La paternidad y maternidad del universo para el ser humano – parte 1

Buenos días, hermanas y hermanos míos:
Recibiremos la conferencia ‘La paternidad y maternidad del universo para el ser humano’.
La conferencia anterior nos conecta con la cosmología.
Continuamos —pronto voy a leerles— para aclararles que el ser humano vence completa e irremediablemente el universo.
Estábamos de viaje y tuvimos que soltar el universo, pero nuestro pensar y sentir para el cosmos espiritual y material nos conduce a un estadio más avanzado.
Y si lo asimilan bien, si quieren comprender, más adelante, detrás del ataúd, no les parecerá extraña una infinitud y podrán aceptar que esta vive dentro de ustedes.
Y los seres humanos que no lo quieran también estarán ciertamente detenidos en un punto muerto.
Ustedes saben: provienen de la era prehistórica, han depuesto millones de vidas.
Pero ¿qué significa eso cuando se nos coloca ante el universo?
La paternidad y la maternidad del universo vive, pues, en cada insecto, pero además y sobre todo en los seres humanos.
Los seres humanos en la tierra, ustedes, los millones, los pueblos, desconocen el poder, la creación, la infinitud en que viven, porque cuando de verdad empiezan a entender: soy universal, planeo en el espacio, entonces se liberarán de su pisada, de su pensar y sentir en la materia, y entonces llegarán a tener esas “grandes alas”.
Esta mañana podría detenerme en esto y llevarlos conmigo al Templo de Isis, de Ra, de Amon-Ré, de Lúxor.
¿Cómo es que nosotros, que ustedes, que algunos de ustedes —ya ni siquiera se acuerdan— vivieron en esos tiempos?
Podría conectarlos con Dectar, con Venry y los sumos sacerdotes.
Cuando semejante criatura llegaba a un templo de esos, se comenzaba a liberar a esa vida de la tierra.
Una sola verdadera ley, todo es ley, un solo estado, un grado de vida —lo volverán a oír más adelante— para el macrocosmos, que se vive, se piensa a fondo, se siente a fondo y sobre el que se ponen la armonía, la justicia y el amor, es un fundamento para su personalidad espiritual divina; ese fundamento es ahora consciente.
Y esto únicamente —se lo he enseñado por medio de los libros y las conferencias— se puede edificar por medio del amor.
Y ahora podrán —lo vivirán— vencer el macrocosmos por medio de la armonía, la justicia y el amor.
Primero, a aprender a pensar.
Saben pensar materialmente, lo vivió André, saben divertirse, saben estar alegres todos los días, animados, incluso locos de felicidad, y sin embargo cósmicamente espirituales.
Basta con que sigan a André, juguetea y vuela y está alegre y no tiene que ver con disgustos, pero no quiere crearlos.
Quiere estar en armonía con la materia, con la sociedad; ustedes pueden dejar que esa vida se dilate y sin embargo poseer la sintonización para ese espacio en las profundidades de su interior.
Les he dicho más de una vez, ojalá los tuviera por las mañanas y las tardes y las noches —y eso puede decirlo André— y les enseñaría y entonces comenzaríamos con la escuela universal eterna.
Fuera esos sentimientos, fuera esos pensamientos, tienen que desaparecer, en lugar de eso ponemos infinitudes astrales espirituales como un pensamiento, un sentimiento, una cordialidad, una apertura ante toda la vida que Dios ha creado.
Cuando ahora pronto empecemos a leer, sintonizaremos directamente con el viaje en que siempre vivimos.
Ese viaje continúa, durará otra conferencia, otras dos, tres, cuatro, y entonces habremos vivido la paternidad para el universo y la maternidad.
Pero después los conectaré con sus propias vidas y verán —en esos cinco minutos— que ese macrocosmos vive en el interior de ustedes.
Pueden ser universalmente profundos en todo.
La vida se vuelve hermosa, la vida se vuelve maravillosa, empiezan a hacer las cosas de otra manera, dan algo, un pequeño acto de amor, espacio.
Y ¿lo ven? —se lo enseñamos nosotros, les he hablado más de una vez de los sistemas filosóficos—: por medio de eso se construyó Egipto.
No se convirtieron en religiones, sino que esto es ciencia, verdaderamente es sabiduría divina.
Continuemos y veamos qué tiene que decir el macrocosmos a nosotros, a su vida como madre y como padre.
De tarde en tarde volveré a ustedes, me detendré porque es necesario para llevarlos a esa dilatación.
La paternidad y maternidad para el espacio.
Maestro Alcar...
Usted sabe dónde nos quedamos, teníamos el cosmos material y el astral, que empezó a densificarse y ahora estamos sintonizados con ese espacio y vamos a ponernos a seguir la paternidad y la maternidad para el espacio, para este universo.
El maestro Alcar continúa y dice: “Si seguimos este nacimiento natural del espacio, hermanos míos, vivimos la infinitud de Dios, la materialización de Su vida y esencia”.
Lo ven, esto es Dios.
Dios se materializa a sí mismo, materializa Su vida y Su esencia por medio del universo.
“Y finalmente, todo eso es amor”.
Justo lo que les dije hace un momento.

Ustedes... en fin, volveremos a eso más adelante.
Ya quisiera volver a empezar, ustedes aún no ponen ese cosmos encima de los actos, anhelan y ansían acogerlo todo en ustedes, pero estaría bien que pusieran esa voluntad y esa animación —ya lo ven, ahora puedo volver a empezar— encima de ese pequeño rasgo de carácter, porque representa ahora el universo.
“Cada grado de vida”, dice el maestro Alcar, “lo representa a Él como padre y madre de este universo, porque Él lo es.
Y entonces vemos el proceso de crecimiento y florecimiento, la dilatación y la densificación, la división, y cada chispa despierta como una entidad divina”.
Imagínenselo ahora, esos millones de chispas en ese universo, se dilata y densifica y vuelve a dividirse, y despierta cada entidad divina como elementos vivos, como organismos para este universo.
“Y ¿qué comparaciones hemos de hacer si queremos vivir este espacio, maestro Zelanus?”.
Y entonces puede decir el maestro Zelanus, puedo decir yo: “Lo que entra en mí, maestro, es seguir aquello por medio de lo que el espacio material se ha creado a sí mismo y después de lo que significa todo esto como un solo conjunto, como un solo cuerpo.
Y entonces la paternidad se separa de la maternidad.
O sea, el sol y la luna.
Pero debido a eso llegó vida nueva”.
Ahora el sol es la fuente esencial para la paternidad y la luna se convirtió en la Omnimadre para este espacio.
El maestro Alcar dice: “Eso es lo que hemos de seguir ahora.
Todo este universo, hermanos míos, finalmente es solo dos leyes.
Podrán abarcar este imponente conjunto con la vista si siguen y quieren aceptar la paternidad y la maternidad.
Más no hay.
Son estas leyes las que han determinado nuestra vida.
Nos reconducen a Dios.
Debido a que el universo ha podido densificarse pudo continuar la vida de Dios, también nosotros.
Por lo tanto, en él viven cuerpos que representan el principio creador y alumbrador y otros que, a su vez, pertenecen a este conjunto, pero que han recibido otra tarea, porque a su vez han surgido del primero.
¿Está claro?
¿Entiende lo que quiero decir, André?”.
Gente, comprendan ahora bien lo que reciben.
Hagan todo para seguirlo y aprenderlo.
Esto es sabiduría divina.
Tienen que aceptarlo todas las universidades en la tierra, es eternamente universal.
Y André dice: “Sí, maestro, comprendo lo que significa.
Porque hay planetas que jamás conocieron la paternidad ni la maternidad”.
“También eso es verdad”, dice el maestro Alcar, “y lo hemos de seguir.
Y esos planetas, ¿cuáles son, maestro Zelanus?”.
“Por ejemplo”, digo, “Júpiter, Saturno, Urano, Venus, mi maestro, y muchos otros cuerpos que podemos observar ahora”.
Surgieron a partir de las primeras leyes, cuerpos, eras de densificación elementales, paternidad y maternidad.
De esa paternidad y maternidad del cosmos nacieron todos esos planetas de transición, esos planetas semidespiertos y conscientes: Júpiter, Venus, Saturno.
¿Lo sabe, astrónomo?
¿Entienden ustedes a dónde se dirigen, que están recibiendo clases universitarias divinas?
“En efecto, allí nos conducen los maestros”, dice el maestro Alcar.
“Así que hemos de constatar cómo vive este conjunto y por medio de qué llegó a tener este universo esa entidad, y después, cuáles son las leyes esenciales para el espacio y para nuestra existencia humana.
Y esa es la paternidad y la maternidad para los seres humanos, para los animales y para la vida de la madre naturaleza.
Lo que he de vivir es que Dios, durante las primeras horas antes de Sus revelaciones, estuvo sintonizado con esas leyes”.
O sea, la Omnimadre estaba sintonizada con la paternidad y la maternidad.
