La madre Jet y su pequeña

La madre Jet ha leído los libros de André, y es muy natural que ella, dado que André vive cerca, pase de vez en cuando para hablar con él.
Ella pregunta entonces animadamente sobre su hija, discapacitada mental.
Cuando acudió a verlo por primera vez, preguntó a André si podía ayudar a su tesoro, pero el maestro Alcar dijo que de momento solo podría ofrecerle alivio.
Podía mejorar, pero eso tomaría cierto tiempo.
A la madre Jet eso le parecía horrible, pero ya le resultaba un consuelo que André diera fuerza a su niña, porque hasta ahora la pequeña Jet había tenido que arreglárselas por su cuenta.
Ahora iba a ser ayudada y entonces todo le resultaría algo más fácil.
A la mañana siguiente de la primera visita de la madre Jet, cuando André entró a la casa de esta, su niña estaba descansando sobre el diván.
Le había hablado a la pequeña Jet de la visita, pera esta no reaccionaba ante nada.
Cuando André se acercó para ayudarla le dio la espalda y empezó a llorar.
Así que la pequeña daba a entender que no quería ser tratada.
André estuvo hablando un poco con ella para que se relajara.

—No te hago nada, niña, solo quiero darte algo de fuerza.
La niña se gira y mira a André con su mirada penetrante y a la vez suave.
‘Mira esto’, piensa André.
‘Qué ojazos tiene esta criatura de treinta años; ven detrás del velo y son capaces de sondar el ser humano de la tierra’.
Jetje, la hija, dice de pronto:

—¿Quiere ayudarme?
¿Quiere ayudar de verdad?
No podrá hacerlo.
¡Tengo que hacerlo yo misma!
‘Toma, chúpate esa’, piensa André.
La madre Jet se siente incómoda por la actitud de su hija.
Ella le dice que un tratamiento la sentará bien.

—André es un hermano tuyo, tienes que entregarte.

Jetje vuelve a clavarle la mirada.
André se habría sentido cohibido de no haber sido porque podía seguir su manera de mirar.
Pero era capaz de captar su personalidad.
Empieza un juego con ella y le obliga a bajar la mirada.
Jetje vuelve a decir de pronto:
—Veo los infiernos y los cielos en usted.
—¿Dónde los ves, Jetje?

Y para sorpresa de su madre y de André reacciona con mucha agudeza:
—¿Dónde los ve usted?

Le da un tirón de orejas a André.
¡Tiene que hablarle de usted!
Entonces Jetje añade de inmediato:
—Ahora puedes ayudarme.
Todo esto es una revelación para André.
Pero ¡qué sensible que es esta chica!
Cuando Jetje dijo: “¿Dónde los ve usted?”, André le envió una sensación de dolor —su pena— porque ella no quisiera aceptarlo a él.
Y entonces Jetje reaccionó de forma inmediata diciendo en voz alta: “Ahora puedes ayudarme”, como si se arrepintiera de haberle castigado a André con sus palabras.
André piensa: ‘Qué profundidad, hay que ver lo hipersensible que es Jetje.
No es de extrañar que sufriera interferencias por parte del mundo astral.
Esta criatura en el fondo debería estar irremediablemente loca.
Pero ahora su inmaculada conciencia tiene que salvarla de una ruina total.
Esta chica es un milagro y sus sentimientos son excepcionales.
Otra vez voy a aprender muchas cosas’, siente ya, ‘y haré todo lo que esté a mi alcance por ella’.
Jetje se entrega.
Empieza a sollozar durante el tratamiento y las lágrimas le caen por las mejillas sin que pueda contenerlas.
André se concentra en sus sentimientos y, mira, Jetje se serena.
Ahora él ve al maestro Alcar y este dice:
—¿Sientes su profundidad, André?
No está demente, hijo mío.
Es un estado de debilidad mental, de debilidad de la personalidad.
Esta personalidad no resiste la violencia bruta de la tierra.
En el fondo esta vida es demasiado dura para ella, y por eso se derrumba de tiempo en tiempo.
Lo que nosotros podemos hacer es darle fuerza.
No podemos hacer que ahora ya se venza a sí misma, porque eso todavía no es posible.
Jetje tiene pasar este trance.
Hay muchas personas que se encuentran en este estado y a todas tuvieron que encerrarlas periódicamente, porque pueden perderse repentinamente.
Entonces vuelven a desaparecer en sus propias profundidades y también pueden ser atacadas por el mundo astral.
Así que esta sensibilidad es la debilidad de la personalidad, pero también es el sentimiento por medio del cual hablamos nosotros.
Es la sensibilidad mediúmnica.
Pero esta no le sirve de nada a ella, porque sucumbiría.
La vida terrenal incluso es demasiado dura para ella.
Ahora ha vuelto a rebelarse.
Pero ¿sabes por qué ha vuelto a rebelarse y por qué percibe de forma clarividente?
Hay muchos grados espirituales que ahora se manifiestan y que le faltan en el estado material.
Este hundirse en ella misma la hace muy sensible y aquello mismo es entrar en comunicación con nuestro mundo.
Cuando vive en eso lo pasa fatal.
Es cuando tiene que vivir muchos mundos a la vez y procesarlo todo durante su enfermedad.
Pero si puede seguir siendo en esto ella misma tampoco se trata de que se le encierre, pero si es atacada se pone salvaje y rebelde.
Ahora son las menstruaciones por las que la personalidad se ve trastornada, lo cual tiene que procesar interiormente.
Es este empuje natural por el que la criatura se ha rebelado.
Probablemente, la intuyes y entonces comprendes que estas enfermedades no son tan sencillas.
Es su personalidad la que tiene que procesar todo, lo que la hace más fuerte.
La experiencia es para esta vida y para muchas otras personas la sanación.
Pero te digo: no es posible que Jetje se vuelva loca, porque para ello su vida interior ha alcanzado una altura demasiado elevada.
Pero muchos otros aún no poseen estas fuerzas del alma y empiezan a estar poseídos por una personalidad astral.
Solo puedes aliviarla, André, y eso no más que hasta cierta altura, porque entonces Jetje tiene que volver a poder valerse.
Quiero que la ayudes, porque por medio de ella conocerás numerosas leyes.
Vale la pena seguirla.
Constataremos que Jetje no está enferma, sino que esta personalidad aún tiene que despertar para las leyes terrenales.
Su vida interior es tal como la tenemos nosotros: astralmente inmaculada.
Reza día y noche, y conoce a su Dios de amor.
Es tan profunda como el espacio mismo, pero en él tiene que asimilar la conciencia requerida, de tal modo que esta vida llegue a la armonía material y espiritual.
Cada pensamiento que tú emitas ella lo puede captar.
Así que acuérdate de emitir tus propios sentimientos de forma consciente, para que no interfieras con ella.
Su vida es como la del ser humano de la primera esfera.
Ella se ha desprendido por completo de la tierra.
Su vida interior podría servir para los dones espirituales, pero ya te dije que ella para eso es demasiado débil.
De ahí que jamás empezaremos con eso.
A pesar de la debilidad de su personalidad, están en ella esas fuerzas, al igual que esa sensibilidad.
Y esa sensibilidad aún no se comprende, porque la ciencia todavía no conoce este estado y por tanto tampoco tiene una curación correspondiente.
La vida en la tierra tiene que reforzar su conciencia interior.
Comer y beber y todo aquello que es parte de esta vida refuerza su capacidad de vivir.
La personalidad lo absorbe todo.
Este ser vivió el sacerdocio en la vida anterior.
Entonces se blindó ante cualquier pensamiento material, pero para eso tiene que volver ahora a la tierra.
Así que tiene que llegar a conocer las leyes materiales, como todos.
Dios quiere que vivamos Sus leyes.
Está claro que para eso tienen que volver a la tierra millones de almas, porque todas esas personas desconocen la verdadera vida y no comprenden nada de las leyes de Dios.
Jetje no podrá absorber toda esa santidad; no será madre, porque también eso la haría sucumbirse.
Hay miles de problemas que tienen que ver con su vida material y con su vida respecto a nuestra conciencia, y ella vive todas esas leyes al haber alcanzado esta sintonización.
Si me intuyes, André, comprenderás lo que quiero decir y cuál es su estado.
Para mí de lo que se trata es hacerte vivir esos problemas y explicártelos, para que luego estés preparado para ir conmigo a esas clínicas psiquiátricas donde están encerrados todos estos grados de vida sensibles.
Solo entonces obtendrás una idea de la demencia y de lo que significa en realidad.
De esa manera llegarás a conocer y a comprender los grados vitales materiales del ser humano en la tierra.
Esta es una escuela de un valor y belleza sin precedentes, porque estas vidas nos conectan con el espacio y con todas las leyes del mismo creadas por Dios.
Así que Jetje es una criatura de las esferas.
No es apta para la vida terrenal, porque se encuentra fuera de esta vida.
No puede trabajar en la tierra, pero ya lo ves: de esto también se ha encargado Dios.
Le ha tocado una madre que la comprende y que le da todo su amor.
Los medios para ello están presentes, por lo que Jetje puede vivir su estado sin que nadie interfiera.
Otros lo tienen mucho más complicado, pero ella vive la gracia de las esferas, que ella misma se ganó.
Tienes que seguirla en todo y la madre Jet siempre te hará preguntas.
Entonces responderé todas esas preguntas.
Por el momento basta.
Así que piensa que los pensamientos que emitas ella los captará.
De ese modo es posible que interfieras con ella, pero tienes que intentar purgarle lo terrenal y estar suficientemente preparado para poder acogerla del todo.
Durante un tiempo podrás darle fuerza, pero esta ya no hará falta más tarde, y entonces Jetje se valdrá ella sola (—dijo).
André la conoce ahora; ya sabe lo sensible que es esa niña, y con eso sintonizará.
Se va rápidamente y deja solas a las dos mujeres.
Por la tarde pasa un momento la madre Jet.
Quiere saber lo que él piensa sobre su hija.
André se sienta para hablar con ella y el maestro Alcar le hace sentir cómo tiene que acoger a la madre Jet.
También ella es una enorme personalidad, y es consciente.
Para André ella es un gran milagro, inagotable, de amor.
—¿Qué te parece mi hija Jetje, André? —pregunta para empezar.
—Es un problema muy grande, Jet.
Oh, no te asustes, solo quiero decirte que Jetje vive en numerosos problemas.
Claro, no es posible explicártelos todos de pronto.
Pero ya volverás a verme para hacer preguntas y así irás conociéndola poco a poco.
Puedo decirte, en primer lugar, que tu criatura no se va a volver loca.
—¿Lo dices en serio, André?
Qué feliz me haces con eso.
La madre Jet empieza a llorar, pero André dice:
—¿Por eso tienes que llorar?
—No es tan difícil de imaginar, ¿no?
—Si te pones a lloriquear no hablaré contigo.
¡Las personas sintonizadas espiritualmente son capaces de procesar sus lágrimas interiormente!
—No hables así, André, eres un apoyo muy grande para mí.
Tus libros me han hecho muy feliz.
¿Me contarás muchas cosas sobre eso?
¡Estoy tan contenta, André, he tenido tanto miedo todos esos años!
Ya te lo podrás imaginar.
Una y otra vez piensas que tendrá que irse de nuevo para ser ingresada entre todos esos pobres enfermos.
¡Es tan terrible!
¿Así que la pequeña Jet no se va a volver loca?
Gracias a Dios, oh, chico, ¡qué peso me has quitado!
¿Lo ha dicho el propio maestro Alcar?
—Sí, Jet.
Aun así, a tu criatura la podrás perder de vez en cuando.
Tendrás que tenerlo en cuenta.
Son de esas depresiones temporales.
En el fondo no puedo hacer nada por ella.
Lo que sí puedo ofrecerle es alivio.
La ayudamos a cargar.
Y eso solo durante un cierto tiempo, porque después tendrá que valerse ella misma.
La pequeña Jet recibirá esa fuerza.
—Me has quitado un peso de encima, André, ¿te lo puedes creer?
—Me lo creo, Jet, y puedes aceptarlo del maestro Alcar.
—He asimilado por completo tus libros, André.
Y aun así, no me canso de oír cosas.
Ya los he leído diez veces y vuelvo a empezar una y otra vez, siempre son diferentes.
Menuda tarea tan maravillosa que tienes.
—No tienes que alabarme tanto, madre Jet.
Se ríe de felicidad y responde:

