El amor divino para el ser humano – parte 4

Buenos días, hermanas y hermanos míos:
En 1947 dije: “Ustedes han esquilmado el jardín de Edén”.
A las hijas de Dios las arrancaron de la tierra con rudeza.
Pero ahora lo que tenemos, y es algo que desde luego tenemos que aceptar, es que ustedes están dando irradiación al jardín de Edén, luz, vida y amor, ¿no es así?
Esta mañana hablaremos de ‘El amor divino para el ser humano’.
Pero es un poco una pena que en el fondo, después de todas estas conferencias, tenga que empezar ahora con el amor divino, porque para eso necesito cinco mil conferencias, horas, para poder explicarles el amor de Dios.
Si los maestros nos dan las fuerzas —y supongo que lo harán—, entonces en la nueva temporada les haré vivir y ver los sistemas filosóficos, de los que hablé al comienzo de esta temporada.
Y entonces constataremos entre todos, por medio de la Cosmología que ahora han vivido, cómo somos verídicos, justos, armoniosos para el mundo astral, para la paternidad y maternidad, para miles de leyes vitales.
Y solo así podrán constatar: así soy, esta es mi posesión.
Por mucho que yo diga: “Quiero, quiero, quiero...”, al final, la voluntad humana, espiritual tiene que demostrar: sí o no.
Fuimos regresando a la tierra desde la primera esfera.
Les dije, y de alguna manera se lo demostré, también los libros ‘Una mirada en el más allá’, lo que se necesita para vivirla y alcanzarla.
Allí, cada chispa es, pues, un rasgo del carácter.
Esa primera esfera, la segunda, la tercera y las leyes cósmicas, son un mundo y en el fondo no más que un solo rasgo de carácter.
Un solo rasgo de carácter del ser humano los coloca fuera de la primera esfera; o la habrán depuesto, vencido.
Y eso serán al final los sentimientos, la armonía, la benevolencia, la justicia, el ser abierto: es la animación, es la paternidad y maternidad, y después, naturalmente, el amor.
Y ¿cómo pueden asimilar ustedes, pues, el amor divino?
Viviendo las leyes que atraviesan la sociedad directamente y que los sintonizan con la vida detrás del ataúd.
Ahora llegamos a ver: el alma, esa la tienen ustedes.
Son ustedes alma, son sintonización de Dios.
La recibieron porque como seres humanos son Dios, como seres humanos en un estado animal, tal como aún tienen que aceptar la jungla y otros pueblos, alguno más también.
Los llevamos a ustedes con nosotros a través de la Biblia, hemos dejado al descubierto los errores, las falsedades en ella.
Fuimos regresando hasta el origen de la creación, porque allí se escribió, espiritualizó, materializó la primera palabra divina, ¿verdad?
Aquí les he dibujado la cosmología.
Leyeron ustedes ‘El origen del universo’, de modo que están en condiciones, por supuesto, de poder captar todo esto y de analizarlo y aceptarlo después para sus propias vidas, y ahora de sopesar, de sintonizar con las leyes vitales divinas cada pensamiento, cada palabra, cada acto, cada acción, de cara a la primera esfera.
Ahora son ustedes hombre y mujer, padre y madre, son espíritu de Dios.
Dios se dividió.
La Omnimadre, el Omnipadre se entregó para esta vida y empezó a materializarse.
Hemos vivido la naturaleza, las estrellas y los planetas, seres humanos y animales, luz, vida.
Hemos aceptado la paternidad y maternidad, es en lo que se han convertido ustedes.
Fuimos atravesando Sócrates, Platón, de vuelta al Antiguo Egipto, donde se pusieron los primeros fundamentos para la mística.
Y, naturalmente, llegamos a ver ‘Entre la vida y la muerte’, del que el maestro Alcar les dio el maestro Dectar, Jeus, Jozef, André.
Solo puedo explicarles el amor divino y hacérselo vivir de alguna manera ofreciéndoles una impresión de Jeus, de Jeus de madre Crisje.
Es Jeus quien tiene todo esto, no yo, sino que es Jeus quien se lo ha merecido.
Él lo pone en manos de su amor, de Crisje, el ser humano, naturalmente, que sigue viviendo en la tierra.
Todo comenzó en el ataúd.
Esta vida vuelve a estar una y otra vez bajo la influencia de los maestros.
Si el maestro Alcar hubiera albergado un solo gramo de sentimiento equivocado, inconsciente, Jeus habría ido directamente de mal en peor, tal como las revelaciones que les ofrecieron ‘Las máscaras y los seres humanos’.
Pero detrás de esto hay un sentimiento y pensamiento que está directamente sintonizado con el amor divino, con el Gólgota, con Getsemaní, con el arte, las ciencias.
Han conocido ustedes la primera parte de Jeus.
Han conocido a Crisje, han acogido al Largo, a Miets, a Johan, a Bernard, a Gerhard, a Hendrik y a Teun.
Todos, junto a esta humanidad, forman parte del reino de Dios en la tierra, que acaecerá en breve.
Pero cada uno tiene que aceptar para sí mismo las leyes y transformarlas en ese mundo ingenioso, y así encontrar sintonización con una ley tras otra, vida tras vida.
Y ahora el ser humano está ante su propia personalidad divina, espiritual, humana.
¿Verdad? Eso ustedes lo han vivido.
Debido a que el ser humano experimenta la sociedad...
A ustedes les parece complicado, y sin embargo es tan sencillo siempre que no se desprendan de esa veracidad, de esa armonía, de la vida para detrás del ataúd.
Tienen que aceptar ustedes que ahora, ya ahora, están encima de ese ataúd, porque en realidad no hay un ataúd.
No hace falta que tengan miedo de que después de la vida no puedan ver, verán en las tinieblas y en la luz.
Porque también los demonios de allí, los satanases —eso a su vez lo leerán en ‘Una mirada en el más allá’— tienen conciencia para lo interior que es animal, y están abiertos a eso, lo aceptan y lo aman.
Pero lo que conduce al ser humano a los maestros, al Gólgota —esas pruebas existen, Cristo nació para eso, Él trajo el divino Evangelio como amor—, esas leyes ustedes las asimilarán.
¿Y ahora?
Ahora el ser humano se encuentra ante su carácter interior: la dificultad que es tan tremenda como el macrocosmos tuvo que aceptar y vivir en materia de alumbramiento y creación.
Dios es armonía en todo.
Las estrellas y los planetas tuvieron que hacer su fuerza, su órbita, emiten luz, dieron a luz a millones de vidas y no había interferencias.
La Omnimadre pensó: esto va bien.
No había ninguna presencia de pensamiento humano para destruir esto, al contrario, era dirigido y recibía alma por la dilatación divina: la densificación y la espiritualización de la primera ley, las nebulosas.
Y después ese firmamento pudo empezar para el ser humano.
Porque lo que nacería de allí representaría al Dios de todo lo que vive.
Y la vida ha llegado a la tierra —aquí están las criaturas (los libros), allí están ustedes mismos—, con sintonización espiritual y material.
El ser humano recibió un Cristo.
El ser humano ha conocido un Gólgota.
El ser humano está abierto para el macrocosmos del que habló Cristo; con ello comenzó el reino de Dios como la universidad de Su vida .
Y ahora el ser humano piensa: ‘la Universidad de Cristo, ¿qué tengo que pensar de eso? ¿Cómo puedo llegar a ese templo?’.
Aun así quiero darles esta mañana, en este breve tiempo, la imagen para los meses en que no estemos juntos, para que intuyan que todo, ese templo entero, puede volver a encontrarse en el rasgo de carácter más nimio de ustedes.
Si se enojan ahora...
Porque he de regresar hasta muy cerca de la humanidad.
Tengo que participar desde la primera esfera, a partir del macrocosmos, desde el Omnigrado —y eso Cristo también lo tuvo que hacer—, tenemos que participar en los sentimientos sociales, hemos de descender hasta en la escoria de la tierra, pero seguimos siendo nosotros mismos.
Y es en eso donde vive y yace, pues, la divinidad de ustedes.
Los libros escritos por los filósofos, las pocas palabras que quedaron consignadas en la Biblia, por medio de la Biblia, de forma inmaculada y pura desde Cristo, les ofrecen la visión, la experiencia de cómo tiene que actuar en realidad el ser humano para hacer que despierte ese Mesías en su interior.
“Amo”.
¿Lo saben con total seguridad?
“Tiene usted mi amor, sin usted no puedo vivir”.
Claro, lo que decimos en Jeus II y Jeus III y en los demás libros, en ‘Las máscaras y los seres humanos’ es que mañana se abre la puerta y recibe usted una patada en el trasero.
Pero eso ni siquiera es terrible, así al menos se habrán ido ustedes.
Si quieren aceptar y vivir en la primera esfera la vida de Dios y para ustedes mismos, para sus hermanas y hermanos, entonces sin duda es que la tienen que aceptar aquí en la tierra.
Les aclaré que las polillas espirituales dentro y debajo de sus corazones están royendo el aura vital para su personalidad espiritual.
Y la caída, de pronto, por una palabra dura, un no querer comprender para lo bueno, eso los arranca de esa infinitud a golpes y pisotones, porque ahora se han rebelado contra las leyes para el sol, la luna y las estrellas.
La órbita que describen ustedes ahora para la infinitud y su amor divino no rodea directamente la divina luz solar, sino que tuerce a la izquierda, va de mal en peor.
El ser humano tiene ahora sus pequeños rasgos de carácter entre las manos, y hace algún tiempo les pregunté: adelante, a ver, regresen y miren lo que hay de bueno y malo en ustedes.
Y una y otra vez —ya se lo dije— se puede aceptar y vivir el mal, el chismorreo, las habladurías, la desintegración para el ser humano de cara a la otra vida; pero el bien, ay, qué difícil es eso.
No les hago nada.
Ni tampoco le hacemos nada a la humanidad.
Pero cada pequeño ‘insecto’ estará más adelante ante la primera vez, se postrará en Getsemaní y llegará a meditar, se encontrará ante Pilato y se rendirá, cuando lo que tenemos en nuestro interior es la autoridad divina.
No devolvemos el golpe, vamos directamente a Caifás y dejamos que nos engañen y mientan conscientemente, ahora nos vemos ante los reyes de la tierra y nos reímos por dentro —en el fondo ni eso—, para nuestros adentros, en plena cara suya.
