El universo que se dilata para los seres humanos – parte 1

Buenos días, hermanas y hermanos míos:
Por medio de las conferencias han escuchado el pasado, lo han percibido y vivido: la Omnifuente, la Omnialma, el Omniespíritu, el Omnipadre y la Omnimadre.
Atravesamos las divisiones de este universo hasta las leyes materiales, volvimos.
Fuimos a la armonía para la paternidad y la maternidad; durante el último viaje vivieron que André aclararía las leyes y que la Omnifuente le infundió alma.
Esta mañana voy a empezar enseguida con ustedes a analizar el universo que se dilata, para que vean cómo los seres humanos llegan a tener dilatación interior y exteriormente, por medio de su alma, de la vida de Dios para la madre naturaleza, el animal, y que Dios ha llevado eso a la materialización, a la espiritualización, a través del universo, de los soles, los planetas y las estrellas.
La cosmología para sus vidas los reconduce a los sistemas filosóficos —según se lo he aclarado—, pero no solo esto: los rasgos de carácter para los seres humanos que reciben las “alas”, el reino de Dios, las leyes de irradiación del espacio, que pronto irán quedándoles claras cuando se nos someta a esta unión y cuando pongamos los fundamentos para eso para la tierra, para su paternidad, para su maternidad, su espíritu, y después detrás del ataúd para la personalidad astral.
Los conecto enseguida con el universo que se dilata para los seres humanos y nos detenemos, una y otra vez les aclararé esas leyes, la cosmología para sus vidas.
“Dios como el universo que se dilata, material”.
A André se le infundió alma y el maestro Alcar puede decir: “¿Qué es, pues, la ampliación, y qué es la dilatación?
¿Qué es la concienciación, el despertar para este espacio, hermanos míos?
Se puede vivir”, dice el maestro Alcar, “y ustedes pueden probar y poner a prueba sus vidas y conciencias en comparación con ella; pueden verla, pueden vivirla.
Todo lo que vive se abre para su paternidad y maternidad, lo hemos visto.
Pero ¿con qué nos encontraremos enseguida, maestro Zelanus? ¿Es usted uno solo para conectarnos con eso?”.
El Omnigrado divino libera la vida de André, y ahora, al ser el primer adepto del maestro Alcar y de los maestros más elevados, recibo la palabra, la inspiración, llego a ser uno solo con el Omnigrado divino.
Y ahora el universo puede decir: “Por medio de la unión del sol y la luna vivimos ahora otros milagros, mi maestro.
Puedo aclarárselos enseguida, y usted se someterá a la paternidad y la maternidad, a la armonía, la justicia, las leyes elementales, la dilatación.
Y así veremos que cada sistema para este organismo ha recibido un lugar propio.
Por medio de esta unión de la luna, el sol y las estrellas vivimos ahora otros milagros, por los que podemos seguir y vivir el universo que se dilata.
Y solo ahora, mi maestro, nos queda claro que cada átomo y cada chispa vital ha tenido que seguir un impresionante desarrollo antes de que se hubiera alcanzado el grado de densificación más elevado para esa vida.
El universo astral se ha dividido para eso, y eso se convirtió, pues, en el macrocosmos material.
Además hemos visto que esto ocurriría según las leyes de Dios, de la vida y la muerte, del renacer.
Y nada, mi maestro, pudo perturbar este proceso divino.
Hemos podido seguir las leyes armoniosas y hemos tenido que aceptarlas.
La Omnifuente velaba por toda esta vida.
“Sin embargo, cuando se hicieron visibles las revelaciones materiales, el espacio comenzó con su propia densificación, la propia evolución ya había sido fijada, y este universo se convirtió en una entidad propia, que como seres humanos recibiríamos y que tendríamos que vivir si queríamos poder volver a Dios.
Cada chispa, pues, vivía este milagro divino, mi maestro, como ley de densificación.
Por medio del comienzo embrionario llegamos al nacimiento y la densificación propios.
Y la madre luna cuidaba a la vida del alma y al primer nacimiento corporal para nuestra alma, tras lo que seguían los planetas de transición y para lo que podíamos vivir a Marte para poder continuar nuestra vida material e interior.
Pero ahora le pregunto, mi maestro: ¿por qué la luna y la tierra han tenido que representar al ser humano?
Y ¿por qué llegaron a tener en sus manos la maternidad y esa tarea?
Mi vida ha de aceptar que estos planetas representan un mundo propio, y que acelerarían esa evolución de cara al alma como ser humano.
Veo estas leyes, y más adelante llegaremos a conocerlas, porque esto nos conduce directamente al cuarto grado cósmico.
Solo entonces viviremos las leyes de dilatación para nuestra vida y para los grados de vida cósmicos para nuestra deidad con la que tenemos sintonización, para la que hemos de someternos a nuestras muertes, a millones de procesos de muerte.
Y encima de eso he de aceptar que cada ley o grado de vida macrocósmico es vivido precisamente por los seres humanos y los animales y la vida de la madre tierra, cuyas leyes tiene que asimilar el ser humano, o sea, yo, usted y mi hermano André, como renaceres, y que espiritualizaremos y materializaremos esas leyes para nosotros mismos, como también tuvo que densificarlas el espacio.
Eso es para nosotros, eso es para todo lo que vive el universo que se dilata.
“Por esto era un hecho que también nuestra existencia humana se dilataría, que evolucionaría y que llegaría a tener densificación por medio de las leyes del universo.
Debido a esto despertará la vida, mi maestro, y más adelante será nuestra conciencia adquirida”.
“¿Es correcto eso?”, pregunta ahora, en este momento, el maestro Alcar a su adepto en la tierra, Andre-Dectar, Jeus de madre Crisje, que es ahora uno solo con el espacio, que ha recibido una conciencia macrocósmica, es lo que pregunta el maestro, el maestro Alcar, “respecto del Omnigrado”, a Jeus de madre Crisje.
“¿Es correcto eso, André?”.
Y entonces André puede decir: “Sí, mi maestro, llegué a conocer todo esto, lo veo, soy uno solo con estas creaciones de Dios”.
“¿Es su vida una sola con estas leyes?”, dice ahora el maestro Alcar.
Por lo tanto, si Jeus usara aquí un farol, pues, si dijera: “Soy uno solo y vivo en este espacio, las estrellas y los planetas, las leyes de dilatación, la armonía, la justicia, la unión elemental para el alma, el espíritu, la vida interior, la paternidad, la maternidad y la personalidad pueden hablar ahora a mi vida”, sin que fuera verdad, entonces el instrumento de los maestros se desplomaría ahora mismo.
Jeus dice: “Sí, maestro, llegué a conocer todo esto”.
“¿Es su vida una sola con estas leyes?
Bien, siga entonces”.
Y André está listo y dice: “Tampoco el planeta Marte, mi maestro, estuvo un segundo demasiado lejos de la paternidad, el sol”.
Y esta es una ley divina.
“El desarrollo para nuestra existencia humana, mi maestro, nos convencerá de eso”.