—Qué fenomenal, André, así me tienes que llamar.
Es muy agradable.
Me encanta ser una madre para todo el mundo.
Llámame así, André.
He intentado encontrar en los libros la sintonización espiritual de mi hija.
No me creía que fuera a enloquecer, pero ahora estoy segura.
Esto lo asumo incondicionalmente.
Lo que diga un maestro que ha descrito todas estas leyes por medio de ti, también son leyes para mí.
No es posible que un almita como la de ella se estrelle, ¿no?
Jetje es muy cariñosa y sensible como no puedes imaginarte.
—Pude comprobarlo esta mañana, Jet.
Alcar dice que ella tiene que asimilar la conciencia terrenal.
Ya comprenderás lo que eso significa.
Ahora que has leído los libros todo te ha quedado claro y podemos hablar, de lo contrario no habría podido contarte nada de esto.
En su vida anterior fue una sacerdotisa, una monja, y no tuvo experiencias.
Unas vidas antes también fue sacerdotisa, por lo que se desprendió de las leyes materiales que tenemos que vivir los seres humanos, si queremos despertar para la creación de Dios.
¡Las monjas y los sacerdotes no viven ninguna cosa!
¡Todas esas personas están muertas en vida!
Se encuentran al margen de la vida.
Esas personas no viven la vida material como nosotros, y sin embargo piensan que forman parte conscientemente de este espacio y de los millones de leyes contra las que en cambio se han blindado.
Si estas personas hubieran sido madres en una de sus vidas, esa figura aparente de ahora ya se habría disuelto y habrían hecho por sí solas la transición a una vida natural.
Pero se “casan” con Cristo y pisotean la sagrada maternidad.
“Casarse” con Cristo es una majadería de primera.
No hace falta que te lo diga.
¿Quién va a poder casarse con Cristo?
Ese acto simbólico de ellos carece de sentido para el otro lado.
Alcar dice que así se anulan por completo y que Dios no dio el organismo al ser humano para eso.
Este es uno de los principales problemas de la pequeña Jet.
Pero hay muchos otros.
Te los tendré que aclarar de vez en cuando para que llegues a conocer a tu hija.
—Qué maravilloso, André.
¿Se te concedió verlo esta mañana?
—Cuando traté a la pequeña Jet el maestro Alcar me conectó con su vida y me mostró su pasado.
Este es ahora visible para ti y para mí, pero tienes que poder comprenderlo y aceptarlo.
Podrías escribir un libro sobre eso, madre Jet.
Hay tantísimo material, dice mi maestro, que jamás acabas de escribir si quieres tratar y analizar a la joven de forma cósmica; es decir, la vida del alma de Jetje, su personalidad espiritual y terrenal.
¡Todo es imponente!
Esto lo podemos recibir de forma consciente, mientras la ciencia no sabe nada al respecto.
No puede aclararte su vida interior.
Los médicos solo ven a una enferma que es débil mentalmente, pero ¿por qué lo es, Jet?
¿Por qué se encuentra la chica en este estado?
Son problemas espirituales, las leyes de la personalidad en las que vive ahora y que no puede eludir.
Tiene que superarlo, porque esto la hará despertar.
Miles de personas, dice el maestro Alcar, que se consagran a Cristo no viven nada de la vida material.
Aun así, ninguna de ellas puede acceder a las esferas de luz si no se han vivido las leyes de Dios.
Así que la joven Jet conoció la maternidad en vidas anteriores, o tendría que volver una vez más a la tierra.
—Qué profundo y justo es todo eso, André.
—Así es, madre Jet, y siento que el maestro Alcar me ha elevado ahora en su vida, porque hace unos segundos yo tampoco apenas sabía nada de eso.
No hemos hablado todavía de estas leyes, aunque Alcar me ha dicho que más tarde también me explicará esos problemas.
Es poderoso y juntos viviremos más de estas revelaciones, porque contigo puedo hablar.
—¿Lo dices en serio, André?
—Claro, cariño, pero esto solo puede tener lugar cuando tengo tiempo para ello.
A veces tendrás que dar media vuelta y no recibirás ni una sola palabra de mí.
Ten también en cuenta que lo que te dé hoy te lo quitaré mañana si veo que vas llorando por ahí.
—Seré fuerte, André, y haré todo lo que pueda.
—Eres una madre estupenda.
—¿De verdad?
—¿Que si lo digo de verdad?
Veo pocas madres como tú.
La mayor parte de la gente tiene miedo de pensar, y cuando hablo con ella no es capaz de aceptarme de lleno; entonces me detengo.
Pero tú permites que nosotros sometamos tu vida a hachazos.
Eso es lo poderoso de tu carácter, de tu personalidad entera.
Esas propiedades también las tengo yo, o no podría haber servido de instrumento.
Cuanto más someta el maestro Alcar mi vida a hachazos, más lo prefiero.
Eso me hará despertar y desarrollarme.
Porque sé que no me atacará para nada.
Es un padre y una madre para mí, y un gran maestro.
Pero sí es severo cuando se trata de las leyes de Dios y de la tarea que se me ha cargado en los hombros.
Aun así, todo está bien, muy bien incluso, porque quiero que me partan.
Conozco la vida después de la muerte, madre Jet, y créeme: he tenido que recurrir a mi sangre vital para esta sabiduría, aunque muchos piensen que la mediumnidad es de lo más sencilla.
Porque lo que se dice es que todo lo recibimos a cambio de nada.
Pero sí que conozco a personas que son como tú.
Hay muchas madres a las que les gustaría entregar su vida para este trabajo.
A todas les gustaría hablar conmigo día y noche, pero eso es imposible, porque entonces ya no podría hacer nada.
Pero llegará un tiempo en que pueda centrarme por completo en hablar y entonces los maestros del otro lado vendrán a la tierra.
Entonces se moverán entre nosotros y se dirigirán a la masa.
Lo que vivirás entonces, Jet, rayará lo increíble.
Creo que en unos años habré alcanzado esa altura, pero entonces viviremos otros tiempos.
Los maestros te elevarán entonces en sus vidas y las personas que vivirán estas poderosas cosas pensarán estar en comunicación con Dios por lo imponentes que son las cosas que cuente el otro lado.
Entonces estaré abierto para cualquiera y podré entregarme por completo a ese trabajo.
Es lo más elevado que se puede alcanzar, para mí y mis oyentes.
Entonces vivirás milagros espirituales, madre Jet, y recibirás la sabiduría más elevada de todas.
Entonces ya no será posible elevarse más, estaremos cósmicamente conectados.
Es más: hasta el “Omnigrado” divino hablará a tu vida.
¿Puedes aceptarlo?
—Todo lo que me dices, André, me es entrañable.
Lo creo, no: lo sé, porque eres un ser humano dotado.
—Cuando oyes hablar al maestro Alcar por medio de mí, madre Jet, te caen las lágrimas por las mejillas.
Ya solamente porque sabes que soy hijo del campo, que no he aprendido nada y que aun así soy capaz ahora de recibir sabiduría cósmica de la que nadie ha oído ni leído nada en toda la tierra.
Incluso el afamado Oriente no sabe nada de eso, ni una palabra.
Esta sabiduría es para este siglo y será revelada más adelante.
Cuando hablan los maestros, madre Jet, sientes que se te han abierto los cielos.
Es sorprendente, porque entonces te revelarán las leyes de Dios.
Más tarde me oirás hablar en trance.
Ahora sucede bajo inspiración, y en esta también tengo tres grados, para que el otro lado me pueda alcanzar siempre y en cualquier momento.
Los cielos, madre Jet, te acogerán y te mecerán con delicadeza, tal como hace una buena madre con su criatura.
Los cielos, llenos a rebosar de delicias, conmoverán al ser humano por medio del amor que entonces se revelará en la sabiduría cósmica.
Ay, quisiera que ya hubiera llegado el momento.
¿Me crees?
—Sí, André.
Ya conozco tu fuego sagrado para dar absolutamente todo a la gente.
—Pero ahora otra cosa y para lo que en el fondo estás aquí.
Si has comprendido todo esto, Jet, sentirás que tu hija vive entre dos mundos.
Durante su hipersensibilidad se desprende de las leyes terrenales y entonces se mueve o se encuentra en el mundo espiritual, al que sin embargo no pertenece.
Para vivir tanto aquí como allí desde un solo estado hace falta mucha fuerza y concienciación espiritual.
La joven Jet es fuerte, está bien sintonizada con la vida espiritual, más elevada, si no ya habría sucumbido hace tiempo y la podrías haber declarado loca.
Ya te dije: su vida interior es como la de un niño: inmaculada y consciente, sintonizada de forma naturalmente pura con la creación de Dios, con toda la vida a su alrededor.
Y esa es ahora su salvación y su propia protección.
También has de aceptar que a veces sea mucho más sensible que unas horas antes.
Hay diferentes problemas —que también son en el fondo leyes, cuestiones vitales fundamentales— que le dan esta sensibilidad.
Cuando llegan las menstruaciones, entonces lo corporal predomina sobre el interior, lo cual no puede procesar de golpe.
Así que es por eso que se ve trastornada su conciencia diurna.
Es cuando la ves irritable, buscando a tientas su personalidad que por regla es tan tranquila, y entonces no se puede encontrar a sí misma.
Ahora tienes que comprenderla y querer acoger su vida, o ambas entraréis en colisión, lo cual le crea a ella tristeza y estrés.
Si conoces todas estas leyes y estos fenómenos, estarás en condiciones de dar en todo momento consejos y fuerza a tu hija.
Después de eso ya no se sentirá ni sola ni torpe, lo cual es muy urgente y ante lo que siempre tendrás que estar sobre aviso, porque ¡los complejos de inferioridad no servirían más que para deshacerla!
En este instante está muy alejada de la tierra.
Vuelve a vivir entre dos mundos y te da respuestas desde allí.
Ahora mira a través de las paredes y obtendrás de ella una respuesta que te dará vértigo.
¿No es así?
—Exactamente, André.
¿Pudiste constatarlo esta mañana?
—Así es, madre Jet, el maestro Alcar me explicó su sensibilidad.
Y Jet hija es tremendamente sensible.
Esta mañana viví algo muy hermoso.
Tú ni te diste cuenta.
Viví con ella un milagro astral, porque de alma a alma fuimos uno.
Te voy a dar un ejemplo, para que veas cómo es tu hija en realidad.
Cuando la quise tratar y la tuteé me dio un tirón de orejas.
Seguramente que ya lo oíste.
Dijo:
“¿Y dónde los ve usted?”.
Puso el énfasis en “usted”, y la comprendí en el mismo instante.
Aparentemente no significa nada, pero aun así merece la pena para la joven Jet.
Es en esto donde se encuentra y vive su personalidad.
Te demuestra que su espíritu funciona completamente normal y que seguramente no está loca.
Sabe a la perfección lo que hace.
Pero en ese instante le hice sentir que me hacía daño.
Le hice saber espiritualmente, o sea, de forma astral, que no soy tan descarado y que respeto a todo ser humano.
Le hice sentir que me gusta anular todas las cosas convencionales, que prefiero penetrar de inmediato hasta la personalidad para vivir el ser en sí, para que la otra persona se sienta tranquila frente a mí y se pueda entregar del todo.
Ahora sigo lo que se hace de este lado; es el descenso directo de alma en alma, el ser uno con el espacio y entonces ya no tiene importancia lo terrenal y humano, que entonces tampoco ya es capaz de erigir un muro material.
Ya lo habrás comprendido: entonces estamos ante la realidad.
En ese momento nos hacemos hermano y hermana.
Jetje me comprendió.
Se recuperó como un rayo y se entregó por completo a mí.
Dijo que si quería podía tratarla.
Pero ¿comprendes lo que pasó en esos segundos?
Le hice saber que quería evitar cualquier tipo de distancia.
Desde la altura me colocó en mi sitio y yo a ella la acepté, pero regresé a su vida mediante un breve rodeo espiritual.
Yo también actué como un rayo y deposité en su vida aquel único sentimiento que partía de mí y que tocó su profunda vida.
Absorbió mi aura como pensamientos y entonces me respondió.
Seguí este transcurso e hice que la joven Jet empezara a verse a sí misma.
Recuperó su propia personalidad, porque le hice sentir que su observación me había dolido.
Mis pensamientos, animados por mi maestro, la elevaron en lo siguiente:
“¿Es usted una hija de Cristo?
¿Ama usted Su vida y doctrina?
¿Cómo puede tratarme entonces usted así?
¿No estoy ante usted como un niño pequeño?
¿No soy su hermano?
Sondéeme, descienda en mi vida y actuará usted de otra manera frente a mi cordialidad.
¿Le estoy pidiendo una limosna?
¡He venido a sanarla!
¡Vengo en nombre de Él, ¡porque no soy un estafador!”.
Nuestros ojos, madre Jet, ya lo pudiste ver, se adhirieron los unos a los otros.
Nos estuvimos sondando, descendimos profundamente en el alma del otro y entonces la joven Jet me conoció a mí, pero también yo la conocí a ella e incluso muchas de las vidas que se le concedieron vivir.
Toda su vida estaba abierta ante mí, mientras que conmigo solo sintió aquello que yo quería que ella sintiera y viera.
El resto de mi vida ni lo pudo sondar ni percibir porque mi vida era demasiado profunda para ella.
Sin embargo, se nos concedió vivir esos milagros en aquellos escasos segundos, y entonces ella se entregó.
Seguidamente la traté, pero entonces se sintió abrumada y empezó a llorar.
Fue una reacción del todo natural que pude aceptar.
También sondé lo que hizo después, dado que me era imperativo saber si quizá me quería despistar.
Se puede controlar cualquier reacción del espíritu, y este control le resulta posible al maestro Alcar, por lo que yo en cambio vuelvo a ver y oír y se me conecta con la vida de esa otra persona.
Y entonces vivo milagros espirituales y puedo percibir que una persona ya no es profunda, aunque el alma como ser humano es inconmensurable.
Y esa inconmensurabilidad puede ser analizada por mi maestro, porque es un consciente cósmico.
Pero pensé: Hay que ver lo sensible que es esta chica.
Así que estuvimos hablando espiritualmente, madre Jet.
Éramos uno y estábamos conectados, de lo que tú no pudiste sentir nada, aunque estuvieras a nuestro lado.
Entonces el maestro Alcar me explicó su estado y llegué a ver su interior de aún otra manera.
Te lo digo ahora: la pequeña Jet es capaz de saberlo todo, todo, todo de tu vida, porque lo absorbe de tu conciencia.
Sobre todo cuando le entra la sensibilidad astral y se despide, por así decirlo, de nuestro mundo, pero entonces será intratable para ti.
Ahora estás tú ante esta sensibilidad y ante su estado estresado, y tendrás que poder actuar como madre, ¿no?
Quiero ayudarte con eso.
Te desarrollaré espiritualmente, madre Jet, hacerte tan fuerte para tu hija como nadie más podrá hacerlo.
Solo entonces podrás dar un paseo con esta vida por la naturaleza.
Entonces la sentirás y comprenderás, y podrás ofrecerle la respuesta adecuada, porque ahora ella te resulta de una profundidad inescrutable durante su reacción más elevada de los sentimientos.
Durante su sensibilidad está abierta al otro lado.
Entonces la joven Jet es como una flor de las esferas.
Y ¿sabes, madre Jet, cómo actuarían las flores de las esferas ante nosotros, los seres humanos materiales?
—Pues no, André, dime.
—En las esferas, madre Jet, las flores hablan a nuestra vida y conciencia.
Sienten nuestro amor por la vida de Dios.
Ay de aquellos que tengan y emitan pensamientos equivocados.
¿Qué hace entonces una flor?
Cierra su cáliz, se inclina y empiezas a tener la sensación de que te va entrando la repugnancia.
Entonces puedes partir.
La vida de Dios te desterró del paraíso.
Y es lo que sabe hacer la joven Jet.
Si no llegas a ser uno con sus sentimientos, madre Jet, entonces estás impotente ante esta personalidad.
Pero si ahora llegan a su vida tus propias virtudes entonces sí podrás acogerla por tu gran amor.
Tú, la Jet mayor, siempre te inclinas ante tu hija y de eso no es capaz cualquier madre.
Y por eso siento admiración por tu vida.
Me inclino ante tu gran amor y quisiera decirte a pleno pulmón: ¡No dejes de hacerlo nunca!
No te canses jamás, porque la joven se merece tu amor al cien por cien, ¡es parte de ti misma!
Y tú, mientras tanto, seguirás edificando de todas formas tu morada espiritual.
Te aseguro que eso te hará sentirte satisfecha después de tu muerte, porque entonces entrarás en la armonía eterna, en todo el amor que te haya sido dado, en la grandeza de tu carácter.
Así que si no acogieras a la joven Jet conforme a las leyes espirituales, si no te acercaras así a ella, entonces se blindaría y ya no podrías alcanzarla.
Si quieres protegerla y evitar que se hunda más profundamente, madre Jet, siempre tendrás que brindarle tu amor entero, aunque a veces te devuelva dureza a cambio.
Una vez más, te digo que en realidad no haces nada por ella; todo lo recuperarás, porque es imposible hacer nada por los demás.
Mucha gente no aceptará eso.
Aun así es la sagrada verdad y en el otro lado la gente tendrá que reconocerlo.
No ven que vivieron las leyes de Dios hasta que no llegan allí; el “hacer algo por los demás” es el despertar divino, el elevarse divino para la propia personalidad.
Es sentir amor y dar amor a todo lo que vive, a todo lo que Dios ha creado.
Si tienes ánimos de hacerlo, tendrás que rodearla siempre de amor, que has de dar con toda tu fuerza y al hacerlo deberás aceptar inclinar la cabeza.
De ese modo podrás alcanzar a la criatura, o te estrellarás contra su vida hipersensible y mística.
Yo también tengo que acercarme a ella de esa manera, o me echaría.
La joven Jet puede con todo durante su gran sensibilidad, pero en este estado aun no conduce a nada.
Todo esto significa para ella miseria, disarmonía; para mí son dones espirituales y sabiduría vital.
Lo que lleva dentro de ella es lo mismo que desbordan mis sentimientos.
Soy capaz de valerme, pero ella, en cambio, sucumbirá.
Te tiene que quedar claro, por tanto, que a veces podrá saberlo todo sobre tu pensamiento y sentimiento.
O sea, que eso se debe a que abandona temporalmente su conciencia terrenal y a que tiene que aceptar la espacial, la de la vida o la muerte.
¡Ahora se ha convertido en sentimiento!
La joven Jet se siente al instante clarividente, pero ahora cuanto más ve, más difícil se le pone.
Porque no es capaz de procesar todo eso.
Ahora ves el extraño fenómeno, Jet, de que esta hipersensibilidad es una enfermedad.
Si se pone enferma, entonces tiene más sentimiento, y este la mayor parte de la gente es incapaz de concebirlo.
Esta enfermedad le da a ella y a toda la demás gente a la que ha afectado más conciencia.
¿No es curioso eso?
Aun así es la verdad inmaculada.
Todas esas personas se salen entonces de lo directamente terrenal para su propia existencia y personalidad.
Van palpando otro mundo y sin embargo todavía viven en la tierra.
Se van hundiendo, pero ¿hacia dónde?
¿Puede seguir un médico a esta personalidad?
¿Es capaz ese hombre de hacer así como así un paseo cósmico que le permita analizar los sentimientos de este ser humano?
Aun así tiene que ser capaz de hacerlo, si quiere formular un diagnóstico correcto.
A nosotros nos queda claro que un experto solo es capaz de hacerlo de forma excepcional, es decir: el hombre que al margen de su sabiduría también se inclina por esas leyes, porque por lo general la ciencia no ha avanzado tanto aún.
La mayor parte de los expertos ven a Jetje ahora como una discapacitada mental.
Pero ¡no lo es!
Vemos que se eleva precisamente por encima de cualquier pensamiento material, lo que al experto le da la impresión de que la joven no es normal, porque ella no es capaz de procesar esa sabiduría.
Así que este estado no es un retroceso para ella, sino la entrada en una concienciación más elevada.
Es, si quieres que lo diga claramente, el abandono del yo de la conciencia diurna.
¿Intuyes ahora lo curioso que es el estado de la joven Jet?
Lo poderoso para nosotros es ahora que ella se pone enferma de cara a la sociedad, pero que es infaliblemente consciente de cara a la vida después de la muerte, y que puede mirar a través de las paredes de tu habitación, porque ya no hay barreras materiales para ella.
Te pregunto, madre Jet: ¿Es esto una enfermedad?
¿Puede aceptar la ciencia, el psiquiatra, que la joven Jet no está enferma?
¡Sus fenómenos nos muestran que no!
Por medio del maestro Alcar alcanzamos a averiguar el trasfondo espiritual de este misterio material, porque juntos vivimos este contacto.
Lo que se me ha concedido darte ahora, madre Jet, no te lo puede dar ni un solo médico, porque no está abierto a esas leyes.
Ahora los eruditos se estrellan, porque todavía no se atreven a aceptar esta respuesta.
Pero ya lo ves, solo la explicación espiritual es real, porque una persona “enferma” como la joven Jet tiene que vivir los empujes cósmicos cuando se desprende de la tierra y de los sistemas corporales.
Este gran misterio poderoso para la tierra vive entre la vida y la muerte; un misterio que no conoce ni mentiras ni engaños, que en cambio es la pura realidad, porque este suceso está en contacto con las leyes divinas, de las cuales es el fenómeno natural y espiritual.
¿Lo comprendes, madre Jet?
Entonces te tiene que haber quedado claro que la joven Jet es intensamente mediúmnica, pero que no es capaz de hacer nada con ello, porque aún no puede con una concienciación más elevada.
Y todo esto nace debido a que quiere evolucionar al margen de la vivencia de la creación, y eso significa que ahora tiene un retraso respecto de su vida.
Tiene que recuperar su tiempo perdido, y por eso está ahora en la tierra.
La joven vive ahora su propia sensibilidad, que pertenece a un grado tal que por ello ha avanzado más que muchas otras personas.
Pero esto todavía no se aceptará.
Eso no se puede ver y constatar hasta llegar al otro lado; para el entendimiento humano en esta sociedad sus fenómenos son sobrenaturales o pertenecen a un grado de demencia.
Lo primero tiene sintonización con la sensibilidad del espacio y del Gólgota, y eso lo hemos aceptado; lo último, en cambio, está basado en el torpe pensamiento del pragmático yo terrenal, que todavía se aferra a un cadáver.
¿Lo comprendes?
—Para mí es una revelación, André.
—Así que la joven Jet se va hundiendo, pero este abandono a las profundidades afecta su personalidad, los rasgos de su carácter, por lo que llega a estar directamente en la vida material y entonces tiene que actuar.
Y actuar así no es tan sencillo.
Su personalidad se desprende ahora de las leyes terrenales.
Si ahora hay trastornos corporales, entonces es que tiene que vivirlos y procesarlos, y mantenerse en pie, a pesar de ellos.
La menstruación ya le provoca estrés.
Esos fenómenos no los atrae el alma, no: es el espíritu o la personalidad la que tiene que vivir ese empuje material, procesarlo de forma natural, y ahora ella ni siquiera es capaz de eso.
A algunas mujeres las pone físicamente enfermas; la joven Jet lo procesa espiritualmente.
Ese empuje tiene una sintonización demasiado fuerte para ella, y rebota contra su vida interior.
Ahora se va hundiendo por ese impulso material y corporal, y entonces accede al mundo entre la vida y la muerte.
Se está sintiendo alejada de la tierra, con todas sus leyes, y de toda la gente.
Si ahora ella dijera algo desde ese mundo, no sabrías muy bien dónde meterte, y a veces no podrías responderle, porque tus sentimientos tienen una sintonización muy diferente.
La joven Jet siente y actúa de forma astral.
Y esta forma de actuar astralmente se ve como una enfermedad, una debilidad mental.
Así que si tuviera más fuerza de voluntad, entonces poseería conscientemente dones y podría servir como instrumento para el otro lado, pero también para eso le falta la concienciación más elevada, que aún tiene que asimilar.
Así que mientras se va hundiendo, madre Jet, vive en una concienciación más elevada.
Pero lo curioso de este caso, de su estado, es que la ciencia dice que es una discapacitada mental.
Sin embargo, ¿es cierto eso?
Hay una clara presencia de fenómenos espirituales.
Es que su hundimiento supone su manera de conectar con otro mundo, con la vida del otro lado.
Ese hundirse le da una sensibilidad más espaciosa, otra conciencia, con la que sin embargo no sabe qué hacer.
Lo que ahora es enfermedad para la tierra es para el otro lado sentir y palpar verdades de la vida más elevadas, la realidad oculta de lo vivido, de la cual la masa en la tierra aún no entiende nada.
A eso se añade que hay numerosos sucesos terrenales que la desequilibran, y también entonces se va hundiendo y se comporta con mucha torpeza, o se estresa mucho.
Ahora te tiene que haber quedado claro que para la joven Jet esto es desprenderse de las leyes terrenales y que no tiene nada que ver con la enfermedad.
¿Cómo tiene que tratar un médico una enfermedad con estos fenómenos?
De verdad que no es tan sencillo para un erudito, porque tampoco conoce todas estas leyes.
¿Comprendes lo que quiero decir, madre Jet?
—Ahora la veo de otra forma, André.
Tendría que haberlo sabido hace años.
Hay que ver lo poco que saben los médicos de la vida del alma.
—Esa gente no puede adelantarse a la ciencia, Jet.
Se sabe que tienen que poder demostrarlo todo de forma científica o ya no sería ciencia, y esta tiene que construirse sobre esta base.
En el futuro todo será diferente.
Pero eso no quita que mientras tanto haya muchos enfermos a los que se les trate de forma equivocada.
No se alcanzan a ver los problemas que tienen que ver con los sentimientos.
La realidad espiritual sigue sin tocarse, de modo que no es posible todavía hacer un diagnóstico claro.
De sí ser posible, se podría ayudar a miles de enfermos, porque entonces viviríamos el verdadero estadio, el núcleo espiritual del fenómeno y el grado de vida en el que se encuentra un enfermo.
Entonces el erudito podría ver detrás del fenómeno y acceder al subconsciente del espíritu.
Entonces tendría contacto con la vida y la muerte, y allí el ser humano terrenal tiene muchas posibilidades para elevar la vida con el fin de que haya armonía corporal y espiritual para el hombre trastornado espiritualmente durante los años que está en la tierra.
¿Lo comprendes, mi querida Jet?
Aquí hay lagunas para la personalidad que se han de rellenar.
Una vez que eso tenga lugar ya no hay cuestión de irse hundiendo.
—Eres un hacha, André.
—¿Y eso, Jet?
—Pues bien dicho que está.
—No he dicho ni palabra.
—Pero ¿qué me dices?
Entonces, ¿quién ha estado hablándome así?
Tú no has parado de hablarme.
—Y aun así, no sé de qué me hablas, madre Jet.
—Santo cielo, ¿a dónde quieres llegar, André?
¿Estabas en trance?
Pero ¿quién me hablaba, pues?
¡Qué hermoso fue!
He comprendido todo.
—Escucha, querida Jet, lo que te va a decir ahora el maestro Alcar.

