La meditación — la revivencia de un viaje

Buenos días, hermanas y hermanos míos:
Esta mañana vamos a comenzar a meditar, a revivir lo que en un momento voy a leerles en voz alta; lo que en la temporada pasada todos ustedes juntos... por medio del viaje que hemos hecho desde el Omnigrado divino, el estadio inicial de la creación.
Desde luego que ahora recibirán —ahora que hemos hecho ese viaje— el surgimiento de la luna, del sistema planetario, del sol y la luna, por medio de los que comenzaron las creaciones.
Enseguida voy a preguntarles: ¿han reflexionado, han meditado en ese tiempo en que estaban solos después de esas conferencias, después de ese viaje?
¿Se han fortalecido a ustedes mismos, se han hecho poderosos, para acoger las creaciones de cara a su sociedad, de la paternidad y la maternidad, la amistad, el amor y la felicidad?
Después de ese viaje —enseguida lo vivirán— hemos meditado.
André tenía que empezar con eso.
Por lo tanto, volvemos a los tiempos en que Adolf Hitler estaba destruyendo Europa, la humanidad.
Millones de problemas se abalanzan sobre sus vidas, sobre André, sobre los seres humanos delante de ustedes, todos ustedes se convierten en instrumentos, y entonces pueden hacer comparaciones de aquello que ustedes mismos han aprovechado.
Ahora esos millones de problemas se abalanzan sobre ustedes —mientras han estado en el Omnigrado—, sobre sus vidas, sus espíritus; y ahora pueden demostrar cómo quieren pensar.
Por lo tanto, de tarde en tarde elevaré a aquellos que no han podido vivir ese viaje y que ahora, sin más, entran en esa cosmología, y para ustedes materializaré especialmente esta palabra, para que puedan comenzar a meditar con nosotros.
En primer lugar de todos siento una presión.
Espero que se me conceda esta mañana ganarme todo esto, estas cosas hermosas, para luego ponerlo en manos de André-Dectar, quien —y pronto lo viviremos y ustedes volverán a controlarlo— se lo ha ganado.
Voy a comenzar.
Antes que nada llegarán a escuchar lo que se les concedió vivir este invierno, en la temporada pasada, y si entonces todavía no se han mareado...
En realidad, tenían que haber tenido suficiente aquí para cientos de miles de eras.
Y todavía el ser humano sigue anhelando.
Desde la fuente más elevada le hemos encargado a André —y hagan suyas esas noches, para ustedes mismos (véanse las partes de ‘Preguntas y respuestas’ en que se ha dejado constancia de estas veladas)— que comenzara durante sus noches con el análisis del carácter de ustedes.
Porque su rasgo de carácter es cosmología.
En Ámsterdam dejo que los seres humanos, mis adeptos, hagan preguntas.
Solicitan estas conferencias, pero recuerden: las preguntas y respuestas directamente respecto de todas estas leyes es cosmología para las vidas de ustedes, para sus sentimientos, para su alma, su espíritu y personalidad.
Esta mañana quisiera pedirles en primer lugar, en nombre de los maestros más elevados: vamos, vamos, vamos, hombres y mujeres, por favor aprendan a inclinarse.
No vayan por la vida albergando malos sentimientos si alguna vez la sociedad les da un tirón de orejas.
Entregamos nuestra sangre, como ha podido hacerlo de verdad Cristo.
¿Por qué ustedes no?
¿Cómo quieren empezar luego con ese viaje universal?
¿Cómo quieren actuar?
¿Cómo se encontrarán en medio de todas esas fuerzas y esos poderes imponentes, para ustedes mismos, para su hijo, para Dios, para Cristo?
Empezamos el 2 de septiembre, y entonces André recibió del maestro Alcar ‘Los seres humanos y Dios’.
¿Lo recuerdan?
La siguiente conferencia fue ‘Los seres humanos y Cristo’, y después vino ‘Los seres humanos y su reencarnación’, ‘Los seres humanos y su despertar espiritual’.
¿Han ustedes vivido todo eso?
¿Entienden qué se han perdido respecto de sus vidas cósmicas?
‘Los seres humanos y su amor universal’.
En realidad tendría que poder dar diez, veinte conferencias sobre cada título aquí, y que se me concediera, para desenmarañarlo para su bienestar.
Solo entonces podríamos decir: para los seres humanos, para su personalidad, hemos puesto ahora los fundamentos para su carácter, sus pensamientos y sentimientos.
‘Los seres humanos y su amor universal’.
Ya oirán en breve cómo André acoge ese amor.
‘La cosmología para los seres humanos’, ‘Los seres humanos y la Omnifuente’, ‘Dios como luz’ —escuchen—, ‘Dios como alma, Dios como espíritu’, para los seres humanos.
Dios mío, Dios mío, ¿han ustedes comprendido todo esto?
Casi diría que sí, porque nos colman a mí y a André y a los maestros de flores.
‘Dios como madre y padre para los seres humanos’, ’La cosmología para los seres humanos’, ‘Los seres humanos y su unión divina’, ‘El cosmos astral y material para los seres humanos’ —escuchen esto—, ‘La paternidad y la maternidad del universo para los seres humanos’.
¿Quiénes son ustedes en realidad?
Y luego recibirán todavía más.
Y todas estas son conferencias que fueron consignadas y que son las posesiones de la Universidad de Cristo, su asociación espiritual científica.
¿Quién tiene esto en el mundo?
¿Quieren aceptarlo de mí, nuevamente?
¿Dónde están ustedes?
Y ahora vamos a comenzar inmediatamente.
La cosmología de Jozef Rulof, André-Dectar, parte 2: los seres humanos materiales, el revivir este viaje.
Todo lo que acabo de leerles tiene que vivirse en la tierra en estos momentos, ahora que vuelve André.
Tiene que meditar, tiene que repasar esas leyes en pensamientos y ponerlas en comparación con el estado en que vive; los seres humanos materiales, Adolf Hitler.
Pero escucharán que también Darwin, Sócrates, Aristóteles y Platón, Buda, los más grandes de todos y los más pequeños, Blavatsky, llegarán a él para inclinar las cabezas, porque André-Dectar estuvo en el Omnigrado y vuelve a la tierra.
¿Lo han vivido ellos?
Esta mañana tienen que reflexionar bien, pues, porque estos son los fundamentos para las siguientes conferencias y más adelante, no pueden simplemente pasarlos de largo.
No podemos lograr llenarlos con esta materia hasta que ya no puedan procesar nada.
Mediten, ayúdense ahora para llegar a esa cosmología, para conducirse a esa conciencia, y si albergan el amor y la comprensión, recibirán las “grandes alas”.
Veo morritos que a su vez no veía antes, y vuelvo a estar agradecido por eso, porque nuevamente se han vencido a sí mismos.
Y también hay a quienes tocó un momento La Parca, la evolución, diciendo: “Ay no, mejor vuelva y aprenda alguna cosa más”, porque entonces más adelante estarán listos de nuevo.
Gracias por los sentimientos.
Y ahora viene, ahora comienza la segunda parte de la cosmología.
“André está de nuevo en la tierra y en su organismo, está despierto y de inmediato comienza a pensar, vuelve a vivir entre la gente material, rodeado de pena y dolor, demolición y destrucción, hambre, pero siente que ha envejecido siglos”.
¿También habían envejecido ustedes después de esas conferencias?
Lo ven, ahora ya vamos a hacer preguntas, y es lo que más me vale hacer.
¿También ustedes habían envejecido después de estas conferencias que acabo de leer?
“¿Lo aceptarán los seres humanos de la tierra?”.
¿Los aceptarán a ustedes los seres humanos de la tierra?
“Volvió con sabiduría divina —son regalos celestiales para millones de hijos de la tierra— y con la conciencia de que Dios es un Padre de amor.
