Noche del martes 21 de noviembre de 1950

—Buenas noches, hermanas mías y hermanos míos.
(Gente en la sala):

—Buenas noches, maestro Zelanus.
—¿Quién de ustedes tiene la primera pregunta?
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, he leído en un periódico inglés que un buen número de ciencias médicas se dedica ahora a experimentos que tendrán que llevar a que se pueda determinar por adelantado si nacerá un niño o una niña, mediante un tratamiento preliminar de la mujer...
¿Es posible que el científico pueda intervenir hasta tal grado en la naturaleza que eso se haga posible.
—Bueno, más tarde sí.
Más tarde se...
Mire, cuando la ciencia adquiere instrumentos para desplazar esos órganos, más tarde, para desplazarlos...
Quizá sea posible.
Pero que la ciencia intervenga en la paternidad y maternidad directas no es tan sencillo.
Ni lo conseguirán.
(Señor en la sala):

—Ya se hace con las plantas...
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Con las plantas.
—Por supuesto.
(Señor en la sala):

—... flores femeninas... aleatorias...
—Pero para el ser humano y para el animal...
Al animal también se le puede influir.
Puede usted inyectar un animal y puede darle hormonas masculinas, y llegará a haber creación, haciendo, por tanto, que la maternidad pierda terreno.
Esas leyes existen, es posible.
La ciencia hará más chapuzas con la paternidad y la maternidad.
Claro, van a estar chapuceando.
Y el futuro se lo tendrá que demostrar.
Está suspendido en el espacio.
¿Que si es posible?
Quizá lleguen a tener la respuesta más tarde.
Pero entonces será un chapuceo.
Igual que tampoco con un toro, un macho cabrío...
Es posible inyectarle hormonas masculinas a una madre y entonces domina esa personalidad, pero no por eso habrán cambiado los órganos.
Y ya han llegado hasta el punto de que los órganos también tienen que aceptar esas influencias, y que salen los órganos.
La maternidad es interior.
Y los órganos exteriores, la paternidad, son creadores.
Estamos acatarrados, supongo que ya lo habrán oído.
(Dirigiéndose a la sala):

¿Quién de ustedes?
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, alguien que llega a tener un accidente por culpa de otra persona: la persona que sufre el accidente, ¿es eso karma?
—¿Quien sufra el accidente?
(Señora en la sala):

—... por culpa de otra persona.
—¿Por otra persona?
(Señora en la sala):

—Sí.
—¿Y que si eso es karma?
(Señora en la sala):

—Que si eso es karma, sí.
—Puede ser.
Pero un accidente no tiene directamente... y tampoco tiene que ver con las leyes del karma.
Solo es asesinato, eso si.
Eso es causa y efecto; descuido, indiferencia.
El ser humano hace la transición de forma natural, el alma se libera por este accidente, pero eso es causa y efecto.
Solo el asesinato nos coloca ante las leyes del karma.
Las leyes del karma significan que el alma es obligada, por un acto equivocado, a regresar a la tierra.
¿Está claro?
No es otra cosa.
(Dirigiéndose a la sala):

—Por allá.
(Señor en la sala):

—Maestro, soy un novato en este círculo y quizá por eso mis preguntas sean algo ingenuas.
Me gustaría, si es posible, que me dijera: ¿qué se quiere decir exactamente con “El siglo de Cristo”?
¿Y qué tarea tenemos en esta obra de “El siglo de Cristo”?
—La tarea es que usted, si lo desea, se haga más amplio.
Nada más.
No puede hacer usted otra cosa.
Allí tenemos los libros, puede leerlos, puede darlos a la gente.
No hay más.
Pero la Universidad, “El siglo de Cristo”, significa que ahora se explican las leyes de Cristo para el espíritu, el espacio, y las leyes divinas.
Llevamos con esto cuatro, cinco años y hemos ofrecido unas doscientas conferencias, unas cuatrocientas, quinientas, seiscientas, y hay gente que ha asistido a todas ellas y las ha vivido todas, y ahora pueden obtener un juicio, determinar a dónde vamos.
Ahora a usted le...
Queremos explicarles cada ley, para el alma, el espíritu y el cuerpo, para el espacio, para Cristo y Dios.
Y ese siglo, ese tiempo, ha empezado ahora.
“El siglo de Cristo” quiere decir que Cristo, cuando se fue, cuando hizo la transición, cuando lo hubieron clavado en la cruz, aún podría haber vivido miles de años, si hubiera sido posible; y entonces Cristo habría explicado todas estas leyes.
¿Lo acepta usted?
Lo clavaron en la cruz y lo asesinaron.
Ahora la criatura protestante y el católico dice: murió para el ser humano.
¿Se cree eso?
¿Todavía acepta eso?
(Señor en la sala):

—Estoy en ello...
—Mire, si sigue ahora los libros, ‘Una mirada en el más allá’, y recibe aquí ‘Aquellos que volvieron de la muerte”, hay diez, doce, quince, diecinueve libros, entonces avanzará.
Pero si no es capaz de analizar para sí mismo la Biblia, los proverbios de la Biblia, tampoco avanzará.
A ver como va a sacar eso.
Nosotros ofrecemos estas conferencias para responder a sus preguntas y para ofrecerles una impresión del lugar donde el ser humano vive detrás del ataúd.
Eso lo verá, principalmente, en ‘Una mirada en el más allá’ y ‘El origen del universo’.
Esos libros están agotados, pero sí que los puede leer aquí, en la biblioteca.
Pero comience por los primeros libros, y así llegará a tener ampliación, poco a poco.
Pero usted mismo no puede hacer nada, nosotros venimos para usted.
Nada podemos...
No hace falta que ande por la calle como una criatura de Jehová, de todas formas no será aceptado.
Y la materia, la sabiduría, la concienciación de los libros tiene que decirle en qué centro de sentimientos vive usted.
Eso es lo que le cuentan los libros.
No queremos más.
¿Está claro eso?
(Señor en la sala):

—Gracias.
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, si el ser humano ha evolucionado tanto que regresa a la fuente primigenia, ¿la personalidad se disuelve del todo?
—No.
Cuando el ser humano...
¿en lo divino, quiere decir?
(Señora en la sala):

—En la fuente primigenia.
—En la fuente primigenia —en la fuente primigenia, sí—, cuando está usted allí...
(Tose).

Estos son los trastornos.
Pero cuando haya regresado allí, en el Omnigrado, ya será divinamente consciente.
Así que tendrá su personalidad divina.
Porque nosotros vamos...
Aceptará usted, ¿verdad?, ¿que de todas formas no seguirá viviendo en una esfera, que tiene que representar a Dios en Sus leyes?
¿Lo acepta?
¿Lo ha aprendido?
(Señora en la sala):

—Sí, que hacemos la transición...
—Entonces representa usted a Dios en una esfera, un carácter, una personalidad, como alma y espíritu.
Y en el Omnigrado, en el estadio más elevado de todos, allí representará usted la divinidad.
Y eso es...
Seguirá siendo usted un ser humano, es ineludible.
Y allí seguirá viviendo para la eternidad.
Ya no habrá final, será usted luz, vida y amor, representará los espacios todo, todo.
Lo que nosotros vemos... lo que ve usted desde la tierra lo recibe mediante la paternidad y la maternidad.
Desde este universo va usted a otro, más elevado, hasta que usted, y el ser humano, hayan alcanzado el Omnigrado.
Ese universo se disolverá alguna vez.
(Señora en la sala):

—Sí.
—¿Puede aceptarlo?
(Señora en la sala):

—Sí.
Si regresamos un instante a las eras prehistóricas... ¿qué fue de esas especies animales?
¿Cómo era la tierra hace diez millones de años?
Esas personas viven ahora aquí en la sociedad, y otros han seguido adelante.
El Omnigrado está habitado, el ser humano de la tierra vive ahora en el Omnigrado.
Hay gente en las esferas: la primera esfera, la cuarta, la quinta, la sexta, la séptima.
Después mencionamos las regiones mentales, llega a tener usted el cuarto grado cósmico, el quinto, el sexto y el séptimo.
(Tose).

Horrible.
Y en el Omnigrado, allí siguen ustedes representando cada ley vital, porque son luz.
Si no están ustedes, perdemos luz.
¿Lo comprenden?
(Señora en la sala):

—Sí.
Gracias.
—¿Ha quedado claro?
Y entonces ya no hace falta que hagan nada, solo irradiar su luz, su amor, su vida.
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

—Dígame, señor.
(Señor en la sala):

—Alguien me ha preguntado si podía preguntarle... si puede decir usted qué clase de persona ha sido: Anna Maria Schuurman (Anna Maria van Schuurman, Colonia 1606 - Wieuwerd 1678, erudita, teóloga, artista).
La enterraron hace trescientos años, en Wieuwerd, una pequeña localidad en Frisia.
—A eso no me entrego.
(Señor en la sala):

—Ah, bueno.
Pero era una mujer, hacía trabajos manuales que hasta el día de hoy nadie es capaz de hacer.
Hizo una túnica de la que no se puede encontrar ni el comienzo ni el final.
—Ah.
Debería haberlo hecho, de todas formas.
(Suenan risas).
(Señor en la sala):

—Mandó construir una tumba, allí es donde está enterrada ahora, y allí no se corrompe nada.
Han intentado construir una réplica, pero entonces... se corrompe.
—¿Ese cuerpo tampoco está corrompido?
(Señor en la sala):

—También dejó que la dispararan, decía: “Adelante, dispárenme, porque allí se quedan, a dos metros de mí las flechas van hacia abajo”.
—Es posible.
(Señor en la sala):

