El universo que se dilata para los seres humanos – parte 4

Buenos días, hermanas y hermanos míos:
Esta mañana les voy a dar todavía la última conferencia sobre ‘El universo que se dilata para los seres humanos’.
Y luego concluiremos nuestro ser uno y empezarán a procesar todo esto de cara a su paternidad y maternidad, sus sentimientos, pero ahora sobre todo su personalidad.
Los seres humanos que han completado el ciclo de la tierra, que han terminado debidamente su tarea en la tierra, según las leyes, pues, que ustedes han conocido y que se les concedió conocer para el universo, que dieron forma a su vida interior, sobre todo para su carácter, la personalidad...
Porque la paternidad y la maternidad, según les enseñé, atraviesan directamente, desde la Omnifuente, a los seres humanos, la madre naturaleza, la madre tierra, los planetas y las estrellas, y pasa al actuar, sentir y pensar verdaderos.
Se me concedió enseñarles que los tres fundamentos divinos, que la humanidad convirtió en el Dios como padre, el Dios como espíritu y el Dios como hijo, no son otra cosa que la paternidad, la maternidad y la reencarnación.
Para la vida como seres humanos, renacer es la chispa de Dios, la criatura, la evolución, la nueva y siguiente existencia para esa vida.
El lugar al que nos dirigimos un momento esta mañana tiene un significado imponentemente grande si saben y entienden que la muerte no existe.
Hemos hecho un viaje desde la Omnifuente, el momento en que la Omnimadre como alma, como espíritu, como padre, como madre tuvo que empezar con su espiritualización y después de esto con la materialización.
Hicimos un viaje a través de las estrellas y los planetas, y así llegaron a tener la imagen por la que se dilatan los seres humanos.
Por lo tanto, la dilatación quiere decir: continuación, evolución, regreso a Dios, al Omnigrado.
Y que después de esto les di una idea para mostrarles un momento el quinto, sexto y séptimo grado cósmico, aclarárselo, entrar un momento allí en esas leyes, en esos espacios, fue posible porque yo los había preparado a ustedes, porque ustedes pudieron despedirse de la tierra y sus leyes, su muerte, su vida, su alma, su espíritu, su personalidad, su espacio.
Ahora voy a continuar esta mañana con ustedes en este viaje, y entonces veremos que de verdad existe el más allá, y que dio cuerpo a una nueva vida esa dilatación de este universo y para este.
Cada estrella emitió irradiación y se preparó para la siguiente etapa, para el siguiente grado como vida, como espíritu, como padre y madre.
Los planetas se han densificado a sí mismos, surgió el espacio, ustedes viven en el macrocosmos.
Solo tienen que desprenderse en sentimientos y acoger en ustedes el espacio de esa tierra por medio de cortesía, cordialidad, benevolencia, justicia.
Algún día tendrán que empezar a poner fundamentos espirituales y a no mancillar ni perjudicar el aura de otro hijo de Dios, de la madre naturaleza.
Tienen que empezar a aprender a pensar espiritualmente, o llegarán a ver ahora la esfera a la que pertenecen segura e irremediablemente.
‘Una mirada en el más allá’, los tres tomos, esta imponente trilogía hace que se sintonicen con un espacio y una esfera.
Y ahora, cuando la palabra salga de sus bocas, ustedes mismos determinarán directamente desde sus sentimientos a qué mundos pertenecen.
El maestro Alcar ha materializado de manera clara, sencilla, incluso infantilmente ingenua esas leyes para los grados de vida inconscientes —son, pues, los infiernos— y las esferas de luz por medio de su instrumento.
Cuando ahora los seres humanos... les he mostrado los sistemas filosóficos y entonces tienen que aceptar que Sócrates y Platón, Aristóteles... que fueron ellos quienes empezaron a pensar; aunque el Antiguo Egipto, los templos de Ra, Ré, Isis, hayan puesto fundamentos para la doctrina mística, pero son ellos quienes empezaron a preguntarse: “Si digo algo duro, algo destructor, ¿qué ocurre conmigo entonces?
Y ¿qué ocurre entonces con el ser humano?
Pero ¿qué ocurrirá para este espacio?”.
Ahora que nosotros, que ustedes han alcanzado la tierra, que se les ha concedido recorrer ese camino universal, ¿todavía no entiende la humanidad que ahora con un solo pequeño rasgo de carácter ustedes hacen oscurecer el universo entero en su interior?
El ser humano que en este momento ha aceptado estas leyes, que anhela, que tiene hambre, ¿qué quiere hacer ahora frente al Antiguo Testamento, el otro lado, la conciencia macrocósmica?
¿Para qué viven ustedes en realidad?
Y ¿cuál es su propósito aquí en la tierra?
Lo saben: ustedes son dioses.
Pero cuando dejan que esa deidad hable en su interior y conectan directamente la palabra con los grados animales y golpean y patean porque la gente dice: “Sí, ella y él fueron quienes empezaron otra vez”, y si la escuela y la voluntad no han despertado en el interior de ustedes, ustedes verán de todos modos, una y otra vez, esas mismas tinieblas, y , también detrás del ataúd serán nuevamente esos infiernos, esas esferas, que entonces los succionarán hasta dejarlos vacíos, hasta que de verdad ya no tengan vida.
Las miradas en el más allá, pues, dicen: si el ciclo de la tierra se ha completado y si ustedes han enmendado, si están libres de su vida del karma, y entonces sin duda están de nuevo encima de sus propias posesiones.
Y la menor envidia, los más nimios pensamientos que los conduzcan hacia abajo y que no tengan armonía con Getsemaní y Jerusalén, o sea, con el Gólgota, los sintonizan y les indican que vuelvan y dicen: primero mejor arregla eso de allí.
Conviértanse para la primera esfera en una santa María, la madre del Mesías, porque a ella se le concedió alumbrar de verdad, de manera natural y humana, lo más elevado para estos espacios.
Y por medio de ese dar a luz y crear llegarán a ver y vivir su carácter, su personalidad, y cuando llegue el momento y haya terminado su evolución, estaremos en los infiernos, o ustedes pertenecerán a la primera esfera y podremos decir: “Vengan, acompáñennos”.
Si ustedes ansían y anhelan, millones de personas están listas para acogerlos.
Hay vida detrás del ataúd.
La muerte no existe.
Dios no condena.
Y tampoco hay ningún Juicio Final.
Cristo no murió en el Gólgota por los pecados de la gente, al contrario, los seres humanos de la madre tierra lo asesinaron conscientemente.
Y el espacio puede demostrárselo.
Lo demuestran las leyes de Dios, lo demuestran las esferas de luz para prepararlos ahora para una nueva vida, una nueva evolución, el cuarto grado de vida cósmico, porque a este universo se le concedió alumbrar y crear en todos los grados.
Volvemos a Cristo, donde Él vive de verdad, y lo miraremos a los ojos.
Y entonces ustedes dirán, entonces Él pondrá la palabra en ustedes: “¿Estoy listo para que puedas aceptarme?”.
Si los seres humanos siguen viendo todavía los seres humanos en los seres humanos, y no quieren ver ni vivir la deidad, entonces ustedes también volverán a estar una y otra vez debajo de esa primera esfera, porque no hay cuestión de pensar armoniosamente, de acoger universalmente.
Detrás del ataúd, hermanas y hermanos, vive la santidad divina para el insecto más insignificante, y esa pequeña vida, si pertenece a la creación existente, recibirá continuación fundamental, y significa que los seres humanos y todo lo que vive tienen que representar, por medio de la Omnifuente, la deidad para todo estadio y grado.
Ustedes son dioses, dioses como seres humanos.
Y la vida aquí, madre naturaleza, el reino de los animales nos acompaña e interpretará el mensaje de Dios de manera espacial y natural para el carácter, para el amor, el amor fraternal de ustedes.