Por lo tanto, el alumbramiento desde la fuente primigenia creó nueva paternidad y maternidad, el sol se ha densificado ahora.
¿Lo entienden?
Así que empezó a dilatarse esa paternidad, esa maternidad, la Omnimadre, la Omnialma, la Omnivida, el Omniespíritu, la Omnipersonalidad, el Omniamor, la armonía, la Omnijusticia.
Es lo que les... esa mañana lo hemos vivido, hemos hecho ese viaje.
Esas nebulosas llegaron a tener densificación y ahora ya ha surgido el universo como una nueva paternidad y maternidad.
Más arriba, más allá, ampliación y dilatación; más sentimiento, más materia, más densificación.
¿No es sencillo?
“Y entonces el universo se desgarró.
Y ese desgarramiento ocurrió por medio del alumbramiento, de estas leyes para y de la paternidad, como las posibilidades más elevadas de todas para esta existencia; después seguiremos entonces la dilatación y la densificación de esas leyes”.
Aprenderán ahora cómo semejante planeta llegó a la densificación, cómo ese espacio adquirió una propia entidad y una personalidad, cómo empezó esa vida, y después serán personas conscientes, cósmicas.
“Pero antes de que se pusieran esos primeros fundamentos, se manifestaron seis estadios sucesivos.
Porque el espacio se densificó progresivamente”.
Progresivamente, la noche después del día; primero otro embrión y luego otra vez dilatación, densificación, ampliación, sentimiento, y hemos llegado a ver un estadio nuevo.
“Eso no pudo ocurrir de golpe”, dice el maestro Alcar, “sino que el sol y la luna acogieron y densificaron materialmente la paternidad y la maternidad”.
¿Lo ven?
“Y eso duró millones de eras.
Pero es ahora un grado, una ley, un estado.
Ese sol, esa luna, esta paternidad y maternidad los puede tomar sin más en sus manos, ¿no, André?”.
André dice: “Ahora yo lo soy, por medio del universo”.
“Y miren ahora”, tienen que escuchar bien esto, “miren ahora en el estadio actual, es decir, los conectaré con el estadio como sigue siendo en este momento el universo al que pertenecemos nosotros, y André, y toda la vida de este espacio.
Sintonicen, pues, con esa vida y con esa concienciación, y seguiremos este desarrollo.
Eso significa ahora que Dios se ha densificado y mostrado por medio del firmamento”.
A André se le hicieron preguntas: ¿Por qué se ha manifestado Dios?
¿Por qué creó miseria, disgustos?
Es lo que dice el ser humano de aquí.
Dios no creó disgustos ni miseria, Dios se ha densificado a sí mismo.
Hubo una mañana en que hablé de: para Dios ustedes no son seres humanos, son dioses, dioses en un estado humano.
Han atravesado el universo a partir de la luna, están ahora en la tierra y pronto su ciclo habrá quedado completado, y ustedes entrarán al cosmos espiritual, astral.
¿Quién puede enseñarles eso?
Viene de la Universidad de Cristo.
“Ahora estamos ante el: ¿por qué la tierra vive allí y la luna allá?”.
Ahora llega a haber leyes.
¿Lo ven?
“Y Marte, ¿recibió ese espacio?
¿Así como así?
Marte —el planeta Marte— y otros planetas, ¿por qué han de describir una órbita de dilatación y por qué la tierra vive tan cerca entre el sol y la luna?
“Nos queda claro y ahora nos va quedando claro que el lugar de un planeta tiene significado divino.
Y más adelante se podrá ver y vivir, hermanos míos, por lo que nosotros —ahora sigue la respuesta, ahora viene la respuesta— tendremos que vivir las leyes armoniosas, y las tendremos y las podremos aceptar.
Por lo tanto, cuando hacemos preguntas para la tierra y sus hijos, hermanos míos: “¿Por qué Dios creó un espacio?”, la respuesta divina es: “Dios se dividió por medio de su paternidad y maternidad y se materializó para más adelante, en el Omnigrado, representarse a sí mismo desde lo invisible, y para llenar Su vida y Su personalidad”.
¿Quiénes son ustedes ahora?
¿Llenan el espacio divino?
Si ese espacio que se construyó en armonía y amor lo espiritualizan y materializan, lo mancillan, si lo convierten en cotilleo, palabrerías, chismes, si lo demuelen, destruyen su sustancia divina, oscurecen su luz divina interior.
¿Está claro?
La realidad hace temblar a André.
“Son leyes, núcleos vitales, pero las estrellas y los planetas y los soles las poseerían y representarían, y continuarán así la vida de Dios”, es Dios mismo.
“Es, pues, nuestro propio proceso evolutivo, hermanos míos, también para los animales y la vida de la madre naturaleza.
Y ni una sola chispita podrá escapar de esto”.
Este camino para esta evolución divina.
(Cada chispa) —es por lo tanto Dios, es el Omninúcleo presente en cada célula— tiene que seguir y vencer esta espiritualización y materialización para el universo, y entonces la chispa de Dios podrá continuar para entrar a una nueva evolución, a un nuevo estadio.
“El alma, pues, como chispa de Dios, es para el espacio un planeta, o un sol, una estrella y una nebulosa, también estos tienen alma.
No hay más.
Pero cada chispa tiene que desarrollarse forzosamente, tiene que volver ahora a la Omnifuente, la Omnivida, el Omniestadio.
Todo tiene que volver.
¡Son las leyes inmaculadas y sagradas de Dios y significan amor!
Al vivir la armonía, nosotros y todo lo que vive entramos ahora a Su voluntad para alumbrar y crear.
Y vemos entonces que unas vidas sirven a otras, se entregan para esas vidas, alumbran y crean, no hay más”.
Esto es evolución, y entonces nosotros vemos que una vida elevará a otra y solo entonces podrán ustedes hacer la pregunta: “¿Por qué no me convertí en planeta ni en sol?”.
Así que ustedes son...
Hay un planeta que da a luz, el planeta madre.
Júpiter, Venus y Saturno —lo oirán más adelante— son bolas de luz inconscientes que surgieron por medio de la luna, del sol, de la paternidad y la maternidad, no tienen ese sentimiento ni tampoco lo necesitan.
Pero ¿conoce el astrónomo Júpiter, Venus y Saturno?
“Y ahora ya no pueden andar hacia el inconsciente, continuarán en línea recta”, dice el maestro Alcar, “hacia lo divinamente consciente”.
En el núcleo donde sea que vivan ustedes podrán vivir ese núcleo, lo harán, y podrán verlo como paternidad y maternidad.
Y eso significa que la paternidad y la maternidad nos envían hacia los siguientes —estadios consecutivos— mundos de concienciación, donde veremos y viviremos el nuevo fundamento, y luego a seguir.
Porque un grado de vida nos conecta con el siguiente.
En el macrocosmos ni siquiera es posible perderse.
“¿Por qué pertenezco al mundo animal o a la naturaleza?
Son leyes y la vida le dirá”, dice el maestro Alcar, “a qué ley vital consciente o inconsciente pertenecen y tienen que representar.
Y si quieren seguirlo, tenemos que vivir la luna, vivir el sol.
Pero eso vendrá más adelante, primero seguiremos el surgimiento del universo hasta en el Omniestadio, solo luego comenzaremos con nuestra propia evolución.
¿Qué significado va a tener el universo ahora, André, para los seres humanos?”.
Si tuviéramos clases universitarias de iniciación locales, hermanas y hermanos míos...
Cuando más adelante lleguen detrás del ataúd, el maestro estará a su lado, y entonces tienen que poder responder, porque tienen que acoger en ustedes ese cosmos, tienen que cargar ese universo entero.
André ya carga el universo y le hace feliz.
El maestro Alcar le hace esta pregunta cósmica, y André puede decir: “Que llegamos a tener el control de todo esto, mi maestro.
Millones de chispas de Dios representan el universo, pero tienen que servirnos a nosotros, como seres humanos; estaban siendo densificadas para nuestra vida.
Así que como ser humano llego a tener en mis manos las leyes de alumbramiento divinas y maternas, soy alumbramiento y creación, soy Dios mismo como ser humano”.
André no se imagina ser más, cuando por un momento se pasa de la línea ya devolverá el golpe.
“¿Y luego sigue...”, pregunta el maestro Alcar, “maestro Zelanus?
¿Qué sigue ahora?”.
“El nacimiento y el renacer, mi maestro”.
Es decir, el nacimiento de una célula, de un planeta, el renacer, la muerte y la continuación.
“También eso”, dice el maestro Alcar, “se nos revela en esto.
Gracias al renacer vamos más arriba y más allá”.
O sea, si usted no muriera, si no pudiera morir, no avanzaría, y los seres humanos no tendrían evolución.
Así les pregunté mil veces aquí: ¿por qué el mundo sigue llorando cuando se muere una persona?
¿Por qué se visten ustedes de negro?
¿Por qué están sintonizados con ese bu?
¿Por qué no se ponen contentos y felices de que el ser humano pueda continuar hacia su nueva evolución?