—Pues resulta que esa persona me pidió que le preguntara si puede decir usted qué era eso, cómo era posible?
—Son leyes mágicas, hijo mío.
Cuando uno se va a Oriente...
Todavía hay algunos.
Hubo uno en Holanda, era imposible matarlo.
Ahora al final sí que murió, falleció.
¿En el otro lado?
No, tiene que volver.
Simple y llanamente, se hizo suicida.
Mejor ni lo intente.
Mejor dedíquese a las leyes mágicas.
Pero, ciertamente, hay gente que puede disolver la destrucción, como sea.
Y no diré que ella tuvo esa fuerza.
Seguramente que habrá...
Esas leyes y esos fenómenos suelen ocurrir con los médiums.
Habrá conocido unos sentimientos fuertemente mediúmnicos, y una personalidad astral le habrá infundido alma y la habrá influenciado, ¿entiende?
Así que directamente desde ese mundo astral, y entonces es posible.
Entonces la personalidad espiritual capta... lleva a la terrenal a una desmaterialización.
¿Queda claro eso?
Y en eso...
Si lee usted ‘Dones espirituales’, esos dos libros, allí le explicarán por el instante esas leyes.
Allí, si entra más a fondo en eso...
Pero entonces está usted entre lo semidespierto material...
El faquir se deja enterrar, eso, a su vez, es otro estado.
Pero los conduce al sueño y siguen despiertos.
¿Entienden?
Así que ahora esa bala material va... lo atraviesa, o rebotará contra su vida astral, eso es posible.
Hay magos, algunos que fueron capaces de ellos, en el Antiguo Egipto también, y eso es un estudio.
Y esta criatura, por su propia fuerza...
Estas alturas de conciencia, como faquir, como mago, ¿entienden?, son excepcionales.
Puede vivir medio centenar de vidas para completar ese estudio y decir: adelante, dispara, porque esa bala pasará a mi lado.
O sea, es una concentración universal, porque es usted ser humano al mismo tiempo que bala y disparo y fuerza y todo.
Y entonces usted conduce esa bala a su lado, es posible.
Hay faquires, magos, que han sido capaces de ello.
Cuando llega usted a las esferas de luz...
Claro, hubo un contacto entre el alma y ese mundo.
Ha sido, irremediablemente, un mago de Oriente.
Pero cuando llega usted a las esferas de luz, el maestro dice: dame unos diez años para quitarle esa costumbre, porque está usted detenido.
Si esa criatura sigue estando en ese fondo, ya lleva trescientos años detenido.
No llega a haber un final a ese desarrollo.
Y eso es lo que se consigue en Oriente.
¿Entiende?
Así que eso no es progreso, sino estancamiento.
Ojalá se disolviera eso.
Cuando trazan un círculo mágico, como fueron capaces de hacerlo los egipcios —nosotros también sabemos hacerlo— y usted anda dentro del mismo y lo atraviesa sin más, no notará, pero absorberá esa aura, y puede usted tener ceguera y podemos derribarlo a golpes, podemos volverlo loco; porque nosotros también atraemos esas vidas.
¿Entiende?
Sobre esa pregunta concreta puede usted escribir diez libros de mil páginas, para llevarlo a usted a todos esos mundos y esas posibilidades.
¿Ha quedado claro?
Pero usted se queda detenido, el alma se queda detenida.
Esa una fuerza que ha sintonizado, se ha puesto en la misma onda que las leyes mágicas para el organismo.
(Señor en la sala):

—¿Así se queda conectada, todavía ahora, sí, con esa materia, y no puede seguir?
—Se queda detenida.
Se queda detenida.
Si ella... debajo de...
Mire, eso...
Suponga que siga yaciendo en esa tumba y que no se corrompa: eso es estancamiento.
(Señor en la sala):

—Sí, es su cuerpo.
—Bien, pero su espíritu sufre y está atado a ese cuerpo.
Hay personalidades espirituales que siguen atadas miles y miles de años a un solo punto, porque el ser humano empezó con los embalsamamientos, etcétera, más cosas.
(Señor en la sala):

—Sí, pero entonces ese ser humano, no es... no se ha suicidado, ¿no?
Ella murió una muerte natural, ¿no?
Pero mientras se mantiene en buen estado, ¿sigue estando conectada a él?
—Ella, en su subconsciente, es un faquir holandés.
Había un faquir holandés.
Porque nosotros predijimos su muerte, en tal y cual momento se irá, sucumbirá.
¿Por qué?
Esa concentración dura un tiempo y entonces llega algo y se acabó.
Eso nadie lo aguanta, porque vivimos en Occidente.
En Oriente es un poco diferente.
Ese hombre, es pues un suicida.
Pero cuando vive usted estas leyes y está en Oriente y ahora llega a Occidente...
Eso se aprendió en Oriente.
Eso no lo tiene Occidente.
No hay templos donde eso se pueda aprender.
¿Comprende?
De ese modo también puede demostrar: ¿por qué le puede parecer bien a ese hombre?
¿Posee esa fuerza?
Es una concentración tremenda, imponente, dejarse traspasar por esa espada y acogerlo.
Eso lo sabe hacer el mago más elevado en Oriente.
¿Y esta gente de aquí en Occidente lo habría recibido así, sin más?
Así es posible aceptar que el pasado, la reencarnación, está presente aquí.
Y también con esa criatura de la que habla.
¿Que si ella se ha dedicado al arte?
Quizá.
¿Han visto ese gobelino que hizo, sin comienzo ni final?
(Señor en la sala):

—No he visto nada de eso.
—Quizá sean jeroglíficos, o lo que sea.
Entonces el pasado, la reencarnación, regresa al estadio actual.
Pero ha habido más de esas personas en el mundo.
Están detenidas.
Miren, no llegará a haber un final.
En pensamiento normal es: sigue.
En Oriente también se quiere vencer el cuerpo.
Eso es posible.
Se está detenido.
Es usted un faquir, un mago, ando sobre las aguas...
Si por aquel entonces acudía a Ramakrishna y a otros, a los grandes, decían: dame tiempo y le enseñaré a dejar de hacerlo, porque está usted en un punto muerto.
Acepta usted la vida.
Acepte la muerte, porque la muerte es evolución.
Cuando esa evolución ha terminado: o regresa a la tierra o sigue usted.
Ahora ha aprendido abracadabra para su organismo.
Pueden seguir vivos, por ejemplo, lo que también supieron hacer todavía los egipcios, prorrogar el cuerpo en tal y cual momento, prorrogar la vida, eso también lo vivieron; pero todo eso es estancamiento.
Su evolución normal, natural lo coloca y lo conduce de vuelta a su organismo.
¿Ha quedado claro?
Claro, sobre eso pueden contar más cosas, pero nosotros nos atenemos a estas leyes.
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, ¿he entendido bien que mientras no se haya completado nuestro ciclo, no vivimos esferas?
—No.
Eso lo ha sentido muy bien.
Si ahora... ahora está usted aquí y tiene que volver a la tierra, entonces no hace falta ir a buscarlo enseguida, porque usted se disolverá... inmediatamente después de que se desprenda del organismo, entonces será atraído por el mundo del renacer.
Y entonces usted será... quizá dentro de... según el tiempo cósmico armonioso...
(Se refiere al catarro de Jozef).