Sentimos compasión por este yo inconsciente.
Sabemos que luego van de perdidos al río, que tienen que aceptar esta conciencia enlodazada.
Sabemos mucho más.
Volvimos brevemente del Gólgota a Caifás, y nos dejamos clavar en la cruz, volviendo a ascender.
Y ¿qué significa todo eso?
¿Qué quiso decir Cristo con eso?
Si Él ya hubiera emitido en su interior un solo comentario o sentimiento equivocado a Herodes, Caifás o Pilato —eso ya se lo expliqué y se lo demuestran las esferas de luz, es la primera esfera, son los cielos, son las “grandes alas”—, entonces Cristo habría perdido Su Omnigrado y conciencia divinos.
Ya no podría haberlo sentido, porque sintonizó con el mal, con el no querer comprender, con el dominio para la tierra, la humanidad.
No participó en esa desintegración, al contrario, siguió siendo Él mismo.
Todo, pues, en el espacio y donde miren —basta con que observen el reino de colores de Dios aquí— ha vivido esa dilatación de modo armonioso, como paternidad y maternidad.
Son almas de un solo color.
¿Quieren vivir el amor como hombre y mujer en la tierra encerrándose?
¿Quieren ser armonía, empuje?
Preguntan a André: “¿Qué es empuje?”.
Bueno, el empuje es, y quiere decir: infundir alma a sus vidas, a su espíritu, espiritualizarlas y materializarlas.
Quieren llevarse ustedes mismos al Gólgota, a Pilato; y una y otra vez el ser humano es un Pilato, un Caifás.
Y entonces se encuentran ante todos los catedráticos, la sabiduría de la tierra.
Bien, se encuentran ante su pastor protestante, ante su Biblia.
Y ahora, ahora tienen que (vivir) los sistemas filosóficos, es decir, la verdad de cara al animal, a la sociedad, a la madre naturaleza, a su ser padre, una y otra vez su ser padre, a su ser madre, y solo entonces, después, cuando (vivan) la dilatación, que es tan profunda como el macrocosmos...
Porque ¿verdad que dije: su pequeño rasgo de carácter es tan profundo como el macrocosmos, le darán luz?
Ese pensamiento, ese pequeño rasgo de carácter tiene que encontrar ahora su sintonización con la infinitud para el espíritu de ustedes, con el divino Omnigrado en ustedes, la sintonización con la Omnifuente, la Omnimadre, el Omnipadre, la Omniluz, la Omnivida, el Omniespíritu.
Y es aquí donde accedemos a la sociedad y al ser humano.
Por mucho que me ponga a hablar, a hablar y a hablar, a explicarles las leyes, recibiremos las pruebas una y otra vez, entonces Dios no dirá nada, ni Cristo ni ningún maestro, y ustedes se partirán el preciado pescuezo interior, espiritual, para poder dar la prueba mínima para Getsemaní, para Pilato, para Caifás, para la humanidad, para ustedes mismos.
¿Son ustedes amor?
¿Son ustedes amor para la humanidad?
¿Siguen siendo amor, pero para ustedes mismos?
¿Solo aman aquello que han creado y crearon?
¿Tienen un amor familiar?
¿Tienen un amor social?
Su amor ¿sigue siendo animal?
Todo eso lo pueden constatar para ustedes mismos, ahora se puede vivir y analizar, porque han recibido los libros del maestro Alcar de la Universidad de Cristo, ¿verdad?
En el fondo ya no es necesario que hablemos.
André dice: “Ahora es que ya basta, porque cuando miro y me ubico, y cuando trabajo y sirvo e infundo alma entonces... y los arrastro conmigo, los tengo encima de la espalda, sobre la cabeza, en el bolsillo, tengo cinco mil y cinco millones colgándome de las puntas de los dedos, y una y otra vez veo que se van hundiendo cuatro, cinco, diez mil, y dicen: ‘Me voy a descansar, porque esto me sobrepasa’”.
Vaya, qué difícil es poder ganarse uno algo para sí mismo.
Hay que ver lo difícil que es ser cariñoso, cordial, benevolente y justo.
Pues, sí.
En la sociedad, pues, apenas es posible dar un paso sin meterse en un lodazal de justicia.
Les di las pruebas.
El sentido de la justicia es lo que mete la vida de Dios en la cárcel.
La justicia que posee su sociedad —esas conferencias las recibirán más adelante, y entonces estaremos ante su autoridad judicial— dice: “Ese hombre tiene que morir”.
Y entonces la vida de Dios, una divinidad en y con sintonización animal, la abaten a tiros.
Ya nadie piensa en esas vidas, ya no tienen ninguna importancia para este mundo; eso es malo.
Pero —ya se lo dije—, los diez mandamientos les prohíben a ustedes matar.
Los diez mandamientos dicen: no matarás, porque el Gólgota es amor.
Eso sigue estando alejado de sus personalidades.
Es algo con lo que ustedes no tienen que ver nada si están dando el paso para ustedes mismos, echando el fundamento para la primera esfera.
Y entonces estamos cerca unos de otros, hablaremos día tras día unos con otros.
Tenemos que ver unos con otros, porque el imponente espacio solo lo pueden vivir el hombre y la mujer.
No tienen ustedes nada en esta sociedad como individuos aislados.
Aunque se dediquen al arte, aunque alberguen en su interior la voz del espacio, el timbre universal —eso, por cierto, ya lo saben todos—, seguirán sin ser nada, entonces solo tendrán un poco de arte.
Ahora también caminan al margen de la creación, no son ustedes mucho más que el señor cura y la monjita.
Son ustedes un artista y una artista, representan cánticos, representan otra cosa, en el fondo están haciendo teatro con la vida para el espacio de Dios dentro de ustedes.
Son ustedes una comedia al cien por cien.
Pero vivir a diario el ser uno con una chispa de Dios con la que ustedes tienen que ver, pues, sí, esa es la única posibilidad, lo sabemos, lo hemos visto, hemos tenido que aceptarlo, es así como se erigió la primera esfera.
Eso solo pueden vivirlo para descender en el ser humano y mirar allí dentro lo que está bien y lo que está mal.
Y ahora.
Ahora van a velar por su personalidad, y al mundo ya no van a difundir nunca jamás una materialización, en ningún caso construirán una irradiación espiritual que destruya la otra vida.
Siempre estarán ustedes dispuestos a transmitir al ser humano la gloria de su yo espiritual, el hijo de Dios.
Están ustedes elevando la sociedad, la palabra de ustedes se hace sabiduría, su palabra adquiere “grandes alas”.
Más adelante recuperarán el amor, porque están ustedes poniendo de forma armoniosa, justa, los fundamentos para las “grandes alas” en el otro lado.
Todo eso es muchísimo, y todo eso es tan tremendamente poderoso.
Pero ahora la esencia: ver el pequeño yo simple, y querer vivirlo, tomar las riendas de él y decir: “Vamos a ver, así es como está en estos momentos mi carácter, mi personalidad.
¿Tengo verdadero amor humano?”.
El amor divino para el ser humano solo podrán vivirlo —dejaré rápidamente constancia de sus esencias— para estar en armonía con la naturaleza, con el mundo animal, sobre todo con el ser humano.
¿De verdad que han vivido ustedes el alumbramiento y la creación con fuerza espiritual y humana?
Recientemente, les expliqué que poseen las propiedades divinas, porque ahora que siguen pudiendo dar a luz y crear eso sí que es la representación para la Omnimadre.
Porque así es como el universo adquirió densidad, una forma, la personalidad empezó a hablar; y eso, reconducido y reconstruido, asumidas las riendas y habiendo sido espiritualizado, eso, para el ser humano que había completado su ciclo de la tierra, sí que se convirtió en la primera esfera en el otro lado.
Lo que me pregunto en este instante, y eso es lo que dice André: ¿Qué han podido asimilar para ustedes mismos en esos meses, en esos años, en esas setecientas conferencias, seiscientas, con esos hermosos libros, poderosos, de los maestros?
¿Han comprendido ahora que una palabra dura, una comprensión equivocada, priva a su yo espiritual de lo que tiene de alma infundida; que un solo pequeño rasgo de carácter, un sentimiento, que les entra de pronto atenta directamente —de cara a Cristo, porque es nuestro ejemplo divino— contra la primera esfera, el ser uno con su marido, su madre, su amor?
Pues, al vivir y someterse a la ley, al acto, al hablar, a la aceptación del ser humano; al dar justicia espiritual, armonía, a ese pensamiento, a ese ser uno, a ese apretón de manos, a ese mirar, para que el ser humano se sienta portado por el pensamiento y sentimiento de ustedes: esa es la posesión detrás del ataúd, y así será.
Esa es su túnica en el otro lado, esa es la luz en sus ojos, esa es su conciencia definitiva para ese mundo y este espacio.
Entonces serán ustedes maestros en el espíritu, porque allí podrán acoger ustedes a millones de personas, y podrán decirles ustedes: así es como tendrían que haberlo hecho, y esta es la verdad.
Porque esa verdad ya la veo allí, y la vuelvo a sentir en mí.
Esta mañana no trataré los sistemas sociales, eso será en las próximas conferencias y entonces quebrantaremos su sociedad a conciencia.
No quedará nada de ella.
Un ser humano que ahora tiene una tarea entre manos en la sociedad de ustedes y que tiene que servir, aunque solo sea un poco, a la disarmonía, a la injusticia, trabaja para las tinieblas.
Colocaremos delante de nosotros las posesiones sociales, claras e inmaculadas y desnudas, como una figura.
Pronto, y luego, tendrán que aceptar que ya no querrán esa sociedad ni todas esas posesiones de aquí, ni las coronas de reyes o emperadores, porque sabrán conscientemente que eso los conducirá, una y otra vez, a las tinieblas.
Analizaremos espiritualmente, cósmicamente, cada centavo, todas sus posesiones.
¿Quieren estar asegurados para detrás del ataúd, para la vida después de la muerte?