André pone puntos, signos de exclamación debajo de cada ley vital divina del espacio.
“Esa profundidad se puede vivir y sondar, mi maestro.
Porque como seres humanos llegaremos a tener las leyes vitales macrocósmicas en nuestras manos y porque accederemos a esos grados de conciencia”, ¿no es eso entonces, para ustedes, para la vida animal y para la vida de la madre naturaleza, el proceso de dilatación?
“Por medio de esto llegamos a la unión de alma en alma, de sentimiento en sentimiento con el espacio, y ahora puede hablarme la vida.
Después nos vimos ante la asimilación, mi maestro, y comenzamos con nuestra evolución macrocósmica.
Eso fue, sin embargo, lo que nos protegió de los trastornos materiales, mi maestro, y continuamos porque hace un momento se nos concedió sondar la armonía para cada grado de vida, porque se nos concedió verlo, analizarlo, y cuya sabiduría se nos concedió asimilar.
No obstante, Dios puso en cada chispa de Su vida”, dice André, “esta armonía y la fuerza de dilatarse, de evolucionar, de más adelante poder representarlo a Él en el Omnigrado.
Lo que observo ahora, mi maestro, es el estadio embrionario para cada planeta.
Si seguimos estas leyes como grados de vida, su personalidad vivirá el universo que se dilata.
Y si más adelante en la tierra me encuentro ante mi carácter, lo volveré a ver y podré decir: “Da espacio, luz, vida, paternidad y maternidad a mi rasgo de carácter.
Deja que mi vida se dilate”, y solo podré hacerlo cuando quiera entrar al Gólgota y pueda inclinarme ante el Mesías.
“Pero”, dice André, “tendré que asimilar estas leyes como un suceso espiritual material, porque la luna creó vida embrionaria para el alma, pero el planeta mismo siguió su vida y su ampliación, y toda la demás vida no se quedó atrás para que nosotros pudiéramos asimilar esta cosa, y es la dilatación para el macrocosmos, para cada célula de Dios como chispa material y espiritual.
Para la luna, este era el estadio más elevado, que vivió el alma como ser humano y la otra vida; el estadio de pez nos condujo al estadio definitivo.
Por lo tanto, mi maestro, hemos comenzado en la existencia embrionaria, en las aguas.
Llegamos al final para la luna”, que está muriéndose ahora, “y accedimos al estadio de pez, que ya tiene que aceptar la ciencia en la tierra.
Porque el biólogo”, dice André-Dectar, “ha llegado ahora a ese punto y cuando vuelva más adelante, me dará la razón.
No obstante, en el planeta Marte, mi maestro, este proceso de dilatación se amplió, se densificó.
Se ha convertido en una figura, en una entidad.
La ampliación existe ya para la vida.
Ya lo ve: cada planeta se dilata, pero también este espacio lo hace.
Por medio de la paternidad y la maternidad, la vida llegó a tener en sus manos esa ampliación, que ahora vemos ya densificada, y como fenómeno.
Fijamos ahora las leyes de Dios para nuestras propias vidas por medio de la vida y la muerte; por medio de la vida y la muerte.
Y esa alma como ser humano, mi maestro, asimiló la ley divina.
Una ley que lo domina todo quiere dilatarse para todos estos espacios, estrellas y planetas”.
Y esto es posible por medio de la paternidad y la maternidad, que hemos llegado a conocer.
Y eso todavía puede verse, vivirse en la tierra.
Cada pequeño insecto, cada materia es dueño de las características divinas, es padre y madre, es alma, espíritu y vida de Su vida, sentimiento de Su sentimiento.
Porque no vivimos ningún disgusto, no vivimos interferencias en este espacio.
“Era imposible trastornar esa dilatación, mi maestro, es la vuelta a Dios, y no hay cuestión de disarmonía en esto.
El metro cuadrado de cuando la luna comenzó y dio forma a su vida, de cuando empezó a densificar su paternidad y su maternidad, o sea, su alma, mi maestro, como sintonización divina, y cuando se manifestó su espíritu, ese metro cuadrado del inicio de la creación se dilató hasta un mundo, igual de poderoso como lo es ahora la madre luna.
La célula creció hasta lo humano, y los planetas se ampliaron y se dilataron hasta formar cuerpos gigantescos”.
Y se crearon solo para mí y para ustedes, para los animales, para las especies aladas, y para la vida de la madre naturaleza.
“Pero también se amplió la vida interior, mi maestro, la vida interior, el espíritu, llegó a tener forma.
El alma como la célula de Dios, la chispa divina, se amplió por medio del espíritu.
Y ver esas posesiones adquiridas como seres humanos en la tierra, mi maestro, es el ser humano como alma, como materia y como espíritu, y lo veo en un perro, en un gato, en una especie animal alada.
Lo veo donde las flores, vuelvo a verlo en las aguas, porque usted ya hizo para mí esos viajes de ‘El origen del universo’, y esos libros ya se encuentran en manos de la humanidad.
Estas son las leyes, mi maestro, que nos dicen que triunfantes”, ¿lo oyen, hermanas y hermanos míos, lo que dice André?, “que triunfantes tendremos que vencer finalmente este organismo imponente como planetas y estrellas y soles por medio de nuestra propia dilatación.
Dios puso esto en nuestras manos humanas”, y nosotros lo representamos a Él, y por lo tanto somos dioses.
“Por lo tanto, el espacio como universo en que vivimos ha recibido estas leyes y les transmitió la forma humana como criatura de Dios.
El macrocosmos crece, se dilata, florece y se densifica, soles y estrellas se dilatan para la concienciación propia”, para servir a los seres humanos.
“El macrocosmos y el microcosmos, vistos de manera cósmica, mi maestro, son cada chispa de Dios nacida para recibir una concienciación espacial, porque también Dios posee esta profundidad”, o no habríamos reconocido esto.
“Por lo tanto, lo que se le dio a aceptar y vivir a la luna para ese estadio, mi maestro, ocurrió directamente con sintonización divina.
Vivimos nuestro primer grado de vida como existencia embrionaria en la luna”, continúa André, Jeus de madre Crisje.
“Sin embargo, duró millones de años antes de que se nos concediera acceder al estadio de pez y abandonarlo, pero en ese momento la nueva ley, un nuevo cuerpo, estaba listo para nosotros, y eso, pues, es la dilatación.
Es el universo que se dilata para el ser humano, porque el ser humano fue”, dice ahora André-Dectar, “desde la selva a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
O ¿tenemos que aceptar, acaso, que un Dios de todo lo que vive sea injusto y que deje a esa criatura de la selva allí, en las tinieblas y en el frío, en la noche, en la bruma y los disgustos?
Los eruditos en la tierra (en 1952) llaman esto los tipos de raza (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), mi maestro.
Conozco ahora las leyes vitales para el organismo humano, y son las siete transiciones que vemos ahora en este espacio, nacieron como planetas, de los que la madre luna tiene la Omniconsciencia.
Aquello a que mira el erudito a través de su telescopio sin saber que para este momento y esta era la luna ha completado su tarea.
