Noche del martes 14 de febrero de 1950

—Buenas noches, hermanas y hermanos míos.
(Gente en la sala):

—Buenas noches, maestro Zelanus.
—Hace poco quise vender libros desde este lugar, pero esta noche tengo un regalo espiritual de uno de mis adeptos para quienes no están en condiciones de comprarlos.
Así que si quieren tener el libro ‘Jeus III’, u otro libro, y no han podido comprarlo, pueden ir a la mesa y llevarse uno.
Un regalo... un obsequio de los maestros.
Quizá nos lo merezcamos.
Si pueden edificarlo ustedes mismos, si pueden llevárselo, no violen entonces la posesión de otro ser humano.
Si tienen los medios, mantengan esas orquídeas entre sus manos.
Ya entienden lo que quiero decir.
¿Quién de ustedes tiene, pues, la primera pregunta?
(Señor en la sala):

—Maestro Zelanus, quería preguntarle: el momento en que el alma nace en una madre en concreto, ¿está exactamente determinado?
Y cuando esa madre no quiere eso, ¿esa alma no es... no se atrae a sí misma en otra madre...?
—¿Ha pensado sobre eso durante su viaje?
(Señor en la sala):

—Desde luego.
—La madre que... usted quiere saber... ¿la madre que atrae un niño y que no lo quiere?
(Señor en la sala):

—Sí.
—¿Existe algo así en el espacio?
¿Hay una ciencia en la tierra que se lo puede explicar?
La teosofía, ¿ya ha llegado a ese punto?
¿Hay teósofos entre ustedes?
¿Ha llegado la teosofía hasta ese punto?
¿Los rosacruces?
¿No?

(Nadie dice nada).
Les pregunto otra vez: si ustedes, como seres humanos, fueran capaces de devolverle la vida a Dios arrojándosela a la cara, ¿qué pasaría entonces?
Entonces se detendría la creación.
Pero esas leyes, por mucho que ustedes asesinen, aunque tengan guerra tras guerra, esas leyes son imposibles de erradicar.
¿Y por qué?
El ser humano no controla esas leyes.
Son ustedes y tendrán que vivir su creación.
Eso es lo divino en el ser humano, eso es el ser uno universal con el ser humano respecto a Dios.
Así que eso vive en el ser humano y no pueden llegar ustedes a controlarlo.
Una noche les expliqué: el ser humano tiene los tres dones divinos.
Y eso lo que es es Dios.
Y es: paternidad, maternidad y renacer.
Son tres leyes divinas.
Por eso vive todo.
Es por eso que Dios se pudo manifestar.
Pero ¿qué ocurre ahora con la madre que es capaz de destruir esa vida?
Es exactamente lo mismo que cuando el ser humano comete un asesinato, ¿verdad?
Ahora viven ustedes...
Y ya me dirán: sí, esa vida está blindada.
Si han leído ‘El ciclo del alma’, ‘Entre la vida y la muerte’, ‘El origen del universo’, entonces ya saben todo eso.
Pero el ser humano ¿es capaz de llegar a destruir una ley divina por su propia culpa?
¿La conocen...?
¿Qué ocurre entonces?
Por eso digo: ¿qué profundidad tiene esto?
No pueden ustedes destruir el alma —eso lo saben—, no son capaces de ello.
Pero a esa vida... a esa vida podrían privarla del proceso de evolución material.
Esa alma que nace no llega, sin embargo, a donde ustedes.
Y cuando sí es posible, cuando esa madre sí llega a tener un contacto irrevocable, si llega a tener contacto con esa vida, entonces ya está determinado el nacimiento y la transición; eso lo llevan con ustedes, eso lo posee esa vida.
Así que la madre que llega a tener un aborto espontáneo, esa vida no llega a estar en la madre más de tres o cuatro meses.
Y eso ocurre a diario, ¿verdad?
Son los estados psicopáticos, es decir, el ser humano que ha transgredido las leyes y que llega a tener contacto con la madre.
Porque ahora esa vida tiene que volver a empezar.
Y eso no puede seguir, porque ese fruto, esa célula, se destruye irrevocablemente.
El ser humano que ha vivido de forma disarmónica...
Es algo que tienen todo ustedes, todos somos así.
En la tierra no hay ni un solo ser humano que se libre de la disarmonía, porque venimos de la selva, hemos vivido esos organismos.
Es solo ahora cuando empezamos... es ahora cuando les enseñamos a pensar de forma espiritual.
Y entonces podrían aceptar e imaginarse que esa alma es de verdad completamente inmaculada y pura, de forma divina, ¿verdad?, cuando esa pequeña alma desciende en la madre.
Para la ciencia sigue rigiendo: el ser humano está por primera vez en la tierra.
Y eso no es cierto.
Hay diversos psicólogos, médicos, doctores, que ya han llegado a conocer esas leyes, y eso lo revelará el futuro.
Pero el pensamiento psicopático —es decir el ser humano, el alma, los sentimientos que viven en disarmonía por asesinar, por incendiar, por destruir las vidas— viene... tiene que regresar a la madre y no tiene un pensamiento armonioso.
Así que hay algo que se desgarra, esos tejidos... ese contacto... son tan etéreos que fluye hasta difuminarse, y regresa el alma.
Claro, pueden ustedes destruir eso —o sea, les ofrezco una imagen de cuando eso... cuando esto todavía tiene una justificación divina según la naturaleza—, y entonces pueden destruirlo.
Dicho de otro modo: esa alma regresa por sí sola porque la vida no está en armonía con la madre, con el nacimiento.
Pero si resulta que lo que se desea no es alumbramiento ni creación —eso también lo saben, pueden leerlo en los libros— entonces se blindan para esa reencarnación, para ese renacer.
Y eso dura bastante tiempo.
De todas formas, tendrán que volver a comenzar con ello, y también tendrán un nuevo cuerpo, aunque sea dentro de miles de años.
La madre, la otra madre da ahora a luz por ustedes, también se lo he explicado, y por eso vemos ahora que hay unas madres que tienen que alumbrar a cinco niños, y a diez y a doce, que les dan la vida; y que hay otras madres, la maternidad inconsciente animal o preanimal, que se niega a alumbrar y a crear.
¿Y de eso quiere saber algo más?
(Un señor en la sala dice algo inaudible).
¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Dijo usted una vez que hay millones de almas esperando un organismo... (palabras inaudibles). ¿Se produce así si está determinado el momento adecuado?
—Les he explicado que todos ustedes —y hace poco, además— llevan millones de años de más en la tierra.
No hay ni un ser humano, en la tierra no hay ni un solo ser humano que no lleve demasiado tiempo en esta esfera.
Es por eso —tampoco es un caos en el universo— que la vida sentimental, el ser humano y la esfera terrenal, están en disarmonía.
No es culpa de la madre tierra, sino que el ser humano que recibió su organismo y que comenzó con la conciencia terrenal, que fue edificando la sociedad, ese ser humando se echó a sí mismo a patadas de la armonía divina, se situó fuera de ella.
Así que ahora, en este momento, tenemos un exceso de millones de personas en la tierra.
Un ser humano que busca conscientemente la muerte, lo material —la muerte no existe—, el fallecimiento material, y que aún tiene treinta años, cuarenta, como aura para vivir...
Basta con que esta noche hagan ustedes algo extraño y saldrán automáticamente de su organismo, y aún tienen que vivir treinta años, cuarenta, en la tierra, entonces ya comprenderán que ese tiempo lo tendrán que vivir de todas formas; tendrán que entrar en armonía con la tierra, con sus sentimientos, con los sentimientos del espacio.
Y eso lo han vivido millones de personas.
¿Cuántas personas han fallecido hoy demasiado pronto, por imprudencias, o por hacer algo de lo que se sabe sin vuelta de hoja: eso es muerte o vida?
Y aparece la forma de relacionarnos con leyes divinas, actos irresponsables, y toda esa gente fallece prematuramente.
Estas personas todavía tienen que vivir equis años en esta esfera y se han expulsado de esta vida, como si dijéramos, por sus sentimientos.
Y eso sucede a diario en la sociedad de ustedes.
Así que ahora ocurre que tenemos demasiadas personas en la tierra en tal y cual momento.
Eso antes no era así, pero en este siglo, se agrava mucho más —si la ciencia no sabe eso, podemos darles de inmediato la explicación—, porque hay esperando miles de almas, centenares de miles, o sea, personas, para nacer, y no tienen un organismo, no llegan a tener un organismo.
No solo que la madre haya matado el organismo espiritualmente.
Una madre se hace un examen médico y el doctor dice: “Es usted normal”, pero no tiene hijos, no es capaz de dar a luz a un niño, de atraer un alma, el sentimiento; las hay.
Son estados por los que los sentimientos, o sea, el propio ser humano, se ha conducido fuera de la armonía, del nacimiento cósmico, armonioso.
¿Por qué?
Por desintegración, por destrucción.
Si retienen esto bien esta noche, y se ponen a pensar todos, seguiremos con esta imagen y llegarán a tener un pensamiento y sentimiento universal de ustedes mismos, su nacimiento, su más allá, su ser cósmico en la tierra.
Y de eso pueden aprender.
¿Cuántos asesinatos no se cometerán hoy?
¿Cuántos muchachos y personas serán destruidos por un tren o un avión?
Son transiciones, a tiempo y demasiado pronto.
Pero el suicidio consciente...
Aún hoy se está luchando en la tierra, la gente se abate a tiros todos los días: demasiado pronto, demasiado pronto, demasiado pronto.
Y eso ya desde hace millones de eras.
Y eso no ha podido manifestarse.
¿Por qué no?
¿Por qué no?
¿Por qué no ha podido manifestarse eso?
¿Por qué justamente ahora para el tiempo de ustedes?
Ahora a pensar un poco.
¿Por qué llama eso la atención?
¿Por qué se habló precisamente ayer y la semana pasada de “llega demasiada gente a la tierra”?
La tierra está teniendo un exceso de población.
“Es su propia culpa”, decimos nosotros.
No, todos nosotros somos culpables de que en la tierra viva demasiada gente.
Pero ¿por qué ahora?
¿Por qué el erudito llega a tener la sensación: “estamos empezando a tener demasiada gente”?
Y lo están viendo ustedes.
¿Por qué?
(Señor en la sala):