Los animales se ponen del lado de ustedes y si ahora no hay amor ni comprensión en ustedes, los animalitos pasarán volando y ustedes serán intocables.
Los seres humanos han hecho surgir siete grados de tinieblas.
No, esos son los mundos para liberarnos de los grados animales, basto materiales, de las que es dueña la tierra como hija del sol y la luna, para dar dilatación a su vida.
Y lógicamente llegamos a estar ahora ante esa primera esfera luminosa, y está ahora en armonía y es benevolencia, al final e irremediablemente es amor, amor armonioso en todo.
Las posesiones terrenales, el pensar y sentir terrenales carecen ya de significado si ustedes dejan que su yo divino se muera de hambre y de sed.
Los seres humanos aplacan la sed con perifollos materiales, pero ¿por qué no lo hacen ustedes con las bendiciones que el espacio ha materializado, y que no es nada más que infundir alma al yo sagrado, y que los reconduce a la paternidad y la maternidad sagradas y por las que por fin pueden decir: “Ahora estoy listo para poder acoger a los seres humanos, la vida, la chispa de Dios.
No me encojo de hombros, lo entiendo todo, a partir de tal y cual grado soy como una criatura”, pero no como ser humano.
La primera esfera ahora todavía tiene sintonización —lo han leído— con la tierra, y la segunda y la tercera también, pero ahora vamos a la cuarta esfera.
“Y ahora vemos esto”, dice el maestro Alcar a André, “vemos que la irradiación de este espacio espiritual, o sea, la vida para el espíritu, o sea, el yo que vive dentro de ustedes y que son ustedes, representa este mundo al hablar y lo ha materializado espiritualmente.
Vivimos ahora el mundo astral para nuestro sentir y pensar interiores, es el espíritu de Dios en nosotros, una túnica imponente.
Y esa túnica, a su vez, tiene sintonización con el cuarto grado cósmico, y entraremos en un nuevo sistema planetario, un nuevo universo.
Y es lo que viviremos ahora”.
Cuando hayamos llegado al momento en que desde...
Primero atravesamos este universo, hemos vivido la tierra, la vemos, vemos los planetas: llegamos a conocer Júpiter, Venus, Saturno.
“Sabemos que no hay noche en el universo, pastor protestante, y que la tierra hace la noche, y que el inicio de la Biblia, la primera palabra, los conecta a ustedes con falsedades”.
Sabemos ahora que el espíritu que representamos —aunque André siga allí en la tierra y su organismo esté dormido— ha llegado a conocer estas esferas.
Millones de padres y madres ya han alcanzado su reino espiritual.
Atravesamos la cuarta esfera.
Planeamos por encima de los templos y los edificios, la Universidad de Cristo se nos muestra desde un grado de vida, porque esta esfera en que vivimos ahora, que atravesamos ahora, es un grado como facultad que Cristo ha construido, que ha tenido que espiritualizar y materializar si quería comenzar con los Suyos, una vez allí, con la quinta esfera.
Y ahora son pensamientos y sentimientos todavía más elevados, más etéreos.
“Pero lo que pudieron hacer”, dice el maestro Alcar, “los planetas, las estrellas, el tercer grado de vida cósmico, es natural para los seres humanos, porque tienen una sintonización y viven su unión con su universo”.
Así que vamos a seguir, y se lo voy a leer en voz alta ahora.
Voy a conectarlos con el momento en que las esferas comenzarán a irradiar la sagrada luz consciente para los seres humanos.
Podemos continuar de un estadio en otro.
Desde la cuarta esfera vamos a la quinta, la sexta, la séptima, lo más elevado para el otro lado.
Y entonces, nuevamente, los seres humanos se harán etéreos, volverán a la vida embrionaria para comenzar con un nuevo universo.
“El siguiente estadio”, dice el maestro Alcar, “nos eleva hasta esa concienciación, ¿lo entienden, hermanos míos?
Ya lo ven, abandonamos ahora el tercer grado de vida cósmico”, como materia y como espíritu.
Seres humanos de la tierra, ¿entienden ahora lo imponentemente profundos que son ustedes?
“Este espacio es infinito, y sin embargo el universo que se dilata tiene un final como grado y como vida, y se disolverá en nuestros sentimientos y pensamientos más elevados, nuestras antenas ya tienen conexión con rasgos de carácter más etéreos, con sentir y pensar más etéreos, más espirituales, y desde luego que entonces ya no habrá disarmonía”.
Pensar de manera no armoniosa vuelve a sintonizarlos con ese grado de vida inconsciente.
Inclínense, inclínense, inclínense, inclínense e intenten acogerlo todo de esa concienciación más elevada, más etérea.
Intenten continuar de manera fundamental, y decir: “Esto, lo que he construido ahora para mí mismo, lo vuelvo a ver aquí en este espacio”.
Y eso es verdad.
Ahora el maestro Alcar puede decir: “Pronto llegará a haber nueva luz en nuestros pensamientos y sentimientos.
Así como se manifiesta la aurora para la tierra, se revela ahora para nosotros la vida del cuarto grado cósmico.
Y esa luz es conciencia más elevada, esa luz tiene sentimientos y pensamientos más profundos, más espirituales, más cordiales, más armoniosos, justos, y está ahora por completo en armonía con la ley más elevada que Dios ha creado y que representa Cristo: el amor.
Vamos a seguir, mis hermanos.
Pronto alcanzaremos ahora el cuarto grado cósmico.
Porque esta materia se va haciendo más etérea, lo pueden ver por la irradiación que ahora ya llega a nosotros.
La emanación azulada del tercer grado cósmico ha tenido que ceder su lugar a la conciencia de un color plata violáceo, dorada, de este espacio, pero bañada en unos rayos de luz dorada, por lo que volvemos a ver representado el reino de los colores de Dios.
Ahora cada grado de vida tiene sentimientos elevados, paternidad y maternidad elevadas, conciencia elevada, vida nueva.
El firmamento del tercer grado de vida cósmico, al que pertenece la madre tierra, evolucionó y alumbró y creó un nuevo universo.
Eso es para nosotros la señal y el fenómeno, hermanos míos, de que ahora hemos abandonado el tercer grado cósmico”.
Y si no fuera posible, hermanas y hermanos míos, tendríamos que haber aceptado que este universo es el Omnigrado de Dios, pero ¡eso no es cierto!
Escuchen: “El planeta madre nos acogerá ahora”, el planeta que es madre, “y nos dará la conexión que ella a su vez tiene con los planetas de transición, con su propia vida, y viviremos los grados de vida sucesivos, los siete estadios de los que la madre tierra, el sol y la luna tienen tres.
Pero ahora entraremos en el fundamento divino, real, cósmico, material.
La luz que vemos ahora nació por medio de ese empuje elevado, esa dilatación, esa vida amorosa.
Ven ahora que se les acerca la autoridad paterna del cuarto grado cósmico.
Es un sol de belleza nunca antes vista, que sirvió con alegría la conciencia materna”.
Que sirvió con alegría la conciencia materna.
¿Sirven los seres humanos con alegría a la madre?
¿Ha llegado la madre al punto en que puede acoger esa alegría como fuerza y energía?
Si hay deseo, si hay verdadera ansia espiritual, entonces se puede hablar de evolución, de dilatación.
“Y se nos concederá contemplarlo como seres humanos”, dice el maestro Alcar.
“Toda esta vida es felicidad radiante, es indulgente y suave, es por completo uno solo en amor, sintonizado con el alumbramiento y la creación.
Solo a los maestros más elevados de la séptima esfera, mis hermanos, se les ha concedido vivir el cuarto grado cósmico”, porque ellos, es de lo más lógico...
Tal como es también el caso para el tercer grado cósmico, en el más allá a veces a los seres humanos que antes de la primera esfera han alcanzado la tierra crepuscular se les concede mirar solo un momento esa primera esfera.
“¿Entienden, mis hermanos, lo que esto significa y quiere decir para nosotros?