También es el despertar espiritual y la entidad material para este desarrollo macrocósmico”.
Oigan ahora, por favor, lo que dice este André.
“Todo es porque esto es el regreso a Dios y duró millones de eras, mi maestro.
Pero somos uno solo.
Soy uno solo en alma y sentimientos gracias a mi amor de querer servir, de dar a la humanidad la felicidad de Cristo y Dios, ahora se me ha infundido alma y vivo esta unión divina.
Mientras tanto, cambiaron nuestros pensamientos y sentimientos, nuestra personalidad en la tierra, mi maestro —si quiero sintonizar un momento con la tierra, conmigo mismo al despertar mañana—, por lo que vemos la dilatación de otra manera, y está ahora en manos de los seres humanos”.
André respira solo un segundo y luego dice: “Esta evolución no es otra para el universo, mi maestro, todas estas chispas macrocósmicas viven una misma ley, una misma entidad, aunque esos planetas, esos soles y estrellas, esas tinieblas —las leyes de Dios— se hayan originado por medio de estas vidas, se hayan convertido en los seres humanos, en los animales, en la vida de la madre naturaleza.
Volvemos a encontrar esas características divinas en cada pequeño insecto, y podremos constatarlo más adelante, pero entonces estaremos ante el animal madre, el animal padre, ante los sistemas filosóficos de Sócrates, de Platón, y entonces podré dar clases universitarias a los señores, a los eruditos de esa universidad, mi maestro, aclararé para ellos el universo como entidad, como luz, como vida, espíritu, paternidad y maternidad, justicia y armonía, los analizaré humanamente para la humanidad, para los hombres, las mujeres y los niños.
Es ese pequeño Jeus de ‘s-Heerenberg.
“Para nosotros se convirtieron en características.
Veo ahora aquí en el espacio qué características poseen los planetas, y para qué comenzó el sol como padre con su propia tarea.
Estas son las leyes de densificación, mi maestro, pero también las de dilatación, vistas como grados de vida para este cuerpo macrocósmico.
Y ese cuerpo macrocósmico imponente con esos millones de estrellas y planetas está en mis manos y puedo decir en este momento y enviar a la tierra, mi maestro: cada acto erróneo, cada pensamiento equivocado pronunciado sobre los seres humanos y la vida de Dios es la violación, la mancilla, la deformación de las propias leyes de dilatación de ustedes, estarán detenidos y eternamente en un punto muerto.
Los grados de vida materiales llegan visiblemente al funcionamiento, mi maestro, y quieren dar a luz y crear.
No importa donde se encuentre la vida de Dios”, pueden venir con nosotros y verán todas esas estrellas y planetas, “cambiará el espacio.
El funcionamiento del organismo se hará más grande, más profundo.
Los cuerpos van adquiriendo forma, color, la luz en los ojos, y ahora por medio de su propia irradiación el planeta habla a toda la vida de este espacio.
Mi maestro”, dice André, “veo cómo surge el reino de los colores, y ante todo esa entidad como una personalidad propia, la representación de la Omnimadre, del Omnipadre, de la Omnialma, la Omnivida, la Omnipersonalidad, el reino de los colores de Dios.
Y nosotros como seres humanos vencemos todos esos poderes y fuerzas, todos estos espacios, mi maestro, porque Dios, en cuanto Omnimadre, los creó para nosotros”.
¿Ya está usted mejor? (El maestro Zelanus se dirige a alguien en la sala). Miren, todavía podemos sintonizar enseguida con sus vidas, recibí sus sentimientos a través del Omnigrado, ha reflexionado bien en el tiempo en que estuvo enfermo.
Esa es mi orquídea del Gólgota para ustedes...
André continúa, dice: “El sol da ahora conciencia, fuerza e irradiación a los planetas que se crearon para el proceso materno, y la vida del espacio, para este cuerpo, puede comenzar con la propia dilatación.
Cada vida, mi maestro, entrega esas fuerzas y continúa este proceso, porque cada célula se dilata y vuelve a Dios”.
Así que el ser humano es una deidad para su dilatación en caso de que puede aceptar la veracidad de Cristo, si tiene justicia, si tiene amor para la vida de Dios, o estará otra vez en un punto muerto.
“Y todo eso llega a mí, mi maestro, como seres humanos y animales, como flores y plantas, y todo eso es el bien (En ‘La cosmología I’ dice: Y todo eso nos beneficia como seres humanos y animales, también a las flores y las plantas). Gracias a esto se desarrollan los seres humanos y los animales, pero es el universo material el que nos dio estas posibilidades para reconducir nuestra propia vida como una chispa divina y una entidad divina —aunque los seres humanos vivan en la selva— al Omniestadio, en que representaremos la conciencia de los dioses.
Es un plan imponente, mi maestro, con el que soy uno solo.
Se dilata y se le da a vivir una evolución con sintonización macrocósmica.
Y solo ahora se puede constatar, mi maestro, cómo el universo se ha protegido contra trastornos y ha asimilado las leyes de dilatación, solo ahora puedo llegar a esa unión de cómo el universo se ha revelado.
Es el sol, la luna, Marte y la tierra, que describen sus propias órbitas.
Pero es la paternidad del espacio la que obliga a Marte, a la luna y a la tierra a describir sus órbitas para la paternidad y la maternidad, para dar su dilatación al ser humano, para dejar que este viva este gigantesco cuerpo y pueda continuar por medio de las reencarnaciones, de los renaceres, para el alma que tiene sintonización con Dios y para la que la personalidad espiritual se analiza y aclara a sí misma y comienza con esa entidad para el amor.
Es el sol, como la paternidad de este espacio.
Eso lo hemos vivido y se nos concedió verlo, lo hemos analizado para la Universidad de Cristo, mi maestro, para Sócrates, Platón, Jung y Adler, para toda la psicología, para todos los psicólogos en la tierra, cada facultad espiritual tiene que inclinar ahora la propia cabeza ante estas vidas imponentes; para determinar la distancia del sol y la luna y las estrellas y los planetas para la propia dilatación, pero que se puede reconducir al corazón viviente de los seres humanos”.
Esto es la animación divina inmaculada que me habla, que me impulsa y que me hace vivir y entender la autoridad paterna de este espacio, para que la vida alrededor de mí y de mi Padre represente su personalidad, y al que se le dio a aceptar, a vivir, a analizar y a procesar la concienciación como una fuerza radiante, que se tiene que aceptar como una energía.
Cristo dijo en la tierra: “Yo y Mi Padre somos uno solo”.
Empiezo a comprender ya, mi maestro, que ahora soy uno solo con Dios precisamente para esto, para este universo.
Si podemos vivir a Cristo y cargar Su Omnigrado divino dentro de nosotros, cada chispa de Dios dice: “Yo y mi Padre, pero sobre todo mi Madre, somos uno solo en cuanto a alma, uno solo en cuanto a sentimientos, en justicia, por medio de la armonía, porque representamos Su amor”.