—Porque solo hay poca gente...
—No, es ahora, en la tierra.
(Señor en la sala):

—¿No tiene nada que ver con asesinar?
—¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—... relacionado con asesinatos...
—No, lo voy a hacer pensar un poco.
(Señora en la sala):

—Después de la guerra.
—Después de la guerra.
(Señor en la sala):

—Una nueva concienciación.
—No todos a la vez.
(Señor en la sala):

—Quiero decir que la gente que fallece de otra manera...
—No, pero tampoco es eso.
No es eso.
Es mucho más sencillo.
(Una señora en la sala dice algo inaudible).
Sí, así es la naturaleza, se recupera.
Pero quiero decir esto: ¿por qué dice su sociedad en estos momentos: “Tenemos demasiada gente, hay demasiada gente”?
¿Cómo está diseñado ese reloj divino?
(Señora en la sala):

—A comienzos de este siglo...
—Sí, eso también es.
Mire...
(Señora en la sala):

—Porque sobre el sentimiento...
(Una señora dice algo inaudible).
—No todas a la vez, sino será un circo.
(Señora en la sala):

—... el sentimiento elevado llega...
—Gente, sigan siendo seres humanos y piensen...
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

¿Qué deseaba?
(Señor en la sala):

—... nacer aquí en la tierra... de la tierra, la vida continúa, pero la vida de la existencia anterior también viene...
—Si, todo eso es... vuelve a juntarse.
Porque actualmente solo llevan viviendo desde hace veinte años, treinta, en una sociedad.
Antes la gente estaba repartida por la tierra, no veían a nadie, no sentían a nadie.
Así es que es solo ahora cuando llegan a tener conciencia las leyes que llevan millones y millones de años construyendo, desintegrando.
Todo eso se está manifestando en estos instantes, porque viven ustedes en el siglo de concienciación espiritual.
Es esto.
Por mucho que hablen ustedes ahora, y busquen y busquen, sentimientos y cosmos y Dios: no, esto es.
No hay más que una sola palabra, y dice...
Es ahora cuando el ser humano llega a tener la sensación: vaya, hay demasiada gente.
O sea, llama la atención que desde el mundo de lo inconsciente, del mundo para el renacer, se insista en: nacimientos, nacimientos, nacimientos.
Pero estos ya no se producirán cuando la maternidad y la paternidad estén en armonía.
Tenemos demasiadas madres en la tierra.
¿Lo saben?
La saben, ¿verdad?
O sea, maternidad y paternidad que posee el planeta tierra; su espíritu, su alma, su sentimiento, su personalidad se encarga ahora que de que vuelva la armonía.
Por eso lo expliqué una noche.
¿Por qué nacieron tantos varones después de la guerra?
Porque cuando la humanidad sigue exterminando al hombre, se detiene la creación divina.
¿Ha quedado claro?
Así que ahora llegamos a tener... a tener fenómenos...
Ahora es posible... solo ahora...
Como esto, por ejemplo: tenemos demasiada gente, llega aún mucha más gente, porque el ser humano ha echado a perder y ha fragmentado el número de seres humanos.
Se ha perdido el número divino, porque el ser humano... porque allí, en el mundo astral, en el mundo para ese renacer, porque allí viven ahora centenares de miles de almas —hombres, mujeres— para recibir un cuerpo.
En esos años la iglesia católica tampoco tuvo tanta culpa.
Pero desde Cristo, las monjitas que nacieron y que siguen la iglesia católica y que quieren aceptar a Cristo...
Es poderoso, es un proceso de construir espiritualmente para los sentimientos.
Pero ¿cómo regresan esos niños, esas vidas, a la tierra, si no fueron atraídos?
Les he dicho: háganse todos castos y sagrados.
Entonces ¿qué?
¿Y qué más da?
En el cosmos, para Dios, no hay santidad humana.
La santidad es...
Ustedes serán verdaderamente sagrados si viven de forma armoniosa las leyes divinas para el alumbramiento y la creación, entonces serán Dios mismo en estado humano.
¿Pueden superar eso todavía?
¿Son capaces ustedes de vivir el nacimiento divino, la reencarnación, la evolución, de un modo aún más santo que la manera en que dan a luz a sus hijos para ustedes mismos?
¿Cuál es, pues, la imagen cósmica para la paternidad y maternidad?
En realidad, ¿qué objetivo tiene el ser humano?
¿Es consciente de eso el ser humano? ¿Es consciente de eso la sociedad?
Hemos dicho —entonces la iglesia católica vuelve a tener razón y en eso tenemos que darle la razón, porque es verdad— que por qué no empiezan con ello los propios curas y el papa y los cardenales.
¿Cómo quieren generar ellos su evolución?
Y por qué se niegan a dar a luz y a crear.
Pero ahora la madre tiene que dar a luz, dar a luz, dar a luz, dar a luz, a cuantas más almas, mejor.
Están cerca de ella y tienen razón, es verdad...
Pero ahora: “Ustedes, ¿ustedes cómo vuelven?”.
Y si ahora no hubiera madres con diez, doce hijos, entonces esos santos divinos... estos nunca volverían a la tierra, porque ahora se han alejado y apartado a golpes de todas las leyes de Dios, por completo.
Porque ya no hay nada.
Si todavía aceptaran una tarea... fíjense en lo que viene ahora, porque esto es tremendamente profundo...
Si quieren enriquecerse espiritualmente y continúan con aquella imagen, se hacen sacerdote, entonces es que nos serán más que un sacerdote.
Ustedes pueden enriquecerse.
Pero si carecen de la realidad divina como sacerdotes, entonces serán muertos en vida.
¿Es así?
Se convertirán en muertos en vida si solo quieren vivir esto y se excluyen a sí mismos para la reencarnación divina.
Entonces no tendrán más que un circulito de esos pequeños para pensar, porque no serán más que santos, pensarán de forma inmaculada y pura; se olvidarán de todo, ya no serán nada.
Pero si todavía hicieran algo por la sociedad, esta les podría dar todavía un organismo.
Si se dedican a... si piensan por el arte, si piensan en dilatarse, en todo, sin excepción, que ahora afecta a la vida como sentimiento, como personalidad, como sociedad, eso podrá darles todavía un cuerpo nuevo.
Y entonces irán ustedes primero, eso tendrá prioridad, porque seguirán estando todavía en contacto con la tierra y su desarrollo.
¿No ha quedado claro?
Así que son santos, rezan y rezan y rezan y rezan y rezan, pero no serán más que orantes, nada más.
Nada.
Eso lo hemos seguido.
Serán atraídos miles de veces hacia la tierra, por padres, porque aún estarán pensando de forma corporal, social, terrenal.
Ellos ya no.
¿Entienden?
Así que esa criatura católica, esa monjita... ante esa pequeña alma, esa personalidad, habrá miles de pensamientos como ser humano, como sentimientos, que irán antes que ella, tendrán contacto con la tierra antes que ella, porque al ser santas, al ser puras, se han alejado por completo de la armonía, de la madre naturaleza.
Y ahora aparecen miles y miles de imágenes por las que el ser humano se excluye por completo.
Adelante, desfóguense, destruyan a un niño y todo, ya entenderán ustedes: quien siga estando en armonía con la naturaleza irá antes que ustedes.
Así que el momento en que serán atraídos está en sus propias manos.
Y eso sucede al segundo.
Es el tiempo divino.
No podrán rezarlo a fondo ni podrán pensar por ello; sus sentimientos, ese karma, ese nacimiento es una ley cósmica y están en manos de ustedes, nadie podrá quitárselos.
Y entonces tendrán ustedes... a partir de ese momento...
Así que dije: la iglesia católica no tiene demasiada culpa en esto, son solo dos mil años los que la madre se da como sacerdotisa —es una sacerdotisa, ¿verdad?— y que se excluye para las leyes naturales de Dios.
Eso ya viene de millones y millones de años atrás y se está manifestando ahora, en los tiempos de ustedes.
Será solo entre 1950... entre 1950 y 2000 que el ser humano vivirá fenómenos imponentes... tan graves que no habrá ni un solo erudito, ni un solo pueblo, que sepa qué hacer: ¿cómo tenemos que encajar eso?
¿Han visto alguna vez más esos fenómenos?
Y entonces podrán comprobar su historia, podrán retroceder millones de años, entonces el psicólogo no sabrá... el teólogo no sabrá de dónde viene toda esa gente.
¿Entienden?
Pero ahora, la maternidad consciente, el amor, se encarga de...
A medida que la sociedad se va edificando, llega a tener más amor el ser humano, este empezará a tener más sentimiento por miles de propiedades, y el sentimiento da a luz y crea.
Y ahora pueden seguir ustedes todo eso.
Luego llegarán unos tiempos en que la sociedad ya no sabrá: ¿a dónde ir con el ser humano?
Centenares de miles esperan un solo organismo.
Hace millones de años... ¿cuántos asesinatos, cuántos millones de personas...?
Todos ustedes se han muerto demasiado pronto, todos han tenido que abandonar sus vidas prematuramente.
De modo que existe una disarmonía entre el mundo de lo inconsciente, el renacer, y el ser humano, la madre naturaleza.
No existe, y en el cosmos, miren donde miren, no se ve que el ser humano tenga que dar a luz a diez hijos, a veinte, a dieciséis, a doce y cuatro.
Eso lo hemos seguido en la cosmología, maestro Alcar; André y yo hemos seguido eso, y el maestro Alcar dice:
“¿Pueden ver ustedes dónde nació la primera disarmonía?”.
Y no hay más que una sola respuesta.
Ahora vuelvo la mirada hacia eras de hace millones de años.
Hace millones de eras fuimos ... porque el ser humano... seguimos el ser humano desde la luna... fuimos siguiendo los planetas, y de pronto vimos el primer fenómeno para esta disarmonía.
Así que eso se remonta a millones de eras atrás.
¿Dónde ocurrió?
¿Cuál fue el fenómeno para que algo fallara en la creación divina, Dios, la Omnimadre, la Omnialma, la Omnivida?
¿Lo entienden?
¿Qué sienten ahora?
(Señora en la sala):