Nuevamente a la tierra, a vivir una nueva vida, a entrar a un nuevo estadio, a recibir un nuevo organismo para la paternidad y la maternidad.
Volverán a ser hombres y otra vez madres.
¿Cómo piensan de ustedes mismos?
¿Sienten el alumbramiento y la creación dentro de ustedes?
¿Se conocen a sí mismos de cara al universo?
El mundo no lo sabe.
“Eso también”, dice el maestro Alcar, “se nos revela en esto.
Gracias al renacer vamos más arriba y más allá”.
O nos detendríamos y estaríamos en un punto muerto.
Si Dios no se hubiera densificado, si estas dilataciones no se hubieran hecho realidad, aquí habría estado el final para el macrocosmos, la gente ni siquiera existiría todavía.
“Pero elevarse más de esta manera”, dice, “lo verán, es la vivencia de un estadio siguiente y más elevado”.
Cuando mueran entrarán —¿lo oyen, verdad?— irremediablemente, posean tinieblas o luz, en un estadio siguiente, más elevado: la evolución.
“Así nuestra vida y conciencia se amplían”.
¿No se lo enseña André?
“Lo vemos y podemos seguirlo por medio el sol.
Para toda la vida en el espacio, su densificación y ampliación es también despertar, y eso se puede ver y vivir en la tierra.
¿No es verdad, André?
Cada partícula aquí es ahora también una chispa de Su personalidad”.
¿No hablábamos de Su personalidad?
Ahora tienen que recordar todo eso que les he enseñado.
“Cada partícula de aquí es también una chispa de Su personalidad”.
Porque esa mañana hablé de la chispa de Dios como luz, una chispa de Su personalidad.
“La representación materializada de Su vida, Su luz, Su alma, Su espíritu, paternidad y maternidad, y quiere ser: ¡amor!”.
¿Acaso es tan incomprensible eso?
“¿Les ha quedado claro?
Veo estas leyes, y también para sus vidas se pueden seguir y ver.
Para constatar esto, pues, hermanos míos, hacemos un viaje a través del universo y volvemos a ver la paternidad materializada”.
La divina paternidad.
“Porque es lo que quiere el Omnigrado divino.
El ser humano en el Omnigrado nos sigue y me encomendó a mí, André, la tarea de elevarlos como seres humanos al Omnigrado consciente y divino, para que la Universidad de Cristo se materialice en la tierra”.
¿Quién ha recibido esta escuela en la tierra?
Más adelante, André volverá a eso.
“Nada es capaz de llevarnos”, lo oyen, ¿no?, “de hacer que erremos el camino, ¡nada!
Y ese es el análisis para toda la vida de Dios y para la criatura de la madre tierra, el ser humano.
El propio grado de vida nos dice ahora si estamos ante la paternidad y la maternidad o ante un grado de vida que no tiene nada que ver con estas leyes esenciales.
¿Qué viviremos entonces, André, si vemos esas leyes, esos cuerpos, esos organismos?”.
Y entonces André dice: “La personalidad divina, mi maestro”.
“Lo ve”, dice el maestro Alcar, “esa es la intención, así llegamos a conocer a Dios como espacio”.
Primero como nebulosas, luego como alma, como espíritu, ahora ya como espacio, espacio materializado.
“Y entonces sigue que vemos que cada chispa es una partícula de Su todo, pero que nos enseñó la Omnifuente”.
Porque estuvimos juntos en la Omnialma, la Omnifuente, la Omnivida, ¿no?
“O sea, almas de Su alma”, un planeta, lo oyen, “espíritu de Su espíritu, luz, vida, paternidad y maternidad, de Su personalidad, pero que se pueden vivir, ver y seguir como leyes materializadas, como grados de vida.
¿Es correcto eso, maestro Zelanus?”.
“Sí, mi maestro”, digo, “veo y vio todas estas leyes”.
El maestro Alcar dice: “Aunque más adelante entremos a la existencia humana, verá que cada chispa, aunque esa vida pertenezca al universo”, escuchen ahora, “es embrionaria, porque la Omnifuente posee lo infinito, posee lo inmedible, y ¿eso significa, maestro Zelanus?
¿Oye ahora lo que tiene que decir?”.
“Que de este espacio”, lo oyen, hijos, “sí se puede vivir un final, por más inmedible, por más infinito, por más poderoso e imponente que sea”.
El maestro Alcar dice: “Le doy las gracias, porque esa respuesta es divinamente justa y justificada.
No se puede ver desde la tierra, y sin embargo vivimos un final, y ¿qué significa, André?”.
“Que entramos entonces en el cuarto grado de vida cósmico, mi maestro”.
“También esta respuesta es correcta.
En efecto, podemos continuar millones de años y sin embargo vivir un final, y ¿que será eso entonces, André?”.
“La concienciación más elevada para un grado de vida”.
¿Lo entienden?
“¿Y vemos, maestro Zelanus?”.
“Un nuevo sol, una estrella, un nuevo planeta, maestro, y un nuevo espacio, porque toda esta vida evolucionará y creará y volverá al Omnigrado.
Y el cuarto grado cósmico todavía no es el Omnigrado, porque lo viví en la Omnifuente, hubo siete transiciones”.
¿Lo recuerdan?
“Y esas siete transiciones, mi maestro, las vuelvo a ver ahora; por lo que surgirán el cuarto, quinto, sexto y séptimo grado cósmico”.
Ojalá pudieran transmitir esto a sus astrónomos, ojalá pudieran inclinarse y sentarse y dar eso a la humanidad, entonces en una sola semana el mundo se volvería cósmicamente consciente, el mundo, la humanidad.
El maestro Alcar dice: “Esos son, pues, los fundamentos sobre los que seguimos construyendo”.
¿Entienden que aquí vamos de grado en grado y que no podemos simplemente saltarnos partes?
“Y podemos constatarlo desde el espacio”.
O sea, vemos, vivimos el siguiente estadio, volvemos a la Omnifuente y a la vez vivimos el universo como paternidad y maternidad.
“No nos hace falta ir a una estrella, a un planeta, eso será más adelante”, dice el maestro Alcar, “pero entonces viviremos el núcleo verdadero, para nosotros mismos, para los animales y la madre naturaleza”.
Es verdad, André: una estrella con la que usted vivió la unión espacial es hija de la luna y del sol, y dice por lo tanto que nosotros y toda la vida alumbraremos y crearemos.
Debido a que en este espacio el sol y la luna son finitos, pues, también la vida tendrá que aceptar esas leyes, pero va más allá y más arriba”.
¿Lo entienden?
Es decir, la muerte, más adelante llegaremos al proceso de morir para el macrocosmos, la vida y la muerte para el macrocosmos.
Si una estrella... les di esas conferencias, una y otra vez materialicé esas leyes y cuando luego uno ve cayendo a semejante meteoro, es la muerte.
Entonces es la muerte para el universo, el final del ciclo para una estrella.
Lo ven: evolución.
Y ¿qué sabe la ciencia de esto?
Los seres humanos aún tienen que asimilar esta sabiduría.
“Por eso la vida tiene que volver a Dios”, lo ven, “a la Omnidivinidad consciente, pero por medio de esto se manifiesta”, lo oyen, viene otra cosa de estas, “que el ser humano es divino, que toda la vida de este espacio es divina.
Debido a que ha comenzado el ‘Siglo de Cristo’, esta sabiduría divina llega a la tierra, hermanos míos, antes esto aún no era posible”.
Han de entender, gente, que si los maestros hubieran comenzado con esta sabiduría en el siglo XVI, XVII, no habríamos podido estar aquí ni dos segundos sin que nos hubieran puesto en la hoguera, a ustedes y a mí.
Pero eso es ahora.
También somos ponedores de fundamentos divinos, representamos el Omnigrado.
Algo que es imposible, pero Cristo lo dijo y demostró: “Vendrá gente que sabrá más que Yo”.
No significa que vamos a jugar a ser Cristo, sino que pelearemos por Su vida, entregaremos la sangre, nuestras fuerzas vitales, porque Él vino desde el Omnigrado y materializó el Yo divino.
No hacemos más ni podemos hacer más.
Pero ahora traemos Su vida a la tierra.
Y cuando dijo: “Vendrá gente que sabrá más que Yo”, Él sabía que nosotros, los seres humanos que vivimos ahora en las esferas de luz, nos consumía el deseo de poder ir construyendo un instrumento para transmitir esas palabras, esa sabiduría.
Y ahora estamos en eso, ocurrió infaliblemente y es infalible esta realidad que reciben ustedes ahora.
“De esta manera”, dice el maestro Alcar, “Dios habla a la vida que Él ha creado por medio de las creaciones divinas como paternidad y maternidad, y esa vida tendrá que representarlo a Él”.
Se representa a sí mismo por medio de cada ley vital.
¿No es sencillo?
“¿Puede un erudito de la tierra, pues, aceptar que todo esto es amor?
¿Que el espacio quiere ser únicamente paternidad y maternidad?
