Las leyes de vida y muerte para el universo

—La concienciación, hermanos míos —continúa el maestro Alcar—, es vida materna y paterna, pero quiere ser amor.
A pesar de todo, tener o no tener conciencia es un solo mundo, porque una situación nació de la otra y porque todo lo que vive volverá a Dios.
Significa que el espacio evoluciona, pero por medio de la muerte y la vida.
“Hagan la transición en eso y lleguen a conocerlo también”, es lo que llega a mi propia conciencia, “y le seguiremos”.
Es la voz desde el consciente Omnigrado divino, que nos habla y todavía nos sigue.
Y este amor divino es para usted y para mí y para toda la vida de Dios.
En ocasiones hemos tocado un momento la muerte y la vida, porque teníamos que iluminar esa ley para otra ley vital, pero ahora estamos ante la muerte y la vida de este espacio.
Solo ahora alcanzamos esta unión.
Todo esto que se ha creado continúa y se eleva más por medio de la muerte y también de la nueva vida, pero mientras evoluciona hasta los grados de conciencia, y el ser humano y el animal, la flor y la planta entrarán a la siguiente existencia, por lo que, sin embargo, llegamos a conocer las leyes de justicia divinas, porque si no hubiera muerte, tampoco existiría la justicia divina, porque a la vida se le ha privado ahora de esos derechos.
¿Lo están oyendo, hermanos míos?
El morir para el espacio es una ley de justicia, es igual para el ser humano, el animal y la flor, para todo lo que vive.
Si quieren sintonizar con esto continuaremos.
También me entrego a su sentir y pensar, porque el espacio quiere infundir alma a la vida de ustedes.
Y es André quien entra en contacto con las leyes de vida y muerte y puede contestar:
—Aquello en que vivo ahora y que ha entrado dentro de mí, mi maestro, es para mi el ser uno solo con las estrellas y los planetas, que ahora cambian la vida material por la continuación espiritual.
Para nosotros como seres humanos, esto es el proceso de muerte en la tierra.
Pero quiere ser, e incluso es para Dios... el acceso a la vida, después de poner fin al propio ciclo, el mundo astral.
O sea, el acceso como la vida interior, el espíritu, la vida detrás del ataúd.
¡Es la continuación en el espíritu!
Estas leyes se han creado también para el universo, y llegamos a recibirlas y a vivirlas mediante las leyes espaciales, por lo que también nosotros pudimos continuar.
Pero ¿qué opina la criatura de la madre tierra de estas leyes?
¿Cómo se viven estos grados de vida?
¿Qué piensa la criatura de la madre tierra de la muerte?
Es pérdida, demolición, esa criatura llora hasta quedarse sin lágrimas porque no conoce la muerte, no la ve como evolución propia, por lo que así se crearon todos esos disgustos.
Ahora en la tierra millones de personas están muriendo en combate, pero todavía no ha muerto un solo ser humano, lo que muere allí es necesario, pero es materia, el alma como espíritu continúa ahora y se va elevando, ¡prosigue su evolución!
De ninguna manera, mi maestro, la criatura de la madre tierra todavía no lo ha comprendido.
¿Qué significan la vida y la muerte para el universo? ¿Qué quieren dar a nuestra vida?
Tengo que seguirlo un momento.
Allí ya hay millones de personas que aceptan que la muerte no existe.
Millones de otras personas no ven más que la muerte, que no solo les golpea con destrucción a ellos, sino también a cada ley de este espacio, y ya no queda esperanza para nada, ya no queda vida, no queda más que desgracia y es lo que sobra para el ser humano.
Pero las leyes espaciales para nuestra vida nos aclaran de otra manera la vida para el alma y el espíritu, para que ahora podamos continuar para analizar también estos grados de justicia.
La muerte no existe, gracias a ella el alma accede a otros mundos, es lo que me dice este espacio en voz alta, y lo devuelvo a la criatura de la tierra, para que también despierte para la vida y la muerte.
Usted me aclaró todas estas leyes para la vida en al tierra, mi maestro, y escribió los libros ‘Una mirada en el más allá’.
Ahora yo estoy viviendo las leyes espaciales para la vida y la muerte.
Puedo constatar ahora por medio de numerosos fenómenos si hay aquí una vida y una muerte.
Por supuesto, lo sabemos, pero ahora desciendo en esas leyes, llego a vivir la unión espacial, de modo que las leyes se revelarán.
La luna está muriendo, y a la par de ella otros planetas y estrellas.
Es la continuación para la vida de Dios, estas leyes se crearon también para el ser humano de la tierra.
Es el acceso a nuevos mundos.
Morir es evolución.
Dios lo ha contemplado de antemano, estas leyes tampoco fueron distintas para la Omnimadre, porque así la vida recibió la posibilidad de continuar.
Primero, la vida terminará el grado de vida, pero así, o sea, por la supuesta muerte... estaba preparado el otro y siguiente grado de vida para acoger el alma de Dios.
Y entonces a la vida como chispa de Dios se le dio a vivir el fenómeno que para la criatura de la tierra sigue siendo todavía el morir.
¡Soy uno solo ahora con las estrellas y los planetas para el proceso “vida y muerte”!
Y lo que estoy viendo es un imponente espectáculo para mí.
Paso por encima de las leyes materiales para el morir, voy planeando por el espacio y vivo esta unión.