Vivimos una gracia divina, vivimos la deidad en nosotros, pero representamos de esta manera la Universidad de Cristo.
Constatarán la concienciación elevada por la luz que se irradia y que pueden constatar para ustedes mismos, si es que quieren acoger la continuación conscientemente en sus vidas.
Y solo entonces podrán decir: “He podido hacer comparaciones espaciales con el tercer grado de vida cósmico.
Pero ahora llegará a haber una unión imponente desde este mundo como universo, en mi corazón y debajo de él”.
Y ahora voy a escribir un poco en esta obra y luego me dirigiré al lector: “Entendemos, hermanas y hermanos míos, que este universo empieza a entrar en nosotros, y este es el momento en que se nos concede pensar un momento para nosotros mismos, André incluido.
Cómo es posible, pensamos, pero estamos ante esta veracidad y vivimos una realidad divina, un milagro hermoso.
El tercer grado de vida cósmico creó conciencia nueva.
Vivimos las fuerzas paternas de este universo, estamos otra vez abiertos a la maternidad elevada que se dilata.
Allí, delante de nosotros, vive el cuarto grado cósmico como un nuevo e imponente universo.
Miramos, vivimos este imponente milagro.
No somos capaces de materializar una palabra ni de espiritualizarla, tan imponente es lo que observamos ahora.
Pues bien, alrededor del sol se encuentran ahora dispersos, como la autoridad paterna, los planetas maternos”.
La paternidad y la maternidad han recibido ahora la justicia y la armonía divinas, espaciales, que se dilatan.
Ya no hay frío ni noche, solo conciencia diurna.
Ya no hay enfermedades ni miseria.
El universo y toda la vida con que nos encontraremos ahora es justa, armoniosa, amorosa.
“Ahora contamos siete planetas”, y ya no cien millones.
Así se ha hecho evolucionar el sistema planetario del tercer grado cósmico, y ha podido dar forma a las siete posibilidades de dilatación para la paternidad y la maternidad, para más adelante poder acoger a los seres humanos.
“Contamos siete planetas, de los que el cuerpo materno tiene los sentimientos conscientes y más elevados como amor.
No obstante, todos esos organismos han aceptado una tarea y vuelven a servir nuevamente la vida de Dios como el ser más elevado en todos estos espacios: el ser humano.
Esta gigantesca unión habla ahora a nuestras vidas.
La claridad de esa conciencia, esta figura amorosa nos sonríe y dice: ‘Continúen, hijos de este espacio’.
Volveremos a ser uno solo con un nuevo espacio, con otro universo”.
Y entonces el maestro Alcar dice: “Ya ven, hermanos míos, lo que el tercer grado de vida ha creado para sí mismo por medio del renacer.
Alrededor del sol, como la conciencia paterna, vemos ahora otros seis soles, de modo que la paternidad y la maternidad son ahora una sola, nacida por medio de las leyes de dilatación.
Todos los planetas describen, pues, su propia órbita, pero esta sintonización tiene conciencia espacial, y eso significa que la vida ha conducido esa, esta unión espacial a un solo mundo, a una sola esfera.
En el tercer grado de vida cósmico vimos diferentes mundos como sistemas solares, aquí todo es una imponente unión como paternidad y maternidad.
Quiero decir, pues, que la vida sirve una sola concienciación, que tiene un solo amor, una sola luz, que no pudimos vivir para el tercer grado de vida cósmico porque en él se habían puesto los primeros fundamentos para el despertar del universo y para este.
Pronto ustedes vivirán esas leyes y las verán y podrán volver a hacer comparaciones, mi hermano André.
Y ¿piensa usted, maestro Zelanus, que el planeta madre también aquí se deja admirar de un solo lado?
¿Es posible que volvamos a ver aquí las leyes del tercer grado cósmico?
¿O se nos concederá vivir otros nacimientos armoniosos?
¿Tendremos que recibir ahora cambios para Dios, para el alma, el espíritu, la paternidad y la maternidad?”.
Y entonces puedo decir a mi maestro: “Lo que veo, mi maestro y hermano André, es para este espacio de carácter divino, y lo aceptaré yo y pronto lo aceptarán ustedes.
¿Quieren conectarnos con esas leyes, o se nos concederá también ahora vivir la visión divina, a uno de nosotros?”.
Y ahora es el maestro Alcar quien vive el contacto divino, desde el Omnigrado divino, y que ya puede decir...
El maestro Alcar recibe esa unión, nos conduce a la realidad de este universo y nosotros observamos, André y yo, que esa animación sagrada le llega como la palabra divina.
Nos siguen los maestros más elevados.
Lo podemos ver, se nos concede vivirlo por la irradiación que recibe ahora el maestro Alcar; porque la realidad como el reino de los colores de Dios se irradia desde su imponente túnica y su luz vital.
Y entonces el maestro Alcar dice: “Hermanos míos, tenemos que sintonizarnos con varios cambios cósmicos.
Es lo que llega ahora a mi vida.
No solo para el sistema planetario, también para los seres humanos y los animales, las flores y las plantas, para la vida, la luz y el amor para nosotros, para cada grado de vida con que se encontrarán ustedes ahora.
La chispa de Dios se ha ampliado y vive ahora la sintonización espiritual material para el regreso a la Omnifuente”.
Seres humanos de la tierra, perciban un momento que cada palabra es un libro.
Cada oración, pues, es un libro de miles de páginas.
Y que no hay ni un solo ser humano en este mundo que puede ver en este universo.
Ustedes viven ahora el viaje de regreso al divino Omnigrado.
“Y eso significa”, dice el maestro Alcar, “que toda esta vida se volverá más etérea”.
Se espiritualizará.
“La edad de los seres humanos y de toda la vida en la tierra se está dilatando.
Porque vamos a la existencia divina, a la infinitud divina, y eso a su vez dice que nos llegamos a ver ante fenómenos imponentes como las leyes vitales y los nacimientos.
Eso empezó en la luna.
Así seguimos y fuimos a la tierra, entonces entramos en el más allá, tras lo cual se nos concedió vencer como almas su espacio y pudimos ver todo lo que vive, se nos concedió experimentar el lugar en que la vida llegó a vivir y aceptar todas estas leyes.
Ustedes ven ahora que los planetas viven más cerca del sol”.
Más cerca, ¿lo ven?, y ahora puedo detenerme en cualquier momento ante sus astrónomos, y aclararles esa densificación divina, esa ampliación.
“Ustedes ven que los planetas tienen que estar más cerca del sol, al igual que lo vivió también la madre tierra”, pero que aquí es ahora el planeta madre.
“Están dispersos alrededor de los sentimientos creadores”, que es la paternidad para este espacio y al que representan esos siete cuerpos como soles.
Siete soles rodean ahora con sus rayos ese yo materno.
“Gracias a esto, esta unión universal divina.
Los planetas han creado esa distancia para la vida y viven ahora su propia conexión.
La materia evoluciona; algún día, aunque dure millones de años aún, también la madre tierra vivirá su concienciación espiritualizada.
Debido a que esa vida se vuelve más etérea, hermanos míos, a que tiene que vivir el renacer, se trajo a la materialización el cuarto grado cósmico.
Los planetas para el tercer grado están dispersos en ese universo, aquí tienen la unión divina.
¿Es correcto eso, maestro Zelanus?”.
“Sí”, puedo decir, “mi maestro, le he comprendido”.
“En efecto es correcto esto”, dice el maestro Alcar.
“Y se nos concede ahora constatarlo por los fenómenos”.
Tampoco ahora viviremos errores.
“Ahora el alma como ser humano ha llegado hasta ese punto, ha alcanzado las esferas más elevadas y está lista para continuar”.
¿Lo oyen ustedes? El alma como ser humano ha vivido la séptima esfera en el otro lado como un milagro espiritual, está lista, el ser humano está listo para que se le conceda continuar.
“¿No es imponente esa armonía?