Desde la tierra se mira este imponente proceso, pero sin comprenderlo.
Qué sencillo vuelve a ser todo, qué cerca de nuestra vida, André, mi hermano Zelanus, porque ¿no somos padres y madres?
¿No estamos muy intensamente conectados con Dios cuando somos padres y madres?”.
¿Sí saben lo que ocurre cuando se dividen y nace una criatura?
Entonces vive usted, y su marido, él como creador, usted como alumbramiento, como Omnifuente, las mismas leyes que seguimos ahora y que han surgido por medio del macrocosmos.
¿Comprenden ahora un poquito lo sagrado, lo imponentemente poderoso, divino que es poder atraer a un niño, poder materializar un niño, poder alumbrar a un niño?
Eso es crear un planeta nuevo, un avance nuevo, reciben reencarnación; si han de volver a la tierra —y lo han vivido—, más adelante ese niño tirará de ustedes para hacerlos volver.
Ese es el nuevo planeta creado por la luna y que se convierte en el cuarto grado cósmico, como verán más adelante, porque vuelvo a meter el cuarto grado cósmico en sus propias leyes, en su alumbramiento, en su creación, en su estado de hombre, su estado de mujer, su amor, su justicia, su armonía.
Pero entonces puedo decir y preguntar: “¿Tan armoniosos son?”.
Se mira desde la tierra y se quiere ver todo esto, pero han de querer vivir esto desde la tierra.
Los astrónomos quieren ver, pero no experimentan nada.
Están en un punto muerto y no llegarán nunca.
Ustedes han de empezar para dar forma a ese cuerpo.
No tienen que decir: “Es una luna, es un sol”.
Es Dios.
¿También dicen: “Eso es de Dios”?
No, simplemente es Dios.
“Todo lo que vivimos es de Dios”.
Y entonces el erudito está allí y dice: “Todo esto es creación divina”.
Por supuesto, pero no dice también: “Es Dios, representado como luz solar y como luna.
Es Dios mismo.
La tierra que pisan es Dios”.
Esa materia.
Cuando vivimos en esa unión, ¿pueden comprender que podemos besar la tierra, o sea, la materia?
¿Y que no somos capaces de generar fisiones nucleares, para hacer fisionar por medio de la violencia esa madre buena e imponente, esa tierra amorosa?
¿Qué pensaría Cristo sobre disparar un cañón?
¿Por qué no se encendieron allí velas por Su bienestar?
Estar melancólicos no les sirve de nada, sino que hay que aprender a pensar de manera potente y consciente, y atreverse a extirpar los errores de ustedes mismos diciendo: “Aquello sobre lo que vivo es Dios”.
Ni siquiera sienten el calor que irradia la madre tierra cuando ustedes pisan madera.
¿Siente cómo late el corazón de esta madera?
Cuando por las mañanas nos vemos aquí, con esta dura piedra...
Todos esos artistas que vienen aquí a este edificio, ¿lo sentirán, que ya nos infunde alma la piedra sobre la que estamos?
La madera vive.
Por las mañanas, esa cosa empieza a hablarme y dice: “Maestro Zelanus, ¿está allí otra vez?
Esta semana hubo gente, pero no me percibieron”.
Y luego vienen el corazón, la luz, y la vida y el espíritu de esto (el maestro Zelanus da un golpecito en el pupitre) empieza a hablar e infunde alma a mí y a André.
¿Lo creen?
“¿Puede entonces un erudito de la tierra aceptar que todo esto es amor, que el espacio solo quiere ser paternidad y maternidad?
Porque la gente mira”, dice el maestro Alcar, “desde la tierra este imponente proceso, pero sin comprenderlo”.
La gente no lo entiende, no lo conoce.
“Qué sencillo vuelve a ser todo, qué cerca de nuestras vidas, porque ¿no somos padres y madres?”.
¿No damos a luz?
¿No nos encargamos de nuestra reencarnación, de que haya alguien en la tierra con quien tengamos que ver y que esa vida pueda tirar de nosotros para hacernos volver?
¿Saben ahora, madres, lo necesario que es que tengan hijos?
Si no...
No, mejor no se lo voy a decir, pondría esta sociedad patas arriba y entonces ya no habría pecados, me pondría en contra de la sociedad.
Pero habría querido decir a una madre que no tenía la imponente posesión de poder dar a luz: “Pida entonces al espacio que le dé un hijo.
Y cuando Dios le envíe esa vida, acéptela en amor y dilátese”.
Y el resto ya podrá imaginárselo.
¿Tiene justificación ante Dios, entonces?
Usted misma representa su plan divino, ¡usted misma, usted misma, usted misma!
Pero sobre esto, más adelante...
“Este regalo, mis hermanas y hermanos”, dice el maestro Alcar, “llegó a nuestras manos por medio del universo”.
¿Cuántos regalos son?
Tienen luz, tienen maternidad y paternidad, son alma, son espíritu, son vida, tienen una personalidad; son regalos divinos, ¿son conscientes de ello?
Ser un ser humano es una ley vital divina, porque ustedes son deidades.
¿Cómo es, pues, su divinidad?
¿Quieren llegar a ser uno solo con su cosmología en su interior?
¿Quiere hablar el universo a ustedes mismos?, ¿a su conciencia diurna —¿lo ven?—, ¿a su personalidad?
¿Convierten entonces su materialización, sus sentimientos, en tinieblas, o los convierten en luz?
Tendrán que hacerlo de todos modos, porque ahora llegan a conocerlos como personalidad: ¿quiénes son, qué hacen, qué quieren?
A todo lo que vive en ustedes —este imponente universo, es este organismo humano— ¿le dan irradiación, vivencia, dilatación?
¿Bueno?
“Intuyan”, dice el maestro Alcar, “que el sol se mantuvo creador, pero que la luna se convirtió en madre y aún lo es, aunque para el estadio actual haya completado su tarea.
Solo entonces la autoridad paterna y materna de este universo vive debajo del corazón humano”.
Continuamos.
“Lo que vemos ahora es que millones de chispas de Dios con sintonización macrocósmica representan y poseen la paternidad y la maternidad”.
El universo.
“Esta vida sigue viviendo por medio de esos millones de chispas.
Una cosa tiene que ver con la otra, y encuentra sintonización con la anterior”, ¿no es así? Con la anterior, la reencarnación, la dilatación, “por lo que empezamos a ver los grados de densificación como leyes”.
Endurecimiento.
“Y entonces estamos ante los cuerpos dominantes y seremos, una y otra vez: paternidad y maternidad”.
Ahora pregunta el astrónomo: “Júpiter, Venus y Saturno, ¿son igual de duros que la tierra?”.
Entonces podemos decir al instante: “No, erudito, la luna en su estadio era un lodazal”.
Quieren volar a la luna para constatar esas cordilleras.
Cuando ustedes mueran —se lo he aclarado— y se va su último respiro, ¿no tienen entonces también una montaña en sus labios?
Pero si todavía hay vida, se cierran.
Allí se queda el ser humano, les tienen que cerrar a ustedes los labios, los ojos.
La luna estaba hirviendo, y ese lodo fue densificado, pero entonces los seres humanos ya habían desaparecido, la luna empezó a morir y su último respiro es un calabozo, una profundidad tan grande como sus ciudades, un cráter de esos... y se quedó así, porque ya no recibía alimento.
No lo toleran.
Podemos aclararlo en dos segundos.
“Lo que vemos ahora, que millones de chispas de Dios con sintonización macrocósmica representan y tienen la paternidad y maternidad, es a fin de cuentas”, dice el maestro Alcar, “hermanos míos, la posesión de cada ser humano.
Esta vida pervive debido a esos millones de chispas”, pero se convirtieron en entidades, en grados de vida consecutivos, para darnos un organismo imponente y divino, para darnos todo aquello en que podemos materializar y espiritualizar nuestra vida, nuestra sintonización divina.
¿No ocurre eso?
“Por lo que vemos los grados de densificación para nosotros mismos y para el espacio, y entonces estamos ante los cuerpos dominantes.
Siempre, estén donde estén, todo, todo es solamente paternidad y maternidad”.
El macrocosmos y el microcosmos son uno solo.
“Dios puso todo esto en Sus propias manos, pero se lo dio a los seres humanos”.
Ahora tenemos que volver y decir que los seres humanos son nuevamente seres humanos.
Pero representan todo esto debido a que da a luz divinamente y crea divinamente.
“Ahora ustedes pueden decir: ‘¡Sé para lo que vivo!’”.
Ustedes lo saben.
“Allí vive la madre tierra, André.
Conocemos su vida y conciencia, ustedes la ven ahora como una hoz”.
Porque cuando nos fuimos —¿lo recuerdan?— la tierra estaba en tinieblas, pero era la otra mitad de la tierra. (El maestro Zelanus señala el tablero). Ya ven: los eruditos hablan de la luna, hablan de la luna llena.
Pero la tierra jamás estará llena, nunca.
Sí, solo durante algunos segundos, en el espacio, visto desde el espacio, algunos segundos.