¿Quieren estar asegurados para la primera esfera, para que ya no tengan colgando lastres, sino que puedan mirar, desnudos y puros, la luz vital del espacio, a Cristo en la cara, y puedan decir entonces: “Sí, vencí mi pensamiento y sentimiento material, estoy libre de toda esa disarmonía de allá, de esa mentira y ese engaño, estoy libre de la injusticia, voy a sentir y pensar armoniosamente, en mí está despertando el amor divino”?
Un solo acto, equivocado, una sola comprensión equivocada, hablar de algo que sea disarmonía y que se le dio verdaderamente a su vida.
Mejor sigan tapándolo con sus palabras, mejor acéptenlo, y lo serán, lo serán.
¿Por qué la primera esfera ya no quiere saber nada de habladurías, de cotilleos, del pensamiento y sentimiento oscuro?
¿Por qué estuvo Cristo delante del pequeño Pilato, delante de Caifás y del mundo, sin decir... nada?
La humanidad tenía que decidir entonces.
El ser humano se lava las manos.
¿Quieren ganarse ustedes la primera esfera como si fuera la sombra de otra cosa, por medio de la figura de otra persona?
¿Quieren aferrarse a la túnica de un maestro?
Tendrán que ganarse ustedes mismos esos pasos, y entonces llegarán a ver la imagen —con la que empecé hace poco— de Jeus de madre Crisje.
Si solo supieran cómo edificó su vida para el maestro Alcar y cómo comprendió y aceptó todo, de modo impresionante.
Para él no hay falsedades; aunque el maestro Alcar se dejara ver —eso lo leyeron en ‘Una mirada en el más allá’— como un demonio, Jeus, como André, seguiría pensando y sintiendo de modo espiritual.
Dice: “Ya me cuidaré de no mostrarles la imagen de la tierra, que es de una maldad putrefacta, para mí eso es una sacralidad divina y una criatura de Su vida, Dios mismo con sintonización animal, yo me colaré y seguiré siendo quien soy”.
Cómo estuvo construyendo esta criatura de la madre Crisje su vida, cómo va por la ciudad...
Cuando pronto reciban la tercera parte valorarán esta vida más, y entonces dirán, arrojándolo al espacio, darán a la sociedad: “Sí, aquí habla ahora la Universidad de Cristo”, porque los sentimientos continúan, es dilatación del espíritu, son verdaderamente justos, armoniosos, amorosos.
En el fondo no han recibido ustedes más que una nimiedad a través de estos dos tomos, solo el tercero les permitirá ver el Gólgota.
Sin embargo, cuando regresemos a la vida de André, verán la victoria sobre los infiernos, la victoria sobre las tinieblas.
Bastaría con que hubiera un solo pensamiento malo en Jeus al regresar a la tierra, a la vuelta de las esferas, de las tinieblas y de la luz, para que esos millones de demonios lo sometieran a su fuerza para quebrantarlo y deformarlo.
Pero Jeus dijo: “A ver, acérquense, yo soy André”.
Una y otra vez tiene que velar por su personalidad.
Y es posible, porque ahora es posesión, va por sí solo.
Una vez que hayan infundido alma a estos y aquellos rasgos de carácter, aun así serán armoniosos para el espacio, entonces su personalidad sí irradiará la divina luz vital, es cuando sus sentimientos, su insignificante rasgo de carácter irán adquiriendo fundamentos.
Y entonces el otro ser humano les dirá: “Con esta persona se puede hablar, a este ser humano se le puede aceptar, este ser humano es amoroso”.
Jeus de madre Crisje estaba una y otra vez ante las poderosas leyes divinas, macrocósmicas.
Aunque sea una nimiedad regalar un trozo de pan a un mendigo, se pone a analizar y dice: “A ver, ¿cuándo hago bien? ¿Cuándo hago mal?”.
Pero primero la aceptación real.
Primero hay que construir para estar listos para poder acoger, una y otra vez, cada palabra de esta sociedad —porque es algo diabólico—, en amor, para conservar la serenidad y no permitir que hable esa personalidad inconsciente.
Una sola palabra, un solo pensamiento equivocado, erigido en su interior, que se vea atraído por la sociedad inconsciente, por la humanidad, y ya no sabrán lo que están diciendo, saldrán volando de ustedes mismos, estarán desmantelando lo que ustedes mismos hayan levantado en diez o veinte años.
Unos dicen: “Ya no quiero esa vida, no quiero tener que ver nada con ella.
Me han golpeado, me han quebrado”.
Y ¿qué más da si les cuentan la verdad y no quieren ver la luz?
Cristo estaba, y está, siempre ante la humanidad, ante el ser humano, ante la madre, ante el padre, ante la criatura.
“Cristo, me han golpeado.
Maestro, me han abucheado”.
“Vaya”, dice el Mesías a Pedro, “¿cómo miraste a esa gente?”.
“Bueno, sí, algo hice.
Pensé: ‘¿Y qué les importa a ustedes que estemos paseando?’”.
“Y entonces, tú, Pedro, dijiste: ‘Mírense ustedes mismos, déjennos en paz’”.
Pero si Yo quiero ser la luz de la vida, Pedro, entonces he de poder irradiar Mi influencia hacia el ser humano.
Tengo que querer acercarme a él.
¿Por qué quieres olvidarte de ti mismo en Mi luz?”.
El ser humano está ahora ante Pilato.
Después estarán ustedes ante Caifás y tendrán que demostrar si ya forman parte de esa luz radiante, si forman parte de la sabiduría vital, si son capaces de ponerse junto a Sócrates y decirle: “Este cáliz, Sócrates, es para mí”.
A ver, ahora tóquenle a esa exigua personalidad humana, ¿no?
Hemos podido ofrecerles tesoros espirituales por medio de Jeus de madre Crisje, porque él venció esas desgracias, esos líos menores dentro de él mismo.
Podemos seguir elevándonos a mayores alturas, pero entonces ya no podrán comprenderlo.
Por fin vamos a empezar de verdad.
Jeus dice: “Pero ¿a qué esperan para inclinarse cuando la persona que tienen a su lado tenga razón? Ahora ya pueden seguir”.
Adelante, acaben a hachazos con ese yo equivocado, destrúyanlo pisoteándolo como si fuera una serpiente venenosa, arránquen su peligrosa cabeza, porque se come sus fuerzas vitales a bocados, muerde su corazón viviente, está royéndoles el espíritu como una tenia, es un cáncer, es un cáncer espiritual, tuberculosis, es cólera y peste.
Porque el diminuto yo humano está sintonizado ahora con las tinieblas y la inconsciencia, y esa es su sociedad, son millones de personas.
Pero eso ya no se espera de ustedes, que están dilatándose ahora.
Pero, ya lo saben, hay que escuchar: “Qué bonito esto, y qué mañana tan hermosa que hemos vuelto a tener...”.
Y ustedes no miran a la luna, el sol y las estrellas, eso siempre es hermoso y poderoso, eso sigue emitiendo luz, es un empuje eterno para el bien, para ustedes, para que accedan al Omnigrado.
Y ahora lo único que tienen que hacer es mirar al espacio.
Pues, a ver, miren la madre naturaleza.
Ahora fúndanse con un poco de tierra, un poco de suelo, después en el color amarillo, en el dorado, en el rojo, en el reino de los colores de Dios.
¿Por qué no observan un poco el mundo social humano? Entren en esa maternidad, en esa paternidad, entren en un hospital, en toda la miseria del mundo, entren en las enfermedades, en el cáncer y la tuberculosis, y si entonces tienen un cuerpo sano con pensamientos puros, ya humanos, déjense caer de rodillas en Getsemaní y díganse a sí mismos: “Oh, espacio, espacio, Dios mío, Dios mío dentro de mí, y allá, cómo puedo darte las gracias por estar caminando, pensando, sintiendo, no estoy enfermo, al contrario, siento una felicidad radiante”.
Y predicar eso y dárselo a su esposa, a su marido, es asegurarse la vida detrás del ataúd, son sus pequeñas sandalias espirituales, espaciales, es su túnica, es la luz en sus ojos, es el beso de la madre, del padre, es el ser uno entre el hermano y la hermana.
Naturalmente, sabemos que tenemos que ver, que tienen que ver —y eso, a su vez, lo pueden leer en los libros— con las leyes del karma, es decir, no les va tan bien en la vida: unos quieren, otros desmantelan.
Otros dicen: “Allí tenemos otra vez a ese animal, leyendo los libros”.
Se los arrebatan de las manos, así, sin más; no de forma material, sino por dentro.
Miren, tienen que ver ustedes con la inconsciencia, y eso roe, engulle, es tremendamente terrible.
Sabemos, y eso lo sabe el Mesías, lo saben los grandes de espíritu en el otro lado, que es mejor pasar mil años y noches en una prisión, en la soledad de la oscuridad —entonces se está aún mejor— que siempre esas tiranías, esas desintegraciones, esas destrucciones.
Les destroza el corazón, engulle su sangre vital, sus cerebros casi estallan de dolor, ya nadie puede con eso, les va royendo, les emponzoña, es diabólico.
Sí, y ustedes no hacen otra cosa que responder a eso, diciendo: “Dios mío...”; oh, ser humano, pero estás en el otro lado, vives detrás del ataúd y allí eres exactamente igual que aquí: estás royendo, desmantelando, rezongando, gruñendo, mientes y robas.
¿Aceptas la amistad de las tinieblas?
¿Amas a esos canallas de allí?
Porque eso es un canalla humano, es demoníaco y diabólico.
Pero a la palabra de Cristo, de Getsemaní, del Gólgota, hacia allá prefieren no ir, porque una y otra vez están sirviendo a ustedes mismos.
Sí...
Ay, hombre, hombre, hombre, cuando depositen esto y accedan a las esferas, sepan lo que hacen.
Alguna vez les dije: agradecemos todo lo que dan a los maestros.
Lo enviamos al Gólgota, lo deponemos a los pies de Cristo, para ustedes vamos a Getsemaní, para decir: “Nuestro Señor, mira lo agradecida que es esa gente”.
Pero entonces nos llega esto, y dice Cristo: “Cada rasgo de carácter que se convierta en una bendición, que sea armonioso y justo, es la orquídea de Mi vida, de Mi corazón, de mi Animación, de Mi seguridad, de Mi luz”.
Si incluye esto, además de lo otro, el bien interior —cuando la madre planea por su casa, lo tiene todo en armonía, cumple con el deber, no pasa por allí como un vendaval— solo entonces entra en armonía con la sociedad, con la casa de ustedes.