Horrible tener que hablar en estas condiciones.
Nunca antes le dio tan fuerte.
Ahora estoy yo aquí, ahora en cambio, esta noche, tenemos otro estado.
Hemos tenido que dividir las leyes.
¿Pueden entenderlo?
Pero entonces volverá usted, no tendrá más remedio.
¿Por qué?
Porque es atraído por el renacer.
Y eso fue en el tiempo armonioso, cuando el ser humano aún no se había construido la causa y el efecto...
Hubo un tiempo que el ser humano vivía en armonía sobre la tierra.
Y cuando nos pusimos a asesinar y a incendiar todo y nos pusimos a destruir la vida, empezó a haber un caos entre la vida y la muerte para el renacer; hacíamos la transición demasiado pronto.
O sea, conforme al tiempo normal... fue durante la era prehistórica...
El ser humano dice tantas veces: qué mal lo debía de pasar la gente en la era prehistórica, ¿verdad?, eran animales salvajes.
Pero estaban mil veces más altos que el ser humano que reza ahora en la sociedad y que conoce a Dios y a Cristo, porque aún tenían su armonía natural, para miles de estados, de sintonizaciones.
No conocieron las cámaras de gas, donde el ser humano puede asesinar por gas, por ahorcamiento.
En esas eras no se ahorcó nunca ni un solo ser humano.
Jamás ha habido ningún animal en la selva que haya podido suicidarse.
¿No les parece sencillo?
Pero el ser humano, sí.
Así que el animal ha guardado ese nacimiento de una forma más inmaculada que el ser humano.
Y ahora es posible, si va usted ahora, que espere diez mil años, que tenga que esperar, antes de que sea atraído de nuevo.
Porque fallecieron demasiadas personas antes, que estaban en armonía.
Nosotros, el ser humano, nos hemos arrojado del nacimiento armonioso para centenares de miles de años.
El ser humano aquí en esta sociedad...
Si ustedes tienen que volver todavía... y muchos de ustedes seguirán de inmediato, pero muchos más —lo veo por el aura de ustedes— volverán a la primera.
Entre ellos hay... está el padre de ustedes, la madre de ustedes, sus maridos, sus hijos, pero entonces puede ser que vuelva a ver a su marido dentro de diez mil años, en alguna parte, volverá.
No, no me refiero a ustedes personalmente, si no quizá se asustarán, pero no me queda más remedio.
La madre hace la transición, el padre, y usted es atraído, ahora son el uno del otro, pero recibirán el amor universal.
Entran en contacto con millones de personas, y ese contacto lo tienen, de hecho.
Pero se van, una sola línea, antes de que llegue ese nuevo nacimiento llegarán a otra parte, en dirección a Francia, o a Inglaterra, o Estados Unidos.
Pueden regresar hasta el límite de la selva para la causa y el efecto.
Entonces estarán ocupándose de las leyes del karma.
Pero esa gente de la era prehistórica tenían un nuevo nacimiento en siete horas.
El ser humano animal de la selva tenía en siete horas un nuevo cuerpo.
Y a medida que adquiría conciencia y que empezó a destruir la vida, empezó a haber caos entre la vida y la muerte.
Así que sigo un poco, hago un rodeo.
Y ahora deberían echar un vistazo en la ciudad, en su sociedad, entonces sentirán la personalidad como ser humano, el espacio del ser humano, pero también la tremenda disarmonía que se creó el propio ser humano.
¿Ha quedado claro?
Y entonces volverán sin problema al mundo de lo inconsciente, el mundo para el renacer.
Allí viven ahora cien mil almas, que todos aguardan un solo cuerpo, no hay más que uno disponible.
Entienden, ¿verdad?
Y para eso hay cien mil almas, más incluso.
Y en el tiempo armonioso solo había dos almas.
Así que asesinatos, incendios: todo destrucción de las leyes armoniosas divinas.
Nosotros analizamos esas leyes para la cosmología.
Pero cuando enseguida tengan que seguir y vayan al mundo astral, llegarán a un mundo que tiene sintonización con las vidas de ustedes, infaliblemente.
Si odian y no dejan títere con cabeza y no les hace falta ese Dios ni ese Cristo...
No les hará falta estar de rodillas día y noche, eso se lo enseñará el futuro, eso ya se lo enseñará esta humanidad, solo tienen que amar.
Habrán aceptado a Dios, a Cristo.
Cristo nos lo dio: amar, solo eso.
Nosotros recibimos el amor universal para cada uno.
Y entonces llegaremos a una esfera conforme a lo que sintamos.
El ser humano que no quiere esto...
Cuántos millones de personas no serán.
La humanidad entera tendrá que aceptar esto.
Allí ya no tendremos fe, ni iglesia católica, ni protestantismo; Buda, el islam, todo se disolverá en el amor universal de Cristo.
Cuando ustedes lleguen allí, el musulmán tendrá... podrá invocar a Alá, pero se lo quitarán enseguida, porque no hay más que un solo...
Alá, claro, pero las leyes viven aquí.
Ustedes aquí también son espíritu, materia, una criatura de Dios, y entonces llega la hora de la verdad: ¿cómo vivimos?
¿Qué hacemos nosotros?
Pueden ganarse ustedes en una vida breve, en poco tiempo, esferas de luz, siempre que empiecen ahora a colocar fundamentos.
Lo que duró aquí miles de años, lo pueden hacer en cinco...
Lo que ha durado siete mil años para la desintegración, lo pueden recuperar en siete años, si empiezan ahora.
Entonces, con cada pensamiento, también pondrán...
Y un buen día —en veinticuatro horas—, cuando se despierten por la mañana y comiencen y sus pensamientos están bajo control para el espíritu, el espacio, Dios, Cristo...
Esa escuela la vivimos en el Antiguo Egipto.
Cristo lo... los apóstoles lo vivieron.
Pero Él, sin duda, vio cuando eso los colocaría ante las leyes fundamentales, entonces ya cantarán más gallos.
Sucumbieron.
Cada uno.
Juan también sucumbió.
Todos sucumbieron.
Todos dudaban de Él.
Y cuando nosotros...
Todo eso Cristo lo quiso haber dicho en el mundo.
Entonces llegamos nosotros.
Hay gente ahora, esas personas han vivido allí siempre.
El Antiguo Egipto, la India colonial.
En la India colonial hacen perifollos; el Antiguo Egipto tenía un contacto más directo, más natural.
Entonces yacíamos allí, estábamos en trance, y corría la sangre por la boca de un adepto, de un sacerdote.
Ahora caminamos entre la gente.
Ya tendrán que aclarar ustedes si esta palabra es del mundo.
No pueden verlo, no pueden encontrarlo ni en todo el mundo, nadie ha escrito todavía sobre ello, sobre esas leyes.
¿Cómo son?
¿Qué es lo que ocurre con ustedes?
Solo pueden controlarlo a base de esa sabiduría.
Pueden seguir los libros, pueden seguir los libros místicos y entonces verán: esta palabra atravesará todo, infaliblemente, y además pondrá el fundamento.
Eso es este tiempo.
Eso Cristo lo dijo a los apóstoles.
Eso lo dijo en el otro lado, cuando dijo: “Mira, ¿cómo se me recibió?”.
Lo pongo en manos de ustedes.
¿Qué es lo que sabe el otro lado?
¿Qué harán ustedes enseguida cuando lleguen a la primera esfera? Tienen luz, tienen vida, ¿qué harán?
Harán exactamente lo mismo que la criatura de Jehová aquí en la tierra.
Y dirán...
“Sí, pero sabrán que la tierra está acabándose, ¿verdad?”.
Pero ustedes dirán: “Comiencen, porque...”.
“¿Dónde viven ustedes?”.
“Vivo allá”.
“Estupendo”.
“Les ofreceré una impresión de mi conciencia, de mi deseo, de mi amor”.
Y el ser humano lo adoptará de ustedes.
Entonces serán las personalidades radiantes, luminosas para la vida de Dios.
Y entonces harán lo que sea para elevar sus vidas, porque ya tienen que ver con todas estas personas, con millones de personas, millones, tendremos que ver con toda la vida de la madre tierra.
El ser humano piensa en la primera esfera que allí descansamos.
Pero entonces uno vuelve la mirada y ve el caos, y es nuestra vida, la sangre de ustedes, su alma, su vida, su espíritu.
Eso tenemos que recuperarlo.
¿Que si Cristo es feliz?
Claro que sí.
Pero tampoco lo es.
Porque todo lo que vive en la tierra también es Suyo.
En el Omnigrado somos uno.
Y mientras tanto...
Claro, el Omnigrado está habitado, cada esfera lo habitan millones de almas, pero solo existe la felicidad divina perfecta cuando el ser humano ha vencido el tercer grado cósmico y solo es amor.
Amor, vida y felicidad, ¿verdad?
O sea, o bien regresan, o bien van enseguida a una esfera, a un mundo, según cómo deseen ahora.
Si vienen a la sociedad... pueden aceptarlo, no hace falta que lo acepten, luego nos volveremos a ver... pero el ser humano que se ríe de ustedes en la calle, en su sociedad y por todas partes, llegará al mundo de esas risas, esa persona es inconsciente.
Supongan que tienen razón.
Y si tienen razón, y es que la tienen...
Anhelen esta obra y esta vida, las leyes.
Conviértanse en concienciación, amor, sentimiento, y no hagan caso al causa y efecto, ni si los pegan o no.
Continuarán y se asegurarán ese espacio, y allí tendrán luz, vida, felicidad y amor.
Y el ser humano que se ríe ahora, enseguida irá a verlos y les pedirá unas migajas de luz.
Es el contacto hermoso, el ser uno poderoso entre el ser humano que tiene luz y el ser humano que se ha reído de las leyes, de los milagros de Dios, del espacio, que se encogió de hombros con desdeño.
¿Cómo sería la tierra, cómo sería esta humanidad cuando tenga que aceptar luego todo esto?
Y es que la humanidad tendrá que aceptarlo.
Es la verdad, lo que lo leen allí.
(Dirigiéndose a la sala):

¿Hay algo más?
(Señor en la sala):

—Sí, me gustaría saber: ¿qué determina el final del ciclo del ser humano?
—El final del ciclo viene determinado por esto: en primer lugar, cuando hayan vivido la ley del karma.
Cuando el ser humano...
De todas formas ya se lo creerán cuando hayan tenido aquí unas doscientas mil vidas...
Ha habido más así desde que ustedes salieron de la jungla, los primeros grados...
Esa gente en la selva también llegará a este organismo.
Es la evolución que se vive por los cuerpos.
Así que esas personas tienen que evolucionar.
Y cuando a cada vida hayan dado ustedes un nuevo cuerpo, o sea, que hayan...
¿Es que no habremos asesinado nunca, como masa, en esos centenares de miles de vidas?
Nadie de la tierra puede escapar de allí, eso lo verán luego, todos hemos cometido asesinatos y provocado incendios, no un solo ser humano, sino centenares de miles.
Hemos dado golpes y patadas allí, éramos inconscientes; pero ustedes tienen que enmendarlo.
Y cuando esa última alma a la que, demasiado pronto, hayamos echado a patadas de la vida, ¿verdad?, cuando a esa última alma le hayamos dado un nuevo cuerpo —sí que les ayudarán a ustedes, porque hay más gente de su grado de vida—, entonces la madre tierra dirá: “Adelante, sigue”.
Es cuando la tierra se desprenderá de nosotros.
Pero mientras tanto estaremos presos en manos de la tierra.
Y entonces estarán ante su causa y efecto, el odio, las mentiras y el engaño.
Miren, hasta el último segundo, el último gramo.
Cada ser humano al que ustedes...
Y nos hemos dedicado al canibalismo.
Allí hemos asesinado a gente, y allá también.
Y mientras no hayamos conseguido crear una armonía entre esa balanza y el infinito, no nos desprenderemos de ellos ni podremos seguir.
Eso es.
(Dirigiéndose a la sala):

—¿Quién de ustedes?
(Señor en la sala):