El sol se amplía ahora él mismo, se dilata por medio de las cámaras de combustión, mi amigo, por medio de las cámaras de combustión para la paternidad y la maternidad, para el plasma espiritualizado y material, que recibe ahora concienciación, porque el sol también alumbra y crea, y deja que se dilaten las cámaras de combustión de él y de ella”.

Vamos, escuchen un momento lo que está viviendo André, está analizando el sol.
“Para que la luz que llega nuevamente a las leyes vitales materiales semidespiertas por medio de esa combustión, de ese impulso, de ese alumbramiento, de esa división —al igual que tuvo que dividirse Dios, la Omnimadre— ante la luz, la noche y las tinieblas, ante la luz en los ojos de los seres humanos, pero sobre todo ante la luz vital en el espíritu; y estoy yo y están ustedes y está la humanidad en la tierra ante las leyes de dilatación como luz vital, en el Gólgota, y vemos a Cristo.
La autoridad paterna del espacio ha llegado ahora a la unión con la maternidad, y más adelante se densificará humanamente, por lo que los seres humanos darán su luz vital como padres, como creadores a la madre, en estado embrionario, mi maestro, porque está allí.
Y accederemos, no solo para estos espacios, sino que accederemos en la tierra a la felicidad divina cósmica de dos personas, hombres y mujeres, y nace un niño.
Eso es lo que vive aquí del espacio, mi maestro, en la habitación del corazón materno, y ahora voy a vivir y ver que es ella quien representa mi vida en este espacio, y que solo ella puede traerme a las leyes de dilatación, porque paso tras paso me someto a la vida de ella, y es ahora un beso espacial.
El amor entre las personas se dilata si ese beso tiene la veracidad, la justicia, las leyes de dilatación como armonía del espacio.
Si los seres humanos se negaran a aceptar esas leyes y si vivieran la disarmonía, habría tinieblas y esas no las creó el Dios de todo lo que vive”.
Y André nos mira a los ojos al maestro Alcar y a mí, y dice: “Mi maestro, la chispa de Dios va cobrando volumen, alegría vital y conciencia, que es material, pero que finalmente tiene irradiación espiritual.
Ese milagro ha llegado a desarrollarse así al dilatarse”, escúchenlo bien, cada chispa de Dios ha llegado a este desarrollo con sintonización macrocósmica, “es el plan de la Omnimadre, pero es Dios como padre.
Dios se ha espiritualizado y materializado como el Dios de todo lo que vive para esto.
Y lo que resulta ser, pues, el espacio en esto”, hermanas y hermanos míos, escuchen bien ahora, “es para nosotros como seres humanos en la tierra concienciación espiritual y corporal, dilatación”.
Porque ya lo dije y ustedes han visto la dilatación por medio de esas cuatrocientas, quinientas, seiscientas, setecientas conferencias que han vivido: desde la selva vamos ahora a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), vivimos los pueblos de la tierra y (los maestros) llevan hasta los hijos de Dios esas revelaciones y les enseñan a inclinarse ante las leyes del Gólgota, ante el Mesías, ante Cristo, que solo puede y quiere ser espíritu, amor y vida.
“Es la imagen que veré más adelante, mi maestro, para la tierra, y entonces nos encontraremos entre los pueblos.
Y entonces Buda, Mahoma, cada profeta en la tierra tendrá que acostar la propia cabeza en el espacio vital de la Universidad de Cristo e inclinarse ante el único que tiene la conciencia y que solamente es el Mesías, Cristo.
Buda, ¿quién es usted?
¿Mahoma?
Millones de personas, hijos de Dios, quieren seguirlos y aceptarlos, pero ya voy llegando, ya voy...
Y entonces me habla el Pablo de la Universidad de Cristo desde el espacio, desde el Omnigrado, mi maestro, y yo, que me prepararé para su sentir y pensar, para su animación, su concienciación, su personalidad, moriré y serviré para inculcar a la humanidad este divino respeto macrocósmico, por la paternidad y la maternidad, por el amor fraternal”.
“Es un imponente milagro, mis hermanos”, dice André ahora al maestro Alcar y a mí, pero yo miro a los ojos del ser humano divino, “con el que estoy conectado, y la claridad es de la misma luminosidad brillante que el cristal, veo espiritualizadas y materializadas esas leyes de Dios de manera macrocósmica como la luz del sol para el día; las leyes de dilatación pueden continuar ahora.
Percibo que esta unión se está cerrando, mi maestro, me entrego a la vida de usted”.
El maestro Alcar dice de inmediato y continúa: “En efecto, hermanos míos, mi hermano André, esto es la voluntad divina.
Este firmamento nos muestra un final espiritual y material, porque eso es lo que nos ha enseñado André.
No solo que las estrellas y los planetas y todo lo que vive en el espacio se desarrolla y dilata, pero además la túnica, la túnica del espacio”.
Deberían decirles alguna vez a sus catedráticos y astrónomos, a sus Einstein de la tierra que si puede dilatarse el firmamento en el espacio, entonces pueden recibir clases universitarias de André, Jeus de madre Crisje.
Estas son revelaciones divinas, que como seres humanos de la tierra transmitimos y que llegarán a tener una forma divina y que toda la humanidad tendrá que aceptar porque esto es la verdad divina.
Es lo que dice el maestro Alcar.
No es que esté tan molesto, ¿lo ven?, sino que la animación que habla a nuestras vidas exige que demos y dejemos que sigan viviendo al cien por cien todos los tejidos, cada nervio, cada pensamiento del espacio; es lo que se nos da así, sin más.
“No solo que las estrellas y los planetas”, dice el maestro Alcar, “y todo lo que vive en este espacio se desarrollan y tendrán que dilatarse, sino que encima se dilata la túnica del espacio”.
Y, mi gente querida, mis hermanas y hermanos, eso será, pues, la dilatación del espacio como túnica.
Para ustedes como seres humanos, eso es el cuerpo, pero su espíritu se dilata, sus pensamientos se dilatan, sus rasgos de carácter llegan a tener conciencia espiritual, el reino de los colores de Dios, para todo su diccionario, así como estas criaturitas que me han dado ustedes aquí esta mañana irradian su reino de los colores de Dios y su amor y su personalidad, eso también el universo lo recibirá como túnica, y fue cuando surgió el cuarto grado cósmico; allí es adonde nos dirigimos ahora.
Bueno, por ahora no todavía.
“El firmamento se dilata.
¿Qué fue eso?
¿No es, ya, la infinitud divina que ahora tenemos que aceptar y constatar y analizar para la humanidad?
Aunque sepamos que algún día abandonaremos este espacio.
Nosotros, pero eso no lo saben los seres humanos de la tierra, estos piensan que esto ya es el universo divino y que Dios estará sentado allí y que ellos se sentarán a Su diestra.
Y este universo no es más que una chispita de los sistemas universales, que creó la Omnimadre.
Y ¿cómo miran los seres humanos de la tierra este universo?
Si de todos modos llegan a tener conciencia cósmica y unión espiritual, si sus sentimientos se elevan a la par de estos sistemas de Dios, para todos los rasgos de carácter para la Omnifuente, ustedes vivirán infinitud divina.
