Al contrario, respecto a Wagner...
Wagner se aproxima a su vida en el arte con un contacto espacial.
Si Wagner hubiera podido vivir sus creaciones, habría tenido usted cien mil, y entonces también habría llegado al nacimiento.
Habría interpretado el reino animal.
¿Qué hizo Chopin, qué hicieron los demás?
O Reger.
(Señora en la sala):

—Debussy.
—¿Música?
(Señora en la sala):

—Debussy.
—No tan grande, no tanto.
Tenemos...
La naturaleza... quien la haya...
Quien haya tocado la naturaleza, ¿entiende?, llegó a la vida, la vida nos llevó al alma, y el alma al espíritu, y el espíritu a la personalidad.
Y después podemos seguir y crear análisis, podemos edificar.
Ustedes tienen que sentir, pueden determinar para ustedes mismos si esa música, si los sonidos se han dado de manera material; o si estos sonidos tienen lo etéreo del espacio; es el grado espiritual para cada sonido.
(Señor en la sala):

—Así que en realidad Beethoven es una representación en lo material.
—Exacto.
Completamente, completamente.
Por supuesto que Beethoven sintió la vida, el alma, el espíritu, pero, eso sí, con sintonización material.
Todos ustedes están desarrollándose espiritualmente, pero todavía no lo son.
¿Es así?
Eso sí que es Beethoven.
A Wagner, ¿entienden?, a Wagner lo recibimos desde el espacio, lo reúne todo, puede elevarse más.
La música de los viejos maestros —Beethoven, Wagner, Mozart, sobre todo Beethoven, Bach, y sobre todo Wagner— vivirá dos siglos, tres siglos, cinco siglos, y solo después aparecerán los nuevos compositores.
En mil años tendremos en la tierra a los nuevos Rembrandt, los Tizianos y Van Dyks; porque estas imágenes seguirán siendo materiales.
En la tierra no ha habido ni un solo viejo maestro que haya analizado el grado espiritual en el arte, en pintura; que haya infundido alma al arte, al alma, o sea, a la vida de la pintura, a la materia.
Pero Rubens seguía pintando una túnica material.
Tenemos también túnicas espirituales.
Entonces el arte se hace más etéreo.
Si el arte se hace más etéreo, se hace espiritual.
Y así, para la música, para la escultura, se ha...
Aparece el talento de escribir, entonces la palabra habla en sentimiento.
¿Está claro?
Puedo ofrecerles veinte veladas.
Entonces recorreremos el arte humano y atravesaremos el arte espacial.
Y entonces también recibirán la paternidad y la maternidad del sonido.
Una noche les dije: el stradivarius es maternal, porque ese sonido es tan profundo e inmaculado, el sonido es madre.
El stradivarius es el instrumento más elevado, eso ustedes lo saben.
Stradivari también nació para este instrumento.
El stradivarius se sintoniza a sí mismo con el sonido del espacio, para el espacio, y eso son millones de sonidos.
No hay más que un solo sonido y es el sonido maternal, el sentimiento maternal, y es alumbramiento.
Pueden analizarlo.
(Dirigiéndose a la sala):

—¿Más cosas?
(El maestro Zelanus reacciona a algo en la sala):

—¿Por dónde fue eso?
¿Qué deseaba?
(Señora en la sala):

—Quería preguntarle, maestro...

—Más alto.
(Señora en la sala):

—Cuando reproduje esas cintas había gente en una habitación de mi casa y vi un montón de espíritus.
Pero vi a uno en un rincón, cerca del aparato.
Llevaba una larga túnica blanca, tenía los brazos cruzados, y no sé lo que eso significaba.
¿Qué significaba?
—Tenía que haber dicho usted: “Lárguese de aquí”.
(Señora en la sala):

—Ah.
—Debería haber dicho: “Qué hace usted aquí?
¿No tiene otra cosa que hacer?”, es lo que debería haberle preguntado.
Y sobre todo cuando hay muchos.
(Señora en la sala):

—Ah.

—Cuantos más vea, más raquítico se pone para el ser humano.
(Señora en la sala):

—Ah.

—¿Le cuadra eso?
(Señora en la sala):

—Sí.
—¿Qué hace esa gente allí?
Cuando los ve...
(Señora en la sala):

—Sí.
—... de verdad...
(Señora en la sala):

—Sí, y eso que pensé...
—... tiene que preguntar: “¿No tiene otra cosa que hacer?”.
(Otra mujer en la sala):

—Pensaba que había dicho usted que estos espíritus venían para escuchar.
—No esto.
Estas conferencias las puede usted...
Imagino que entenderá que si vive usted en el espacio para el suceso, entonces tendrá un cosmos en cuanto a profundidad.
Desde luego, nosotros aportamos... allí, a ese sitio, llegan seres...
Mire, voy a adentrarme de inmediato en las fenómenos mediúmnicos espiritualistas, porque el ser humano ve tantas...
No le voy a privar de eso, para nada.
Pero ver es peligroso.
“Veo a tanta gente, había una entre ellas, está allí...”.
Muy bonito.
Nosotros preguntamos: “¿Qué hace usted aquí?
¿Escuchar?”.
Si hay veinte...
Ha habido noches en que he hablado aquí ante millones de seres en este espacio, porque saben, porque son adeptos...
Otros pasan por aquí, lo atraviesan, no ven ni sienten nada, eso lo sabemos.
Siempre se nos escucha a fondo.
Si uno ofrece verdad y explica una ley, esa palabra la acogen millones de seres, están sintonizados con eso.
No vienen aquí, pueden...... pueden escucharla en uno de los planetas, esa palabra, ese sentimiento continúa.
Quien se detiene aquí ... eso se pone peligroso; se queda estancado.
Y siempre estamos en movimiento.
Si ha venido aquí alguien...
Puede haber alguien de la sociedad... alguien del mundo astral que no tiene la luz.
Inmediatamente, tiene usted que...
¿Por qué me hace a mí esas preguntas?
¿Por qué no hace usted esas preguntas directamente?
Así le responderán.
De lo contrario todo se hará un coas, empezará a hablar con usted misma.
Ese es el peligro.
Pero cuando allí está la personalidad astral y escucha: muy bonito.
Es algo que no está nada mal para este mundo.
Pero no para ese mundo de allí.
Allí cada personalidad tiene una inconmensurable para usted.
Y hay millones de personas que se lo pueden contar y explicar a ellas.
Para eso no hace falta que venga a la tierra.
Así que ese ver...
Puede ver ustedes imágenes, quizá de un pasado remoto.
Verá usted personas, pero esta gente ¿tiene que ver con eso?
¿Tienen sintonización con el suceso de usted?
De eso se trata.
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