—... una madre y tenía tres hijos.
—Claro, eso lo habrá leído en alguna parte.
“Fue una madre”, dice el maestro Alcar, lo ha oído usted...
“Mira, allí...”.
Lo han leído.
No pueden cascar sobre la cosmología.
Ahora lo saben todos, ¿ven?
André hizo cada cosa que ni siquiera tenía permiso de hacer, pero ya lo ven.
Hubo un fenómeno que vimos.
“Mira, allí”, dice el maestro Alcar, “una madre con tres hijos”.
Por fin uno más.
Porque el ser humano solo alumbra para sí mismo.
El hombre y la mujer llegan a tener dos hijos, dos hijos, para ella y para él; y entonces se acabó su atracción, ya no podrán atraer vidas.
Lo vimos en el cuarto grado cósmico: ya no pueden atraer más de lo que necesitan para la creación.
¿No es sencillo?
Y esa es su vida terrenal.
Y ahora la gente tiene catorce hijos, quince.
¿Es un caos?
Es causa y efecto.
En el cuarto grado cósmico... es un universo después de esto; cada célula construye, crea, alumbra nueva vida, nuevas vidas.
Cae por su propio peso que —cada planeta, cada sol, cada estrella— el espacio como cuerpo tiene que crear un nuevo espacio, porque esto todavía no es la conciencia divina.
Y entonces podrán constatar ustedes, podrán ver, que el padre y la madre alumbran dos vidas para ellos mismos, o sea, para la siguiente vida —y entonces deberían observar ustedes: ¿qué es la dilatación?— ... para la siguiente vida, para luego, por medio de ellos mismos... son ellos, o sea, los fundamentos colocados para poder regresar a la materia, porque la vida material de estas dos criaturas, de estas dos células, vive en la tierra.
Esos son los fundamentos universales de ustedes.
Y entonces se harán ustedes tan santos que no querrán la creación.
¿Entienden?
Esta psicología es de una profundidad cósmica, ahora es cuando llegamos a tener cosmología.
Este estudio... es el pensamiento divino para el ser humano.
Es una ley divina.
Así que esta noche recibirán una respuesta divina.
¿Quién es consciente de poder dar eso?
Ustedes tienen que ver esas leyes, así podrán retroceder millones de años.
Pueden ustedes... cuando estén en el otro lado y tengan su conciencia astral espiritual, podrán descender en todos esos millones de eras, porque no tendrán más que seguirse a ustedes mismos, tomarán ese cordoncito divino —tal como viene en ‘Jeus’, eso Jeus lo vivió, ¿verdad?—, lo retendrán, y su chispa divina los conducirá de forma telepática a través de este ser uno, eso vive en ustedes, los irá devolviendo de grado en grado, hasta que de pronto lleguen a estar ante la creación invisible y hayan vuelto a la Omnialma, de la que forman parte.
Y eso va por sí solo si tienen sentimientos.
Así que lo que ven ahora es...
Miren, vivan, sigan el caos en la tierra que la humanidad tiene que vivir ahora.
Todos esos que piensan mal, que hablan mal, que alumbran mal; eso es humano, no es divino.
Y así es como han surgido leyes disarmónicas que son cósmicamente profundas, interrumpidas de forma tan profunda que ahora ya hay centenares de miles de personas, como digo, pueden ser hasta un millón, esperando un solo cuerpo.
¿Y quién de ustedes y quién de entre esas personas será el primero en recibir la posibilidad de regresar a la tierra?
¿Quién será atraído?
Hay tanta gente que vive en este mundo, entre la tierra y el mundo de la vida inconsciente.
Y ahora la gente ya está clamando para la sociedad de ustedes: estamos empezando a tener demasiada gente.
Pero ¿después qué, cuando ese número, la humanidad, vuelva a estar en armonía con la creación?
¿Ven?
(Dirigiéndose a alguien en la sala):

¿Tenía algo más?
(Señora en la sala):

—Sí, ¿me permite que le haga otra pregunta?
¿Es que las mujeres entonces han ido cambiando poco a poco, porque tenemos ovarios con grandes posibilidades de aún más hijos...?
—Puede usted... cada madre puede dar a luz a diez millones de hijos.
(Señora en la sala):

—Sí.
¿Es que antes no era así...?
—Es que siempre ha sido así.
(Señora en la sala):

—¿... cuando esas mujeres solo tenían dos hijos?
—Entonces la madre, el hombre, era la creación; dar a luz y creación todavía estaban en armonía con Dios.
Cuando dije: “Una madre con tres hijos”, eso ya significaba que por esos asesinatos —ya habían surgido asesinatos y eso también había ocurrido en otros planetas— una madre había llegado a tres, empezó allí, que una madre llegó a dar a luz a tres vidas; y eso ya era disarmonía.
“¿Y dónde vive esa disarmonía?”, dijo el maestro Alcar.
Digo: “Maestro Alcar, allá el ser humano comenzó a asesinar”.
Pero cada madre es capaz —claro, no tienen ustedes tiempo para ello, pero sí que lo tienen que saber—, cada organismo es cósmicamente profundo, divinamente profundo, tenemos una fecundación de diez millones de células en una sola vida.
¿Sabía usted eso?
¿Ha quedado claro?
Que la madre...
La fuerza creadora del hombre se multiplica por un millón.
Y ustedes también pueden dar a luz a millones de hijos, como si dijéramos, si tuvieran tiempo para ello.
Pero eso vendrá...
Cuando el organismo se va quedando dormido para el alumbramiento... eso tiempo es una era, entonces se detiene por sí solo, ese alumbramiento se cierra y el organismo materno sale del grado de vida para el que vino a la tierra.
Pero los órganos poseen eso multiplicado por un millón.
Deberían saberlo, lo sabe cualquier médico.
(Señora en la sala):