—Fui yo quien le hablé, pero usted pensó que era André quien hablaba a su vida.
¿Es así?
—Sí, maestro —respondió la madre Jet, pero sin saber del todo si también ahora era el maestro Alcar quien le hablaba, porque André la estaba mirando con los ojos muy abiertos.
Sí que vio que le estaba cambiando un poco el rostro y que se le estaba desvaneciendo la mirada, que tenía ahora otra profundidad.
Entonces volvió a oír:

—¿Ve, madre Jet? Su hija vive en este estado.
¿Le ha quedado claro ahora?
Quería aclarárselo con este ejemplo.
Oye hablar a su hija y sin embargo no es ella.
En este estado Jetje es como una filósofa.
¿No es mi instrumento algo así?
Fíjese bien ahora, madre Jet.
Voy a retirarme y André va a continuar.
Yo ya me fui, pero nuestra conversación continúa.
Ahora me retiro aún más.

—¿Lo sientes, Jet?
De modo que es así: Jetje se va sumergiendo, pero para mí como médium eso es la retirada en la vida de mi maestro, o el ser elevado en ella.
Lo que el maestro Alcar demostró hace unos instantes es cómo se hunde la pequeña Jet.
Pero ahora ella tiene que vivir esta vida.
¿Comprendes qué fuerzas hacen falta para poder vivir la conciencia terrenal?
¿Comprendes lo que la joven Jet tiene que hacer para mantenerse firme?
Esta es la vida de la joven: su personalidad se desprende de la tierra, por lo que se aproxima al otro lado.
¿Y eso, madre Jet, lo consideran una enfermedad mental?
La joven no está enferma.
Está despertando para esta vida, vino a la tierra para asimilar esas fuerzas.
Ahora bien, cuanto más nos hundimos, más pronto nos encontraremos ante la verdadera demencia.
Esa conciencia, sin embargo, ella ya la asimiló durante vidas anteriores.
¡Así que no es posible que vaya a enloquecer!
A la madre Jet le saltaban las lágrimas.
Se sintió llena de gratitud.