Por allí.
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, quisiera preguntarle: hay muchas religiones que enseñan que Cristo vivió y murió por los pecados de los seres humanos.
Yo no comparto eso, ya lo entenderá.
Pero ¿podría usted quizá indicar otra vez cómo es eso en realidad?
—Usted mismo lo dice.
La iglesia católica, el protestantismo dice: Cristo, por Su muerte, les perdonó todo a ustedes, ¿no?
Y entonces basta que ponga las manos encima de ese sacrificio de Cristo, y será usted libre.
Ya le gustaría a usted, ya le gustaría al ser humano.
Ahora no aprende usted nada, ¿verdad?
Eso se explica en dos palabras.
Basta con que lea los libros, ‘El origen del universo’, ‘Los pueblos de la tierra’, atravesará usted ‘El ciclo del alma’, atravesará ‘Entre la vida y la muerte’, analizará cada pensamiento, los vivirá conforme a las creaciones de Dios, por la paternidad y maternidad.
Son los fundamentos divinos esenciales.
Y entonces podrán morirse y asesinar y matar a golpes cuanto quieran; Dios los perdonará siempre.
Y ahora la iglesia lo añade, por qué no: para eso murió Cristo.
Es el mismo jaleo y son los mismos lamentos, lo que se hace y fabrica ahora...
Ya entenderán... aquí reciben un análisis espacial para sus pensamientos.
Y eso en el fondo es otro sistema filosófico, es decir: ¿dónde está el fundamento para nuestro pensamiento?
¿Cuándo estamos en armonía —por nuestro pensamiento— con las creaciones?
Es lo que quieren aprender, ¿no?
¿Por qué se ha construido una universidad con Sócrates, Platón y otros?
Son sistemas filosóficos para llegar a la realidad, a la verdad, a la armonía, a la justicia, para su vida interior, a su yo astral, espacial, divino.
¿Lo aceptan?
Ya entenderán que si Cristo lo tuvo que aceptar, el ser humano ve...
El error lo construyó el protestantismo y el catolicismo: que el ser humano... que Cristo como Mesías lo perdona todo.
Pero la iglesia católica no sabe nada de estas leyes, la iglesia católica todavía condena, todavía tiene un Juicio Final, y así podemos seguir.
Así que se convierte en un estado humano en el que el Mesías, Jesucristo —nos atenemos a lo humano— lo perdona todo.
Ahora sabemos cómo nació Cristo, de dónde vino Jesús, cómo llegó Cristo al Omnigrado para representar a Dios, eso se lo dicen los libros; y hemos aprendido que primero tienen que materializar cada ley —¿y qué es pues una ley?—, y luego espiritualizarla, hacerla más espacial y más divina.
Una noche les dije: son ustedes dioses.
Son como seres humanos una personalidad divina.
Se habla del alma, y esa alma es el ser humano, eso, pues, es el ser humano.
Pero en ustedes; esa alma es una parte de Dios.
Y por cada pensamiento harán que un rasgo de carácter adquiera conciencia.
De modo que cada acto tiene un fundamento espacial, espiritual, divino.
Hacen ustedes algo y ustedes mismos, el ser humano, Dios, el espacio puede sopesar su acto por la luz de ese espacio.
Es decir, si hacen algo, ese acto se elevará directamente a las alturas, al espacio, y por eso adquieren fundamentos para andar, para caminar, para estar de pie.
Tienen ustedes luz, tienen vida, tienen amor.
Por el amor... por dar amor al acto, es...
A eso se le llama “amor”.
Una noche también les dije: tendré que quitarles todo.
¿Por qué?
¿Quién inventó esa palabra “armonía”? ¿Quién inventó la palabra “amor”?
Les he dicho...
Dirán: ya no queda nada.
Pero todo se queda y todo lo volverán a tener de nuevo, y esa es la vida divina.
Ahora solo tienen que aceptar que Cristo tuvo que recorrer el mismo camino, que Cristo nació en la luna como embrión, que Cristo estuvo en la jungla, en la era prehistórica; y que Él, con los millones de personas que llegaron a concienciarse, a la conciencia, con Él en la luna, en ese pedacito de allí, que justo se nos adelantaron un poco.
Pueden volver a comparar esa imagen —se la he ofrecido— con el estadio en la jungla.
¿Por que siguen viviendo allí seres oscuros, tenebrosos?
¿Y por qué están ustedes en la sociedad?
Tienen el organismo blanco.
Tienen tantas cosas; esa gente no tiene nada.
Esa gente lo tiene todo.
Ustedes lo tienen todo; y no tienen nada.
Ese “nada” es, en cambio, el espacio divino, es su sentimiento, es su posesión, por la que el ser humano, todo lo que vive, tiene sintonización con Dios.
Ahora ya entenderán: tengo que atravesar esas iglesias, tengo que atravesar la Biblia de ustedes si quieren llegar a tener una descripción general, si quieren poder construir una imagen para ustedes mismos, si quieren seguir viendo al Mesías como ser humano.
Y eso ahora es necesario.
Dios no castiga en las creaciones, no puede castigar, Dios no puede castigar, porque...
Ahora podrán decir ustedes: eso es una locura soberbia, pero ustedes son —hemos tenido que aceptarlo, acéptenlo de una vez por todas y para la eternidad— divinamente conscientes.
Como ser humano siguen siendo conscientes ahora.
Pero divinamente conscientes significa: Dios les dio Su vida.
Ahora van avanzando, todavía están en la tierra, van al otro lado, van a vencer esos espacios por el sistema planetario, y entonces llegan por fin en los grados cósmicos, en el cuarto, quinto, sexto y séptimo, son universos, son inconmensurabilidades; materializadas y espiritualizadas.
Allí es donde vive Cristo.
Cuando Él llegó allí, cuando Cristo abandonó el ciclo de la tierra, fueron los primeros seres humanos...
Fue la tierra la que comenzó, ¿verdad?
Fueron los primeros seres humanos, eso pueden leerlo en ‘Los pueblos de la tierra’, que habían completado el ciclo de la tierra, y aún siguen viviendo en las tinieblas.
Hemos recibido una poderosa imagen de ese primer ser humano.
Se ha determinado la película vital de ustedes, cada pensamiento, pueden volver a verlos.
Quizá tengan ustedes millones de pensamientos en un mes, en un día, pero cada pensamiento, por nítido, por débil que sea, pertenece a su esfera vital.
Esa es la película humana.
Y ahora pueden ver la natural, la divina, y entonces podrán determinar quiénes son y fueron los primeros seres humanos que alcanzaron el Omnigrado; fueron ellos quienes continuaron construyendo.
Pude ofrecerles una poderosa imagen —cuando se lo pregunten el ser humano— en los ‘Los pueblos de la tierra”.
El ser humano que dice: “Estuve enfermo”.
“¿Qué ha ocurrido?”.
“Hemos perdido nuestra luz”.
Entienden, por dentro todavía no tenían luz.
Ustedes van por delante de esas personas, según ese y este tiempo ustedes van millones de siglos y eras por delante de esas personas, porque saben... cuando ustedes lleguen pronto detrás del ataúd —y da igual a dónde lleguen y con qué tengan sintonización— sabrán: desapareció el sol, ahora soy espiritual.
Y ahora comienzan a dar más espacio a sus pensamientos, a hacerlos más etéreos, a hacerlos espirituales.
Y cuando vayan a sentir esto, ya sentirán que... tendrán que comprender y les quedará claro que el ser humano asesinó a Cristo de manera muy sencilla.
Encima convierten esta matanza en una gracia.
Es tan horripilante, es exactamente que si el ser humano asesinara a alguien y dijera: “Mira, ahora ese cadáver muerto, esta mutilación, esta deformación, me tiene que poner, además, la corona encima de la cabeza”.
No solo han bebido de mí hasta vaciarme, se me ha quitado la sangre, mi fuerza mental, mi fuerza vital, el alma que se me ha infundido, ahora encima tengo que dar nueva vida a mis asesinos.
En eso han convertido a Cristo.
Ahora Cristo, por haberlo destruido, por haberlo clavado allí en la cruz como el divinamente consciente, tiene que volver a la tierra y decir: “Te perdono todo”.
Claro, pero con eso no hemos terminado.
Primero tendrán que empezar a darse cuenta de que han destruido la luz de los mundos —¿verdad?, eso es Cristo—, que la han ahogado: fuimos nosotros, Jerusalén, los judíos, los romanos, todos.
Todos tenemos culpa de la vida de Cristo.
Un solo pensamiento equivocado y ustedes volverán a asesinarlo.
¿No es así?
Eso la iglesia católica, el protestantismo, no lo admiten.
En equis tiempo, un breve lapso de tiempo, solo algunos años, en el siglo de ustedes, y la iglesia católica y el protestantismo, y cada secta, tendrán que aceptar que ustedes harán divinas sus vidas.
Verán allí a seres humanos como dioses, con una sintonización divina, viven en el espacio, son flores, son vida y viento, alma infundida, circulación de la sangre, absolutamente todo, luz, espacio.
Eso lo son ustedes como un ser humano divino.
Aquí en la tierra tienen ustedes una sintonización divinamente humana.
Todo eso tiene que desaparecer, en el otro lado el maestro lo barrerá, los maestros harán tabla rasa de eso; ahora todavía no es posible, tiene que suceder con una prueba, solo es posible con el aparato de voz directa, un contacto verdaderamente espacial, y entonces todo eso se disolverá en una sola mañana.
Y entonces ya puede venir la iglesia católica, cualquier secta, allí, donde yace aquello, a lo que ustedes están abiertos, y eso será: enmendarán en primer lugar haberle quitado la vida a la criatura.
Simplemente, volverán a la tierra, porque son ustedes padres y madres.
Pero Cristo se lo perdonó.
Ustedes...
Miren, ya entenderán, la realidad cósmica no se comprendió por la muerte y vida del Mesías, de Cristo en la tierra.
De Bach, de Cristo y de todos los grandes y de los santos no ha quedado nada; no hay rastro del núcleo espacial y espiritual, porque no se sabe nada del espíritu ni de la ampliación.
Lo han convertido en un drama material, horrible, aterrador.
No fue un drama.
Todos los días hay gente de Dios que es asesinada y destruida.
¿Lo aceptan?
Exactamente igual que Cristo.
Si Él también viniera ahora a la tierra, no haría falta crucificarlo, al contrario, lo matarían a tiros por la calle.
Lo harían de otra manera.
Si Cristo hubiera estado en la tierra en la época de Hitler, entre 1939 y 1945, Adolf lo habría gaseado: era judío.
Y aun así, Cristo diría: “No te haré nada”.
¿Lo harían ustedes?
¿Si alguien los atacara, se pondrían a disparar con su revólver, ahora que saben esto?
¿Perdonarán entonces a este ser humano?
Ahora ya lo saben: quizá tenga yo causa y efecto.
Pero eso se disolverá por sí solo.
Eso tomará un cierto tiempo.
El ser humano, la sociedad, los pueblos de la tierra siguen sin tener conciencia espiritual.
Es muy sencillo: cuando el ser humano se lo pregunte, basta con poner en sus manos ‘Los pueblos de la tierra’.
Y si el ser humano no estuviera listo para ello, si no posee esa conciencia ni sentimiento, deberían tener todavía un rato de paciencia.
Eso ya le gustaría a la masa, a la humanidad, posar sus manos encima de Cristo, al que primero han quebrado, destruido, destruido conscientemente.
Se le flageló, la sangre corría, la sangre del Gólgota sigue corriendo por la tierra.
Y los pastores y el clero rezando.
Adelante, recen, y lo perderán todo.
Hay cardenales en las tinieblas, hay papas en los infiernos; no son infiernos, son esferas tenebrosas.
¿Les gustaría pensar que esa gente estuvo rezando?
Han rezado, rezan día y noche, pero no sirvió.
No pueden cambiar ustedes sus vidas con sus oraciones, ya se lo enseñé.
Cuando tenga que morir su madre, o su padre, o su hijo, no harán nada, se quedarán con los brazos cruzados; es evolución propia.
Todo llegará a ser hermoso; la muerte, morir, es evolución.
Morir es vivir el universo, es ser uno con el espacio.
El proceso mortuorio es lo más elevado de lo que hay, porque entonces podrán decir: “Vuelvo a seguir”.
Son ustedes pobres, porque se están haciendo viejos.
¿No sabían eso?
Poder morir jóvenes, directamente después de la madre, a la edad de cuatro, cinco años, es una gracia, para esa alma, continúa inmediatamente; ustedes están estancados en esta vida.
Si se hacen viejos... hay gente que está orgullosa de alcanzar los cien años; nosotros sabemos: es estancamiento.
Después de los ochenta ya no son capaces de pensar, ya no pueden trabajar, ya no pueden hacer nada.
Diez años desperdiciados.
Cometan otro asesinato y serán... estarán estancados durante doscientos mil años.
¿Entienden? Todo se va simplificando mucho.
Ustedes conocerán a Cristo, lo vivirán y empezarán a luchar por el milagro, por el poder de esta personalidad divina, entregarán todo a cambio.
Aunque sean masacrados en la tierra.
Porque lo que ven es vida inconsciente.
A Cristo lo destruyó lo inconsciente.
Y, además, esa cosa inconsciente quiere poseer el alma, la vida, la conciencia, la esencia divina de Cristo.
¿Entienden?
Esos asesinos, esos destructores, se sientan alrededor de Cristo, extienden las manos, rezan y lo convierten en un santo.
No hay santidad en el espacio.
Cristo ve cada segundo en la tierra que Su vida es violada, destruida, deformada, una y otra vez.
Eso lo ha construido la iglesia católica, lo ha construido el protestantismo.
Sobre los dogmas hablé aquí hace poco.
Lutero se lanzó a la guerra porque pensó: así es mejor.
Sus asesinados se fueron amontonando; ese gran Lutero.
¿Cuántas iglesias no tiene Lutero ahora en la tierra?
Está atado a ellas.
Durante millones de eras tendrá que aceptar: hice el mal.
¿Por qué hay que destruir a un ser humano por la fe?
Lutero pensó poder cambiar eso.
¿Se olvidaron ustedes de la lucha entre Lutero y la iglesia católica?
Corrió la sangre en Europa, solo por la fe; Cristo no quiso eso, ni Dios.
El ser humano está buscando.
Cuando se cree de verdad —y eso, claro, ustedes no lo hacen—, cuando se ama de verdad a un dios, uno no tiene que poner la mano encima de la vida de Dios para destruirla.
Lutero: un atontado, un loco religioso.
Porque uno deja en paz a la fe cuando conoce las leyes.
No hay fes, solo hay leyes.
¡No!
Eso es lo que les aportamos.
¿Es capaz de imaginarlo ahora?
¿Puede imaginarlo ahora todo?
(Señor en la sala):