—... en el Tíbet vive gente que espera el momento de poder ser una, en que pueda atraer.
Al alma que tiene que ser atraída en un momento dado, en ese momento pueden ser una.
¿Cómo es posible que en el Tíbet la gente consiga hacer esto y que lo sepa, mientras ... (inaudible) en el cuarto grado cósmico?
—Mire, en el Tíbet ya se tiene sentimiento y pensamiento espiritual.
Y cuando ese sacerdote dice: “Y ahora nos hacemos uno solo...”.
Ya lo pueden leer en cierta medida en ‘Entre la vida y la muerte’.
Cuando en el Antiguo Egipto...
El Gran Alado sabía: eso son sentimientos y sería...
Debido a que los sacerdotes —sí, ha ocurrido allí, también es pensamiento y sentimiento demente— pensaban: lo que importa es que estemos juntos, porque construimos y pensamos para el templo, y sí ha ocurrido, porque eso yo se lo podré explicar: recibiremos un Gran Alado de la diosa.
Y, ciertamente, el niño que nació tenía dones.
¿Por qué?
Entonces enseguida recibirá una respuesta del Tíbet, sobre el Tíbet.
¿Por qué?
Han leído ‘Entre la vida y la muerte’.
Nosotros no nos hemos adentrado mucho en ella.
Y hay todavía una obra que viene después llamada ‘El Gran Alado’.
Y allí al sumo sacerdote, al ser humano con sentimientos, al espíritu sensible se le... recibió el encargo de una noche...
Y entonces los sacerdotes estaba reunidos, los altos dignatarios, y el faraón y todo el mundo tenía que ver con eso y podía decir algo al respecto, era el ser uno sagrado, porque entre centenares de ellos se elegía a un solo sacerdote y entonces se manifestaría la luz.
Así que llegaron allí... materializaciones y fenómenos, y cuando después se veía una señal especial —sobre eso podemos escribir una obra muy hermosa y poderosa— entonces recibiría... entonces esa señal brillaría en la cabeza de quién fecundaría a la sacerdotisa para dar el Gran Alado a la vida de ella.
Y esos sacerdotes de allí...
Primero había sesiones previas, había veintiuna.
Los sacerdotes iban quedando descartados a cada turno, tenían que apartarse y se quedaban fuera del círculo mágico.
Y poco a poco se fueron quedando reducidos a siete, luego a cinco, entonces tres, y al final uno; y entonces llegó la luz.
De modo que la diosa —atiendan bien ahora—, la diosa de Isis, y más tarde de Luxor, pero eso ocurrió más de una vez en Isis, la diosa de Isis se encargó de que hubiera un nuevo alado.
Pero ¿era ella?
La luz se percibió, porque solo estaban en la penumbra.
Había una luz tenue, la luna brillaba, la mística... todo estaba listo, y entonces iba...
Y cuando ese sacerdote en particular, un joven de veinte, veinticinco, treinta años, era tocado por la diosa, por esta señal de luz —y eso ocurría, eso ocurría, y todo el mundo lo veía— entonces iba...
Los últimos siete —cuando lleguen ustedes a la última palabra, añadiré algo más— tenían todos los ojos vendados, a todos les tapaban la cabeza.
Y los sumos sacerdotes veían la luz.
Después, cuando el ser humano ya era visto...
Y decían... veían la luz, eso el ser humano, el sacerdote, ni siquiera lo veía.
Y entonces el sacerdote iba... entonces también la sacerdotisa era tocada por la diosa.
Y así Egipto iba construyendo el Gran Alado.
Cuando nos pusimos a vivir estas leyes en el otro lado, cuando hubimos completado ese estudio, quisimos saber todo lo que pasó en ese Antiguo Egipto —luego todo eso lo podrán hacer ustedes también— y entonces vimos que los maestros eran la diosa.
Y que llevaban a cabo esa materialización para edificar esa mística, esa santidad, porque se deseaba —eso ustedes lo saben con seguridad—, había que aclarar al ser humano que no existía la muerte.
Y eso ya es de hace millones de años.
Pero esa personalidad fue adquiriendo conciencia y sentimiento y forma por China, Japón, el Tíbet, el Antiguo Egipto.
Y entonces fue atraído alguien que acababa de estar listo para ese nacimiento.
Como vino André a la tierra, ya consciente en el otro lado, aún no había nadie, aún no había nadie; es lo más elevado que existe.
Después surgió en esa sacerdotisa un sentimiento que tenía sintonización con aquello, una sensibilidad que era física y que aún así ya tenía desdoblamiento corporal.
Y vayan, miren.
Y ahora tienen ustedes ‘Entre la vida y la muerte’, es el modo en que hemos podido constatar de forma pertinente cuál era la altura a la que habían llegado los sentimientos en el Antiguo Egipto.
Y esos sentimientos, los sentimientos sensitivo más elevados, los hemos materializado por medio de ‘Entre la vida y la muerte’.
Porque si el maestro Alcar se hubiera quedado por debajo de eso, y es conciencia más elevada, todo eso ya no lo habrían comprendido.
Y, naturalmente, lo que se deja ver es materializado.
Por tanto, así es como se encargaban de los Grandes Alados en el Antiguo Egipto.
No lo sabían esos sacerdotes, pero estaban en contacto —y eso se lo cuenta aquel libro— con los maestros.
Porque Venry tenía sus maestros astrales —tal como André tiene al maestro Alcar— para el Antiguo Egipto.
Y ¿qué es lo que ha hecho el Tíbet, pues?
Los tibetanos siguieron ese mismo camino, van, a su vez...
¿Entienden?
De modo que el sentimiento supo con pureza, y eso es algo poderoso...
Pero como nosotros conocemos ahora la creación y porque sabemos que no es posible atraer cosas al margen de su propio karma y evolución...
Hace un momento dije —es algo que tienen que volver a conectar ustedes—, dije: ¿qué es lo que les atrae?
¿Entienden?
Así podrán ver cómo se conecta eso a su vez.
Dije: si hacen ustedes algo social, precederán incluso al sagrado sacerdote, porque están en contacto con la tierra, es que hacen algo por la tierra y su conciencia.
Pero si se blindan por completo, como ahora, y se hacen católicos o se hacen protestantes...
La criatura protestante, gracias a Dios, sigue dando a luz, el pastor protestante y su mujercita, y eso es lo realmente armonioso y sagrado para Dios.
Pero los tibetanos y otros orientales han querido sintonizarse mediante su pensamiento con la santidad del macrocosmos.
Y entonces dijeron: vamos a sentarnos a pensar y atraeremos a un alma que nos enseñe algo.
Sin duda, porque antes de tales y cuales tiempos solo se reenviaban a la tierra a los más conscientes de todos.
Así que desde el otro lado realmente vinieron... también desde ese mundo de lo inconsciente.
Pero allí era el karma de ustedes, era el nacer humanamente, para ustedes mismos.
Pero si también surgía mística, si había progreso, si surgía evolución espiritual, para eso —los tibetanos se pusieron a suplicar y a orar— era posible regresar, porque viven millones de almas, maestros.
Quizá era posible atraer a una persona entre un millón y dice: “Está usted listo”.
Uno mismo tiene que quererlo, es el propio espíritu el que tiene que querer, la personalidad, tal como lo hizo André, todo el mundo; entonces uno puede regresar a la tierra, porque allí hay gente activa que se quiere entregar, que quiere pensar por el progreso, la humanidad.
Y entonces estarán ustedes conectados cósmicamente, estarán conectados con Dios, con Cristo.
Aunque los tibetanos no lo supieran, aunque no acepten a Cristo.
Pero estarán ustedes conectados con la conciencia espiritual para la humanidad, y es en esa aura en la que están atrayendo.
Es posible.
Pero esa gente pensaba, esos tibetanos, esos sacerdotes piensan: vamos a sentarnos —y eso es un ser uno sagrado— y ahora nosotros...
Y entonces se volvía a señalar a un hombre y a una sacerdotisa, un sacerdote, llegaban en armonía al ser uno cósmico; un suceso poderoso, eso ya lo habrán entendido, tan tremendamente poderoso e inmaculado y puro.
A eso se abrían y se entregaban a ello, y al segundo, al minuto, decían, atraían unos sentimientos para dar conciencia a su templo.
Pensaban: ahora llegaremos a tener al maestro.
Y, ciertamente, lo que llegó fue conciencia.
Y eso lo vivió cada templo.
Cada templo atraía para sí mismo conciencia, ya lo eran los maestros.
Y eso ha durado... ha durado... miles de años, y era posible, porque...
Y ahora les haré una pregunta que todos... y así me entero de paso cómo leen esos libros nuestros.
Fue posible hasta que sucedió algo y entonces de pronto desapareció y después ya no fue posible, porque ya no podía nacer ningún alado.
¿Cuándo?
¿Lo saben?
(Señora en la sala):