De modo que conviertan su casa, su hogar, su ser hombre, su maternidad en un Getsemaní y vuelvan a colocarse siempre juntos ante Pilato.
No vayan solos, vayan juntos.
¿Que no quieren?
¿No quieren entrar en Getsemaní?
¿Qué quiere decir y qué supone Getsemaní?
Quiere decir: pensar respecto al amor divino —solo entonces harán ustedes que sus rasgos de carácter piensen y sientan aquello...—, el prepararse para cada palabra, para el siguiente paso, para la nueva vida, para la paternidad y maternidad, para la fraternidad, para su tarea en la sociedad, para su arte, su arte, para su sabiduría vital, para sus hijos.
Ahora son ustedes conscientes, como cuando Gerhard tuvo que aceptarlo de ‘Aquellos que volvieron’, como yo, cuando salí a gatas de la tierra y me hube liberado a base de mucho esfuerzo de ese instinto de lombriz que se había comido mi carne, andando por ese mundo siendo aun así ser humano y viviendo.
Pues, sí, el ser humano no se desploma antes de eso para decir: “Dios mío, Dios mío, soy parte Tuya, y vivo”.
Es entonces cuando les entrará la gratitud, es cuando uno querría poder convencer al mundo entero, para poder tomar entre los brazos a la humanidad.
Pero si hay un solo rasgo de carácter, nimio, que dentro de ustedes se niega a aceptar su amor con el que tienen que ver —su amor fraternal, su ser padre, su ser madre— ¿cuándo van a querer comenzar entonces con la humanidad? ¿Cuando ya estén a punto de perder el mal a favor del peor para ese exiguo y desagradable yo?
¿Cuando tengan que sucumbir ante aquello y se encuentren ante el insecto más insignificante de la tierra...?
Porque en ‘Jeus de madre Crisje’, segunda parte, hay un insecto que dice: “Eso me puede pasar a mí también”.
¿Entienden?
“Porque soy luz y vida, sirvo, y no quiero tener que ver nada con esa gran felicidad de allí, o sea, con el ser humano, porque esta gente de todas formas no nos comprende.
Esa gente no nos acepta.
Pero estamos elevando ahora mismo esas vidas hasta nuestro pequeño yo, ¿verdad?, formamos parte del firmamento, lo somos nosotros mismos”.
Desde Getsemaní esto los conducirá juntos a Pilato, a Caifás, al Gólgota, a Dios, a Cristo, al Omnigrado, a la luz, a la vida, al espíritu.
Y bueno, tendrán que poder procesarlo un poquito.
Porque todo eso se lo pueden ganar por medio del bien.
Cada pensamiento, pues, que encuentre sintonización con el amor divino, es la seguridad detrás del ataúd, será en breve el maestro junto a ustedes, que podrá decir: “Venga, vamos a volver a la tierra.
Les mostraré su proceso de morir.
Les mostraré las reencarnaciones, diez mil, veinte mil, sesenta mil, si son capaces de procesar todo eso.
Les mostraré dónde empezó nuestra vida”.
Y entonces verán armonía.
Les ofrecí las imágenes por medio de las leyes cósmicas.
Es cuando ven benevolencia, justicia, es cuando llegan a ser uno; eso es, pues, cuando se infunde alma, es cuando uno contempla el ojo humano y ve que irradia los destellos espirituales.
Mientras en el ser humano siga habiendo pensamientos equivocados que tengan que ver con la sociedad, serán ustedes mismos quienes se echen a patadas de esa túnica.
Se expulsarán a ustedes mismos de la Universidad de Cristo.
Detrás del ataúd esos mismos rasgos de carácter se abalanzarán sobre ustedes como demonios humanos.
No les quiero dar miedo, pero así es.
Ustedes mismos tienen que hacer que se espiritualicen.
Por eso, si a Sócrates se le hubiera ofrecido la posibilidad de materializar todo lo que había en su espacio, la humanidad ya habría avanzado miles de años más y podría verse aquí en la tierra el reino de Dios.
Y ¿qué es lo que hace la gente?
Deshacen el pensamiento y sentimiento más elevados.
Y eso es exactamente lo mismo que si aman para ustedes la falsedad, si aman la disarmonía.
Aunque haya algo en ustedes que diga: “Sí, sí, sí, sí, tienen razón”, pero no son capaces de ello; entonces eso es la niebla detrás y delante de la primera esfera, y para ella, porque entonces no irradian nada, carecen de luz, ese diminuto rasgo de carácter los sintoniza con la esfera a la que llegan Gerhard y millones, billones, de personas, cuando abandonan esta vida.
Tienen que inclinarse ante la verdad espiritual y tendrán que materializar esa palabra.
Pero con tan solo rozar un instante al ser humano —¿verdad?—, con que tan solo se diga un momento: “¿Por qué hace usted eso?”, entonces el ser humano se retira, hay algo para que se proteja a sí mismo, y entonces se blinda contra la divina armonía, para la dilatación como empuje; ahora ya no hay empuje.
Se vuelve a lo de ir de mal en peor, la gente se asegura el pensamiento y sentimiento tenebrosos.
Y ahora, ¿está seguro el ser humano?
Sí, aquí en la tierra, en esta sociedad están seguros, porque todavía tienen luz material, pero detrás del ataúd no verán ni una sola flor, ninguna naturaleza, no tendrán a nadie.
Sí, allí tendrán la desintegración, allí les sobrará la gente a su lado, pero no harán más que chupar de ustedes.
Es la misma especie, es la misma sintonización con la que tienen que ver ahora.
Es algo que los golpea, que les da patadas, que los destruye en solo unos segundos, y eso es, y puede decir: “Tú me perteneces”.
Y entonces no tienen más que aceptarlo, porque su vida interior estaba abierta a eso.
Sí...
Y hay que ver lo sencillo que es.
En su sociedad harían bien en llegar a conocerla como personalidad.
Cuando vean el mal en el mundo, cuando vean el mal de los vecinos, de su marido y de su esposa, lo equivocado, el no querer inclinarse, entonces sintonizarán con aún más precisión con su propio fundamento, y serán ustedes inquebrantables, indeformables.
Sí, eso sí que toma un tiempo para esta vida.
Pero esta vida no es una finitud, luego irán a su propia esfera.
Y los demás podrán decir: “Y a mí, ¿qué me importa?”, ¿verdad?
“Qué tengo que ver yo con que vea a usted detrás del ataúd y con que me encuentre con usted allí?
Yo también tendré algún mundo, ¿no?”.
Sí, el que es suyo, el suyo, ese que desintegra, que deforma, que no quiere.
Allí no hay empuje, no se infunde alma.
Sintonizan con los libros de ‘Una mirada en el más allá’, pero todos por debajo de la primera esfera, no hay luz.
Esta aún tiene que despertar.
Son ustedes disarmónicos, no hay cuestión de armonía.
¿Cómo va a poder asimilar el ser humano el amor divino?
¿Qué significa “el amor divino para el ser humano”?
Esta lo que hace es vivir dentro del ser humano, pero no puede recibirse desde fuera, al margen de ustedes, le tienen que dar conciencia, concienciación por medio de su pensamiento y sentimiento.
Ahora tienen el diccionario a su lado.
¿No se lo dije?
Se está poniendo peligroso.
El ser humano dice: “Cuanto más alto lleguen ustedes, más difícil y peligroso se pondrá”.
¿Tan difícil es ser bueno, mostrar cariño a su marido, a su esposa?
¿Tan difícil es no engañar a sus amigos?
¿Tan difícil es no tocar la propiedad ajena?
¿Tal vez porque ustedes mismos son demasiado vagos para dar forma a su personalidad?
Porque para ustedes como hombres, como creadores, el reino está abierto.
Pueden hacerse ministros con solo proponérselo.
Pero no quieren.
¿Por qué se quejan entonces de que no ganan más de cuarenta o cincuenta florines?
Y ¿por qué no hacen entonces bien su trabajo?
Porque cuando están en armonía y dan un empuje inmaculado a su tarea, se harán maestros.
Entonces el ser humano dirá: “Mira, esta personalidad sí que se puede usar”.
No es necesario que nos pongamos a buscarlo en la cosmología.
Les contaré lo que pueden ganar.
Les demostraremos cuándo podrán asimilar una unión material, justamente por ese pan que están horneando.
Porque ¿por qué echaron agua a la leche?
Es una maldición para ustedes mismos.
Así es como realmente se toma el pelo a Cristo —en Jeus II—, a Nuestro Señor.
Y Nuestro Señor está al lado de ustedes y pide: “Denme solo cien gramos de pan de su personalidad”, y resulta que hay agua en la leche.
Pero Nuestro Señor no se deja engañar, las leyes del espacio tampoco.
El ser humano da al prójimo una pequeña sandalia por cuarenta y cinco florines, y dos días después esas cosas están hechas trizas porque eran de cartón.
¿Cuántos rasgos de carácter siguen albergando ustedes con una conciencia de almidón?
¿Quieren hacer creer al espacio, a Cristo, al Gólgota que los rasgos de sus caracteres representan las cuerdas de su arpa vital espiritual?
Y cada rasguito de carácter es, pues, una cuerda de su arpa vital.
¿Cuándo van a empezar?
¿Cuándo va a empezar la humanidad a elevarse un arpa divino vital?
¿O es que van a seguir punteando, rascando y cantando por medio de los sentimientos y la razón humanos?
Eso sigue siendo terrenal, sigue siendo posesión y conciencia sociales.
Los sentimientos tienen que empezar a hablar por dentro, para su sociedad entera.
Finalmente, el ser humano está ante el servir, el querer servir para la serenidad, la paz, el bienestar.
Ustedes ni siquiera piensan en ello.
Me dirijo al ser humano sensible, al ser humano que quiere asegurarse para el Antiguo Egipto, al ser humano que quiere poseer las grandes alas.
Me dirijo al ser humano que acepta que la reencarnación existe y que hay que regresar a la tierra si uno le quita la vida a otro ser humano.
Pero todo eso fue dando forma a su harpa interior, espiritual.