—Sí, creo que sí.
—Hubo millones de personas que fueron masacradas por la fe.
Se construyeron hogueras porque el ser humano dijo: “Es que oí algo”.
“¿Qué?
¡Usted lo que tiene que hacer es creer, no oír!”.
La iglesia católica era así.
“Sí”, dice el cardenal, estos y aquellos, “no fueron más de diez”.
No fueron más de diez.
Fueron millones de personas los que destruyó la iglesia católica.
Así es la divina madre.
La iglesia es madre, ¿no?
¿Es madre la iglesia?
(Gente en la sala):

—Sí.
—¿Y esa madre asesina la vida de Dios?
¿Le parece bien que se ponga al ser humano encima de la hoguera?
¿Entienden la locura de la fe?
El ser humano tenía que recibir como fuera una fe por Moisés.
Después de Cristo, después de la muerte de Cristo, se construyó una iglesia mediante Pedro, mediante las palabras que se recibieron, que se tenían.
Fundamentos de pacotilla.
Para un dogma, para una fe, perifollos, perifollos, perifollos, riqueza, oro, hermosas túnicas.
Pero ¿qué dice eso?
A las esferas de luz no podrá llegar ni un solo papa, ni un solo cardenal, ni un solo sacerdote, antes de que haya resuelto esa condena, el juicio final y todas esas otras desgracias.
Tendrá que asimilarlas, o bien la justicia, la verdad, la armonía, Dios, Cristo le parará los pies.
Basta con que se hagan ustedes catedráticos, basta con que se hagan teólogos, y se condenarán para siglos enteros.
Basta con que comiencen, no tienen más que seguir la universidad católica y se harán cardenales; y se quedarán deformados durante miles de vidas.
Nadie los podrá cambiar a ustedes.
Nadie podrá quitarles ese sentimiento.
Eso se lo expliqué hace poco.
Como madre háganse monjas, santas, castas, e ignoren la maternidad, y ya se deformarán por una sola vida por querer ser santas.
Se lo expliqué hace poco.
¿No estaba usted aquí?
Se harán santas, pero ignorarán su evolución y como madres dejarán a esta en un punto muerto, porque es forzoso que vuelvan, que den a luz, eso es seguro.
Ese es el don más divino de todos, es lo esencial, es el corazón de Dios.
Si no hubiera una maternidad en la tierra, no habría espacio, no habría nada.
Y entonces dice la madre: “Quiero ser inmaculada”.
Y resulta que esto, dar a luz, recibir hijos por la madre, y el padre, es lo más sagrado de todo lo que hay, de todo lo que ha creado Dios.
Si no Cristo no podría haber venido a la tierra.
¿Sienten el caos de Lutero, de la iglesia católica, del protestantismo?
¿En qué han convertido a Cristo?
Ya no queda nada de Cristo, nada.
Él también dijo: vendrán otros que me expliquen.
Naturalmente, las esferas de luz, los maestros, millones de personas están preparadas para explicarles esas leyes, si ustedes viven en ellas.
Ya lo ven, soy vida, puedo ir a donde quiera, la vida y la muerte están en mis manos.
¿Por qué nos sentaríamos entonces allí al borde del camino para esperarlos todavía a ustedes durante millones de años y siglos?
Vamos a su encuentro.
Ahora pueden recibir clases académicas durante miles de años, y ni así habremos terminado de hablar.
¿Satisfecha?
(Señora en la sala):

—En... de Lutero, ¿es que da igual?
Intentó... su intención fue salvar a la gente de la gran degeneración de esa iglesia católica y a cambio darles una fe mejor y más sencilla, otra...
—Del oro quiso...
(Señora en la sala):

—... una fe más libre...
—... del oro quiso hacer cobre.
Es exactamente lo mismo.
Quiso simplificarla, pero aquí lo que pasa es que...
Si uno tiene una realidad y la tiene entre sus manos, puede modelarla.
Quiso simplificarla: esto tenía que hacer esto, y lo otro aquello...
Pero todo lo de la iglesia católica gira y vive alrededor de la realidad, también lo de Lutero.
Para Lutero ustedes siguen estando condenados.
¿Qué quiere hacer esta criatura aquí en la tierra, este gran Lutero, si de todas formas se sigue irguiendo con ambos pies sobre la condena?
¿Qué es lo que va a modelar entonces uno?
¿Qué va a poder hacer?
¿Para qué quieren luchar si viven entonces de todas formas el profundo caos sin poder convertirlo en avance, en evolución?
Si se lo estoy diciendo: ¿por qué aceptó esta vida —pero así es como tuvo que venir la fe— esa lucha?
¿Y por qué incitó entonces a esta vida contra la iglesia católica?
¿Por qué?
Pfft; y adiós todo.
Pongan la iglesia católica encima de la mano, y la fe de Lutero, y el protestantismo...
Al margen de la conciencia de Cristo, ¿entienden, verdad?
No toquen nada de Cristo...
Eso también se puede analizar todavía.
Porque pusieron muchas cosas en boca de Cristo.
El Gólgota y Getsemaní se lo he explicado.
Se dijo: “Dios mío, Dios mío, que pase de mí este cáliz”.
Y una criatura de la tierra anhela morir por Él.
¿Era débil Cristo?
No puede ser.
Ni nunca lo dijo.
Estaba solo.
¿Quién lo ha oído?
Estamos en Getsemaní, allá, a lo lejos, a doscientos metros de nosotros, a trescientos, no se puede ver a Cristo, en ese momento —eso lo hemos visto, la imagen está allí— estaba solo, y aquí yacen Sus apóstoles; miedosos, no sucede nada.
Entre ellos había algunos sensibles.
¿Quién ha oído que Cristo dijera eso allá, como si dijéramos en Marruecos?
En eso han convertido a Cristo.
Así de grande.
La forma de morir de Cristo.
(Señora en la sala):

—¿No dijeron eso también en el Evangelio, en ‘Mateo’, en ‘Marco’ y en ‘Lucas’?
—Eso lo pusieron en boca de Cristo.
Nosotros solo decimos lo siguiente: han empequeñecido, debilitado, a Cristo.
Eso el consciente divino jamás lo pudo haber dicho.
Eso es, es la maldición.
Si alguien es grande, ¿por qué el ser humano tiene que destruirlo entonces?
“Eso lo dijo mamá”.
“No, eso mamá jamás lo ha dicho.
Es lo que tú dices que ella dijo”.
“Mamá siempre dijo: amarás.
Mamá no puede aceptar el mal para quebrar el bien, imposible que lo haga”.
Eso los hijos lo han vivido con sus padres.
¿Y ahora Cristo?
¿Lo aceptan?
Imposible.
(Dirigiéndose a la sala):

Allí.
¿Por allá?
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, ¿está mal dejar que maten a nuestro animal doméstico, sin que tenga nada, por edad?
—Vaya, eso también ya me lo preguntaron.
Hace poco le hice sentir a André... un amigo suyo tenía un animal con cáncer, y entonces optaron por dejar que volviera a arrastrarse, porque estaba desquiciándose.
Pero ¿por qué no le ofreció al animal una sagrada evolución?
Antes estaba mal; ahora, no, ahora puede hacer que se duerma, porque...
Escuche bien, al ser humano no se le puede sacrificar.
El médico...
Hace poco me preguntaron: ¿está bien?
No, no está bien, no, la conciencia divina tiene que dar a la luz —¿entienden?—, tiene que despertar, evolucionar.
Pero el animal, el perro, el gato, si ese animal tiene cáncer, dejen que se duerma tranquilamente, porque le conceden una gracia.
Eso se lo podemos decir, y así lo hacemos, si ese animal no experimenta nada, pero nada de nada.
Solo sentiría un instante la inyección, eso no es nada.
Ese animal tiene que volver, tiene que evolucionar, y quizá vuelva de diferentes modos para esta raza de perros, para esta conciencia animal.
Pero algún día volará por el espacio, el animal, el perro, el gato, el tigre, el león; cada especie adquirirá conciencia espacial.
¿Y eso qué es?
Se lo he dicho: es la especie alada.
Llegamos a tener conciencia divina, conciencia espacial.
El animal procede de las aguas, pasa por la tierra, entra en el espacio, el alma evoluciona poco a poco y se crea alas.
A ese animal enfermo tranquilamente lo pueden... al siguiente grado, eso también es el mundo de lo inconsciente... o quizá en cuatro semanas ya haya vuelto a la tierra en otra especie, en otro grado.
También hay tiempos...
Cuando el amor... ahora les ofrezco, en cambio, miles de escenas, por ejemplo: si el amor entre usted y el animal era muy intenso y fuerte, seguirá viviendo hasta que usted se muera, hasta que continúe usted.
Así que a un animal... si usted ha construido un contacto intenso, espacial, espiritual con su animalito y dentro de cuatro semanas atraviesa usted su pequeño “ataúd” al mundo astral, entonces podrá usted... podrá usted... el animal muchas veces seguirá andando por aquí, en esta esfera, otros cuarenta, cincuenta, sesenta años, porque el amor de usted por el animal ya no era natural.
¿Puede aceptar eso?
Habrá dado usted amor humano a la conciencia animal, y eso no es posible.
Se pasó usted otra vez.
Y los seres humanos hemos de aprender... ¿hasta dónde vivo el grado humano, animal, natural? Y entonces llegará a vivir usted lo normal para lo anormal.
Dicho de otro modo: llegaremos a ver, a sentir, armonía en todo.
Puede usted destruir un animal con su amor espacialmente, para equis siglos, porque usted lo habrá aupado hasta sus sentimientos humanos.
Y ahora esa vida está deseando mientras languidece.
¿Por quién?
Ahora ya no es una conciencia animal, sino conciencia humana.
Si quieren aceptarlo.
Si piensa que se está poniendo enferma —todo eso lo tiene que aprender—, tiene animales en casa y alrededor de usted, y piensa: ahora voy, tendrá que desprenderse de sus animalitos con dos o tres añitos de antelación, así harán la transición al mismo tiempo que usted si ese contacto se vive de forma inmaculada, pura, espiritual, espacial.
¿Nunca oyó usted eso?
¿Nunca oyó usted que el animal falleció dos días después de mamá?
(Señora en la sala):