‘Ay’, envía al espacio, ‘¡qué feliz soy!’”.
¿También lo estuvieron ustedes?
“¿Dónde he estado?
Seres humanos de la tierra, estuve allí, he estado allí, y eso ya nadie me lo quita.
Estuve allí.
No lo creerán, pero estuve allí con los maestros, con el maestro Alcar y el maestro Zelanus, sí, también estaba Cesarino.
Estuvimos allí”.
Así que André vuelve a vivir en su organismo y empieza a pensar.
“En realidad todavía no se atreve a comenzar, a pronunciar la palabra de dónde ha estado, pero ya vendrá”.
¿También ustedes han pensado de esa manera o mejor volvieron volando de una vez en ese Omnigrado?
Yo estuve en el Omnigrado.
Estuvimos en el Omnigrado con los maestros.
Escuchen cómo son los pensamientos espirituales, el revivir espiritual para la gente en la tierra:
“Ahora hace preguntas para sí mismo y la humanidad.
Fue imponente, ese viaje, sobrenatural y sin embargo tan cerca a de los seres humanos, vive en ellos, son un mundo de eso, un imponente espacio espiritual material.
Eso vive en el ser humano y es el ser humano.
Y eso es de ti mismo, es mío, pero pueden asimilarlo las personas”.
Se imaginan ahora: hemos hecho ese viaje imponente hasta en el Omnigrado, donde vive Cristo.
Volvimos, los maestros tienen que despedirse de André, lo han vivido ustedes, y ahora ese pequeño ser humano de la tierra comienza a pensar.
“Sí, mi maestro”, envía enseguida al maestro Alcar, “seré fuerte y tengo que superarlo.
Cargaré lo que me venga, aunque se me pegue y patee, seguiré amando la vida, el núcleo para el que servimos.
Se lo prometo.
Lucharé”.
Se dice ahora a sí mismo: “Todavía me quedan algunas horas para pensar, para prepararme para levantarme y comenzar con la vida material.
Tengo que prepararme ahora, o ya no soportaré estar aquí.
La sabiduría divina vive ahora en mi interior, pero todavía no me atrevo siquiera a pensar en ella, mi maestro, pero tendré que hacerlo, ¿verdad?
Mi vida interior se vuelve ahora divinamente consciente.
Ahora lo divino tiene que manifestarse hasta en lo inconsciente para este mundo y en mí mismo, y eso tiene que recorrer un largo camino hasta que llegue hasta ese punto, y yo mismo seré maestro en esto y para todo esto.
Ese será entonces el momento en que esta sabiduría me pertenecerá.
¿Verdad o no, espacio?
¿No es cierto, mi Wayti?”.
Lo han oído, se lo he leído en voz alta.
“He vuelto, querido, y te prometo”, es una estrella, “que pienso en ti y que más adelante volveremos a hablar juntos.
Pero ahora estoy en la tierra, y en realidad: no estoy allí.
Siento que estoy acostado, pero planeo.
¿No es horroroso?
Empiezo a entender, mi Wayti, que estas fuerzas en mí continuarán otro poco, pero entonces tendré que volver a pensar y sentir yo mismo, y acoger el organismo en mí.
Pero tengo que decir sinceramente: me hace falta una atmósfera espiritual, las vibraciones que se sienten en el otro lado, el silencio que hay allí, porque ahora cada nervio en mí siente los estímulos y golpes debido a la demolición que tenemos que vivir ahora en Europa, que tiene que vivir esta humanidad entera.
Constato ahora, Wayti, que ha cambiado incluso mi aliento vital en este organismo.
Mi corazón late de otra manera.
Miro de otra manera.
Percibo de otra manera.
No tardo en aceptar las cosas de otra manera.
He cambiado muchísimo en este viaje, empiezo a ver, a entender; y eso en una sola noche por medio de los maestros, en unas cuantas horas.
Creo que ahora podré inclinarme tanto que ya nunca más me sentiré tocado interiormente por la materia, aunque se le pegue y patee a mi pequeña personalidad, mis sentimientos, mi alma, mi espíritu, mi pequeño esqueleto.
Wayti, espacio, madre luna, Dios, Cristo, estrellas y planetas, gente de la tierra, Sócrates, Platón, Aristóteles, Ramakrishna, he envejecido, he envejecido siglos, ¿lo creen?
Sé que se me regala todo y que mi maestro vela por mí, pero ahora tengo que comenzar con mi propio pensar para esta sociedad y para mi vida.
Sé lo que le gustaría darme.
Él también sabe lo que necesito.
Tengo que pensar.
Tengo que prepararme para volver a aceptar pronto la vida material.
Tengo que encargarme de que mi esqueletito no sucumba.
Ay sí, mi organismo ha sufrido estragos, pero ¿qué más da?
Nada.
Da igual, da absolutamente igual.
Con que yo mismo sepa lo que hago, cómo voy a actuar; y ¿no es mejor así, mi querido Wayti?
¿Sigues dormido?
Te entiendo y sé que todavía no puedes contestar.
Primero tengo que acoger en mí algo de todas esas fuerzas y esos poderes, o estos me asaltarían más adelante.
Lo sé y te doy las gracias porque aún no has venido a mí, te doy las gracias por eso y te envío mi beso espiritual”.
Mis hermanas y hermanos, cuando más adelante lean ‘Jeus III’, y lean que podemos comenzar con la cosmología, recibirán otro libro más, porque vivirán entonces su revivir, cómo tuvo que hacerlo André en 1944: solo, solo, solo.
Se vuelve a recuperar milagrosamente la unión cuando ustedes vean que han recibido esa parte de ‘Jeus de madre Crisje’, parte 3, y ahora que pueden percibir qué clase de cosmología se requiere para ustedes mismos.
Piensa como un rayo, reflexiona un momento y entonces vuelve a entrar algo en él: “Créelo, mundo, esto que traigo ahora a la tierra es sobrenatural, es divino y vive en tu corazón, en tu alma; tu yo es dueño de ello, mundo, humanidad, pero todavía desconoces esas leyes.
Tienes que saber despertarlo como ser humano y la personalidad para ti mismo.
Ay, las cosas como son: no tengo miedo, pero les cuento, se lo aseguro: llegaremos a ese punto.
Y aprenderás, mundo, que soy capaz de hacerlo, pero también tú lo asimilarás y no podrás eludirlo, humanidad, hombre y mujer, porque vive en tu alma, esa parte que tiene sintonización y que disfruta la unión con el alma divina, ¿verdad?, Su espíritu, Su vida, Su paternidad y maternidad, Su luz, vida y amor.
Por medio de cada acto espiritual, más adelante lo seguiremos y llegaremos a conocerlo, aprenderás a verlo y despertarás esa chispa divina como la parte del Omnigrado, por lo que cambia, amplía tu personalidad y tu carácter, lo que es la dilatación para la personalidad humana, tus posesiones espirituales detrás del ataúd”.
Vamos, escuchen cómo reflexiona ese André.
“¿No se vuelve sencillo todo?”.
Todavía le parece sencillo, pero así es.
Y ahora vuelve a haber otra cosa más.
“Y es lo que quiso Sócrates.
Para eso se ha construido una universidad.
Pero a este genio, a este pensar y sentir espirituales se le puso delante una copa de cicuta.
La tierra volvió a golpear.
La humanidad pisoteó la evolución.
Y ¿cómo ocurrió? Quiero decir, este despertar por el que comenzó Sócrates.
Y esto es para la humanidad, para los seres humanos, vivan donde vivan las criaturas de Dios, tienen que empezar con esto.
Y es lo que tengo que seguir ahora, espacio, Wayti.
Vale la pena, ¿verdad?, llegar a conocerlo”.
André continúa.
Se sigue y vive a sí mismo.