—... retrocedido...
—Entonces...
(Dirigiéndose a la señora):

Qué estupendo.
Entonces comenzó en Egipto la desintegración.
A los sacerdotes les entró una locura soberbia, se desfogaron; violaban a cada madrecita diez veces y hasta veinte veces.
Y después desapareció el ser uno espiritual y el pensamiento puro, puro.
Pero para el tibetano ha sido posible, y todavía lo es, allí todavía se vive así.
Fue posible atraer verdaderamente la sintonización ustedes.
Y como los maestros trabajaban y viven para la conciencia humanidad, y todos ustedes vivirán para eso...
Finalmente, tendrán que empezar para aprender a pensar espiritual y espacialmente, entonces podrán vivir esas leyes.
Y entonces la madre llegará a albergar un verdadero sentimiento para la humanidad, para una tarea, para vivirla como madre, y el alma que venga a la tierra realmente tendrá la sensibilidad de ustedes.
¿Algo más?
(Señora en la sala):

—Pero, maestro Zelanus, dijo usted que los seres astrales están esperando para ser atraídos, y que eso tarda muchísimo...
En ese tiempo sí que podrán evolucionar espiritualmente, ¿o no?
—¿Qué pueden hacer espiritualmente?
(Señora en la sala):

—Evolucionar.
—Luego cuando llegue usted detrás del ataúd, ¿cómo se imagina...?
Detrás del ataúd tiene que...
No hay ningún “ataúd”, ahora ya está viviendo usted en la eternidad, pero pronto dejará atrás esta vida, el ser material; ha leído libros, ha asistido a todas las conferencias, ¿qué se imagina... cómo se imagina lo que va a ocurrir con usted?
(Señora en la sala):

—Supongo que seré un poco lela, porque...
—En aquel mundo no hay nada para estar alelada.
(La señora dice algo inaudible).
—¿Cómo dice?
(Señora en la sala):

—... del inconsciente.
—Sí, pero ¿dónde está la tierra del inconsciente?
(Señora en la sala):

—En el sueño.
(Señor en la sala):

—... cómo es la sintonización.
—¿En...?
(Señora en la sala):

—Tiene que ver con el ciclo.
—Sí, tiene que ver con el ciclo.
Pero ¿dónde está el mundo de lo inconsciente, el renacer?
(La gente habla a la vez).
Viven ustedes aquí en este espacio y no salen de allí.
Viven en la esfera de la tierra y no salen de ella.
¿Es así?
(Señor en la sala):

—Ya lo dice usted.
(La gente vuelve a hablar a la vez).
—Ustedes viven, pertenecen a la tierra, ¿verdad?
Pertenecen a la tierra, así que es allí donde tienen que nacer.
De modo que ¿a dónde quieren ir?
¿Qué de profunda es, pues, ese mundo de lo inconsciente para el mundo?
(Señora en la sala):

—Depende de tu karma y de tu ciclo...
—Cierto, de eso no estamos hablando.
De lo que se trata es: ¿qué ocurre si uno tiene que volver a la tierra con su personalidad espiritual?
(Señora en la sala):

—Esta vuelve... (inaudible) de nuevo.
—Sí, eso...
No.
Un ser preanimal, una criatura de la selva, experimenta exactamente lo mismo.
Usted experimenta...
No hay sentimientos que puedan vivir algo al margen de estas leyes.
Entonces ¿qué ocurre?
Tiene usted...
(Señora en la sala):

—Se va a dormir.
—En primer lugar se va usted a dormir.
Pero ¿qué profundidad tiene, pues, esa esfera?
Tiene que nacer usted en la tierra, ¿entiende, verdad?
Se trata de la profundidad de esa esfera, de hacérsela sentir a usted.
(Un señor en la sala dice algo inaudible).
¿Cómo dice?
(Señor en la sala):

—Uno vuelve al estadio de antes de la creación.
—Miren, allí está la palabra.
Así que ese mundo del renacer es tan profundo como todos los planetas sin excepción que hayan vivido ustedes y como los sistemas solares surgidos para este universo.
Usted regresa, ese mundo es tan profundo que volverán hasta el primer instante de todos, cuando lleguen a ese instante de la primera de todas sus vidas embrionarias en la luna; si llegan allí un poco más allá, si se hacen más etéreos, darán un paso hacia atrás.
¿En qué?
(Señora en la sala):

—En el Omnigrado.
—En la Omniconciencia, el Omnisentimiento.
Así de profundo es, pues, el mundo para el renacer del ser humano.
Y entonces se quedarán dormidos, porque se liberarán, y sus conciencias desaparecerán de inmediato en la profundidad, porque los atrae el nacimiento.
Así que uno se convierte en nacimiento.
Su conciencia diurna la tiene que...
Allí también hay un pensamiento de la conciencia diurna.
El pensamiento de la conciencia diurna, hermanas y hermanos míos, no lo perderán nunca.
Su sentimiento y pensamiento de la conciencia diurna es eterno.
Jamás podrán dormir —no, espiritualmente— como ser humano, ni un solo segundo en todos sus millones de eras.
Porque los sentimientos, o sea, el espíritu, nunca duerme.
De lo contrario, cuando se vayan a dormir esta noche, se quedarían dormidos de verdad, y entonces se detendría el corazoncito y se quedarían ustedes fuera.
Así que el espíritu, y la vida, el sentimiento, tiene que trabajar constantemente en tal y cual grado, son los grados del sueño y del trance.
Entonces vuelven a hundirse poco a poco en las profundidades, poco a poco regresan al sueño, y gracias a Dios que el renacer sea el sentimiento predominante en ustedes.
Así que ahora no tienen nada que decir ni que aportar como personalidad, como ser humano, el sentimiento nacimiento es el predominante en su organismo, en su ser, y tienen que...
Esa ley, pues, determina lo que ocurre.
¿Qué ocurriría si se quedaran despiertos?
Han cometido ustedes asesinatos, se han desfogado, albergan tensiones que son cósmicamente profundas y horribles, y aun así los vence el sueño.
Y eso ya no lo podrán decir cuando vivan en el otro lado, cuando accedan, por tanto, al mundo consciente astral.
Y ese mundo está detrás de eso y vive en esto.
Y tenemos...
Retengan eso un momento, entonces ya les aclararé cuántos millones de células viven espiritualmente entre el cielo y la tierra, en este espacio, y no los mezclaremos; entonces llegarán a ver nuestra conciencia.
Y entonces tendrán que admitir que Jozef Rulof eso no lo puede sentir a fondo, ni verlo.
Para eso están los maestros.
Para eso uno tiene que vivir detrás del ataúd, de lo contrario ya no podrán seguir eso, ni intuirlo, ni procesarlo.
Pero el ser humano, en cambio, el que va ahora, se disuelve, vuelve a hundirse en la profundidad y los obliga como sentimientos y personalidad a aceptar el embrión como chispa, como espíritu, o sea, como alma, porque ustedes todavía volverán a la tierra.
Si su odio, su pasión, su violencia ante...
Ahora, atención, esta es la respuesta divina, eso se lo preguntarán luego los maestros, y entonces diremos nosotros: ¿ahora qué?
Si su odio, sus sentimientos, el nacer —que es macrocósmico, que es, por tanto, divino— pudiera ser predominante, nunca saldrían de su odio, de su pasión, de su destrucción, de sus asesinatos.
El amor divino y la justicia divina dicen: vayan, pues, luego llegarán de todas formas a ese pago, luego tendrán que pagar las facturas de todas formas.
Ahora van a tener un nuevo cuerpo, todavía tienen que nacer.
Y esto solo empezará para el ser humano desde la selva a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), es decir, el organismo más elevado; es la madre tierra, son las inmaculadas leyes de la naturaleza.
¿Lo entienden?
Cuando el ser humano haya vivido esas leyes —eso lo leen en ‘El origen del universo’—, llegarán a vivir ustedes su karma, su causa, sus asesinatos.
Y será entonces cuando Dios diga: “Vete, en Mi mundo descansarás”.
Y ahora lo milagroso que hemos vivido y por lo que André pudo regresar a la tierra para decir: “Yo soy una divinidad”.
Y lo es cada ser humano.
Regresarán hasta antes de la creación.
O sea, hasta cuando se divide el universo, cuando la madre luna empezó su propio despertar y evolución...
Ustedes regresarán, tan profundamente, como embrión, tal como ustedes recibieron la primera vida en la luna, por ella.
Y ahora son seres humanos.
Así que, como embriones, llegarán a ser tan pequeños y nimios, que en el fondo ya no serán, que ya no podrán ser percibidos.
Así que entonces surge el nacimiento.
Si ese nacimiento es en tal y cual ley, o sea, antes del nacimiento, escuchen...
Así que aun así llegarán antes del nacimiento, eso está en manos de la madre tierra.
Pero después volverán por el odio, por los asesinatos, por la desintegración, por la destrucción, por la pasión, por las mentiras y los engaños, entonces tendrán que esperar un nuevo organismo durante miles de siglos.
Así de lejos se han apartado del nacimiento armonioso divino, así de profundamente.
Y ahora esto: el ser humano vive en este mundo para el renacimiento, y eso solo es la madre tierra —en la atmósfera de ustedes viven otros planetas, pero el pensamiento consciente, ahora nos atenemos a la tierra, también otros mundos—, viven millones de almas.
Eso es muy poco.
La cifra tierra en cuanto a humanidad en este macrocosmos, en cuanto a almas, es tremendamente pequeño.
Esas almitas, esos millones de almas, si quisiera usted ponerlas en sus manos, ocuparían la superficie de la palma, no es más.
Eso no es más que un montoncito, esa es la cantidad, deberían verlas con una lupa, con unos prismáticos, así de nimia es el alma humana.
Y entonces tienen una sola célula, una madeja así, allí se oculta la humanidad entera.
En ese macrocosmos viven millones de almas.
Pero ¿qué son millones de almas para billones y billones y billones y billones de...?
Podemos seguir hablando durante miles de millones de siglos sobre las almas, y ni así habremos traducido ni materializado el macrocosmos.
¿Ha quedado claro esto?
Pero aquí viven millones de mundos para el reino animal.
Millones de mundos para la madre naturaleza, como almas, almas, almas, células, células, células.
El pez y el organismo, los diferentes organismos —ahora viene, se trata de colocarlos ante esas leyes—, cada organismo, todos esos grados, fíjense, ¿tienen su propio mundo astral?
(Nadie dice nada).
El animal, los perros, los tigres, los leones, el reino animal, los millones de especies de organismos para el reino animal, ¿tienen todos ellos un mundo astral propio?
(Un señor en la sala dice algo inaudible).
Lo aceptaremos.
Pero no es así.
Así que esos millones de mundos para cada animal, los millones de mundos para el ser humano, para el perro, el gato, el tigre, el león, la vida en las aguas y la vida en el espacio, la vida en la tierra y encima de ella, miren donde miren, son mundos para el alma, para el espíritu, para la personalidad, como entidad.
Es decir, un silla adquiere vida y tiene vida, acero, hierro.
Esos mundos los mantenemos separados y podemos analizarlos, porque cada ley vital nos conduce infaliblemente a ese grado de vida.
Y eso, pues, es encontrar una aguja en un pajar.
¿No hablábamos de eso?
Vivir una ley, o sea, el contacto divino de una vida, un organismo, los sentimientos.
Pero el alma los conduce a ese mundo y entonces vivirán ese ser uno divino, es ser uno con la vida de Dios.
Su perro, pues, un perro, un gato, esos animales ¿tienen un mundo astral?
(Señora en la sala):