Toda esta vida ha de morir o no continuará, algún día también la tierra se disolverá, pero entonces habrá terminado su tarea como la luna.
Será entonces el morir para el planeta y también su renacer, para el cuarto grado de vida cósmico.
Todas estas estrellas y todos estos planetas han de morir para el espacio, o no habría evolución.
¿Qué quiere hacer, pues, el ser humano de la tierra?
¿Qué más le queda por preguntar a esa vida?
Veo que una y otra vez entra vida nueva en el espacio, y eso significa que se verá una y otra vez desde la tierra, y se descubrirá allí una nueva estrella.
Pero la anterior ha desaparecido, continuó, pero eso me dice ahora que la vida en el espacio, en este universo, sigue dilatándose, sigue densificándose y que crea vida nueva para la existencia futura, y que solo ahora vivirá la paternidad y la maternidad.
¿Lo ve usted de otra manera?
Claro que no, es imposible, porque son las leyes para vida y muerte.
Está planeando allí la madre tierra.
Conocemos su vida.
Toda esa vida ha de continuar a través de la muerte.
Dios aún no ha creado otra ley, y es comprensible, ahora que se nos concede contemplar estos milagros.
Toda esta vida va al encuentro de la vida astral, y para el ser humano como vida no se puede ver de otra manera, porque este tiene que observar estas leyes.
El morir humano no difiere en nada, es un solo acontecimiento, es aquí el desgarramiento de una estrella, la disolución de un planeta, para la tierra la desaparición del organismo humano, para el animal y la flor es el mismo proceso.
Es imponente, porque nos conecta con las leyes divinas para el renacer.
Y no, por lo tanto, con desgracia o demolición alguna.
Para vivirlo tiene que entregarse el alma como ser humano.
Son las leyes del espacio, y gracias a Dios no llegan a estar en manos de los seres humanos, o se frenarían y ya no avanzarían, crearían entonces disarmonía para Dios y todas estas revelaciones.
¿No es cierto, criatura de la tierra?
Si el ser humano llegara a tener estas leyes en sus manos, las viviría; puesto que la evolución divina obliga a la vida a que continúe, el ser humano como la personalidad creó la falta de licitud, de voluntad, de ser y de vivencia, por lo que se detuvo la evolución divina del ser humano de la tierra y el ser humano destruyó la propia creación, algo que ahora no es posible.
Pero a la muerte hay que comprenderla, y solo entonces habrá alegría en el ser humano.
La madre tierra hace llorar a sus criaturas, porque sabe que más adelante su vida alcanzará esa ciencia espiritual y solo entonces se vivirá la vida en la tierra según las leyes espaciales.
Y esa es precisamente la felicidad para cada chispa de Dios.
La muerte, pues, mi maestro, conduce todo lo que vive hasta esta felicidad desconocida, hace que entre a la vida nueva, que para el alma como ser humano es, después de haber vivido el ciclo material, el mundo astral.
Allí vive la madre tierra, la luna, allí viven Venus, Júpiter y Saturno, viven millones de chispas de Dios y todas esas vidas morirán aquí y sin embargo seguirán viviendo, porque morir es y quiere ser: ¡evolución, renacer!
¿No es asombroso que a uno se le conceda saberlo?
Ahora ya no hay pérdida, ¡todo se convierte en el ser uno eternamente!
Toda la vida del espacio solo se preparará para el proceso de muerte, cuando también la chispa haya vivido la evolución, solo entonces será posible la continuación.
Significa, por tanto, para la tierra, que, aunque la madre pierda su hijo, no es una pérdida, que la vida ha de continuar, elevarse más, volver a Dios.
También ella como madre ha de aceptar estas leyes, y lo vemos aquí en el espacio, porque la luna está muriendo y con ella su otra vida.
Esta vida del espacio va al cuarto grado cósmico, pero también nosotros como seres humanos, y con nosotros toda la demás vida.
¿Qué más le queda al universo por decirnos en cuanto a la vida y la muerte?
Que esa Osa Mayor, la Lyra, el Cisne, Cástor, Pólux y muchas otras estrellas y planetas, como se les llama en la tierra, lo que no tiene significado espacial... desaparecerán después de este universo, ¡porque existe la muerte!
Aunque todavía pasarán eras, para muchos cuerpos millones de años, desaparecerán... morirán... o sea, se disolverán, y eso es, pues, la continuación.
Se preparan para el cuarto grado cósmico.
Entonces habrán completado su tarea para este espacio.
Estas vidas se van disolviendo poco a poco, y es el proceso de muerte con sintonización macrocósmica.
Entonces el norte y el sur, el oeste y el este estarán vacíos para este espacio, pero el ser humano habrá alcanzado el más allá espiritual.
Más no hace falta, pues.
Es todo, pero las estrellas y los planetas avanzarán más y se elevarán con nosotros.
Es la intención de Dios para todo lo que vive.
La madre tierra sigue teniendo que cumplir una tarea imponente entre toda esta vida.
Su vida domina toda estrella y cada planeta.
¿Qué quieren sacar a la fuerza y calcular los astrólogos desde el espacio, ahora que estamos ante la tierra como la conciencia más elevada del universo?
Lo miro un momento y continúo, mi maestro, solo más adelante seguiremos y analizaremos también estas leyes, y luego viviremos y constataremos sus asuntos mezquinos.