“Mi sabiduría”, comprende, “es consciente e inconsciente, y sin embargo tiene que volverse consciente, o dentro de mí las cosas se verán raras, entonces iré dando vueltas en una fuerza de gravedad espiritual sin que eso sea necesario, que formará parte de mi yo de la conciencia diurna”.
¿Lo comprenden?
Lo que han vivido allí y lo que el año pasado les hemos dado por medio de las conferencias, para ustedes sigue siendo inconsciente, aunque lo hayan oído, porque tienen que asimilarlo.
Y entonces, una y otra vez, vuelven a decir: “Sí, pero André es un instrumento”.
Pero ¿acaso esto no es lo mismo, entonces, que lo que él ha vivido e imaginado?
¿No tienen ustedes entonces los libros, su vida, pues, para comenzar con eso?
Solo tienen que conducirse a ustedes mismos hasta esas leyes, y eso se lo enseñará él entonces.
“Tengo que reaccionar”, dice, “y pronto, y me mostraré al mundo, a la humanidad, a Europa, a todos los que quieran pisotear las leyes de Dios.
Sí, eruditos”, exclama a las universidades, “he vuelto.
Todavía no me he desplomado.
¡Puedo hacer lo que quiera!
Si sigo pensando en lo que se me concedió vivir esta noche, me veo ante mi propia voluntad y la de los seres humanos y la de su personalidad divina, y sin embargo se dice que la gente no tiene voluntad propia.
Eso sí que me fue quedando claro esta noche, eruditos.
La gente tiene una voluntad divina, pero no la usan porque quieren hacer exactamente lo que les interesa.
Pero cuando empiezan a hablar la Omnifuente y la Omnimadre por medio de esa voluntad, la gente tiene que volver a inclinarse ante esas leyes divinas universales.
La gente llega a tener el control del consciente estadio divino si empiezan a trabajar en sí mismos y si empiezan a pensar de manera espiritual universal.
¿Lo cree usted, humanidad?”, vuelve a lanzarle a la cara a la humanidad.
“Quiero hablar con usted, ahora envío mis sentimientos y sabiduría a su vida, humanidad, sociedad.
Verá, erudito, que tarde o temprano tendré mi respuesta, y que entonces me llegará sin más desde nuestra sociedad.
Vivirán ustedes que empiezo a vivir la unión, la telepatía espacial y espiritual, natural, y entonces llegaré a ser uno solo de persona a persona, de sentimiento a sentimiento”.
Y así ocurrió, vendrá después.
“Tal vez incluso sea un estudiante de usted”, ya viene, “un ser humano que se abre a los sistemas filosóficos de Sócrates, y entonces le responderé según las leyes espaciales, o lo haré de otra manera y tal vez engañe a esa vida pobre por querer protegerla a ella y a esta pequeña personalidad.
Porque sé lo que tienen que procesar estos sentimientos”.
André fue uno solo —y ustedes también lo han vivido— con el Omnigrado, con los espacios de Dios.
Hemos vuelto, y ahora ya en la tierra le llegan pensamientos de este modo.
Ya oye hablar a un ser humano en ese espacio, y es la telepatía divina, el ser uno con personas, animales, Dios, Cristo y los espacios.
Y más adelante oirán que habla a un estudiante en este país, y ahora van y vienen los pensamientos y él salva a una criatura desde su mundo, así como así, en la calle.
Más adelante tendré que leerles ese imponente pasaje y entonces podrán vivir cómo ustedes pueden vivir su unión divina.
André dice: “Lo importante será entonces cómo piensa esa vida, o comenzaremos una guerra espiritual”, ¿lo oyen?
“Pero ahora lo sé: la telepatía espacial existe.
Cualquier perro y gato puede vivirla, erudito”.
Escuchen qué espacio: los seres humanos, los eruditos, el espacio, el sol, la luna y las estrellas, así esos sentimientos pasan como brillos y destellos por el espacio, por la sociedad, y eso es ahora la dilatación para la personalidad.
Dejar que se dilate el espacio, dar espacio a sus sentimientos y dar a todo lo que vive en la tierra su forma.
Es lo que van a vivir ahora y entonces llegarán a ver la profundidad, la profundidad para los seres humanos.
Así tienen que llegar a ser todos ustedes.
“Solo las personas no están abiertas a ello”, dice André.
“No quieren pensar, como no quieren hacerlo para tantos asuntos imponentes que llegaron a tener que representar un mundo propio por medio del Dios de todo lo que vive”.
Los seres humanos dicen: “No, no, no”, y sacan a relucir sus propios pretextos.
“Mundo, erudito, señor fuerte, ¿ríe su personalidad por todo lo que ha creado Dios y lo que yo digo sobre la reencarnación, el renacer?”.
¿Lo oyen?
“Volveremos a vernos en este camino, erudito, ya volveremos a hablar.
Además, filósofo, seguidor de Platón y criatura de Sócrates, volveremos a vernos, y entonces estaremos ante los sistemas filosóficos de cada día, la noche, la luz, la tarea que ustedes han de llevar a cabo en la tierra.
¿Qué quieres”, escuchen ahora, “pobre Darwin?”.
André escucha.
“Santo cielo, hijo de este mundo, cómo te has equivocado”.
Eso André lo sabe ahora.
“¿Cómo es posible? ¿Todavía no reaccionas?”.
“¿Dónde está Sócrates?
¿Dónde está Platón?”.
“Ramakrishna, veo su rostro, sonría un momento y dibuje una sonrisa espiritual espacial, ¿tengo razón?”.
Y entonces Ramakrishna le guiña el ojo.
“¿Escucha usted cómo tiemblan?”.
“Blavatsky”, dice de pronto, y Ramakrishna mira hacia la derecha y mira en el rostro de Blavatsky y se da la vuelta y da sus orquídeas a André-Dectar, la criatura, el instrumento de los maestros, diciendo: “Hasta pronto, André, mejor sigue chisporroteando un poco más.
Quiero echar un vistazo y ver quiénes son los que escuchan en el universo”.
Ramakrishna se va.
“Santo cielo, criatura de este mundo”, dice otra vez a Darwin, “cómo te has equivocado.
Cómo es posible, cuánto te has equivocado, lo veo y siento, no, lo vi esta noche.
Y sin embargo tenemos que comenzar todavía con ese desarrollo, señor Darwin.
Pero ese es entonces nuestro mundo animal, ante el que se vio usted, y en que usted comenzó a comparar a los seres humanos con el mono”.
“Por fin”, abre un momento los ojos, pero todavía hay oscuridad.
También hay silencio, pero sus pensamientos increíbles e imponentes casi ponen el edificio patas arriba.
El espacio tiembla, los maestros, lo sienten, sus pensamientos, sentimientos y pensar vuelven al Omnigrado, su radiación alcanza los infiernos y los cielos, el paraíso, Jerusalén, el Gólgota.
Los libros que ha vivido, los viajes que se le concedió hacer con su maestro, echan ahora un punto por encima de su personalidad.
Él mismo ha construido esos puentes, ahora puede volver hasta en el Omnigrado divino para los seres humanos.
Y escuchen entonces, nuevamente desde allí, todos esos pensamientos imponentes, son volúmenes enteros que él imagina.
De pronto, otra vez: “¿Dónde nacieron en realidad los animales, mi hermano Darwin?”.
Ni una palabra.
“Soy André-Dectar, Jeus de madre Crisje”.
Pero Jeus sigue dormido, solo Jozef está despierto, más adelante tiene que tomar este organismo, que luego tendrá que cuidar y representar las cosas materiales de la conciencia diurna.
Pero ahora todavía no doy la palabra a esos dos, solo haría yo que desfallecieran.
Primero tengo que hacerlo yo mismo.
“Pero, Darwin”, sale enseguida al espacio otra vez, “existes y habías errado el tiro por completo”.