—Sí.
—Los peces y todas las especies animales en la tierra ¿tienen un mundo astral propio?
Debe de ser así, porque se nos aparece la entidad como espacio, la entidad terrenal, espiritual, espacial y divinamente.
Y ahora resulta que todas las sintonizaciones divinas tienen una...
¿Cómo?
(Una señora en la sala dice algo inaudible).
... tienen todas las divinas...
O sea, la vida que pertenece a las creaciones divinas existentes —tenemos las creaciones posteriores—, poseen... y tienen que poseer... representan un mundo para el renacer.
¿No ha quedado claro?
Todas.
Y entonces pueden ver ustedes, si conocen todo eso, pueden ver de inmediato por la vida qué pertenece a la esencia divina y qué es creación posterior, etcétera, etcétera.
Todo eso es espacio, grados de sentimientos, personalidades; desarrollados y hechos evolucionar por la paternidad, la maternidad.
Por eso es... por eso la paternidad y la maternidad son dones divinos, propiedades divinas y son lamentablemente —“lamentablemente”: no existe “lamentablemente” en el espacio— fragmentados.
Ni siquiera se puede decir “mancillados”.
Un ser humano que ahora está al servicio de la técnica y que se arroja demasiado pronto fuera de esta vida porque quiere ser más veloz que los demás y porque sabe de antemano: ‘No, no es seguro...’
Si uno no está seguro, ¿por qué se dirige uno entonces a ese precipicio?
¿Es eso una mancilla?
Inconsciencia.
Es evolución.
¿Más preguntas?
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, hace un momento nos explicó que por la disarmonía...
Que el mundo de lo inconsciente y la vida en la tierra, que nace tanta gente, por lo que entre 1950 y 2000 no sabremos qué hacer con las personas.
Pero lo que quisiera saber es: esa disarmonía, si esta gente muere de hambre por falta de alimentación, tendrán una transición prematura, entonces esta disarmonía no se detendrá nunca, ¿no?
—Esa disarmonía solo se disuelve cuando... tardará todavía... digamos unos...
¿Cuántos años harán falta, cree usted, para hacer disolver esta disarmonía entre la vida y la muerte?
¿Mil años?
¿Miles?
No centenares de millones de años, sino eras.
Al final de la tierra, a una profundidad así, puede colocarlo ahora mismo en la balanza divina, o sea, si usted la profundidad...
¿Quiere saber lo profundo, pero a la vez lo sencillo que es esto en realidad?
Ya lo expliqué hace un rato.
Si piensa usted un poco más, podrá determinarlo para usted misma.
Pero es posible calcularlo de forma infalible.
Si decimos: pasarán millones de eras antes de que vuelva a haber armonía entre la vida y la muerte, el renacer, entonces es algo que se puede demostrar, que se puede constatar, que se puede ver cósmicamente.
¿Y por medio de qué?
Ya lo dije esta noche.
(Señora en la sala):

—Porque hay tantos millones de personas esperando millones de años antes de que puedan ser atraídas.
—Eso no es.
No, eso no es.
Pero si es que lo he dicho esta noche.
Mire, usted no piensa, aún no es capaz de pensar.
(La señora en la sala dice algo inaudible).
—¿Cómo dice?
(La señora en la sala dice algo inaudible).
¿Porque...?
(Señora en la sala):

—Por la conciencia espiritual del ser humano.
—No.
Ahora estamos... puede usted ver cómo todo eso... cómo todo eso llega a dilatarse.
Ahora tenemos que responder a la pregunta: ¿cuánto tiempo podría tomar antes de que se disuelva esa disarmonía?
Allí dicen que miles de años.
(Señor en la sala):

—Cuando el hombre y la mujer tienen dos hijos.
—Sí, sí, pero ahora vamos de forma pertinente, infaliblemente, al instante en el que se edificó esa materialización.
Yo digo: tarda millones de años.
Es algo que tengo que poder demostrar, y es lo que puedo hacer, porque ya lo he dicho.
(Señora en la sala):

—Cuando ya no se cometan más asesinatos.
—No, eso no es.
(La gente habla a la vez).
Sí, cierto, es así, pero de eso no hablábamos.
Y digo: pasarán millones de años, no miles de años.
Pero no puede disolverse antes, en miles de años, todavía pasarán millones de años, solo entonces habrá armonía entre la vida y la muerte.
Y en ese tiempo ya se sabrá desde hace mucho lo que habrá pasado, pero ya no podrán cambiar nada.
¿Cuánto tiempo ha... cuánto tenemos que retroceder para constatar que el ser humano comenzó la disarmonía?
¿No dije eso?
Nos hemos encontrado en el espacio... pero para eso tenemos que abandonar la tierra... nos hemos encontrado en el espacio con una madre con tres hijo, fue en otro planeta en el espacio, no fue algo de la tierra.
De modo que hace tanto tiempo.
Eso ya son millones de eras.
Y allí comienza.
Y si eso vive aquí en su sociedad, luego, en su Ámsterdam, en Róterdam, en La Haya, tendrán una vida paradisíaca, entonces la vida será perfecta.
Porque la vida será de una hermosura imponente, el ser humano será espiritualmente rico.
Ya no habrá desgracias en la tierra, pero aun así habrá... todavía estamos...
Los autores de libros, los conscientes, ellos lo sabrán luego, y luego tampoco hará falta que escriban ustedes libros, ya no hará falta que se dediquen al arte, porque el arte divino se materializará aquí en la tierra, y eso serán los instrumentos que recibirán ustedes.
Y entonces se escribía en la tierra: si es que ya lo sabemos.
Y entonces aparece una madre que dice: “Sí, sí que tendré que dar a luz a cuatro, cinco niños”.
Y ustedes ni siquiera tienen uno solo.
Y entonces la humanidad todavía estará con madres que tienen que dar a luz a cuatro, cinco hijos, porque esa culpa sigue estando allí, ¿entienden?, la humanidad seguirá estando con eso.
Y nosotros hemos trabajado en eso.
Nosotros lo hemos enmendado, tuvimos que enmendar hasta el último pensamiento erróneo.
Así que ustedes tampoco podrán eludirlo, ni nadie; tiene que recuperarse entre el cielo y la tierra para y por el ser humano.
¿No es eso justo?
(Señora en la sala):

