Debilidad de espíritu

—Pregúntame cuanto quieras, André.
Ya te dije que tienes que intuir bien lo que te digo, y que también tienes que dar señales cuando no me comprendas.
Tienes que asegurarte de que las preguntas tengan que ver con el problema en sí del que hablemos, porque para eso sirve este desdoblamiento.
Si hacemos la transición a otros estados, entonces sientes automáticamente cómo hay que hacer las preguntas.
Te las responderé con todas las fuerzas que haya en mí.
Antes, al comienzo de tu formación, no te resultaba tan fácil hacer preguntas; ahora has llegado a ese punto.
Ahora has aprendido cómo han surgido estos mundos.
Ha aumentado tu concentración y tu vida se ha despertado.
Ahora sabes a dónde va el ser material cuando la muerte hace acto de presencia.
Te has hecho consciente, André, se te concedió asimilar todas estas leyes; ahora puedes concentrarte y sintonizar tu propia voluntad en un solo punto, después de lo cual puedes vivir un estado interiormente.
Esa gracia la recibiste y estás agradecido por ello, porque ¡quieres servir!
Para mí eso es la gran felicidad, porque desde este lado quiero dar todas las posesiones espirituales de nuestra vida a la humanidad.
Y conmigo lo quieren millones de almas, los padres y las madres de quienes se quedaron en la tierra.
Todos nos siguen porque saben lo que hacemos.
Lo que vivirás ahora afecta al ser material y tiene que ver tanto con los problemas espirituales como con los humanos.
Así que por el momento nos quedaremos en la esfera de la tierra; después visitaremos los infiernos para nuestra vida en este lado, porque es allí donde te explicaré las leyes y las sintonizaciones humanas.
En las esferas tenebrosas haremos nuestras comparaciones, pondremos las esferas a prueba con la existencia material y comprobaremos lo que es bueno y lo que es malo.
Todos estos problemas son espiritualmente profundos, André, por lo que te aconsejo mantener tu conexión conmigo en pleno vigor, para que podamos vivir la completa unión de alma a alma.
¡Solo entonces me será posible explicarte estas leyes y llegaremos a la unión espiritual!
Estuve hace años en el lugar con el que quiero conectarte ahora.
Cuando volví a la tierra después de despertar en esta vida, visité muchos manicomios con mi maestro para conocer todas esas desgracias y leyes astrales.
Necesité cincuenta años para ello, y viví que todas esas enfermedades llegaban a producirse por el mundo astral.
La personalidad astral inconsciente destruye al ser humano material.
Durante este viaje te va a quedar claro cuánto tienen que aprender todavía en este ámbito los seres humanos, y también los eruditos entre ellos.
Miles de personas terminaron por desmoronarse debido al mundo astral y quedaron poseídas.
Otras fueron apaleadas hasta quedar inconscientes el resto de sus vidas, debido a que estas personas eran conducidas entre la vida y la muerte por el ser astral tenebroso; después hacía su aparición la demencia.
En ese estado estas personas son muertos en vida y se mantienen presas en el propio organismo.
Entonces su organismo es además su propia tumba, en la que siguen viviendo, hasta que llega también su final material.
Después rompen esos vínculos, y cada uno —el ser humano material y la personalidad astral— va a la propia sintonización en el espíritu.
Se desgajan las auras vitales, lo que resulta de la muerte.
Si sientes todo eso, entonces comprendes que en la tierra no se pueden sondar todos esos problemas psíquicos, porque los eruditos aún no pueden aceptar la vida astral consciente ni la pervivencia.
Cómo me temblaba el corazón de emoción, hijo mío, cuando vi toda esta miseria.
Me propuse hacer algo para todos estos pobres.
Pedí clemencia a Dios.
¡Y me fue dada!
Ahora llevamos esta sabiduría a la tierra y la humanidad puede convencerse de ella.
Ya llevamos años con esto y hemos podido hablar sobre nuestra vida en cinco libros, por lo que numerosas personas han empezado a vivir de otra forma.
¡También se nos concedió abrir los ojos a algunos eruditos, y ahora comprenden que esta es la verdad!
Aun así, en los libros todavía no he dicho nada sobre todos estos fenómenos patológicos; solo ahora es posible.
Ahora vamos a tratar sobre las enfermedades mentales.
Hice un estudio al respecto, y en eso me ayudó mi maestro, que me explicó las leyes en este lado y en la tierra.
Descendí en todas esas sintonizaciones vitales, en esos mundos anormales, y a veces me encerraba un considerable tiempo en esas vidas, por lo que fui conociendo lo relativo a la conciencia diurna y al inconsciente en sus sentimientos y pensamientos.
Entonces vivía miseria, dolor y pena, como no se conocen ni se entienden en la tierra.
Vi lo que es estar poseído, demencia material y espiritual.
Pude seguir desde este mundo todos sus grados y también asimilarlos.
Entonces fui comprendiendo por qué y para qué había surgido todo esto, e incliné la cabeza.
¡Vi que estaba impotente y que esto lo tenía que aceptar!
Lo que viví entonces, André, te lo explicaré ahora y juntos lo seguiremos y analizaremos.
El otro lado desea que la humanidad conozca esto.
Quiero dejarte claro a quién se le puede ayudar y ante quién nos encontramos impotentes.
En la tierra se conocen estas enfermedades, pero para la ciencia no es sondable cómo surgieron.
Eso se puede constatar de este lado, André, y vivirás cómo se sienten estos enfermos, después de lo cual podrás percibir que esa gente es influida por el mundo astral inconsciente.
Verás que esos seres astrales han tomado posesión de estas personas.
A partir de ese momento los seres terrenales están poseídos y representan uno de los grados de la demencia.
Esta unión se produce en el organismo humano, pero en esta casa en realidad solo hay sitio para el alma a la que corresponde estar allí, y esta no consiente ningún tipo de influencia.
La personalidad astral introduce disarmonía en este organismo y el titular de la vestidura material llega a verse arrinconado en su propio cuerpo, porque ahora el yo de la conciencia diurna está siendo subyugado.
En el organismo humano solo hay sitio para el ser pensante con sintonización natural, y eso quiere decir: tal como Dios creó el ser humano en ese estadio.
Las fuerzas físicas están calculadas para ello, pero no para esta doble animación, que hace que estas fuerzas sean destruidas por la influencia demoniaca de este lado.
Las tinieblas astrales se desfogan entonces por medio del organismo, pero el ser humano material se desmorona a causa de ello.
Si el alma es atacada por otras fuerzas, entonces aparecen interferencias espirituales y materiales.
El sistema nervioso no puede procesar esas fuerzas antagónicas y tarde o temprano se derrumba, pero entonces la vida interior como personalidad estará poseída.
Dios creó esta asombrosa vestidura material para el alma, y el espíritu, que es la personificación del alma como ser humano, pone en movimiento el organismo con el que está conectado por medio de miles de vínculos.
El cuerpo es un templo para el alma, en el que esta tiene que vivir durante la existencia material.
Por el predominio de la personalidad astral se debilita el cuerpo y se manifiestan los trastornos materiales y espirituales, que ahora son vividos por el ser humano terrenal.
Es lo que hace que el hombre y la mujer enfilen hacia su propio ocaso.
Seguramente que comprenderás, André, lo que ocurre entonces.
Entonces el ser humano se pone neurótico, pero si este proceso continúa, entonces la personalidad astral puede dominar por completo el cuerpo material y surge el estar poseído.
Urge que en la tierra se conozca el alcance que tienen estas enfermedades y estas leyes astrales.
También es absolutamente necesario saber que no hay una muerte y que el alma tampoco ha perdido la propia personalidad en nuestra vida.
Solo entonces se resolverán estos problemas y podrán combatirse con eficacia estas enfermedades en la tierra.
Ahora un médico tiene que aceptar su impotencia, ¡lo que de verdad no es necesario!
Porque se puede hacer algo contra todos estos grados de demencia; si se puede sondar la vida interior, se manifiestan las leyes y un erudito ve que predomina la influencia astral.
Entonces puede prestar ayuda verdaderamente efectiva, por haber contacto.
Así es como el ser humano llega a conocerse a sí mismo, lo que para miles de estas personas significa su sanación.
Pero ¡la sociedad es culpable de todo!
Se crea disarmonía por medio de asesinatos y desintegración espiritual.
Las personas que han abandonado la vida terrenal con esta sintonización regresan y se desfogan entonces por completo.
Si los eruditos pudieran echar un vistazo en el mundo astral, serían capaces de poner fin —uno humano y natural— a todo ese lío de los demonios.
¡Ahora eso es imposible!
Entonces habría fuerzas en sus vidas para evitar muchos grados de la demencia, porque muchos se encaminan hacia su ocaso espiritual y material debido a su miseria terrenal.
No se entiende ni se siente nada de esto.
Mira ese edificio allí, André, allí vamos a entrar.
Ahora ya no hace falta que te aclare cómo entramos: esas leyes astrales las has llegado a conocer.
También sabes que permaneceremos invisibles el uno para el otro, porque te quiero explicar todo desde mi propia sintonización (—dijo).
André sentía dónde se encontraba.
Era una clínica de deficientes mentales.
Entró allí con su maestro sin que nadie les diera permiso.
Le recorrió un escalofrío.
Se encontró con miseria y miedo.
Y ¿en este edificio ya había estado su maestro?
Alcar lo condujo por diversas salas y pasillos y André lo seguía percibiendo en la vida material.
Recibió respuesta de su maestro a sus pensamientos interiores.
—Aquí viví varios años, André, y entonces llegué a conocer todas esas terribles verdades.
Sé en lo que piensas.
Su líder espiritual se detuvo en una de las salas y le dijo:
—Por el momento nos quedaremos aquí, porque tengo muchas cosas que aclararte.
Así que sintonízate con mi vida, André.
André vio a algunas mujeres jóvenes y mayores reunidas.
Supuso que se encontraría en una sala de mujeres, porque hombres no vio.
Entre estas mujeres se encontraban algunas enfermeras y un enfermero.
Así que todos estos enfermos eran muertos en vida, como dijo Alcar.
—Estas personas ¿están poseídas, Alcar?
—No, estar poseído es un grado diferente y más profundo de la demencia.
Aun así, ninguna de estas personas está exenta de la influencia astral.
Pero siguen viviendo en sus organismos y a veces incluso en la conciencia diurna, así que por eso no es posible expelerlas de su vestidura material.
Aquí viven débiles de espíritu, los grados más o menos psicopáticos, de los que varios son curables para nosotros.
Se sumieron en un estado apático debido a algún choque o por cualquier otra experiencia, y así perdieron su yo de la conciencia diurna.
Ya sabes que soy capaz de seguir sus vidas y que puedo ver su pasado.
Estas personalidades son para mí como un libro abierto.
Te ofreceré una impresión que te mostrará lo que les hizo estrellarse.
Lo hago en primer lugar para mostrarte que muchos de ellos pueden ser curados —lo cual, por cierto, no viviste hasta hace poco— y en segundo lugar para dejar claro a la humanidad lo que es la demencia y lo que es parte de los grados psicopáticos.
Te mostraré, finalmente, que son seres astrales quienes producen esta disarmonía.
Mira ahora esta enferma.
A través de mí podrás ver en su vida (—dijo).
André vio sentada en una gran mesa una mujer de edad mediana.
Delante de ella, sobre la mesa, tenía un pedazo de papel arrugado que estaba leyendo.
Era horrible tener que verla así.
Hablaba con ella misma, lo cual él podía oír claramente en la vida astral en la que se encontraba ahora.
—Pero sí que vendrá —la oyó decir André—, ¡vendrá, si, vendrá!
Se lo diré cuando luego venga.
—Miró a su alrededor y después hacia el exterior—.
Cuando venga —repetía una y otra vez.
Tenía la mirada perdida hacia donde estaba él.
André veía a la mujer con nitidez.
La vida en el otro lado era verídica y la conexión se producía por medio de su maestro.
Su líder lo había conectado con esta mujer, de lo contrario no habría sido posible para André percibirla.
La oyó hablar de nuevo—.
¡Oh! ¡Cuando venga!
Se lo diré.
Sí, cantaremos.
¡Él y yo cantaremos!
‘Pero qué majaderías dice esa mujer’, pensó.
‘Claro, es porque está loca’.
Ahora apretaba el papel contra el pecho, se levantó de un salto y corría por la sala.
Se detenía delante de cada ventana y miraba hacia afuera.
Pero sus ojos no veían nada, estaban vacíos.
—¡Vendrá! —exclamó de nuevo—.
Voy a ir a por flores y lo voy a mimar.
Las otras pacientes hacían como si no lo oyeran.
No era asunto suyo y no eran conscientes del estado de ella.
Pero la enfermera —André miraba en su dirección— velaba por esta vida.
Lo sentía y desde el lugar donde se encontraba adoptaba sus sentimientos y pensamientos.

—Cantaré. —Oyó que decía la pobre mujer, y en el mismo instante le llegó el sonido de unos sollozos atemorizados.
Los gemidos de la vida de un alma formaban un sonido triste.
Era dolor del que en la tierra no se podía sentir la profundidad.
Para el oído material eran cantos desafinados, pero para el otro lado eran lloros, por lo que lo conmovieron profundamente.
Le saltaron las lágrimas.
‘Pobre mujer’, pensó, ‘¿cómo le llegó a usted toda esta miseria?
¿Quién se la ha infligido?
¡Es horrible!’.
La mujer corría por la sala y ahora bailaba de alegría—.
¡Vendrá! —exclamaba una y otra vez, apretando el papel arrugado contra el pecho mientras lo acariciaba.
Para ella ese papel era un gran tesoro que no quería perder por nada en el mundo.
Se le acercó la enfermera, que le habló cariñosamente.

—Vamos. —Oyó André que dijo—. Ven, siéntate, vamos, tranquila.
Miraba con locura a la enfermera, que no tenía más que buenas intenciones.
—Fuera, zorra, déjame en paz —espetó a la enfermera.
‘¿Por qué dirá semejantes palabras?’, pensó André, ‘cómo es posible’—.
Vete —gritaba mientras aceleraba el paso y volvía a correr por la sala.
Ahora André la oyó decir:
—De todas formas ya no piensa en ti, pero se lo diré.
La enfermera no podía hacer nada por ella y miraba al enfermero.
Cuando este acudió a la enferma se quedó tranquila al instante.
‘¿Tendrá poderes sobre ella?’, se preguntó André.
Permitió tranquilamente que la volvieran a llevar a su sitio en la mesa, volvió a poner el papel delante de ella y empezó a leer en voz alta.
André miró a su líder, que estaba sumido en profundas reflexiones.
Alcar preguntó al poco tiempo:
—¿Calas su estado, André?
¿Puedes intuir por qué ha ido a parar a estas circunstancias?
¿Puedes intuir por qué tiene que vivir esto y cómo es su estado mental?
¿Sabes también por qué el hermano es capaz de tranquilizarla y por qué esta enfermera no puede hacer nada por ella?
¿Te ha quedado claro por qué aprieta contra el pecho ese trocito de papel y lo acaricia, por qué canta, por qué quiere comprar flores y espera?
Porque está esperando, André.
Pero ¿a quién crees que espera?
¿Puedes percibir algo especial?
—Solo veo a estas enfermas, Alcar, pero de su estado no entiendo nada.
No puedo ver su vida interior.
No la comprendo.
En la tierra, en mi cuerpo, todo es muy diferente.
En el fondo soy más consciente todavía en mi cuerpo material, ¿cómo es eso, Alcar?
—¿No lo sabes?
Sobre la tierra siempre te elevo en todos esos problemas, pero ahora vives estas leyes por tu propia fuerza.
Aunque vivas en mi vida, no te he conectado todavía con esta enferma.
Así que quiero que te sintonices con nitidez con su vida, o no vivirás nada.
Ahora tienes una sintonización equivocada, si no ya lo comprenderías.
Ves su vida material, su enfermedad.
Yo veo su estado general, así que desciendo a mayor profundidad en su vida.
Ahora te explicaré los fenómenos y enseguida te conectaré con su vida, tal como ocurre en la tierra cuando con los enfermos somos uno de sentimiento a sentimiento.
Ahora escúchame, André.
La causa de toda esta miseria es su hijo.
Era marinero.
Te conectaré también con él, porque el hombre está presente aquí.
No obstante, no puede hacer nada por su madre, y aun así es posible ayudar a esta mujer; pero sobre esto luego más.
El hijo entró en nuestra vida debido a una tormenta.
Hubo muchos que encontraron la muerte en las olas junto a él, pero su madre pensaba que volvería a casa (—dijo).
André ya estaba sintiendo lo que veía su líder, y de pronto comprendió el estado de ella.
Alcar continuó:

—No regresó, porque se accidentó, pero su madre se quedó esperando.
Por fin obtuvo la noticia de que su hijo había perecido.
Lleva sobre el pecho fragmentos de ese mensaje como un valioso recuerdo, aunque en realidad ni siquiera es el documento original.
Todo lo que ahora se parezca a un papel se lo apropia.
Canta porque siempre cantaba con su muchacho.
Tenía un fuerte vínculo con él, de una belleza excepcional y que era cariñoso; sin embargo, la supera ahora que su hijo no ha vuelto.
Era todo lo que ella poseía en la tierra.
Pero detrás de esto hay otra imagen.
Su hijo estaba prometido, pero estaba siendo engañado, y eso era lo que ella quería decirle.
¿Comprendes ahora para qué son sus flores y por qué toma a la enfermera por una ramera?
Aquí saben cómo ha ido a parar a ese estado, pero lo que no saben es que es posible sanar a esta mujer.
Este enfermero podría ayudarla.
Él posee la fuerza sanadora por la que surgen estos milagros, pero no es consciente de ello.
¿Comprendes también por qué se tranquiliza tan rápidamente?
Cuando la tocó, el fluido de él hizo la transición a ella.
Aun así, no envió su fuerza de forma consciente a ella.
Ya solo que se sintonizara con ella la dejó tan serena.
Hace falta una fuerte concentración para poder sanarla.
Su estado es como el de la joven Jet y de Joop.
Esta alma también perdió su equilibrio por una sacudida.
Es cierto que la conciencia de Jetje y Joop es algo diferente, pero estas vidas tocan todas estas leyes y en el fondo tienen una sola sintonización.
Esta personalidad es propia de los débiles de espíritu y tiene sintonización con Jetje.
Pero esta tiene algo más de conciencia espiritual que esta enferma, por lo que Jetje consigue mantenerse en pie ella sola.
Hay que poder explicarle las leyes astrales a esta mujer, tiene que llegar a conocer la muerte, solo entonces podrá ser ayudada.
Pero para eso tenemos que elevarla en la conciencia diurna.
Si pudiéramos tratarla como los demás pacientes nuestros y si se nos permitiera entrar aquí, entonces podríamos liberarla también a ella de esta desgracia.
Naturalmente, tiene que ser posible reconducirla a la conciencia material, o si no tampoco nosotros la podríamos alcanzar.
Pero el fluido vital de este enfermero ya la tranquiliza y ella lo absorbe en su aura.
Igual que Joop se había retraído en sí mismo, ella también está viviendo este estado, en el que ha perdido un quince por ciento de su conciencia diurna.
Joop se encontraba en una situación similar, pero él, en cambio, tenía la conciencia material que está compuesta por los rasgos de carácter humanos que tienen que acoger el dolor y la pena.
Este enfermero es un buen empleado para los médicos, que sabe cómo tratar a los enfermos; para nuestro mundo tiene la misma sintonización de estas enfermas, o él tampoco conseguiría nada.
Nosotros, André, conocemos de este lado esas leyes y problemas, pero nos encontramos impotentes porque nos falta el contacto terrenal para estas enfermas.
Así que para eso hacen falta numerosos médiums, que pueden trabajar, si hiciera falta, bajo supervisión del médico.
Nuestros médiums y los eruditos pueden ir de la mano, y entonces solo harán cosas buenas.
Ahora que la ciencia es reacia a esas fuerzas, por regla el otro lado no puede hacer nada por todos estos enfermos, aunque alguna que otra vez se han sanado semejantes enfermos desde este mundo.
Tú has llegado a conocer estas leyes y muchos han recibido las pruebas por medio de mí.
El médium nos conecta con estos enfermos y nosotros podemos devolverlos a la vida del yo de la conciencia diurna.
¡Este fluido es capaz de obrar milagros!
La fuerza sintonizada conscientemente tiene que ofrecernos la oportunidad en este lado de hacer nuestro trabajo.
Nosotros, como seres astrales conscientes, descendemos entonces en los enfermos y colocamos un muro alrededor de sus organismos, por lo que estos quedan blindados para este mundo astral tenebroso.
Esta mujer se estrelló por sus propios sentimientos, por su amor.
Otros son atacados en ese estado y entonces están poseídos astralmente, como lo vivieron Mina y Lien.
Esas dos criaturas experimentaron su propio grado, porque también en eso llegamos a conocer los grados espirituales, o sea, los grados de la demencia.
Y quedan poseídos en proporción a la conciencia propia adquirida, por la que nosotros vemos los fenómenos.
A partir de estos determinamos entonces el grado de demencia, y este también nos revela el pensamiento y sentimiento conscientes del enfermo, su personalidad.
Así que ahora te explico tu propio contacto conmigo cuando en la tierra hayamos llegado a la unión de sentimiento a sentimiento.
Te demuestro que de este lado necesitamos ayuda terrenal, porque nuestra vida es demasiado etérea para la vida material, por lo que atravesamos, por tanto, estas vidas, sin que, naturalmente, consigamos el contacto.
Su hijo no puede hacer ahora nada por ella.
Su madre está encerrada aquí, en primer lugar, y en segundo, él no tiene un contacto terrenal.
Ve a su madre y puede descender en ella, pero no es capaz de ofrecerle la conciencia necesaria.
Dado que el mundo erudito se ríe de estas leyes, de las que no se comprende nada, tenemos que aceptar que nuestros seres queridos son poseídos por tipos astrales, apasionados, por seres humanos que han vivido en la tierra.
Ahora los padres están al lado de sus hijos, y madres al lado de padres, y tienen que aceptar que están con las manos vacías.
Ven a sus seres amados en manos de estos demonios, con los que luchan a vida o muerte.
Esta lucha, sin embargo, la suele ganar el mal, por no haber ayuda material.
Si nosotros pudiéramos acceder a estas casas con nuestros instrumentos, entonces los médicos encontrarían satisfacción en su difícil trabajo.
¿Y es tan terrible permitir a nuestros médiums que hagan imposiciones de manos?
¿Hacen algo malo nuestros médiums?
¿Es veneno lo que irradian sus manos?
¿No impuso Cristo Sus manos para sanar a enfermos?
No se nos ha metido en la cabeza que seamos Cristo, pero hemos recibido esas fuerzas del Hijo Santo de Dios, y ahora podemos ayudar a nuestras hermanas y hermanos materiales, a nuestros padres.
La ciencia nos mantiene alejados y todavía no quiere saber de esto.
Esto te lo podré demostrar una y otra vez durante este viaje, André, y eso es lo que haré, porque ¡lo tienen que saber el psiquiatra y el psicólogo!
Esta mujer se ha hundido en esta miseria por debilidad de la personalidad y por un amor excesivo.
Perdió su yo de la conciencia diurna por el dolor y la pena, y ahora vive aquí, bien apartada entre los muros de esta casa horrorosa, de esta clínica mental.
¿Es eso lo que quiere Dios?
Claro, es su propia culpa, porque ama en exceso.
Debería haber sabido que no hay una muerte.
Cuando en la tierra aprendan que no hay ni muerte ni condena, que ni siquiera es posible que Dios condene, y cuando se expliquen otros numerosos problemas que son parte de nuestro mundo, se resolverán todas estas horribles situaciones, porque entonces llega a desarrollarse espiritualmente la criatura material, que tendrá una posición firme en la vida terrenal.
Ahora hay miles que se hunden en este horror y que no reciben ayuda.
Pronto tendremos la oportunidad de analizar todos estos problemas terrenales, sociales.
No quiero hacerlo antes de que hayamos traspasado el límite —¿lo oyes, André?—, el límite de la demencia, porque hacia allá va este viaje.
Vamos desde la demencia hacia la luz, la luz de las esferas o la conciencia de las esferas.
Esto lo llegarás a conocer ahora y entonces habremos analizado todos estos grados inconscientes.
Solo entonces se sabrá en la tierra lo que es la demencia, qué significan todos estos grados y quién está libre de esta influencia.
Así que esta madre tendría que haber podido procesar todo este dolor y aun así no debería haberse derrumbado.
Pero se sumió en su tristeza y pudieron encerrarla entre cuatro paredes.
La culpa de estas situaciones tan horribles son de la iglesia y la sociedad.
Pero la fe de esta madre era demasiado débil, o podría haberse entregado a su Padre que está en los cielos.
De todas formas, sí es posible ayudarla ahora por medio de su conciencia material.
Justamente por este amor que vive en ella podemos volver a tirar de ella hacia el yo de la conciencia diurna.
El amor incide ahora corporalmente y esa cosa corporal está a mi alcance, ya que ¡entro en contacto con ella por medio de ti!
En el manicomio piensan que dice disparates y que desvaría por insultar a la enfermera, llamándola zorra, y porque para ella un trozo de periódico sea un recuerdo sagrado.
Sin embargo, su estado nos conduce a su propio yo, a lo sagrado para su vida, a su hijo, y por eso todo ya no es tan desagradable y extraño.
Pero tienes que poder seguir la profundidad de este problema.
Eso es posible desde este lado, porque nosotros vemos a través de todas estas vidas.
Esta madre, André, sigue pudiendo formular sus pensamientos, pero ahora es el sistema nervioso que falla.
Por el fallo de este sistema el espíritu está condenado a la esclavitud.
Ahora se ha hecho una muerta en vida, está deformada por su sacudida, porque es una inconsciente espiritual.
¿Comprendes lo que quiere decir eso?
Si pudiéramos darle nuestra sabiduría —créeme, André—, esta vida cambiaría en poco tiempo y volvería a la normalidad.
Volvemos a encontrarnos ante la iglesia y la ciencia. Porque una no cree estos hechos, no conoce estas leyes y prefiere condenar.
La otra, la erudita, se encoge de hombros y dice: “El alma está por primera vez en la tierra.
Antes de nacer no has vivido todavía en ninguna otra parte.
Tu vida comienza ahora.
No hay una vida después de la muerte”.
La iglesia escucha todo esto con una sonrisa.
“Muy bien, amigo mío, siga tranquilamente por este camino, porque es justo así como me ayuda”.
“Así es, lo ayudaré”, responde la ciencia, “pero de otra manera de la que se imagina.
Porque yo dispongo de eruditos que piensan por la humanidad.
A los seguidores de su iglesia no se les permite que piensen por su cuenta; ese privilegio se lo reservan ustedes mismos.
Mejor escuchen a mis eruditos y dejen su palabrería sobre la condena eterna”.
Son estos dos inconscientes los que intentan detener la concienciación espiritual del ser humano.
Claro, tienen derecho a destruir a todos los charlatanes, pero millones de personas de este lado, que están conmigo, no lo son de ninguna manera.
Nos hemos hecho conscientes en las leyes de Dios y nos mostramos dispuestos a llevar esta sabiduría a la tierra.
¿Hay que seguir renegando más tiempo de todo esto?
¿Tienen que seguir de la mano la iglesia y la ciencia, negando las leyes de Dios?
Es por eso que todos estos psiquiátricos están llenos hasta la bandera.
Es la ignorancia, hijo mío, por lo que miles de personas ponen fin a sus vidas y por lo que hay tantos enfermos mentales en la tierra.
Esto hay que enseñárselo al hombre desde niño: ¡el niño tiene derecho a conocer las leyes de Dios y eso no lo hará peor, sino más consciente!
Ahora hay miles de personas que se estrellan por su propio amor.
¡Ahora millones de personas sucumben por su propia ignorancia y por la de la ciencia!
¿Es eso lo que se pretende?
¿Lo quiso Dios?
¿Es para eso que Cristo vino a la tierra?
Nosotros mostraremos a la humanidad la realidad.
Más no podemos hacer.
Pero cuando luego comience el Siglo de Cristo, estos seres inconscientes dejarán de proclamar sus “verdades”, porque ¡entonces ya no se les ofrecerá esa posibilidad!
Los padres pueden amar, pero el amor de esta mujer ya no es amor, es pasión.
El amor genuino puede desprenderse de todo, y es consciente.
Este amor se deshace a sí mismo y a los demás.
Los padres tienen que darse cuenta de que la vida eterna continúa y que después de la muerte material hay una vida ulterior.
Para la vida terrenal es la fuerza para poder encajar los palos que en ella se dan.
Dios no da palos; toda la miseria experimentada solo es para evolucionar.
Toda alma hace la transición en su momento, en su momento fijado, y entonces entra en la vida después de la muerte.
Eso lo tienen que aceptar y aprender los padres y cualquier alma, o la sociedad seguirá siendo inconsciente, y entonces resultará que la iglesia está en un punto muerto.
Ahora para la sociedad todos esos enfermos dicen disparatas, André, pero para nuestro mundo son verdades vitales.
Y esa verdad vital la transmitirás tú a la humanidad por medio de nuestros libros.
Es la tarea que me ha puesto sobre los hombros el maestro más elevado de todos nosotros, ante quien incliné la cabeza en el Gólgota.
Solo entonces me consideré listo para poder difundir esta obra.
¡Fue allí donde me acogió la vida divina en Sus poderes y fuerzas sin precedentes, y donde también Cristo dio Su sagrada vida!
¿Sientes esto, André?
—Sí, Alcar, le he comprendido.
—Pues bien, ¡a esta mujer se le puede sanar!
Puedo conectarme con su vida porque puedo sondar su profundidad y porque en mí vive una conciencia más elevada.
He podido asimilar estas leyes, y conmigo millones de personas que están dispuestas a servir en estas clínicas psiquiátricas, pero a quienes se prohíbe entrar porque en la tierra se rechaza a nuestros médiums.
Estos enfermos son custodiados escrupulosamente, pero con ello se oculta la propia debilidad.
Por medio de ti adquiero contacto y otros el suyo, y por eso es posible elevar a esta mujer en nuestra vida.
Ahora te haré vivir por qué es posible ayudarla, y solo después dejaré que me hagas preguntas.
André siguió a su maestro.
Ahora sentía que estaba siendo elevado en su vida, lo que había vivido varias veces en sus viajes anteriores y de lo cual había llegado a conocer la sacralidad.
Ahora era otra vida y otra conciencia las que hablaban a las suyas, y empezaban a ver en esa vida.
Oyó decir a Alcar:

—Voy a conectarte con esta enferma, André.
—Estoy listo, Alcar, y quiero seguirlo en todo —envió a su maestro, porque ahora eran uno de sentimiento a sentimiento.
—Para eso necesito que te concentres plenamente, André, y es exactamente como en la tierra cuando te conectaba allí con los enfermos.
Así que también ahora vivirás las mismas leyes, solo con la diferencia de que ahora estás desprendido de todas las leyes materiales y corporales, de modo que podrás experimentar astralmente este llegar a ser uno.
Eso te permitirá conocer estas leyes espirituales y materiales.
André sintió cómo se iba hacia las profundidades.
‘Curioso, este hundirse’, pensó.
‘Ya no me siento a mí mismo.
¿Dónde estoy?
¿Dónde vivo ahora?’.
Al instante oyó decir en su interior:
—Ahora vives entre diversas leyes, entre las materiales y las astrales.
Descendemos en otro estadio, en el grado de conciencia de esta enferma.
Esto también lo has podido vivir en la tierra, pero ahora ya no sientes tu propio organismo y piensas que te disuelves en la nada.
Estás viviendo, sin embargo, que vives entre la nada y lo existente, la vida verdadera, y allí es donde encontraremos su sintonización; te conectaré con ella.
Así que vamos a la enferma.
Ahora pierdes tu propia conciencia, la depones por unos instantes, pero por medio de mí sí que conservas la conciencia, de lo contrario no podrías establecer un diagnóstico.
Verás y sentirás desde mi conciencia.
En la tierra se te concedió vivir a Joop, a Mina y a Lien, después a Jetje, para que conocieras sus estados.
También ahora descendemos en la vida de esta mujer para intuir la realidad, si no sería imposible una explicación espiritual.
Así es como vivirás los hechos astrales, y ¡esto sucede de manera infalible!
André comprendió ahora a su maestro.
‘Qué asombroso es todo’, pensó, ‘son las leyes astrales en las que vive el ser humano astral’.
Su vida, sus pensamientos y sentimientos, su personalidad, estaban haciendo la transición en el dolor y la pena de esta madre; estaba viviendo la vida de ella.
Y en esto seguía siendo consciente porque su maestro conocía estas leyes y lo conectaba con ellas.
Se entregó por completo y oyó que Alcar dijo:

—Entenderás, André, que esto es necesario o no notarías nada de lo que te quiero hacer vivir, así que sigues siendo tú mismo, o sea, por medio de mi concentración.

Lo que André sentía y vivía era dolor y miseria.
Y sin embargo, era claramente consciente de su propia vida, y si fuera necesario podría regresar a ella como un rayo.
Llegado al interior de esta madre sintió cómo podía curarse y lo alejada que estaba de su yo de la conciencia diurna.
Le faltaba sentir y pensar de forma consciente, pero esto era para ella la fuerza para poder mantenerse en pie.
Su maestro tenía razón, lo asombroso de la vida de ella era que esta ahora reclamara conciencia.
Esta alma como madre —según estaba intuyendo André— no tenía noción alguna de la vida después de la muerte.
Era esta pobreza espiritual la que la estaba arrojando a la miseria.
Qué poco hacía falta para darle esas fuerzas que le faltaban.
Solo entonces vencería esta pena y al instante estaría ante un contacto muy diferente, para la eternidad.
Ahora se sentía por completo uno con ella, igual que había sentido en su vestidura material a Joop, Mina y Lien.
Ahora se sentía agradecido por el trabajo que se le concedió hacer allí, porque se sentía preparado, y también comprendió por qué su maestro quiso que los ayudara.
Había sido un magnífico estudio en la tierra.
Estaba viviendo esas leyes y veía que la vida terrenal era una gran escuela.
La enfermedad de esta mujer estaba viviendo en su vida, y él sentía lo sencillo que era para su maestro hacer diagnósticos claros de enfermedades que de todas formas eran problemas impenetrables para los eruditos en la tierra.
André era capaz, si lo quería, de sacudirse de encima esta enfermedad, a voluntad, pero esta mujer aún no estaba en condiciones de hacerlo, y precisaba ayuda para ello.
Cuando pensó en esto le dijo Alcar:
—Tú eres capaz, lo somos juntos, y eso también es posible para miles de maestros astrales con sus médiums.
Ojalá que la ciencia lo permitiera, ojalá que los médicos estuvieran dispuestos a aceptarnos.
Pues ¿no es esto condenar?
La ciencia nos condena, a nosotros y a estos pobres de espíritu, y eso Dios no lo quiso jamás de los jamases.
¡Para eso Cristo no murió en la cruz!
Esta mujer no puede curarse por sus propias fuerzas, y las medicinas que le han dado no sirven, solo paralizan.
Puedes sanarla, André, porque dominas en sentimiento y tu personalidad ha alcanzado esa altura.
¿Qué no podremos hacer juntos entonces?
Si esta mujer poseyera algo más de amor espiritual, no se le habría producido ese estado, pero su yo inconsciente también es culpable de ello.
La sociedad y la iglesia quieren que la gente siga siendo ignorante y que no piense de forma autónoma.
¿Tiene que continuar esta desintegración?
La culpa de esta mujer es que ama de forma demasiado material.
Es por eso que sucumbió, pero nosotros sorteamos su amor y elevamos su vida hasta un nuevo fundamento.
Solo entonces volverá a encontrarse.
Y ¿qué seguirá después?
¿Puedes intuirlo, hijo mío y hermano?
—No, Alcar, no lo sé.
—Podrías haberlo sabido, André.
Tienes que pensar de modo más agudo.
Llegará un tiempo, al menos si quieres tener la conciencia cósmica, en que seré yo quien te haga preguntas.
Entonces tendrás que poder responder a todas estas preguntas espirituales y materiales, pero que pueden ser de una profundidad cósmica.
Ahora dices que no, pero piensa un poco, ¿no?
André se asustó, estaba recibiendo otra vez una lección de vida.
Y aun así, por mucho que pensara y lo deseara, no le resultaba posible penetrar en este estado.
No sentía la respuesta.
El maestro lo seguía y decía:

—En la profundidad de esta vida en la que estamos, André, has recibido de todas formas tu “diez” espiritual.
¿Un diez a cambio de nada?
Significa, en contraste, que no te construyes castillos de naipes, y eso me inspira un sagrado respeto.
No quieres ser más de lo que eres, pero nosotros tenemos que descender más allá y a más profundidad en estas leyes.
Porque quiero darte la posesión de nuestra vida.
Ahora te lo diré.
Escucha, André.
Cuando esta madre deponga esta conciencia, recibirá otra, y será la de su hijo.
¿Qué seguirá después?
El saber espiritual.
La riqueza de nuestra vida.
Hará que se disuelvan el dolor y la pena, toda la miseria de la tierra.
Solo entonces la personalidad material será ella misma.
¿Comprendes lo que esto significa?
¿Comprendes lo que significará cuando la humanidad haya llegado a este estadio?
Y ¿sientes en lo que entonces podrán convertirse estas clínicas en la tierra?
En casas de felicidad, templos para el despertar, en los que daremos clases universitarias a quienes ansíen y quieran saber más sobre su existencia futura.
Hablaremos a los ricos y los pobres, a los eruditos y los iletrados.
¡Eso es lo que quieren los maestros!
El otro lado quiere llevar esta riqueza a la tierra, quiere aupar la humanidad a la conciencia más elevada, y entonces la vida en la tierra merecerá ser vivida.
Cuando esta madre deponga su amor propio, accederá de inmediato a la conciencia directa y verdadera y podrá mantenerse firme en la vida.
Y ¿entonces qué veremos que ocurrirá, André?
Que su hijo se le acercará en este camino.
Se encontrarán en este camino cósmico.
Se desprenderá de la tierra, él de las esferas, y entonces llegarán a la unión espiritual entre la vida y la muerte.
¿Comprendes que ambos mundos pueden ser conectados entre sí?
¿Comprendes que esta madre tomará las riendas de su propia felicidad espiritual y universal?
¿Comprendes que solo entonces anularemos todos los conceptos dogmáticos y podremos explicar la vida eterna a las masas?
Y ¿comprendes que entonces los eruditos y los enfermos irán por un mismo camino y que sentirán la “omnipresencia” de Dios?
André, ¿sabes para qué murió Cristo?
¡Para esta vida aquí en la tierra y en el otro lado, y para la felicidad y el amor espiritual inmaculado!
Dio Su santa vida para la conciencia espiritual del ser humano.
Y esa sagrada posesión ha sido transformada, como por arte de magia, en un caos oprimente en el que estos enfermos ven cómo por el miedo va languideciendo su propio yo de la conciencia diurna.
Por sus temblores y estremecimientos de todos los días van hundiéndose cada vez más en esta miseria, y buscan el yo de la conciencia diurna, sin encontrarlo.
“¿En verdad”, dijo Cristo, son (sois) sordomudos y sin embargo quieren (queréis) hablar de Mi Padre?
Y luego: No se merecen (no os merecéis) hacer justicia, porque son (sois) como ciegos por el camino.
Te pregunto, André: ¿No se estrellarán los ciegos?
¿Quién vela por la vida de Dios?
¿Está la iglesia lista para poder aceptarlo?
¿Qué quiere la sociedad?
Inclinarse, ¡eso es lo que todos tienen que hacer ante la realidad!
¿Para eso murió Cristo, como figura central en el espacio?
Hemos de seguir Su vida y actuar según las leyes en nuestra vida, que son materiales y espirituales.
¡El Siglo de Cristo, que se avecina, a todos les para los pies de manera cósmica, cristiana!
Solo entonces podrán aceptarnos.
El otro lado está listo.
Los maestros nos han enviado desde nuestra vida a la tierra para hacer algo por todos estos enfermos, lo que es muy urgente.
Queremos entregar nuestra propia vida por esta comprensión inconsciente y servir así la vida de Cristo, porque ¡es la voluntad de Dios!
La criatura de la tierra tiene derecho a vivir en los jardines de la vida de Dios, pero conscientemente, eso sí.
Cada ser humano posee una propia sintonización vital.
Pero la de esta gente aquí se vive como una maldición.
¡Y eso por culpa de la iglesia y la sociedad!
La iglesia maldice la vida de Dios y ha blindado el paraíso espiritual contra toda esta vida, porque habla de la condena eterna.
Esta gente se siente por ello enclaustrada, y eso ya no hay que consentirlo más tiempo.
¿Cómo va a despertar esta vida si se habla todos los días, todas las horas, sobre esta destrucción?
¿Es esto desarrollo espiritual?
Queremos dar nuestra conciencia a la humanidad, porque ¡la vida de Cristo nos ha despertado!
Es lo esencial para estos enfermos, lo único que puede sanarlos de su yo inconsciente.
Para eso acudimos a ayudar al mundo.
Ponemos nuestras manos espirituales sobre estas heridas para curarlas.
Para eso necesito tus fuerzas vitales, el fluido vital para poder elevar a estos enfermos.
No construimos figuras imaginarias ni castillos en el aire: representamos la nuda realidad, el ¡eterno ahora!
Y ese “ahora” es lo que podemos dar a estos enfermos y a quienes piensan que pueden significar algo para ellos.
No realizamos un complejo de sueños, vamos por un solo camino, que el Gólgota nos mostró.
Y esta evolución espiritual la vive todo el mundo, porque es la chispa de Dios que reclama vivir de forma consciente.
Lo que ahora se está suministrando a esta personalidad supone desintegración para esta vida.
Estas enfermas reciben esta aura sanadora por medio de nosotros.
Imponemos las manos, al igual que lo hicieron los apóstoles, y además ¡en nombre de Cristo!
Nosotros no seguimos ningún abracadabra.
Servimos de forma consciente.
Solo entonces puede alcanzarse el estadio final para todos, para todas estas enfermas; después entrarán en el estadio consciente para la tierra.
Entonces se puede vivir la vida de forma consciente.
Es la fuerza consciente del “yoismo” astral y se convierte en la conexión entre el alma y la materia, después de lo cual tiene lugar el aupar al estadio más elevado.
Este carácter final, André, yace enterrado en esta vida, se ha quedado dormido, y encima en este estado ella está siendo atacada.
A eso se añade el veneno espiritual de la iglesia, y nos parece imposible hacer que en esto haya cambios.
Aun así es posible actuar, porque los órganos están vivos y el sistema nervioso quiere desprenderse de estos tormentos espirituales.
La correspondiente fuerza consciente solo nos la puede dar, sin embargo, el médium en la tierra, porque por medio de este obtenemos el contacto material.
Esa ayuda la recibe esta enferma de ti y de mí.
Los medicamentos no sirven, esos solo anestesian todos los sistemas vitales y para la conciencia diurna no es de provecho alguno, ¡porque ahora el espíritu no reacciona!
Es el agua vital para estos enfermos y la conciencia semimaterial y espiritual para quienes son capaces de inclinar la cabeza.
¿Qué quieren hacer la iglesia y los eruditos?
¿No somos todos hijos de un solo Padre?
¿Sería Dios capaz de distinguir entre un hijo y otro?
“Déjanos servir a esta vida, danos el poder, la fuerza y la gracia para siempre poder ayudar allí donde haga falta”: esa es la súplica de este lado, pero no se nos oye.
¡Todavía no se quiere escuchar!
¿No se nos concede trasplantar la vida de esta alma a tierra buena, fértil?
Esto provocaría el despertar espiritual de toda esta gente que ahora está presa en el propio estadio inconsciente.
Todavía tienen que hacerse conscientes sus sintonizaciones espirituales, y es posible por estas fuerzas.
“Oh, ser humano de la tierra” se suplica de este lado, “¡danos esos medios y déjanos que te sirvamos!
¡No permitas que toda esta vida se asfixie!”.
¿Destruiríamos estas vidas?
¿Haría cambiar la belleza de la vida?
¡No somos brujos, seguimos a Cristo!
Amamos sus vidas, André, igual que puede amar un hijo de Dios que haya alcanzado las esferas de luz.
Me duele el corazón, hijo mío, por tener que aceptar que nos encontramos ante el abismo del pensamiento pragmático y que tengamos que contemplar cómo no llega la luz de Dios a todas estas vidas.
Nuestro corazón tiembla de pena por tener que aceptar que lo terrenal se declare competente para sondar estas profundidades, ahora que vemos estrellarse esta vida por la obstinada negativa de la iglesia y la sociedad.
Y no solo yo, sino millones de personas conmigo están listos para querer hacer el bien.
Por este saber espiritual reconducimos a miles de estos infelices a la verdadera existencia, y entonces vuelve a lucir el sol también para ellos.
Estas fuerzas robustecen la voluntad de todos estos enfermos, porque Dios sabe que llegamos a ellos con amor inmaculado.
Para ello recibimos la bendición de Cristo.
¡Así es como el ser humano también llega a conocer al Dios de todo lo que vive!
Nuestro tratamiento magnético, André, resucita el funcionamiento de los órganos materiales.
De esa manera el espíritu como personalidad terrenal accede a la vida de la conciencia diurna.
Y ese estadio espiritual se ha dormido en el caso de todos estos enfermos.
El aura vital impulsa la vestidura material hacia arriba.
¿No aprendiste eso con Louis? (Véase el libro ‘Una mirada en el más allá’).
Cuando estuviste tratando a esa criatura retrasada la elevamos en el yo de la conciencia diurna y se normalizó.
Esos milagros se fraguaron en aquellos ocho meses de construcción.
El magnetismo vital del ser humano está bendecido por la vida de Cristo, porque ¡Él quiere que hagamos despertar la vida del Padre de todos nosotros!
¿Tiene que seguir la iglesia parándonos los pies en esto?
El aura vital del ser humano está siendo completada ahora por la conciencia espiritual desde nuestra vida, de nosotros, que hemos recibido un cometido.
En nuestra vida vive la fuerza de los primeros apóstoles.
¡Nos preceden en estos jardines del Omnipadre, y nosotros los seguimos!
Naturalmente, no se puede elevar a cualquier niño retrasado; también en esto llegarás a conocer los grados de vida, y también nosotros estamos impotentes ante la propia causa y efecto de esas personalidades.
¡Ante eso inclinamos la cabeza!
Pero se puede ayudar a muchos de estos enfermos.
En muchos casos el retraso es ignorancia, y debido a este sentir y pensar inconscientes miles de personas se precipitan hacia la infelicidad material.
Ahora se las encierra.
Aquí viven estos pobres de espíritu, pero cuánta viveza hay en su fuero interior.
André, ¿intuyes que podemos elevar a muchos y sacarlos de esta miseria?
¿Intuyes que nosotros y miles de personas más podemos hacer este trabajo y que no intentamos socavar nada?
En nosotros vive el sentimiento de querer servir y para eso recurrimos a nuestra propia conciencia.
Ahora puedes hacerme preguntas, pero primero regresarás a tu propio pensamiento y sentimiento.
André volvió otra vez en sí y se le disolvió la vida interior de la enferma.
Ahora podía distinguir la vida material de ella de la espiritual, por lo que se sintió listo para poder hacer preguntas a su maestro.
—Si continuamente se le suministra esa fuerza desde esta vida, Alcar, y aunque tome años, ¿no cambiará entonces por eso?
—Enseguida te mostraré que eso no es posible.
Si me hubieras comprendido claramente, sin duda que no habrías hecho esta pregunta, André, porque no es posible.
Los años no significan nada para este mundo, el menos no para su estado.
Lo que ella necesita es experiencia; eso lo falta ahora, porque no tiene plena capacidad para pensar.
Tiene que despertar para la vida y esta no la tiene que mantener presa, porque eso contraviene las leyes de Dios.
Ahora esa enferma es una presa en el mundo de sus propios sentimientos y cuerpo, de los que sin embargo la podemos sacar, elevándola.
La escasa capacidad de pensar y la fuerza de los sentimientos las recibe de nosotros, pero esto solo es posible por medio del fluido material.
Nuestra aura vital es demasiado etérea y ahora no es absorbida.
¡Ahora no vive nada!
El dolor y la pena conducen al ser humano a todos los estadios en el espacio.
Solo la experiencia sirve a la conciencia.
Y es lo que le falta, y junto a ella a todos los que aún no poseen el sentir y pensar materialmente conscientes.
El aura vital tuya está materialmente cargada, tiene gravedad, la mía es astralmente etérea.
Cuando lo sientas tendrá que quedarte claro que nosotros salvamos el abismo entre la persona enferma y nuestra vida por medio de este rasgo material.
Llegamos a esta unidad por mi ver y el conocimiento de las leyes.
No podemos alcanzarlo desde nuestra vida por nuestras propias fuerzas, así que tienes que aceptarlo.
Nuestro propio contacto se disuelve; nuestro ser uno es duradero para la tierra por tus fuerzas.
A nuestra conexión con la tierra le ha cortado el paso la “muerte”.
Colocamos los cimientos constructivos por medio de esta unión que vivimos ahora, y entonces a estas vidas les vuelve la armonía material.
Esta enferma absorbe tu aura en su cuerpo, y el sistema nervioso se encarga del tratamiento posterior.
Si podemos vivir eso todos los días, entonces es agua vital para el enfermo, que da vigor a la materia y al espíritu.
Ante todas las demás leyes, que no se pueden vivir, inclinamos la cabeza.
Estas leyes también dejan constancia de nuestra impotencia.
Pero no empezamos ninguna reconstrucción si vemos que el grado de vida no es alcanzable ni en centenares de años, porque entonces demolemos más de lo que erigimos para todos estos enfermos.
Eso también significa que ni un solo espíritu está en condiciones de ayudar al verdadero inconsciente, pero en ese caso aún podemos hacer otra cosa.
Ahora estamos enseguida ante los padres y las madres de nuestra vida, que han dejado lo terrenal.
Luego llegaremos a esas leyes y te las podré explicar.
Si vivimos estas leyes, los grados inconscientes de demencia más profundos que conocemos, entonces muchos se sacrifican y descienden en estas vidas para protegerlas de la ruina total.
Esta enferma, André, anhela vivir, pero ahora ya no sabe lo que significa la vida.
Este estar muerta en vida da miedo y es antinatural, más ahora que vemos que sí se la puede ayudar.
Si el sabio puede buscar la luz astral en estas tinieblas, entonces iremos hacia la felicidad tomados de la mano y seguiremos la doctrina de Cristo, que impuso Sus sagradas manos para sanar a los enfermos.
Estos signos se entienden y se sienten, son significativos y una bendición para quienes los reciben.
Es la palabra viviente suministrada como fuerza, que solo puede aportar una bendición.
La vida accede entonces a la conciencia más elevada.
El erudito capaz de aceptar esto sigue el otro lado y solo entonces está en nuestras manos.
El resto es sordomudo y ciego, y sin embargo quiere recorrer el camino surgido al margen de la voluntad de Dios.
¡Nuestra concienciación no conduce al infierno, sino al cielo!
Ese estado de autonomía para estos enfermos solo puede alcanzarse mediante la colaboración, y ¡eso es posible!
—Dijo usted hace unos momentos, Alcar, que el amor material de ella es su propia curación.
¿Puede explicarme eso?
—Esos grados de vida también nos los encontraremos más adelante, André; quiero decir los grados espirituales, o sea, personas que debido a su delirio religioso aman espiritualmente.
Son inalcanzables esos grados, porque su yo inconsciente se ha disuelto en este amor.
El ser humano que ama materialmente, que vive ahora el amor normal, o sea no la pasión, está más cerca de nuestra vida que aquellos que se han perdido en la fe y que ya no son capaces de vivir ni un solo instante de claridad.
El amor material nos conduce a nosotros, a los sanadores, a la esencia de esta vida, y esa es la madre tierra, el estadio normal para el alma.
¿Lo sientes, André?
—Le comprendo, Alcar.
Y ¿cuando se junta la pasión?
—Entonces entramos de inmediato en los grados de la demencia.
Entonces estamos ante el estar poseído desde este mundo por la pasión, porque esta representa las esferas oscuras.
Estos seres que viven allí representan los siete grados psicopáticos: la pasión directa, la demencia; y así es como el ser astral se ha adueñado de la vida material.
La vida de los sentimientos de esta enferma no tiene nada que ver con la pasión, aunque sí haya pronunciado esa palabra.
Sus verdaderos sentimientos son dominados por el amor propio.
Y este, a su vez, tiene sintonización con la pasión, por lo que sí que ha ido a parar en este caos por su propia culpa.
Así que pasión por ignorancia, de ninguna manera pasión que desee de forma consciente.
Por eso hablamos en nuestra vida de pasión consciente e inconsciente, en la que más o menos todos estos enfermos viven, porque todavía no se conocen a sí mismos.
La pasión consciente los arroja de inmediato en brazos de los habitantes del infierno, que quieren desfogarse por medio de esta vida.
La pasión inconsciente los conduce a este estado y ahora todas esas personas son muertos en vida.
Ya lo oyes: la palabra “inconsciente” solo puede formar parte de la personalidad propia, y así es como ahora estamos ante esta débil personalidad, a la que es posible elevar, porque el amor material quiere vivir de todas formas lo normal.
—Qué obvio es todo en el fondo, Alcar.
—Los grados de vida del ser humano nos conducen a la comprensión astral y a los grados conscientes en nuestra vida, y en estos grados de vida se encuentran todos los estadios enfermizos, conscientes, y anormales, inconscientes, en los que viven las personas que todavía tienen que asimilar lo normal.
.Los enfermizos conscientes son los débiles de espíritu; los anormales inconscientes son los poseídos durante su vida terrenal, que llegados a este lado pueblan los infiernos, porque se olvidaron a ellos mismos en la vida terrenal.
Cuando más adelante accedamos a los infiernos te explicaré todas estas leyes y sintonizaciones humanas.
Solo entonces será posible descender en esta profundidad.
Esos grados los representan millones de almas, por lo que surgieron estas esferas infernales, y entonces nos encontramos junto al yo pasional consciente.
Mira aquí, por ejemplo, André.
André vio alrededor de esta madre una personalidad astral.
Pensó: ‘¿Cómo es posible que no haya percibido ese espíritu antes?’.
Era un joven, grande y fuerte.
Se había sentado cerca de su madre.
De todo lo que sucedía aquí no sabía nada.
Era una personalidad inconsciente.
No tenía la fuerza ni la luz para poder percibir esto, y sin embargo lloraba por su madre y vivía en su entorno.
—¿No se le puede convencer, Alcar?
—No, André.
Se intentó convencerlo de su estado, pero sigue su propio camino y permanece alrededor de ella.
Forma parte de las tinieblas, así que no la puede ayudar.
Pero es su madre quien lo atrae.
Ella lo mantiene preso por su enorme anhelo, pero él no lo sabe.
El dolor y la pena de ella, sintonizados en la vida de él, los acercan el uno al otro, y eso no hay quien lo cambie.
Si fuera posible ayudarla, la vida de él también viviría un grado de conciencia más elevado, y entonces podría despertarse a la par que ella.
De este lado ahora no hay fuerza que pueda destruir este lazo, porque la vida de ella es inconsciente, pero sí domina este estado, porque ella lo desea a él.
Ahora su hijo está en su poder, y sin embargo ella eso no lo quiere.
Vamos, imagínate el estado de ella y el de él.
Lo que acabo de contarte los llevaría a los dos a la conciencia más elevada.
Entonces no ayudaríamos a un solo ser humano, sino a dos, porque también la vida de él sería agitada y despertada, y así él también podría empezar la vida espiritual.
Pero ¿cómo podemos alcanzarlos ahora?
Los pensamientos que ella emitiría también impulsarían hacia arriba la conciencia vital de él, lo que ahora está completamente excluido.
Cuando despertó de este lado regresó a la tierra para visitar a su madre.
Ella lo llamó y tuvo que ceder ante la voz suya que clamaba, porque el amor material de ambos los conectaba.
Él sentía como ella, y por eso llegaban a esta unión, pero él la volvió a encontrar en este estado.
La madre se quedó llamando a su hijo, pero él no comprendía esa voz; sin embargo, más tarde fue informado por hermanos en esta vida del estado de su madre.
Pero le aconsejaron que empezara su propia vida, aunque los deseos de hacerlo aún tenían que despertar en su vida.
Se quedaba aquí, porque sentía que su amor le daba calor.
André, ¿comprendes lo que habría que hacer ahora urgentemente?
¿Sientes que estos estados son horribles, tanto para ellos como para nosotros?
Ambos son inconscientes, y uno sufre por el otro.
Él vive ahora por medio de las fuerzas de su madre y es un burdo egoísta.
Siente claramente el amor de su madre, y además algo de su existencia material que lo vuelve a conectar con la tierra.
Debido a que por lo tanto es su madre, fue conectado con la vida de ella.
Al ser él espíritu, tiene que aceptar estas leyes, pero eso significa también que no puede liberarse de sus propias tinieblas.
Aquí también se demuestra que si la podemos desprender de él, ella podrá volver a la mayor brevedad posible a su propia vida y conciencia.
Ahora es su hijo quien a su vez la mantiene ligada a su existencia, y vemos que uno influye al otro, por lo que se mantienen presos mutuamente.
Ahora ves cómo lo que vivió Mina va adquiriendo conciencia en la vida de esta mujer, y es la misma ley, solo que con la diferencia de que Mina fue vivida por una suicida.
El hijo de esta enferma se satisface ahora con el aura vital de su madre, la irradiación que ella le envía por el gran amor hacia su hijo.
Ese amor mima y apoya, pero sobre todo está intoxicado por la ignorancia de ambos de las leyes astrales.
Es lo que la hizo ir a pique; de lo contrario habría sabido mantenerse en pie en la vida.
Cuando esta alma se haya desprendido de su vida, volverá al estadio de conciencia en el que ella vivía antes de que le notificaran la muerte de su hijo.
Es el hijo, pues, que convierte a su madre en una prisión espiritual.
¿Sientes esta miseria?
Son las leyes astrales de las que no se entiende nada en la tierra, porque todavía no se puede aceptar la vida consciente después de la muerte.
Pero nosotros vivimos en esta realidad.
¿Qué quiere hacer un sabio por ella?
¡Nosotros rompemos este lazo, después de lo cual madre e hijo podrán empezar libremente con sus propias vidas!
¿Te ha quedado claro que los medicamentos aquí no pueden conseguir nada?
A ella le han aplicado descargas eléctricas, pero tampoco eso le sirvió, porque este método de sanación solo puede arrojar resultados si la enfermedad tiene su raíz en el sistema nervioso.
Porque mediante esta forma de curar se impulsa hacia arriba el sistema nervioso, y este recurso, que para muchos puede suponer la sanación por excelencia, es el que se aplica ahora en la tierra.
Pero no hay que interferir en el equilibrio material, o se colapsará el corazón y se producirá la muerte.
Es como si estos seres se hubieran fundido en uno solo, tanto espiritual como corporalmente, lo cual tiene que procesar esta madre.
Sin embargo, en este caso sigue sin haber cuestión de estar completamente poseído: el hijo vive al lado de la madre, o no debería estar ella aquí.
Entonces volveríamos a encontrarla junto a los grados de la demencia que son más profundos, pero esas personas viven en otra sala y son estrechamente vigiladas.
Si la ciencia nos permitiera trabajar aquí —o sea, lo que a mí me importa— y se abrieran para el otro lado los portones de estos centros psiquiátricos, entonces se podrían cerrar estas casas en un breve plazo de tiempo o podrían ser usadas para fines muy diferentes.
Si muchos maestros en este lado pudieran hacer su trabajo diario aquí en estas clínicas, al igual que lo hacen los médicos, entonces sería posible sanar a todos estos enfermos.
El dolor vivido por ellos nosotros lo transformaríamos en felicidad.
Los médicos podrían controlar nuestros instrumentos.
Nosotros aprobaríamos todo de este lado, porque lo único que pedimos es que se nos permita servir.
¡Hay mucha gente apta para este trabajo!
Hay miles de personas que pueden ser abiertas para este trabajo, porque cada ser humano tiene las propias fuerzas vitales que nosotros tomamos del médium material.
Ahora estamos impotentes.
Ahora los médicos siguen buscando y están tan impotentes como nosotros.
Solo algunos, los espiritualmente débiles, pueden ser ayudados, los otros miles se quedan encerrados.
Algunos médicos, que están convencidos de una vida eterna, sienten interés por nuestra sanación y les gustaría mucho colaborar, pero las leyes terrenales también los paran a ellos socialmente.
Ahora todavía sus doctos colegas se ríen de ellos, pero eso sin duda que cambiará en el Siglo de Cristo, porque la humanidad entera despertará, y ¡entonces se comprenderá nuestra ayuda y sabiduría!
Los médicos conscientes ya piensan por tanto en la incidencia astral.
Estos eruditos descienden ahora en la profundidad del alma y vivirán que la vida continúa eternamente.
Sienten y comprenden que la iglesia tiene mucha culpa de estas enfermedades, porque impide el despertar de la humanidad.
¡También saben que esto sirve a la descomposición!
A esos expertos les gustaría aceptar nuestra ayuda, pero eso todavía no es posible.
Será pronto, y entonces el otro lado podrá empezar con este hermoso trabajo constructivo, por lo que valdrá la pena, más que nunca, vivir la vida en la tierra.
Seguramente que comprenderás, André, que esta madre solo podrá regresar a su vida natural si recibe esta ayuda.
No exagero en nada, ¡es la sagrada verdad!
Por decir falsedades yo solo destruiría mi propia vida, y eso no se me pasa por la cabeza.
Es posible ofrecer esta ayuda, y está a nuestro alcance.
Te di estas pruebas durante tu vida en la tierra.
Eso es así y punto.
Nosotros de este lado vivimos estas leyes, son nuestras.
Solo entonces habrá felicidad, tanto de este lado como en la tierra, y en ese momento serán redimidos tanto él como ella.
Ahora ambos son muertos en vida.
Ella se mató por su ignorancia, por su pena.
Cuando se despierte por la fuerza sanadora, habrá aprendido también ella y se valdrá mejor por sí misma en la vida.
—¿Es su estado como el del joven, Alcar?
—Esta mujer es una personalidad del todo diferente.
La enferma a la que te refieres sentía pasión, pero aun así tenía la capacidad interior para poder mantenerse en pie.
¿Sientes la poderosa diferencia entre estas dos vidas?
La personalidad siente pasión y aun así se mantiene en pie, así que quiero decir ese joven.
Pero ya sabes que esta mujer no siente pasión por su hijo, sino solamente amor.
Ambos estados poseen un solo grado, una sola sintonización.
El joven quiere vivir amor, esta madre siente amor.
Uno busca como hombre la sensación de poseer y esta mujer languidece por este amor.
Este irse sumiendo en lo inconsciente y el deseo por el amor del joven se puede sondar y vemos que ambos representan un solo grado de vida.
Esta madre podría vivir más tranquilamente, porque no siente pasión.
El hombre, en cambio, siente conscientemente y por eso se crea su propio caos.
Aun así, ambos tienen una sola sintonización para nuestra vida.
La de la madre, sin embargo, es más serena.
Eso hará que se libere de las tinieblas antes que él, a quien hemos ayudado.
—Pero este ser es peor, ¿no, Alcar?
—Este ser desea y el deseo no tiene por qué ser malo si nuestros sentimientos están centrados en el plan de la creación.
El alma quiere crear, quiere poseer una casa propia e hijos, porque esa es la mayor felicidad para el ser humano en la tierra, y eso es lo que Dios quiso.
Fuimos nosotros mismos quienes por nuestro pasado introdujimos disarmonía en nuestra existencia.
Ese anhelo, André, por la posesión terrenal, mujer e hijos, es de lo más natural.
¡Eso no es pasión!
Pero nuestro enfermo es mediúmnico; dispone de la sensibilidad espiritual y eso es lo que le falta a esta madre, si no su hijo también la alcanzaría con más fuerza, lo que ahora es imposible.
Tienes que poder intuir ambas sintonizaciones vitales, o no las podrás analizar, pero para hacerlo tienes que conocer todos estos grados de conciencia.
Una persona se hunde por ignorancia, ineptitud, debilidad espiritual y personal; la otra por influencia astral, y también esos rasgos coinciden espiritualmente.
La ciencia o el erudito sigue a estas personalidades y ya ahora ve que el aparente hermetismo de esta vida sí se puede determinar.
Pero nosotros seguimos, porque descendemos en estas vidas y retiramos a la criatura inconsciente hacia el yo de la conciencia diurna, porque para esto no hace falta más.
Cuando este ser entra en nuestra vida está liberado de la influencia, pero esta madre sigue viviendo entonces en su propia debilidad e ignorancia.
El joven desea entonces que se le conceda saber, o ni siquiera lo habríamos podido ayudar.
Ahora esta madre va atrasada respecto a él.
Y ese retraso vive en ella.
El joven posee esta vitalidad espiritual.
A ella le falta.
El hombre tiene una fe; esta madre no posee más que el amor por su hijo.
¿Sientes cómo las leyes astrales y los grados de vida sí detienen de forma espiritual a la conciencia humana?
Todo eso se puede seguir de este lado.
Unos se pierden a sí mismos por ellos mismos, otros lo hacen por influencia, y a estos últimos se les puede ayudar antes en nuestra vida.
Si el joven buscara pasión pura y quisiera vivirla, habría descendido de inmediato en los infiernos y tampoco a él se le podría haber alcanzado.
Así que su enfermedad fue recibida de manera pura, la de esta madre, ¡por su propia voluntad!
Su debilidad personal la conduce ahora a la frialdad de la muerte; la de su hijo, a las fuerzas primigenias en la creación, porque ¡él quiere formar parte de aquello que ha sido creado por el Dios de todo lo que vive!
Así que él se encuentra un poco por encima de la madre, aunque terminara estando poseído y se inclinara por la pasión material: la vivencia anormal del ser uno de dos seres humanos, hombre y mujer.
Pero quien participe de forma consciente en el plan de la creación de Dios, no se crea un infierno ni inconsciencia, sino vitalidad viva, el fundamento para el ser humano para mantenerse firme en todos esos millones de grados de vida, que tenemos que vivir, que tenemos que asimilar, sí o sí.
Así es como entramos en un grado más elevado.
Así que te tiene que quedar claro, André, que podemos ayudarla porque podemos hacer algo por el hombre.
Lo fuimos elevando hacia el estadio consciente y logramos liberarlo de esta influencia.
A la madre, en cambio, no la podemos cambiar; seguirá conservando su personalidad débil.
¡Tiene que ganarse este estadio más elevado!
Para eso ¡tiene que querer vivir!
Pareciera que tiene más sentimiento que el hombre, y aun así eso no es cierto, porque este en el fondo ha avanzado más.
Esta enferma está mentalmente enferma y aun así es normal, igual que Jetje.
Jetje adquirió más resistencia por su fe inmaculada, porque de lo contrario ella también estaría encerrada aquí y entonces no se la podría ayudar.
¿Sientes lo claros que son todos estos grados de vida para nosotros ahora que se nos concede descender en esas vidas?
André, ¿sientes también qué gracia es para ti que se te conceda vivir todo esto desde la vida material?
Es la sabiduría vital más poderosa que puedes recibir por medio de nuestro mundo.
Te conduzco a todos estos grados inconscientes y conscientes, para que puedas reconocer a cada ser humano en la tierra.
Eso va a ser tu propia cosmología, es una ciencia que yo te doy directamente y que te reconduce al comienzo de la creación.
¡Así que te conduzco a las leyes astrales!
Y durante este viaje las podrás asimilar.
Nosotros tampoco podemos alcanzar los grados mucho más profundos de este estado, o sea, los de los psicópatas, y tenemos que aceptar nuestra impotencia, porque la personalidad todavía tiene que despertar para esta ayuda.
Pero a esta mujer y a otros miles de seres se les puede ayudar.
Ven, vamos a continuar y seguiremos a otros enfermos.
Mira ahora esta mujer, André.
André miraba a la mujer que le señalaba su líder espiritual.
Este ser era mayor.
Alcar le preguntó:
—¿Cuál piensas, tú, hijo mío, que puede ser la causa de su enfermedad?
André sondó la conciencia de la mujer, pero no sentía nada.
—Bueno, te lo diré, André, porque sigues estando sintonizado materialmente —es decir, con tu yo de la conciencia diurna—, por lo que no tocas su vida.
Se debe a que sigues viviendo en la tierra.
Así que es un trastorno para ti, aunque lo habrías podido hacer, porque conoces estas leyes.
Te aconsejo que perseveres en esto, entonces estarás con más firmeza en el cuerpo material y ya no habrá nada que no puedas intuir.
Y te ayudaré en esto.
Es una dolencia muy diferente que con la paciente anterior, porque esta personalidad se estrelló por la pérdida de su dinero.
Esta mujer también es débil de espíritu, así que no tiene una personalidad consciente.
Se hundió por esta pobreza de espíritu, y ahora vive en este estado.
Estos seres se destruyen a sí mismos.
La mujer no quiso aceptar que la vida decidiera de tal forma sobre ella.
Tiró la toalla y desde ese momento ya no fue capaz de hacer nada: le llegó el turno para ser encerrada.
A este grado de vida, André, no se le puede ayudar.
Nosotros también nos encontramos impotentes ante esta vida.
Fue rica, un día; ahora es pobre como una rata, en lo material y lo espiritual.
Son las leyes de causa y efecto las que mandan en su vida.
Pero ella como personalidad tendría que haberlo aceptado, porque la riqueza terrenal no significa nada para nuestra vida.
Ya sentirás seguramente lo alejada que está de la conciencia normal.
Así es como perdió la conciencia y ahora se está atrincherando por completo en esta miseria, que solo desea ella.
Ahora busca y no encuentra nada.
Le han dado unas piedrecitas y latitas para que se tranquilice, y ahora piensa que el oro de la tierra lo tiene en el regazo.
Para ella esto es la posesión terrenal; para miles de otros es el grado de vida propio por el que se estrellan estas personas.
Pero a todos les falta el yo de la conciencia diurna, la fuerza para experimentar la vida en la tierra tal como les venga.
André vio que la enferma jugaba con estas cosas insignificantes y que se aferraba a ellas.
Era su vida y lo que poseía.
‘Pobre como una rata’, pensó André.
‘Es un horror que haya gente así en la tierra’.
Unos naufragaban por las posesiones, pero otros descendían en un mundo terrible y se suicidaban.
La vida ya no les resultaba entonces valiosa.
Tampoco había tenido valor para ella, o habría comenzado con otra vida.
Comprendía esta vida, esta conciencia.
—¿Te ha quedado claro, André?
—Sí, Alcar.
—Aquí le dan esos cachivaches insignificantes, pero para ella significan dinero.
Eso le tranquiliza, pero esto es todo lo que posee material y espiritualmente, su posesión y conciencia.
Su sintonización es la tierra crepuscular.
Allí nos la encontraremos luego de nuevo y allí verás su sintonización vital.
Supondrá su final para la tierra, pero al mismo tiempo la entrada en el mundo astral.
No se puede hablar mucho sobre su conciencia, porque esta vida apenas significa nada.
Si sintiera amor por algo sería posible seguir su vida.
Ahora esta está muerta en vida y abandonada, porque no hay influencia astral ni material; esta vida está completamente detenida.
Un gato y un perro en la tierra viven más cosas que este ser humano que como madre no ha aprendido nada.
Entonces ¿qué vamos a poder darle nosotros?
‘Qué horror’, pensó André.
¿Cuánta miseria había vivido él ya?
¿Dónde está el final?
Entonces su maestro dijo:
—André, ¿dónde pensabas encontrar el final de todas estas enfermedades?
¿No puedes dar una respuesta a esto?
¿Te sientes perdido en este espacio infinito de Dios?
Para ti es imposible saber la respuesta, porque para responder a esta pregunta tienes que poseer la conciencia cósmica.
Te lo diré, pero seguramente que ya sentirás que todos estos enfermos te colocan ante los hechos astrales, ante la veracidad de nuestra vida, que son las leyes astrales de Dios y que tienen que ser vividas de forma material por la vida humana en la tierra.
Este, pues, es el aprendizaje en la tierra, cuyo resultado es la concienciación más elevada.
El final de estas enfermedades solo estará cerca cuando la madre tierra, y con ella todos sus hijos, haya alcanzado un grado de existencia más elevado, es decir, espiritual.
Pero entonces ya no hay un infierno en nuestra vida, y se habrá disuelto todo el mal, tanto de este infierno como de la tierra, en la vida adecuada y consciente.
Pero para eso nos falta todavía, a nosotros, a la madre tierra y a los seres humanos; eso tomará aún millones de siglos.
Pero el alma como personalidad vive estas leyes y las vivirá hasta que se haya disuelto la debilidad y se haya alcanzado lo conscientemente servicial.
Todos estos enfermos, André, viven por debajo de la primera esfera, porque quien vive por encima de las esferas inconscientes y tenebrosas ha vencido todas esas leyes y grados.
¡A esa gente se le ha concedido asimilar el grado espiritual, y ahora está por encima de toda debilidad material!
Así que se han convertido en personalidades conscientes.
Pero esta mujer aún tiene que asimilar esas leyes.
Mira, André, allí tenemos otro estado más.
En ese momento André vio una mujer de sesenta años.
Era una mujercita vieja, de escasa estatura y para él inexpresiva.
Alcar preguntó:

—¿La sientes, André?

André sondó su vida interior, pero no la comprendía.
Le obstruía la conciencia material.
La sentía y no la sentía, y al instante abandonó.

—No —respondió—, no la siento, y aun así veo su vida interior, Alcar.
—Pues sí que lo has sentido bien, muchacho.
Sigue un poco más en sentimiento y conocerás su estado.
A ella también la ha roto el amor y perdió a su hijo.
Dios convocó a su criatura.
Está allí sentada, agarrotada, sin vida, y piensa en su dolor.
Su tristeza es terrible.
No hay quien la pueda ayudar, y sin embargo todavía es consciente de su propia vida, pero se perdió a sí misma en ese dolor.
De vez en cuando pierde los estribos porque es atacada desde este lado, porque esa sensibilidad la alberga también.
Si no fuera tan sensible, no habría hecho falta encerrarla y se habría muerto de tristeza, pero ahora ya no es apta para la sociedad.
Para nosotros es posible ayudarla, pero nos es imposible darle personalidad alguna, por lo que sigue conservando, por tanto, esta pobreza espiritual.
Allí estaba este problema viviente, una ruina.
‘Qué terrible’, pensó André, ‘¡tener que perder la razón en la tierra!’.
Su maestro lo siguió en pensamiento y dijo:

—¿La razón?
¿Perdió la razón, André?
¿Qué es lo que te he enseñado siempre?
¿Pensabas que había perdido el juicio?
—Ya no puede pensar, ¿no?
—Créeme, André, tú mismo lo has vivido, pero en este caso no lo has intuido: es su espíritu el que siente y piensa; esto es la personalidad para la tierra, pero para nuestro mundo son los sentimientos.
Por Dios, ¿qué tendrá que ver su razón con su vida interior?
¿Puede perder sus sentimientos por su intelecto?
¿No es su espíritu igual a sus sentimientos? Y ¿no sirve el cuerpo material para solo albergar y proteger su espíritu, como medio para poder vivir en la tierra?
El cuerpo material y la razón no tienen nada que ver con esta enfermedad.
Su vida interior es normal, natural, pero al mismo tiempo inconsciente.
¡Es de una debilidad raquítica!
Su cerebro funciona normalmente.
No veo en ella trastornos materiales.
Son y siguen siendo solo sus sentimientos los que están enfermos, inconscientes aún de las leyes astrales y en disarmonía con la vida material y con Dios.
Le falta su experiencia vital.
Su vida también se ha quebrado por su propia debilidad, por la pobreza espiritual de su personalidad.
Ahora te explicaré otras leyes, André, verdades increíbles, que hemos podido constatar desde nuestra vida en la tierra.
Aquí nosotros sabemos que el ser humano es capaz de pensar sin cerebro.
¿Lo oyes?
¡El ser humano puede pensar sin cerebro!
—¿Lo dice en serio?
—Sí, André, digo la verdad, es posible.
Pero entonces los sentimientos hacen la transición a otros órganos.
Los sentimientos se expresan entonces en actos.
Muchos de los nuestros estuvieron sirviendo en la tierra durante la Primera Guerra Mundial.
Desde este lado ayudaron a los médicos con su difícil trabajo de cuidar a los heridos.
Entre ellos había un sabio que ya en la tierra se había interesado especialmente por el cerebro.
Pero cuando llegó a este lado, cuando despertó y vio que vivía eternamente, porque el espíritu es un segundo cuerpo que en el ser humano vive en el cuerpo material, comprendió sus estudios en la vida terrenal.
“Ay”, exclamó suspirando profundamente, “¡si hubiera podido saberlo en la tierra!
Oh, cómo habría demostrado que en la vestidura material hay más de lo que se piensa en la tierra”.
¿Qué hizo ahora?
Cuando hubo aceptado su vida eterna, cuando hubo asimilado la conciencia espiritual, se apresuró hacia la tierra y se puso a ayudar a sus colegas en la materia para asistir a los mutilados.
Cuando se trataba de una operación craneal solo se concentraba en sus hermanos terrenales.
¿Qué vivían él y los médicos en la tierra?
En el caso de un soldado no encontraron cerebro alguno cuando levantaron el cráneo.
Este ser humano había vivido desde el nacimiento sin ese órgano vital.
Qué milagro, exclamaron en la tierra.
Entonces incidió en ellos mi hermano espiritual y quiso aclararles este fenómeno.
Durante su breve vida terrenal se había entregado por completo a resolver la cuestión: ¿Hace falta el cerebro para poder pensar?
¡Pues aquí estaba la prueba!
No creas, André, que esto es un cuento.
En la tierra se ha llegado ahora al punto de que esto se sabe en el mundo científico.
Así que los eruditos saben de esto, pero aún no lo pueden aceptar.
No se atreven a aceptarlo, porque esto derribaría todos los sistemas.
Entonces tendrían que aceptar la pervivencia espiritual como un hecho probado y difundirlo entre la comunidad científica.
Pero aún les falta para eso.
Todavía no hay médicos que entreguen su personalidad por ello.
Hay eruditos que han llegado tan lejos al margen de su conocimiento terrenal, pero esos pocos no son capaces de salvar el abismo de la incredulidad.
Solo de este lado todos verán que es así.
Pero entonces ya no podrán hacer nada por su mundo; entonces habrá pasado su poder en la tierra.
La ciencia va avanzando, pasito a pasito.
La aceptación consciente de que la vida interior también es alma y que esta es espíritu de este lado es el despertar para nuestra vida.
Nuestras leyes han de ser vividas y aceptadas, la vida después de la muerte ha de ser conocida, y solo entonces el ser humano vivirá.
Ahora es un muerto en vida que no es consciente de su fuerza cósmica, y que por eso carece de la “omnipresencia” de Dios.
Solo después de esto la ciencia podrá ver detrás de la vida material.
Se puede entrar de lleno en quienes viven detrás del velo, en lo cual ahora no se cree, y entonces se podrá hacer algo por millones de vidas.
Eso significará para la ciencia poder en la tierra y para el ser humano felicidad vital.
¡Es la sagrada voluntad de Dios!
Para esto hay que vivir y luchar.
—Y ¿cómo funciona este estado, Alcar?
—Intentaré explicarte este misterio.
Escucha: hay personas en la tierra que sin que lo sepan no tienen cerebro bajo el hueso coronal.
El cráneo está vacío y sin embargo piensan, y son muy agudos en sus pensamientos.
Ya te hablé alguna vez de nuestro centro vital o plexo solar.
Pues nuestro centro vital está directamente conectado con el sistema nervioso.
Cuando los seres humanos en la tierra pensamos y sentimos, el sistema nervioso procesa nuestras vivencias, y estas impresiones llegan a su destino, en este caso al cerebro.
Pero cuando resulta que este órgano no existe, se produce una conexión entre centros nerviosos y además con los sentimientos.
El sistema nervioso reacciona con tanta infalibilidad que llega a la unión con los sentimientos, después de lo cual tiene lugar la materialización de estos sentimientos.
Ahora bien, lo que el alma quiere transmitir como personalidad suena a través de los órganos vocales hacia el espacio.
Si la personalidad sintoniza con el estar callado, naturalmente que entonces queda interrumpido el contacto y se detiene el habla.
Entonces estos órganos han cumplido su trabajo.
Según se ha constatado de este lado, el cerebro capta la presión corporal y espiritual de la personalidad y regula esta fuerza del pensamiento que ha formado el espíritu.
Ahora lo hace el sistema nervioso.
De modo que el cerebro sirve al punto central.
El cerebro por sí solo no daría paso a esta fuerza de los sentimientos expresada en palabras, porque son los órganos vocales y el sistema nervioso quienes tienen que hacer el trabajo para este órgano.
Así es como vemos que los órganos vocales son vitales, pero que el cerebro no es imprescindible.
Los órganos vibratorios para el habla son, pues, obligados a funcionar por medio de la fuerza de la propia voluntad y de la personalidad.
Así que el sistema nervioso es para esto el órgano más necesario de todos, porque los nervios están sintonizados directamente con los sentimientos.
Si el sistema nervioso está alterado, entonces el cerebro deja de llevar a cabo su función normal, aunque en el fondo aquel sí sea normal, sino que entonces son los nervios los que se niegan a cumplir su tarea debido a que se ha producido una enfermedad o un trastorno.
Si se manifiesta un trastorno cerebral, es otro estado, a su vez.
Pero el sistema nervioso, sintonizado con el cerebro, representa el funcionamiento global y regula el habla.
Los nervios reciben la presión sintonizada obtenida por la concentración, tras lo cual sigue el habla.
Así que me refiero a los trastornos materiales, que se presentan en numerosas ocasiones.
En estado normal, es decir el habla por medio del cerebro, estos trastornos se manifiestan de inmediato.
Eso cambia cuando el hueso coronal está vacío, y entonces ya no se pueden constatar esos trastornos.
El ser humano sin cerebro es lógicamente un fenómeno anormal, pero esa anormalidad no tiene importancia alguna para el habla en sí, porque esa tarea la controlan el propio espíritu y sistema nervioso.
Transmitir nuestros sentimientos sin órganos vocales naturalmente no es posible.
Pero los sentimientos dominan todos los sistemas materiales, André, y son uno con el sistema central nervioso.
—¿Sería entonces posible, Alcar, dar las pruebas a esta ciencia?
—¿Te gustaría ponerte a su disposición?
—Ahora mismo, que me quiten el cerebro.
—El cirujano que lleve a cabo esta operación sin errores aún tiene que nacer.
Si se maneja mal el bisturí, se queda paralizado el canal para hablar y entonces se dejan sin funcionar los diferentes centros nerviosos, lo que hay que evitar, pues, si no naturalmente se producen trastornos, por no reaccionar esos centros.
Si el cirujano pudiera captar nuestros datos, por lo que no habría interferencia con los órganos vitales, con los sistemas nerviosos, podríamos brindar esta prueba al mundo.
Aunque pudieras pensar y hablar, aun así seguirían sin aceptarla, porque estas pruebas ya las han recibido.
El hombre cuyo hueso coronal estaba hueco tuvo que sintonizarse con el sistema nervioso desde que nació, y eso se fue desarrollando paulatinamente, junto al crecimiento corporal.
En este proceso de crecimiento no hay trastornos, y vemos que el espíritu domina por tanto de forma consciente todos los sistemas corporales.
Así que esos sistemas tienen que estar en armonía y empezar a vibrar por los sentimientos, por la voluntad humana.
La ciencia ha recibido estas pruebas, y sin embargo nada se ha conseguido con ello, o habrías oído algo más sobre esto.
El milagro ha sido recluido detrás del muro científico de la confidencialidad, y en el fondo fue enterrado vivo.
Ahora tienen que venir primero otros eruditos para continuar este estudio.
Pero ya sabemos que esos eruditos van a nacer, al igual que regresará a la vida material el erudito sobre el que hablé para dar más adelante esas pruebas a toda la humanidad.
Es la voluntad de Dios que esta acepte que no hay una muerte y que el espíritu siga siendo una personalidad consciente, incluso después de la muerte.
Es el mayor milagro para la humanidad, porque solo entonces estará la ciencia ante posibilidades nunca vistas, por lo que se resolverán numerosos estados que ahora hacen que se estrelle el ser humano.
El cuerpo espiritual no tiene límites, pero ese espacio aún no se siente en la tierra.
Al espíritu le bastan unos pocos centros nerviosos para poder expresarse.
Ese sistema escucha cualquier pensamiento sintonizado, tanto consciente como inconsciente.
Reacciona de una forma asombrosamente natural y rápida ante la voluntad sintonizada.
Y todo esto se produce por la concentración humana.
Y ese sistema, André, es alimentado desde el centro vital o plexo solar, y está sintonizado con ello.
¡Es el “Omnigrado” para el ser humano en estado material!
—Lo que me acaba de contar, Alcar, es una revelación.
Siento que es así, pero a mí tampoco se me hace posible todavía seguir el caso en su conjunto.
—Eso vendrá más tarde, André.
Piensa sobre todos estos problemas en tu vestidura material y medita.
Te aseguro que para ti ya no serán misterios; harás de pronto la transición en estas leyes y se convertirán en una posesión propia.
Pero tienes que seguir sintonizándote en esta verdad y reflexionar seriamente.
¿Ves allí delante de ti a esa madre entrada en años, André?
André miró a la mujer.
Tenía la mirada perdida y era igual que las demás personas una muerta en vida.
—¿Sientes su paz?
También ella es una enferma mental.
La tuvieron que encerrar durante muchos años.
La pobre alma vivió su vida en esta casa y no conoció la felicidad terrenal.
Va a abandonar pronto la vida terrenal, según veo.
La causa de su miseria es su hijo, otra vez.
Vivió una tremenda sacudida y entonces se derrumbó.
Una vez llegada a este estado se abrió al mundo astral, lo que te mostraré ahora.
De modo que toda su miseria quebró el sistema nervioso, y por eso perdió su equilibrio espiritual.
Puede pasar semanas enteras tranquila, pero entonces de pronto le entra una fuerza y empieza a rebelarse.
En la tierra no la pudieron ayudar; nosotros, en cambio, podríamos haber sanado esta vida en poco tiempo.
Alberga la fuerza y la sintonización que nosotros podemos despertar.
Cuando se encuentra en este estado rebelde, tiene un significado espiritual.
Te conectaré con ella, André, y entonces podrás intuir y ver si también ella es vivida.
André sintió cómo se iba sumiendo en las profundidades y notó claramente que se le conectaba con la vida interior de ella.
‘Vaya’, pensó, ‘¿qué es esto?’.
Vio a un ser humano en su aura vital y este ser la mantenía retenida en su concentración.
La madre había llegado a la unión astral con este espíritu.
¿Estaba poseída esta mujer?
Se le podía mostrar el problema ahora que sintonizaba con eso.
André vivía la inmaculada dulzura en el otro lado.
Sí que se la protegía a esta madre entrada en años.
Lo que él percibía ahora significaba amor inmaculado.
Este espíritu sacrificaba su propia esfera y había descendido en la vida material de ella.
Quería evitar que se la atacara desde el mundo astral.
—¿Es su espíritu protector, Alcar?
—Sí, André.
Ves al hombre y la mujer juntos.
Los lazos de amor no se desgarran, pero la madre no es consciente de ello.
Aun así, el hombre al que estaba unida en su vida en la tierra sigue viviendo.
La atacan de cuando en cuando y entonces se pone rebelde, tal como viviste con “el alma” y Lien.
Su marido, sin embargo, no lo permite, y la ayuda.
Cuando su marido llegó a este lado, regresó a la tierra y la encontró en este estado.
¿Qué podía hacer por ella?
Quería paliar su dolor, pero su vida se había partido en dos.
No le resultaba posible dejarla sola en este estado.
Así que él ha avanzado más que ella y tiene más fuerza de voluntad.
Ella descendió en este estado inconsciente debido a su sensibilidad mediúmnica, y entonces enfermó mentalmente.
Ahora él está librando una lucha a vida o muerte contra los poderes tenebrosos, y para ello recibe ayuda de este lado.
Es la lucha por su organismo, pero él vela por la vida de ella.
Pronto habrá terminado su tarea y podrá convencerla, de este lado, de este estado material.
Ahora está tranquila, porque él no se aparta ni un segundo de su vida.
Esto es amor inmaculado, André, porque este hombre se sacrifica por completo, o la madre tendría que vivir la demencia general.
Él ha tenido que luchar contra esto.
En los años que transcurrieron ella tuvo que someterse a numerosas leyes astrales.
Esta tranquilidad es, pues, su posesión espiritual.
Por él permaneció en este estado, o la miseria habría sido inabarcable.
A él la resulta posible prestar esta ayuda, pero otros, en cambio, están impotentes.
Llegarás a conocer todas estas leyes.
Aquí es su marido, pero en el caso de otros enfermos los acompañan hermanas y hermanos de las esferas, que se entregan por ellos.
Según cálculos terrenales se encierran diez o veinte años en el organismo terrenal, y entonces viven una tremenda miseria, pero mientras tanto van construyendo su propia felicidad de las esferas, porque cualquier acto hecho para la vida de Dios crea para sí mismo un cielo propio.
¿Comprendes, André, lo que significa eso?
¿Tener que vivir durante muchos años en un organismo como un preso?
¿Mantenerse en alerta para proteger esta vida?
¿Tener que aceptar lo que esta vida siente y desea?
El espíritu astral vive estrechamente conectado a la personalidad material, y en todo son uno, tal como lo viviste con Jan y Lien.
Tú pensabas que te ibas a asfixiar en ese breve periodo de tiempo, y ellos también viven esos sentimientos, pero ¡terminan su tarea!
¿No es este entonces un amor bendito?
Todas estas hermanas y hermanos siguen a Cristo y dan todas sus posesiones obtenidas al ser humano estrellado.
¡Así es el otro lado!
Para ello hay seres conscientes que descienden desde sus propias esferas y acceden a estos horribles lugares.
Esto lo puedes percibir bastante bien de este lado, pero ¿se da cuenta la humanidad de lo que significa el sacrificio?
Todos recurrimos a nuestras vidas por los demás, siempre que sean alcanzables, o nosotros tampoco podríamos tender la mano.
Otros tienen que aceptar que a sus seres queridos se los traguen los mundos tenebrosos, y se quedan entonces impotentes.
Durante su vida en la tierra este hombre fue artista.
Allí hizo la transición y entró en las esferas de luz.
También de este lado pudo hacer música, y sus discípulos lo esperaron locos de alegría.
Cuando le dijeron que su mujer se había muerto en accidente descendió para ayudarla.
Así que en este hombre hay amor.
Enseguida terminará la miseria de esta mujer.
Entonces habrá completado su tarea y podrá seguir.
Unos viven esto en la tierra —pero entonces son leyes del karma—, otros, en cambio, aquí, como él.
Cuando la madre se libere de su vida en la tierra, él podrá ir a donde quiera, porque ella se encontrará entonces en otra esfera.
Eso es servir, André.
¡Dios sabe lo que hace este hombre!
Sirve debido a que quiere vivir conscientemente toda la miseria con ella, que destruye su vida, pero que le da sabiduría vital.
A él lo volveremos a ver en las esferas de luz, porque tiene sintonización con esas esferas, y entonces entrará al mismo tiempo en su felicidad espiritual.
Eso nos inspira de este lado un sagrado respeto.
Cuando percibí esto supliqué a Dios que me diera un instrumento para que pudiera dar mis propias experiencias a la humanidad, porque yo también he ayudado de esta manera a mis seres queridos.
Yo también quería servir y perfeccionarme para este trabajo.
Aquí, en estas clínicas, André, volví en mí, y llegué a conocer a Dios como un Padre de amor.
¿O pensabas que Dios ha querido esta miseria?
En mí despertó un mundo más elevado.
Sirviendo así, fui alcanzando esfera tras esfera, y de ese modo adquirí mi conciencia cósmica.
No es necesario que te cuente que así llegas a conocer las leyes astrales; es la escuela de aprendizaje para nuestra vida.
En este entorno empecé a amar verdaderamente.
Por medio de todo ese amor sacrificador aprendí a ver a mi Padre en el cielo, ¡tal como es!
Porque esta demolición la han querido los propios seres humanos.
¡Dios no castiga!
Dios no aprueba que exista toda esta miseria, pero la humanidad se olvidó a sí misma y ¡todos esos millones de inconscientes tienen que despertar!
Es experimentar los grados de vida más elevados para el ser humano material y espiritual.
Durante ese largo camino muchos sucumben y entonces se ponen mentalmente enfermos o se vuelven dementes.
Este es el verdadero trasfondo de toda esa miseria por la que mucha gente se desgracia.
Pero ¿qué se sabe de esto en la tierra?
¿Se conoce el ser humano a sí mismo y sabe cuál es su meta en la tierra?
¿Quiere conocerse a sí mismo?
Entonces hay que aceptar todas estas leyes, o no avanzará.
Entrará en la conciencia más elevada por dar amor.
Alguna vez todos estarán ante su propia personalidad, y entonces tienen que poner las cartas encima de la mesa.
¡La conciencia de las esferas más elevadas le lanza un alto espiritual y entonces sigue por sí solo el inclinar la cabeza ante Dios!
El ser humano tiene que renunciar a él mismo, André, y sentir claramente lo que es bueno y lo que es malo.
Solo entonces quedan abiertas las esferas de luz para el ser humano, y entonces puede prepararse para un mundo aún más elevado, cuyo amor es una bendición para nuestra vida.
Quiero dar a conocer todo esto en la tierra a quien se haya encerrado voluntariamente en ese cuerpo material.
Él intenta velar por la vida de ella tal como Dios vela por todos Sus hijos.
No duerme, porque tiene que pensar siempre.
Su concentración tiene que seguir sintonizada, o será atacada de improviso.
A ella también la podríamos haber ayudado, André.
La habríamos curado elevándola en el yo de la conciencia diurna y cerrando después su vida para el mundo astral.
No habríamos podido cambiar su dolor en nada, pero entonces se habría recuperado su equilibrio.
Entonces la habría consolado la vida.
Esta mujer tiene sintonización con la vida de Jetje, Mina y con la de “el alma”.
Estas vidas no difieren en nada, solo que una tiene más conciencia que la otra.
Aun así, todas son atacadas o experimentan su propia debilidad.
No obstante, a todas se las puede ayudar.
Pues de este grado de vida hay miles de personas encerradas que todas podrían haber sido sanadas.
Así que el sentimiento sensitivo y el deseo de Mina es uno de los estados.
Esta mujer descendió en su dolor, pero se olvidó de que ahora estaba abierta a nuestro mundo.
Además, poco después perdió a su marido.
Toda esa miseria padecida la condujo al psiquiátrico.
Aun así, su personalidad la protegió de la ruina total, o habría tenido que aceptar un profundo grado de demencia.
Este estar abierto al mundo astral ofreció a su marido la oportunidad de hacer algo por ella, o habría estado ante su propia impotencia.
Es atacada y aun así no penetran hasta la morada de su alma.
Pues bien, hay una tremenda fuerza que obstruye el paso a los demonios.
El amor vela y ahora es invencible.
Su mujer no está abierta a la animalización, así que la vida interior está preparada para esta ayuda.
Estas son las leyes astrales, André, que tenemos que aceptar y que nos lanzan o bien un alto, o bien nos atraen precisamente, y entonces puede empezar nuestro servir.
¿Sientes lo claras y naturales que son todas estas enfermedades?
Si esta mujer quiere entrar luego en la primera esfera, tendrá que asimilar amor inmaculado.
¡Solo entonces podrá seguir!
—Veo, Alcar, que toda esta gente naufraga por su amor y que otros, que sin embargo también sienten su amor y que en el fondo son peores que muchos aquí, siguen conservando su yo de la conciencia diurna.
¿Puede explicarme esto?
—Una pregunta muy clara y natural, André.
Siento que también aprendes a pensar en nuestra vida.
Escucha: en la tierra hay personas que piensan poseer una personalidad; ellas también aman.
Millones de madres tienen a sus hijos y viven la vida terrenal, y sin embargo son insensibles.
¿Qué clase de leyes son estas?
¿Es una injusticia de Dios?
Fuimos conociendo estos grados de los sentimientos de este lado.
Toda esa gente, hombres y mujeres, todavía tiene que demostrar lo que es capaz de hacer por este mundo.
Si entraran aquí, vendría a continuación el derrumbamiento, porque todavía no están listos para las esferas espirituales, luminosas.
Esa gente sucumbe entonces y vive aquí su estado psicopático.
Más adelante la conocerás.
Cuando abandonemos la tierra nos encontraremos con todos esos grados.
Significa, pues, que muchas madres son demasiado basto materiales para vivir la conciencia de estos grados más elevados de los sentimientos.
Así que el ser humano va hacia el estadio consciente, espiritual, a través de la demencia.
Eso es algo reservado a todo ser humano, a toda alma, porque ¡forma parte del regreso a Dios!
Nosotros, como seres humanos, tenemos que asimilar todos estos grados de vida que de este lado son los infiernos y los cielos.
Volvemos a ver esas sintonizaciones en la tierra como rasgos del carácter, y entonces llegamos a conocer la personalidad.
Pero también hay madres que aman a sus hijos y que ya han alcanzado esa altura.
Han demostrado que están por encima del dolor terrenal, y también inclinaron la cabeza ante su miseria.
Esas madres viven como Dios lo quiere: ¡aceptan!
De todas formas, no sirve de nada rebelarse contra este dolor.
Tenemos que atravesar todos estos grados.
Tenemos que asimilar esos grados de la conciencia materiales mediante la vida terrenal.
Después entraremos en la vida después de la muerte y solo entonces habremos completado el ciclo de la tierra.
¿Comprendes todo esto?
—Me queda claro, Alcar.
Así que esas otras madres, que sin embargo viven peor que muchas mujeres aquí y que para la sociedad son normales, ¿todavía tienen que demostrar de lo que luego serán capaces?
—Así es, y ni un solo ser humano puede eludir eso.
Por tanto, numerosas madres aman de forma material, y sin embargo, no sucumben.
Pero cuando habla el amor espiritual y este se hace sentir, la personalidad en la tierra suele sucumbir, y entonces se manifiestan las fuerzas astrales.
Solo entonces puede alcanzar nuestro mundo a esas personas.
Las demás no tienen el sentimiento para que ocurra eso.
Si sientes esto, André, comprenderás que todos esos seres aún tienen que despertar para el inmaculado amor espiritual.
La demencia es por eso debilidad espiritual.
Pero la debilidad material es algo muy diferente.
La debilidad espiritual se manifiesta debido a que la personalidad se quiere liberar del amor material.
Así que quien ama materialmente no puede sucumbir, está en armonía con esa vida.
Pero si el ser humano se eleva más, si se vive el amor espiritual, entonces esta vida se encuentra ante estas leyes y tiene que demostrar lo que ha asimilado.
Y por la inconsciencia, pues, sigue el desplome de estas vidas, pero después de esto viene la recuperación.
Entonces, sin embargo, se ha convertido en posesión propia, ganada por el dolor y la pena.
El amor material no tiene nada que ver con el amor espiritual, astral.
¡Nuestro amor está al margen de las leyes terrenales y ha vencido lo corporal por completo!
El enorme abismo entre aquellos lo tiene que salvar la personalidad misma.
El ser humano material puede lamentar el amor perdido, pero eso también lo hace el animal.
El animal no perecerá, por regla, por la tristeza, e incluso hay gente que no entiende nada del amor espiritual.
¿Cómo van a sucumbir entonces estas madres?
Ni siquiera es posible.
Pero si se desprenden de su propio estado, si estas personas llegan a la existencia espiritual, entonces viven su lucha a vida o muerte, lo que es desprenderse de la materia.
¡Ahora están ante el derrumbe!
Que la gente sea capaz de desprenderse de todo en la vida no significa por ende que sean capaces de hacer eso por medio de su personalidad espiritual.
¿Lo sientes?
Hay mucha gente que renuncia a sus posesiones porque ni siquiera se dan cuenta de lo que en el fondo poseen.
Hay madres que sacrifican su propio hijo, que lo desechan como un trozo de tela.
¿Es porque aman?
¿Porque le desean a otra madre su propio hijo?
Si esas madres pierden sus hijos es una bendición para ellas, porque la criatura y ese amor son una fuerte carga.
Ahora pueden vivir de nuevo como quieren.
Pero para nuestra vida estas madres están muertas en vida, y ahora todavía tienen que despertar al amor maternal.
No sucumbirán, porque no albergan amor.
No viven, todavía son como el animal que siente, inconsciente del amor divino.
Esos grados de vida, André, son para el ser humano los grados preanimales, animales, los basto materiales y los materiales.
El grado de vida espiritual es de nuestro mundo.
Y todos estos dementes, estos grados psicopáticos, se encuentran entre la sintonización material y la espiritual.
Seguramente que ya lo sientes: tienen que asimilar el grado espiritual por medio de esta miseria.
Y eso ocurre porque se han perdido en esto, aunque nosotros los ayudemos.
Entonces ya solo es cuestión de en qué grado de estas sintonizaciones animales y materiales se encuentre esta gente y si se la puede ayudar, porque frente a los grados animales estamos impotentes.
A esa gente tampoco nosotros la podemos elevar hasta el estadio espiritual.
Ese salto es demasiado grande.
Por estos grados de vida hemos conocido todas estas sintonizaciones conscientes e inconscientes para la tierra y nuestra vida.
De modo que millones de personas representan un solo grado de vida y tienen que intentar alcanzar el estadio más elevado.
Pero para alcanzar esto recaen una y otra vez, y llegan a estar ante las leyes de esta vida, después de lo cual se manifiestan las enfermedades.
Desprenderse de estas leyes significa asimilar sensibilidad.
Esta sensibilidad es, pues, su propia desgracia, porque estas personas todavía no tienen resistencia para poder mantenerse en pie frente a la ley espiritual, lo que para nuestra vida es una esfera de luz, un cielo.
La madre material todavía tiene que demostrar, por tanto, cómo es su amor, pero para el mundo astral conocemos su estado y sabemos que tarde o temprano sucumbirá.
Si el alma como personalidad en la tierra ya ha llegado a ese punto, entonces surge el contacto con el mundo astral sobre el que naturalmente se atacan estas vidas, por lo cual surgen estas enfermedades.
Así que, André, estas personas siguen todas un solo camino, el camino para despertar, pero este atraviesa la demencia hacia el estadio consciente en nuestra vida, y esa es, pues, una sintonización espiritual, ¡un cielo!
No porque sucumba una madre es una personalidad débil, visto desde nuestra vida, porque vive las leyes materiales.
Así lo que está haciendo es asimilar esos grados de los sentimientos, y está de camino para volver a Dios.
¡Ha comenzado con ello!
A otras personas no se les ocurre todavía iniciarlo.
Se desfogan en la vida material y parten corazones, al tiempo que renuncian a sus hijos o si hace falta destruyen la joven vida que las habita.
Están abiertas al asesinato y la destrucción, y por eso forman parte de los grados de vida preanimales y animales del ser humano.
Pueden reconocerse todos estos grados de vida por los actos.
Cualquier acto o expresión de sentimientos, André, te conduce a las leyes astrales, que tenemos que vivir como ser humano material y espiritual, y que tenemos que asimilar, porque ¡Dios no nos regala pensamiento alguno!
En las esferas te puedo explicar y mostrar todos estos grados.
Hay millones de personas que representan estas leyes en nuestra vida, y de ese modo también ¡su propia sintonización vital, su infierno o cielo!
Así que no pienses, André, que quienes se mantengan en pie en la tierra ya han llegado a ese punto.
Todavía tienen que demostrar si han alcanzado la sintonización espiritual.
Unos están, pues, ante la demencia, otros acaban de atravesarla y viven ahora un solo grado espiritual para esta vida, pero como ser humano material en la tierra.
Y son, pues, sus propias leyes, es decir, las del karma, que determinan si el alma puede regresar a la tierra o si continúa en nuestra vida.
Esto, sin embargo, nos lleva a la personalidad consciente material y espiritual.
El ser humano vive en la tierra para aprender, pero ¿quién está listo e inclina la cabeza ante Dios?
La madre material puede sentir amor por el hijo propio, pero no por eso tiene que ser una personalidad espiritual.
Hay numerosos rasgos del carácter que exigen concienciación para nuestra vida, y todos ellos obtienen solo aquí su grado espiritual y sintonización, y entonces habrán sido vencidos, uno o muchos.
Todas estas personas se aman a sí mismas en el grado preanimal y animal.
Se arruinan y sucumben por este amor propio.
Despertarán más adelante, y solo entonces pedirán a su Dios que se les conceda repetir la vida vivida, porque entonces se darán cuenta de que lo hicieron fatal, porque no inclinaron la cabeza ante las leyes divinas.
¡Dios otorga a esas almas una nueva vida terrenal, porque es un Padre de amor!
Esta profundidad está en cada alma, la verdadera sintonización con Dios que sin embargo tiene que despertar todavía para lo divino.
Tengo más respeto por todos los que viven en estas clínicas que por quienes ni se conocen ni se comprenden, y que sienten amor por su falsa personalidad.
Muchos piensan que están por encima de todo esto, de esta miseria, pero desde este lado podemos demostrar lo contrario.
Alguna vez el ser humano vivirá el verdadero amor maternal, que será espiritual, pero entonces llegará el derrumbamiento material.
¿Sientes esta profundidad, André?
¿Comprendes ahora que en la tierra viven millones de personas, madres y padres, que todavía tienen que despertar?
Admiro a estos enfermos porque aman.
Para ellos entrego mi vida, si es posible, porque gracias a ellos obtuve mi propia conciencia.
Yo también atravesé estas enfermedades —y todos de este lado lo hicieron— hacia el grado de vida consciente en el espíritu, construido por el amor espiritual.
Todas esas otras madres no conocen el dolor ni la pena; están espiritualmente muertas.
No hay calor en su vida.
Las puertas del alma jamás se abren; permanecen cerradas para cualquier desarrollo espiritual.
Y ¿aun así quiere elevarse este ser por encima de la conciencia enfermiza?
Esta conciencia está conscientemente enferma, André, pero las de todos esos millones de personas en la tierra están conscientemente locas.
Cuando abandonan ese grado entran en esta enfermedad y entonces son torpes en su propia existencia.
¡Entonces necesitan ayuda!
Y esa ayuda no es posible ofrecérsela en los grados más profundos, porque una sola vida terrenal es demasiado corta para alcanzar la conciencia elevada, por lo que tienen que aceptar su miserable existencia.
¿Puedes imaginarte otra cosa que para la madre tenga más valor que el hijo?
Esta posesión despierta al ser humano en el propio grado de vida.
Esa vivencia que se reitera una y otra vez conduce al ser humano al estadio desconocido, espiritual.
El deseo va llegando sin prisa pero sin pausa y es imparable, porque forma parte de la conciencia elevada.
¡Ese es el despertar en la vida material para este mundo!
A toda esta gente se le puede curar mediante una vigorosa ayuda espiritual y mediante la de los eruditos.
Ahora yacen aquí y nadie puede liberarlos de estas tinieblas, porque ¡los medicamentos no sirven!
—Así que cuando un ser humano actúa según las leyes de Dios y se puede entregar en todo, ¿lo posee entonces la personalidad espiritual, Alcar?
—Muy bien, André, me has comprendido.
A esas personas lógicamente les falta su amor y las aplasta su dolor y pena, pero ¡siguen siendo ellas mismas!
Y eso para ellos y para nosotros es la posesión espiritual, la sintonización en el espíritu, que han asimilado.
Esas personas son una fuente de amor y son conscientes para esta vida.
¡Aman todo lo que vive y están dispuestas a servir!
Así que podemos constatar hasta dónde ha llegado el ser humano material en su marcha ascendente hacia este mundo.
En esta vida podemos determinar el límite de los sentimientos.
Puede verse en la irradiación humana la altura que se ha alcanzado para este lado.
Pero eso lo puedes seguir en la tierra mediante la observación de la personalidad en todo, porque cualquier acto vuelve a sintonizarse a su vez con un grado de vida, y ese grado te dice si es espiritual, o bien material, es más: si es animal o preanimal.
¡Es sencillamente “poner las cartas boca arriba” ante Dios!
¡Ni un solo ser humano puede eludir esto!
A partir de la primera esfera, Alcar, hemos llegado a ese punto.
Solo a partir de allí sentimos el amor espiritual y asimilamos su posesión.
Entonces estamos al comienzo de nuestro camino vital consciente, que se va elevando por el espacio, y entonces comprendemos nuestra propia vida y la de los demás.
Entonces queda vencido el dolor terrenal y habrá mutado nuestra personalidad en la del espíritu.
Ahora estamos listos para poder ayudar a otros.
Las sintonizaciones iguales se atraen y unas pueden hacer algo por las otras.
Otra sintonización se queda mirando impotente y con las manos vacías, porque no somos alcanzables.
Por tanto, quienes mancillan el amor maternal en la tierra tienen que despertar todavía para el estar poseídos.
Si sientes esto, también comprenderás que ¡Dios controla todo esto y que Cristo murió para eso!
Cristo quiso que la gente se ayudara entre ella, pero ahora que hemos abandonado la vida material ya no se cree en nosotros en la tierra, porque no se conoce la muerte.
¡Queremos responder las posibles preguntas al respecto!
Queremos ir de la mano con los eruditos terrenales que llegarán a conocer estas leyes y enfermos por medio de nosotros.
¿Tan mal está eso?
¡Nosotros aportamos felicidad!
Ven, André, vamos a seguir.
Mira ahora esta joven mujer.
Una vez más es el amor lo que la destruyó.
Amaba y la engañaron.
Ahora esta criatura es anormal y no quedó más remedio que encerrarla aquí.
El mundo astral la atacó también a ella, y en ese momento ya quedó inepta para la sociedad.
Aunque tenga el rostro retorcido por el dolor, se la podría llamar hermosa.
¿Por qué naufragó?
¿Qué tuvo que quebrarla por dentro?
El amor.
Y se hundió, la declararon loca, porque amaba y ese amor partió su personalidad.
¿Es algo que pueda aprobar Dios?
Dios no tiene nada que ver con todos estos problemas amorosos.
Es la debilidad de la personalidad la que hace que el ser humano se derrumbe.
Pero lo que domina su vida son las leyes de causa y efecto.
Esas leyes la obligaron a ir en esta dirección, o habría recibido su verdadero amor.
Hubo una vez —según veo— en que ella engañó, ahora era engañada ella y se derrumbó.
Su estado es un misterio para la humanidad; pero para nuestro mundo no son más que leyes en las que ella vive.
Las veo y las puedo seguir, porque ella vive por medio de estas, y dentro de ellas.
Nada me detiene para seguir su vida.
Estas leyes la conducían a una vida que no la aceptaba.
Ella lo daba todo, pero para esta otra vida su entrega carecía de valor.
Este remordimiento o el sentimiento de haberse despilfarrado fue lo que la quebró.
Ahora tiene sentimientos de inferioridad y tiene que desprenderse de ellos.
¿Pensaba esta mujer que no había amor para ella en la tierra?
A miles de personas les gustaría abrazarla, y entre estas podría encontrar a su amor.
Ahora es precisamente ese ser humano, y todos estos enfermos quieren poseer a ese ser humano en concreto al que aman.
Y ¿esto es amar universalmente?
¿Es grande este amor?
¿Puede ser grande un ser humano si se ama a sí mismo o a una sola vida más?
Semejante fundamento se derrumba tarde o temprano.
¡Ella sucumbió por esto!
Ya ves, hijo mío, lo sencillo que es todo en el fondo, siempre que puedas sondar el verdadero grado de vida del alma.
En nuestra vida vemos a través de la vida humana.
Ahora esta criatura de treinta años dice desvaríos.
Tiene treinta años y esa es justamente la edad que la hizo sucumbir.
¿Sientes por qué, André?
—Lo tengo claro, Alcar.
De haber sido ella más joven, quizá ni siquiera habría comprendido su amor; ahora este amor es algo más maduro.
—Muy bien, André, este amor es más consciente.
Dado que por tanto accedió a lo consciente en el amor, este grado consciente tiró de su vida, y esta sucumbió.
¿Qué quiere experimentar una criatura de diecisiete años cuando se trata de estas leyes?
¡Nada!
Esta edad avanzada es ahora su ruina.
Ahora tiene que poner las cartas boca arriba, renunciar a su propio deseo, porque Dios no creó un “universo” para un solo ser humano.
Su felicidad también vive en este universo, pero las leyes de ella le pararon los pies ante la gran felicidad.
¿Pudo aceptarlo?
Otros se mueren por ello, se ahorcan.
Hay otros, incluso, que se tiran al agua o se matan inhalando gas, ¡solo porque su amor no ha sido respondido!
Es una debilidad de la personalidad, André, ¡nada y nada más!
Estas almas aún tienen que asimilar el amor verdadero.
Y debido a que ahora poseen la sensibilidad para nuestra vida, la sensibilidad mediúmnica, que posee cualquier perro o gato, de lo cual más adelante se te explicarán las leyes, André, sucumben estos enfermos.
De pronto empiezan entonces a decir sinsentidos y la verdad, porque ahora viven entre la vida y la muerte.
Les llega la personalidad astral y quien sea alcanzable recae hasta en los grados más bajos de la demencia.
¿Sientes también el estado de ella, André?
—Sí, Alcar.
¿Qué quiso decir con los sentimientos del perro y el gato?
—Todo ser vive su propia sintonización.
Pero toda la vida de Dios es sensible.
Esta sensibilidad, sin embargo, conoce y posee a su vez los propios grados.
Son estos grados, André, por los que hemos ido construyendo nuestro propio contacto.
Lantos te explicará más adelante todas estas leyes y escribirá una gran obra (véase el libro ‘Dones espirituales’) sobre todos los grados mediúmnicos, por los cuales el otro lado obtuvo el contacto espiritual con la tierra.
Yo ya se lo encargué.
Se está preparando para ello.
En unos años tú transmitirás esa poderosa obra a la humanidad, y la recibirás, por tanto, por medio de él.
Pero por medio de estos grados de los sentimientos vamos conociendo las enfermedades del espíritu.
Esta joven mujer debería haber comprendido su propia vida.
—¿Qué es lo que tendría que haber hecho entonces, Alcar?
—Lo que tiene que hacer es tomar ella misma las riendas de su vida.
No era necesario que se quebrara si no hubiera tenido ese amor propio.
—¿Así que eso es amor propio, maestro?
—¿Quieres decirme que esto es amor verdadero, André?
¿Puede una persona amar a un solo ser humano?
—Pero ¿es que tenemos que amar a diez personas, Alcar?
—No me sientes, André, y yo tampoco he sido claro del todo.
Mira, ella ama a un ser en concreto.
Pero ¿quién le dice que esta es su alma gemela?
Y ¿qué más da que sea su alma gemela quien la engaña ahora? Entonces no es amor espiritual, porque este no engaña.
Dios nos prohíbe dárselo todo a un solo ser humano y al otro, nada.
Eso contraviene las leyes de Dios y de Cristo.
De este lado amamos de forma universal, y ese amor no puede amar a un solo ser humano.
Este amor sirve.
Pero no me entiendas mal, porque no quiero decir el amor material, sino el espiritual.
No es mi propósito justificar que la gente tenga que vivir diez amores para poder querer, aunque a veces eso sea necesario si desean poder despertar para el amor espiritual.
Pero esta enferma solo ama a un ser humano y ese ser humano la engañó.
Lo que te quiero demostrar es que debería haberse entregado tranquilamente y que debería haber aceptado este dolor, esta pena.
Debería haber comprendido que esto no es amor, sino engaño.
¿Qué buscaba esta mujer?
¡Amor!
Y lo que le dieron fue engaño.
Pero ¿qué es lo que rompió su personalidad?
Se avergonzaba, empezó a tener un complejo de inferioridad porque entregaba todo su ser para este amor.
Así que ahora nos vemos situados ante la castidad del espíritu y ante la veracidad de esta vida.
Esta criatura amaba, pero no estaba preparada para este amor.
Entonces la abandonaron y, mira, fue languideciendo, se hundió tanto que empezó a desvariar, así que la encerraron aquí.
Pero esto es solo temporalmente, porque se superará a sí misma, y solo entonces podrá empezar su vida.
Todavía es bastante joven para poder vivir el amor maternal.
Otros no se desprenden antes del final de su vida terrenal de estos pensamientos inconscientes, de estos deseos y complejos de inferioridad, y los llevan con ellos a la tumba.
Así que estos enfermos son más poderosos que quienes ponen fin a su vida.
Tú me preguntas ahora: ¿tiene que vivir varias veces este amor? ¿Tiene que poseer más hombres para llegar al verdadero amor?
También preguntas si esto es amor propio.
La respuesta es que debería haber aceptado este dolor, esta pena, que debería haber aceptado esta lección de vida.
Más no hace falta.
Y luego a esperar lo que Dios le dé, lo que sus propias leyes le envíen.
Eso para el amor es, naturalmente, la fuerza de crear, la creadora.
¡Esa llega o no llega!
Pero esas leyes están ancladas en su vida y es eso por lo que es vivida.
Si tiene suficiente maldad para ello, buscará este amor, pero la vida del alma, André, espera y no puede hacer otra cosa.
¿Qué te enseñó la vida de Mina?
¡Está esperando!
Ahora es una gran personalidad en el amor, porque de lo contrario Mina también naufragaría.
Esta mujer de aquí se hundió y debería haber aprendido su lección.
Mina también llegó a conocer su lección de vida en el amor, pero ahora la arredra volver a darse.
Millones de hombres y mujeres han tenido que aceptar sus lecciones.
Y millones volvieron a buscar; buscan hasta que piensan haber encontrado el tipo adecuado, con el que podrán ser felices.
Pero ¿quién nos dice que tienen derecho a ello?
¿Quién nos puede demostrar que todas estas gentes no tienen que vivir sus propias leyes?
Eso significa, pues, que en la próxima vida se verán aun así ante ese amor que ahora han abandonado, porque sucumbieron y porque sus caracteres no se correspondían.
La ley para nuestra vida dice ahora: hay que aceptar y aguardar.
Ahora esos caminos son guiados y, mira, tarde o temprano el ser humano se encuentra justamente con quien pertenece a su vida y con quien forma un lazo.
¿Qué ha hecho esta mujer?
Se lamentaba por el engaño, se consumía languideciendo por ese preciso ser humano y partió su personalidad en dos.
Pero ¿de eso se trata?
¡Ahora no tiene que ponerse a buscar, sino a aguardar!
Si busca a pesar de todo, entonces te aseguro que de todas formas no podrá encontrar su gran amor, porque ella misma aún tiene que despertar para ese imponente amor.
Un ser humano solo recibe a ese gran amor, sin embargo, cuando se puede vivir el propio tipo y grado de vida, porque ahora conviven el país del odio y la primera esfera.
Y entonces viven ese amor como gato y perro.
Un amor que no tiene nada que dar, porque ambas personas no comprenden el verdadero amor.
Esta mujer es por tanto solo débil, André, y ¡eso es lo que la destruyó espiritualmente!
Eso rompió su vida.
Te pregunto: ¿es eso amor?
Es estrechez de miras.
No quiere poseer amor, sino el cuerpo.
Y eso es la propia ruina para nuestra vida.
Este amor le da un tirón de orejas, este amor destruye y aniquila, porque se siente materialmente.
¡Ese amor nos conduce a las pasiones humanas!
En el fondo ella no posee nada, no conoce el amor, porque ahora no ve más que a un solo ser humano, y este es suyo.
Pero Dios dice que tenemos que amar toda Su vida.
Te aseguro una vez más que si ella viviera entre la gente, si pudiera dar amor a otros, de modo que quienes se la acercaran vieran su luz vital y pudieran encontrar calor en esa luz, en un mes se vería inundada por el amor de un hombre, porque entonces irradiaría amor.
Se pelearían por esta mujer.
Ahora se encierra a sí misma.
Es precisamente dando amor que recibimos como seres humanos.
Millones de personas han tenido que vivirlo y han podido seguirlo.
En la tierra se escriben libros sobre este amor, André, y se hacen películas.
La creación se produjo por este amor.
Pero este amor que vive aquí es raquítico y mezquino, aunque su intención sea genuina y sea vivido verdaderamente, pero le falta justo aquello, el sentimiento esencial que posee el amor espiritual.
Eso es amor; ese amor, pues, es la gran personalidad, que puede dar y amar.
Algo que irradia, André, algo que vive y que puede amar verdaderamente, ese gran milagro no quiere perdérselo nadie en absoluto en la tierra.
¡Matan por eso!
Y ¿ahora lo rechazan?
¿Ahora no se acepta ese amor?
No es posible.
Solo se quiere a sí misma.
Y ha recurrido para ella misma a este pequeño yo inconsciente, pero se queja de que la han engañado.
No digo que el hombre tenga razón, pero los errores de ella y los de él los volvemos a ver en su propio estado, ambos son inconscientes todavía.
Hay numerosas leyes astrales que tienen sintonización con esto, porque ahora llegamos a las propias leyes del hombre y la mujer, y estas, a su vez, dominan al yo de la conciencia diurna, así que también en el amor.
Estas dicen: ¡Hasta aquí y no más!
¿Te ha quedado claro, André, por qué se estrelló?
—Le agradezco mucho sus palabras, maestro Alcar, e inclino la cabeza profundamente ante lo que ahora se me concedió aprender.
—Gracias, André, verdaderamente, hablas ya como un adulto, aunque ahora sigas siendo todavía, para mí y para tu tarea, la criatura para nuestra vida.
Como niño puedes comprender y seguir estas leyes, y como niño debes estar a mi servicio, o nuestras vidas entrarán en colisión.
Pero eso no es posible, porque queremos servir y recurrir a todo lo que tengamos para esta gente.
Pero esto es el problema vital de ella, y estos son los hechos por los que podría haberse mantenido en pie.
Aun así —como acabo de decir— volverá al yo de la conciencia diurna, pero ¿ves cómo, André?
André sintió que su maestro estaba incidiendo en él y entonces empezó a percibir en la vida del alma de esta chica.
Vio una figura luminosa junto a esa joven mujer.
Cuando percibió esto dijo Alcar:
—Su abuela, André.
André comprendió.
—Este es su estado.
Se quedará aquí algún tiempo más, pero tiene la fuerza para desprenderse de esta desgracia, y en eso recibe el apoyo de la mentalidad de su abuela, lo cual es posible ahora.
No es alcanzable para los demonios astrales, pero sí está abierta a ellos, así que siente esa terrible fuerza como incidencia mental, que la altera.
La razón de que esta abuela esté junto a su nieta es un libro aparte, en lo cual no voy a entrar ahora, porque esa no es la intención.
Pero puedes aceptar que ama a esta niña y que por eso la protege hasta que pueda valerse por ella misma.
Su estado es de un nivel algo inferior al de Joop.
Este no tenía aquella sensibilidad, o él mismo también se habría destruido.
No era capaz de ello, porque representaba otro grado de vida.
Pero ¿cuál, André?
André se quedó pensando un buen rato y comprendió el problema.
Aun así no fue capaz de dar la respuesta.
Alcar respondió:
—Ves, André, ahora estás delante de mí igual que madre Jet hace algún tiempo, y ante ti ese sabio.
Lo sabes y no lo sabes.
Si alguna vez te dan una sola prueba de que no eres tú mismo en la vida sobre la tierra, entonces es ahora, porque lo sientes y no lo sientes.
Pero en la tierra te elevo de inmediato en mi propia conciencia, y solo entonces empiezas a ver y a sentir el problema.
Eso lo puedo hacer también ahora, pero quiero que tú mismo pienses, o no avanzaremos.
¿Tengo que decírtelo?
—No, Alcar, no es necesario, ya lo sé.
—Vaya, ¿lo sabes?
¿Realmente, estás seguro de eso?
—Lo sé y le podría responder.
—Y ¿la respuesta es, André?
—Que Joop se protegió a sí mismo, o sea, porque hizo estudios.
El amor llega a más profundidad, Alcar.
—Qué maravilla, André, así es.
Pero ¿quieres saber ahora lo que es tuyo y lo que te llegó de mí?
André inclinó la cabeza.
Aceptaba esta enorme lección de vida.
Le saltaban las lágrimas.
Miró a su maestro y le daba las gracias en sentimiento por esta lección.
Alcar dijo a su querido instrumento:

—Si siempre eres capaz de actuar así, André, de sentir desde tu propia personalidad, te aseguro ahora que en cuatro años poseerás la conciencia cósmica.
¡Y entonces escribiremos un libro que se llamará ‘La cosmología de André’!
Naturalmente, tu nombre terrenal lucirá en la portada, pero eres tú como personalidad quien es capaz de darse por entero.
Tú sabes inclinar la cabeza y a cambio de eso te doy todas mis posesiones, y ¡Dios y Cristo te ponen un diez como la copa de un pino!
¡Porque estas son las flores a las que Cristo más quiere!
Durante nuestra conversación deposité en ti mi conocimiento.
Sabes que soy capaz.
Así que te ayudé a pensar, y me sentiste.
Joop se encontraba ante un problema del todo diferente.
El suceso de Joop no tiene importancia alguna para el mundo astral, porque su estudio es para este mundo un estado terrenal de andar por casa.
Pero si hubiera sentido amor, eso lo habría roto.
El amor toca la vida de Dios.
Y aunque sean los grados terrenales de amor lo que vive la gente, aun así este amor tiene que ver con el Gólgota.
Si el ser humano empieza a sentir, si libra una lucha a vida o muerte por el amor, entonces esta lucha toca el alma.
Al ser entonces el alma como Dios, es decir, que también puede ser espíritu y luz, ese amor nos aleja a ti y a nosotros de la tierra, y vamos a parar entre la vida y la muerte.
O sea, entonces perdemos el piso firme bajo los pies, y sucumbimos.
Si Joop hubiera librado una batalla por el amor, André, habría sucumbido, igual que ella aquí, y ya lo podrían haber encerrado también a él.
Una pregunta más, André.
Pero te digo: ahora no te ayudaré a pensar.
Así que no recibirás de mí el sentimiento consciente para poder responder la pregunta.
La pregunta es:
¿Quién ha avanzado más? ¿Joop o esta chica?
Joop se mueve entre la gente, se siente a gusto y está sano, mientras que esta criatura enferma está encerrada aquí y en el fondo es una psicópata.
André no tuvo que pensar mucho y respondió:
—Esta chica ha avanzado más, Alcar.
—Pero ¿por qué, André?
¿Quieres que analicemos lo que piensas y sientes?
—Porque ella vive más que Joop.
Él se ha quedado muy rezagado y ella lo aventaja mucho en lo que respecta al amor y a las leyes para esta vida.
—Es una gloria, André, oírte hablar así.
Algún día verás lo lejos que llegarás entre la vida y la muerte.
Quiero hacerte vivir lo último de todo.
Continúa así, tú puedes hacerlo.
Esta chica ha avanzado más que Joop, aunque él ande por la tierra y sea él mismo.
Acabo de explicarte aquellas leyes.
Pero cuando estuvimos siguiendo a Joop en la tierra —ahora escúchame bien— y fui a verlo para hacerle un favor a su padre, que pensaba que su hijo se iba a volver demente, te conté que este precisamente estaba libre de demencia.
Incluso te señalé que Joop ya vivió estas leyes y que por lo tanto está libre de estos problemas.
¿Y ahora decimos que esta chica está más avanzada que Joop?
¿Es posible eso, André?
—Desde luego que me coloca ante problemas espirituales, Alcar.
—Exacto, eso hago, André, porque te es posible saberlo.
Piensa un poco sobre esto.
Te daré poco tiempo, porque tenemos que seguir.
Todavía tenemos que visitar muchos grados.
André se quedó pensando.
Poco después su maestro dijo:

—Pero te puedo ayudar un poco, André.
Tienes que contemplar este estado de forma espacial.
‘Espacial, espacial’, pensó André.
De pronto sintió una tremenda sacudida, y dijo a su maestro:
—Ya lo sé, Alcar, ya lo sé.
Alcar sentía la felicidad de André y respondió por él:
—Hijo mío, ¿sabes lo que significa que se te conceda sentir esta felicidad de sabiduría en ti?
¿Puedes imaginarte también qué clase de sentimiento será cuando sientas en ti, tanto material como espiritualmente, todos los grados en el espacio?
Y ¿sientes entonces también lo que significa que se te conceda convertirte en un hijo de Cristo?
¡Y de Dios!
Eso lo tenemos que asimilar, y nos permite conocer y comprender tanto los grados de demencia como millones de otros grados.
Y ahora Joop.
—Joop no ha avanzado más, porque solo persigue una meta, Alcar.
Quiero decir: Joop en el fondo no vive nada.
Esta chica ha avanzado mucho más con su carácter que él o de lo que él podría sentir.
Veo a esta chica con más espacio, y si sigo su vida, entonces me entra calor.
Joop no posee ese calor, porque se encierra y sigue una existencia propia.
No alberga el deseo de tener una chica.
Estas fuerzas de los sentimientos, sentidas como amor, le dicen a Joop, a esta chica y a mí, que no hay nada por encima del amor, y que toda personalidad caerá si no hay amor o si este no se siente.
Así es como lo veo, por tanto: que Joop todavía tiene que asimilar el calor de ella, y que, por ende, ella va muy por delante de él.
—Estoy muy contento, André.
El maestro Cesarino (el mentor de la séptima esfera de luz en el más allá; véase el libro 'Una mirada en el más allá') me encargará dártelo todo, porque haces todo lo que puedes.
Es maravilloso, porque en comparación con ella Joop es pobre de solemnidad.
A ella le hizo naufragar el amor, a Joop, un problemita terrenal, porque no quería inclinar la cabeza.
Ahora no solo estamos ante las leyes, sino también ante el grado de vida cósmico de la personalidad.
Y ese grado de vida lo has intuido de forma espacial.
Por eso dije: tienes que verlo espacialmente, y así lo has intuido y visto.
Joop todavía tiene que obtener el grado de conciencia de ella.
En esta criatura hay más rasgos que tienen conciencia que en Joop, y aun así pareciera que él ha avanzado más.
Así ves que la gente no debería juzgar a alguien a la ligera, porque ¡deciden las leyes astrales!
Nuestra vida dice: ponte desnudo y deja que Dios te ilumine.
Esta vida ve a través de nosotros, André, porque las leyes de nuestra vida dicen: ¡hasta aquí y no más!
En la vida terrenal parece que unos han avanzado más que otros, pero cuando seguimos y analizamos los rasgos del carácter uno a uno, paso a paso, entonces a veces el infierno destaca por encima de una esfera de luz.
Eso significa que los pecados que la gente piensa estar cometiendo para Dios ni siquiera lo son.
El acto de otra persona puede parecer amable, pero cuando miras detrás resulta haber surgido por puro amor propio y cálculo.
¿Es eso amor?
Así podemos analizar de este lado cualquier personalidad, porque es la vida misma la que determina la sintonización propia.
Ahora va por su propia cuenta, pero para eso tienes que estar de este lado.
Ese conocimiento te lo quiero regalar.
En poco tiempo, que equivale a unos años de tu vida material, reconocerás cualquier personalidad en la tierra, André, porque te conduzco a estas leyes.
¡Es parte de tu mediumnidad!
Ahora abandonaremos esta sala y entraremos en la siguiente, donde volveremos a ver otros fenómenos.
Estos son los mentalmente débiles, arruinados por el amor; aquí al lado viven los afectados por el delirio religioso.
Ven, sígueme, André.
André echó un último vistazo a toda esta gente y vio que muchos recibían ayuda.
También vio a algunos a los que no era posible ayudar, pero ahora comprendía por qué no.
Tampoco en la tierra podía hacer nada por esa gente.
Buscaban pasión.
—Exacto, André, así es.
Te sigo en tus pensamientos, y lo ves: te puedo ayudar a pensar, pero eso lo sabes ya desde hace tiempo.
Aun así siempre merece la pena vivir que otros puedan seguirte en pensamientos y ayudarte a pensar.
Cada cual puede ser ayudado, pero tiene que ser posible dar esa ayuda, y eso significa que el ser humano tiene que estar abierto a ella.
Los sentimientos en el fondo tienen que atraer esa ayuda, o estaremos impotentes.
¡No es posible que el ser humano acceda a la primera esfera desde la tierra de amor!
No podemos saltarnos trozos en la evolución.
Este puente hay que colocarlo piedra a piedra y terminarlo, si no se derrumbará.
Mira aquí, por favor, hijo mío.
En esta sala había una decena de personas.
Todas se comportaban de forma extraña y eran antinaturales.
¿A dónde lo conducía su maestro?
Sentía el silencio de la vida y la sagrada serenidad, pero también la frialdad de la muerte.
¿Dónde vivía ahora?
Veía jóvenes y viejos, pero sobre todo los últimos, y aquí incluso se mezclaban hombres y mujeres.
Predominaba el número de mujeres.
¿Qué significaba esta escena?
—Que aquí en esta sala también haya hombres es por culpa de un médico todavía joven, André.
Este sabio posee alas; hace pruebas espirituales.
Aquí no siempre hay hombres con las mujeres, porque eso contraviene los reglamentos de esta casa, pero hace pruebas.
Las seguiremos enseguida.
Pero ¿qué opinas de estas madres, estas criaturas que aún siguen siendo inmaculadas?
Te digo: algunas tienen esos pensamientos, así que no han llegado a conocer nada del amor y piensan ahora que han seguido siendo inmaculadas para sus vidas materiales.
¿Y sin embargo se encuentran en este estado?
Si quisiéramos explicar todos estos grados, André, entonces podría escribir diez libros sobre estos enfermos, y tendría que aceptar encima que apenas he levantado el velo, tanta es la tremenda profundidad de este estudio, y tanta es la psicopatía que hay en la tierra.
Unos sucumben por un pequeño rasgo de su carácter, otro por el amor y adquieren un complejo de inferioridad.
Otros miles poseen a su vez sus propios métodos de defensa y, no obstante, se han hundido en este problema o en otros.
Pero estas personas se han vuelto subnormales por su Dios de amor.
¡Eso es terrible!
¡Son las más infelices!
Son los grados más inhumanos entre los miles que conocemos en nuestra vida.
No hay demente que pueda hundirse tanto como esta gente, nadie es tan deplorable como estos maniacos religiosos que andan por aquí con su Biblia, que la leen día y noche sin entender de todas formas nada de toda esa sacralidad.
¿De quién es la culpa?
¿Quién arrojó todas esas vidas en esta miseria inhumana?
¡La iglesia!
Nadie más que la iglesia es culpable de esta locura.
Me gustaría decir "amén", pero el "amén" de la iglesia me asfixia.
¡Lo dice la iglesia y ahora juega con este fuego, el más sagrado de Dios!
La iglesia hizo que estas vidas se ahogaran en un pozo de inconsciencia, de lodo y fango.
La iglesia cavó para esta gente la tumba en la que viven.
Dios mío, ¿puedes perdonárselo a la iglesia?
¿Qué tengo que añadir a esto en el fondo?
Sobre los maniacos religiosos pueden escribirse libros enteros, André, y sin embargo, esta palabra ya basta.
La iglesia es culpable, porque ¡habla de la condena!
¡Dios no condena!
¡Nunca!
¡Dios no condenó jamás a una sola alma!
Empecemos: en primer lugar de todos, André, toda esta gente llegó a este estado porque no tiene amor.
No hay nada de este fuego sagrado que arda en sus áridas vidas.
Jamás lo conocieron.
¿Por qué son estos enfermos los más infelices de todos los grados dementes?
¡No viven nada!
No poseen nada.
Y es por ese sentimiento pobre suyo que han sucumbido.
Estas personas no viven en la tierra, sino que planean entre la vida y la muerte.
Asimilaron el amor material y empezaron a buscar la luz espiritual.
De no haber asimilado todavía el sentimiento material, no estarían aquí.
Porque ese sentimiento los condujo a la pasión y esa es la que ahora poseen, pero solo para su fe.
Ahora buscan su cielo y rezan por él, pero no tienen vivencia alguna.
Mientras tanto se perdieron, y ya quedaron listos para ser encerrados.