“Jeus, ¿estás despierto?”, llega de pronto.
Adiós, Darwin; hola de nuevo, Jeus.
“Darwin”, otra vez, al mismo tiempo.
“Estuviste cerca, sí, estuviste justo encima pero ni siquiera lo viste”.
Y eso es también para los seres humanos.
Están encima de Dios, están encima de Su alma, Su espíritu, Su luz, Su vida, Su paternidad y maternidad, pateando, sin sentir que oyen a Dios gritando por todo en Su amor, en Su divina unión.
“Vamos, quítate de Mi túnica, por favor”, dice Dios todos los días a los seres humanos, pero estos están encima sin sentirlo.
“Y ¿por eso hay que llorar, mundo, humanidad?
¿Tienes que llorar porque recibes que Darwin vivió unas tinieblas y no vio la luz del mundo animal?
De todos modos no te ayudará, porque tú también tendrás que lograr atravesarlo para poner esos fundamentos espirituales y espaciales.
Pero te ayudaré a cargar, te conduciré hasta ese aprender a pensar, y sabrán como hay que vencer esos imponentes espacios divinos.
Yo te defenderé”, escúchenlo bien, “mi amigo y hermano Darwin, no me disgustaría un tulipán de estos con mi nombre, y así será, recibiré una cosa de esas.
Escucha esto, Darwin”, escuchen ustedes a André, todo lo que va a venir, “un lector de mis libros, Darwin, que me ama, y que por lo tanto es un hijo de los maestros, puso mi nombre a uno de sus tulipanes.
Y ese es, pues, el tulipán André-Dectar.
El mío no llegará a ver perifollos, pero tiene luz vital del espacio, y los sentimientos de la personalidad que densificó la madre tierra.
Pero los alemanes han dejado que el agua salada inundara sus tierras, y ahora otra vez se ha echado a perder mi tulipán.
Así que estuviste cerca, Darwin, estuviste encima, pero no viste ni sentiste todavía ese milagro de Nuestro Señor por el que Él se manifestaba”.
Ahora mejor deja caer su tulipán, de todos modos este está debajo de la tierra.
Y a la vez vuelve a tener la personalidad de Darwin en las manos y continúa.
“Una vez que lleguemos a ese punto y vivamos el mundo animal, Darwin, te llamaré de regreso y volverás a mí aquí, Darwin, yo estuve allí, viví la división de los seres humanos y los animales.
Puedo analizarte las leyes para ese animal y para los seres humanos, y aclarártelas de manera espacial y divina.
Y debido a que ahora he estado allí, tú tendrás que venir a mí, más adelante, porque tengo que analizar tus errores.
Tengo que poner fundamentos para ese puentecito débil que usted ha puesto para la humanidad, pero los maestros me convencerán a mí y a ustedes de ello.
Darwin, estoy en contra de usted, es la voluntad de Cristo que controlemos Sus leyes para que esta humanidad espantosa y pobre despierte.
Darwin, ¿entiende usted ahora que paso por encima de su cabeza, que tengo que hacerlo?
Y el mundo sigue diciendo que usted era tan grande.
Pero ya vienen llegando los pequeñitos, los biólogos y los geólogos que dicen: “Eso de Darwin fue bueno e imponente.
Pero nosotros, en cambio, vemos otra cosa distinta”.
Así que su sabiduría se oscurece y puedo demostrárselo, lo vi y se me concedió vivirlo esta noche”.
Así que Darwin ya ha desaparecido del mapa.
Sin duda que significa algo para Jeus de madre Crisje, directamente desde ‘s-Heerenberg, desde la tumba de Crisje, que ahora, en estos tiempos, pueda pensar que sin más, sin esas universidades, deje de lado a Darwin y pueda decir: “Mejor vuelvan dentro de mil años”.
Es la evolución.
“Estoy quieto”, percibe, “estoy tristemente quieto y tan feliz que emociona porque sé dónde estuve esta noche, dónde estuvimos.
Ay, Dios mío, mi madre Crisje, estuve allí”.
Otra ola más desde el Omnigrado que entra en él.
“¿Qué ser humano puede creerme?
Seres humanos de la tierra, por favor, escúchenme.
¿Qué cosas son las que quieres hablar esta vez conmigo? Te seguiré, cuidaré ahora cada palabra”.
Y llega desde el Omnigrado el chisporroteo, las palabras de la madre tierra en la miseria en que vivimos en 1944.
La sociedad llega a aparecer ante él y ahora tiene que escucharla, y controlar sin embargo todo en su razón, sus sentimientos, su conciencia diurna, porque se convertirá en las posesiones espirituales, la dilatación para sus pensamientos y sentimientos, y para los seres humanos.
“Ya veo”, dice, “madre tierra, sociedad, estás hablando de tu propia miseria
Pues, ¿por qué Dios puede aprobar esto?”.
Escuchen, la sociedad ya está hablando.
“Eso es.
¿Por qué puede aprobar Dios que un idiota, que Adolf Hitler, un diablo, un satanás, destruya, gasee, mancille, deforme a tantas personas, a tantos niños?
Porque eso es, es lo que ahora me llega.
Ahora no se escucha otra cosa.
Esto lo viven todas las personas.
Se lo pregunta la gente.
Sí, sociedad, allí andan otras criaturas.
Ahora su pastor protestante ya no sabe ni qué pensar.
Ahora el señor párroco se queda con la boca abierta.
Los seres humanos piensan, pero en la dirección equivocada.
Todavía no quiere cambiar ese instinto de animal gregario.
Los seres humanos permiten que se piense en su lugar, todavía no pueden sentir, no pueden entender que Dios no quiere tener nada que ver —ni lo tiene— con toda esta miseria, este estiércol, estas tinieblas.
Pero eso te lo demostraré yo, mundo, pastor protestante, teólogo, cardenal, papa y monjita.
Te lo revelaré según las leyes divinas.
¿Todavía no son suficientes pruebas?
Si me das eso, poder hablar contigo, aclararte esas leyes, entonces ya nunca jamás te dejaré solo.
Pero todavía no has llegado hasta ese punto.
Y ya no pienso esperar a que despiertes.
Inclinarás la cabeza.
Sí, lo sé, eso tomará todavía un poco más de tiempo y para mí es una pérdida de tiempo, así que voy a continuar.
No obstante, este siglo te obliga, pastor protestante, teólogo, sociedad, a poner las cartas sobre la mesa, y esto que yo considero y palpo y recibí desde el espacio de mis maestros forma parte de ello”.
Respira hondo un momento y constata que es capaz de poner un alto espacial a la vida en la tierra.
Los astrónomos, los biólogos, los geólogos, los teólogos, los Sócrates, cada universidad espiritual puede sentarse y recibir de él la sabiduría.
Ahora ya tiene consciente universalmente espacial.
“Y sin embargo estoy en mi camita”, dice, “y mi pobre cuerpo tiene el aspecto de haber muerto ya.
Basta con oír como crujen esos huesitos”. 1944, un ser humano en 1944.
Ustedes se veían ahora ante el invierno de hambruna y ante estos pensamientos: André en el invierno de hambruna.
“Entiendan esta felicidad, entiendan que de todo, de los disgustos aquí, pueden aprender”, dicen los maestros, dice Cristo, “porque entonces no beberán una sola gota de Mi sangre, sino que estarán entregando su propia sangre, si quieren comenzar con este pensar y sentir”.
“Voy a procesarlo todo”, dice André.
“Pero escucha bien lo que digo”.
Escúchenme, lo fantásticas que son esas fuerzas en un espíritu, y que tampoco la materia significa nada ya si ustedes perciben como lo hace y vive él.
Ahora llega de pronto: “Dios no tiene que ver nada, cero”, dice, “con tu miseria de este mundo.
Y para eso tienes que inclinar la cabeza humana, tus sentimientos y tu personalidad”.