¿Es capaz un planeta inconsciente de infundir alma al ser humano?
¿Es capaz de ello Júpiter, ahora que sabemos que la madre tierra ha recibido lo más elevado?
También la enorme encarnación que vivió Marte carece de importancia para la concienciación más elevada de la tierra, y más adelante la vida de la madre tierra como ser humano tendrá que aceptarlo.
Esa enorme encarnación no supera la tierra, y carece de significado para la muerte y la vida, porque detrás de esto vive, de todos modos, el ser uno universal.
Significa, pues, que Marte y la luna morirán antes que la tierra, ha de ser así según los grados de vida consecutivos para esta conciencia, y algún día la vida en la tierra lo verá desde la tierra.
Será entonces para Marte la propia muerte y la continuación.
Y ¿qué decir, pues, del imponente Júpiter?
¿Y después de Saturno con su anillo densificado como órbita vital?
¿Lo oye, mi maestro?
Veo ahora cómo recibió y densificó su anillo, cuyas leyes viviremos más adelante.
Pero ¿cómo piensa de ello la criatura erudita de la madre tierra?
Esa criatura aún no puede comprender ese milagro, que es una ley natural para las leyes de dilatación y densificación, ¡porque este ser erudito no conoce la creación!
Pero mire hacia arriba, lejos de su vida, de todos modos seguirá usted este ser uno, y después recibirá y vivirá la palabra divina como yo.
Ahora que se nos concedió conocer el alma, el espíritu del organismo del planeta, esa velocidad astronómica ya no nos dice nada, tampoco la distancia del sol para la tierra, vista en años luz, se trata ahora para nosotros de la paternidad y la maternidad, de la muerte y la vida, solo así el respeto material hablará del universo para el ser humano y el animal.
Para la vida de la madre tierra.
Miren hacia arriba y verán estos planetas y estrellas, y miren hacia abajo, en todas partes, estemos donde estemos, vemos vida y muerte.
Me he convertido ahora en fuerza centrífuga, mi maestro, por lo que soy capaz ahora de analizar toda esta vida, pero cuya vida y muerte tengo ahora delante.
Y conocemos cada una de sus leyes, de modo que somos capaces de representar la ciencia divina, espiritual para la Universidad de Cristo.
Y ahora veo, y experimento además, que son justamente los planetas poderosos los que no poseen paternidad ni maternidad, porque tienen que mantener con vida este organismo espacial, hasta que la última conciencia como ser humano y animal haya vencido este espacio.
Y son las estrellas y los planetas que empezaron primero con esta densificación, porque forman parte del sistema pulmonar, o sea, de los núcleos de conciencia para el organismo universal.
Aquí todo muere, incluso la túnica para el universo morirá.
Son precisamente esos cuerpos los que han empezado a crear ese mundo aquí para el cuarto grado de vida cósmico, para lo que han dado su propia aura vital, lo que es posible únicamente por medio del proceso de muerte.
Pues bien, lo que nos da a vivir el macrocosmos como microconciencia, o sea, para la muerte y la vida, es la posesión del alma humana.
Porque por medio de esto vuelve a su Dios.
Por lo tanto, maestro Alcar, mi vivencia me reconduce al renacer por medio de la muerte.
Es de importancia esencial para cada chispa, y seguirá siendo así.
Ya ve: también el universo vive el morir en evolución.
Porque así nacieron otros sistemas solares, también para este espacio.
Puesto que muere la vida material, surgieron el cuarto, quinto, sexto y séptimo grados de vida cósmicos.
Más adelante llegará a conocer esas leyes.
Y son mundos que desde la tierra no se ven ni se pueden vivir, porque fueron creados para el despertar espiritual.
Significa: si el ser humano muere allí en la tierra, recibirá la felicidad elevada, o al ser humano de la selva terrenal no le tocaría jamás vivir otra cosa.
Pues bien, si el astrónomo quiere ver esos mundos, tiene que crear telescopios que ven mundos espirituales, pero no es posible, aunque el ser humano, que dentro de millones de años seguirá viviendo en la tierra, haya materializado su ciencia espacialmente y será capaz de volar por el universo y de vivirlo desde la tierra, porque entonces podrá levitar de manera espiritual y material.
Si el astrónomo quiere ver el cuarto grado cósmico, tendrá que espiritualizar sus instrumentos, y si el erudito nuclear quiere vivir esa división, también él se encontrará ante estas mismas leyes.
¡Se convertirá entonces en el a concienciación espacial para toda la vida de Dios, y ¡únicamente se puede recibir por medio de la muerte!
¿Entiende este imponente milagro, mi maestro, hermano y hermana de la tierra?
Estas son leyes divinas.
Y el alma como ser humano asimila estas leyes mediante la muerte, porque morir es vivir nueva conciencia, es continuar, es también y además despertar espacial.
Desee mantener la vida en la tierra y estará en un punto muerto, no podrá continuar.
Porque Dios lo ama y lo quiso así la Omnimadre, tendrá que morir allí, porque es su concienciación espacial y divina.
El alma llega a ver su siguiente evolución por la muerte y la continuación que vive detrás.
Y solo entonces podrá ver usted lo profunda que es su vida, también Dios, ahora puede continuar conscientemente.