—Sí.
—Eso es el inmaculado ser uno espiritual.
Así hará evolucionar usted el animal.
Ese otro animalito se muere porque falleció usted, lo ha asfixiado espiritualmente, lo ha asesinado por amor.
Si no todavía podría haber vivido otros veinte años, por ejemplo.
¿Sabía usted eso?
¿Es normal eso?
¿Es eso normal?
¿Es normal?
¿Pueden ustedes comprender que esa es la ley, y no lo otro?
Pero eso el ser humano no lo sabe.
Esto es hermoso, muy hermoso.
(Dirigiéndose a la gente en la sala):

—¿Quién?
(Señora en la sala):

—En algunos países se está usando, en la administración de justicia, un tipo de interrogatorio en la que se tortura a la gente, psíquica y corporalmente, por lo que pierde su personalidad entera.
—¿En la administración de justicia?
(Señora en la sala):

—Sí, y entonces en el fondo hacen lo que quieran los interrogadores, que luego se enteran de todo.
¿Han perdido entonces su personalidad? ¿Para siempre?
—Una psicosis mágica.
¿Qué hace Rusia?
¿Qué hizo Adolf con su psicología?
Obligó al ser humano a una palabra.
Es algo tan viejo como la humanidad.
¿Entienden?
Cuando uno se ve sometido a la hipnosis, solo un momento, a la hipnosis, al suplicio, a la deformación, al maltrato...
Así también condujeron a Cristo a los pueblos.
Primero estuvo allí Pilato: “Me lavo las manos en la inocencia”.
Y entonces llegó a donde estaba Caifás.
No podían con Él.
“¿Eres Cristo?
¿Eres el Mesías?”.
“Tú lo dices”.
A Cristo ni siquiera lo pudieron... ni en lo espacialmente inconsciente Suyo —es decir, espacialmente inconsciente, para eso tienen que volver a la luna— ni siquiera pudieron encontrarlo para alcanzarlo mediante pensamientos.
Son líos animales.
Mejor entonces que claven en la cruz a un ser humano.
Ya entenderán que es la sociedad armoniosa en la que viven, y entonces podrán...
Primero se les torturará, se les colocará contra una pared, les despojarán de sus fuerzas, de las corporales, primero perderán la resistencia, y entonces dirán algo como lo que dice un psicópata: “Vivo, veo”.
“Pero ¿es que sabe usted...?”.
“¿Cómo?
Yo no ando por aquí”.
Se les provocará un estado de trance; no es trance, es un sueño animalizado.
Se les obligará a renunciar a su conciencia diurna.
Se asesinará, se destruirá conscientemente el yo de la conciencia diurna, se sumergirá, se hundirá, porque ya no tendrán ustedes resistencia.
Adolf Hitler asesinó así a millones de personas.
(Señora en la sala):

—¿Es que eso es para toda la vida?
O...
—¿Que si está mal eso?
(Señora en la sala):

—No, ¿entonces eso es para toda la vida?
¿Sigue siendo así o se puede volver a anular?
—Eso se disuelve después de...
Una personalidad fuerte se lo quita de encima de un soplo, en diez minutos, y dice: “Dios mío, Dios mío, ¿qué he hecho?
Por si quieren saberlo: entre nosotros hay muchos... eso lo hemos seguido... el ser humano...
¿Y cómo era el nombre de aquel cardenal?
(Gente en la sala):

—Mindszenty (un sacerdote húngaro que se rebeló contra el régimen comunista y que fue encarcelado por ello).
A él lo asfixiaron de la misma manera.
A cualquiera que caiga ahora en las garras de esta guerra —es la conciencia satánica, la conciencia demoniaca— ... a quien caiga en manos del ruso de ustedes se le sofoca la conciencia diurna.
Uno se queda sin sentimiento, lo dice todo, todo, porque entra en la hipnosis.
A uno le quiebran conscientemente la verdadera voluntad de la conciencia diurna.
Nada más.
Pero eso ya tiene trescientos mil siglos de antigüedad.
De esa manera se desfogaron los romanos, los egipcios.
Antes, cuando uno acudía al Templo de Isis y se les quería construir la conciencia, y se sabía, se veía, que tuviera usted sentimientos y que era posible extraerle sabiduría, primero se le quebraba el yo de la conciencia diurna.
¿Por qué sabemos tanto?
¿Por qué me pueden preguntar siempre a mí y a André?
Porque primero nosotros mismos deshicimos nuestro yo de la conciencia diurna, mil veces, millones de veces, de forma consciente.
No se hagan nada y llegarán a tener todo.
Pierdan esto y tendrán lo otro a su lado.
¿Han podido constatar ustedes que un loco ya no tiene conciencia?
Lo que pasa es que no lo entienden.
El psicópata y la criatura demente, sin embargo, tienen una nueva conciencia insondable, y ustedes carecen de ella por completo.
Porque el acto que llevan a cabo, ¿es espiritualmente responsable?
¿Viven ustedes de forma responsable espiritual y materialmente, según la creación, tal como Dios creó al ser humano, el espacio?
Basta con que piensen unos instantes mal de una de estas criaturas y ya se asesinan ustedes de forma espiritual.
Eso lo dijo Cristo.
¿No es así?
La vida se hará hermosa —la vida es difícil—, se hará tremendamente hermosa si pueden aceptar ustedes la armonía en todo.
¿Por qué se dice de este ser humano: “Qué personalidad tan encantadora”?
Solo hace falta que acepten todo, y que lo vean.
Que no se hagan patéticos.
Que también demuestren, sin embargo, de lo que son capaces.
Se lo dicen los filósofos, allí están los libros de Sócrates y Platón.
¿Cuándo estoy dónde?
¿Y cuándo se me ama?
¿Tan extraño es eso?
Eso la Biblia, a su vez, se lo enseña un poco.
(Dirigiéndose a la gente en la sala):

—Por allá.
(Señora en la sala):

—¿He de deducir de su conferencia de hace unos instantes que si una reza de verdad por una salida, sin haber rezado nunca antes, y luego siente una terrible inquietud por algo y encuentra de golpe palabras que jamás podría haber encontrado, para rezar y suplicar por algo, y después resulta que ha sentido correctamente que algo no estaba bien y que la oración ha servido...
—Desde luego.
Y ¿cuál es su oración?
(Señora en la sala):

—¿Es que es casualidad pensar entonces en el ser humano al que se quiera prestar ayuda?
—No.
¿Cuál es en estos momentos su oración?
—Así que tiene que aprender usted a pensar: ¿cuándo...?
Nosotros no decimos: ya no tiene que rezar.
Nosotros rezamos día y noche.
(Señora en la sala)

—No, pero dijo usted hace unos instantes...
—No, espere un poco.
Se pone a rezar, se pone a pensar.
La oración carece de sentido si la madre suya, si usted misma...
Desea usted vivir un poco más y reza: “Oh, Dios, dame un poquito más de fuerza para acabar esto”, pero lo que usted tiene que acabar carece de importancia para el espacio...
Quizá...

(La señora quiere decir algo más).
No, eso se le devolverá en su próxima vida.
Así que tiene que irse.
Si ahora viene usted a rezar por quedarse aquí, viene por rezar su salud, se quedaría detenida por los rezos.
¿No es peligroso eso?
(Señora en la sala):

—Desde luego.
—De eso se trata.
Cuando usted... el ser humano que vive con miedo y que reza, que suplica, bueno, póstrese y rece, rece, rece, suplique...
Eso, pues, es sintonización con un sentimiento y pensamiento más elevado, ¿verdad?
El ser humano, pues, el maestro, su hermana, su padre, su hermano, da igual quién sea, piensa: allí hay alguien, allí hay una criatura de Dios, que busca, que grita por ayuda, allí me voy.
Y ahora le entra, desde arriba, la sensación del pensamiento y sentimiento conscientes —¿está claro?—, eso usted lo atrae así, sin más, por estar postrada allí.
¿Es cuando a la oración se le infunda alma?, ¿cuando se convierte en entrega?
No, es cuando la oración se convierte en armonía, en contacto espiritual, en ser uno.
Así que entonces no lo recibe de su Dios, porque Él está aquí.
Dios no la puede ayudar.
Cristo no la puede ayudar.
No, ahora usted misma se prepara y se despierta por estar rezando.
Es mucho más sencillo, ni siquiera hace falta que mire si hay algo en el espacio, sino que en ese instante se ha sintonizado con el empuje de aquello por lo que pide.
Eso el ser humano lo tiene que tener en sus manos, de lo contrario una oración siempre seguirá siendo una gracia.
Y resulta que a una criatura se le oyen sus oraciones y a la otra no.
No tiene más que ir a Lourdes.
Allí es donde va la criatura, allí recibe salud; esa es la que muere.
Esa criatura ¿se fue a Lourdes —ya lo conté también— para morir o para recuperarse?
¿Siente lo contradictorias que son estas sintonizaciones?
(Señora en la sala):

—Eso sí.
Pero dijo usted hace poco: cuando se reza por la vida de alguien, o por... bueno, una salida, y esas oraciones no sirven, porque lo que ha de suceder sucederá de todas formas...
(Señora en la sala):