André, pareciera como si algún Dios estuviera haciendo las cosas.
“Todo va bien”, dice de pronto, “maestro Alcar, justo como lo pensé yo mismo, cuando volvíamos, aunque faltó poco para que me desvaneciera; mejor imposible.
Hasta ahora estoy contento de mí mismo, mi maestro, mi querido maestro Alcar, mi buen Anthony van Dyck.
Lo que oigo ahora, mi maestro, son habladurías humanas que carecen de importancia, se abalanzan sobre mí.
Y ahora que oye todo ese cacareo y esos sinsentidos, esas habladurías, esos líos inconscientes de esos millones de personas que rezan por Él, de los pastores protestantes, postrados sin saber qué pensar, ¿qué de cosas no ha de poder captar ese buen Cristo, el Mesías? ¿Qué no ha de sentir ahora?
Porque ya me llegan a mí esos chismes inconscientes.
Y yo no soy más que un ser humano.
Y ahora, maestro Zelanus, maestro Alcar, Cesarino, Damasco, la media luna, los millones de ángeles que han vivido la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta, séptima esfera, los seres humanos, los millones de ellos que vi en el cuarto grado cósmico...
Gente, gente, gente en la tierra, ¿todavía no sucumbirán por sus risas estúpidas?
Estoy contento”, dice, “maestro Alcar, de mí mismo.

Lo que oigo ahora es palabrería humana, cháchara vacía sin relevancia.
Lo que oigo es miserable, pero ¿qué puedo hacer?
¿Hay algo que se pueda aprender en la calle ahora mismo?
La gente habla de comida y bebida, Cristo, Mesías, maestros, de demolición y destrucción generalizada y de la fe y sus religiones.
Hablan de su iglesia que no hace nada, que no sabe hacer nada, porque la iglesia ha sucumbido.
Esos sentimientos, esos clérigos ya no son capaces, ya no saben dar una miga de pan espiritual a una criatura.
A ellos mismos se les ha embadurnado.
El clérigo en estos tiempos, deberían verlo, Señor Nuestro, siente que se le ha pegado y pateado, que han acabado con él.
Adolf Hitler es mucho más fuerte, sabe muchas más cosas.
Los seres humanos buscan el camino equivocado y vuelven a crucificarte.
Pero vuelvo a sacar esos clavos por medio de la cosmología y eso, Señor Nuestro, lo hará el de nuestra madre Crisje, y se lo voy a demostrar”.
¿Soberbia extrema?
“Lo sé, mi Señor: por medio de cada ley espiritual espacial saco con fuerza un clavo de Tu cuerpo y alivio la herida que te hicieron los seres humanos.
Quieren beber Tu sangre, yo blindo esos cálices por medio de la reencarnación, del renacer, de Tu paternidad y maternidad, de Tu luz, de Tu amor, porque no eres un maldito, no quieres tener nada que ver con esta demolición y estos disgustos, ni tampoco tienes nada que ver con ellos, son las posesiones de los seres humanos.
Y para eso pongo los fundamentos.
Esto, lo que esta noche se me concedió vivir, lo entrego para esta humanidad inconsciente, más adelante el teólogo me ayudará, porque entonces se le bajará la cabeza y él dirá: “André-Dectar, puedes clavármelos entre las costillas, pues no lo conocía a Él.
Ya no beberé más sangre, primero quiero tomar la mía”.
Así, mi Cristo, te demostraré que soy digno de que se me concediera ver Tu Omnigrado”.
¿No es cierto?
“Oigo como gritan, mi Cristo.
Oigo como gimen, mi Cristo.
Veo como deambulan, mi Cristo.
Veo como pasean y andan por las tinieblas.
Levantan los rifles y abaten de un tiro la vida de Tu y mi Padre, pues tienen hambre y carencias, odian.
Odian.
Europa odia.
La humanidad odia.
Pero ¿es que queda alguien que no odie?
Sí, soy yo.
No odio, solo albergo amor, el saber y la conciencia, mi Cristo”.
André puede confirmar que así piensa bien y de manera inmaculada.
“Porque lo ve”, digo, dice el maestro Alcar.
Continúa y de pronto, escuchen esto, en estos pensamientos... y ustedes siguen viviendo en eso, Adolf sigue disparando sus cohetes V2, porque de pronto uno de ellos le pasa por encima de la cabeza.
En La Haya los edificios retumban.
“Pero a mí, Adolf, me deja frío como un témpano.
Has de saberlo.
En 1935 te vi y hablé contigo.
Te dije entonces: ‘Tú eres el Satanás, luchas por las cosas equivocadas, por la demolición, y yo por la Universidad de Cristo, por el amor’”.
El bien y el mal ya estaban enfrentados entonces, y había dos personas.
Para el mundo, Adolf Hitler representaba el mal, la demolición, la destrucción, los sótanos de gas, la sangre; la terrible sangre representaba a Adolf Hitler y los de su calaña, y a Jeus de madre Crisje, como André-Dectar, los cielos, el Omnigrado, Cristo, el Mesías, el Verdadero, que llegó a conocer ahora por medio de estos viajes.
“Tengo que continuar”, dice de pronto a Adolf Hitler, “así que si quieren, disparen a todo lo que se mueva.
Ya sé que habrá gente infeliz.
Pero conmigo no vas a poder.
Si quieres empezar a pensar de otra manera, Adolf”, recibe Adolf, a pesar de todo, “entonces puedes hacerlo para la inconmensurabilidad, para tu alma, tu espíritu, tu vida, tu personalidad, tu paternidad y maternidad, y desde luego para tu amor.
Pero ya no tienes personalidad ni voluntad ni espíritu; tu vida ha quedado mancillada, violada, deformada.
Estás podrido, eres el mal putrefacto.
Caifás, ¡despierta!
Tus pensamientos sucios, tus sentimientos de odio te sintonizan con las tinieblas”.
¿Y eso nadie lo cree?
Sí, la gente lo acepta.
“Pero allí oyes que hay sentimientos tenebrosos que gruñen, que estallan; eso es tu carácter, tu personalidad.
¿Tu amor?
¿Tu amor?
Adolf, ¿dónde estás ahora?
Si no abres bien los ojos ahora, Adolf, humanidad, encima los engañarán por delante y por detrás.
Porque esas cosas vuelven a uno, sea como sea”.
Es lo que dice André en esa época, y ¿no es lo que ocurrió?
“La gente que piensa tener que entregar sus vidas por la sociedad y el pueblo...
Gente de La Haya, Ámsterdam, Róterdam y del pueblo de Geldermalsen, de París, Londres, Viena, Moscú, Budapest: si toman un fusil, seguirán a Satanás y representarán su propio carácter diabólico, porque no harán lo que dijo Cristo y para lo que Él vino a la tierra.
Ustedes son diablos.
Porque Él dijo: ‘No matarás’.
Y llegué a conocerlo esta noche, yo.
No luchan por su despertar ni por su propia demolición, seres humanos, madres, padres.
Si escuchan la demolición, los líos equivocados, eso significa de inmediato que todavía no están listos para querer entregar sus vidas, sus sentimientos gloriosos, sus personalidades que se dilatan para Cristo.
Si de verdad quieren vivir la cosmología, si quieren ver a Cristo, no pueden albergar pensamientos materiales equivocados, destructores.
Entonces todo está bien, todo está bien entonces.
Pero ¿lo quieren?
Entonces no participan en la destrucción.
Eso todavía no les importa, pero más adelante estarán ante estas leyes divinas disarmónicas, que no creó Dios, pues, sino ustedes mismos.
Entonces estarán justo encima de ellas.
Aquello para lo que aprovechan estas vidas por medio de ustedes mismos, de su sentir y pensar, no es tanto.