Y entonces no estarán en un solo mundo, sino en millones de ellos, de los que nosotros”, dice el maestro Alcar, “mi André querido, mi hermano y maestro Zelanus, vemos la infinitud delante de nosotros, y que trasmitiremos a la humanidad en la tierra, y eso es la cosmología.
Fue por medio de la paternidad y la maternidad”, según se nos concedió aprender y consignar para la Universidad de Cristo, “que se amplió este universo y el ser humano llegó a tener que vivir primero su selva si seguimos el estadio actual para la humanidad, y luego, o sea, desde la selva, hacia la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Y eso es el despertar, es la concienciación para el alma, para el espíritu y la materia, y como color, porque toda esta vida del espacio despierta para los seres humanos.
Volvemos a ver los años de juventud de este universo.
Lo conocemos para los propios años de pubertad.
Vemos a este universo andando, gateando, todavía no sabe caminar, no sabe andar.
Pero poco a poco se efectuó el andar para el universo, y un planeta, el sol, describió una órbita propia; es lo que buscan los astrónomos, que aún desconocen sus leyes.
Si entramos ahora el estadio actual para este universo”, dice el maestro Alcar, “esos años infantiles ya han pasado.
Pero si queremos hacer cálculos humanos, entonces se puede constatar en este momento la edad del espacio, porque se puede deducir de toda esta vida”.
Los eruditos de ustedes —¿no es así, hermanas y hermanos míos?— dicen: “Sí, la creación tal vez tenga millones y cien millones de años de edad”.
Podemos calcular con la precisión de un segundo la edad del universo, la edad de un planeta, la edad de un sol, la edad del universo que se dilata, la edad de la paternidad, la edad de la maternidad.
Eso, pues, puede verse y vivirse, por lo que vemos con absoluta certeza a través de la justicia divina y de la realidad delante de nosotros cómo todo esto llegó a la dilatación propia para los seres humanos, para los seres humanos.
“Pero más adelante”, dice el maestro Alcar, “llegaremos a vernos ante estas leyes y luego descenderemos en ellas y veremos la personalidad de cada cosa.
Sabremos entonces que también el espacio ha recibido una túnica, y que esta crea y alumbra, que la dilatación es para todo lo que vive, para todo el plasma divino”.
Y ya por medio de esto, hermanas y hermanos míos, sabemos para el espacio que este espacio, este universo, tuvo que crear otro universo, porque esto todavía no es el Omnigrado divino, y más adelante entraremos al cuarto grado de vida cósmico.
Ya ahora André dice, y vio, que este espacio muestra un final material y espiritual.
“Y eso es verdad”, dice el maestro Alcar, “porque cada estrella y sol, cada planeta alcanzará algún día el estadio adulto, y luego continuará.
Si ven un meteoro volando por el espacio, pues, y los rayos de luz reflejan la tierra y los astrónomos dicen: ‘Allí está, otro cometa’, es un proceso de muerte, la evolución, la muerte y la vida, pero la continuación, la reencarnación para una estrella, un meteoro.
Y es la ampliación, la dilatación, porque ahora la vida nueva ha entrado en contacto con el cuarto grado cósmico.
Así se dilata la vida, André, mi hermano maestro Zelanus, porque cada estrella y sol, cada planeta alcanzará en algún momento el estadio adulto, y tendrá que continuar para alumbrar y crear.
Y es para los seres humanos la victoria de este universo, y lo determinan divinamente los planetas y las estrellas.
Han recibido esta materialización y espiritualización para reconducir a los seres humanos al estadio divino.
Así como lo vivimos también los seres humanos, y los animales, las flores y las plantas; estas leyes se han calculado y creado para cada una de las células de Dios.
¿Qué se siente de todo esto en la tierra?”, dice el maestro Alcar.
“El erudito sabe que el universo que se dilata lo conduce a una inconmensurabilidad.
Nosotros, sin embargo, miramos detrás de esto porque conocemos los grados de vida, porque hemos seguido las densificaciones y, ante todo: la paternidad y la maternidad.
Eso también es posible para la personalidad astral como ser humano, y el ser humano llega a conocerse a sí mismo detrás del ataúd.
Vivimos ahora, hermanos míos, grado tras grado, mundo tras mundo para las leyes de dilatación”, para este universo, para los seres humanos, los animales y la madre naturaleza, “vemos cómo la fuente central ha creado todo esto”, eso es la Omnimadre, “pero cómo una ley tras otra fue sometida a esas densificaciones y estamos ante una revelación espiritual y material.
Lo que viviremos después de esto es el origen de todo lo que vive; la otra vida, una nueva era.
Y eso puede aceptarlo el señor erudito en la tierra, hermanos míos, porque en la tierra ve delante de él la materialización suya y para él mismo.
Pero ahora que aún desconoce el alma como personalidad astral, no puede hacer nada y para este universo se estrella.
Dios nos dio...”.
Y ahora esto, hermanas y hermanos míos, desde el espacio llega un mandamiento divino al maestro Alcar, y dice, tenemos que consignarlo ahora para la Universidad de Cristo y la humanidad: “Por medio de Sus leyes y espacios vitales que se dilatan, Dios nos dio el regreso al consciente Omnigrado divino”.
Y esto es un mandamiento, para la primera parte de la cosmología para este universo, como leyes de dilatación para los seres humanos.
“Eso no significa”, dice el maestro Alcar, y los tres salimos volando al espacio, “eso no significa que los seres humanos puedan estar condenados, aquí no se puede vivir ningún Juicio Final, aquí estamos ante un mandamiento divino que se dilata y que detrás del ataúd tiene vida, tiene alma, es dueño de un espíritu, conoce unos sentimientos, que carga una túnica imponente, que tiene el amor del Mesías y que sabe inclinarse ante el Gólgota y recibe una dilatación al igual que la resurrección para todos los rasgos de carácter vitales que tiene la Omnimadre y que ha dado a este universo”.
André mira a los ojos de su maestro y el maestro Alcar le dice: “Silencio, mi amigo, mi hermano, llegaremos a la irrupción, pero todavía no.
Contrólese, André, o las leyes del espacio harán que usted explote, no podremos continuar.
Hemos de concentrarnos para poder mantenernos en pie aquí en este espacio, en esta dilatación.
¿Cómo pensarían de nosotros los maestros divinos?
El truco es, pues, poder pensar tranquilamente y asimilar la ley, abrir la habitación de su corazón y querer aceptar la sangre vital del espacio, querer vivirlo, o no llegaremos a tener contacto divino.
Dios nos dio estas leyes de dilatación como espacio vital para Su propio regreso, para llenar este vacío que hemos llegado a conocer.
Y es el ser humano, es el animal alado y es el reino de los colores, las criaturitas de la madre naturaleza.
Y es lo que nosotros, es lo que Dante, Mahoma”, escuchen bien lo que sigue ahora, “cada secta en la tierra tiene que aceptarlo”, porque esta es la Universidad de Cristo.