Y ahora el astrólogo puede sacar fuerzas del universo, ahora los planetas y las estrellas pueden hablar a sus sentimientos, porque son ustedes uno con esa vida, con ese macrocosmos, nacieron a través de ella.
Ahora se convierte en sabiduría vital, porque ustedes están inclinándose, están plenos de amor, son ustedes armoniosos, en la sociedad pueden ustedes aceptar todo esto y reconducirlo a la primera esfera.
Pero ahora ya no albergan nada que interfiera.
Dicen: “Hijo mío, recorre el mundo, y aunque vuelvas dentro de veinte años, sé que me estás sirviendo a mí”.
Seguramente que pensarán ustedes que irán caminando tan a gusto detrás del ataúd, en la primera esfera, junto a su alma gemela, y que no hará otra cosa que estar a su lado.
Entonces se habrán detenido de nuevo.
El alma está ocupada en los infiernos tenebrosos, y ustedes están en Venus, Júpiter, Saturno, porque ya las distancias son iguales.
Serán del todo uno en todas las chispas de Dios.
Pero ustedes están aquí solos y ella está allí; pero ustedes hablan, poseen sentimientos que son universalmente uno, tienen ustedes la unión divina debajo del corazón.
Y eso reconducido a la tierra, reconducido a su ser padre y madre, reconducido a infundir alma de forma creadora.
Y ahora miren al hombre aquí en la tierra.
Cuentos, habladurías, chismes.
Sabe hacer esto y lo otro.
“Y yo luego ocuparé el lugar de Nuestro Señor.
Dejaré que me crucifiquen, obraré milagros, porque siento que se me está infundiendo alma.
Y si aparece un mosquito, un mosquito de las Indias Orientales con un poquito de malaria social, occidental, la gran personalidad ingresa en el hospital y ya pueden meter esa vida en el ataúd.
Tienen que ser capaces de ser mordidos por el instinto de la serpiente, porque eso es lo que es la humanidad.
Los satanases y los demonios —¿todavía no lo saben, hombre, madres y padres?— no tienen significado si están ustedes realmente en armonía.
Esa vida es indestructible, esa vida es abierta y consciente, esa vida sirve a sí misma porque poseemos, como vidas cósmicas, como personalidades divinas, ese yo universal, porque hacemos que se dilate ese rasgo inmaculado por su empuje de Omnimadre.
Vamos a elevar al ser humano hacia lo bueno, hacia la armonía, hacia la justicia.
Será en el otro lado, y no antes —acéptenlo, y lo dicen las estrellas y los planetas y lo dice Cristo—, donde nos mereceremos nuestro beso espiritual.
Bueno, si una criatura de Jozef y de Jeus tiene que vivir este verano, este año, todos los besos que se merece para esa vida...
Cuando Crisje mira a Jeus a los ojos, empieza a tener gratitud, aceptación..., porque de todas formas no aceptaremos más que el hecho de que nos quieran engañar, a nosotros, a Jeus, por medio de esta belleza, y que quieran tomarle el pelo a Jeus con las criaturas de la madre naturaleza; salen del corazón de ustedes, hablan.
Y eso lo ve Hendrik el Largo, eso lo ve Crisje.
Van al Gólgota a través de todos nosotros, primero van al maestro, al maestro Alcar, y este, a su vez, los reenvía a sus maestros.
Van de fundamento en fundamento, de templo en templo, y al final todos somos uno.
También están Sócrates, Rudolf Steiner, Buda, Pitágoras —Mahoma, no, ese no, porque sigue siendo inconsciente y ciego—, solo el ser humano que haya vencido de verdad Getsemaní, y que haya querido aceptarlo, el ser humano capaz de inclinarse, el que sirve, que trabaja, ¿que dice: “Quiero hacerme buena persona”?
No: “Quiero serlo ya, soy amor”.
Y entonces Cristo acepta estas orquídeas en el Gólgota: proceden de los corazones de ustedes, pero nosotros nos las hemos merecido.
Hagan como supo hacerlo Jeus.
Del urbano ni siquiera quiero hablar, porque a ese ya ni siquiera son capaces de comprenderlo, por no hablar de André-Dectar.
Ahora es Jozef quien tiene que acoger a la masa.
André dice: “He terminado mi tarea, ahora te toca a ti mirar lo que puedes hacer para tu cosmología, para tu conciencia cósmica”.
Y ahora Jozef y Jeus están orgullosos de que puedan juntar como una orquídea las cosas de madre Crisje y de el Largo, su juventud vital, y los infiernos y los cielos.
Jeus y Jozef pueden decir: “Vamos, adelante, humanidad, vamos a hacerles sentir, pues, la infinitud divina, vamos a hacerles vivirla, y entonces sabrán por fin en qué vive ese amor divino”.
Jeus de madre Crisje es un profeta, de un tipo que aún no hay, y eso se lo demostrará la humanidad.
Eso dice la primera esfera, eso dicen.
Lo dice cualquiera que posea la luz vital del espacio.
Y André-Dectar, ese es un maestro cósmico, si quieren saberlo ahora, pero, a su vez, una criatura con un leve sentimiento maternal, porque la sociedad es levemente maternal.
Y ¿por qué?
Porque la teología, las universidades, los psicólogos, los astrónomos todavía tienen que empezar con su primer pequeño fundamento para la Universidad de Cristo.
Dicho de otra manera: estamos impotentes.
Pero vamos a seguir.
Porque también Cristo estuvo impotente, pero Él sabía: algún día tendré en Mis manos a la humanidad entera.
Y ahora ya son pueblos enteros.
Los pueblos de la tierra van adquiriendo sentimientos.
Los pueblos de la tierra llegan a la unión, aunque ahora todavía sea mediante una violencia bruta, dura, horrible.
Pero se construyen fundamentos para el reino de Dios.
Eso se lo dice el libro ‘Los pueblos de la tierra’, pero también las conferencias, lo dice una flor, lo dice un pájaro, eso lo dicen los alimentos de ustedes.
No es necesario que recen por su pan, porque se lo han ganado.
Pero, ay, si hubieran robado esos alimentos.
Ay, si su leche llevara agua y la estuvieran vendiendo como auténtica, como alimento inmaculado; entonces estarían vendiendo y robando su propia divinidad.
Les he dicho: golpeen al ser humano en plena cara y se echarán a ustedes mismos de la primera esfera, a golpes.
Refunfuñen y así se expulsarán ustedes mismos de la primera esfera, porque nosotros ya no refunfuñamos.
Estamos contentos, estamos alegres.
Ya no hay nada que interfiera con nosotros.
Ya no tenemos rasgos de carácter desagradables.
Somos portantes, volamos, tenemos las grandes alas para cada rasgo de carácter, y son miles.
Estén abiertos para el bien, estén abiertos para que se les infunda alma, hagan la transición a esa sintonización.
Conviértanse en vida, cobren verdaderamente vida, empiecen a infundir alma.
Empiecen a serlo.
Ahora ya no hace falta que lo reclamen.
Pero si conservan lo bueno, si siempre son armoniosos, lo que es la infusión de alma se interpondrá entre esos dos rasgos de carácter y hará la transición a sus personalidades.
Averigüen de verdad si son una madre en todo; pero para ustedes mismos, no para sus vecinos ni para la sociedad.
Desciendan en ustedes mismos debajo de su corazón, porque es allí donde vive la sintonización divina, es allí donde son uno con el espacio.
Pueden serlo con la Biblia, con las universidades para la tierra, con las artes y ciencias, pero por las mañanas corten su pan con amor.
Cuando abran los ojos y despierten, vuelvan la mirada en el espíritu, con cariño, con su pleno ser abierto, hacia su sintonización divina, y absorban esa luz del sol, repártanla durante el día, espárzanla.
Que siempre y para siempre haya ese destello de luz en sus ojos.
Empiecen ahora... a fin de cuentas, nada está perdido todavía.
Jeus, con obstinación, con todas sus fuerzas, desde el momento en que el maestro Alcar empezó con su vida, desde que el maestro Alcar empezó a tocar su vida como un instrumento, ha...
Cuando el maestro incidió en él, a los 29 años, y dijo: “Ahora vamos a empezar”, desde ese momento se le fue lo juguetón, le entró la seriedad, empezó a sanar, hablaba con la gente y ya no quiso tomarles el pelo.
Cada pensamiento equivocado —vio Jeus, vieron Jozef, André, y más tarde, con ellos, Dectar—, cada pensamiento equivocado tira de mí para regresar a esos millones de personas que en el país de las tinieblas aman la demolición para la sociedad.
Miren, pues: ¿dónde me encuentro? ¿Dónde vivo?
Pues ahora, vengan, a ver...
Si me mantengo recto, si me mantengo armonioso, si albergo amor, si puedo llegar a conocer a Dios y si entonces lo envío a Él a las vidas de ustedes, a mí no me puede pasar nada.
Entonces escribiré, pintaremos, sanaremos a la gente corporalmente, espiritualmente, por medio de la palabra, por los hermosos, poderosos sentimientos espaciales y podrá seguir siempre el maestro Alcar, con mayor amplitud y profundidad.
Y así es como Jeus, Jozef, junto a André-Dectar, accedió a la Omniconsciencia, el ser humano que ahora representa sistemas universales como alma, espíritu, paternidad, maternidad, noche y luz, como empuje, como leyes elementales.
El ser humano, desde el Omnigrado divino, puede infundir alma al ser humano de la madre tierra, porque ahora es el propio sentimiento de familia el que habla a sus vidas, porque son los antepasados de ustedes quienes han alcanzado el Omnigrado.
Pasaron meses y meses, Jeus, André, está listo, una y otra vez, para darse.
Y entonces dice a sus hermanos: “Eso no lo hago, voy a sintonizarme con el maestro Zelanus, voy a prepararme para las demás conferencias, las últimas.
Quiero estar preparado, y entonces venimos, con voluntad espacial, infundiendo alma espacialmente, a sus vidas para llenarlos hasta los topes, para flagelarlos con amor divino”.
Y entonces el otro dice, después de todos esos años, después de todo ese amor y toda esa justicia, dice la sociedad, dice el ser humano: “Por ahí no paso.
Es usted diabólico, porque la palabra de la Biblia es Dios”.
Entonces Jeus sigue y dice: “Ya nos veremos dentro de mil años.