Y si usted ama su muerte, no se podrá ver miseria ni pobreza y pérdida, ¡es y seguirá siendo felicidad!
¿Puede el ser humano de la tierra decir ahora: “Me conozco”?
De ninguna manera, pero ahora sí que se ha vuelto posible, aprendemos ahora cómo hemos nacido.
Y lo que significa el espacio para nuestro pensar y sentir con conciencia diurna, para la paternidad y la maternidad.
Y solo entonces el alma como ser humano mirará detrás de su amor y se comprenderá como madre y padre.
¡Ahora puede servir!
Ahora puede recibir su beso espacial, y tiene profundidad universal.
¡Morir es nacer para el espacio!
La muerte es una bendición divina para el alma como ser humano, y para toda la vida que ha creado Dios.
Gracias a él recibiré mi felicidad eterna como ser humano, o no sería posible.
La muerte llegó a controlar las leyes de dilatación.
Si no hubiera muerte, mi maestro, no habría continuación, tampoco habrían nacido grados de vida consecutivos.
Porque la muerte nos envió a la siguiente ley vital, y se convirtió en el nuevo nacimiento, para el alma, la vida, el espíritu y la materia, después la personalidad humana.
¡No maten, pues, en la tierra, porque saca a golpes la chispa de Dios de esa vida!
Si allí abandona la vida demasiado pronto, es crear una ley falta de armonía, y esta producirá pena y dolor, creará odio y demolición y animalización, o sea, toda esa oscuridad horrorosa.
Ahora soy feliz, mi maestro, de que ya no mataré.
Y eso significa: voy a continuar ahora armoniosamente, mi propia muerte lo dirá allí ante el organismo, y yo como la personalidad astral espiritual quiero aceptarlo, ¡porque esa Parca me ama victoriosa!
La muerte nos trajo al universo que se dilata, a los grados y leyes vitales del universo, por eso la muerte espacial se ha convertido en bendición humana.
Y finalmente, mi maestro, los grados de vida que son inconscientes se volverán conscientes y gozarán de conciencia por medio de la muerte.
Pues bien, Parca, el espacio la ama y la seguirá amando eternamente.
Haré lo que sea para conducir a la criatura de la madre tierra hasta el despertar de usted.
Y ¡es la continuación para cada chispa de la Omnimadre...! ¡El Dios de usted y mío!
Mediante la muerte, mis hermanos, la vida llega a vivir nuevas encarnaciones.
Así que nada se pierde, porque por la muerte la vida que se ha vivido vuelve a la Omnifuente, cuya alma como espíritu ha de representar una conciencia elevada.
Es para nosotros la vida detrás del ataúd.
El mundo astral son las esferas de luz.
Así que vemos que una cosa tiene que ver con la anterior, y esas vidas son una sola y seguirán siéndolo.
Las leyes para la evolución espacial obligan, por tanto, a las estrellas y los planetas a aceptar la muerte, porque detrás de esto vive la nueva vida, la siguiente.
¿No es imponente, acaso?
¿No es como para querer entregar lo que sea para ello?
Es decir que el organismo se retira por sí solo, y da su libertad universal al alma.
Así el alma como ser humano puede terminar su tarea para Dios y Sus espacios.
Las leyes para vida y muerte obligan a todo insecto a darse, porque es la ampliación.
Y como último ver y vivir recibo todavía: es necesario para el ser humano como criatura de Dios, porque ¡es y significa el verdadero regreso a la Omnifuente!
Ahora me vuelvo a entregar a la vida de ustedes, ahora termina mi animación.
Y es el maestro Alcar quien me da el contacto, y también yo puedo seguir conscientemente.
—Qué sencillo es todo esto, hermanos míos.
Qué sencillo se está volviendo.
Vuelvo a ver los grados de vida, y por ellos puedo orientarme.
Y entonces accedo al instante a la vida en la tierra, continúo, porque esas leyes hablan de manera dominante.
Cuando llega la muerte, la materia depone el alma, el espíritu y la conciencia adquirida.
El organismo material también vuelve a la Omnifuente, por lo que vemos que ni una chispa se pierde.
Ya sea feliz o infeliz, el alma como ser humano continúa y accede ahora al mundo espiritual.
Podemos seguir y percibir la conciencia del espacio por nuestra vida, pero la muerte nos lo puso en las manos.
Gracias a la muerte podemos decir: esto me pertenece, porque es ella quien nos ha traído hasta la propia entidad.
El proceso de morir universal, pues, es una victoria sobre lo temporario.
El acontecimiento gigantesco para este espacio se convirtió en ser uno divino.
Porque así las leyes dieron un paso hacia adelante.
Y ahora el sol y la luna, también la madre tierra, llegaron a tener la muerte en sus manos, y es justicia para absolutamente toda la vida de Dios.
Así que la muerte sirve, nos ama y nos conduce a todos los grados de vida.
Cuando más adelante vivamos las leyes materiales para el alma como ser humano, constataremos primero esta gracia para el alma, y esta verá que la muerte trajo bendiciones para su ser y personalidad.
Y solo entonces se elevará un suspiro de alivio desde ese corazón humano paterno y materno, y por medio de la muerte el alma se habrá vencido a sí misma.
Entonces pueden relevarse los sentimientos, pero ahora el negro ya no se transforma en blanco, sino en azul celeste, vemos entonces otra vez las siete eras de densificación para el reino de los colores divino y también humano.