—En los libros pone: el libre albedrío humano trastornó las leyes del karma y por eso surgieron las enfermedades.
Pues bien, los animales no tienen una voluntad libre propia y por tanto tampoco pueden trastornar leyes cósmicas.
Y ahora me gustaría saber de usted por qué existen entonces esas enfermedades animales.
—Esas enfermedades animales las ha creado el ser humano.
(El señor dice algo).
Además.
Si un animal...
Existen las enfermedades directamente animales...
Es posible vivir diversos centros por desintegración.
En esta sociedad, en estos tiempos, existen diversas enfermedades animales para el animal.
Antes, en cambio, eso no era así.
Pero, claro, también hay otras enfermedades, que están disueltas a medida que el animal y el ser humano adquirieron conciencia.
Por ejemplo, se oye muy poco los últimos tiempos de la rabia, no se oye mucho de eso.
Esa enfermedad se disuelve a medida que el animal también adquiere conciencia.
Para el animal fue un roce material, pero también el estar poseído espiritualmente.
¿Oye lo que digo?
O sea, una locura para el animal.
Ese animal estaba poseído, por la materia; por comer algo o lo que fuera... es un interior que se ha quedado disarmónico, expuesto al envenenamiento.
Pero si repasamos nuestras enfermedades cotidianas, actuales, para el animal, no eran, hace algún tiempo en la selva, no eran de tal naturaleza, porque la enfermedad también adquirió conciencia.
Es decir: la enfermedad se desahoga, se consume a fondo y desaparece, pero habrá otra en su lugar, una sombra de la primera.
Y eso es, cuando el animal tenía la conciencia...
El animal se ha... por la desintegración natural, al desintegrarse, de forma natural, es posible... por completo...
El animal se ha contagiado por lo que come, que le ha provocado una intoxicación, o lo que sea.
Y así es como esa enfermedad se ha reproducido para el animal y fue pasando de un órgano a otro.
El ser humano no conocía enfermedades en los estadios primigenios.
Y después, cuando empezamos con esa endogamia...
Ya saben, han leído ‘El origen del universo’: el séptimo grado se encontró con el quinto como madre, llegaron los niños, estos a su vez llegaron a dar a luz y a crear, un grado —había siete grados— se vinculó con el otro, con otro grado, por lo que se echó a perder la entidad natural propia en cuanto a fuerza y conciencia para el organismo, para los tejidos.
Ese estornudar y ese catarro antes no existía, porque el ser humano surgió en el frío, en las aguas, y bajo el fuego.
Cuando la tierra empezó con sus densificaciones y las eras glaciales... el ser humano se fue, se fue de las eras glaciales.
Cuando allí empezó a hacer frío, el ser humano rodeó el planeta.
Pero bueno.
Empezó a haber tantas enfermedades por haberse dividido el ser humano.
¿Cuántas enfermedades tiene usted ahora?
Centenares de miles.
Y todas esas enfermedades eran...
Digamos que al comienzo, en tal y cual tiempo, había seis, siete.
Ahora se han convertido en siete mil, porque todas esas enfermedades se fueron reproduciendo y dilatando.
Por lo que el erudito dice muchas veces: sí, eso lo hemos visto allí, y este es un primo, o esta es una prima, o una hermana pequeña de tal y cual estado.
¿Cuántos problemas de intoxicación no tiene usted?
Y la fuente espiritual en sí surgió allí y allá, por debilitamiento, lo que también contagió al animal, por comer algo, y por estar contagiada, tocada, también esa naturaleza, o lo que fuera, y por eso surgió la enfermedad.
Pero el ser humano también se ha dedicado a la endogamia y ha cambiado, a su vez, al animal, por lo que ahora, en estos tiempos, tenemos que lidiar con otras enfermedades para el animal.
(Dirigiéndose a la sala):

—¿Quién de ustedes? Sí.
(Señor en la sala):

Maestro Zelanus, ¿ha leído usted que en La Haya... o que existen... la luna y el sol... se quedaron atrás... en la luna, empezó a haber nebulosas... o sea, que a esos vapores de agua y también otra materia...
—Mire, hay mucha gente con el actual estadio, en el que estamos ahora...
Si uno mira al espacio, ve las nubes.
Eso también son nebulosas, pero de materia.
Y al comienzo, con el origen de las creaciones, solo había plasma, plasma divino, y empezaron a densificarse y también se convirtieron en nebulosas.
Eso es.
¿Ha quedado claro?
Y entonces no tiene que comparar esto con este estadio, y de vuelta, hace millones de años, billones, cuando Dios todavía era alma y espíritu.
Ese mismo plasma vive en el organismo de ustedes.
Todavía lo tienen.
En el espacio también ven ese plasma, pero en un grado de vida material.
Una nube de ahora es concienciación.
Esa nube ha vivido eras.
Pero si empezamos con la luna, con el origen del espacio, entonces también hay que ver ese plasma divino aislado.
Las nebulosas como plasma.
Es vida, luz, alma, espíritu, paternidad y maternidad.
Sin duda.
Resulta que ahora el ser humano quiere saber: pero ¿qué es la vida?
Sangre, ¿qué es la sangre?
Dejen que la sangre, su propia sangre, se haga más etérea, y lo que conseguirá será... les quedará un vapor muy fino.
El color de su sangre también se disolverá.
¿Lo sabían?
Es cuando se llega a ver ese vapor.
Vivan en laboratorio y dejen que su sangre... dejen que otra materia... dejen que el agua viva una evolución, de vuelta, y volverán al comienzo.
Y ese estado lo tienen que comparar con lo que es el origen de la materia, el espíritu material.
Ahora son un espíritu material.
Han llegado a disponer de la razón.
Han vivido sociedades, mundos, por el nacimiento, por la paternidad y la maternidad.
Y así se ha densificado esa aura como materia, como alma y espíritu.
Les daré el ejemplo de cómo se puede densificar el alma y cómo, en el fondo, también se pueden transgredir las leyes.
En la era prehistórica... entonces se veía... si uno llegaba entonces al mundo astral, al mundo tenebroso...
A eso lo llaman infiernos, esa palabra la hemos tenido que aceptar, entonces el ser humano lo entiende, pero para el otro lado, para la vida espiritual, son mundos de inconsciencia.
Ustedes hacen... en ese mundo se hacen luminosos.
Y esa luz vive en ustedes, es su sintonización divina.
¿Lo creen?
Si en ese época miraban en los cielos, no había nadie que yaciera por allí.
Un ser humano llega, sigue siendo usted persona, ahora es usted una figura espiritual, tiene sus manos, sus piernas, sus dientes, su pelo, es exactamente como siempre, pero es usted un espíritu.
Es un plasma espiritualmente densificado.
Aquí en la tierra vive usted —el alma es la fuente divina— como espíritu, es como vive en el cuerpo.
Y allá, antes de ese tiempo, no tenían ustedes las fuerzas de echarse, es decir, no habían desintegrado sus vidas de tal manera que yacieran como una medusa en la playa.
Eso también lo leen en ‘El origen del universo’.
Esas personas no tenían la conciencia de hacer tanto mal.
¿Lo comprenden?
Cuanta más conciencia adquieren, más mal, más desintegración, podrán vivir, y eso se ve en el mundo astral.
Así que ese espíritu se desintegra, se edifica, se densifica, pero, eso sí, hacia lo animal.
¿Está claro?
Por tanto, naturalmente, cuando eso experimenta el empuje natural, ocurre que se densifica el aura divino, y así es como ha surgido la túnica universal.
Eso todavía se ve con las nebulosas.
Si miran la Vía Láctea, también verán que las nebulosas, las nebulosas espirales, también son materia densificadas, surgidas, ampliadas, por las leyes elementales —eso tardó millones de años—, pero si uno regresa y lo sigue, llegará al primer estadio y vivirá el plasma divino.
Eso es un aura vital.
¿Ven?
Una nube: no había más.
Pero esa vida —a eso lo llaman vida, pueden llamarlo “vida”— era divina, la Omnialma le había infundido vida.
Era Omniluz, Omniespíritu, Omnipaternidad, Omnimaternidad, Omniamor.
Una noche les expliqué: ¿qué es, pues, el amor?
No es otra cosa que vivir la ley de forma armoniosa para la paternidad y la maternidad.
Porque ustedes solo obtienen el amor; obtenidos por la paternidad y la maternidad.
¿Cierto o no?
Y allí no tienen más que meterse.
Y si siguen las otras conferencias, ya volveremos sobre ello en La Haya.
Porque se refiere a La Haya, ¿verdad?
(Señor en la sala):

—Exacto, sí.
—Seguiremos con eso.
¿Está satisfecho ahora?
(No se oye nada).
¿Está satisfecho ahora?
(Señor en la sala):

—Me queda un solo punto: todavía no puedo imaginarme que... según la astronomía es, naturalmente, un estado gaseoso...
—Querida criatura mía, entonces la creación ya tenía billones de años, cuando se veían esas formaciones gaseosas.
(El señor dice algo).
Entonces ya era... entonces ya habían transcurrido billones de siglos, según este tiempo.
Así que todavía tiene que retroceder usted millones de siglos antes de poder ocupar un lugar en esa masa etérea, antes de tener contacto con el estadio divino de antes de la creación.
(Señor en la sala):

—Eso no está claro...
—No le queda claro a usted, y es que no se puede comprobar.
Pero la ciencia ya ha llegado al punto en que el comienzo y el origen de la creación ha tenido que ser así.
Y así es como han surgido los planetas y los soles.
Es muy sencillo, se lo he explicado, y si retiene eso...
Si no, tome los libros de ‘El origen del universo’.
Y si retiene eso...
Pero usted y otros quieren saber...
Dios, sin embargo, es amor, y esa Omnifuente es Omnialma.
Pero ¿qué es, entonces, el alma y qué es, pues, el Omnigrado? A ver, ¿qué es?
Sí, pero ¿por qué no pregunta primero: dónde está el comienzo para usted mismo?
¿Ven?
Cuando se sientan a sí mismos y cuando puedan trasladarse hasta su nacimiento anterior, también llegarán al Omnigrado y entonces seguiremos.
Y entonces podré hablar horas y horas.
Puedo decir: esto es plasma y aquello es plasma...
Y ahora tengo que... ahora vamos a seguir ese plasma desde la nada.
Y ahora no son nada y aun así tienen que ser conscientes y vivirlo todo.
¿Y son capaces de ello?
Para eso, ciertamente, tienen que poder vivir para esa unión, para eso tienen que poder aceptar y recibir, ciertamente, este ser uno, para eso hay que ser una personalidad astral.
No pueden liberarse de esta sociedad a base de pensamientos.
¿Es así?
Así que vayan...
Si ven los primeros fundamentos que les explicamos...
Y entonces vienen los catedráticos.
“¿Y ahora qué, cuando estábamos allá, cuando Dios se convirtió en aquello?
“Mejor vengan”.
Y entonces ese ser humano sí que se convierte en esa vida, esa alma, ese sentimiento.
¿Entienden?
Pero ahora están libres.
Ahora tienen que perder su conciencia —porque allí son... todavía no pensábamos de forma humana—, así que tienen que poder perder el pensamiento humano y aun así permanecer conscientemente en ese Omniestadio de antes de la creación.
Entonces todavía no había pensamientos humanos.
Porque ahora no hacemos más que pensar humanamente.
Y solo la paternidad y la maternidad nos han enviado a la tierra, nos han dado la posibilidad de vencer este universo.
Pero en el otro lado, en la primera esfera, empiezan a sentir de verdad: santo cielo, soy uno con este espacio.
Váyanse, salgan de ese espacio, entonces podrán ver que esa luz de ese espacio se debilita para ustedes, porque se la llevan con ustedes.
Y entonces podrán determinar estas leyes.
Sobre eso también se pueden escribir miles de libros, pero ustedes no los comprenderán, nadie en la tierra los comprenderá; porque tienen que deshacerse de su pensamiento human y vivir el despertar divino, el dar a luz —o sea, la Omnimadre.
¿Cómo quieren hacer eso?
Y ahora no hago más que dar vueltas a la cuestión, no llegamos a entrar los unos en los otros.
A quien pregunte en la primera esfera, en el otro lado: ¿cómo era la creación cuando empezó Dios?,
el maestro dirá: primero pregúntame por otros millones de rasgos de carácter, se los daré.
De eso, por cierto, hablé hace poco.
¿A dónde quieren ir?
¿A la primera fuente de todos? ¿Enseguida?
Entonces nos saltaremos millones de eras.
Y volaremos por el espacio sin saber si vivimos por delante o por detrás, por la izquierda o por la derecha.
Ya no tendremos existencia.
Pero primero pondremos los fundamentos para los que hayan llegado a ese mundo.
Y eso es: ¿cómo han abandonado ustedes el ataúd?
Y después seguiremos.
¿Ha quedado claro?
(Dirigiéndose a la sala):