Dentro de mil años vendrán a verme y me dirán: ‘Dios mío, Dios mío, ¿cómo pude ser tan insensato?’
Y entonces la ley vital para el espacio dice: ‘Da igual, criatura, no dabas para más’.
Y entonces dice Cristo: ‘Padre, Padre, perdónales sin problema, no saben lo que hacen’”.
Pero ahora es, aplicado a la Universidad de Su vida: niéguense a seguir aceptando lo inconsciente.
Conviértanse al final en amor.
Conviertan su ser uno como hombre y mujer en una unión universal.
Claro, pensaban que acogeríamos y acariciaríamos sus sentimientos y pensamientos inconscientes, ¿verdad?
Hoy es —eso lo ven los maestros, lo ve el universo, lo ve el sol y la luna, lo ve Cristo, eso lo sabe la sintonización divina de ustedes—, hoy es poderoso, y mañana nosotros, la sabiduría, Dios, Cristo, los libros, estarán en boca de todos.
Nosotros, en el otro lado, decimos: muéstrame tus amigos y conoceremos tu esfera.
Abre tu casa al Mesías y Él verá tu basura; también lo eres por dentro.
Cuando ustedes hablan de cotilleos y de habladurías que se refieren a ustedes, entonces siguen albergando algo que está abierto a eso.
Y entonces eso no es en la primera esfera, dado que la primera enseña, dado que el ser humano de la primera esfera que ama verdaderamente sabe: vivo en la miseria y la desintegración, estoy interpretando la luz espiritual del espacio.
Dentro de mí vive la palabra divina, la edificación espiritual.
Y ¿a mí qué me va importar un diablo, un satanás, una sociedad, una humanidad que no quiere otra cosa que malgastar a tiros y a muerte el oro del universo?
¿Qué nos importa? ¿Qué le importa a André si ustedes quebrantan y mancillan su vida? A mí no me mancillan, ni a él ni al espacio, porque es imposible vernos afectados.
Nunca jamás oirán de nuestra boca: “Por ahí no paso”.
Porque entonces, si dijéramos a los maestros: “Por ahí no paso”, nos quedaríamos detenidos y se cerraría para nuestra vida el macrocosmos, Dios.
El amor de Dios no puede alcanzarnos ahora, no se nos ha infundido alma, no estamos abiertos, no tenemos unión, nos aislamos de Getsemaní, nos echamos a patadas de la primera esfera.
La túnica espiritual que adquirió forma; la conciencia satinada de esta hermosa vestidura se desvanece, y ahora tiene polilla espiritual.
Las pequeñas sandalias pesan como plomo.
El ser humano ya nunca avanzará, el ser humano está desnudo, como un soldado de plomo, en la sociedad humana.
Y todo el mundo sabe ahora que ya no tienen ustedes amor.
Las leyes vitales divinas —acéptenlo, hermanas y hermanos míos— los llevan a un estado mejor si quieren vencer esas desgracias.
¿Desean el amor como una jovencita?
Pues, sigan irradiando la luz y el amor, y no dejen que nunca les salga de la boca una palabra equivocada.
Entonces el cosmos dirá: ella se merece algo mucho mejor.
Recibirá lo mío.
Porque un insecto nimio dice —por medio de Jeus II—: “Los veo”.
Ese segundo matrimonio de madre Crisje va al universo, de eso hablan los jueces, de eso habla Cristo en el Omnigrado.
Cuando eso no se entiende bien, entonces me puede ocurrir que me priven de mi luz vital, de mi chispita liviana, y me echan a patadas al río.
El amor para un ser humano solo se puede recibir y vivir por medio de la personalidad.
Y cuando esa personalidad es benevolente, armoniosa, justa, y siempre porta y cada rasgo de carácter se convierte para su marido, su esposa, en una flor, surgida a partir del reino de Dios como una figura luminosa, entonces eso también es el fundamento, la fuerza, la densificación, el empuje para continuar, para poder vivir y aceptar la vida cotidiana.
Entonces el sueño es una felicidad imponente.
Entonces un apretón de manos de la madre es una orquídea, un beso, para la fuerza creadora, el padre.
Entonces el mirarse en las respectivas vidas es el estar desnudo para la primera esfera.
Eso son, pues, los sonidos para su arpa espiritual.
Y el tenor de usted y el alto de ella se conectarán y elevarán el saludo vital hasta el cuarto grado cósmico, hasta el quinto, el sexto y el séptimo, de los que el Omnigrado, el ser humano en el Omnigrado divino, quiere escuchar el sonido, el timbre de ustedes.
Pero el salmo 5486 carece allí de significado; eso lo dijo Jeus, lo dijo André, lo dijo Jozef, y eso es verdad.
¿Siempre están contentos cuando se les aleja la vida y empiezan a cumplir la tarea propia para la sociedad como hombre?
¿Siempre están contentos? ¿Están radiantes cuando se les acerca esa vida?
¿Sienten lo que hace falta para mantener en vida a la esposa y a los hijos en este caos?
¿Tienen posesiones?
¿Está la madre agradecida porque regresará su compañero de vida, su luz, su espíritu, su personalidad? ¿Y estará bajo las alas del sentimiento para decir: “Mira, cariño mío, aquí la tengo, mi comida”?
Y eso de nuevo en ella.
Eso de estar sentado uno al lado del otro y los hijos vitales de Dios, poder absorber esos jugos vitales, en eso —créanme, y acéptenlo— viven un grado de amor que los conectará directamente con planetas, soles y cuerpos.
Los sentimientos más nimios, la vida en un cobertizo puede ser divinamente majestuoso si se entienden ustedes mismos y si se quieren vivir.
Créanlo.
Los templos y castillos, ser rey o emperador, eso no significa nada.
Si quisieran darle a Jeus, a Jozef, a André un castillo y uno de esos coches hermosos que tienen ustedes, dirá: “Olvídelo”.
¿Por qué?
Porque ha asimilado la felicidad en su entorno, se la ha ganado.
Cada paso le dice, por mucho que cruja el suelo: hay que ver lo felices que somos en esta casita, porque somos uno.
Para eso no hace falta oro material, al contrario, el espacio irradia luz vital, la gente llega.
La casa aquí, en el otro lado, es un palacio, una universidad.
Porque cuanto más aprendan, pues, cuanta más sabiduría asimilen y cuanta más infusión de alma coloquen sobre su carácter...
Cuando hablen de amistad, de hermandad, de amor paterno y de amor materno, será un pilar de su templo espiritual, la Universidad de Cristo.
Luego, donde André, detrás del ataúd, podrán ver millones de caminos, y Crisje también los tenía.
Siempre está abierto al ser humano, los caminos están hechos para acceder al reino de Dios, al espacio, porque él quiere ser amor.
Pero si son ustedes mismos quienes los oscurecen, si deforman el camino vital hacia la fuente divina y los quieren volver a ver tapados de espinas, si los llenan de escollos, que él no tiene, pero que van adquiriendo forma para ustedes mismos, pues, sí, entonces ya allí se tropezarán.
Y entonces a ustedes los oirán gritar, porque estarán anclados a sus propios escollos.
Cristo jamás puso escollos o cepos a Sus apóstoles ni para la humanidad.
Fue algo que hicieron ellos mismos, ¿verdad?
Aunque luchemos por Judas, aunque luchemos por que no sea un traidor, para Dios, para Cristo no hay traidores, jamás, no como seres humanos ni como animales, ni la vida de la madre naturaleza y el espacio.
No existe esa traición y para Cristo y los maestros en el otro lado no es más que inconsciencia, incomprensión, el no querer aceptar, el no querer inclinarse.
Porque luego esa vida será muy distinta, mucho, y consciente.
Pero entonces el ser humano estará ante su propio pequeño yo, y tendrá que aceptar, como personalidad espiritual: tal como la madre tierra describe su órbita alrededor del sol, tal como la luna completa su tarea y como la experimentó, tal como el universo llegó a hacerse visible, tal como los grados vitales interpretaban elocuentemente el reino de Dios como luz, como color, así tendrá que empezar al final el ser humano, como hombre y mujer, a dar estos colores a sus pequeños rasgos de carácter, a darle luz, a ser alma que infunde, a querer empezar a ser empuje, meditación, silencio, serenidad, paz.
¿Cuándo son siempre realidad?
Miren, tengo que llevarlos a Getsemaní, a Pilato, a Caifás, al Gólgota, pero delante de nosotros vive el espacio.
Ustedes viven en la tierra, forman parte de una demolición hedionda, llena de pasión, como sociedad.
Participan en los asesinatos y en las deflagraciones, en los robos.
Pero han recibido los libros por medio del maestro Alcar y de su instrumento —cómo no hay que hacerlo—, de los que ven ante ustedes el reino de colores de Dios en la primera esfera.
Y eso es entonces su vivienda, son los caminos, es el arte que está colgado alrededor de ustedes, ¿verdad?
Porque el maestro Alcar les dio a ver su vivienda.
Accedieron a la habitación vital junto a él, y André pisoteó el corazón sensible del maestro, que dice: “Eso no lo hagas luego otra vez, porque me molestas”.
Y así ya será la patada para su amor si lo deforman.
Ya no es servir si no quieren inclinar la cabeza unos para otros, para aquella persona que tenga la razón.
No es un deseo espiritual, será, y seguirá siendo —eso acéptenlo, es lo mejor, pueden vivirlo en ustedes mismos, eso lo que hace es vivir bajo sus corazones—: siguen amando ustedes todavía la sociedad material, este sistema óseo.
En su interior aún no tienen contacto, ni espiritualmente, viven todos ustedes sin verse ni rozarse.
¿Y es así como se han hecho ustedes hombre y mujer?
¿Es para eso que se han casado?
¿Y su palabra ya no es amor?
¿No se comieron unos a otros al primer instante cuando despertó en ustedes la primavera y se les manifestaron los zureos en el pecho?
Han desafiado mundos enteros, ya no pensaban en la noche o en las tinieblas, se adelantaron a ustedes mismos mientras corrían para vivir sus amores.
Sí, durante veinticinco días y entonces habló el espíritu, entonces habló la personalidad, se manifestó, y estaba el amor tirado por la calle, en la cuneta.