Por medio de las leyes de dilatación la vida interior llega a vivir esta evolución y el alma puede asimilar la sabiduría.
Así llegaremos a controlar nuestro propósito final y será, entonces, el final de la tierra, pero entonces entraremos a las esferas de luz.
Y eso habla para toda la vida de Dios.
Quiere ser que lo tengamos y representemos a Él —eso sí que es lógico— en todo.
Continuamos Su alumbramiento y creación como seres humanos, hermanos míos, y al crear y alumbrar nos dilatamos.
Se ha convertido en los sentimientos humanos.
La madre tierra nos dio el organismo, tenemos que vivir y aceptar sus leyes.
Nos dio sus revelaciones materiales y espirituales como hija de la luna y del sol; y también esas leyes llegaremos a conocerlas”.
El maestro Alcar dice, en su tranquilidad divina y su amor universal, a André: “Mi André, mis hermanos.
Pero si desciendo en la vida de una estrella y me pregunto cómo ha sido creada, ella misma me dirá y tendrá que contestar cómo ocurrió”.
Y entonces no podemos cometer errores.
“Ella me infundirá alma y aclarará cómo fue sometida a las propias leyes de dilatación como eras de densificación y leyes de endurecimiento, y veré su figura, conoceré el cuerpo.
Entonces conoceré el alma de una estrella, de un planeta, a la vez que su espíritu, y entraré en su personalidad; y después de esto, si amo esa vida, seguirá el beso universal macrocósmico.
Y eso es posible para toda la vida de Dios, porque servimos, viviremos y moriremos para Dios, para la Universidad de Cristo”.
Pero eso no es una muerte, esto es la dilatación, porque ahora el alma entra como el espíritu a una nueva vida, o continuará en la vida del otro lado y entrará en un mundo inconsciente o en las esferas de luz.
“Todo esto”, dice el maestro Alcar, “es verdad divina, hermanos míos, y unión, amor y felicidad universales”.
En las esferas de luz hemos podido constatar espiritualmente nuestras leyes para esta vida y para nuestra siguiente vida y consciencia; y tenemos que vivirlas y luego aceptarlas.
Nos pertenecen, y vivimos ahora en un espacio imponente, que es nuestra posesión.
De planeta en planeta fuimos conscientemente más arriba y más allá como seres humanos, pero la paternidad y la maternidad nos conectaron con el siguiente paso, la vida nueva, la reencarnación”.
Y nos convertimos en una chica, en un chico, en un hombre, nos convertimos en mujer, nos volvimos a convertir en padres y madres, y volvimos a dar a luz y creamos una nueva vida.
Y esa es la dilatación para los seres humanos, porque sus hijos vuelven a tirar de ellos hacia la tierra y es la dilatación de este universo, y lo consignamos.
Y ahora llega a los seres humanos como un mandamiento divino, desde el Omnigrado divino: alumbren y creen, seres humanos de la tierra, o sus vidas estarán detenidas.
Alumbren y creen si quieren evolucionar.
Han llegado a conocerlo en la luna, los planetas han tenido que materializarse para eso, y todo eso vive dentro de los seres humanos.
Eso es el organismo humano, un templo de belleza universal imponente, con las formas luminosas en la frente como conciencia que irradia, que el ojo humano ha recibido para su visión.
“Dios no les dio a los seres humanos la luz de los ojos”, dice el maestro Alcar ahora, “para ver demolición y destrucción en la otra vida de Dios, sino para conducir la vida a la dilatación”.
Hubo una ocasión en que les conté y aclaré, y ustedes lo aceptaron como vida real, y ante eso han tenido que inclinarse: Dios no dio una boca a los seres humanos para chismear y cotillear y acabar con una vida de Su yo, solo para alimentar sus cuerpos.
“La luz humana”, dice el maestro Alcar, “en los ojos de la madre y del padre es irradiación divina y concienciación de la Omnimadre, porque ella dijo: ‘Verán lo que he alumbrado y creado para ustedes, y ahora, si se aferran a mi amor y armonía y justicia, jamás podrán ver las tinieblas, porque en sus ojos reside mi luz, vive mi corazón, mi sangre, mi propio yo como amor’”.
Por lo tanto, el universo que se dilata se puede percibir y seguir y, después de esto, analizar”, dice el maestro Alcar, “si por medio de esto el alma como ser humano de la madre tierra anhela esa armonía y esa ampliación espirituales, si el ser humano como alma de Dios quiere enriquecerse.
Las leyes divinas para todos los grados de vida, y sobre todo la paternidad y la maternidad, según el espacio, quieren vivirse en amor, en comprensión, en armonía, en justicia.
Esto solo se puede captar si los seres humanos están abiertos, si la chispa está abierta para la veracidad del Mesías, pero además para la concienciación humana, espiritual y material de ella, para su felicidad y su amor imponente.
Eso significa”, dice el maestro Alcar, “su ser uno en sentimientos”.
El Omnidios es Omnimadre, y la Omnimadre vive en la madre en la tierra, en su corazón, en su luz, en su alumbramiento, en su ser uno con Dios, con los espacios, con la dilatación.
Seres humanos de la tierra, amen... y se dilatarán.
“El universo que se dilata no puede colocarnos”, dice el maestro Alcar, “ante escollos, ante despojos y destrozos, eso Dios no lo creó”.
Y sin embargo, ahora que hacemos este viaje, Adolf Hitler sigue destruyendo Europa, violándola, deformándola.
Pero ‘Los pueblos de la tierra’, sí, Hendrik de madre Crisje, las ‘Revelations’ (la traducción de entonces del libro ‘Los pueblos de la tierra’, con el título completo de ‘My Revelations to the Peoples of the Earth’) para la humanidad han analizado y constatado esas leyes, para las que usted ha querido dar su sangre.
Cristo los aceptará a ustedes y sabrá cómo los seres humanos tienen que materializar y espiritualizar su propio yo.
Y si ustedes lo aceptan aunque sea un momento, pondrán fundamentos para todo esto en que ahora somos uno solo.
“Ahora no hay cuestión de obstáculos invencibles”, si el ser humano mismo no mancilla esos fundamentos divinos, si no los deforma por medio de su figura diabólica que ha recibido de su yo sangriento y deformado que solo está abierto a la demolición del bien.
El maestro Alcar dice: “No hay cuestión de leyes de obstáculos invencibles, de entidades materializadas que nos acogen y por las que nos hundimos, el universo es alegría vital, acoge al ser humano porque esta vida se creó solo para el hombre y la mujer, y para eso servirían los planetas”.
“Seres humanos de la tierra”, dice el maestro Alcar a André, “Dios vive en sus manos.
Si conocen su cosmología, ya no tendrán complejos de inferioridad, serán abiertos y conscientes.
Han hecho un viaje desde la luna a través de este universo y eso se ha convertido ahora en su ley de dilatación, su personalidad, su figura, o todavía no comprenden esto.
Fueron de planeta en planeta, por medio de su reencarnación, de su renacer, recibieron una y otra vez vidas nuevas.