Las leyes para la densificación, el enfriamiento para este espacio, son diferentes, debido a que los planetas están más cerca de la autoridad paterna”.
¿Entienden ustedes, astrónomos, que ya pueden empezar con la doctrina?
“Pueden ahora hacer esa comparación para la tierra, mi hermano André, y luego, más adelante, continuar.
La tierra vive la conciencia más elevada, pero esta materia es etérea como se nos concedió hace un momento vivirlo para la cuarta esfera”, ustedes ven, oyen, ya estamos haciendo comparaciones, sigue siendo posible, “y sin embargo, materia”.
Sin embargo, materia, materia espiritual.
“Los planetas de transición ya tienen el grado existencial en este espacio”.
Es decir: los planetas de transición ya no tienen que crear vida que les suceda, sino que son tierra, son el otro lado, ahora tienen que representar un mundo existencial.
Y ¿cómo será entonces el Omnigrado para los seres humanos?
“Así que aquí se encuentran”, puede decir el maestro Alcar, “seis estadios de transición como planetas conscientes, como alumbramiento y creación conscientes, como leyes vitales, y eso ¿qué significa, André-Dectar?”.
Ahora el André pequeño, grande, se encuentra ante la cosmología.
Tiene que acoger en sí el cuarto grado cósmico.
Tiene que contestar ahora.
Y la criatura de la tierra está lista.
Y si André puede vivir y recibir esto, si ustedes pronto escucharán lo que él recibe, ¿por qué no son ustedes capaces de eso entonces?
“Amen todo lo que vive y se dilatarán espiritual e interiormente”, ya puede decir André ahora.
“Si no quieren ampliarse no serán más que una vida animal inconsciente”.
André-Dectar puede mirar a su maestro a los ojos.
Recibe la unión de este espacio y dice: “Que aquí la unión del tercer grado cósmico, mi maestro, como ya se nos concedió constatar, es representada por un solo grado de vida.
Los estadios de transición para el tercer grado cósmico se encuentran aquí en un solo organismo, y son los seis planetas conscientes que representan ahora para los siete grados cósmicos ese único mundo”, ese único mundo, que más adelante será el Omnigrado, en que vive Cristo.
“Y cuyo planeta madre es dueño en este espacio de la vida de los sentimientos más elevada”.
Porque se me concedió llegar a conocer esos grados de vida consecutivos como eras para la paternidad, la maternidad, los sentimientos, el espíritu y la personalidad para el tercer grado cósmico, nuestro propio universo.
“Eso es aquí, mi maestro, la madre para este universo”.
Y entonces el maestro Alcar puede decir: “También eso es verdad, hermanos míos.
También nosotros vivimos en esto, pues, los siete grados de vida, pero como un solo cuerpo grande, para este universo.
Por medio de esto se densificó la paternidad, también a las siete transiciones como grados de vida se les concedió aquí vivir la paternidad, recibirla, porque por medio de las fuerzas de esta paternidad como sentimientos que irradian, esta recibió alumbramiento y creación maternales, despertar, la propia evolución.
“Y eso nos dice ahora que ya no se puede vivir la noche para este espacio”.
Ya llegamos ahora a los fundamentos divinos.
“Y eso significa de la misma manera que ya no pueden vivir la noche los seres humanos, los planetas, los animales, la vida de la madre naturaleza, mis hermanos, vamos hacia la luz eterna.
¿Es eso una revelación? ¿Es eso algo para la criatura de la madre tierra?
Nos hacemos independientes”.
La vida de este universo vive, está abierta ante nosotros porque se nos concedió vencer el tercer grado de vida cósmico.
Si no hubiéramos sido capaces de eso, tendríamos que haber aceptado que los seres humanos en la tierra ya podían vivir el Omnigrado detrás del ataúd, y sería el final para Dios.
Pero eso no es cierto, porque veremos como cambian los espacios.
Veremos como estos mundos van haciéndose cada vez más etéreos y solo entonces podremos decir: los seres humanos están listos para continuar si viven las leyes con amor.
“Por lo tanto”, dice el maestro Alcar, “debido a que los seres humanos han alcanzado, pues, la séptima esfera, han podido vencerla, avanzaron, y como alma y espíritu, como personalidad, se vieron ante un nuevo espacio”.
Y este espacio está listo.
Este espacio se ha densificado para los seres humanos, se dio forma y es nuevamente unión, hay amor armonioso en toda esa vida.
Y ¿por qué?
Porque a los seres humanos se les concedió vencer las esferas tenebrosas para el espacio de la madre tierra.
Y en esto ya no hay robo ni incomprensión, la vida es una sola, es luz, es verdad, es creación y alumbramiento, como lo quiso el Dios para todo lo que vive.
“Este mundo, pues, visto como un solo cuerpo”, dice el maestro Alcar, “nos reconduce a las esferas de luz.
Ya lo ven, tenemos esta sintonización en la cuarta esfera y sabemos, por lo tanto, que ha nacido un planeta para los seres humanos, por lo que los seres humanos pueden alcanzar también para este mundo lo más elevado de todo, y entonces volvemos a vernos ante una nueva continuación.
De esta manera, sin embargo, llegamos a conocer que el tercer grado de vida cósmico no es ni quiere o puede ser más que un mundo que ha puesto esos fundamentos materiales, animales, para el proceso evolutivo como ser humano y toda la demás vida, y que no tuvo que hacer nada más.
¿Entienden lo sencillo que termina volviéndose todo nuevamente, ahora que se nos concedió llegar a conocer los grados de vida para nuestro espíritu, para nuestros sentimientos, para la paternidad y la maternidad?
“¿Y entienden ahora”, puede enviar André a la tierra, “astrónomos, que de verdad no sobra una sola estrella en este universo, aunque se encuentren ante millones de grados de vida, y que se puede analizar, ver, vivir este imponente organismo para los seres humanos?
¿Y que finalmente los seres humanos serán universalmente profundos en su armonía, en su comprensión, en su amor?”.
Seres humanos de la tierra, ¿qué amor viven ustedes si dejan que de su boca salga: “Te amo”?
Entienden lo sencillo que se vuelven las cosas, a pesar de todo, pero con cuánta autonomía nos llegan estas leyes y empiezan con justicia con esa construcción en caso de que —eso lo hemos aprendido— sepamos seguir a Cristo, de que ya no alberguemos envidia, demolición, animalización.
Entonces nos dilatamos como una figura divina, somos uno solo pues la vida habla ahora por medio de nuestra personalidad humana divina, y le habla a esta.
“La misma vida que vive en nuestro interior es dueña de esa sintonización y es divina y continúa tranquilamente y se eleva más.
Este divino proceso de evolución es imparable, hermanos míos, porque la vida como Dios volverá a Su estadio consciente.
Me llega”, continúa el maestro Alcar, “que puesto que el alma como ser humano, pues, estaba lista y había alcanzado las esferas de luz, también se había densificado el cuarto grado de vida cósmico, y podía empezar la vida nueva aquí para el cuarto grado cósmico.
No es el primer grado de vida el que representa aquí el planeta madre para este espacio, sino el séptimo.
Eso significa, por lo tanto, mis hermanos, que la luna como madre ya tiene que llevar a cabo aquí su Omnitarea”.
Ahora la luna, como la primera madre para el cuarto grado cósmico, es dueña de la conciencia más elevada de todas y se llama para el cuarto grado cósmico: la Omnimadre, para ese espacio.
“Pudo asimilar esta maternidad por medio del tercer grado cósmico”.
¿Entienden ahora lo que ha hecho un planeta en todos los siglos, en todos los millones de eras que fueron pasando?
“Ella ha podido densificar, también aquí, esos sentimientos maternos, pero ahora por medio de los seres humanos, puesto que somos nosotros quienes volveríamos a vencerla, pero es ella quien dio su vida para entrar en ese alumbramiento y para que le fuera concedido recibirlo.