Pero hay que retener eso, hacerlo —y será con eso con lo que comenzaremos con las nuevas conferencias—, hay que ver eso como el primer instante de todos, y querer vivirlo, una y otra vez ese infundir alma en ustedes para hacer lo bueno, lo hermoso.
Y entonces su esposa de ochenta siempre tendrá veintiún años.
Y entonces su esposo, aunque ande sobre muletas, será la radiante infusión de alma para su vida interior y su amor.
Entonces ya no existirá el tener una edad avanzada, no habrá desintegración, no habrá desmoronamiento, porque se habrán hecho amor humano con la sintonización vital para el otro lado.
El amor de la primera esfera y el de Dios siempre los acogerá, siempre que quieran subirse a esa paz.
Pero allí va el ser humano.
Sigan emperifollándose.
Pónganse bellos.
Porque se compran cosas preciosas, deliciosas.
Yo llevé el otro lado de vuelta a la tierra, y es allí donde vive, mejor acéptenlo.
Allí sus rizos carecen de importancia.
Pero, adelante, hagan unos ricitos muy hermosos en su carácter humano, ¿por qué no?
Claro, quieren hermosas túnicas como madres, ¿verdad?, de seda, todo atavío.
Bien, perfecto, siempre que tengan esa perfección también por dentro.
Y el hombre quiere el pantalón con raya, ¿verdad?
Entra y dice: “Y yo lo soy”.
Claro, encanto, vete... vete...
“Y que me cuenten lo que quieran.
¡Yo sí que lo sé!”.
Vete.
“Y yo prepararé aquello.
Y lo demostraré.
Y soy capaz de hacerlo”.
No es capaz de nada, porque con solo un poco de amor ya se quiebra.
Hombres y mujeres, ¿quiénes son ustedes?
Han vencido a la muerte.
Ya no hay una muerte.
Han aceptado la reencarnación, ustedes mismos lo dicen: “Voy a volver a la tierra, porque he causado auténticos desastres”.
Entonces Cristo dijo: “Ese es uno que es consciente”.
¿Quién le dice a la humanidad: “He causado desastres”?
La humanidad entera engaña y estafa y no quiere saber nada de causar desastres.
El ser humano se oculta.
Se cuelga grandes condecoraciones.
Recibe estrellas y planetas en la solapa y entonces toca aceptar ese orgullo muy honorable, noble, pero por dentro no hay más fundamento que la deformación.
Pero ¿quién es capaz de prestar testimonio ante el Mesías, ante Getsemaní, ante Pilato y Caifás, y después ante el Gólgota, diciendo: “No soy más que una criaturilla?
He causado auténticos desastres, pero quiero enmendarlo todo.
Soy capaz de inclinar la cabeza.
A partir de ahora seré luz, vida e infundiré alma.
¿Soy madre verdaderamente?”
Entonces no es posible que uno ande solo por la tierra.
Entonces tendrán amigos.
Tendrán hermanas y hermanos, porque serán amados por todos.
“Y no me iré nunca más de viaje con esta criatura”.
Se irán con Cristo.
“Y ya no voy a salir nunca más con esta criatura, porque me hizo pagar”.
Y ¿qué les importa eso?
Si llevan el oro del mundo en los bolsillos, Cristo no querrá que lo repartan, solo que cada cual se esfuerce para ganárselo.
Pero cuando empieza a hablar el cariño, cuando se pone a hablar el amor de cara a la hermandad, bueno, pues, criatura de la tierra, ¿no es la luz vital del espacio entonces un ser yo que consuela?
¿No es la amistad de su hermana y hermano —no la de hombre y mujer— un beso espiritual?
¿No es este el ser uno para las estrellas y los planetas, para el Omnigrado divino?
¿Para su sociedad?
¿Son ustedes reyes y emperadores, príncipes y princesas, y pueden decir hoy: “Princesa mía, vamos, dame un beso”?
Entonces ella dirá: “Toma (sonido de un beso), muá, muá, muá, muá”.
Solo deberían sentir ese beso, pero el calor por dentro y la luz en los ojitos, la conciencia de la personalidad.
Miren, sientan cuando empiezan a hablar esas cordialidades, tal como vivió el ser humano entre la vida y la muerte en el Antiguo Egipto.
Eso lo pueden ir levantando para ustedes mismos —una y otra vez—, pueden prepararlo en la sociedad —eso van a ser las nuevas conferencias—, entonces, creadores de la tierra, hombres de este mundo, sus esposas serán a cada instante princesas para el espacio.
Entonces no será extraño que digamos de André: “Y él es el príncipe del espacio”, pero ustedes también lo serán.
Y entonces será una princesa.
Aunque vayan ustedes envueltos en harapos, aunque lleven zuecos como la madre Crisje.
Deberían ver ahora sus pequeñas sandalias de oro, deberían ver su túnica dorada, porque ella está aquí.
Y el Largo también.
Miets y muchos de ustedes.
Infunden alma a Jeus, a Jozef, a André-Dectar.
Debido a que el amor infunde alma a la vida de él, porque ella dice: “Jeus, es que todo esto me apabulla”.
“Dios mío, Dios mío”, dice Crisje.
Los maestros han tenido que aclararle que ha dado a luz a un profeta, y ahora ha llegado al punto en que puede aceptarlo y que puede asimilarlo.
No le queda otra opción que asimilar que es un profeta, un maestro.
Eso ha construido una esfera, una casa, es uno con la cosmología, posee las “grandes alas” para volver a la luna, y entonces Crisje dice: “Hendrik, Hendrik, ay, nuestro Jeus”.
Ojalá pudiera hablarles para que se fundieran como hombre y mujer.
Ojalá pudiera ponerlos del revés.
Bueno, en palabras.
Pero aun así, continúan anclados a ustedes mismos.
Ojalá pudiera infundirles nuestra alma, y dársela, nuestra voluntad, nuestra felicidad.
Pero entonces estará en manos suyas; se lo aprietan un momento contra el pecho y volverá a salir de ustedes, porque lo que es esa voluntad, aún no está.
Y ¿entonces quieren servir?
Servir...
Sirvan su amor.
Sirvan a esa chispa de Dios y llegarán a vivir a Dios, a verlo.
Sirvan cada instante para su razón humana.
Empiecen a razonar de forma racional, pero pongan en primer lugar el séptimo sentido, llévenlo a su carácter, denle luz, denle “alas” a ese caráctercillo.
No lo saben, pero vuelven a vivir un nuevo grado para su beso.
El beso humano puede ser animal, preanimal, basto material, material.
El ser uno humano, por el que la madre y el padre dan a luz, por el que propician ustedes su evolución, puede ser animal, preanimal, basto material y material; llegaremos a verlo y a vivirlo luego con las leyes del matrimonio.
Pero ahora un beso espiritual, el ser uno espiritual.
¿No es así, madre? ¿No desea el beso espiritual del espacio?
Y ese beso lo tiene su creador.
¿Quieren vivirlo y aceptarlo?
¿No es cierto? ¿No se van corriendo de su casa porque allí no les tiranizan? Y ¿no quieren vivir algo de este mundo, aunque sea un poco, cuando están ante el amor?
Nosotros ya lo sabemos, les pegan, maltratan, tiranizan, cada día por una palabra... (inaudible) por esos gruñidos, esa maldita desintegración.
Ya no se comprende cómo es capaz el ser humano de resistir eso.
Porque en ninguna parte del cosmos ni en la naturaleza hay una sola vida que lo tenga que vivir, solo el ser humano se lo ha construido para sí mismo.
Ahora lo saben: es karma; ustedes mismos, en vidas anteriores, lo pusieron en primer plano y lo materializaron.
Pero ahora, desde Getsemaní, estando delante de Pilato, ahora están ante su propia desintegración.
Pero allí, donde Caifás, cuando este les habla gruñendo, cuando los desintegra, cuando les pega, ustedes levantarán su cruz, madre, criatura, e irán solas al Gólgota y terminarán su tarea.
Entonces mejor dejen a ese Caifás ahí, solo.
Ni las esferas ni yo ni los maestros, ya no habrá ni un insecto ni una flor ni una obra de arte capaz de elevarlos, ahora tienen que hacerlo ustedes mismos.
No dejen que les peguen.
(Al técnico de sonido:): Lo he visto.
¿Cuántos minutos me quedan?
(El técnico de sonido responde).
Hasta la noche, bueno... hasta dentro de mil años.
¿Cuánto amor les resta para vencer eso?
No dejen que les priven de esa concienciación.
No dejen que les quiten esa infusión de alma.
(El maestro Zelanus golpea una flor). Perdón, hija mía.
No dejen que Caifás los encierre.
No devuelvan el golpe.
Déjense de sarcasmos.
Déjense de injusticias, sigan mirándole plenos de amor a Caifás, a los ojos, y vuelvan a depositar, una y otra vez, la cruz de Cristo al lado de ustedes, porque así se asegurarán de Su amor y conciencia divinos.
Cuando llegue el gruñido, no miren, mejor opten por el silencio.
Cuando sus esposas o esposos los echen a la calle con la mirada, mejor callen como tumbas.
Y entonces empezarán a decir: “Mi rey, te serviré”.
Tarde o temprano esta vida despertará y entonces verán que de todas formas lo han hecho todo para ustedes mismos.
Pero ahora él paga con sus facturas, por medio de las flores, de algo extra.
Y entonces llega la pequeña sandalia, entonces se habrán ganado la bonita túnica y ese rizo en el alma les quedará genial, y estará lleno de vida.
Ahora son uno con el otro lado, y con la infusión de alma, con la perfección, con la luz, con la vida y el amor.
Sus personalidades hablan y tienen una conciencia radiante.
Sí: una conciencia que es radiante.
Miren, estamos ante nuevas conferencias si los maestros lo quieren.
Supongo que más adelante recibiremos fuerza para continuarlas.
Y entonces comenzaremos diciendo: ¿cuándo soy bueno?
¿Cuándo soy verdadero?
¿Cuándo soy justo?
¿Cuándo soy benevolente?
Y entonces pondré el diccionario aquí y veremos qué hay todavía de bueno y de malo en el ser humano.
Y entonces nos pondremos a analizar todos esos sistemas hasta que hayamos alcanzado el grado espiritual para la bondad, para la comprensión, para la aceptación, y solo entonces seremos como quiso Sócrates.