—Por hoy ya basta. —Le llegó a André desde el espacio, y así actuó.
—Y ahora te vas, madre Jet, si no será pedir demasiado.
Será mejor que primero proceses esto.
Esto no solo es hermoso e instructivo para tu vida como madre, sino que además te pone fundamentos en el mundo astral.
Adiós, madre Jet.
La madre Jet vive sola con su hija.
Su marido la abandonó y le dejó la carga de cuidar a la pequeña.
De todas formas, ella piensa que también hay que ayudarlo a él.
No es capaz de odiar a ese hombre.
Jet ama todo lo que vive en la tierra y que Dios ha creado.
‘Menudo estúpido ese hombre’, piensa André, ‘abandonar así a esta madre.
¿Se cree este que encontrará en alguna parte una mujer mejor?’.
Pero eso no es, siente André, se trata de algo muy diferente.
Este hombre busca otro tipo de mujer.
Quizá ella le resulte demasiado buena, demasiado religiosa.
Ella no es a quien quiere tener ni amar.
La madre Jet es una revelación, una personalidad consciente y madre al cien por cien.
Es capaz de todo.
Y ¿se abandona a una persona así?
André se da cuenta de que ese hombre aún no es digno de ella y que desconoce los sentimientos de ella, porque todavía tiene que despertar para el grado de vida de ella.
Ese hombre solo puede ser feliz con su propia especie, y la madre Jet representa un grado más elevado de concienciación espiritual.
Jet dice: “Si volviera, ni siquiera sería capaz de estar enfadada con él y lo aceptaría con amor.
A fin de cuentas, es Dios quien nos ha reunido y un lazo así no se debe romper, pues”.
El hombre vive en la misma ciudad y una vez al año va a visitarlas; después no tarda en marcharse otra vez.
Hay que ver cuánta gente rara vive en la tierra.
Las personas buscan amor.
Pero cuando encuentran un amor que es tan grande que ni siquiera pueden con él, acto seguido lo vuelven a abandonar.
La gente que es así afirma, no obstante, que esa persona no tiene amor.
Pero las personas no se conocen entre ellas, es algo que todavía está pendiente; también tienen que empezar todavía con su propio despertar.
Han de estar abiertos a las sagradas verdades de la otra personalidad, y no tienen que perderse en su instinto animal.
Este no tiene nada que ver con la realidad consciente espiritual de la personalidad humana.
Esta es la brecha, según siente André, entre estas dos personas, que están una frente a la otra como hombre y mujer, y que no se atreven a exponerse ante Dios, porque el hombre se niega a amar de verdad.
La madre Jet está completamente abierta a él y se inclina ante las leyes de Dios y su maestro Cristo, cuyos pies ella quisiera besar.
Pero el hombre aún no puede aceptar por qué es necesario eso y lo deja de lado, mientras busca y palpa, sin parar, toda su vida, hasta que él también se encuentra ante la muerte.
—Madre Jet, ¿qué ve allí en el espacio?
¡Mire como va de un lado para otro!
¿No le gustaría servirlo, ayudarlo, para que también él consiga un sitio en Getsemaní?
“Vamos...”, le lanza ya desde lejos, “... no ves que mi vida siente, que quiere dar amor?
¿No fui allí tu alma y tu vida?
Puedes seguirme e inclinar la cabeza ante Él, quien nos ha creado y cuyas leyes tenemos que llegar a conocer y asimilar.
Muy por encima de su cabeza suena la melodía de la eternidad; nos hablan estrellas y planetas, para que comprendamos todo lo que nació y que fue susceptible de vivir”.
André la conoce.
¡La madre Jet es demasiado buena!
Él le dará mucho de sí mismo, para que ella pueda encajar la complicada vida de su hija, por lo que podrá evitarse que ambas personas sucumban.
Cuando sepa todo de su hija, también ella tendrá que valerse por sí misma.
Él le dará a ella y a la niña la verdadera vida, la poderosa sabiduría del otro lado.
Y él, a su vez, aprenderá por estos problemas y despertará ante leyes aún más elevadas.
La madre Jet regresó al día siguiente y preguntó:
—Ayer hablaste de alimento espiritual, André, que la joven Jet tiene que procesar.
¿De verdad es tan difícil?
—¿Que si es difícil?
No te olvides de esto: tú ves a la joven Jet como una adulta, pero en realidad es una niña, aunque para otros no tenga nada infantil.
Ahora intentaré encajar estos problemas por ti, porque aquí está mi maestro.
¿Comprendiste lo que Alcar y yo te contamos ayer?
—No logro desprenderme de ello, lo llevo conmigo por todas partes.
Pensé lo siguiente, André: la joven Jet tiene que vivir la vida, igual que nosotros.
Eso nos parece muy normal, pero a ella le cuesta.
¿Vive esta vida de otra manera que nosotros?
Siento que vive bajo el equilibrio normal.
Pero ¿ahora qué?
Así desde luego no voy a resolverlo.
¿Qué opinas tú?
—No, así no lo vas a resolver, y yo también tengo que sintonizar con el maestro Alcar.
Eso nos parece muy normal, pero la personalidad vive así también sus problemas materiales.
Esto para Jetje es muy difícil.
Ahora empiezo a ver y a intuir la vivencia de este problema, y me llegan las palabras.
Tienes que imaginarte a Jetje como a alguien que hace un estudio.
Pero un estudiante no puede hacerse de golpe catedrático.
Mucha gente pone el listón demasiado alto en la vida y sucumbe.
Para tu hija es la vivencia de su estudio, en este caso su existencia terrenal material.
Tiene que procesar todos sus pensamientos y transformarlos en actos, para lo que le falta la sagrada fuerza de voluntad, debido a que su personalidad aún no está lista para ello.
Su propio grado de vida representa una conciencia propia, que todavía tiene que despertar para este mundo frío y duro.
Ahora se encuentra con su conciencia infantil ante todas estas formidables verdades de la vida, que tiene que experimentar y procesar, para las que le falta la verdadera fuerza vital.
En cuanto haya asimilado esta energía se valdrá por sí misma.
Hay muchas personas que no son capaces de ello, y no pueden hacer nada.
Aquellos que en nuestra sociedad no son capaces de nada viven entre los miles de personas que puedes encontrarte a diario.
Otros sí son aptos para la tarea que se les impuso y consiguen el máximo de sus capacidades, para la satisfacción de sus superiores.
Esto está claro, verdad, y demuestra una vez más que en la tierra viven personas de muchos grados.
Para el otro lado son los grados de vida para el ser humano material.
La madre tierra creó siete grados de vida, compuestos por todos los tipos de personas, que a su vez representan todas el propio grado de vida, y que forman parte de la sociedad.
Lo que resulta posible para uno, lo que uno ha asimilado, el otro no es capaz de hacerlo.
Ahora estamos ante ese grado de conciencia, al que también pertenece la joven Jet.
También la personalidad con sintonización material sucumbe a veces y entonces ya no es ella misma.
Son las terrenalmente sensibles, las materialmente conscientes, que saben hacer milagros en cuanto a la sociedad, pero que aun así sucumbirán de cara al mundo astral, dado que toda esta gente todavía tiene que abrirse para las leyes vitales espirituales.
Si pusiéramos en manos de esas personas una tarea espiritual, también sucumbirían, porque el grado de vida espiritual tiene que representar otro mundo, del que el ser humano de sintonización material no tiene ni idea.
Esas personas, madre Jet, tienen que entregar todo lo que es de ellas si quieren valerse por sí mismas en esta sociedad.
Algunas viven y sienten la pesadez de su vida como una carga tremenda, que les ha sido colocada encima de los hombros.
Pero ahora la joven Jet.
Posee las fuerzas materiales, no esa mentalidad bruta, busca la vida más elevada.
Así que tampoco puede estabilizar su personalidad, elevándola y protegiéndola por medio de numerosos rasgos de carácter más bajos, porque igual que tú está desnuda ante su personalidad espiritual, y mora en un mundo de incomprensión y rígida violencia.
Su vida espiritual es como una delicada flor; vive esta pureza y ahora canta su canción infantil, en la que es y sigue siendo ella misma.
Su mentalidad inocente está llena de felicidad.
A veces alcanza en su sentimiento el silencio del espacio y de la verdad vital, pero después de pronto vuelve a verse ante problemas horribles, que tiene que procesar y solucionar si quiere poder continuar con su vida feliz.
Si hubiera podido vivir las esferas de luz en esta tierra, madre Jet, entonces habrías podido constatar su inmaculada personalidad, e incluso la habrías podido seguir.
En ella habría podido ser elevada y abierta tu propia vida, porque ¡este estado armonioso del espíritu pertenece a una concienciación más elevada!
Pero la vida en la tierra todavía no ha llegado tan lejos, tan alto.
De frente se encuentra con la dureza, la rigidez y falta de humanidad.
Se encuentra ante la realidad de esta ruda existencia.
Ahora tiene que actuar y vivir los rasgos de su carácter, mientras se encuentra tan lejos de esta mentalidad.
Ahora ¿qué?
Si ahora se va hundiendo —seguramente ya lo entenderás—, entonces la vida cotidiana la priva de cualquier asidero y eso provoca su estado disarmónico.
Su yo de la conciencia diurna no es capaz de contemplar ni de procesar esta realidad aparente, que le es incomprensible y horrible, y por eso se rebela.
La vida social oprime su conciencia diurna, porque le es excesivamente pesada y su espíritu no puede procesarla, a lo que sigue el sucumbir.
¿Ha asimilado, pues, algo de nuestra sociedad?
Nada.
Vive su propia desintegración y no es capaz de edificar espiritualmente.
La joven Jet tiene que aprender a procesar el pulso y la respiración de la sociedad, esta atmósfera material, la vida de todos los días, para llegar al despertar espiritual y material.
Así es como crecerá su personalidad.
Si seguimos a esta criatura, entonces verás que este proceso de crecimiento obra milagros, que también tienen que ser vividos por el ser adulto.
Jetje está creciendo, pero su personalidad interior se queda atrás.
El organismo sigue desarrollándose, mientras que la mente es incapaz de seguirle el paso a ese empuje e impulso, porque la joven Jet está sintonizada por dentro con verdades e impulsos espirituales.
Así que está lista para el siguiente mundo, pero atrasada respecto al mundo material.
Todo eso tiene su origen en su vida anterior.
No vivió nada de la vida como sacerdotisa y monja.
Ese detenimiento cualquier ser humano lo tendrá que recuperar de todas formas, porque las leyes de la naturaleza, las de la paternidad y maternidad, ¡exigen que sean vividas!
Así que vivir al margen de la creación de Dios no es posible, aunque en la tierra se piense que sí.
Las leyes cósmicas siguen sometiendo al alma humana a exigencias, y nadie puede eludir aquellas, porque en el espacio todo se fundamenta sobre estas leyes divinas.
Eso quiere decir que el alma como ser humano tiene que asimilar las leyes de dar a luz y de crear si quiere poder continuar en la siguiente vida, si no su proceso evolutivo se detendrá.
Esto es para su concienciación para este mundo y para su vida espiritual interior.
Ahora bien, no pienses que la joven Jet está por encima de tu vida y concienciación, o que se eleva por encima, porque eso no es posible.
Te mostraré que Jetje aún tiene que vivir esas leyes, que tú ya venciste.
Por cierto: ya te dije que todavía tiene que asimilar la conciencia sobrenatural, si no ahora ya habría sabido valerse en esta vida como personalidad espiritualmente sintonizada, pero no es capaz de hacerlo.
Pero he de decirte, además, que aun así no es una inconsciente, sino que de cara a muchas leyes espirituales es más consciente que tú, porque siente las leyes de la vida y la muerte.
Así vemos que Jetje vive entre ambos mundos, pero que tiene que construir allí una existencia propia.
Es lo más difícil que hay.
Cualquier yogui o faquir o iniciado de Oriente podría contártelo, madre Jet.
Si quieres alcanzar un determinado grado espiritual, entonces estás ante miles de problemas, que todos y cada uno de ellos pueden determinar tu vida, que te obligan a actuar de una forma y que hay que vencer uno a uno, si no quieres vivir que pronto te tachen de loca.
Miles de esas personas sucumben bajo su estudio espiritual.
Todas esas personas están sintonizadas de forma natural con esas leyes, y han adelantado en mucho nuestros sentimientos occidentales.
Aun así, tienen que aceptar todavía que no son aptos para el estudio mágico de sus templos.
Esa gente quiere conocer las leyes que están en vigor entre la vida y la muerte.
Se desprenden espiritualmente de esta tierra y moran en el espacio astral, mientras que materialmente siguen estando en la tierra.
Si hay rasgos de carácter débiles en ellos, hacen caer su personalidad; después viene el estar poseído o la demencia.
Y es así como se siente Jetje.
También ella vive a su manera dos mundos a la vez.
Si entra en contacto con el mundo astral, entonces vemos que se enferma respecto a la tierra.
Ella es ahora para muchos una persona anormal, una inconsciente.
¿Intuyes la realidad espiritual de su estado?
¿Puedes comprender entonces que esto significa una desgracia para su vida de la conciencia diurna?
Si es así, verás a tu hija de otra manera, a saber: de una forma en que nunca antes la conociste, ni pudiste percibirla.
Lo que posee y siente ahora, aquello que determina su vida terrenal, es algo que la humanidad entera aún tiene que asimilar, madre Jet.
La joven Jet representa el amor más inmaculado de todos, la psicología natural, que es cósmicamente profunda y que está conectada con estrellas y planetas, que son importantes para nuestra vida terrenal, pero de los que la ciencia aún no tiene ni idea.
Todo esto lo llaman en la tierra debilidad de la personalidad, pero este estado ¡significa profundidad respecto al mundo espiritual!
Esta profundidad tú no la tienes, madre Jet.
Esta sensibilidad es sobrenatural y pertenece a nuestra vida después de la muerte.
Pero ¿qué psicólogo hace algún tipo de caso a la vida después de la muerte y a las leyes vinculadas a ella?
Lo que Jetje necesita ahora es un entorno que la sienta.
Hay que poder acogerla, pero nuestra sociedad es demasiado insensible para eso.
¿Puede seguirlo todo esto la madre Jet?
—Es enorme, André, ¿cómo sabes todo esto?
—Vuelves a olvidarte de que ahora hablo bajo inspiración, que es el maestro Alcar y que de todo esto nada es mío.
Y aun así, ¿no es un milagro que mi vida interior sea capaz de captar la inmaculada respuesta cósmica a miles de preguntas?
Te dice que todas las personas de esta tierra pueden alcanzar esa altura y que entre el cielo y la tierra hay más que nubes y aire.
Pero aun así se dice: ¡Muerto es muerto!
Toda esta sabiduría es del otro lado.
Cada segundo del día estoy en comunicación con ese mundo y puedo captar la respuesta.
¿Ha llegado la humanidad al punto en que incline la cabeza ante esta sabiduría vital?
Pero ahora tienes que irte, madre Jet, porque hay otras personas que precisan mi ayuda.
En el siguiente tratamiento Jetje reaccionó de otra forma.
Incluso estaba muy contenta de que André fuera a verla, y ahora se sometió con docilidad a su tratamiento.
Había entrado serenidad en su vida, y en los días transcurridos se había refrescado y tranquilizado su espíritu y cuerpo.
Había terminado su periodo.
El cuerpo ya no dominaba al espíritu y para esta criatura había llegado armonía material y espiritual.
‘Sí que es curioso’, pensó André, ‘que su personalidad ni siquiera sea capaz de procesar un suceso natural como el de la menstruación’.
Este proceso lo vivían millones de mujeres y a estas no les molestaba, les parecía algo normal.
El impulso de la sangre, este proceso sin embargo tan natural, significaba para Jetje una tremenda tensión que repercutía en sus sentimientos.
Ahora que André descendía más en ella comprendía este estado.
Un poco más de personalidad para este mundo material y Jetje se convertiría en un ser humano normal, material, terrenal, que podría experimentar la vida sin trastornos.
Él también sintió que ni un solo ser humano podría eludir esto.
Todos tenían que someterse a estos grados y asimilarlos.
Solo después se podrían vivir las leyes materiales.
Él las veía y vivía, y sentía lo que le mostraba su maestro.
Daba gracias a su maestro, Alcar, por toda esa sabiduría que recibía una vez más, y que se le daba mediante esta visión.
Conoció las leyes correspondientes y asimiló esta sabiduría.
El maestro Alcar le hizo saber lo que quería decir con las leyes materiales, y André las vio delante de él.
Lo que percibió fue una madre con su hijo.
Su maestro no se lo habría podido explicar más claramente.
Jetje no recibiría ahora la maternidad, pero sí que había absorbido esas leyes para esta vida, que le habían sido dadas por su cuerpo maternal.
Alcar dijo que descendería con él en todos estos problemas cósmicos.
Más tarde, cuando se hubiera desarrollado hasta ese punto, se le aclararían todas estas leyes con sintonización cósmica, y entonces descendería con su maestro hasta el amor maternal más profundo, para conocerla a ella: a la madre.
¡André ve que su maestro lo ha conectado con el espacio, con la inconmensurabilidad de Dios como “Madre”!
Y de allí nació el alma humana.
André se encuentra ante problemas casi insuperables, profundas verdades, que tienen que ver todos con la vida después de la muerte.
¡Siente que es el amor maternal lo que domina todas estas leyes, pero que ha de representar como fuerza genésica a Dios y los derechos de existencia materiales del ser humano!
Comprendía a su maestro igual de bien que lo que sentía y conocía ahora a Jetje.
Lo que ella no quiso aceptar en vidas anteriores le ha sido ahora fatal.
Jetje se quedó atrasada por su vida encerrada y por la aceptación de su sacerdocio.
¡Tenía que haberse hecho madre!
Así es como André llegó a conocer el verdadero objetivo de la vida en la tierra.
La paternidad y maternidad eran leyes divinas que tienen que ser vividas por el alma como ser humano, lo que hace despertar a la personalidad.
Esta era la explicación del hecho de que Jetje sucumbía en su propio estado.
Vivía ahora en disarmonía, porque había descuidado las leyes naturales para la maternidad durante varias vidas, y así se había quedado atrasada frente a su propio proceso evolutivo y frente al regreso a a Dios y a Sus creaciones.
Jetje se había dormido entretanto.
La dejó dormir y se fue.
Por la tarde vino la madre Jet a verlo y preguntó:
—¿Puedo venir a molestarte un momento, André?
¿Cómo está Jetje?
—Me parece que está tranquila.
Ahora que su funcionamiento corporal se ha vuelto ha quedar parado por un mes, el organismo se cierra y vuelve a estar tranquila.
Cada mes volverá a sentirse estresada, porque esto la afecta profundamente y supone una pérdida de fuerza.
Pero sí que se ha hecho más fuerte y está por lo tanto en condiciones de ofrecer más resistencia.
—Eso es lo que te quería decir.
Puedo ver claramente que esta vez lo ha vivido de otra manera.
¿Ha absorbido esa fuerza? Quiero decir: ¿es algo que parte de la personalidad o es algo que afecta a esta?
Pues, sí, ¿qué es realmente?
André tuvo que reír.
Comprendió a Jet, pero ella no lo comprendía a él.
Preguntó:

—¿Por qué te ríes?
—Es muy sencillo, madre Jet.
Hace poco tuve aquí a un erudito que me quiso hacer preguntas.
Era un catedrático.
Pero cuando este sabio quiso formular su pregunta espiritual balbuceó como si fuera un tartamudo.
Así que me dio risa, aunque no se lo hice notar.
‘Ya estamos’, pensé.
Ni un solo ser humano puede ver detrás del velo por su propia fuerza.
Tenía que ayudarlo a pensar y el maestro Alcar me riñó un poco.
Me exclamó:
“No hagas que este hombre intuya que lo conoces, si no ya no será capaz de entregarse del todo”.
Este hombre no era capaz de hacer una pregunta espiritual.
Igual que tú y otros miles de personas.
Pero hace algún tiempo me llegó una chica y esa joven de diecisiete años hacía preguntas que me dieron vértigo; el maestro Alcar disfrutó, porque la sabiduría que contenían era deslumbrante.
El erudito dijo más tarde:
“En ese terreno soy un estudiante, y es lo que me gusta ser, porque usted no solo me ha convencido, sino que sus libros nos han dado, a mí y a mi mujer, la felicidad eterna.
Sé que no le parecerá extraño si le digo que ahora vivimos lo “abierto”, la inmaculada claridad de Dios, que siempre se había mantenido cerrada para nosotros, pero que anhelábamos interiormente.
¡Ahora permanecemos allí dentro!
Hemos adquirido capacidad de ver.
¡Es una revelación!
Eso es sencillez, madre Jet, y así hay muchos ahora de los que disfrutamos tanto el otro lado como yo.
Cuando no ves el estado, madre Jet, tampoco puedes hacer preguntas.
Entonces la materia vive fuera de tus propios sentimientos y pertenece a otro mundo.
Ahora soy la conexión para todos, mientras que todas esas personas se han hecho estudiantes, aunque a muchos se les concediera obtener un grado universitario.
Pero tu pregunta me conecta con las leyes vitales de tu hija.
La personalidad de Jetje absorbe estas fuerzas magnéticas y las transmite al organismo.
Pero esta máquina es muy complicada; porque todo el sistema nervioso tiene una gran importancia respecto al impulso del aura vital sanadora.
Si no estuviera en armonía con su vida interior, madre Jet, entonces a tu hija yo la procuraría más miseria que descanso y paz, porque tiene que procesar estas fuerzas.
Pero sé que se me concede darle tranquilidad.
A eso se añade la inmaculada animación de mi maestro, que incide de forma santificadora en sus fatigados nervios, que así se ven suficientemente estimulados.
Si me vida irradia inquietud, Jetje absorbe igualmente estas fuerzas y entonces tiene que vivirlas interior y físicamente.
Piensas en apariencia que le ha hecho bien, pero esta fuerza afecta poco a poco a su constitución sana, enérgica, y mina su fuerza vital, que ya de por sí es débil.
Es decir, que puedo apoyarla, pero también que puedo deshacerla aún más, debido a que mi pensamiento y sentimiento conscientes hacen un trabajo palpable y estimulante para todos los grados de vida entre el cielo y la tierra.
Quiero decir que puedo estar abierto a miles de influencias que después la atraviesan a ella, porque estoy conectado con el espacio.
En este viven personalidades tanto de sintonización elevada como baja.
Fuerzas preanimales y espirituales que se nos aproximan como aura vital enérgica y que transmito a la vida de ella.
Dicho de otra manera: a Jetje se la conecta entonces con esas leyes.
Pero su personalidad se ha hecho ahora creadora y es capaz de detener fuerzas inferiores, para que sí se pueda proteger a sí misma.
Si sigo tratándola, sin embargo, entonces te aseguro que esa propia protección se disolverá tarde o temprano y que yo venceré a esta, dado que entonces todos los tejidos estarán influidos, sin excepción, por este magnetismo vital, que seguirá siendo dominante.
Así que esto demuestra que el médium no solo puede llevar a cabo trabajo edificante, sino que también puede deshacer aquello que haya sido construido por la personalidad con mucho esfuerzo, con mucha pena y dolor.
De modo que nuestra forma de trabajar puede ser peligrosa, por lo cual todo enfermo ha de estar primero muy convencido del verdadero carácter de un sanador o una sanadora, si no quiere estrellarse espiritualmente.
Y eso es lo que asusta a Jetje.
Me sondó como jamás lo había hecho ninguna otra persona enferma.
Fue penoso y muy doloroso, pero es algo que tengo que aprobar.
Te digo: nadie puede ocultarse para Jetje.
Dice de forma irrefutable cómo es el carácter y es algo en lo que puedes confiar, porque ella absorbe esa verdad de la vida como un fluido vital.
De esto ya ha dado diferentes pruebas.
Tú lo sabes: mira a través de las paredes de tu habitación y por la mañana te cuenta, como si nada, lo que has leído, sentido o reflexionado.
En ese estado sensible ya no hay nada que permanezca oculto para ella.
Mi irradiación busca ahora por sí sola contacto con su vida interior, dice el maestro Alcar.
Y esa vida impulsa mis fuerzas al sistema central nervioso, y la personalidad a su vez recibe entonces este empuje del organismo.
Por eso Jetje reacciona de manera diferente, con más tranquilidad y sosiego.
—Es maravilloso, André.
Anoche estuve meditando sobre tus libros y ya quería haberte preguntado: ¿qué ocurriría si Jetje muriera ahora?
¿Cuál sería entonces su estado?
—El maestro Alcar dice que Jetje estará tranquilamente en su propia esfera.
Ya te contó que allí será una con toda la naturaleza divina y que ya no vivirá trastornos materiales, porque entonces será parte del mundo astral consciente, de la armonía espiritual.
Cuando haga la transición entrará en su propia sintonización vital.
Tu hija lo único que quiere es tranquilidad y paz, vivir cordialidad y amor, ser inmaculada de cara a Dios.
Entonces vive lo normal, el querer elevarse hasta Dios, a la armonía más elevada de todas, que si bien es cierto que no es de esta tierra bruta, sí fue creada por el ser humano en el mundo astral.
¡Para Dios hay tranquilidad en todas partes!
Jetje no es una retrasada, madre Jet, sino una criatura hipersensible llena de estímulos, que aparecen por medio de esta existencia material, y que ella tiene que procesar.
Su vida interior y su sintonización espiritual no buscan ese empuje.
Quiere construir su Reino espiritual, del que es hija y del que quiere conocer las revelaciones divinas.
Siente con muchísima agudeza, y eso mana de su vida profunda, espiritual, que del otro lado forma parte de las leyes naturales de lo justo.
Allí será una con absolutamente toda la vida de Dios, y sus hermanas y hermanos allí le darán la bienvenida, así como un amor que ahora busca, pero que no encontrará.
En el otro lado estará libre de todos sus trastornos materiales y terrenales, madre Jet, y entonces te encontrarás como madre ante una espiritualmente consciente.
¿Cómo tendrás que actuar entonces?
Te digo —y lo hago en nombre de mi maestro— que Jetje no ha avanzado ahora más que tú, porque también ella tiene que asimilar tu gran fuerza para amar.
Allí tendrá que demostrar lo que en realidad sí sabría hacer en el estado en el que vives tú misma.
Con otras palabras: ¡Jetje tiene que presentar pruebas, también allí, de su voluntad espiritual, y entonces podrá empezar a servir, igual que tú!
Así que allí no conocerá trastornos materiales, porque entonces habrá abandonado, depuesto, la violencia salvaje de este mundo.
—Me ha quedado claro, André, y te estoy muy agradecida.
Estoy muy feliz de que también allí estaré con ella y que se me concederá hacer algo por mi hija.
—¡Eso te va a decepcionar, madre Jet!
—Me asustas, André.
Dime ¿qué es lo que quieres decir?
—Cuando estés allí y te encuentres con Jetje, créeme que entonces podrás hacer lo que sea por ella, pero, por otra parte, deberá valerse por sí misma.
Mejor no pienses que también allí tendrás que estar día y noche lista para ella para evitar que se hunda.
Las leyes del otro lado la obligan a ponerse ella misma con su vida.
Ambas serán (seréis) discípulas de una personalidad astral consciente.
Solo más tarde podrán (podréis) hacer algo la una por la otra, porque entonces estarán (estaréis) listas para las leyes astrales.
—Pero nos encontraremos, ¿no?
—No hay nada que rompa el contacto entre madre e hija.
Justamente allí es donde será necesario que se amen (os améis), o el desarrollo de las dos se detendrá por completo.
Pero las leyes del otro lado hay que vivirlas a fondo, madre Jet.
No es posible eludirlo.
—Me ha quedado claro, André.
He leído tus libros por lo menos una decena de veces y puedo decir que los comprendo un poco.
He llegado a conocer los infiernos y los cielos; todo me parece de una belleza hermosa, y justo.
Está más claro que nada: cuando Jetje esté en su propia esfera también se sentirá libre de toda la desgracia terrenal y será una consciente espiritual.
Siento que entonces estará más lejos que yo, pero en algunas cosas —ella misma lo dice— soy yo quien está más avanzada.
De lo que me sorprendo una y otra vez es que ella sepa lo que hago yo y lo que pienso.
Esta mañana dijo:
“Muy bien, mamá, ¿ha estado otra vez leyendo unas horas?”.
Me asusté, claro, André.
Después dijo además: “Estoy viendo lo que estuvo leyendo, mamá.
Estas cosas son muy graves”.
Le pregunté: “¿De qué hablas, hija?”.
“¿Que de qué hablo?
De las esferas tenebrosas, naturalmente.
Está leyendo sobre los infiernos descritos por André, ¿no?”.
Que sepas que tengo tus libros escondidos bajo siete llaves.
Ni siquiera la veo capaz de encontrarlos, aunque demoliera la casa entera.
Cuando lo sabe todo eso me da miedo, y entonces veo que va hundiéndose.
¿Crees, André, que no tardará en recaer?
—Ahora todavía no, Jet.
Este “ver” se debe al tratamiento, porque ahora ha entrado bajo mi influencia.
Mi aura vital la impulsa hacia arriba.
Y ¿cuál es la sintonización de Jetje?
—Mejor para, ya lo entiendo.
¿Recuerdas qué más dijo?
—“Usted de todas formas no puede imaginarse lo que supone para André haber tenido que ver todos esos infiernos.
Yo sí lo entiendo a él, para usted es imposible”.
¡Menuda mirada que tiene entonces!
Le dije: “Pero, hija, eso es muy natural, te comprendo perfectamente.
André vive conscientemente allí”.
“Hablaré con él sobre esos libros”, dijo entonces, “él sabe si podré comprenderlos”.
¿Qué opinas, André?
—Puede hacerme preguntas, pero solo cuando ya no sepa cómo arreglárselas, porque ella misma se basta y sobra.
—Pero no puede leer nada, ¿verdad?
—Todavía no es capaz de procesar todo ese material, madre Jet, no haría más que destruir su vida de la conciencia diurna.
Lo que tengo que hacer es sacarla precisamente de ese mundo.
Solo entonces obtendrá paz.
—Aun así, lo sabe todo, André.
Lo comprende al vuelo y entonces me quedo con la boca abierta, incapaz de responder.
Hace poco dijo:
“Pero no hable tanto, mamá, ¡tenemos que hacerlo nosotras mismas!”.
Le pregunté: “¿Qué quieres decir, hija?”.
“¿Que qué es lo que quiero decir?
Algo muy natural.
La gente cree que Cristo murió para nosotros y que podemos seguirlo a Él.
Pero así no es.
Tenemos que llegar a conocernos a nosotros mismos e intentar poner nuestra vida en armonía con la de Él.
Dios ha de despertar en nosotros”.
Entonces te lanza una mirada que podría darte miedo, de tan tranquila y consciente que es al mismo tiempo.
En esos momentos no está enferma.
Entonces habla como te oigo hacerlo a ti, André.
A renglón seguido dijo:
“No debe enfadarse nunca con papá.
A ese hombre deberíamos ayudarlo en realidad, porque es un infeliz.
Que nos haya abandonado es algo que de todas formas tendrá que enmendar.
Llegó a hacerlo, a fin de cuentas, porque no tiene amor.
¿Quién puede abandonar a su mujer e hija si sigue a Cristo?
Cristo ha de despertar en papá”.
Entonces te quedas boquiabierta y piensas: ‘¿Hija, de dónde sacas eso?’.
Siente y ve entonces con tanta agudeza que me da envidia.
Durante horas no dice palabra alguna, y de pronto me llama y vuelve a hablar.
Lo que dice entonces siempre es acertado y meditado.
También dice: “Ya sé lo que tengo que hacer, mamá.
Tengo que concentrarme mucho en mí misma y entonces no hay nada que pueda interferir conmigo del otro mundo.
Me lo dirá André, ya lo oirás”.
Pregunté: “¿Quién es ese André?”.
“Pero ¿qué me dice, mamá?
Usted lee sus libros, ¿verdad?”.
Imagínate, André, en ese momento preciso iba a empezar a leerlos.
Así que ella no podía saberlo.
¿Qué te parece a ti?
—A esto el parapsicólogo lo llama “telepatía”, madre Jet.
—¿Es telepatía?
—Sí, así es.
Alcar dice que Jetje te saca todo lo que se te pueda sacar.
Cuando tú lees ella está al tanto.
—¿Cómo es eso?
—Viven (vivís) un solo estado, es decir: tienen (tenéis) una sola sintonización.
Para ella es la primera esfera, igual que en tu caso.
En ese instante son (sois) una de sentimiento a sentimiento, y entonces lee en sus (vuestras) vidas.
No es posible que reciba estos mensajes por medio del otro lado, porque eso la volvería loca.
Debido a que es espiritualmente sensible, absorbe en su interior todo lo que la rodea, y a veces incluso sucesos lejanos.
Hay mucha gente que tiene esta sensibilidad.
Hace algún tiempo hubo una señora que escribió una carta a una amiga suya.
Se lo comentó a una conocida, pero no dijo nada sobre lo que había escrito.
Esa conocida también escribió a la misma amiga.
Y ¿qué resultó?
Ambas mujeres escribieron exactamente lo mismo, hasta textualmente.
Una carta era la copia de la otra.
También estas dos mujeres tienen una sola sintonización y están conectadas entre ellas, de lo contrario sería imposible.
Han adquirido este contacto por medio de telepatía, y su propio grado de vida se encargó del resultado.
Pero para Jetje hay una cosa añadida.
Cuando se hunde está tanto ante la clarividencia como la clariaudiencia, y entonces oye que se le habla desde el espacio.
Pero ahora se está poniendo peligroso para ella, porque en el espacio se encuentran todos los grados de vida de esta tierra, o sea todos los grados del bien y del mal.
Si resulta que uno de los rasgos de su carácter tiene sintonización con un ser astral, esa personalidad astral la puede alcanzar.
Seguramente comprenderás ya que ha vencido lo que es inferior, de lo contrario hace tiempo que ya estaría poseída.
Ahora que ya no es apasionada y que su ser también ha permanecido inmaculado en esta vida, ella misma se ha blindado para la terrible violencia procedente del mundo astral inconsciente.
Además, ella también ha recibido ayuda, de lo cual se encargó su espíritu protector.
Así que todo esto es muy natural, madre Jet, si puedes seguir su vida.
Al modo de ver de muchos espiritistas Jetje tiene dones, es clariaudiente y clarividente, lo que en el fondo no es el caso, porque en la conciencia diurna normal ella no siente ni oye todas esas cosas, porque en eso ella también es una criatura común, normal.
Esta hipersensibilidad la vive solo durante su enfermedad.
—Comprendo, André, es asombroso.
—Asombroso no es, Jet, porque son leyes vitales del alma como ser humano.
Ella está sintonizada con el más allá, por lo que siente y oye.
Al tener ambas la misma sintonización, ella absorbe de tu vida aquello que afecta a su interior; el resto atraviesa su vida y de eso no siente nada.
Hace dos semanas me vinieron a ver dos señoras.
Una era muy sensible y dijo que era médium.
La otra había leído mi libro ‘El ciclo del alma’ durante las vacaciones de la primera.
Cuando esta volvió a casa creyó que estaba entrando bajo una influencia más elevada y consignó lo siguiente:
“Soy Lantos Dumonché.
Vivo en el amor, pero qué dura ha sido mi vida.
Y todo esto lo quiero dar a conocer a la humanidad.
Por medio de usted, querida hija mía, quiero hablar sobre mi vida.
¿Está dispuesta a entregarse a mí?
Por favor, concédame esta gracia.
Cuánto he buscado un instrumento.
Ahora la he encontrado a usted”.
La mujer era consciente de la escritura y estaba muy convencida de que lo recibía por la inspiración espiritual o el semitrance, porque su pluma recorría el papel volando.
Cuando hubo anotado este mensaje dijo a su amiga: “Oye, lee esto.
Acaban de transmitírmelo”.
La amiga se asustó por el milagro.
“Hija”, dijo aún sorprendida, “qué milagro, que maravilloso es esto.
Aquí está excluido cualquier pensamiento propio.
Esto es asombrosamente hermoso y tienes que haberlo recibido del otro lado”.
Pero entonces se pusieron a hablar, y cuando se repuso de la sorpresa, dijo: “Pero si es que este Lantos ya escribió un libro.
Mira, si lo tengo aquí”.
Sí, sí que les parecía extraño, pero la señora mediúmnica se entregó aun así a la escritura y fue llenando una hoja tras otra.
Algún tiempo después averiguaron mi dirección y vinieron a visitarme.
Pregunté al maestro Alcar cómo era posible eso y recibí por respuesta: “Telepatía, André, ¡eso y nada mas!
Aquí se vivió la telepatía al cien por cien”.
Esto no lo aceptaron las señoras.
Les resultó necesario preguntarme si creía que los espíritus solo podían aparecer por medio de mí.
Les expliqué el caso a fondo y en nombre del maestro Alcar también les tuve que decir que ninguno de sus discípulos aparece por medio de otros médiums, y que él tampoco le da vueltas a eso, porque entonces se desharían más cosas de las que se construirían.
Porque entonces ya no habría orden.
Lantos no transmitiría en ninguna otra parte de la tierra que aquí ni un solo pensamiento propio, o obstruiría a su maestro, a Alcar, del que es discípulo.
Esta señora creía ser lo suficientemente sensible como para desprenderse de la propia conciencia adquirida.