Pero la tierra siempre es noche y día.
¿No lo sabían?
Tienen que mirarlo desde el espacio, así aprenderán a alimentar el amor que lleguen a tener para la madre tierra.
Después de eso, ustedes, como deidades vivas... irán tomados de la mano con su alma, su vida, su espíritu al lado, y entonces mirarán todas esas estrellas y todos esos planetas.
Serán entonces príncipes y princesas del espacio, ¿o no?
Lo recibirán, pues, de Cristo.
Entonces irán allí y representarán este universo.
Eso nació en el interior de ustedes, es lo que son ustedes.
¿Puede el ser humano, pues, vencer este universo?
Primero hemos empezado y ustedes ya lo saben ahora, ¿o no pueden sintonizar con eso?
Dios dio estos poderes y fuerzas a Su vida, pero para sí mismo.
Es decir, todo lo que se originó aquí en este espacio es Dios.
El ser humano es, por lo tanto, la representación de Su deidad, Su alma, Su espíritu, Su dilatación, Su densificación, Su paternidad y maternidad.
André mira a la tierra.
“Mire, mi hermano André, describe su órbita vital para la noche y la luz, o la vida en ella se habría quemado”.
“¿Por qué existe la noche?”, pregunta el ser humano. “¿Por qué existe el día?”.
Es lo que hace la tierra.
“Y la Biblia comienza”, dice André, “con que el ser humano surgió en el paraíso y que había una serpiente.
Y llegó Dios: ‘No tocarán este árbol...’”.
Ese único árbol.
¿Ven esas manzanitas?
Así que Dios prohibió a los seres humanos multiplicarse.
Dios prohibió a los seres humanos —por medio de la Biblia, la palabra de Dios— dar a luz y crear, porque allí estaba el árbol prohibido, allí estaba la fruta que no se debía comer.
Y cuando Adán por fin vio que Eva era alumbramiento y dijo —es lo que dijo, no lo oyeron—: “Hija, cuánto estoy empezando a quererte, tengamos un hijo, sé ahora cómo hay que hacerlo y cómo es, porque entonces podremos volver”, entonces Dios apareció del cielo, con una espada en las manos, la serpiente empezó a sisear y Él dijo: “Fuera, fuera, Adán, y Eva, te has mancillado, ahora tendrás...”, hay que escuchar, “ahora tendrás a tus hijos con dolores de parto”.
“Ja, ja, ja, ja...”, soy yo mismo.
También nosotros nos reímos de eso.
Cuando llega un cardenal y puedo tomar las cosas firmemente en mis manos, siempre me oirán decir en el espacio: “Ja, ja, ja, ja”.
Lo hago con más gusto aún en el caso de un papa, porque entonces el santo padre se inclinará ante la paternidad y la maternidad.
Y entonces digo: “¿Vivió usted eso también?
¿Conoce las contracciones y la felicidad y la dilatación de la paternidad?”.
Y entonces cerrará los ojos y es cuando yo diré: “Ja, ja, ja, ja...”.
Y Nuestro Señor también dirá: “Ja, ja, ja, ja”, y los ángeles también lo harán.
Y entonces llegará desde el espacio: “Maestro Zelanus, dele alguna otra cosa más”.
Diré: “Sí, padre”.
Y échalo a Gabriel con sus alas.
“Tú mejor vete, porque a ti te dieron alas de papel, que han muerto por dentro”.
¿No lo sabían?
“La madre tierra hace la noche.
Continuará conmigo y con usted, dice Dios.
Llegar a conocer esas leyes imponentes es nuestra dilatación y nuestra evolución”, dice el maestro Alcar, “para el Omnigrado divino, los mundos astrales, para la noche, la luz y las tinieblas, para cada universidad, para todos los pueblos de la tierra.
Pero les dice ya ahora que su concienciación más elevada —o sea, la madre tierra— dio irradiación para los seres humanos, el lugar en que se encontraría entre el sol y la luna, entre la paternidad y la maternidad, para describir su órbita y continuar este proceso evolutivo”.
Y así es.
“Llegar a conocer esta imponente ley, hermanos míos...”, dice el maestro Alcar, “pero ya ahora, en este estadio de concienciación, por lo que tendrán que vivir todos los planetas y la madre tierra —y así lo harán—, esa (ley) —ahora viene— no la conoció la luna como madre para este espacio”.
Así que volveremos a la luna y entonces verán el primer grado cósmico, también saben hacerlo ahora, también lo tienen que nombrar: el primer despertar cósmico.
El primer alumbramiento, la primera paternidad, el primer renacer es un grado de vida para la dilatación y la densificación.
Y todo eso podremos verlo, lo viviremos, estamos justo encima.
El maestro Alcar puede preguntar: “¿Cómo es eso, maestro Zelanus?”.
Y entonces sé a qué se refiere el maestro Alcar.
“Si la luna”, digo, “pudiera haber vivido ese estadio más avanzado, entonces nosotros —o sea, la luna se blindaría contra la paternidad, contra esa irradiación desde el espacio—, entonces nosotros nos habríamos enfriado y habríamos muerto, y la creación se habría detenido, nosotros y toda la vida habríamos estado ante un punto muerto”.
¿Lo comprenden?
Pero son sabidurías cósmicas que los astrónomos aún han de constatar.
“Porque entonces la vida de la luna se enfriaría, y nosotros y toda la demás vida nos habríamos congelado”.
Puedo darle al maestro Alcar una respuesta de lo más sencilla, material, porque la veo y he tenido que aceptar la creación como ley.
“Es correcto”, dice, “pero eso la ciencia no lo conoce, André.
Allí, o sea, en la tierra, todavía se tienen que constatar esas posibilidades”.
Así que nos hemos adelantado miles de eras a las universidades de la tierra.
Y es lo que recibirá André-Dectar.
“Podemos seguir esas revelaciones y llevarlos al análisis según la veracidad, porque nosotros somos análisis.
Y eso ¿qué significa, André?”.
“Que el macrocosmos ha creado el microcosmos”.
¿Es verdad eso?
Por medio del macrocosmos —de eso hablan los eruditos— fue que surgió el microcosmos, pero ustedes lo son.
Pero ustedes son el macrocosmos, tienen el macrocosmos dentro de ustedes, pero ellos no lo saben, aún no lo sienten, porque desconocen a Dios, a Cristo, el universo, la vida, la luz, el espíritu, el alma.
La personalidad humana, de eso es que van a llegar a saber algo.
El psicólogo hace su trabajo, pero ¿qué sabe él de la personalidad humana si no quiere ver ni puede aceptar la reencarnación?
¿Lo ven?
“En efecto”, dice el maestro Alcar, “así es.
Es una vivencia asombrosa, pero por medio de la paternidad y la maternidad, todo se originó por medio de la paternidad y la maternidad.
Lo que me habla ahora es que volveremos a ver estos tres grados de vida macrocósmicos en el cuarto grado cósmico, pero entonces como un solo mundo”.
¿Lo entienden?
“Todo evoluciona, esto es el principio, esto es el origen de la vida, ¿verdad?”, pero, “las demás leyes de concienciación seguirán funcionando y concluirán esta vida, y la reconducirán hasta Dios.
Lo que admiraremos en el cuarto grado de vida cósmico, hermanos míos, será imponente, porque ese espacio ya tiene que representar el verdadero plan divino”.
“Recuerden: volveré a tratarlo.
Aquí tengo que detenerme”, dice el maestro Alcar, que está aquí.
“Es decir: lo que está disperso por este universo y está dividido como tres grados de vida”, ¿oyen ahora, mis hermanos y hermanas, lo que este universo significa para ustedes?, “constituye un solo mundo para el cuarto grado cósmico, y lo veremos allí.
Así viviremos entonces como lo quiso la Omnifuente”.
Hay personas, siendo eruditos, que dicen: “Esto es el universo divino”.
No, es solo el universo humano.
El universo divino es al que nos dirigimos ahora, verán cómo es.
Esta cosa en que están mirando no tiene importancia, sí la tiene como entidad divina, pero no como concienciación divina.
Este pequeño universo imponente en que viven, tan pequeño e insignificante, no es más que una chispa.
¿No lo dijimos al principio?
Vamos a seguir, porque cada chispa de este universo como paternidad y maternidad se dilata, crea, alumbra, evoluciona, vuelve a crear vida nueva para sí misma.
Otra vez es Dios, así que mientras evoluciona, Dios está dilatándose, espiritualizándose y materializándose.
Y si entonces el ser humano está allí, será un niño con conciencia divina.
Sí, sí.
“En efecto”, dice el maestro Alcar, “así es, nos espera una vivencia asombrosa.
Lo que tiene que ir quedándonos claro es que este universo dio a la vida de Dios los fundamentos materiales.
Pero que este universo aún no puede representar el Omnigrado divino porque todavía no existe esa perfección como una sintonización divina.
¿Le queda claro, maestro Zelanus?”.