De esta manera, hermanos míos, desde luego que los sentimientos maternos son los más elevados de todos, lo que también viviremos para este espacio y los siguientes, pero donde ya no veremos más cambios”, y donde no pueden nacer otros espacios porque esto ya es entidad divina, y los seres humanos han podido deponer su pensar y sentir materiales.
“Y miren, el sol, como la concienciación creadora y central para este espacio, está listo, eso es la paternidad, porque también la Omnifuente sigue infundiendo alma a esta vida.
Tenemos que aceptar ahora todo esto, mis hermanos, y verán la realidad delante de ustedes.
Los seres humanos viven ahora siete grados de vida espaciales para vivir aquí lo más elevado de todo, y solo entonces el alma accederá como ser humano, y con ella toda la demás vida, al quinto grado de vida cósmico”.
Y eso es nuevamente un nuevo universo, porque todavía no estamos en el Omnigrado divino consciente.
“Es decir que los siete grados de vida para vivir la evolución divina llegaron a estar listos como planetas conscientes para la paternidad y la maternidad.
Ahora pueden hacerse una idea de cómo será el Omnigrado divino”.
Aquí ya estamos ante la entidad divina, el pensar divino, el sentir divino, porque hemos abandonado la esfera de la madre tierra y sus espacios.
“Solamente —la luz— por la luz verán que el espacio va cambiando y que allí para nosotros cada ley vital es diferente que la que se nos concedió vivir esa ley para el tercer grado cósmico.
Pero solo en el Omniestadio, hermanos míos, en el séptimo grado de vida cósmico, los seres humanos se ven a sí mismos y a la vida que les pertenece como deidades.
Por lo tanto, volvemos a ver en este espacio cada chispa vista desde el tercer grado cósmico, y forman parte de este nuevo organismo macrocósmico.
Así como la madre tierra sirve para el tercer grado, aquí lo más elevado de todo es el planeta madre.
Y allí ustedes vivirán que a los seres humanos se les dan a vivir miles de siglos en una sola era, antes de que puedan decir: “Esto va a terminar, vuelvo a pasar por mi evolución”, ya no hay cuestión de muerte, los seres humanos ya no evocan esa palabra, “voy a seguir, nada ni nadie me va a detener ahora”.
“Y eso dice, además”, dice el maestro Alcar, “que los seres humanos evolucionan hacia el eterno estar despierto y que ya no dormirán.
En este mundo no hay cuestión de dormir.
Mi querido hermano André, ¿entiende ahora lo inconscientes que siguen siendo los seres humanos en la tierra mientras tengan la necesidad de dormir?
Porque Dios siempre fue empuje, eternamente, y seguirá siéndolo.
Por lo tanto, hermanos míos, por el sueño podemos constatar la vida inconsciente para el tercer grado de vida cósmico y analizarla y decir: si ya no está el sueño eterno, se verán ustedes ante su principio divino como paternidad y maternidad, porque eternamente serán empuje.
Podemos ver, pues, por todos esos fenómenos en la tierra y en ese universo cómo Dios se ha hecho evolucionar gracias a estas leyes.
Aquí, por medio de una vida, los seres humanos de la madre tierra vivirán miles de eras, solo entonces llegará el final material espiritual como lo conocemos en la tierra por medio de la muerte, y que también allí es y significa evolución”.
Pero aquí incluso los seres humanos en su estadio embrionario se mantienen despiertos y conscientes, y la criatura dentro de la madre dice: “Mamá, yo te oigo, ¿me oyes tú?”.
Ahora todos los seres humanos son clarividentes, clariaudientes.
Todos los seres humanos tienen ahora dones macrocósmicos, que pudieron conducir los seres humanos a través del cuerpo, de la paternidad y la maternidad hasta ese espacio espiritual y que son ahora entidades divinas, a quienes directamente ha dado fundamentos el Dios de todo lo que vive, la Omnimadre, el Omnipadre.
Sin duda.
“¿Lo entienden, mis hermanos?
Ven allí el planeta más grande y los demás cuerpos, que juntos representan para este espacio el cuarto grado cósmico.
Alrededor del sol, de las fuerzas paternas —les acabo de decir— a las fuerzas creadoras también se les dio a representar un lugar y una tarea propios, y los ocuparon, para poder acoger la vida humana despierta y animal del tercer grado cósmico.
Estos cuerpos, pues, giran todos alrededor de su propio eje, pero los siete grados conscientes para la armonía creadora, interpretados y representados por siete sistemas solares, hacen que aquí ya no se pueda vivir la noche.
Pronto contemplarán ustedes, mis hermanos, este imponente milagro divino.
Es de lo más probable que sigan y que quieran vivir que esto es posible, pero las leyes de este espacio los convencerán para ello y de ello.
Por lo tanto, este universo creó los siete estadios de transición, pero está en conexión con el mundo espiritual, astral de la séptima esfera para el otro lado, las regiones mentales, como se nos dio a aceptar y conocer el espacio para el renacer.
Y eso nos tiene que haber quedado claro, ahora que se nos concedió vivir el universo para los seres humanos y para el otro lado.
Por lo tanto, cuanto más sentimos y pensamos del otro lado para la divina paternidad y maternidad, y espiritualizamos las leyes de densificación y de dilatación, tanto más puede despertar la deidad en nosotros.
Y es así para los seres humanos de la madre tierra.
Así que podemos decir y aceptar que para nuestra vida la séptima esfera no puede ser más consciente que lo que tenga de concienciación el cuarto grado de vida cósmico, pero que tenemos que aceptar el primer planeta como la séptima esfera de aquí.
Y entonces volveremos a vivir seis espacios distintos como mundos para la paternidad y la maternidad, y solo entonces los seres humanos y todo lo que vive podrán decir: “Yo también he vivido y vencido el cuarto grado cósmico”.
Por lo tanto, si el alma como ser humano ha alcanzado la séptima esfera del otro lado, entonces los seres humanos se preparan para acceder al cuarto grado de vida cósmico, y vuelven a aceptar el estadio embrionario”.
Pero ahora es consciente en todo.
Y todo eso lo conocen ahora para la paternidad, para su luz, para el nacimiento, para la reencarnación.
Ya no hay pensamientos equivocados, todo se ha convertido en amor armonioso.
“En los siguientes viajes viviremos, pues, cómo a esta personalidad como ser humano se le darán a vivir estas leyes, cómo las vivirá, porque solo entonces viviremos el alma como deidad, entonces seguiremos el embrión para el organismo humano y nos veremos ante nuestros sentimientos divinos.
El siguiente viaje tendrá que demostrarnos que la chispa embrionaria material para los seres humanos también ha podido vivir de verdad millones de eras y de leyes vitales para que se le concediera vencer este universo.
Vemos que los siete grados de vida están dispersos alrededor de la fuerza creadora, y que cada planeta también posee esa entidad.
Los seres humanos, pues, mis hermanos —me llega— que han alcanzado la séptima esfera, o sea, que perciben estas leyes desde nuestra vida astral espiritual, acceden primero a las regiones mentales, vuelven a hundirse hasta la existencia embrionaria para el renacer y también para este espacio lo atraen la paternidad y la maternidad”.
Planteamos por lo tanto que allí no vivimos otra paternidad y maternidad, que los seres humanos tendrán que representar, debido a la unión que tienen, a Dios como padre y a Dios como madre por medio de un nuevo e imponente organismo espiritual y material.
Qué hermoso y poderoso será el ser humano allí.
“Por lo tanto, las estrellas y los soles tienen aquí más conciencia y fuerza y una luz más benévola que lo que hemos visto en el tercer grado cósmico, porque en él la vida sigue siendo basta material, aunque los hijos de la madre naturaleza tengan la bendición divina.
Gracias a esto toda la vida se ha vuelto más radiante, se ha dilatado más, la materia se ha vuelto más transparente.
Por medio de lo etérea que es esta sustancia material, se puede ver, se puede vivir la luz, la luz vital de este espacio.