En esto no hay cuestión de obstáculos invencibles como leyes faltas de armonía, no los hay”.
Y lógicamente de parte de la tierra y de la iglesia católica esto va de la mano de la condena, significaría una ley invencible, un obstáculo para los seres humanos en su paternidad y maternidad, pero no es posible verlo.
“Está el ser humano como alma ante una inconmensurabilidad como el amor.
Es inacabable y profundo como él —o sea, esta figura, es la Omnimadre para este espacio, la fuente, el corazón vivo por el que se originó este espacio—, dio sentimiento a toda esa vida.
Dio fuerza de voluntad y su personalidad a su vida; respecto de su creación, ahora todo es posesión propia.
La maternidad dio las posibilidades de este espacio, para determinarlas, espiritualizarlas y materializarlas ella misma como ser humano.
Por medio de su voluntad despertó el amor, el ser humano experimenta esta unión espacial y, como hombre y mujer, es uno solo de sentimiento en sentimiento.
Esto se pone en las manos del hombre y de la mujer.
Sigue la vida material en la tierra, mi hermano André, el proceso de crecimiento y florecimiento, el alumbramiento y la creación de todo lo que vive, y estará ante el universo que se dilata dentro del ser humano, ¡dentro del ser humano!
La vida de Dios está ahora abierta para nuestra vida en la tierra.
Mire, pues, cómo el alma para todo lo que vive se ha densificado ella misma.
Siga ese desarrollo, siga la criatura de Dios, pero también la vida interior, y reconocerá entonces esa belleza universal como una personalidad.
Solo ahora usted sabe, mi hermano André, que este milagro tiene justificación divina.
Y se puede ver y vivir ahora lo definitivo para toda la materia”, es lo que hemos llegado a conocer, por medio de la vida y la muerte.
Cuando mueren en la tierra, lo que los seres humanos llaman “el deceso”, es la vivencia de las “grandes alas”.
Ustedes se dilatan.
Es evolución.
La muerte es maternidad.
¿Qué ha dicho de eso el mundo, qué ha dicho la iglesia, qué ha dicho la Biblia de eso?
La muerte es putrefacción y hay un Juicio Final encima del rostro humano, encima del corazón vivo del ser humano, y quiere que este viva una resurrección de las eras prehistóricas.
Cuando mueran ustedes, hermanas y hermanos míos, y todo lo que vive, Dios estará como madre a su lado y convertirá esa muerte en una continuación, los conducirá, o bien al mundo de lo inconsciente, el renacer, recibirán una nueva vida en la tierra, o detrás del ataúd seguirán andando y entrarán a su primer fundamento para la justicia, la armonía y el amor, y solo entonces ustedes pondrán los fundamentos para su personalidad espiritual.
Eso es lo que es la muerte universal.
“Por lo tanto, este proceso de dilatación tiene a su vez sintonización con otras leyes y esas revelaciones nos reconducen a través de la muerte al Omnigrado divino”.
Por lo tanto, para los seres humanos la paternidad y la maternidad son Omnianimación divina, es la Omnivivencia, es la Omnievolución.
Por medio de cada nacimiento, hermanas y hermanos míos, llegarán a tener otra lucecita en los ojos y habrá cambiado su cuerpo.
Porque ahora representarán al creador de este espacio y mañana a la luna como madre.
Y esa es su dilatación.
“Tiene que quedarles claro ahora”, nos dice el maestro Alcar a André y a mí, “que las leyes de dilatación reconducen la vida a lo más elevado de todo, y que así se produce la materialización del alma, de Dios”.
¿Por qué tienen ustedes que vivir en la tierra, pues, y ser hombres y mujeres?
¿Por qué tienen que dar a luz?
El señor párroco, el niño, la monja, según les he aclarado, que son ahora sagrados y castos, están ante un punto muerto y andan al margen de la creación, y tendrán que volver a la tierra para volver a ser madres, para recibir a Dios, para llevar la Omnifuente a la dilatación, y eso solo puede ser así por medio del alumbramiento y la creación, al dar a luz a un hijo para ustedes mismas y para aquel que es de ustedes.
¿Saben ahora, hermanas y hermanos míos, hijos de la Universidad de Cristo, para qué van a alumbrar y crear?
“Si entiende todo esto, si lo comprende”, dice el espacio al maestro Alcar, “esto ha infundido alma a toda la naturaleza, a todo el espacio.
Sin embargo, es la sintonización divina la que obliga al alma a continuar y que tiene que seguir estos grados de vida”.
Más adelante van a morir; ¿a dónde irán?
¿Podremos acogerlos?
Detrás del ataúd, ¿podremos analizar para ustedes las leyes del espacio?
Porque allí nuestra palabra es ley.
Representamos la justicia divina.
No les metemos miedo, pero allí tendrán que inclinar la cabeza ante el Gólgota, ante el Mesías dentro de ustedes.
Y, como les enseñé, matarán al Caifás en su interior, y eso es: la traición.
“El lugar al que vamos”, dice el maestro Alcar, “es el universo material que se dilata, y ese universo que se dilata da a nuestras vidas la eterna fertilidad cósmica, la eterna inmortalidad, el eterno saber y la felicidad, la certeza de que somos dioses, dioses y diosas.
En esto el erudito de la tierra vive su despertar, porque las estrellas y los planetas, el universo, los grados de vida para la paternidad y la maternidad han materializado esa dilatación.
En eso el erudito se vive ahora a sí mismo, en caso de que acepte la reencarnación.
Las leyes de dilatación, mis hermanos, hicieron que el alma humana fuera de una profundidad inconmensurable.
La autoridad paterna se dilata y por medio del propio yo dio sistemas universales a la madre”.
Todo eso llega a crecer, llega a florecer en la madre, en el animal, en la naturaleza, también los seres humanos lo tienen y en eso vemos a Dios.
“En esto vive el ser humano su unión divina, ya no vemos improbabilidades, porque la divina Omniconsciencia nos alimenta e inspira.
¿Qué nos enseña, pues, el universo que se dilata?
Nos vemos colocados ante los grados de vida conscientes e inconscientes de este espacio, cuyas leyes de dilatación fuerzan a la evolución a cada grado de vida”.
Y son Júpiter, Venus, Saturno, Urano, cien millones de estrellas que no tienen paternidad ni maternidad, que están allí solo para representar el cuerpo de este espacio, y entramos ahora a la conciencia materna semidespierta y a la conciencia material semidespierta para el ser humano y su Omnigrado divino.
“Todo lo que vive se dilata, y a ver si pueden seguir eso en la tierra, mis hermanos, y vivirán un universo en el ser humano y por medio de él, un universo.
Miren los grados de vida y vivan un padre y vivan una madre, y miren entonces al alma, miren a los sentimientos”.
El ser humano como sentimiento solo puede dilatarse si el pensamiento ha sido espiritualizado, si el ser humano habla, actúa como se ha creado este universo: en armonía, en amor inmaculado, puro.
“Cada pensamiento, pues, mis hermanos, se vuelve universalmente profundo, adquiere significado espiritual, llega a tener que representar una túnica vital.