“Sí, mi maestro, y puedo seguirlo conforme a nuestra vida astral”, así que vuelvo y pienso en mi propia vida en el mundo astral, según digo al maestro Alcar, “y tengo que vivir y aceptar cada segundo de mi tiempo y de mi concienciación”.
“También eso es verdad, hermanos míos, llegamos a conocer todos estos mundos porque pudimos continuar nuestra vida humana”.
Si el más allá no existiera, no habrían oído una palabra de todo esto y no habría habido ningún Cristo.
Entonces Cristo no habría podido hablar de un Evangelio divino, porque no lo tendría.
Entonces tal vez habría estado aquí en este universo y habría podido hablar de estrellas y planetas.
Pero Cristo habló de un Evangelio divino.
Y podemos decirlo porque vivimos del otro lado y somos conscientes.
Esto lo hemos ido construyendo.
¿Habría podido André, habría podido Jozef Rulof aprenderlo en ‘s-Heerenberg?
¿Hay libros que ya hablen de esto?
¿Tienen ustedes en sus librerías estos libros, que prediquen eso?
No hay un solo ser humano en la tierra que pueda contestarles a esto.
¿Lo aceptan?
Gracias.
“Así que para todo este universo”, dice el maestro Alcar, “hay tres grados de vida que hablan”, y escuchen bien dónde lo encontramos, “a nuestra conciencia.
Así llegamos a tener contacto con el grado de vida más elevado”.
Es la madre luna, entonces llegarán a tener planetas de transición —lo leyeron en los libros ‘El origen del universo’— y entonces poco a poco nos acercaremos a la tierra.
La tierra, pues, es la hija del sol y la luna.
Pero son tres grados de vida conscientes consecutivos, porque en la vida los seres humanos se deifican y espiritualizan.
“Así que fuimos yendo de planeta en planeta y alcanzamos la tierra”, lo ven, “para a su vez vencer también su espacio, maestro Zelanus, y continuar, pero ahora al mundo astral, espiritual”.
El maestro Alcar —o sea, entonces tienen que escuchar bien—, el maestro Alcar está sintonizado con la justificación divina, también desde el mundo astral, y André sigue viviendo en la tierra y desde allí puede vivirlo y verlo.
Este instrumento tiene contacto divino.
Porque los maestros, los maestros más elevados de todos —recuérdenlo, por favor— han edificado a André, para sí mismos.
André sabe ahora que él no lo es.
“No soy nada”, dice, “pero Dios mismo habla a través de mí, por medio de Sus leyes”.
Pero ¿alguna vez han oído que estas palabras le salieran de la boca?
Aunque antes así era.
En la Biblia dicen: “Yo soy Dios”, y no sabían nada.
Y André puede decir: “Soy un profeta divino”, entonces lo bajan de una patada del escenario.
Pero ahora él lo es, ahora que hablamos por medio de este organismo.
Más adelante, Jozef Rulof podrá llevar consigo esta sabiduría, porque vive en su interior y descansa sobre sus hombros.
Pero eso también ustedes saben hacerlo, ya lo están haciendo.
“Así hemos llegado a tener contacto con el grado más elevado”.
Y significa que la madre tierra llevó ese grado a la concienciación.
“Así que fuimos yendo de planeta en planeta.
Pero ¿qué significa eso, maestro Zelanus?”.
Y entonces estoy listo otra vez: “Porque densificando este universo, ampliándolo y haciendo que dilate por medio de la paternidad y maternidad, mi maestro, se nos concedió crear el nuevo mundo —el cuarto grado cósmico— para nosotros, y hacer que diera a luz”.
¿No está claro?
“Todavía vemos ahora que es de noche”, ¿lo oyen?, “que el planeta necesita la noche para protegerse a sí mismo y a la vida”.
Eso es protección, pero es inconsciencia, ¿lo ven?
O sea, la madre tierra sigue siendo inconsciente para Dios y para la sustancia espiritual, porque se tiene que blindar.
“Pero ¿piensa usted”, dice el maestro Alcar, “que esto también hace falta todavía para la Omniexistencia, que todavía ha de ser necesario, mi hermano?
¿Puede la vida en el Omnigrado vivir en una noche, y por lo tanto en la inconsciencia?
¿Qué significa eso?
¿Por qué podemos declarar con certeza que este universo no es el Omnigrado divino, André?”.
Y entonces André mira a la tierra y ve a la madre tierra en una hoz y dice: “Porque la madre tierra aún tiene la noche y el Omnigrado tiene la luz Omnieterna y se mantiene despierta”.
Entonces el maestro Alcar dice: “Y esa es la palabra divinamente correcta, mi vida quiere darle las gracias”.
Y la madre tierra exclamó desde su estado y desde su órbita: “Hurra, alumbré a hijos que ahora me conocen”.
Así puede hablarle la madre tierra, y el espacio entero.
Cuando André dijo: “Porque la madre tierra aún está dormida y sigue representando una conciencia semidespierta para el espíritu, ella dormirá y allí hay oscuridad.
Pero entonces habrá vivido y completado y densificado y espiritualizado su tarea”, el universo entero y la madre luna exclaman: “Muy bien”, y la luna como madre dice a la tierra: “Cariño, ahora se nos conoce.
Dale un beso a André de mi parte.
Dale un beso al ser humano, al Dios al que hemos servido, porque solo ahora llegaremos a la unión divina.
Y ahora, hija mía, acoge a André-Dectar en tus brazos y dale todo lo que necesite para todos mis hijos, porque han de despertar...”.
Pues, sí.
“¿Piensa usted, maestro Zelanus, que esto sea para el Omnigrado?”.
“No, por supuesto que no”.
“¿Por qué no?”.
“Porque nosotros sabemos”, puedo decir al maestro Alcar, “que Dios funciona eternamente, que significará estar despierto eternamente.
Así que nos dirigimos al despertar eterno, la conciencia alumbradora y creadora eterna.
Allí es adonde vamos”, digo.
“Y ¿qué significa eso, por lo tanto, André?”.
Escuchen ahora.
“Que la tierra y este universo aún han de despertar para esta cosa divina.
Esto no es más”, dice André, “que un estado de transición”.
La madre tierra es lo temporal y sin embargo tiene lo eterno.
Porque el ser humano es eterno.
Pero la madre tierra y este universo algún día se disolverán.
Porque este espacio, este espacio imponente, algún día habrá desaparecido.
Sin embargo, entonces la deidad de todas estas fuerzas vivirá nuevamente en el Omnigrado.
No obstante, el ser humano hablará, será luz, porque el ser humano, en cuanto el estadio más elevado, la ley vital más elevada que ha creado la Omnimadre, representa todo esto como luz vital, amor vivo, justicia y armonía vivas, la paternidad y maternidad vivas y divinas.
¿Quiénes son ustedes?
“Le agradezco esta respuesta”, dice el maestro Alcar.
Y el espacio —ya lo ve, André— los recibe con una sonrisa, a ustedes, a todo lo que vive.
Debido a que ahora tocamos el núcleo y sentimos la verdad y la materializamos, la irradiación como inspiración viene a nosotros y dice: “Continúen, hermanos míos”.
Ahora llegaremos a la unión.
Y ahora habla Júpiter.
Prueben preguntando a Saturno cómo es Saturno.
Y entonces la respuesta ya llegará, en medio de un estruendo.
“En efecto”, dice el maestro Alcar, “nos elevamos más y más, despertamos y materializamos nuestra vida, pero de esta manera nosotros y toda la vida en los espacios vamos haciéndonos cada vez más etéreos, pues volvemos al estadio divino.
Y eso significa que este espacio representa solamente un espacio inicial.
Y eso hemos de aceptarlo nosotros y también todas las personas, cada chispa, esté donde esté, sea lo que sea lo que pertenece a la vida.
No porque ustedes sean seres humanos, ya han alcanzado lo divino”.
Así que quiero decir la conciencia divina.
“Aunque estén en las aguas, aunque vivan en ellas, absolutamente toda esa vida evoluciona y representa una ley divina: vida, luz, espíritu, alma, paternidad, maternidad.
¿Y eso significa, André?”.
“Que más adelante volveremos a ver la vida de las aguas en tierra”.
Ahora André tiene que volver la vista para sondarse y decir: “Sí, nos hemos alejado de las aguas reptando —porque puedo comparar con la tierra, vivo en ella—, me convertí en ser humano, salí reptando de las aguas y fui un pez, luego fui un humano animal, peludo.
No el mono de Darwin”, dice André, “sino un ser humano, solo un ser humano, dotado de paternidad y maternidad divinas”.
Y entonces el maestro Alcar puede decir: “También su respuesta es inmaculada, porque viviremos esas leyes, podemos verlas.
No solo, pues, para nosotros como seres humanos, sino también para el espacio y encima para el sol y la luna.
Y así llegamos a este conjunto divino, hasta que hayamos analizado este espacio, y solo entonces se nos concederá continuar”.
Así que tenemos que empezar ahora con el análisis del universo.
¿Les parece bien? ¿O no?