Ahora cada chispa irradia conciencia más elevada; paternidad y maternidad más profundas.
Por lo tanto, las estrellas, los soles tienen más conciencia y fuerza aquí.
Y ¿qué significa todo esto, pues, para los seres humanos?
Este mundo como universo, hermanos míos, da saber divino a los seres humanos de la tierra.
En el tercer grado cósmico están dispersos todos los planetas, aquí han llegado a la unión.
Lo milagroso, pues, es que el sistema solar haya recibido en sus manos los siete grados de vida para esta evolución propia”.
Pero solo para el tercer grado de vida cósmico vemos el punto central, un solo sol; y aquí hay siete.
Este universo está completamente en armonía con el alma humana, porque el alma humana vino desde la madre luna, y la luna de nuevo está aquí presente como madre.
Así que la madre vuelve a estar lista para alumbrar y para crear, para poder acoger su propia vida.
¿No es milagroso?
“Los seres humanos se han preparado.
Ya no crean interferencias para ellos mismos.
En esto no pueden vivirse enfermedades.
Todos los grados para las leyes materiales, para la paternidad y la maternidad se mantuvieron inmaculados, pues.
Eso significa, por tanto, que los seres humanos viven ahora su propio grado de vida, y que aquí ya no es posible que el cuarto grado de vida alumbre y cree con el séptimo para el organismo humano.
El primer grado sirve al primero y el segundo al segundo, el tercero al tercero.
Ahora el hombre y la mujer son divinamente uno solo e inmaculados.
Los cuerpos como leyes divinas ya no están sufriendo trastornos.
Volvemos a la pureza divina.
Aquí ya no hay enfermedades, ya no hay demencia, no hay psicopatía.
Las vidas animales se disolvieron, llegaron a tener otros organismos.
Las flores para la madre naturaleza los miran con ojos que irradian luz.
Cada organismo de la parte humana creó y alumbró vida nueva, y esa vida sirve a los seres humanos.
Y estos como una figura soberana universal, como hombres y mujeres, poseen únicamente el amor inmaculado, universal y se llevan unos a otros, tomados de la mano, se levitan y hacen viajes de planeta en planeta.
Aquí hemos vencido los milagros técnicos para la tierra.
Ya no nos hace falta disparar cohetes para vivir planetas.
Nos hacemos levitar y planeamos a través de este espacio como dioses.
Somos uno solo con estos soles y con estos cuerpos maternos.
Ahora podemos decir, mis hermanos: “Todo esto me pertenece.
Todavía soy un ser humano, como Dios, pero más adelante entraré a la conciencia divina.
Y entonces seré luz, seré lluvia y seguiré siendo dueño de la criatura de la madre tierra.
Me encargaré de que la tierra mantenga su revolución para poder acoger la última vida para ella, para Dios, para conducirla a esa dilatación.
Seré lluvia, luz y noche, porque todo esto pertenece a ese estadio”.
Por lo tanto, mis hermanos, este universo está completamente en armonía con el alma humana.
El ser humano se ha preparado.
Para él mismo ya no crea trastornos.
En esto ya no hay enfermedades.
Ya no hay pensamientos equivocados.
El ser humano ya no sabe de envidia, demolición, mancilla, cotilleo.
El ser humano es una joya de unión, una figura hermosa.
El ser humano usa los ojos para mirar, pero alimenta esa luz desde su Omnifigura, en esto ya no hay lágrimas, ya no hay dolores, ya no hay mancilla ni tristeza; en esto la vida es alegría eterna, es ser cargado eternamente por las fuerzas vitales del ser humano, dentro del ser humano; ha cambiado el flujo sanguíneo, ahora la vida se carga conscientemente.
¿No es esto milagroso?
Y a la vez sencillo, porque se nos concedió conocer este universo, el tercer grado de vida cósmico, y pudimos vencerlo.
Aquí los seres humanos”, dice el maestro Alcar con alegría en nuestro interior, “aquí a los seres humanos ya no les hace falta esperar para un nuevo nacimiento.
Aquí ya no hay homicidio, ya no hay haber sido asesinado, ya no hay suicidio.
Aquí se aman los pueblos, es decir: un hombre y una mujer que representan millones de vidas.
Tampoco esos trastornos pueden vivirlos ya los seres humanos en este espacio.
Aquí no se puede vivir el asesinato ni la mancilla, toda la vida tiene armonía universal.
Vuelva en pensamientos a la tierra, mi hermano André, y podrá hacer comparaciones para usted mismo, aunque más adelante seguiremos estas leyes para el desarrollo como seres humanos.
Aquí, el alma como ser humano vuelve enseguida después de haberse ido, y no le hace falta esperar miles de años.
En este mundo, en solo siete horas según cálculos terrenales, los seres humanos llegarán a tener una vida nueva, porque nuevamente habrá armonía divina.
Así de armoniosa se ha vuelto la vida para el alma humana, y con todas sus leyes.
Gracias a esto, los seres humanos vencen este espacio cósmica y armoniosamente.
Por lo tanto, también para este espacio ella vuelve a ser —el alma como ser humano— padre y madre.
A esas leyes de Dios no se les puede cambiar en nada.
¿Verdad? El alma como ser humano viene a este mundo desde la séptima esfera, y es ahora un soberano de amor.
El alma como ser humano tiene amor espacial y es uno solo con toda la vida de Dios.
El ser humano en este espacio, hermanos míos, vive únicamente para su concienciación divina, y no tiene nada más que vivir.
Más adelante, esos grados de vida nos convencerán de nuestras veracidades divinas, y entonces nos seguiremos a nosotros mismos.
Entonces seguiremos a Cristo”.
Atraviesen este espacio con calma y a pesar de todo, sí que se les enviará su luz vital.
Llegarán a tener espacio y felicidad y sentimientos, y entonces podrán hablar desde su yo profundo o inconsciente: “Sí, soy una deidad.
Represento el reino de los colores de Dios y ahora la duración vital de mis pensamientos y sentimientos es eterna.
La duración vital de mis pensamientos y sentimientos se ha vuelto eterna”.
Ya no pegamos, ya no pateamos.
Cuando un amigo dice, la hermana dice, el hermano: “Mi amor es ley, mi amor es eterno”, entonces podrán contemplarlo eternamente en esos ojos.
¿Cómo son los seres humanos en la tierra, André?
Hoy se dice: “Te amo”, y mañana te ponen en la calle.
En la tierra, los seres humanos dicen: “¡Solo les daba regalos!”, y ¿qué han hecho para eso?
Denle un batacazo a los seres humanos, devuélvanles el golpe con sus regalos.
Solo podrán vivir un regalo divino si el hijo es la vida del padre y de la madre.
Esos cachivaches que se reparten los seres humanos y con que se han obsequiado carecen de importancia para esta autoridad divina, espacial y universal.
Algún día se lo aclaré y también puede aceptarlo André: las joyas, el oro, la plata y la riqueza en la tierra ahora ya no dicen nada.
Solo su palabra.
Si su palabra es ley, ustedes serán una deidad.
Pero hoy los seres humanos son de esta manera y mañana ustedes se arredrarán ante la misma personalidad, porque los seres humanos aún son inconscientes y sacan toda esa sacralidad de su yo mejor a golpes y patadas.
“Los seres humanos, hermanos míos, que han vivido en la luna y que han llegado a conocer millones de leyes vitales como espacios poseerán ahora conciencia eterna, a la que ya no le hace falta la comparación con la tierra, pues estas personas podrán decir: “Se me ha concedido asimilar esto.
Detrás del universo de la tierra yo he creado un nuevo espacio”.
Hagan el bien, hagan las cosas mejor todavía, y se dilatarán espiritualmente.