Pero en la siguiente vida volverán a estar encima, encima de esa demolición, y tendrán que explicar entonces para el espacio, para las leyes de Dios qué es lo que quieren.
Tendrán que poner las cartas sobre la mesa.
¿Piensan ustedes igual que yo?
No, no saben hacerlo, pero aun así tendrán que empezar a hacerlo.
Ustedes piensan”, dice, “que pueden hacer y deshacer para ustedes mismos lo que quieran, Adolf, sociedad, pastor protestante.
Sí, es verdad.
Pero no se quejen entonces cuando los invada la putrefacción del espacio y de la sociedad, y cuando su subconsciente y su conciencia diurna empiezan a pudrirse porque siguen y aman las cosas equivocadas.
Entonces serán hijos de las tinieblas y allí huele fatal.
Eso nuevamente lo han querido ustedes mismos.
Vamos, dispare a la vida de Dios y abátala, Adolf, llegará el día en que tenga que justificarlo, y al igual que usted los demás, la gran mayoría de la humanidad.
Porque para eso surgieron un Getsemaní y un Gólgota.
Por eso hubo un gallo que cantó para los seres humanos en Jerusalén.
Pedro, ni que hubieras sido tan malo”.
De pronto André ve los padres y madres adultos de la tierra, de la sociedad, los sigue en pensamientos y quiere saber ahora qué hacen.
O sea, todavía está acostado en la cama.
Y ahora dice: “Ahora de pronto lo sé.
Ahora conozco de inmediato todas esas personalidades insignificantes.
Ahora puedes decir: habrase visto, pero ¿lo captará esa persona?
¿Por qué es que tienen que seguir todo ese odio, toda esta miseria, gente?
¿Es esa su especie?
Entonces nuestros caminos se separan.
No estoy dispuesto a pensar y servir para Satanás, no tengo intención de pensar de manera equivocada sobre los seres humanos, a mí todo me parece bien, aunque más adelante Adolf me pegue un tiro en la calle, aunque me muera de hambre, soy dueño de mis “alas” eternas.
No hay maldad para mí.
La propia gente lo quiso así.
Pero ven el mal, lo equivocado, y lo hacen.
Si más adelante Adolf los gasea, seres humanos, no se quejen entonces (véanse los artículos ‘Hitler’ y ‘Pueblo judío’ en rulof.es).
Alguna pizca de esta verdad debe haber en ustedes.
Claro, pierden su vida material, acabarán con ustedes; sin embargo, si ustedes son inmaculados, Dios no podrá aprobar que se los maltrate en lo más mínimo.
Judíos, católicos, protestantes, seres humanos de esta sociedad: ¿aceptan este karma?
¿Quieren pelear ahora por su espíritu, su alma, su gloria?
¿O solo siguen luchando porque son hijos de mi tierra, de mi pueblo, porque sienten que tienen que hacer algo por su tierra y su pueblo?
Ya hablaremos sobre eso.
Pero entonces me reiré de ustedes en su cara.
Solo lucho por el Cristo en mí, por el Dios de todo lo que vive.
Ya no tengo nada que ver con reyes y emperadores, con nobleza material de su sociedad.
Han despertado en mí la nobleza espiritual para el otro lado y el espacio y el Omnigrado.
Hablan de vida y muerte, sociedad, hablan de conciencia y subconsciencia, universidad, eruditos, teólogos, psicólogos, psiquiatras, pero no se conocen a sí mismos.
Esos son sus problemas, seres humanos de esta sociedad, que no consiguen resolver.
Pero se buscan a sí mismos.
Participan en ello.
Sin embargo, perecerán.
Y entonces ¿todavía tienen de qué quejarse?
¿Tiemblan y se estremecen de esta miseria?
Me río ahora en su cara, en esta máscara podrida, Adolf, de esta miseria y de todos esos disgustos.
Esta miseria no me hace nada, me he convertido en un hijo del espacio.
De verdad que soy un hijo de Cristo.
Ustedes mismos lo han querido.
Dios no les dijo que participaran en ello.
No aprobará que a sus hijos se les asesine, que busquen cosas equivocadas.
Dios mío”, grita, y envía al Omnigrado, “de qué manera tan infalible has armado Tus creaciones y las han creado de manera espiritual y material Tu ver y sentir y pensar”.
Vamos, miren cómo son las palabras.
“Llevo una gran carga cósmica divina.
Hace un momento pensé que iba a desfallecer, pero ya no volverá a pasar.
Ay, Padre mío, soy tan feliz.
Entiendo que voy a ayudarte a cargar.
Siento que me voy haciendo cada vez más ligero.
Así es.
¿Hago ahora algo, aunque sea poco, por Tus hijos?
¿Traigo una pizca de pensamientos y sentimientos distintos a Tu vida?
¿Cargo ahora, aunque sea poco, Dios mío? ¿Estoy trabajando, sirviendo si intento conducir a Tus hijos a otro pensar, a otro sentir?
Seguiré siendo humano.
Mostraré a los seres humanos que el Omnigrado divino permanece en mi vida.
Jamás aprobaré que se me conceda acceder a la Omniconsciencia...
Ay, Cristo mío, la gente no verá jamás que viví en Tus entornos.
Lo blindaré hasta que pueda llamar mías las esferas de luz y hasta que esté allí, donde los míos y los Tuyos.
¿No es verdad, mi Padre y mi Madre? Solo entonces podré revelarme y llegaré a las leyes espaciales y despertaré y despertará Tu vida, Tu criatura en la tierra a la que ahora se le pega tanto”.
Y entonces dice de pronto, y así está aquí, con fundamentos divinos, “¿Lo quiere usted?”, y “¡Lo haré, Omnimadre!
Usted es amor.
Usted es felicidad y vida eterna.
Es alma y espíritu.
Personalidad y felicidad, calma, paz, amor eterno.
Y se lo diré a Su vida, mi Omnimadre, haré todo lo que pueda.
¿Qué espera de mí, pues, el Omnigrado?”, continúa André.
Deberían sentir estos pensamientos divinos, de vuelta en esta sociedad horrible, que sigue siendo igual de horrible, pero entonces ya no había comida, ya no había nada, ya no había calor; y sin embargo los seres humanos piensan aquí desde su estadio divino para los seres humanos.
A ver si pueden contar una vez más que Jozef Rulof, André-Dectar no sabe lo que quiere y no tiene el bien.
Vamos, destrúyanlo una vez más, entonces de todos modos llegarán a sí mismos.
“¿Qué quiere de mí el Omnigrado?”, continúa.
“Ahora todos los espacios de Dios tienen que escucharme.
No por obligación, sino por el amor y el deseo de servir.
Ahora los espacios empezarán a escuchar”, dice, “si me sintonizo con el amor.
Me prepararé para cada ley.
Si sigo amando la vida, llegaré a ese punto, Adolf Hitler, teólogo, mundo, sociedad”, 1944, “y una vez que esté allí, sí que habrá gente que vendrá a mí queriendo escucharme”.
Y en verdad, siete años después de estos sentimientos y pensamientos hay aquí un par de cientos de personas.
Les doy las gracias.
La vida avanza.
¿Es todo esto verdad?
“Conduciré Su vida al despertar, Madre mía”.
André habla ahora con la Omnimadre.
“Diré a Ramakrishna que se me concedió conocerla y eso también a él lo hará feliz.
¿Sabe usted, Madre, cómo ama ese hijo Su vida, cómo la ha amado, cómo se ha entregado por la gente?
Diré a la gente de la madre tierra, Omnimadre, que estuve donde Usted.
Que la vi y que hablé con Usted.
Creo que habrá quienes me oirán y querrán hacerme caso, mi Madre”.
“Gente de este mundo”, ahora otra vez a la tierra, “tengo que contarles algo milagroso y soy capaz de hacerlos felices, ¿me oyen?”.