Y estas crecen y se densifican por medio de la paternidad y maternidad, porque el amor espacial para el alma ha despertado como ser humano.
Si no hubiera muerte, hermanos míos, jamás llegaríamos a vivir nuestra alma gemela espiritual, y ¡es, no obstante, nuestro ser uno divino!
Es nuestro Wayti... mi hermano André, para la vida detrás del ataúd.
¿Quién no va a querer vivir ese amor?
¿Quién va a querer decir que el amor material es divino para el ser humano?
Gracias a la muerte llegamos a tener ese Wayti debajo de nuestro corazón, y la madre tiene que dar a su creador, el padre tiene que dar a la madre, ¡la “gran muerte” nos lo puso en manos!
Recibimos amor al vivir la muerte, ¡y nada más!
Hermanos míos, me preparo para mi amor, imponente muerte, dame incluso más cosas para vivir y la conduciré al despertar divino.
El maestro Alcar continúa y da a nuestra vida:
—¡En efecto, hermanos míos, así nació el milagro!
Agradezco todo a Dios, sobre todo esta sabiduría.
También yo vivo la muerte en mi amor.
¡También yo llegué a amar gracias a la muerte...!
¡Y eso es lo que dice el espacio, el universo, a absolutamente toda la vida de Dios!
La paternidad y maternidad nos conducen a la vida y muerte, pero la personalidad asimila esas leyes, y ¡es concienciación!
Cuando hayamos llegado hasta ese punto, vivirán también esa gracia con sintonización divina, pero entonces accederemos al cuarto grado de vida cósmico.
Fue por medio de la conciencia cósmica que se manifestó la muerte y que toda la vida llegó a recibir la entidad, la nueva forma, llegó a vivirlas.
Pero así es como vencemos este espacio.
Mundo o planeta, estrella o nebulosa, ¡toda esta vida continúa y evoluciona por medio de la muerte!
Significa, ciertamente, que este espacio se disolverá.
Otros organismos alcanzan la densificación y aceptarán una tarea.
Cada estrella, cada planeta, vida de flores y plantas, agua y aliento vital, evoluciona, pero por medio de la muerte, porque morir no es más que evolución.
Es vivir el final de un grado de vida.
El espacio está listo, la paternidad y la maternidad continúan, lo que todavía puede nacer aquí es una estrella y un poco de nebulosa, nada más, porque los planetas se han densificado.
Es la cosmología para toda la vida de Dios, pero la luna como madre ha creado el alma como ser humano, y también ese milagro llegaremos a conocerlo.
Que hagan falta millones de años luz para que la luz de una estrella o sol alcance la tierra no significa nada, más adelante será el espacio y la profundidad de la personalidad humana.
Ya se sabe en la tierra si se puede experimentar a Venus, pero todavía queda por conocer la verdadera tarea para ese organismo.
El sol tiene conciencia semidespierta, pero incluso ahora la Omnifuente sigue impulsando la propia fuerza vital hasta la paternidad y la maternidad... hasta que toda esta vida haya alcanzado el cuarto grado de vida cósmico, y entonces este espacio puede morir.
Así que morir es aceptar una nueva vida... es la conciencia para el espacio, y la criatura de la tierra ha de aceptar esta ley.
Pero millones de criaturas de la madre tierra ven la muerte como la pérdida de todo y lloran hasta quedarse sin lágrimas, no saben nada de unión universal, solo poseen una fe y que condena, es un Dios de venganza y destrucción.
No obstante, el espacio pone en nuestras manos las leyes para la reencarnación para toda la vida de Dios.
¡Dios nos dio Su vida, Su personalidad, dio la continuación, el saber consciente y la unión definitiva en el Omnigrado!
La humanidad ha de asimilar esas leyes.
Se convertirá en la Universidad de Cristo.
Hemos de vivir y asimilar esas leyes, queremos hacer que tome conciencia la Omnifuente para nuestra propia existencia.
Y es para absolutamente todo lo que vive, cada chispa, cada alma habrá de volver a proseguir su camino a Dios.
Gracias a la muerte, el ser humano llegará a conocer a Dios, gracias a la muerte recibirá Su sabiduría, pero a través de las leyes de paternidad y maternidad.
En el espacio volvemos a ver el origen para la vida y la muerte, y más adelante en la tierra, para los sentimientos humanos.
¿Llegó hasta allí el erudito en la tierra?
De ninguna manera, no puede vivir el renacer por medio de su muerte.
Todavía no es capaz de ver, de vivir la realidad que lo abarca todo dentro de sí mismo, todavía ha de despertar para todas estas leyes.
Todavía no conoce el organismo espacio.
Todavía no sabe cómo se creó todo esto.
Tampoco la teosofía, la doctrina de los rosacruces, mi hermano André, han alcanzado estas profundidades todavía.
Aun así, todo es muy sencillo, pero ellos lo ven todo de otra manera, porque todavía no conocen el Dios de toda esta vida.
Sin embargo, lo que viven Marte y los planetas de transición, el ser humano y el animal, la vida macrocósmica o microcósmica, seguirá siendo lo mismo, si es grande o pequeño carece de relevancia, pero ¡sí la tienen, y para todo, la paternidad y la maternidad, la vida y la muerte!