¿Les ha quedado claro ahora que el tercer grado de vida cósmico ha tenido que crear el cuarto, y que el cuarto lo hizo a su vez con el quinto, y que el quinto se dilatará para el sexto, y que el séptimo, el octavo, el grado de vida número nueve mil poseerán un solo significado como fundamento divino, que ustedes podrán recibir, que podrán experimentar?
¿Y que será André?”.
Y entonces André dice a su maestro: “Si amo todo lo que vive, seré espiritualmente feliz en mi grado”.
Y ¿no lo tienen ustedes en la tierra?
“Y usted, mi hermano André...”.
Voy a tener que volver a saltarme cosas, menuda pena, pero más adelante ustedes tendrán en sus manos los libros: “Y usted, mi hermano André, ¿no es todo esto una revelación para su vida?”.
André puede decir: “En mi vida, mi maestro, vivo una revelación macrocósmica.
He sentido lo poderosos que son aquí una madre y un padre, un hombre, una mujer.
Experimenté este ser uno universal, mi maestro”.
Sí, es verdadero y verídico.
André sabe andar, descendemos a la tierra como primer planeta, y entonces el maestro Alcar dice: “Un golpecito de estos en esta vida, y el universo se asustará”.
El universo se asustará.
Ahora andamos, nuestro andar es distinto, vamos uno al lado del otro y ya no estamos necesitados, ya no nos toca ser zurdo ni diestro.
No buscamos lo de atrás yendo hacia delante, nuestra mirada vital está abierta a la continuación consciente, la dilatación consciente para la paternidad y la maternidad.
Y si entonces en ese momento accedemos al planeta y vemos aquí el primer planeta, y allí yace el cuerpo materno, dispersos: aquí la madre, la Omnimadre para este espacio, y allí el primer, el segundo, el tercer, el cuarto, el quinto, el sexto planeta y detrás de ellos el sistema solar, como lo ven ustedes para este universo, con la autoridad paterna, los siete soles que se dan la vuelta para interpretar el alumbramiento y la creación, ya no hay noche, ya no hay tinieblas.
Porque en el momento en que el primer planeta va a hacer la revolución para experimentar ese enfriamiento para la tierra, llega la luz vital de la autoridad paterna, dándole ampliación, y cuando haya avanzado otro poco, llegará el segundo sol, el tercer sol; siempre y eternamente hay luz en este espacio.
Ya no habrá cuestión de tinieblas.
Y entonces nos llamará el maestro, el maestro de este planeta, como ya lo hemos consignado para ‘Los pueblos de la tierra’, el maestro con los suyos, así como la séptima esfera tiene el maestro, el maestro Cesarino, que es el maestro más elevado de André-Dectar y del maestro Alcar y mío, que puede decir: “Yo y los míos representamos a la madre tierra”, e hizo que superaran, que la madre tierra y sus hijos superaran esta última guerra.
Allí el maestro estará listo y podrá decir: “Hijos de la madre tierra, nosotros nos hemos traído hasta aquí y ustedes descenderán hasta nuestra vida.
Tendrán que mirarnos a los ojos para decir a la criatura de la madre tierra: “De verdad, seres humanos de la tierra, ustedes son dioses”.
Y entonces descenderemos, llegaremos a una naturaleza imponente, la vida ya habla.
Las flores son de una belleza imponente; el agua está limpia e inmaculada como el cristal.
André se mira, el maestro se mira y se vuelve a ver a sí mismo como un espejo de la realidad.
Se nos ha dado a luz, se nos ha creado y aquello dentro de nosotros que se llevó a la dilatación es la luz vital del cuarto grado cósmico.
Atravesamos la madre naturaleza, tomados de la mano de las hermanas y los hermanos del cuarto grado cósmico, un hijo de la madre tierra tiene que procesar ahora que tiene a su lado a una madre divina, almas gemelas de un mismo color y cuerpo.
Estas vidas están encima de un fundamento imponentemente divino, y han puesto las cartas en la mesa.
Han llegado hasta allí inclinando la cabeza.
André piensa, yo pienso y el maestro Alcar está pensando.
El maestro nos precede sin decir nada.
Hemos llegado a la unión, telepáticamente y de sentimiento en sentimiento.
No nos hace falta pronunciar una sola palabra material más.
Pero André piensa para la humanidad en la tierra.
Piensa en su Crisje querida.
Piensa en sus hermanas y hermanos; entran en su corazón vivo y humano los dolores pero también la realidad de toda esta vida como alma, espíritu, alumbramiento y ya exclama: “Crisje, Crisje, Crisje, de verdad que le diste la vida a un profeta.
Y ahora entra en mí la concienciación, entra en mí la cordialidad, la benevolencia, la sensación de deseo y de anhelo.
Adelanto a Sócrates.
Juego con Mahoma.
Aclararé las leyes a Buda y a Rudolf Steiner.
Me he convertido en el príncipe de este espacio, Crisje.
Mamá, mamá, estoy listo.
Ya no puedo decir: rece por mis hermanos y mis hermanas, para que despierten.
¿Dónde vive su propia sangre?
¿Dónde está la concienciación?
¿Cómo piensa su propia vida?
¿Entienden a qué sintonización pertenecen su alumbramiento materno y su creación?”.
André anda por allí y mira a los ojos de un ángel divino, como mujer y como madre.
Le habla la luz del espacio y se mantiene conectado con ‘s-Heerenberg, con Jeus de madre Crisje.
Vuelve a ver a su Bernard, a su Johan, con el testimonio callado y estricto, lleno de fuerza de voluntad que tiene la realidad en esto, y toma impulso, vuelve una y otra vez y sigue andando, porque nadie, nada en este espacio lo perturbará.
Es capaz de hacer comparaciones terrenales.
Todavía es capaz de volver a entrar, más adelante, en su propio esqueleto.
Pero desde lo más profundo de su interior va para América y Europa, y exclama desde ese mundo a sus hermanos y hermanas: “Despierten, por el amor de Dios.
Si siguen pensando y sintiendo así, asesinarán a su yo divino.
Por lo que más quieran: dentro de ustedes, ¿aún no se ha llevado a despertar una chispita para estas leyes, para su luz, su espíritu, sus sentimientos, su personalidad?
¿Buscan siempre, y nuevamente, el yo equivocado en la creación divina?
Ay, Dios mío, Dios mío”, gime el hijo de madre Crisje para sí mismo y para la humanidad, “si la humanidad puede aceptar esto, llegará a haber unión y felicidad.
Me he convertido en un consciente cósmico.
Pero santo cielo, santo cielo, santo cielo, todo esto que veo ahora, que vivo ahora, ¿cómo habré de vivirlo y procesarlo en la tierra?”.
Y entonces hablarán las flores, entonces hablarán los hijos de la madre naturaleza, las estrellas y los planetas, los seres humanos dicen: “Se les infundirá alma desde el Omnigrado.
Porque Cristo murió de verdad para la humanidad.
Murió, dio Su vida, Su sangre, Su espíritu para la paternidad y la maternidad, para la dilatación”.
Vamos a continuar con ese viaje, y por eso les di la vez pasada la siguiente elevación.
Pero han de entender la sacralidad que experimentamos después del cuarto grado cósmico, cuando accedemos al quinto grado, al sexto, y cuando el maestro del sexto grado cósmico dice: “Continúen, continúen con calma, los estamos esperando.
La conciencia divina del Mesías, que ustedes han de representar para Su vida como Universidad, los recibirá y quiere convencerlos”.
Cargados por leyes de amor divinos como fuerza y como luz, como alumbramiento y creación, nos entregamos y luego nos despedimos del cuarto grado cósmico.
Han de sentirlo ya: me hacen falta millones de eras para analizarles estas leyes, esa sacralidad, esa felicidad imponente para todos sus pensamientos y sentimientos de este universo.
Tantos libros, tantas eras como espacios se le dieron espiritualizados y materializados a André por medio del maestro Alcar y de la Universidad de Cristo para su paternidad y su maternidad.
Gente, seres humanos de la tierra, comiencen una nueva vida.