¿Quién de ustedes?
(Señor en la sala):

—Maestro, cuando la tierra aún estaba sin habitar, ¿ya había esferas de luz materiales y espirituales, o es que más tarde los habitantes de la tierra las crearon para ellos mismos cuando se fueron?
—Bien, amigo mío, un hermoso pensamiento.
La tierra tiene un mundo espiritual, el otro lado astral.
Pero ningún Marte ni ninguna luna ni ningún planeta en el espacio.
¿Por qué no?
¿Ha leído ‘El origen del universo’?
¿Entiende?
Este es ese progreso.
La tierra iba a adquirir esa conciencia, entre el sol y la luna, la paternidad y la maternidad.
Y solo cuando hayan abandonado ahora la tierra, en el espacio ya no habrá ningún planeta que pueda atraerlos, así que tendrán que ir al mundo interior.
Gracias por su pregunta.
Piensa usted más allá.
(Dirigiéndose a la sala):

¿Quién de ustedes?
Sí.
(Señora en la sala):

—No hay pecado, de eso ya se ha hablado un poco.
—¿Quién?
(Señora en la sala):

—Todo es evolución, dice usted.
—No hay pecado, no.
(Señora en la sala):

—Todo es evolución, un grado de conciencia es aquello en lo que vive el ser humano.
Unos viven en un grado de conciencia más elevado y otros en uno más bajo.
Pero también hay gente que vive en un grado de conciencia más elevado y que sin duda causan pena a otros.
—Sin duda.
Pero entonces no es un grado de conciencia.
(Señora en la sala):

—No será que no saben hacer otra cosa, ¿no?
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—No será que no saben hacer otra cosa, ¿no?
—Sin duda.
(Señora en la sala):

—Pero lo hacen conscientemente, adrede.
—Sí.
Mire, existe un grado consciente, para el cuerpo.
Pero ¿cómo es el espíritu?
¿Cómo es la personalidad?
Puede ser animal, preanimal.
(Señora en la sala):

—Pero saben muy bien que...
—Sí, lo saben muy bien.
Pero dicen: bueno, ya veré.
Si hubiera dicho a Adolf Hitler y a los de su calaña y a todos esos demonios —¿son demonios?—: no hagas eso, porque irás a parar a un infierno, dirá: a mí qué me importa ese infierno.
Me desfogo.
Y ahora tenemos que...
Dios...
Para la iglesia comete usted un pecado.
Estuvimos hablando aquí por la noche sobre el catolicismo, ¿verdad?
Ya pueden ponerse a rezar, los liberarán de los pecados.
Sí, eso sería fácil.
Dios no castiga.
Entienden, ¿verdad?
La iglesia sí que está cerca.
Pero ustedes son... esas leyes ustedes las tienen que volver a...
Hemos hablado, ¿no?, de que si se asesina a un ser humano, se toma el alma, el espíritu...
¿El alma?
El espíritu.
La personalidad les priva de ese organismo, la evolución, el progreso, continuar, despertar.
Tiene que dar usted un nuevo cuerpo a ese espíritu.
Adolf Hitler, Goebbels y Himmler —¿cómo se llaman ahora los encantos de ustedes?— ¿cuántas veces... cuántas veces tienen que volver para enmendar eso?
En ‘Los pueblos de la tierra’ hemos analizado a Adolf Hitler.
Esas criaturas están aquí hasta el final del mundo.
Y luego vendrán a un estado del que dirán ustedes: y encima viven un paraíso, ciertamente.
Porque dentro de quinientos años la vida en la tierra será un paraíso.
Ya no les hará falta trabajar, porque la fisión nuclear, que es fea para ustedes, pero la energía atómica y todo lo que les darán, la sociedad, se construirá, recibirán su luz, ya no les hará falta trabajar, solo tendrán que vivir, encargarse de que sean padres y madres de forma pura y armoniosa.
Y entonces llegarán al otro lado.
Pero estas criaturas transgredieron millones de leyes vitales; entonces esas vidas tienen que volver a retirarse, dar un nuevo cuerpo.
Al final oirán de estas personas: “¿Tengo que volver a ese maldito mundo?”.
Porque nosotros... tienen ustedes, detrás del ataúd, en el mundo astral, tienen una infinitud, tienen un espacio.
Se van hacia donde quieren.
Que tengan que vivir en un organismo es la lucha más horrible, el estado más desgraciado que conocemos, cuando se tiene luz.
Ya no nos hará falta comer ni beber, ya no seremos esclavos del organismo.
Cuando escribimos sobre el cuarto grado cósmico, allí ya no tenemos milagros técnicos.
¿Pensaría usted que Dios tiene que ver en el Omnigrado con una luz técnica?
Lo que serán ustedes allí es luz.
Ya no habrá noche.
La tierra gira alrededor del sol, es la que hace la noche.
Allí tienen más planetas, ¿verdad?, el grado de vida más elevado para la luz, y eso irradia a un planeta, así.
Allí, en ese espacio, se juntan seis sistemas solares.
No hay noche, no hay enfermedades.
Eso también vendrá a la tierra.
Lo entienden, ¿verdad?
Pero ese ciclo, y la causa y el efecto para el ser humano, y lo que hacemos aquí mal, eso, algún día tendremos que enmendarlo —de eso ya he hablado—, para que el ser humano vuelva a recuperar la armonía para el mundo espiritual astral.
Y entonces seguirán y formarán parte de esa luz, de esa armonía.
Entienden, ¿verdad?
Pero el ser humano que desintegra aquí: allá él.
No será condenado, sino que se frena, se blinda frente a la armonía y la continuación.
No hay pecados.
¿Por qué?
Pueden ustedes volver a enmendarse.
Dios no los castiga.
¿Ven?
Y todo eso hay que echarlo del dogma.
Dios no castiga, Dios es un Padre de amor.
Pero no es posible rezar a Dios a fondo, no es posible rezar a fondo a Cristo.
¿Qué dice, pues, la Biblia?, ¿qué se dice ahora de Cristo?
Cristo murió para el mundo y la humanidad.
Qué bonito sería eso.
A Él lo asesinó el ser humano, ustedes y yo y todo el mundo.
Porque nosotros hemos dado concienciación a esos pensamientos malos, que desintegran, odiosos —¿no es así?— en nuestras vidas anteriores.
Eso es lo que infundió alma a Jerusalén, por nuestro odio.
Todos somos culpables de la destrucción del Yo más elevado en el espacio: Cristo.
Y ahora se dice: “Murió por nosotros”.
Claro, ahora encima ha muerto para ese mal...
No, nosotros lo hemos matado conscientemente.
Y ahora es cuando podemos empezar nosotros.
Dice: Yo lo di todo.
Y entonces venimos nosotros, y entonces vienen él y ella, y vienen los otros, pero pronto ustedes también empezarán con este pensamiento real, armonioso, para darle conciencia al ser humano en la tierra.
El ser humano... viva donde viva el ser humano, ustedes irán allí.
Y ustedes tendrán la palabra si ese ser humano está abierto.
¿Entienden?
Y entonces darán de su luz.
Materializarán su alma, su personalidad, su espacio.
Y todo eso lo harán pronto.
Llegarán a tener concienciación.
Entienden, ¿verdad?
Y dentro de equis miles de años esta humanidad entera tendrá esa luz, de ese grado, y esa concienciación.
Y entonces la vida en la tierra será maravillosa, porque entonces los reyes y los emperadores ya no tendrán nada que decir.
Será cuando ellos también podrán ponerse en la cola ante Dios, porque entonces vendrán la armonía astral y la justicia desde la vida detrás del ataúd.
¿No les parece?
Y entonces la vida se hará muy sencilla.
Siguen viviendo ustedes en un caos, en la desintegración.
Y no tienen más que mirar, participen en la sociedad, participen en las mentiras y los engaños.
¿Cómo les fue a las criaturas que pensaban acertar con Adolf Hitler, sus pequeños?
Entonces estábamos escribiendo, teníamos el libro preparado cuando empezó Mussert.
Dice: “Oh, criatura, no toques esas leyes, anda”.
Criaturas que pensaban: sí, habrá progreso.
“No te metas allí”.
¿Es usted de tal y cual partido?
Dios no conoce partidos.
Solo tienen que vivir.
¿Cómo se las arreglará la tierra?
Es cosa de ellos.
Escojan su propia camino, sin problema, no se metan en ningún asunto.
Eso no lo hace una persona espiritualmente consciente, porque ya saben: tienen ustedes inmediatamente sintonización con las mentiras y los engaños y con el odio, y eso no lo podrán enmendar ni millones de personas, ni las coronas.
El ser humano que acepte eso, lo verán enseguida detrás del ataúd, está ante su pequeño yo miserable, ante el no comprender, el ser duro, el desintegrar.
Servir a unos seres humanos y desintegrar a los otros: ¿le parecería bien a Dios?
¿Y a Cristo también?
¿Entienden lo falso, lo inhumano, lo inconsciente que es todo, también la universidad?
¿Qué es lo que les enseña su pastor protestante, su catedrático?
¿Qué facultades espirituales han podido colocar fundamentos para la armonía espiritual, espacial, directamente sintonizada con la vida de Cristo, del Mesías?
¿Qué queda de eso?
Nada.
Y es que eso tampoco es posible, porque el ser humano aún tiene que despertar para eso.
Su sociedad apenas tiene diez segundos de antigüedad.
¿Qué pensaría usted que nosotros, enseguida, en el futuro...?
En cien mil años, dentro de millones de años la tierra aún no estará preparada con sus criaturas, porque tomará diez millones de años, veinte, cien, antes de que la criatura de la selva llegue a vivir aquí la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), siete grados, eso ya tomará cien millones de años.
Tendrán que recorrer ustedes esos millones de vidas para poder alcanzar esos grados de vida orgánicos, o sea, físicos, para que algún día puedan decir: ahora formo parte de la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Entienden, ¿verdad?
Pero ese grupo sanguíneo los impulsará por sí solo hacia la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Pero eso tomará millones de años.
¿Qué Dios se conoce aquí?
¿Quién es Dios?
¿Qué es Dios?
¿Qué profundidad tiene Dios?
¿Siente usted lo pequeño que es Él aquí?
Esa es la inconsciencia del ser humano.
Ya les dije: somos libres, vamos, vamos a donde queremos, detrás del ataúd el mundo entero les pertenecerá, si tienen luz.
Y si forman parte de las esferas tenebrosas, a las esferas inconscientes, también tendrán espacio.
Entonces también podrán volar a Estados Unidos y a Francia, para volver a descender allí en un ser humano, para vivir ese ser humano... qué delicia.
Pueden hacerlo.
Pero nosotros ya no llegaremos allí, porque ese ser humano tiene que vivir él mismo.
¿O no creen en la posesión ni en esos follones de los demonios?
No tienen más que dar una vuelta por la sociedad, basta con que miren.
Pero no se metan en eso.
¿Satisfecho?
(Dirigiéndose a la sala):