—Allí estamos.
Así que tiene que aprender usted: ¿cuándo puedo rezar?
Entonces uno siempre estará preparado.
Cuando sienta que el ser humano...
Por mejoría... puede rezar usted por la salud.
Una noche dije aquí: alguien aquí en Ámsterdam escribe a André, ocurrió en 1938, poco tiempo después, que iban a operar a esa criatura.
El médico dice: “Mañana vamos a empezar”.
Había un tumor en el cuerpo, aquí, alrededor del estómago.
En plena madrugada ya no puede aguantar más, dice: “Dios mío, Dios mío, André estuvo en el Gólgota, allí vivió al Mesías, a Cristo, la tercera parte de ‘El origen del universo’ emana tanta fuerza que entro en contacto allí en el Gólgota, por André”, o sea, Jozef Rulof, “con el maestro Alcar, eso seguro que me tiene que poder ayudar”.
Por la mañana se queda dormida durante todas sus plegarias y esa misma mañana ha desaparecido ese tumor de dos kilos.
Eso ha ocurrido, ustedes pueden hacerlo.
Pero si tuviera que haber muerto por ese tumor, no habría ocurrido.
Así que pueden atraer y edificar ustedes una fuerza por ustedes mismos, eso es posible y es verdad, y entonces podrán sanar cualquier enfermedad.
Lo dijo Cristo.
(Señora en la sala):

—Perdón, es la fuerza que entonces sale de nosotros mismos.
—Eso es lo que es usted.
Usted puede.
(La señora quiere volver a decir algo).
—Si usted es capaz de liberar...
No tiene que ponerse hablar cuando lo estoy haciendo yo, así nos vamos a confundir.
(Señora en la sala):

—Perdón.
—No es justo.
Si usted sintoniza con enfermos...
¿Cómo sanaba la criatura, el sacerdote del Tíbet, de la India colonial, del Antiguo Egipto?
Concentración, nada más.
Nosotros también hemos sanado a André, todo mediante la concentración, la voluntad.
¿Esa aura que damos a los enfermos?
No, porque ese ser humano no tiene voluntad.
Algo que no puede sanar —¿lo entiende bien?— no es posible imaginarlo, infundirle alma, queda destruido.
Un brazo partido, un músculo que esté muerto, que se haya quedado en nada, que se haya quedado sin vida, un nervio cardíaco, todo eso es desintegración material; no es posible renovarlo.
Puede usted darle ampliación a la vida, alma, todo, siempre que se sintonice con ella.
Cuando usted...
¿Lo vivió usted?
(Señora en la sala):

—Sí.
—Entonces usted misma lo ha... se entregó...
Mire, eso es rezar.
Ya entenderá usted... la oración es... son palabras, es una frase asombrosa.
El Padrenuestro solo significa algo si uno lo vive, ¿verdad?
(Señora en la sala):

—Si le interesa, puedo decirle qué era.
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—Si le interesa, no me importa decirle cómo fue eso.
—No hace falta.
O sea, que usted, con el sentimiento... con la palabra... se pone a rezar: “¡Ayúdame, ayúdame!”.
Es emitir el sentimiento con fuerza.
O sea, ese “ayúdame” no es.
Ni le servirá, no es posible que le sirva; es una sustancia material, no son más que palabras vacías.
Es su sentimiento, sin embargo: su personalidad.
Y entonces todo se convierte en sentimiento.
Y el sentimiento se convierte en saber.
Se ha sintonizado, usted ha atraído esa fuerza y así es como alcanzó un sentir más elevado, un pensamiento más elevado, espiritual.
Es como se sanó el ser humano a sí mismo y así es como la oración se convierte en sintonización con poderes y fuerzas más elevadas.
Y eso es algo que está en sus propias manos.
Porque Dios le puede...
El ser humano, la madre, el padre, un hermano, una hermana suplica: “Deja a mi hermano y deja a mi mujer aquí, no puedo estar solo aquí”.
Es evolución, esa criatura tiene que seguir.
¿Quién dice que ustedes deben estar juntos?
Ahora, además, viene la reencarnación.
Tiene que volver usted todavía a la tierra, otra persona —su padre, su marido o su mujer— continúa, directamente al otro lado, vive en el mundo astral, y aún tiene que recorrer diez vidas en la tierra.
¿Por qué puede usted estar rezándole ahora a esa vida?
Continuamos y decimos: ¿quién le dice que él es de ella y ella de él?
Eso se lo podemos explicar enseguida, y entonces a ella y a él los habrá perdido detrás del ataúd.
Entonces es la vida de otra persona.
Todo lo que ustedes tienen en la tierra no son más que bienes prestados.
¿Lo sabían?
Esa es la justicia de Dios, porque hemos destruido, violado y mancillado millones de vidas.
Y resulta que ahora han conocido a una chica, a su madre, a su padre.
¿Quién les dice que esta es su sintonización divina?
Entonces no estamos hablando de almas gemelas; pero en alguna parte del espacio tienen su esencia divina.
Han recibido la vida por esa esencia.
Ahora vamos a la cosmología, el fundamento divino en el ser humano.
¿Está satisfecha?
(Señora en la sala):

—Desde luego.
(A alguien en la sala):

—Por allí atrás.
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, me gustaría hacerle una pregunta y acompañarla de una breve introducción.
—Adelante.
(Señor en la sala):

—Mi pregunta es: ¿qué significa cuando un niño nace en lo que se suele llamar popularmente un parto velado?
Y la introducción es esta: tengo un hijo, tiene diecisiete años y nació, de hecho, con un parto velado, es más, con uno bastante grande que también pasaba por encima de la parte de atrás de la cabeza...
—Una membrana.
(Señor en la sala):

—... y que le pasaba por encima de la nariz.
Cuando tenía unos tres o cuatro años pasaba muchas veces que iba a su madre y que decía: “Mamá, ven a mirar un momento, porque hay un señor sentado en el salón”.
Y cuando la madre decía: “¿Quién es ese señor?”, el respondía: “No sé”.
“¿Qué aspecto tiene ese señor?”.
Solía dar una descripción bastante completa.
Si luego mi mujer iba al salón, no había nadie, por lo que más de una vez se llevó un susto de muerte.
Pasó varias veces que estaba corriendo por el jardín —tendría unos tres, cuatro, cinco años— hasta que mi mujer le dijo: “Pero, ¿qué estás haciendo? Tantas carreras por la casa... Tranquilícate un poco”.
Y contestaba: “Bueno, es que estaba jugando tan a gusto con todos esos niños”.
Pero mi mujer no los veía por ninguna parte.
Aunque él podía describirlos minuciosamente.
Durante la guerra pasaba con frecuencia que bajaba y decía: “No puedo dormir, papá”.
Digo: “Bueno, chico, pero ¿qué pasa?”.
Y decía: “Es que andan dando vueltas por mi habitación y me hablan”.
Y yo le contestaba: “¿Cómo oyes esas palabras? ¿Con los oídos?”.
Y me contestaba: “No, aquí, por dentro”.
Y por las noches tenia que dejarle una lucecita encendida en la habitación, porque de lo contrario no se podía dormir.
Ocurre muchas veces que mis otras dos hijas que están haciendo el bachillerato y el gimnasio clásico están sudando preparando un examen, y entonces él dice: “Bah, no te lo tomes así, oye, que te van a poner un siete”.
O: “Te saldrá un ocho.
Eso siempre sale”.
—¿Y qué es lo que quiere que yo le diga?
(Señor en la sala):

—Le daré otro ejemplo: en febrero hacía bastante frío, entra como a las ocho, sudando intensamente, muy disgustado.
Y digo: “Chico, ¿qué ha pasado?”.
Y contesta: “Sí, papá, aquí cerca de casa, se me apareció un hombre delante de la bici”, y dice: “frené, y pienso: ‘Voy a atropellarlo’, así que intento encajarlo, pero lo atravieso de adelante para atrás”.
Y entonces dijo: “Me asusté mucho y me entró un gran miedo; me fui a toda prisa en la bici a casa, llegué a una parte de la carretera que estaba iluminada como si fuera de día y allí, de pronto, estaba ese hombre otra vez delante de mi bici”, dice, “entonces no tuve miedo, pero sí que lo observé con atención”.
Y me dio una descripción muy detallada de esa persona.
Dice: “Es alguien de unos treinta años, con un sombrero negro, de ojos azules, con una chaqueta azul, blanca, de raya blanca, un pantalón color café y zapatos del mismo color con una corbata de varios colores”.
—Eso es clarividencia.
¿Ha terminado, amigo mío?
(Señor en la sala):

—Sí, he terminado.
—Así que ahora quiere saber por qué esa membrana, esa membrana...
Es un alma, ya lo habrá entendido, basta con que lea ‘Entre la vida y la muerte’, este ha venido directamente desde Oriente a Occidente.
Pero esa membrana de aquí... no significa nada.
Sí que tiene mucha importancia durante el tiempo que el niño vive dentro de la madre.
Aquí se habla del sexto sentido, ¿verdad?, por lo del parto velado.
Pero eso significa, en la madre, cuando el niño va a nacer aparece la vida anterior, la última vida adquiere los sentimientos hasta la conciencia, en un noventa, noventa y cinco, noventa y nueve por ciento, por lo que llegan a materializarse los tejidos.
¿Puede imaginárselo?
Dicho de otra manera: eso solo va acompañado de un uno por ciento de conciencia, un uno por ciento, no más —pero esto puede ser de una profundidad espacial, téngalo en cuenta—, un uno por ciento de sentimiento, conciencia de vidas anteriores.
Y entonces la criatura ha sido conducida hasta la conciencia espiritual en un cincuenta por ciento por el pasado.
¿Comprenden?
Y por eso esa membrana no es más que un asunto secundario material.
Pero su cierre está conectado con la vida del alma.
Dicho de otro modo, el alma como personalidad no ha podido dividirse durante la vida en la madre.
¿Ha quedado claro?
Dividirse.
Así que ya después del tercer y cuarto mes tendrá usted una ampliación de pensamientos y de la personalidad, y entonces el pasado ya se amplía por la materia, y eso se ha... por esa membrana —tiene u cierre, una presión— no se ha separado.
Eso no se ha podido analizar, no se ha podido dispersar, ese sentimiento, ese sentimiento esencial de la vida anterior.
Ha sido un alma, un ser humano que salía de un templo para entrar a otro, porque la clarividencia, el ver claro, estaba conscientemente en él, eso despertó de inmediato.
Así que la vida anterior llega a materializarse de inmediato y se revela debido a que el interior había estado cerrado.
¿Ha quedado claro?
Lo que él... más tarde, a la edad de...
Eso usted no lo puede hacer...
Ese muchacho, esta vida, esta conciencia le puede dar a usted todos los días una predicción mediante la clarividencia, por sentir con claridad; lo siente y lo ve.
Y es muy agudo, porque dice usted: va en bici y ve al ser humano así, en el fondo hasta que este se haya materializado, y se detiene.
Eso es la clarividencia en el tiempo, al cien por cien.
¿Es suyo ese niño?
(Señor en la sala):