Pronto veremos la vida y la muerte en la luna, y entonces podrán constatar cómo fue su muerte.
Vamos, pues, nos haremos uno solo con su morir (—dice).
Vamos volando a la luna, en poco tiempo habremos alcanzado su espacio, porque nos desplazamos con la fuerza de la voluntad humana consciente.
Si parece improbable para la criatura de la tierra, el cuarto grado cósmico lo convencerá, estimado lector, estimada lectora, de milagros más imponentes.
Porque cuando un sacerdote del Tíbet ya es capaz de levitar, de completar en poco tiempo cientos de jornadas de viaje en solo tres días, ¿cómo será entonces la vida de la personalidad en el mundo astral?
Vamos de un planeta en otro.
André ha llegado a conocer todos estos milagros imponentes, y ustedes los vivirán cuando les llegue el momento de vivir la vida detrás de su ataúd.
El ser humano vencerá este espacio y podrá decir entonces: he asimilado esta inconmensurabilidad.
He vencido las leyes de la Omnimadre, soy uno solo con este espacio, porque la muerte me dio el nuevo nacimiento.
Habremos llegado allí en solo unos segundos, seremos uno solo con la luna como madre y allí podremos vivir su muerte.
—Miren ahora —dice el maestro Alcar—, vivan su muerte, solo entonces serán capaces de aceptar las leyes de Dios.
Vean todos estos cráteres.
Perciban lo que tienen que contarle a la conciencia y conocerán la vida y la muerte para el espacio (—dice).
Lo que vemos son todos los cráteres que se observan desde la tierra.
Lo que el erudito ve desde la tierra no es otra cosa que la muerte de la luna.
Vemos que esta no conoció jamás la densificación de la tierra y de otros planetas.
No era posible.
Por lo tanto, cuando mi maestro me pregunta:
—¿Qué leyes de densificación ha vivido la luna para la muerte, maestro Zelanus?
¿Ha llegado eso a su vida?
Puedo contestar:

—Sí, mi maestro, estoy conectado con estas leyes para la vida y la muerte.
Está claro: la luna como el primer grado de vida cósmico no conoció esas leyes de endurecimiento ni las posibilidades de densificación de la tierra y Marte y otros planetas.
La luna ha creado el alma y, por supuesto, para su estado también un organismo, pero el alma como ser humano y toda la demás vida no ha conocido conciencia terrestre.
Miren, pues, hermanos míos: he llegado a la unión con ese estadio.
¿No es sencillo, pues?
La luna ha densificado su vida, que recibió desde la Omnimadre.
Ese proceso tomó millones de años.
Y cuando su última chispa hubo alcanzado el estadio definitivo, pudo comenzar con su proceso de muerte.
Y ¿qué estoy viendo?
La materia como tierra sigue densificándose, pero vemos ese fango, esa materia en las aguas, los órganos internos para la luna, y podemos constatar ahora cómo tuvo lugar esa densificación.
Su último respiro hizo que surgieran los cráteres, mi maestro.
El alma como espíritu para este imponente cuerpo, como fuerza que funciona conscientemente, se disolvió, pero en esos siglos había creado vida nueva para el cuarto grado cósmico.
Lo que se disolvió fue el primer grado de vida para la atmósfera, mi maestro.
Al igual que toda la vida, la luna tiene siete grados de densificación para su blindaje, y también los estoy conociendo ahora.
Son estos cráteres los que tienen que representar su muerte.
Esto de aquí ha ocurrido para su conciencia, al igual que para el ser humano moribundo.
Los últimos fenómenos de respiración han creado estos cráteres.
Y entonces la materia se ha densificado como masa, y es la imagen del estadio actual.
—En efecto, así es, hermanos míos.
Están viéndolo: la luna es la única vida planetaria del espacio que está muriendo.
Los planetas de transición la han seguido.
También han tenido que aceptar la muerte los planetas de transición, que tienen sintonización con su conciencia y que han completado su tarea para el espacio.
También Marte está preparándose ya para morir, y eso ¿qué significa, André?
—Que la vida de Marte se ha densificado y que el alma como ser humano ha alcanzado la tierra y los demás mundos creados como espacios.
Porque el Omnigrado está habitado.
Por eso podemos constatar la edad del espacio, mi maestro.
—También eso es posible, por supuesto: vemos los fenómenos por la materialización.
Pero lo ven: la luna está muriéndose, ha completado su tarea para el espacio, y ha tenido que aceptar la muerte para la Omnifuente, pero por lo que creó vida nueva para ella misma y la Omnimadre.
El cuarto grado cósmico nos demostrará cómo comenzó allí con su vida.
El ser humano llegará a conocer estas leyes y solo entonces comprenderá que es innegable la sencillez de la vida.
El ser humano de la tierra contempla la luna por un mismo lado, pero ya lo ven: no se puede vivir otra cosa, el cuerpo de la luna es un mismo fenómeno.
Si el ser humano como erudito quiere alcanzar la luna, podrá constatar aquí su propia muerte.
Aunque tome medidas y se provea de respiración, o sea, de oxígenos, no conocerá las leyes del espacio ni tampoco alcanzará la luna, porque hay un sinnúmero de fuerzas espaciales que lo descarrilan, será atraído y solo entonces le tocará aceptar todo el vacío.
Percibirán los espacios vacíos entre cada chispa de Dios para el espacio si sintonizan su vida con la atmósfera.