La pobre vienesa sigue dormida, o desfallecería por estos pensamientos y sentimientos imponentes, pero aquí al lado, de eso nos encargamos yo y el maestro Alcar, nuestra querida vienesa está dormida que es una gloria.
“Mundo, ¿me oyes?”.
Así brama esta criatura, André, temprano por la mañana después de su viaje.
¿Lo entienden?
Pronto se lo preguntaré.
“¿Me entiendes?
¿No?
No estoy loco, no soy demente, no soy psicopático.
Casi me desbordo, he recibido razón espacial, sé lo que digo, lo que siento.
¿Acaso no me oyes toser, reír, silbar?
¿No me oyes ahora hablar?
Estoy pensando divinamente.
Es decir que sigo siendo un ser humano normal”, dice de pronto, “porque te voy a mostrar que lo procesaré como ser humano y que no hace falta que vivas demencia por medio de estas milagrosas leyes vitales divinas.
Te demostraré que soy normal.
Escuchen ahora”.
Y mira a la tierra, a la sociedad.
La conciencia de la madre tierra tiene que escuchar y él dice: “Veo que sus cabezas se giran para escuchar.
Eso es glorioso.
De verdad que vale la pena, demuestra que los golpes aún no los han dejado muertos en vida, sociedad, y que todavía están abiertos a algo más.
Pero escuchen bien ahora.
Ahora viene: lo contaré con calma, no los sobresaltaré, sociedad...”, pero ya lo oyen, gente, entienden ahora bien lo que está ocurriendo: el Omnigrado quiere volver a la tierra.
La conciencia de Él tiene que revelarse.
De pronto ha salido, pero todavía no todo, “Esta noche”, dice André, “estuve en los cielos.
Sí, estuve mucho más allá.
¿Qué dicen de eso?
A ver, ¿qué dicen?
¿Estoy loco? ¿Soy un iluso?
Pero ¿acaso mi Galileo no fue también un iluso?
¿No fue Ramakrishna también un loco?
¿Acaso los egipcios también fueron ilusos, dementes?
¿Buda, acaso?
¿Puede un ser humano vivir a Dios?
¿Se me tiene que encerrar, dice usted?
¿Fue Sócrates una criatura loca?
Eso no lo pasas, ¿verdad, sociedad? ¿Verdad?
¿Qué te oigo decir?
‘¿Es un ser humano pecaminoso capaz de vivir a Dios?’.
Ajá”, dice André, “allí vienen haciendo su aparición, desde La Haya, los sentimientos de un teólogo, ‘Un ser humano pecaminoso no es capaz de vivir a Dios.
Enciérrenlo.
Ya tenemos suficientes locos en la tierra.
Toda esta sociedad está loca.
¿Le crees tú?’.
Pero te voy a contestar”, lanza André esos pensamientos de vuelta a la sociedad.
“Gente, tengo algo para su alma y su espíritu.
Se ríen.
¿Ríen por tener hambre?
¿Ríen por casi desplomarse en su tumba?
¿Porque Dios no es amor?
No anhelan, no ansían la sabiduría espiritual, su sabiduría, su teología está en un punto muerto.
Pero yo he visto el Omnigrado”.
Y ahora ya queda dicho.
Se asusta.
Vuelve otra vez.
El Omnigrado queda dicho.
No se le concede, no se atreve a aferrarse a él, a este sentimiento, pero lo ha materializado en sí mismo.
El corazón se le desboca, la circulación sanguínea se acelera, por poco le estalla la cabeza, ahora que ha dicho simplemente “He estado en el Omnigrado”, porque estuvo allí.
Y ahora ha sido materializado.
Vuelve a dejar que se vaya y dice: “¿No necesita a Cristo?
¿Y no existe Dios para ustedes?
¿Porque no podría aprobar esta vida?
¿Dios no puede aprobar esa condena? ¿Esa lucha, esa miseria?
¿Y todo eso sería entonces por tu hambre?”.
Va directamente a la sociedad.
Pero vuelve, dice: “Sin embargo, se lo voy a aclarar.
Ustedes se aferran a comer y beber.
Están locos de dolor a causa de su miseria.
Pero hay más que eso entre la vida y la muerte, vamos, créanlo.
Gente de la tierra, escúchenme un momento, por favor.
Tengo un mensaje divino para su alma, su vida, su espíritu, su luz, su espacio, su paternidad, su maternidad, su sociedad, sus universidades; he recibido y traído sabiduría para cada pensamiento que puedan imaginar como seres humanos.
No, no desde los cielos, sino que esta noche estuvimos en otra parte y se lo contaré y aclararé enseguida, porque no quiero asustarlos.
Pero lo oirán.
Hoy mismo, porque una vez que se haya dicho eso, según sé, el maestro Zelanus podrá comenzar a consignar esta obra, y estaremos materializando el Omnigrado divino, la paternidad y la maternidad divinas, la luz divina, la Omnialma, la Omnivida, la Omnipersonalidad, la reencarnación y entonces, mundo, teólogo, tendré en las manos los primeros libros para la nueva Biblia.
Tampoco eso lo creen.
Pero llegará el día en que el mundo tendrá que aceptarme, porque estuve en el Omnigrado.
He visto y vivido a la Omnimadre.
Soy una parte de la Omnialma, del Omniespíritu, de la Omnivida, de la Omnipersonalidad.
En este momento, ahora mismo, represento el Omnisentir y el Omnipensar, traigo a la tierra conciencia, por lo que se densificó espiritualmente el divino Omnigrado.
Piensas ahora”, dice a la tierra, a la humanidad, “y lo has hecho siempre, que no pueden vivir personas en la tierra que vivan a Dios durante su vida material.
Pero ahora lo he recibido.
Piensan que esto no puede estar reservado a las personas.
Piensan que Dios nos deja solos —¿no es cierto?— y que Cristo es una ficción”.
Escuchen bien, no se asusten, hijos míos.
“’Ese hombre’, ¿no es cierto, mundo?, ‘no fue más que un rabino común y corriente, un iluso’.
Eso muchísima gente puede imaginárselo por su cuenta.
Pero he sentido Su vida, Su alma, Su espíritu, Su paternidad y maternidad.
¿Vuelve a reír la masa?
‘¿Cristo sería padre y madre?
Ja, ja...’.
Y sí, así es.
‘No me hagas reír’.
Sé ahora dónde ha nacido el Mesías y de dónde vino, de dónde llegó a este mundo para elevarnos a los seres humanos hasta la Omniconsciencia.
Lo he visto, se me ha concedido vivirlo.
Gente de este mundo, habitantes de la ciudad, gente de La Haya y alrededores, de este mundo, de todos los continentes, hablo a sus vidas, a su espíritu, a su personalidad eterna.
¿Me oyen?
Y ¿ya no queda nada, entonces, en sus vidas que esté abierto al bien, al despertar divino?
¿Que qué significa?
Que no estoy loco ni nunca lo seré.
Soy un apóstol para este siglo”.
Escúchenlo, ahora ya volverá alguna cosa, porque se habla dentro de él y a su alrededor, el mundo vuelve y dice...
Y ahora tiene que contestar.
“Sí”, dice él, o sea, André, “fue un rabino”, de pronto se trata otra vez de Cristo, “pero también fue Cristo, encima fue el Mesías.
Oigo ahora como habla toda esta humanidad, puedo escucharla y vivir ahora una respuesta con conciencia divina y transmitírsela a ustedes.
¿Acaso no les dice nada?
¿No es esto de una belleza increíble, gente, padres y madres?
Tengo un mensaje divino para su alma, su espíritu, su vida, su luz, sus leyes y grados de vida; te aclararé lo que es y significa todo eso.
¿No lo creen?