—Sí.
—Eso es intenso.
Es clarividencia con la conciencia natural.
Quizá más tarde...
¿Cuántos años tiene ahora?
(Señor en la sala):

—Diecisiete.
—Más tarde eso tal vez desaparezca, pero puede aumentar en intensidad y entonces llegará usted a vivir, a ver, unas profecías gloriosas a partir del espacio de sus sentimientos.
Y entonces es posible que por lo que haya asimilado usted pueda analizarle y explicarle eso.
La esencia, sin embargo, la esencia de verdad, ya lo siente usted, tiene que ser: esta vida ha asimilado esa sensibilidad, esa sensibilidad mediúmnica en vidas anteriores.
Eso usted lo acepta, claro.
¿Ya está satisfecho?
(Señor en la sala):

—Muchas gracias.
(Dirigiéndose a la gente en la sala):

—¿Quién?
¿Quién de ustedes?
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, quería preguntarle: cuando Dios se manifestó, ¿ya estaba determinado en ese momento qué clase de personalidad llegaría a ser cada vida, cada ser humano?
—Cuando se manifestó Dios ¿ya estaba determinada la forma que alcanzaría cada ser humano?
(Señor en la sala):

—Qué clase de personalidad alcanzaría el ser humano.
—Qué clase de personalidad alcanzaría el ser humano.
Sí, porque Dios... Dios es...
Ahora también le tengo que privar de Dios.
¿Le parece bien?
(Señor en la sala):

—Sí, maestro.
—Pero a cambio le doy la Omnifuente.
Mire, si vuelve a leer ‘Los pueblos de la tierra’, y eso para el mundo es la pérdida de todo, pero la palabra “Dios” es una d, una i, una o y una s, es decir: es algo, es fuerza, es vida.
Para el ser humano inconsciente Dios es un ser humano con barba, porque también el ser humano ha hablado, como Dios, Dios como ser humano, por medio de Moisés y de la Biblia.
Pero la palabra Dios...
Cristo, en cambio... ¿qué es Cristo, qué quiere representar la palabra “Cristo”?
A Cristo se le dio forma por medio de la Biblia, de la historia del pueblo judío, de la historia bíblica.
Pero en realidad, Cristo, como significado espacial, quiere decir: conciencia divina.
Y la palabra “Dios” lo abarca todo.
Nosotros, en Oriente, y en el espacio, conocemos a Dios como Wayti.
Wayti es... es la vida, es el alma, es el espíritu.
Ahora van a tener luego... luego tendrán la Cosmología, y entonces vivirán que...
No había nada en esa inconmensurabilidad.
Empezó a haber nebulosas, empezó a haber empuje.
Había algo, había tinieblas.
La Omnifuente, el Omnialma, la Omnivida, la Omniluz, la Omnipaternidad y la Omnimaternidad.
Comenzó con maternidad —porque luego se convirtió en luz—, allí comenzó.
Y esa fuente emitía vibraciones, sentimiento.
Luego fueron nebulosas, a lo largo de miles de siglos, entonces esas vibraciones, esos sentimientos, era un plasma, un protoplasma, una sustancia, una sustancia viva, que en el fondo es la vida...
¿Queremos quedarnos detenidos? Pero ¿qué es la vida?
Para eso necesitamos entonces cuatro, cinco, seis conferencias, diez, solo para explicar ¡qué es pues la vida!
Pero a partir de esa vida empezó a haber empuje.
Y el primer fenómeno de todos no era más que lo que veía usted.
En estas tinieblas veía usted una tenue nubecita, de lo más tenue, como puede ser su niebla matinal, cuando sale el sol.
Pero después nos falta todavía que el sol se ponga en el horizonte, si allí aún hay noche.
Y entonces se ve una emanación azulada.
Puede compararse en cierta medida con el comienzo de la creación.
Y eso se fue densificando poco a poco.
Pueden aceptar la creación de inmediato, porque cuando se hizo visible la fuerza creadora... cuando sale el solo también se hacen visibles las nubes.
¿Entiende?
Esa misma fuerza, la salida de la creación, es conciencia; es fuerza, ¿verdad?
Y la fuerza tiene sentimiento, y este, a su vez, conciencia.
A medida que sale el sol, este va adquiriendo más y más personalidad y conciencia, fuerza, impulso.
Y entonces puede ver usted...
Por ejemplo, si usted... sigue una noche, y vuelve, si está en el campo —también puede hacerlo en la ciudad, pero en el campo es más bonito— y sobre todo cuando está ante el mar y ve ponerse el sol, entonces ve cómo va oscureciéndose la creación poco a poco.
Usted ha...
Todavía puede vivir el proceso de dar a luz en la creación.
Y también puede vivir el siguiente estadio.
Cuando se pone el sol y se hace de noche, regresa y podrá decir: ahora el espacio se ha dividido.
Y entonces se produce la oscuridad, las nubes se disuelven, el universo se torna oscuridad.
¿Entiende?
Pero esas estrellas y planetas también tienen que desaparecer, porque no se podía ver ni una sola chispita en ese espacio.
Ya lo habrá entendido: esas estrellas y esos planetas que ve, la luna, reciben luz de la conciencia; es, a su vez, conciencia, lo que ve usted es una luz imponente.
Si está usted libre de la tierra y vive entre las estrellas y los planetas, solo hace falta que se eleve un poco por encima de la tierra y volverá a ver su sol, porque el sol...
En el universo nunca hubo noche desde el momento en que el sol adquirió una entidad propia.
¿Puede seguirlo?
(Señor en la sala):

—Sí, maestro.
—Si se adentra en la noche, entonces le sale la oscuridad.
Y entonces regresa usted así y vuelve a salir el sol.
Es por la tierra, porque esta hace su rotación, y entonces hemos llegado.
Resulta que esa fuerza procede del espacio, esa fuerza creadora adquiere conciencia, despertar, y volverá a ver usted cómo se densifican las nubes.
Eso al comienzo fue... —se la explico, esta imagen—, eso comenzó con el origen del primer pensamiento de todos que emitió la Omnifuente como madre.
De modo que todo ese universo de aquí no era más que madre.
Y por ir cambiando adquirió un nuevo grado; pero eso era, a su vez, paternidad, era otro empuje.
Y así fue continuando, hasta que el universo, bueno, este universo, esta inconmensurabilidad, se vio densificada en forma de nubes, todo eso era plasma, todo eso era alma, vida, luz, como nubes.
Y la luz por fin llegó a dividirse, entonces llegó a un estadio luminoso dorado.
Volvió a dividirse, volvió a haber oscuridad, y entonces comenzó la creación.
Y ahora ya cada partícula... —ahora se añade esa palabra “Dios”—... cada partícula representa la Omnifuente.
Ramakrishna... y si usted entra en Oriente en un templo, entonces para todo... todo es: madre, madre, madre, madre.
Porque la creación surge del alumbramiento.
Eso se lo dije hace unos instantes: una criatura que llega a ser sagrada —una madre, un alma en el cuerpo maternal— y se hace casta e inmaculada ahoga ahora la Omnifuente en ella, y se niega a continuar la evolución, a alumbrar; a crear.
Así es como el espacio se densificó por millones y millones de eras, billones, billones y billones de eras.
Y por fin llegó el ser humano al más allá, en el divino Omnigrado.
Y entonces pensó: ¿cómo podemos dejar constancia de esto en un pequeño conjunto, con algunas palabras, para que el ser humano pueda visualizar a Dios, la Omnifuente? Y así —pueden leerlo en ‘Los pueblos de la tierra’— es como surgió la palabra “Dios”.
Y ahora me pregunta: ¿sabía esa fuente qué personalidad tendría usted como ser humano?
(Señor en la sala):

—Sí, maestro.
—Oiga, corazón, dígame: ¿qué personalidad tiene el ser humano como ser humano?
Usted ha leído todos los libros, ha asistido a centenares de conferencias, ¿por qué me pregunta esto?
Lo sabe.
¿No es así?
¿Qué es aquello de lo que dice usted “ese ser humano tiene una personalidad”?
¿Qué significa eso?
(Señor en la sala):

—Conciencia.
—Conciencia.
Pero ¿qué es la conciencia aquí, en la tierra, en su sociedad?
(Señor en la sala):

—Conciencia material.
—Conciencia material.
Pero ¿qué es la conciencia material?
¿Qué tiene usted de eso?
(Señor en la sala):