El proceso de morir para la luna se posibilitó porque la primera atmósfera, o sea, la consciente, se disolvió.
Los otros seis grados para su respiración se encargan ahora de que no se la saque bruscamente de su equilibrio, o surgirían trastornos cósmicos, y ahora no es posible.
Sin embargo, esto le permite morir.
Todavía tomará millones de años para que se haya disuelto por completo.
Desde la tierra se ve cómo se va haciendo más pequeña.
El ser humano de esos siglos lo vivirá.
Otros cuerpos macrocósmicos seguirán.
Habrá estrellas y planetas que desaparecerán, muerte y vida se disolverán, porque el ser humano recibió la vida y continúa por el espacio.
Entonces esta vida ya no hará falta, se habrán vivido las leyes y el alma como chispa de Dios habrá asimilado este espacio.
Vuelvo a preguntarles: el erudito en la tierra ¿es capaz de constatar todo esto para su ciencia?
¿Puede vivir allí esta conciencia que lo abarca todo?
¿Conoce la profundidad de esta vida y conciencia?
Para nada, pero llegará, aunque la Universidad de Cristo le ofrece estas posibilidades.
Y es curioso, ¿no?, ahora que sabemos que la luna se ha encargado de la vida del alma, que ya ha completado su tarea.
¿Por qué Marte y los demás planetas aún no han llegado hasta ese punto?
¿Por qué la tierra todavía no ha llegado a esa altura y esa profundidad, a su proceso de morir?
Puesto que ha recibido otra tarea y es la hija del sol y la luna, la tierra todavía poseerá la vida para millones de años, y terminará su tarea, tal y como pudo hacerlo la luna.
No obstante, la tierra no ostentará cráteres, pues es imposible.
Vivirá su muerte, eso es seguro, pero conocemos su organismo, sus otras leyes de densificación, y podemos deducir de ellas que posee una conciencia elevada para el ser humano, el animal y la vida de la madre naturaleza.
Doy en qué pensar a los eruditos, los ubico ante miles de leyes, por las que pueden seguir la densificación para la luna.
El ser humano no encontrará aquí oro ni esmeraldas y diamantes, no es posible, porque la luna no conoció jamás esta densificación.
Son fenómenos materiales, pero a la madre tierra se le concedió densificarse de otra manera, y solo fue posible... gracias a... ¿a qué, mi hermano André?
—Gracias al desarrollo de la paternidad, mi maestro.
—¡Eso es!
Es la verdad divina.
Lo ha hecho el sol como la fuerza creadora para el espacio.
Pero ¿a dónde nos conduce eso, maestro Zelanus?
—Al reino de los colores, mi maestro.
Significa que no solo volveremos a ver el reino de los colores por medio de la madre naturaleza, la vida de las flores, sino también como materia densificada: las piedras preciosas nos darán la respuesta.
—¡También eso es verdad!
Son los fenómenos y las leyes por las que la tierra completaría la vida de Marte y de la luna, la tierra embellecería el organismo humano.
André ya lo ha vivido por los viajes para ‘El origen del universo’, y nosotros tenemos que aceptarlo.
Marte y la tierra no vivirán este proceso de morir.
Y es que las erupciones interiores de la tierra no significan otra cosa que ella misma se densifica por su sintonización.
Su sistema interior está sintonizado con ello.
Podríamos escribir miles de libros sobre todo esto, pero no seguimos el camino de la biología, sino la concienciación viva para el alma como ser humano, como espíritu y como la criatura de Dios y de la Omnimadre, para lo que hemos de hacer todos estos viajes.
Las erupciones de la tierra son numerosas, por lo que vemos que esta densifica su vida mediante la estructura interior y que sigue cuidando de su cuerpo y de llevarlo al grado de vida espiritual.
Pero sintonicen ahora con el milagro imponente que pronto nos tocará vivir y del que ya hemos hablado.
Estamos ahora en ese entorno y hemos de constatar este milagro para el espacio y la Omnimadre, pero por lo que ahora llegan a tener en las manos su propio examen.
Voy a continuar siguiendo algunas otras leyes y dándoles ese espacio humano.
Sigo para terminar nuestras comparaciones, solo entonces el siguiente grado de vida hablará a sus vidas y a la criatura de la madre tierra, y ¡antes que nada llegaremos a conocer las leyes de amor para el espacio!
Pero estos son los fenómenos para la vida y la muerte.
Hay que aceptarlo en la tierra.
Será la sabiduría para la humanidad entera.
Así el alma como ser humano llega a ver su espacio.
Así adquiere relevancia cósmica.
Porque se ha materializado por medio de la vida y la muerte.
Así llega a tener en manos su equilibrio y llega a vivirlo, y se encontrará entonces ante sus propias leyes de relatividad, ante sus pensamientos conscientes e inconscientes, su muerte, que la impulsa.
¡Son leyes de justicia para Dios, unión para el alma y el espíritu, continuación, evolución!
La tierra creó la vida y la conciencia para el organismo humano, además para el alma, pero ¡la luna ha creado el alma!
El alma, que nació aquí, continuó a través de la vida y le tocó vivir millones de vidas.
¡Son las leyes universales para vida y muerte!
Esto se tiene que ver y aceptar así en la tierra, o las ciencias no avanzarán.