—¿Quién de ustedes?
(Nadie dice nada).
Esto me está tardando demasiado.
(Señor en la sala):

—Se me ha ido el santo al cielo.
—Enseguida estoy con usted.
(Dirigiéndose a la sala):

—Por allá.
(Señor en la sala):

—Tengo una segunda pregunta, es la siguiente.
Una vez, en noviembre, había vivido un día muy extraño, había un nuevo dogma...
—Aquí lo tratamos.
(Señor en la sala):

—No estuve presente.
Quizá me permita que la pregunta...
—Pues, nosotros consideramos esto tonterías para el espacio.
(Señor en la sala):

—Sí, sí.
—Grandes disparates.
(Señor en la sala):

—La figura de María, ¿cómo la ve usted?
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—La figura de María, ¿cómo la ve?
—¿Cómo la ve usted?
Una madre más sencilla que nada de un ser humano, que ha dado a luz a un ser humano.
Pero por medio de estos dos seres humanos, por José y María.
¿O es que sigue creyendo en la inmaculada concepción?
(Señor en la sala):

—No, no, no.
—Gracias.
(Señor en la sala):

—Me he quitado de eso.
—Y María vive ahora en...
Tiene contacto, en dos mil años ha entrado en contacto con la séptima esfera y con las regiones mentales y el cuarto grado cósmico.
Todavía pueden verla en el otro lado.
Y es una madrecita más sencilla que nada, igual que las puede ver aquí.
No hay más.
Pero la iglesia católica está detenida, en un punto muerto, y ya no sabe cómo darles algo a esas criaturas, eso es.
Y entonces aparecen perifollos, perifollos y perifollos.
(Dirigiéndose a la gente en la sala):

—¿Sí?
(Señor en la sala):

—Usted acaba de decir: no tenemos que hacer caso de nada, así como va...
—Así va.
(Señor en la sala):

—Pero quería preguntarle: Dios desea que hagamos el acto, ¿no?
—Sí, pero solo para sus alimentos.
(Señor en la sala):

—No, pero el acto, eso quiere decir que tenemos que transformar nuestro ser cristiano en lo que es el acto, ¿no?
—¿Puede usted...?
(Señor en la sala):

—Yo lo entiendo de tal manera... (inaudible) ... intento hacerlo lo más que puedo, y justamente por eso, porque de hecho quiero hacerlo, contribuyo a solucionar esta sociedad económica para que tengamos una solución, en la que de verdad tengamos la oportunidad de vivir como cristianos.
—Exacto.
Con esta conciencia.
(Señor en la sala):

—Eso quiero decir, entonces Dios también desea de nosotros que todo eso lo transformemos en actos, ¿no?, así que tenemos que hacer un poco de caso a eso.
—¿Pero no oyó lo que acabo de decir sobre la era prehistórica?
Esa gente vino; entonces no había ningún Cristo, ninguna Biblia, no tenían nada, y viven ahora en el Omnigrado, sin un acto espiritual.
Para Dios no hace falta que usted...
Ahora hablamos, porque vino Cristo.
Pero si no hubiera ningún Dios, si usted no conociera nada, ningún Cristo, ninguna Biblia, si no hubiera ninguna religión en la tierra, ¿cree que usted no se haría consciente para el cosmos?
La paternidad y la maternidad los vuelve a enviar una y otra vez a un grado más elevado.
(Señor en la sala):

—Sí, eso quiero decir.
Ese grado más elevado, es entonces (inaudible) ... lo que quiere difundir entre la humanidad.
—No, no es posible difundirlo, porque no está en sus manos.
(Señor en la sala):

—Nosotros tenemos...
—Sí, ahora está en manos de usted.
Puede usted dar a luz y crear, ¿verdad?, tiene usted el organismo creador.
Así que solo de forma natural.
Ahora para su sociedad, ahora que ha recibido luz, una facultad.
Por sí solo.
¿Para qué vino Cristo?
Ahora puede colocar usted estas leyes frente a la iglesia católica, el protestantismo, y el ser humano que esté preparado, que por tanto también posea el sentimiento, estará abierto a usted, y el resto dirá que es un demente.
Y su acto solo es...
Mire, hijo, cuando se le pregunta: “¿Qué es lo que sabe, pues?”, y llega usted a hablar, diga todo lo que conoce, lo que tenga, y siga.
La chispa, el fundamento, se ha colocado.
Debería ver usted...
Todavía hacen la transición a diario personas...
¿Cuántos millones de personas se van? ¿Cuántos miles de personas no fallecen aquí de su Holanda, mueren?
“¿Nunca ha oído hablar de la vida detrás del ataúd?
¿Nunca ha oído hablar de que los espíritus venían a la tierra para que la gente...?”.
“Sí, alguien me contado...”.
Mire, allí está el fundamento.
Una palabra, aunque no impacte en la conciencia diurna del ser humano, porque este todavía no puede aceptarlo...
¿Sabe usted cuántos gramos de sentimiento necesita para tener sed y hambre, para acoger esta sabiduría en usted?
¿Sabe usted cuánta ventaja le lleva al ser humano, al ser humano inconsciente de su sociedad, ahora que está aquí?
¿En cuántos millones de años de luz adelanta usted a ese ser humano, al ser humano que dice ahora: anda ya con esas tonterías?
Ese gramo de sentimiento te da concienciación, te da impulso, te da la posibilidad de que hable lo que infunde alma, y no hace falta que haga nada más.
En la tierra solo hace falta que usted —y entonces eso, claro, va a su conciencia—, en la tierra solo tiene que encargarse de que se alimente.
Y allí...
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

—Sí, ahora estoy otra vez con usted.
Y allí uno estará solo.
Allí tendrá una entidad.
Porque en el fondo todo eso no hacía falta.
Pero Cristo, el Omniser humano, volvió y dijo... cuando Cristo llegó al Omnigrado, desde la luna, entonces vino: “Ahora sabemos dónde vivimos”.
Entonces estaba Cristo en el Omnigrado y la tierra aún estaba en la era prehistórica, acababa de salir de allí.
Dice: “Solo la tierra posee conscientemente el mal”.
No hay planeta en el espacio que tenga el mal ni la conciencia más elevada de forma consciente.
Esa es la tierra, es el tercer grado de vida cósmico.
¿Entiende?
La tierra también tiene un solo otro lado, eso otros planetas no lo tienen.
Este espacio lo vencerán viviendo los cuerpos que la madre tierra ha creado para usted.
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

—¿Y qué más tiene usted?
(Señor en la sala):

—Sí, quería decir, quiero decir, en el fondo me refiero a eso.
Acaba de decir usted que no tenemos que hacer caso a nada.
—No en el mal.
(Señor en la sala):

—Sí, pero quiero decir...
Un momentito...
—Sí, usted continúa.
(Señor en la sala):

—Me temo que la gente que está aquí lo entienda de tal manera que mejor no hagamos caso a nada y mejor hagamos nuestra propia vida.
Me parece... me parece, creo, que está mal.
(Gente en la sala):

—Sí.
—No, pero entonces es que no ha escuchado y esta gente sí.
Porque lo que dice, eso no lo he dicho yo.
(Gente en la sala):

—Puede ser que lo haya entendido yo mal.
—Sí, desde luego.
(Dirigiéndose a la gente en la sala):

—¿He dicho yo eso?
(Gente en la sala):

—No.
—Lo que he dicho es: no se metan con la desintegración.
(Señor en la sala):