—Sentimiento.
—Sentimiento.
De la conciencia material ¿tiene usted sentimiento?
No, usted tiene... eso es lo que ha aprendido... tiene que hacer cosas en la tierra para estar en armonía con su sociedad.
Ha aceptado usted una tarea, se ha hecho con un oficio, hace algo; ¿y a eso lo llama conciencia?
Le demostraré, y entonces le quitaré todo, si usted...
Toda profesión, toda tarea que esté al margen de la vida...
Eso también ya se lo he contado.
Todo lo que está directamente sintonizado con la vida es dar a luz, es el médico que cuida del niño, que ayuda a la madre, a los enfermos, este erudito, este ser humano está ocupándose directamente de la vida.
Una enfermera que cuida de la enferma.
Son tareas esenciales para la tierra.
Y nada en su sociedad tiene significado alguno para su conciencia divina.
Porque todo eso lo hacen...
Alguna vez deberían calcular qué queda para su personalidad espiritual cuando la desconecten de la sociedad.
¿Y saben entonces para lo que viven?
¿Y qué conciencia tiene el ser humano?
¿Lo saben?
Son ustedes pastores protestantes, son pintores, son artistas.
En el fondo, cuanto más artista se hagan en la tierra menos piedad tendrán al detenerse ante su propio espacio divino.
¿Lo sabían?
El arte se queda aquí, el arte rodea la vida.
No hacen más que darle toquecitos de alegría a los oídos del ser humano.
¿Lo sabían?
Le darán una sensación gloriosa.
El arte existe y seguirá existiendo para hacer que la vida se dilate, adquiera conciencia.
Pero todo...
En la selva el ser humano solo tenía sentimiento, y mediante el sentimiento y sus actos llegó a la evolución.
Solo quiero dejarle claro que absolutamente todo lo que ha recibido la tierra en cuanto a arte se queda aquí.
Con la misma certeza que el oro de la tierra, las piedras preciosas: todo se queda en la tierra.
Pero lo que el ser humano haga para lo que es la vida...
¿Cuándo tocan ahora —es algo que tienen que poder constatar— la verdadera vida por medio de un acto?
¿Cuándo la tocan?
Solo excepcionalmente realizan un acto por el que tocan la vida interior.
¿Es cierto?
Es excepcional.
Caminan, tienen que caminar, tienen que comer, todo para la materia.
¿Cuándo tocan el alma?
¿Cuándo hacen algo mediante un acto que sirva para poner un fundamento para su alma?
¿Cuándo desprenden algo de la esencia divina?
Eso solo es posible mediante un acto, ¿verdad?
Entonces podrán ver lo difícil que se hará... lo difícil que es volver a hacerse divinos.
No tienen más que ponerse a espiritualizar un pensamiento, entonces no les hará falta rezar, basta con pensar, porque es que lo serán.
Son madres, sirven al niño: ¿es eso la vida directamente?
Son ustedes buenos para sus padres y madres; ¿tocan por eso la vida, la Omnifuente, la Omnifuente en ustedes?
Todo eso sigue siendo terrenal.
Todo eso sigue siendo una posesión de la tierra, pero es el fundamento para despertar como sentimiento el alma para su acto, el espíritu para su acto.
¿Es así?
El amor materno, el amor paterno también es terrenal y humanamente material.
¿Son capaces de concebirlo?
(Gente en la sala):

—Sí.
—El único acto que materializa y espiritualiza directa y completamente la vida —eso lo dice el erudito, lo dice la ciencia— es, una y otra vez, la Omnifuente universal, lo materno en el alma, o sea, el ser madre.
Entonces tocan la vida... la son; tienen el nacimiento.
Ahora llegamos... llegan ustedes a la naturaleza, andan por la sociedad y están intentando infundir alma a sus actos, hacerlos despertar espiritualmente, porque es cuando tenemos que intentar, como seres humanos, y en la sociedad, elevar cualquier pensamiento para que infunda alma, despertarlo y proveerlo de esa sustancia, esencia, vida, luz, amor y sentimiento divinos.
Entienden, ¿verdad?
Así que es posible espiritualizar un acto terrenal.
Y a medida que lo espiritualizan llegarán a entrar en armonía con la vida.
Y esa vida será armoniosa de forma natural y divina.
Eso, pues, es humano, vive en el grado animal, preanimal, basto material, material, y entonces viene el grado espiritual.
De modo que todo lo que hagan les proporcionará un núcleo espiritual para que se convierta en un fundamento para su vida divina.
Sócrates empezó con ello, y lo dicen las esferas de luz, pueden ver ustedes exactamente su propia luz, viven en su luz, está en sus manos, ojalá que lo entiendan perfectamente: Rembrandt, Van Dyck, Tiziano, Beethoven, Bach y todos... ese arte se quedará luego en la tierra.
Y ahora les preguntaré... ahora les he ofrecido este análisis: ¿será luego —o sea, primero dije: permanecerá en la tierra, no significa nada—, será luego una posesión espiritual?
¿De verdad que Bach completó un cometido... de verdad que Rembrandt completó una tarea para las esferas de luz?
(Señor en la sala):

—Para la tierra.
—Para la tierra.
Y porque...
Pero bueno... ahora se lo vuelvo a quitar, ¿no les parece extraño?
Dije: aquí las cosas son materiales.
Y eso significa pues... ahora vamos... desde la conciencia humana vamos, pues, a la entidad material, espiritual y espacial.
¿Lo entienden?
Si no ya pueden darme un toque de atención, porque dirán ustedes: “El maestro Alcar vio cuadros en su casa”.
Eso ya lo trataré más adelante.
A ver si van a pensar ustedes: ahora voy a darle un toque de atención al maestro Zelanus.
Y el maestro Alcar dijo a André: qué extraño...
Porque ustedes lo han creado.
Han vivido algo.
¿Lo entienden?
Así que la materia se queda en la tierra, pero si eso la construyen para Dios, para el espacio, para la felicidad, siempre la felicidad, la gloria, la paz y la serenidad, si se la dan al ser humano, tendrá una esencia y un fundamento espirituales y formará parte de la personalidad de ustedes.
Así que entonces sí que la tendrán.
Desde luego.
Pero ya entenderán: la esencia se queda aquí en la tierra y la tienen que ver materialmente, porque ahora van desde el arte a una tarea en la sociedad.
Hace poco les dije...
Y entonces todos no harán más que elevarse.
¿Es posible que su boxeador, su carnicero, represente las esferas de luz?
¿Acaso es una tarea divina cuando uno boxea o sacrifica a los animales para seguir viviendo?
¿Qué tienen que representar estas personas, estas personalidades?
¿Entienden ahora que ahora que se elevan por el arte, pero que este aun así es material?
Pero si logran que el amor servicial, los sentimientos serviciales, se hagan etéreos, espirituales, ¿entienden?, entonces están ocupándose de la tierra.
Así que quiero demostrarles que la materia sigue siendo materia, pero el acto puede que los infunda a ustedes alma para la vida, de inmediato.
Y resulta, pues, que ser médico, enfermera... ya estamos otra vez: ser médico, ser enfermera, la maternidad, la paternidad son fuentes esenciales que espiritualizan la vida, que la materializan, pero que también les ofrecen a ustedes, inevitablemente, el fundamento para la próxima existencia.
Y ya pueden ir pasando la vista por toda la tierra... todo lo que hay... observen el ser humano... ¿qué están haciendo ustedes?
Por eso... ya lo estarán entendiendo... por eso esa criatura católica, una criatura, todavía ahora en la sociedad —háganse clérigos, háganse curas, y ya, ya serán sagrados— no acierta.
Entienden, ¿verdad?
¿Qué tienen de la vida real? Se lo explicaré enseguida. ¿Qué tienen de la vida real si ignoran la paternidad y la maternidad, las fuentes más sagradas de todas por las que se hizo visible el ser humano?
¿Y qué es, pues, la personalidad humana?
¿Ya lo saben?
¿Lo saben?
Es espacio.
Espacio.
Van ustedes a través del cuerpo humano desde la selva a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Miren, la criatura que ahora —se lo he explicado miles de veces, centenares de veces—, la criatura que ahora vive en la selva tiene que ir a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Y eso tomará todavía millones de vidas, de eras, antes de que esa criatura que ahora vive en la selva de ustedes esté en la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
O fíjense por ejemplo... solo dentro de cien mil años —son años, ¿no?— esa criatura de la selva vivirá por fin en el borde de la jungla, y se habrá desprendido de ese primer grado.
Eso solo ocurre por la paternidad y la maternidad.
Así que pueden ustedes...
Y ahora viene el peligro de su sociedad, y entonces volverán a aceptarlo: el arte es hermoso, pero si no hacen ustedes otra cosa que arte y lo hacen noche tras noche, y ofrecen arte, estarán detenidos si descuidan y olvidan la maternidad.
Continúa de todas formas, la madre naturaleza dice: es usted hombre, es usted madre: dé a luz, cree, entonces eso ya estará listo.
Así que en la tierra no están más que para ser madre y padre.
Pueden continuar tranquilamente, no hace falta que hagan nada, llegarán, irremediablemente, infaliblemente, a la primera esfera.
Porque comenzarán ustedes tarde o temprano, las leyes...
Han recibido ustedes su sociedad, pero antes tampoco la había.
Esa criatura de la selva, de las eras prehistóricas no conocía a ningún Dios, a ningún Cristo.
¿No es sorprendente?
Vivía en la jungla y experimenta ahora el universo divino, está en el Omnigrado; sin arte, sin Mozart, sin Cristo, sin la Biblia, sin el conocimiento de Dios; solo tenía luz.
Y esa criatura vive ahora en el Omnigrado, y les adelanta billones de años, a ustedes, a mí y a todo el mundo en el espacio.
Ese era Cristo.
(Dirigiéndose al técnico de sonido):

Lo he visto.
Así que esa criatura llega sin arte, sin sociedad, sin el tranvía de ustedes y sin su coche, sin su conocimiento sobre la medicina, sobre las ciencias... así llegó —de forma natural— al Omnigrado.
Pueden ustedes... para Dios y el espacio pueden sentarse tranquilamente y ponerse a esperar, en el espacio nadie se lo tomará a mal, ni la Omnifuente ni la Omniluz.
Siéntanse, adelante, pero para nosotros, y para la vida que sirve y que trabaja, que es consciente, estarán detenidos.
Pero tarde o temprano llegarán a ponerse en marcha.
¿No es sencillo?
Esa es la conciencia espacial.
El ser humano no tiene personalidad.
El ser humano tiene personalidad, sin duda, pero ustedes se la quitan de encima de un manotazo.
El ser humano tiene conciencia espacial, espiritual, material, espacial, divina.
Y si ahora ven cómo es esa conciencia, tendremos que dar primero un paseo por la tierra y atravesaremos las aguas, atravesaremos el mundo animal, atravesamos la madre naturaleza, viviremos todas las estrellas y los planetas.
Así llegarán a tener conciencia cósmica.
O sea, entonces serán... tendrán..., o sea, representarán una personalidad espacial, porque todo lo que vive allí a su alrededor, estén donde estén, habrá sido alumbrado y creado por su vida.
Porque son ustedes una parte de Dios.
Pronto, cuando abandonen esta vida, podrán decir: este espacio me pertenece.
Porque tendrán que vencerlo.
Conocen el planeta tierra, la luna y Venus y Júpiter, conocerán absolutamente todo.
Lo habrán vivido.
Fueron siguiendo de cuerpo en cuerpo.
Primero de manera macrocósmica, y después humanamente, ¿entienden? Vinimos de las aguas, hemos llegado a controlar la conciencia y los sentimientos terrestres como materia.
Poco a poco fuimos construyendo una sociedad.
Hace cien mil años vivían ustedes aquí, sobre lo que pisan ahora, en unas ciénagas, todo no era más que ciénagas, había arbolado, montañas; aquí, por toda Europa, no había más que aguas y ciénagas.
Y están ustedes aquí como seres humanos.
Han construido ciudades; las ciudades no significan nada, ustedes tienen que soltarse en el espacio a base de pensar.
Si están atados a la tierra, a su ciudad, tienen la conciencia urbana.
Llegarán a tener alas espaciales, como...
¿Qué es la conciencia y cuál es el fundamento para sus alas?
¿Lo han recibido y leído y comprendido en ‘Entre la vida y la muerte’?
¿Lo han comprendido: las alas, las Grandes Alas?
La conciencia: ¿cómo llego a nacer?
¿Cómo regreso?
¿Qué es el karma?
¿Qué ocurre conmigo?
¿Dónde he vivido?
¿Qué ocurre conmigo si hago eso?
Entonces pueden saberlo.
Porque saben: he llevado a la disarmonía una ley de Dios.
Todo se volverá sencillo.
Pero se alejará de sus vidas, porque tiene que ver con el espacio.
¿Ha quedado claro?
¿Satisfecho?
(Señor en la sala):