“Aunque admiremos el sol y la luna como órganos imponentes —la luna, la tierra—, todas esas vidas han de continuar y evolucionarán”.
Lo sabemos: continuarán con nosotros, ya han creado un nuevo universo.
“Esa vida, pues, es temporal”, puede decir el maestro Alcar, “aunque la vida de la luna dure millones de siglos, algún día llegó a su final.
Y quiere decirnos ahora a nosotros como seres humanos que la luna ya ha completado su tarea para este espacio, porque se está muriendo”.
¿Lo oyen?
¡Una estrella fugaz!
¿Lo ven?
Pueden ver que no puedo equivocarme en eso.
“Una estrella fugaz, pues, vista desde la tierra, es —según veremos más adelante, lo seguiremos un poco— la muerte para este espacio, pero se convierte en la continuación que evoluciona”.
¿No es hermoso? ¿No es imponente?
No es hermoso, es imponente.
“Surge una evolución siguiente y nueva.
Es decir, que estos tres grados de vida macrocósmicos trabajan ahora en las vidas humanas, animales y de las plantas”, antes de la entidad humana, animal, materna como vida orgánica.
Y la vida interior se amplía y se convierte en la vida de los sentimientos y la personalidad.
“Todas estas leyes trabajan ahora en nuestro organismo”, dice el maestro Alcar, “y cada insecto lo tiene —pronto lo verá, André— todo del espacio.
Y entonces, cuando hayamos llegado a conocer esto, en la tierra podrá dar clases universitarias a los biólogos, geólogos, astrónomos, teólogos, psicólogos, psiquiatras.
Usted es un maestro ahora.
Cuando hayamos hecho estos viajes, usted será un maestro consciente para todas las facultades de este espacio.
Tiene en su corazón, en sus manos, todas las facultades de este espacio, porque las viviremos y analizaremos”.
¿Lo aceptan?
“Pero de lo que se trata para los maestros, para los maestros divinos, hermanos míos, es que tenemos que traer al análisis divino precisamente estos tres grados de vida para los siguientes estadios, solo entonces la criatura de la madre tierra podrá comprender y vivir su divinidad”.
¿Lo entienden?
“Porque así vivimos que los seres humanos en la tierra lleguen a conocerse como una deidad”.
Y ¿qué ocurrirá entonces?
Entonces comenzará a decir: “No tengo el derecho de matar, porque cuando mato a un ser humano, mato, oscurezco mi divinidad”.
No matarán; pero se envía a los seres humanos a la masacre del campo de batalla...
Eso tiene que venir desde el universo, tiene que venir desde la facultad, la universidad, la universidad es la ciencia y tiene que decir: “No maten, se asesinan a sí mismos; para más adelante”.
Y solo entonces la humanidad será diferente.
“Lo que este universo hace ahora como un solo conjunto”, continúa el maestro Alcar, “como ya dije hace un momento y han podido seguir, es poner los fundamentos para poder elevarse más como seres humanos, eso es todo.
Por lo tanto, este universo se creó para los seres humanos, y es natural y va conforme a nuestra vida, al reino animal y a la vida de la madre naturaleza.
Toda la vida que posee la tierra, pues, ha tenido que recorrer un camino cósmico y continuó”, ahora lo oirán, “de planeta en planeta, pero por medio de la paternidad y la maternidad, y llegó a tener en sus manos ese mundo elevado, ampliado, que tuvo que vivir como órgano, como cuerpo, y es: el amor”.
Así que todavía existe el amor divino en los seres humanos, todavía es inmaculado, inmaculado como el cristal, como si fuera un paraíso, porque el amor divino continúa sin fallo, y alumbra y crea.
Y por suerte los seres humanos no tienen el control de esto, si no también esas leyes divinas se habrían mancillado, violado y vendido y malbaratado.
Lo que este universo hace ahora como un solo conjunto —como ya dije hace un momento— podemos seguirlo, es lo que llegará a ver el ser humano como mundo espiritual, material, como una personalidad, como luz, como vida, como espíritu, y entonces estará ante su yo espiritual o material y divino.
¿Lo entienden? ¿Entienden lo que tendrán que representar más adelante, cuando estén del otro lado, en el mundo astral?
Preguntan: “¿Qué seré entonces?
¿Estar allí sentado sin hacer nada ya?”.
Entonces serán vida, entonces serán luz.
Si se quitan su luz... ya no pueden quitársela porque representan luz espiritual.
Una esfera, es lo que son ustedes mismos.
Representan esa esfera por medio de sus sentimientos, de su armonía, de su amor.
Así que allí serán empuje como luz, luz, serán empuje y fuerza como sentimiento.
Pero cuando hable su personalidad, su túnica estará radiante.
Entonces poseerán no las sandalias plateadas, sino las doradas, y amarán todo lo que vive.
Un pedacito más y entonces, desgraciadamente, tendré que parar otra vez.
“Es decir, ustedes”, dice el maestro Alcar, “y yo, hermanos míos, hemos de espiritualizar y materializar la Omnifuente”.
De lo que podemos decir: hemos comenzado con la espiritualización humana, porque tenemos el mundo astral.
También vive en André.
Así que cada persona que hace el bien y vive en la tierra representa ya una sintonización para Dios, para este espacio y más allá, y se ampliará viviendo en armonía y justicia, como se ha creado todo esto de aquí.
“Y eso significa: a toda la vida se le ha dado esa concienciación divina, en esta pequeña célula ya viven infaliblemente todos esos ‘núcleos’ divinos.
Pero esto se manifestó desde el Omnigrado invisible, y empezó con la materialización, la ampliación para el alma y el espíritu.
El alma como ser humano y como planeta tiene que aceptar esas leyes”.
El alma como ser humano, ¿lo oyen?, hablamos entonces del alma como ser humano.
“¿Qué es lo que quieren decirnos estos tres grados de vida cósmicos, André?”.
Y entonces puede venir: “Que llegamos a tener vida nueva gracias a la luna.
Una vida nueva es ampliación, y esa ampliación se convierte en concienciación.
Si estoy en armonía con esta vida me convertiré en luz, seré justicia, y finalmente y por encima de todo y por medio de todo amor, amor, amor”.
“Eso es la verdad, la verdad divina”, dice el maestro Alcar.
“Tenemos que aceptarlo, porque las leyes de este espacio nos lo dicen y nos lo darán.
De esta manera venceremos este universo y viviremos —eso lo conocemos ahora— que algún día la madre tierra se preparará y que ya ahora está creando el cuarto grado cósmico para ella misma como organismo”.
Más adelante, por lo tanto, en el cuarto grado cósmico volveremos a ver a la madre tierra, también ustedes.
Allí volverá a continuar para ustedes, ya ha creado un mundo para ustedes en que más adelante vivirán.
Es, entonces, el primer planeta, el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto, el sexto, y entonces recibirán el planeta madre.
Más adelante, se nos darán a vivir siete planetas y entramos a siete... o sea, hay siete núcleos que tenemos que...
En el cuarto grado cósmico ya representamos todos los sistemas divinos como una sola fuente, un solo cuerpo.
En el cuarto grado cósmico empezaremos a hacer comparaciones con la tierra y con este universo, y entonces ya verán lo imponente que es todo esto para los seres humanos en la tierra, para esta vida, porque ustedes son deidades.
“Viviremos entonces”, dice el maestro Alcar —termino de leer esto un momento—, “que llegaremos a conocernos, a ver el final en la tierra delante de nosotros”.
Aunque se hable de millones de eras, no es más que un solo grado, no es más que un solo nacimiento, es solamente paternidad y maternidad”.
Porque ustedes ya son eternos.
Aunque vivan en el tercer grado de vida cósmico, el núcleo divino está presente.
“(Destruir una sola chispa (de ‘La cosmología’, parte I)), aunque la vida sea embrionaria”, dice el maestro Alcar, “es imposible que el espacio haga eso, porque entonces surgirían boquetes, agujeros y hoyos, y eso no puede ser (porque cada célula ha de representar a Dios (de ‘La cosmología’, parte I)), eso significa que la Omnisciencia divina está presente en ese embrión.
En esa vida —sin importar los procesos de putrefacción que vivan—, viven núcleos divinos, hay respeto y autoridad divinas y se habla de una personalidad para el mismo grado de vida”.
“Y eso significa: la muerte en la tierra se convierte en evolución.
La vida en la tierra de hombres y mujeres es evolución, es dilatación, es concienciación”.
Vivan como vivan.
Aunque vivan como un demonio, aunque lancen los derechos vitales por los aires, están haciendo las cosas con dilatación.
Porque desde la selva se acercaron a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), desde la luna atravesaron este universo y ya viven en la tierra.
Más les vale alegrarse.
“Lo que es, pues, morir para el ojo material, es para el espacio y para todo lo que vive la continuación para Dios, el regreso al estadio divino al que pertenecemos nosotros y todo lo que vive.
Así que se nos concede aceptar con convicción y certeza, y hemos de hacerlo, que el cuarto grado cósmico es un mundo para los seres humanos.