Cada pensamiento de los seres humanos, André, se dilata en caso de que ese pensamiento representa el amor, la armonía y la justicia de este espacio”.
Y los seres humanos son capaces de vencer todo esto.
Sin embargo, tienen que aceptar estas leyes, querer ver el universo que se dilata para ellos mismos, porque este universo es su lugar.
Y Dios dijo —¿no es verdad?—: “En todos Mis mundos hay lugar para ustedes, asegúrense de estar entre los conscientes de espíritu para que pueda irradiarlos”.
“El grado de vida para ustedes mismos determinará ante qué concienciación material y espiritual estarán y se encontrarán más adelante, André, y la misma vida se lo dirá, cómo actúan.
¿Qué es, pues, una fe en la tierra?
¿Sigue siendo esto una fe?
Esto es sabiduría vital, es Omnisciencia, es autoridad, es la realidad de Dios.
Pero ¿qué han querido de estas leyes los grandes de la tierra, mi hermano André, por medio de su dilatación, de su análisis de estas leyes, al decir ahora: “Un sol escupió al otro, y la luna como madre para este espacio surgió porque una mañana, la madre tierra se sintió indispuesta y vomitó la luna”?
¿Para qué vivían ustedes, Sócrates, Platón, Pitágoras?
¿Para qué han vivido ustedes y muchos otros que se han dado para llegar a la dilatación?
Es lo que somos nosotros.
Es la Universidad de Cristo.
Ustedes solo han vivido para poner fundamentos para este siglo.
Y es Jeus de Madre Crisje, ese es André-Dectar, para la humanidad, el consciente cósmico, que después de Cristo —porque Él lo dijo— traerá nuevos sentimientos para la humanidad, traerá el despertar espacial y divino para la humanidad, porque en el Antiguo Egipto, en el Templo de Isis, como instrumento de la Universidad de Cristo, se dio luz a sí mismo, se dio conocimiento, se dio sabiduría, atravesó la vida y la muerte y llegó a amar el proceso de muerte, porque para su vida y para todos esos grandes alados de allí y para toda la humanidad, para los hijos de Dios, determina el lugar en que el ser humano ha de comenzar con su pensar y sentir universales propios, con su alumbramiento y creación”.
“Si quieren vivir”, dice el maestro Alcar, “estas leyes para los animales, para la madre naturaleza y para ustedes mismos, sigan entonces las leyes de dilatación para este universo y sean amor, sean justicia, sean armonía, y lo vivirán”.
El maestro Alcar dice todavía, y luego nuestro ser uno para esta mañana ya habrá vuelto a terminar: “El alma como ser humano se dilata porque tiene que representar a Dios, porque es la Omnifuente, para eso ha creado todos esos espacios la Omnifuente como madre”.
Esta mañana, hoy, ¿han entendido en todas esas conferencias de qué se trata realmente?
Si son cordiales, benevolentes y amorosos para sus amigos, y cuando pueden vender su vida, su casa, sus medios, y cuando empiecen a sentir que su propio más allá habla a sus vidas, aunque todavía no sepan nada de cada ley, entonces esos son los sentimientos inmaculados divinos, hermanas y hermanos míos, que les infunden alma, como los hemos conocido y los aceptamos una y otra vez Jeus de madre Crisje, André-Dectar, el maestro Alcar y yo, y millones de otros.
Maestro Alcar, maestro Cesarino, Ubronus, Damasco y la Media Luna están aquí esta mañana para dar nuestras flores a Hendrik, el de madre Crisje, que está aquí esta mañana, porque él dio su sangre, su vida, vendió su casita y dijo a Jeus en 1946: “Lo que sabes hacer tú y lo que saben hacer otros yo también lo sé hacer, aunque no entienda nada”.
Hendrik de madre Crisje, los maestros le han comprendido.
Soy el maestro Zelanus, como José jugaba con Jeus cuando él era un niño.
Pero que usted haya entrado, como un hijo de Crisje, al espacio y haya aceptado en el acto su palabra, aunque llegaran a su vida miles de dudas, y otro rompiera en mil pedazos los fundamentos que se habían colocado; acepte la palabra del espacio y de los maestros: usted no ha puesto fundamentos deformados, eso es lo que hacen todos los de aquí y se lo demostrarán los hijos de Nuestro Señor, los adeptos de la Universidad de Cristo.
Sigan, continúen y esperen...
Hendrik, Hendrik el Largo y Crisje y Miets los saludan.
¿Quieres mostrarte un momento a mis hijos, a mis adeptos?
Levántate un momento y di: “Buenos días, mis hermanos”.
(Hendrik, un hermano de Jozef Rulof, véase para esto el libro ‘Jeus de madre Crisje’, parte III, da los buenos días).
(El maestro Zelanus toma unas flores): Te las da el maestro Alcar y hay otras para tu propio amor, de parte de madre Crisje, estas...
¿Quién me las ha traído esta mañana?
Esto es para su mujercita...
Y esto es de parte de Hendrik el Largo, de Crisje y de Miets.
Me las gané cuando como hijo del otro lado, como ser humano que tuvo que escribir ‘Una mirada en el más allá’ y las ‘Revelations’, Hendrik, me las gané y te las doy a ti.
Mis hijos saben que no estamos a la venta y que esas cosas no ocurren a menudo, o sudamos sangre.
El maestro Alcar sabe que ustedes dieron su sangre.
Hay una cosa que aceptarán y más adelante lo verán: por medio de las ‘Revelations’, de ‘Los pueblos de la tierra’, han puesto sus fundamentos para su espíritu, para el otro lado, para el Gólgota actual.
Nunca más sucumbirán.
¿Quieren aceptarlo de mí, en nombre del maestro Alcar?
Gracias.
Hermanas y hermanos míos, sepan, sin importar en qué parte de la tierra se encuentren, si pueden aceptar su dilatación y quieren vivirla: nunca más estarán solos.
Estamos a su lado si habla la realidad, si albergan la veracidad.
Los corazones que se han construido por medio del amor, a quienes una madre santa ha dado los fundamentos, que los han recibido de ella, quiero decir, no pueden desgarrarse, no se pueden separar a golpes.
En esto, el amor puso fundamentos eternos.
Hasta aquí esta mañana... los dejo con la felicidad del Mesías y de Dios en sus corazones, para sus almas, para sus espíritus.
Ámense, aprendan a dilatarse, hermanas y hermanos míos, por medio de la cordialidad, de la benevolencia, de la justicia y el entendimiento.
Hendrik, recibes esta mañana desde los cielos de parte de tu Crisje querida: “Yo también estoy aquí...”.
Y de papá, y de tu hermanita y todos los que te conocen de verdad.
Dios, hermanas y hermanos míos, no es un Dios de odio ni de venganza, Dios es amor y lo será eternamente, y así seguirá siendo hasta que los tengamos a todos ustedes en nuestras manos y hagamos que entren al templo de Su vida.
Y entonces estaremos postrados a los pies de los maestros.
Les agradezco su atención benevolente.