—Ah, con la desintegración.
—Sí.
¿Porque quién dice eso?
Todo lo que se hace para la sociedad se sigue haciendo, de eso puede analizar el amor, la personalidad espiritual para un acto.
¿Ha quedado claro?
(Gente en la sala):

—Sí.
Pero lo que sigue usted viviendo no es más que injusticia.
Entiende, ¿verdad?
(Señor en la sala):

—Sí, ahora lo he comprendido en eso.
(Señor en la sala):

—¿Me permite hacerle una pregunta?
—Claro.
(Un señor en la sala dice algo).
Tenemos tiempo de sobra.
Pero en breve me iré, es una lástima para usted.
(Señor en la sala):

—Quería preguntar lo siguiente.
He leído en uno de sus libros y usted también ha dicho aquí: si alguien se suicida es algo horrible.
Y entonces no consigues desprenderte de tu cuerpo y tienes que asistir a todo el proceso de putrefacción.
Pero también ha hablado usted alguna vez de Hitler y entonces dijo: Hitler está durmiendo.
Y eso no lo he entendido.
Porque él también ha cometido asesinatos y además se suicidó.
—¿Dónde está Adolf Hitler ahora?
¿Dónde está ahora?
(Señor en la sala):

—¿Cómo dice?
—¿Dónde está ahora?
(Señor en la sala):

—Sí, lo sé...
—Está metido en la tierra, atado a su cuerpo, que está ardiendo.
—Es que usted dice que está durmiendo.
Eso alguna vez lo ha dicho aquí.
—Está durmiendo, sí.
¿Es eso lo que no entiende?
(Señor en la sala):

—No.
—Mire, Adolf se suicidó, como otros.
O sea, esos están...
¿Cómo puso fin a su cuerpo? ¿Eso lo sabe también?
Dicen, eso se oye aquí en la tierra, se ha quemado.
Ha aplicado la incineración.
Pero sigue en Berlín, en ese lugar, allí lo podrá ver usted —allí es donde lo hemos visitado—, allí lo puede ver...
O eso puede hacer cuando viva en el otro lado, cuando llegue allí, entonces podrá buscar a todos, a Himmler, y buscar a este y aquel, puede volver a encontrarlos, si eso le interesa.
Así que ¿cuántos años tenía que vivir Adolf Hitler todavía? ¿Cuántos podría haber vivido todavía?
Eso usted no lo sabe.
(Señor en la sala):

—No.
—Podría haber vivido otros trece años.
(El señor en la sala dice algo).
—Trece.
Así que ahora se queda atado otros siete años a ese lugar y entonces se quedará dormido.
(Señor en la sala):

—Sí, pero es que usted dijo: está durmiendo.
—No estoy hablando de eso...
También duerme.
Ruge, grita, tanto que lo puede oír aquí.
¿Lo oye ahora?
(Señor en la sala):

—Entonces ya no es dormir.
—Pero después se hunde en el sueño y recae.
Pero ahora el sueño de verdad, el sueño inconsciente espiritual natural.
Porque ya no tiene vida ni muerte.
Eso vendrá después.
¿Ha leído ‘El ciclo del alma’?
Ahora yace, luego se desprenderá del lugar, tenía equis años de vida, y entonces terminará su vida en la tierra.
Entiendo, ¿verdad?
Así que allí sigue estando despierto y de vez en cuando se queda dormido, porque sucumbe.
Sucumbe miles de veces, ese tormento lo vive miles de veces.
Y entonces se desgarra de esa aura, de ese lugar, no está ahora en armonía, ni con la vida ni con la muerte, porque arrojó a la muerte a millones de personas, les quitó la vida, transgredió así las leyes y ahora yace por algún lado como una medusa en la playa.
Ahora, poco a poco, su propio grado de vida, al que él pertenece, y el ser humano que tiene que ver con él, tienen que volver a despertarlo.
Él también volverá a la conciencia, para volver a la tierra.
Eso puede durar todavía cien mil años.
Una noche les dije, y si fuera tan sencillo...
A Napoleón le hicieron una foto en Niza.
Un círculo, un círculo espiritualista donde se hacían grabaciones.
El clarividente vio allí a Napoleón, con su caballo; vamos a hacerle una foto.
Así que Napoleón se dejó fotografiar, es posible, desde el otro lado.
Pero no era posible.
Y se hizo la grabación.
Y entonces fueron a preguntar a André, a Jozef Rulof: ¿qué piensa de esa foto?
Entonces dijo: esa foto es falsa.
Es una grabación doble de una foto que ya fue firmada por un ser humano, y está un poco borrosa.
Porque Napoleón no se puede manifestar.
Ni podrá volver hasta dentro de cien mil años y adquirir conciencia, porque ese también hizo de las suyas en este mundo.
Entienden, ¿verdad?
Así que a él es imposible fotografiarlo.
Ese sigue allá como una medusa sobre la playa.
Primero tenía que volver a la vida, y eso es el renacer.
Y ahora para toda esa gente.
Y ahora yo les digo: dejen de lado el mal.
¿Qué sentido tiene...?
La política... el ser humano más pobre, más tonto, que ande por la tierra es el ser humano que se dedica a la política.
Eso es tan inconsciente.
Uno se altera por una injusticia, por ladrones.
El ser humano anda allí a su lado con semejantes cosas colgadas de la chaqueta, y roba y asalta y asesina e incendia.
Eso a André le desquicia, llega a tener... el espacio entero queda desquiciado: hay que ver lo descarado que es el ser humano para comer y comer, para dar fiestas, mientras allá se muere de hambre la criatura, también una criatura de Dios.
Se hacen recortes, se hace esto con ello.
Antes, André iba a comentar todas esas leyes con su maestro y entonces le daban la explicación espiritual, natural, espacial, cristiana, de Cristo.
¿Cómo quiere vivir esa gente la primera esfera si no hacen más que dejarse portar?
¿Es posible ser portado para Dios?
Entonces hay que dar el ejemplo.
¿Y de dónde, pues, viene ese ejemplo?
Sigue ahora a ese semiconsciente.
Continuamos, ¿y entonces no queda nada de nosotros?
No, recuperarán todo, porque llegarán a tener en sus manos su divinidad.
Pero la tierra y la sociedad y todas sus universidad no significan nada, porque todavía no son nada, siguen siendo inconscientes.
Entonces mejor hágase ministro.
¿Qué hay que hacer cuando se es ministro?
Hacer chapuzas.
Amontonar una injusticia sobre otra.
Entonces uno quiere...
¿Qué quieren de un juez?
Bueno, juzguen a un ser humano.
¿Qué dijo Cristo?
Adelante, arrojen piedras.
¿Está libre de pecado?
¿Por qué se atreven a firmar la pena de muerte para la vida del ser humano, para que se carguen a tiros a una pobre criatura inconsciente de esas?
¿No existe el perdón?
¿Y aun así rezar a un Dios que perdona?
Clama al cielo, tinieblas.
Dije: no se metan ni siquiera con un ser humano que les ladre, grite, golpee.
Continúen tranquilamente; se golpea a sí mismo.
Cuando les engañen, no empiecen, porque se engañarán a ustedes mismos.
El ser humano que los robe se robará a sí mismo, a su yo espiritual, su esfera y su Cristo, su divinidad.
¿Qué decimos nosotros?
Si ustedes quisieran dar a André, si quisieran darme a mí, uno desde las esferas, un reinado, aquí para su pueblo, el reinado, entonces nosotros diríamos: no.
Sí, si actuaremos como lo hacemos nosotros.
¿Y saben ustedes lo que hacemos entonces?
Todos sus cañones irían a parar al mar y nosotros diríamos: ya ven, Stalin, y haz por aquí...
Tengo la confianza en su vida.
Ustedes tendrán... con sus sentimientos tendrán que cuidar de nuestros hijos y los protegerán.
¿Pensaban que esa criatura me iba a envenenar, ahora que me entrego por completo?
¿Pensaban que Dios ha creado pueblos, países? ¿Pensaban eso?
Su pueblo no existía hace miles y miles y miles de siglos, ni Francia ni Inglaterra ni Estados Unidos.
Solo había una única tribu, era el primer grado de vida y el más elevado, era el séptimo grado para el organismo humano.
Dios no conoce reyes ni emperadores, ni justicia de este mundo.
Porque nos engañan por delante y por detrás.
¿Participan ustedes en eso?
¿Entienden?
Las cosas se vuelven muy sencillas.
Pero harán su propio camino, infaliblemente, porque van a poner fundamento sobre fundamento, infaliblemente.
¿Esta vida es difícil, les parece?
A André le da igual, aunque sea asesinado por ustedes.
Ya pueden arrojarnos ustedes contra la pared.
¿Pruebas?
¿Porque nos maten ustedes? ¿Porque nos asesinen? ¿Porque pulvericen aquí nuestra materia? ¿Porque se escape esa sangre?
¿Qué nos importa eso? Llegaremos a tener alas.
Porque eso no es.
Es...
Les he dicho muchas veces: si Cristo quiere, o si los espacios quieren —denle la prueba a esas criaturas— traigo ese corazón aquí y entonces también le parecerá bien a André, se lo extirparé con un cuchillo de entre sus costillas, delante de los ojos de ustedes, para que Cristo...
Entonces otros dirán: pero usted no se dedica al suicidio, ¿no?
Digo: para decirlo y darlo alguna vez todo.
El arte es seguir viviendo, cuando uno vive en la injusticia.
Esa es la dificultad.
Y entonces es que no tienen nada, ya no mirará a la riqueza ni a las posesiones.
¿Entonces son ustedes una divinidad, amarán todo lo que vive y llegarán a tener lucecitas en los ojos.
¿Entienden?
Algo muy diferente, ¿no les parece?
Pero eso no lo dice la Biblia.
Deberían ver cómo la Biblia ha pisoteado, violado y asesinado estas leyes, estas leyes armoniosas de Dios, de su espíritu.
Pero no eran más que los autores de la Biblia, no eran personas cósmicamente conscientes.
Eso fue hace un tiempo, solo fue por unos breves instantes para detrás de la era prehistórica.
Esa gente no sabía nada sobre el sol ni la luna, lo que saben ustedes.
Esa gente si que no sabía en la escuela que la tierra gira alrededor del sol.
Pero su iglesia católica quebró por eso a Galileo.
Galileo, a ver si prestas testimonio...
“No”, dice el papa, el ser humano que representa a Dios.
Dice: “No, ¡es el sol el que gira alrededor de la tierra!”.
Y ahora esta criatura divina, este ser humano sagrado, para la evolución.
Pues bien, cualquier criatura de la escuela de ustedes sabe que la tierra gira alrededor del sol.
¿Es eso ser sagrado?
¡Es omnisapiencia para este espacio!
¿Entienden a dónde va esto?
Adquieren ustedes aquí sabiduría alrededor de la Biblia, y de vez en cuando tocamos las divinas leyes sagradas del Mesías, pero es que son divinamente conscientes.
¿Ha quedado claro o no?
(Señora en la sala):