Es natural que de esta manera despierte el alma como ser humano y que llegará a conocerse.
Pues bien, ¿qué significa una estrella?
Aportó luz al espacio.
Es la conciencia semidespierta.
Es paternidad.
Pero esta maternidad y paternidad, lo están viendo, pueden aceptarlo, la representan solo dos cuerpos macrocósmicos.
Todas esas otras vidas son criaturas del sol y de la luna.
De lo contrario, ¿sería posible que todo vuelva a ser muy sencillo?
Dios es Padre y Madre, y Su vida recibiría y viviría la paternidad y la maternidad.
¿Qué es, pues, la posesión del ser humano como criatura de Dios?
¡El ser humano también se convirtió en padre y madre!
Y es que ¡el ser humano representa absolutamente todo por medio de la paternidad y la maternidad!
Es absolutamente todo lo que surge y se adquiere de la Omnifuente, y se convierte en la posesión del ser humano para cada uno de los mundos que se han creado.
¿No es asombroso?
Y aun así de lo más sencillo, y eso permitirá que el ser humano de este siglo despierte.
Vuelvan a preguntar ahora: ¿quién y qué es Dios?
¿Hemos de hablar del Dios del mercurio?
¿De un Dios que se llama “metal”?
¿De un Dios de todas las piedras preciosas?
Seguimos al Dios de todo lo que vive, para el alma y espíritu, para la personalidad humana y a la vez divina como partícula de la Omnifuente.
¿Ya conoce usted el Dios del radio, del uranio, del plutonio en sus propios tiempos, André?
¿O al Dios del fósforo y del neoplasma, la fuente que hizo posible que toda esta vida pudiera densificarse?
La chispa de Dios llegó a tener alma, vida y espíritu, paternidad y maternidad del Dios que creó millones de fuerzas, grados de vida para la conciencia de los electrones, o el siguiente estadio: el Dios de los grados de vida para la electroestática, los iones y átomos, fuego y agua, alma y espíritu, ¡que llegará a conocer usted si ve la vida y la muerte como una sola vida!
O no es posible, y de voz en cuello pondrá un alto espacial para su propia conciencia.
Pero ha de saberlo: cada chispa, sin importar cómo sea esa chispa como fenómeno material surgido por medio de las densificaciones, tiene alma de su alma, vida de su vida y espíritu de su espíritu, para lo que la luna recibió su tarea, como la madre para el espacio.
Siguiendo absolutamente cada grado de vida como fenómeno material llegará a conocer la profundidad de su propia vida y comprenderá que Dios como Omnifuente... ¡no es capaz de condenar!
Si a partir de esto se condenara a una sola célula, por más nimia que fuera, esto ya minaría el plan divino y surgirían trastornos.
Así que en cada una de las chispas vive la fuente de todo lo que vive, y ¡es Dios!
La vida de una estrella lo conducirá en esa dirección, pero cada insecto de la tierra también.
Por medio de todos Sus rasgos y densificaciones materiales, Dios está presente en esa pequeña vida.
Como grados de vida para la paternidad y maternidad, como alma y espíritu.
Es Él quien puso todo eso en nuestras manos.
Quien obró que nos convirtiéramos en Dioses.
La luna lo representa con todos sus fenómenos materiales y espirituales, pero ¡sobre todo con su muerte!
¡O la continuación no sería posible!
Cuando el sol comenzó con su propia vida, como el sistema central... cuando hubo recibido la animación alimentadora y la densificación propia, y la luna comenzó con su vida, y alrededor de su maternidad empezó a haber vida nueva y, al igual que ella fue capaz de hacerlo, comenzó a densificarse y comenzó la vida embrionaria humana; el espacio para este estadio vivió un imponente milagro.
¡Eso se convirtió en evolución!
Se convirtió en la evolución para su propia existencia, y fue muerte y vida.
Al irradiar la luna sus rayos como fuerza consciente, o sea, llamados a la vida y el nacimiento por medio de la paternidad, también todas esas estrellas y nebulosas llegaron a vivir la propia concienciación, y pudo comenzar este proceso gigantesco.
No obstante, tomó billones de siglos.
La Omniconsciencia, no obstante, lo hemos vivido, dio su propio plasma a esta vida, que ahora ya no hace falta, aunque la Omnimadre siga preparando con impulso, siga dando, siga estando al servicio de su vida de vitalidad cuidadora, al igual que la madre en la tierra cuidará a su criatura cuando esta vida tenga que acceder a la independencia adquirida.
Ahora que toda esta vida está lista y es adulta, por supuesto que continuará por sus propias fuerzas y conciencia, y se convertirá en padre o madre, o bien representará la vida interior para este organismo con sintonización macrocósmica.
Está claro que de esta manera millones de cuerpos han recibido un lugar como parte de este organismo.
Antes de que concluya, pues, “la vida y la muerte”, porque percibo que la muerte para el universo me dice: “Continúa”, les pido nuevamente, porque es necesario, que sintonicen con todos esos otros milagros.
Pero ¡han de saber que para el estadio actual se ha completado la creación divina!
¡La célula como chispa de Dios ha recibido el reino de Dios!
¡Vean todo esto y que les sirva para despertar!
Ahora ¡hay que ir al amor para este organismo!, y tenemos que inclinar la cabeza humana.
Pronto voy a seguir.
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