“Si no pueden aceptarlo”, añadió el maestro Alcar, “entonces que se vayan; tarde o temprano se estrellarán de todas formas.
Entonces tendrán que aceptar que todos esos pensamientos brotaron de sus propios sentimientos.
Pero ¡aquí no hay ni una sola palabra nuestra!”.
Sin embargo, no quisieron deshacerse de esta “gracia” y se fueron decepcionadas.
Sin embargo, tiempo después, madre Jet, una tachaba a la otra de ilusa.
Faltó poco para que también hubiera terminado su amor de hermanas y amistad.
Al menos sé que hubo bastantes insultos.
Pero esa señora había adoptado telepáticamente bastantes palabras de su amiga, aunque pronto trascendió la verdad.
El libro de Lantos la había influido.
Algunas personas pueden ser tan sensibles que son capaces de leer en un libro cerrado.
Pero esto solo es posible cuando ellas mismas no se dan cuenta, de lo contrario se blindan ante la telepatía más elevada, la espiritual.
Ahora vivía inconscientemente el ser una de sentimiento a sentimiento.
Eso lo hace el verdadero médium conscientemente, aunque con el mismo resultado.
Jetje tiene que vivir esas fuerzas telepáticas, porque está conectada contigo por esta vía.
Pero tampoco ella posee la fuerza consciente para vivir eso.
Ahora se manifiestan dones, pero están controlados por el otro lado.
Lo que ellos poseen como sensibles es el correspondiente sentimiento, ¡nada más!
Y esa otra señora, pues, es más sensible que Jetje.
Pero ¿comprendes que si esa señora no tuviera esta personalidad, ella también volvería a recaer en ese otro mundo y que entonces viviría lo mismo que Jetje?
Es más fuerte de espíritu; su personalidad es capaz de encajar esta vida y la otra.
No sucumbirá, y esa es la fuerza que Jetje tiene que asimilar todavía.
Así que este ejemplo te hace ver a Jetje de otra forma e intuirla, conocerla y comprenderla espiritualmente.
También está claro que se encierra en manicomios a miles de personas por esta hipersensibilidad, según dice el maestro Alcar.
Llegaré a conocer las leyes de todas esas personas.
Son miles de problemas, porque cada alma tiene su propio mundo y grado de vida.
Pero existe la demencia enfermiza y sana, la consciente y la inconsciente.
Esta es la palabra de mi maestro y me explicará las leyes correspondientes.
¿Qué tenemos que hacer ahora, madre Jet?
—Esperar, André.
—Exacto, eso es, más no podemos hacer, porque lo único que haríamos sería intervenir demasiado pronto.
Primero el espíritu de ella lo tiene que procesar todo.
¿Sientes ahora también, madre Jet, que los niños no pueden volverse dementes?
—Pues sí, ahora que lo dices me está claro.
Qué sencillo es todo en el fondo.
Lo comprendo, André.
—¿Por qué lo comprendes?
—Porque lo siento, André.
—No, madre Jet, esa no es una respuesta.
Tienes que poder explicármelo según las leyes astrales.
—No es tan sencillo.
—¿Lo ves? Lo sientes, pero no eres capaz de dar una respuesta realista.
Así que no lo sabes.
Pero si sintieras de forma pura, si conocieras las leyes de la vida y la muerte, sí sabrías dar la respuesta.
Entonces vivirías dentro de esta, ahora estás justamente fuera.
Aquí está la respuesta.
El maestro Alcar dice:
“Un niño está sintonizado con el proceso de crecimiento y es inalcanzable.
La demencia corresponde a la conciencia adulta.
La personalidad solo es alcanzable cuando también el cuerpo haya alcanzado la edad adulta.
Solo entonces se da la unión espiritual y material.
¿Lo intuiste, Jet?”.
—Ahora lo comprendo, André.
—“Pues bien”, dice mi maestro a tu vida y personalidad, “Jetje ha seguido siendo así de niña”.
Aunque su cuerpo sea adulto, su vida interior todavía no ha depuesto lo infantil.
Jetje desconoce el deseo físico.
Si esos sentimientos estuvieran sintonizados con la pasión, ya podrías haber llevado a tu hija a los diecinueve años al manicomio, porque entonces ella misma habría atraído esa influencia, esa gente, esas personalidades astrales que se desfogarían por medio de ella.
Pero tu niña ha seguido siendo niña.
Es una chica inmaculada que se protege, por tanto, contra la ruina total.
—Oh, André, ¡me haces tan feliz!
Es ahora cuando estoy conociendo a Jetje.
—Y falta que hace, Jet.
Si quieres poder captar todo lo de tu hija, ser algo para ella en esta vida, entonces tienes que poder intuir la vida de su alma.
Cuanto más sepas de la vida después de la muerte, mejor será para ella, porque eso la hará despertar, y para ti misma significa la concienciación espiritual.
Si Jetje siente que de todas formas no tiene conexión contigo, se retirará y será inalcanzable para ti.
Esta retirada, a su vez, también es peligrosa para su vida, porque entonces vuelve a estar abierta al mundo astral.
El estar ensimismada es malo para ella, matador para la mente, porque entonces perderá su propia protección.
Interiormente se va de esta tierra y de su propio entorno, y también se desprende por completo de ti, dado que siente que no tienes nada que ofrecerle.
Es que su joven vida es muy exigente —eso es así—, pero tu gran amor maternal sabrá captar sus deseos, todo su espacio.
Mantén tu interior abierto a ella, para que siempre pueda venir a ti con sus preguntas.
Jetje puede hablar de un milagro por haberte recibido como madre.
Créeme, madre Jet, si no hubieras tenido esta conciencia, podrías haberla conducido al manicomio, y no habría tenido vuelta de hoja.
El apoyo maternal ya lo recibía de ti cuando todavía vivía en tu cuerpo.
Ella, ya antes de nacer, absorbía tus fuerzas espirituales, lo que también se convirtió en un apoyo para ella durante sus primeros años de vida.
Si todos los padres de hijos así supieran lo que tú sabes ahora y albergaran el sentimiento inmaculado, verdaderamente religioso que tú tienes, no habría tantos discapacitados mentales en este mundo.
También es cierto que esos padres son culpables de la ruina de sus hijos cuando hay cuestión de influencias respecto a la conciencia diurna.
Eso quiere decir que cada alma trae consigo a este mundo las propias leyes del karma y de la causa y el efecto, la causa y el efecto para la vida como ser humano.
Porque sabemos que el alma tiene que vivir como personalidad sus propias leyes vitales, pero los padres pueden aportar muchísimo alivio, al ser capaces de llevar a cabo lo que ahora te doy a ti y a Jetje.
Pero el ser humano inconsciente de esta tierra no quiere ningún “abracadabra”.
La conciencia maternal de la masa aún está dormida.
Cuando esas masas despierten, la vida en la tierra será como un paraíso.
Mientras tanto hay que esperar y poner las cartas boca arriba, y las masas han de reconocer su propia manera inconsciente de sentir y pensar.
Nadie de quienes han asimilado el sentimiento maternal consciente sabe qué hacer con él.
—¿Por qué no das conferencias, André, harías felices a miles de personas.
—Madre Jet, el maestro Alcar dice: “¡Eso vendrá más tarde!”.
¿Has vuelto a recibir ahora suficiente?
Entonces mejor vete ya.
La madre Jet se va.
Sabe irrefutablemente que su hija no se va a volver loca.
Este saber es para ella un poderoso apoyo.
Durante meses todo va razonablemente bien, con altibajos, pero entonces de pronto Jetje se derrumba.
La madre Jet no sabe qué hacer.
Cuando André va a ver a Jetje, no quiere que la trate.
Le dice al instante:
—Pero ¿qué es lo que quiere usted de mí?
De todas formas no va a poder ayudarme.
¿No es usted Jozef Rulof?
André, ese sí que sabe, usted no es más que una sombra de él.
Ya, no ponga esa cara.
¡Es así!
No necesito su ayuda.
Tengo que hacerlo yo misma.
¡Vamos, hombre, fuera de aquí!
André pensó: ‘Pues nada, aquí estoy, con las manos vacías.
Jetje es inalcanzable’.
Quiere largarse, pero su madre la retiene en la habitación.
Jetje no hace el menor caso a André y este hace como si ella no existiera, y habla un poco con su madre.
La madre Jet lo comprende; ahora no hay nada que hacer con Jetje.
André percibe a su maestro y oye:
—Déjala, André.
Volverá a recaer en este estado varias veces más, y solo después podrá valerse por sí misma.
¿Intuyes lo que haces ahora para ella?
Te lo diré.
Lo que conseguimos es para ella una ganancia de varios años.
La ayudamos a cargar, o si no ya habría sucumbido.
Vete en breve, tranquilamente, y ya la trataremos a distancia.
No te preocupes, va a sanar.
André se fue y la madre Jet lo siguió al pasillo, quería ser tranquilizada.
Pero después de haberse ido él, a Jet le cantaron las cuarenta, porque resultó que Jetje había captado cada una de las palabras.
Madre Jet se asustó mucho de la forma tan cortante en que su hija arremetió contra ella.
—Imagínate, André —dijo madre Jet cuando por la tarde pudo salir un rato y pasó un momento por casa de André—, cuando te fuiste me cayó un chaparrón de primera.
Me dijo textualmente:
“Una vez que se haya despedido de André, ya no tiene que hablar más con él.
A fin de cuentas, lo oigo todo.
No es necesario que piense usted que me quedaré encerrada en mi propio círculo, ¡porque de esta saldré!
Sé exactamente lo que hago.
Cuando me enfado”, y esto le sale con más suavidad y mucha dulzura de la boca, “perdóneme, por favor.
No quiero ponerla triste.
Pero a veces me gustaría hacer todo añicos.
Sobre todo cuando está hablando con él.
Soy capaz de mirar a través de las paredes y lo oigo todo.
Usted se encontraba de esta manera, así”.
—Ahora vive entre la vida y la muerte, Jet —aclaró André—.
Es maravilloso, pero no nos sirve de nada, ni a ella.
En adelante me iré de inmediato.
Pero ya lo ves, así es ella.
—¿Por qué iba a querer dejar todo hecho añicos, André?
André sintonizó con su maestro y oyó:
—Ahora vive entre la vida y la muerte, y experimenta la división de la personalidad.
¿Sientes, madre Jet, que cuando vive en esto, en aquello en lo que por lo tanto se produce la depresión, la despedida de su conciencia terrenal, de su grado de vida aquí, que entonces Jetje es conectada con el espacio en el que vive el mal?
Este es su estado.
Jetje depone entonces su vida de la conciencia diurna en un máximo del quince por ciento.
Entonces empieza a sentir conscientemente en el mundo astral y de eso vive tanto lo bueno como lo malo, la violencia.
Si en ese estado hace entonces una transición consciente a lo rudo, no puede desprenderse de ello y también podría actuar en consecuencia.
Pero todavía no lo hace y se domina, hasta que se va debilitando más y más, hundiéndose sin poder controlarse.
Esas influencias tenebrosas la espolean entonces, en la medida en que puedan alcanzarla.
Si viviera en ella la pasión —seguramente ya lo habrás comprendido—, entonces ese mundo del mal se haría con toda la personalidad y ella se habría perdido para la vida del yo de la conciencia diurna, y estaría poseída por completo!
Quien la vea en este estado piensa que Jetje está mal de la cabeza, lo cual por otra parte es imposible, porque no se puede elevar toda su personalidad en ese mundo rudo.
Por eso a esto se le considera: división de la personalidad.
Es la pérdida parcial, la deposición del yo de la conciencia diurna.
Ahora ella es insensible para la tierra, pero para el mundo astral está sintonizada en un tanto por ciento.
¡No hay más!
En esto se puede perder ahora brevemente.
Ahora su personalidad y su vida son inadecuadas para la sociedad, porque su vida ya no es consciente.
No actúa como suele hacerlo en estado normal, y ya no será capaz de esto último hasta que pueda volverle el sosiego.
Entonces podrá recuperarse.
Pero más adelante permanecerá por más tiempo en este estado y tendrán que encerrarla brevemente.
—Y aun así, André, ¿no tengo que preocuparme?
—El maestro Alcar dice: “¡No!”.
Ni ahora ni nunca, madre Jet.
También esas depresiones las vencerá.
—Cómo agradecerte por toda esta sabiduría, André.
Me faltan palabras para ello.
—Dale gracias a Dios, madre Jet, por que nos hayamos conocido.
También nosotros podemos aprender mucho por eso, y esa es justamente la intención.
Jetje recuperó la paz y todo volvió a ir bien.
Pero unos meses después reaparecieron las desgracias.
Otra vez era la menstruación la que ponía a prueba su equilibrio mental y lo que la hundía.
Jetje se quedó estresada, tan intensamente que entró corriendo al jardín y arrancó un árbol de la tierra, así como así, como si fuera cosa de niños.
Esa misma noche se la llevaron.
Pero una semana después ya se había recuperado tanto que los médicos pudieron contarle a madre Jet que pronto la darían de baja en la clínica.
Fue a André y preguntó:
—¿Qué opinas tú, André?
Anda, pregúntaselo al maestro Alcar.
El maestro de André dijo que Jet tenía que dejarla por el momento allí, porque estaba por venir otra depresión.
Al instante la madre Jet prometió seguir el consejo, aunque los médicos insistieron en dejar ir a Jetje a casa.
Al preguntar el médico a madre Jet por qué no venía a recoger a su hija y ella respondió que se podía esperar una depresión en breve, no la creyeron.
No era posible.
Pero unos días después su médico se encontró ante el hecho, y la madre Jet resultó tener razón.
—Qué cierto es todo, André, lo que has recibido de tu maestro para mí —tuvo que decirle—.
El médico me preguntó: “¿Cómo lo sabe?”.
Y allí estás entonces, André, ¿qué iba a decirle?
Aun así le di una respuesta realista y dije: “Entre el cielo y la tierra vive Él, doctor, que a veces nos muestra el instante justo”.
“¿Cómo dice usted?”.
¿No me habría comprendido el médico?
Cuando conté, André, de dónde había sacado yo esta sabiduría, ni siquiera le pareció demasiado raro.
Se diría que entre los médicos está empezando a haber interés por ello.
Unos días después lo volví a encontrar y preguntó entre risas:
“¿Y qué cosas nos esperan esta vez?”.
Le respondí de inmediato y dije: “Esto va a durar bastante tiempo, doctor, ya lo verá”.
En ese instante fue como si hubieras hablado a mi vida y susurraras esas palabras.
Continuó, André, pero yo pensé: ‘Ya veremos’.
Jetje permaneció en este estado cuatro semanas.
Entonces la madre Jet vio cómo su hija fue volviendo a la vida normal.
Jetje quería volver otra vez a casa y su deseo no paraba de crecer.
Está tranquila, come y bebe y duerme mejor.
Su médico se ha hecho más cauto y se la va a quedar un tiempo más.
Aun así, a la madre Jet le duele el intenso deseo de Jetje de volver a casa.
Pero André recibió el mensaje de su maestro de dejarla allí un poco más.
Jetje tiene que desear aún más, con más fuerza, más intensidad y profundidad, hasta que ya no sea capaz de aguantar ni una hora más.
Pero ¿por qué?, se pregunta madre Jet.
—Claro, pensarás que soy débil, André, pero si tengo que irme dejándola suplicando ya no puedo.
Esta tarde me dijo:
“Qué dura es usted, madre.
El médico dice que estoy bien ¿y usted me deja aquí?
Quiero volver a casa.
Ya no puedo quedarme aquí con toda esta gente”.
—Las lágrimas se le caían por las mejillas, André.
Es algo terrible.
¿Qué piensas?
¿Qué dice el maestro Alcar?
—Que te mereces una paliza, madre Jet.
Menuda llorica que eres, ¿te pones a llorar ahora?
Ahora te has vuelto una niña.
¿Dónde está toda aquella grandeza de la madre Jet?
Todo se fue, de golpe.
Pero puedo imaginármelo.
Escucha bien lo que nos llega ahora, podrás aprender mucho con ello.
El maestro Alcar te dice:
“Si su hija siente lo miserable que es su entorno, empezará a tener otros deseos y esa fuerza de los sentimientos —sentidos por la personalidad en la conciencia diurna— refuerza los rasgos de su carácter.
Pero ¿cuáles?”.
La madre Jet no lo sabe.
André se abre a su maestro y transmite la palabra que se le dice.
—Son los rasgos de carácter de su yo fuerte y mejor los que forman parte de la sociedad normal y de la personalidad conscientemente material.
Su sentimiento y pensamiento en este estado entre todos aquellos enfermos es decepcionante, demoledor y una cárcel para ella.
Pero cuanto más profundamente sienta su encierro, mejor será para su verdadera personalidad, que tiene que ser parte de todos los demás tipos de personas que constituyen la sociedad.
Significa que aprende por su desgracia y refuerza su propio grado de vida, por lo que adquiere cada vez más resistencia en su estado.
No hay ni un alma que puede eludirlo, porque la tristeza hace despertar a toda la vida de Dios.
La añoranza por su casa es la sanación para su hija.
Cuando luego tenga que volver a vivir su vida entre las personas, ofrecerá más resistencia y se cuidará de no volver a hundirse.
Todos los rasgos de su carácter se ven reforzados e influidos ahora por la desgracia vivida por ella.
No hay mejor medicina que esta, por el momento.
Es beneficioso tanto para la personalidad como para el cuerpo, pero en esto predomina la personalidad.
Usted lo vivirá más tarde.
Lo que la derribó anteriormente, lo que le produjo disarmonía, a eso ahora ella lo detiene.
Solo cuando sea capaz de decir “Hasta aquí y no más” será apta para la sociedad y se habrá vencido a sí misma.
Sus experiencias de ahora le darán luego la fuerza para valerse por sí misma.
Cuando haya alcanzado una cierta altura usted lo sabrá por nosotros.
—Qué maravilloso, André, me lo creo y esperaré un poco más, por doloroso que resulte para mí y para ella.
Dos semanas después Jetje llega a casa.
Ha reforzado su personalidad y ha absorbido las fuerzas vitales.
Su concentración se ha hecho más fuerte.
André se la encuentra por la calle.
Cuando lo ve, se le saltan las lágrimas.
Le tiemblan los labios y es incapaz de decir nada.
—¿Fue difícil, Jetje?