Inclinen la cabeza humana ante todo.
Si siete personas pueden decir que se equivocan, agradezcan entonces que les llegue esa luz vital.
Inclínense entonces ante la realidad y la veracidad, y enciérrense en sí mismos o dense una paliza interior y digan: “Denme una y otra vez esa lucecita, gente que pueda decirme la verdad, persona que pueda tomarme de la mano y que diga: ‘A la izquierda’”, porque luego, al final, estarán solos de todos modos.
Ahora todavía es posible que puedan determinar el camino por medio de su luz terrenal.
Más adelante, un momento, mi hermana y mi hermano, cuando tengan delante de ustedes el ataúd, La Parca como un espacio, entonces ya entenderán que La Parca es mucho más profunda que esa muerte pelona que se conoce en la tierra.
Pero es ahora espacio y dice a sus vidas, a su paternidad y maternidad: “Todo eso, en esta infinitud, es mío.
Y ahora mejor busquen el camino por medio de mí a la primera esfera, a la realidad, a la cordialidad”.
Y ustedes no pueden vivir esa cordialidad —según pudo ver André— demoliendo, pegando, pateando, gruñendo, refunfuñando.
Tienen que desearse la vida unos a otros.
Si este invierno, en esa temporada, se me concedió elevarlos por encargo de los maestros hacia la nueva energía, la alegría consciente, dejen entonces que esta sea la última palabra para ustedes: comiencen construyendo la Universidad de Cristo.
Vuelvan a su parte del mundo y pongan allí los fundamentos en inglés, francés, alemán e italiano.
Sigan.
Representen ahora, tal y como están sentados aquí y se les concedió recibir un lugar para los maestros, para ustedes mismos, para su paternidad y maternidad, échense ahora al mundo y prediquen a la humanidad, a los hijos de Cristo, vivan donde vivan: la Universidad de Cristo vive en La Haya, y yo soy su representación.
“Vuelve, Hendrik de madre Crisje”.
Vuelva, maternidad, gente que viene aquí para despertar, y váyase, aprenda a pensar mientras esté de camino.
Si quiere aceptar y vivir la verdad, le daremos los pensamientos inmaculados, puros, universales.
Y entonces será entre el agua y el sol y la luna que tendrá que saber cómo actuar para su Crisje, para su madre, su padre, para su otro lado, para esta humanidad que se ha quedado tiesa por tan tremenda paliza.
Adolf Hitler, lo han oído al principio de esta temporada, cuando empezamos, representa el mal, pero Jeus de madre Crisje el bien, es más: el bien macrocósmico y universal.
Y si no quieren estar en armonía con el maestro Dectar, también recibirán a diestro y siniestro el golpe para su paternidad y su maternidad en pleno rostro.
Pero eso el espacio lo hace solo una vez, porque ama.
Cristo sacó de los templos a golpes a quienes mancillaban la luz vital de Dios.
Todavía somos capaces de levantar una mano y agarrarlos a ustedes del cogote y decir: “Por aquí, ni a la izquierda ni a la derecha, solo hay un camino”.
Y si nuestro trato es entonces un poco rudo para la tierra, anímense entonces y digan: “Vamos, destróceme a golpes.
Quiero aprender, quiero inclinar la cabeza”.
Porque, hermanas y hermanos míos, no inclinan la cabeza ante sí mismos, sino que la inclinan ante su divina figura universal con sintonización macrocósmica.
Inclinan ahora la cabeza ante el tercer grado cósmico, pero han de inclinarla ante el cuarto, quinto, sexto y séptimo grado cósmico.
Ha de despertar el Cristo en su interior, y entonces habrán de inclinar la cabeza humana ante todos esos rasgos y personalidades.
Y si no quieren hacerlo, no podremos ayudarlos detrás del ataúd.
Quiero agradecerles todas sus hermosas flores.
Las repartiremos equitativamente.
En primer lugar, Jeus dice: “Crisje, este año, en todo el tiempo que los maestros están ocupados conmigo, he cuidado su jardín de la vida, y no solo en la tierra”.
Pero Jeus de madre Crisje cuida incluso el jardín de la vida, también para su madre, en el espíritu.
Es adonde irán todos.
Y de eso, antes que nada, el maestro Alcar recibe su aura bendita y entonces ve y puede decir: “Mi alma, usted que me pertenece, ¿ve usted lo que hemos construido en la tierra?
André-Dectar ha llenado nuestro jardín de la vida como Getsemaní”.
Y a lo largo de este año yo vuelvo al Gólgota en silencio y soledad con esta montaña.
Voy directamente al Gólgota para ponerla a los pies del maestro más elevado, el Mesías, Cristo, y entonces digo en el espacio: “Vamos, Marianne, despierte ahora.
Me estoy dilatando.
Más adelante, detrás de la vida material, esperaré por usted si se conduce a sí misma a esa dilatación espiritual”.
O mis flores, mi trabajo, carecerían de relevancia.
El amor es el bien más elevado
concedido al ser humano
El Amor es lo que hace vivir
y temblar de emoción
El amor lo es todo
El amor es amplio
es dilatación
El amor convierte los inconscientes en eruditos
¿Qué es la vida sin esta fuente de cordialidad —no voy a recitarles ese poema—, qué es la vida para los seres humanos como cordialidad, como benevolencia?
Este es el momento en que tu pequeño carácter llega a tener color y forma, en que el rasgo de carácter irradia como las orquídeas para la paternidad y la maternidad, esas almas gemelas allí de Dios, para Dios para la paternidad y la maternidad, para los sentimientos, para la luz, para el espíritu, para la personalidad astral.
Seres de la tierra, nuevamente: despierten.
Si se me concedió darles algo por medio de mi maestro Alcar y los suyos, se lo debemos ahora, aunque ustedes no lo crean, a la voluntad y el valor, el cargar de este espacio, el rotundo deseo de estar siempre listo de Jeus de madre Crisje, André-Dectar, o ya no podríamos hablarles.
Su voluntad es ley ahora, su ley es verdad, porque él solo quiere ser amor.
Conviértanse en amor espacial y construirán para ustedes mismos y los suyos un templo de belleza del otro lado, más hermoso todavía que el que tienen aquí los reyes y los emperadores, porque las paredes de su templo irradiarán su luz vital.
Pueden ustedes atravesarlas, están abiertas.
Hay millones de caminos que conducen a su casa.
Ellos, estas personas de la tierra, se encierran y son prisioneros materiales.
Ustedes recibirán las “alas” de luz.
Que la Universidad de Cristo despierte en sus vidas.
Que este año, el tiempo que estén solos, reciban las grandes alas espirituales.
Beso (el maestro Zelanus hace el sonido de un beso).
Les agradezco su amor y su atención benevolente.
Vuelvan a sus casas, con serenidad.
Y los que me han seguido para poder predicar la doctrina de los maestros, deténganse en su barco y aprendan a pensar.
Sintonicen con eso, sintonicen con la noche, con las aguas, con los mares vitales de los espacios, y les daré la certeza sagrada si su palabra es verdad, si sus sentimientos son verdaderos y amorosos, antes de que lleguen a Estados Unidos tendrán bajo sus corazones la palabra espacial y sabrán cómo actuar.
Busquen entre los millones de seres humanos a los que de verdad les puedan apoyar.
Cristo dijo algún día: si están (estáis) tres personas juntas, estoy con ustedes (vosotros).
Y si de verdad están (estáis) tres personas juntas en este imponente mundo de demolición y destrucción, entonces el padre, la madre y la criatura, como hermanos y hermanas, el macrocosmos envía su radiación a su encuentro, y estarán determinados su camino vital, su tarea vital.
¿Les queda claro eso?
Entonces les vuelvo a dar las gracias, también para el maestro Alcar y para Jeus de madre Crisje, André-Dectar.
Ahora los entrego a su maestro André-Dectar.
(Al técnico de sonido): Adelante, ponga la música.