¿Acaso no saben que Sócrates, Platón, Aristóteles, Schopenhauer y muchos otros se metieron con esto y que así ustedes recibieron su ciudad de Leiden, de Utrecht, sus universidades?
¿Que Sócrates murió para ello?
¿Que le pusieron delante una copita de cicuta porque a ustedes, a la humanidad, los forzó a la evolución, al pensar y sentir?
No lo hago de otra manera ahora, y sin embargo tengo que ir más arriba y más allá.
Voy a ir más allá y a más profundidad que Sócrates, que Platón y Aristóteles y Schopenhauer.
Pero no tengo miedo al veneno, nunca.
Porque ahora viene la palabra mía, la materializaré tranquilamente para su espíritu, para sus sentimientos, su corazón, su circulación sanguínea.
Si oyeran lo que vendrá ahora, sociedad, humanidad: esta noche, ahora, estuve en el Omnigrado divino.
Ahora escucho”, dice André, “se ha dicho.
Ahora te seguiré, mundo, hacia aquello en que tú lo conviertas.
Seguiré a la gente, seguiré aquello en que lo conviertan.
Ya veo sus caras.
Es terrible, ¿verdad?, y eso en estos tiempos.
¿Todavía no se han vuelto locos ahora?
Tanto que se nos pega y patea.
Se nos gasea, mancilla y viola, y allí hay una sola persona en La Haya, en este mundo, que dice: estuve ahora en el Omnigrado divino, vi a Cristo y hablé con él.
¿No me creen?”.
‘¿Lo creen ustedes?
Es un ser humano que ha perdido los estribos por causa del deseo y el ansia.
Hay una persona que está delirando por su demolición.
En este momento, media humanidad padece’, llega a André, ‘delirios religiosos, y también tú eres uno de ellos’.
‘Ja, ja, ja, ja, ja,’, dice, ‘me río, hay que verlo.
¿No tienes que terminar ya conmigo ahora?
Mira, mira, son ustedes (vosotros) quienes han (habéis) sido golpeados.
A ustedes ya se les ha asesinado de manera espiritual y material, y ¿también para mí sería el final?
¿Está la humanidad entera tremendamente demente?
“Eso es muy del estilo de Jeus”, dice.
“Pero también puedes sentir por eso que sigo teniendo ‘s-Heerenberg y a mi querida Crisje dentro de mí y que de verdad no olvido a Jeus.
¿Estaba Jeus loco?
¿Está Jeus loco?
¿Hablas dialecto?”, dice André de pronto, “¿Hablas dialecto?
¿Sabe usted, humanidad desgraciada, que en su dialecto, mi madre sabía hablar con Nuestro Señor?”.
“¿Te salió un panadizo, Crisje?”.
“Sí, Señor Nuestro”, dijo mi propia Crisje querida, “las cosas pintan mal, ya no puedo hacer nada”.
Y fue cuando ese Mesías loco dijo en el dialecto de Güeldres: “Pues escúchame bien, Crisje, tengo algo para ti”, y Bernard y Johan y Jeus fueron donde Hosman, detrás de las vacas, y tres semanas más tarde, el panadizo se había ido.
Mundo, eso ocurrió.
¿Estoy loco?
Les demostraré que puedo pensar de manera humana normal
Vuelvo a mi juventud, voy a mi madre, a mis hermanos, mi hermana, doy un paseo por la tierra, por su sociedad.
Les contaré que la sopita que comen hoy no está buena.
“Gente de la tierra”, escuchen de una vez, se trata del Omnigrado, André dice: “estuve en el Omnigrado, vi a Dios; dentro de media hora estaré haciendo cola para traer la comida de la sociedad.
Claro que sí, tengo que ir allí o se irá la vienesa.
Aunque yo no pueda comer eso.
Se lo dejo a Jozef.
Será mejor que Jozef cuide ese organismo, así yo puedo seguir reflexionando, pero entonces será mejor que yo lo procese, mundo.
Y hoy ha venido directamente a la tierra desde el Omnigrado, mundo, sociedad, pastor protestante, teólogo, papa, hoy comemos sopa de bulbos con algo más y entonces no nos quedará más que procesar eso”.
Dicho de otra manera: las personas de este mundo pueden vivir su Dios, su Omnigrado, su alma, la Omnimadre, el Omniespíritu, la Omnivida, la Omnipersonalidad, el Omniamor, aunque estén de revés en su sociedad.
¿Quién va a sacar todo eso de allí?
“Esta noche estuve en lo más elevado de todo.
Recibí amor divino.
He oído hablar a personas divinas.
Sí, gente de la tierra, estuve en el Omnigrado divino consciente.
Nos hablaron los maestros, que viven allí, y nos han aclarado las leyes divinas.
¿Lo creen?
¿No les dice nada?
¿Acaso no es esto imponente para tu vida en la tierra, ahora llegas a conocer a Dios y a tu Cristo y a ti mismo, y luego, lógicamente, ya no quedarán más preguntas.
¿No es imponente?
Madre tierra”, dice André, “voy a dormir un poco más.
Más adelante, cuando despierte, seguiré meditando.
El fundamento divino para más adelante, cuando descienda en la sociedad”, lo ven, lo oyen, “ya lo he puesto para mí mismo, para mi alma, para mi espíritu y la criatura aquí a mi lado, para la gente a la que ahora se le pega y patea.
Puse los fundamentos para poder hablar más adelante con la madre agua, con los árboles, con la gente en la calle.
Voy a descansar otro poco, mi maestro Alcar, maestro Zelanus.
Le agradezco las nuevas plumitas para mis ‘alas’.
Me he hecho más fuerte otra vez”.
Hasta aquí.
André se va a dormir.
André va a descansar para más adelante volver a comenzar y continuar su meditación.
Hermanas y hermanos míos queridos, ¿también ustedes han meditado así?
¿De verdad comenzaron a meditar?
Esta es la lucha para ustedes y los suyos.
Libérense de la demolición humana material, purifiquen primero su pensar corporal, humanamente social, solo entonces eso construirá el fundamento espiritual.
Amen todo lo que vive y llegarán a albergar espacios divinos, concienciación, unión, también con sus Crisjes, unión con las esferas de luz.
Ya ni siquiera hablan con sus pastores protestantes, los dejan de lado, porque esas personas aún no han puesto fundamentos espirituales espaciales.
Seguramente pensaban ustedes que algún día la sabiduría divina en la tierra llegue a detenerse y que ya no podremos continuar.
Hace siete años, después de haber vivido ochocientas revoluciones para la madre tierra y el espacio, el maestro Alcar pudo comenzar, porque ya habíamos escrito muchos libros; entonces, tras todas esas conferencias y todos esos años, pudimos decir: todavía hemos de empezar.
Y ¿comprenden ahora que solo en este momento tenemos que comenzar con su vida, su alma, su espíritu, su personalidad, su dolor, su paternidad y su maternidad, para darles fundamentos para más adelante?
¿Les di algo esta mañana?
¿De verdad están contentos y son felices?
Dejen entonces que por hoy y las horas venideras todo esto despierte espiritualmente.
¿Me he ganado sus flores?
Entonces las recibirá Jeus de madre Crisje, y el resto espiritual lo depositaremos en el fundamento para ustedes y los suyos.
Las recibirá de nosotros la madre Crisje, y Hendrik el Largo, en los brazos de ambos, y entonces les preguntaré: hagan que se vean en todas partes del espacio.
Vayan a Venus y Saturno, a Urano y Júpiter y Marte, pero después deposítenlas en el cuerpo, en la válvula cardiaca de la madre luna, porque fue ella quien nos dio la vida, quien nos ha densificado y con lo que tenemos que empezar ahora.
La madre luna recibirá el resto.
Hermanas y hermanos míos, con el verdadero beso espiritual espacial del espacio. (El maestro Zelanus da un beso).
Hasta dentro de quince días.