Y entonces volveremos a ir por el cosmos, volveremos hasta las eras prehistóricas, pero pasando de nuevo por los infiernos hacia los cielos, a la primera esfera, a la segunda, a la tercera, a la cuarta, a la quinta, a la sexta y a la séptima.
De nuevo, por un solo pequeño rasgo del carácter, accedemos al Omnigrado divino, porque los rasgos de ustedes se van haciendo materiales, después espirituales y al final cósmicos; y solo entonces habla la Omnisapiencia divina para su personalidad, su paternidad y maternidad, su vida amorosa.
Criaturas mías, supongo que comenzarán con lo nuevo, con lo hermoso, a partir de ahora, a partir de esta mañana, borrón y cuenta nueva.
Todavía no han cometido ni un solo error.
Todos son radiantes.
Son príncipes y princesas.
Solo son amor.
No tienen nada que perdonarse, porque no hay nada que perdonarse.
Aman.
Aunque hayan recibido palizas, aunque se hayan deformado, aunque no supieran inclinar la cabeza, siempre están inclinándose, lo captan todo.
Va a comenzar un nuevo siglo; el reino de Dios, cuyas puertas están abiertas ahora, les dice en voz alta: “Asciendan a la Universidad de Cristo para su personalidad en la tierra, su sociedad, su paternidad y maternidad, su fraternidad, su ser uno, su parto, su creación”.
Sean amables.
Besen según la armonía para el espacio.
Describan su órbita alrededor de su amor y proyecten sus rayos sobre él, siempre.
Si quiere eclipsarse a sí mismo y quiere apartarse de su órbita para Dios y Cristo, estará él mismo ante lo que es malo o peor; ante las tinieblas.
Pero entonces serán libres, sean quienes sean, se encontrarán sobre un poderoso fundamento, solo entonces se les infundirá alma, solo entonces hablarán los seres desde el otro lado a sus vidas.
Solo entonces se les podrá acercar Cristo y estar a su lado, y entonces serán uno con Su personalidad divina.
Miren, al final y en definitiva, todo estará en sus propias manos.
Lo único que tienen que demostrar ustedes es lo que quieren y de lo que son capaces.
Nosotros estamos sirviendo.
Amamos, amamos de verdad, pero tenemos que acogerlos en la medida en que su ser sentimental coincide con sus sentimientos, en que hable la personalidad de ustedes.
Pero nosotros hemos demostrado que podemos estar durante años al servicio de sus vidas sin pedir nada a cambio.
Y al final, encima nos dieron una paliza.
Y entonces aceptamos eso también, de nuestra boca no sale ningún carraspeo, ni una leve tos, ni de la mía ni de la de Jeus, Jozef, André-Dectar o los maestros.
Nadie en el espacio suspira porque la vida fuera golpeada.
Nosotros decimos: “La humanidad y la criatura de Dios en la tierra no sabe lo que hace”.
No tenemos nada que perdonar, solo tenemos que elevar la vida porque es mi sangre, mi alma, mi espíritu, es mi criatura.
Pero cuando esa criatura rompe el universo dorado en mil pedazos, primero tendrá que recogerlos todos para poder volver a exhibir el florero vital del espacio a Cristo, para colocarlo en el Gólgota y decir: “Cristo, dame una respuesta: ¿ya está lista otra vez Tu florero vital?
¿Se pueden volver a meter las flores de mi carácter?”.
Y entonces dice Cristo: “Allí hay todavía una fisura, por allí se filtrará Mi agua vital y al final se secarán de todas formas.
Tápala también y ya podré aceptarte de nuevo”.
¿Quiénes de ustedes aman?
En todos ustedes vive el amor divino, en verdad aún inconsciente, pero si dan dilatación espiritual y empuje a cada rasgo de carácter, a su palabra, y le infunden alma, despertarán su sintonización divina, y será el tejido para su túnica, es la luz en sos ojos, y el color claro, castaño de su cabello.
Esa es su figura, su propio yo, su voluntad, su personalidad.
Hermanas y hermanos míos, tengo que acabar, los dejo en manos de André, yo me voy y él regresará con ustedes.
Les doy las gracias por todo.
Doy gracias al ser humano que después de las conferencias arroja una y otra vez los veinticinco florines en el bote por André y los libros; sé quién es.
Él no lo sabrá.
Cristo lo sabe.
Doy gracias al ser humano porque ha podido ayudarme a dar a la humanidad Jeus I, Jeus II y luego Jeus III.
Doy las gracias a todos.
Pero ustedes no quieren gracias.
Y mejor tampoco las acepten.
Díganse por fin a sí mismos: “No quiero agradecimientos”, aunque su maestro les dé algo, “al final, y por encima de todo, lo hago para mí mismo, para mi vida detrás del ataúd.
Soy parte de la Universidad de Cristo, se me concede ser un fundamento de Su edificio, y es lo que he de ser”.
¿Verdad? A fin de cuentas es su propia posesión.
Son los libros de ustedes, es el mundo de ustedes, la sabiduría de ustedes, el espacio de ustedes.
Es Cristo en ustedes que despierta y que ahora dice: “Estoy amando.
Estoy sirviendo.
Me estoy inclinando.
Quiero asimilar la conciencia cósmica, espiritual y ahora estoy empezando a ayudar al Mesías a cargar”.
Eso no lo hacen ustedes por mí porque les esté hablando yo, y no lo tienen que hacer para el maestro Alcar ni para el maestro Cesarino, Damasco, la Media Luna, Ubronus ni para el Omnigrado divino.
Lo hacen en primer lugar para ustedes mismos y después para su amor, su mujer, su marido, su criatura.
Porque son ustedes tres: Dios como padre y ella como madre y su criatura es la criatura de Dios.
Con ustedes mismos, con su santidad y su amor, representaban la Santísima Trinidad.
Son ustedes padre y madre e hijo.
Y ¿qué es lo que quieren ser de estos tres?
A cada grado de vida que toquen ustedes se le ha infundido alma divina y tiene sintonización con el Omniconsciente...
Gracias.
(Alguien se levanta en la sala y dice algo).
No es necesario, gracias.
Permítame pedirle no hacerlo.
¿No ha demostrado usted aquí...?
Estas son sus flores.
¿Es así?
Salen de su corazón.
(Algo se dice en la sala).
¿Cómo dice?
“Esas blancas”.
Estas son suyas, son suyas, son suyas.
Todas estas flores salen del ser humano, del corazón, de la paternidad y maternidad, esas son.
Y aquí hay una pequeña orquídea que quiere hablar, que cuidará su vida.
Todos esos regalos se los devuelvo.
Todo eso lo aceptará André para su amor por Crisje, por el Largo, pero se lo devuelvo.
Queremos partir desnudos y edificarlos a ustedes, darles una túnica espiritual.
¿Entienden lo que quiero decir?
Esto es de ustedes, aquello es de ustedes, el espacio es de ustedes, la madre naturaleza es de ustedes.
Cuando se ponen a vivir la naturaleza, cuando van a vivir a Dios y todo, amigo mío, hermano mío, entonces nos arrodillamos, nos quedamos sentados y nos ponemos a meditar y no nos levantamos.
Gracias.
(En la sala se dice algo.
Después suena música que poco después cesa).
Las fuentes vitales procedentes del espacio me dan la sensación de que no me tengo que ir.
Pero he de hacerlo.
Vuelvo a la luna, allí me esperan mis adeptos, me esperan mis cien millones de padres y madres.
Mis centenares de hijos, cien millones de hijos allí me han aceptado.
¿Por qué?
Se lo he dicho: porque soy el portavoz, el órgano de la Universidad de Cristo.
El primero de todos que ha conocido la tierra y que de hecho conocerá la humanidad.
El primero de todos, y el único, porque luego hablaremos desde nuestra propia vida por medio del aparato de voz directa, y entonces ya no harán falta ni maestros ni adeptos, entonces toda esta humanidad será adepta mía y de André.
Porque detrás del ataúd, hermanas y hermanos, tendremos en nuestras manos a la humanidad, la tierra como planeta, como madre y como criatura.
Eso André se lo merece.
Eso será lo que Jeus de madre Crisje llegará a vivir.
La humanidad oirá durante millones de años la voz de Jeus, de André-Dectar y la mía, pero también la del maestro Alcar y los cielos.
Porque esto está en manos de Su luz; fue edificado todo por medio de Su personalidad, de Cristo.
No servimos a la inconsciencia, solo servimos a la vida, servimos al despertar, servimos al reino de Dios en la tierra.
Es difícil irse, ya lo están viendo.
Vivo en un paraíso...
Pero si llegan al otro lado verán la flor de la luna, la flor de la madre, la orquídea que es tan grande como un sol.
Al otro lado verán cada flor.
Soy cordialidad, la flor de la amabilidad.
Y vean entonces las partes destellantes en esa vida.
Volverán a ver la reencarnación del universo en una sola flor.
Todas mis vidas, todos los rasgos de mi carácter los vuelvo a ver en mi jardín vital.
¿Ven?
Y esa vida me pertenece, esa vida habla, es blanca, amarilla, roja, pero entonces con sintonización espiritual.
Entonces llego a ver la flor de la madre, del padre, del arte, la flor para la sabiduría vital.
Si acojo una flor, recibiré —¿comprenden?—, recibiré conmigo la sabiduría, que caminará a mi lado por la calle, irá conmigo por el espacio, o sea, que me convierto en la interpretación de la madre naturaleza, la represento.
Todas esas vidas las pueden ver otra vez en el jardín vital a mi alrededor.
Y después Dios como fuerza creadora, como empuje, Cristo, la flor como Cristo, la flor como el Gólgota.
Un Pilato como flor y Caifás, eso no lo hay.
Una demolición, un pensamiento equivocado no tiene fuerza viva, no edifica, no infunde alma.
Cuando nos pongamos a hablar de eso verán al mismo tiempo que irán construyendo su personalidad, que llegarán a la unión con la madre naturaleza, con el espacio; y la flor habla, les llegará, les entrará la paternidad y la maternidad, su sangre vital regresará a la flor, al planeta, a una estrella, a un sol, a las nebulosas, a las esferas de luz.
¿Quiénes son ustedes?
Sí, he vuelto.
(Jozef Rulof regresa del trance). Se fue, se fue...