—Maestro Zelanus, por eso siguen pensando en la guerra.
—Es todavía inconsciencia.
Ya entenderán, cuando nosotros...
Se habla de... se habla de los rusos y los bolcheviques, ¿y de qué cosas más no hablan ustedes?
Pero ¿qué significa... qué significa si sabe usted que la jungla es aún más inconsciente que Stalin?
Esa es la evolución para la humanidad.
La humanidad...
Vamos, deberían leer ‘Los pueblos de la tierra’.
(Señora en la sala):

—Sí, pero no solo es Stalin...
Corea también sigue, ¿no?
—Bah, ¿qué significa Corea en comparación con la creación y la humanidad?
Ojalá tuvieran mañana —ahora hablaremos así, si la humanidad habla y piensa sobre la guerra—... tuvieran mañana otra como la de 1940-1945, eso ya los curaría.
(Señora en la sala):

—¿Nos curaría?
—Los curaría infaliblemente.
Si tuvieran otra así... de la que pudiéramos pronosticar que no quedaría nada en la tierra...
Y por eso no puede ser.
Si es que hemos ofrecido esos pronósticos a André, ¿no?, que a la gente le entraría miedo en 1940, ya lo hicimos en 1939, hay constancia de esas pruebas: “Llegará un momento...
Una guerra, una terrible guerra.
Habrá un tiempo, el fin de los tiempos, en que ya no tendremos madera para enterrar nuestros cadáveres”.
Y la gente que lo abandonaba, diciendo: “Hombre, calla ya”.
Sus amigos ya no podían oírlo.
Y aun así André dice, también a su mujer: “Tenlo en cuenta, vuelvo a decirlo, y lo procesarás.
Habrá unos tiempos, porque esto es luego para mí, cuando eso haya terminado, son las leyes y las palabras de los maestros: ya no tendremos madera para enterrar los cadáveres.
Se desplomarán ante sus ojos de hambre y miseria”.
Todo eso ha ocurrido.
Ahora se dice: “Ja, ja, ja”.
Pero entonces tenían miedo.
Pregúnteselo a cualquiera.
Y entonces, cuando apareció la bomba atómica...
La humanidad construye, tiene que asegurarse ante la desintegración, eso es tan viejo como el mundo.
Y ustedes todavía viven en unos tiempo en los que se ponen fundamente materiales y espirituales.
Dicen ustedes: “Dejen pasar esa guerra”.
Y: “Que no vuelva a haber otra guerra”.
Pero ¿qué sabe el ser humano en la selva, millones de personas, qué saben de nosotros, de los pensamientos y sentimientos de ustedes?
No es hasta en la tierra cuando ustedes empiezan a pensar, es solo ahora que la humanidad coloca los primeros pequeños fundamentos para empezar a pensar de forma cristiana, de forma espacial no es posible.
Ni siquiera se piensa como Cristo enseñó al ser humano.
Han echado a perder la iglesia católica, el protestantismo, la Biblia.
Porque ¿cómo puede condenar Dios al ser humano?
Fíjense en lo que dice a veces Cristo.
Los profetas sueltan tortazos, odian.
Ese Dios, ese Dios solo mira a sus predilectos.
Ya me entienden: ¿cómo es ese padre, esa madre?
Viven ustedes en esos tiempos, no tienen que ponerse a pensar en la guerra, porque es en el propio ser humano donde vive la guerra.
Y si ya... ustedes, aquí, ustedes... ustedes...
Juntos representan aquí cien millones de personas.
Acéptenlo.
Nosotros aceptamos y solo conseguiremos a una persona entre cien mil personas, y entre muchas más.
Nosotros extraemos a una sola persona consciente de entre doscientas mil almas en la tierra, así de pobre es la masa.
¿Tonta, inconsciente?
No, esa evolución todavía tiene que llevar a esa masa a espiritualizarse y materializarse.
¿No es sencillo?
Ustedes acaban de empezar a sentir y a pensar de forma espiritual.
Pero deberían ser...
Nosotros ya no hablaríamos.
Pero merece la pena llevar a una sola persona a la dilatación, un solo ser humanos, dos.
Porque si queremos llevar la paternidad y maternidad a la dilatación espiritual, al desarrollo, ese es mi asidero, mi fundamento para mi vida astral.
Les hablo a ustedes, pero siempre lo hago para mí mismo.
Si André no supiera eso, lo dejaría.
No porque ustedes estén aquí.
Ustedes representan...
En La Haya tenemos... hay tanta gente; si la gente viniera, habría diez mil, veinte mil.
Estamos contentos de que desde luego no hayan venido, porque nos harían pedazos.
Ahora continuamos tranquilamente, André lo visto todo.
Si no lo supiéramos, no podrían experimentar ustedes esta vida, este pensar más allá para la masa, no serían capaces de aguantarlo, porque se estrellarían.
Eso Cristo también lo sabía.
Si ustedes supieran: el Mesías divino solo tuvo algunos hijos.
Quedaron catorce, doce, que dijeron: “¡Es Él!”.
Porque toda la masa divina de allí, la masa inconsciente, renegó de Él, y dijo: “No es Él”.
“Es un rabino”.
“Es un demente”.
Pedro y los otros que estaban junto a Él, que pudieron vivir con Él los milagros, aun así renegaron de Cristo.
¿Y pensaban ustedes, si mañana sucumbieran ustedes un momento, que los maestros pensaran: allí se va otro adepto mío?
Si ustedes sienten y piensan de verdad, y si tienen el deseo dentro de ustedes —yo sí que veo a mis antiguos adeptos—, entonces no puedo más que felicitarlos para luego, porque ahora están despertando.
Todavía saben y ni siquiera se dan cuenta de lo poderosamente profundos que ya son todos, grandes.
Pero mejor no se hagan ilusiones.
Tenemos que decir: un solo ser humano entre centenares de miles.
Vayan a su sociedad: a la gente no le da la gana, es que no quieren despertar.
¿A qué se debe que ustedes sí?
Es una gracia divina.
Pueden ir a misa, pueden tener pensamientos y sentimientos inferiores, y entonces atraerán a centenares de miles de personas, pero no una vida cósmica, ¿entienden?
Hubo una vez un sacerdote, un iniciado, en Oriente...
Alguien dice: “Mire, ese ser humano de allí, ese sacerdote...”, porque hay que ver la de cosas que han ocurrido en la India colonial, en el Tíbet, en Egipto, “ese de allí atrae a miles y miles de personas, y ustedes dicen que lo saben; y no tienen más de cuatro o cinco criaturas a su lado”.
Y entonces hubo una palabra.
Y el iniciado dijo: “¡Vayan hasta aquello, porque ahora que hablan ustedes, no son parte mía!”.
Y así era, así habló Cristo: “Ahora que lo dicen ustedes mismos, no me sigan a mí”.
En ese instante dice usted al sacerdote: “Oye, loco, ¿por qué tiene ese de allí tanta gente?”.
Si ven eso y saben eso, habrán llegado, o no habrán llegado, y entonces yo no puedo...
Me gustaría darles más, poder darles más, pero seguirán siendo seres humanos.
Hoy en su propia vida es anhelo, sentimiento.
Dicen: “Bueno, quizá viva unos añitos más, ahora quiero enriquecerme”, ¿verdad?, y eso es el sentimiento.
Pero ¿saben lo que cuesta, cuántas vidas se requieren para despertar este deseo como voluntad y sentimiento para su personalidad, su yo astral espiritual?
Todos ustedes ya han recibido una gracia.
Pero añado: no se hagan ilusiones, porque todavía viven aquí.
Pero demostrarán lo que quieran, y si ahora ustedes no cobijan asesinatos, podremos acogerlos a todos.
Y entonces estarán a su lado precisamente quien hayan conocido por medio de sus numerosas vidas.
Lo que poseen hoy quizá sean algo prestado.
Ahora dicen ustedes como hombre y mujer: “Aquella mujer es esposa mía”, y: “Aquel hombre es esposo mío”.
Será mejor que no los meta a ustedes en esas leyes para que no se pongan inseguros, pero es posible.
Viene alguien y dice: “Mira mi belleza”.
Y a su lado andaba una enana, una jorobada, que también era una iniciada, y dice él: “Ella será luego mi alma gemela.
La he conocido en esta vida porque he causado destrozos y desastres”.
Y dice el príncipe: “Pon a esa criatura en la hoguera”.
Y él se fue.
Pero detrás del ataúd ustedes son de Dios.
Son de la vida que ha emprendido la primera con ustedes, y eso son leyes divinas.
Y estén agradecidos.
Ustedes, si hoy no los entienden y el ser humano no los quiere comprender y albergan bondad, amor, veracidad, justicia, ese ser humano se blinda irrevocablemente —acéptenlo, quizá sus vidas lleguen a ser más livianas—, ese ser humano, sin embargo, ya se blinda ahora irrevocablemente ante el progreso espiritual.
¿No es justo eso?
Porque no quieren —sí, ahora esto—, porque no quieren.
¿Quieren vivir el pensamiento divino?
Son esposa y esposo —nosotros hemos tenido que aceptar esas leyes—, quieren enriquecerse, desean, tienen sed, desde luego, y ella no puede...
Ahora pensarán: sí, yo lo tengo y ella tiene que...
Pueden ustedes representar por su causa y efecto, por sus leyes del karma, veinte vidas, treinta y más, así que ese sentimiento ya está allí.
Pero si quieren ustedes trabajar irrevocablemente con los demás en la conciencia espiritual para su pensamiento y sentimiento eterno, su más allá, y unos seres humanos se niegan, se niegan decididamente —y da igual que esa vida pertenezca al grado de sentimiento de ustedes, el del ser humano, o sea, nacido en la luna, fíjense en lo que viene ahora—, es algo que tenemos que aceptar, entonces... o sea, si ambos están relacionados entre sí para Dios, entonces, por no querer pensar, detendrán la evolución de la otra vida.
Sin lugar a duda, ustedes pondrían sus sentimientos como amor en una cárcel, en un espacio pequeño, porque no quieren, no desean, no quieren servir, piensan de forma equivocada, sienten mal, son odio, frenan, golpean, patean; y entonces patean, golpean, destruyen su propia vida.
Y es forzoso que el ser humano que ahora quiere y ya posee el sentimiento siga en ese círculo; de allí no saldrán nunca.
Así que unos seres humanos... —ya le gustaría al ser humano, todo eso hemos podido seguirlo— unos seres humanos podrían detener el desarrollo de otros seres humanos, y eso es una injusticia divina.
Pero con esas leyes no nos hemos encontrado en ninguna parte, gracias a Dios.
Hemos visto que ustedes, el ser humano golpeado, pateado, son unos incomprendidos...
El ser humano que no quiere, simplemente no puede detener en el espíritu a la otra vida que quiera enriquecerse, aunque uno y otro se pertenecieran para el macrocosmos.
Porque si luego... —fíjense ahora— si luego llegan al otro lado, en ese mundo de consciencia, habrá millones de hermanas y hermanos a su lado, ni siquiera llamarán la atención, ni siquiera los echarán de menos allí, como si dijéramos, quien no quiera.
Porque somos millones a la vez quienes representamos ese grado de sentimiento, y con ellos también seguimos.
Y cuando ustedes luego...
Y entonces el ser humano verá... esas escenas las tenemos, esos grados de conciencia, las personas que quedan desgarradas unas de otras, todo eso hemos podido seguirlo.
Y entonces vemos que el ser humano, si este sigue siendo bueno, o sea, eso es para el ser humano al que se le golpea y patea...
Su marido la pega, a él lo pega la mujer, la madre, eso ustedes lo viven, ella es la que no quiere, allí es él quien no quiere, esa gente se oscurece a sí misma, y no si ustedes no devuelven el golpe, si odian con reciprocidad; o destruirán ustedes todo su pequeño yo, su vida benevolente, y se habrán perdido a sí mismos.
¿Qué es, pues, lo que Cristo les ha enseñado?
Si son golpeados ustedes aquí...
Mire, es por eso que Cristo es divinamente responsable.
Y es que así es.
Cuando Cristo estaba allí, dicen; Cristo podría haber hecho oscurecer la humanidad entera con una sola mirada.
Pero si Cristo se hubiera equivocado... si hubiera violado al ser humano, habría perdido su conciencia divina y se habría oscurecido a sí mismo.
O sea, eso será disarmonía, y al materializar disarmonía...
Ahora ya pueden devolver la mordedura, el golpe, la patada; se patearán y golpearán a ustedes mismos.
Sigan amando.
Y antes de que hayan llegado a ese punto, no habrá pasado nada.
Si son capaces de eso y si lo han alcanzado, ya estarán edificando sus fundamentos espirituales.
Y eso son los genios entre la humanidad, son los sensibles espirituales.
A esa gente nunca se le puede alcanzar mediante el mal.
Son fuertes como robles y conscientes.
Son indestructibles, porque saben: estoy enmendando, para la tierra, estoy enmendando.
Ciertamente, criaturas mías, si los golpean y están en esta vida...
No se les puede golpear si la justicia vive bajo sus corazones y dentro de ustedes.
Es algo que hemos tenido que aceptar.
“Me atacaron”, dijo alguien que hizo un viaje desde la tierra crepuscular, “justo antes de la primera esfera”, y cuando volvía, “me han quebrado y mancillado”.
Y entonces el maestro dijo: “¿Y cómo ha actuado usted?”.
“Pues, sí, ¿qué haría usted?”.
Y el ser humano se enojó, porque lo estaban atacando por detrás, por delante y desde arriba, a diestro y siniestro.
E hizo un instante aquello; y entonces lo sojuzgaron por completo y se violó, a su vez, la personalidad.
(Dirigiéndose al técnico de sonido):