Todos los pueblos por toda la tierra tienen sus propios maniacos religiosos.
Unos se pierden en Alá y se vuelven dementes, otros llegan a este punto por amar diversos dioses, y aún otros por venerar a Cristo.
Cristo los conmovió tanto que se perdieron a ellos mismos y que llegaron al punto de decir majaderías.
Entonces hicieron algo por lo que tuvieron que encerrarlos, para protegerlos contra ellos mismos.
Uno iba bailando por allí desnudo, el otro decía ser Dios, y otros, a su vez, se hacían pasar por profetas y actuaban como grillados.
¿No es horrible eso?
El fracaso de estas vidas, de su naufragio humano, es responsabilidad de la iglesia.
Se dice que los espiritistas se vuelven locos si "siguen haciéndolo".
Por eso se prohíbe esto a los feligreses, pero yo te digo que se encierran a más dementes cristiano-eclesiásticos que a locos espiritistas.
Miles de estas personas se han entregado de esta forma errónea a Dios, y por eso han caído.
En sentimiento abandonaron la tierra, las leyes materiales, y se encontraron frente a la locura.
La conciencia diurna se desplomó por la oración, por el anhelo de estas personalidades por toda esta santidad.
Si la iglesia hubiera podido ofrecer a esta gente la genuina verdad, créeme que entonces todos estos siniestrados no habrían perdido el piso firme bajo los pies.
Ahora la iglesia se envuelve en un halo de misterio y prefiere seguir condenando que mostrar a la gente la verdadera luz.
Pero la iglesia aún no ha llegado a ese punto.
Aun así, esta vida se ha desvanecido por lo que el ser humano recibió de la iglesia.
Debido a los cuentos horripilantes sobre la condena, esta gente empezó a entregar todo lo que tenía por miedo a quedarse ardiendo eternamente.
Pero no sabían cuánto se habían alejado de la tierra, y un buen día ya no fueron capaces de determinar si aún pertenecían a los vivos o bien a los muertos.
En ese instante se apagó la lucecita terrenal y vivieron en las tinieblas, y es allí donde los volvemos a ver ahora.
No es posible ayudar a ni uno solo, André.
En ellos vive la demencia eclesiástica.
La iglesia arrastró estas vidas hacia la condena, y naturalmente, allí no querían entrar.

Entonces quisieron saberlo todo sobre la iglesia y la fe, y sucumbieron.
Si se hubiera podido acoger a esta gente, contarle que Dios no condena, que Dios es un Padre de amor, y que primero tienen que dedicarse a la vida terrenal, que tienen que vivir según la naturaleza propia, entonces ¡la iglesia habría podido obrar milagros!
Pero la iglesia no ha llegado a ese punto todavía y es, igual que estos pobres de espíritu, ¡un muerto en vida!
Esto lo digo en voz alta a la iglesia y ¡le señalo estos errores!
Es la iglesia la que debería acoger a los creyentes, pero la condena parte estas vidas en dos.
Miles de estas personas fueron asesinadas espiritualmente por esa maldita condena de la iglesia.
Puede que algún día la iglesia se asfixie en esta charlatanería inhumana, que solo le divierte a Satanás.
Resulta que unos son un poco más sensibles que otros, André, y seguramente que ya comprenderás ahora que estos también serán alcanzables entonces para el mundo astral inconsciente, y por eso sigue la posesión directa.
Todos estos maniacos religiosos leen sus Escrituras.
Ya no saben lo que hacen y entre ellos exhiben sus cuerpos desnudos.
De eso se deduce, por tanto, que albergan pasión.
Si no la tuvieran, ni siquiera habrían podido acceder a este grado para el yo inconsciente.
Por algo son personas inconscientes, pero eso no es lo peor.
Sus vidas han terminado destruidas debido al miedo por la condena, y en eso se disolvieron estos caracteres por completo.
Las mujeres tienen relaciones entre ellas; en su mundo de fantasía una se cree hombre y la otra, mujer.
Son esos rasgos del carácter los que nos conducen a la homosexualidad, hacia los de la madre y el creador.
Unas lo dan todo, otras reciben, pero siguen siendo mujer, madre, por tanto.
Así que en el caso de este delirio religioso se manifiestan otros rasgos y entonces vemos la personalidad en la verdadera luz.
Esto es para la tierra la subconsciencia, que todo el mundo oculta lo mejor que puede y que es la posesión más profunda y sagrada del ser humano, pero que es imposible ocultar para este mundo.
En esto viven estas personas, André.
Se desfogan de cuando en cuando un rato, pero entonces sí que las molestan estas enfermeras, o se violarían entre ellas.
Este grado, pues, está en el umbral de la locura en sí.
Estas enfermas no pueden acceder a ese grado, porque predomina la religión.
Si se hubiera podido hablar a esta gente de la vida eterna y de un Dios que no condena, entonces nunca se habría llegado hasta este punto.
Entonces habrían recibido sabiduría en lugar de miseria corporal y espiritual.
¡Eso no es lo que aporta nuestro sagrado espiritualismo!
Al contrario, conducimos a la humanidad al verdadero saber.
Cierto, hay gente que sucumbe, pero son personas que ponen el listón demasiado alto.
Estos cristianos tienen miedo y cayeron por su pobreza.
El espiritualista cae por querer ser más de lo que es, lo cual estas personas cristianas no pueden vivir, porque su miedo por arder eternamente sigue predominando, y nunca se podrán liberar de él.
El espiritualista vive en el espacio, estas personas cristianas, en la pobreza material de su propio yo.
Si la iglesia hubiera podido abrir estas vidas, André, entonces Dios habría podido dar Su bendición a la iglesia.
Ahora la palabra hablada es una maldición para la iglesia; para esta gente: miseria.
Porque estas personalidades aún tienen que asimilar la conciencia material.
Si la hubieran adquirido, no habría sido posible volverse dementes debido a una religión.
Así que es este el nivel de su propia sintonización.
En la tierra crepuscular volveremos a verlas a todas, porque allí es donde viven estas personas.
Es su sintonización en el otro lado.
No hacen mal, no son malas ni buenas.
Ahora no pueden asimilar las leyes vitales.
Sus vidas están detenidas, igual que las de quienes creen poder desposarse con su Cristo.
Las personas que tienen el cuerpo materno y quienes pueden crear viven todas la demencia consciente.
Estos seres de aquí son personas enfermas y forman parte de los inconscientes.
Esta es la demencia inconsciente, causada por la religión.
¿Lo comprendes, André?
—Sí, Alcar.
—Pues bien, todos esos curas, todas esas monjitas se encuentran al margen de la vida.
Esas personas viven al margen de la creación, y del otro lado se les convencerá de que son muertos en vida.
Dios quiere que vivamos Su creación.
Quiere que participemos como seres humanos de esta ley esencial.
Pero ¿qué hace esta gente?
¡Se blindan contra una tarea divina que se ha depositado en manos del ser humano!
Igual que estas, esas vidas están muertas en vida.
Ni viven nada.
Ahora siguen su religión y piensan que de ese modo sirven.
Pero Dios respeta más a la verdadera madre que a todos estos ciegos de espíritu, que han vendido sus vidas.
Esa conciencia, y la de estas personas aquí, es en el fondo un solo estado.
Unas viven conscientemente en esta demencia; las de aquí ya no son, sin embargo, conscientes de nada y están mentalmente enfermas.
Ahora te puedo demostrar que conocemos la demencia consciente e inconsciente.
Esa gente vive en la tierra.
Vive por todas partes; nos la encontramos en todos los grados de la sociedad.
Cuando más adelante lleguemos al grado espiritual, André, te podré demostrar que la humanidad entera aún vive en un grado demente y que tendrá que aceptar para este mundo lo inconsciente, igual que esta gente, que ya no se conoce a sí misma.
Porque tampoco se conoce a sí mismo el demente consciente.
Este también se vincula con algo que es sobrenatural.
Nosotros atravesamos sus vidas con la mirada y vemos el grado de vida real.
La iglesia es culpable de este terrible acontecimiento, porque no conoce a Dios y aun así quiere representar esta cosa sobrenatural como autoridad.
Es por eso que la iglesia pone el listón demasiado alto y que luego se desplomará, porque los maestros regresarán a la tierra y hablarán del Dios de todo lo que vive.
Nosotros somos los fundadores de esta sabiduría, André, y junto a nosotros muchos otros, porque nosotros representamos a Cristo, pero de otra forma a como lo hace la iglesia.
Nosotros hemos muerto en el Gólgota y para eso hemos roto nuestro propio yo y hemos conocido lo espiritual.
Somos capaces de analizar estas leyes, ¡porque Dios nos dio ese poder!
Lo quiere Cristo, porque nosotros somos Sus apóstoles en el verdadero sentido de la palabra y representamos la ley divina.
Hemos visto la culpa que tiene la iglesia en toda esta miseria, porque estas personas adquirieron un concepto equivocado de Su santidad y justicia.
¡Esta situación intolerable se disolverá más adelante, hijo mío!
Yo mismo y otros maestros más dirigiremos la palabra a nuestro rebaño, y nuestro fuego espiritual lo abrirá corporal y espiritualmente.
Eso vendrá, vendrá pronto.
¡Dentro de poco pondremos los fundamentos correspondientes en la tierra para evitar que la iglesia arroje todavía más vidas a estas tinieblas!
Será el alto espiritual y “divino” para la iglesia.
Debido a que estas vidas ya no poseen nada, André, y a que se han desplomado precisamente por la fe —una fe que desde luego debería haber sido para ellas la fuerza para vivir la vida terrenal de manera normal—, estas personas son las más infelices de todas, porque se estrellaron por su propia debilidad.
Pero ¡la palabra verdadera lo podría haber evitado!
El saber de este lado y la palabra verdadera de Cristo, mancillada por muchos y que por eso adquirió otro significado.
Ahora se clama desde el púlpito que Dios es un asesino de seres humanos.
¿Es posible eso?
¿Qué tenemos que hacer contra eso?
¿No es esto lo peor que hay?
Aún así, la iglesia continúa y consiente que la vida de Dios se estrelle, porque a la gente hay que atarla de pies y manos, o no aprenderá nada.
Ahora esto conduce a las masas a estas tinieblas.
Los débiles de espíritu y los sensibles sucumben.
El ser humano rudo hace caso omiso del parloteo de la iglesia.
Esta aún tiene que despertar a ella, pero estas criaturas se atrincheraron y ahora están muertas en vida por su incomprensión de “Aquello que todo lo abarca”.
¡Es terrible!
Y el médico hace pruebas, André.
¿Sientes cuáles?
—No, Alcar, no lo sé.
—Entonces te lo diré.
Estos hombres están aquí para provocar reacciones en estos maniacos religiosos.
Los hombres aquí presentes también están más o menos locos, pero las mujeres viven un grado más profundo, que para ellos ni siquiera es posible vivir.
Se debe a la sintonización natural de ambos organismos.
La mujer está más cerca de la naturaleza que el hombre, y en esto volvemos a encontrar estos sentimientos.
La madre puede descender entonces más profundamente que el hombre en la manifestación de todos sus sentimientos, porque la personalidad obliga a vivirlo así.
El médico parte del punto de vista de que las reacciones corporales reprimen el delirio religioso.
En eso el experto tiene toda la razón.
Naturalmente, algunos enfermos reaccionarán, pero ahora también es posible que abra la puerta para el tenebroso mundo astral, y lo que entonces suceda no es necesario que te lo cuente.
Unos reaccionan de otra forma que otros, y eso se debe a que también los sentimientos son diferentes.
Este método en el fondo no es más que tantear para conseguir que esas vidas empiecen a reaccionar.
Si es posible remover y despertar en ellas el sentimiento por lo corporal, entonces es posible, André, que estas vidas regresen a la normalidad en una sola noche, pero también lo es que haya que aceptarse un grado de demencia aún más profundo.
El médico toma estas pruebas bajo su propia responsabilidad.
Piensa: aquí de todas formas ya no hay nada que perder.
Pero ya ves cómo reaccionan.
Ni una sola mujer se abre.
Así que no es posible elevarlas en el amor.
Este sabio recorre ahora un camino natural e intuye la vida humana con mucha profundidad.
Y eso es lo que precisan todos estos enfermos.
Debe de ser posible llegar a ellos por medio de otra conciencia.
No hay nada por encima del amor, porque es “universal”.
A esta gente no se la puede alcanzar ahora por medio de la castidad, que a veces es de una degeneración animal, porque ya no entienden el organismo.
No quieren tener sentimientos corporales, porque eso les parece horrible.
A estas personas les gustaría limpiarse día y noche, porque tienen la sensación de ya haber sido contagiadas por su entorno.
En el caso de seres mayores, o sea personas entradas en edad, donde el organismo empieza a dormirse, estos métodos no pueden aplicarse, porque lo corporal los rechaza.
Esto, claro, cambia mucho cuando empieza a hablar el mundo astral.
Cuando llegan a estar poseídas, entonces son vividas, pero en ese caso la reacción natural es inconsciente.
Es decir: ¡no lo viven ellas mismas!
Entonces son vividas, pero la personalidad no llega a darse cuenta.
Te repito que es una prueba del médico, por la que quiere hacer despertar a esta vida.
Este hombre al menos hace algo, otros solo miran y agitan la cabeza.
La locura también tiene siete grados de profundidad.
Cada loco vive dentro o debajo de uno de estos grados.
Cuando se vive el grado más profundo ya no se puede ayudar a los enfermos.
Así que unas están abiertas a esta prueba, otras no reaccionan.
Se han disuelto en su santidad y han renunciado a todo lo corporal, hasta que les sobrevino la locura.
Pero ¿es esa la intención?
—¿Es que estas mujeres no son puras, Alcar?
—¿Quieres decir si continuaron siendo puras para la vida material?
—Sí, Alcar.
—Aunque lo fueran, André, en su subconsciente son capaces de cualquier cosa.
La conciencia diurna se ha vuelto loca ahora, el subconsciente está abierto para lo animal.
Si el médico puede vencer el yo de la conciencia diurna en esta paciente, entonces se encontrará con que está completamente poseída.
Pero eso no es tan tremendo como esta locura, porque la persona poseída algo experimenta, mientras que estas enfermas están muertas en vida respecto a la vida material y espiritual.
Descendieron en la frialdad de la muerte y aun así siguen pensando que viven, y supuestamente en aras de Él, quien les dio la vida para ver y sentir.
Dios ve a estos pobres de espíritu y piensa: ‘¿Qué hacen (hacéis) con su (vuestra) vida?
¿Ha sido este Mi deseo?
¿Cómo recibieron su (recibisteis vuestra) vida?
¿Por el viento?
¿Llegaron (llegasteis) a la tierra para vivir al margen de la creación?
¿Quién les (os) dio un organismo para la vida en la tierra?
¿Es para malgastarla?
Manéjenla (manejadla) y desfóguense (desfogaos).
Eso servirá para aprender y para no poner el listón demasiado alto’.
¡Todo este “monjismo” y “curismo” es adentrarse en un callejón sin salida en el espacio!
Y esta gente de aquí ya se han estrellado mortalmente antes de comenzar su camino.
Ya no albergan vida; no saben nada de la vida.
El ser humano en la tierra tiene que intentar primero amarse a sí mismo de forma normal y después la vida de Dios.
Entonces el ser humano jamás tendrá que temer que no se viva lo bueno, porque las leyes para la materia y el espíritu son de todas formas ineludibles.
¿Qué hace toda esta gente?
¡Se deforma a sí misma!
Se engañan y se exceden en kilómetros de altura cuando ponen el listón; así es como luego se desploman en esta insignificancia.
Si hubieran recibido la enseñanza de que el alma como ser humano está obligada a recibir la vida y a participar en la creación, entonces no se habría vivido este recaer.
Ahora ha ocurrido lo peor.
Cambiar algo en esto está demasiado alejado de lo cotidiano.
Es un camino resbaladizo que no se puede pisar.
Imagínate por una vez, André, que este sabio fuera capaz de cosechar éxito, aun así se encontraría ante un caos, porque la sociedad no acepta esto.
Unos sienten algo por el amor, pero otros no llegan a desprenderse de su santidad y conservan su delirio religioso.
Al hombre no se le siente, y la vida de la madre se ha castificado y es muy inconsciente.
En esta santidad esta vida ha aceptado plenamente el cien por cien y se ha perdido a sí misma.
Algunas personas han llegado a un máximo del setenta y cinco por ciento, pero la mayor parte perdió el equilibrio material.
Aun así se sienten inmaculadas, aman y querrían entregar la propia vida a su Dios, pero apenas diez segundos después ya se han olvidado de ellas mismas y descienden al instinto animal.
Ahora trabaja el subconsciente y se desarrolla en toda su plenitud; por lo tanto, en el fondo no hay cuestión de nada inmaculado.
Quien diga que estas mujeres son inmaculadas se engaña, porque la vida interior vive de todas formas el mundo material, aunque el ser humano no llegue al acto en sí.
Y esta gente, André, suele haber sido en vidas anteriores cura o monja.
Ahora han regresado a la tierra y buscan la verdad.
No son aptos ni para una cosa ni para la otra, lo cual veremos más adelante también en los homosexuales, porque ese ser humano tampoco sabe qué hacer con el organismo.
Pero es el amor por aquello que quieren poseer, aceptado por todas esas personas, pero en el que se perdieron.
Todos esos rasgos de estas vidas yacen truncados bajo el poder y la fuerza de esta locura.
Ya no hay ni un solo rasgo que siga siendo consciente, lo cual sí suele pasar con otros locos, aunque en su caso pueda producirse la demencia total a causa de la incidencia astral.
Por eso te decía que estos son los más infelices entre todos los grados enfermizos.
Estas personas buscan a Dios y se estrellan.
Otros buscan pasión, trascienden lo cotidiano y lo animal, y luego entrarán en los grados de vida más elevados.
Y ¿qué grados se hundieron más?
¡Estos!
¡Estas vidas naufragaron por Dios y la culpable de esto es la iglesia, porque la condena sofoca cualquier vida!
—¿No se puede ayudar a ninguna de ellas, Alcar?
—Ni una sola, André.
Porque te dije que ya no es perceptible ni un solo rasgo de su carácter.
¿Cómo vamos a conseguir contacto con los rasgos principales?
Cuando no se siente amor, el ser humano es un muerto en vida, y entonces este no es alcanzable.
Pues bien, todas estas personas han depuesto lo normal respecto a la plena personalidad.
Ya no hay nada en ellas que aún posea vida; no quitan ojo a su deseo, pero no ven nada, y se disuelven por completo en él.
¡Estas vidas carecen de alma, están vacías al cien por cien!
Este disolverse por completo tiene por meta lo definitivo en un solo estado; para ellos: la religión.
Quien desee esta vida se desprende del organismo y desaparece entonces en la nada absoluta.
Esta gente posee la nada y sin embargo pensaba estar viviendo el todo.
Vete en contra de esto y vivirás que estás arando en el desierto.
¡Un trabajo imposible!
Podríamos escribir un libro sobre este estado.
Pero considero que esto es suficiente, y supongo que me habrás comprendido.
Si me pusiera a analizar cósmicamente esta personalidad, no terminaría de hablar nunca.
Porque solo entonces llegaremos a conocer el porqué y el para qué de esta vida, pero eso, a su vez, es demasiado profundo y no es necesario ahora.
Pero sí te lo puedo explicar en dos palabras, a saber: todos son débiles de espíritu.
Su estado general nos conduce ahora a la reencarnación, de la que ya hablé, porque ahora viven su propio pasado, aunque estén desprendiéndose de la iglesia y de esta locura.
Es por esto que estos seres tienen que volver a la normalidad, mientras que otros también reciben la oportunidad de hacer disolver otras anomalías por medio de la reencarnación, y entonces viven su yo material y espiritual de la conciencia diurna.
Para eso está el ser humano en la tierra.
Es imprescindible vivir las leyes de Dios, o jamás llegaremos al grado espiritual de nuestra vida, que es la primera esfera de este lado.
Pero el correspondiente despertar, André, atraviesa todos estos grados de demencia.
Eso te va a quedar claro durante este viaje.