Lo mira sin decir nada.
André le envía su conciencia y amor.
Ella capta sus pensamientos y sentimientos y sonríe.
Dice, conmovida:

—Hola, André.

Toma a su madre del brazo y continúa el paseo.
Unos días después dice a su madre:
—André es un encanto enorme, me está ayudando.
Está ahí y veo cómo me llegan sus fuerzas; me ayuda a distancia.
Dile que me parece un encanto.
La madre Jet vuelve a tener miedo.
Se apresura a ver a André y pregunta:

—¿Qué te parece esto?
¿Seguirá siendo tan sensible?
—Ahora no te preocupes.
“Esta es su sensibilidad”, dice el maestro Alcar.
Ni le quitaremos ni podremos quitarle esa sensibilidad.
Aun así, se encuentra de otra forma.
Ella lo sabe y se somete a mis fuerzas.
Lo que antes no conoció ¡vive ahora conscientemente en ella!
Esta es su ganancia espiritual, madre Jet, por la que has de estar agradecida.
—Gracias a Dios ya no tengo miedo ahora.
Jetje se mantiene bien.
Se esfuerza y logra vencer así los tiempos difíciles.
Pero sabe que su ángel de la guarda está con ella, o que le suministra fuerza espiritual desde el espacio divino.
Se siente hija de Él, que murió en el Gólgota.
Un día ella misma va a ver a André y quiere hacerle unas preguntas.
Pero el maestro Alcar dice que Jetje tiene que esperar un poco más.
Más adelante sí será posible, pero ahora sería demasiado para ella.
Y Jetje puede aceptarlo.
Bien es cierto que la actitud de André le parece severa, pero aún así del todo natural, y ya se lo esperaba.
Un mes más tarde vuelve para hablar.
André la recibe y empieza, para hacerle un poco más fácil que hable:
—¿Y, Jetje?
¿Todo bien?
Menuda suerte que tienes.
Hace un buen tiempo para pasear y reflexionar.
—Para pasear, sí —dice—, pero ¿qué es lo que quería preguntarle?
André dice:

—Querías preguntar lo que tienes que hacer en el fondo.
—Sí, eso eso.
—Pues bien, Jetje.
Ahora tienes que convertirte en quien eres, tienes que hacer más fuerte tu voluntad para la vida material y enfrentarte a las cosas con mayor simpleza.
Tienes que decirte a ti misma: “No quiero ser un juguete de mis pensamientos”.
¡Tú misma tienes que pensar!
—Sí que soy capaz de eso, pero cuando estoy descansando no me sale, entonces pienso en miles de cosas, y es horrible.
—¿Comprendes, hija, que eso está mal?
Si descansas, ¡eso es lo que tienes que hacer, y nada más!
Si quieres pensar, pues hazlo.
Pero ahora es demasiado difícil pensar y descansar a la vez, son dos mundos aparte, dos estados.
Tienes que hacer una cosa u otra.
Ambas acciones vendrán más tarde, y entonces las vivirás como tú quieras.
¿Quieres intentarlo?
Descansar y no pensar en nada, Jetje, ya es algo extraño, solo pocas personas son capaces de hacerlo.
Si no son capaces, pierden precisamente la tranquilidad y llegan a la división de su personalidad.
—Sí, eso lo conozco, ¡eso es!
Y eso lo tengo que evitar o no descanso.
—Es lo único, Jetje, que tienes que vencer, porque los fenómenos como descansar y pensar, los dos a la vez, te extenúan.
Si has construido esto desde abajo ya no habrá nada capaz de hacerte hipersensible.
Entonces habrás superado los rasgos principales de tu personalidad.
Entonces gobernarás tú en este terreno, y ya no habrá cuestión de depresiones.
—Haré todo lo que pueda.
—Y cuando te vuelvas a levantar, Jetje, y quieras ponerte a hacer algo, acábalo.
Si te pones a lavar tazas, ¡hazlo!
Nunca te escabullas y recuerda que el trabajo inacabado te perseguirá de todas formas, hasta que al final pueda contigo.
Y entonces vuelves a estar ante la división de tu personalidad, lo que te molestará y volverá a hacerte sentir mal.
Aunque estés agotada, termina el trabajo.
Aunque te tome diez horas, acábalo, Jetje, porque de lo contrario nunca encontrarás la paz.
De lo contrario todos esos trabajos se te irán amontonando mucho y te harán sucumbir.
Entonces volverás a recaer en tu estado anterior y nadie te podrá ayudar.
El mundo entero te pesará entonces sobre los hombros.
¿No es así?
—Usted lo sabe todo.
Siempre me encuentro ante estos asuntos y entonces esas cuestiones de lo más corrientes me alteran.
—Lo que esté terminado, Jetje, ¡no te molestará!
Así es como mantendrás en equilibrio la balanza de tu vida diaria.
No eres desordenada de por sí, porque no es parte de tu carácter.
Las personas que carecen de profundidad espiritual no hacen caso alguno al desorden, pero para ti tiene un efecto que te deshace.
Las cosas que no puedes terminar las puedes dejar de lado, pero cuando vuelvas a empezar después de descansar tienes que terminar primero el trabajo inacabado.
Solo después continúas y empezará a dominar tu voluntad la vida cotidiana; de toda tu casa, de ti misma, de tu forma de dormir y descansar.
En una palabra: ¡de todo!
Lo bueno, Jetje, es que justamente las cosas que hayas terminado te apoyarán.
Cuando los seres humanos podemos echar la vista atrás sobre algo hermoso nos produce satisfacción.
Esta, a su vez, es el impulso para hacer las cosas aún mejor.
Y ¿qué es lo que significa esto?
—Que cada vez harás más cosas.
—Exacto, Jetje, y ¿qué se desprende de eso?
—Que en el fondo ya no hay problemas.
—Eso también está bien, hija, pero la sociedad tiene tantos que nunca los podremos conocer todos.
Es decir, te elevas y avanzas cada vez más para reforzar tu personalidad hasta que ya no haya nada que obstaculice tu tarea vital, y entonces te habrás convertido en una personalidad fuerte.
Deja que la gente haga lo que quiera, Jetje, tú vete por tu camino, como si nada.
No te molestes con la gente; tampoco cuando se te venga encima su dureza, que te asustará.
Piensa que todas esas personas aún tienen que aprender a ser suaves, cordiales, y que todavía no comprenden tu interior.
¡Sigue siendo fuerte, continúa conscientemente y no dejes que te derriben!
Solo te haría sentirte fatal, y eso les agrada a esas personas duras, porque la dureza es el mal de este mundo.
Y el mal de todas formas se nos viene encima, de eso no hace falta que te cuente nada, porque tú estuviste entre la vida y la muerte, igual que yo, aunque haya una poderosa diferencia entre nosotros en cómo vivimos este mal.
Yo me voy conscientemente y tú permaneces aquí, pero por dentro sientes y vives, y entonces olvidas las leyes de tu vida terrenal.
Y esas no las olvido jamás, si no yo me estrellaría en solo unos días.
—Lo percibo, André, y me esforzaré al máximo.
Jetje se va, pero volverá.
La madre Jet desea oír las cosas que dijo su hija y le pregunta:

—¿Pudo contarlo ella misma, André?
—No, pero fui capaz de ayudarla.
Va a empezar a trabajar en sí misma.
Tendrás que velar por que termine las cosas que tenga entre manos.
Así es como se hará con el fundamento para su personalidad terrenal, y más adelante podrá valerse entonces por sí misma (—contesta).
Jetje no deja de progresar.
Da paseos por la calle, y también en casa ayuda.
Apoya a su madre y es como cualquier otro ser humano.
¿Está Jetje loca?
Nadie piensa que sea anormal.
¿La conocen?
Las personas que no saben nada de estas cosas no la conocen, porque es increíblemente profunda, y aún así tan sencilla.
André, en cambio, ya la conoce y sabe que Jetje está asimilando conciencia material.
“Y eso es algo que todo el mundo ha de hacer”, dice su maestro.
Incluso los millones de personas que creen tener ese grado de vida consciente sucumbirán todos —todos, sin excepción alguna— ante el grado de vida espiritual.
Cuanto más se eleve la personalidad humana, más difícil se hace la vida terrenal.
Llevar una vida animal no tiene truco.
¡Eso lo sabe hacer cualquier inconsciente!
Pero poseer riqueza espiritual es otra cosa muy diferente y requiere la entrega de la personalidad entera, y con eso ha empezado Jetje.
¡Y a esas personas las llaman incapacitadas mentales!
Esta gente se encuentra en realidad entre la vida y la muerte.
La vida interior se dedica a sentir más profundamente y a enriquecerse, eternamente y ¡en nombre de Él, que está representado universalmente!
Se elevan hacia Él, y de forma eterna, hasta que la humanidad acceda al “Omnigrado” divino.
Ese es en última instancia el destino de la vida en la tierra.
Jetje estará un día mejor que otro, y eso seguirá así hasta que haya entrado en armonía con respecto a su vida material.
Jetje no descollará en la vida social, para eso es demasiado espiritual su sintonización.
Para la madre Jet son difíciles de captar esas oscilaciones de su hija.
También de esta madre es tremendamente difícil la vida, pero podrá completar su tarea.
A veces la madre Jet puede con todo, pero de vez en cuando también ella recae un poco y eso la deja triste.
Ahora André también la tiene que acoger a ella y ayudarla a ponerse en pie, si quiere mantenerse firme.
Una tarde va a verlo una Jet extenuada.
Casi no puede más.
El maestro Alcar dice a André:
—Háblale del suceso con Annie, la enfermera.
La madre Jet se ha sentado, entre quejidos.
André la sondea.
—¿Quieres que te cuente una bonita historia, Jet?
—Por favor, André.
Ya sabes que de eso no me canso nunca.
—Bien, pues entonces escúchame.
Nos viene a ver una enfermera, a la que tuve que tratar durante un año.
Llegó aquí hecha una ruina.
Pero ahora ya lleva mucho tiempo trabajando.
A Annie le gusta hablar; siempre habla de mis libros y sobre los rosacruces, y a todo el mundo le dice que Dios lo es todo para ella, que la gente ha de tener confianza y que se tienen que entregar por completo a Él, o no llegarán nunca.
Tienes que mantenerte en pie y desear el bien, pero eso la gente no lo quiere.
Naturalmente, las fuerzas físicas para poder mantenerte en pie tienen que estar presentes, y si de verdad necesitas ayuda, entonces verás que la habrá.
No termina de hablar nunca, nunca se cansa de hablar y de dar fuerza a la gente.
Cuando está aquí, no para de hablar, es incapaz de detenerse.
La hemos escuchado siempre.
Pero un buen día llegó aquí, muy alicaída.

“¿Qué ocurre?”, pregunté.

Respondió:

“Pues, qué quieres que te diga, ya no puedo más.
¡Ya no puedo seguir, imposible!”.
Entonces el maestro Alcar me mostró que sí que podía seguir, pero que había tirado la toalla.
Quería que todo fuera un poco más fácil.
Su paciente, que estaba moribundo, la reclamaba día y noche.
Annie dijo que se vendría abajo si eso iba a seguir así más tiempo.
Pero yo vi que le sobraba fuerza para estar entregándose por completo otros cuatro meses día y noche, si hacía falta.
¿Qué tenía que hacer yo?
¿Qué le iba a decir?
¿Qué crees, madre Jet, que le dijo mi tierno y encantador maestro Alcar?
—Que tenía que descansar.
—Allí te equivocas, Jet.
Alcar dijo que entonces era mejor que sucumbiera.
Transmití este mensaje y lo dije con aún mayor dureza:
“Que te derrumbes, enfermera Annie.
Hablar es gratis.
Ponerles a los demás la cabeza como un bombo, decir cómo hay que hacer las cosas y luego sucumbir una misma, tirar la toalla, largarse y rascarse la barriga, ¡eso lo hace cualquiera!”.
Adiós Annie; se fue llorando, pero yo sabía que empezaría a trabajar en sí misma, y que si hacía falta se derrumbaría.
Pero sí que lo había comprendido, y se volvió corriendo lo más rápido que pudo a su enfermo, que una semana más tarde cambió la vida terrenal por la eterna.
Annie vivió un lecho de muerte maravilloso y me vino a ver, rebosante de felicidad.
Temblaba de tanta vitalidad.
Nunca antes había sido así.
Dijo que en su vida había entrado una fuerza sobrenatural.
Aunque los cuidados hubieran requerido un año más, ni así habría sucumbido.
¿Qué quiso conseguir el maestro Alcar, madre Jet?
Que Annie diera ahora la prueba de su amor, que se nutriera de una fuente que representa absolutamente todo, pero de la que los seres humanos solo podemos beber cuando hemos consumido nuestras fuerzas hasta la última gota, cuando estamos completamente vacíos y ya no poseemos nada.
De lo contrario es imposible que alguna vez vivamos la entrega al cien por cien de nuestra personalidad.
Y eso es lo que quiere Dios, Cristo, de nosotros.
Solo entonces funciona la inspiración divina para esta vida y la siguiente; para todos nuestros pensamientos, todo nuestro orar y laborar.
Annie también pudo experimentar esto, porque no se derrumbó, sino que dio muestras de una vida verdadera, ¡estuvo sirviendo!
Se le abrieron los ojos junto a este lecho de muerte.
Aquí es donde dio todo de ella misma, pero eso no la agotó.
Al contrario, actuó como una consciente espiritual.
El moribundo le dijo:
“Tienes razón, enfermera, nuestra vida continúa.
Veo a mi madre a mi lado.
Tengo sesenta y cinco años, y aun así dice: ‘Hijo, vengo a buscarte’”.
Fueron las últimas palabras que oyó Annie.
Entonces fue a su propia habitación para dar gracias a Dios por este momento.
En ese instante Annie adquirió su conciencia para esta vida y para el Gólgota.
Unas horas antes su conciencia había estado moribunda; Annie era una muerta en vida.
Nunca más volverá a sucumbir, porque este acto, este querer, tiraba de ella hacia un estadio más elevado, en el que ahora puede vivir, y ¡puede sentir que esa fuente es inagotable!
Así que, ¿qué es lo ha de hacer nuestra madre Jet?
—Ya lo sé, André, y te lo agradezco mucho.
—No, todavía no te vayas, espera un poco.
Aquí tengo otro ejemplo.
Otra enfermera, que también viene a verme, pero que es mayor, y que habla mucho con Anna, mi esposa, vivió lo mismo.
La enfermera Neel sabe hablar bien y también hace trabajo espiritual.
Sana y habla con cualquiera que quiera escucharla.
Da apoyo y fuerza a todo el mundo.
Para ella Dios es el Dios de todo lo que vive, ¡el Padre de todos, de todo!
La Omnifuerza, no existe una fuerza más grande.
Y esa fuerza jamás te abandona, ¡jamás!
Puedes confiar en ello: en todo, en la desgracia y la felicidad, en la enfermedad y la miseria.
¡Dios lo es todo!
Tendrías que oírla hablar, madre Jet.
Lo hace como un viejo pastor, y nunca renuncia.
No cierra la boca ni un segundo y la escuchamos.
Cuando tengo un ratito me pongo a su lado y sigo su conversación.
“Mi maestro”, dice entonces, “quiere que nos esforcemos.
Pero también dice que tenemos que valernos por nosotros mismos, ¡Dios es absolutamente todo!
El Dios del a... mor”.
Tarda un poco.
Neel recurre a la palabra amor y deja que el dulce sonido vibre en ese instante por toda su personalidad.
Vuelve a repetir la palabra, y sintoniza su personalidad y fuerza de voluntad, todos sus sentimientos, con la palabra y entonces llega.
Es como si el sonido resonara desde la profundidad y como si solo te tuviera a ti por destinatario cuando la pronuncia.
“¡El a... mor!
Dios es a... mor, y siempre lo ha sido.
Y además lo seguirá siendo.
Dios no nos deja solos.
Ama a Sus hijos.
Siempre puedes confiar en Él, ¡en todo!
Y los seres humanos hemos de abrirnos a Él, entregarnos a Su fuerza y voluntad.
Entonces se nos ayudará.
¿Lo oyes?
Cualquiera puede recibir esas fuerzas”.
Neel habla hasta dejar cualquier enfermo patas arriba y, de verdad, madre Jet: Neel sabe sanar, y muy bien, además.
Es una verdadera criatura cristiana.
Tengo un sagrado respeto por su vida y personalidad.
¡El maestro Alcar también lo tiene, lo sé!
Neel es un ángel terrenal.
Hay poca gente en la tierra capaz de alcanzar esta altura.
Cuando llegue al otro lado habrá miles de almas esperándola.
Te digo: le echarán flores a los pies, porque es una criatura con una fe firme como una roca, igual que la de los cristianos que iban a la fosa de los leones por su convicción.
¡Y con esto le rindo todos los honores!
También a mi maestro le gustaría darle este regalo.
Pero también Neel recibe inesperadamente su lección de vida, y no solo ve su grandeza, sino también su pequeño yo.
Cae presa de un resfriado y de una otitis.
Y ¿qué es lo que hace?
Me escribe si quiero ir a verla.
Pedir ayuda es algo muy normal para la gente ordinaria, pero no así para Neel.
Porque así es como accede a lo anormal respecto de su propia vida y su propio deseo, de todos sus sentimientos.
Escribe: “Hermano André, ¿podrías venir a verme?
Estoy enferma”.
Pero el hermano André no recibió permiso de su maestro.
Alcar dijo: “Y ¿qué fue ahora de esa Neel tan espiritual y vigorosa?
¿Dónde está su confianza en Dios, que la apoyará, y dónde está su propio maestro?
¡Esto no cuadra!
¿Cómo va a querer representar Neel ahora su propia vida?
Ignora a su líder espiritual y me necesita a mí.
Ahora comete muchos errores.
Si le sirviera de algo, la partiría por la mitad.
Considero, sin embargo, que está en condiciones de evolucionar ahora, de acceder a una concienciación más elevada, pero para eso tiene que entregarse entera.
Puede ayudarse ella misma.
No necesita a nadie.
Pero ahora anula su propia dirección.
No vas a ir a verla, André”.
No fui, pero ella sintió que le habían pisado los callos, y pensó: ‘Y ¿este es André?’.
Escribió:
“Muy señor mío”.
Me hizo reír, madre Jet, porque yo para ella era como un hermano.
Ahora de pronto me había convertido en un señor.
Me anuló a mí y a todo lo que le había dado para su desarrollo durante los años que nos vino a ver.
Ahora está por encima y no hace caso de nada.
De un plumazo arroja al lodo mis sentimientos por ella y su personalidad.
Pero yo conocía a Neel.
Además me escribió:
“Ya estamos.
Otro que pretende escribir “libros” espirituales y hablar de amor.
Yo recibí mi convicción, pero esto no cuadra.
Ahora lo sé: no es más que palabrería emperifollada.
Ahora que hay que demostrar qué es el amor, me quedo sola.
Qué decepción.
Ahora sé qué clase de médium es usted”.
Escribió más cosas, pero esto fue lo principal.
Le di un par de vueltas, porque Neel necesitaba que se le diera una buena lección.
Aun así, tenía que hacerle sentir la grandeza de su carácter y demostrarle que había actuado mal, si quería poder abrirle los ojos.
Sintonicé con mi maestro y pregunté:
—¿Podría ofrecerme la respuesta para esta mujer?
Y ya unos segundos después la recibí.
El maestro Alcar dijo:
—Siéntate, André, te inspiraré.

Empecé la carta así:
“Mi querida Neel”.
En ese instante sentí el contacto con el maestro Alcar y seguí escribiendo: “Qué tonta que eres, ay, qué tonta eres ahora.
Has despilfarrado toda tu grandeza.
Qué grande habrías podido ser y ¿en qué se ha quedado todo eso ahora?
¡En nada!
Soy capaz de analizar tu gran error, pero ni siquiera lo hago.
Tu escrito y tus actos fueron muy débiles.
Eso no lo hace una persona consciente.
O ¿es que Neel dudaba de mi amistad y amor por su vida y dones?
De lo contrario jamás te habría permitido estar cerca de mí, créeme, porque mi tiempo es oro.
¿Alguna vez no te abrí mi puerta?
¿Acaso eres capaz de vivir mi vida y de ser instrumento de los maestros?
Entonces ya no tengo nada que decirte y puedes condenarme tanto como quieras.
Pero así no te veo, y sabes que a lo largo de los años mi clarividencia ha ido cobrando importancia.
Puedo decir: poseo dones.
¿Tú estás por encima de este contacto?
Si te hubiera ayudado, Neel, ¿qué habrías recibido entonces?
¿Cómo habrías actuado entonces y qué habría quedado entonces de tu propia posesión?
Aclárate tú misma, querida Neel, eres capaz de ello.
Pero de momento ya no te quiero ver.
Que te vaya bien, hija del Padre, ¡que Dios te bendiga!”.
Mi escrito fue más o menos así, madre Jet.
Neel no apareció en tres meses, y entonces ya no aguantó más.
Un día llaman suavemente a la puerta.
Anna abre, yo no estaba.
¿Neel?
—¿Está en casa?
¿Me echará a patadas?
Qué mal he actuado.
Ojalá me hubiera matado de un golpe.
He tenido que aprender mi lección.
Decirles a otros que tengan confianza y reclamarla yo misma sin que hiciera falta.
Es horrible.
Pero me he merecido esta lección”.
Entonces mi esposa dijo que allí no se echaba a nadie a patadas, y se quedó charlando un poco con ella.
Cuando llegué a casa, Anna me dijo:

—No vas a adivinar nunca quién estuvo aquí esta mañana.
Dije:

—Neel...

Increíble, Neel había vuelto.
El maestro Alcar me dijo:
—Dale una pinturita que hayas recibido en trance.
Ha aprendido la lección y ha inclinado la cabeza.
Neel dio un salto de felicidad.
Ya no quería volver a meter la pata de esa manera.
¡Cuántas cosas había aprendido así!
—Ya me voy, André —dijo la madre Jet—.
Te estoy muy agradecida.

La madre Jet fue a ver a su hija y acabaría su gran tarea con amor.
También ella empezó a tener confianza en el otro lado y en los maestros.
André se preparó mientras tanto para ayudar a otras personas.
Unos días después volvió a enfrentarse a nuevos problemas, de los que llegaría a conocer las leyes astrales.
A su vida se manifestó otro grado de demencia y para eso tuvo que entregar su personalidad entera.