—Gracias.
(Dirigiéndose a la sala):

—¿Alguna otra pregunta?
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, la ciencia sigue sin saber lo que quiere decir un sonámbulo.
¿Son personas sensibles?
—No.
(Señor en la sala):

—¿Es... esto...
tiene algo que ver con el estadio de la luna?
—Tampoco.
Significa —mejor me apoyo un poco—, significa que el ser humano vive las cosas del día, al cien por cien.
Mire, enseguida leerá usted en ‘Jeus de madre Crisje’, parte 1: Jeus va a ver las palomas, juega con ellas, se queda dormido.
Se lo llevan, lo despiertan, se vuelve a la camita; eso ha sido interrumpido.
Así tendrá usted una imagen clara.
El crío se va arriba como un sonámbulo, va reptando por las escaleras, vuelve a echarse entre las palomas.
Entonces alguien dijo...
Hendrik el Largo quiere que el niño... —precisamente ayer dejé constancia de ello, lo leí con André—, Hendrik el Largo quiere levan...
“No”, dice Crisje, “no lo toques, porque ahora puede ocurrir algo”.
Claro, puede usted vivir un choque, un vómito de sangre y todo, el corazón se puede detener de golpe, por intervenir usted con ambas manos en la concienciación al cien por cien, en la vivencia; en realidad se mete usted en la vida de verdad que ya no tiene resistencia, pensamiento, que ya no tiene sentimiento.
Así que ese cuerpo lo puede romper usted de golpe, se rompen los piececitos, se rompen las manos, porque ya no hay voluntad.
Ese cuerpo yace allí, ya no tiene voluntad, no tiene una conciencia diurna, porque a los dedos de uno, las manos, se les infunde alma a medida que llega la voluntad, ¿no es cierto?
Y aquí la voluntad ha desaparecido.
Esa criatura, Jeus, lo vivió al cien por cien en lo inconsciente, en el sueño.
Así que ahora vivimos... ahora tenemos inconsciencia y pensamiento y sentimiento conscientes, pero libres de lo que es de la conciencia diurna.
Así que ahora llega... el acto ha desaparecido, la fuerza ha desaparecido, porque yace sin vida, la personalidad está pensando, sintiendo, inclinándose, hablando, libre de los tejidos.
Ahora el corazón, la circulación de la sangre, son hermosos.
Deberían poder contemplar la circulación sanguínea en ese momento, entonces podrían ver que el crío sí que impulsa la sangre por medio del pensamiento, que la devuelve a la conciencia diurna.
¿Cómo es la circulación de la sangre?
¿Se ha debilitado?
¿Tiene conciencia y una personalidad en el sueño?
¿Cuánta conciencia ha tenido que liberar la circulación sanguínea porque la personalidad se haya quedado dormida?
Todo eso también entra.
Pero lo que usted quiere saber es: está usted pensando conscientemente mientras duerme, inconsciente, ¿verdad?
Y pueden ponerse a fantasear, a vivir cosas, a vivir gansadas, pueden hacerlo, a vivir la juerga más agradable, a vivir en el espíritu un circo, un espacio, es posible hacerlo con imágenes preciosas, espirituales, con escenas, y pueden vivir lo que vive cualquier ser humano: un circo en el espíritu.
Tocan algo aquí y tocan algo allá, y en otro sitio, se va acumulando, ser verán dominados por ello, estará encima de su sentimiento, y eso tiene que salir, o después de un tiempo...
Y para eso vuelve a ser una delicia el sueño, es la vivencia posterior para el ser humano, eso es el corregir de la conciencia diurna en el sueño, y entonces las cosas desagradables vuelven a salir.
Es cuando la personalidad podrá volver a decir algún día... eso ustedes ni siquiera lo saben: “Vaya, qué ligero he vuelto a ser”, y entonces lo superfluo, lo excesivo, aquello que carece de posesión, que no ha llegado a tener fundamento, eso se va por la borda.
Eso es lo que hace el alma, es lo que hacen sus sentimientos.
Sus sentimientos dicen: ya no quiero tener que ver con eso.
Son las cosas más locas, precisamente, las que uno tira por la borda durante el sueño, y un buen día las atrae, durante la conciencia diurna.
¿No les parece eso una gloria, que el alma y la personalidad se cuiden más, cuiden mejor de sí mismos, tengan una mayor armonía durante el sueño, que en la conciencia diurna?
El católico ha soñado mientras dormía que estaba mal, que no existiera la condena.
Y entonces la criatura volvió y dijo: “He soñado: la condena no existe”.
Y la echaron a la hoguera, porque había visto mal.
Pero en el sueño se dijo: “Criatura, la condena no existe”.
Y así han surgido milagros.
Por eso es profundo el ser humano.
Todavía pueden vivir ustedes cosas con el pasado, de Francia, Italia, África, incluso ahora mismo mientras están en Ámsterdam, o donde sea.
Ven algo y dicen: “Vaya, eso lo conozco”, y entonces ese pueblo africano, norteamericano, inglés, el pueblo donde estuvieran, en ese instante estará consciente en equis grados, en un porcentaje equis, y formará parte de su conciencia diurna.
Su conciencia diurna la representan millones de vidas.
No es extraño para nada tener un don por los idiomas o que se dediquen al arte; ese hombre tiene esto y el otro tiene aquello.
Alguien que vino es capaz de esto.
Mozart se fue para allá, al piano, otro niño sabe de carpintería, y el otro sabe hacer pan.
Pero hay poca gente que diga cosas sabias.
Todavía no ha nacido un niño prodigio espiritual filosófico en la tierra.
¿Sabían eso?
Sócrates lo era, Ramakrishna lo era y Jeus de madre Crisje también.
Porque ese crío decía algo que el ser humano no entendía como adulto y personalidad.
Decía: “Pero ¿cómo puede matar Nuestro Señor a los niños si yo procedo de Él?”.
Eso es una sinfonía de Beethoven, amigo mío, y es convertir los sentimientos en sonidos, lo que supieron hacer Mozart, Wagner, Beethoven y Bach, y todos los demás, en sentimientos; pueden ustedes interpretarlo como palabras.
Y eso es lo que pide un crío de tres, cuatro años.
Y resulta que entonces la madre y el padre, como conciencias adultas, no entienden al niño.
Lamentablemente, he de terminar.
Les doy las gracias por los colores de la madre naturaleza.
¿Por qué nos los merecemos?
Los colocaremos en el Gólgota y se los enviaremos al Mesías.
Cada criatura que ustedes hagan despertar...
Pueden pensar de mí y de André, y del mundo, lo que quieran; si me los dan, los acepto, los pondré directamente en el Gólgota.
Si ustedes llevan al ser humano a un sentimiento y pensamiento más elevados —a ver si ya lo entienden—, llegará a ser un fundamento para sus caminos y senderos espirituales.
Y eso, pues, es lo que queremos asimilar, porque lo sabemos; lo transmito a la vida de ustedes, y eso para mí es despertar, eso para mí es construir, evolución, hasta que toda la vida de Dios que vive en la tierra y en este espacio haya alcanzado la esfera espiritual más elevada.
Y entonces pararemos.
Y volveremos al Omnigrado, una delicia, sin cansarnos, porque entonces la naturaleza y el espacio dirán: prepárate, vas a nacer enseguida y entonces...
Ya no habrá una muerte.
El espacio, en cambio, dirá... porque mi grado es consciente y mi conciencia me propulsa.
Y es cuando atravesaré el espacio con alas y crearé alumbrando y volveré a recibir la vida.
Para lo cual ya no necesitaré hacer nada, porque el padre y la madre ya existen en el cuarto grado cósmico.
Todo irá entonces por sí solo, porque también Dios, por la propia voluntad...
Ya entenderán ustedes que formamos parte de la voluntad divina, ¿verdad?, que quiere dar a luz y crear, esa voluntad nos vuelve a impulsar hacia ella misma...
Sí, también se lo puedo explicar de esta manera, entonces todo será muy sencillo, mejor ya no hagan nada; pero eso no lo hacemos.
Si nos pusiéramos a tratar eso conforme a la cosmología, todo, podríamos decir: mejor ya no hagan nada más.
Pero también les dije: entonces estarán detenidos.
Porque es cierto, y es la misma ley, en esta guerra han muerto millones de personas, ¿verdad? Caídas.
¿Es cierto?
(Gente en la sala):

—Sí.
—Pero no ha muerto ni una sola.
Asimilen todo esto, hermanas mías y hermanos míos.
Me gustaría decirles bien alto: dejen que despierte en ustedes el verdadero Cristo.
Hagan todo con amor y ya no hará falta que se teman a ustedes mismos, nunca más; acéptenla, acepten la mancilla, no participen de ella, y construyan su propio reino eterno a conciencia.
Dejen que el Dios de todo lo que vive despierte bajo su corazón, háganse de verdad padres y madres.
Amen todo lo que vive.
¿Es difícil?
Les agradezco su atención benevolente, sus sentimientos.
Hasta más tarde, si Dios quiere.
(Gente en la sala):

—Gracias, maestro Zelanus.