Lo he visto.
Por tanto, ¿qué dijo el Mesías cuando estaba allí sentado?
“Péguenme, sin problemas, de todas formas no me darán.
Es imposible darle a mi espíritu.
No es posible mancillar, deformar, mis sentimientos.
Yo no odio.
Amo todo lo que vive, quiero aprender a pensar de forma armoniosa”.
Y cuando empiecen con eso, hermanas y hermanos míos, cuando empiecen para la sociedad, para ustedes mismos, para sus amigos, como lo dice André, ¿verdad?: “Dejen que salga de ustedes amor y díganle al ser humano quién es usted interiormente por medio de su cordialidad y los llevarán en palmitas”.
Es el mayor poder que Cristo haya representado y que construye templos en solo unos segundos, porque cuando eso les cruce los labios, el ser humano será capaz de acogerlos a ustedes y de arrodillarse a sus pies y decir: “Mira, ahora veo el ser humano espiritual”.
Y se les amará.
¿No es así?
Si ustedes nos dicen: “No me quieren”, sabemos que son ustedes inconscientes.
Si acuden a un maestro y dicen: “¿Pero ¿qué es lo que quiere esa gente de mí?”.
Eso se ve de inmediato en el otro lado.
“Pero ¿qué es lo que quiere esa gente?”.
Y eso ya se puede vivir en la sociedad.
Si entre ustedes sigue habiendo un solo ser humano del que no quieren saber nada...
No es posible materializarlo del todo para su sociedad, porque ya comprenderán que tienen que ver con inconsciente y psicópatas y dementes.
Pero cuando vivan en su propia esfera, en su propio circulito, y hay uno solo que pueda decir: “Eso no me parece simpático, eso es duro”, ya están asesinando su propia conciencia.
Porque si son de verdad amor, el ser humano dirá: “Mira por dónde, con ese ser humano sí que tengo ganas de relacionarme, porque irradia vida, cordialidad, benevolencia, amor”.
¿No es así?
¿Y no dicen donde ustedes...?
Si se encuentran con algunas personas en la tierra que ya no volverán a ver jamás de los jamases, pongan en esa vida su sentimiento, su pensamiento, porque ese der humano lo transmitirá, son flores para el hogar espiritual de ustedes, para su jardín vital en el otro lado.
Claro, se lo llevan ustedes mismos.
Y sí, dicen ustedes en el otro lado, son flores, orquídeas; pero ese acto, esa cordialidad, ese amor, vivirá en su rostro, en la luz de sus ojos, en su personalidad.
No deberían estar buscando el otro lado, porque el oro lado vive dentro de ustedes.
¿Debajo de su corazón?
No, son sus sentimientos, es su personalidad.
¿Los aman a ustedes aquí?
¿De verdad que los aman?
¿No es algo artificial?
Deberían aclarar eso para ustedes mismos.
Gracias por sus hermosos sentimientos.
Hasta dentro de dos semanas.
(Gente en la sala):

—Gracias, maestro Zelanus.
Gracias, maestro Zelanus.