—Pero el movimiento Bellamy, no se dedica a la política, ¿no?
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—El movimiento Bellamy, ¿verdad que no se dedica a ...?
—No, el Bellamy...
(Señora en la sala):

—... sí que es bueno trabajar para ellos, ¿no?
—Claro.
Para el Bellamy.
Pero entonces puede usted...
Mire, puede ponerse a trabajar con el Bellamy y entonces debería...
Puede usted hablar: hacemos así, hacemos asá.
El Bellamy fue un regalo procedente de la primera esfera.
Así que el ser humano que ha creado el Bellamy recibió la inspiración; lo que ustedes pueden leer en el libro ‘Los pueblos de la tierra’, que tuve que escribir como adepto del maestro Alcar para la Universidad de Cristo.
Y entonces podrán ver, podrán sondar, si el mío o si el de Bellamy, que si venimos de una sola fuente.
Pueden trabajar para él, pero...
Sí, ¿cuándo?
Lo que es llegar llegará.
Ya ven, si quieren traer a la tierra el Bellamy, si quieren traer la concienciación espiritual de la primera esfera, entonces todo lo que vive, Stalin, y toda esa gente, todos esos inconscientes, tienen que aceptar a Cristo.
Sí.
Si tienen ustedes un castillo de esos, ¿por qué se iban a sentar en una chabola?
Y tienen que poder vivir la felicidad del castillo dentro de la madre.
Entienden, ¿verdad?
El ser feliz de una conversación humana —se lo he contado aquí— vale más que diez millones de florines.
Porque se engañan, no se conocen.
Ahora se están conociendo ustedes.
Y miren ahora a sus propios ojos y desciendan en la madre, y si son madres, desciendan en él, y analícense mutuamente y atrévanse a aceptar, y a inclinar la cabeza ante la verdad, la justicia y el amor.
Entonces estarán elevándose.
Y no estarán nunca detenidos, el espacio tendrá respeto por sus vidas, y atraerán lo que les infundirá alma.
Nunca les podrá ir mal.
¿Por qué no?
Porque cuando tengan cáncer, les diré: le doy las gracias, porque todo me va bien.
No tememos las enfermedades.
¿Qué es la lepra?
Porque no hay muerte.
Cuanto antes desaparezcan de aquí...
Están ustedes detenidos aquí, ¿lo sabían?
¿Saben cuándo empieza ya en realidad la muerte?
(La gente en la sala responde).
¿Cómo dice?
(Una persona en la sala):

—Al nacer.
—Al nacer.
Cuando la criatura sale de la madre, está detenida.
Porque el alumbramiento solo lo habrá en la madre, esa es su evolución.
Porque de esta sociedad no pueden aprender nada, ¿no?
Todo lo que aprenden los conduce directamente a la desintegración para el cosmos.
Cada facultad espiritual tiene todavía sintonización con la Biblia, ¿verdad?
Y la Biblia condena.
¿Pues? ¿Una tontería?
Todo tonterías, ¿verdad?
(Dirigiéndose a la sala):

¿Hay algo más?
(Nadie dice nada).
¿Hay algo más?
Entonces hemos terminado.
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, ¿dónde se encuentra en el fondo el momento en el que el ser humano se empezó a olvidar?
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—¿Dónde se encuentra el momento en que el ser humano empezó a olvidarse a sí mismo?
—Para eso hay que remontarse siete millones de años, diez, veinte.
Allí es donde hemos empezado a olvidamos.
En la tierra...
Se preguntó a André... y lo hemos descrito en la cosmología...
La Biblia habla del paraíso, ¿verdad?
Pero en la tierra hubo un paraíso.
Eso fue todavía un poco antes de la era prehistórica, cuando existían todos esos animales gigantescos, un poco antes.
Y entonces estos se acercaron a los seres humanos, se echaron y les comían de la mano.
Eso ha ocurrido, esos tiempos existieron.
Se lo enseñaremos en breve.
¿Por qué?
Porque esos animales nacieron del ser humano.
El ser humano sentía, como si dijéramos, el padre y la madre, el padre y la madre más elevados en el ser humano.
Fue entonces cuando existió el paraíso.
Y de pronto vio: pero, Dios mío...
Sí, entonces se acabó.
El animal tenía que ser sacrificado.
Y volvió ese miedo.
El animal se reencarnó, ¿verdad?, recibió una nueva vida, y entonces llegó a la tierra, despertó, aquí, porque ese animal también tiene que vivir esos organismos, y tenía ese miedo.
Porque ese miedo... al animal lo habían asesinado, había sido sacrificado por el ser humano.
Y así es como surgió el odio, el miedo, todo.
Pero eso se remonta a hace diez millones de años, veinte.
(Señora en la sala):

—Pero entonces, ¿cómo le entró ese miedo al ser humano, maestro Zelanus?
—Porque...
¿Al ser humano?
(Señora en la sala):

—Sí, usted dijo: de pronto llegó ese miedo.
—El ser humano se asustó del animal antediluviano, que vivía a su alrededor.
Se olvidó a sí mismo.
Primero había unión, y entonces el ser humano empezó a asegurarse su sitio.
A medida que empezó a tener conciencia...
Al comienzo el ser humano estaba contento con ese rincón, ¿verdad?, aquí.
Pero empezó a querer también eso, y aquello.
Y entonces dijo: “También necesito tener esto”, y se abrió la puerta y ocupó también el pasillo, y descendió las escaleras y ocupó el edificio entero.
Pero entonces quiso tener la calle, divertido también, tiene que irse, ¿verdad?
Y después ocupó la plaza.
Y en menos de un siglo se hizo con su Ámsterdam entero, como espacio.
Pero esos otros animales tenían que salir.
¿Entienden?
El ser humano empezó a ampliarse, y a medida que fue adquiriendo conciencia quiso poseer.
Pero antes de eso nadie poseía nada, ¿comprenden?
Se vivía, había qué comer y qué beber.
De eso decimos: si uno tiene con qué alimentarse, cuídalo.
Despierten, dejen que su personalidad despierte para los alimentos en su sociedad, para que puedan vivir en paz y en armonía.
Y entonces uno va por sí solo, si encima tiene amor, al otro lado.
Se vuelve a Dios y entonces despierta el yo interior.
(Señora en la sala):

—Pero ¿cómo es entonces que esa gente consigue el privilegio, esa gente que ha vivido en la jungla y que está en el Omnigrado, que luego no experimenta estos tiempos difíciles?
¿No es eso, de hecho...?
—¿Estos tiempos difíciles?
(Señora en la sala):

—Sí.
Dijo que ya hay gente de la selva viviendo en el Omnigrado.
—Lo tenían más fácil, sí.
Sí.
(Señora en la sala):

—De hecho, lo tenían mucho más fácil que nosotros ahora, ¿no?
—Mire, si ahora...
La era prehistórica está muy cerca.
Cuando hablamos de la era prehistórica, solo es hace siete horas.
Pero si encima vamos... claro, entonces tenemos que retroceder y ya regresamos a setecientos millones de años.
Y en setecientos millones de años han pasado unas cuantas cosas.
Pero la tierra tenía preparado el primer organismo.
Así que el organismo sale de las aguas, ¿verdad?, el ser humano salió de las aguas y la tierra dio conciencia a ese cuerpo.
Y entonces recibimos: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete grados para el organismo.
Del que el más elevado por fin había completado el ciclo de la tierra.
Y eso siguió en el otro lado y fue construyendo...
Eso lo leen, eso lo han leído, por cierto, en ‘El origen del universo’ y en ‘Los pueblos de la tierra’, cuando el ser humano regresó y todo estaba poseído, ¿verdad?
Es cuando se puso a ayudar a ese ser humano, y cuando despertó.
¿Entienden?
Y se liberó de las tinieblas de esos mundos inconscientes.
Son siete grados.
Y cuando resulta que quieren vivir en la tierra, ahora, en esta sociedad, también de forma armoniosa, y empiezan a decir...
No pueden portar el dolor de la sociedad, porque cada ser humano tiene que cuidarse a sí mismo.
Y el estado... porque los señores, porque estas personas son los representantes del pueblo de ustedes, tienen que encargarse de la criatura enfermiza; no hace falta que lo hagan ustedes.
Eso se hacía antes.
Pero ahora es la persona sana, la sociedad, la que tiene que velar por la criatura psicopática, demente.
¿Es así?
No hace falta que lo hagan ustedes.
Ustedes se cuidan a sí mismos y siguen estando en armonía, y entonces proceden por sí solos a despertar.
Es muy sencillo.
Siempre que lo retengan.
Y llegarán a tener fundamento tras fundamento.
Y poco a poco accederán a la primera esfera, y cuando estén allí nos volveremos a ver.
Les doy las gracias, hermanas mías y hermanos míos.
Gracias a mis criaturas de la madre naturaleza.
Espero que no me haya salido mal con este resfriado.
(Gente en la sala):

—Gracias.
—No fue fácil.
Si hablo una hora más, curaré el resfriado con palabras, pero ahora no es posible.
Puedo curarlo con palabras.
Gracias por sus sentimientos.
(Gente en la sala):

—Gracias, maestro Zelanus.