También lo vivimos aquí, pero este espacio está subdividido por medio de tres grados, pues, para una sola materialización y espiritualización para cada chispa de Dios”.
“¿Entienden ahora”, dice el maestro Alcar, “lo asombroso que es todo, y a la vez qué sencillo?
¿Y que tenemos que continuar para Dios, que todas estas chispas macrocósmicas volverán a alumbrar y crear?
¿Que aquí crean y alumbran para el cuarto grado cósmico?
Porque de eso es que se trata.
Por medio de eso podemos elevarnos más y vemos que el universo cambia”, ¿lo oyen?
“Todo lo que vive ha de aceptar esas leyes y solo es posible por medio de la paternidad y la maternidad.
Constatamos ahora para los seres humanos de la madre tierra...”, ahora vienen las leyes divinas —constatamos ahora para la criatura de la madre tierra— y ocurre muchas veces, ya lo oirán después, “tenemos que constatar para la universidad de Cristo y nuestro yo divino”, dice el maestro Alcar, “que el universo en que viven ustedes fue creado por Dios para reconducirnos a la divinidad visible como Sus núcleos divinos, Su yo, Su vida, Su luz, Su espíritu, Su paternidad y maternidad”.
Estas palabras vienen del Omnigrado divino y son las palabras del Mesías, de Cristo como deidad.
Lo consignamos para las ciencias y todo lo que vive en este espacio, y ahora llega la palabra desde el Omnigrado.
“Así llegó a tener el control del universo el alma como ser humano.
Únicamente es posible por medio de la paternidad y maternidad.
Los planetas y soles crearon esas posibilidades para nosotros como seres humanos y eso significa: el macrocosmos creó el microcosmos.
Los planetas y los soles viven solo para eso.
Los tres primeros grados de vida cósmicos no tienen otra importancia.
Quieren favorecer esta evolución, pero fueron los primeros fundamentos para continuar”.
Y luego sigue: “Los maestros más elevados del Omnigrado divino dicen ahora que la criatura de la madre tierra despertará.
Que Dios ha tenido que hacer un principio para Su vida para alumbrar y crear; después pudo comenzar la vida en este espacio”.
Estas palabras, hermanas y hermanos míos, que figuran aquí, son mandamientos; mandamientos divinos, eso es lo que son.
Como algún día se dieron los diez mandamientos: no matarás, amarás todo...
¿Entienden que son mandamientos divinos?
Es lo que dirán los maestros del Omnigrado, cuando alcancemos ese punto, los maestros más elevados de todos darán entonces la palabra.
Que Dios tuvo que hacer un principio para toda Su vida.
Y ahora llega, y es una exclamación del espacio, es Dios: “La muerte no existe.
Lo que dice la Biblia sobre el principio de las creaciones divinas está peleado con la realidad.
Dios no sacó una costilla de una vida para crear la otra, esa se originó por medio de la maternidad en la luna.
Este espacio no quiere ser ni significar nada más, pero este universo puso los fundamentos para ir más arriba y más allá para los seres humanos, para toda la vida de Dios.
O sea, que todo esto es: nacimiento y renacer”.
Todo esto lo acentuó Cristo.
Este espacio no quiere ser otra cosa.
Por lo tanto, todo esto es renacer, reencarnación, evolución.
“Y ni una sola célula o chispa de Dios puede evadirlo”.
Así que si todavía siguen diciendo —se lo he preguntado en repetidas ocasiones—: “A mí eso no me interesa...”.
La humanidad tendría que haber estado sentada aquí, pero la humanidad tiene que... pueden estar seguros, hermanas y hermanos míos, la humanidad tiene que ponerse manos a la obra.
Ustedes son criaturas benditas, se lo aseguro, aunque a veces les haga sentir mis espuelas.
“Si no pueden aceptar esto en la tierra, su desarrollo humano y el divino se detendrán”.
Aquí lo tienen, lo dicen los maestros divinos.
“Es decir: su concienciación humana.
Y ¿qué quiere transmitir usted a la vida en la tierra, André?”.
Y luego viene André, y dice: “Quisiera decir a la vida en la tierra, mi maestro, que ya me siento espacialmente consciente.
Y eso significa que despierto en este espacio, en ese imponente espacio, mi maestro, que lo voy a vencer”.
“Espléndido, imponente”, dice el maestro Alcar, “¿y usted, maestro Zelanus?”.
“La paternidad y la maternidad, mi maestro, nos permitió continuar a mí y a todo lo que vive.
Por medio de las leyes de este universo llegué a conocerme y puedo aceptar, porque pertenezco al mundo astral.
Ya he vencido este espacio”.
André todavía tiene que decir: “Venceré este espacio”.
Esa es la verdad divina.
Dios, el ser humano en el Omnigrado divino, por encargo de Cristo, nos habló y dice: “Hermanos míos, esta es la verdad divina.
Vivimos en el mundo espiritual y hemos completado nuestro ciclo en la tierra.
Lo que da la Biblia, por lo tanto”, llega desde el Omnigrado, “va en contra del ciclo divino para los seres humanos, que solo pueden concluir en la tierra, por lo que morir es alegría y felicidad.
O sea, lo que nos da la Biblia está peleado con las leyes de Dios.
Cuando empezaron los autores de la Biblia, la creación divina como luz, como vida, como espíritu, como paternidad y maternidad ya tenía millones de eras de edad, y no les quedó más que constatarlo”.
Luego seguiré.
¿Ahora por fin llegan a tener un poquito de espacio?
¿Ya no sienten que sufren de estrechez de miras?
Si se ven ante la gente y piensan que pueden poner fundamentos —porque, a fin de cuentas, finalmente toda la humanidad les pertenece—, den entonces esta concienciación y ya serán un profeta humano.
¿Lo hacen?
¿Ahora se les ha infundido alma para siempre?
¿Ya no cometerán errores tontos?
¿Ya no pegarán ni patearán para desterrarse de ese equilibrio, de esa evolución?
¿Comenzarán con el verdadero amor espiritual, la ampliación de su personalidad?
¿Lo harán?
Entonces les doy las gracias en nombre de su universo.
Comiencen ahora, doten todo de irradiación y dilatación, conviértanse en verdad y veracidad, lleguen a ser sinceros... despierten.
Dios los bendice.
La deidad en su interior los portará, los conducirá si están en armonía con esto.
Se vuelve cada vez más sagrado, más imponente, porque partimos directamente desde este universo, hermanas y hermanos míos, más adelante en el cuarto.
Encárguense de estar aquí, pues, la tercera, la cuarta, la quinta conferencia de esta temporada, y estarán con ambos pies en su Omnigrado divino.
Verán su Omnigrado divino.
Dicen los teósofos y los rosacruces, los eruditos: “Es imposible de aclarar”, pero llegarán a tenerlo bajo el brazo.
El beso suyo como madres y padres tendría conciencia divina.
Se dilatarán en sentimientos, en un pensamiento.
Andarán por las calles y vivirán y sentirán el corazón de la madre tierra.
Ya no lo harán (el maestro Zelanus da unos taconazos en el suelo), sí que pueden hacerlo alguna vez si están alegres, pero no si odian.
Entonces la madre tierra dice a sus vidas: “Gracias, hijo querido, por ese golpecito, por ese golpecito suave, delicioso, humano, espiritual...”.
¿Entienden ustedes que el ser humano pueda conmover a este grado?
¿Comprenden ahora que, cuando el maestro Alcar empezó enviándolo a los infiernos y los cielos, André abrazó efusivamente a su maestro y dijo: “Mi maestro Alcar, no puedo cargar todo esto, me derrumbo”?
Si comprenden la realidad, si sienten y experimentan la luna y el sol dentro de ustedes y los reciben, ¿no se conmoverán entonces?
Conviertan su sexagésimo y septuagésimo y octogésimo año de vida en juventud.
Prepárense y alégrense de que pronto habrán de aceptar el ataúd, porque la muerte es evolución.
Llegarán a tener “grandes alas” cósmicas y divinas, porque por medio de esas “alas” divinas que viven en su interior se conducen a ustedes mismos a una nueva reencarnación, o estarán sintonizándose con el cuarto grado cósmico.
(Suena un beso) Hasta la vista.
Ni una palabra más...
Voy a casa...
Voy a volver.
Contaré a la luna que ahora ustedes ven la vida de otra manera.
Si miran a la luna y sienten amor...
¿Por qué están siendo abrazados de esta manera?
También yo lo viví, también Nuestro Señor lo vivió, y los maestros.
Ya en las eras prehistóricas andábamos juntos de esta manera.
Pero ahora la luna dice: “Soy Wayti.
Deme el beso de su personalidad, su alma, su espíritu, su paternidad y maternidad, porque yo se lo dí”.
Sientan un poquito de gratitud por la luz que la luna les da.
Pero entonces también tienen que decir al padre: “Sí, madre luna, te sientes muy importante con esa luz, pero te la dan”.
Hasta dentro de quince días...
Gracias por su benevolente atención.